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ESCEPTICISMO
TEORÍA FILOSÓFICA SEGÚN LA CUAL NO ES POSIBLE EL CONOCIMIENTO Y DE TODO CABE PLANTEAR ALGUNA
DUDA.
Del término griego sképsis (indagación, revisión, duda). El escepticismo niega toda posibilidad de
conocer la verdad. Es necesario distinguir el escepticismo como corriente filosófica que surge y se
desarrolla en el mundo antiguo (s. IV a.C. - s. II d.C.), y el escepticismo como teoría filosófica,
atractiva para muchos filósofos además de los de la corriente citada.
El escepticismo mantiene que no es posible el conocimiento. Del mismo modo que ocurre con el
relativismo, cabe ser escéptico de un modo radical o aceptar el escepticismo respecto de ciertas
regiones de realidad y la posibilidad de adquirir ciencia o conocimiento respecto de otras. Por ejemplo,
se puede ser escéptico en temas de religión (agnóstico) y sin embargo creer en la posibilidad del
conocimiento del mundo físico, como ocurre en la actualidad en muchos científicos. En la filosofía
presocrática el escepticismo fue una teoría poco aceptada pero también tuvo sus defensores. El
movimiento sofista tendía más al relativismo y escepticismo que al objetivismo. Las siguientes tesis
del sofista Gorgias expresan de modo rotundo este punto de vista: “nada existe; si algo existe, no
puede ser conocido por los hombres; si se puede conocer, no se puede comunicar y explicar a los
demás”.
TEXTOS PRESOCRÁTICOS-SOFISTAS-SÓCRATES
Pero, aun dado caso que se pudiese conocer el ser, no sería comunicable a otros. Pues, si las cosas existentes son visibles
y audibles y, en general, sensibles, al menos todas las que son externas a nosotros, y, de ellas, las visibles son perceptibles
pora la vista, y las audibles, por el oído, pero no a la inversa, ¿cómo se podrán expresar a otros? El medio con que lo
expresamos es la palabra; pero la palabra no es el objeto que realmente existe: por tanto, no expresamos a nuestro prójimo
una realidad existente, sino solamente la palabra, que es una realidad distinta del objeto...
Escepticismo filosófico
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Para la actitud epistemológica y filosófica que cuestiona las teorías críticamente pero acepta que pueda haber
conocimiento, véase escepticismo científico.
Para otros usos de este término, véase Escepticismo.
En la filosofía clásica el escepticismo es una corriente filosófica basada en la duda, representada en la escuela
por el filósofo griego Pirrón, quien decía que "no afirmaba nada, solo opinaba".1 El escepticismo se diferencia
del negacionismo por exigir evidencia objetiva a las afirmaciones, y en caso de haber tal evidencia aceptarla, en
tanto que el negacionismo cuestiona o rechaza las evidencias.2
Índice
1Características
o 1.1Orígenes y exponentes
2El escéptico
3Véase también
4Enlaces externos
5Referencias
Características[editar]
El escéptico es alguien que profesa duda o está en desacuerdo con lo que generalmente está aceptado
como verdad. La palabra "Escéptico" viene del griego skeptikoi (de skeptesthai que en griego significa
examinar). La etimología de esta palabra indica en su significado: "quien investiga". Los filósofos escépticos no
creen en una verdad objetiva, porque todo es subjetivo, dependiendo del sujeto que estudia y no del objeto
estudiado.
Una persona escéptica diría siento frío pero no hace frío, ya que solo puede saber que ella tiene frío o calor. A
esta postura de no emitir juicios sino exclusivamente opiniones, se la llamó epojé (suspensión de juicio).
En filosofía, esta actitud los lleva a la ataraxia (paz mental) porque, al no creer en nada, no entraban en
conflictos con nadie y no se veían obligados a defender sus opiniones ya que no existían verdades objetivas.
Orígenes y exponentes[editar]
La diversidad y oposiciones de sistemas, como los de Demócrito, Empédocles, Platón, etc. que crean
abstracciones y dudas. La influencia en la política exterior de hechos como la muerte de Alejandro Magno y la
diversidad en las costumbres, religiones e instituciones de las ciudades.
Pirrón fue el creador del escepticismo. Un gran viajero que conoció muchas culturas con los ejércitos de
Alejandro Magno, cosa que le permitió dudar de las verdades evidentes y tradiciones de su cultura. Se dice que
Pirrón llevó al extremo la suspensión de juicio, hasta el punto de sacarse las cuerdas vocales.
Otro importante escéptico fue Sexto Empírico, autor de Esbozos Pirrónicos. En esta obra sostiene que en la
vida práctica hay que seguir:
El escéptico[editar]
Pirrón abandona el juicio y cree que no hay nada verdadero o falso, bueno o malo, herético o sagrado. Así, se
pronuncia en contra del pensamiento dogmático. Pirrón no dejó nada escrito, pero a él se le atribuyen frases
como:
Véase también
El escepticismo filosófico es una corriente de la filosofía clásica, la cual se apoya en la
duda. En otras palabras puede ser descrita además como una actitud crítica que objeta
sistemáticamente el ideal de que el conocimiento y la certeza absoluta son posibles,
propuesto en campos generales o particulares. Escepticismo filosófico es representado
en la escuela de “Skeptikoi”, de aquellos que manifestaban que no se “no afirmaban nada,
sólo opinaban”; esta corriente se opone al dogmatismo filosófico la cual mantiene que un
grupo de enunciados son absolutamente inequívocos, autoritativos y verdaderos.
El Escepticismo Filosófico es de gran antigüedad. Gran parte de los que se sabe de esta
corriente filosófica proviene del médico y filósofo griego Sexto Empírico, personaje
importante de la representación del escepticismo pirroniano y quien además vivió para
alrededor del año 200 y que pensaba que los animales derivaban del fango, fuego, burros,
frutas vinos fermentados, limo y animales putrefactos.
ESCEPTICISMO FILOSÓFICO
El Escepticismo Filosófico es una actitud crítica que cuestiona sistemáticamente la
idea de que el conocimiento y certidumbre absolutos son posibles, ya sea en campos
particulares o generales. El Escepticismo Filosófico es opuesto al Dogmatismo
Filosófico, que sostiene que un conjunto de enunciados son autoritativos,
absolutamente inequívocos y verdaderos.
Por otro lado, los escépticos filosóficos pueden ser crédulos. La mayor parte de lo que
sabemos acerca del Escepticismo Filosófico en la antigüedad viene de Sexto Empírico,
quien vivió al rededor del año 200 y que creía, entre otras cosas, que algunos animales
se originaban del fuego, vino fermentado, fango, limo, burros, repollos, fruta y animales
putrefactos.
El Escepticismo Filosófico es muy antiguo. Por ejemplo, el sofista Gorgias (483 - 378
aC.) aseveraba que nada existe o que si algo existe no puede ser conocido, o que si
algo existe y puede ser conocido, no puede ser comunicado. Sin embargo, Gorgias es
primeramente conocido como un sofista que como un escéptico filosófico. Pirrón
(aprox. 360 - 270 aC.) es considerado el primer escéptico filosófico de la filosofía
occidental, pero poco se sabe de él o de sus seguidores, o aún de los siguientes
grandes en la historia del escepticismo, Arcesilao (aprox. 316 - 241 aC.) y Carneades
(214 - 129 aC.), cada uno de los cuales liderearon la Academia fundada por Platón. El
primer grupo de escépticos filosóficos es conocido como los Pirronistas, el siguiente
como los Académicos. Ni los Pirronistas ni los Académicos parecen haber apoyado el
nihilismo que Gorgias defendía.
Otros sofistas pueden ser vistos como escépticos filosóficos, por ejemplo, Protágoras
(480 - 411 aC.) decía que "El hombre es la medida de todas las cosas". Aseveración
que a menudo se interpreta como que no existen estándares o valores absolutos y que
cada persona es el estándar o la verdad en todas las cosas. Aplicada a las normas
morales se le conoce como relativismo moral, una clase de Escepticismo Filosófico
que niega la existencia de valores morales absolutos.
El Escepticismo Filosófico nunca fue propuesto como una guía para la vida práctica.
Los primeros escépticos nunca dejaron que un perro los mordiera a pesar de que
pudieran estar siendo engañados por sus sentidos. Aún si no fuera posible probar con
certeza absoluta que un objeto es real, la experiencia es una buena guía de lo que
probablemente sucedería si uno permite que un perro le muerda a uno la pierna. Los
escépticos no niegan la realidad de la percepción sensorial, las mordidas de perro
duelen y la miel sabe dulce. Lo que los escépticos niegan es que detrás de la
apariencia del perro exista una "esencia de perro" o que la experiencia de dulzura al
probar la miel justifique deducir que la "dulzura" es parte de la esencia de la miel. Los
escépticos no niegan las apariencias y el conocimiento subjetivo, no niegan que
alguien mordido por un perro sienta verdadero dolor y que sepa que está herido. Los
escépticos niegan que sea justificable inferir proposiciones indudables acerca de la
realidad más allá de las apariencias a partir de las experiencias subjetivas. A lo sumo,
cualquier deducción de "objetividad real", una realidad que trasciende la experiencia
inmediata, debe estar expresada en lenguaje probabilístico.
No obstante, el antiguo Escepticismo fue considerado una guía para la vida por sus
defensores. Su meta era la ataraxia, un estado sin perturbaciones, de paz mental.
Negar las apariencias no serviría mucho a tal propósito, rechazar el dogmatismo sí.
Encontrar modos de combatir el dogmatismo sigue siendo el elemento central del
Escepticismo Filosófico. De acuero a los escépticos, la certeza absoluta no es
necesaria, ni para la ciencia ni para la vida diaria. La ciencia se desenvuelve bastante
bien a pesar de estar limitada a las apariencias y a las probabilidades. Podemos
encontrar guías para la vida, incluidos la moral y los principios, sin requerir de la
certeza absoluta; podemos distinguir qué principios son los que más probablemente
nos lleven a lo que deseamos: una apacible y feliz exitencia. Muchos escépticos
filosóficos adoptaron estilos de vida muy conservadores, afirmando que la naturaleza y
las costumbres son lo mejor; defendían el seguir las leyes y costumbres, incluidas las
costumbres religiosas, del respectivo país natal. Y creían que seguir nuestros apetitos
naturales es generalmente un buen medio para vivir bien. Sin embargo, el
conservadurismo social y político, mientras para muchos escépticos sirve bien para
conseguir la ataraxia, es un non sequitur. Es decir, tal postura no es una inferencia
razonable ni de un escéptico sensorial ni de un escéptico moral. El probabilismo
apoyado por la ciencia parece suficiente para una vida práctica igualmente agradable.
Las filosofías dogmáticas se hacen cada vez más escasas y la era de la metafísica
hace mucho que terminó, indicando que los escépticos han ganado la guerra con los
dogmatistas. La Lógica es la única área filosófica donde los filosófos profesionales
siguen hablando con seriedad de la certeza absoluta. La probabilidad de otro Platón u
otro Hegel surgiendo en el s. XXI parece ser muy pobre. En nuestros días, la mayoría
de los filosófos quedan satisfechos con argumentos probabilísticos y la aplicación de
los principios lógicos a los conceptos.
Escepticismo
(del griego: σκέψις; σκέπτομαι: yo examino.) Tendencia filosófica que expresa la duda acerca de la
posibilidad de lograr la verdad objetiva. Los escépticos erigen la duda como principio. Sobre cada objeto,
dicen, se pueden emitir dos opiniones que se excluyen recíprocamente: la afirmación y la negación. De este
modo, nuestro conocimiento de las cosas se hace incierto. Esta doctrina filosófica fue fundada en la Grecia
antigua por Pirrón (alrededor de 360-270 a.n.e.). Según los escépticos de la antigüedad, la convicción de no
poder conocer las cosas, debe desembocar, en teoría, en la “suspensión de todo juicio”, y en la práctica, en
una actitud de indiferencia, de imperturbabilidad respecto a los objetos (“ataraxia”). Marx hace notar que el
escepticismo antiguo señala la decadencia del pensamiento filosófico, antes tan vigoroso. Durante el
Renacimiento, el escepticismo desempeñó un papel importante en la lucha contra la ideología de la Edad
Media, contra la autoridad de la Iglesia. Siguiendo a Montaigne (1533-1592), Bayle (ver), “al descomponer
la metafísica con la ayuda del escepticismo, preparó el terreno para la entrada del materialismo y la filosofía
del buen sentido en Francia” (Marx/Engels, Obras, Ed. alem.). Por otra parte, Pascal (1623-1662) había
extraído del escepticismo conclusiones favorables al misticismo, y colocaba el sentimiento religioso por
encima de la razón vacilante. En el siglo XVIII, el escepticismo toma la forma
de agnosticismo (ver); Hume (ver) negaba el valor objetivo de las categorías filosóficas más importantes:
la substancia (ver) y la causalidad (ver). Entre los escépticos hay que incluir también a Kant puesto que
proclama incognoscible su “cosa en sí”. (Ver “Cosa en sí” y “cosa para nosotros”).
El escepticismo, que niega categóricamente la posibilidad de conocer la verdad objetiva, es refutado por
todo el desarrollo histórico de las ciencias y por la experiencia de los hombres, que confirman la tesis
marxista sobre la cognoscibilidad del mundo. El materialismo parte del principio de que no existen en el
mundo cosas incognoscibles, que las cosas todavía desconocidas serán descubiertas y conocidas gracias a la
ciencia y a la práctica. El escepticismo no puede proporcionar ninguna prueba valedera de la
incognoscibilidad de las cosas. El materialismo marxista, que afirma la cognoscibilidad del mundo, se apoya
en los datos irrefutables de la actividad práctica. Ésta denuncia implacablemente todo principio falso,
anticientífico e, inversamente, confirma todo principio justo, toda verdad científica. Si como dicen los
escépticos, los hombres no están en condiciones de conocer la verdadera naturaleza de las cosas, no es
posible comprender cómo hacen para vivir, pues su existencia significa que conocen las leyes objetivas de la
naturaleza y que actúan sobre ellas para dominarlas. Ni siquiera los animales podrían adaptarse
biológicamente a las condiciones circundantes, si sus representaciones, en los límites que les son accesibles,
no correspondieran a los fenómenos percibidos. A diferencia del animal, el hombre confecciona
instrumentos de producción con la ayuda de los cuales transforma la naturaleza, y en el curso de esta
transformación aprende a conocer los secretos más profundos de las cosas. “El conocimiento puede ser
biológicamente útil, en la práctica del hombre, en la conservación de la vida, en la conservación de la
especie, únicamente cuando refleja la verdad objetiva, independiente del hombre. Para el materialista, el
‘éxito’ de la práctica humana demuestra la concordancia de nuestras representaciones con la naturaleza
objetiva de las cosas que percibimos”. (Lenin, Materialismo y empiriocriticismo, p. 148, Ediciones Pueblos
Unidos, Montevideo, 1948). La propagación del escepticismo en la filosofía burguesa contemporánea, la
propaganda de los ideólogos burgueses en favor de la “impotencia de la razón” ofrecen un testimonio del
marasmo de la cultura capitalista. Es una de las formas de la lucha contra la ciencia y el materialismo
científico.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:161-162
Escepticismo
Concepción filosófica que pone en duda la posibilidad del conocimiento de la realidad objetiva. El
escepticismo consecuente se conjuga con el agnosticismo. Alcanza su mayor difusión en los períodos del
desarrollo de la sociedad en que los viejos ideales sociales ya se tambalean y los nuevos todavía no se han
consolidado. El escepticismo como doctrina filosófica surgió en el período de crisis de la antigua sociedad
griega (siglo IV a. n. e.) como reacción a los anteriores sistemas filosóficos que mediante razonamientos
especulativos intentaban explicar el mundo sensible, a menudo contradiciéndose entre sí. Llegó a su punto
culminante en las doctrinas de Pirrón, Arcesilao, Carnéades, Enesidemo, Sexto el Empírico y otros.
Prosiguiendo las tradiciones de los sofistas, los primeros escépticos señalaron el carácter relativo del
conocimiento humano, la indemostrabilidad formal del mismo y su dependencia de diversas condiciones
(circunstancias de la vida, estado de los órganos de los sentidos, influencia de las tradiciones y de los
hábitos, &c.). En la base de la concepción ética del escepticismo grecorromano, figuraba la duda en la
posibilidad de un saber demostrado y admitido por todo el mundo. Los escépticos de la Antigüedad clásica,
preconizaban la abstención de todo juicio para alcanzar la imperturbabilidad del alma (ataraxía) y con ello,
la felicidad, que es el fin de la filosofía. Sin embargo, los propios escépticos no se abstenían, ni mucho
menos, de enjuiciar las cosas y escribían obras en las que criticaban los dogmas filosóficos especulativos y
presentaban argumentos (los denominados tropos) en favor del escepticismo. En la filosofía de los siglos
XVII-XVIII, existieron diversas corrientes del escepticismo. En conjunto, el escepticismo contribuyó en
importante medida a refutar el dogmatismo de la ideología medieval. En los trabajos
de Montaigne, Charron, Bayle, &c., se ponía en duda los argumentos de los teólogos, se preparaba el terreno
para poder asimilar el materialismo. Por otra parte, el escepticismo de Pascal, Hume, Kant y otros limitaba
las posibilidades de la razón en general y desbrozaba el camino a la fe religiosa. En la filosofía
contemporánea, ha asimilado a su modo los argumentos tradicionales del escepticismo el positivismo, que
considera absurdos todos los juicios, generalizaciones e hipótesis, cualesquiera que sean, inaccesibles a la
comprobación experimental.
Diccionario filosófico · 1965:144-145
Escepticismo
(griego skeptikos: que examina, investiga, critica.) Concepción filosófica que pone en tela de juicio la
posibilidad de conocer la realidad objetiva. El escepticismo consecuente se suma al agnosticismo y
el nihilismo. El escepticismo se propaga más en los períodos de desarrollo de la sociedad en los que los
viejos ideales sociales se han quebrantado ya, mientras que los nuevos no se han afianzado todavía. Como
doctrina filosófica, el escepticismo surgió en el período de la crisis de la sociedad antigua (siglo 4 a.n.e.)
como reacción a los sistemas filosóficos precedentes que se valían de los razonamientos especulativos para
tratar de explicar el mundo sensorial, contradiciéndose a menudo los unos a los otros. El escepticismo
alcanzó su apogeo en las doctrinas de Pirrón, Arcesilao, Carnéades, Enestidemo, Sexto el Empírico y otros.
Imitando la tradición de los sofistas, los primeros escépticos subrayaban el carácter relativo del
conocimiento humano y su dependencia de las distintas condiciones (circunstancias de vida, estado de los
órganos de los sentidos, influencia de las tradiciones y costumbres, &c.). La duda en la posibilidad de un
conocimiento demostrable y reconocido por todos sirvió de base a la concepción ética del escepticismo
antiguo. Los escépticos antiguos predicaban la abstensión de los juicios para lograr la quietud espiritual
(ataraxia) y, con ello, la felicidad que es precisamente el fin que persigue la filosofía. Pero los escépticos
mismos no se abstenían, ni mucho menos, de emitir juicios y creaban obras en las que criticaban los dogmas
filosóficos especulativos y exponían argumentos a favor del escepticismo. El escepticismo desempeñó un
importante papel en la refutación del dogmatismo de la ideología medieval. En los trabajos
de Montaigne, Charron, Bayle &c. se ponía en tela de juicio los argumentos de los teólogos y se preparaba
el terreno para la asimilación del materialismo. Por otra parte, el escepticismo de Pascal, Hume, Kant y
otros limitaba las posibilidades de la razón en general y desbrozaba el camino a la fe religiosa. En la
filosofía moderna, los argumentos tradicionales del escepticismo los asimiló de manera original
el positivismo, que califica de insensatos cualesquiera juicios, generalizaciones e hipótesis, inaccesibles a la
verificación experimental directa. El materialismo dialéctico reconoce el escepticismo como elemento del
conocimiento (duda, autocrítica, &c.) sin absolutizarlo hasta el rango de concepción filosófica que deviene
en agnosticismo.
El escepticismo pirrónico-empírico y el escepticismo académico en su
desarrollo histórico: antigüedad clásica, helenismo y antigüedad tardía
Una rápida reflexión sobre el conocimiento humano sería suficiente para reconocer que la duda no tiene un
origen determinado. La prudencia y la cautela en las cosas de orden práctico, la inquietud ante los empeños
temerarios o la sensatez y equilibrio ante las decisiones aunque no son todavía planteamientos de duda
teóricos, tal como la reflexión los hace nacer, es algo connatural a algún tipo de personas. Sin embargo, esta
prudente actitud, todavía no puede considerarse merecedora del sustantivo escepticismo. El escéptico no es
sólo el que duda por sistema y reflexiona sobre su duda, no es ni siquiera el que no cree en nada o afirma que
nada es verdadero, el verdadero escéptico es aquél que, interrogándose por el conocimiento, no encuentra
razones incuestionables que verifiquen que el conocimiento que tiene de las cosas es el conocimiento
verdadero. Esta actitud no es apriorística o metódica, sino más bien empírica. Es una actitud prudente contra
la ingenuidad del pensamiento y sus orgullosos resultados.
A pesar de reconocer a Pirrón de Elis como el fundador del escepticismo, este movimiento observa algunas
características que lo hacen diferente a otros en el desarrollo de la filosofía griega. Una historia del
escepticismo tiene, por tanto, que situarse en los márgenes de las direcciones unívocas y delimitadas. Ya
Brochard se asistía de un texto de Diógenes Laercio (IX, 71-73) en el que se consideraba a Homero como uno
de los precursores de esa singular manera de enfrentarse a la realidad. Además, el escepticismo es un
movimiento incómodo y peligroso, lucha siempre a la contra, su ejercicio del pensamiento es siempre privativo,
negativo y despierta o genera un recelo razonable.
Así, es difícil aclarar la historia del escepticismo, ya que gran parte de la obra de los escépticos ha
desaparecido y entre ellos mismos no es muy significativo que esta misma obra se mantenga o no. Al
desaparecer el dogmatismo y la necesaria identificación personal y del grupo con las enseñanzas del maestro,
éstas pasan a un segundo plano en el que su modificación no es lo raro, sino lo recomendable. A pesar de
ello, algunos estudiosos del tema como Brochard intentaron una clasificación de los tipos de escepticismo.
Para éste el escepticismo se dividía en tres periodos: un primer periodo caracterizado por un escepticismo
práctico o moral encarnado en Pirrón y Timón, un segundo más bien técnico, reconocible en un escepticismo
dialéctico cuyo representante sería Enesidemo y , por último, un escepticismo empírico reflejado en Sexto
Empírico y los médicos empíricos dedicados a los fenómenos. Además de estos tres periodos, nombraba al
escepticismo de la Academia sin saber muy bien dónde encuadrarlo.
Esta clasificación adolecía de dos inconvenientes, de los cuales uno de ellos ya ha sido expresado. Por un
lado, el escepticismo de raíz académica quedaba aislado, sin saber dónde encuadrarlo y, por otro, no se
advertía contundentemente que hasta Enesidemo no existe una clara conciencia de pertenecer a un
movimiento nuevo denominado escepticismo. Por ello, creemos más conveniente proponer cuatro periodos:
1. Un primer periodo que se pierde en el tiempo y que se caracteriza por el desarrollo incipiente de los
principios (aun todavía muy debilitados) del escepticismo. En este periodo estarían clasificados todos
aquellos autores que si bien no pueden en puridad ser etiquetados como escépticos, aportan
fundamentos o ideas que con posterioridad desarrollarán los principios escépticos. En este periodo
estarían ubicados Pirrón y Timón, ya que ellos no tienen conciencia de pertenecer a un movimiento
nuevo, sino que siguen la estela de toda la filosofía, podríamos denominar presocrática. Este grupo de
filósofos que se caracterizan por reflexionar sobre las dificultades e imperfecciones del conocimiento
humano, culminarían en el pirronismo dogmático radical, cuyo carácter distintivo se centrará en el
carácter indeterminado de la realidad, el desdén por la dialéctica excesivamente sofisticada y la
búsqueda de la felicidad huyendo de las controversias filosóficas. Esta sería la conexión con la filosofía
abderita.
2. Un segundo periodo caracterizado por cierto escepticismo metodológico, estaría representado por los
miembros de la academia nueva y media: Arcesilao y Carnéades. Este pseudo escepticismo, no sería
más que el desarrollo natural de las irritantes fórmulas socráticas de discusión, centradas en el juego del
acuerdo y desacuerdo en el que la práctica de la refutación es fundamental. Este escepticismo, no
obstante, se va a caracterizar por las propuestas positivas, lo verosímil o razonable y el probabilismo
que presentan los filósofos arriba mencionados.
3. El tercer y cuarto periodo son los que estrictamente podemos denominar escépticos. Enesidemo y sus
sucesores son los representantes de la tercera época. Dos son las características esenciales de
Enesidemo, primera que es el primer filósofo consciente de pertenecer a un movimiento singular que
puede derivar de Pirrón y que será denominado escepticismo, segunda que presenta un carácter
dialéctico y sistemático. Conserva los argumentos, los clasifica en los diez tropos y organiza el método
contra la filosofía dogmática. Este escepticismo sí que podría ser denominado dialéctico, pues insiste en
los argumentos necesarios para rebatir la filosofía no escéptica.
4. El último periodo es singular, aunque estaría encuadrado en el escepticismo pirrónico, pues no deja de
resultar sorprendente que uno de sus máximos representantes Sexto sea denominado el Empírico.
Sexto es médico y asume el fenómeno como única fórmula válida para evitar la paralización de la vida.
El carácter propio de los escépticos de esta época es que son médicos y conocen el método de
observación; han advertido que constatando series de fenómenos, pueden realizarse previsiones. No
podremos saber cuál es la causa de una enfermedad determinada y ante ella, suspendo mi juicio, pero
sí que puede observar que aplicando un remedio determinado el paciente se cura o empeora. Y esto es
lo importante la curación no el conocimiento. Brochard reconoce en ellos una especie de positivismo
primitivo basado en la experiencia y en la observación.
Esta clasificación no cierra el círculo, podemos encontrarnos tantas como estudiosos se han ocupado de este
tema, lo cual da idea de su complejidad. Para resolver tamaño enigma existen numerosos testimonios
indirectos sobre el escepticismo, pero creo fundamental nombrar aquellas fuentes escritas que aportan
algunos datos directos sobre este movimiento. Cicerón, Aulio Gelio, Timón de Fliunte, Sexto Empírico y
Diógenes Laercio son autores fundamentales para el conocimiento de este movimiento. Dos textos más,
el Contra los Académicos de Agustín de Hipona1 y un pasaje de Aristocles recogido por Eusebio de Cesárea en
su Praeparatio Evangélica aportan algunos datos sobre el escepticismo académico y sobre la genuina posición
pirroniana, respectivamente. Agustín de Hipona se presenta como un pecador, un escéptico que ha dudado
de su fe y por ello considera al escepticismo como la doctrina del error y del pecado 2, de ahí que su obra se
considere como una respuesta para el que duda, un camino para llegar a Dios.
De las cuatro principales fuentes antiguas que aportan numerosos datos sobre el escepticismo hay que
distinguir dos grupos: por un lado, Cicerón y Diógenes Laercio extraños al escepticismo, y por otro, Timón y
Sexto que pertenecen a esta corriente filosófica. Por orden cronológico, Timón de Fliunte fue el portavoz de
las doctrinas del primero de los escépticos Pirrón de Elis. Nació alrededor del 325 a. C. Y murió en Atenas
hacia el 235. Aunque escribió poemas épicos, tragedias y treinta y dos obras cómicas, a nosotros nos interesan
los testimonios que han sobrevivido de dos obras Los Sillos y Las Imágenes3, que al ser compuestos en verso
permiten dar en muchos casos pruebas de autenticidad de la información que transmiten. Cicerón, por su
parte, es un autor curioso, ya que si hubiesen sobrevivido sólo sus referencias sobre el escepticismo no
hubiésemos clasificado a Pirrón de Elis como escéptico, lo cual es más significativo si pensamosque Cicerón
fue un autor coetáneo al de Elis. Su libro más importante para conocer el escepticismo es Cuestiones
Académicasque tuvo tres redacciones y que constaba de dos libros en la primera redacción y cuatro en la
tercera. A nosotros sólo nos ha llegado el libro segundo de la primera redacción llamado Lúculo y el primero,
aunque incompleto de la tercera redacción4.
Sexto Empírico5 es un historiador fiel al escepticismo, como corriente filosófica. Realiza la primera gran síntesis
del movimiento escéptico y es el primero que tiene clara conciencia de pertenecer a una tradición filosófica
singular y potente. Sexto rastrea en la filosofía anterior aquellos elementos que podrían ser caracterizados
como escépticos, para demostrar la existencia de esta tradición filosófica. A partir de él, el escepticismo
adquiere el sentido de escuela, con el significado de tener un modo común de pensar, un actuar propio de un
grupo filosófico. Centrándonos en la obra de Sexto encontramos varios libros ordenados en dos grandes obras:
las Hipotiposis pirrónicas, que son una introducción general sobre el escepticismo en tres libros y un grupo de
once libros conocidos colectivamente bajo el epígrafe de Contra los dogmáticos. Diógenes Laercio y su
libro Vidas de los Filósofos fue un intento de aclarar el origen y el desarrollo de las diferentes escuelas filosóficas.
Diógenes es una fuente indispensable sobre el escepticismo debido a la cantidad de información que nos
suministra. Sin embargo, esta fuente tiene dos graves inconvenientes ineludibles: primero, que la escribe una
persona poco experta en cuestiones filosóficas, y segundo, que es la fuente más incontrolada que existe por
la gran cantidad de testimonios externos que utiliza. Aun así, la imagen que transmite Diógenes sobre el
escepticismo coincide con la de Sexto, lo cual ya es una garantía de fiabilidad.
Sirva esta pequeña introducción a un movimiento rico en matices y en transformaciones. A partir de ahora
iremos desgranando los aspectos esenciales de esta filosofía.
1. La concepción de esta obra estuvo orientada por Cicerón, por lo que sólo se refiere al escepticismo de la
«nueva academia», además como la conversión de S. Agustín tuvo un fuerte elemento intelectual, esta
obra debe entenderse como una fuerte controversia filosófica como fórmula para demostrar y
fundamentar su fe, de ahí que considere el escepticismo como la doctrina del error y del pecado, y que
aporte más datos sobre su estado psicológico de la duda que sobre el propio escepticismo, véase
ROMÁN, R., Op. Cit., 1984, PP. 21-23 Y KIRWAN, C., «Augustine against the Skeptics», en The Sleptical
Tradition, ed. Myles BURNYEAT, California Un. Press, 1983, pp. 205-223.
2. Cf. AGUSTÍN DE HIPONA, Confesiones, V, 10, 19, En él la relación entre cristianismo y filosofía es
intercambiable, frente a un análisis filosófico encontramos una extraordinaria actitud pedagógica.
3. Se trata, al parecer, de un poema en tres cantos, de los cuales el primero contenía una exposición
narrativa, mientras que el segundo y el tercero estaban redactados en forma de diálogo entre Timón y
Jenófanes, en los cuales se juzgaba y se hacía la sátira de todos los filósofos dogmáticos. Vid., DIELS,
H., Poetarum Graecorum fragmenta, Voluminis III, Fasciculus prior, Poetarum Philosophorum Fragmenta,
Berlin, 1901, fragmentos 1-66 (lo citaremos en adelante como DIELS, Poet., y el fragmento o página) y
LLOYD-JONES & PARSONS, Suplementum Hellenisticum, Berlin, New York, 1983, fragmentos 775-840;
(a partir de ahora siempre lo citaremos con la abreviatura S.H. y el número de fragmento). DAL PRA,
M., Lo Scetticismo greco, Milano, 1950; II ed. revisada y ampliada, 2 vols., Roma-Bari, 1975, Vol., I, p. 95,
la considera la obra mayor de Timón; además, es de la que tenemos más información, Cf. pp. 25-33 de
mi libro El escepticismo griego… en donde hago un estudio suscinto de las obras de Timón.
4. Cf. para los problemas que plantea el texto la introducción de REID, J., Tulli Ciceronis Academica, London,
1885, pp. 1-73; y la introducción de PIMENTEL, J., Cuestiones Académicas, México, 1980, principalmente,
pp. VII-XI. RACKHAM, H., Cicero, De natura deorum, Academica, London, 1972, se atreve a presentar los
contenidos de los libros perdidos.
5. Para situar a este pensador Cf., el artículo de VOLLGRAFF, G.W., "La vie de Sextus Empiricus", Revue
de Philologie, de Litterature et d'Histoire anciennes, XXVI, 1902, pp. 195-210. Este artículo se encuentra
también en SEXTO EMPIRICO, Los tres libros de Hipotiposis Pirrónicas, traducido del griego y adicionados
tres apéndices, por Lucio GIL FAGOAGA, Madrid, 1926. Existe otra versión más actualizada de Antonio
GALLEGO CAO y Teresa MUÑOZ DIEGO, Sexto Empírico, Esbozos Pirrónicos, Madrid, 1993.
Cualquier prolija discusión sobre un problema debe comenzar por su origen: cualquier historia tiene una
prehistoria. Los comienzos del escepticismo se advierten y se desarrollan, como hemos visto, ya desde los
presocráticos. Sin embargo, este movimiento, igual que otros, no carece de un fundador por todos reconocido:
Pirrón de Elis. Llegamos, en sentido estricto, al punto de partida del escepticismo; vamos, pues, a delimitar y,
si podemos, a clarificar el pensamiento y la actitud de este particular filósofo. Es verosímil, en este sentido,
que la pasión con que iniciamos esta investigación se superponga a cualquier dificultad y seamos capaces de
clarificar el escepticismo de Pirrón de Elis. Muchas veces, seguimos algo y sólo al final nos damos cuenta que
lo que seguimos es sólo la forma a través de la cual lo contemplamos. Quizá, igual que los escépticos nunca
cesaremos de buscar, y puede que nuestra búsqueda sea retornar al punto de partida y conocer ese lugar por
primera vez. Por eso no es extraño que el escéptico, el buscador, el examinador, el observador, llegue a la
conclusión de no haber buscado todavía en el lugar correcto y siga la búqueda. En esta imagen, existe una
diferencia esencial con el que encuentra: éste introduce el concepto "cero" en la ecuación existencial, mientras
que el otro, el escéptico, el concepto "infinito", pues infinitos son los lugares donde hay que buscar. Además,
esa búsqueda es autoinmunizante, pues no podemos detenernos en ningún lugar, ya que son infinitos los
posibles lugares correctos en los que puede encontrarse lo buscado. Llegamos, en sentido estricto, al punto
de partida del escepticismo; vamos, pues, a delimitar y, si podemos, a clarificar el pensamiento y la actitud de
este particular filósofo.
Es imprescindible, pues, hacerse cargo de esta intención en un pensamiento como el de Pirrón, pues no existe
mucha precisión en las noticias que nos llegan de él, y por lo tanto, en su estudio la búsqueda, la observación
y el examen, es decir la "sképsis", es necesaria. La reputación de Pirrón como el fundador del movimiento
escéptico no surge de ningún testimonio escrito de su mano, sino de la impresión que tenemos por la lectura
de los textos que han llegado sobre él. De todos los escépticos, quizá, Pirrón es el autor cuyo estudio es más
necesario. Su nombre aparece rodeado de leyenda, la mayor parte de la cual es posible que no sea verdadera.
Por eso, solamente podemos acercarnos a su pensamiento gracias a un material que otros dejaron sobre él y
en el que supuestamente se reflejan sus ideas. De ahí que, el recuerdo de Pirrón venga rodeado por el misterio
que se revela gracias a la interpretación: por eso, las conclusiones a las que podamos llegar en nuestro trabajo
de investigación no podrán tener un carácter absoluto, sino, básicamente, provisional.
Las fuentes que aportan información sobre este filósofo, como ya hemos visto, son poco homogéneas. Si bien
nos encontramos con algunas claras y precisas, la mayoría son poco explícitas y, en algunos casos,
merecedoras de cierta desconfianza. Decleva Caizzi en la introducción de su obra dedicada a los testimonios
sobre Pirrón expone las dificultades que podemos encontrarnos en cualquier trabajo que tenga como horizonte
de estudio a Pirrón de Elis. En esta obra, dice Caizzi que ningún destino historiográfico es parejo al de Pirrón,
pues las reconstrucciones de su pensamiento se han hecho no sólo sin hacer valer el criterio de la presencia
de su nombre en los textos utilizados, sino sin que exista ninguna base histórica que fundamente tal
orientación1. En nuestro estudio, nosotros no sólo hemos acudido a fragmentos de Timón o a pasajes de Gelio,
Sexto y Diógenes, sino también hemos valorado y estudiado críticamente otros testimonios que construyen,
junto con los anteriores, un perfil preciso del de Elis. Todo ello, nos lleva a dibujar, equilibradamente, el
pensamiento y la personalidad de Pirrón de Elis.
Debido a estas específicas características, descubrimos un obstáculo que hace muy difícil la reconstrucción
uniforme del pensamiento de Pirrón y dificulta la armonización y conciliación de los liersos testimonios de la
antigüedad (literarios o filosóficos) que se han conservado sobre él. Todo esto ha tenido como consecuencia
el que no podamos establecer un único criterio de valor o valoración de su vida y de su pensamiento. Estos
obstáculos colaboran al surgimiento de toda una serie de interpretaciones de Pirrón, de las que, algunas,
parecen adolecer de cierta ambigüedad o indeterminación2.
Así pues, encontramos en Pirrón numerosos testimonios que rompen cualquier intento de construir una línea
clara en la historiografía de la tradición escéptica. Autores como Suidas, Pausanias, Antígono, Posidonio,
Aristocles, Filón, Estobeo, Clemente, Cicerón, Aulo Gelio, Sexto, Diógenes Laercio escriben sobre Pirrón, su
pensamiento y los pirrónicos. Todos estos textos se proponen ofrecer los instrumentos de base para la
interpretación tanto histórica, como filosófica y filológica. Como es tan difícil hacer un estudio de un autor con
unas fuentes tan fragmentarias, hemos creído conveniente centrarnos en aquellas fuentes que aportan un
material uniforme; éste, junto a los textos sueltos que han sobrevivido de otras, va a conformar el pensamiento
de Pirrón que vamos a rescatar. Por tanto, vamos a realizar un estudio de Pirrón teniendo como hilo conductor
los datos que aportan las fuentes por separado, para, posteriormente, tratar de unificarlos y construir un perfil
de este filósofo que sirva de conclusión. Así, iremos encontrándonos con la imagen de Pirrón que se manifiesta
a través de las indicaciones que proporcionan Timón, Aristocles, Cicerón, Aulo Gelio, Sexto Empírico y
Diógenes Laercio, sin olvidar otros testimonios que podrán aportar el contrapunto necesario a este trabajo de
investigación.
Antes de pasar directamente a los textos creemos conveniente recordar algunos aspectos importantes que
van a conducir y unificar la exposición. En primer lugar, hay que destacar la relación del pensamiento de Pirrón
con el de sus predecesores. El escepticismo pirrónico es deudor de unos problemas o influencias que ya
hemos estudiado en los capítulos precedentes. En segundo lugar, se observa en Pirrón un intento de asociar
vida teórica y vida práctica como actitud definitoria de su pensamiento: "Se comportaba de un modo
consecuente también en la vida, no rehusando nada (μηδὲν ἐκτρεπόμενος), ni precaviéndose de nada (μηδὲ
φυλαττόμενος)"3. Aunque creemos aventurado el intento de Conche4 de sobrevalorar una sobre la otra, sí que
estamos de acuerdo en que es insuficiente atender sólo a la teoría o a la práctica para entender la figura de
Pirrón, por lo que será necesario considerar estos dos aspectos en uno solo. En tercer lugar, observamos
algunos fragmentos de intención ético-moral en los que se puede advertir una cierta actitud dogmática,
también nos encontramos con otros textos en donde, teniendo como horizonte el problema del conocimiento,
descubrimos una estricta actitud escéptica que lleva como resultado final a la felicidad. Según esto, tendremos,
pues, por un lado la subordinación de toda la filosofía a la felicidad y por otro la indeterminación de la realidad ante
la imposibilidad que tenemos de conocerla. Esta eliminación, en cierto modo, de la realidad como tema del
discurso viene como consecuencia de su indeterminación, ya que al no poder saber cómo son por naturaleza
las cosas, al ser indiscernibles, no podemos justificar que ellas son de una determinada forma. En esta
apreciación también coincide el escoliasta de Luciano cuando en un pasaje nos dice que el propio Pirrón tenía
como objetivo eliminar toda la realidad: "Pirrón primero pintor, se convirtió luego en filósofo y tenía como
objetivo eliminar toda la realidad"5. A partir de aquí, una de las tareas más interesantes de nuestro trabajo será
encontrar un nexo de unión entre conocimiento, vida práctica y felicidad.
Otra particularidad de Pirrón va a centrar el debate posterior: su carácter ágrafo6. Pirrón no escribió nada, y
esta actitud no parece accidental, pues existen algunas razones que pueden justificar esta disposición. Una
de ellas puede ser la notable decisión pirrónica de no querer, conscientemente, dogmatizar, ya que transmitir
por escrito una doctrina supone, de una forma o de otra, convertir sus teorías o sus doctrinas en un "corpus"
establecido que tiene que ser estudiado y, con seguridad, transmitido por sus discípulos, lo cual hubiese
podido transformar su escepticismo en un dogmatismo. Otra razón que puede justificar su silencio, es la
extraordinaria claridad con que Pirrón identifica, según los testimonios que tenemos, teoría y práctica, por lo
que sus ejemplos cotidianos, su actitud ante la vida enseña más que cualquier escrito que hubiese dejado.
Desde esta perspectiva, el ejemplo de su vida tiene más valor que sus teorías o doctrinas7, lo cual parece que
fue asumido por sus discípulos como huella impresa.
1. DECLEVA CAIZZI, F., "Prolegomeni ad una raccolta delle fonti relative a Pirrone di Elide", in Lo scetticismo antico,
Op. cit., pp. 95 y ss.
2. Cfr., por ejemplo, un artículo de REALE, G., "Ipotesi per una rilettura della filosofía di Pirrone di Elide" en Lo
scetticismo, op. cit., pp. 243-236, nos presenta hasta ocho diferentes interpretaciones de Pirrón:
1. gnoseológico-fenomenista.
2. dialéctico-hegeliana.
3. científica.
4. práctica-moral.
5. metafísica.
6. anti-metafísica-nihilista.
7. orientalista.
8. interpretación literaria.
Los seguidores de Pirrón destacarán por los análisis críticos de los argumentos de los
dogmáticos (quienes afirman haber alcanzado esa verdad) recogidos en los conocidos
diez "tropos" de Enesidemo de Cnosos, que han llegado a nosotros gracias a la
actividad recopiladora de Sexto Empírico.
Como tal, los principales representantes de esta filosofía fueron Pirrón de Elis (365-275 a. de
C.) y Timón de Fliunte (325-235 a. de C.), en la Antigua Grecia. Mientras que durante el
Renacimiento, la actividad de Michel de Montaigne (1533-1592) dará una nueva dimensión a
esta corriente filosófica.
Escepticismo religioso
El escepticismo se ha hecho extensivo al ámbito de la religión a partir de la puesta en tela de
juicio de los principios básicos que fundamentan la fe, como la revelación, la providencia o la
inmortalidad.
Escepticismo científico
El escepticismo tiene su expresión en las ciencias con el escepticismo científico, según el cual
todas creencias en torno a hechos y fenómenos deben ser examinadas bajo rigurosos métodos
de demostración fáctica.
Escepticismo metódico
El escepticismo metódico es aquel que pone en duda todo lo que nos rodea mediante un proceso
de indagación filosófica. Su objetivo, con esto, es el de descartar lo falso para acceder a un saber
seguro, certero.
Escepticismo profesional
Como escepticismo profesional se conoce la actitud con que un profesional de la contabilidad
debe proceder ante una auditoría, y que se caracteriza por la capacidad inquisitiva y de
evaluación crítica de la evidencia, sin dar por sentado nada que no pueda ser probado por las
evidencias. El objetivo, como tal, es llevar a cabo la recopilación y evaluar con objetividad las
pruebas.
Fecha de actualización: 12/10/2015. Cómo citar: "Escepticismo". En: Significados.com. Disponible en:
https://www.significados.com/escepticismo/ Consultado: 2 de septiembre de 2018, 09:45 am.
Otros significados y conceptos que pueden ser de su interés
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Significado de Hipócrita
Significado de Escéptico
Significado de Dogmático
Significado de Catarsis
A. ará paso a la modernidad. EL ESCEPTICISMO MODERNO
Los rasgos concretos de esta nueva época cobran plenitud y nitidez en la contra imagen negativa del
escepticismo. "Si se quiere llegar a comprender el escepticismo como un factor necesario del pensamiento, no se
debe perder de vista esta significación y este rendimiento indirecto."
Las proposiciones escépticas, aunque por su contenido se remonten a las fórmulas antiguas, aparecen bajo un
signo opuesto. La filosofía griega vuelve a ser maestra; pero lo es ahora en un sentido nuevo: "La época moderna
se vuelve, no a sus soluciones más maduras y más altas, sino a los últimos problemas y a las últimas dudas a que
llega y con que concluye, para asimilárselas interiormente y crear con ello, la condición fundamental para su
propia solución futura."
Lo que en la antigüedad aparece como resultado final de una desintegración práctica, en esta etapa moderna se
presenta como un punto de partida.
1. Representantes
a. Miguel de Montaigne
1) Vida. Nació en 1533, de origen francés, y murió en 1592 en su patria natal. De noble familia, estudió leyes,
con lo cual se convirtió en consejero del Tribunal de Impuestos de Périgueux. Después, en 1557, ocupó el cargo
de consejero en el parlamento de Burdeos. En 1570 abandonó sus cargos para retirarse a sus tierras, donde se
dedicó a la meditación.
2) Obras. "En sus famosos ensayos es un fruto óptimo de su época, de su patria, del Renacimiento Francés, al
que propulsa y da feliz sentido identificándolo con el más auténtico de la antigüedad clásica."
Su primera obra fue llamada "Ensayos" editada en 1580, en la que revela su personalidad. Publica también un
ensayo llamado "De la instrucción de los niños", asunto que tanto preocupó a Montaigne. También se conoce un
diario llamado "Diario de viaje" (1580-1581). Es el creador del ensayo.
3) Pensamiento. Montaigne dibuja un perfil externo y trata la ordenación formal de su doctrina en el capítulo
II del libro de ensayos, titulado "Apología de Raimoud de Sabonde. En este capítulo se notan rasgos del
pensamiento de la Edad Media.
Para el autor de los ensayos, el gran problema del hombre se sitúa en el plano de la existencia, es por eso que:
"La fuerza y la originalidad del escepticismo de Montaigne se manifiestan en el hecho de que sabe forjar los
resultados positivos y los títulos de legitimidad de la nueva investigación, dialécticamente, en otras tantas armas
contra el valor y el criterio de la validez general del saber humano."
Montaigne ve la idea de la infinitud de los mundos para aislar al individuo y conferir un valor simplemente
relativo a la vigencia de sus leyes del conocimiento.
Establecer la armonía entre el pensar y el ser, conocer el espíritu humano como imagen y símbolo de la realidad
absoluta, éste es el problema central que aborda la filosofía moderna.
El pensar y el ser no pueden llegar a una verdadera consonancia, mientras pertenezcan a diferentes dimensiones
lógicas, mientras el ser absoluto preceda el pensamiento como un concepto general y superior y lo englobe como
un caso especial.
"El mérito lógico indirecto del escepticismo es haber desarrollado esta concepción hasta darle completa
claridad."
Para Montaigne, el saber no nos comunica la forma y naturaleza de las cosas, sino solamente la peculiaridad del
órgano sobre el que las cosas actúan.
En Montaigne el escepticismo desde un primer momento, al igual que el de la antigüedad, contiene un criterio
ético positivo, su meta final es la ataraxia. Se entiende que: "El escepticismo precave al individuo contra el
imperio de las pautas morales impuestas desde fuera y, enfrentándose a todas las convenciones morales
arbitrarias, le asegura la libertad discursiva de su juicio."
El escepticismo montaigniano se eleva a la auténtica significación del no saber socrático.
"La duda no se hunde en el vacío, sino que encuentra siempre su punto fijo de apoyo y de anclaje en el suelo de la
consideración de los valores."
Mientras el individuo sepa captarse en sí mismo y en toda su pureza, y sobre poniéndose a todas las limitaciones
impuestas por la sociedad, descubre en sí la forma fundamental del espíritu de la humanidad en general, pues es
en el hombre mismo donde se halla la esencia y la verdad.
El problema de la muerte ocupa el centro de las consideraciones éticas de los Ensayos de Montaigne: "Filosofar
es aprender a morir", nos dice. "La muerte es condición esencial de tu creación, parte de ti mismo: huyes de ti
mismo cuando la huyes." La vida para Montaigne, de por sí, no es ni un bien ni un mal, es la morada del bien o
del mal, según lo que tú hagas de ella.
La duda de Montaigne, expresa al mismo tiempo el presentimiento de los nuevos problemas del conocer, él no
llega a abordar de un modo positivo ningunos de los problemas que ahora surgen, pero "con él se liberan por vez
primera y emprenden su vuelo las fuerzas fundamentales del espíritu que ayudarán a modelar el porvenir."
b. David Hume
1) Vida. Nació en Edimburgo en 1711 y murió el 25 de agosto de 1776. De familia perteneciente a la pequeña
nobleza escocesa. Tuvo amistad con Adam Smith; frecuentó a los Enciclopedistas y discrepó con Rousseau. Se
unió a la corriente anticartesiana iniciada por Locke.
2) Obras. Tratado sobre la naturaleza humana (1739), Ensayos morales y políticos (1742). Su obra está dividida
entre una teoría empirista del entendimiento y una teoría utilitarista de la vida social.
Nada es mas.
El escepticismo antiguo no es simplemente un discurso teórico, ni tampoco un sistema, es sobre todo una forma de
vida que el filósofo elige, es también una práctica de liberación personal, cuya finalidad es lograr alcanzar la felicidad.
Para este propósito se utilizan una serie de técnicas escépticas como son la suspensión del juicio (epoje) y la
ataraxía. Una vez alcanzado se produce una transformación en la forma de ver del mundo y en su relación con él,
que podría definirse como indiferencia.
El prototipo de sabio escéptico es su fundador Pirrón de Elide, cuya renuncia a las cosas mundanas, su indiferencia y
su forma de vivir causaron tal admiración entre sus conciudadanos que según cuenta Diógenes Laercio, "por su
respeto se dio decreto de inmunidad a los filósofos".
"Nada es más", este es el lema del movimiento escéptico: ninguna cosa es más, ni más cierta, ni más falsa, ni mejor,
ni peor. Después tratar de hacer todo lo posible por conseguir un criterio para saber la verdad, el resultado es que
ningún argumento resulta claramente definitivo para desvelar las apariencias, por tanto lo más acertado es suspender
el juicio, a partir de esta decisión uno consigue liberarse de la inquietud. Esto da paso a una nueva forma de ver el
mundo, de relacionarse con la realidad y romper así las ataduras dogmáticas.
El escepticismo comparte una característica importante con otros movimientos de la época, y es que la actitud vital
de sus miembros es tan importante como su doctrina teórica. A grandes rasgos el escéptico después de examinar
cuidadosamente todas las proposiciones concluye que no hay ninguna verdad que se pueda considerar definitiva, por
lo que recomienda la suspensión de todo juicio (epojé). Una vez suspendido el juicio, el siguiente paso es conseguir
la ataraxía, es decir, la serenidad de ánimo, la imperturbabilidad necesaria para poder llegar a la felicidad. Pero la
suspensión del juicio no quiere decir que haya que abandonar toda investigación, ni toda crítica.
“Sképsis”, es la palabra griega que da origen al movimiento y significa hacer una reflexión cuidadosa de lo que se
observa, “skeptikós” son los que miran o examinan cuidadosamente. El escepticismo tiene dos partes: una teórica,
que es una teoría del conocimiento, o epistemología, según la cuál no hay ningún saber firme, y otra práctica, que es
una actitud que consiste en no apegarse a ninguna opinión y suspender el juicio.
Periodos.
El escepticismo antiguo puede dividirse en tres periodos, separados de una manera relativamente más clara que en
otras escuelas:
El pirronismo es el escepticismo más antiguo, llamado así por la enorme influencia de su fundador Pirrón de Elide,
según el cual, ni los sentidos ni la razón pueden proporcionar un conocimiento verdadero, por lo que recomienda
abstenerse de hacer juicios y permanecer indiferentes, para tratar de conseguir ese estado de ánimo peculiar que se
llama ataraxía. Junto con su discípulo Timón de Fliunte fueron los escépticos más importantes de esta época.
El escepticismo académico o medio, se llama académico porque sus miembros eran filósofos que pertenecían a la
Academia platónica, algunos llegaron a dirigirla como es el caso de Arcesilao, contemporáneo de Timón, que fue el
primero en introducir el escepticismo en la Academia y de Carneades, que desarrolló una teoría probabilística del
conocimiento. Coincidieron en el tiempo algunos académicos y pirrónicos, aunque no hubo mucha relación entre
ambas tendencias.
La escuela escéptica, se puede considerar, en cierta forma, una recuperación del pirronismo al cabo del tiempo,
precisamente cuando terminó la orientación escéptica de la Academia. En esta etapa se distinguen varios periodos:
el periodo de los filósofos pirrónicos y el de los médicos, primeros empíricos y luego metódicos. La recuperación de la
orientación pirrónica fue iniciada por Ptolomeo de Cirene y continuada después por Enesidemo de Cnosos, sin
embargo la figura más importante de este periodo fue Sexto Empírico. La importancia de Sexto para el conocimiento
del escepticismo antiguo es fundamental porque se han conservado varios libros suyos, donde expone
detalladamente aspectos importantes del escepticismo desde sus comienzos
Fuentes antiguas.
Las principales fuentes para el estudio del escepticismo son las obras de Sexto Empírico, Diógenes Laercio, Timón
de Fliunte, Cicerón y Aulo Gelio. Otras fuentes indirectas son algunos comentarios breves y más bien críticos de
Epicuro, Agustín de Hipona, Eusebio de Cesarea o Plutarco de Queronea.
Pirrón de Elide.
Pirrón (-365/-360 a -275/-270 aprox.) nació en Elide, en el Peloponeso, es considerado el fundador del movimiento
escéptico y es uno de esos personajes de los que se puede decir que su forma de vivir es inseparable de su forma de
pensar, siendo la indiferencia su cualidad más característica. Pirrón no escribió nada y prefirió vivir en la pobreza,
según Diógenes Laercio también fue pintor y cuenta que seguía hablando a los que venían a sus charlas, aunque ya
se hubieran ido todos, dando a entender con esto su completa indiferencia y su impasibilidad. Sus enseñanzas fueron
siempre orales, conforme a la costumbre de algunos filósofos de esta época, afortunadamente para nosotros, su
discípulo Timón de Fliunte, recogió por escrito sus principales teorías.
Se inició en la escuela megárica y posiblemente fuera discípulo de Euclides de Megara o de su discípulo Brisón,
conoció a algunos seguidores de Demócrito, simpatizó con el cinismo y participo en la expedición de Alejandro
Magno a la India. En esta expedición tomo parte también Anaxarco de Abdera de quien aprendió dialéctica y según
nos dice Diógenes Laercio, ambos frecuentaron la compañía de los gimnosofistas y de los magos hindúes.
Según su discípulo Timón, Pirrón declaraba que las cosas eran igualmente indiscernibles, inconmensurables e
indeterminables, por esta razón no debemos fiarnos de los sentidos ni hacer juicios. Con esta actitud se consigue no
hacer afirmaciones que pueden dar lugar a la preocupación y es, por tanto, una forma de librarse de la inquietud.
Una cuestión más polémica es que para Pirrón la suspensión del juicio no afecta solo a las cuestiones materiales,
sino también a las concepciones morales, pero es aquí sobre todo donde se consigue la liberación de la inquietud.
Con esta disposición de ánimo podremos llegar a no pronunciarnos sobre nada y conseguir la ataraxía o serenidad
de espíritu.
Dado que Pirrón no escribió nada, la mayor parte de lo que conocemos de él procede de su discípulo Timón de
Fliunte, de los testimonios de Diógenes Laercio y de algunos comentarios de Cicerón, de Sexto Empírico y de
Aristocles de Mesina, en sus libros. Además de Timón de Fliunte, también fueron discípulos suyos Hecateo de
Abdera, Filón de Atenas y Nausífanes de Teo (quien a su vez fue maestro de Epicuro).
La principal inquietud que motiva el pensamiento de Pirrón es de carácter moral y se centra en la manera de
conseguir la felicidad, por ello intenta establecer los criterios que deben dirigir el pensamiento para conseguirlo.
Pero la realidad está en contra de lo que percibimos por los sentidos y por tanto existe una imposibilidad de conocer
la verdadera naturaleza de las cosas, ya que nuestros conocimientos proceden de la sensación, que no aporta un
conocimiento verdadero, ya que al ser cambiante, tan sólo nos proporciona meras apariencias. De esto hay que
concluir que la creencia de que podemos conocer las cosas tal como son realmente no tiene fundamento, ni se puede
creer que ninguna opinión sea realmente verdadera.
Al no tener ninguna seguridad en sus juicios, el sabio no se pronuncia y practica una epojé o suspensión del juicio,
por esto es necesario la imperturbabilidad del sabio o ataraxia, lo que consideraba el único criterio para conseguir la
felicidad.
En las cuestiones sociales, Pirrón opinaba que era mejor seguir las normas de conducta establecidas, no porque
sean mejores o peores que otras, cosa que no podemos saber, sino por una simple cuestión práctica, pero en su
conducta, el sabio no se deja impresionar por las cosas externas, ya que la felicidad sólo se consigue por la ataraxia.
Como en el caso de los cínicos, la filosofía de Pirrón es sobre todo un ejercicio filosófico de transformación del modo
de vivir y de pensar con el fin de conseguir un estado de ataraxia o serenidad de espíritu.
Timón de Fliunte.
Timón (-325/-320 a -235 aprox). Nació en Fliunte (Peloponeso). Fue discípulo de Pirrón y puso las enseñanzas de su
maestro por escrito, principalmente en forma de poemas satíricos. En su juventud se dedicó al teatro y a la danza,
también pasó por la escuela megárica y simpatizó con el cinismo. Según Diógenes Laercio era "elocuentísimo", y
escribió mucho, poemas, tragedias, sátiras y varias "obscenidades", tanto en verso como en prosa.
Se estableció hacia el año -300 en Megara, frecuentando la compañía de Estilpón, después viajó a Elide donde
conoció a Pirrón y se convirtió en su discípulo más entusiasta. Se dedicó a la enseñanza de la retórica y tuvo varios
discípulos. Timón atacó sarcásticamente en sus escritos a los filósofos de otras escuelas, en defensa del pirronismo.
De nuevo, según Diógenes Laercio, Timón no tuvo sucesor y la corriente escéptica quedo abandonada hasta que la
restauró Ptolomeo de Cirene en el año -100 aprox.
Escépticos de la Academia
En la misma época en que el escéptico Timón ejercía su actividad en Atenas, también lo hacían otros filósofos como
Epicuro que tenía su propia escuela en el Jardín o Arcesilao en la Academia platónica. Arcesilao llegó a ser director
de la Academia y en desacuerdo con ciertas posturas inmovilistas cambió la orientación en dirección a un
antidogmatismo, que se fue convirtiendo en escepticismo.
La escuela que fundó Platón en el año -387, junto al parque de Akademos era conocida con el nombre de la
"Academia". En el libro VII de "La República", se refleja la forma que adoptaba esta enseñanza cuya finalidad era la
formación de los filósofos y explica también como llevaban a cabo esta cuestión mediante diálogos, debates y
discusiones.
Después de Platón, dirigieron la Academia o fueron escolarcas de la misma, su sobrino Espeusipo, Jenócrates de
Calcedonia, conocido por la división que hizo de la filosofía en física, ética y lógica, Polemón de Atenas, Crates de
Atenas y Arcesilao de Pitane. Se utiliza el término "escolarca" para referirse tanto a los fundadores de una escuela
como a los sucesivos dirigentes, a veces se utiliza otro término similar "diácodo" pero en ese caso no está incluido el
fundador, y se refiere solo a los dirigentes posteriores.
Con Arcesilao de Pitane, más partidario de la dialéctica socrática, se inicia el período escéptico de la Academia, este
periodo a veces se conoce con el nombre de Academia media, posteriormente otro destacado académico escéptico
fue Carnéades de Cirene, durante el periodo llamado la Academia nueva. Actualmente no se suele distinguir entre
Academia media y nueva, se acepta normalmente la existencia de un primer período, el de la Academia fundada por
Platón, y un segundo período llamado, indistintamente, Academia media o nueva, inaugurado por Arcesilao y
continuado un tiempo después por Carnéades y Antíoco. Posteriormente volvió a cambiar de orientación. La
Academia platónica se mantuvo abierta largo tiempo, hasta el año 529, cuando el emperador Justiniano ordenó cerrar
todas escuelas filosóficas de Atenas.
Aunque tenían cosas en común también había notables deferencias entre Pirrón y Timón y los académicos. La
suspensión del juicio, a diferencia de los pirronianos, para los académicos surge por la imposibilidad de diferenciar
con certeza las representaciones verdaderas de las falsas, ademas de que para cada argumento existe uno contrario
con igual valor probatorio.
Arcesilao nació hacia el -315 y pasó primero por la escuela peripatética, cuyo director era entonces Teofrasto y
posteriormente por la Academia. Prestó una atención especial al problema del conocimiento y su validez y a la
dificultad de precisión entre conocimiento verdadero y opinión, recomendando la suspensión del juicio. Arcesilao
sostenía que no puede lograrse ninguna clase de certeza, iniciando así la "suspensión del juicio", que es una de las
características más importantes del escepticismo.
Unos años después llego a la dirección de la academia otro escéptico, Carnéades que nació hacia el -215, y dirigió la
Academia hacia el año -162, suaviza el escepticismo pirrónico que había marcado el periodo en que estuvo al frente
Arcesilao, admitiendo un cierto probabilismo en algunas cuestiones, lo que le valió numerosas críticas.
Un tiempo después cuando Antíoco fue dirigente de la Academia, rechazó el probabilismo que se había desarrollado
en la escuela y defendió que incluso para sustentar una probabilidad debe partirse de una certeza absoluta. Con este
intento de superación del escepticismo quiso revitalizar la doctrina de Platón, aunque estuvo muy influenciado por el
estoicismo, fue discípulo de Filón de Larisa y a su vez maestro de Cicerón.
Tanto Arcesilao como Carnéades expusieron sus enseñanzas de manera verbal y no dejaron nada escrito, (o no nos
ha llegado) lo que sabemos es gracias a los escritos de Clitómaco de Cartago, discípulo de Carnéades, que se
encargó de recoger las enseñanzas de sus maestros. Hacia el año -80, la Academia abandona definitivamente su
orientación antidogmática y entra en un periodo de eclecticismo, pasando el escepticismo a una serie de escuelas
escépticas herederas del pirronismo antiguo.
Clitómaco de Cartago
Clitómaco de Cartago (-187 a -110 aprox.). Primero ejerció de filósofo en Cartago, luego se trasladó a Atenas donde
conoció a Carnéades y se hizo su discípulo. Dirigió la academia desde el año -126, hasta su muerte. Dedicó su
mayor esfuerzo a poner por escrito y a divulgar las teorías escépticas, sobre todo las de su maestro Carnéades.
Filón de Larissa
Filón de Larissa (Tesalia, -100 aprox.), fue discípulo de Clitómaco, al que sucedió como director de la academia hasta
su muerte. Partidario del escepticismo de Arcesilao y Carnéades primero, luego abandonó esta postura por un
dogmatismo en el cocimiento, en teoría cercano a las tesis de Platón. Estuvo en contra de la doctrina escéptica de la
suspensión del juicio y mantuvo que eran necesarios unos principios morales, su discípulo Antíoco de Ascalón
defendió firmemente esta tesis. Filón estuvo en Roma donde Cicerón escuchó algunas de sus lecciones.
Antíoco de Ascalón.
Sucedió a su maestro Filón en la dirección de la Academia desde -88 hasta -68 aprox. Con Antíoco desaparecen las
tendencias escépticas de la Academia y se entra en un periodo de marcado eclecticismo, en el que las propuestas
eran una vuelta a Platón y Aristóteles y un acercamiento a los estoicos, si bien no al estoicismo original, sino al
propuesto posteriormente por Panecio y Posidonio.
Herencia platónica
Según nos cuenta Diógenes Laercio, Aristón, para hacer patente el escepticismo de Arcesilao, lo definía de la
manera siguiente: "Por delante Platón, por detrás Pirrón y por el medio Diodoro". Reconociendo con esto cierta
influencia de la dialéctica de los megáricos. Sin embargo, en realidad Arcesilao pretendía recuperar en parte el
espíritu de Sócrates y de Platón, y evitar el dogmatismo inmovilista que se estaba apoderando de la Academia.
Contra los estoicos
El principal adversario de la filosofía de Arcesilao era el estoicismo de Zenón, contra el que arremete atacando el
criterio de verdad de los estoicos: la representación cataléptica, o representación comprensiva, aquella que produce
una sensación de verdad tan fuerte que es prácticamente imposible no estar de acuerdo con ella.
Esta postura recibió fuertes críticas, sobre todo por parte de los estoicos respecto de la imposibilidad de tomar
posturas para su realización práctica y por tanto que en el fondo la suspensión del juicio paralizaba a los hombres
impidiéndoles la felicidad, pero Arcesilao se defendía argumentando que dicha postura no era incompatible con la
acción pues, aunque no es posible enunciar principios morales ni verdades absolutas, es posible apoyar con razones
correctas una argumentación bien hecha. Puesto que existen distintos grados de incertidumbre, algunas acciones se
justifican por razones correctas que apelan no a la certeza imposible, pero sí a lo plausible, siendo esto suficiente
para fundamentar la acción y posibilitar una elección moral razonable para vivir acorde con estas ideas.
ESCEPTICISMO.
En esta doctrína, se niega la posibilidad del conocimiento, sólo son posibles las opiniones porque "el hombre es
la medida de todas las cosas" e impone sus peculiaridades a los objetos que cree conocer.
El escepticismo como doctrina filosófica tiene dos aspectos: uno teórico y otro práctico"Es una doctrina del
conocimiento según la cual no hay ningún saber firme, ni puede encontrarse nunca ninguna opinión
absolutamente segura.
http://spanish.skepdic.com/escepticismofilosofico.html
Pensamiento: "Enseñó que la razón humana no puede penetrar hasta la esencia íntima de las cosas. Lo único
que podemos conocer es la manera como las cosas aparecen ante nosotros." Por lo tanto, de nada podemos
estar ciertos, y el sabio debe abstenerse de juzgar.
Pirron
360 A.C. -270 A.C.
Pensamiento: Enseñó que el conocimiento es imposible y que no existe criterio alguno de verdad"; Carnéades
trató de excluir toda noción absoluta, apoyándose nada más que al aspecto crítico y negativo, al relativismo, al
probabilismo y a la verosimilitud.
214 A.C. -137 A.C
Carnéades
DOGMATISMO
Pensamiento: Tales cree encontrar el principio básico (arjé), señalando al agua como principio de todas las
cosas. Pero este principio no es sólo el fundamento de las cosas sino el principio de la vitalidad, de todo lo
viviente.
TALES DE MILETO
624 -546 A.C.
Pensamiento: Pitágoras se movió en la dirección del dualismo órfico, de los cuales tomó la doctrina de la
transmigración de las almas. Por lo cual, dice que el alma procede de otro mundo, se ha manchado con el
pecado y ha de llevar ahora, encadenada al cuerpo, una vida de expiación, hasta que logre verse libre del
cuerpo.
PITAGORAS
570 -496 A.C.
ESCEPTICISMO FILOSOFICO
En la filosofía clásica el escepticismo es una corriente filosófica basada en la duda, representada en la escuela
por el filósofo griego Pirrón, quien decía que "no afirmaba nada, solo opinaba". El escepticismo se diferencia del
negacionismo por exigir evidencia objetiva a las afirmaciones, y en caso de haber tal evidencia aceptarla, en
tanto que el negacionismo cuestiona o rechaza las evidencias.
El escéptico es alguien que profesa duda o está en desacuerdo con lo que generalmente está aceptado como
verdad. La palabra "Escéptico" viene del griego skeptikoi (de skeptesthai que en griego significa examinar). La
etimología de esta palabra indica en su significado: "quien investiga". Los filósofos escépticos no creen en una verdad
objetiva, porque todo es subjetivo, dependiendo del sujeto que estudia y no del objeto estudiado.
Pirrón fue el creador del escepticismo. Un gran viajero que conoció muchas culturas con los ejércitos de Alejandro
Magno, cosa que le permitió dudar de las verdades evidentes y tradiciones de su cultura. Se dice que Pirrón llevó al
extremo la suspensión de juicio, hasta el punto de sacarse las cuerdas vocales.