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La crónica de Fray Martín de Murúa:

mentiras y legados de un mercedario


vasco en los Andes 1

Annalyda Ávarez-Calderón

Un fraile mercedario del que poco se sabe y una crónica escrita y rescrita a Jo largo de
20 o más años en, cuando menos dos, -sino tres- manuscritos distintos que aparecen y
desaparecen en las circunstancias más extrañas. La obra de Martín de Murúa presenta, hoy
más que nunca, fascinantes misterios por resolver para los investigadores de la época colonial.
Murúa y su crónica tejen una imbricada historia de ansias de poder y fama, de logros, abusos
y frustraciones. Intrigada por un texto tan complejo, que parecía hecho mayormente de plagios
y mentiras, empecé por estudiar la Historia General del Pirzí: Origen y Genealogía Real de los
Reyes Incas con una visión crítica, buscando los problemas que generaba su lectura y su uso
como fuente histórica. Poco a poco, sin embargo, me fuí enlazando en la sinuosa visión que el
autor Murúa fue gestando a lo largo de su estadía en los Andes . Al estudiar la evolución de
esta obra encontré en su dilatada gestación una mirada singular y única, que plasma no solo las
vicisitudes de un ambicioso y concupiscente fraile y escritor vasco en los Andes, sino también
las de una época de transfonnaciones, acomodos y reacomodos, así como de encuentros y
desencuentros culturales, políticos, económicos y sociales.

Este trabajo\es parte de la tesis de maestría que presenté al Departamento de Historia de la Universidad
de Miami (Florida. EE.UU.) en 1996. No hubiese sido posible sin la asesoría del difunto Dr. Franklin
Pease G Y. (quien me facilitó una copia en microfilm del manuscrito Wellington), del Dr. Thomas
Abercrombie (entonces en University of Miami) y del Dr. Noble David Cook (Florida Internacional
University). Agradezco a Nicanor Domínguez Faura por su dedicado y exigente trabajo editorial.

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Artículos, notas y documentos

Fray Martín de Murúa nació en Guipúzcoa (una de las Provincias Vascongadas del
norte de España), a mediados del siglo XVI. Tal vez eligió tomar los hábitos por falta de recursos
(hijo de pechero o, qu izás, hijo ilegítimo de algún hidalgo). La orden mercedaria, congregación
religiosa no mendicante, de origen laico y corta tradición misionera (fue cread¡i para recolectar
fondos para la liberación de cristianos cautivos por los musulmanes en el siglo XIV), concedió
una gran independencia a sus frailes. Esto permitió a Murúa dedicar largos períodos de tiempo
a escribir y rescribir su crónica, y a realizar todo tipo de actividades lucrativas en las doctrinas
o parroquias a las que fue asignado en el Collao (Diócesis de La Paz), Aymaraes (Diócesis del
Cuzco) /Charcas (Diócesis de Charcas), alrededor del eje comercial que conectaba las minas
de Huancavelica y Potosí. El cronista indio Felipe Guarnan Poma de Aya la lo describe como un
sacerdote abusivo y cruel , que explotaba a los indios para su propio beneficio. Era, a decir de
Guarnan Poma, un hombre ávido de poder, en constante conflicto con otras autoridades y
extremadamente concupiscente. (Guarnan Poma 1993 :11 523) El cronista acusa a Murúa de
transgredir el noveno mandamiento con su propia mujer, incumpliendo, demás está decir, el
voto de castidad. (Guarnan Poma 1993 :11 747) Murúa muere probablemente en Madrid hacia
1618, tras presentar su obra ante la Corona, aunque sin lograr publicarla. (Mansilla 2002:314)
Esta obra, tantas veces perdida y reencontrada, es la que estudiaré aquí en sus
diferentes versiones . Primero analizaré las fuentes que Murúa eligió para escribir las diferen-
tes versiones de su obra y qué uso específico les dió. Identificaré algunas características en
la evolución del texto de la crónica, buscando explicar la creciente opción de Murúa por el
plagio. Luego, a través de un análisis basado principalmente en la segunda versión manus-
crita (manuscrito Wellington), la cual disponemos, intentaré recuperar el legado del fraile , el
valor testimonial que emerge de esta crónica a través de una visión muy particular del mundo
andino en el contexto colonial.

l. Las mentiras del fraile

Murúa trabajó en su Historia General del Pirú por más de veinte años, desde fines
de la década de 1580 hasta la década de 161 O. El primer manuscrito parece haber sido un
esfuerzo inicial de recolección de información y dibujos. Este manuscrito fue hallado recien-
temente por el Dr. Juan Ossio en una colección privada en Irlanda y ha tomado el nombre de
su dueño, Sean Galvin . Antes de desaparecer, el manuscrito Galvin fue copiado, y su copia,
el manuscrito Loyola (así llamado por haberse hallado en el archivo histórico jesuita de
Loyola, Guipúzcoa), fue la primera versión conocida de la obra de Murúa, dando lugar a las
primeras publicaciones de la misma (cuatro ediciones, tres en Lima y una en Madrid, entre
1911 y 1946). En 1946 aparece una segunda versión de la crónica de Murúa, el llamado
manuscrito Wellington. Éste es el manuscrito que Murúa presentó en 1616 al rey Felipe III y
que el Duque de Wellington rescató en 1813 del carruaje en el que huía de España, derrotado,
José Bonaparte. El manuscrito Wellington fue pubiicado por primera vez en Madrid , entre
1962 y 1964, por el historiador español Manuel Ballesteros Gaibrois. Este manuscrito fue
vendido por la casa londinense Sotheby 's en 1979 y desapareció por un tiempo, hasta que en
1983 pasó a fonnar parte de la colección del Centro Getty en Los Ángeles (California, EE.UU.).
Hasta 1985 y 2004 las ilustraciones que acompañan las dos versiones de la crónica eran solo
parcialmente conocidas por las referencias a ellas, hechas por los diversos editores de Murúa.

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Resulta en extremo interesante comparar los manuscritos de Murúa, pues al analizar


cómo el fraile reorganizó la información podemos ver cuáles fueron sus criterios para darle
mayor consistencia y validez a su crónica. En su segunda versión, Murúa elimina informa-
ción repetitiva 2 , así como detalles que no corresponden al contexto incaico y andino, datos
tomados de informaciones sobre México, Cumaná (Venezuela) y el Caribe: la obligatoria
desnudez de las acllas más bellas, la existencia de jabalíes, puercoespines, gatos e iguanas
en los jardines de la Coya, la descripción del Coricancha como un templo piramidal de ciento
un escalones, o la mención de los caribes chunchos que mataban con flechas venenosas y
usaban la cabellera y dientes de sus enemigos alrededor del cuello.3 Murúa elimina también
gran parte de la información que había reunido en su primer manuscrito sobre los grupos
étnicos Collas, Uros y Puquinas (el medio ambiente, costumbres, historia y lengua de éstos),
información que probablemente obtuvo de manera directa en sus años de cura párroco en el
Altiplano del Titicaca. 4 El primer manuscrito fue redactado por un Murúa menos leído y
'aclimatado', menos andinizado, en el que prevalecen aún las comparaciones con costum-
bres moriscas y judías. 5 Murúa había consultado menos fuentes escritas y llenaba sus
páginas con observaciones y vivencias personales.6
En el manuscrito Wellington, Murúa elimina toda esta infonnación reunida personal y
directamente en sus parroquias adoptando una perspectiva mucho más cuzqueña, enfocada
casi exclusivamente en los Incas. Para lograr esto, Murúa recurre a las fuentes secundarias
que circulaban en aquella época, abandonando casi por completo la infonnación de primera
mano obtenida en sus doctrinas o viajes. Rowe afirma que después de tenninar la primera
versión de su crónica, Murúa debió hallar una detallada historia de los Incas que había sido
consultada treinta años atrás por Miguel Cabello de Balboa (Cabello Valboa, Miscelánea
Antártica, rns .1586) 7 y la usó para reescribir su propia obra.
A lo largo de su crónica, Murúa insiste en la naturaleza oral y directa de todas sus
fuentes de información . Lo hace con frases corno: "dizen algunos yndios biejos ", "dizen
communmente los antiguos ", "quiero referir lo que e oydo contar. .. ". (Murúa 1962-64:1-46,
146 y 199) El cronista enfatiza la avanzada edad de sus infonnantes, pero no menciona
nombres ni lugar de origen. Su falta de especificidad es solo uno de los factores que nos lleva
a cuestionar la existencia ( o el uso) de sus tan mentadas fuentes orales. Algunos estudiosos
han querido corroborar la existencia de estas fuentes orales resaltando dos composiciones
en lengua quechua presentes en el manuscrito Loyola, composiciones que cuentan la histo-
ria de la muerte de Tupac Amaru y la suerte de los descendientes de Huayna Capac en la
década de 1570. Margot Beyersdorff( 1986) y César Itier ( 1987) han estudiado estas compo-

2 Ver la conexión hecha por Bayle entre las consideraciones de Sayretopa y la arenga de Apocámac
(Murú a 1946":143 y 113).
3 Ver Murúa 1946":84, 87, 98, 168 y 245.
4 Ver Murúa 1946": 182-185, 199-202, 213-216, 288-290, etc.
5 Ver Murú a 1946":23 l-2 y 288.
6 En su prime\· manuscrito, Murúa comenta sobre los indios del Collao y menciona sus vi sitas a las
huacas o lugares sagrados del área. (Murú a, 1946": 200- I)
7 Esto explicaría algun as coincidencias en la información de ambos cronistas, como la mencionada por
Gary Urton en su estudio sobre el mito de Pacaritambo ( 1990:37). Ver también las obras de Cabello
Valboa (1951 :261) y Murúa (1962-64:1 21-3).

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siciones con resultados muy diversos. Para Beyersdorff, estos poemas son los únicos ejem-
plos existentes de la tradición oral incaica del Huqaripuni , definida por el jesuita Diego
González Holguín en su diccionario quechua de 1608 como la narración oral de hechos reales
repetida en forma ritual por quipucamayos. Estos Huqaripuni serían las fuentes de los cro-
nistas de las primeras décadas de la Conquista (entre los cuales Beyersdorff cita,
anacrónicamente, a Murúa). Los poemas del manuscrito Loyola serían por lo tanto composi-
ciones adaptadas por Murúa a la métrica española (octosílabo) sin respeto por la sintaxis
quechua, como lo indican las partes que, al ser traducidas por Beyersdorff, conectan mal y
dan la impresión de un poema incompleto.
Para César ltier, en cambio, la traducción no presenta contradicciones lógicas o
sintácticas de ningún tipo. Además, afinna que la traducción española dada por Murúa
concuerda casi perfectamente con los poemas en quechua . Estos poemas son, para Itier, el
resultado de una alianza entre Incas y jesuitas en contra de Toledo a raíz de la muerte de
Tupac Amaru ( 1572) y Tito Atauchi ( 1575). Al morir estos, Beatriz Coya, hija de Sayri Tupac
y Cusí Huarcay, y sobrina de Tupac Amaru, quedó como única descendiente directa de
Huascar, y fue casada con Martín García de Loyola (sobrino del fundador de la orden jesui-
ta), consolidando así la alianza incaico-jesuita. Itier analiza la métrica, los artificios retóricos
y las perspectivas de las dos composiciones, y concluye que fueron hechas por un fraile
jesuita quechua-hablante . Murúa debió tomarlas de un corpus de poemas en quechua y
español elaborado por los jesuitas en el Cuzco hacia 1580.
La tesis de Itier no es el único argumento que cuestiona el uso de fuentes orales por
parte de Murúa. Una comparación entre la obra de Murúa y el Sy mbolo Cathólico Indiano,
del franciscano Jerónimo de Oré, plantea el mismo problema. Las similitudes entre las dos
obras son numerosas, en especial si comparamos los primeros capítulos del cuarto libro de
Murúa y los capítulos VIII y VIII bis de Oré, en los que se describe el territorio del Virreinato.
Más similitudes surgen, tanto en el contenido como en la forma, si comparamos los siguien-
tes párrafos :

Oré [ 1598], 1992 Murúa [ms. Wellington], 1962-64


fol. 39, p. 155 1: 1, p. 20
ix, fol. 39v., p. 156 1: 3, pp. 26-27
ix, fol. 39v-40, p. 156-7 1: 11, p. 37
ix, fol. 41, p. 159 I : 9, p. 35

Rowe ya había notado que la mayor parte de la información de Murúa sobre Capac
Yupanqui parecía copiada del Symbolo Cathólico lndiano8 • (Rowe 1987, Parssinen 1989:51)
El parecido es aún mayor en el manuscrito Loyola, en el cual Murúa hace menos alteraciones
y aumenta menos información al material de Oré.
Jerónimo de Oré nació en Huamanga alrededor de 1554, y al ser contemporáneo de
Murúa, podría argumentarse la existencia de una fuente de infonnación común. Sin embargo,

8 Comparar Oré 1992:156-7 y Murúa 1962-64:1-37, o Murúa 1946": 1-62.

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si estudiamos con detenimiento una de las anécdotas que ambos cuentan en sus respectivas
obras, vemos claramente que no se trata del uso de una misma fuente sino de un simple
plagio. En el Symbolo Cathólico Indiano, Oré narra lo siguiente:

"Y en la provincia de los Collahuas conoci un indio que tenia guardada


una camiseta, sembrada totla ella de uíias de indios que sus abuelos avian
muerto y por memoria ltaza,iosa se preciava tener prendas de tantas vidas
como alli se via11 que faltava11, y fue por defender las chacras de aquella
provincia, que ellos posseyan" . (Oré 1992: 155, mis negritas)

Murúa narra una anécdota muy parecida en el libro IV del manuscrito Loyola:

"... donde fui doctrinante en un pueblo llamado Capachica, en el cual me


dieron una camiseta muy delgada y finisima del mismo Inga, la cual tengo
guardada por antigualla; otra camiseta me enseñaron, sembrada toda ella
,le u,ias tle indios que sus antepasatlos habían muerto y por hazaña y memo-
ria se precian de tener premias de tantas vidas como a/li se vian que falta-
ban .. . " (Murúa 1922-25: 15, mis negritas).

Ambos autores cuentan la historia como una experiencia personal. Tal vez existieron
cam isas bordadas con uñas tanto entre los Collaguas (donde la ve Oré) como en el Callao
(donde la ve Murúa) . Sin embargo, salta a la vista el hecho que ambos narran el episodio con
las mismas palabras y expresiones.
¿Quién copia a quién? La respuesta es obvia si consideramos la trayectoria de Oré, un
misionero, teólogo y lingüista que dedicó su vida a evangelizar e instruir a los nativos. Oré
escribió varias obras para facilitar la tarea evangelizadora (entre las que se hallan el Symbolo
Cathólico Indiano, los Sermones del Año y un Arte y vocabulario en romance y en las
lenguas generales deste reyno quechua y aimara) y participó en el Tercer Concilio de Lima
( 1582-83), colaborando en la composición trilingüe castellano-quechua-aimara de la Doctrina
christiana y Catecismo para la instrucción de los Indios y del Confesionario para los curas
de indios, publicados en 1584 y 1585.9 El Symbolo Cathólico Indiano, impreso solo en 1598,
circuló por varios años en fonna manuscrita, por lo que, cronológicamente hablando, Murúa
bien pudo haber copiado la infonnación del texto de Oré. Cabe resaltar además que Murúa
eliminó esta anécdota al reescribir su obra a principios del XVII. ¿Temía acaso ser acusado de
plagiar una obra recientemente publicada? ¿Por qué habría de mentir en primer lugar?
Como muchos cronistas de su época, Murúa sentía la necesidad de dar una impresión
de cercanía en tiempo y espacio, de demostrar su calidad de testigo presencial :

"El mayor mérito de un historiador es el de que el lector lo considere y lo


crea COlflO a un testigo de la época. El don del cronista es pues la

9 Información tomada del ensayo biográfico de N. David Cook (Oré 1992:40-43). El Sjimbolo fue
publicado en 1598, los otros dos manuscritos no fueron publicados y se ha perdido su traza desde el
siglo XVII.

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presencialidad, que da a sus palabras el sabor peculiar de la vida ". (Abecia


1965:88)

Murúa ilustra muy bi en esta necesidad de recrear y reforzar la prnsencialidad del


autor. No duda en presentarse como testigo ocular de los hechos que narra: "e io Jo e visto
muchas beses ... "; " ... certifico ser assí porque io lo e visto ... "; "y porque viene a ocayion dire
lo que bide ... " 10 • El fraile utiliza estas frases tanto para criticar los abusos de los corregidores
como para dar mayor veracidad a sus historias, afirmando incluso haber visto una flor que se
cierra al pronunciar ciertas palabras. En ocasiones Murúa se presenta como testigo de
hechos que cronológicamente no pudo haber presenciado. Al relatar la muerte de Atahualpa,
por ejemplo, dice: "Y ansi vimos y sabemos todos los que en Indias vivimos que .. .". Murúa
no había nacido siquiera cuando murió Atahualpa en 1534. Este párrafo se halla tachado en
el manuscrito Wellington. ¿Estaba Murúa retractándose de su exageración o estaba acaso
corrigiendo el e1TOr de algún ayudante que diligentemente copiaba la obra de otro cronista?
Ya entre los cronistas del siglo XVI existía una jerarquía que distinguía a los testigos
oculares de los que recopilaban información oral o copiaban de otros cronistas. Muchas
crónicas de la época advierten sobre los supuestos historiadores de Indias que no han
puesto un pie en el Nuevo Mundo. Femández de Oviedo, por ejemplo, escribió:

"Solam ente quiero decir o dar un aviso al letor contra la malicia de algu-
nos historiales, que hablan en Indias sin verlas; y es que atienda el letor en
dos cosas: la una desde dónde escribe el que lo dice; e la otra, que no debe
dejar de considerar que hallará algunos pasos, que yo he escripto y esotros
remiendan, mudando las palabras, porque parezca que es suyo lo cuentan,
e van a dar de pies en lo que de mis tractados han hurtado; e tal ha habido,
que cuasi a la letra en partes dice lo que he dicho; e tal que promete decir
maravillas adelante en cosas de las Indias, estándose en Europa e nunca las
haber visto ". (Femández de Oviedo 1965:417)1 1

Era usual copiar a otros pero, al hacerlo, se restaba valor a lo escrito. La infonnación
de primera mano daba a una crónica su valor. Copiar párrafos enteros era un acto censurable
pero muy difícil de controlar. La escasez o dificultad de acceder a fuentes primarias orales y
la dificultad de describir lo visto a través de las imágenes y conceptos existentes, o de
refonnular lo ya descrito en previas crónicas, incitaban al plagio sin remordimientos. Todos
deseaban aparecer como los primeros en haber escrito tal o cual cosa, y debido a la limitada

1O Ver Murúa 1962-64:11-25, 11-27 y Il-51.


11 González de Oviedo ( 1478-1557), quien viajó al Nuevo Mundo hasta en cinco oportunidades y residió
en el Caribe y Centro América entre 1513 y 1549, se refi ere aquí al hum an ista itali ano Pedro Mártir
de Anglería (1457-1526}, quien publicó en latín entre 1511 y 1525 ocho epístolas infomrntivas a
partir de reportes sobre América recibidos durante su larga estadía en la Corte español a (en 1520 fu e
nombrado primer Croni sta de Indias). La primera edición completa de estas epístolas, con el título de
" De Orbe Novo" ("Décadas del Nuevo Mundo" }, apareció póstumamente en 1530 (la primera
ed ición en castellano es de 1892). Ver Brading 199 1.

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circulación de libros impresos y manuscritos, y a la costumbre de no citar fuentes, muchos


cronistas tenían fuertes posibilidades de ser considerados una fuente original de informa-
ción. En un párrafo, añadido posterionnente a uno de los últimos capítulos del libro primero
de su segundo manuscrito, Murúa afinna que los indios del Paititi eran originarios del Collao,
y los indios amazónicos originarios del Cuzco. (Murúa 1962-64:11-17) Murúa realza de esta
manera su propia posición geográfica, situándose en los puntos de origen de dos de los
pueblos míticos más famosos del Nuevo Mundo : el Dorado y las Amazonas.
Murúa era consciente tanto del valor de la presencialidad en la narración como de la
relativa facilidad de apropiarse de infonnación ajena para resaltar la "originalidad" propia. Es
indudable, con todo, que nuestro mercedario vasco tuvo acceso directo a fuentes orales
andinas . Según Rowe es el primero en contar la historia del túnel que iba del Cuzco a
Sacsayhuaman (la Chingana) y sus leyendas son únicas. (Rowe 1987:755) Sin embargo, sus
fuentes orales son adultos y ancianos de finales del siglo XVI, cuya memoria tal vez se
remonte a los últimos años del Tawantinsuyo en las décadas de 1520 y 1530. El propio Murúa
nos da a entender la dificultad de encontrar fuentes orales que puedan iluminar los inicios del
imperio incaico. Inicialmente debió obtener informaciones sobre los Incas de sus parroquia-
nos indígenas en varias provincias del Sur Andino, pero luego pudo haber descartado estos
infonnes por no provenir de las prestigiosas fuentes orales cuzqueñas o de los quipus
incaicos. Estos últimos concentran la atención del mercedario, quien los coloca por encima
de cualquier otra fuente de información sobre los Incas:

"... ellos no tuvieron letras ni las conocieron, ni historia mas de sus quipos
que son cordeles donde con nudos asientan y ponen memoria todas las
cosas que quieren de los qua/es consta lo que digo y dire en todo el discurso
de esta historia ". (Murúa 1962-64:1-28) 12

Murúa afirma categóricamente haber sacado toda su infonnación de quipus, por lo


que resulta un tanto irónico que para describirlos use palabras del agustino Fray Jerónimo
Román y Zamora. Éste, en sus Repúblicas de Indias ( 1575 y 1595), copia a su vez los
manuscritos de Las Casas, quien nunca estuvo en el Perú y escribió a partir de la información
que le mandaban sus informantes dominicos y de la información sacada de cronistas
tempranos (Xerez, Estete, Cieza, etc.). 13 Los niveles de interpretación se van acumulando,
haciendo cada vez más difícil juzgar el orígen y valor de la información en la crónica del
mercedario.
¿Por qué copia Murúa una definición de Román si él mismo ha visto quipus y da su
propia definición del quipu en otras partes de su obra? Murúa conoció los quipus, pero
estos eran principalmente los quipus a través de los cuales sus feligreses mantenían su
contabilidad cotidiana. Los quipus incaicos habían sido requisados y quemados
sistemáticamente durante el siglo XVI por considerarse que mantenían vivos los rituales
prehispánicos y, t'i acaso se mantuvo una tradición de quipucamayos incaicos, ésta debió

12 Ver también Murúa 1962-64:11-57.


13 Parssinen compara Murúa (1946ª: 224 o 1962-64: 11-57-8) con Román (1897:11-67-8) y Las Casas
(1948:124); así como Murúa (1946ª:314-5 y 418-9) con Román (1897 :1-108-9 y 115-8).

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ser una tradición secreta, subterránea, a la que Murúa difícilmente tendría acceso. Él mismo
expresa la dificultad de hallar fuentes orales sobre los Incas:

"... si los españoles al prinsipio tubieran curiosidad en hazer que estps yndios
contadores que estaban en el Cuzco como en caber;a y era a su cargo lo mas
prinsipal del reino les declararan i ynterpretaran estos quipus y jerigonr;as
de ellos como entonses eslava la tierra entera y estas cosas no se abian
empesado a olbidar y dejar de los yndios y eran bivos los que de esto cuidavan,
se descubrieranfamosissimos sur;essos de estos yngas, de su orijen, conquis-
tas y vatallas y acontesimientos bastantes a henchir mucho numero de li-
bros que dellos se escribieran y lo que agora se save con mucho travajo es
arremiendos y por fragmentos como ya banfaltando o anfaltado de todo los
contadores antiguos ". (Murúa I 962-64:11-58-9)

Murúa lamenta la ausencia de quipucamayos así como la de informes escritos que


recolectaran toda la información que guardaban éstos en su memoria. El quipu sin un
quipucamayo que lo interpretara era una fuente muda. Murúa critica aquí a sus predecesores
(identificados por Porras como "cronistas toledanos" de los años en torno a la década de
1570), quienes se concentraron en aspectos administrativos y económicos, descuidando
otros aspectos de la historia y costumbres incaicas.
Murúa, sin embargo, no se resignará a haber llegado demasiado tarde para conocer a
los Incas y rescatar su cultura e historia. Al no tener acceso a quipus, recurrirá a fuentes
escritas. A fines del siglo XVI circulaba una considerable cantidad de crónicas; aunque
muchas se perdieron al no ser impresas, otras sobrevivieron y circularon como libros publi-
cados o en copias manuscritas. 14 Murúa no solo plagió al franciscano Oré y al agustino
Román, sino también al clérigo López de Gómara, capellán y panegirista de Hernán Cortés.
John Rowe ha mostrado cómo Murúa resumió e incluso utilizó directamente textos escritos
por Gómara sobre costumbres de Cumaná (Venezuela) y México presentándolos como infor-
mación veraz sobre los Incas. (Rowe 1987:753) Murúa retomó la infonnación sobre la corte de
Moctezuma de la Conquista de México para escribir las biografías de las Coyas. Por ejemplo,
en el capítulo sobre la Coya Chimpo Ocllo, Murúa escribe:

"fue de estatura mediana, de pocas carnes, de color trigeña, el cave/lo largo


y negro, bien acondicionada, afable, cuerda y grave, y por esso la llamaron

14 Entre éstas tenemos las obras publicadas de Cieza (su primera parte, impresa en Sevilla en 1553); las del
dominico fray Domingo de Santo Tomás (su gramática y su léxico quechuas fueron publicados en
Valladolid en 1560): la exitosa Historia de las Indias (Zaragoza, 1552) de Francisco López de Gómara;
la Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú (Amberes, 1555; segunda edición, Sevilla, 1577)
del contador Agustín de Zárate; la Historia del Perú: Segunda Parte (Sevilla, 1571) de Diego Femández
"el Palentino"; las Repúblicas de Indias (en 2 volúmenes, Medina del Campo, 1575; y la segunda
edición, revisada en 3 volúmenes, Salamanca, 1594-95) del agustino fray Jerónimo Román y Zamora;
y los Errores y supersticiones de los indios (ms. 1559) así como la Instrucción contra las ceremonias y
ritos que usan los indios conforme a su gentilidad (publicada en 1585 en Lima en el Confesionario para
curas de indios), del Licenciado Polo de Ondegardo. (MacCom,ack 1991: 139)

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Mama Cahua que quiere der;:ir muger cuerda y grave. Fue amiga de chacaras
y sementeras y de trabajar en ellas, amicissima de pobres a los qua/es repar-
tía grandissimas limosnas y sobre todo muger de gran govierno pues
governava ella en las ausenr;:ias que su marido Capac Yupanqui har;:ía del
Cuzco. Ningun vestido se puso segunda vez y cada día mudava dos y tres y
los repartía a las ñustas de su servir;:io. Bañavase dos veces cada día, comía
siempre sola. .. " (Murúa 1962-64:1-38)

Murúa copia esta información de una descripción que Gómara hace del propio
Moctezumac:

"Era Moteczuma hombre mediano, de pocas carnes, de color muy bazo,


como loro, según son todos los indios. Traía cabello largo, tenía hasta seis
pelillos de barba, negros, largos de un jeme Era bien acondicionado, aun-
que justiciero, afable, bien hablado, gracioso, pero cuerdo y grave, que se
hacía temer y acatar. Moctezuma quiere decir hombre sañudo y grave (..)
mudava cuatro vestidos al día, y ninguno tornaba a vestir segunda vez (..)
se bañaba dos veces cada día; pocas veces salía fuera de la cámara, si no
era a comer; comia siempre solo ... " (López de Gómara 1979: 112)

Murúa copia o parafrasea la obra de Gómara confonne la va leyendo, alterando pocas


veces el orden de la información. Es por esto que llega a aplicar costumbres de la tropical
Cumaná (Costa oriental venezolana) al contexto andino, como la costumbre, establecida por
la "sabia" Coya Chimbo, de obligar a las jóvenes vírgenes de la corte a pasearse desnudas
por los fríos valles andinos. (Murúa 1946ª:84) La crónica de López de Gómara fue extremada-·
mente popular en su época y muy reconocida por la elegancia de su prosa. Es muy probable
que Murúa haya escogido la obra de este cronista no solo por la riqueza y exotismo de su
infonnación sino también por cierta admiración hacia su retórica.
Por otro lado, el mercedario parece compartir con muchos de sus contemporáneos la
idea de la homogeneidad cultural entre los distintos pueblos americanos. (Pease 1992) Los
imperios Inca y Azteca eran considerados manifestaciones políticas de una misma raza y
cultura. Las diferencias culturales realmente existentes entre Mesoamérica y los Andes rara
vez aparecen en las obras de los cronistas de Indias que tratan de ambas areas culturales.
Esta idea de una incomprensión del contexto andino se halla también en una hipótesis de
Ossio: Murúa copió porque estaba desesperado al no poder comprender la compleja socie-
dad incaica y la tradición cultural andina (Ossio 2000:54). Murúa probablemente no llegó a
aprehender por completo la tradición andina, pero esto no fue lo único que lo llevó a copiar.
No debemos descartar otras razones. El fraile era astuto y, como veremos más adelante, tenía
un plan bien trazado. Escogió sus fuentes con cuidado, eliminando información que no le
parecía adecuada.
Otro de l'os cronistas plagiados por Murúa es el experimentado Licenciado Polo de
Ondegardo, llegado al Perú en la década de 1540, corregidor del Cuzco y Potosí en diversas
ocasiones, encomendero en Cochabamba y vecino de La Plata (hoy Sucre), donde murió en
1575. La infonnación que el fraile incluye en los capítulos XLV al LXII del manuscrito Loyola

N 2 45, segundo semestre del 2007 167


Artículos, notas y documentos

(Murúa J946ª:269-321), y del capítulo XXV al XXXIX en el manuscrito Wellington (Murúa


1962-64:11-98-137), ha sido copiada casi literalmente de Los Errores y Supersticiones de los
indios (ms . 1559) y de la Instrucción contra las ceremonias y ritos ... (ms.1567) de Polo de
Ondegardo. 15 Basta comparar:

Polo de Ondegardo, 1916-17 Murúa [ms. Wellington], 1962-64


ii: 7-10 11:25
xiii: 35-37; xiv: 40-42 11:26
viii: 18; xiv: 42-43 11:27
i:4-6 11: 28
xv:42-43 11:29
xv: 42-43; xii: 34-35 11: 30
x:26-30 11: 32
xi: 31-34 11: 33
vii : 16-17 11: 38
viii: 18-24 11: 39

A excepción de esporádicos comentarios moralizantes, Murúa casi no se aleja del


texto de Polo; solo modifica la información al llegar al tema de los sacrificios humanos . El
capítulo XXVII, intitulado " De las cosas que sacrificaban los indios", no empieza como el de
Polo, hablando de sacrificios humanos, sino de sacrificios de llamas y mullu. Murúa recono-
ce la existencia de sacrificios humanos entre los Incas, pero afirma que éstos no eran hechos
con la misma frecuencia con la que se hacían en México y solo ocurrían en casos extremos,
casos de hambruna o pestilencia por ejemplo. Murúa marca aquí una clara diferencia cultural
entre las dos civilizaciones, pero lo hace para justificar las acciones de los Incas, subestiman-
do el carácter antihumano y herético de estos sacrificios. El mercedario siguió a Polo en
materia de religión pero no de política. Polo tuvo una visión negativa de los lncas,.a los que
consideraba déspotas, por lo que contó con el firme apoyo del Virrey Francisco de Toledo.
Murúa no compartía esta visión. Sin embargo, en materia de religión optó por recurrir a la
" versión oficial", la más aceptada. El mercedario evitaba así potenciales problemas con
autoridades religiosas e inquisitoriales, asegurando además la publicación de su obra.
Otra de las fuentes escritas de Murúa parece haber sido la obra de Sarmiento de
Gamboa:

15 En esto Murúa está en muy buena compañía, junto con otros cronistas tardíos que escribieron entre
finales del siglo XVI y med iados del siglo XVII. Por ejemplo, José deAcosta (Historia Natura l y Moral
de las Indias , Sevilla, 1590), Antonio de la Calancha ( Coránica Moralizada del Orden de San
Agustín en el Perú, Barcelona, 1638 y 1639), Bemabé Cabo (" Historia del Nuevo Mundo", ms.
165 3) y, especialmente, Antonio de Herrera ("Décadas" o Historia General de los hechos de los
Castellanos en las Islas i Tierra Firme del Mar Océano. Madrid, 1601-1615, 9 vals.) copiaron
capítulos enteros de cronistas previos. (Araníbar 1963: 106)

168 Revista Andina


Annalyda Ávarez-Ca/derón: Mentiras y legados de un mercedario vasco en los Andes

Sanniento [ms. 1572], 1942 Murúa [ms. Wellington], 1962-64


17,pp.65-7 I: 9, pp. 34-35
19, pp. 69-70 I: 13, pp. 39-40
21,pp.73-4 I: 15,p.41
38, pp. 107-9 I: 20, pp. 49-51
49-50, pp. 129-31 I: 24, pp. 57-61
44, p. 124 I: 25, p. 62
51-52, pp. 133-5 I: 26, pp. 65-7
55-56, pp. 138-40 I: 28, pp. 70-1
58,p. 141 . I: 30, p. 77
60-61,pp. 143-7 I: 31-35, pp. 79-97
62, pp. 149-51 I:37,pp.100-5
66-67, pp. 163-6 1:56-57,pp.165-71

Las correspondencias entre los párrafos son mayores en los primeros capítulos y
solo podrían explicarse a través del plagio de un autor a otro, o el uso de una fuente común.
(Parssinen 1989:48) Sanniento, un aventurero, atraído por lo fabuloso y lo extraño, era el tipo
de autor que podía encender la admiración e imaginación de Murúa siempre al acecho de
trampas, conspiraciones e historias fantásticas.
Según Porras, Sarmiento recogió en el Cuzco las tradiciones incaicas sobre las islas
de Ahuachumbi y N iñachumbi, descubiertas por Tupac Yupanqui (Porras 1986:363 ):

"Navegó Topa Inga y fue y descubrió las islas de Auachumbi y Niñachumbi


y volvió de allá, de donde trajo gente negra y mucho oro y una silla de latón
y un pellejo y quijadas de caballo; los cuales trofeos se guardaron en la
fortaleza del Cuzco hasta el tiempo de los españoles". (Sanniento de Gamboa
1942:124)

Murúa relata el mismo incidente de la siguiente forma:

"En esta ocassion dizen algunos yndios antiguos que se embarcó en la mar
en unas balsas en la Isla de Puná y fue a Manta y desde alli anduvo un año
por la mar y llegó a las Islas llamadas Hahuachumpi y Ninachumpi y las
conquistó y de alli truxo para obstentacion de su triumpho una gente como
negros y grandissima cantidad de oro y una silla de latan. Truxo cueros de
caballos y cabe(:as y huessos todo para mostrallo aca que fue costumbre
antigua entre estos yngas traer de todas las cosas vistosas y que podian
causar admiracion y espanto al Cuzco para que las viessen y engrandecie-
sen sus h1zañas y para memoria de las cosas que havia en las demas provin-
cias apartadas. Todos estos tropheos se entiende quemaron despues Quesques
y Chateo Chuma, capitanes de Atahualpa quando tomaron al Cuzco,
haviendo presso a Huascar Hinga y alli quemaron el cuerpo deste Tupa

N2 45, segundo semestre del 2007 169


Artículos, notas y documentos

Ynga Yupanqui porque no se halló memoria de todas estas cossas quando


vinieron los españoles". (Murúa 1962-64:1-62)

¿Recogió Murúa esta infonnación entre los viejos del Cuzco o copió a Sanniento?
Este último probablemente supo de estas islas ya hacia 1565, cuando fue deportado al Cuzco
por las autoridades eclesiásticas de Lima o algunos años después, mientras recogía infonna-
ción proporcionada por los viejos quipucamayos reunidos por Toledo. ¿Pudo Murúa haber
recogido el mismo material veinte años después? Es posible. La infonnación adicional que da
nos hace dudar de que usara a Sanniento, pero se trata principalmente de pequeños detalles
adicionales o infonnación circunstancial que puede haber sacado de otras fuentes, uniéndo-
las al material de Sanniento, para explicar por ejemplo por qué estos "trofeos" no fueron
hallados por los españoles a su llegada al Cuzco. Otra posibilidad es que Murúa haya tenido
acceso a manuscritos anteriores o ' borradores ' de Sanniento, los cuales habrían contenido
más infonnación sobre el tema. Sanniento, al igual que Murúa, debe de haber reescrito su
crónica por lo menos una vez.
La relación con el cronista indio Felipe Guarnan Poma de Ayala es aún más compleja
que la del mercedario con los autores hasta ahora mencionados. Guarnan Poma conoció el
manuscrito de Murúa (Guarnan Poma 1993:11-877), por lo menos en su versión inicial. Guarnan
Poma y Murúa no solo fueron contemporáneos, sino también colaboradores y luego rivales .
La existencia de dibujos de Guarnan Poma en la obra de Murúa y las duras críticas que recibe
el fraile en la Nueva Coránica muestran una relación cambiante en la que Guarnan Poma se
hallaba en desventaja. Porras Barrenechea acusa a Murúa de plagiar a otros cronistas y
específicamente a Guarnan Poma, apropiándose de la estructura de su obra, usando su
infonnación (eliminando algunas puerilidades y anacronismos) y copiando sus dibujos .
(Porras 1986:677-8) Aunque las divisiones en ambas versiones de la crónica de Murúa (cua-
tro y tres libros respectivamente) no coinciden con las de la Nueva Coránica de Guarnan
Poma (dividida en dos libros solamente), existen claras similitudes, particulannente si compa-
ramos el principio y final de ambas obras. Murúa no llega a escribir sobre el gobierno espaf\ol
y la sociedad colonial (tema de la segunda parte de la obra de Guarnan Poma) y no se detiene
a narrar los orígenes de la población andina y de los Incas como lo hace Guarnan Poma, pero
al igual que éste, presenta biografías de Incas, Coyas y capitanes incaicos al principio de su
obra y descripciones geográficas al final de ella. Esto, sin embargo, no significa necesaria-
mente que Murúa copió la estructura de la obra de Guarnan Poma.
La historiadora Rolena Adorno afinna que Oré era una de los héroes literarios más
grandes de Guarnan Poma y sugiere que éste pudo haber tomado la estructura de su crónica
del Symbolo Cathólico Indiano de Oré. (Adorno 1989:43-44) Murúa también utilizó la obra
de Oré al escribir su crónica y pudo haber tomado la estructura de Oré por iniciativa propia.
Esta estructura no era del todo innovadora. 16 Lo único innovador en la estructura de las
obras de Guarnan Poma y Murúa es la inclusión de las biografías de las Coyas, capitanes y

16 Sarmiento, siguiendo las directivas de Toledo, había planeado escribir un libro con la descripción
geográfica del territorio y su población, un segundo libro sobre la historia de los Incas y un tercero
sobre el Descubrimiento, la Conquista y las guerras civiles. Desafortunadamente solo llegó a escribir
el segundo, la Historia Índica . (Porras 1986:363-4)

170 Revista Andina


Annalyda Ávarez-Ca/derón: Mentiras y legados de un mercedario vasco en los Andes

príncipes incaicos, y no parece descabellado pensar que esto pueda haber sido una idea
original de Murúa. El fraile estaba particularmente interesado en todo lo concerniente a las
mujeres del incanato. En su obra hace constantes referencias a las Coyas, ñustas, vírgenes
escogidas y mujeres en general. 17 Por otro lado, no podía dejar de incluir en su obra la vida
de algunos capitanes y príncipes incaicos protagonistas de diversas aventuras y curiosos
romances.
Más allá de las comparaciones estructurales, si analizarnos con mayor detenimiento el
contenido de estas crónicas podemos hallar similitudes en el material de ambos cronistas.
Guarnan Poma y Murúa son los únicos cronistas que mencionan las diez "calles" indicadoras
de las tareas de hombres y mujeres en los Andes según su edad. Guarnan Poma le dedica un
folio a cada calle, 18 mientras que Murúa es mucho más conciso y utiliza, en algunos grupos
de edad, nombres y material distintos . (Murúa l 946ª:234-7) 19 Las correspondencias entre
ambas obras son limitadas ya que la información que cada autor busca consignar es de
distinta naturaleza. Mientras que Guarnan Poma describe la vestimenta de los Incas sin
escatimar en detalles, Murúa se concentra en las características arquitectónicas de palacios
y templos, prestando muy poca atención a la vestimenta (siguiendo en este caso las descrip-
ciones de López de Górnara).
La relación más saltante entre ambas obras se halla en los dibujos. Las ilustraciones
de la obra de Murúa son acuarelas a color, mientras que las de Guarnan Poma son dibujos de
tinta negra. Las fonnas, empero, son muy similares ya sea en el trazo como en la imagen
presentada. La mayor parte de las ilustraciones de los Incas y las Coyas en el manuscrito
Wellington tienen características propias en cuanto a temas, paisajes y figuras. Son dibujos
más occidental izados, hechos de manera más realista, con menos simbolismos y trazos más
leves . Las vestimentas de los Incas y Coyas están decoradas con líneas geométricas simples
y el fondo es generalmente un piso de loza dibujado en perspectiva, sin más. Estos dibujos
pueden haber sido hechos por el propio Murúa, o por un europeo contratado por éste ya que
no tienen los simbolismos espaciales (diagonal, horizontal y triangular) estudiados en las
pinturas de Guarnan Poma, quien veía la pintura como la herramienta más poderosa del
lenguaje. (Adorno 1989: 130-2) Los dibujos de este último ofrecen una narración entera y
preceden la prosa a la que corresponden, como si ésta fuese una mera explicación del dibujo.
Las ilustraciones de Murúa son, en cambio, una continuación de los capítulos escritos y en
algunos casos parecen haber sido incluidas posteriormente, como lo indican las cortas
frases que introducen cada ilustración, escritas con una letra distinta a la del capítulo.
Sin embargo, algunas ilustraciones del manuscrito Wellington 20 y gran parte de las
ilustraciones del manuscrito anterior-el Códice Galvin-, parecen ser obras del mismo Guarnan
Poma. Estas ilustraciones son diferentes a las demás. Las figuras planas, la seguridad del trazo,
el simbolismo, los elementos y los rostros de los personajes son los mismos y se repiten de

17 Ver Murúa 1946ª: vii , ix, x, xiv, xxxi , xxxiv-xliii y xlv.


18 Ver Guarnan Poma 1993: fol s. 193 y 234 .
19 Otras coincidencias aparecen en las biografías de Incas y Coyas, como las del Inca Cinchiroca y la
Coya lpa Vaco.
20 Ver las ilustraciones intituladas ·'las armas del reino del Pirú", " Modo de Caminar de los Reyes Ingas"
(fol. 67) y " Modo de Caminar de las Coyas y Reynas Mugeres de los Yngas" (fol. 71 bis ).

Nº 45, segundo semestre del 2007 171


Artículos, notas y documentos

dibujo a dibujo. 21 Algunos autores han hablado de varios dibujantes indígenas copiando con
una misma técnica un modelo común (pinturas imperiales incaicas tal vez). No existen fuera de
la obra de Guaman Poma y Murúa dibujos similares a estos. Sin embargo, el manuscrito Galvin
evidencia, según Ossio, la posible existencia de un taller de dibujo en el cual yuaman Poma
habría ocupado un lugar prominente. (Ossio 2000:46) De uno u otro modo, los dibujos de la
obra de Murúa están estrechamente ligados a la obra de Guaman Poma.
La relación entre estos dos cronistas pudo haber empezado como una amistosa o
interesada colaboración. Atareado en su primer manuscrito, Murúa conoce a Guaman Poma,
un indio ladino que puede no solo servirle de copista, sino también proporcionarle informa-
ción e ilustraciones para su crónica. Guaman Poma halla, por su lado, un fraile interesado en
el pasado andino, del que puede obtener dinero, y sobre todo papel y tinta para iniciar o
continuar su propia obra. Es posible que Murúa no haya conocido la versión completa de la
Nueva Coránica, solo algunos dibujos y escritos iniciales. Los dibujos del primer manuscri-
to (Códice Galvin) parecen haber sido hechos por Guaman Poma a pedido del fraile ; los del
manuscrito Wellington indican sin embargo que la colaboración entre ambos no continuó
luego de finalizada la primera versión de la Historia General del Pirú. Guarnan Poma tenía
menos poder e influencia, menos recursos para escribir y publicar su crónica (no podía
adquirir acuarelas como Murúa) y una perspectiva totalmente opuesta a la del fraile . Guaman
Poma era "anti-Inca" pero "pro-andino", "anti-clerical" pero " pro-católico" (Adorno 1989:5),
buscaba elevar a su pueblo y denunciar y acabar con los abusos y maltratos de los españo-
les, de los cuales Murúa era prueba viviente. La colaboración o amistad entre ambos no
podía ser más que pasajera. Por otro lado, considerando los criterios de selección de fuentes
de Murúa, Guaman Poma no llegaba a ser una fuente valiosa o indispensable.
Varios autores han señalado otras posibles fuentes de Murúa. Martii Parssinen men-
ciona la Segunda parte de la Historia del Perú ( 1571) de Diego Fernández, así como las
obras perdidas de Bias Valera y Cristóbal de Molina. (Parssinen 1989:51) Carlos Araníbar
señala la perdida Apología pro-lndis (ms.1567) del Licenciado Falcón de Oña (Araníbar
1963 : 107), y Fray Gumersindo Placer señala la crónica del mercedario Fray Juan Caballero,
intitulada De prosapia Regum lngarum, la cual no llegó a imprimirse antes de extraviarse.
(Placer 1987:34) Murúa contó con una considerable diversidad de fuentes, tanto escritas
como orales, pero a la hora de rescribir su manuscrito optó claramente por las fuentes
escritas. No le faltó discernimiento. Escogió con cuidado su infonnación, basándose en
criterios de autoridad, interés y estilo. Es posible que no haya confiado en su propia erudi-
ción y esti lo, pero escribía con un propósito definido, con una visión propia.

21 El retrato de la Coya Mamahuaco de Guarnan Poma ( 1993 : fol. 120) es diferente al del manuscrito
Wellington (cap. 4, fol. 7?), en cambio, el retrato de la Coya en el códice Galvin (cap. 16, fol. 23v)
es una copia occidentalizada del dibujo de Guarnan Poma.

172 Revista Andina


Annalyda Ávarez-Calderón: Mentiras y legados de un mercedario vasco en los Andes

2. La herencia del fraile

Murúa da muy pocos detalles de su vida a lo largo de su obra y no parece escribir por
comisión, no exalta sus actos ni los de algún personaje influyente. Murúa aparece a primera
vista como uno de los primeros cronistas anticuarios: cronistas independientes, sin ambicio-
nes políticas ni económicas, buscando ante todo registrar el pasado, rescatarlo del olvido.
Su trabajo, sin embargo, no puede desligarse del contexto social, político e ideológico de su
tiempo. Siguiendo la corriente historiográfica revisionista de finales del siglo XVI (Zamora
1988:41 ), Murúa se propone rectificar la herencia de los cronistas que Jo precedieron,
reinterpretando el pasado como lo hicieron varios de sus contemporáneos. (Murúa 1962-
64:11-12)
Un objetivo manifiesto es, por ejemplo, la defensa de la criticada orden mercedaria. En
los capítulos que el fraile dedica a su congregación y a las descripciones geográficas, no
pierde oportunidad de mencionar la obra hecha por los mercedarios y el gran número de
milagros concedidos por las imágenes religiosas de sus conventos. Murúa afinna, falazmente,
que su orden fue la primera en llegar al Perú y enfatiza el celo evangélico de los mercedarios,
señalando la extensión geográfica que llegaron a cubrir en sus campañas evangelizadoras,
así como el enonne número de indios convertidos. En lo de la primacía de la evangelización
mercedaria de los Andes, Murúa prefigura a los llamados "cronistas de convento" del siglo
XVII, escritores criollos de las órdenes agustina, franciscana y dominica que reclamaron
dicho honor para sus respectivas congregaciones .22
Mucho mayor parece ser la preocupación de Murúa por demostrar la grandeza de los
Incas y las bondades de su Gobierno. La crónica de Murúa es en cierta fonna una defensa de
los Incas cuzqueños. En el primer libro de su manuscrito, Murúa narra con detenimiento el
"solemnissimo" triunfo del ejército de Huayna Capac, "para que se entienda que estas
naciones tenidas p or barbaras festejaban y celebravan sus vencimientos con regocijos y
fiestas militares." (Murúa 1962-64:1-115) El ténnino bárbaro es así inapropiado para la carac-
terización de los Incas, dada la suntuosidad de su corte y de sus constantes celebraciones.
Para Murúa, a más suntuosidad más civilidad, y la suntuosidad de los Incas parece no tener
límites, como lo demuestra la descripción del matrimonio de Huascar: "... cossa nunca hasta
entom;:es vista enfiestas ni cassamientos de ningun monarcha del mundo... " (Murúa 1962-
64:1-123) Murúa sitúa a los Incas por encima de todos los demás monarcas en la magnificen-
cia de sus fiestas y celebraciones. Esto podría deberse a un deseo de impresionar al lector y
aumentar su interés. Sin embargo, la continua exaltación de los Incas evidencia otras motiva-
ciones. Los Incas, en general, son descritos como un dechado de virtudes: valientes, gene-
rosos, prudentes y sagaces. Sus guerras son justas y sus ocasionales errores no son pro-

22 El agustino Calanch a ( 1584-1654 ), nacido en La Plata, reclamó esta primacía en su Coránica


Moralizada ( 1638): similares ejemplos en las obras de los franciscanos limeños Buenaventura de
Salinas y Córdoba (m. 1653) en su Memorial de las historias del Nuevo Mundo Pirú (Lima, 1630) y
Diego de Córdoba y Salinas ( 1591-1654) en su Coránica de la religiosíssima provincia de los Doze
Apóstoles del Perv (Lima, 1651 ); la tardía respuesta dominica es del limeño Fray Juan Meléndez en
sus Tesoros verdaderos de las Yndias (Roma, 1681-82, 3 vols.). Ver Brading 1991.

Nº 45, segundo semestre del 2007 173


Artículos, notas y documentos

dueto de su carácter sino de la intervención de un conspirador o de un malentendido. 23


(Murúa 1962-64:1-97-98) Los caminos y puentes que cubren los Andes así como los quipus
son, para Murúa, prueba fehaciente de su ingenio. (Murúa 1962-64: 11-56) Más importante
aún, en cada provincia conquistada, los Incas establecieron un Gobierno eficaz que protegía
a todos sus súbditos de las necesidades materiales. (Murúa l 962-64:11-45-6, 1-82-3 , 11 : 45)
Los Incas estuvieron además muy cerca de la verdad divina. Uno de ellos, Capac
Yupanqui, comprendió que algo que estaba constantemente en movimiento y cuyos rayos
de luz podían ser detenidos por una simple nube no podía ser un dios sino más bien un
enviado del "Hacedor", enviado a fertilizar la tierra. (Murúa 1962-64:1-37-8) Murúa se refiere
en varias ocasiones a este Hacedor del Sol, un dios superior situado y adorado por encima de
todas las divinidades del panteón incaico: Huayna Capac le construyó varios templos en
Tomebamba. (Murúa 1962-64:1-80) Los Incas habrían sido bendecidos por Dios con algunas
pistas de la verdadera fe . Ésta era una idea muy popular entre aquellos espafioles (y cronis-
tas como el mestizo Inca Garcilaso de la Vega) que no podían aceptar que la palabra de Dios
(o los descendientes de Noé) no hubiese llegado a esta región del mundo. Murúa no ve este
hecho como un relapso en el paganismo, sino como una muestra del nivel de desarrollo
alcanzado por los Incas, relativizando así su idolatría.
Por otro lado, Murúa critica duramente a los conquistadores. En un párrafo, poste-
riormente tachado, califica la prisión y muerte de Atahualpa de cobarde e injusta:

"como si el prissionerofuera avido en buena guerra y la que se havia hecho


contra él fuera justa y aprobada de suerte que licitamente le ubieran venci-
do provocados por él con injurias y malas obras (. .. ), pero la codicia
ynsaciable como raiz, fuente y origen de.todos los males los tenia ciegos y a
nublado el entendimiento para que no entendiessen quan contra las reglas
de justicia y equidad procedian .. . "24

Tal vez fue el propio Murúa quien tachó este párrafo, por ser abiertamente antiespafiol.
De hecho, todos los capítulos que se refieren a la Conquista espafiola están llenos de
párrafos tachados, que denunciaban a los hermanos Pizarro por sus abusos de poder y a los
espafioles en general por su "codicia insaciable". 25 (Murúa 1962-64:1-185-8) Murúa detesta-
ba a los Pizarro, considerándolos responsables de la rebelión de Manco Inca. (Murúa 1962-
64:1-203) En el manuscrito Wellington, Murúa revela la fuerte influencia ideológica de Las
Casas.26 El fraile pudo haber tenido acceso directo a los trabajos de Las Casas, prohibidos en

23 Murúa atribuye en ocasiones cierta ambición a los Incas, por lo menos a Huascar y a algunos conspira-
dores dentro de su élite, como Hualpaya que trató de destronar a Huayna Capac (Murúa 1962-64: 1-30).
Pero por lo general, los Incas aparecen como gobernantes justos y buenos, de gran discernimiento:
conquistan y mantienen las regiones ricas y pobladas, no pobres y devastadas. (Murúa I 962-64:11-3 1)
24 Ballesteros no incluyó los párrafos que el fraile, o algún copista o lector autorizado, tacharon. (Murúa
1962-64:1-176). El párrafo completo está en el manuscrito Wellington (Getty), l:cap.59-fol. 107v.
25 Ver Murúa 1962-64:1-185-188. Murúa pone particular énfasis en presentar a Pizarro como solo un
capitán. Atahualpa era un rey y su prisión producto de una guerra injusta.
26 Huáscar aparece en el manuscrito Loyola como un gobernante pacífico y como el legítimo sucesor del
trono incaico, asesinado por el feroz Atahualpa. En el manuscrito Wellington, los personajes se

174 Revista Andina


Annalyda Ávarez-Calderón: Mentiras y legados de un mercedario vasco en los Andes

las Indias, a través de las copias manuscritas que circulaban ilegalmente entre los frailes
dominicos, o a través de las Repúblicas del Mundo(l 575 y 1595, la segunda edición revisada
según las instrucciones de la Inquisición) de Jerónimo Román . Este tuvo acceso a una copia
manuscrita de la Apologética Historia (publicada por primera vez solo en 1909), la cual
utilizó de manera muy liberal para escribir su propia crónica. (MacCormack 1991 :245)
¿Creía Murúa que los indios estaban culturalmente preparados para recibir la palabra
de Dios, y que ellos eran los propietarios legítimos de las tierras y las riquezas de las Indias?
¿Reflejan sus críticas una preocupación real, o son simplemente el resultado del plagio de
Las Casas y sus seguidores? La crónica de Murúa alaba al dominico y su obra:

"Varón apostólico, acérrimo defensor de la libertad de estos indios, en cuyo


amparo y protección se ocupó muchos años, mostrando en España los agra-
vios que de los españoles y encomenderos recibían, la insolencia y tiranía con
que eran mandados y hollados, la codicia y ambición con que eran defrauda-
dos de sus haciendas, el menosprecio con que eran tratados, como si fueran
animales fieros de los bosques, y el gran impedimento que con estas cosas y
desafueros ponían los gobernadores y señores de los repartimientos a la
promulgación del Santo Evangelio y a la doctrina y enseñanza de estos mise-
rables, como si no fueran hechos a la imagen y semejanza de Dios y no fueran
comprados con la sangre del cordero inocentísimo. Y así hizo un libro donde
pone millones de sucesos acontecidos en este reino, nunca vistos ni oídos
entre bárbaros, todos enderezados a sacar dinero, oro y plata ¿más oro y más
plata? sin que pudieran hartar la codicia de los españoles los montes, si oro
y plata se tornaran. Y defiende con vivas y teológicas razones no ser estos
indios tan bárbaros comos los hacían, que algunos hubo que se atrevieron a
poner en plática no ser verdaderos hombres, que de esta suerte los infamaban
los que querían apoderarse de sus haciendas y quitarles y privarles del verda-
dero dominio de ellas". (Murúa l 962-64:1-227) 27

Murúa denuncia constantemente la "codicia ynsaciable" de los conquistadores, 'leit-


motiv' de la obra de Las Casas que hallamos también en otros escritores y cronistas de la
época: Ercilla, Díaz del Castillo y Cieza de León. (Zamora 1988: 161)
Sin embargo, lejos de coincidir con la tesis de "restitución" de Las Casas, Murúa cree
firmemente en el derecho que los españoles tienen de pennanecer en las Indias. Según el
mercedario, siglos atrás, España había sido una de las tierras más ricas en oro y plata,
atrayendo gente de todo el mundo. 28 Así pues, emulando a los visigodos del siglo V, gente

vue lven más complejos. Tanto Huascar como Atahualpa tienen virtudes y defectos, son engañados
por conspiradores, cometen errores y, sobre todo, son víctimas de la intrusión y crueldad de los
ambiciosos españoles. (Murúa 1946": 128)
27 Murúa tamblén admira al dominico Fray Domingo de Santo Tomás ( 1499-1570), colaborador de Las
Casas, a quien describe como " persona celosísima del bien de los naturales." Durante la segunda mitad
de la década de 1560, Fray Domingo fue Obispo de Charcas.
28 ·' ... y ansí concurrieron de todas las rejiones del mundo a España y aun poblaron en allá y los últimos fueron
los visigodos que repararon en ella como la tierra mas fertil, rica y colmada .. ." (Murúa 1962-64:11-157)

Nº 45, segundo semestre del 2007 175


Artículos, notas y documentos

de otras partes del mundo tenía la libertad de venir a la rica tierra del Perú para explotar sus
riquezas. La visión de Murúa coincide con el pensamiento del dominico Francisco de Vitoria,
uno de los teólogos más influyentes del siglo XVI. Vitoria (catedrático de la Universidad de
Salamanca) condenó los abusos de la Conquista y la ejecución de Atahualpé\, denunciando
la usurpación de la tierra de los naturales en su Relectiones de Indis ( 1539). (Ruiz de Azúa
1992: 140) Vitoria no consideraba la bula de Alejandro VI como un título justo de dominio
sobre las Indias. El Papa no tenía poder civil ni temporal sobre el mundo, su poder era
puramente espiritual, y no tenía jurisdicción sobre los infieles, solo sobre cristianos. La
igualdad jurídica era natural a cada persona, sin diferencias de religión, cultura o costumbres.
(Menéndez Pida! 1958: 14) Sin embargo, Vitoria creía que otros títulos pennitían a los españo-
les entrar en las Indias, títulos como el derecho natural al comercio y a la evangelización. 29
Los españoles podían viajar libremente por las Indias y pennanecer allí negociando con los
naturales, cultivando tierra no utilizada, explotando minas recién descubiertas o anunciando
la palabra de Dios, porque al principio del mundo todo era poseído en común. Si los naturales
no reconocían estos derechos y la persuasión pacífica fallaba, solo entonces podían los
españoles recurrir a la guerra. (Ossio 1970:80-81)
Las ideas de Vitoria aparecen directa o indirectamente en diferentes partes de la
Historia General del Pirú. Murúa pudo haber leído De lndis ( 1539), pero no llega a mencio-
nar a este influyente y muy reconocido teólogo, lo que nos hace pensar que solo estaba
indirectamente familiarizado con sus teorías. Lo interesante es el uso selectivo que el fraile da
a los títulos del teólogo salmantino. Murúajustifica la ocupación española con argumentos
similares a los dos primeros títulos de Vitoria, que pennitían el ingreso de los españoles a las
Indias para comerciar y evangelizar, pero no concuerda con el quinto título, el cual justifica
una intervención en caso de tiranía (postulado básico de la posición del Virrey Toledo y sus
seguidores). Murúa no toma en consideración este quinto título, pero sí retoma el más
controvertido de los títulos de Vitoria, aquel que justifica una intervención en caso de ser los
nativos incapaces de establecer un Gobierno legítimo, con leyes adecuadas y efectivas.
(Menéndez Pida! 1958:26-7) Este argumento, y la teoría sobre la "esclavitud natural" de
Aristóteles, fueron usados por Ginés de Sepúlveda, el cronista oficial de Carlos V, en la Junta
de Valladolid ( 1550-51 ). Siguiendo dicha teoría aristotélica (según la cual algunos hombres
so lo servían para obedecer y servir a otros), Sepúlveda aseguró que la condición natural de
los indios era la servidumbre, y que era deber de los españoles el tratar de ayudar al indio a
superar su naturaleza con un combinación patemalista de fuerza y paciencia.
¿Cómo logra Murúa reconciliar esta tesis con su inquebrantable admiración por los
Incas? Lo hace a través de argumentos basados en ideas de nobleza de sangre. Para Murúa
los Incas eran superiores al resto de la población andina y esta superioridad les venía desde
su nacimiento. Al describir las numerosas conquistas que Tupa Amaro Ynga realizó durante
el Gobierno de su padre Pachacuti Ynga Yupanqui, Murúa afinna: "se echava vien deber la
sangre real que tenía". (Murúa 1962-64:11-12) Los Incas eran diferentes al resto de la pobla-
ción andina, descrita generalmente en ténninos peyorativos:

29 " El derecho de gentes, derivado del derecho natural, establece el libre comercio y comunicación de los
pueblos, el ius peregrinandi et degendi, a no mediar algún perjuicio especial que lo estorbe, y los
españoles tienen derecho a peregrinar en las Indias y permanecer allí". (Menéndez Pida( 1958:21)

176 Revista Andina


Annalyda Ávarez-Calderón: Mentiras y legados de un mercedario vasco en los Andes

"Son los yndios por la maior parte peresosos y que si no es por fuersa o
grandísima ner;esidad no echaran mano a darse al travajo tristes y
melancolicos, cobardes, flojos, tibios, viles, mal ynclinados, mentirosos,
yngratos a quien les haze bien, de poca memoria y de ninguna firmes a en
cosa que tratan y algunos cry ladrones y embaidores [sic} y en jeneral todos
dados a supersticiones y hechizerias, abusioneros entregados totalmente a
dos vir;ios lujuria y embriagues .. . como les conor;io [el ynga} el humor llebolos
por alli enfrenando/os en sus vicios y castigando/os con summa seberidad
sin perdona/les ninguno que fue medio eficasisimo para tener sujetos tanta
ynfinidad de yndios ". (Murúa 1962-64:11-36)

Después de alabar el Gobierno y la administración incaica, Murúa lamenta la caida de


un régimen que logró controlar la corrupta naturaleza de los indios. En algunas ocasiones, el
fraile llega a simpatizar con la población indígena y sus necesidades (no censura, por ejemplo
el uso de la coca, "que en sus adbersidades y trabajos comiendo/o les es de summo contento
y alivio" [Murúa 1962-64:1-73], como lo hizo su hennano de hábito Fray Diego de Porres),
pero considera a los naturales seres definitivamente inferiores y corruptos. 30
Los describe como indolentes y pusilánimes, pero también alevosos ya que en oca-
siones podían llegar a engañar a los mismos españoles ( "porque sierto que en astucias y
malicias i delicadesas nos exseden a nosotros "). (Murúa 1962-64:11-59) Según el fraile, los
indígenas usaban sus quipus para llevar la cuenta de las sumas de dinero y bienes que el
corregidor o el cura tomaban, para reclamar este dinero durante las visitas o juicios de
residencia. Además, solían inflar las cantidades, pues sabían que se producirían arreglos,
negociaciones o deducciones. 31 Esta perspectiva nos descubre una relación tirante de Murúa
con sus parroquianos. Los testimonios del propio fraile muestran que encontró entre sus
feligreses una fuerte resistencia a su autoridad espiritual y temporal. Murúa muestra una
gran desconfianza hacia los indios y lamenta en varias ocasiones la constante disminución
de la población indígena, quejándose amargamente de su huída a las punas. Lamenta tales
desapariciones debido a que ocasionaban la disminución de la mano de obra:

30 " por la confusión de su entendimiento y la poca meditación que hazen de su vida o por la facilidad que
tienen en el mentir (que es grandísima) o por su pésima naturaleza, malicia i ynstigai;;ión del demonio
ellos las mas confei;;iones las hazen nullas y dimidiadas ocultando los peccados que an cometido ..."
(Murúa 1962-64:11-59)
31 Las ideas de Murúa coinciden también en ciertos aspectos con las de José de Acosta. Su Historia
Natural y Moral de las Indias ( 1590) fue uno de los libros más leídos sobre el Nuevo Mundo a fines
del siglo XVI, y a lo largo del siglo XVII. (Zamora 1988: 107) Acosta vivió en el Perú durante quince
años, aprendió quechua, ayudó a Toledo a crear reduccíones de indios, presenció la muerte de Tupac
Amaru y fue \ma de las principales fuerzas tras el Tercer Concilio Limense ( 1582-83). Denunció los
abusos y maltratos sufridos por los naturales en manos de los conquistadores y encomenderos, la
hipocresía de clérigos y frailes y la corrupción y codicia de burócratas. Acosta reconocía la dignidad
humana, racionalidad y libertad natural de los indígenas, pero también vió en ellos señales de bestia-
lidad y barbarismo, lo cual atenuaba las transgresiones de los españoles. Ver Brading 1991 .

NQ 45, segundo semestre del 2007 177


Artículos, notas y documentos

"Una riqueza que nos quedava que referir y la mas prinsipal de quien pen-
den todas las demas deste reino y que sin ella todas se an de deshazer y
consumir se va poco a poco disminuyendo estos son los yndios dél que por
ocultos caminos se menoscavan y cada dia paresen menos... " (Mur(!a, ms.
Wellington, párrafo tachado, IV: fol. 295)

A la preocupación por la disminución de los indios, se añade la preocupación por la


mengua de sus habilidades. Los indios que el fraile encuentra no son capaces de hacer lo que
sus ancestros lograron, tanto en arquitectura como en ingeniería, y la responsabilidad recae
principalmente en los conquistadores. Estos no trataron de salvar toda la rica infonnación
que ofrecían los quipucamayos imperiales y destruyeron el régimen político-social incaico.
Las justas leyes de los Incas no habían pervertido a los indios, débiles por naturaleza; por el
contrario, éstas habían hallado la fonna de controlarlos y transfonnarlos en una imponente
fuerza productiva:

"No se les puede negar a los ingas aber sido en el govierno politico de este
tan estendido reino summamente abisados y discreptos, governando estos
yndios comforme pide su naturale<;a y condi<;ion y acomodando las leyes a
las tierras, ... y todos confiesan que si el dia de oy fueran rejidos comforme lo
fueron de los ingas travajaran mas los yndios ... " (Murúa 1962-64:11-36)

Los cambios traídos por la Conquista inspiraron a muchos cronistas de mediados del
siglo XVI (como Cieza o Betanzos) a registrar y explicar lo que iba desapareciendo, lo que
futuras generaciones no tendrían el privilegio de ver. Murúa está claramente impresionado
con la riqueza de la tierra y obsesionado por la necesidad de controlar a los nativos para una
mayor y más eficiente explotación de los recursos disponibles. No propone un retomo al
Tawantinsuyo, pero su descripción de un magnífico pasado incaico y sus quejas sobre la
labor incompleta y tendenciosa realizada por los cronistas que lo precedieron apuntan de
manera acusadora al régimen con el que los españoles reemplazaron al incario. 32 La crónica
contrasta una sociedad espléndida, productiva y densamente poblada dirigida por los Incas
con una sociedad imperfecta, llena de vicios y corrupción, caracterizada por una población
nativa en disminución y una fuerte rivalidad por su control. 33
Murúa era de carácter fuerte y dominante, y esto lo llevó a tener numerosos conflic-
tos con autoridades locales, principalmente corregidores de indios, como lo indica Guarnan

32 El debate sobre los ··justos títulos" de la Conquista mantuvo viva la memoria de los Incas en la segunda
mitad del siglo XVI. Justificar esta acción implicaba mostrar que los Incas habían sido tiranos e
ilegítimos. Sin embargo, muchos de los que cuestionaban la legitimidad del dominio español en el Perú
lo hacían comparando el desgobierno colonial y el orden y justicia imperantes bajo el incanato.
(MacCorrnack 1991 :243)
33 Sobre este punto, Murúa coincide con su némesis Guarnan Poma, pero por razones muy distintas. Para
el cronista mercedario, el gran error de la Conquista y del sistema coloni<!l español fue la destrucción de
un elemento indispensable para un efectivo manejo de los recursos humanos y materiales: la administra-
ción incaica. Murúa lamenta por ejemplo la progresiva desaparición del sistema de chasquis, un sistema
de comunicación extremadamente efectivo para la zona andina. (Murúa 1962-64:11, caps. 8 y 9)

178 Revista Andina


Annalyda Ávarez-Calderón: Mentiras y legados de un mercedario vasco en los Andes

Poma. Murúa muestra poco aprecio por los corregidores, a los que describe como funciona-
rios corruptos, violentos, ladrones, que utilizan su poder para incrementar ilegalmente su
riqueza (tomando bajo su control los tambos cerca de los caminos, para abusar de los
viajeros con los precios de sus servicios, por ejemplo). (Murúa 1962-64:II-47-53) Murúa vivía
en un período de cambios, durante el cual un aparato colonial en crecimiento buscaba
fortalecer su control económico y político (al caer finalmente los Incas de Vilcabamba en
1572), extendiendo su autoridad sobre áreas a las que solo el clero regular había llegado
antes . Bajo el régimen del Virrey Francisco Toledo ( 1569-1581) se implantó un sistema centra-
lizado de trabajo obligatorio a través de instituciones como las reducciones de indios y la
mita. Para el clero regular, esto significaba compartir el poder sobre los indios con autorida-
des estatales como el co1Tegidor de indios y con nuevas autoridades religiosas de nivel local
( clero secular en parroquias indígenas). También significaba el incremento de las instancias
y niveles de autoridad, y una división del poder que producía nuevos espacios en cuyos
intersticios los indios podían rechazar o contravenir los abusos de las autoridades locales y
provinciales. Exaltando a los desaparecidos Incas, Murúa indicaba las fallas y contradiccio-
nes de un régimen colonial burocrático y en niuchas fonnas ineficiente.
Murúa no escribió su crónica so lamente para transmitir su visión crítica del pasado y el
presente. Pasó muchos años rescribiendo su obra, intentando hacerla más atractiva y de
lectura placentera. Esta no era una tarea sencilla para el fraile. Su lengua materna no fue el
español sino el vasco, un idioma que no es de origen indoeuropeo, con pocas similitudes con
las lenguas romances tanto gramatical como ortográficamente, y con una limitada tradición
escrita. 34 La influencia del vasco aparece en ciertos detalles estilísticos de Murúa. Por ejemplo,
el uso abundante de sufijos superlativos (-ísimo/a), preferidos al prefijo "muy", corresponde a
la característica aglutinante del vasco, idioma que complementa o especifica el significado de
palabras con sufijos más que con adjetivos y aposiciones. (Collins 1990: 11) También se trans-
parenta en la obra de Murúa la influencia de la tradición oral vasca, muy rica en proverbios,
mitos y sobre todo muy adicta a los versos .35 Su esti lo es el de un narrador de cuentos que
constantemente repite frases coloquiales ("como dicho es", "visto esto") para unir oraciones
y párrafos, frases que un narrador oral utiliza para retener la atención de su audiencia.
Murúa se vuelve por momentos denso y obstruye su crónica con innecesarios ser-
mones sobre la codicia o la envidia en los que trata infructuosamente de ser elegante. 36 El

34 El vascuense o euskera, la única lengua pre-indoeuropea que ha sobrevivido en Europa, ha demostrado


ser altam ente resistente al cambio. Sin embargo, los humanistas de los siglos XVI y XVll consideraban
el idioma vasco como una lengua oscura, hablada en un ambiente reducido y sin brillo literario. El
primer libro publicado en vascuense, editado en 1545 , fue una breve colección de poemas, Linguae
Vc1sconu111 Primitiae. escrita por Mosén Bemat Dechepare. (Collins 1990, Michelena 1960)
35 Según Luis Michel ena. la tardía cristianización de los vascos promovió la conservación de un gran
número de creencias y elementos paganos, como el mito mediterráneo de los hombres sin boca o
sistema digestivo que Murúa asocia a las mamaconas o vírgenes dedicadas al sol. (Pease 1992: 18)
Michelena a~egura además que los vascos mostraron siempre una predilección por los versos acom -
pañándolos por música. creando elegías y todo tipo de canciones eróticas, anacreónticas y satíricas.
Esto explica en cierta medida la naturaleza de la obra de Murúa, principalmente esa picardía que no
logra disimular. (Michelena 1960:20-22)
36 Combinaciones de adjetivos y sustantivos, como ·'ynsaciab le codicia", son repetidas tediosamente en
varios capítulos.

Nº 45, segundo semestre del 2007 179


Artículos, notas y documentos

predicador prevalece sobre el narrador e interrumpe con discursos moralizadores poco elo-
cuentes,37 que contrastan con una escasez general de metáforas y citas eruditas. Las pocas
metáforas que Murúa plasma en su crónica son metáforas religiosas muy comunes en aque-
lla época, que asocian la evangelización con la actividad agrícola o pastoril, y & los indios con
plantas u ovejas. (Murúa 1962-64:JI-J 78 y JI-182-3) Las referencias a la Antigüedad Clásica,
tan populares entre sus contemporáneos, son bastante superficiales y no pasan de más de
una docena. Las citas bíblicas son aún más raras.
A todo esto se suma una perspectiva bastante heterodoxa si se la compara con las de
otros cronistas de la época. El fraile salpica su obra con un sinnúmero de detalles llamativos
y exóticos, como la costumbre de atar hilos por encima y por debajo de las rodillas de las
jóvenes al servicio de la Coya para reforzar sus muslos y pantorrillas (Murúa 1962-64:1-31 ), o
una extraña historia de perros que inevitablemente se ahogan en un pozo cerca de Potosí.
(Murúa 1962-64:JI-107) También ofrece varias leyendas sobre eventos raros y objetos fabu-
losos que introduce en sus capítulos, aún a riesgo de interrumpir el hilo de la narración o
restarle coherencia. (Murúa 1962-64:JI-25) Murúa no explica por qué debemos conocer estos
detalles, solo asume que van a interesar al lector. En su dedicada búsqueda de lo raro y
turbio, Murúa llega a contradecirse. Primero describe a Manco Capac como un tirano que
teme por su vida, y luego como un rey generoso y sabio, muy querido por sus vasallos. 38
Según José Luis Ramos Escobar, muchos cronistas incluyeron en sus relatos leyen-
das e historias míticas, pero la única evidencia significativa de la existencia de narraciones
indígenas es la colección de relatos de la Historia General del Pirú de Murúa, y de la
Miscelánea Antártica de Miguel Cabello de Balboa. (Ramos Escobar 1984:527) Murúa inclu-
yó en su crónica tres narraciones prehispánicas tomadas de la tradición oral3 9 , en las cuales
se fusionan por primera vez elementos literarios europeos con la tradición oral incaica, dando
lugar a lo que Ramos llama una "narrativa hispanoamericana". (Ramos Escobar 1984:535)
Estas narraciones, sin embargo, no pueden considerarse expresiones puras de mitos incaicos.
Murúa no es en ningún momento un simple transcriptor. Al ser traducidas, estas leyendas
debieron ganar y perder muchos detalles. Al narrarlas, Murúa utiliza una prosa elaborada,
inspirada en las novelas pastoriles del siglo XVI. Los personajes son seres hennosos y
sentimentales, golpeados por el amor a primera vista, que pierden el apetito y se consuelan
llorando en un bucólico escenario de montañas, praderas y fuentes de agua. (Arrom 1973:31)

37 Uno de los ejemplos más saltantes es la extraña metáfora de las tres buenas y hermosas madres
(verdad, felicidad y honor) que dan a luz tres horribles y despiadadas hijas (odio, desdén y envidia),
pasaje sin final claro ni enseñanza moral explícita, interrumpido por un complicado sermón censu-
rando la codicia y la traición. (Murúa 1962-64:1-50)
38 Murúa utiliza la información de un cronista toledano aumentando luego información pro-Inca.
(Murúa 1962-64:l:2bis) En otra ocasión, Murúa afirma primero que Manco Capac y sus hermanos
horadaron las orejas de Cinchiroca cuando era aun muy joven, luego dice que Cinchiroca fue el
primero en ordenar que sus descendientes se hagan hueco en las orejas porque fue lo que le sucedió a
uno de sus sobrinos en la guerra. Comparar Murúa 1962-64:1-24-26 y 1:30.
39 " Donde se dirá el casamiento del príncipe y el capitán Tupa Amaro, con un admirable suceso que le
acaeció con la ñusta Cusi Chimpo, su muger" (cap. 89, fol. 188) , "De un admirable suceso que los
indios cuentan de Saire Tupa Inga y de su muger y hermana, doña María Cusi Huarcay" (cap. 93, fol.
198 ), "En que se pone una fiction y suceso de un pastor Acoytapia, con Chuquillanto, hija del Sol."
(cap. 91 , fol. 193)

180 Revista Andina


Annalyda Ávarez-Ca/derón: Mentiras y legados de un mercedario vasco en los Andes

Sin embargo, a diferencia de los castos héroes de las novelas pasroriles, los personajes de
Murúa se encuentran y consuman sus deseos sexuales. Acoytapia, Tupa Amaro y Sayre
Tupa logran rendir la voluntad de las bellas y vírgenes acllas o ñustas, seduciéndolas con la
ayuda de objetos de la vida cotidiana, a primera vista banales pero que resultan ser mágicos:
una vara de pastor, un pájaro, una flor.
Murúa sitúa estas historias al final del primer libro de su crónica, después de las biogra-
fias de los Incas, las Coyas y los príncipes y capitanes. Los personajes de sus historias perte-
necen al contexto descrito en los capítulos anteriores, e incluso algunos son presentados como
miembros de la elite incaica, hennanos de tal o cual inca. Murúa crea así un nexo entre persona-
jes reales y ficticios . Solo la historia de Chuquillanto y Acoytapia es presentada como una
" fiction y sw;:eso"; los romances de los príncipes Tupa Amaro y Saire Tupa con las ñustas Cusi
Chimbo y Cusi Huarcai son presentados como realidades extraordinarias, un "sw;:eso estraño"
o "admirable sw;:eso". Como buen narrador, Murúa alimenta la imaginación de su audiencia
planteando la posible veracidad de estos sorprendentes sucesos. El mercedario afinna haber
visto la flor blanca con la que Tupa Amaro obtuyo los favores de la ñusta Cusi Chimpo y la ro~a
en la que se convirtieron los amantes Chuquillanto y Acoytapia durante su huida. Lo interesan-
te es que Murúa no descarta los elementos mágicos de los mitos. Juega con lo real y lo irreal
como lo harán Alejo Carpentier y García Márquez en el siglo XX. (Arrom 1973 :35)
Estos detalles nos muestran a un Murúa que no busca solamente un público erudito. Su
público es sin duda europeo, pero no necesariamente académico o exclusivamente cortesano.
Como narrador, el fraile se sitúa como testigo de los hechos pero siempre desde una posición
externa, di stanciándose de los "indios" y enfatizando su calidad de testigo europeo:

"... aunque para nosotros son comidas groseras y toscas para ellos eran tan
subidas y sabrosas como los manxares mas delicados y suaves que se ponen
en las mesas de los monarcas y reyes de nuestra Europa". (Murúa l 962-64:1-
29-30, mis negritas)

Murúa dedica su obra a_la Corona española en la persona del rey Felipe III, pero no
parece dirigirse a una audiencia real o nobiliaria. Como vemos en el párrafo citado, Murúa
habla de " las mesas de los monarcas", utilizando la tercera persona, no la segunda persona
como lo haría si se dirigiera a la Corona. La crónica y el gran numero de dibujos disponibles
en sus dos versiones nos llevan a pensar que el mercedario escribió esta obra para lectores
y oyentes de todo nivel social e intelectual , desde eruditos 40 hasta analfabetos, e incluso
mujeres . Murúa puede haber estado pensando en un público femenino al incluir las biogra-
fías de las Coyas y las ficciones amorosas. Estas extrañas anécdotas y relatos que tanto
cautivaron a este mercedario constituyen uno de los aspectos más ricos y originales de la
crónica. Uno de estos relatos, el de Tupa Amaro y Cusi Chimbo, es el que Verónica Cereceda
utiliza para acercarse a la idea de belleza aymara en "Aproximaciones a una estética andina:
de la belleza al ~_inku". (Bouysse-Cassagne et al. 1987)

40 Murúa utiliza por lo general el tono seguro de quien sabe y fue testigo de lo que di ce, pero en ocasiones
adopta una actitud humilde dando la última pal abra a algún lector mas informado.

Nº 45, segundo semestre del 2007 181


Artículos, notas y documentos

3. Conclusiones
A pesar de los numerosos plagios que la componen , la Historia General del Pirú nos
ofrece vetas extremadamente interesantes para un estudio histórico o literario del mundo
colonial andino en el preciso momento del tránsito del siglo XVI al XVII. Murúa decide
conscientemente escribir sobre los prestigiosos Incas del Cuzco en vez de escribir sobre el
material más bien cotidiano que le ofrecen sus parroquianos indígenas en Aymaraes, el
Collao o Charcas. Retoma lo previamente escrito por otros autores, pero añadiéndole a estos
préstamos su propia interpretación del pasado y sus propias ideas de lo que una crónica
amena e informativa debía contener. Su obra es el testimonio de una sociedad colonial
emergente tras las reformas de la década toledana de 1570, que producía diferentes perspec-
tivas sobre su propio rol y funcionamiento . Es el testimonio del encuentro entre varias
tradiciones orales y escritas, hispanas y andinas . Es la obra de un individuo aculturado tras
más de treinta años de residir en el sur de los Andes; un cura de pueblo con ojo para los
negocios y evidentes ansias de poder. Sin ser un erudito, Murúa demuestra ser un fraile
independiente y creativo, capaz de combinar las ideas de Las Casas y Vitoria con tradiciones
orales andinas y vascas . Vasco , español y andino , devoto y profano , minucioso e
inescrupuloso, Murúa no dejará jamás de sorprenderme.

Annalyda Ávarez-Calderón

182 Revista Andina


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