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Crítica de la crítica

1. Considerando los tres textos leídos y otros que conozca, ¿considera que hay una forma
particular de aproximarse a la literatura por parte de los escritores? ¿Cómo suelen practicar
la crítica literaria los creadores?
Señalar que existe una única manera en la que los escritores valoran otras obras literarias
sería poco más que injusto y reduccionista. En ese sentido, no creemos que existe una sola
forma como los escritores se aproximan a la literatura. En todo caso, cabría más bien
diferenciar dos prácticas de lectura. La primera es la lectura hermenéutica, en la que es la
experiencia de lectura la que proporciona directamente las nociones y sensaciones que el
objeto artístico pueda producir. La segunda es la lectura teórica, en la que los comentarios
vertidos provienen de una racionalización de la experiencia de lectura; esto es, está
permitida una reflexión abstracta y una metodología sistemática para obtener el mayor
provecho del texto. Comúnmente, se relaciona a la lectura de los escritores con la primera
forma de lectura, la cual suele develar impresiones y sugestiones. En esta versión de lectura,
entonces, es muy importante la perspectiva que el lector mismo tiene de la obra. Es por eso
que, en cuanto a los comentarios de escritores que leen, en los textos de crítica, con un
análisis sesudo, se pueden ver no solo aspectos de la poética del autor de la primera obra,
sino del escritor-lector.
2. Considerando la cercanía generacional entre Rubén Darío y Gabriela Mistral, ¿se nota algún
parentesco o punto en común en el registro de ambos textos? ¿Se nota, por el contrario,
diferencias importantes si se comparan con la prosa de Cortázar?
Es cierto que las estéticas manifestadas en Rubén Darío y Gabriela Mistral pueden ser
homologables. Sus textos han sido marcados por la tendencia modernista, de modo que la
construcción de imágenes y metáforas es abundante. El texto, asimismo, busca la eufonía y,
ya que son textos de exaltación de las obras y los autores escogidos, mantiene un registro
de estándar a superestándar, siempre manteniendo el decoro. Este estilo, además, es más
visible cuando se contrapone con la prosa de Cortázar. Este, por su parte, se permite el uso
de coloquialismo y préstamos lingüísticos. En ese sentido, es posible apreciar mayor
irreverencia en su forma de escritura. Está siempre en busca de la narración, de la anécdota,
y no del mero comentario elogioso.
3. Afirma John Ellis: “La búsqueda de la propiedad a que se refiere una aserción de valor
estético lleva a la identificación de propiedades de una vaguedad tal que únicamente su
grandiosa fraseología impide que sean reconocidas como carentes de valor en tanto que
solución de un problema”. ¿Sería justo aplicar este juicio a los textos leídos? ¿Son textos
carentes de valor?
Considerar como completamente cierta la afirmación de Ellis sería un error si consideramos
que el oficio de la crítica literaria, precisamente, circula entre la descripción y la valoración.
La valoración estética, en ese sentido, no es una actividad inane, sino que es fundamental
en cuanto expresa la opinión de un sujeto reconocido. No es cierto, entonces que solo la
fraseología salve a este tipo textos. Así sucede con las reseñas de Darío y Mistral. Es cierto
que en ambos casos se nota un trabajo formal. Son autores preocupados por la forma de la
palabra, no dejan de ser escritores. No obstante, ello no impide que tengan un valor en sí.
Como señalamos, el valor no solo reside en lo que ellos identifican como importante en las
obras de Martí y Sor Juana Inés, sino que develan su propia poética. Los estudios de la
recepción y hasta de las intertextualidades considerarían muy valiosos estos textos, por
ejemplo.

ALUMNO: Juan Carlos Almeyda Munayco CÓDIGO: 14030133

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