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INTRODUCCION

Durante los últimos quince años en Venezuela se adoptó un sistema político con
alto intervencionismo estatal en todos los ámbitos de la vida en sociedad, que
sus promotores denominaron “Socialismo del Siglo XXI”. El orden institucional se
tornó altamente discrecional para aplicar políticas populistas clientelares,
ejerciendo un poder casi hegemónico por el uso de la fuerza o la amenaza del
uso de la fuerza. Las libertades política, económica y civiles se han visto cada
vez más restringidas, dado que el régimen ha interpretado, cambiado y
acomodado la constitución y las leyes a los intereses del grupo gobernante. Esto
ha provocado abuso de poder político, corrupción rampante, altos niveles de
inseguridad ciudadana, escasez, inflación, restricción a los derechos de
asociación y expresión, entre otros.
El régimen autoritario chavista ha concentrado el poder a través del control de
las instituciones políticas y la toma de la economía mediante controles de precios
y cambiarios, expropiaciones, la dirección del crédito y la explotación de la
empresa estatal petrolera, entre otras medidas. En noviembre del 2013 entró en
vigencia una Ley Habilitante otorgando poder casi ilimitado y discrecional al
Presidente de Venezuela para emitir decretos con fuerza de ley. En definitiva, la
concentración de poder se ha alimentado de sofocar los derechos individuales
de los ciudadanos. Los venezolanos iniciaron protestas desde inicios de febrero
del presente año que todavía siguen en pie. Lo que presenciamos es una crisis
económica, social y política sin precedentes en ese país. No se vislumbra una
salida fácil ni rápida, lo que implicará mayor deterioro de la libertad y,
consecuentemente, una reducción en la calidad de vida de los venezolanos.
Violación a la propiedad privada
El poder se ejerce sin tomar en consideración los principios económicos más
básicos, como el respeto a los derechos de propiedad. Se estima que bajo el
régimen de planificación centralizada se han expropiado o estatizado más de
50.000 propiedades entre fincas (pequeñas, medianas y grandes), industrias y
comercios, entre otros, sin compensación por valor de mercado. Durante los
últimos 15 años se han expropiado empresas o sectores completos: electricidad,
telecomunicaciones, banca y finanzas, petróleo y tecnología, entre otros. En
noviembre de 2013 se estatizaron dos plataformas petroleras, alegando razones
de utilidad pública y de interés “social”.
Bajo el régimen chavista, el Estado venezolano se convirtió en empresario,
importador, comercializador y fijador de precios de los más diversos bienes y
servicios. Sin embargo, la escasez de productos básicos está a la orden del día.
La historia registra el desastre económico que significa una sociedad que
fundamenta su economía en las directrices y manejo de los medios de
producción desde el Estado.
Con la justificación de que los emprendedores son malandros que sólo obtienen
beneficios explotando al prójimo, el régimen chavista ha controlado gran parte
de la economía; ha distorsionando el consumo, el ahorro, el crédito, la inversión

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y la producción. En febrero de este año, el Presidente de Venezuela se expresó
de esta forma: “No me subestimen, sectores de la burguesía. Vamos a expropiar
a quienes tengamos que hacerlo”. Esto se hace para combatir una “guerra
económica” imaginaria que ha enarbolado el régimen chavista desde sus inicios
para justificar sus acciones.
Ambiente de negocios
Desde los inicios del régimen chavista ha habido un ataque frontal a la economía
de mercado, imponiendo trabas, barreras y altos costos ocultos que promueven
cada vez menor inversión, producción, generación de empleos y de riquezas. El
ambiente de negocios en Venezuela se ha deteriorado e introduce incertidumbre
por las expropiaciones, censuras a la libertad de asociación y despilfarro de
recursos que utiliza el régimen chavista para concentrar el poder a través del
populismo y el clientelismo.
En publicaciones como Haciendo Negocios del Banco Mundial y el Informe de
Competitividad Global del Foro Económico Mundial, Venezuela se sitúa como
uno de los países con mayores trabas para hacer negocios. La embestida al
funcionamiento de la economía de mercado es una de las principales razones
de la crisis económica, social y política que vive Venezuela. Esto sucede porque
los incentivos a incursionar en actividades económicas se desvanecen y se
producen menor cantidad de bienes y servicios; se genera escasez que resulta
en necesidades humanas insatisfechas. El desempleo de factores de producción
implican menores salarios, alquileres e ingresos para diversos segmentos de la
sociedad.

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CAPITULO I
MARCO TEORICO
1. ANTECEDENTES DE LA CRISIS DE VENEZUELA
La crisis económica, social y política que vive Venezuela no comenzó, como
muchos creen, con el ascenso de Comandante Chávez al poder, en 1998.
En realidad comenzó con el Presidente Pérez, a principios de los años 70. La
nacionalización del petróleo y el auge económico despilfarrador que derivó de
ella, marcaron el inicio de una política económica y social de “bonanza” y grandes
negocios que, veinte años después, provocaría el “viernes negro” (la primera
gran devaluación del bolívar y el primer control de cambio - RECADI) y luego la
revuelta popular y los saqueos del “caracazo”. Durante ese período, el descuido
de las necesidades de la gente, la corrupción y el intento de corregir las
desviaciones a través de la aplicación del “paquete neoliberal” (privatizaciones,
incremento del costo de los servicios y otras medidas), potenciaron el
descontento.
El alzamiento militar del 4 de febrero, con Chávez a la cabeza y luego la debacle
bancaria a mediados de los 90’ cerró, con broche de oro, ese período.
A partir de allí se abrieron las puertas a lo que hoy entendemos como propuestas
populistas, disfrazadas de política de izquierdas y socialismo que Chávez
encarnó y muchos, ilusionados con un cambio radical, apoyamos.
Lo que pasó después: la Asamblea Constituyente, la nueva Constitución, la
huelga general y el paro petrolero, el golpe de estado y la renuncia de Chávez,
el regreso al poder, su muerte y la designación del “elegido”, produce material
para varios tomos.
Lo cierto es que el análisis del estado actual y la naturaleza de la crisis
socioeconómica, política y cultural en Venezuela tropieza con muchas
dificultades, en parte por la ausencia de información confiable y actualizada.
Desde el inicio, el gobierno ha decidido ocultar o manipular las cifras e
indicadores estadísticos en casi todos los ámbitos, que permitiría confirmar su
profundidad. Los cálculos que se han difundido presentan grandes variaciones y
las del gobierno no son confiables. Pero también ha habido un copamiento de
los medios de comunicación por parte del gobierno: cierres de medios, coacción,
compras forzadas, autocensura y creación de nuevos medios audiovisuales e
impresos.
Lo cierto es que a la fecha, la economía venezolana ha registrado su peor caída
desde el paro petrolero de los años 2002-2003, aunque la debacle se inició a
partir del 2007, con una contracción que se ha estimado entre 10%3 y 18.6%.
Los últimos tres años han sido de disminución consecutiva del PIB, el cual se ha
reducido en un 40% de los niveles del año 2013.
Por su parte los precios del petróleo están hoy a alrededor de 42 US $ por barril,
lejos de los precios que oscilaron entre 80 y 100 dólares entre 2011 y 2013;

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además, la producción de petróleo ha caído a un millón 854 mil barriles diarios.
Esto es un millón de barriles menos de los que se producían en el año 2001.
Ya no producimos suficiente petróleo liviano ni gasolina para el consumo interno
o para ser mezclado con petróleo pesado para su transporte y refinación, y lo
estamos importando, lo que reduce significativamente los beneficios. La principal
refinería del país (AMUAY), uno de los complejos de refinación más grandes del
mundo, está trabajando a menos del 50% de su capacidad instalada.
Como consecuencia, el beneficio neto de nuestra empresa petrolera (PDVSA)
se desplomó de más de 9 mil millones de dólares en 2014, a 830 millones de
dólares en 2016. Actualmente (noviembre de 2017), la empresa está intervenida
como consecuencia de la obscena corrupción que se puso en evidencia,
mantenida durante los últimos 12 años.
Por su parte, la inflación en 2016-2017 se situó entre 500% y 800%, y se esperan
niveles más altos para el año 2018. Por tercer año consecutivo se ha producido
un grave déficit fiscal que ha venido contrayendo el gasto público, con una
reducción de alrededor del 30% anual.
Las reservas internacionales disminuyeron de 35 mil millones de dólares en 2009
a 10 mil 300 millones de dólares en abril de 2017.
Como si fuera poco, el total de la deuda consolidada del país (deudas nacionales
y externas, préstamos y bonos emitidos por la República y PDVSA), ascienden
a 181 mil millones de dólares. Esto representa más del 80% del PIB, y es casi
18 veces más que el total de las reservas internacionales del país. En los últimos
3 años, Venezuela ha cancelado, por concepto de Capital Reembolsado y de
Intereses Pagados, la cantidad de 73 mil 359 millones de dólares.
El impacto socio-económico de esta catástrofe es tremendo. El deterioro general
de la actividad productiva y de las finanzas públicas ha tenido graves
repercusiones en las condiciones de vida de la población, especialmente en las
áreas de salud, alimentación y de seguridad personal. Esto constituye una
reversión de los más importantes logros sociales del proceso bolivariano. Los
niveles de pobreza en términos de ingresos monetarios, que se habían reducido
significativamente entre 1999 y 2012, hoy están peor que los niveles que existían
antes del inicio del gobierno de Chávez.
Miles de empresas productoras y comercios, incluidas las empresas extranjeras
que se instalaron durante la bonanza económica, se ha ido, han cerrado o han
sido confiscadas-expropiadas. El caso de las líneas aéreas es patético. Como el
gobierno se ha convertido en el principal, casi único, generador de dinero, ahora
la mayor parte del comercio de los bienes que son importados se mueven,
corrupción mediante, en las redes informales de la economía. La escasez de casi
todo, especialmente alimentos y medicinas, alcanza cerca del 70 % y no
hablemos de los precios.
A. Como resultado visible, el 54% de los niños y muchos adultos
venezolanos tienen algún grado de malnutrición o desnutrición.

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Así mismo, la morbilidad y la mortalidad en sectores vulnerables (niños,
ancianos, mujeres embarazadas y enfermos crónicos) han crecido a cifras
alarmantes por la ausencia de medicamentos e insumos hospitalarios.
A esto hay que agregarle el “ corralito bancario”. No hay suficientes billetes de
denominaciones adecuadas a los costos de los productos y el sistema de pagos
por vía electrónica se encuentra colapsado. Los bancos, por orden del gobierno,
tienen limitada la entrega de efectivo, tanto por taquilla como en cajeros
electrónicos. Así que no hay dinero efectivo circulando y las formas de pago
electrónicas están severamente limitadas.
En términos de salud pública, enfermedades como la malaria y el paludismo, la
tuberculosis, la difteria y otras que habían sido erradicadas o controladas, ha
vuelto por sus fueros. Por ejemplo, entre los años 2015 y 2016, el número de
casos de malaria registrados en el país se incrementó en un 76%, pasando de
136.402 a 240.613 casos.
En 2016/17, el país tuvo una tasa de homicidios de 91 homicidios por cada
100.000 habitantes, en segundo lugar después de El Salvador en todo el mundo.
Aunque no hay cifras oficiales, se estima que unas dos millones de personas han
abandonado el país en los últimos tres años, especialmente jóvenes, tanto
profesionales como trabajadores no calificados, en busca de un “futuro mejor” en
otros lugares.
Frente la crisis del modelo petrolero rentista –extractivista- depredador que
heredamos y que Chávez reforzó, el gobierno ha optado por empujar al país en
el camino de una ampliación del patrón establecido, ahora basado en la minería
a gran escala. El megaproyecto de explotación del Arco Minero en la Guayana,
tendría devastadoras consecuencias sociales y ambientales tanto inmediatas
como a largo plazo. Afectaría parte de la selva amazónica, destruyendo vastas
áreas de extraordinaria diversidad biológica, amenazaría las principales fuentes
de agua, así como las represas hidroeléctricas que suministran el 70% de la
electricidad que se consume en el país y tendría graves efectos sociales,
económicos y culturales sobre las etnias originarias que habitan la región.
Por su parte, el panorama político no es mejor.
Cuando Nicolás Maduro llegó a la presidencia, en abril de 2013, lo hizo con un
nivel de legitimidad y de apoyo electoral mucho más bajo que el que tuvo Chávez
hasta su muerte. Ganó las elecciones con una diferencia de solo 1,5% sobre
Henrique Capriles, el candidato de la oposición. Al respecto, el ruido de fondo
del fraude electoral, se sigue oyendo.
Una ruptura fundamental en el proceso bolivariano se produjo cuando, con la
victoria aplastante en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015,
la oposición alcanzó una mayoría cualificada de dos tercios en la Asamblea
Nacional (AN). Esto implicaba un cambio radical en la correlación de fuerzas en
el seno del Estado. Con esta mayoría, la oposición en la AN, de acuerdo a la
Constitución, podía nombrar a los miembros del Tribunal Supremo de Justicia

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(TSJ) y del Consejo Nacional Electoral (CNE). Podría aprobar leyes orgánicas
sin negociar con los representantes del gobierno. En lugar de reconocer esta
severa derrota e iniciar una profunda reflexión autocrítica sobre sus causas, el
Gobierno no vio la necesidad de cambios en sus políticas y atribuyó la crisis y la
victoria de la oposición exclusivamente a lo que ha denominado la "guerra
económica" por parte de la derecha y del imperio.
B. Estos son componentes del asunto pero no son, en sí mismos, suficientes
para explicar la profunda crisis económica del país o los niveles de
descontento en la población.
El desate de los monstruos de: la corrupción generalizada, la burocracia,
genéticamente ineficiente, la inseguridad personal y jurídica, y las distorsiones
que genera una paridad cambiaria insostenible, conforman el marco-contexto de
la crisis.
Por otra parte, los resultados de las recientes elecciones para gobernadores y
alcaldes, pusieron en evidencia la consolidación de una estructura electoral
fraudulenta, la cual se inició con la elección de la Asamblea Nacional
Constituyente, superando con creces las patrañas de los gobiernos anteriores, y
cuyo propósito es impedir o entorpecer la expresión de la voluntad genuina de la
gente a través del voto.
Esta estructura electoral fraudulenta, se ha venido construyendo desde hace
tiempo, con la complicidad del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ).
El proceso incluyó las siguientes acciones:
 El impedimento de la convocatoria del Referendum Revocatorio contra el
Presidente, en el 2015.
 La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) sin la
realización de la consulta popular que establece la Constitución.
 La elección de los miembros de la ANC sin algún mecanismo de
observación imparcial, testigos o auditoria, y sin el uso de tinta indeleble.
 La suspensión inconsulta de las elecciones regionales para
gobernadores, las cuales estaban previstas para diciembre de 2016.
 No permitir la inscripción de las organizaciones políticas que adversan al
gobierno, ni permitir el uso de sus tarjetas electorales.
 El acortamiento excesivo, inconsulto y sin previo aviso de los lapsos para
inscribir candidatos a gobernadores (uno o dos días).
 La imposibilidad de sustituir candidatos inscritos.
 La reubicación inconsulta, y hasta el día anterior a las elecciones
regionales, de cientos de Centros de Votación, afectando a cerca de 750
mil votantes. Estas reubicaciones no fueron informadas al público por el
CNE.
 El uso masivo, público y notorio –casi obsceno- de los recursos del
Estado, de grupos violentos y de los medios públicos en apoyo a los
candidatos del gobierno.

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 El uso –público y notorio- de mensajes oficialistas de intimidación y
coerción a los funcionarios públicos, beneficiarios de Misiones oficiales y
pensionados.
 La creación de organismos paralelos, con competencia y recursos
financieros controlados por los gobernadores perdedores, en aquellos
Estados donde ganó el candidato opositor.
 La exigencia inconstitucional de que los funcionarios electos se
juramenten ante la ANC, bajo amenaza de desconocimiento, destitución
o cárcel.
 La negativa de abrir el Registro Electoral Permanente (REP) lo cual
impedirá que cerca de 1 millón de nuevos electores puedan inscribirse.
Así pues, parece que el gobierno ha cerrado la última puerta a la dinámica
democrática, participativa y protagónica del pueblo venezolano.
C. De aquí en adelante el panorama esta marcado con un poco de caos y
mucha incertidumbre.
Con un liderazgo opositor que sigue en desbandada, fragmentado y sin rumbo
conocido y un gobierno empeñado en permanecer “como sea” en el poder, en
medio de las pugnas entre los diferentes “grupos de interés” que lo conforman,
Venezuela se enfrenta una significativa inestabilidad en este próximo 2018.
Mientras tanto, la gente común continúa lidiando con las calamidades del día a
día, sin que haya ningún anuncio que nos permita avizorar una mejoría en la
crisis económica y social que nos agobia.
Default, hiperinflación, escasez, déficit del sector interno y externo, bloqueo
financiero, sanciones económicas, riesgo país, aislamiento internacional,
amenaza autoritaria, son términos que estarán sobre la mesa, quizás con
demasiada frecuencia.
“Venezuela es hoy un campo de batalla decisivo, no sólo en el ámbito geopolítico
de las competencias inter-imperiales (China, Rusia, USA, UE). Es también un
terreno privilegiado de la confrontación de ideas, en debates críticos sobre cómo
avanzar en la dirección de una sociedad democrática post-capitalista que supere
el patriarcado, el antropocentrismo y el racismo, así como el estado de guerra
permanente y barbarie que caracterizan al mundo contemporáneo.
Un debate reflexivo, crítico, del proceso político venezolano es indispensable si
esta experiencia ha de contribuir a la construcción de otro mundo, mejor y
posible”.
2. Posibles causas que llevaron a Venezuela a la crisis
Por tercer año consecutivo, debido a la situación política y económica, Venezuela
fue considerada el país con el peor desempeño económico en el mundo, según
el Índice de Miseria de Bloomberg 2017. El 81,8 % de los hogares venezolanos
está en la pobreza y 9,6 millones de los habitantes comen dos o menos comidas
al día, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida, Encovi.

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Además, en medio de la oleada de protestas contra el gobierno, en las últimas
semanas han perdido la vida 35 personas.
La crisis en Venezuela tiene múltiples causas tanto sociales, como políticas y
económicas. Estas son algunas de estas:
a) Asistencialismo
“Hugo Chávez llegó a la presidencia con la promesa del socialismo del siglo XXI,
que buscaba cerrar la brecha social y solucionar a corto plazo los problemas que
tenían los venezolanos, especialmente los más pobres, sin centrarse en las
causas de su pobreza”, advierte Carlos Arévalo, abogado y magíster en Leyes y
Estudios Jurídicos Internacionales de la Universidad de Nueva York.
El entonces presidente Chávez, quien gobernó desde 1999 hasta 2013, adoptó
un modelo asistencialista: programas de construcción de vivienda, aumento de
las pensiones de los ancianos y acceso a la atención primaria de salud, “que
después se volvió imposible de mantener”, asegura Arévalo.
“Chávez empezó a utilizar toda la renta petrolera para entregarle recursos a la
gente necesitada; aunque parece deseable, esto no es sostenible en el tiempo,
pues el Estado se fue quedando sin fondos”, expresa a EL TIEMPO Daniel Rey,
economista de la Universidad de los Andes, MBA de la misma universidad y
analista económico experto en finanzas internacionales.
Tras la muerte de Chávez en el 2013, asumió el poder el presidente Nicolás
Maduro, quien había sido ministro de Relaciones Exteriores y vicepresidente de
Venezuela, asegurando que le daría continuidad a la gestión y al proyecto del
gobierno de Chávez.
“Mientras estuvo vivo Chávez la gente confiaba en él. Tenía legitimidad, carisma
y lograba cierta estabilidad y apoyo popular. Además, esto se reforzaba con los
ingresos por exportaciones petroleras”, sostiene Margarita López Maya,
historiadora venezolana, doctora en Ciencias Sociales de la Universidad Central
de Venezuela y experta en la política de Venezuela.
La crisis del actual gobierno de Maduro se debe a que “no tiene cómo
estabilizarse, no tiene carisma, no tiene dinero para redistribuir y ha tenido que
recurrir a la represión y al apoyo de las Fuerzas Armadas. Además, ha perdido
popularidad y se ha ido destruyendo con la ideología de construir un Estado
socialista”, dice López.
En las últimas semanas, los venezolanos opositores han salido a las calles a
protestar contra el gobierno de Maduro. Algunos videos y afirmaciones de los
ciudadanos, que circulan en redes sociales muestran cómo la Guardia Nacional
y la Policía Nacional Bolivariana los ha atacado.
Frente a las protestas opositoras, el presidente Nicolás Maduro aseguró ante el
Consejo Político de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-
Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) que “la derecha venezolana”

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está recibiendo “nuevas órdenes del Departamento de Estado de los EE. UU.”,
en lo que significa una “nueva arremetida contra su gobierno”.
b) La caída del precio del petróleo
Venezuela tiene la mayor reserva de petróleo del mundo, con 300.878 millones
de barriles, según la Organización de los Países Exportadores de Petróleo
(OPEP), le siguen Arabia Saudita e Irán. A pesar de esto, los precios del mercado
internacional petrolero son inestables.
“El comportamiento de los precios del petróleo está atado a lo que ocurra con los
jugadores del mercado internacional. Por el lado de la demanda, los grandes
jugadores son Estados Unidos, China e India; por el lado de la oferta, están
Oriente Medio y Estados Unidos”, explica Rey.
Estados Unidos utilizó nuevas técnicas de extracción de petróleo, “lo cual hizo
que aumentara la oferta y se cayera el precio, afectando los ingresos del
Gobierno venezolano”, agrega Rey. Mientras que en el 2014 el barril costaba
108 dólares, hoy el valor es de US$ 48,97, según MacroTrends. “El Gobierno
venezolano no ha podido encontrar un mecanismo para sobrellevar la caída de
los precios”.
El 15 de enero de este año, el presidente Maduro decretó ante el Tribunal
Supremo de Justicia el estado de excepción y emergencia económica en el país
para "continuar cabalgando la crisis y avanzar en su superación".
c) Inflación y devaluación del bolívar
“Venezuela tiene un problema muy grave de inflación, provocado principalmente
por la escasez de la productos, comida, enseres, entre otros, que hace que los
precios aumenten”, explica Rey. Por lo tanto, la caída del precio del petróleo,
sumado al asistencialismo y a la inflación han propiciado la crisis humanitaria.
La inflación de Venezuela llegará al 720,5 % este año, según un informe del FMI,
siendo la más alta del continente americano. Esto ha sido una consecuencia de
las restricciones que ha tenido Nicolás Maduro. Ellos quisieron controlar el precio
al consumidor de las mercancías. Sin embargo, el precio de los insumos subió y
esto hizo que las ganancias de las empresas se fueran reduciendo y muchas
tuvieron que cerrar. Una poca oferta de bienes y servicios aumentó el valor de
los productos y esto trajo escasez económica.
El bolívar, la moneda de Venezuela, ha caído vertiginosamente. En el 2013, un
dólar equivalía a 6,3 bolívares oficiales, hoy, 2017, un dólar equivale a 9,3
bolívares oficiales, según el convertidor ‘Exchange Rates’.
Esto se refleja en el aumento del precio de los productos. En el 2016, una
hamburguesa costaba 1.700 bolívares, equivalente a 170 dólares al cambio
oficial de 10 bolívares por dólar, según la AFP.
Sin embargo, los venezolanos intercambian los bolívares y dólares en un sistema
de cambio no oficial, pues el régimen de Maduro creó diferentes tasas de cambio:

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el Decom para las operaciones del público, Dipro para las del Estado y por
supuesto las del mercado negro.

d) Atentar contra las instituciones democráticas


El 6 de diciembre de 2015, por primera vez la oposición venezolana obtuvo la
mayoría en la Asamblea Nacional tras 16 años de gobierno chavista. A los pocos
meses, la oposición se empezó a movilizar para obligar a las autoridades a
aceptar un referendo revocatorio contra el presidente Maduro.
La crisis social se incrementó cuando líderes políticos como Leopoldo López o
Antonio Ledezma, acusado de asociación para delinquir y de conspiración contra
el gobierno de Maduro, fueron arrestados. Esta situación llevó nuevamente a las
protestas de la oposición para pedir su liberación.
El 29 de marzo de este año -2017- , El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)
decidió asumir las competencias de la Asamblea Nacional (AN) debido a la
persistencia del "desacato", un estatus que el Poder Judicial le impuso el año
pasado al Poder Legislativo por el incumplimiento de varias sentencias. Frente a
esto Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, anunció
que era un golpe de Estado.
El gobierno de Nicolás Maduro manifestó a través de un comunicado que era
“falso que se haya consumado un golpe de Estado en Venezuela. Por el
contrario, sus instituciones han adoptado correctivos legales para detener la
desviada y golpista actuación de los parlamentarios opositores declarados
abiertamente en desacato a las decisiones emanadas del máximo Tribunal de la
República”.
“Esta situaciones atentan contra la democracia y hacen que Venezuela se
desplome, pues esta se sostiene en la medida en que haya pesos y contrapesos
institucionales. Cuando esto no ocurre, empieza a haber persecución, decretos
de medidas extraordinarias y abuso del poder”, asegura López, doctora en
Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela y experta en la política
de Venezuela.
Esta comunicación fue rechazada por Caracas, al considerarlo “una grosera
injerencia” de su política interna. Esta tensión entre Santos y Maduro podría
hacer hundir más la crisis que sufre el Gobierno venezolano y quedarse sin un
aliado importante: Colombia.
3. CRISIS POLITICA, SOCIAL Y ECONOMICA EN VENEZUELA
3.1 ANTECEDENTES
Crisis, pobreza, violencia, escasez. Todas esas palabras describen la situación
actual de Venezuela. El Gobierno de Nicolás Maduro no encuentra la manera de
recuperar la calma en las calles, y cada día cientos de venezolanos dejan el país
sin planes de regresar. ¿Cómo llegaron a esta situación? Esta nota te lo resume
en seis puntos.

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a) Caída del petróleo. - La economía venezolana depende de la venta del
crudo. Entre 2013 y 2014, el precio internacional por barril superaba los
100 dólares, pero en 2016 llegó a 26 dólares, el nivel más bajo en los
últimos 12 años. Actualmente, se encuentra alrededor de los 56 dólares.
El economista de Barclays Capital, Alejandro Arreaza, dijo a CNN Español
que en 2014 el petróleo significaba para Venezuela ingresos por 75 mil
millones de dólares, pero que el año pasado esa cifra cayó hasta los 27
mil millones.
b) Falta de alimentos. - Como el Estado tiene cada vez menos dinero, ya
no puede pagar por la importación de ciertos productos como la leche, la
harina, el huevo y algunas medicinas. Por eso las estanterías de muchas
tiendas están vacías. Ya son famosas las imágenes de las largas colas
fuera de las panaderías y de las tiendas casi sin productos para la venta.
"Yo creo que vamos al desenlace (de la crisis). No veo forma de que esto
se sostenga en el tiempo". ~ Henrique Capriles, ex candidato presidencial
y líder de la oposición.
c) Devaluación de la moneda. - En 2015, un dólar valía 175 bolívares. Hoy
el mismo billete puede llegar a valer 14 mil bolívares. Según cifras de S&P,
citadas por Bloomberg, se prevé que la inflación de este año 2018
alcance el 15,000%. Los precios se han disparado y el sueldo promedio
es insuficiente. La Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela
2016 (Encovi) reveló que más del 80% de venezolanos vive debajo de la
línea de pobreza y que un tercio de la población come menos de tres
veces al día. El estudio publicado por la universidad Central de
Venezuela, Católica Andrés Bello y Simón Bolívar, y varias ONGs, difiere
de las cifras oficiales. La administración de Nicolás Maduro ha dicho que
la pobreza se está reduciendo y en 2016 ubicó la cifra por debajo del 22%.
d) Crisis política. - La oposición asegura que Venezuela vive una dictadura.
Este viernes, la chavista Asamblea Nacional Constituyente firmó un
decreto con el que disuelve el Parlamento de mayoría opositora. El
régimen chavista gobierna desde 1999. Hugo Chávez ganó cuatro
procesos, tres de los cuales fueron cuestionados por la oposición. Tras
la muerte de Chávez en 2013, el entonces vicepresidente Nicolás Maduro
asumió el cargo y ganó ese año las elecciones presidenciales en un
proceso que fue calificado como un fraude. El político opositor Leopoldo
López fue condenado a 13 años de prisión por convocar y liderar una
marcha que terminó con la muerte de 40 personas de ambos bandos en
las calles. Su esposa, Lilian Tintori, ha denunciado que el gobierno lo ha
sometido a torturas en la cárcel. "Estamos en el centro de una crisis
revolucionaria. Que nadie les tenga miedo a esas palabras. Venezuela
necesita una revolución económica para el parto de una nueva economía,
de un nuevo modelo, de un nuevo tiempo, de una nueva fuerza productiva,
y los actores de esa revolución estamos aquí". ~ Nicolás Maduro,
presidente de Venezuela.
e) Protestas en las calles. - Luego de tres períodos bajo el control chavista,
en 2015 la oposición obtuvo la mayoría de los escaños en el Congreso.
Sin embargo, Nicolás Maduro convocó este año a un proceso electoral

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para elegir una Asamblea Nacional Constituyente, que se encargará de
introducir cambios en la Constitución. Distintos políticos, analistas y
organizaciones civiles criticaron que este proceso haya sido aprobado sin
un referéndum previo. Esto desencadenó nuevas protestas en todo el
país que terminaron con más de 120 muertos. Sin embargo, la Asamblea
fue elegida el domingo 30 de julio y su conformación es de mayoría
chavista. El mayor problema es que la Constituyente tiene la potestad de
disolver el Parlamento si lo cree necesario. La oposición teme que eso
pueda ocurrir en los próximos días.
f) Cercó a los medios de comunicación. - "En 2016, todas las condiciones
del ejercicio del periodismo en Venezuela estuvieron comprometidas y
fueron infiltradas para restringir este oficio, en mayor o menor medida",
indicó un reciente informe publicado por el Instituto Prensa y Sociedad de
Venezuela (IPYS). La oposición denuncia desde hace más de una década
que el chavismo ha recortado la libertad de prensa en el país (y que lo
sigue haciendo).
En otro informe titulado Propietarios de la censura, IPYS también
denunció que, en los últimos cinco años, al menos 25 medios fueron
vendidos a empresarios vinculados con el gobierno. Este proceso devino
en el cambio de línea de los medios, ahora menos críticos con la gestión
de Maduro. A inicios de 2017, el gobierno venezolano ordenó a las
operadoras de cable cortar las señales de CNN y CNN Español porque
ambas "incitan al odio".
4. PRESIDENCIA DE CARLOS ANDRÉS PÉREZ
La crisis económica, social y política que vive Venezuela no comenzó,
como muchos creen, con el ascenso de Comandante Chávez al poder, en
1998. En la realidad, comenzó con el Presidente Carlos Andrés Pérez, a
principios de los años 70.
La nacionalización del petróleo y el auge económico despilfarrador que
derivó de ella, marcaron el inicio de una política socioeconómica de
“bonanza” y grandes negocios que, veinte años después, en la década de
los 90, provocaría el “viernes negro” (la primera gran devaluación del
bolívar y el primer control de cambio - RECADI) y luego la revuelta popular
y los saqueos del “caracazo”. Durante ese período, el descuido de las
necesidades de la gente, la corrupción y el intento de corregir las
desviaciones a través de la aplicación del “paquete neoliberal”
(privatizaciones, incremento del costo de los servicios y otras medidas),
potenciaron el descontento.
5. GOLPE MILITAR DEL COMANDANTE HUGO CHAVEZ FRIAS
El alzamiento militar del 4 de febrero, con el Comandante Hugo Chávez
Frías, a la cabeza y luego la debacle bancaria a mediados de los 90’ cerró,
con broche de oro, ese período.
A partir de allí se abrieron las puertas a lo que hoy entendemos como
propuestas populistas, disfrazadas de política de izquierdas y socialismo
que Chávez encarnó y muchos, trasnochados ilusionados con un cambio
radical, apoyaron.

12
Lo que pasó después: la Asamblea Constituyente, la nueva Constitución,
la huelga general y el paro petrolero, el golpe de estado, la renuncia de
Chávez, su regreso al poder, su muerte y la designación del “elegido”
Nicolás Maduro, produce material para varios tomos.
6. GENERALIDADES DEL GOBIERNO DE NICOLAS MADURO

Lo cierto es que el análisis del estado actual y la naturaleza de la crisis


socioeconómica, política y cultural en Venezuela tropieza con muchas
dificultades, en parte por la ausencia de información confiable y
actualizada. Desde el inicio del gobierno de Chávez, el gobierno decidió
ocultar o manipular las cifras e indicadores estadísticos en casi todos los
ámbitos, que permitiera confirmar su profundidad. Los cálculos que se han
difundido presentan grandes variaciones y las del gobierno no son
confiables. Pero también ha habido un copamiento de los medios de
comunicación por parte del gobierno: cierres de medios, coacción,
compras forzadas, autocensura y creación de nuevos medios
audiovisuales e impresos.
Por otro lado, ya no producen suficiente petróleo liviano ni gasolina para
el consumo interno o para ser mezclado con petróleo pesado para su
transporte y refinación, y lo importan, reduciéndose así significativamente
los beneficios. La principal refinería del país (AMUAY), uno de los
complejos de refinación más grandes del mundo, está trabajando a menos
del 30% de su capacidad instalada. Como consecuencia, el beneficio neto
(PDVSA) se desplomó más de 9 mil millones de dólares en 2014, a 830
millones de dólares en 2016. En noviembre del 2017, la empresa fue
intervenida a consecuencia de la obscena corrupción que se evidenció,
mantenida durante los últimos 12 años.
Por su parte, la inflación se situó entre 500% y 800%, y se esperan niveles
más altos para el año 2018. Por tercer año consecutivo se ha producido
un grave déficit fiscal que ha venido contrayendo el gasto público, con una
reducción de alrededor del 30% anual.
Las reservas internacionales disminuyeron de 35 mil millones de dólares
en 2009 a 10 mil 300 millones de dólares en abril de 2017 y 9.456 millones
al mes de marzo del 2018.
Como si fuera poco, el total de la deuda consolidada del país (deudas
nacionales y externas, préstamos y bonos emitidos por la República y
PDVSA), ascienden a 181 mil millones de dólares. Esto representa más
del 80% del PIB, y es casi 18 veces más que el total de las reservas
internacionales del país. En los últimos 3 años, Venezuela ha cancelado,
por concepto de Capital Reembolsado y de Intereses Pagados, la
cantidad de 73 mil 359 millones de dólares.
El impacto socio-económico de esta catástrofe es tremendo. El deterioro
general de la actividad productiva y de las finanzas públicas ha tenido
graves repercusiones en las condiciones de vida de la población,
especialmente en las áreas de salud, alimentación y de seguridad
personal. Los niveles de pobreza en términos de ingresos monetarios, hoy

13
están peor que los niveles que existían antes del inicio del gobierno de
Chávez.
Miles de empresas productoras y comercios, incluidas las empresas
extranjeras que se instalaron durante la bonanza económica, se ha ido,
han cerrado o han sido confiscadas-expropiadas. El caso de las líneas
aéreas es patético. Como el gobierno se ha convertido en el principal, casi
único, generador de dinero, ahora la mayor parte del comercio de los
bienes que son importados se mueven, corrupción mediante, en las redes
informales de la economía. La escasez de casi todo, especialmente
alimentos y medicinas, alcanza cerca del 70 % y los precios están por las
nubes.
Como resultado visible, el 54% de los niños y muchos adultos
venezolanos tienen algún grado de malnutrición o desnutrición.
Acrecentando la morbilidad y la mortalidad en sectores vulnerables (niños,
ancianos, mujeres embarazadas y enfermos crónicos) a cifras alarmantes
por la ausencia de medicamentos e insumos hospitalarios. En términos
de salud pública, enfermedades como la malaria y el paludismo, la
tuberculosis, la difteria y otras que habían sido erradicadas o controladas,
ha vuelto por sus fueros. Por ejemplo, entre los años 2015 y 2016, el
número de casos de malaria registrados en el país se incrementó en un
76%, pasando de 136.402 a 240.613 casos.
A esto hay que agregarle que no hay suficientes billetes de
denominaciones adecuadas a los costos de los productos y el sistema de
pagos por vía electrónica se encuentra colapsado. Los bancos, por orden
del gobierno, tienen limitada la entrega de efectivo, tanto por ventanilla
como en cajeros electrónicos. Así que no hay dinero efectivo circulando y
las formas de pago electrónicas están severamente limitadas.
Delincuencia galopante, durante el 2016 y 2017, el país tuvo una tasa de
homicidios de 98 homicidios por cada 100.000 habitantes, Venezuela,
después de El Salvador, ocupa el segundo lugar de inseguridad y
peligrosidad en todo el mundo.
Aunque no hay cifras oficiales, se estima que unos tres millones de
personas han abandonado el país en los últimos tres años, especialmente
jóvenes, tanto profesionales como trabajadores no calificados, en busca
de un “futuro mejor” en otros lugares.
Frente la crisis del modelo petrolero rentista –extractivista- depredador
que Chávez reforzó, el gobierno ha optado por empujar al país en el
camino de una ampliación del patrón establecido, ahora basado en la
minería a gran escala. El megaproyecto de explotación del Arco Minero
en la Guayana, tendría devastadoras consecuencias sociales y
ambientales tanto inmediatas como a largo plazo. Afectaría parte de la
selva amazónica, destruyendo vastas áreas de extraordinaria diversidad
biológica, amenazaría las principales fuentes de agua, así como las
represas hidroeléctricas que suministran el 70% de la electricidad que se
consume en el país y tendría graves efectos sociales, económicos y
culturales sobre las etnias originarias que habitan la región.

14
Cuando Nicolás Maduro llegó a la presidencia, en abril de 2013, lo hizo
con un nivel de legitimidad y de apoyo electoral mucho más bajo que el
que tuvo Chávez hasta su muerte. Ganó las elecciones con una diferencia
de solo 1,5% sobre Henrique Capriles, el candidato de la oposición. Al
respecto, el ruido de fondo del fraude electoral, se sigue oyendo.
Una ruptura fundamental en el proceso bolivariano se produjo cuando,
con la victoria aplastante en las elecciones parlamentarias del 6 de
diciembre de 2015, la oposición alcanzó una mayoría cualificada de dos
tercios en la Asamblea Nacional (AN). Esto implicaba un cambio radical
en la correlación de fuerzas en el seno del Estado. Con esta mayoría, la
oposición en la AN, de acuerdo a la Constitución, podía nombrar a los
miembros del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y del Consejo Nacional
Electoral (CNE). Podría aprobar leyes orgánicas sin negociar con los
representantes del gobierno. En lugar de reconocer esta severa derrota e
iniciar una profunda reflexión autocrítica sobre sus causas, el Gobierno no
vio la necesidad de cambios en sus políticas y atribuyó la crisis y la victoria
de la oposición exclusivamente a lo que ha denominado la "guerra
económica" por parte de la derecha y del imperio.
La corrupción generalizada, la burocracia, genéticamente ineficiente, la
inseguridad personal y jurídica, y las distorsiones que genera una paridad
cambiaria insostenible, conforman el marco-contexto de la crisis.
Por otra parte, los resultados de las recientes elecciones para
gobernadores y alcaldes, pusieron en evidencia la consolidación de una
estructura electoral fraudulenta, la cual se inició con la elección de la
Asamblea Nacional Constituyente, superando con creces las patrañas de
los gobiernos anteriores, y cuyo propósito es impedir o entorpecer la
expresión de la voluntad genuina de la gente a través del voto. Esta
estructura electoral fraudulenta, se ha venido construyendo desde hace
tiempo, con la complicidad del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
El proceso incluyó las siguientes acciones:
 El impedimento de la convocatoria del Referendum Revocatorio
contra el Presidente, en el 2015.
 La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) sin
la realización de la consulta popular que establece la Constitución.
 La elección de los miembros de la ANC sin algún mecanismo de
observación imparcial, testigos o auditoria, y sin el uso de tinta
indeleble.
 La suspensión inconsulta de las elecciones regionales para
gobernadores, las cuales estaban previstas para diciembre de
2016.
 No permitir la inscripción de las organizaciones políticas que
adversan al gobierno, ni permitir el uso de sus tarjetas electorales.
 El acortamiento excesivo, inconsulto y sin previo aviso de los
lapsos para inscribir candidatos a gobernadores (uno o dos días).
 La imposibilidad de sustituir candidatos inscritos.

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 La reubicación inconsulta, y hasta el día anterior a las elecciones
regionales, de cientos de Centros de Votación, afectando a cerca
de 750 mil votantes. Estas reubicaciones no fueron informadas al
público por el CNE.
 El uso masivo, público y notorio –casi obsceno- de los recursos del
Estado, de grupos violentos y de los medios públicos en apoyo a
los candidatos del gobierno.
 El uso –público y notorio- de mensajes oficialistas de intimidación
y coerción a los funcionarios públicos, beneficiarios de Misiones
oficiales y pensionados.
 La creación de organismos paralelos, con competencia y recursos
financieros controlados por los gobernadores perdedores, en
aquellos Estados donde ganó el candidato opositor.
 La exigencia inconstitucional de que los funcionarios electos se
juramenten ante la ANC, bajo amenaza de desconocimiento,
destitución o cárcel.
 La negativa de abrir el Registro Electoral Permanente (REP) lo cual
impedirá que cerca de 1 millón de nuevos electores puedan
inscribirse.
Así pues, parece que el gobierno ha cerrado la última puerta a la dinámica
democrática, participativa y protagónica del pueblo venezolano. De aquí en
adelante el panorama está marcado con caos e incertidumbre.
Con un liderazgo opositor que sigue en desbandada, fragmentado y sin rumbo
conocido y un gobierno empeñado en permanecer “como sea” en el poder, en
medio de las pugnas entre los diferentes “grupos de interés” que lo conforman,
Venezuela se enfrenta una total inestabilidad. Mientras tanto, la gente común
continúa lidiando con las calamidades del día a día, sin que haya ningún anuncio
que permita avizorar una mejoría en la crisis económica y social que nos agobia.
Default, hiperinflación, escasez, déficit del sector interno y externo, bloqueo
financiero, sanciones económicas, riesgo país, aislamiento internacional,
autoritarismo, son términos que estarán sobre la mesa, quizás con demasiada
frecuencia.
7. PROPIEDAD PRIVADA Y EXPROPIACIONES
Analizando el plano formal, la libre iniciativa y la propiedad privada existen en
este país. En el artículo 112 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (CRBV), aprobada por votación popular el 15 de diciembre de 1999,
se establece que “todas las personas pueden dedicarse libremente a la actividad
económica de su preferencia…” En el artículo 115 se señala: “se garantiza el
derecho de propiedad. Toda persona tiene derecho al uso, goce, disfrute y
disposición de sus bienes” (el destacado es nuestro).
En ese mismo artículo, se añade: “por vía de excepción podrán ser objeto de
confiscación, mediante sentencia firme, los bienes de personas naturales
jurídicas, nacionales o extranjeras, responsables de delitos cometidos contra el

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patrimonio público, los bienes de quienes se hayan enriquecido ilícitamente al
amparo del Patrimonio Público y los bienes provenientes de las actividades
comerciales, financieras o cualesquiera otras vinculadas al tráfico ilícito de
sustancias psicotrópicas y estupefacientes” (el destacado es nuestro).
En pocas palabras, la CRBV establece claramente el principio de la propiedad
privada y tipifica los casos en los cuales el gobierno puede ignorarlo para
despojar a un particular o a una empresa de los bienes que les pertenecen. Para
que ese despojo se produzca es indispensable que se haya cometido un delito
grave. Estos principios constitucionales se desarrollan en el Código Civil y en el
Código de Comercio.
a) Chávez y la propiedad privada. - En el plano de la realidad concreta, en
Venezuela ocurre algo muy distinto a lo que indica la Constitución. Desde
el año 2001, y especialmente a partir de la reelección de Chávez en
diciembre de 2006, cuando compite con Manuel Rosales, en ese entonces
gobernador del estado Zulia, la propiedad privada de los medios de
producción y de activos particulares, como los inmuebles, viene siendo
objeto de un acoso permanente por parte del régimen. A partir de su
victoria frente a Rosales, el comandante fallecido comenzó a plantear de
forma abierta la necesidad de acabar con las relaciones de producción
capitalista, destruir las relaciones mercantiles, suplantar el valor de
cambio por el valor de uso y, en fin, sustituir el capitalismo por el
socialismo del siglo XXI. El eje de ese movimiento residía en reducir a su
mínima expresión la propiedad, tanto de los medios de producción como
de los inmuebles.
b) Expropiaciones. - Los carteles con la figura de Chávez y la leyenda
“Expropiado” formaron parte de una campaña anónima en 2010 contra el
mandatario.
La reforma constitucional que Hugo Chávez sometió a la consideración
del electorado el 2 de diciembre de 2007, tenía en la propiedad pública y
en la propiedad comunal dos de sus columnas fundamentales. A pesar de
que ese referendo aprobatorio fue rechazado por la mayoría de los
electores, el Presidente desconoció ese dictamen y le ordenó a la mayoría
oficialista de la Asamblea Nacional que aprobara un conjunto de leyes en
las cuales se consagraba la propiedad colectiva.
El giro hacia la socialización tenía dos vertientes: una, dirigida a la
estatización de empresas privadas importantes; la otra, orientada a la
colectivización de aquellas áreas no consideradas estratégicas por el
gobierno. Para avanzar en la primera línea nacionalizó empresas como la
Siderúrgica del Orinoco (SIDOR), con el objeto de controlar la producción
de acero y cabillas; Cementos Mexicanos (CEMEX) para dominar el área
de la fabricación de cemento; y la Electricidad de Caracas, con el fin
manejar la energía eléctrica en la región central del país. Expropió
Agroisleña, importante empresa del occidente nacional que asesoraba y
abastecía de abonos y fertilizantes a los productores agrícolas, y Lácteos
Los Andes, Aceites Diana y Café Fama de América, cada una de ellas con
importancia en su respectiva área.

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Esas expropiaciones y confiscaciones, así como otras que se efectuaron
en las zonas rurales, se realizaron sin que sus dueños incurriesen en
ningún delito, ni se hubiese producido ninguna sentencia firme por parte
de algún tribunal de la República. Solo la arbitrariedad y el capricho del
autócrata servían para justificar esos atropellos a la propiedad privada.
En el plano de la creación de la propiedad comunal, a pesar de las leyes
sobre la Economía Popular aprobadas por el Parlamento, fue muy poco
lo que se avanzó. Los Fundos Zamoranos, las comunas agrícolas, las
cooperativas socialistas y las Empresas de Responsabilidad Social
(ERS), no contaron con el apoyo popular, no obstante, la propaganda y el
esfuerzo verbal que les dedicó el caudillo.

c) La situación actual. - Chávez no pudo ver realizada su utopía


colectivista. Las relaciones de producción capitalista siguen
predominadas en el país. Sin embargo, la propiedad privada se encuentra
sometida a numerosas y graves restricciones que han reducido
gravemente su eficiencia y su importancia.

En el Índice 2013 de Libertad Económica, elaborado por la Fundación


Heritage, Venezuela aparece en el lugar 174, de los 177 países
estudiados. Esta precariedad institucional ha provocado una enorme
inseguridad jurídica y que los derechos de propiedad se encuentren
seriamente amenazados. El estatismo se ha desbordado. Las empresas
productoras de alimentos, por ejemplo, pueden ser declaradas
“estratégicas” y de utilidad pública en cualquier momento, y, por lo tanto,
confiscadas sin que se cubran los extremos legales. Esas empresas y las
grandes redes de supermercados no pueden producir ni distribuir sus
productos de acuerdo con sus propios planes operativos, sino según las
órdenes que les dicta el gobierno central de forma unilateral.
A través del control de cambios de la Comisión de Administración de
Divisas (CADIVI) y de la Ley de Ilícitos Cambiarios, el Gobierno mantiene
el control de las divisas que manejan las empresas, lo cual las obliga a
una relación de sometimiento y dependencia absoluta del Ejecutivo. El
Servicio Nacional Integrado de Administración Tributaria (SENIAT) puede
imponerles multas millonarias y arbitrarias a las empresas, sin que exista
un tribunal independiente al cual apelar.
En el caso de la propiedad inmobiliaria particular, los dueños de los
inmuebles alquilados están sometidos a los abusos de los inquilinos sin
que la ley los proteja. También resulta cada vez más difícil disponer de
una vivienda. La propiedad privada en Venezuela está languideciendo.
Para la mayoría de la población, dentro y fuera del país, la situación es
alarmante. Hemos llegado a un límite casi inimaginable en términos de
hiperinflación, de deterioro en la calidad de vida, de violación de los
derechos humanos y de control y represión oficial. El país frívolo que
exportaba reinas de concursos de belleza se ha convertido en el país
trágico que exporta pobres desesperados. Todo esto, bajo la mirada de

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un gobierno que sigue empeñado en negar la realidad, que prefiere
destruir la nación que negociar.
En un artículo indignante, publicado hace pocos días en El País, Nicolás
Maduro ofreció una muestra de cómo continuamente intenta legitimarse.
“Nuestra democracia es distinta a todas”, afirma al comienzo del texto.
“Porque todas las demás —en prácticamente todos los países del
mundo— son democracias formadas por y para las élites. Son
democracias donde lo justo es lo que le conviene a unos pocos”.
En realidad, su gobierno es un espejo perfecto de lo que denuncia. El
chavismo se ha convertido en una élite que lleva veinte años
concentrando poder. Controla el petróleo y la moneda, maneja a su antojo
las instituciones y los tribunales, ha transformado a las Fuerzas Armadas
en su ejército privado. Detiene, encarcela, tortura y hasta ejecuta
adversarios sin respetar las leyes, sin dar explicaciones. Ha privatizado
casi todos los espacios de la vida pública, ha organizado el hambre como
un negocio político rentable. Una élite que necesita y desea, el próximo
20 de mayo, ganar algún tipo de legitimidad.
Quienes promueven la teoría de que es necesario votar dan por
descontado que la abstención es una resignación inútil, un abandono de
la lucha o una manera algo espuria de resistir. Uno de los éxitos del
chavismo ha sido distribuir en la sociedad venezolana la idea de que el
disentimiento es sospechoso, que siempre puede acercarse
peligrosamente a la ilegalidad. La ambigua conjetura de que el llamado a
no votar esconde en el fondo un ánimo conspirador le resulta muy
conveniente al gobierno.
Dos supuestos sostienen la propuesta de participar en las elecciones:
creer, primero, que de manera repentina una indetenible marea de votos
le dará un triunfo incuestionable al candidato de la oposición, Henri
Falcón, y, después, en segundo término, confiar que el gobierno y sus
instituciones aceptarán y reconocerán esa victoria. No hay, sin embargo,
ninguna garantía de que alguna de estas dos cosas pueda ocurrir.
8. CRISIS DE SALUD
El año pasado, la entonces ministra de Salud, Antonieta Caporale, divulgó datos
oficiales que indicaban que, en 2016, la mortalidad materna aumentó un 65 por
ciento; la mortalidad infantil, un 30 por ciento, y los casos de malaria, un 76 por
ciento. A los pocos días, fue despedida.
Los venezolanos enfrentan una severa escasez de medicamentos, insumos
médicos y alimentos que cercena gravemente su derecho a la salud y la
alimentación. En 2017, la ministra de salud venezolana divulgó datos oficiales
correspondientes a 2016 que indicaban que, en un año, la mortalidad materna
aumentó un 65 %, la mortalidad infantil un 30 % y los casos de malaria un 76 %.
Algunos días después, la ministra fue despedida. Según Cáritas Venezuela, los
casos de desnutrición severa de niños y niñas menores de 5 años aumentaron
del 10,2 % en febrero de 2017 al 14,5 % en septiembre de 2017, lo cual traspasó
el umbral de crisis establecido por la Organización Mundial de la Salud.
ha habido protestas y saqueos en respuesta a la debacle económica, al hambre,
la crisis de salud y la represión política. El gobierno ha respondido por lo general

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con brutalidad, como ocurrió el 31 de diciembre cuando una mujer embarazada
murió por un disparo de la Guardia Nacional Bolivariana mientras esperaba en
la cola para comprar comida.
9. CRISIS ECONOMICA
Tienen una galopante hiperinflación de 13,500%, La hiperinflación está
erosionando la capacidad de compra y cada día más gente se ve obligada a
depender de comida con precios fijados por el gobierno para alimentar a sus
familias, lo cual genera una enorme y perversa dependencia del régimen. Es
previsible que muchos voten por el gobierno por temor a perder beneficios,
incluyendo el acceso a comida.
Maduro ha creado un mecanismo muy efectivo para conseguir votos e intentar
salvar su impopularidad. Mientras este tipo de extorsión siga en pie, el pueblo
venezolano no podrá votar libremente —u optar por quedarse en sus casas— sin
temor a represalias.
No hay estadísticas oficiales sobre los niveles de escasez de alimentos. Pero la
encuesta Encovi 2017, realizada por destacadas universidades venezolanas en
todo el país, indica que un 78,6 por ciento de los encuestados ha comido menos
debido a la escasez, un 61,2 por ciento se acuesta con hambre y un 64,3 por
ciento perdió un promedio de 11 kilos en el año. Según un estudio realizado en
Caracas y en tres estados por la organización católica Cáritas Venezuela, la
desnutrición moderada y severa de menores de 5 años aumentó del 10,2 por
ciento al 14,5 por ciento entre febrero y agosto de 2017.
a) La crisis petrolera mundial, que inició en el 2014, noqueó a la economía
venezolana, al reducir el precio del crudo de exportación, responsable de
90 por ciento de los ingresos y las divisas de Venezuela. El 20 de
diciembre de 2013, el barril venezolano se cotizaba en 99.87 dólares; para
febrero del 2016, se vendía por 24.25 dólares. Si bien no es el único
elemento de la crisis, sí es uno de los principales. El Fondo Monetario
Internacional (FMI) calcula que Venezuela cerrará el año 2016 con una
caída del PIB de -10,0% y una inflación superior a 475%, al actualizar sus
previsiones económicas anunciadas en abril.
b) Crisis de abasto de alimentos y medicinas. - El abasto de alimentos
ha sido un problema recurrente del gobierno socialista de Venezuela.
Durante la gestión de Chávez, la importación de alimentos comenzó a
tener dificultades debido a la decisión de su gobierno de controlar el tipo
de cambio, lo cual elevó los precios. La forma de resolverlo fue subsidiar
estos productos, algo posible gracias a las altas rentas petroleras. Con el
gobierno de Maduro, el coctel fue explosivo: a la caída del precio del crudo
se sumaron las medidas de control cambiario, que agudizaron el abasto
de productos básicos y medicinas. En medio se cruzó una caída en la
producción industrial interna, consecuencia de la crisis económica.
Organismos internacionales como Human Rights Watch han pedido que
se declare una crisis humanitaria en Venezuela; otros, como la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se han opuesto
porque las condiciones que establece la ONU para declarar la crisis no
obedecen a la realidad venezolana.

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c) La declaración del Estado de Excepción y Emergencia Económica. -
La primera vez que Nicolás Maduro declaró el estado de excepción y
emergencia económica que le permite dictar leyes sin necesidad de
recurrir al legislativo, en un momento donde la escasez de bienes y la
recesión golpean a la población fue en enero de este año, pocos días
después de que la Asamblea Nacional asumiera su cargo. El Parlamento
votó en contra de la medida, pero el TSJ respaldó a Maduro y validó el
decreto, que inicialmente duraría 60 días. En marzo y mayo, esta medida
fue prorrogada. De esta forma, Maduro busca tomar las medidas que crea
convenientes para superar la grave crisis económica y de desabasto por
la que atraviesa el país. Analistas políticos apuntaron que una medida de
esta naturaleza no habría sido tomada por Hugo Chávez.
La patronal Fedecámaras asegura que la industria funciona al 30% de su
capacidad por los controles y las expropiaciones. El FMI estimó una caída
del PIB de 12% en 2017 y de 6% para 2018. Foto: Gianluca Giuman
Luis Briceño construyó su patrimonio con una pequeña fábrica que luego
de 25 años podría cerrar. "Este arranque de año es criminal", dice,
reflejando la angustia de millones de venezolanos ante una crisis
económica fuera de control. Aunque evita pensarlo, este empresario de
70 años sabe que los próximos meses serán críticos para su negocio por
la falta de insumos y la hiperinflación, que según el FMI llegará a 2.350%
en 2018. También porque dos de sus tres empleados planean emigrar.
Briceño considera que el incremento de 40% del salario mínimo decretado
por el presidente Nicolás Maduro el 31 de diciembre solo complica todo.
"Cuando vi que lo aumentaron apagué la televisión. Dije: no quiero saber
de eso hasta enero (...) porque es empezar a angustiarme desde ahorita",
cuenta a AFP en su fábrica de glaseado e impresión de envases de vidrio
en Caracas, que llegó a tener 10 empleados. "Me parece criminal, porque
a los propios obreros les preguntas: ¿quieres que te aumente el sueldo
mínimo por parte del gobierno?, y dicen que no, porque al día siguiente
aumenta todo", añade. "Cada vez compras menos"
Reajustado seis veces en 2017, el salario mínimo integral (sueldo más
bono de alimentación) es de 797.510 bolívares: 238 dólares a la tasa
oficial y seis dólares a la del mercado negro. Briceño paga más del
básico, pero debe incrementar el bono, que representa 69% del total. Sus
costos aumentarán, y así toda la cadena productiva.
Unos 13 millones de trabajadores devengan salario mínimo o reciben el
bono, sobre una población económicamente activa de 19,5 millones,
según el gobierno. Por la inflación -que según analistas superó el 2.000%
en 2017-, con el ingreso básico apenas se pueden comprar 30 huevos, un
kilo de carne, uno de azúcar y otro de cebolla.
Según las principales universidades venezolanas, la pobreza alcanzó
30,2% y la pobreza extrema 51,5% en 2016. El gobierno las ubica en
18,3% y 4,4%.
Expertos consideran que los aumentos salariales son necesarios en
hiperinflación, pero de nada sirven sin otras medidas, como reducir la

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emisión de dinero sin respaldo para financiar el gasto público. "El
problema no es la pastilla que te tomas, sino la que no te estás tomando
(liberar y racionalizar la economía y promover la producción privada)",
sostiene el economista Luis Vicente León.
El gobierno defiende los aumentos y atribuye la hiperinflación a una
"guerra económica" para derrocar al presidente Nicolás Maduro. La
economía venezolana está sometida a un férreo control de precios y de
divisas, monopolizadas por el gobierno socialista.
En un país donde el petróleo aporta 96% de los ingresos y dependiente
de las importaciones, la caída del precio y de la producción de crudo
llevaron al gobierno a reducir drásticamente las compras externas,
generándose una escasez severa de alimentos, medicinas y materias
primas.
Venezuela y la petrolera estatal PDVSA han sido declaradas en default
por retrasos con pagos de capital e intereses de deuda. Maduro tiene
congelada la asignación de dólares, por lo que algunos empresarios
acuden al mercado negro, donde la cotización multiplica por 40 la tasa
oficial.
La patronal Fedecámaras asegura que la industria funciona al 30% de su
capacidad por los controles y las expropiaciones. El FMI estimó una caída
del PIB de 12% en 2017 y de 6% para 2018.
De haber llegado a producir hasta el 70% de los alimentos que consumía,
el país con las mayores reservas petroleras apenas abasteció el 30% en
2017 y eso porque quedaban inventarios de fertilizantes y semillas, dijo el
presidente de Fedeagro, Aquiles Hopkins.
En las últimas semanas hubo pequeñas protestas por comida en varias
ciudades. Una mujer falleció por un disparo de un militar mientras
esperaba por carne de cerdo subsidiada en vísperas de Año Nuevo.El
sábado, el gobierno obligó a decenas de supermercados a rebajar los
precios, lo que generó grandes colas frente a los comercios.
En un sector comercial capitalino, Raquel Benarroch, ama de casa de 53
años, expresa tristeza por el cierre de negocios que, presagia, "no
volverán a abrir". "Antes veíamos el fondo del abismo, ahora vemos
mucho más negro", señaló.
10. AUTORES SOBRE CASO VENEZUELA
El 14 de abril de 2013, Nicolás Maduro asumió la presidencia de Venezuela y
desde ese momento se han presentado una serie de circunstancias y decisiones
que han llevado al país a sumirse en una profunda crisis económica, social y
política.
Estos son cinco protagonistas de la tensa situación venezolana, que ha generado
preocupación internacional.

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a. Nicolás Maduro
Electo en abril de 2013 para suceder a su mentor Hugo Chavez, quien falleció
en marzo de ese año, el presidente Maduro encaró una fuerte presión por la
escasez de alimentos y medicinas, agravada por la caída de los precios del
petróleo.
El presidente socialista, un exconductor de bus de 55 años, cuenta con el apoyo
de las instituciones del Estado, menos el Parlamento, controlado por la oposición
desde enero de 2016.
b. Henrique Capriles
Capriles es el gobernador del estado de Miranda (norte) y en 2013 fue derrotado
por Maduro por un estrecho margen de 1,5 puntos porcentuales. Este abogado
de 44 años era la cara más visible de los esfuerzos de la oposición para
reemplazar el gobierno.
Pero no podría ser candidato en una eventual elección presidencial luego que
fuera inhabilitado para aspirar a cargos públicos por 15 años por supuestas
irregularidades en su gestión como gobernador.
Capriles ha llamado a Maduro dictador y "esperpento", mientras que el
mandatario acusa al opositor de "golpista", "terrorista" e incluso con el insulto
homofóbico "Capriloca".
c. Vladimir Padrino
Encabezada por el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, la Fuerza Armada
reafirmó su "lealtad incondicional" a Maduro, mientras la oposición la exhortó a
ser "leal" a la Constitución y a no "reprimir" sus marchas.
La primera muestra de lealtad de Padrino con Chávez, y quizá la más importante,
se dio en abril de 2002, cuando lideró uno de los comandos que se rebelaron en
contra del golpe de Estado que tumbó a fallecido presidente por 48 horas.
Padrino ha ido escalando posiciones hasta convertirse en uno de los hombres
de confianza del sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, y como ellos se ha
acercado y visitado con frecuencia a los líderes de la revolución cubana, los
hermanos Castro.
Padrino no tiene intenciones políticas, pero ha servido para darle poder político
a Maduro.
Las manifestaciones opositoras terminan por lo general en violentos
enfrentamientos con las fuerzas del orden. Maduro compró la “lealtad" de los
jefes militares entregándoles enorme poder político y económico.
d. Luis Almagro
Gobiernos aliados de izquierda, como Cuba y Bolivia, apoyan a Maduro en foros
internacionales, mientras que Estados Unidos y otros países latinoamericanos,

23
como Argentina, Brasil, Colombia y México, manifiestan su preocupación por la
democracia del gigantesco exportador petrolero.
La voz más crítica fuera de las fronteras venezolanas es el uruguayo Luis
Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA),
que tacha a Maduro de dictador y ha pedido la aplicación de sanciones a su
gobierno.
e. Acreedores
A pesar de la crisis, Venezuela ha cumplido con sus compromisos
internacionales de deuda con acreedores como China y Rusia.
Actualmente, cualquier acuerdo para obtener créditos de inversionistas
extranjeros, incluidos contratos de petróleo, deben ser aprobados por el
Legislativo de mayoría opositora.
Los inversionistas comienzan a organizarse para una posible batalla legal por el
persistente retraso del Gobierno del presidente Nicolás Maduro en cancelar
compromisos asumidos al emitir unos 50.000 millones de dólares en bonos que
están en circulación, en un esfuerzo por ahorrar divisas para la hundida
economía que vive por primera vez una hiperinflación.
11. La crisis venezolana: el rol de la comunidad internacional
Las medidas unilaterales que los Estados, grupos de Estados e incluso
instituciones internacionales adoptan para exigir a un Estado, en este caso
Venezuela, que viola de manera grave normas imperativas de derecho
internacional, como las relativas a los derechos humanos, no constituyen actos
contrarios a la soberanía, tampoco injerencia en los asuntos internos de
Venezuela.
Estas medidas unilaterales tienen una clara e incuestionable fundamentación
jurídica. Son legítimas y además pueden producir los efectos políticos que
permitan la restauración del orden y del respeto de las normas por el régimen
venezolano
Las medidas unilaterales en el caso de Venezuela no pueden ser interpretadas
como "sanciones" internacionales, tales como las que acuerda el Consejo de
Seguridad o un grupo de Estados cuando hay una ruptura de la paz o una
amenaza de ruptura de esta.
Son medidas legales que los Estados en el ejercicio de sus facultades pueden
adoptar para su aplicación dentro de su territorio nacional o en relación con sus
nacionales. Es claro que las medidas unilaterales que tienen alcance
extraterritorial son contrarias al derecho internacional, pues ningún Estado puede
imponer a otro obligaciones mediante un acto unilateral, sea este originado por
actos legislativos internos, incluso, como lo fueron las leyes estadounidenses
Helms-Burton, Torricelli o D'Amato.
Las medidas unilaterales que adoptan algunos Estados y la Unión Europea son
selectivas, no buscan "castigar" al pueblo venezolano, sino a los incursos o
presuntamente involucrados en violaciones de derechos humanos o en la
realización de crímenes internacionales o que de otra manera hayan incurrido en

24
delitos transnacionales como la delincuencia organizada, la corrupción o el
blanqueo de capitales; también, por supuesto, el apoyo a actividades terroristas.
Las medidas unilaterales que adoptan algunos Estados en relación con
Venezuela constituyen una presión sana para restaurar el orden y lograr el cese
de la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos y el retorno
al Estado de Derecho, el respeto a la democracia que los venezolanos merecen.
La comunidad internacional tiene un papel fundamental en la solución de la crisis
venezolana que, como hemos dicho, no es una simple crisis, menos de la
exclusividad de los venezolanos, pues interesa a la comunidad internacional por
sus numerosas implicaciones; sino una crisis integral, con alcance humanitario,
que lejos de ser coyuntural, es permanente y progresiva, al agravarse
constantemente.
La comunidad internacional tiene el derecho y el deber de exigir a la dictadura el
cese de la violación de las normas internacionales que protegen los derechos
humanos, considerando que la situación y su agravamiento afectan la paz y la
seguridad internacionales, además de la estabilidad de los países vecinos,
principalmente limítrofes, que reciben flujos migratorios importantes que de
alguna manera afectan sus capacidades, un tema examinado en la reunión
reciente del Consejo de Seguridad convocada por Italia y Estados Unidos bajo
la modalidad de la fórmula Arria.
De manera que es inaceptable que algunos consideren estas medidas
unilaterales como contrarias al derecho internacional y que puedan tener efectos
en perjuicio de los venezolanos. Una apreciación sesgada, malintencionada,
perversa, de los representantes de la dictadura.

a) ¿Puede la comunidad internacional ayudar a Venezuela?


Dados los acontecimientos vividos en los últimos días, muchos se
preguntan ¿Cuál debe ser el papel del derecho internacional en la difícil
situación que afronta el vecino país?

Los principales detractores de la diplomacia y la existencia de normas,


suelen ser los mismos que creen que las vías de hecho son la mejor forma
de solucionar esta crisis; aquellos que consideran que, si no hay una
invasión militar, el derecho internacional no es efectivo.
La situación de Venezuela, hace que surjan dudas sobre la eficacia de la
diplomacia, cuando pareciera que el Gobierno puede hacer lo que quiera
con su pueblo y sus instituciones, mientras que a la comunidad
internacional no le queda más alternativa que ser un convidado de piedra
ante el terrorífico espectáculo de la destrucción de una nación. Un actor
impávido, que tiene que observar desde la barrera los abusos de un
régimen que está en el poder. Ante esta incertidumbre ¿Se podría pensar
que el derecho internacional o la comunidad mundial no pueden hacer
nada por Venezuela?

Los recientes sucesos parecen demostrarnos que sí se puede hacer algo.


El Tribunal Supremo de Justicia amenazó con destruir, del todo, la herida
democracia venezolana borrando de un plumazo la institucionalidad del

25
Estado que reposa en la división de sus poderes, acabando con la
representación popular y dejando de una vez por todas claro, que
Venezuela no es nada más que una burda dictadura incapaz de discutir y
generar consensos. Frente hechos tan graves, la respuesta de la
comunidad internacional fue tan unánime y contundente que sacudió los
cimientos del mismo chavismo, llevando incluso a que miembros claves
del oficialismo, pidieran públicamente a la corte reconsiderar el fallo
proferido, obligándola a echar atrás su decisión.
Eso demostró que la presión de la comunidad internacional si tiene un
efecto en los poderes venezolanos, que por más ciegos y sordos que
sean, sí se estremecen por la manera como el mundo los ve. La
Comunidad de naciones, demostró estar dispuesta a rechazar las
acciones del oficialismo para evitar la degradación de la profunda e
indigna crisis que golpea al hermano pueblo.

La reacción en contra del actuar del Tribunal Supremo de Justicia, permite


que quienes desconfían de la eficacia del derecho internacional y la
diplomacia sientan que, a través de ellas, puede haber una luz de
esperanza para evitar que un gobierno déspota como el de Maduro,
cometa abusos.

Quienes creen que la solución no está en el marco del derecho, suelen


ser los que consideran que una acción popular violenta, derivada de una
confrontación entre el pueblo y las fuerzas oficiales, son la única o la mejor
alternativa para frenar la violación a los derechos de ciudadanos,
periodistas, opositores, en una palabra –venezolanos–. La indignación
que nos generan los abusos, no debe hacernos olvidar que la historia le
ha enseñado a la humanidad con letras de sangre, que donde se deja de
lado el derecho, no queda más que la violencia. Dejar de confiar en las
reglas y principios que regulan la comunidad internacional para solucionar
esta situación, no haría más que lanzar a su pueblo a una guerra civil en
la que perderíamos todos.

Reconocer que sus actos constituyen una violación a los principios


democráticos, es el primer paso para tomar medidas que permitan corregir
esas actuaciones. Que el mundo entero le diga al Gobierno venezolano al
unísono que tiene presos políticos, que tiene que convocar a elecciones,
que no es un régimen democrático, que está matando a su pueblo de
hambre, que no puede seguir violando la libertad de prensa, y que tiene
que permitir y proteger a quienes critican su desempeño. Solamente eso,
llevará a que Nicolás Maduro no pueda seguir negándolo y tenga que
afrontarlo.

También tienen que servir, para establecer un mecanismo de disuasión


bajo el cual, el Gobierno de Maduro tenga la certeza que no va estar para
siempre en el poder, que algún día se logrará el cambio, y en ese
momento los que hoy abusan de su autoridad, tendrán que responderle al

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pueblo y al mundo, por no haber actuado acorde con lo dispuesto en su
Constitución y los principios generales del derecho.

Más temprano que tarde, Venezuela tendrá una transición de la


destrucción de la institucionalidad que hoy vive a la reconstrucción de una
verdadera democracia, en la que se respeten los derechos de todos, a ser
y a pensar distinto. En ese momento, el futuro les demostrará que quienes
hoy actúan sin límites, tendrán que responder por lo que han hecho.

El cambio que necesita Venezuela, no puede ser impuesto por la


comunidad internacional, porque con esa imposición se generaría más
división y violencia al interior de su sociedad. El cambio debe ser logrado
por el mismo pueblo, rodeado por la comunidad internacional, que ayude
a Venezuela a recuperar su democracia.
b) Mediación internacional es clave para evitar violencia en
Venezuela
Desde el Vaticano hasta el G7 –que agrupa a las potencias más
poderosas del orbe- todos exigen a chavismo y MUD que aborden sus
diferencias de manera civilizada Los ojos del mundo están sobre
Venezuela. La crisis que azota a la República Bolivariana, golpeada por
altas tasas de inflación, desabastecimiento de productos básicos y
medicinas, y violencia criminal, no ha dejado indiferente a nadie en el
planeta.
La comunidad internacional ha pasado del discurso a la acción. Los
expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández
(República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá), junto con el
secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur),
Ernesto Samper, ya ejercen como mediadores para intentar establecer un
proceso de diálogo entre el Gobierno del presidente Nicolás Maduro y la
opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA),
Luis Almagro, invocó la Carta Democrática para atender la situación en el
país y, en una reunión extraordinaria convocada por Argentina, el Consejo
Permanente del ente hemisférico acordó emitir una resolución en la que
apoya la “reapertura de un diálogo efectivo entre el Gobierno y la
oposición, con el fin de encontrar alternativas para favorecer la estabilidad
política, el desarrollo social y la recuperación económica” de la nación.
Aunque los tonos pueden ser distintos, el contenido es el mismo. Desde
el Vaticano hasta el G7 –que agrupa a las potencias más poderosas del
orbe- todos exigen a chavismo y MUD que aborden sus diferencias de
manera civilizada y busquen soluciones al drama humanitario que
mortifica a sus ciudadanos.
La actuación de gobiernos y organismos extranjeros ha generado
diversas reacciones entre los actores del conflicto interno y expectativas
en la población en general. Las declaraciones de portavoces foráneos son
interpretadas como triunfos o derrotas, según sea el caso, y la gente
observa cómo sus males cotidianos son reseñados por los medios de

27
comunicación de las capitales más importantes. Ahora, cabe la pregunta:
¿hasta qué punto los esfuerzos internacionales pueden influir en la
solución del problema venezolano?
c) Muchos intereses
“Lo primero que es importante entender es que estamos hablando de un
alcance limitado. La regla general en las relaciones internacionales es que
cada país es soberano -dueño de su propio destino- y los asuntos internos
de cada país deben ser resueltos por sus ciudadanos”, responde Mariano
de Alba, abogado especialista en Derecho Internacional.
De Alba recalca que “hay que tener claro que la comunidad internacional
no puede intervenir mediante el uso de la fuerza o sin el consentimiento
del Gobierno venezolano. Por ende, es iluso pensar en un alcance de la
intervención foránea que vaya más allá de los límites previstos en
instrumentos internacionales”.
El experto sostiene que al firmar tratados y acuerdos, los países ceden
parte de su soberanía ante organismos internacionales. “Por ejemplo, al
acceder a la Carta Democrática Interamericana en septiembre de 2001,
Venezuela aceptó que los países de la OEA evaluaran el estado de la
democracia en nuestro país y tomaran ciertas medidas como iniciar
gestiones diplomáticas y hasta eventualmente suspender a Venezuela de
dicha organización”, explica.
En un escenario extremo, De Alba plantea lo siguiente: “cada país tiene
la libertad de decidir con qué otros países se relaciona y podríamos llegar
a un punto en el que se empiece a desconocer al Gobierno de Nicolás
Maduro como legítimo, con la consecuencia del retiro de los embajadores
de los países que lleguen a esa decisión. Esto tendría un efecto
importante dependiendo del número de países que adopten la decisión,
si tomamos en cuenta que somos un país que necesita exportar petróleo
e importa prácticamente la totalidad de los bienes que consume”.
El académico señala que la comunidad internacional está demostrando
su interés en evitar que la sangre llegue al río. “Una crisis humanitaria de
la magnitud que ya se está observando en Venezuela genera gran
preocupación pues - especialmente a los países de la región - no les
conviene que la situación se siga deteriorando. La grave situación
económica ya está teniendo consecuencias directas para otros países, los
cuales están viendo que no existe capacidad de pago de las deudas que
tiene nuestro país con ellos y con sus empresas. La grave crisis social ya
ha generado un importante movimiento migratorio de venezolanos hacia
muchos países y todo indica que eso podría seguir aumentando. Un
Estado fallido como el que se está configurando en Venezuela aumenta
la criminalidad y genera efectos en países aledaños”, alerta.
d) Poco a poco
El politólogo Ángel Álvarez indica que la velocidad de las instancias
internacionales “tiende a ser muy lenta para las necesidades de las
poblaciones sometidas a situaciones extremas”. Destaca que pese a la
urgencia de los hechos, las medidas se demoran “porque son muchos los

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aspectos a considerar, intereses a agregar y factores jurídicos y de
conveniencia política a sopesar”.
“Muchas veces los organismos e instituciones internacionales intervienen
como sepultureros, cuando ya el daño que ellos anticiparon está hecho
frente a sus narices. Aún así, por lenta que sea la actuación en
comparación con la urgencia de la situación, siempre es mejor que se
ocupen a que no”, enfatiza el investigador.
El profesor universitario y consultor opina que gobiernos e instituciones
extranjeras pueden allanar el camino hacia una solución pacífica “como
en 2004”, cuando se celebró el referendo revocatorio que terminó
ganando el difunto presidente Hugo Chávez. “El revocatorio que ganó
Chávez fácilmente impidió que la matanza de 2002-2003 continuara o se
agravara. No me gustó que Chávez ganara, pero eso no fue culpa del
Centro Carter ni de la OEA, sino una decisión tomada por la mayoría de
los venezolanos”, acotó.
Álvarez estima que “la decisión de la OEA de esta semana es un triunfo
para los venezolanos y una derrota de Maduro. La OEA, por primera vez
desde 2004, está atenta a la situación y dispuesta a ofrecer su mediación
de buena fe para facilitar las salidas constitucionales a la crisis”.

12. El impacto de la crisis económica de Venezuela en otros países de


América Latina
La onda expansiva generada por la situación catastrófica de la economía del país
vecino se esparce por el Caribe e impacta a partes de América Central y a la
frontera con Colombia.
Hace una década, el entonces presidente venezolano Hugo Chávez prometía
compartir la riqueza petrolera por todo el continente y más allá, llegando a ofrecer
gasolina subsidiada a Londres y a los pobres del noreste de Estados Unidos.
La irrigación de la prosperidad venezolana de ese entonces tuvo impactos
distintos a lo largo de la región.
Pero hoy, muchas naciones latinoamericanas temen las consecuencias del
desplome de una economía que, en otras épocas, fue la tabla de salvación de
varios países y ahora padece una inflación desbocada y escasez de productos
básicos que obliga a los venezolanos a hacer colas durante horas.
13. El impacto de la crisis venezolana en la región
a) Petrocaribe: Muchos dudan que Venezuela pueda mantener los
subsidios petroleros a naciones vecinas
b) Comercio bilateral: El intercambio comercial de Colombia y
Venezuela, que llegó a ser de US$7 mil millones anuales, se redujo
a su mínima expresión
c) Inversión: Aunque algunas empresas redoblan su apuesta por
Venezuela, muchas han perdido sus inversiones
14. ¿El ocaso de Petrocaribe?
Petrocaribe, creado en 2005, encarnó tal vez mejor que ninguna otra entidad la
diplomacia petrolera de la Revolución Bolivariana.

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Ese programa y otros similares ofrecieron petróleo venezolano subsidiado y a
crédito a más de una docena de naciones, incluyendo a República Dominicana,
Nicaragua y El Salvador.
La revista británica The Economist estimó el costo de la iniciativa para Venezuela
en cerca de US$2.300 millones anuales entre 2011 y 2013.
"Esos subsidios representaron una porción significativa de la economía, de más
del 5% del PIB, en países como Nicaragua o Haití", aseguró a BBC Mundo
Francisco Monaldi, experto en política energética de la Universidad de Rice, en
Houston, Estados Unidos.
Apenas este domingo el presidente venezolano Nicolás Maduro, de visita en
Jamaica, prometía que los compromisos de Caracas con Petrocaribe se
protegerían, pese a la crisis.
Pero muchos dudan que esta promesa se pueda mantener y las naciones
involucradas buscan alternativas.
"El subsidio ofrecido a estas naciones ha disminuido sustancialmente", indica
Monaldi, quien estima que la ayuda venezolana pudo llegar a ser cerca de
200.000 barriles diarios y puede haberse reducido a la mitad.
Argus, medio internacional especializado en noticias del sector energético,
reportaba a comienzos de mayo que varias refinerías del Caribe ya estaban
negociando con proveedores alternativos ante la disminución en la llegada del
petróleo venezolano.
Según Argus, la refinería Refidomsa de República Dominicana había abierto una
licitación el pasado 4 de mayo para el suministro de 300.000 barriles de petróleo
de otras fuentes.
Casi al mismo tiempo, la refinería jamaiquina Refijam anunciaba que estaba
comprando 320.000 barriles de crudo colombiano para reemplazar lo que no le
llegaba de Petrocaribe.
Y, asegura el informe de Argus, en mayo la refinería Puma de Nicaragua había
adquirido el primer cargamento de crudo extranjero comprado por el país fuera
de América Latina.
Sobra decir que ninguna de estas fuentes igualará los términos generosos
ofrecidos por Venezuela para su petróleo.

a) Nueva diplomacia
Hace un par de semanas el vicepresidente estadounidense Joe Biden
encabezaba una cumbre energética de Centroamérica y el Caribe en
Washington.
Estados Unidos ofreció entonces ciertas ayudas puntuales para
desarrollar programas de energía renovable y limpia en la región. Pero
nada comparado con la enorme contribución venezolana que llegó en la
última década a aliviar los presupuestos energéticos de más de una
docena de naciones.
Pese a las declaraciones de optimismo de la diplomacia venezolana, la
reacción de la región parece fincada en el pragmatismo.
Casi al tiempo que Maduro prometía en Jamaica larga vida a Petrocaribe,
medios señalaban que el Banco Central del Este del Caribe, entidad que

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gobierna la política monetaria de ocho naciones isleñas de la región, había
preparado un informe acerca del impacto que tendría el
desmantelamiento de la ayuda venezolana a la región.
b) Antiguas alianzas
Paradójicamente, la crisis económica venezolana puede sentirse menos
en algunas de las naciones que fueron las aliadas y beneficiarias más
cercanas del chavismo en épocas de vacas gordas.
Habría que comenzar con Cuba, que por supuesto, decidió a finales de
2014 buscar la normalización de relaciones con Washington, en lo que
muchos vieron como una respuesta a la inminente disminución del
subsidio venezolano.
Por lo que la caída del suministro petrolero venezolano a La Habana, que
en otra época habría sido vista como una noticia particularmente grave
para la economía de la isla, ha tenido un impacto moderado frente a la
euforia que genera la expectativa de enormes inversiones
estadounidenses.
Otro tanto podría decirse de Argentina. Hace una década, el gobierno del
entonces presidente Néstor Kirchnerera un paria ante la comunidad
financiera internacional luego de su histórico default.
Hace diez años el intercambio comercial anual entre Venezuela y
Colombia llegó a sumar US$7.000 millones.
De lo que queda apenas una fracción ínfima, luego del progresivo
deterioro de la integración comercial, rematado por el cierre de los pasos
fronterizos entre ambos países, decretado hace nueve meses por el
gobierno de Nicolás Maduro como una reacción frente al intenso
contrabando que se presentaba de Venezuela hacia Colombia.
En las regiones limítrofes colombianas se percibe el impacto de la virtual
desaparición de sus clientes comerciales venezolanos.
Los medios colombianos han reflejado que luego del cierre de la frontera,
se sintió también escasez en varios productos básicos como la gasolina,
que se contrabandeaban en grandes cantidades debido al diferencial de
precios entre Venezuela, donde esos bienes eran subsidiados, y
Colombia, donde operan precios más cercanos al mercado.
En ese momento el gobierno de Hugo Chávez ofreció respaldo político y
alivio económico a la Casa Rosada al comprar títulos de deuda oficial
argentina, por un monto que llegó a US$3.100 millones en 2006 y que
convirtió a Venezuela en el mayor comprador de deuda argentina entre
2001 y 2006.
Hoy en día, sin embargo, el nuevo gobierno de Mauricio Macri ha
empezado a restablecer los flujos financieros internacionales a Argentina.
Por lo que el papel crucial que alguna vez jugó Venezuela para financiar
la deuda argentina, está empezando a ser cubierto por Wall Street.
Por lo que lo que pasa en Caracas se siente mucho menos en las finanzas
públicas de Buenos Aires.
Aunque sí que se ha reportado desde Argentina el duro golpe que está
sufriendo la cooperativa lechera Sancor, cuyo principal cliente es el
gobierno de Venezuela, y ha reportado pérdidas millonarias.

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c) Comercio moribundo
Los graves problemas económicos venezolanos se sienten con fuerza a
lo largo de la frontera con Colombia, país que en otro momento fue
importante socio comercial suyo.
En cualquier caso, el contrabando restante puede ser casi la única
manifestación que sobrevive de un comercio bilateral que en otra época
fue esencial para ambas naciones y que hoy no aparece en las cuentas
de nadie.
¿Y las inversiones de empresas latinoamericanas en la región? Se reporta
que algunas empresas, en ocasiones provenientes de Brasil, han
redoblado su arriesgada apuesta de operar en una economía con la mayor
inflación del mundo.
Pero muchas otras inversiones en Venezuela provenientes de países de
la región se mueven hacia la irrelevancia en medio de la profunda crisis
económica venezolana.
Y la perspectiva para el futuro inmediato no ofrece indicios
particularmente alentadores que hagan pensar en que la situación
cambiará para mejorar.

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CONCLUSION
PRIMERA:
La economía, es y seguirá siendo, el elemento que transformará la vida de
todo hombre. En el caso de Venezuela, las concepciones económicas han
estado siempre sujetas a la tierra. Primero con la agro exportación cuya base
era la tierra y segundo la exportación petrolera, proveniente del subsuelo.
Para bien o para mal, ésta es la realidad, que las cosas han podido ser mejor,
nadie lo pone en duda. Todo país tiene problemas y crisis como Venezuela y
todos nuestro problemas económicos, político, y financieros, etc. tienen
solución y todo lo que a pasado a través del tiempo tiene solución.
SEGUNDA:
El más grave problema que padece hoy nuestra economía es la inflación, la
mayor de la América Latina y una de las más altas del mundo. Varios factores,
tanto internos como externos, están generando la agudización de este flagelo
que tanto afecta a la población, particularmente a los más desposeídos,
quienes con impotencia ven cómo merma su capacidad de compra y se
hacen cada vez más pobres.
TERCERA:
Venezuela bajo Chávez, en la época de boom petrolero, sufrió de dos
enfermedades clásicas de la dependencia de commodities: la enfermedad
holandesa y la tendencia a gastar defcitariamente.
Pero fueron las respuestas institucionales del chavismo a esas dos
enfermedades las que llevaron a Venezuela a padecer de una crisis
económica profunda, aun cuando los precios del petróleo seguían siendo
favorables.
En especial, el control de precio en la gran mayoría de los mercados, las
regulaciones adversas al sector privado, las nacionalizaciones de tantas
empresas sin controles sobre su gerencia, etc.,provocaron lo que denomino
una crisis IRREAL. El Gobierno procuró establecer un Estado expansivo y sin
controles, y un sector privado restringido y con demasiados controles. El
resultado, lamentablemente, era predecible. La fórmula de Estado
descontrolado y empresas presas ya había fracasado antes, inclusive en la
misma Venezuela. Como lo señala el humorista José Rafael Briceño (2016),
el chavismo estuvo a la “vanguardia del pasado”.

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