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(Pre)textos

para el análisis político


Disciplinas, reglas y procesos

Eduardo Villarreal Cantú


Víctor Hugo Martinez GonzMez
(coordinadores)

IDf
FLACSO
Mt'Xt CO
Movimientos sociales
Martín Retamozo*

& el breve relaro "Del rigor de la ciencia'; Jorge Luis Borges evoca la his-
toria de un imperio en el cual la cartografla había llegado a tal desarrollo
que los expertos se dispusieron a realizar un mapa perfecro, uno que co-
incidiera exactamente con los detalles de aquel reino. El absurdo de tal
esfuen:o fue evidente para quienes lo necesitaban: un mapa de escas carac-
terísticas es completamente inútil (no podría desplegarse), un mapa con·
sisee en una rigurosa simplificación atenta a ser údl para quien requiere d e
sus servicios. Pues bien, este trabajo tiene por objeto introducir al lector aJ
campo de estudio de los movimientos sociales, para eUo hemos elabora-
do este mapa de la cuestión que, lejos de la precisión del relato borgeano,
busca la virtud de ser una guía eficaz para quien se aproxima a la temática.
El presenre capftulo, en consecuencia, ofrece un itinerario general y
las claves para que el lector se sun1erja en el campo temático de su interés
vinculado a los movimientos sociales. Así, este mapa inicia con una primera
pane dedicada a los orígenes clásicos del debate en cuestión. En la segund.'l
visitaremos críticamente algunos de los esfuerzos dentro de los principa-
les paradigmas contemporáneos. Alll, presencaremos la teoría de la moví,
Üzación de recursos (y su continuación en el enfoque dd proceso político),
eJ paradigma orientado a la identidad y las teorías sobre los "nuevos movi-
mientos sociales''. Finalmente, revisaremos algunas claves para la concep-
cualización y el análisis de los movimientos sociales en Arnérica Latina.

Doctor en Cimciu Soci:tlcs por 1.i Flaao México. Profcsor-invcscig:idor dd Ceruro de


InvC$tig:iciones Sodo· Hisc6ncas de 1:i Universidad N:lCloma.l de La Plac;,, Conkcr. Argcn•
tm:i. Correo electrónico: <man:in.rctamo:i:o@gnuil.com>.

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M11rtln Réwnuu.u Movim.,emos soc,:Jcs

Introducción lización social. Enfoques como Las ceoríai; sobre la sociedad de masas,
por ejemplo, ruvieron norable éxico en el periodo de la entreguen.a y pu-
La atención a los fenómenos de acción colectiva y movilizaciones socia- sieron en el centro del debate las caracrerísticas de los participantes en
les, contra lo que muchas veces se supone, ha sido recurrente en la re- las acciones de protesta. Dando cuenta de las influencias de reílcxiones
flexión política. También es cierto que en los cscucLios clásicos este tema psicosociológicas como las de Gustave Le Bon y Gabriel Tarde, aun-
estuvo supecl.icado a otras preocupaciones can disímiles, que van desde que cambién del propio Sigmund Freud, escas teorías se orientaron a lLil
la teoría de la guerra y la conformación dd orden social (anriguo y mo- análisis de los grupos a partir de categorías vinculadas a la personalidad
derno) hasca las luchas por las independencias nacionales. No obstante, y con elementos de la psicología, dejando de lado aspecros sociológicos.
parece innegable que d estudio de los movimientos sociales como un Este cipo de intentos de explicación, en general, propusieron una reduc-
campo cspedfico cobró autonomla relativa cuando fueron temacizadas ción de Los fenómenos sociales a casos de irracionaüdad pcoducida por
las movilizaciones de la década de los sesenta. Alli, y en gran parce debi- sugestión y contagio a partir de una exacerbación de los sentimientos
do aJ fracaso de los enfoques y herramientas analíticas existentes hasta (Le Bon, 1895) que, a pesar de su hecerogeneidad, las masas compan:ían
d momento, así como al profundo de.saflo que significaron estos movi- y potenciaban (Ortega y Gasset, 1930), y que producían una disposi-
mientos, se abrió un terreno fértil par.t indagar en nuevas concepciones ción a acruar fuera de las normas y reglas.2
que ayuden a explicar los acontecimientos de protesta, acción colectiva El funcionalismo, por su parte, también ba incencado dar respues·
y movilización social. 1 tas al problema de la acción y la movilización. Especialmente retomando
el papel de Las normas, pero atajándose de tentativas psicologistas para
orientarse al estudio de las censjoncs estructurales. Por un lado, disdn-
La cuestión desde una perspectiva clásica gue el comportamiento insticucionaJ, normal o convet1cional expresado
en forma de grupos de presión o de incerés. Por otro, el comportamiento
Son muchos los antecedentes rastreables en los debates actuales sobre colectivo anormal, no rnscicucional, que se origina en La ruptura del or·
los movimientos sociales. Para contemporáneos de diversas corrientes den, los mecanismos de control social o de b estructura normativa. Este
(Raschke, 1994; Tarrow, 1994), los primeros autores que se ocuparon quiebre se produce por las craosformaciones sociales en el periodo de la
de lo que hoy identificaríamos como asuntos teóricos vinculados a los modernizaci6n, con d advenimiento de sociedades mis complejas. En
movimientos sociales fueron Marx y Engds. En una perspectiva clásj- esce segundo caso, la acción colectiva no está guiada por Las normas so~
ca, d marxismo ha planteado los problemas que hoy denominamos de cialcs existentes, sino que surge frente a siruac:iones especiales. Parsons y
acción colectiva, centrando su atención en los procesos de con.forma- Mercon han sido, con macices, cxponcnres de estas corrientes.
ción de actores colecóvos (las clases) y su accionar (las luchas). De este Ncil Smelser (1963), en una perspectiva similar, elaboró una teoría
modo, el marxismo produjo una multiplicidad de crabajos sobre la con· del comportamiento colectivo con la que busca cl-tr cuenta de la acción
formación de los sujetos y las caraccerísciClS del conflicto social, canto en colectiva no insrirucionaliiada, orientada a resolver una tensión cscruc·
ámbitos académicos como poUcicos. cural. Con codo, la tesitura epistemológica sigue anclada en la acción co~
Desde una crailición totalmente diferente, surgieron ocros intentos Lectiva como un aconcecim1enco excepcional cuya función es restablecer
de respuestas e interpretaciones de los fen6menos de conflicto y movi- un orden alterado, la cual de.be explicarse a partir de las reacciones indivi-
duales. Es decir, la acción colectiva está en estrecha relación con eJ orden

El cimpo de estudio de lo~ mov1m1cntos sociales ba sido cr:1b:apdo fund:uncnralrncntc por


la sooologla, pero csro no implia la 1mposibilidnd de su consrruido como objeto de csrudio 1 T~mbién los trabajos de H11nruili Arcndc y Theod<W W. Adorno indngan en csci dirección,
de L1 cicnw polltic;¡, L1 him>iu. la anrropologb. la psicologf:t soa;J e ioduso Li 61osofb. aunque dcsck wia pcrspccnva filosófica clifu-core.

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Mamn Ret::1mo.o Mov1m1cnros soci.:tlcs

social, especialmente cuando se manifiesta un defasaje entre las expecta- si bien no excluye motivaciones variables, pone d acento en las pro-
tivas introyeccadas por los sujetos y la otdcnaci6n social. Esca corriente se pias del individuo (sus preferencias, su información y sus cálculos de
concentra en identificar aspectos en las escrncruras sociales que explican costos-beneficios de participar), con lo que se acerca más a explicar las
la acción de los hombres. Las acciones se conciben como emergentes en conduccas de los individuos en grupas de interés o asociaciones econó-
espacios no escrucrurados o &ente a las fullas de las normas sociales encar- micas, que a desentrañar las complejidades de los movimientos sociales
gadas de regular d comportamiento social Las acciones colecrivas, en- propiamence dichos.4 Sin embargo, los escritos de Olson son relevantes,
tonces, serian La m:mifescación de un colapso de las formas d e intcgraci6n puesto que sirvieron como soporte metodológico para una de las prin-
normativa de las sociedades. Frente a escas siruacioncs, Los individuos se cipales corrientes de investigación sobre los movimientos sociales, espe-
ven fruscrados y descontentos, por lo canto, motivados para participar en cialmente en Estados Unidos.
acciones colectivas. Smdser contempló la imporcanaa de las creencias
para explicar las reacciones frente a las tensiones o desajustes sociales,
pero privilegió los aspectos estrucruraJes. Las perspectivas contemporáneas

En Ja década de los sesenta, eJ auge de las movilizaciones estudiantiles,


La lógica de la acción colectiva: hacia d feministas, pacifistas y ecologiscas hizo evidente las limitaciones con-
individuaUsmo metodológico ceptuales de los esquemas analíticos entonces vigentes para explicar pro-
testas que no tenían un carácter escriccamente de clase y tampoco un
Un giro relevante se produjo a partir del:, utilización d e las considera- carácter irracional, sino que estaban protagonizadas por grupos defini-
ciones que hiciera Mancur Olson (1965) sobre la producción de bienes dos y dingídos a espacios específicos, en el marco de sociedades civiles
públicos para pensar los movimientos soaales. Esto conllevó a abando- consolidadas. Este desconcierto intelectual motivó la emergencia de dos
nar la clase o el grupo como unidad de análisis, p ero también las ten- grandes corrientes teóricas, cuya influencia llega basta nuestros días:
siones en la estructura social. La atención se sicuó en la racionalidad por un lado, la teoría de la movilización de recursos (TMR.), que pone el
individual y los problemas de cómo es posible la acción colecriva por acento en los componentes racionales y estratégicos de fenómenos con-
parce de individuos aucointeresados. De allí la influencia del individua- siderados por los anteriores paradigmas como irracionales.
lismo m etodológico. Olson se propuso analizar la posibilidad de la ac- Por otro lado, se realizaron estudios enfocados a los nuevos conflic-
ción colectiva a partir de los presupuestos de Ja economía neoclásica. tos e identidades puestos en juego en los procesos de movilización . Éstos
Es decir, supone la existencia de individuos que persiguen sus propios construyeron su análisis sobre las orientaciones de los grupos a través de
intereses y que se encuentran con problemas para la acción colectiva, sus acciones para obtener autonomta, reconocimiento y afianzar un pro-
porque necesitan de un bien que no pueden suministrarse solos. Tal ceso identicario en sociedades complejas. En un estudio ya clásico, Jean
vez el más conocido de estos dilemas que ha presentado esce autor sea Coben ( 1985) distingue estos trabajos refiriéndose como centrados en la
eJ famoso free ndcr, es decir, el actor racional que calcula coseos de invo- estrategia los pnmeros; y orientados a la identidad los segundos.
lucrarse en La acción colectiva y decide no realizar esfuerzos que erige
la acci6n y, aprovechándose de la acción d e los ocros, obtener los bene-
ficios (en especial cuando son bienes públicos).J El modelo olsoniano, 4 L2 pemncnci.i dd indMdumsmo m<:todológtco y de b a:orb de b decc6n rxiocul para
l2s cicnc1:1s soc1:iles en gcncr:il y el estudio de los mov1m1cnros =•les en p;,rticubr, h2
gcner.ado un .unplio debate. Crlnc:a& al U$O de carcgorb.s olsoni:m:u en Pi=mo ( 1988 y
P:an un2 cxphaoón dd"Dtlcma del prisionuo" y sus c:oNCcucnc1:1.s f>2r.l b acción colcct:1 1994) y de b G= (2005). Las obns de Elsrcr, u1m1smo, se dcspbx:m Je un;a Jdcnsa
va, viaJc Elstcr ( 1993). (1989) .al desencinto c;on esr:1 perspea1v~ teória (2000).

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Mur!n Ret:.1mOZ\l Movimi~nros sociales

De la teoría de movilización de recursos El problema de la movilización social, entonces, se construye en cor·


aJ enfoque del proceso poütico no a la pregunta ¿cómo es posible que individuos autoinceresados, maxi·
m.izadores, que se valen de sus cálculos de recursos y oportunidades para
Como respuestas a los enfoques func1onalistas, estrucruraliscas y rnarxIS· decidir su participación en la acción en un juego estratégico, se decidan
tas surgió, especialmente en Estados Unidos, ur\a serie de esrudios que a acruar colectivamente en aras de cambiar algo de b sociedad? En otras
buscaron explicar las acciones colectivas desde el supuesto del carácrer palabras, ¿cómo es posible superar el problema del free ridcr que pondría
racional e insrrumental d e las acciones, basándose en los posruJados deJ en jaque la obtención de la acción colectiva? McCarchy y Zald (1977)
individualismo metodológico esbozado por Olson. En consecuencia, el sugieren que para resolver el problema es necesario hacer especial hinca·
problema principal de la teoría se siru.6 en explicar la participación de los pié en los incentivos colectivos y los recursos que los organizadores dis-
individuos en las movilizaciones orientadas a cambiar alguna siruación pondrfan para obtener el resultado de la acción colectiva. Los incentivos
social particular. Para McCarthy y Zald, autores pioneros en este para- coleccivos son mecanismos de premios y castigos ( materiales o simbóli-
digma, un movimiento social es un "conjunto de opiniones y creencias cos) que refuerzan la participación. Por su parte, entre Los recursos que
en una población, La cual representa preferenc.ias para cambiar algunos desempeñan papeles importantes destacan: tiempo, dinero, profesiona·
elementos de la estrucrura social o de la distribución de recompensas en lización, medios de comunicación, liderazgos, Los cuales se ucilizan para
una sociedad" (1977: 1218). Ahora bien, la pregunr.a que sigue quedan· mejorar el juego estratégico y lograr que los individuos se decidan a par·
do abierta es, precisamente, cómo se conforma esca estructura de creen- ticipar en canco calculan que el éxito (la satisfu:ción de sus preferencias)
cias ( en otras palabras: cómo se forma un movimiento social), algo que, es posible. Pero, además, se introduce una segunda variable en la ex.pli-
a su ve2, supone dar cuenca de los problemas de acción colectiva plantea· cación que se vincula a las estructuras org:mizativas de los grupos pre-
dos por Olson. exiscentes a la acción. Los incipientes desarrollos de la TMR p rodujeron
El giro epistemológico alejó a estos autores pioneros de la ccncrali- una expansión de trabajos empíricos (muchos de ellos comparativos)
dad de los cambios que produáan tensiones en la sociedad y los enfocó sobre diferentes movimientos sociales, algunos de los cuales se conside·
hacia una perspectiva racionalista, centrada en las dinámicas internas de rarian con mayor precisión grupos corporativos de interés o de presión.
los movimientos, en los recursos, las organizaciones y el juego escraté· En esca misma perspectiva, algunos especialisca.s vieron la nccesi·
gico de individuos que deciden actuar colectivamente. Esre posiciona· dad de incorporar nuevas variables para complementar la atención pres·
miento ruvo consecuencias metodológicas, puesto que se abandonaba ca.da a los recursos y las organizaciones deJ movimiento. Autores como
d agravio y las tensiones sociales como variable explicativa para con, Tarrow, M cAdam y Tilly buscaron ampliar d horizonte analítico para
centrarse en aspectos preLendidamente objetivos, como los recursos y incorporar variables del concex.to polltico ( e incluso culcuraJ) para el es·
las organizac1ones. Al sostener que en las sociedades encontramos ni, cudio de los movimientos sociales, dando lugar a esrud.ios enfocados
veles de agravios constanLes, la variable explicativa se encontró en La en el "proceso político''. El análisis dd proceso político en el cual se en·
existencia de grupos organizados que se apropian y movilizan recursos cuencra inmerso un fenómeno de acción colectiva. originó Uil2 serie de
para obtener la acción colectiva. Si "La daboración de la crisis presu· trabajos que buscaron determinar condiooncs políticas para la emer,
pone la existencia de grupos organizados con recursos" Uenk.ins, 1994: gencia del movimiento social, y que Los condujo a conceptos relevantes
12), entonces es afü donde hay que enfocar la mirada. Los factores es· como "estructura de oporrunidades políticas:"cido de protesta" (Tarrow,
cruccu.rales que hablan sido privilegiados por las explicaciones escruc- 1991; 1994) y"repertorio de acción" (Tilly, 1978).
ru.ral-funcionaliscas se abandonaron en favor de una concentración en Esto supone, según Laraña (1999), una ampliación de la variable
Los recursos que poseen los actores para acruar en determinada ocasión, independiente para situarla en el contexto político en el que se desarro·
a paror de un cálculo d e costos y beneficios. lla la acción, en lugar de acotarla a los recursos. Los autores que se agru·

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Martín Rc:cimozo Movimiencos sociales

pan en el enfoque del uproceso político'; si bien asumen la necesidad de culturales. El propósito de introducir aspecrns culturales es incorporar
explicar las acciones colectivas en términos de conductas individuales, la dimensión simbólica, la cual es crucial en aspectos como la elabora-
relajan la óptica individualista propuesta por Olson para incorporar al ción de una demanda y la legitimación de los movimientos sociales que
análisis aspectos como la integración, la solidaridad y los valores como con su accionar inscaJ.an en el espacio público la tensión entre valores so-
variables explicativas de los movimientos sociales. Básicamente, el para- cial menee aceptados o considerados como valiosos y sicuacionl:S especí-
digma sitúa la explicación de la emergencia de los movimientos sociales ficas de violación de éstos. Así, frente al creciente sesgo escruccuralista
en una conjunción de factores internos (recu_rsos, organización, dine- que reconoce McAdam en los estudios sobre movimientos sociales en
ro, tiempo) y variables externas como son las oportunidades dadas por Estados Unidos, su propuesta es incorporar variables culturales en la ex-
el contexto político en que se desarrolla la acción. plicación de La emergencia de los movimientos sociales, particularmente
La preocupación por los contextos políticos en los que se desarrolla la capacidad de articular los discursos y Las reivindicaciones de los movi-
la acción y su influencia en las dinámicas de la acción colectiva, llevó a mientos con tradiciones simbólicas compartidas.
una especial atención por los factores estructurales e institucionales del El concepto de "estructura de oportunidades" ha sido utilizado por
sistema político. En esta perspectiva, Eisinger (1973) propuso el concep- innumerables trabajos empíricos porque ofrece una macriz para anali-
to de 'estructura de oportunidades políticas" para referirse a las condi- zar cuándo la gente se decide a actuar colectivamente. No obsc.'tnte, es
ciones de un sistema pol1áco particular que facilita la acción colectiva. El necesario considerar que las escrucruras de oportunidades no son cerra-
concepto fue ampliamente adoptado y au_tores como Tarrow lo popula- das en canco que los propios sujetos con su accionar la1. modifican para
rfa:aron debido a su potencialidad para incorporar nueva.menee en el aná- sus propias acciones futuras y para la actividad de utros grupos. Así, re-
lisis los aspectos de las estructuras sociales, el Estado, los otros grupos sulta imprescindible pensar nuevamente la relación entre escruccura y
organizados (posibles aliados, divisiones en las élites), las crisis econó- acción, de tal manera que sal.ir de un plano explica la acción a parcir de
micas, y demás factores relevantes para explicar la acción colectiva en un la determinación de las estructuras. Esco es así porque, como el propio
momento detenninado. McAdam (1994: 47) reconoce, resulta diRdl distinguir entre cambios
En consecuencia, se ajusta la mirada para avanzar en la explicación objetivos en la estruccura y la construcción social de sigiúficados que
de la acción colectiva, considerando que "la gente se suma a los movi- provocan que una situación sea subjetivamente interpretada como opor•
mientos sociales como respuestas a las oportwudades políticas, y a conti~ tunidad. En este camino se reconoce la importancia de dimensiones his-
nuación crea otras nuevas a través de la acción colectiva. Como resultado, tóricas, subjetivas y culturales que no siempre la teoría incorporaria sin
el cuándo' de la puesta en marcha del movimiento social (cuándo se poner en tensión sus propios supuestos. Por ejemplo, se ha reparado
abren las oportunidades poüácas) explica en gran medida el /por qué't' en la necesidad de incorporar esferas analíticas vinculadas a la cultura
(Tarrow, 1997: 49). Esto propició la reintroducción de aspectos estruc- (Swidler, 1995) para comprender los movimientos sociales, pero sólo
turales (regímenes pollticos, estatales, económicos, historia, tradiciones) se lo ha realizado desde una versión acocada como caja de herramien-
en d análisis de sociedades concrecas en las que ocurren las acciones. tas rituales, simbólicas e históricas, importantes para la elaboración de
Tarrow reparó en la importancia. de las variables cleJ sistema polí- las estrategias de acción (Klandermans yJohnscon, 1995). En definitiva,
tico, sin embargo, el contenido de muchos de los movimientos socia- muchas veces en este paradigma la dimensión cultural e identitaria que-
les contemporáneos parece vincularse fuertemente a un plano cultural, da reducida a un recurso que mejora d juego estratégico haciendo más
aunque operen sobre el sistema político y constituyan también alü su probable la acción colectiva.
campo de conflicto. En esca línea, dentro de la misma corriente, surgie- Bn síntesis, La incorporación del papel de los recmsos para La acción
ron trabajos que buscan identificar una ventana de oportunidades para colectiva que postula la TMR, ilumina una parte importante del pro-
la acción colectiva. McAdam (1994) investigará así las oportunidades blema pero desatiende otras. Es concebible que los recursos fudliten

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M:trdn Rcrrunozo Movimicmo~ socialc.1

La acción, sin embargo, el problema es que la existencia de recursos no socicdad!:S modernas que abren dispuras por la b.iscoricicl.ad5 dentro del
genera acción colectiva. Los recursos son una construcción (se cen- sistema de acción histórica. Sobre el conflicto se e.rige la concepción de
drían he.ramientas, pero no saber cómo utilizarlas, porque no tienen movimiencos sociales de Touraine como un antagonismo entre dos acto·
significado). res que comparten un campo culmral y dispucan po. el control de recur-
Por otra parce, además de los recu.sos materiales ( dinero, espacios sos y por un proyecto de sociedad. En lo que refiere a la identificación
para reuniones o cransporte al servicio de La movilización), existen de rel.aciones de dominación, La herencia de Marx allí es evidente, pero
ocros recursos como d conocimiento técnico, La experiencia poücica, los también La presencia de Weber aJ reconocer el papel de los valores en La
mitos y los imaginarios que son menos visibles, pero se constituyen en acción (Touraine, 1978; Bolos, 1999). El conflicto social de las socie-
fundamentales para el éxico de la movilización. Ambos "recursos" deben dades contemporáneas moviliza a actores que invocan ciertos valores
ser situados en contextos de movilización y de movimientos particulares (puesto que cohabitan un campo cultural) y disputan por la historici-
que pueden incorporarlos mediante su resigníficación subjetiva. Esto nos dad de Las sociedades: "el movimienco socieral defiende un modo de uso
alejar[a de una visión del recurso como un elemento para eljuego estraté- social de valores morales en oposición al que sostiene y trata de imponer
gico y nos sicuacia en la pregunta por cómo los movimientos sociales re- su adversario social" (Touraine 1997a: 104).
construyen y dan sentido (construyen) determinados recursos. Tampoco A pesar de los cambios que introduce desde sus primeros trabajos
la existencia de "oportunidades" por sí misma explicada la emergencia de (mucho más ligados al marxismo), Touraine mmca abandona La dimen-
los movimientos sociales, en tanto que aquéllas requieren de una recons- sión del conflicto como constituyente del orden social y ámbito pa.r:i la
trucción subjetiva por parre de Los sujetos. aparición de movimientos sociales. Sin embargo, su concepción ha ido
vi.ando desde una defensa primaria del conflicro de clase (Touraine,
1987: 99), hasta admitir que d conflicto cencral de una sociedad puede
Movimiencos sociales: acción e identidad adquirir diferentes formas, aunque siempre exista un conllicco vertebral
(Touraine, 1997a: 99). En esas sociedades contemporáneas {cabe acla-
El problema de la emergencia de los movimientos sociales, su constitu- rar, en los países cencrales)6 los movimientos sociales operan en un cam-
ción, transformación y disposición para la acción colectiva ha sido es- po de tensión entre la disociación de dos espacios: el poder del mercado
tudiado desde el paradigma centrado en la identidad por autores como y los poderes comunirarios. En esta perspectiva, para que exista un mo-
Alain Touraine y Alberto Melucci. Touraine, en Sociologia de la acción vimiento social, es necesario la conjugación de eres elementos: un proceso
(1969), ofreció una nueva dirección en los esrudios de los movimien- de identidad, un conflicto (con w, consecuente adversario u oponen·
tos, incorporando aspectos ligados a los actores sociales y d conflic- te) y una pugna por la totalidad, esco es, por el conc.ol de la historici-
to por las orientaciones de las sociedades industriales avanzadas. En dad. Touraine ( l997a) idcnci6ca, a su vez, tres tipos de movimientos
cal sentido, el especialista francés considera que la crisis de la moder- sociales, según el tipo de conflicto y la orientación que éstos adquie-
nidad conlleva una multiplicidad de esferas de conflicto que produ- ren. Los movimientos históricos, que buscan controlar el cambio de una
cen, a su vez, la emergencia de nuevos sujetos y actores que necesitan sociecb.d a otra; los movimientos culturales, que pugnan por la crans-
ser investigados en una nueva configunción teórica que abandone la formación de aspectos culturales (valores), y los movimientos sociales
explicación meramente sistémica, pero también exclusivamente indi-
vidual para dar lugar al retorno de un actor en referencia al sistema
(Touraine, 1987: 17). Tour.tine define hiJmricidad como "d conjunto de moddos cultura.les, CQgrtO$C1tivos, ceo·
nómicos, éticos y estéticos con Los CU:Ües un:1 colectivid:id conscruyc rus rckcioncs con d
En esca perspectiva, el concepto de movimientos sociales es clave medio" (1987: 67).
para da. cuenta de los conflictos producidos sobre las tensiones de las PalsC$ industrializados, con economías cipit2.l.isru y dcmocraa:is übcra.les coruolidad;u.

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M.irán Rtr:imozo Mov1mienms soa.des

propiamente dichos o movimientos sooctalcs, que buscan el control de descuidar el "cómo" lo hacen. Su apuesta, entonces, es recuperar el pro-
la historicidad. Tal distinción es analícica y las movilizaciones sociales ceso de movilización (el cómo) ¡,:ira indagar las e:tusas y consecuencias
pueden combinar rasgos históricos, culturales y societa.les. de la acción ( el porqué).
A diferencia de otros autores, Touraine ba intentado comprender los Melucci propone una definición analítica. de movimienco social
fenómenos de movilización politica en América Latina. Interrogándose "como forma de acción colecova que abarca las stgUJences dimensiones:
por la existencia de movimientos sociales en la región, su respuesta es a) basada en soüdaridad, b) que desarrolla un confücto y e) que rom-
lapidaria (1997b: 6): "El continente se cara.eteriza. por un déficit de mo- pe los límites del sistema en que ocurre la acción" (1999: 46). La con-
vimientos sociales y, más arnpliamcnce, de actores~sociales''. EUo no quie- cepción del movimiento social como un sistema de acción introduce una
re decir que no existan movimientos en América Latina, sino que su distinción con las que confunden movimiento con un actor colecrivo
fuerza autónoma ha sido históricamente débil frente a procesos nacio- empírico moviüzm.lo (Raschke, 1994: 124). De acuerdo con Mducci, lo
nal-populares que ampüaron los sectores dependientes del Estado. La distintivo del movimiento social es que consist:e en un tipo de acción co-
influencia. además, de movimientos antiimperiaüstas y armados en so- lecriva que se diferencia de otras (por ejemplo, los ataques de pán1co),
ciedades civiles no autónomas ni bien definidas, alteró las condiciones puesto que supone una integración sostenida en el tiempo (solidari-
pollcicas en que se producen los movimiencos sociales. Luego de una dad e identidad) que pone en cuesci6n al sistema en que se desarrolla
etapa dominada por regímenes nacional-populares adversos al broce de la acción.
movimientos sociales autónomos, la progresiva diferenciación de las so- Para Melucci, los movimientos sooales surgen como respuestas a la
ciedades latinoamericanas permitirá decir al sociólogo francés (1997b: 9) crisis de sentidos provocada por d advenimiento de las sociedades con
que "el continente está saliendo de la prehistoria de los movimientos so- alta densidad de información. En consecuencia, conviene poner at:ená6n
ciales''. Muchas de las apor-caciones de Touraine son vaJiosas, no obstan- a escas crisis y los intentos colectivos por resnruir ese hortZOnte (Revilla
te, las características propias de las experiencias de movilización social Blanco, 1994). La atención a las relaciones sociales que los individuos
en América Latina hacen necesaria su reconceprua.lizaci6n. establecen y donde conscruyen identidades, senados comparudos y so-
Lidandad se coma, así, fi.tndamenc:il para comprender Los procesos de mo-
vilización social y acción colecciva. En esa línea, Mducci ha puesto especial
El movimiento social como "sistema de acción multipolar" atención en las dimensiones pertinentes para el cscudio de los movimien-
tos, destacando aUí el peso de Las redes sumergidas en la vida. cotidiarui
La empresa. teórica de Melucci parte ele retomar algunas de las linút:a- que es el lugar donde se construyen sentidos colectivos. Las redes socia-
ciones de los enfoques que ponen el acento en factores de las tensiones les de la vida cotidiana son previas y de algún modo "prepolíticas" y hacen
en las nuevas sociedades y los que sitúan en los recursos la explicadón de escrucrura o tejido que conscituyen condiciones de posibilida.d del mo~
(Bolos, 1999). Básicamente, d autor italiano se interroga sobre l.a perti- vimiento, en canto que aportan recursos materiales y simbólicos para la
nencia dd concepto de movim1encos sociales (y de nuevos movimientos acción. También nutren de cxpenenoa.s htstóncas que se conscicuycn en
sociales) para dar cuent:a de procesos de acción colectiva concemporá- soportes de procesos de idenodad. El entramado social previo provee, en-
neos.7 De esta manera, cuestiona las tradiciones fuocionalistas por ha- tonces, a los actores una serie de redes de comwucación y relaciones con
berse centrado en el "por qué" los grupos se movilizan, pero al precio de orros actores, sujetos y organizaciones que fucilican la conscrucci6n de un
sistema de acción.
?
L. preocupxi6n central de Mduca lu ,,do por los movim1enros socwes ck los p;wa
ccnrnles, lln embargo, su enfoque lu sido utilizado pan ron&múr cxpliacioncs de las mo· para l:t :tdopc16n de AU wnfo en pilica dd tercer n1Wldo (Mducci, 1999, cspccw.mcncc su
viliucioncs en América Larin:i. Por otra parte, él mismo h:a mtencido ~ mcdi:tc1oncs "Introducción" a b edición en t:opJñol).

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M:artfn Rcumozo Movimicncos sociales

Mclucci centra su atención en aspectos de la identidad, debido a que las nuevas formas de bacer poütica, para Offe, lejos de ser un círculo vi-
muchos de los movimientos sociales tienen el campo idencitario como cioso y destructivo, puede brindar las condiciones para la aperrura de la
espacio de construcción. De esre modo, incluyendo la solidaridad y el participación de la ciudadanía a partir de una redefinición de los ümi -
compromiso emocional, intenca superar acreas limitaciones de otros ccs de la política y de la dicotomía público-privado, cal como la entiende
paradigmas preocupados por los cálculos d.e actores racionales. La aten- el liberalismo.
ción a los procesos de construcción de un 'nosotros; de una idcmidad co- La adopción de demandas no contempladas y acciones políticas no
lectiva y las transformaciones que en estos terrenos se producen con cl institucionalizadas consciruycn la razón de ser de los movimientos socia-
c:ranscurrir de las experiencias colectivas, son algunos de los ángulos que les que buscan comunicar sus reclamos al sistema político. Offe se refiere
ilumina cl trabajo de MeJucci. a los movimientos ecologiscas, los de defensa de los derechos humanos
(feminiscas entre ellos), los movimientos pacifucas y los que promueven
formas de produco6n comunitarias alternativas de bienes y servicios.
Estado benefactor, gobemabilidad Escos movimientos sociales signi6carlan una redefinición <le la partici-
y nuevos movimientos sociales pación poücica por fuera de las fonn:is institucionalizadas (partidos de
masas) de raJ manera que contengan la "sobrecarga" de la democracia, vol-
Las concepciones de C laus Offe ( l 985) sobre la emergencia de nue- viendo a los grupos movilizados interlocutores legkimos en el sistema
vos movimientos sociales constituyen una aproximación particular a los democrático.
procesos políticos europeos de la década de los setenta. Su reflexión in- Las reflexiones de Offe tienen un cenero de interés en los problemas
daga en las nuevas formas de participación política en las democracias que afrontab·an los países centrales en los años setenta, vinculados a un
occidentales, espedficamenre la aparición de los nuevos movimientos proceso de racionalidad técnica y control social que (como buen herede-
sociales, como respuesca a la crisis de gobernabilidad del Estado be- ro de la tradición francfordana) el autor cuestiona, y al que Los nuevos
nefactor europeo (Oífe, 1989). Para este estudioso, los movimientos movimientos sociales enfrentaron a parcir de defender un proyecto de
sociales se encuentran asociados a1 mcremento de la politización de la autonomía e identidad (Offe, 1988). En este punto, Offe roma contac-
sociedad civil y la agudización de las tensiones entre la democracia liberal to con la preocupación de Habermas (1989) sobre la colonizaci6o del
(y el sistema de partidos), por un lado, y d Esrado benefuccor de coree ke- mundo de la vida por la racionalidad instrumencal. Habermas concibe
ynesiano, por el otro. Esca contradicción conduce a la crisi.c; &le goberna· los movimientos sociales en el marco de su ceorfa de la esfera pública
bilidad de las democracias liberales occidentales en los países cenrrales, ( 1982), allí el potencial de éstos radica en que pueden proponer un pro-
a partir de los años setenta. A su vez, esta crists presenta dos caminos ceso de racionalización de las demandas en el seno de la sociedad civil,
de interpretación y resolución: por un lado, el proyecto conservador a la vez que erige al sistema politico su incorporación produciendo, de
(Croz1er, Huncingcon y Waranuki, 1975) plasmado en el mforme de esca manera, una mayor democracizaci6n. Este proceso fue 1denci6cado
la Comisión TriaJateral, que propone la retirada del Es-cado de la re- también por Niklas Luhmann, quien considera que los "movimientos
gulación o intervención en espacios que se definen como no poÜticos, sociales de protesta''ll se ubican en la periferia del sistema político y son
básicamente el mercado (Offe, 1985: 815-817); por el otro, el proyecto encargados de transmitir ("irritando" o "buscando resonanciá') preocu·
basado en los nuevos movimientos sociales que apuesta a la reactiva- paciones para que sea el sistema pollcico el que las resuelva. Es decir, no
ción de la participación ciudadana en la esfera de la sociedad civil, espe-
cialmente en espacios no institucionalizados y "cuya existencia no está
prevista en las doctrinas ni en la práctica de la democracia liberal y dd • Ante b in1pos1bilid:1.d ck dd1m1t:1r el concepto de "nuevos movimlcntru S()ci.1Jcs". Luh·
nunn prefiere conccntr.1r5c en los "mov1m1cntM de procesr2" (Luhnunn, 1998; Torres
Estado de bienestar" (Offe, 1988: 174). La no institucionalización de Naf.arr.llc, 2004).

246 247
Marcln Ret:unozo Movimientos sochlcs

bay, propiamente, una direcoón no insntuoonalizada de los movimien- por las llamadas "transiciones" a la democracia. En este clima inteleccual,
tos, sino que están destinados a influir en la agenda de temas que son las teorías de los movimientos sociales fueron "aplica.das" en concexcos
crar.tdos por el sistema político, e! cual los aborda desde su propia lógica que muchas veces no tenían nada en común con los que originaron las
de funcionamiento. Esto implica que los movimientos de protesta no se reflexiones teóricas (Calderón, 1986). Esto produjo muchas l.imicacio·
hacen cargo del problema que temariz:in y presentan canco a la opinión nes aJ pensar con esquemas que no estaban adecuados a las experiencias
pública como al sistema político. Allí radicaría el carácter de "nuevos" de colectivas históricas de América Latina (movimientos armados, nacio·
estos movimientos, los cuales, a diferencia de los "viejos'; no buscan ha- nal· popu.bres, campesinos, indlgenas), ni a sus contextos económicos y
cerse cargo de los problemas y la dirección de un proceso social, postu- culru.rales, ni a los regímenes autoritarios o diccacoria1es que padecían
lando así un "ra...ücalismo aucoLJmirado" (Cohen y Araco, 2000: 557), en el muchos de los países. Escos equlvocos teóricos y epistemológicos sobre
que se reconoce la independencia de los subsistemas y en el cual la ac- el modo de abordar el problema de la movilización social fueron pa·
ción política tiene como uno de sus objetivos cencrales la defensa y la ccnces evidencias de las debilidades dd pensamiento eurocéntrico para
democratización de la sociedad civil. comprender escos problemas y constituyen una prueba de la coloniali-
clad del saber (Lander, 1993).
En este marco y frente a una forma de construcción epistemológica
El estudio de los movimientos sociales en América Latina de los problemas sociales y poücicos de América Latina que hada mvi-
sible como campo Je análisis a los movimientos sociales, a inicios de los
Siempre que existieron fenómenos de procesca social, de alguna u otra años ochenta florecieron diversos proyectos colectivos impulsados por
manera, más o menos sistemáticamente, se ofrecieron interpretaciones ceneros de pensamiento (Clacso, Flacso) para estudiar los movimiencos
a tales movilizaciones. Las ocurridas en América Latina no fueron la ex· sociales. 11 En este espacio surgieron los primeros congresos, coloquios y
cepción. En este sentido, la reflexión sobre las movilizaciones colectivas jornadas que dieron lugar a compilaciones sobre el tema. Por entonces,
popu.bres ocupó una gran panc de los esfuerzos de la teoría social la- la influencia de autores como Mducci y su interés por las formas de ac·
tinoamericana. En la perspectiva clásica, los enfoques dominantes pro· ción y las redes que sustentan la.~ :icciones colecávas era presentada en
puescos para el análisis de los movimientos propios de América Latina el subconcincnte por autores como Femando Calderón, especialmente
estuvieron vinculados al funcionalismo9 y al marxismo. 10 retornando la idea de observar Los procesos de construcción de la acción.
No obstante, hacia los años ochenta, se introdujeron las categorías Sin embargo, el propio Calderón (1986: 335) tempranamente acierta
elaboradas por los paradigmas centrados en los movimientos sociales. con una pregunta clave: "(es posible acercarse a los movimientos sociales
Esca incorporación a la agenda de cernas de las ciencias sooales lacinoa· launoamericanos con categorías elaborad.as por re6ricos para responder
mericanas se produjo diacrónicamente a su uálizaci6n en los países cen· a problemas susacados en orcas partes del mundo?'' La respuesta cal vez
erales y en un contexto particular, tanto en lo teórico como en lo histórico. no es unívoca y dependerá de la. apcop1ación que de los diversos aportes
En lo teórico, d panorama en la regi6n estaba dominado por la crisis de teóricos pueda hacerse en función de los problemas de invesrigad6n.
los paradigmas críticos, especialmenre d marxismo y la teoría de la de· En parce, algunos esfuerzos por pensar los avatares poUticos y sociales
pendencia; mienrras que el concexto histórico de la región estaba signado
11 Esco no sigru.6.a que no h:i.y;m c:xisado csfu=s por comprender bs movíla::i.cioncs e.o·
--- -- - Lectivas en l:a región. p:articul:mnentc el moY1mu:nto obrero y d a mpcaino. Sin cmlnr·
• P:u;a un:a. ttvwón de Lu rcsis de Gcmuru en rebci6n con los m0\IÚ1\1encos socu.lcs brino.t · go, como ampo auc6nomo Je estudio los moYim1cncos s«Wcs se consacuyuon rca~n
mer,canos puede consulcarse Cisneros Sosa (200J ). hrog conucnzos de los ochcn.cus. Enrrc liu pnnc1pa.lcs obnu oonJunt:IS c:abcn d«=r l:a
'º lis posible cncomr:a.r cxccpc1oncs. como l.:a <k Joú Carlos Maniugw por e~plo, q= des· comp,1.uh ptlr C:alderón ( 1986), C~dcrón yJclin (l987), Calderón y Dos S:i.ntoJ ( l987),
de el m:mosmo tntmtó pcns:ar l:is car.icrcrúacu propi:is de la rc:1licbd peruana. C:unacho y MenJW:lr (1989).

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Marrln Reramozo Mov1m1encos , oc1ales

en e1 subconánente se plasmaron en las teorías sobre Las cransiciones Pizzomo) han procurado una síntt:SLS que permita atender canto el pla-
que incluían una pregunta por el lugar de las sociedades civiles y, allí, de no e.srratégico de los movimientos como su faz identiraria. Conciliar dis·
los movimientos sociales. cincos enfoques, sintéticamente, no puede realizarse desde una sumatoria
Hacia finales de la década de los ochenca y principios de los noven- de los aporres, puesto que parren de supuestos ontológicos y epistemoló-
ca, en un contexto marcado por el avance dd neoüberalismo y sus refor- gicos dis!miles. Incluso los esfuerzos por incorporar desde d paradigma
mas en América Latina, emergieron fenómenos de movilización social de la id.entidad, los aportes de las teodas orientadas a la e.srraregia han
muláfacécicos que alimencaron una enorme cantidad de trabajos sobre acabado por sesgar d aporte de la primera al vincular identidad con de-
los movimientos sociales. Esta vez ya no vinculados al problema de la finición de preferencias y el accionar estratégico. Quizás más que una
cransición democrática, sioo como intentos de dar cuenta de los conflic- búsqu_eda de síntesis, es necesario rearticular los aportes, disímiles por
tos en el nuevo orden neoüberal. Las protestas sociales en Venezuela co- cierro, de los enfoques a partir de una co,ifiguración teórica superadora
nocidas como 'el Caracazo" de 1989, el levam:am.iento zapacist:a de 1994, y pertinente para los fines e.s pedficos que las investigaciones plantean,
las movilizaciones campesinas en Brasil, indigenas y obreras en Bolivia, esto es imprescindible para enfocar tluesrra atención a las movilizacio-
de desocupados en Argentina, son tan sólo algunas de las experiencias de nes que nos interesan.
acción colectiva en un nuevo contexto social que llega hasta nuestros días. Es evidente que el leccor que ha llegado hasta aqw buscando una
Asimismo, la realización de encuentros como el Foro Social Mundial delinici6n acabada de lo que son los movimiencos sociales, se llevará
cruzó las emergencias nacionales con luchas de dimensiones globales una decepción. La mayoría de los conceptos de las ciencias sociales son
como las altermund.istas, las ecologiscas y las perspectivas de género. c.:._tegocías que adquieren determinado siguificado en relaci6n con las
En América Latina, bastantes de las luchas sociales -como las ve- perspectivas teóricas y de investigación en la que se inserran. Es esté·
nas- persisten abiertas y los esfuerzos por comprenderlas n o tienen sólo ril batallar en la búsqueda de la de6nici6n acabada de ese objeto esqui·
una motivad6n académica, sino que se involucran en las posibilidades de vo "movimientos sociales", básicamente porque no existe como cal, sino
transitar hacia órden~ sociales más justos. En esre aspecto, el aborda- como una construcción metodológica particular, la cual dependerá de
je de los asuntos concernientes a las protescas y movilizaciones sociales la posici6n dd investigador, d problema a indagar que plantee, sus con,
exige tanto la atención a los desarrollos teóricos a los que hicimos refe- vicciones, intereses, búsquedas, angustias y sus valores. Una definición
rencia, como a innovaciones que promuevan puntos de vista heurísticos acabada de los movimientos sociales tendría, sospechamos, el mismo
para avanzar en el tema. En cualquier caso, d análisis exhaustivo de la problema que eJ mapa dd imperio al que hicimos referencia al inicio: se-
historicidad de los órdenes sociales y la historia de los sujetos sociales que ria ran perfecta como inútil.
dispuc:an la conformación de la sociedad es clave para avanzar en L-i com- Por lo anterior, en lugar de proponer una definición de lo que son
prensión de los fenómenos parciculaces convertidos en objeto de estudio. Los movimientos sociales, procuraremos identificar algunos ámbitos
abiertos al debate, en los cuales cualquier interesado en d tema pue-
de indagar y que se agregan a los mencionados en este trabajo. El pri-
Conclusiones mero es la atención a las demandas sociales en la conformación de los
movimientos. Esto ayudaría a observar las relaciones sociales que los su,
A lo largo de este capítulo, revisamos diferentes perspectivas, teorf_as y jetos identifican como injuscas y las que originan sus acciones. El segun-
paradigmas para el estudio de los movimientos sociales. En este punco do es el lugar de las subjetividades colectivas y los sujetos sociales como
es necesario destacar que han sido varios los intentos de diálogo entre construcciones que elaboran demandas y se reconfiguran en d proceso
los diferentes enfoques, especialmente entre las tradiciones continen- mismo de acción y movilización. El tercero, que se deriva dd anterior,
tales y la estadounidense. Los autores citados (Tarrow, Tilly, Melucci, supone abordar los procesos de consrrucción de identidades colectivas,

250 251
Mutln Rcramozo Movuniemos socfales

donde las formas tradicionales se entrecruzan con nuevos ámbitos de más destacados por la variedad de enfoques incluidos que se comple·
identi6cac16n y reconocimiento relevantes para el estudio de las movi- menra con d de Ibarra y Tejerina (1998).
lizaciones. El cuarto se sitúa en la pregunta por los modos de la acción Entre las fuenres relevantes para el esrudio de la acrualidad Je los
colectiva contemporánea, las experiencias de la protesta y los repertorios movimientos sociales en América Latina, encontramos el Observatorio
empleados en la conrienda por los actores sociales. El quinto, finalmen- Social de América Latina (promovido por C lacso), donde se llevan re·
le, áene que ver con el impacto de las movilizaciones sociales en el plano gistros d e los movimientos en la región y se cuenta con una revista cspe·
insárucional, es decir, el efecto que las protestas han tenido en la orga- cializada en la temática, la cual escá disponible en Internet. Allí pueden
nización de cada una de las sociedades, sus alcances y Ümicacioncs para encontrarse valiosos materiales bibliográficos. La rcvisca internacional
obtener respuescas a las demandas.
Mob1lization ofrece estudios sobre diferentes movimientos sociales, ma·
Quisiéramos terminar esce capítulo con una última reflexión a modo yormente desde un enfoque dd M proceso político~ El muy citado núme~
de corolario. Pensar que los órdenes sociales contemporáneo1. son pro- ro 69 de La revista Zo11a Abierta está dedicado (ncegram ence al rema y
ducciones históricas, que no hay una naturaleza úloma que los fimdamen - contiene excelentes trabajos desde diferentes ópticas.
te y que son, en definiriva, las formas de organización que los hombres
se han dado para vivir, hace que d conflicto y el poder escén siempre
presentes en la sociedad. La erradicación del conflicto es también la ani- Fuentes
quilación de la politica y la libertad de los hombres para construir otras
formas de organización social diferentes a las existentes. Los movimien- Bolos, Silvia ( 1999). La co11stitució11 ce sobre la modermdad, la dtmocracin
tos sociales, como emergentes del descontento, son una muestra de la de actores sociales y la po/ftica, Méxi- y la desigualdad sO!ial, México, Po·
contingencia del orden social, de la posibilidad de que determinadas re- co, Universicbd Iberoamcricam/ rrúa/ UA M , Azc.lpoczalco.
laciones sociales se cstrucruren de ocra forma. En este semido, la in- Plaza y Valdés. Cohcn, Jcan L. ( 1985). "Scr.ucgy or
vestigación de los sujetos sociales (entre éstos los movimientos) supone Calderón, Fernando (comp.) (1986). Idencicy: New Thcoretical Para-
también la oportunidad de rastrear las huellas del futuro, de las poten- Los movm11cntos 1«1alcs ante la crisis, digms anJ Contcmporary Social
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tados a la identidad Touraine (1987; 1997a; 1997b) y Melucci (1999). Cisncros Sosa, Arm:ando (2001). Crl· rican Cicles: American Pol,tical
Por su parte, Laraña y Guslield (1994) compilan uno de los trabajos tica de los movimiwtos sociales. Deba· Scie11cc Rcview, vol. 67, pp. 11-28.

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Tour.une, AJain (1997a). rPodrcmos
vivir juntos?, Buenos Aires, FCB. atención de la ciencia poücica en eJ continente escaba muy orientada hacia
las características institucionales de los regímenes políticos, asi como a las
formas, dinámicas y actitudes de los actores que se organizaban contra
los excesos gubernamentales, ya sea para derrocarlos institucionalmen·
te (partidos políticos) o presionarlos hacia una mayor democratización
(movimientos sociales). La atención de la disciplina estaba abocada, más
ampliamente, hacia las formas como se accedía al poder, dejando d e lado
los mecanismos y decisiones del rjercicio de éste. Sin embargo, confor-
me los países latinoamericanos han avanzado en términos de democracia
decroral (es decir, que han logrado instaurar instiruciones y procedimien-
tos democráticos respecto de las formas de acceso al poder público), los
incercses analíticos se ban ampliado hacia temas de la acción de quien de-
tenta ese poder formal, es decir, a la hechura, diseño, modo o proceder de
quien lo ejerce. Con ello, el enfoque de políticas públicas, que se orienta en
esa dirección analítica, ha ganado espacio y amplia visibilidad.
Los sistemas democráticos que se gestan en América Latina implican
que las acciones formales que se tomen para enfrentar lo que colectiva-
mente no es deseable (los "problemas públicos") deriven de una compleja

* Profcsor-1n11estig:idor de la Flacso México. Coordirutdor de b Mac:stda en Pol1ticls PúbUc:is


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