Nadie es tan malo que no ame aunque sea a su madre o
a su perro. Nadie que esté vivo deja de manifestarlo en alguna forma. O bien le late el corazón, o está respirando. Algo está consciente en él. Algo responde, algo siente, algo oye. Está vivo, tiene ya conciencia. Y esto está simbolizado por tres colores primarios: Azul, Amarillo y Rojo. Todo, absolutamente todo tiene esos tres colores. Todo tiene conciencia, o vida, o lo que es lo mismo: voluntad, eso es azul. Todo tiene inteligencia, amarillo; todo tiene atracción, repulsión, adhesión y cohesión, o sea amor, rojo. Todo, en todos los reinos de la Creación. Los oídos humanos son torpes. El ser más fino de oído no oye responder a las matas, ni a las células de su cuerpo, por ejemplo. Nadie se da cuenta, por consiguiente, de que los planos invisibles, astrales, etéricos, son una baraunda de sonidos, de voces, una gritería de todo lo que contiene vida. Hemos dicho que todo lo que tiene vida oye, siente y responde. El cuerpo humano, siendo macizo, sólido, no soporta ese vocerío. Yo pido para ustedes que cuando se les despierten esos sentidos espirituales no se encuentren solos. Que estén acompañados, y la mejor compañía es la del Cristo, o sea el Yo Superior que todo lo puede, todo lo sabe, todo lo domina; que es infinito consuelo, infinito amor y ternura. Ahora ¿qué es pues el Cristo? Es la expresión de esas tres condiciones, Conciencia, Inteligencia y Amor en sus más altos grados. Amor en su grado más puro. Es Voluntad Azul purísima, la de Dios mismo. Es Inteligencia Oro purísima, altisima, como Dios mismo. Es la Esencia de la Divinidad. Es todo lo que somos pero en la escala más alta, más pura, noble, buena y perfecta. Es la esencia de la Verdad. Es el patrón y diseño de la Voluntad de Dios para nosotros, cada uno. Debemos meditar sobre esto todos los días. Al pensar en Él nos enchufamos, como quien dice, en el plano Crístico. Seguimos pensando en Él y a los veinte segundos experimentamos un paso como un escalón, nos sentimos más cerca. A los próximos veinte segundos lo sentimos, o lo comenzamos a sentir como una dulzura y como que algo nos eleva. A los terceros veinte segundos nos sentimos felices, que lo amamos y que Él nos ama. Si hacemos esto cada día nos pareceremos má a El diseño divino cada día. Nos hacemos más buenos, más puros, bellos, inteligentes, vivos y alertas. Pero recuerden también que Él tiene voz y oído. Que no es el mismo oído y la misma voz de nuestro cuerpo. Es un Ser unido y aparte al mismo tiempo. Unido a nosotros y aparte de nosotros. Por eso le podemos hablar y saber qué nos contesta. Espero que habrán adelantado un poco en la comprensión del Cristo Interior, porque quiero que todos quemen el Karma antiquísimo que está cristalizado, y éste lo quema El Cristo, a quien Emmet Fox llamó “El Señor del Karma”. Hay el Cristo cósmico, y hay el Cristo individual, o sea el Ser Divino, Glorioso dentro de nuestros corazones, hecho de luz universal y creado por Dios-Padre y Madre. Este se desarrolla tal como semilla a través de 14.000 años de evolución. (En nuestra conciencia). Este Ser Crístico es un Ser inteligente, viviente en cada uno de nosostros, y que está interesado en ti de lo que estás tu mismo. Durante millones de años te ha estado dando hasta el aliento, y te ha sostenido con la esperanza de lograr una oportunidad de experiorizar el proyecto divino que tienes tú en el plano de la Creación. Acepta esto ahora y deja que este Dios, a través de ti, cumpla Su propio patrón de perfección, Su maestría y dignidad, Su equilibrio y belleza, Su Armonía y libertad. Hagamos juntos la siguiente afirmación: