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ARQUIDIÓCESIS DE GUADALAJARA
INSTITUTO DE TEOLOGÍA
“SAN CRISTÓBAL MAGALLANES”
AFILIADO A LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD LATERANENSE
EXAMEN DE BACHILLERATO
TRATADO DE EUCARISTIA
1. Edad Media
1.1 Cuestiones de base
1.1.1 La presencia real
Es difícil saber a quién y cuándo le vino en mente usar este vocablo, que poco a poco se
extendió en todas las obras de ese tiempo. Son éste, se mezclaron otros problemas que le están
muy ligados. Por ejemplo, preguntarse si el Cuerpo de Cristo está presente en toda la hostia y en
cada una de sus partes, sobre todo al fragmentarse. Una segunda cuestión es la adoración que se
debe a la hostia, siendo el cuerpo de Cristo; y en la práctica de la piedad cristiana, si también ha
de adorarse a Cristo bajo la especie del vino. Y en tercer plano, si por una parte es válido, y por
otra parte es litúrgica y espiritualmente conveniente, que se dé la comunión bajo una sola, o se
debe dar bajo las dos especies.
1.1.2 La transubstanciación
Esta doctrina teológica tuvo rápida aceptación porque “evitaba dos extremos: el excesivo
realismo cuasi-físico y también el simbolismo espiritualizante”. Por primera vez el Magisterio
de la Iglesia usó de modo oficial este vocablo en el Concilio IV del Letrán (1215): « Jesucristo,
cuyo cuerpo y sangre se contienen verdaderamente en el sacramento del altar bajo las especies
de pan y vino, después d transubstanciados, por virtud divina, el pan en el cuerpo y el vino en la
sangre, a fin de que, para acabar el misterio de la unidad, recibamos nosotros de lo suyo lo que
él recibió de lo nuestro… » (DS 802; Dz 430).
2. Santo Tomás
Quizás, es el teólogo que durante la Edad Media explicó el sacramento de la Eucaristía de
manera más completa y con reflexión más honda.
2.2 La transubstanciación
Santo Tomás presenta varios argumentos para afirmar la presencia real del cuerpo de Cristo en
este sacramento:
a) Los sacrificios del AT fueron sólo sombra y figura de la oblación de Cristo. Si éste no se
sacrificase de verdad, su entrega al Padre en este sacramento seguiría siendo una figura
de la realidad que aún estaríamos esperando. El Doctor angélico no puede separar tres
nociones que están íntimamente trabadas: la presencia real, la conversión sustancial y el
sacrificio.
b) Acude a la experiencia de la amistad. Jesús nos ofreció su amistad, y es propio del amigo
querer estar con el amigo. Si él no pudiera estar presente con aquellos a quienes ama, su
amistad no pasaría los límites de nuestra capacidad humana.
c) Porque nuestra fe recae en la humanidad de Cristo. Desde que el Hijo de Dios asumió la
carne humana, ésta es la mediación real para llegar a su divinidad invisible (III,75,1).
La substancia del pan y del vino ni se aniquila ni vuelve a la «materia preyacente», porque si eso
sucediera, el cambio sería perceptible por los sentidos. Y sabemos por la fe que, una vez
realizada la consagración, está presente el cuerpo y la sangre de Cristo en su realidad
substancial.
3. Concilio de Trento
3.1 La Reforma protestante
Los reformadores protestantes atacaron principalmente dos de las verdades de la Eucaristía,
tenidas como de fe por la Iglesia a través de los siglos: la presencia real de Cristo (sobre todo
explicada por la transubstanciación) y el carácter sacrificial de la Misa. En consecuencia,
también otras verdades conectadas con las anteriores, como el sacerdocio ministerial y
sacramental. También impugnaron algunas prácticas litúrgicas y rituales: la comunión bajo una
sola especie, la adoración del Santísimo Sacramento, su reserva en el sagrario, el ofrecimiento
de la Misa en sufragio de los difuntos, etc.
Por tres motivos necesitamos conocer los elementos básicos de la doctrina de la Reforma:
1. Porque el Concilio de Trento fue una respuesta a ellos; sólo conociendo los problemas
podemos entender las mujeres.
2. Porque es preciso reconocer con honestidad los errores que hemos cometido en el
pasado.
3. Porque es necesario un diálogo ecuménico serio con las iglesias protestantes
tradicionales y para ello es necesario conocer el origen de su doctrina.
La companación debe entenderse como la permanencia del pan y del vino en su propio ser; en
ellos están simultáneamente el cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía.
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La presencia durante el uso del sacramento. Su afirmación de que Cristo está presente in uso
podría entenderse así: Cristo está presente en el pan y en el vino mientras se realiza el
sacramento. Lutero intentaba rescatar el carácter de acontecimiento de la acción eucarística.
Otro motivo para negar la transubstanciación es que ésta supone por necesidad que den pan y
del vino sólo queden «especies», o sea «apariencias». Afirmar esto sería una torpeza, porque
hablar de una realidad fantasmal se opone a la palabra de Cristo.
La presencia real de Cristo en la Santa Cena, ¿en qué sentido puede admitirla Calvino? Ante
todo, “yo entiendo, siguiendo lo que san Lucas y san Pablo declaran, que el pan es el cuerpo de
Cristo, porque es el testamento o pacto”. Es decir, en figura, como lo fueron en el AT aquellas
realidades que servían como signos verdaderos de una verdadera alianza.
Es necesaria la comunión para ser fieles a la institución de Cristo. No basta la fe, pues en el
sermón de Jn 6 el Señor habló de sí mismo como el pan de vida para quienes crean en él, pero
también de comer su cuerpo y de beber su sangre. Recibimos por la comunión, la vida eterna
que destila para nuestras almas el cuerpo vivo de Cristo en la gloria. Y esa propiamente se como
por la fe en su palabra,
Cristo no debe ser adorado en el sacramento por varios motivos. 1) es idolátrico adorar el pan,
así como lo sería adorar el agua del bautismo. 2) porque no hay palabra de Dios que ordene la
adoración, ni el Señor lo mandó en la última cena ni lo hizo la Iglesia apostólica. 3) porque el
Señor está en la gloria, la Santa Cena es su don, y es idolatría adorar el don y no a su dador.
Para Calvino, llamar a la Misa un sacrificio que se ofrece para el perón de los pecados, es el
engaño más abominable. Él tiene como base el presupuesto teológico acerca de la muerte
sustitutoria de Cristo, irrepetible por ser de valor infinito. Argumentos: 1) Jesucristo es el único
y sumo sacerdote, para ofrecer otros sacrificios serían necesarios más sacerdotes, los cuales
deberían tomar el lugar de Cristo. 2) El altar de la Misa destruye la cruz de Cristo. 3) La Santa
Cena no sería un testamento, el cual, para ser eficaz, supone la muerte del testador. Este no
necesita estar muriendo a cada hora para testar de nuevo. 4) La negación del sacerdocio como
sacramento. La ordenación no tiene fundamento en la Escritura. El único sacerdocio es el de
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todos los bautizados. 5) la Santa Cena sólo pude ser llamada sacrificio en el sentido de acción de
gracias.
La Misa es un verdadero y propia sacrificio. El único sacrificio ofrecido por Cristo de una vez y
para siempre se consumó en la cruz. Este es el único sacrificio redentor por nuestros pecados. La
Misa es un sacrificio que Cristo mandó en memoria. Es una verdadera reactualización
sacramental, que «hoy lo hace presente de nuevo». Excluye que la Misa sea un sacrificio
únicamente en el sentido de alabanza, acción de gracias o conmemoración (canon 3: DS 1753;
Dz 950). La Misa no es propiamente una «obra meritoria» que produzca el perdón de los
pecados, sino que aplica el perdón al fiel, que por medio sacramental de la Eucaristía se hace
partícipe del mérito de Cristo.
ataques. De hecho, no ofreció alguna novedad en la doctrina., sino que se ciñó a fundamentar la
práctica y doctrina comunes en la Iglesia.
Ni en la Edad Media ni en Trento hubo una clara idea de la unidad entre el sacramento y
el sacrificio.
No se ahondó en el significado de memorial. Tanto la Edad Media como Trento
afirmaron que no se trataba de un «simple recuerdo», pero no fueron capaces de ofrecer
una opción positiva que sirviese de justa alternativa.
En relación con la presencia real. La afirmación está anclada en el ámbito ontológico;
falta mucho por desarrollar la presencia activa. La presencia se ha enfocado más como la
de Cristo víctima (entendiéndose en la cruz). Esta reducción no puede sino dificultar la
teología del sacrificio memorial.
El concilio no indicó qué entendía por sacrificio.
Trento dio algunos indicios útiles para entender la teología del memorial, pero no la
apuntó nítidamente.
Trento prolongó el olvido de la acción del Espíritu Santo en la Eucaristía.
Unidad entre Palabra y sacramento. Las dos partes de que consta la misa, a saber, la liturgia de
la palabra y la liturgia eucarística, están tan estrechamente unidas entre sí, que constituyen un
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único acto de culto (SC 56) porque es el mismo quien en ambos está presente, aunque de manera
distinta. Ambos modos de estar presente en la Iglesia son inseparables.
Por el misterio pascual de su Hijo, el Padre nos ha liberado del pecado y de todas sus
consecuencias. Esta es una liberación definitiva. Cristo es la Palabra del Padre que en la primera
parte de la liturgia eucarística de nuevo se nos concede por la proclamación de los textos
bíblicos y de la homilía. Él es quien, con las palabras de la institución de la Eucaristía, junto con
la unción del Espíritu Santo consagra el Pan y el vino para hacerse él mismo en persona presente
en nuestro medio. Él es quien se nos da en comida y en bebida.
Construye la Iglesia en torno al cuerpo de Cristo. Rogamos al Padre que realice esta obra por su
Espíritu, en la segunda epíclesis, que el sacerdote proclama después de la consagración. «Por
medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Espíritu, Santo y santificador, a los
miembros de su Cuerpo» (CEC 739).