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INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES

EN ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

MAESTRÍA EN ADMINISTRACIÓN DE HOSPITALES


Y SALUD PÚBLICA
Grupo:
9°B
Materia:
FORMULACIÓN Y EVALUACIÓN DE PROYECTOS
DE INVERSIÓN EN CENTROS HOSPITALARIOS
Título del trabajo:

ENSAYO DEL LIBRO PSICOPOLÍTICA


Presenta:

Esquivel Chávez José Pedro

Profesor.

DR. ALBINO GAYOSSO MARCOS

1 septiembre 2018
INTRODUCCIÓN

Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder es un ensayo que arroja una de


esas lúcidas miradas sobre el presente a las que este autor nos tiene acostumbrados y que
nos ayuda a comprender mejor cuál es el trasfondo que yace detrás de numerosos
fenómenos y actos cuya significación oculta suele pasar desapercibida. Y aunque no lo
explicite se lo puede ver en este sentido como una ejemplificación más de aquello que
Michel Foucault denominó una ontología del presente. De hecho, el título de su obra debe
entenderse como una continuación de lo que este pensador francés bautizó como
biopolítica. Byung-Chul Han arguye que la biopolítica foucaultiana se quedó anclada en un
análisis del cuerpo, de modo que no habría llevado a cabo el viraje necesario para explicar
la explotación de la psique, aquello que fundamentalmente caracterizaría a la forma
hegemónica de poder en nuestra sociedad contemporánea. La tesis fundamental que
recorre el libro se resume cuando escribe que “la psicopolítica neoliberal es la técnica de
dominación que estabiliza y reproduce el sistema dominante por medio de una
programación y control psicológicos”.

Byung-Chul Han pone énfasis en que la psicopolítica recurre a un sistema de dominación


que, en lugar de emplear el poder opresor, utiliza un poder seductor, inteligente (smart),
que consigue que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de la dominación.

Para Karl Marx, el trabajo conduce a la alienación. Ese es el tema de Byung Chul-han: la
nueva alienación. El hombre se ha convertido en el explotador de sí mismo por un propio
afán desmesurado de competencia, de éxito, vivido como "realización personal". Uno se
explota a sí mismo hasta el colapso. El sistema neoliberal ha sido internalizado hasta el
punto de que ya no necesita coerción externa para existir. Y, por eso, el síntoma de nuestra
época es el cansancio.

Como aclara Han no es la multitud cooperante que Antonio Negri eleva a sucesora
posmarxista del “proletariado”, sino la solitud del empresario aislado, enfrentado consigo
mismo, la que constituye el modo de producción presente. Los otros, nuestros prójimos, se
han convertido en competidores o sombras en nuestras pantallas autistas. En nuestra
época, el trabajo se presenta en forma de libertad y autorealización. Me (auto)exploto, pero
creo que me realizo. En ese momento no aparece la sensación de alienación. Así, el primer
estadio del síndrome burnout (agotamiento) es la euforia. Entusiasmado, me vuelco en el
trabajo hasta caer rendido. Me realizo hasta morir. Me optimizo hasta morir. Me exploto a
mí mismo hasta quebrarme. Esta autoexplotación es más eficaz que la explotación ajena a
la que se refería el marxismo, porque va acompañada de un sentimiento de libertad. Esta
libertad imaginada impide la resistencia o la revolución. El neoliberalismo nos aísla a cada
uno y nos hace empresarios de nosotros mismos. El capitalismo huye hacia el futuro, se
desmaterializa, se convierte en neoliberalismo y convierte al trabajador en empresario que
se explota a sí mismo en su empresa.

El neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en


empresario”. El neoliberalismo y no la revolución comunista. Elimina la clase trabajadora
sometida a la explotación ajena. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo
en su propia empresa”.

La crítica de Byung-Chul Han un ataque al corazón de esa ideología del emprendimiento


que ha colonizado el Mundo interior del capital desde el centro neurálgico de la tecnología
informática, ubicado en el norte de California, Estados Unidos el Silicon Valley sirve para
comprender las tensiones entre lo privado y lo público, entre el tiempo del trabajo y el tiempo
del ocio, y otras oposiciones que marcaron a la sociedad industrial y hoy están en vías de
desaparición.

La sentencia de Han es sombría pero honesta, no todos pueden ser emprendedores


exitosos. La revolución digital esconde miles de trabajadores hiperexplotados de la manera
más tradicional en las líneas de producción (no solo en China) y una buena cantidad de
especialistas flexibles que se auto-explotan y viven al borde del síndrome de burnout,
también llamado síndrome de desgaste ocupacional (SDO) y del que Byung-Chul Han se
encarga de reflexionar.

DESARROLLO

La Crisis de la Libertad y la Biopolítica

El filósofo Byung-Chul Han en su libro titulado: “Psicopolitica: Las Nuevas Técnicas del
Poder Neoliberal”, el autor profundiza el concepto de poder y en cómo este se materializa
mediante un nivel psicológico, desde una perspectiva más crítica y personal, logrando
realizar que su visión sea más global y abstracta, de la misma manera, expone las ideas
del sistema actual de las técnicas del poder del capitalismo neoliberal, donde argumenta
que: “el sistema de dominación radica en utilizar el poder seductor, inteligente (Smart), para
conseguir que los hombres se sometan por sí mismos inconscientemente al entramado de
dominación”, es decir que, la eficacia del psicopoder concibe en que el individuo crea ser
libre, cuando en realidad el sistema está oprimiendo su libertad, es como un reflejo falso de
la realidad en la que aun vivimos sometidos.

Por otra parte, el autor menciona el modelo de auto explotación de las teorías de Karl Marx,
“Ya no trabajamos para nuestras auténticas necesidades, el capital, genera sus propias
necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias”.

En otras palabras, se emplea como mecanismo de escape las acciones represivas basadas
en la relación explotadores-explotados, amo- esclavo, permitiendo que el individuo se haga
a sí mismo responsable de sus fracasos, en vez de tomar la decisión de cuestionar al
sistema, es así como la dominación merma la libertad del individuo haciendo que la libertad
del capital aumente y este sea válido, es decir que convierte al sujeto en auto explotado
más no en revolucionario.

Asimismo, observamos que el filósofo Byung-Chul Han expresa que: “somos órganos
sexuales del sistema” esto significa que los individuos reproducen al sistema, dado a que,
la libertad individual le confiere al capital una subjetividad de forma automática, el cual lo
impulsa a su reproducción constante, es decir las nuevas técnicas de control y dominación
del poder, que él denomina psicopolítica, ejerce el control sobre los individuos, dirigiéndolos
inconscientemente hacia sus intereses y que este sujeto piense que es independiente para
así ocasionar que el capital aumente.

Actualmente, vivimos en un mundo de poder y dominación diferente al de las épocas


antiguas, los cuales se basaban en el castigo, la represión y el control directo sobre las
acciones del individuo, este ejercicio lo encontramos en el modelo panóptico de Bentham,
a diferencia de las antiguas técnicas de poder y dominación ejercidas por las clases
dominantes, basadas en el castigo, la represión y el control directo sobre las acciones de
los individuos buscando un máximo perfeccionamiento; hoy en día, los nuevos modelos de
control se alejan de la vigilancia y el castigo, para dar paso a la seducción inteligencia y
explotación, teniendo como objetivo convertir al individuo en consumidor, logrando que sea
de forma “voluntaria” su participación para así eliminar cualquier forma de “sometimiento”
directa al proceso de dominación.
No obstante, la Psicopolitica neoliberal: “Es la técnica de la dominación que estabiliza y
reproduce el sistema dominante por medio de una programación y control psicológicos”,
esto quiere decir que, la Psicopolitica utiliza las nuevas tecnologías, sobre todo las redes
sociales y aparatos inteligentes como los teléfonos, y computadores, para extender su
poder sobre el individuo mediante sus emociones y afectos, por ejemplo: consumimos más
emociones por redes que objetos materiales en la realidad física.

Del mismo modo, La sociedad del control digital hace un uso intensivo de la libertad,
haciendo que la entrega de datos no suceda por coacción, sino por una necesidad interna,
igualmente, el individuo actual no percibe que mediante las nuevas tecnologías suministra
datos a la web suficientes para que el llamado “ Big Data’’, disponga de una masa de
información que se entrega de forma voluntaria o inconsciente; el Big data, escribe Han en
alusión a George Orwell, que: “una simple adición de información produce una aceleración
ilimitada de la realidad a la vez que impide y destruye todo lo que tenga aspecto temporal.”.
Es decir, que el Big Date estipula la comunicación con control sobre el individuo,
permitiendo analizar el comportamiento del individuo, sus hábitos, gustos, miedos,
problemas, etc. Logrando conseguir un sometimiento, dominación, control y vigilancia del
sentimiento de libertad no desde el exterior sino internamente.

Posteriormente, el autor relaciona todos estos temas con la geopolítica dado a que, le
permite al lector colocarse por fuera del sistema capitalista, otorgándole un pensamiento
crítico, relacionando con los aspectos diferentes de la vida social y del poder económico de
una forma más dinámica y sorprendente, de la misma forma, evidencia las formas del
control actual, como son las tecnologías y el poder que estas tienen sobre el individuo, dado
a que en el neoliberalismo, el sujeto se centra en la individualidad y el Estado desaparece,
es decir que este se vuelve dependiente del ser, logrando que la libertad sea esclavista y
que el individuo considere la autoeliminación, ya que la sociedad se vuelve una
competencia.

El aporte que los temas del autor le brinda a mi formación de comunicador social es que
me permite tener herramientas claras y concisas para ser administrador de la información
y es por esta razón, que posibilita el manejo de la información ya sea para el beneficio o
prejuicio de la comunidad, sin embargo, este espejismo de libertad y de poder hacer lo que
se quiera, es obstruido por la realidad del dominio en la que se basan las empresas tanto
públicas como privadas de los medios de comunicación, dado a que, como profesionales
se debe cumplir los parámetros de una empresa y no se puede perjudicar la imagen de
esta, es por esto que se encuentra en ocasiones la antiética profesional de algunos
periodistas, visto que como expresa el autor somos reproductores de contenidos para el
sistema, haciendo que la libertad sea solo una ilusión en el mundo del poder capitalista.

Poder inteligente

El poder tiene formas muy diferentes de manifestación. La más indirecta e inmediata se


exterioriza como negación de la libertad. Esta capacita a los poderosos a imponer su
voluntad también por medio de la violencia contra la voluntad de los sometidos al poder. El
poder no se limita, no obstante, a quebrar la resistencia y a forzar a la obediencia: no tiene
que adquirir necesariamente la forma de una coacción. El poder que depende de la violencia
no representa el poder supremo. El solo hecho de que una voluntad surja y se oponga al
poderoso da testimonio de la debilidad de su poder. El poder está precisamente allí donde
no es tematizado. Cuanto mayor es el poder, más silenciosamente actúa. El poder sucede
sin que remita a sí mismo de forma ruidosa.

El poder, sin duda, puede exteriorizarse como violencia o represión. Pero no descansa en
ella. No es necesariamente excluyente, prohibitorio o censurador. Y no se opone a la
libertad. Incluso puede hacer uso de ella. Solo en su forma negativa, el poder se manifiesta
como violencia negadora que quiebra la voluntad y niega la libertad. Hoy el poder adquiere
cada vez más una forma permisiva. En su permisividad, incluso en su amabilidad, depone
su negatividad y se ofrece como libertad.

El poder disciplinario no está dominado del todo por la negatividad. Se articula de forma
inhibitoria y no permisiva. A causa de su negatividad, el poder disciplinario no puede
describir el régimen neoliberal, que brilla en su positividad. La técnica de poder propia del
neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El
sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación
le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre.

El poder inteligente, amable, no opera de frente contra la voluntad de los sujetos sometidos,
sino que dirige esa voluntad a su favor. Es más afirmativo que negador, más seductor que
represor. Se esfuerza en generar emociones positivas y en explotarlas. Seduce en lugar de
prohibir. No se enfrenta al sujeto, le da facilidades.
El poder inteligente se ajusta a la psique en lugar de disciplinarla y someterla a coacciones
y prohibiciones. No nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige compartir, participar,
comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos y preferencias; esto es, contar nuestra
vida. Este poder amable es más poderoso que el poder represivo. Escapa a toda visibilidad.
La presente crisis de libertad consiste en que estamos ante una técnica de poder que no
niega o somete la libertad, sino que la explota. Se elimina la decisión libre en favor de la
libre elección entre distintas ofertas.

El poder inteligente, de apariencia libre y amable, que estimula y seduce, es más efectivo
que el poder que clasifica, amenaza y prescribe. El botón de me gusta es su signo. Uno se
somete al entramado de poder consumiendo y comunicándose, incluso haciendo clic en el
botón de me gusta. El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta. Se diferencia
sustancialmente del capitalismo del siglo XIX, que operaba con coacciones y prohibiciones
disciplinarias.

El poder inteligente lee y evalúa nuestros pensamientos conscientes e inconscientes.


Apuesta por la organización y optimización propias realizadas de forma voluntaria. Así no
ha de superar ninguna resistencia. Esta dominación no requiere de gran esfuerzo, de
violencia, ya que simplemente sucede. Quiere dominar intentando agradar y generando
dependencias. La siguiente advertencia es inherente al capitalismo del me gusta:
protégeme de lo que quiero.

El Topo y la Serpiente

El poder disciplinario consiste en entornos e instalaciones de reclusión. La familia, la


escuela, la cárcel, el cuartel, el hospital y la fábrica representan estos espacios disciplinarios
de reclusión. El sujeto disciplinario cambia de un entorno de reclusión a otro. Así, se mueve
en un sistema cerrado. Los residentes en estos entornos permiten ser distribuidos en el
espacio y ordenados en el tiempo. El topo es el animal de la sociedad disciplinaria.

En el Post-scriptum sobre las sociedades de control, diagnostica una crisis general de los
entornos de reclusión. Su problematicidad reside en su carácter cerrado y rígido, que no es
adecuado a las formas de producción inmateriales y en red. Estas presionan hacia una
mayor apertura y delimitación. El topo no puede soportar esta apertura. En su lugar surge
la serpiente. Este es el animal de la sociedad de control neoliberal que sucede a la sociedad
disciplinaria. A diferencia del topo, la serpiente no se mueve en espacios cerrados. El topo
es un trabajador. La serpiente, por el contrario, delimita el espacio a partir de su movimiento.
La serpiente es un empresario. Es el animal del régimen neoliberal.

El topo se mueve en espacios preconstruidos y se somete con ello a limitaciones


espaciales. Es un sujeto sometido. La serpiente es un proyecto, en la medida en que genera
el espacio a partir de su movimiento. El tránsito del topo a la serpiente, del sujeto al proyecto
no es una irrupción hacia una forma de vida totalmente diferente, sino una mutación, incluso
una agudización del capitalismo. Los movimientos restringidos del topo ponen límites a la
productividad. Aun cuando trabaja de forma disciplinada, no supera un determinado nivel
de productividad. La serpiente elimina la limitación a través de nuevas formas de
movimiento. De este modo, el sistema capitalista basado en el modelo del topo cambia al
modelo de la serpiente para aumentar la productividad.

El régimen disciplinario, se organiza como un “cuerpo”. Es un régimen biopolítico. El


régimen neoliberal, por el contrario, se comporta como «alma». De ahí que la psicopolítica
sea su forma de gobierno. Ella «instituye entre los individuos una rivalidad interminable a
modo de sana competición, como una motivación excelente». La motivación, el proyecto,
la competencia, la optimización y la iniciativa son inherentes a la técnica de dominación
psicopolítica del régimen neoliberal. La serpiente encarna sobre todo la culpa, las deudas
que el régimen liberal establece como medios de dominación.

El dilema de Foucault

Han afirma que el propio M. Foucault después de Vigilar y castigar “se dio cuenta de que la
sociedad disciplinaria no refleja exactamente su tiempo”. El propio Foucault nos lo cuenta:
“Una vez que se sepa que es ese régimen gubernamental denominado liberalismo, se
podrá, me parece, captar qué es la biopolítica” (Nacimiento de la biopolítica, FCE, 2007).

Han reprocha a Foucault no haber comprendido la sociedad neoliberal. El análisis que


realizó Foucault, se queda a mitad de camino. Llega a entrever la biopolítica, pero se le
escapa por completo la psicopolítica.

Al decir de Han, las tesis de Agamben, “tampoco proporciona acceso alguno a las técnicas
de poder del régimen neoliberal”. La razón por las que según Han Foucault no llega a
comprender en nuevo orden social es que “vincula expresamente la biopolítica con la forma
disciplinaria del capitalismo”.
Han insiste que el neoliberalismo no está interesado por “lo biológico, somático, corporal,
por el contrario, descubre la psique como fuerza productiva”. Si el orden neoliberal, trata de
lo inmaterial, información, software, conocimiento “para incrementar la productividad, no se
superan resistencias corporales, sino que se optimizan procesos psíquicos y mentales”.

En esta nueva fase del capitalismo financiero-patrimonial el cuerpo, es liberado de la


producción al menos idealmente, para convertirse en objeto de la estética y la sanidad. “Se
pasa de la ortopedia a la estética”. Naturalmente, el análisis de Han hace hincapié en las
líneas de fuerza del capitalismo corporativo. El que los trabajadores estén atados a la
cadena de montaje no desmiente el análisis que lleva a cabo. Las manos de los
trabajadores pierden fuerza, ante el empuje de las nuevas habilidades que se exigen en la
actualidad, lo que se cuenta es el massive knowledge.

Los análisis de Foucault especialmente en Tecnologías del yo y otros textos afines, son
según Han, insuficientes, porque “no ve ni que el régimen neoliberal de dominación acapara
totalmente la tecnología del yo ni que la permanente optimización propia, en cuanto técnica
del yo neoliberal, no es otra cosa que una eficiente forma de dominación y explotación”.

La curación como asesinato

El objetivo del neoliberalismo, según Byung-Chul Han, es “convertirlo al hombre en objeto


de explotación”. Todos los obstáculos que retrasen este objetivo son objeto de medidas
terapéuticas. Así, “bloqueos, debilidades y errores” deben ser eliminados en aras a
“incrementar la eficiencia y el rendimiento”.

Han, afirma de forma paradójica, que el neoliberalismo introduce como estrategia de


dominación, el agotamiento. Éste, no trata lo externo, sino sobre todo lo interior, la psique
humana. Enfermedades de esta nueva etapa de la posmodernidad, como la depresión o el
síndrome de burnout, son el nuevo tributo a pagar. Si Freud, afirmaba que la represión del
instinto se pagaba con la neurosis, ahora, en esta nueva etapa “polimorfa”, el resultado es
el agotamiento psíquico.

Allí donde está la enfermedad también está su curación. Ésta debe por purgar todo
pensamiento negativo. Este pensamiento es el causante de las “debilidades y bloqueos”,
que obstaculizan la “optimización personal”. Allí donde había pecados y remordimientos,
ahora hay pensamientos negativos, que deben ser eliminados. Es necesario la exaltación
de la positividad.
Han, busca apoyo, para afirmar y reivindicar la negatividad. La negatividad es el lado
obscuro de la vida, sin ella, le falta nervio, viene a decir Han. Pero, en el nuevo modelo
social de la etapa líquida, no hay espacio para esa negatividad. Incluso el dolor debe ser
reciclado para convertirse en positividad.

Han invoca el miedo que esta industria de la conciencia la literatura de la autoayuda, por
ejemplo-, provoca en el alma humana, al desprenderse de lo negativo para exaltar
únicamente lo positivo, se expresa con un “me gusta”. De ahí que pueda acabar el capítulo
afirmando: “la curación se muestra como asesinato”.

Shock

Cameron construyó un panóptico con cámaras de aislamiento en el que llevaba a cabo los
más crueles experimentos con los hombres. Eran similares a cámaras de tortura. Durante
más de un mes se trataba a los pacientes con fuertes electrochoques. Así se borraba su
memoria. Al mismo tiempo, se les suministraba drogas que alteraban la conciencia. Se les
introducían los brazos en tubos de cartón para evitar que sintieran el propio cuerpo y que
se confrontaran con su propia imagen. Además, se sustraían sus sentidos de las
impresiones mediante un sueño inducido con medicamentos. Solo se los despertaba para
comer y defecar. Se les mantenía en este estado hasta 30 días. Se indicó al personal
hospitalario que prohibiera hablar a los pacientes. El hospital de Cameron era un panóptico
mucho más cruel que el benthamiano.

Las investigaciones de Cameron estaban financiadas por la CIA, y tuvieron lugar durante la
Guerra Fría. Apasionado anticomunista, Cameron creía que con sus experimentos
participaba en la lucha. Comparaba a sus pacientes con los presos comunistas en el
interrogatorio. De hecho, sus prácticas se parecían a las técnicas de un interrogatorio. Y las
investigaciones tenían relación con el lavado de cerebro y la lucha ideológica durante la
Guerra Fría. Se basaban en la representación maniquea de lo bueno y lo malo. Lo malo
debía ser erradicado, subsanado y sustituido por lo bueno. Y la negatividad de la defensa
inmunológica frente al otro o al enemigo determinaba las prácticas de Cameron. El mismo
Cameron, en calidad de Dr. Shock, era un fenómeno de la época inmunológica. El shock,
en cuanto intervención inmunológica, estaba dirigido al otro, al extranjero o al enemigo.
Tenía que desarmarlo para volver a imprimir su alma con otra ideología y otra narración.
El segundo protagonista de Naomi Klein, el segundo Dr. Shock, se llama Milton Friedman,
el teólogo del mercado neoliberal. Naomi Klein desarrolla una analogía entre ambos. Para
Milton Friedman, el estado social de shock tras una catástrofe es la oportunidad, incluso el
instante supremo, para la nueva impregnación neoliberal de la sociedad. El régimen
neoliberal, por tanto, opera con el shock. El shock desinpregna y vacía el alma. Desarma a
la sociedad hasta el punto de que se someta voluntariamente a una reprogramación radical.
Mientras los hombres aún están paralizados, traumatizados por la catástrofe, se someten a
una reprogramación neoliberal:

La misión de Friedman, como la de Cameron, se basaba en el sueño de regresar a un


estado de salud natural donde todo estaba en equilibrio, antes de que las inferencias
humanas crearan patrones de distorsión. Si Cameron soñaba con eliminar los patrones de
la sociedad y devolverla a un estado de capitalismo puro, purificada de toda interrupción
como pudieran ser las regularizaciones del gobierno, las barreras arancelarias o los
intereses de ciertos grupos, también al igual que Cameron, Friedman creía que cuando la
economía estaba distorsionada, la única manera de alcanzar el estado previo era infligir
deliberadamente dolorosos shock: solo una medicina amarga podía borrar todas esas
distorsiones y pautas perjudiciales.

Por su teoría del shock, Naomi Klein es incapaz de ver la verdadera psicopolítica neoliberal.
La terapia de shock es una técnica genuinamente disciplinaria. Solo en la sociedad
disciplinaria se producen intervenciones psiquiátricas violentas de este tipo. Estas
intervenciones son propias de las medidas coactivas biopolíticas. En cuanto
psicodisciplinas, tienen un carácter ortopédico. La técnica del poder neoliberal no ejerce
ninguna coacción disciplinaria. Los efectos del electrochoque son sustancialmente
diferentes de la psicopolítica neoliberal. En efecto del electrochoque se debe a la
paralización y a la aniquilación de los contenidos psíquicos. La negatividad es su rasgo
definitorio. La psicología neoliberal está dominada por la positividad. En lugar de operar con
amenazas, opera con estímulos positivos. No emplea la <<medicina amarga>> sino el me
gusta. Lisonjea al alma en lugar de sacudirla y paralizarla mediante shock. La seduce en
lugar de oponerse a ella. Con mucha atención toma nota de los anhelos, las necesidades y
los deseos, en lugar de <<desimpregnarlos>>. Con la ayuda de pronósticos, se anticipa a
las acciones, incluso actúa antes que ellas en lugar de entorpecerlas. La psicopolítica
neoliberal es una política inteligente que busca agradar en lugar de someter.
El Big Brother Amable

A muchos les disgusta Nietzsche y a otros les irrita Foucault. Pero los dos junto a Freud,
Hegel y Marx, entre otros, son las fuentes de las cuales se nutre Byung-Chul Han para
advertirnos del tipo de sociedad en la que vivimos. No hemos salido del Big Brother y ya
estamos en el Big Data. Es más, los dos se han unido con el fin de no solamente someter
al cuerpo, sino ha llegado la hora de someter al individuo en su totalidad, someter su psique,
someter su alma.

El Big Brother de Orwell es un estado hipervigilante con sus pantallas y sus cámaras de
tortura. Constituye un tipo de poder disciplinario y normativo que genera un individuo
obediente. El Big Data es una sociedad de control que supera en eficiencia al Big Brother.
En esta sociedad el propio individuo es su vigilante.

Lejos de habernos traído libertad, los medios digitales nos han ido sometiendo en forma
amable, sin coacciones, a dotarles de todo tipo de información sobre nosotros mismos. “Los
residentes del panóptico digital… se comunican intensamente y se desnudan por su propia
voluntad… Subimos a la red todo tipo de datos e información sin saber quién, ni qué, ni
cuándo, ni en qué lugar se sabe de nosotros. Este descontrol representa una crisis de la
libertad que se ha de tomar en serio”.

Los dispositivos y técnicas de dominación, según Byung-Chul Han, generan objetos de


devoción, que lo que hacen es materializar y estabilizar el dominio. El ‘smartphone’ (teléfono
inteligente) es, a su juicio, el objeto digital de devoción. A través de él, mediante cada “me
gusta” nos sometemos al entramado de dominación. En Facebook, no existe el “no me
gusta” pues es ambiguo, no señala ningún dato que aporte al mercado; en cambio, al
señalar lo que me gusta estamos desnudándonos ante el Big Data. El teléfono inteligente
es, entonces, un confesionario móvil y Facebook es la iglesia global de lo digital.

Hoy se registra cada clic que hacemos. Todo paso dado en la computadora o ‘smartphone’
es registrado, y nuestros hábitos digitales proporcionan una información exacta de nuestra
persona, de nuestra alma. Con esta información, el Big Data puede poner de manifiesto
patrones de comportamiento colectivos, de los que el mismo individuo no es consciente.
“La empresa de datos Acxiom comercia con datos digitales de aproximadamente 300
millones de ciudadanos estadounidenses… Acxiom sabe más de los ciudadanos
estadounidenses que el FBI”. En esta empresa los individuos son catalogados y divididos
en categorías que van desde “basura” a “estrella” y son ofertados como mercancía. El
objetivo es dirigir las campañas publicitarias mediante el microtargeting, esto aplicado a las
campañas políticas, nos lleva a la psicopolítica, en la cual la capacidad de prospección con
base en los datos acumulados significaría el fin de la libertad.

El capitalismo de la emoción

Un yo sin yo. Un “yo cuantificado”. Un yo vacío de contenido empírico. Un yo que elimina el


concepto de humanidad y su entorno. Un nuevo yo que está siendo construido por su
exterioridad narcisista frente al antiguo “Conócete a ti mismo” que rezaba el Oráculo de
Delfos y que Sócrates repetía como un mantra. La identidad y el conocimiento residían en
el interior de sí mismo y no en el falso exhibicionismo de la cotidianeidad de la vida privada.
Facebook ha creado un yo desnaturalizado y lo ha mercantilizado como una red “social” y
filantrópica que, sin embargo, ha devenido en un conglomerado de subproductos de la
apariencia, propio de una sociedad psicótica o mal llamada sociedad de la información.

¿Es el hombre social por naturaleza? Las redes “sociales” son antisociales (nos quieren en
soledad porque la reunión física es peligrosa mientras que la reunión virtual es aséptica) y
así, han explotado este principio sociológico para sacar crédito de esa información. Y, como
temía que sucediera con el pensamiento Kant, las redes “sociales” se han convertido en
esa falsa ágora, en “un patio de vecinas” sin reflexión, sin movilización, sin información:
distracciones para llenar el tiempo y el espacio.

Tras este terrible fracaso, se esconde una falsa filantropía social para mantenernos a todos
conectados en un mundo global desde una apariencia de libertad. A esta nueva
transparencia de decir la verdad y socializar a toda costa, la podemos denominar panóptica
digital. Al contrario del panóptico de Bentham, nadie se siente vigilado, sino que más bien
se siente libre, se rebela, “piensa” y hasta se desnuda. Ya no se cuenta: se postea o se
twittea un estado de ánimo. Como puede verse, el panóptico no es ese elemento
arquitectónico que nos mantiene vigilados a lo “Gran Hermano” como temían Orwell,
Foucault, Deleuze o Virilio, sino que, esta nueva policía del pensamiento se enmascara de
actividad lúdica: de un espacio lleno de amabilidad.

Su eficacia reside en su aspecto alegre, amable y omnipresente. Funciona como una


perfecta máquina de intimidad a partir de la prohibición de toda forma de negatividad y un
cálculo hecho desde el hedonismo y el narcisismo (¿cómo imaginar una foto de unas
vacaciones llorando o triste en Facebook? ¿Cómo ver en el muro de alguien una situación
no digna de ser narrada como el mayor de los acontecimientos, ya sea una comida o un
“running” por la ciudad? El individuo no sólo es consumidor y trabajador sino también
comunicador (publicista) de sí mismo. El peligro de esta sociabilidad reside en su seducción
y en su aparente naturalidad, neutralidad e inofensividad: ¿cómo no contarlo? ¿por qué no
ponerlo? ¿quién no lo haría?

A través de los medios digitales intentamos acercarnos al otro tanto como sea posible,
destruir la distancia frente a él para establecer cercanía, pero con ello no tenemos nada del
otro, sino que más bien lo hacemos desaparecer. No tenemos faz sino antifaz (máscaras
detrás de la máscara, solipsismo y alienación). Al destruirse la lejanía nos hallamos de
pronto ante la falta de distancia. Existe una cosificación económica del otro que impide el
darwinismo social y la entropía del mundo; ya no son individuos sino intimidades
congeladas, estáticas, cibernéticas que “no son la vida”. La vida, las emociones y los
sentimientos, por el contrario, son performativos.

Además, las redes “sociales” están dentro de lo que podemos llamar “lo virtual”, entidades
ideales sin ser abstractas y reales sin ser actuales, por lo que se encuentran no dentro del
mundo de las cosas y del devenir performativo, sino, por seguir con la clásica división
platónica, en el mundo de las ideas, es decir, en una realidad ideal y por tanto no sensible
no performativa que participa de una estética de estados alterados de apariencia que
distraen al individuo. Pero, por otro lado, el individuo se ve afectado por los contenidos que
consume y comparte de manera bidireccional, y su realidad se ve contaminada y
condicionada por una realidad paralela pero no tangible, generando una corriente continua
de datos destinados a conectar enormes bases de contenidos que servirán como
herramientas predictivas a los propietarios de los medios de producción (multinacionales) y
análisis de conductas (gobierno).

En esta irresistible experiencia de exhibicionismo que suscitan las redes “sociales”, el


individuo transparente comparte afectos ajenos al uso que el mercado hará de ellos. Este
capitalismo de la emoción acumula enormes cantidades de datos con los que trafica y da
forma a un inconsciente global capaz de predecir hábitos de consumo para orientar la
maquinaria productiva. La cibernética se ha convertido en una nueva ciencia del gobierno
creando una nueva humanidad: una ontología, una estética, una lógica y una antropología
al servicio del capital.
La Ludificación

Para generar mayor productividad, el capitalismo de la emoción se apropia del juego, que
propiamente debería ser lo otro del trabajo. Ludifica el mundo de la vida y del trabajo. El
juego emocionaliza, incluso dramatiza el trabajo, y así genera una mayor motivación. A
través de una rápida experiencia exitosa y de un sistema de gratificación instantánea se
aumentan el rendimiento y el producto. Un jugador con sus emociones muestra mayor
iniciativa que un actor racional o un trabajador meramente funcional.

En el juego habita una temporalidad particular. Se caracteriza por las gratificaciones y las
vivencias inmediatas de éxito. Las cosas que requieren una maduración lenta no se dejan
ludificar. La duración y la lentitud no son compatibles con la temporalidad del juego. La
actividad de la caza se aproxima al juego, mientras que las tareas de un labrador, que
requieren una maduración lenta, un crecimiento silencioso, escapan a toda ludificación. La
vida no se deja transformar totalmente en caza.

La ludificación del trabajo explota al homo ludens. Mientras uno juega, se somete al
entramado de dominación. Con la lógica de la gratificación del me gusta, de los amigos o
los seguidores, la comunicación social se somete actualmente al modo juego. La
ludificación de la comunicación corre paralela a su comercialización. Destruye la
comunicación humana.

«Un cadáver domina la sociedad, el cadáver del trabajo», así comienza el Manifiesto contra
el trabajo, que redactó el grupo Krisis de Robert Kurz. Según Kurz, después de la revolución
microelectrónica, la producción de riqueza se ha ido separando cada vez más del trabajo
humano. Sin embargo, sigue Kurz, la sociedad no ha sido nunca en tan gran medida una
sociedad del trabajo como en nuestro tiempo posfordiano, en el que el trabajo deviene cada
vez más superfluo. El manifiesto argumenta que precisamente la izquierda política ha
transfigurado el trabajo. No solo lo ha elevado a esencia del hombre, sino que de este modo
lo ha mitificado como presunto contraprincipio del capital. A la izquierda política no la
escandaliza el trabajo, solo su explotación mediante el capital. De ahí que el programa de
todos los partidos de los trabajadores sea el trabajo libre y no la liberación del trabajo.
Trabajo y capital, según Kurz, son las caras de la misma moneda.

Hay dos formas de pensamiento: el que trabaja y el que juega. Tanto el pensamiento de
Hegel como el de Marx están dominados por el principio del trabajo. Asimismo, el Ser y
tiempo de Heidegger es todavía deudor del trabajo. La «existencia» en su «preocupación»
o «angustia» no juega. Solo el Heidegger tardío descubre el juego que se basa en la
«serenidad». De este modo interpreta el mundo como juego. Presiente la «apertura de un
espacio de juego apenas intuido y barruntado». El «espacio de juego del tiempo» de
Heidegger remite a un espacio de tiempo que está libre de la forma del trabajo. Se trata de
un espacio del acontecimiento en el que se ha superado totalmente la psicología como
medio de la subjetivación.

Más allá del sujeto

A la <<naturalización del hombre>>, según Nietzsche, pertenece <<la disposición por lo


absolutamente repentino y contrariador>>. Todo acontecimiento que destruye lo válido
hasta el momento, el orden existente, es tan imprevisible y repentino como un
acontecimiento natural. Escapa a todo cálculo y predicción, Simplemente da lugar a un
estado totalmente nuevo. El acontecimiento pone en juego una afuera que hace surgir al
sujeto y lo arranca de su sometimiento. Los acontecimientos representan ruptura y
discontinuidad que abren nuevos espacios.

Siguiendo a Nietzsche, Foucault se aferra a esa idea de la historia que <<deja aparecer el
acontecimiento en su radical singularidad>>. Por <<acontecimiento>> entiende Foucault la
<<inversión de las correlaciones de fuerza>>, el <<derrocamiento de un poder, la
modificación de una lengua y su uso hasta el momento por los otros hablantes>>. En él, se
habla de repente otra lengua. Abre una fisura en la certeza dominante hasta el momento al
invocar una constelación totalmente diferente del ser. Los acontecimientos son vueltas en
las que se produce un vuelco, una caída del dominio. Un acontecimiento deja encontrar en
su lugar algo que faltaba en el estado anterior.

Frente a la vivencia, la experiencia radica en una discontinuidad. Experiencia significa


transformación. En una conversación Foucault hace la observación de que la experiencia
de Nietzsche, Blanchot y Bataille sirve para <<arrancar al sujeto de sí mismo, de manera
que no sea el mismo o sea llevado a su destrucción o disolución>>. Ser-sujeto significa
estar-sometido. La experiencia lo arranca de su sometimiento. Se opone a la psicopolítica
neoliberal de la vivencia o de la emoción que anuda al sujeto todavía más al estar sometido.

Con Foucault se puede concebir el arte de la vida como una praxis de la libertad que genera
una forma de vida totalmente distinta. Se desarrolla como una des-psicologización: <<El
arte de la vida significa matar la psicología y generar a partir de sí mismo y de la relación
con otros individuos, esencias, relaciones, cualidades que no tiene nombre>>. El arte de la
vida se opone al <<terror psicológico>> que se impone en pos de la subjetivación.

La psicopolítica neoliberal es la técnica de dominación que estabiliza y reproduce el sistema


dominante por medio de una programación y control psicológicos. El arte de la vida como
praxis de la libertad tiene que adoptar la forma de una des-psicologización. Desarma la
psicopolítica como medio de sometimiento. Se des-psicologiza y vacía al sujeto a fin de que
quede libre para esa forma de vida que todavía no tiene nombre.

Idiotismo

Es una función de la filosofía representar el papel de idiota. Desde un comienzo, la filosofía


está muy unida al idiotismo. Todo filósofo que genera un nuevo idioma, una nueva lengua,
un nuevo pensamiento, habrá sido necesariamente un idiota. Solo el idiota tiene acceso a
lo totalmente otro. El idiotismo descubre al pensamiento un campo inmanente de
acontecimientos y singularidades que escapa a toda subjetivación y psicologización.

La historia de la filosofía es una historia de los idiotismos. Sócrates, que solo sabe que no
… sabe nada, es un idiota. También es un idiota Descartes, que pone todo en duda. Cogito
ergo sum es un idiotismo. Una contracción interna del pensamiento hace posible otro
comienzo. Descartes piensa al pensar el pensamiento. El pensamiento recupera el estado
virginal al relacionarse consigo mismo.

Hoy parece que el tipo del marginado, del loco o del idiota ha desaparecido prácticamente
de la sociedad. La total conexión en red y la comunicación digital aumentan la coacción a
la conformidad considerablemente. La violencia del consenso reprime los idiotismos.

A la vista de la coacción a la comunicación y a la conformidad, el idiotismo representa una


praxis de la libertad. El idiota es por esencia el desligado, el desconectado, el desinformado.

El idiota es un hereje moderno. Herejía significa elección. El herético es quien dispone de


una elección libre. Tiene el valor de desviarse de la ortodoxia. Con valentía se libera de la
coacción a la conformidad. El idiota como hereje es una figura de la resistencia contra la
violencia del consenso. Salva la magia del marginado. Frente a la creciente coacción a la
conformidad sería hoy más urgente que nunca aguzar la conciencia herética.
No la individualidad o la subjetividad, sino la singularidad distingue a los idiotas. En su
esencia es similar a los niños, que todavía no son un individuo, una persona. No constituyen
su existencia cualidades personales, sino acontecimientos impersonales:

El nivel de inmanencia al que tiene acceso el idiota es la matriz de la des-subjetivación y de


la des-psicologización. Es la negatividad, que arranca al sujeto de sí mismo y lo libera «en
la inconmensurabilidad del tiempo vacío» (Gilles Deleuze). El idiota no es ningún sujeto:
«Más bien una existencia floral: simple apertura hacia la luz» (Gilles Deleuze).

CONCLUSIONES

No dejó de sorprenderme este ensayo del filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, acerca
de lo que él llama “las nuevas técnicas del poder neoliberal”. En este libro titulado;
“Psicopolítica”, el autor dirige su crítica al sistema actual, argumentando que la eficacia del
neoliberalismo radica en hacerle creer al individuo que es libre cuando en realidad el
sistema está explotando su libertad.

Han, describe a la psicopolítica como el sistema de dominación que, en lugar de emplear


el poder opresor, emplea el poder seductor, inteligente, que consigue que los hombres se
sometan por sí mismos al entramado de dominación.

El autor también reflexiona sobre este modelo de autoexplotación que ha dejado sin efecto
las teorías de Karl Marx, ya que la revolución social empleada como válvula de escape a
las acciones represivas basadas en la relación explotadores-explotados, son sustituidas por
el sujeto autoexplotado, que se hace a sí mismo responsable y se avergüenza de sus
fracasos en vez de poner en duda el sistema. Esta autoagresividad explica Han, no
convierte al autoexplotado en revolucionario, sino en depresivo.

Esta autoexplotación y a la vez frustración ante los fracasos, merma la libertad del individuo,
ya que a palabras de Han, la culpa elimina la libertad y en el sistema de libre competencia,
la única libertad real, es la libertad de capitales.

“Ya no trabajamos para nuestras auténticas necesidades, el capital, genera sus propias
necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias”. Expone Han.

El inteligente ensayo, también ataca la tendencia de los gobiernos y del “sistema” a


transparentar todo lo posible, definiendo a esta “Dictadura de la Transparencia” como un
panóptico digital el panóptico es un tipo de arquitectura carcelaria donde su guardián,
guarnecido en una torre central, observa a todos los prisioneros, recluidos en celdas
individuales alrededor de la torre, sin que estos puedan saber si son observados- que hace
que la libertad y la comunicación ilimitadas se conviertan en control y vigilancia totales.

El autor no define a la transparencia como una mala práctica, sino que la motivación de
esta, no se orienta a los procesos de decisiones o a los resultados de las acciones, sino a
la necesidad de desnudar, de desenmascarar, de escandalizar. Esta reorientación de la
transparencia, no genera ciudadanos con iniciativa, sino espectadores pasivos, que a su
vez únicamente generan una democracia de espectadores.

“El neoliberalismo, convierte al ciudadano en consumidor, la libertad del ciudadano cede


ante la pasividad del consumidor. El consumidor no tiene interés real en la política, no está
dispuesto ni capacitado para la acción común, solo reacciona de forma pasiva a la política,
refunfuñando y quejándose, igual que el consumidor ante las mercancías que le
desagradan. Los políticos y los partidos, también siguen esa lógica de consumo. Tienen
que proveer para satisfacer a sus clientes”.

Pero el también teólogo por la Universidad de Múnich concluye que todo esto es posible
gracias a que de forma voluntaria las personas se someten y hacen ellos mismos el trabajo
del “Big Brother”, no por coacción, sino por una necesidad interna.

En una analogía muy perspicaz, Han afirma que toda técnica de dominación tiende a
generar objetos de devoción con el fin de someter, y es así como compara al Smartphone
con un rosario ya que ambos sirven como confesionarios móviles y el “me gusta” es el
nuevo prototipo de un “amén digital” donde Facebook es la sinagoga global y nosotros sus
nuevos “devotos”.

BIBLIOGRAFÍA

Han, B. Y. U. N. Chul. (2017). Psicopolítica (7ª ed.). Barcelona, España: Herder.

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