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De visita en Bogotá, invitado por la Fundación Ideas para la Paz, habló de las
experiencias en Washington y Colorado, donde ha enfocado sus
investigaciones sobre consumo.
Veo que en general en la región están mirando otras opciones. Va a ser muy
interesante la experiencia en Uruguay.
Ha habido discusiones con respecto a las alternativas para aquellos que son
sorprendidos consumiendo o en posesión, no solo de marihuana sino también
de cocaína y metanfetaminas. En Estados Unidos estamos mejorando el
sistema de salud pública. En los próximos años vamos a tener más centros
para el tratamiento y al tiempo estamos revisando, a nivel estatal y federal,
sentencias y los términos de encarcelación.
Hay varios argumentos en ambos lados del debate. Aquellos que apoyan la
legalización a menudo argumentan que generaría ingresos para el Estado,
liberaría recursos policiales para centrarse en los delitos más graves, impedir
que los usuarios de esta droga queden en un registro de antecedentes penales
y hacer más fácil el estudio y el uso para fines médicos. Y los que están en
contra de la legalización a menudo argumentan que aumentará el uso juvenil y
trastornos clínicos y aumentarían las visitas a salas de emergencia y la
probabilidad de padecer síntomas psicóticos.
Tengo más experiencia sobre lo que pasa en Washington. Este estado tiene 7
millones de personas, y antes de la legalización, en el 2013, el consumo era de
165 toneladas de marihuana. Después de eso, aún no lo sabemos y nos va a
tomar un tiempo para poder medir.
Si Colombia optara por legalizar, ¿podría utilizar esas ganancias para fortalecer
su economía legal?
Depende de si, al final, quieren exportar esa marihuana hacia otros países. En
Washington y Colorado no solo estamos mirando la población actual de
consumo, sino también la que viaja a estos estados.