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ii
ILUSTRACIÓN MUNDIAL
ífwr
X^::MÍ
D l a u í O lili ÜAMON.M.
PAUL DEROULEDE
Iliif.tre IHerato, presídenle de ía Liga de Patriotas de Francia, qtíe ha faítecído en Niza el dia 30 de Enero pasado
LA ESFERA
XTTTXTTirrFTTTTTTTTTYTYi:TTTTTT7TTTTTTTTTTTTTTTT?TTXTTTT-rS-TTYTTTTXT:
LA V I D A QUE PASA
T
U N ííisiuDso milrado del sii,'-lo xv. nicnos otros tantos cubos más pequeños. El segundo fereníes para cárcel de reinas desgraciadas y de
¿líenlo ül cicrcicio duslcro de su minislcrio recinlo, obedece al mismo plan; y la poderosa y iTiagnales ambiciosos, el último de los cuales
sajjrddo que ti las infrit^as eorlcsíinas y esbelta torre, en la que se construyeron las ha- fue el mal aci>nsciado caballero D. Gaspar Alon-
á las empresas yucrrcríis, dejó en la villíi de bitaciones del señor Feudal, y que hoy no exis- so Pe'rez de Ciuzmán. duque de Medina-Sidonia,
Coca—nol)le por su hisioria y veiieralile por su ten, cuadrada, ahísima y coronada, eomo todo el quien permaneció preso en el castillo que nos
flntiiíLicddd.—Lili iiitig-nílico recuerdo de su cardc- conjunlo, por caprichoso y labrado almenaíe. ocupa, gran parte del arlo líy^ri. en castigo de
ler ciliivo y de su oficitin á la molieie y al lujo. presta á este castillo un aspecto de grandiosidad haber pretendido alzarse con la soberanía del
Nada perdió el Arle, cieriamente, eoii cslas afi- y severidad maiestuosas. que cncantñn al viaiero. reino andaluz, Y viniendo á los tiempos moder-
ciones del osleiiloso prelado D. Alonso de Fon- Al visitar otros cdilicios de esta índole, hemos nos, durante la g-ncrra de la Independencia, de
seca; las iglesias de Avila y Sevilla, cuyas dió- recibido casi siempre mía sensación penosa, y cuya fecfia arranca la decadencia de este bellísi-
cesis rigió, y ¿lün la de SanliaiíO de Compoalela. hciníis recordado, con cierta amargura, aquella mo palacio, hubieron de acogerse en su recinto,
silla que ocLipíí por pcrmula circunslancial con época medioeval, fecunda en hazañas gloriosas, ocupado jíOi'el francés, millares de pati'iotas pri-
un sülirino suyo, de i[,'Ufll nnmhrc, aeroeenlaroii pero también en crueldades Imri'ibles. La impre- sioneros en la batalla de Ocaña. quienes por una
su riqueza y cmlícliecimieiilo arlislicos. í^racias sión que se recibe al contemplar el exterior del ironía de la suerte, desfallecidos y harapientos,
á !a inaiíiiiliceucia de esle ol)ispü, lan liberal y castillo cauccnse es. por el contrario, una im- se vefan Forzados á pernoctar, por una noche al
pródiyo de sus reiikis. que. al decir de las cró- presión plácida y alegre, debida acaso al roüzo menos durante su marcha al cauii\'erio. en es-
nicas, luna noche liizo sala al Rey e a la Reyna tono del edificio y. más aún. á la gallardía de tancias lutosísimas, en salones de magnilicencia
con lodas sus damas, e después que muy es- sus líneas, que \'ariando constantemente de di- verdaderamente regia.
plendidciinenle obieron cenado, en luytir de la co- rcccii'in. ríHiipen la monotonía de los planos y Careciendo en absoluto de liistoria militar este
laeion majicki sacac dos píalos con muchos ani- atenúan la forzosa pesadez de aquellos fortísi- castillo, el más bello de los de toda España por
llos de oro. en cada uno diversas piedras engas- inos bastiones, su traza, estuvo á punto de ser arrasado por las
ladds, para que la Reyna y sus damas lomasen Sribe este castillo, sin embargo, mucho de pe- tropas comuneras en 1520, según había dispues-
el anillo con la piedra que mas les agradase». sadumbres y dolores. El sirvió en ocasiones d¡- to la Santa lunta para vengar así la bárbara
Era lógico, pues, que el que y cruel feioni'ci que el tercer
l>or puro traliinleo y coilesía señor de Coca, D. Amonio de
para con ¡as damas, gaslaba Funseca. sobrino del fundador
crecidas sumas, no las escati- de esta casa y fortaleza, come-
mase al iralar de construir llera incendiándola ciudad de
un palacio, que le sirviese de Medina del Campo. Salvóse
morada señorial. entonces dcladesttucción y de
Es el easlillo de Coca—pa- las iras de los Comuneros,
laciü-fortaleía que el buen don quienes se conformaron con
Alonso hizo ¡evanlar para su b a t i r el castillo de Alaejos,
regalo, y que no llegó á dis- lambie'n perteneciente á D. An-
frutar, pues íalleció el obispo lonio. Pero la fortaleza de C o -
en M75. varios años antes de ca no pudo salvarse en el si-
que Iti íábrica se terminase,— glo XJX de la rapiña del fran-
único en su ye'nero. Cons- cés, ni de la codicia de un ad-
¡ruído de ladrillo, y empezado ministrador poco escrupuloso,
y acabado por alarifes casíe- que hizo arrancar lodo cuanlo
llaiios y moriscos, conserva, en el palacio halló de valor y
dentro de ese estilo impropia- lo vendió al extranjero.
mente llamado gótico, cierto Hoy esle hermoso castillo,
carácter árabe, que se echa acabado de construir hacia el
bien de ver. en el doble cordón año de 1495. está abandonado
de almenas con que rematan totalmente y amenazando rui-
los dos cuerpos tiel edilicio. na. ¡Lástima grande que su
Flanquean su recinto exte- actual poseedor, el duque de
rior, circundado p o r ancho Alba y de Liria, no se decida A
foro, cuatro robustos y airo- emprender las obras de res-
sos cubos que, arrancando en tauración proyectadas, p a r a
forma de conos gigantescos, evitar que tan preciada ¡oya
quiebran luego su línea cir-, desaparezca para siempre, co-
cular. para abrirse, avanzan- modesapareció aquel buen don
do atrevidainenlG hacia afue- Alfonso de Fonseco, arzobis-
ra, en exógono. cada uno de po de Sevilla.,,
cuyos lados, es defendido por Pachada principal ¿el ("asillln ilc Coca * ME:IÍADIO S . VITOfJI
CRÓNICA TEATRAL
./ T T N
os empresarios se quc¡dn de la falta de üliras pertorio, y éste, no se lialia formado exclusivamen- sin lavorecer con elementos eiicaces al buen propo-
L nuevas; los aulorcs. maldicen su sino, porque
no les depara empresarios cuidadosos del es-
plendor escénico, con preferencia á los proveclios
te por creaciones geniales.
En el repertorio, debieran buscar los autores,
que á la sazón trabaian, el espacio de reposo que
sito. ¿Se representa una comedia antigua, para lu-
cimiento de cualquier dama ó galán de campani-
llas? Pues reparten mal sus papeles, se ensaya de-
que puede reporltir el teatro; los cúmicos, dividen necesitan y los cómicos y empresarios, la variedad íicientemente y se presenta con trastos viejos y tra-
en partes iifuflles sus Itinientos. y una milad ]a de- que el público, con molivo, desea. En obras de ver- jes descuidados.
dican á los poelas, sobradamenle ociosos, y la otra. so, guarda nuestra historia literaria del siglo xix, Obras vistosas de antaño, se sacan á la luz oga-
á los conlratislas, que por avaros ó por lorpes. no varias, del duque de Rivas, liarlzcmbusch. Zorrilla, ño con telones sucios, desgastados, pobres, iinpro-
loptin con negocios de importancia. García Gutiérrez, Tamayo. Ayala, Eelicgaray, Ja- pios y con indumentaria ridicula y miserable. Si se
Todos lloran más de lo ¡uslo. pero no sin razón. vier de Burgos, Ricardo de la Vega, dignas de que trata de una vieja zarzuela, suelen encomendarse las
porque todos sufren efectivos contratiempos, aun- se las recuerde, sin contar con los millares de co- parles de canto, á quienes no tienen voz, y el públi-
que, á decir verdad, de tales daños, les corresponde rncdias «clásicas», entre las que Iiay muchas de mé- co, que acudió por curiosidod, por deseo de susci-
parle alícuota de su culpa, á cuantos los padecen. rito, aiin desconocidas, y las de cuantos, gozando tar en su ánimo recuerdos de cosas que fueron,
Los empresarios, suelen vivir al día, sin otros me- ahora de justa nombradfa, piden con motivo un rc- viendo que lo antiguo no está remozado, percibe la
dios que los acarreados por el espectáculo que repaso pijblico de sus aplaudidas labores pasadas. emoción de lo caduco, se desencanta y niega su
cxplolan. Los autores, duermen demasiado sobre En la Zarzuela. Gastambide, Barbieri. Oudrid, aphiuso al intento de resurrección.
sus laureles, ú sobre aiyo, que sin serlo, conside- Caballero, Chapí—cito sólo unos cuantos composi- í;l repertorio bueno guarda, sin duda, muchas
ran aute'nticú gloria conquistada i>or su genio, y los tores españoles famosos y ya desaparecidos —aún emociones artísticas, bellezas que por serlo, no
cómicos, más solicitados por sus propias vanida- conseguirían cautivar á los audilorios con melo- pudo desvanecer el tiempo, pero si el actor no
des, que por ct cariño al arte. sCilo sueñan con la tlías, un tiempo populares y ¡ioy del todo olvidadas. pone en la obra, que de nuevo se saca a la luz del
apoteosis de su individualidad, aunque se consiga El repertorio puede animar a nuestro teatro en la día, todo el entusiasmo dedicado á los estrenos y el
á coslcí de la indispensable perfección del conjunto... hora de escasez, darle alientos nuevos cuando su- empresario no emplea en lo pretérito cuantos me-
Hay quien, con unas cuantas pesetas, abre un lea- fre desmayos', refrescar la atmósfera que le envuel- dios considere indispensables para lo presente, na-
tro, soñando con que la apertura será el principio de ve enrarecida por la monotonía; pero el repertorio die espere la satisfacción del público, sin la cual
una dilatada serie de ganancias, base de su suerte: exige los mismos, cuando no mayores cuidados, han de volver á la tumba en que yacían, las obras
quien, después de haber estrenado con regular e'xito que las obras nuevas, pues no se ha de echar mano vetustas que de ella se sacaron.
un par de obriüas, se considera dueño de una mina, de lo antiguo para mostrarlo con los estragos de la Hay dramas, comedias y saínetes españoles, no
que le redime para siempre de la pena del trabajo; decrepitud. representados hace muchos años, que ahora agra-
quien, por haber sentido el grato rumor de unas pal- Cuando alguna empresa teatral acude á obras vie- darían; zarzuelas antiguas, que pudieran escuchar-
madas, está persuadido de poseer los méritos bastan- jas, deseando sacar provecho de la exhumación, lo se otra vez con gusto y aplauso, pero si la tarea de
tes para dejar satisfechas las naturales exigencias liace casi siempre—salvo honrosas excepciones— despertar á los que duermen sólo ha de consistir
díl público. en sacudirles ligeramente el
Este es, al íln, el que pa- polvo que los cubre, bien
ga los errores de cuantos están en los rincones obs-
debieran servirle; porque se curos donde s o p o r t a n el
aburre cuando el teatro es olvido.
malo, y se aburre también, Algunos teatros extranje-
cuando por ser malo, el tea- ros, no interrumpen jamás
tro cesa. De donde se inüc- la costumbre de ofrecer al
re, que autores, cómicos y público sus obras maestras.
empresarios, debieran pen- En los nuestros las come-
sar, no sólo en ellos, sino dias más celebradas, ape-
en la muchedumbre que ha nas si duran un lustro, y las
de darles la vida, la prospe- famosas, las e j e m p l a r e s ,
ridad y el brillo que apete- q u e d a n c o m o depósito,
cen. para regalo de los literatos,
Creer que cuantas obras sin que sus bellezas puedan
e s c é n i c a s se representan ser admiradas por la masa
han de ser cxcclenies, es vulgar. La obra escénica,
fiar las esperanzas á lo im- por sí sola, y aunque tenga
posible. No todas las tie- grandísimo mérito, no pue-
rras dan flores y la tierra, de triunfar. El teatro es es-
además, se cansa de pro- pectáculo, y por lo mismo,
ducirlas. El talento n e c e - la acción creadora del au-
sita regularizar sus esfuer- tor, i'cquierc p a r a vencer
zos; necesita reposo, pre- estar asistida por los intér-
paración previa para el tra- pretes y por los medios ma-
bajo. Por lo mismo, más teriales i m p r e s c i n d i b l e s ,
que exigir de los autores para que produzca la debi-
que escriban á destajo, con- da impresión.
vendría disponer las cosas y pues tanto se duelen al-
de modo que, las comedias, gunos señores, metidos en
se representasen s i e m p r e la industria de espectáculos
bien y con todos los ele- t e a t r a l e s , de la falta de
mentos precisos para dar abras inéditas, echen ma-
realce á sus méritos. no de las olvidadas, siem-
Nuestras comedias, por lo pre y cuando no tengan es-
general, no tienen otra vida tas bien ganado el olvido.
que la gozada al nacer; des- Acójanse á lo antiguo, pa-
pués, quedan muertas y se- ra alternarlo con lo moder-
pultadas en l o s archivos. no, pero presentándolo con
Cierto que la existencia de los atildamientos y com-
las obras teatrales es efíme- posturas capaces de con-
ra, pero la labor del ingenio trarrestar las terribles in-
positivo, puede vencer á la gratitudes del tiempo.
acción demoledora de los Si el repertorio no ha de
años. Aun admitiendo que merecer de los interpretes
las comedias se desgasten cuidadoso estudio y escru-
pronto, es indiscutible que pulosa ejecución, y de los
las producciones teatrales, empresarios cuantos sacri-
donde predomínala música, ficios requieran las circuns-
no se marchitan fácilmente. tancias, dejen tranquilas á
Cuando las situaciones dra- las comedias que en el ol-
máticas son harto conoci- vido están. No se trata de
das, y los c h i s t e s están pasear ante la vista del pú-
muy oidos. ni emocionan ni blico cadáveres q u e s(')lo
regocijan; pero la repetición sugieran desconsuelo, a¡iu>
de las ideas musicales, sólo de infundir nueva vidn á lo
después de dilatada persis- que debe volver al mundo,
tencia, pueden llegar á la para gozarle y darle gozo.
saciedad. La ó p e r a ^ivc,
gasi exclusivamente, del re- MLLR. LILLIAN G l í n N Z r :
Relia y n^iablc actriz del Ailicncc, <lc l'nri's roT. niiLiiuNn.u, I, TRANCOS RODRÍGUEZ
LA E S F E R A
E l gran arUsla espafiol Mariano Benlllure. es un h o m b r e de una v o l i i n l ñ ü lenEiz, firme y enrera, que si no lia influido irarcí nada en sus méritos e x l r a o r d i n a r i o s , iia servido de l i m i g n l o seguro
para su fama y prcsCijio universales. H i j o de una faniilia modesfií. iiació en L'I G r a o ( V a l e n c i a ) , en 1B6?, y destie su infantia la escasez que en s u d o m i c t l i o e r a doga) iuiplaca 1)1 e qui¿ L'nHoml:rL'-
cfa la vida familiar. !e ( bllgó á su mar s u L'sfucrzo al traíiñio de t o d o s , en la diu-Jiosa e d r d en que las ilusiones vuelan c o m o m a r i p o s a s en l o r n o de laa caberas infantiles. A su indomable vol u n -
tad, á s u a m o r a l t r a b a j o , se d e t e n las porlen.'osas creaciones con que s u genio fia enriquecido al m u n d o y á l á su propio m¿rllo, I i u é r f a n o d e toda clase de proteL-ciones.cI renombre v í a foriuiia,
LA ESFERA
lG|rrgMgiraiB;5][S.'5M[ajBlS;fglF:aiQ:.'a1^ÍB;alg^aiBl!3lEJa":g|[BJa^
UNA V I S I T A Á M A R I A N O BENLLIURE i M
EL E S T U D I O DEL I L U S T R E A R T I S T A
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LA BAILAORA
Escultura en itiármol, policromada, que esíá terminando actualmente Benllitire FOT. CAMrifA
LA ESl^ERA
• | 1 ü ^|||| IIII jiiB|]i I iTi'i'ijpiiii NI ír|!liiii;¡n í|¡llip™iillHP'i™'li!p^i'¿ii.| [F™ii^]:i:pn™i!| ii¡ipr¡iiii||i i m i i'[piiiii ii]¡[| f iniii||||j mi i;|jpiiiii¿i i i'|i||||{iwi.i ||¡¡iiiiii.iiiiii¡| 11
E NTRE la varie-
dad de as-
pecios q u e
son caraclerísli-
css trabajo trilla-
do y vulyar de la
p o s t u r a liieráti-
ca. donde se ad-
cos de la inspira- vierte la dura ri-
ción asombrosa gidez de I a pie-
de] ilusli'c Ben- dra en el gesto
lliure, se deslaca adusto, en la ac-
singularmeiilc titud forzada y en
por su simpatía y las ciegas pupi-
por la predilec- las que miran por
ción que el insig- imos ojos etei'na-
ne tiriisia parece m::nlc sin Inz á
dedicarle el que las muertas eda-
se refiere á las des del pasado.
esculluras de ni- IZl brujo cincel
ños y á los Ira- de Mariano Bcn-
bajos en que es- lüure lia conse-
tos entran como guido apoderar-
factores esencia- as: del nioviniicn-
les y principalí- lo, esclavizándo-
simos, lo en la quietud.
De esta alirnia-
Nadie como ciún para^lógica
Benlliure lia sor- resjjoiideii mejor
prendido el ges- que nada todas
to vario, las acti- sus obras, di)nde
tudes traviesas y el moLvoes la vi-
la alegría infan- vacidad, la gra-
til, ni nadie ha cia, la alegría y
sabido csculpii'- la inquietud iii-
las con más so- Fanliles, que fre-
berana maestría, cuenta mucho el
ni más ajustadas maravilloso e s -
y ricas expresio- cultor y que por
nes. sus grandes in-
Persiguiendo convenientes le
la perfección en proporcionan
ladificullad,Ben- éxitos brillantes.
lliure se alejó de D c t n i l c [lc i i i i Frisi» p a r i i una iglusla F07S. CAMPII^
niji iiiriillllllllllilll llJlliillllllíílIl ll]Jlii'illl'íliilll!!^llUllll.l>iriil J l II M \ \ \ £ 11 illllllLllllll I llibíiilll [U !.iiluLÍil|Íil,l¿J,Íilllllllí Tii I I.IÍl¡i[:i ¡iiílJ],lil!!lillllÍllu,l¡l¡lilll!'l:r:i lJ:!:li¿UllillJ.lIlJII¡í!i;l.mi:lililll!!lllííl'l
LA ESFERA
DET^^^LLE: iLJiv ] V I O T V I : J I V I E : I V T O
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BuBlo del üiique de Veríigiia, licclia Bcnllíurc e n s e ñ a n d o ú n u e s t r o s r e d a c l o r c s el remate del mausoleo líetrato de niño, I]cc]:o en múrmol
por Benlliure p a r a los dni^nes de Uciila, que está leriniíiando I'OTS. CAMPIÍA por Mariana Benlliure
X..
los grandes oios, dale el rio su frescura y lim- jardín: «Hogaño hubo allá en los comienzos de dio del corazón sintió el estrépilo de los cuartos
pieza, y después, le vale por espejo, ellfl mírase Marzo un poco de nubes, pero llegó Abril con y salió por si aún hubiese lugar de socorro. Mas
en él muy á su sabor, y en seguida, cnlrétrase al alma y lo perdió de flores..,> ya era tarde. Sólo del enamoradizo sargento es-
arroyo que es el iralíín á quien más quiere. cuchó tan discretas como corteses razones:
ÍIÍ
Ld moza, que tiene par nombre el de Marcia —Sefior huésped, no sé si hice bien ó si hice
Lucindo, no se piensen que es hija del huésped. De Castilla para Cataluíía van casi de continuo inal. sólo puedo deciros, en mi descargo, que
Diez y oclio años habrá de que, recién nacida, tropas del Rey: unas, en el condado se quedan; no llevóme á ello el deseo sino el verdadero
dejáronla en la venta unos comediantes que en otras, embarcan para liaücT en los puertos de amor, quien como abeja picóme a! pasar y más
esla liicieron noche, partiéndose al siguiente día Barcelona ó Tarragona, y otras, continúan Iiacia hondo de lo que yo quisiera, Ved. pues, lo que
para Zaragfoza. la frontera. determinan hacer de mí, que á lodo me aconu)-
¡Crislo, Nuestro Señor, sabe los apuros que No es aqueste movimienlo bélico muy del g'us- do. Si manché la honra, ved si puede lavarla
pasó el hombre! to de los aldeanos ni de los huéspedes de los esta mano.
No había el ventero embocado en la numerosa paradores y de las venías, por donde tienen que Lucas llegó á Lucinda muy pausadamente y
orden del matrimonio, ni pensaba en llegar á ha- pasar, pues ya es sabido cómo la g:ente de ar- sin tomar la diesti'a que el soldado Jan genero-
cerlo por lodos Jos días de su vida, ateniéndose mas demuestra en todas parles su fuero de gue- sa y gallardamenle le ofrecía, respondió así:
sin duda á aquello de que «el buey sólo bien se rra; nada paga y lodo lo desgobierna. —Señor mío: nada me lleváis á mí. que no es
lame», y así. e'i de por sí, con ¡a ayuda de las Bajo el parral lucido que hay en la entrada de hija mía la moza, sino á ella. Lucinda acá se
mozas que había á su salario, apañóselas como la venia del Gordo, descansan un sai'genlo y has- queda... Si yo supiera que esto habíais hcclio
bien pudo para criar á Marcia. ta doce soldados que conducen moneda caste- lut más de por perderla, ¡vive Dios que no vos
Por su padre liene la tal á Lucas, y á él hace llana. valiese el mismo Rey! V'o fui soldado como vos.
asesor de sus actos y ^juardián de su buena El sargento daría la moneda del l?ey y el áni- la misma graduación tuve, y no pense'is que en
fama. ma suya por una sola mirada de los bravos ojos el humo de las cocinas, ni en el trato con los
Aún parece que Amor no ha llamado con gran- de l,ucinda. y por ver de conseguirlo, ha orde- arrieros fuéronseme los hábitos de pelea cuando
des priesas á su puerta, y á lo que se sabe, sólo nado á su gente que en aquella mansitJii hospi- es ley; pero paréecnme cieilas vueslras palabras
una vez delerniinrtse á pasar, como una sombra, talaria han de tnoslrar tan buen comportamiento y vos buena simiente de caballero, y así, os
en la escolla de un coche de camino que iba ha- y exquisita prudencia que no den que sentir, digo que miréis, que ¿}ú\\ es temprano, por In
cía Rarcelona. sino muy al conii'ario, que ha de pagarse todo pai'te de Marcia pavo aquesto del casorio, y aun
Los que ¡uran haberle vislo, dicen que iba en el gasto y sobre ello quedar agradecidos. por la vuestra, mientras no oslentáredes una
ícTz de arcabucero, que erase de aiyunoa más y c(ínienzc) luego ó poner cerco á la moza con banda á los pechos y una bengala en la mano.
anos que Marcia Lucinda, que aquella noche tan galanas y corteses i'azones, que sea porque Ki á buscadlas. Yo aquí vos tendré, en tanto, á
cant<)lc unas coplas al pie de la reja, y que an- fuera plaza nueva que ¡amas liabía sufrido á su la que ante Dios y ame mí. ya es vuesira espo-
Ics del alba vo\6 á su deslino, y á lo que pare- alrededor cstrépilos de ai'tillería, resquebrajó- sa. V'o seré acá como el guarda de una rica y
ce hubo de quedarse en Francia porque aún no se á los primeros disparos por donde sitiada y frondosa viña. Hasta que no sea tiempo, no vos
ha vuelto de i-eior;u)... sitiados pensaban que estaba más lirnie y entera. llevaréis el racimo de! que. i>or acaso, tomásleis
la primicia, .^gora, id con Dios, y ved cómo no
Los ojos de la y^enlil moí:a. enlcnebrccense un olvidáis cl camino.
tanto siempre que cl bueno de Lucas lo recuerda
como cosa de poca importancia, así como quien Lucas, que no dejaba de celar su Icsoro. así de DiRGo SAN JOSÉ
dice mirando b s prinia\'er¿:lcs galas de un bello como vino todo al suelo hecho calderilla, enme- DlIiUICiS HE líQUIlítíDO DíinÁN
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SAN JUAN DE LA PENA
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E N un lugfcir s o b r a d a -
nicülc [Jiiiiorcsjo d e
losl'iriücosarciytine-
s c s , cilztinsc los rcsros del
t i n g u i m o s en ia pared
frontera un inicrsiicio en-
tre las piedras. |Jor donde
a p e n a s si puede i>asar el
Moiiflsicrio nuevo de S a n brazo. T a n t e a m o s deniro,
Juan de ]a Pcñct, ol)i-ti de y n u e s t r o s tleilos U'opie-
los s i g l o s XVII y xviii. Na- /tin con algo frío que n o s
da íiay en ellos incrcccdor c a u s a e s p a n t o . Del fondo
de subir á tan empinada del o s a r i o parece s u r g i r la
cima, á no ser iciemociün voz de Hamlel re[)iiiendo
de! escalar e s c a b r o s i d a d su eterno m o n ó l o g o im-
m o n l a n c s a donde la pen- víala g e n e r a l del Monasterio de S a n J n a n d e la P e ñ a , en Araerón placable.
diente que veneeii los nin- En el atrio e n c o n t r a m o s
los alcanza propoi'ciones d o s lulcras de s e p u l c r o s
de c s p a n l o y cuy<í íinal es atalaya maynííica tancia, parecen desprender s o b r e nueslro espíritu SLipcrpueslos, con escuílos de ai'inas ó animales
para otear las crestas pirináicas, á trechos co- algo de la rudeza característica de aquellos gue- beráldicos: los m á s tienen esculpido tan s ó l o el
r o n a d a s de nieve. r r e r o s que sostuvieron con Ramiro 1 las luchas lábaro. G u á r d a n s e allí cenizas de i'icos h o m b r e s ,
Hay que dcicir los mulos en la liospedería del de la indepejidencia a r a g o n e s a . A n d a m o s , y nues- de nubles d a m a s y de g'uerreros que cobraron
Monasterio nuevo, y sciíiiir á pie poi' cnlrc el pi- tros p a s o s resuenan c o m o en el inlerior de un faina en las luchas contra el infiel.
nar de la cumbre, htisia descubrir la peña enor- s e p u l c r o . Al a m p a r o d e la e s c a s a luz que peno- De la iglesia. sorpi'CJide s u bóveda de r o c a ,
me que tinicruiza al Monasterio viejo. Allí se en- Ira por u n a s a b e r l u r a s a m o d o de aspillei'as, dis- hasta la mitad de su tínica nave, y los U'cs a r c o s
cuentran recLieríios liisiói^icos y r o m á n i c o s p u r o s , a p o y a d o s en
bellezas arli'sticas, regios panteo- c o l u m n a s , con capileles ílel mis-
n e s y piedras talladas, epiltilicas, mo e s t i l o , que dan ingi-eso al
inseripciüncs en s e p u l c r o s de no- presbiterio. Dice Quadi'ado, que
bles y de a b a d e s , a r c o s mude'i'a- esta iglesia fué consag-rada p o r
j-cs y capiteles bizantinos. el o b i s p o inig-o en S49.
La füloyrafi'a n o s robó la im- Al lado del Evaní^fclio, está el
presión de) p e ñ a s e o inmenso, pe- panteón real, con veiitlisicle ur-
s a d u m b r e de roca sobi'e lo que n a s cinerarias de reyes a r a g o n e -
fué fefug-io de reyes en una cpoea s e s y nax'flrros, que C a r l o s [II
pi'imilivü, fuente liislórica d e d o n - m a n d ó rcformai'en 1770, por com-
de manaron r e c o n q u i s t a s y u c - pleto exiraño al pi'miitivo c a r á c -
rj-eras. ter del Monasterio, que lanío n o s
P a r a que la 5enician/.n del lu- enhechiza c u a n d o a t r a v e s a n d o
g a r n o sea s ó l o hisuJrica, el pa- una puerta mudejai', n o s e n c o n -
raje evoca la traza de C o v a d o n - í r a m o s anie la art|uci'i'a del c l a u s -
ga en l a s Aslui'ias d e P e l a y o ; sin iro, cobijada bajo la pcr'ia inmen-
e m b a r g o , aquí no se ve tanto la s a que le ofi'cce amjília techum-
m a n o del hombre. La naturaleza bre nalui'al.
reina por t o d a s |>artes, en el s o - D o s capillas hay en el claustro,
cavón que forma el itioliniío de la distintas en a b s o l u t o . F r e n l e á l a
peña, [ibi-ándose de la inclemen- puerta de entrada la de S a n Voto,
cia d e l a s a g u a s , se n o s ofrece el de 16.T1, que resulia tan pególe
viejo Moníisleriü, l o s c o , rudo, c o m o el panteón i'eal. Y en el án-
primilivo, m á s g r a n d e por s u s re- g u l o de la izquierda la de S a n
cuerdos históricos que por las Vicioi'ián. que óslenla t o d a s las
maravillas entre s u s m u r o s g u a r - p r i m o r o s a s bellezas del estilo oji-
d a d a s . Si ayer Tobaida para ce- val del siglo XV.
nobitas, corfe y asilo para r e y e s , Preciosa es la puerta de la c a -
hoy rinc<)n del luundo. en sole- pilla, y m á s aún lo sci'ía sin la ma-
dad absoluta, a p e n a s Im'bada por dei'a que cierra el hueco.
turistas cm-iusos, i'aslrcadores de S o l i m o s del viejo Monasierio
emociones a u s t e r a s . con la iitipresión, toda severida-
Salvada la puerta y antes de pi- des, de un cenobio que fué cuna
s a r la escalera que al atrio condu- de un reino. P o r enire b o s q u e s
ce, se desciende por la dercclia á de pinos loriianuis ¿i\ nuevo en
ima lóbrega estancia, la «Sala del b u s c a de los m u l o s que han de
Concilio»; allí la HisU)ria señala, devolvernos á la venta de E s c u -
en el siglo M. la reunicjit d o n d e l a b o l s a s . y de allí, en un c o j h e ,
se a c o r d ó que s ó l o monics de á Jaca, la genii] ciudad alto-ara-
S a n Juan d e la P e ñ a pudieran gonesa.
o c u p a r la süla episcopal de Ara-
g ó n . L o s a r c o s bajos de ia es Capilla de San Vlctoriiiii, en el iVloaasterio áe la Pena ror. rnGUDENTHAi. J. GARCÍA MERCADAL @
l
P[Sia/aJiSISI¡l.lSíEj'aJ[Siaíal|mÍáia;[G=íD]^[51EUcj.l^ia^ ¿!MllStIÍlílÍ5J2l[eía¡K!^^Ícrli|@leq^[HÍSE;:g^^ [5iarej[ZIE.'al^L2/aJSlE/BJln|
LA E S F E R A
."""'!hff;::'IFmn,!;:i'üii'ihff;':!üÍiiiÍ!''!
;?^^;i;;¡!^iii;ií^;;ií'||i!!iíi;;ii'|'iii!^i:''iii^¡;ii!"iim;:!i^iiij^¡;r''i| :ii£:i'iiii¡iiii7íii!i^niiiiffi;¡ii ¡iJí:!!"i€;;;iíiiiij;:ii;iwi!:^ii!iitj;;:^iiiiiij¡^i!i¡iiiiiii;i:^iii;¡i¡:^^^
llltir
DETALLES DE LOS CLAUSTROS DEL HISTÓRICO MON'ASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA 'OTS FümmuNTHAL M
EBESiTA acababa de hacer á las h o l a n d a s de su le- la traza de q u e d a r s e á dormir con la luz encendida. Así —¡Eh, eh, s e ñ o r ladrón! —Pues n o s a b e usted lo que la a g r a d e z c o que me lo —No. s e ñ o r ladrón. No se lo puedo decir á usted. —No es e s o Jo peor, s i n o que se podrían creer que
T cho, esluche para la preciosa ¡oya de su cuerpo.
Había e s t a d o en ci cine, viendo p a s a r anie s u s
o j o s terribles e s c e n a s de ladrotics. Luego, para tran-
aquellas \'írgcnes prudentes de la Escritura, que c o n s -
tantes y vigilantes con la perenne luminaria viva, e s p e -
raban la llegada del e s p o s o .
El aludido, sin decidirse á levantarse, c o n t e s t ó :
—¿Me llamaba usted, s e ñ o r i t a ?
—Sí que le llamaba. V usted no se habrá molestado.
'Ji&a; porque á lo mejor se lleva uno cada c h a s c o . . . Y
t^Lie v a s á una casa de postín, y que ¿ifiiníis lo que
i^uisrcs..
¿ P e r o , verdad, que la dejará usted encima de esa
mesa..., donde estaba?...
y cl ladrón:
entraba usled aquí con mi consenlimicnto. Y n o c o m o
ladrt')!! precisamente.
—Señorita, ¿quién se iba á creer e s o ?
quilidad de su espfrilu. o y ó referir m e d r o s a s historias Era una noche estival, plácida y s u a v e . El fulgor si- ¡Poi'que s u p o n g o que será usted ladrón! -¿Yo? —La dejaré, sí. señorita, la dejaré. Ya que es la pri- —Cualquiera. La gente e s muy mal p e n s a d a , y lo
que poni'an e s p a n t o en los á n i m o s m á s s e r e n o s y e s - deral, pom'a una gran claridad s o b r e el libio azul del —Para servir á usted. — B u e n o ; es un decir: afanamos, mera vez que entro en cata c a s a , aunque sea por cl b a l - peor es que, á veces, aunque piensa mal n o acierta.
forzados. cielo, y la luna extendía su raudal de plata. La luz ar- — Vaya, h o m b r e . P o r m u c h o s a ñ o s . —Tampoco. cíHi, n o quiero que g u a r d e usted mala memoria de mi -¿No?
Así al d e s p e d i r s e de las p e r s o n a s de su intimidad liilcial que iluminaba la habitación, era rojiza y fea. T e - —Y usted que lo vea. —Bueno; p u e s íifano y o . Y d e s p u é s de trabajar c o m o entrada. Algo debe haber dentro de la cajita que vale y el ladrón, que ya c a b a l g a b a s o b r e la barandilla del
para d a r s e al r e p o s o de la noche, parecíala comunicar resa se decidió á a p a g a r l a , contempló un instante el — V a m o s , quite usled allá. iQué voy á ver y o e s a s uti negro, resulta que lo que te llevas, digo, que l o q u e pai'a usted m á s que la caja para mí. y e s o que y o n o balcón, d i s p u e s t o a d e s c o l g a r s e , s u s p e n d i ó la mani-
su s a l u d o á Roque Guinail, |ainie el b a r b u d o ó cual- matiz de e n s u e ñ o que el lampo lunar daba á las c o s a s , cosas! 'i'c llevo, es ful. r o b o por g u s t o . P e r o qué le v a m o s á hacer, este es un obra. Ella le dijo con s o b r e s a l t o :
quiera de l o s h é r o e s a n t i g u o s y m o d e r n o s de la edad y de pronto, a h o g a n d o un grito, nielió la cabeza entre Y en tanto el ladrón, que consideraba que habi'a lar- —Muy bonito. negocio que se ha chafao, y y o no quiero verla á usted —¿No ha oído usted?
de liierro ó la de o r o , en la espléndida historia de c u a n - las s á b a n a s , y se cubrió muy bien. d a d o d e m a s i a d o tiempo en tomarse confianza en la ca- —No, s e ñ o r . Muy feo. Le d i g o á usted que hay veces lloi'ar. —¿El qué?
t o s dieron lustre y prez á la preclara estirpe del p a d r e ¿ E r a tai vez una visión originada por las impresio- s a , p ú s o s e en pie. T e r e s a , á su vez. e n c o n t r a n d o que cl Pue hasta se le quitan á uno las g a n a s de trabajar. —¡Ay, que b u e n o e s usted! Y muy simpático. No, si —Yo sí. Ruido en la c a s a . Alguien se ha l e v a n t a d o .
C a c o . C u a n d o por lin hubo de penetrar en su cslancta, nes de pesadilla que la preocupaban al a c o s t a r s e ? Ella visitante era un sujeto de buena compañía, i n c o r p o r ó s e —De lo que quiero y o que se le quiten á usled las el ser ladrón, á veces hasta viste. Yo también tengo un Y con la m a n o le indicaba que s e fuera p r o n t o , y le
aquel a p o s e n t o lan femenino y lan amable, tuvo por juraría que tras la vidriera del ventanal, había apareci- en la c a m a , y prosiguió así el d i á l o g o : Sünas, es de llevarse esa cajita. amigo Ladrón, pero ese es de G u e v a r a . decía a d i ó s .
aig-unos instantes para su imaginación s o b r e s a l t a d a , el do una s o m b r a . La silueta de un hombre. E r a induda- —Bueno, ¿y le parece á usted que e s t a s s o n h o r a s — ¿ P e r o e s que me va usté á negar un recuerdo tan —No c o n o z c o á ningún coinpañero que sea de ese S ó l o se veían ya de él la cabeza y las m a n o s , a s i d a s
a s p e c t o h o s c o y misterioso de la cueva de Ali-Babá. blemente un ladrón. E s decir, indudablemente no, por- de venir á robar á una c a s a decente? ^^^inifícante? pueblo. al barandal, c u a n d o la m a n d ó su despedida:
Aquella áurea cama de s u s s u e ñ o s de mujer, era que por el balcón, y de noche, también entran l o s ga- —Tiene usted razón, señorita. E s t a s h o r a s no son P u e s por e s o que es un recuerdo... para rnf. - B u e n o , v a y a s e ya... digo, y no se crea usted que —¡Adiós, g u a p a !
c o m o potro de martirio al que u n a s m a n o s invisibles lanes de los c u e n t o s y de los p o e m a s . las m á s o p o r t u n a s , s o b r e l o d o para u s t e d e s . P e r o no , —Vamos, sí, c o s a s de a m o r í o s . Bueno: pues la dejo e s echarle. P e r o es que de un momento a otro, empe- y ella:
liabt'ati de suiciarla con fuerza s o b r e h u m a n a . Ailf ama- ¿ P o r qué n o había de s e r un g a l á n ? Cierto que el he podido venir antes. 3 Usted lodo lo que haya deniro, si no es de valor. zará á amanecer... ¡Ahora las noches s o n lan cortas! —¡Adiós, s e ñ o r ladrón!
r r a d a quedaría c o m o Andrómeda en la r o c a , y sin la balcón de Teresa no d a b a s o b r e una calle de la vieja — E s que, ¡para la falta que hacía usted! —¡No, no la abra usted! —¡Dígamelo usted á mí! ¡En d o n d e este el invierno!_ Al cabo de un rato, i'ai<5 tremendo de inquietud, le-
esperanza de un P e r s e o vállenle y g e n e r o s o que acu- Verona, sino á un jardín de una calle recicnlísima, en —Sí; ya sé que n o s o t r o s n o h a c e m o s falta en las ca- —No la a b r o , porque no puedo. Está cerrada con La única ventaja que tiene el tiempo del c a l o r e s que casi v a n t ó s e á inquirir. No había r a s t r o del fugitivo, y ella
diese en s o n de libertador. lo m á s a p a r t a d o del barrio de S a l a m a n c a , ¡Si ella se s a s ricas, pero en cambio, s o n las c a s a s ricas las que lüvc, y la llave n o está aquí. Hacer sallar la tapa sería lodo el mundo está fuera de c a s a . Tiene usted razón, respiró con lalcs g a n a s c o m o debió hacerlo el otro al
Una doncelliía g r a c i o s a y sutil ayudábala á d e s n u d a r - atreviera á mirar! T a p á n d o s e siempre la cabeza c o m o n o s hacen falta á n o s o t r o s . •Jila lástima. señorita. E s l a s n o c h e s s o n la mar de c o r t a s . Para ^•crse en la calle libre,
s e , a d o r n a n d o su tarea con una charla continua, salpi- con un manto, a r r i e s g ó s e á descubrir s u s ojos y alis- —¿Y quién le ha dicho á usled que esla c a s a es rica? Teresita sollozó e n t o n c e s . todo, d e m a s i a d o c o r t a s . Teresa c o g i ó la cajita de plata, la acarició, y la p u s o
c a d a de a l g u n a s r i s a s s o n o r a s . T e r e s a n o hablaba ni bar con c u i d a d o . N o se trataba de una s o m b r a , y sí era —La c a s a no lo s e r á , aunque lo parece. P e r o , lo —iNo, romper la caja, no! — V a y a s e , h o m b r e . Yo sicnlo mucho decirle á usted junto á su pecho:
reía; dejábase despojar de s u s vestidos y de c u a n d o en un doncel e n a m o r a d o , poi' cierto que no se encontraba que e s . . . —Por Dios, señorHa. ¡Que la pueden oir! que se marche, pero no hay m á s remedio. —Vaya con cl hombre—se decía—si llego á contar-
c u a n d o inlerrumpi'a el parloteo de la criada: en muy gallarda p o s t u r a . C o m p r e n d i ó que iba á decir una grosería y sintió esc *" ella, m á s q u e d o , y mirándole dulcemente: - Y a me voy, señorita. A d i ó s . Que se conserve u s - le la verdad, que la caja n o tiene nada deniro, se la
— V a m o s , mujer, n o d i g a s lanía tontería. Y acaba El balcón, e n t o r n a d o confiadamente, había sido abier- respeto inslinlivo que los de abajo suelen sentir hacifl —¿^'erdad que no se la llevará usted? ted tan g u a p a . Y usted d i s p e n s e que haya cntrao sin lleva, y me quedo sin ella, y es muy bonita. S a b e Dios
pronto. to sin r u i d o , y el recién llegado, que había tenido tiem- las p e r s o n a s de una clase, ó por lo m e n o s , de una edu- l-l ladrón, que ya había d a d o la noche por perdida, avisar. lo que se habrá creído que había aquí g u a r d a d o . ¡Que
En esto c o n t r a d e c í a s e T e r e s a . Ella quisiera que la po de apodci'arse de una caja de plata que Teresa tenía cación s u p c i l o r . pensó en el misterio que podría encerrar la cajita de —Ay, por Dios, usled es el que tiene que dispensar- inlelices son l o s h o m b r e s , hasta los pillos de profe-
nujchflcha tardase en m a r c h a r s e para estar m á s tiempo en la mesita de s u s b a g a t e l a s , hallábase a g a z a p a d o en- —Ya iba usled á decir alguna impertinencia.,. I lata. ¿Guardai'ía j o y a s de valor? Agitóla su m a n o cer- me á mí, por haberlo recibido en la cama... de cualquier sión!
a c o m p a ñ a d a . Sin e m b a r g o , una inquietud especial ha- tre la mesita y el balcón. Dijo ella, lamentando probablemente en el fondo de '^^ de su o i d o . Nada s o n a b a en ella, t a l vez cslal)a gua- manera. C u a n d o Teresa se durmió ya entraba el sol en t o -
cíala también d e s e a r el q u e d a r s e s o l a . Aquellas p r u e b a s tan irrecusables, u n i é n d o s e al a s - su alma de mujer, que no se la a c a b a r a de decir, caua, y no se percibía cl entrechocar de las alhajas, - E s t á usled en su c a s a , y muy bien de t o d a s ma- rrentera de o r o . A la olra n o c h e a c o g i ó s e tarde al s a -
E r a la cierna curiosidad femenina. El capricho de ¿á pecto y al indumento del inlruso, hicieron p e n s a r á T e - — y no tiene n a d a de particular que la dijera. Pero r'^^^^ 'Contenía las ciernas c a r t a s , los retratos, frusle- neras. g r a d o de su estancia, y abrió el balcón de par en par.
ver qué p a s a ? El impulso que hizo á Eva morder la fru- resila que el príncipe e n c a n t a d o disimulaba su calidad siempre tiene uno que mirar que está en c a s a cxtraña- '''p,, .''' ' " ^ y o r impoUancia para los i n t e r e s a d o s . —¡Señor ladrón, hasta la vista! Desvelada, permaneció vigilante para no ser nueva-
ta del árbol prohibido y á P a n d o r a abrir la caja de l o s perfectamente, y si el disfraz que e s c o g i ó era el de ban- y yo, la verdad, s o y nmy inirao. Ella insistía en tono de súplica: —¿Ah, pero, hasta la vista? mente sorprendida. P e r o no volvió nadie á s o r p r e n d e r -
m a l e s que habían de s e r tribulación del género huma- dido, lo había realizado con lal éxito, que d a b a la im- —¿Me permitirá usled una o b s e r v a c i ó n ? j 1 ^^ puede abrir, ni se debe i'oinper. Lo que tiene —Hombre, no me h a g a usted c a s o . E s una c o s a que la, y al retornar del so!, c a n s a d a , y aun algún tanto
no. Teresila sentíase poseída por el demonio del terror presión misma de la realidad. —Usted me o b s e r v a á mí todo lo que la dé la gan¿i- eniro no vale gran cosa para usled, y, en cambio, á se dice. decepcionada, s e a b a n d o n ó a dormir.
y experimentaba una m o r b o s a delectación en su pro- P a s ó un momento, durante el cual, ni Teresita apar- — P u c s . q u c , distraidamenlc sin duda, ha cogido u s ' •nijiie importa mucho. —Sí, es verdad. ¡Que se dice!
pia zozobra. tó l o s ojos del visitante, ni éste realizó movimiento al- ted una cajita de plata que yo tenía ahí... ¿ P e r o , no puede s a b e r s e lo que tiene? - T e n g a usted c u i d a d o al bajar. No se vaya usted a
Icrcsa, con un aire de ijrofundo mialerio, le res- hacer d a ñ o . Y s o b r e lodo cuide que n o le vean. Pi;uno DE REPIDE
P a r t i ó s e del a|?osento la moza locuaz y q u e d ó la s e - g u n o . Al fin, ella, libertó su cabeza de la opresión de —;Ah! ¿De manera que e s de ¡ílala, v e r d a d ?
ñorita en el Icclio. C o m o un recurso pueril había u s a d o las s á b a n a s , y probó á hablar, diciendo qucdilo: —Sí, s e ñ o r ; de plata. PíJndió: — E n t o n c e s sí que me había caído. P0T0rii;.\rf,\ DI; CALVACME
LA ESFERA
La puerta del palacio de los duques de Osuna, en Marchena, que ha sido adquirida por el Rey y colocada en los jardines del Alcázar de Sevilla p
E! p í i l r i o l i s i n o ele S. M. D. A l f o n s o X l l l , SÜ ha iiianireslado nu^va y rec¡t;riliíinun[i> üt: müiiLTa [;alldrdcj con la adqLiiaiuión de ]a puerta que fué del iJülaciu de l o s duques d i ; O s u n a , en M a r - i^
chena obra de un mtírilo arifsllco Imponderable, nue 5 . M. lia destinado á loa iardines del A l c á z a r de büvílla , evitando que fuera llevado al extranjero eae l u a r a v i l l o s o lesoro na;;ional, f
l'OT. Í-ÉBIIZ ItOMLRO k
"i!,c;i u" "•!riBl''"^í|y;f''' mp'%S'"'%»" miy 'wa mw'»wr'"" yj.» '"• " " 1 1 1 •'• 'i iü ü: ^w" y|P"' ^p''- HU'^ IP'" l l i ' "-iW'" W' •'-W-'-'^'W' lii^'" W'^'" "^^'•'"'" W °'"%
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Troje de pasco Salida de teatro
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mo baluarte del sombrero, lucirán cn lo sucesivo las cabecitas femeni-
nas, arlísiietimcnte adornadas.
]o, sobre la rica variedad de formas que la historia del peinado ofrece,
está la interpretación personal del arte, el gusto más ó menos depurado
de cada una de mis bellas lectoras. Ademas del indiscutible atractivo,
i
Sobre el R)nüo de terciopelo carmesí ó de claro moaré que decora los
palcos, destacarán allivas las bellezas, á loda luz, sin la penumbra en superior á todos, de una hermosa cabellera, la moda nos ofrece plumas,
4 que las envolvía el amplio sombrero, restando esplendor al caudal de cintas y ¡oyas. ¡Una íorluna para toda mujer de buen yusto! &
sus encantos. ROSALINDA
2 r!;?[ j:^ii.iiifí;;i:p™^|i
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Vista general de Melilla desde el fuerte de Camellos
La plaza aFricana, codicia perenne de los bár- benéfico ¡nftuio de la paz y del frabajo, que son urbe medilerránea. Y así, la tierra regada con
baros rifeños, y fuerle baluarte, donde lograron las íueriícs bendilas del humano engratidecimien- sanyre joven y látírimas de duelos maternales,
g-lorias inmarcesibles los soldados españoles, lo. Millones de vidas inmoladas en sublimes epo- ha a^^radecido el sacrificio, floreciendo en las
se remoza hoy, se ensancha y prospera, por el peyas, precedieron á este adelantamiento de la blancas rosas del amor y de la fralernidad.
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LA ESFERA
UN H E R M O S O AMANECER EN SUIZA
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L o s cnciintos concille la Naluralezñ ha dorado íi líi Famosa estaciún invernal de Sainl M o r i t z , en Suiza, alcanzan toda su liellcza cuando es nuís cruda esta época del año. N a d a , en efecto.
(le mayores í i l r a c t h o s para loa turlslas, que á d e n l o s acuden á aquellos parales, que la c o i i l c m p l a c i ó n de esle paisaje en que se juntan las mGiitañaa, el valls y el mar, y en que la nieve
culire de \giia\ manera las altas cumbres, que las rocas y los peñascos que lame el ajfua, coloreado l o d o por un débil sol que empicha iá a s o m a r sin que llegue: ¿ b r i l l a r en sil total explendor.
1"
XEXIJ TXTTgTTTTTTTT- aTa cT's'TTTrTE.a'B-a.TX.Ss.ss. a B aTTT-rrTTT^TTTT-ñ-n-T : : T 3 a s n l T c - T T : ; a a~g"rrTE t z i^ - i ¿
LA ü S F l i R A
^'^'^ii:imi:''iliii;:¡'''IJi;,l!!''i'!l!ñ::!^"ili;!";:^iC,¡^ !.fí::!'il:ii|:i!'i3ljffi::!'it,^ii'il:^!i''ilC^lt'i!il,^^íi::''!!^^^^ lili -^
DE LA VIDA DEPORTIVAn
Curiosas fotografías obtenidas durante la carrera ciclista de los seis días, celebrada on París. Dos de los corredores en sus tiendas
durante el descanso ,;OT.S. r¡oi.
PÁGINAS A R T Í S T I C A S
AMOR SALVAJE
Cuadro úc Diiietj reproducido en licliograbado por Sánchez Gerona para la colección Piazza, de París
LA ESPERA
dl¡lÍU|<lllLBh.n^íÍh.ailll|lkHlll]ai:M>aÍVMdllÍll.<,,:^Íli)ili,tl¡ll|:h.u.WÍIl'MN^^^ .arllllll.n'>.^;Olll ílliaU..>lin¡líu l|1l!..„i'llllh,-.nd1¡]'tllK. lililí llu,Mil íl'' '.yllflllir lliíh.ii:Ulll|':llLr£llBlhiMi
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ESCENA SEGUNDA Ei.oi.—¿Qué es eso de Eloísa?... Vo no autori- nocemos desde hace iniícho tiempo... Si ha pa-
zo ramiliaridades, sado algo irremediable, lodos ¡níluiremos para
CAIÍMIÑA, Sr¿i. BárccncT.—EíoisA, Ss-f^j. Pcirdo que su priiuo sea generoso y la dolé... Nadie sa-
CAR.—Tampoco le he dicho yo a usled que me
ELOISA_.—¿y el señorito Julio? luleara. brá nada. Hernienegildo aeeplará,,.
CARMIÍÑA,—Eslii en su CLiarío. Ei.ot.—Hija mía. desde que el mundo es mun- CMi.—(Er^uk/c/.) Pero, ¿qué dice usled? Soy
ELOI.—¡Ah! me liabía jJtTr-ecido desde ci!)c-iio oír tlo. el superior ha luteado a! inlerior. pobre, pero nadie puede haeernte tiajar la cabe-
su voz. CAÍ;.—Pero el superioi', por lo mismo, tiene el za... Soy tan honrada como usled, y más. por-
CAR.—Creo que esiíí caiubiándtísc de rup¿i. deber de ser ¡uslo. de no acorralar al inferior... que no pienso maí de los oíros, liemos conclui-
ELOI.—Voy ¡i consull¿ir con el mcdieo. Un perro ca un [íci'ro, y se dcliende... V hay ade- do... Yo no quiero su amisiad. no quiero nada
CAR.—¿Esló usled iiidlcí? más quien dice, que lo;los somos uno y que lo suyo... Lo único que quiero, es que me deje.
Ei.oi.~Si'; ya van dos veces que tne pasa; tiic que cambia no son las personas, sino los luija- ]zioi.—(De nuevo agresiva.) ¡Ah! ¿Otra vez?
parece oirns hablar d Jos dos. Ilcyo, y rcsufla res que ocupan. (Conduye casi sollozando.) y yo que la había creido una cordera,,. ¡Le digo
que estás liJ sola. ELOI.—No vayas á llorar; no \'alc la pena de á usled que la palurda,..
Cwi.—(Bd¡'¿indo ¡e cabeza.) Ah,.. llorar cuando se lienc lan Iniena memoria... (Vol- CAR.—Prefiero ser palurda á caluniniadora.
ELOI.—Eslás muy aplicada y te pones coJo- viéndose ¿¡/¡oro.) ¡líepile la leccicín, lorilo! ¡BasJa!
rada de irabajar lanío. CAR.—Si usled continúa, me veré ol)liyada a... Ei-Oi.^Sí... ahora soy yo la que dice ¡baslal
C A R . — E s un pañuelt) para mi pritiio. ELO[.—¿Me vas á peinar? Le abriré los ojos á sus líos, porque es mi de-
ELOI.—Para el señorilo. CAR.—Me iré simplemente ó mi cuarto. ber... Sabrán la vergüenza que está aquí pa-
CAU.—Para mi primo. ELOI. —Cuidado con equi\ocarle de puerta. sando...
ELOI.—Como quieras... Va se' que tcne'is mu- CAR.—J-e dejare' a usled libre el camino. C A R . — M i lía sabrá contestarle, cuando yo le
cha confianza... Esa flor que llevas se parece
mucho á la que el lleval)a ayer en el ojal.
ELOI.—¿Me insultas? No íaliaba más que esa
insolencia,.. Se lo diré á lus tios. Por caridad
diga la verdad.
ELOI.—La verdad es que eslás al borde de un
precipicio, si no hascaido ya en él; la verdades
I
C A K , — E s la misma. esiás aquí conio igual a ellos, calzada, vesiida.
ELOJ.—Creí que había sido una alucitiación de y miren cómo lo aL,'radece: insultando á las vi.si- que consientes á tu primo que le bese...
la visla. Como padezco ya de los oídos... No le las de la casa, y coqiielcando con un señorito CAR.—¿Que yo?,.,
incomodes por mí, ¿sabes? Puedes subir á ayu- que viene tie temporada, conu) ave de paso. Ei.oi.—Sí. ¿Creéis que soy lonta? Os oí des-
darle si quieres. C A R . — y a se' yo de quien querría cazarla, de abajo; no lo podéis negai',..
CAR.—V'o no voy donde no debo ir. E L O I . - ¡ E r e s una insolente! CM}.—(Avanzando confra ¿:1oisa. que re!ro-
ELOI.—¡Bah! CAIÍ.—Usled me busca. cede lia.'ita arrinconarse.) ¡Menlira, mala muier;
CAR.—Tambie'n debe usled eslar mala de la E L O I . — y o no se. ni me imporfa. hasla dón- dígamelo olra vez, calumniadora!
lengua. de llega lu coiilianza con Julio; pero no olvides ELOI.—¡Sí. sí, os besáis, os besáis!... ¡Péga-
ELOI.—Ahora que Ices tantos libros, podías que no cslamos en el mismo caso. Si el se quie- me, si le atreves!
aprender á ser menos desálenla. ¡Que' manera de re diverlir contiíío, allá tú. allá él, y allá Hermc- CMt.~(Con súbita idea.) ¡No. no me quiero
contestar! Te olvidas de quien soy. uej^'ildo... Sí, sí: no te hayas la nueva, que no manchar! Ahora verá usled... (Vendo á ¡a puer-
CAIJ.—Si usted no hubiera olvidado atites... nos cfiupamos los dedos... Y si Julio se diritíic- ta de ¡Ü izquierda.) ¡Julio!... ¡luüo!.,,
E i . o i . ^ j V a y a im modo de pro^'resar! Ya se ra á mí, no sería de ese modo, sino para santi- ELÍ)I.—(Acohardada y queriendo conienerla.)
ñola que hay un saciaiisla en la casa, como dice licar nuestro amor, de igual á igual... No seas loca... Oye... Me habré equivocado,,.
mi padre. CAR.—¡Vayase, vayase! No griles, oye...
C A I Í . - E l seilor Juez es muy íjracioso. ELOI,—/,Vcs cómo la verdad escuece? ¡Me das C A R . — N o , no.., ¡Julio! ¡Jubo! ¡Julio!
lastima!
CAH,—¡Y á mí usted, asco!
E1.01.—¡Carmina!
CAI!,—¡Sí. sí, asco, asco. asco!,.. Estoy can-
sada de iingir. y 110 quiero ser más liip(>crita.
como usled... Quiero á mi jjriino, pei'O sin inte-
re's; no para ícncr un marido i'ico, como usled
lo quiere.,. No. óigame, ahora lienc que oírme,..
Yo no sueño con bodas, sé que soy inlerior, y
cuando él se vaya me iré de esta casa, donde me
ahogo de tanta caridad como respiro.,,
ELOI.—¡Desagradecida!
CAR.—Esloy'eansada de inspirar lástima, de
comer en una mesila aparle y de arreglarme los
vestidos viejos de la lío. Me pondré mis zuecos
y sei'é pobre, eomo es debido, con orgullo.,. Si
yo estuviese en medio de mi viña ó guardando
mis vacas, usled no se atrevería á insuliarme.
Usled. señorita, y yo aldeana, cada una estaría
en su i>uesto y,..
ELOI.—Si no le salieras de él.,.
C A R , — y aquí se atreve usled, porque no soy
nada, ni señorita, ni aldeana, ni rica, ni pobre.
Me burlan los míos y me desprecian los de aquí.
Por eso abusa usled de ini situación.., (Llorcin-
do ¿igolmia por ct esfuerzo.) ¿Por qué dejé nii
casa. Virgenciñ-i mía?... ¡Oh!.,, ¡Oh!,,, (Peque-
ña pausa. Creyéndola vcncidti. ¡zloha se acer-
ca y comienza á hablarla con voz melosa.)
E1.01. — V a m o s . Así, ¡lumiíde. me desarní:]
usted.,. Le prometo no quciarnie (\ sus líos... Ol-
videmos esio, y seamos buenas amigas... Yo la
aconsejo con el corazón,,, No se dcie seducir
por frases y promesas. Comprenda en el lugar
que quedaría usled si se tratara de un pasatiem-
po, de ima diversión.
C A I ! , - ¿ P o r qué supone usled á todos capaces
de canalladas?
ELOI,—Usled no conoce á los hombres.
CAR.—¿Dónde aprendió usled á conocerlos?
E L O I . —Escúcheme, Carmina, eomo á una per-
sona que se interesa por usled, como á una ami-
ga,,. Usted dice canalladas y esas cosas, sólo
ía que sufre el engaño las llama así; los demás
se rien.
" E l o i s n " , Alerce Líos l ' p r d o CAR.—Se reirán los canallas,.. Vayase usted,
"Cprmii«a", CumUnn liúrccna
FOT, c.M.v.-.nuí se lo suplico... r o T . cAL.v,\(.Mi;
¡i:M «í Ji w "^:E Ij!^ '•':íipi"'"'.l|;U!P''''^|||lí'"-' ii li||.P«" ii;!ip.c '•» lijj.t'''«ww'"" Sii| &™ "•^'] \ \\l- "i-IIIl.ff'"M!||,li"' llffit"'"'«í|J;P"' '¡I ÜJli ^™^í'5P;íi" ":i!JpT Nii^ip .1 ^Ti|j|pi'i|p.i' JLpj "-SIpff^^^illlJF '"TÍP.^
LA ESFERA
LEOCADIA ALBA
La emitiente actriz del Teatro de Lara, en la comedia de los Sres, [nsúa y Hernández Cata "En familia" POT. Cj-il.V.VCllE
V'''^i|fei!'¡iiiliii^"'ii,ií;;!i: i;,;i¡ii' ^i::!!'¡iiii;:;;i¡'ii.i;i;;:ii: Í^I!ÍÍ'^¡I!|I;IÍ^ÍÍJ^;^I^¡.Í;JÍ^IÍÍ:!''Í!IÍÍ;,;^Í':ÍJÍ:;^^ I^IIÍÍ''1LÍIÍ;J;:Í:^ÍIU¡II,."?
P;«
WS
i LA CANGI
L]cgü un loco ¡ugrlai' ccibc un casiillo, Mientras siJi'iaba,
que Fué en iicmpos lejíinos de un rey moi'u flébil cantaba
lle^^ando á quisa de modesto lialillo licrnas canciones
su viejo y dcseordtido pleciro de oro. que se perdían
TofiJe y ¡culo es su aiiílíic. y lan despacio en el espacio,
Ctiniiuíi que sus pies no nicirctin iiueliti... que á cslai-dcspicrio
—¿quien el duefio será de csle palacio, diera por cierto
y quiéu—luusila —líi feíiz düncella?— que en los salones
y conicniplando la mudejar lorre
de aquel caslillo de los oños vicios, repercutían
no se dá cuenla de que el tiempo corre de aquel palacio,
ni de tíue cslá la población muy lejos. y su débil acento se extiniíuía
—Vo canian'a—si Ccinlar pudiera, como un murmullo imperccptii)!;: y le\'e
vuelve á decir—mis trovas más fíalanas, cuando más denso, sin cesar, caía
y al eco de mi voz lal vez se abriera con sus lágrimas gélidas, la nieve.
iill^una de las árabes ventanas. Con su voz cada vez más laslimci'a
Rompería el silencio y á los sones entonaba sus tiernos madrigales
de mi triste laúd, dulce y sonoro, esperando, impaciente, que se abriera
sabría enternecer los corazones alfruno de los amplios ventanales,
de los que habitan el castillo moro. y á la par que la nieve, en un sudai'io
¡Mas no puedo cantar! ¡ni esa esperanza semeiaba envolver su cuerpo yerto,
me queda, que, á mi edad, se descnlonal... la esquila de un oculto santuario
¡Ay mísero de mí! la noche avanza parecía doblar por el á muerto.
y el reíleio de! sol ya me abandona! — |-u¿ de nuevo á cantar y de improviso
Viendo que nad-e á socori'crlc llciía_ sintió al toser en la garganta un nudo
de aquel caslillo. al parecer sin dueño, quiso llamar y levantarse quiso,
rendido, al cabo, el frovador se entrega y al intentarlo, el inreliz. no pudo.
á un intranquilo y agitado sueno. La cabeza apoyó sobre una piedra
AiTCcia el viento que las ramas mue\'e y, temiendo romper el pleciro de oro,
de una encina que erguida se levanta, murió abrazado á él, como la yedra
cae una lluvia que parece nieve, á las murallas del caslillo moro.
y el longevo juglar dormita y cantil.
rüTs. u^AK GONZALO CANTO
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D E OTRO TI E M PO
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r " PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN :• ^ -, ll.,.ll
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1914
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l=*£vi-el3i''isfL cristal delantero.
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9/13 )) E . K. 4 )> 66/120 4 )> . . . . , _ . . ^. )) ll.OOO
12/16 » E. L. 4 » 75/130 4 ) ) . . . . . . Í ^ » 1^3.000
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* I M l ' K í i S T A DE *PRI^NSA G K A H I C A » , lirLltMÜSIl.LA, 5 7 , MAUHIU <> I'ROI llülOA LA I(l:i>BoL.-„i;CliJS [Jl; r i í X I Ü , lJ.;¡UJOi V rüTÜ.iH-'i l'ÍAS tj=cií
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