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M EXICO
I NSTITUTO DE I NGENIERIA
Este documento está elaborado durante el desarrollo del Proyecto “ Soporte científico-técnico al Sistema Nacional de
INDICE DE FIGURAS iv
INDICE DE TABLAS vi
INTRODUCCION 1
1. PROBLEMATICA DE DESASTRES 4
2. MARCO CONCEPTUAL 11
3. SISTEMA PERTURBADOR 27
i
3.2. MECANISMOS DE PRODUCCION DE CALAMIDADES 35
4. SISTEMA AFECTABLE 47
5. SISTEMA REGULADOR 67
ii
5.1.2. Estados de gestión 69
5.1.3. Grado y nivel de emergencia 70
7.1. OBJETIVOS 89
7.2. ORGANIZACION 91
7.3. PROGRAMAS 98
REFERENCIAS 109
BIBLIOGRAFIA 113
2. PUBLICACIONES 127
iii
INDICE DE FIGURAS
iv
3.3.2-1 CLASIFICACION DE LAS CALAMIDADES, SEGUN
SU AMBITO DE DESARROLLO Y TRASLADO 43
v
INDICE DE TABLAS
vi
INTRODUCCION
E
l desarrollo de protección civil en México surgió como una respuesta social y, por ende,
gubernamental a la tendencia de crecimiento de los desastres, tanto en su gravedad como
en su extensión, que se manifestó en los años ochentas, a través de una serie de trágicos
acontecimientos como fueron la erupción del volcán Chichonal (1982), la explosión de la
gasera en San Juan Ixhuatepec (1984) y los sismos de septiembre de 1985 en la Ciudad de México,
por mencionar algunos de los más importantes.
Debido a que este crecimiento ha tenido un carácter sostenido, tanto por el permanente proceso del
aumento de la población y de su concentración en las grandes urbes, con muy complejos y, a la
vez, altamente vulnerables servicios, como por el surgimiento de los nuevos fenómenos
destructivos de origen tecnológico y socio - organizativo; para afrontar los desastres, ya no fueron
suficientes las medidas tradicionales de carácter aislado y fragmentario, sino fue indispensable
buscar las soluciones más profundas e integrales, que contemplan la planeación y la coordinación
de diversas actividades de carácter interdisciplinario e interinstitucional.
El establecimiento del Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC), como una respuesta
oficial a esta problemática, ha permitido contar, desde 1986 y por primera vez en la historia de
México, con un marco legal, institucional y operativo para afrontar en forma integral esta
problemática. A diferencia de las medidas tradicionales, orientadas principalmente al auxilio, el
SINAPROC ha buscado proporcionar la seguridad a la población y a sus bienes, así como al
patrimonio nacional y al medio ambiente, a través de dos estrategias complementarias: la
prevención de desastres, contemplada como reducción de riesgos, y los preparativos,
considerados como medio fundamental para asegurar una oportuna y eficiente atención de las
situaciones de emergencia.
En consecuencia, ha ido surgiendo una demanda creciente, por parte del SINAPROC, de la
capacitación de su personal que, de una u otra forma, ha implicado la necesidad de desarrollar
lineamientos, modalidades y programas para la preparación de cuadros en materia de protección
civil, esto es, para facilitar la formación, capacitación y, en su caso, actualización de
profesionales, que tienen el interés y responsabilidad de trabajar en el campo de protección civil,
habilitándolos con conocimientos, metodologías y técnicas sobre la evaluación y reducción de
riesgos, así como sobre la organización y planeación de la prevención y atención de emergencias.
Con el presente libro se busca llenar un vacío en el soporte didáctico a los procesos educativos y,
en particular, fundamentarlos con la información básica sobre las causas e historia del surgimiento
del Sistema Nacional de Protección Civil, su marco conceptual y bases metodológicas. Por ello se
aprovecharon los resultados obtenidos en el área de la Investigación Interdisciplinaria de
1
Desastres, desarrollada en el Instituto de Ingeniería, UNAM, durante los últimos 20 años, de los
cuales la mitad corresponde al período anterior y la otra al posterior al establecimiento del
SINAPROC.
Para elaborar el libro, se han usado las publicaciones e informes de proyectos de investigación,
así como el material de los cursos, conferencias y pláticas, entre los que se destacan: El curso
básico: Prevención y atención de desastres en el marco de Protección Civil, en 1990, y El Curso
Básico de Protección Civil, en 1993 y 1995, así como las extensas exposiciones en los Módulos
1, 3 y 4 de El Diplomado en Dirección de Programas de Protección Civil, organizado por la
UNAM y el CENAPRED a partir del verano de 1995. Asimismo, el borrador de este libro ha
constituido una parte del material didáctico entregado a los alumnos del 2º Diplomado en
Dirección de Programas de Protección Civil, que se inició el 12 de abril de 1996, así como del
Curso Básico de Protección Civil, impartido a través de ocho teleconferencias desde 28 de
febrero hasta 24 de abril de 1996.
Por otro lado, a pesar de la imperiosa necesidad de contar con este libro -que se ha ido revelando
en el transcurso de los últimos años-, las mejores aspiraciones de elaborarlo pudieron quedarse
solamente en buenos deseos, si no hubiera una inquietud, exigencia y, a la vez, apoyo por parte de
los diversos organismos, entre los cuales se destacan la Dirección General de Protección Civil y
el Centro Nacional de Prevención de Desastres de la Secretaría de Gobernación, y la
Subsecretaria de Planeación e Integración de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos
Naturales y Pesca, así como la División de Educación Continua de la Facultad de Ingeniería de la
UNAM. Así mismo, es importante subrayar que la elaboración del presente libro constituye uno de
los objetivos medulares del proyecto "Soporte científico - técnico al SINAPROC", que se está
realizando en el Instituto de Ingeniería, UNAM [G.P.111]∗∗, por el Grupo de Investigación
Interdisciplinaria de Desastres, de acuerdo con el Programa de Apoyo a Proyectos de
Investigación e Innovación Tecnológica de la DGAPA.
El libro, que se presenta a continuación, busca atender los siguientes objetivos básicos:
• Conscientizar sobre la importancia de contar con las bases conceptuales y metodológicas para
aprovechar los conocimientos y experiencias, tanto de índole científico - técnico y
administrativo, como socio - económico y político para afrontar la problemática de desastres.
♦ Instrumentar la capacidad de identificar, plantear y priorizar los problemas que presentan los
desastres, así como de organizar, planificar e implantar las soluciones a éstos, a través de un
esfuerzo coordinado, interdisciplinario e interinstitucional.
• Proveer un fundamento para un profundo entendimiento de las causas del surgimiento y de los
antecedentes de la Protección Civil, así como de la organización, funcionamiento, operación y
desarrollo del Sistema Nacional de Protección Civil, en particular:
♦ Exponer las bases metodológicas para la evaluación y reducción de riesgos, así como la
elaboración de preparativos para auxilio, a través de la planeación, ejecución y
actualización de los Programas de Protección Civil;
♦ Propiciar los conocimientos, capacidad y habilidad para velar por, y cumplir con, la
normatividad de Protección Civil, así como para promover una actitud creativa en la
elaboración, revisión y mejoramiento de ésta.
Para lograr estos objetivos y dar el sustento didáctico al Curso Básico de Protección Civil, el
libro está integrado de dos partes: la primera expone el marco conceptual y las bases
metodológicas de la Investigación Interdisciplinaria de Desastres, así como presenta algunos
tópicos de la Teoría e Ingeniería de Desastres cubriendo; mientras que la segunda, se dedica
explícitamente al Sistema Nacional de Protección Civil, tanto describiendo sus antecedentes y su
surgimiento, como exponiendo sus conceptos principales.
3
PARTE 1. CONCEPTOS BASICOS
C
on el fin de facilitar el conocimiento del Sistema Nacional de Protección Civil, su
organización y funcionamiento, la primera parte se dedica, exclusivamente, a introducir,
justificar y explicar los conceptos principales necesarios para entender el fenómeno de
desastre y las posibilidades de su control.
1. PROBLEMATICA DE DESASTRES
L
a problemática de desastres no es reciente ni privativa de esta época. Desde el inicio de
la humanidad, el hombre ha tenido que afrontar los riesgos que surgen de la necesidad de
obtener los recursos indispensables para su subsistencia: por ejemplo, ha tenido que
labrar tierras fértiles, ubicadas frecuentemente cerca de grandes ríos, en áreas
inundables; habitar en áreas sísmicas o sobre los costados de los volcanes, expuesto a las
erupciones; vivir en zonas propensas a fenómenos destructivos de origen humano, tales como
contaminación, derrames de sustancias peligrosas, incendios y explosiones. El hombre ha tenido
siempre la necesidad de maximizar la disponibilidad de recursos indispensables para su
subsistencia y de minimizar los riesgos que enfrenta para conseguirlos.
Sin embargo, en las últimas décadas se ha observado una tendencia permanente y amenazante del
crecimiento de desastres, tanto en magnitud, como en cobertura, agravada por cambios
sustantivos en su naturaleza, la que se manifiesta en variaciones de sus características y en la
transformación de los patrones de su ocurrencia. Cada vez, con más frecuencia, los medios de
información masiva notifican sobre graves pérdidas humanas y daños materiales, así como de la
∗ Como se mencionó en la Introducción, las notas que emplean una letra G se encuentran en el Suplemento 2
Bibliografía; mientras que las anotaciones con el número secuencial se presentan en el capítulo Referencias.
4
devastación del medio ambiente, que se producen en alguna parte del mundo, sea por las sequías
e incendios de bosques en México, o por las inundaciones en Louisiana, EUA, o por la epidemia
del virus Ebola en Zaire, Africa, por mencionar solo algunos acontecimientos recientes.
En el siguiente subcapítulo, se analizan las tres principales causas del crecimiento de los
desastres en amplias zonas, que abarcan los asentamientos humanos, complejos industriales,
áreas agrícolas, sistemas ecológicos, etc [G.P.64]; lo que permite exponer los aspectos del control
de desastres en el subcapítulo 1.2 y reflexionar sobre las limitaciones de los enfoques
tradicionales en el 1.3.
Los estudios realizados han permitido identificar tres causas principales del crecimiento de
desastres.
La primera causa consiste en la diversificación de los tipos de peligro, a los cuales está propensa
la población y el medio ambiente, así como en el incremento de las intensidades de sus
manifestaciones, que se deben al surgimiento de nuevos fenómenos destructivos de origen
tecnológico, típicos para la mayoría de los asentamientos humanos que cuentan con una alta
concentración de industrias y transporte dentro de las áreas residenciales o en su cercanía.
Los incendios y las explosiones que surgen de sustancias químicas son la tercera causa de
muertes accidentales, tras de las producidas por el tráfico vehicular, que se sitúan en primer
lugar, seguidas por las caídas, golpes e intoxicaciones en el hogar y centros de trabajo [1]∗.
∗ Las anotaciones con el número secuencial se presentan en el capítulo Referencias; mientras que las notas que
emplean una letra G, como ya se mencionó se encuentran en el Suplemento 2. Bibliografía.
5
El caso de la contaminación ambiental, inclusive, revela un cambio en la naturaleza propia del
desastre, debido a que sus consecuencias no tienen, a diferencia de los desastres tradicionales,
manifestaciones espectaculares -muertos y heridos-, tan directas y notorias; es decir, no las
produce de manera brusca y, por ende, tampoco atrae a los medios masivos de comunicación y,
lo que es más trágico, no alarma ni a la población ni al gobierno, al menos, a corto plazo.
Asimismo, el crecimiento de los desastres se debe a las complejas interrelaciones entre los
fenómenos destructivos, cuando uno puede provocar otros, frecuentemente más peligrosos; tal,
por ejemplo, los movimientos del suelo, que pueden ser provocados por sismos o hundimientos
regionales, por citar algunas causas, ocasionan, a menudo, fugas en tanques y ductos subterráneos
que almacenan o transportan substancias químicas de distinta índole, las cuales
irremediablemente contaminan los mantos acuíferos o provocan incendios y explosiones.
La segunda causa se relaciona con la notable vulnerabilidad de las grandes urbes, resultado de la
alta densidad y del crecimiento de la cantidad de población expuesta al peligro, así como de la
enorme complejidad de los servicios urbanos y sistemas de subsistencia que las componen, tales
como los de agua potable, drenaje y energía eléctrica. Naturalmente, esto propicia que cualquier
impacto destructivo repercuta en un elevado número de pérdidas humanas y daños materiales, en
la interrupción de los servicios esenciales de soporte de vida, así como en sensibles cambios del
medio ambiente.
6
También destaca la enorme fragilidad de los sistemas ecológicos, ya que, por su alta
interdependencia, un impacto negativo en uno de ellos provoca la destrucción o una alteración
significativa en otros. En consecuencia algunos sistemas ecológicos sobreviven, adaptándose a
ciertos tipos de impactos y luchando por su subsistencia; sin embargo, muchos otros tienden a
desaparecer.
Los ejemplos, desgraciadamente, son abundantes y obvios. Estudios sobre la ciudad de México
han revelado que "...por la falta de normatividad en el uso del suelo, la desforestación de los
bosques, los asentamientos irregulares y los desechos industriales, han provocado, en las
laderas del occidente, el desbordamiento de ríos, cambio de clima, contaminación y limitada
recarga efectiva de los mantos freáticos que alimentan las aguas subterráneas de la planicie..."
[6]. De igual forma, la ejecución del Programa de Contingencias Ambientales de la Zona
Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), ha revelado la insuficiencia de los mecanismos
de prevención y control de las emisiones contaminantes, a pesar de los esfuerzos de los
organismos responsables de mostrar sus logros en esta materia [7]. Entre las ineficientes medidas,
destaca el programa "hoy no circula", el cual propició el aumento del parque vehicular en la
ZMCM. En el informe del 2 de abril de 1992, sobre el balance del Programa de Contingencias
Ambientales, el Regente de la ciudad señaló la existencia de 2.5 millones de vehículos en la Zona
Metropolitana [7], mientras que en el Informe de Avances a septiembre de 1992 [8] se menciona
la cantidad de 3.3 millones de vehículos que circulan diariamente por la ciudad,representando
esto un crecimiento de 800,000 durante el período.
Es importante recalcar el papel especial de la última causa, debido a que un adecuado control de
desastres contemplaría la realización de los estudios correspondientes, lo que, a su vez, puede
permitir reducir las otras dos causas, así como mitigar sus influencias y consecuencias.
Como se observa en este breve análisis de las causas de desastres, ya no es suficiente realizar
estudios tradicionales, dedicados solamente a la descripción, entendimiento y pronóstico de este
fenómeno, sino es indispensable enfocarse sobre un objetivo completamente diferente, el del
diseño de los mecanismos para su control. Por ello, en el siguiente inciso se hace un análisis más
detallado a los procesos de control de desastres.
Es sintomático que el uso del término "desastres naturales*" trata, implícitamente, de quitar la
responsabilidad social y, en ciertas ocasiones, la legal por su ocurrencia, poniendo en duda la
factibilidad de su prevención.
Es claro que algunos fenómenos destructivos de origen natural no pueden prevenirse; sin
embargo, la gravedad de un desastre, que surge como consecuencia de muchos factores, entre los
que se destaca la vulnerabilidad de la comunidad expuesta y sus sistemas de soporte, en términos
generales se puede disminuir a través de las correspondientes medidas de prevención. Un
8
ejemplo contundente, constituye la reducción de las consecuencias desastrosas de sismos o
huracanes, a través de la construcción de edificios y obras con mayor resistencia a sus impactos.
Aún, en la situación del impacto de un fenómeno natural sobre un sistema natural, como lo es el
ecológico, el hombre puede, en ciertos casos, tratar de evitar o reducir la afectación. Por ejemplo,
ante las erupciones volcánicas, la construcción de obras que canalicen y restrinjan los flujos de
lava y lodo puede evitar la desforestación del lugar [9].
Además, en el caso de los fenómenos destructivos de origen tecnológico ni siquiera hay lugar a
dudas sobre la factibilidad e importancia de la prevención como la estrategia prioritaria, ya que
obviamente el desastre depende completamente del hombre, constituyendo así una
responsabilidad explícita de la sociedad.
Un ejemplo convincente, y a la vez trágico, lo constituye el caso del combate del incendio en
unos almacenes de sustancias químicas peligrosas (pesticidas, herbicidas, etc.), en Basilea en
1986, cuando los bomberos emplearon su recurso tradicional de apagar las llamas con grandes
chorros de agua, lo que provocó, a su vez, una enorme contaminación del río Rhin, ya que hasta
allí llegó la mezcla del agua utilizada con los químicos [11].
9
A lo anterior, hay que agregar la subevaluación inicial del riesgo que presenta un fenómeno
destructivo, que posteriormente cambia a su sobrestimación, lo que disminuye la posibilidad de
actuar oportunamente y aumenta la confusión de prioridades de acción y asignación de recursos.
Un ejemplo de esta situación se observa en la ciudad de México, donde a raíz de los sismos de
septiembre de 1985, se polarizó la atención hacia esta problemática, descuidando otras, también
relevantes, como es el caso de la contaminación ambiental. Sólo en 1988 se iniciaron medidas
explícitamente dedicadas a tratar de controlar las emisiones contaminantes en el aire y apenas,
hace casi seis años (en octubre de 1990), se estableció el Programa Integral contra la
Contaminación Atmosférica en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.
Además, se revela una falta generalizada, a nivel mundial, de la consciencia social y, como
consecuencia, de la voluntad política para afrontar desastres cabalmente (o vice-versa), [G.P.80].
Estas, por si mismas, son desastrosas, debido a las consecuencias a mediano y largo plazo, que
resultan de los desastres, para el bienestar y salud pública, así como para la estabilidad de la
sociedad y continuidad de su desarrollo económico y, a final de cuentas, para la paz social.
En respuesta a esta situación prevaleciente tanto en los países en vías de desarrollo como en los
desarrollados, la ONU estableció,∗ desde 1990, el Decenio Internacional para la Reducción de
Desastres Naturales (DIRDN), que contempla, para los países participantes, la posibilidad de
contar, para el año 2000, con tres resultados principales:
• El rápido acceso a los sistemas de alerta a nivel mundial, regional, nacional y local, así como
una amplia difusión de advertencias [10].
En México, la sólida tradición del sector público de declarar acciones aisladas tampoco ha
contribuido mucho al combate de desastres. Si bien esta estrategia nunca ha sido una panacea
para resolver los problemas reales, aún menos ha servido para afrontar desastres. La ejecución de
cualquier acción correcta puede ser insuficiente e, inclusive, traer consecuencias adversas, si no
es acompañada y sincronizada con una serie de actividades interrelacionadas, determinadas de
antemano, y que además deben ser realizadas en forma coordinada por diferentes actores y
estratos de la población, a través de múltiples mecanismos sociales.
∗ Veáse las Resoluciones aprobadas por la ONU: 42/169 de 25.02.83 y 44/236 de 20.03.90.
10
necesarias en sus procesos productivos e instalar sistemas de control de emisiones". Más aún, se
promete que "en 18 meses en promedio, tiempo récord en comparación a cualquier otra ciudad
del mundo, se habrán controlado partículas, compuestos orgánicos volátiles y óxidos de
nitrógeno en las principales fuentes industriales, hasta cumplir con la normatividad". Sin
embargo, según la misma fuente, se observa que, en el marco de esta acción, la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente, entonces recién establecida, sólo pudo realizar 406
inspecciones en un período de dos meses, lo que, en caso de mantenerse la tendencia, aseguraría
la inspección de menos del 10 por ciento de las industrias de la ZMCM en transcurso de un año
[G.P.109].
Cabe resaltar que las medidas mencionadas de la verificación obligatoria de las emisiones no
contemplan las imperiosas necesidades de evaluación y, consecuentemente, de reducción de los
riesgos de intoxicaciones, explosiones e incendios, que presentan las sustancias peligrosas en las
mismas plantas y en el entorno, tanto por su empleo, transporte o desecho como por su escape.
Sin embargo, además de las causas administrativas y políticas reveladas, que perjudican el
proceso de gestión de desastres, un factor determinante lo constituye la insuficiencia de los
propios enfoques de estudios tendientes a elaborar medidas y realizar las actividades más
eficientes para afrontar los desastres.
A pesar de los logros obtenidos por las diversas ramas ingenieriles y áreas científicas, se han
revelado ciertas limitaciones de los enfoques tradicionales de carácter monodisciplinario, debido
a que ellos no toman en cuenta las interrelaciones entre los diversos fenómenos destructivos, los
componentes del sistema expuesto, donde se materializan los desastres, y sus consecuencias. Se
ha dado preferencia a los aspectos técnicos, omitiendo frecuentemente los criterios
socioeconómicos y políticos, decisivos y determinantes para la definición del concepto de
desastre. Como consecuencia, esta situación ha repercutido en la producción de resultados
parciales y temporales, cuyas ineficacia e ineficiencia, a largo plazo, han enfatizado la necesidad
de buscar soluciones cabales.
En términos generales, como ocurre con otras ramas de la ingeniería y áreas científicas, esta
estrategia de profunda especialización [12] constituye la base de su fuerza, asegura sus enormes
logros y permite enfocarse a problemas meramente técnicos factibles de resolverse. Sin embargo,
en el campo de desastres, se restringe su aptitud y eficiencia, debido a la falta de un enfoque
general y a la omisión de las dimensiones socioeconómica y política, lo que es decisivo y
determinante, como ya se mencionó, para la definición, estudio y control de desastres. Además,
al no tomarlas en cuenta, se pierde un foco natural para coordinar e integrar los esfuerzos de las
diversas áreas de la ciencia e ingeniería en la materia.
Del análisis anterior, se desprende la necesidad de contar con un enfoque general que permita
plantear, orientar y coordinar los esfuerzos monodisciplinarios, esto es, los estudios de cada
disciplina, para encontrar soluciones conjuntas en forma multidisciplinaria.
Además, la aparición y desarrollo, en las recientes décadas de algunos nuevos campos, tales
como la Investigación de Operaciones, la Ciencia de Gestión, la Ingeniería de Sistemas, han
mostrado la fertilidad de una nueva postura substancialmente interdisciplinaria que, nacida sin la
obligación de ser leal a una disciplina, trata de establecer su propio objeto de estudios y sus
medios específicos de investigación, para analizar su estructura y comportamiento, explicar y
pronosticar su funcionamiento y, finalmente, controlarlo.
De esta nueva postura emergió, a fines de los setentas, como resultado del empleo de los
enfoques sistémico y cibernético para la identificación y solución integral de la problemática de
desastres, una nueva área de estudios. Los conocimientos obtenidos y la experiencia adquirida, a
través de la realización de diversos proyectos de investigación, docencia y difusión, en el proceso
del surgimiento, desarrollo y maduración de esta área, nombrada Investigación Interdisciplinaria
de Desastres (IID) [G.P.104], ha constituido, sin lugar a dudas, uno de los fundamentos más
sólidos para afrontar, en forma integral, la problemática de desastres. El siguiente capítulo se
dedica a describir brevemente la IID y algunos de los resultados obtenidos, entre los cuales se
destaca el marco conceptual que ha proporcionado la base para el establecimiento, desarrollo y
operación del Sistema Nacional de Protección Civil.
12
2. MARCO CONCEPTUAL
P que constituye el fundamento y arsenal de los procesos epistemológicos que buscan plantear los
problemas específicos y propios de un área, según la problemática que ésta presenta, y, a largo plazo,
resolverlos a través del desarrollo de las bases metodológicas, que usualmente lo complementan,
proporcionando los métodos y procedimientos correspondientes.
Como se ha mencionado antes, en el caso del fenómeno de desastre, es indispensable contar con un marco
conceptual para describir y entender su problemática, así como para establecer un fundamento científico -
técnico y humanístico para la realización de estudios y el desarrollo de tecnologías, el diseño de
organizaciones, la elaboración de normas y procedimientos, el pronóstico y la prevención de la ocurrencia de
situaciones de emergencia, así como para su monitoreo y atención en diversos sistemas expuestos, tales
como regiones político - administrativas, asentamientos humanos, sistemas de subsistencia, áreas productivas
y obras públicas.
Asimismo, la necesidad de disponer con el esfuerzo coordinado de los diversos especialistas de las distintas
áreas de conocimiento y de práctica humana, que tienen que participar en la solución de esta problemática,
demanda un marco conceptual suficientemente general para permitir el entendimiento e intercambio de
conocimientos entre ellos, orientar los estudios relevantes y asegurar la compatibilidad de los diversos
productos que elaboren estas áreas.
El marco conceptual, suficientemente general, para abarcar los diversos tipos de desastres, que en la realidad
están interrelacionados, y de carácter interdisciplinario, para permitir el empleo, la integración y, a lo largo, la
coordinación de los distintos estudios obtenidos en las diversas áreas de ciencia y ramas de la ingeniería, se
ha venido elaborando, madurando y empleando, en el transcurso de los últimos 19 años en el área de la
Investigación Interdisciplinaria de Desastres (IID), con base en las aportaciones y avances de la metodología
moderna y de las ciencias de gestión, así como a través de los conocimientos y experiencias adquiridas en el
desarrollo de proyectos aplicados.
Es por ello que en el siguiente subcapítulo 2.1, se proporciona una breve descripción del surgimiento,
desarrollo y maduración de la IID, así como se exponen, con el fin de mostrar la solidez y fertilidad del
marco conceptual y de las bases metodológicas elaborados y empleados, algunos de sus principales
resultados obtenidos a la fecha. Consecuentemente, se precisan los medios cognoscitivos empleados
(subcapítulo 2.2) y, en subcapítulo 2.3, se conceptualiza el fenómeno de desastre y de su control.
La IID se define como un área de la actividad cognoscitiva que estudia, en forma interdisciplinaria, bajo el
enfoque sistémico, el fenómeno de desastre. Su objetivo principal consiste en identificar y resolver los
problemas de seguridad y salvaguarda de la población, asentamientos humanos, servicios estratégicos, áreas
productivas, medio ambiente y obras civiles, a través de la elaboración de metodologías de estimación de los
riesgos a los cuales están expuestos, y de la elaboración de las medidas para su reducción, lo que, a su vez,
11
conduce al diseño de los sistemas de seguridad y salvaguarda, así como a su instrumentación con planes y
programas de acción.
• Estudios metodológicos, que en términos generales buscan elaborar el marco conceptual como una base
común, tanto para realizar la misma investigación bajo el enfoque interdisciplinario, como para coordinar
e integrar los esfuerzos de diversas disciplinas, a través de la elaboración y empleo de conceptos y
términos universales, así como de métodos y técnicas compatibles y compartidos.
• Estudios fundamentales, tanto empíricos como teóricos, que estén orientados a observar, describir,
explicar y controlar el fenómeno de desastre, a través de la investigación de sus manifestaciones y de los
mecanismos de su producción, así como de las leyes y regularidades que rigen sus diversos aspectos,
sean físicos, químicos, técnicos, socioeconómicos o políticos.
• Estudios aplicados, que se orientan a identificar y resolver los problemas concretos de inseguridad que
enfrenta la sociedad, debido a su exposición a fenómenos destructivos y por la vulnerabilidad de la
población y de los diversos sistemas de subsistencia.
• Teoría de desastres, que integra los resultados de los estudios metodológicos y fundamentales para dar el
soporte a los estudios aplicados, basándose en la investigación de la estructura de teorías científicas y en
el avance del enfoque sistémico.
• Gestión de desastres, que busca elaborar las metodologías para el análisis y diseño de estructuras
organizativas, para el mejoramiento de la gestión y para la realización de planeación, a través del estudio
de la naturaleza del cambio rígido, bajo el enfoque cibernético de control.
♦ Estimación de los riesgos latentes que resultan de los peligros a los cuales están propensos los sistemas
expuestos y de la vulnerabilidad de sus componentes; así como la determinación de las medidas
técnicas de prevención de calamidades y de mitigación de sus impactos, evaluando, cuando sea
posible, su costo/beneficio, para seleccionar las factibles y óptimas.
12
♦ Elaboración de medios de apoyo, tales como: sistemas de soporte para la toma de decisiones, bases de
datos, sistemas expertos, glosarios y compendios bibliográficos.
∗ Regiones político administrativas, tales como un estado, delegación, municipio, cuencas de ríos,
zonas expuestas a peligros volcánicos, lugares de alta densidad poblacional, etc.
∗ Instalaciones petroquímicas, plantas termo-, hidro- y núcleo- eléctricas, servicios médicos que
emplean fuentes de radiación, industrias con fuentes de envenenamiento y contaminación, etc.
Debido a esto, desde su inicio, el desenvolvimiento de la IID se ha basado, principalmente, en lo que puede
llamarse la "política de diversificación de los objetos de estudio", por lo que se trató de seleccionar, en lo
posible, cada vez diferentes sistemas reales, como objeto focal, tales como una ciudad, una central
termoeléctrica, un campus universitario, un acueducto, una presa. Esta política, así como la disponibilidad de
patrocinios del DDF (desde 1980 hasta 1982) y de la CFE (en 1983-1984), fueron cruciales para formalizar
la IID como una de las áreas de la Coordinación de Ingeniería de Sistemas en 1983.
• La formación y consolidación del área de investigación, que dispone de su propio marco conceptual y
base metodológica para estudiar en forma interdisciplinaria el fenómeno de desastre y buscar la solución
de los problemas de seguridad y salvaguarda [G.P.5].
• La determinación de las medidas de prevención y rescate frente a la falla del bordo del estanque Río
Escondido, Coah. y la integración de estas en programas de acción, complementada con el diseño de la
organización necesaria para su ejecución, realizadas por solicitud de la CFE [G.P.44].
• La planeación de los proyectos de prevención, mitigación y atención de desastres provocados por sismos,
en las Californias, y por huracanes, en el área Matamoros - Brownsville, dentro del marco del Acuerdo
Bilateral entre México y EUA sobre cooperación en casos de desastres [G.P.32].
13
• La definición de las velocidades óptimas para el cierre de presas bajo el riesgo de inundaciones, según la
solicitud de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos [G.P.58].
• El desarrollo del Programa General de Reducción de Riesgos y Rehabilitación (PGRRR) y diseño del
Organo de Seguridad y Salvaguarda de Cutzamala (OSESAC), así como su instrumentación con el
Sistema de Soporte Informático para la toma de decisiones (SSI), a través de los estudios para mejorar la
confiabilidad del funcionamiento del Sistema Cutzamala, solicitados por la Comisión Nacional de Agua
[G.P.102].
Es importante destacar que el personal que ha colaborado directamente en el área de IID, o indirectamente
en los tópicos relacionados, ha realizado 4 tesis de licenciatura, 7 de maestría y 1 de doctorado (actualmente,
se encuentran en desarrollo 6 de licenciatura, 1 de maestría y 2 de doctorado), a la vez que ha elaborado
alrededor de 175 documentos e informes internos, además de 110 publicaciones y 12 tesis ∗.
Entre los diversos medios cognoscitivos, empleados para el establecimiento y desarrollo del marco
conceptual, y que, además, serán de gran utilidad para el lector, se destacan dos enfoques: el sistémico, que
proporciona los medios para conceptualizar los sistemas y entender las relaciones entre ellos; y el
cibernético, que permite visualizar los mecanismos de control, con la consecuente definición de las
estructuras organizativas y procesos de gestión y planeación para su realización.
14
El enfoque sistémico constituye una de las más
poderosas armas del proceso epistemológico, ya que
permite conceptualizar y, en su caso, diseñar objetos
como sistemas.
15
contexto del problema [G.24.2].
El método de la construcción sistémica toma en cuenta las estructuras externa e interna del sistema en
consideración; la primera se determina mediante la identificación del papel que desempeña en el suprasistema
y sus relaciones con otros sistemas; la segunda presenta al sistema como un agregado hipotético de
subsistemas funcionales, en tal forma interconectados que se asegure el cumplimiento del objetivo del
sistema en el suprasistema.
Debido a que ambos procedimientos son parciales, para el conocimiento más completo del sistema se tienen
que emplear en forma complementaria (Fig. 2.2.1-4). Por ejemplo, con el empleo del procedimiento por
descomposición, se conceptualiza al hombre como un sistema integrado por los diversos subsistemas u
órganos, como es tradicional en medicina, lo que ha permitido conocer sólo un grupo de aspectos de este
objeto de estudio. Por otro lado, con el empleo del procedimiento por composición, se visualiza al hombre
como elemento del sistema social, a través de su papel en éste y de sus relaciones con otros componentes del
mismo. Cada una de las conceptualizaciones, a pesar de ser muy fructífera, debe complementarse, con la
otra, por medio de la integración o fusión de las mismas [G.P.1; G.P.73].
16
razón, también puede llamarse gestión situacional. La segunda, se caracteriza por prestablecer un estado
futuro deseado del objeto conducido, como objetivo de la gestión a largo plazo, de modo que se identifiquen,
seleccionen, organicen (a través de la planeación) y realicen las actividades que contribuyan a su logro.
17
♦ Identificación de
los problemas
actuales y
pronóstico de los
futuros,
basándose en el
análisis de la
problemática
detectada.
• Prescripción, que
busca dar solución al
problema planteado
-resultado de la fase
FIG. 2.2.2-4 ESTRUCTURA DE DIAGNOSTICO
del diagnóstico-,
mediante la elaboración y consecuente análisis de las alternativas factibles, de acuerdo con las existentes
restricciones o limitaciones, para lograr un estado deseado (Fig. 2.2.2-5). Se destacan cuatro
componentes funcionales, que realizan:
♦ Búsqueda de soluciones
factibles.
♦ Evaluación de alternativas de
solución, a través de técnicas de
optimización y modelado, y
selección de las mejores, según
criterios planteados.
♦ Los objetivos precisan la finalidad que se persigue durante la ejecución del plan.
♦ Las políticas aportan principios y lineamientos para orientar, seleccionar y/o restringir las actividades,
con el fin de asegurar su concordancia para el logro de los objetivos.
♦ Los alcances preveen y concretan los resultados esperados a lo largo del proceso de gestión.
18
♦ Los subprogramas constituyen las partes
de un programa, de acuerdo con los
objetivos específicos de una estrategia.
• Control, que busca corregir y mejorar sistemáticamente el plan, a través de la estimación de su eficiencia,
así como de la detección de sus errores y los cambios en el entorno de gestión, ocurridos en el transcurso
de tiempo (Fig. 2.2.2-7). Se descompone en:
♦ Implantación, como la actividad básica y conjunta de los procesos de planeación y gestión, que
consiste en dos partes principales: la planeación de la realización del programa y su ejecución
propiamente dicha; la primera corresponde al proceso de planeación y, la segunda, al de ejecución.
19
Las cuatro etapas descritas forman el proceso general de planeación. Como se observa en la Figura 2.2.2-8,
debido a las diversas retroalimentaciones que se presentan, este proceso no es lineal, lo que permite obtener,
a través de los ciclos correspondientes de iteración, los consecuentes niveles de aproximación para identificar
los problemas y obtener sus soluciones, esto es, para realizar el cambio deseado a través de la gestión.
Además de la toma de decisiones y de la planeación, el gestor, como sistema, contiene a los subsistemas de
información y de ejecución. El primero proporciona los elementos necesarios sobre los estados y tendencias
del sistema conducido y de su entorno, así como las evaluaciones de las decisiones tomadas y realizadas; el
segundo asegura la realización de las acciones definidas en el proceso de planeación y de las autorizadas por
la toma de decisiones, trasmitiendo las decisiones del gestor al conducido.
• Planeación, es el subsistema que sirve de herramienta al tomador de decisiones para determinar las
políticas y estrategias, así como para seleccionar las acciones inmediatas, a mediano y a largo plazo, más
adecuadas para el cumplimiento de los objetivos del sistema. De esta forma, la planeación constituye un
proceso que prevee las consecuencias de las acciones actuales y futuras, y define los objetivos del
cambio, desarrollando principios y políticas para seleccionar las acciones adecuadas, a la vez que forma
programas para la mejor transformación del sistema bajo ciertos criterios y restricciones.
• Información, tiene el objetivo de proporcionar una representación del sistema, que se logra a través de
una captación sistemática de los datos relevantes, por medio de procedimientos específicos de medición,
monitoreo y pronóstico. La información se comunica, se concentra y se procesa para obtener los
indicadores y parámetros deseados, a través del empleo de técnicas estadísticas y modelos matemáticos y
computacionales.
20
FIG. 2.2.2-8 ESTRUCTURA DETALLADA DEL PROCESO DE PLANEACION
21
• Ejecución, es el subsistema que transforma las decisiones de gestión en acciones que cambian el
subsistema conducido. La identificación de las unidades operacionales encargadas de las acciones de
ejecución se realiza después de la fase actual de la diferenciación funcional por subsistemas.
En resumen, es importante recordar que los problemas surgen como resultado tanto de las discrepancias
entre los objetivos de diversos sistemas, como de la existencia de obstáculos para lograrlos. Por ejemplo, en
caso de las relaciones entre el sistema de gestión y el conducido, se originan dos tipos de problemas: de
observación de estado y de implantación de decisiones.
Para elaborar el paradigma, desde su inicio, fue necesario sobreponer a la concepción tradicional de los
desastres -que los considera como eventos que afectan los asentamientos humanos produciendo daños,
mezclando el evento que desequilibra con los estados mismos de daño- la diferenciación entre el desastre,
entendido como ciertos daños graves, y las causas que los producen, lo que constituyó el punto inicial y
permitió definir dos conceptos esenciales para entender la producción de desastres: calamidad y desastre.
Por el primero se entiende todo aquel fenómeno destructivo (suceso) que desestabiliza y puede provocar
daños a cualquier agente expuesto, como puede ser una obra civil, área productiva, asentamiento humano
y/o región político-administrativa, que abarca tanto a la población expuesta como al medio ambiente; el
segundo no sólo se refiere a los estados mismos del daño, sino a todas las consecuencias adversas que se
caracterizan por múltiples alteraciones -y hasta rupturas- del orden normal de las relaciones productivas,
comerciales, sociales y políticas en la sociedad.
22
En este sentido, un desastre se define∗ como una situación en la que la sociedad o una parte de ella está
sufriendo severos daños, de gran magnitud y extensión, e incurre en pérdidas para sus miembros, de tal
manera que su estructura social, administrativa y política se desajusta, impidiendo la realización de sus
actividades esenciales y afectando su funcionamiento y operación normal, así como perjudicando
crucialmente su capacidad de afrontar y combatir la emergencia [G.P.12].
Por lo anterior, se llegan a distinguir dos tipos de sistemas interactuantes, responsables por la mayor parte de
la problemática de desastres: el afectable y el perturbador. El primero, denominado SA, se define como el
sistema donde pueden materializarse los desastres debido a la perturbación al que está expuesto; en términos
generales, está integrado por la sociedad y los componentes que necesita para su subsistencia, incluyendo el
medio ambiente; mientras que, en el contexto particular, puede ser una ciudad u obra civil. El otro,
denominado SP, responsable por la perturbación, se define como el sistema capaz de producir calamidades,
tales como sismos, incendios, explosiones, inundaciones y contaminación.
De esta manera, una calamidad, como producto del SP, al impactar sobre el SA, transforma su estado
normal en el otro conocido como desastre. Además de esta relación SP-SA, como se observa en la (Fig.
2.3.1.-1), los sistemas se interrelacionan por tres tipos de retroalimentaciones que, a su vez, pueden agravar
o disminuir un desastre, así como provocar uno nuevo. La primera, denominada SP-SP, se manifiesta
cuando la ocurrencia y características de una
calamidad puede verse modificada -favorecida o
inhibida- por la acción de otra; por ejemplo, un
incendio forestal, contemplado como un
fenómeno destructivo, puede crecer rápidamente
por la acción de viento, mientras que la
presencia de lluvia puede apagarlo y disminuir
los efectos desastrosos. La segunda, denominada
retroalimentación SA-SP, resulta en la
activación o detención de la producción de
calamidades por el SP debido al estado del SA;
FIG. 2.3.1-1 INTERRELACIONES ENTRE LOS SISTEMAS por ejemplo, la proliferación de plagas se
PERTURBADOR Y AFECTABLE favorece por malas condiciones sanitarias, o las
inundaciones se evitan con el buen
mantenimiento de las coladeras. Finalmente, el SA también puede influir sobre su propio comportamiento y
estado, de tal manera que se agrave o disminuye
el desastre, o se abandona o fortalece el estado
normal; por ejemplo, la interrupción del servicio
eléctrico frecuentemente implica la suspensión del
abasto de agua potable, lo que ilustra el tercer
tipo, la retroalimentación SA-SA.
∗ Es importante mencionar que esta definición se emplea en los documentos normativos del SINAPROC [16, 17].
23
En este esquema (Fig. 2.3.1.-1) falta considerar el control, entendido, según lo expuesto en el inciso 2.2.2,
como la organización, planeación y ejecución de un conjunto de procesos con el fin de definir y lograr
ciertos objetivos, tales como el mantenimiento del estado de un sistema en límites dados, o la determinación
y realización de una trayectoria de cambio que permita al sistema llegar a un conjunto de estados deseados
[G.P.7]. Esta función, sustancial para asegurar la ejecución, por el subsistema conducido, de las funciones
básicas de un sistema, se
realiza por el subsistema, -REDUCCION DE
RIESGOS PREVENCION: IMPERDIR O DISMINUIR LA OCURENCIA DE
llamado de gestión o de CALAMIDADES
regulación (Fig. 2.2.2-1). O PROTECCION
MITIGACION: DISMINUIR LOS EFECTOS DE LOS IMPACTOS DE
CALAMIDADES
En el caso de desastres,
el subsistema conducido
es el que los produce, RESCATE: SALVAR LAS VIDAS Y BIENES, REHABILITAR
mientras que el otro, de -RESTABLECIMIENTO SERVICIOS ESTRATEGICOS Y DE SOPORTE DE LA
VIDA E IMPEDIR LA EXTENCION DEL DESASTRE
regulación, los controla,
esto es, busca frenar la RECUPERACION: RECONSTRUIR Y MEJORAR EL SISTEMA
producción de desastres. AFECTABLE
Sin embargo, debido a que no se puede impedir, siempre y completamente, la ocurrencia de una calamidad,
ni reducir substancialmente sus consecuencias, es necesario enfrentar y resolver la situación de emergencia
que surge durante el desastre. En este caso, se busca salvar vidas y bienes, proporcionar seguridad y
atención medica, rehabilitar los servicios estratégicos e impedir la extensión del desastre, por mencionar
algunas de las prioridades que constituyen el objetivo de rescate o auxilio. Posteriormente, en la siguiente
fase, llamada de retorno, con el eventual mejoramiento de la situación, se trata de reconstruir y mejorar el
sistema afectado, a través del objetivo de recuperación. Ambos∗ se engloban en el objetivo general de
restablecimiento.
∗ Como se mencionó antes, en diferentes épocas y en distintos países, pueden identificarse dos estrategias básicas y polares: la
de disminución de riesgos latentes y la de atención de situaciones de emergencia, producidas por sus manifestaciones; sin
embargo, en lugar de usar una mezcla óptima, dependiendo del tipo de desastre y de los recursos disponibles, se ha dado
preferencia a una sobre otra, debido a diversos factores no tanto de carácter tecnológico y socio-económico, sino político e
ideológico.
24
El sistema de gestión tiene que alcanzar los objetivos planteados, apoyándose en la información sobre los
estados actual y futuro de los SP y SA, a través del monitoreo, pronóstico, planeación, toma de decisiones y
ejecución de una multitud de diversas acciones organizadas en el tiempo y espacio, tanto antes como durante
y después del desastre, por medio de los programas correspondientes de gestión. Además, estos programas
tienen que ser elaborados, realizados, evaluados y actualizados, por un conjunto de organismos, con
responsabilidades bien definidas, que constituyen lo que se llama la estructura organizativa del sistema de
gestión.
El paradigma fundamental presentado del fenómeno de desastre forma la base del marco conceptual y, a la
vez, proporciona lineamientos para su desarrollo. En primera instancia, establece los criterios para determinar
y priorizar los estudios y proyectos de investigación y desarrollo tecnológico en la materia, necesarios para
mejorar la seguridad y salvaguarda de la población, asentamientos humanos, servicios estratégicos, áreas
productivas, obras civiles y, por último, pero no menos importante, del medio ambiente. Asimismo, identifica
tres líneas principales dedicadas tanto al estudio tradicional de los fenómenos destructivos y de sus
encadenamientos, como al de la vulnerabilidad de los sistemas afectables y de la confiabilidad de los sistemas
de subsistencia que los integran. Además, hace obvia la importancia del diseño de las estructuras
organizativas, desarrollo de los programas y elaboración de la normatividad de los sistemas de control de
desastres.
A continuación, se exponen los principales resultados del desarrollo y aplicación del marco conceptual para
cada uno de los sistemas definidos.
25
3. SISTEMA PERTURBADOR
C
on el fin de establecer las bases científico - técnicas para definir los peligros que
presentan los diversos fenómenos destructivos, así como para identificar las medidas de
su reducción, este capítulo se dedica a presentar el estudio del sistema perturbador (SP),
el cual se ha definido como aquel capaz de originar dichos fenómenos.
La lista de las calamidades incluye los 27 fenómenos destructivos viables para la ciudad de
México, que fueron identificados -en su tiempo-, durante el diseño del SIPROR [G.P.26].
Asimismo, se complementa con otros ocho, contemplados en las Bases para el establecimiento del
SINAPROC [15], tales como, por ejemplo, maremotos y nevadas, lo que permite conservar la
uniformidad entre los términos y definiciones que se llegan a utilizar [16]. Además, debido a la
creciente necesidad de considerar los desastres tecnológicos y ecológicos∗, se introducen nuevos
fenómenos destructivos que corresponden a: fuga y derrame de sustancias peligrosas, erosión,
desforestación y desertificación. Con esto, la lista integra 38 calamidades, presentadas a
continuación, en orden alfabético, con sus definiciones que incluyen, en lo posible, la información
relevante de la calamidad, sus orígenes, desarrollo, sus manifestaciones y consecuencias
generales∗∗.
∗ En la etapa inicial de desarrollo del marco conceptual, no se les dio mucho énfasis a los desastres
tecnológicos y ecológicos, que han crecido sustancialmente en el transcurso de los últimos años, ya que se
les dió mayor prioridad a los sismos, huracanes e inundaciones, debido a la gravedad y magnitud de los daños
que ellos producen, a diferencia, por ejemplo, del caso de la contaminación, que se caracteríza por daños no
tan obvios y por la situación que solía agravarse durante sólo algunos periodos. Sin embargo, los
acontecimientos en Guadalajara mostraron, con toda evidencia, que los desastres tecnológicos, también,
provocan grandes daños con una amplia extensión.
∗∗ Estas definiciones se dan de manera general, sin adentrarse a las especificaciones propias que les podría y
tendría que dar un especialista, con el fin de hacer estudios más profundos sobre cada fenómeno destructivo.
27
• Accidente mayor: Acción de origen humano y/o natural que se presenta en forma súbita o
inesperada y produce, involuntariamente, aunque muchas veces previsible, daños severos a las
personas, cosas, procesos tecnológicos y/o medio ambiente.
• Acto de locura: Acción de una o varias personas que pierden la razón en determinado
momento, llegando a producir accidentes, delitos u otros actos que atentan contra la sociedad.
• Acto delictivo y sabotaje: Acción del hombre que atenta contra la vida, la salud y los bienes
materiales de los demás o que impide el normal funcionamiento de un servicio o una empresa,
al inutilizar sus equipos o instalaciones, y/o que altera el orden y sistema social, violando la
legislación existente.
• Agrietamiento: Pérdida de la continuidad del suelo, que puede deberse a factores como la
pérdida de humedad, hundimiento regional o encharcamiento.
• Avalancha de nieve: Movimiento de nieve descendente de las partes altas de una montaña o
cerro, debido a la incidencia de ondas sonoras, lluvias o movimientos telúricos.
• Colapso de suelos: Desplome vertical de una zona de suelo, ya sea por carga propia o externa.
• Deslave y deslizamiento de talud: Movimiento hacia abajo de las partículas y porciones del
suelo próximas a la superficie libre e inclinada de un talud, debido a la falta de presión normal
confinante que allí existe, así como por las fuerzas naturales a las que está sujeto el mismo.
• Disturbios sociales: Acciones originadas por el hombre, por desacuerdo con las disposiciones
gubernamentales o patronales, así como por otras razones, frecuentemente, de carácter
emocional, reflejadas en manifestaciones, huelgas, revueltas, etc.
28
• Efecto negativo por operar servicios: Consecuencias adversas que surgen de la operación
normal de algunos sistemas, que perjudican el funcionamiento de otros; por ejemplo, al operar
las industrias o medios de transporte, se emiten gases que contaminan el medio ambiente.
• Epidemia: Extensión de una enfermedad contagiosa, a escala local o regional, que afecta a la
mayoría de los individuos de la zona en la que se desarrolla.
• Erosión : Desgaste y destrucción lenta de la superficie terrestre, producido por las actividades
de la naturaleza y del hombre.
• Flujo de lodo: Movimiento de lodo descendente de las partes altas de un volcán o cerro,
debido a la incidencia de lluvias o movimientos telúricos, así como por efectos del calor
provocados por la actividad volcánica o liberación de agua del cráter.
• Huracán: Conjunto de centros de depresión atmosférica que operan como centros de atracción
de masas de aire caliente y húmedo con trayectorias parabólicas, provocando fuertes lluvias y
vientos; en México se generan en el Caribe, Golfo de México y Océano Pacífico, con
movimientos generalmente de sureste a noreste.
29
• Interrupción de servicios: Alteración del servicio que proporciona un sistema al suspender o
disminuir sus funciones. Por ejemplo, la interrupción del servicio de agua potable, energía
eléctrica, transporte, abastos, etc.
• Lluvia: Precipitación de agua que cae de la atmósfera y que produce consecuencias desastrosas
cuando es de gran intensidad.
• Maremoto (Tsunami): Movimiento intenso, violento y brusco de las aguas del mar producido
por un terremoto o una erupción volcánica en éste, originando grandes olas que provocan
devastaciones e inundaciones en las zonas costeras.
• Plaga: Crecimiento desproporcionado de una especie animal, a escala local, regional e incluso
mundial, que afecta a personas, bienes materiales, plantaciones, etc.
• Sequía: Carencia de agua en el suelo, que se origina por el agotamiento de la humedad del
suelo o insuficientes lluvias, lo que deteriora la flora y fauna y, cuando es grande y prolongada,
perjudica el bienestar y las actividades humanas.
30
• Terrorismo y acción bélica: El primero, como sucesión de actos de violencia ejecutados para
infundir terror, crear un clima de inseguridad o dominar una situación, frecuentemente de
carácter político. La segunda, como la lucha armada entre grupos sociales, entre los habitantes
de un mismo pueblo o ciudad, o entre bandos de una misma nación o de dos o más naciones, que
están en conflicto por intereses o por ideologías opuestas.
• Tormenta de granizo: Agua congelada en forma de granos duros y gruesos de hielo, que
desciende con violencia de las nubes, causando los mayores daños en la agricultura, al afectar
directamente las zonas rurales donde se presentan. En el área urbana, provoca problemas en el
tránsito de vehículos y en el drenaje, así como daños a las zonas verdes y a las construcciones
endebles.
• Tormenta eléctrica: Gran descarga eléctrica producida por el incremento del potencial
eléctrico entre dos zonas, tales como dos nubes o una nube y la tierra.
• Vulcanismo: Expulsión de ceniza y/o lava del interior de la corteza terrestre a la superficie a
través de uno o más cráteres, acompañada por una fuerte explosión que produce sacudidas
violentas; capaz de estremecer la tierra, agitar el mar, destruir las ciudades, dañar las zonas
agropecuarias y deteriorar el medio ambiente.
Los fenómenos destructivos son determinados e identificados por sus características, que son
indispensables para los estudios consecuentes, orientados a la búsqueda de las leyes y
regularidades que permiten explicar y pronosticar la ocurrencia de cada una de las calamidades,
hasta llegar, como meta final, a controlarlas. Se distinguen dos grupos de características de las
calamidades: de identificación y de evaluación.
Las características de identificación son las que permiten un reconocimiento espacial y temporal
de una calamidad específica y contemplan básicamente los siguientes datos:
• Nombre de la calamidad, tal como incendio, explosión, etc. y cualquier otra denominación que
ayude al reconocimiento de la calamidad (por ejemplo: explosión de San Juan Ixhuatepec).
• Lugar de origen, que especifica el espacio (zona) donde se inició la calamidad (por ejemplo,
para el caso de una fuga y derrame de sustancias peligrosas, se identifica el lugar donde se
produjo el derrame, como puede ser cierta zona del mar para una plataforma marina de
extracción de petróleo).
31
• Cobertura del fenómeno, que implica la especificación de las zonas donde se manifestó la
calamidad a través de sus impactos; la descripción de las variaciones de la cobertura con el
tiempo permite la determinación de la trayectoria del fenómeno.
• Trayectoria del fenómeno, que se refiere al espacio recorrido por la calamidad (por ejemplo,
la trayectoria de la secuencia de las explosiones ocurridas en Guadalajara, en 1992).
El otro grupo, las características de evaluación, son aquellas que permiten un reconocimiento de
las particularidades propias de la calamidad ocurrida. Así, para las manifestaciones de la
calamidad, se distinguen dos tipos básicos de parámetros:
• Magnitud, es una medición de la fuerza o potencia del evento (en el caso del sismo se evalúa la
energía liberada, usando escalas como la de Richter).
• Intensidad, es la medida del nivel de los impactos de una calamidad (por ejemplo, la medida
de la aceleración o de la velocidad del suelo en caso de un sismo).
Entre los parámetros indirectos, esto es, los que estiman la calamidad a través de sus efectos, los
más importantes son, en general, los que evalúan los daños producidos. Estos parámetros son
normalmente más representativos del estado del sistema afectable que de la propia calamidad. Sin
embargo, en la literatura especializada, parámetros de este tipo son frecuentemente utilizados
como características de las calamidades, provocando cierta confusión cuando se trata comparar
dos calamidades ocurridas en diversas zonas o que impactan distintos sistemas afectables.
Aparte de estos parámetros generales, existen los particulares, que caracterizan ciertos aspectos
específicos de las calamidades, como son, para el caso de la contaminación o de la fuga (derrame)
de sustancias peligrosas, los elementos químicos que la constituyen, su estado físico,
concentración, toxicidad, tiempo de degradación, etc. La determinación de los parámetros
específicos de cada uno de los fenómenos destructivos es una tarea para especialistas del
correspondiente campo.
Una característica especial de los fenómenos destructivos lo constituyen sus impactos, que por su
importancia se analizan en el siguiente apartado.
32
3.1.3. Impactos de las calamidades
• Impactos agregados, son los que resultan de una integración y transformación de los efectos de
los impactos anteriores y generalmente su incidencia sobre el sistema afectable es más amplia y
extensa, ya que provocan, a su vez, efectos indirectos, tales como desempleo, fuga de capitales,
alteración del valor de la tierra, cambio en los patrones de migración, disminución del producto
interno bruto. Dado que estos impactos son resultado de la integración y transformación de
efectos anteriores, su identificación y clasificación se realiza a través de sus efectos. Se
distinguen los siguientes tipos básicos:
Es importante tomar en cuenta que los impactos primarios son características directas, mientras
que los agregados son generados más por estados del sistema afectable, que por la calamidad.
Algunos de sus ejemplos se dan en la Tabla 3.1.3-1.
33
IMPACTOS PRIMARIOS AGREGADOS
M T Q E R B P B P S P
e é u l a a s i r o o
c r í é d c i o o c l
á m m c I t c e d i í
n í i t o e o c u a t
i c c r l r l o c l i
c o o i ó i ó l t e c
o s s c g o g ó i s o
s o i l i g v s
s c ó c i o
o g o c s
s i s o
c s
o
CALAMIDADES s
1. Accidente mayor x x x x x x x - x x x
2. Acto de locura x x x - - - x - x x x
3. Acto delictivo y sabotaje x x x - x x x - x x x
4. Agrietamiento x - - - - - x - - x x
5. Avalancha de nieve x x - - - - x - x x x
6. Colapso de suelos x - - - - - x - x x x
7. Contaminación x - x - x x x x x x x
8. Crecimiento explosivo de la población - - - - - x x x - x x
9. Desforestación y desertificación - - - - - - - x x x x
10. Deslave y deslizamiento de talud x - - - - - x - x - x
11. Disturbios sociales x - - - - x x - x x x
12. Drogadicción y alcoholismo x x x - - - x - x x x
13. Efecto negativo por operar servicios x x x - x x x x x x x
14. Envenenamiento - - x - - x x x x x x
15. Epidémia - - x - - x x x x x x
16. Erosión x - - - - - x - x - -
17. Explosión x x - - - - x - x x x
18. Falla o error humano - - - - - - x - x x x
19. Flujo de lodo x - - - - - x - x x x
20. Fuga y derrame de sustancias peligrosas - x x - - - x x x x x
21. Hundimiento regional x - - - - - x - - x x
22. Huracan x - - - - - x x x x x
23. Incendio - x - - - - x x x x x
24. Interrupción de servicios x x x x x x x - x x x
25. Inundación x - - - - x x x x x x
26. Lluvia x - - - - - x x x x x
27. Maremoto (Tsunami) x - - - - - x x x x x
28. Nevada x x - - - - x x x x x
29. Plaga x - - - - x x x x x x
30. Radiación - x x - x - x x - x x
31. Sequía - - - - - - x x x x x
32. Sismo o terremoto x - - - - - x - x x x
33. Temperaturas extremas - x - - - - x x x x -
34. Terrorismo y acción bélica x x x - x x x x x x x
35. Tormenta de granizo x x - - - - x x x x x
36. Tormenta eléctrica x x - x - - x - - - -
37. Viento x - - - - x x - - - -
38. Vulcanismo x x - - - - x x x x x
La descripción de los mecanismos productores de las calamidades constituye una parte importante
del desarrollo del marco conceptual, ya que, por un lado, el objetivo de la prevención puede
lograrse a través de una oportuna intervención en estos mecanismos; por el otro, su conocimiento
permite establecer las bases racionales de la clasificación de los fenómenos destructivos y,
además, de la elaboración de los métodos y modelos de su diagnóstico y pronóstico.
Las calamidades son originadas, básicamente, por los mecanismos internos del sistema
perturbador, cuyo proceso de producción está integrado por las siguientes cinco fases
interrelacionadas de diferente duración e importancia, según el fenómeno destructivo [G.P.26]:
Este proceso, en sus diferentes fases, puede ser iniciado y/o alterado por las retroalimentaciones,
esto es, por las
canalizaciones
de una acción
de la salida de
un sistema a su
entrada, o a la
de otro que le
antecede (Fig.
3.2.1-1).
Naturalmente,
la realización
FIG. 3.2.1-1 PROCESO DE PRODUCCION DE CALAMIDADES
de cada una y
de todas las
35
fases dependen de la calamidad concreta; sin embargo, esta estructura sirve como una herramienta
heurística para organizar los estudios sistemáticos de los fenómenos destructivos y, en particular,
como se mencionó, para determinar sus óptimas y oportunas formas de prevención.
Por ejemplo, para describir los mecanismos productores de un incendio, se tiene que empezar con
la conceptualización de la fase de preparación, en la cual se identifica la existencia de productos
inflamables y de inadecuadas formas de su almacenamiento y operación, así como de instalaciones
eléctricas defectuosas y/o cercanía de los procesos térmicos con temperaturas altas o los
mecánicos que producen chispas; por su parte, en el caso de los incendios forestales tendrán que
tomarse en cuenta las características meteorológicas, tales como las temperaturas extremas que
podrían propiciar el secado de las hierbas y arbustos, y las tormentas eléctricas con sus rayos. En
la misma fase, tienen que contemplarse la concentración de plantas industriales y/o las rutas de
transportación de productos inflamables, para prever los incendios provocados por los desastres
tecnológicos.
Los mecanismos internos del sistema perturbador frecuentemente son ampliados y complementados
por las retroalimentaciones que pueden iniciar o alterar el proceso de producción de las
calamidades. Al fenómeno destructivo que surge de estas retrolimentaciones, se le llama
calamidad encadenada.
36
• Encadenamiento largo, producido
por una retroalimentación SA-SP,
esto es, cuando la calamidad es
iniciada por un efecto de un
fenómeno destructivo anterior; por
ejemplo, un incendio (calamidad
encadenada larga) producido por la
FIG. 3.2.2-2 EJEMPLO DE ENCADENAMIENTO LARGO
ruptura de ductos de gas (efecto),
debida, a su vez, al movimiento del suelo (impacto) de un sismo (Fig. 3.2.2-2).
• Encadenamiento integrado,
(Fig. 3.2.2-3), producido por
una retroalimentación SA-SA,
esto es, cuando la calamidad
se presenta a través de
impactos agregados de los
efectos de un fenómeno
destructivo anterior; por
FIG.3.2.2-3 EJEMPLO DE ENCADENAMIENTO INTEGRADO
ejemplo, en la Ciudad de
México, el programa "hoy no circula" resulta en la interrupción de transporte, la cual es un
impacto agregado (del tipo productivo), provocado por el alto grado de contaminación.
Existen algunas calamidades que típicamente son encadenadas, por ejemplo, en el caso específico
de la Ciudad de México, generalmente la época de lluvia es acompañada por inundaciones. La
determinación de estos posibles encadenamientos entre calamidades es un punto de vital
importancia para el análisis de la factibilidad de intervención en la producción de calamidades, ya
que, para muchos fenómenos destructivos, debido al estado actual del desarrollo tecnológico,
parece ser más factible y eficiente la intervención en los canales de las retroalimentaciones, que en
los mecanismos internos del sistema perturbador.
En primer lugar, conforme al marco conceptual planteado, existe una diferencia sustancial entre
calamidad y desastre. En este sentido, la clasificación general podría, en tal caso, referirse a
calamidades, distinguiendo así las naturales y las antropomórficas, ya que, por ejemplo, un sismo
podría considerarse como una calamidad natural, más no como desastre natural, ya que es el
hombre quien no cuenta con las estructuras adecuadas para resistir a los sismos. No obstante, aún
37
tal clasificación de los fenómenos destructivos presenta todavía ciertas dificultades, ya que no
siempre una calamidad tiene origen 100% natural o 100% provocado por el hombre. En la mayoría
de los casos, un fenómeno destructivo puede tener ambos orígenes, como por ejemplo, las
inundaciones se deben, por un lado, a las lluvias intensas y, por el otro, a las malas condiciones de
drenaje. Aún más. una misma calamidad puede ser, en unos casos, de origen natural y, en otros,
provocada por el hombre, como el incendio, que puede ser producido por la caída de un rayo
sobre un árbol (100% natural) o por tirar un cigarro en un bote de basura que contiene sustancias
inflamables (100% antropomórfica).
Por la misma razón, el Reglamento de Protección Civil para el Distrito Federal [17] no legisla, ni
mucho menos menciona la necesidad de reglamentar las actividades de alto riesgo que puedan
provocar los desastres tecnológicos, tanto para el personal que las realiza, como para la población
y el medio ambiente expuestos; tampoco contempla la prevención y auxilio ante ellas.
Del análisis anterior se desprende la necesidad de contar con buenas clasificaciones, simples y
transparentes para facilitar el entendimiento de los fenómenos destructivos y, a la vez, eficientes
para apoyar la realización de los procesos de la evaluación y prevención del peligro de su
ocurrencia.
Considerando que no hay clasificaciones absolutas y cada una debe ser subordinada al tipo de
problemas que se buscan resolver, a continuación se describen algunos sistemas de clasificación
de calamidades, que se basan en los factores analizados en el subcapítulo anterior: su origen, su
ámbito de desarrollo y traslado, sus impactos y sus interrelaciones.
Esta clasificación considera dos fases iniciales del proceso de producción de calamidades: la de
preparativos y la de iniciación, y toma en cuenta los ambientes de origen de éstas, en donde surge
o se inicia la calamidad. La consecunte agrupación de las calamidades de acuerdo con las áreas
científicas y ramas ingenieriles que estudian cada uno de estos ambientes permite utilizar las
técnicas, modelos y teorías propios de cada área, tanto para conocer los agentes que pueden
∗ Es importante mencionar que el Programa de Emergencias Radiológicas Externas de Laguna Verde (PERE),
que puede considerarse como un programa establecido para atender un posible desastre tecnológico, no se
refiere a este concepto y, por no contar con este criterio, está catalogado, junto con los Programas de
Protección Civil del Volcán Tacaná y de Colima , dentro de una extraña mezcla que no fue prevista siquiera en
las Bases y que se llamó los Programas Especiales de Protección Civil.
38
producir los fenómenos destructivos, como estudiar los mecanismos de su producción y analizar la
factibilidad de intervención en ellos. Por ejemplo, la contaminación, fuga y derrame de sustancias
peligrosas, envenenamiento, incendio, explosión y radiación, tienen un ambiente de origen común
que corresponde a los agentes físicos y químicos.
♦ Epidemia ♦ Plaga
Se basa en las fases de desarrollo y traslado del proceso de producción de fenómenos destructivos
esto es, agrupa éstos por su ámbito de realización, en donde crece y se intensifica la calamidad, así
como en donde se transportan sus elementos impactantes, lo que permite clasificarlos por las áreas
∗ Estas calamidades se agrupan en las hidrometeorológicas debido a que su naturaleza corresponde a esta área,
no obstante que el hombre constituye, también, un factor decisivo en su generación.
39
científicas y ramas ingenieriles correspondientes y aprovechar, para un mejor diagnóstico y
pronóstico, los métodos, técnicas y todo el cúmulo de conocimientos que éstas proporcionan.
A partir de estudios desarrollados en el área de la IID, se distinguen los siguientes cuatro ámbitos
de desarrollo y traslado, con los correspondientes fenómenos destructivos (Tabla 3.3.2-1):
• Ámbito geofísico
• Ámbito biofísico
♦ Envenenamiento
• Ámbito social
• Ámbito tecnológico
Algunas calamidades no se incluyen en estos cuatro ámbitos principales, dado que se desarrollan
en la interfase de dos ámbitos. Por ello se definen seis interfases con las siguientes calamidades
(Fig. 3.3.2-1):
♦ Epidemia ♦ Plaga
♦ Erosión ♦ Sequía
♦ Desforestación y desertificación
40
• Interfase social - tecnológica
♦ Contaminación
La distinción de los fenómenos destructivos producidos por los mecanismos internos del sistema
perturbador y por las retroalimentaciones, permite establecer dos clases de calamidades:
• Directas, las que son producidas sólo por los mecanismos internos del sistema perturbador;
• Encadenadas, las que son iniciadas o alteradas por una o varias retroalimentaciones.
Es importante hacer notar que esta clasificación no es excluyente, es decir, los fenómenos
destructivos pueden pertenecer a cualquiera de estas dos clases, dependiendo de las condiciones
particulares de su producción.
El análisis de la intervención en las interrelaciones entre calamidades, esto es, los posibles
encadenamientos entre ellas se presenta en el inciso 3.4.2.
Por ejemplo, las determinaciones de que la explosión de San Juan Ixhuatepec tenía su procedencia
de la gasera donde se generó la explosión, mientras que las explosiones en Guadalajara surgieron
del sistema de drenaje, son cruciales para el proceso de evaluación y reducción de peligros.
Dependiendo de la ubicación del sistema afectable, las calamidades pueden dividirse en dos
categorías:
41
• Internas, son aquellas que surgen o se generan directamente en el lugar de interés, esto es, en la
zona donde está ubicado el sistema afectable. Por ejemplo, en el caso de la explosión ocurrida
en San Juan Ixhuatepec, la explosión es una calamidad interna, ya que se generó en la gasera
ubicada en la zona. Sin embargo, para los vecinos fue una calamidad externa.
• Externas, son aquellas que se generan fuera del lugar de interés y que pueden impactar sobre
éste, lo que, además, puede provocar calamidades encadenadas internas. Por ejemplo: la
ocurrencia de un sismo (calamidad externa) puede generar daños en las industrias (lugar de
interés), tanto en sus estructuras, como afectando al personal; además, puede desencadenar una
fuga o derrame de sustancias peligrosas que será una calamidad externa para la población
circunvecina.
De acuerdo con la estructura del proceso de producción de calamidades, cuando ésta se realiza
por medio de los mecanismos internos del sistema perturbador, se destacan los siguientes
lineamientos de intervención:
La intervención en la primera fase del proceso de producción de calamidades debe estar orientado
a eliminar las condiciones favorables y reforzar las desfavorables a la constitución del mecanismo
de producción. En otras palabras, el primer lineamiento indica impedir la formación de las
condiciones necesarias para la iniciación y desarrollo de las calamidades. Un caso típico
constituye el adecuado almacenamiento de sustancias inflamables, lo que disminuye la
probabilidad de la formación de las condiciones para que pueda provocarse un incendio.
42
FIG. 3.3.2-1 CLASIFICACION DE LAS CALAMIDADES, SEGUN SU AMBITO DE DESARROLLO Y TRASLADO
43
donde existan combustibles y la utilización del cableado eléctrico instalado según las normas y en
buen estado.
El tercer lineamiento relacionado con las fases de desarrollo y traslado, persigue deshabilitar o
insensibilizar los elementos partícipes del mecanismo productor, esto es, alterar o suprimir ya sea
los elementos del fenómeno destructivo y/o sus interrelaciones. Por ejemplo, la construcción de
materiales no combustibles y/o el aislamiento por celdas independientes de combustibles en sus
almacenes, con el fin de evitar la propagación de un incendio de un contenedor al otro.
Los encadenamientos entre calamidades producidos por las retroalimentaciones presentan una
oportunidad especial para intervenir.
• Reforzar el sistema afectable para disminuir los efectos de impactos anteriores, esto es, tomar
las medidas adecuadas para prevenir estos efectos en el sistema afectable, con lo que, al
disminuir éstos, la retroalimentación SA-SP no se convierte en el factor iniciador de nuevas
calamidades. Por ejemplo, la flexibilidad adecuada en las juntas de ductos de gas permite que
el movimiento de los tubos por un sismo no provoque su desacoplamiento, lo que, a su vez,
podría resultar en fuga y derrame del gas como calamidad encadenada.
• Disminuir o interrumpir las vías de transmisión de los efectos producidos por la calamidad
primaria, esto es, alterar los canales de la retroalimentación. Por ejemplo, el aislamiento de una
zona afectada puede impedir la generación de calamidades encadenadas; un caso típico es
confinar disturbios sociales y sus efectos de interrupción de la seguridad pública a la zona
inicial, para impedir la ocurrencia de actos delictivos en otras zonas, como calamidad
encadenada.
Para la intervención en la generación de calamidades por encadenamiento integrado, esto es, por la
retroalimentación SA-SA (véase la Fig. 3.1.3-1), se establecen tres lineamientos básicos:
44
• Reforzar el sistema afectable para disminuir los efectos de impactos anteriores.
Es difícil dar algunos ejemplos suficientemente simples para este caso, debido a la necesidad de
introducir antes el concepto del sistema afectable y, en particular, las nociones de su estructura y
de la vulnerabilidad de sus componentes lo que se hace en el siguiente capítulo.
45
4. SISTEMA AFECTABLE
C
omo se mostró en el subcapítulo 2.3, dedicado a la conceptualización del fenómeno de
desastre, otro elemento sustancial del marco conceptual constituye el sistema afectable,
definido en términos generales como el sistema donde pueden materializarse los desastres
ante un impacto del sistema perturbador. En este sentido, el sistema afectable está
integrado por el hombre y su hábitat, incluyendo todos los elementos necesarios para su
subsistencia.
En el contexto del marco conceptual, se entiende por hábitat el medio ambiente que abarca tanto
los seres vivos (flora y fauna) como los elementos de la naturaleza (tierra, agua y aire),
contemplando, a la vez, los sistemas de subsistencia que son indispensables para el sustento y
desarrollo de las actividades humanas.
Con el fin de evaluar y reducir las probables pérdidas humanas y otros tipos de daños, que puedan
producirse en un sistema afectable, tanto por su propensión a las diversas calamidades, como
debido a la vulnerabilidad y complejidad de sus partes integrantes, es indispensable conocer su
estructura.
Por ello, el presente capítulo se dedica a definir el concepto de desastre como un estado del
sistema afectable (subcapítulo 4.1), así como a determinar todos los sistemas de subsistencia que
lo componen (subcapítulo 4.2). En los subcapítulos 4.3 y 4.4, se definen, respectivamente, sus
estructuras interna y externa. Finalmente, se plantean los conceptos de daños, riesgos,
vulnerabilidad y confiabilidad (subcapítulo 4.5), fundamentales para la mitigación de desastres.
Por desastre se entiende (véase el subcapítulo 2.3) el evento, en tiempo y espacio, resultado del
impacto de la(s) calamidad(es), que se caracteriza por diversos daños sustantivos y que significa
una seria perturbación y alteración de la actividad normal de la sociedad, que puede llega hasta
rupturas del orden normal de sus relaciones productivas, comerciales, sociales y políticas.
Para precisar el concepto de desastre y hacerlo operativo, es importante acudir a un concepto más
general, el de estado de un sistema, que se emplea por el Enfoque de Sistemas. El estado
constituye una característica global del sistema, que se determina por el conjunto de valores en que
se encuentran, en un momento dado, los parámetros relevantes para el funcionamiento, en este
caso, del sistema afectable, y que se presenta como un vector en el espacio multidimensional de
estados. En este espacio, se distinguen cuatro áreas, correspondientes a estados normales,
insuficientes, de desastre y de retorno, definidas a continuación:
• El área de estados normales corresponde al conjunto de estados en los cuales el sistema tiene
un funcionamiento normal y estable, esto es, cuando el sistema puede lograr sus finalidades.
• El área de estados insuficientes engloba todos aquellos en los cuales el sistema tiene, todavía,
un funcionamiento normal, pero presenta una alteración no significativa, producida por agentes
internos (vejez, deterioro, etc.) o por los externos (falta de suministro, impacto adverso, etc.).
47
• El área de estados de desastre reúne a los estados en los cuales el funcionamiento del sistema
falla, esto es, cuando se presenta una alteración significativa y con tendencia a crecer que no
permite al sistema cumplir con sus responsabilidades.
• Finalmente, el área de estados de retorno incluye todos los estados del sistema intermedios
entre el área de estados de desastre y el área de estados normales. Se caracteriza por la
disminución de la alteración y la recuperación progresiva del funcionamiento normal del
sistema.
Se distinguen dos tipos de transiciones: imprevistas y controladas. Las primeras ocurren por el
propio desarrollo del sistema o como resultado del impacto de las calamidades, esto es, por
causas internas o por la intervención del sistema perturbador; las segundas se refieren a aquellas
que se realizan a través de ciertas actividades específicas del organismo conducente. Las
diferentes transiciones se indican en la Tabla 4.1-1.
Un sistema afectable está integrado, en términos generales, por el medio ambiente y los sistemas
de subsistencia, estos últimos considerados como medios indispensables para el sustento y
desarrollo del hombre y la sociedad en general.
48
Para la identificación de los sistemas de
subsistencia, es necesario, por un lado,
contemplar las necesidades y satisfactores de
los individuos, los grupos y la comunidad, tales
como las necesidades fisiológicas (alimento,
abrigo, etc.), de seguridad y de defensa, etc.
(Fig. 4.2-1); por el otro, verificar las
modalidades de su existencia y realización, a
través del análisis de los diversos servicios
estratégicos disponibles (urbanos, municipales,
etc).
• Sistemas vitales, cada uno de los cuales, y en su conjunto, proporcionan el mínimo requerido de
bienestar y estabilidad social a la comunidad en tal forma que su falla tiene repercusiones
inmediatas.
49
• Sistemas de apoyo, los que dan soporte a los sistemas vitales.
• Sistemas complementarios, los que cubren, en forma complementaria, las necesidades y dan el
soporte, pero su falla no tiene repercusiones inmediatas.
Asimismo, por su importancia se destacan los servicios de soporte de vida, considerados como
aquellos componentes de los sistemas de subsistencia que facilitan la supervivencia en situaciones
normales y que, en caso de desastre, se encargan del rescate, salvamento y rehabilitación. En otras
palabras, albergan o sirven a gran número de personas y, extraordinariamente, en caso de
emergencia, pueden brindar apoyo a la población. Es importante señalar que estos servicios no
sólo deben seguir funcionando durante el desastre, sino también satisfacer la demanda
extraordinaria que surge durante las situaciones de emergencia.
Entre los componentes de sistemas que prestan servicios de soporte de vida, se tienen: hospitales
(sobre todo urgencias o emergencias), vías de transporte (calles, carreteras, etc.), redes de
comunicación, sistemas de agua potable y agua para incendio, servicios especializados de ayuda
(bomberos, policía, cuerpos de rescate, etc.) y edificios públicos (albergues provisionales).
Debido a que algunos servicios de soporte de vida cubren, durante una situación de emergencia,
una demanda mayor a la normal, es necesario prever las condiciones de desastre, durante el
diseño, mantenimiento y la operación de éstos, al igual que en los sistemas de subsistencia.
Otro factor determinante del mecanismo de la formación de un desastre, que por su importancia se
expone en el siguiente subcapítulo, constituye la estructura interna de los sistemas de subsistencia,
ya que su definición permite identificar las consecuencias de los impactos de fenómenos
destructivos.
Se empieza con subsistemas, pasando por partes, componentes y se llega a elementos, que
constituyen las unidades básicas del proceso de descomposición, cuando ya no es necesario
continuar diferenciando a sub-elementos menores, por no ser relevantes para la problemática en
consideración, esto es, cuando el proceso de descomposición llega al nivel que permite analizar
las consecuencias sencillas de los impactos de fenómenos destructivos.
En términos generales, los subsistemas se definen a partir de las funciones que desempeñan para
lograr el objetivo del sistema, como ejemplo, los subsistemas de los sistemas de flujo continuo,
que se describen a continuación en el inciso 4.3.1, son de insumo, traslado, transformación,
regulación y entrega (Tabla 4.3.1-1)
50
A su vez, los subsistemas están integrados por partes, que son las distintas variantes que tiene un
subsistema para cumplir su función; por ejemplo, en caso del subsistema de generación de
energía eléctrica se distinguen como partes: plantas hidroeléctrica, termoeléctrica, etc.
Una parte está integrada por componentes, considerados como las unidades operacionales; por
ejemplo, para el sistema de abasto de agua potable en el Distrito Federal, se distinguen como
componentes: el pozo Universidad, presa Mixcoac, tanques de regulación de Dolores, etc.
Para ilustrar las posibles estructuras internas y sentar las bases de su conceptualización, a
continuación se presentan dos tipos de sistemas: uno, obtenido durante el estudio de un grupo
especial de sistemas de subsistencia, que se llaman de flujo, tales como el de suministro de agua
potable, el de transporte, el de abasto y el de drenaje (inciso 4.3.1); y el otro, que corresponde al
sistema ecológico (inciso 4.3.2).
Se conciben los sistemas de flujo, como aquellos cuya función principal es la transmisión de flujo
de materia y/o energía, a través y por medio de sus componentes, a partir de uno o varios puntos de
entrada del insumo al sistema, hasta uno o varios de salida. La principal característica de estos
sistemas la constituye la estructura interna específica para la transmisión del flujo [G.P.26].
Los sistemas de subsistencia de flujo pueden clasificarse de acuerdo con su contenido y con el
estado de su continuidad. En el primer caso, se distinguen, por ejemplo, los de:
• Flujo continuo, cuando en la situación normal la transmisión del flujo entre los elementos y
componentes del sistema forma una trayectoria ininterrumpida, como en los sistemas de agua
potable, alcantarillado, energía eléctrica, etc.
51
• Flujo intermitente, cuando la trayectoria del flujo es interrumpida, como es el caso de carga de
pasajeros, animales, bienes materiales, etc.
La estructura de un sistema ecológico, debido a que es un sistema natural, formado por las
especies de la fauna y flora, así como por los elementos del medio ambiente, es completamente
diferente de la estructura de los sistemas de flujo que, de una u otra forma, son diseñados,
construidos y organizados por el hombre para lograr ciertos objetivos planteados con anticipación,
principalmente, para asegurar su subsistencia.
Así, a pesar de que el sistema ecológico contribuye a la subsistencia del hombre, se diferencia al
tener sus propios objetivos de sobrevivir y de mantener el equilibrio dinámico, que no tienen nada
que ver con los fines, frecuentemente muy propios y particulares, de una persona o de un grupo.
Sólo un análisis más profundo, hecho desde el punto de vista de los intereses de la sociedad en su
totalidad, que toma en cuenta las futuras generaciones y no se restringe a las peculiaridades de las
áreas pequeñas, puede permitir entender y contemplar el papel especial de los sistemas
ecológicos, así como plantear los objetivos de su conservación y protección ante la ocurrencia de
lo que se llama desastre ecológico.
La descripción de los sistemas ecológicos constituye un objetivo especial que rebasa los fines de
este libro; sin embargo, conviene mencionar algunos puntos relevantes. En primera instancia, de la
misma manera como se planteó para otros sistemas, es importante definir la estructura interna de
un sistema ecológico, con el fin de analizar los probables daños que se pueden presentar, ante la
ocurrencia de fenómenos destructivos, en los diferentes niveles de los subsistemas, partes,
componentes y elementos que lo integran.
De hecho, estas relaciones con sus retroalimentaciones aseguran los automecanismos del
equilibrio dinámico que han permitido, a los sistemas ecológicos, conservarse y sobrevivir en el
transcurso del tiempo.
Por ello, a diferencia de los sistemas de flujo, para definir la estructura del sistema ecológico se
tiene que emplear el procedimiento de composición del método de construcción sistémica, descrito
en el capítulo 2, que permite enfocarse sobre las relaciones entre los diversos elementos,
componentes y subsistemas que lo integran.
53
4.4. RELACIONES ENTRE SISTEMAS DE SUBSISTENCIA
Con el fin de orientar y apoyar un más profundo y específico análisis de las interrelaciones entre
los sistemas particulares, en los siguientes apartados se distinguen tres clases básicas de
interrelaciones entre los sistemas.
Los sistemas de subsistencia pueden estar relacionados entre sí, de manera que un sistema se ve
afectado cuando otro suspende o disminuye la prestación de sus funciones; a este tipo de relación
se le llama por dependencia y forma parte de la estructura externa de los sistemas.
Un ejemplo lo constituye la interrupción del sistema de energía eléctrica, ante la cual no sólo
surgen los daños propios del sistema eléctrico, sino también los provocados al sistema de
transporte y al industrial, entre otros.
La relación de dependencia entre los sistemas puede ser de cuatro tipos, de acuerdo con el grado
de alteración y tiempo que tarda en afectar al sistema ante la suspensión o disminución del
suministro del anterior:
54
4.4.2. Interrelación por efectos negativos
• La ocurrencia de epidemias y plagas, producida por los tiraderos de basura del sistema de
limpieza municipal o debido a los canales abiertos del sistema de drenaje.
• La contaminación de agua, suelo y aire, provocada por los desechos del sistema industrial.
Algunos de los efectos negativos son especialmente importantes, ya que pueden producir la
calamidad que lleve al desastre ecológico.
Es importante diferenciar dos clases de efectos negativos, los producidos como resultado de un
proceso (por el proceso) y los generados por materiales o elementos que son productos o
desechos de dicho proceso, esto es, por subproductos del proceso. Ejemplo del primero es el
hundimiento del suelo (efecto negativo) por la sobreexplotación de acuíferos (proceso), en tanto
que del segundo es la contaminación (efecto negativo) producida por la emisión de gases
(subproducto) del sistema de transporte (proceso).
Esta subclasificación de los distintos efectos negativos es importante, ya que las soluciones son
substancialmente diferentes para cada una de las dos clases mencionadas:
• En el caso de los producidos por el proceso, basta suspender la ejecución del proceso en el
lugar afectado y realizarlo en otro sitio. En ocasiones, esta solución puede ser muy costosa,
pero al final de cuentas sólo repercute en problemas económicos.
• Para el segundo caso, en el que los efectos negativos son originados por materiales o elementos
producidos o desechados por el proceso, el problema es más complejo, ya que requiere,
además de la inversión, la creación y uso de nuevas tecnologías.
* En algunos sistemas, los efectos negativos son generalmente producidos por la reducción de costos de
operación; sin embargo, en muchas ocasiones, el costo final que paga la comunidad es mucho mayor que el
ahorro obtenido.
55
4.4.3. Interrelación por peligrosidad
Algunos de los sistemas de subsistencia manejan, en su operación normal, equipos y/o materiales
que, en caso de una falla, tienen una alta posibilidad de provocar un desastre, ya sea en su propio
sistema o en otros. Como ejemplos de algunas fallas que pueden desencadenar un desastre, se
encuentran: explosión de gases, incendio de tanques de combustible, escape de materiales tóxicos
o radiactivos, etc.
Entre algunos ejemplos de elementos y componentes peligrosos de los sistemas, que pueden
provocar, además, un desastre en otro sistema, se encuentran:
• Los almacenes, depósitos y ductos de conducción de energéticos (sobre todo de petróleo y sus
derivados), que tienen un alto riesgo de provocar incendios, explosiones, intoxicaciones,
muertes, etc., con fuertes posibilidades de producir desastres en varios sistemas.
• Las líneas del sistema de energía eléctrica, que pueden provocar cuantiosos daños físicos o
materiales en caso de fallas, tales como caída de postes y líneas de transmisión, explosión de
transformadores, etc.
• El sistema de abasto, que puede provocar intoxicación masiva al distribuir, por ejemplo,
alimentos en estado de descomposición.
• El sistema de agua potable, que puede producir inundaciones por la ruptura de tuberías,
canales, etc. afectando a cultivos y asentamientos humanos.
• La falla de una fábrica, laboratorio u hospital, donde usen, almacenen o fabriquen material
radioactivo, que puede afectar tanto al hombre como al sistema ecológico, resultando, en este
caso, en un desastre ecológico.
• El escape de gases tóxicos, que puede provocar un estado de desastre, al intoxicar o envenenar
al hombre, la flora y la fauna.
56
FIG. 4.4.4-1 INTERRELACIONES ENTRE SISTEMAS
La segunda, llamada de peligrosidad externa, se presenta cuando la falla del elemento no afecta
de manera sensible a su propio sistema, pero sí altera otros sistemas, como en el caso descrito del
sistema de abasto.
Con base en lo expuesto, las interrelaciones entre sistemas de subsistencia pueden ser de tres
tipos: por dependencia, por efectos negativos y por peligrosidad; a su vez, cada una puede tener
distintas clases de relación (Fig. 4.4.4-1).
57
4.5. ESTUDIO DE RIESGO
Una característica integral de un sistema afectable lo constituye el riesgo, que se define como el
daño esperado en el sistema por el impacto del fenómeno destructivo y, por ello, se mide a través
de los métodos de pronóstico de daños.
El examen del sistema afectable, realizado en los subcapítulos anteriores, permite ahora pasar a la
exposición de las bases metodológicas para lograr uno de los objetivos principales, el de la
evaluación y reducción del riesgo latente. Es por ello que, a continuación, se definen los diferentes
tipos de daño (inciso 4.5.1), se plantean las características principales de los métodos de su
pronóstico (inciso 4.5.2) y se introducen los conceptos cruciales para la estimación de riesgo, el
de vulnerabilidad y el de confiabilidad (inciso 4.5.3).
El desastre se caracteriza por el conjunto de diversos daños que pueden resultar en un sistema
afectable ante la ocurrencia de fenómenos destructivos.
Se distinguen los siguientes tipos de daños: humanos, materiales, productivos, ecológicos, sociales
y políticos:
• Los daños humanos son aqellos que sufren los individuos en su integridad física y mental, tales
como son lesiones, heridas, trastornos y muertes.
• Los daños materiales son los daños físicos que se causan a los bienes materiales, tales como a
estructuras, equipos, enseres, valores, así como a la información.
• Los daños productivos son los que se ocasionan en la producción de bienes o generación de
servicios, por ejemplo, faltas de la producción y/o de la distribución de alimentos, disminución
e insuficiencia de la generación de energía eléctrica, etc.
• Los daños sociales son los que sufre la sociedad, tanto en forma de alteración de sus
estructuras e interrupción de algunas o todas sus funciones esenciales, como el crecimiento de
la criminalidad y el agravamiento de otras características sociales.
• Los daños políticos son los que sufren los partidos políticos y personas públicas, perdiendo los
votos electorales, la confianza del pueblo y, a final de cuentas, su poder.
Asimismo, los daños pueden ser clasificados como directos e indirectos. Los primeros son los
generados inmediatamente al ocurrir un desastre y se manifiestan a corto plazo, por ejemplo, como
los muertes, lesiones y trastornos mentales de gente, pérdidas de bienes, destrucción de obras
civiles, alteraciones de servicios vitales, percances en áreas productivas, deterioro del medio
ambiente, desajuste de la estructura social, interrupción de la operación normal y de la realización
de las actividades esenciales del gobierno y de la sociedad, en general. Mientras, los indirectos se
58
generan en un tiempo posterior al desastre y se revelan a largo plazo, manifestándose como
pérdidas de los lugares de trabajo, crecimiento del desempleo, inflación, incremento de la
criminalidad, insuficiencia más aguda de los servicios y del equipamiento urbano, interrupción del
proceso de desarrollo y desestabilización socioeconómica y política.
Además, los daños pueden ser estimados en costos de dos clases, primarios y secundarios, donde
los primeros corresponden al costo económico del daño propiamente dicho y los segundos, al
costo de rescate y recuperación (Tabla 4.5.1-1).
Una vez establecidos los lineamientos básicos para el estudio de los sistemas perturbador y
afectable, es posible plantear los fundamentos metodológicos para la evaluación y reducción de
los probables daños, este es, el riesgo latente que se debe tanto a la propensión del sistema
expuesto a las diversas calamidades como a la vulnerabilidad y complejidad de sus componentes
integrantes ante los impactos de éstas.
• Determinación de las calamidades en estudio, esto es, los que pueden provocar los daños, y
evaluación de su peligrosidad.
• Descripción del sistema expuesto, esto es, del sistema donde pueden manifestarse los daños
como efectos de los impactos de las calamidades.
En términos generales, el nivel de desglose deseado depende tanto del pronóstico requerido, como
de la información disponible y del estado de desarrollo de la disciplina correspondiente. Por
ejemplo, no presentan dificultades la descripción, a nivel desagregado, de las calamidades tales
como huracán, inundación y vulcanismo, en el estado actual de avance de la ciencia e ingeniería.
Sin embargo, éste resulta más complicado en caso de otros fenómenos destructivos, tales como
actos delictivos, fallas humanas y accidentes. Se distinguen cinco niveles de desagregación:
59
• Mínima, que corresponde a la consideración de un conjunto de calamidades similares,
incluyendo sus encadenamientos, como es el caso del pronóstico de muertos, heridos y daños
materiales por accidentes en general.
• Alta, cuando se considera la calamidad desagregada a impactos, como es el caso del pronóstico
de consecuencias de contaminación, de acuerdo con cada uno de sus impactos por separado.
Por lo que respecto a la segunda característica relacionada con la descripción del sistema
expuesto, la evaluación de riesgos puede realizarse a diferentes niveles de descomposición, es
decir, posible estimar los efectos de impactos de una calamidad ya sea a nivel de la comunidad en
su totalidad, o en el otro extremo, a nivel de elementos básicos, como pueden ser las ventanas de
un edificio, como se describió en detalle en el subcapítulo 4.3 y en particular en el apartado 4.3.1.
De igual forma que en el caso de las calamidades, la determinación del nivel de descomposición
adecuada depende tanto de la información disponible, como de la precisión y confiabilidad del
pronóstico requerido; mientras menor sea el elemento básico considerado mayor será la precisión
del pronóstico resultante.
• Uso de expertos, esto es, cuando una persona, o grupo, con un amplio conocimiento y
experiencia en el área, basándose en la expresión de su juicio, realiza la evaluación de los
efectos de los impactos de una calamidad sobre un sistema expuesto. Dependiendo de la
experiencia de los expertos, la confiabilidad y precisión de este tipo de métodos, se aumenta
considerablemente, cuando se empieza con la evaluación de los efectos sobre elementos del
sistema, aprovechando éstas para la consecuente estimación de las consecuencias en niveles
superiores, tales como componentes y subsistemas, llegando así al funcionamiento del sistema
en su totalidad. Por ejemplo, el Método de la Evaluación de Daños por Impactos (EDAPIM)
[G.9.5] considera los siguientes pasos:
3. Estimación por expertos de los efectos sobre los elementos del sistema considerado.
60
4. Evaluación por expertos de los efectos en niveles superiores con base en la estimación de
los riesgos, realizada en la fase anterior.
Es importante tomar en cuenta que, a pesar de que la precisión y confiabilidad de las estimaciones
que produce un método es mayor, conforme aumenta su grado de profundidad y detalle; un buen
pronóstico no es el más preciso y confiable, sino aquél que proporciona la información adecuada
para el correspondiente nivel de toma de decisiones de acuerdo con los recursos disponibles.
Según los horizontes de tiempo y las necesidades de planeación, que se analizan en el siguiente
capítulo, se distinguen tres tipos básicos de:
∗ Por ejemplo, en forma de la solución, cuando el modelo esta elaborado como formula matemática, o de
simulación, cuando el es de tipo computacional, o del experimento, cuando el está elaborado como objeto físico.
61
• Pronóstico a mediano plazo, se refiere a la ocurrencia de un desastre en las próximas semanas
o meses y se utiliza para estimar los daños probables de los sistemas de subsistencia y
servicios vitales con el fin de reforzarlos, mejorar la ubicación y operación de los sistemas de
monitoreo y realizar la intervención oportuna en los mecanismos productores de calamidades.
Basándose en los lineamientos presentados y de acuerdo con las tareas específicas de prevención
y mitigación de desastres, así como con la información y recursos disponibles [G.P.26], se puede
seleccionar el método apropiado de evaluación de riesgos -o, en su caso, elaborarlo- de los
diversos métodos particulares, que proporcionan las disciplinas correspondientes. Asimismo,
pueden emplearse algunos de los métodos de carácter general que se encuentran en los informes
elaborados para el establecimiento del SIPROR (véase el subcapítulo 2.1).
Entre los diversos métodos se destacan los que utilizan los modelos estructurales, donde la
evaluación de vulnerabilidad y de confiabilidad constituye su parte medular. Para facilitar su
entendimiento y aplicación, en el siguiente inciso se introducen estos conceptos.
• Una, que emplea el modelo fenomenológico, cuando el riesgo se estima como un promedio de
los diversos daños que han ocurrido por el mismo fenómeno destructivo en el transcurso de
muchos años, lo que implica la necesidad de contar con datos históricos confiables y, además,
de asegurarse que se trata del mismo sistema afectable y que, en el transcurso de los años, se
han empleado los mismos procedimientos y técnicas de observación y evaluación del peligro.
Tal, por ejemplo, así se calculan, basándose en los archivos estadísticos de las compañías
aseguradoras, los riesgos de incendio en plantas industriales o en casas habitacionales, con el
fin de definir las primas correspondientes.
• Otra, que emplea el modelo estructural, cuando el riesgo se calcula a través de la evaluación de
magnitud del impacto, así como por medio del análisis de estructura del sistema expuesto y de
la estimación de su vulnerabilidad (Fig. 4.5.3-1).
Por vulnerabilidad de una cosa se entiende su susceptibilidad al daño. En caso del sistema, será la
facilidad con que cambia de un estado normal a uno de desastre ante los impactos de una
calamidad. Así, la vulnerabilidad del sistema esta relacionada en forma inversa con la
confiabilidad de su funcionamiento, esto es, el sistema más vulnerable tiene su funcionamiento con
menos grado de confiabilidad y viceversa.
62
En este sentido, la vulnerabilidad constituye una
característica de la relación entre el nivel de daños y
la intensidad del impacto. Una forma típica de esta
relación se muestra en la Fig. 4.5.3-2. Es importante
destacar que la primera parte de la curva se refiere a
los niveles de intensidad del impacto que pueden ser
absorbidos por el propio sistema, sin sufrir daños
sensibles, mientras que la última, al caso de
destrucción o inutilización completa del mismo. Para
facilitar su comprensión, la gráfica se idealiza por
una recta (Fig. 4.5.3-3), donde la vulnerabilidad es la
pendiente de la recta y el daño es la vulnerabilidad
multiplicada por el término independiente (I-Io).
FIG. 4.5.3-1 DEFINICION DEL RIESGO A PARTIR DE
VULNERABILIDAD
63
Es por ello, que se introduce un nuevo concepto, el
integrante crítico, correspondiente a un componente
y/o elemento que es muy importante y, a la vez, muy
vulnerable. Su identificación, obviamente, permite
tomar las medidas anticipadas para reforzarlos y/o
cambiar sus papeles dentro del sistema y, así,
disminuir la vulnerabilidad total y, por ende, los
daños probables.
• Cambio de entorno o uso, que puede influir sobre las características de operación del elemento
y por tanto modificar su vulnerabilidad.
Aún más, en estas situaciones se pierde el sentido de emplear el concepto de vulnerabilidad para
el sistema en su totalidad, ya que en lugar de susceptibilidad al daño, a este nivel es más correcto,
tanto desde punto de vista pragmático como conceptual, hablar sobre la capacidad del sistema para
mantener su funcionamiento ante los fenómenos destructivos.
64
TABLA 4.5.1-1 TIPOLOGIA DE DAÑOS
65
Por ello, en lugar de calcular la vulnerabilidad de un sistema, se emplea [G.P.103] el concepto de
confiabilidad funcional, considerada como una medida de la capacidad del sistema de mantener los
parámetros substanciales de su operación en ciertos márgenes ante los impactos adversos, internos y
externos, a los cuales está expuesto.
Claro que, en este caso, se requiere del conocimiento del estado y funcionamiento actual de los
elementos y, consecuentemente, componentes, partes y subsistemas que conforman al sistema,
principalmente de sus condiciones de seguridad, mantenimiento y operación. Entre estas
características destacan las físicas o materiales, que contemplan el tipo de material y de
equipamiento, la antigüedad, su estado de desgaste, obras de protección y reforzamiento, etc., así
como las funcionales u operativas, relacionados con el papel que realiza el elemento en la estructura
del sistema, el tiempo de trabajo diario, servicio de mantenimiento que recibe, etc.
Así, por ejemplo la confiabilidad funcional del Sistema Cutzamala, como un sistema de abasto de
agua potable ante sismos depende de tres factores principales:
• Primero, del peligro sísmico y de los eventos colaterales al mismo, tales como deslizamientos de
masas de tierra, agrietamientos y asentamientos del suelo, así como fallas humanas derivadas del
pánico.
• Segundo, de la estructura del sistema, cuya determinación se inició con su conceptualización, que
para sistemas de abasto de agua potable, consideró el paradigma de flujo continuo, esto es, desde
la fase de captación hasta la de entrega, pasando por la conducción del agua, su potabilización y
regulación. Asimismo, de acuerdo con el enfoque sistémico, se utilizó el procedimiento de
descomposición funcional del método de construcción sistémica, con el que se determinó el
sistema hasta el nivel de elementos
• Tercero, de la vulnerabilidad de los componentes y elementos, entre los cuales destacan los que
resultan críticos, esto es, aquellos cuya falla puede alterar significativamente el funcionamiento del
sistema en su totalidad.
66
5. SISTEMA REGULADOR
omo se mostró en el inciso 2.3.2, el sistema de regulación, de acuerdo con las bases metodológicas
C de la IID y con el enfoque integral expuesto, se concibe como el sistema de gestión, cuyo
funcionamiento busca lograr ciertos objetivos a través de una estructura organizativa, y cuya
operación se realiza y coordina por medio de sus respectivos e interrelacionados programas de
acción. La sistemática aplicación de este enfoque ha permitido conceptualizar y diseñar diversos sistemas de
gestión para el control de desastres (véase subcapítulo 2.1).
A continuación, se proporciona una conceptualización general del sistema de regulación para controlar
desastres. Por ello, se establecen las características generales del sistema de gestión (subcapítulo 5.1) y se
proporcionan los lineamientos de organización y planeación ante desastres (subcapítulo 5.2), necesarios para
determinar la estructura general del sistema de gestión, así como para el desarrollo de programas en la
materia.
La conceptualización de la estructura organizativa, que constituye el hardware del sistema de gestión, así
como el bosquejo de los programas, que son comparables con su software, se determinan a partir de las
características generales del proceso de gestión, que empiezan con el planteamiento de sus objetivos y
principales funciones (inciso 5.1.1), continúan con la definición de los estados de gestión (inciso 5.1.2) y
terminan, en el inciso 5.1.3, con la precisión de los grados y niveles de emergencia.
Los objetivos generales de un sistema de gestión se definen según el papel que desempeña en el
suprasistema. En el caso del proceso de regulación o de control de desastres surgen, como se planteó en el
inciso 2.3.2, dos objetivos generales: uno, encaminado a reducir los riesgos, antes de la ocurrencia del
desastre, que integra los objetivos de prevención y mitigación; el otro, a restablecer la situación normal,
durante y después de la respuesta, que engloba los objetivos de auxilio y de recuperación (véase Fig. 2.3.2-
1).
La reducción de riesgos, esto es, de los probables daños que pueden producir las calamidades en un sistema
afectable (SA) particular, implica, por un lado, la necesidad de determinar los fenómenos destructivos a los
cuales está propenso este SA, estimar sus características relevantes e intervenir en los mecanismos de
producción y retroalimentaciones del sistema perturbador (SP), con el fin de prevenir su ocurrencia y
disminuir sus impactos, lo que constituye el objetivo de prevención.
Tal, por ejemplo, para la prevención de calamidades de origen tecnológico, que surgen de las actividades de
producción, almacenamiento, comercialización, empleo y desecho de sustancias peligrosas, así como de los
medios de su transporte, tales como ductos de distribución, carros - tanques y vehículos en general, es
necesario intervenir en las causas que originan este tipo de calamidad, en las diversas fases de iniciación,
desarrollo, traslado y manifestación de sus impactos, descritas en el inciso 3.2.1. Entre estas causas, se
destacan el inadecuado diseño y la falta de mantenimiento de las instalaciones y del equipamiento de los
procesos tecnológicos, así como la insuficiente capacitación del personal y las fallas de operación. Asimismo,
en la fase de traslado, ya que al tratarse de sustancias químicas, pueden intervenir y agravar la situación las
condiciones topográficas, meteorológicas y climatológicas de la zona.
Por otro lado, el riesgo depende de la vulnerabilidad del SA, contemplado (inciso 4.5.3) como el grado de su
susceptibilidad al daño, esto es, la facilidad con que cambia de un estado normal a uno de desastre ante los
impactos de una calamidad, y que depende, como se mostró en el capítulo anterior, de su estructura y de la
vulnerabilidad de sus componentes y elementos. A su vez, esta vulnerabilidad se puede ver agravada por las
67
deficiencias constructivas y de diseño, la vejez, el deterioro y la falta de mantenimiento de las edificaciones
del SA correspondiente.
Por ello, la reducción de los riesgos depende de la posibilidad de cambiar la relación entre el SP y el SA, de
impedir o desviar el canal de transferencia de los impactos de las calamidades y/o de reforzar el SA, con el
fin de disminuir los posibles efectos adversos de dichos impactos y aminorar la intensidad de los daños, lo
que en su totalidad constituye el objetivo de mitigación. En este sentido, para el caso de la reducción de
riesgos tecnológicos, ésta también depende, en gran parte, de la eficiencia de la disminución de la
vulnerabilidad, por medio de la modificación adecuada del funcionamiento del SA y de su reforzamiento
estructural, así como de la reubicación del SA fuera de la zona de riesgo.
El otro objetivo general, el de restablecimiento de la situación normal, implica la necesidad de realizar los
objetivos de auxilio y recuperación, cuando se presenta el desastre.
El auxilio constituye el objetivo medular de la fase de respuesta para atender las situaciones de emergencia
que ocasiona un desastre, y está integrado por las siguientes once funciones principales:
• Reconocimiento de daños, cuyo objetivo consiste en el conocimiento y evaluación del estado actual de
daños y de la dinámica de su desarrollo durante el desastre, con el fin de estimar las necesidades de
recursos extraordinarios, así como para actualizar los planes de auxilio.
• Concretación del plan de emergencia, que consiste en la revisión y adecuación del plan de atención de
emergencias, de acuerdo con la situación presentada, con el fin de garantizar una respuesta oportuna y
adecuada.
• Rescate, que contempla la búsqueda, salvamento y asistencia a los afectados en la zona de desastre.
• Salud, que tiene como objetivo proporcionar y coordinar la atención médica a la población afectada
durante un desastre, así como prevenir la ocurrencia de epidemias.
• Aprovisionamiento, que realiza, administra y coordina el acopio, distribución y control de los elementos
requeridos para sustentar las necesidades básicas de la población y de los equipos de atención de
emergencia.
• Comunicación social de emergencia, que busca lograr la solidaridad y participación social, creando una
atmósfera de confianza y tranquilidad, así como proporcionar información sobre los desaparecidos,
ubicación de los heridos y damnificados, y recomendar acciones de apoyo para el restablecimiento de la
situación normal.
68
• Reconstrucción inicial y vuelta a la normalidad, esto es, recuperar y mejorar las condiciones de
bienestar de la población afectada, rehabilitando el funcionamiento de los sistemas de subsistencia y de
los servicios de soporte de vida, afectados por el desastre.
Durante esta fase, se destaca la necesidad de prever tres objetivos específicos [G.P.51]:
• Establecer las bases para el desarrollo armónico y sustentable de toda la región, contemplando la
recuperación dentro de este marco.
Ahora bien, para que el sistema de gestión pueda cumplir con los objetivos planteados, es indispensable que
realice las siguientes funciones principales:
• Prevención, que integra todas las actividades que se ejecutan en situación normal y que se dirigen al logro
de uno de los objetivos estratégicos, el de reducción de riesgos y, en forma particular, sus dos objetivos
específicos, el de prevención y el de mitigación.
• Respuesta, que por su extrema importancia se dedica principalmente al objetivo específico de auxilio,
durante las situaciones extraordinarias.
• Preparativos, que busca asegurar la eficaz y eficiente realización de la respuesta en el futuro, a través del
establecimiento anticipado, durante la situación normal, de la organización relevante, incluyendo los
cuerpos especializados de rescate y de atención de emergencias, la integración y capacitación de su
personal y de las brigadas voluntarias, la elaboración de planes y programas de acción, la realización de
los simulacros pertinentes, así como el acopio de los equipos y materiales necesarios para su operación en
caso de desastre, por mencionar algunas de las acciones principales.
Una de las principales funciones del sistema de gestión constituye el control de transiciones de un estado al
otro del sistema afectable, que furon analizadas en el capítulo anterior.
De acuerdo con lo expuesto en el subcapítulo 4.1, se distinguen cuatro estados básicos del sistema: normal,
insuficiente, de desastre y de retorno, así como nueve probables transiciones, clasificadas en dos tipos:
• Imprevistas:
N -> I, del estado normal al insuficiente,
N -> D, del estado normal al de desastre,
I -> D, del estado insuficiente al de desastre,
R -> D, del estado de retorno al de desastre.
69
• Controladas:
I -> N, del estado insuficiente al normal,
D -> N, del estado de desastre al normal,
D -> R, del estado de desastre al de retorno,
R -> N, del estado de retorno al normal,
Para realizar este control de transiciones, se definen los siguientes estados del propio sistema de gestión:
• Cuando el estado del sistema afectable es normal, esto es, cuando se realiza su funcionamiento normal y
se logran las finalidades del sistema, el sistema de gestión se encuentra en un estado de gestión normal.
• La transición del estado normal del sistema afectable al espacio de estados insuficientes y/o cuando llega
un aviso sobre la posibilidad de ocurrencia de una calamidad, que por separado o en su conjunto pueden
provocar un estado de desastre, el sistema de gestión pasa de la gestión normal a otra específica, que se
llama alerta.
• La necesidad de regresar el sistema afectable del estado insuficiente al normal, implica la realización de la
transición controlada I -> N, a través de actividades de mantenimiento correctivo.
• La transición del sistema afectable al estado de desastre, que implica la alteración del funcionamiento
normal, provocado por daños y por fallas en la operación y en los suministros, así como por el cambio de
la demanda actual, exige un estado de gestión especial, que se llama emergencia.
las de restablecimiento.
TRANSICIONES ACTIVIDADES
I -> N Mantenimiento Todas estas variantes de los posibles estados del sistema y
D -> R Rescate sus transiciones controladas, que implican estados de
R -> N Recuperación gestión relevantes, así como actividades específicas, se
D -> N Restablecimiento integran en las tablas 5.1.2-1 y 5.1.2-2.
TABLA 5.1.2-2 RELACION ENTRE
ACTIVIDADES ESPECIFICAS Y TRANSICIONES
5.1.3. Grado y nivel de emergencia
Por el papel especial que tiene el estado de emergencia, se distinguen las siguientes cinco etapas de su
desarrollo:
70
• Identificación, en la cual, a través del monitoreo y pronóstico, se percibe la alteración del funcionamiento
normal del sistema, se evalúa preliminarmente la situación, se recibe o se envía el aviso y, algunas veces,
se toman ciertas medidas correctivas.
• Evaluación, en la cual se estima la gravedad de las alteraciones, esto es, la cantidad de gente y el
volumen de bienes afectados, así como la amplitud y magnitud de daños y fallas del sistema.
• Declaración, que consiste en la manifestación oficial de la emergencia (su nivel y grado), con base en los
resultados de la etapa anterior, así como de acuerdo con los recursos disponibles.
• Atención, que consiste en la ejecución de las medidas necesarias de auxilio y en el desarrollo de las
actividades tendientes a normalizar el funcionamiento del sistema, basándose en los planes de
emergencia.
Para evaluar y clasificar las emergencias, se define su nivel, según el involucramiento de los organismos de
gestión afectados por la alteración del funcionamiento normal del sistema. También, se distinguen tres
grados por cada nivel de emergencia, dependiendo de la clase de personal que participa. Los niveles de
emergencia son los siguientes [G.9.5]:
• Interno, cuando la alteración del funcionamiento de un sistema de subsistencia no afecta a ningún otro,
esto es, cuando el sistema está fallando, pero por sí mismo puede resolver la falla, en tanto que su
producción o nivel de servicio no afecta a otros sistemas. Se presenta en tres grados:
♦ primero, cuando puede ser resuelto por personal del sistema no especializado en emergencias;
♦ segundo, cuando para su solución es necesario que intervenga el personal interno especializado en
emergencias;
• Externo, cuando la alteración del funcionamiento de un sistema afecta algún otro, causándole una
emergencia interna. En este caso, se distinguen tres grados:
• Múltiple, cuando provoca, en otros sistemas (por lo menos en uno), emergencias externas. Se presenta
en tres grados:
71
♦ tercero, cuando es indispensable el auxilio de organismos de la entidad federativa correspondiente o
del nivel regional.
• Global, cuando la falla ocasiona que un conjunto de sistemas se encuentren en emergencia múltiple. Se
distinguen tres grados:
♦ segundo, cuando es indispensable la intervención de los organismos de las entidades federativas o del
nivel regional;
La comprensión de la clasificación desarrollada por niveles y grados de emergencias, se facilita por medio de
la tabla 5.1.3-1.
Para lograr los objetivos de reducción de riesgos y de restablecimiento, no sólo se debe definir la estructura
organizativa del sistema de gestión, con las atribuciones y responsabilidades de sus componentes, sino el
conjunto de actividades, integradas en planes y programas, que deben ser realizadas antes, durante y después
de un desastre.
El sistema de gestión se conceptualiza como una estructura organizativa, formada por un conjunto de
diversos organismos, que tienen injerencia en los asuntos relevantes, en este caso, a la problemática de
desastres, y cuyas funciones, responsabilidades y atribuciones, así como interrelaciones se definen
explícitamente.
Debido a que se busca proporcionar la seguridad y salvaguarda a toda la población ante la posibilidad de
ocurrencia de desastres, el sistema de gestión tiene que integrar y coordinar la participación de los diversos
organismos que componen la sociedad, tanto del sector público, como del privado y social, en todos los
niveles político - administrativos del país.
Ahora bien, para establecer la estructura organizativa del sistema de gestión, es importante, por un lado,
identificar los diversos organismos y órganos que tienen relevancia en la materia para, consecuentemente,
aclarar y, en su caso, concretar sus atribuciones y responsabilidades; por el otro, determinar la estructura
72
adicional, a través de la definición de los nuevos componentes, sus funciones e interrelaciones entre sí y con
los organismos existentes, que son imprescindibles para coordinar el funcionamiento y desarrollo de este
sistema de gestión. Para ello, es necesario contar con un esquema conceptual idealizado del sistema de
gestión que, contemplado como un estado deseado, permite realizar el diagnóstico, proporcionando el marco
de referencia necesario para describir y analizar el estado actual.
En términos generales, el sistema idealizado de gestión se concibe como un sistema jerárquico piramidal∗,
que contempla, por lo menos, tres niveles: del más alto, nacional, pasando por el regional o estatal, hasta
llegar al municipal o delegacional, donde se encuentran órganos responsables de la seguridad y salvaguarda
de los edificios, oficinas, escuelas, cines o centros de trabajo, por mencionar algunos. El sistema de gestión
se integra por dependencias de la administración pública, organismos de la iniciativa privada y organizaciones
civiles, responsables, de una u otra forma, por el cumplimiento de los objetivos de reducción de riesgos y
restablecimiento. Para su logro, se realizan las funciones principales de prevención, respuesta, preparativos y
recuperación, definidos en el subcapítulo anterior, a través del proceso de gestión, donde se destacan la toma
de decisiones, la planeación y la ejecución∗∗.
• Ejecutivo, que es responsable por coordinar y dirigir la organización, planeación y operación de las
actividades de prevención y de atención de desastres, así como realizarlas, en su caso; se forma como
organismo tanto del sector público, como de la iniciativa privada; sin embargo, cuando pertenece a la
administración pública, se dirige por el titular del poder ejecutivo correspondiente, o por la persona
asignada, y puede ser facultado a velar por el cumplimiento de la legislación y normatividad pertinente.
Es importante subrayar que los órganos ejecutivos constituyen la parte medular de la estructura funcional,
ya que les corresponde la responsabilidad operativa de la realización de las principales funciones
definidas. Sus atribuciones dependen tanto del nivel jerárquico, como del área de su responsabilidad. Así,
a nivel municipal o delegacional, una unidad ejecutiva se caracteriza por sus responsabilidades
∗ Se espera que este análisis servirá no sólo para facilitar el entendiniento de la estructura actual del SINAPROC, sino, también,
para su revisión y modernización de acuerdo con las nuevas circunstancias y, en particular, para asegurar una adecuada
prevención y atención de los desastres tecnológicos y ecoló gicos, entre otros.
∗∗ En el inciso 2.2.2, se enfatizó la importancia de contar con procesos de planeación y sistemas de información, como
herramientas básicas de la toma de decisiones.
∗∗∗ En caso de pertenecer al poder legislativo, tiene las facultades de legislar en la materia, de acuerdo con su nivel de jurisdicción.
73
principalmente operativas; al estatal y/o regional, que integra y coordina un conjunto de las unidades del
nivel anterior, se destaca la responsabilidad por los aspectos principalmente tácticos, tanto del apoyo y
supervisión de éstas, como de la coordinación con las unidades de las entidades federativas
correspondientes y con las dependencias de la administración federal, según su jurisdicción; a nivel
nacional, se destacan tanto las atribuciones normativas y estratégicas de la dirección de dependencias
federales y de la coordinación de las unidades estatales (regionales), como la responsabilidad por las
relaciones con los organismos federales y, en su caso, con los homólogos internacionales.
Sin embargo, la participación de la población civil es substancial, también, durante la situación normal,
sobre todo en las acciones de monitoreo, vigilancia y notificación de alteraciones, tanto en el SP como en
el SA, a las autoridades correspondientes. La organización, instrumentación, entrenamiento y desarrollo
de los cuerpos voluntarios tiene que promoverse a través del establecimiento de los órganos de su
autogestión, en cada uno de los niveles considerados.
Estos lineamientos han permitido realizar el diseño detallado de los diversos sistemas de gestión (véase el
capítulo 2.1), llegando a definir las estructuras internas, funciones, atribuciones y responsabilidades de cada
uno, según el nivel jerárquico y el tipo de organismo, así como determinar explícitamente las relaciones y
modalidades de coordinación entre los organismos y órganos que los componen.
Ahora bien, el desarrollo e implantación de la estructura organizativa tiene que complementarse con la
gestión de las actividades pertinentes, planificadas y realizadas a través de los programas de reducción de
riesgo y restablecimiento ante desastres, cuya estructura general y los lineamientos de su elaboración se
describen en el siguiente apartado.
En términos generales, la propia estructura organizativa del sistema de regulación, así como sus objetivos,
establecen ciertas exigencias sobre el tipo y la estructura de los programas de gestión.
Se destacan los siguientes tres tipos de programas, dependiendo del objetivo, del nivel y compromisos de la
participación y del ámbito:
74
♦ Prevención, cuando antes de la ocurrencia de un desastre se busca eliminar o minimizar la presencia
de los fenómenos destructivos, así como disminuir los posibles daños que puedan provocar.
♦ Apoyo, que busca, a través de la preparación y del establecimiento de las condiciones organizativas,
técnicas, económicas y sociales, coadyuvar a la elaboración, implantación, ejecución y actualización
de los subprogramas de prevención y auxilio en forma eficaz y eficiente.
♦ Nacionales, cuando son elaborados por dependencias u organismos federales que, por sus funciones,
o que, por la naturaleza de sus actividades productivas constituyen fuentes potenciales de peligro, son
responsables de las acciones de prevención, auxilio y apoyo, conforme a los sectores o materias
específicas de su competencia.
♦ De entidades federativas o regionales, son los elaborados por los estados y el Distrito Federal en el
ámbito de su competencia territorial, o por un organismo sectorial a nivel regional.
• Por su ámbito, se determinan los programas generales o externos, y los internos o particulares:
♦ Externos, que tienen los objetivos de proteger y atender a la población, sus bienes y el entorno
ecológico, así como asegurar el funcionamiento de los sistemas de subsistencia y, especialmente, de
aquellos que dan el servicio estratégico indispensable a la sociedad ante los fenómenos destructivos y
situaciones adversas.
♦ Internos, con los objetivos de proteger y atender a los empleados, visitantes y a toda la población, así
como el medio ambiente, estructuras y bienes, incluyendo los acervos de información, que se
encuentran bajo peligro en las instalaciones o en las zonas de influencia adversa de la institución.
A su vez, de acuerdo con las normas del Sistema Nacional de Planeación Democrática y la metodología de
planeación, adaptada y aplicada, según el esquema expuesto en el inciso 2.2, cada uno de los programas
debe integrar los siguientes elementos básicos, definidos de acuerdo con su papel, tales como objetivos,
políticas, estrategias, alcances, acciones, actividades y responsabilidades:
• Objetivos, que especifican la finalidad que se persigue durante la ejecución del programa.
• Políticas, que aportan los principios y lineamientos para orientar, seleccionar y/o restringir las acciones
con el fin de asegurar el logro de los objetivos.
• Estrategias, que establecen los cursos de acción a través del planteamiento de los objetivos específicos.
• Alcances, que prevén y especifican los resultados esperados en el tiempo y espacio, en el contexto de
una estrategia.
75
• Acciones, que contemplan los conjuntos de actividades a realizar para asegurar ciertos alcances.
• Actividad, que constituye el elemento principal, cuyas secuencia forma una acción y, consecuentemente,
un programa.
• Responsabilidades, que definen las dependencias y organismos, tanto de los tres niveles del gobierno,
como de los sectores privado y social, de acuerdo con las modalidades de su participación.
Como un ejemplo, se puede observar que el Programa General Nacional tendrá el objetivo principal de
asegurar la prevención y atención de emergencias mayores, a través del fomento, supervisión y apoyo a la
instalación y operación de las unidades ejecutivas en cada región y entidad federativa, así como por medio
del desarrollo e implantación de sus Programas Generales Regionales y Estatales. Asimismo, entre sus
políticas básicas, se destaca la descentralización de la acción de prevención y control de desastres, dando la
responsabilidad primaria al nivel local (municipal o delegacional) y, consecuentemente, al regional (entidad
federativa); reservando, a la vez, para el nivel nacional, la competencia de elaborar, promover y vigilar la
normatividad en la materia. Además, será importante asegurar la oportuna disponibilidad, adecuada
asignación y estricto control de recursos destinados para la realización de los Programas Generales.
Asimismo, tiene que preverse, como una política general, la necesidad de asegurar la compatibilidad y
coordinación de los programas homólogos de diversas dependencias del Sector Público Federal.
A nivel regional, el Programa General tiene, todavía, mucho en común con el del nivel nacional. Se distingue
sólo por una escala menor de sus actividades. Sin embargo, debido a que tiene que asegurar el logro, por las
correspondientes unidades regionales, de los objetivos sustancialmente tácticos, surgen ciertos lineamientos
complementarios para el desarrollo y ejecución de cada uno de sus subprogramas constituyentes.
A nivel local, de acuerdo con la responsabilidad de las unidades que están en la primera línea de la batalla, el
Programa General tiene el carácter meramente operativo.
76
PARTE 2. LA PROTECCION CIVIL
E
n la Parte anterior y, en particular, en el Capítulo 2, se han mencionado, como logros del área
de Investigación Interdisciplinaria de Desastres, los diseños del Sistema de Protección y
Restablecimiento de la Ciudad de México frente a desastres (SIPROR) ∗ y del Sistema de
Seguridad y Salvaguarda Universitario de la UNAM (SISESU) ∗∗. Como se puede observar en todas
éstas versiones, así como en el marco conceptual, no se emplearon los términos de Protección o de
Defensa Civil, debido a la siguiente razón.
Históricamente, la Protección (o Defensa) Civil tiene su origen de las necesidades de guerra, cuando
es imperioso proteger a la población de los bombardeos aéreos del enemigo, ya sea a través de su
organización correspondiente y su entrenamiento para la extinción de incendios -provocados por las
bombas incendiarias- y para primeros auxilios, así como por medio del establecimiento de refugios
antiaéreos y, hasta la construcción y mantenimiento de refugios especiales para el caso de la guerra
atómica, por mencionar algunas de las actividades principales. Es por ello que en muchos países la
Protección Civil solía estar bajo el mando del ejército y, como regla, la dirección y capacitación de
la población estaba a cargo de los militares, ya que se trataba de la instrucción militar, de la
protección de la población civil y de orientación y propaganda, en general.
Tal, por ejemplo, cuando México entra a la II Guerra Mundial con el fin de coordinar las actividades
de la población civil con las de las fuerzas armadas, para prevenir cualquier agresión de que fuera
víctima el país, por parte de los países enemigos, "Se instituye en el territorio de los Estados
Unidos Mexicanos la Defensa Civil como un medio que debe poner en práctica la población
misma, en cooperación con las Autoridades Civiles y Militares, contra todo acto que lesione la
soberanía, la integridad, el orden y la seguridad nacionales" (Artículo 1º), por el Decreto del 11 de
agosto de 1942 [19], que "depende únicamente del C. Presidente de la República, quien la dirigirá
por sí, por conducto de su Estado Mayor o por el de las autoridades militares respectivas"
(Artículo 2º); mientras que "El Estado Mayor Presidencial es el órgano encargado del control,
dirección y coordinación de los Comités Centrales de la Defensa Civil, y al efecto, auxiliado por
las Secretarías de la Defensa Nacional y de la Marina, así como por las Comandancias de Región
y de Zonas Militares y Navales..." (Artículo 6º).
Este Decreto, posteriormente, se deroga por otro, fechado el 15 de octubre de 1945, "habiendo
desaparecido la posibilidad de una agresión, en virtud de la victoria alcanzada por las Naciones
Unidas, contra los países totalitarios" [20], esto es, cuando se acaba el peligro de una agresión de
carácter bélico y, en particular, de los "bombardeos aéreos, la acción en nuestras costas de
unidades navales adversarias; o bien, las actividades en todo el territorio de agentes enemigos,
saboteadores, quintocolumnistas, propagandistas, etc.".
Es obvio que, tanto los objetivos y las actividades correspondientes para lograrlos, como las propias
modalidades de organización y control, necesarias para atender la problemática de desastres, son
completamente diferentes del caso de acciones bélicas. Esta diferencia se destaca, especialmente, en
todo lo relativo a la prevención, donde el éxito depende de la adecuada organización y planeación de
las Autoridades meramente Civiles, así como de la coparticipación de la Iniciativa Privada y del
∗ El estudio se inició en junio de 1980, con el financiamiento del DDF. Una relación de los informes elaborados,
durante sus cuatro etapas, se puede observar en Bibliografía [G.9, G.10, G.12 y G.14].
∗∗ Por solicitud de las máximas autoridades universitarias, el proyecto se inició en agosto de 1985 y la descripción
bibliográfica de los informes elaborados se presenta en el Bibliografía [G. 18 y G.23].
77
Sector Social. No obstante, se puede observar que hasta en el auxilio, donde la participación de las
Autoridades Militares tiene una especial importancia en la provisión de la seguridad, la mayoría de
las acciones son de carácter civil, que se realizan mejor por y para la población. Claro, que debido a
la ausencia de las estructuras organizativas y por la falta de capacitación de la población, en el
transcurso de la segunda parte de este sexenio, el ejército mexicano ha tenido que encargarse de
muchas responsabilidades, realizando las actividades que no son inherentes a su profesión. Por
ejemplo, estuvieron manejando los albergues para damnificados, a pesar de que, como regla, los
cuerpos militares, en todo el mundo, están entrenados para tratar a los prisioneros de guerra y,
naturalmente, hay cierta diferencia entre las formas de mando de los albergues de damnificados y los
campos para prisioneros de guerra.
Aún más, la Organización Internacional de Defensa Civil, una organización intergubernamental con la
sede en Ginebra, Suiza, que integra "...45 países en desarrollo con el fin de promover la defensa civil
en el mundo", también, fomenta "... la investigación en prevención de accidentes, administración de
desastres, cooperación técnica y planeación de contingencias en diferentes países". Asimismo ofrece
"... el entrenamiento del personal y de administradores de desastres en tales actividades como el
combate de incendios, control de inundaciones, primeros auxilios y en estudios de sismos". Además,
apoya a las "... autoridades nacionales en defensa civil" para "proteger las vidas humanas a través de
la planeación organizada, entrenamiento, prevención, preparativos y respuesta a todas las
emergencias, incluyendo los desastres naturales y accidentes producidos por el hombre".∗
Es así que, en las últimas décadas, se emergió, y ha ido madurando, una nueva conceptualización de
Protección Civil, considerada como una actividad solidaria y participativa de los diversos sectores
que integran a la sociedad, junto y bajo la dirección de la Administración Pública, en búsqueda de
la seguridad y salvaguarda de los amplios núcleos de la población ante la posibilidad de
ocurrencia de desastres, en tal forma que la sociedad constituye el destinatario y, a la vez, el actor
principal de sus acciones.
En consecuencia, a fines de 1985, cuando tanto el propio desastre provocado por los recientes sismos
de septiembre, como la resultante situación política en México, urgentemente demandaron, con un
renovado ímpetu y, esta vez, en forma impostergable, el establecimiento de nuevos mecanismos de
seguridad y salvaguarda de la población ante desastres, se empleó este modernizado concepto de
∗
Se basa en la información recibida de la Organización Internacional de Defensa Civil a través de Internet
(http://is.eunet.ch/geneva-intl/gi/egi/egi056.htm).
78
Protección Civil, así como se aprovecharon el marco conceptual de la IID y las experiencias
provenientes de su desarrollo y aplicación.
El nacimiento del SINAPROC frecuentemente se considera como una consecuencia de los sismos de
1985. Y hay mucha razón, ya que la situación de emergencia vivida, mostró la imperiosa necesidad de
contar con un sistema cabal de seguridad civil a nivel nacional, a través del establecimiento de la
legislación, organización y planeación, que integra, orienta y coordina las dependencias existentes,
así como los organismos de la iniciativa privada y las organizaciones de voluntariado, en sus
esfuerzos para proteger y atender mejor a la población ante la eventualidad de un desastre.
Sin embargo, el SINAPROC tiene muchos antecedentes y es natural, ya que la sociedad tenía que
acudir a las funciones de Protección Civil, en forma implícita, desde los inicios del país, para
enfrentar a los graves desastres con enormes pérdidas humanas y daños materiales, que estuvieron
produciendo los diversos fenómenos destructivos, tales como sismos, vulcanismo, inundaciones,
epidemias, por mencionar sólo algunos, a los cuales siempre estaba propensa y vulnerable, debido a
su ubicación geográfica y las características demográficas, históricas y culturales.
De la descripción detallada de los diversos desastres ocurridos en la historia durante las Epocas
Prehispánica, Colonial, del México Independiente y del Siglo XX (que se extiende hasta los primeros
cinco años el la novena década), dada en el Capítulo 2. Diagnóstico de las Bases [15], se revela la
panorámica de una enorme y heroica lucha de diversos pueblos que habitaban el territorio desde
tiempos inmemoriales, contra los fenómenos destructivos naturales y antropogénicos.
En la mitología, capturada por los cronistas del siglo XVI, se da una gran importancia a los sismos,
huracanes e inundaciones, destacándose que "el inicio de la edad que vivimos se originó por un gran
sismo que sepultó a los pobladores originales, los míticos gigantes quinametin". Así mismo,
Fernando de Alba Ixtlixóchitl menciona la destrucción de la ciudad de Cholula por un terrible huracán
que había sido enviado por el dios Quetzalcóatl, según las creencias de los aborígenes. Además, en
79
las crónicas más antiguas se habla sobre la inundación completa de la ciudad de Tenochitlan en el
noveno año del reinado de Moctezuma.
Por si esto no fuera suficiente, en la Época del México Independiente, "las luchas de Independencia,
de la Reforma y de la Revolución, así como las guerras contra las intervenciones extranjeras
dejaron por sí solas una estela de destrucción, tragedia y miseria" [15]; únicamente la revolución, a
principios de este siglo, arrojó un saldo de un millón de muertos.
Es obvio que todas estas circunstancias han ido presentando, en el transcurso del tiempo, cada vez
más grandes retos para la Protección Civil.
∗
La información pormenorizada que, a la vez, conserva la versión original del texto de los medios impresos
hemerográficos, resultado de investigación de más de 2,300 acontecimientos ocurridos desde 1900 hasta 1994,
se encuentra en [22].
∗∗
Una detallada y, a la vez, amplia descripción de las obras civiles realizadas en México, se puede encontrar en [23].
80
Sin embargo, se puede observar que desde el inicio de la Epoca del México Independiente, el Estado
ha reconocido la importancia de lo que se llama ahora Protección Civil y ha asumido su
responsabilidad, a través de sus dependencias, aunque en forma implícita, parcial y fragmentaria.
Tal, es el caso de la Secretaría de Estado, nacida en 1821, y del Despacho de Relaciones Exteriores e
Interiores, que pasa en 1841 al Ministerio de Relaciones, que tienen las atribuciones de "la policía de
salubridad, ... juntas de Sanidad, Hospitales, Hospicios, Epidemias, Vacuna, Casas de
Beneficencia, y desagüe de Huehuetoca". En 1852, estas atribuciones pasan al Ministerio de Justicia,
en cuyo Reglamento se encuentran "los negocios pertenecientes a hospitales, hospicios, ... montepío
y establecimientos de beneficencia, ... pestes y vacuna" y la "conservación de los canales, puentes y
calzadas, nivelación y alineamientos de la capital, y la dirección de las obras públicas e
hidráulicas del Distrito". En el decreto de 1853, se destacan como atribuciones de la Secretaría de
Estado y Gobernación, las de atender "Pestes, medios preventivos y socorros públicos cuando las
haya, así como vacunas, su conservación y preparación". Asimismo, en un Decreto del Presidente
Benito Juárez, sobre la distribución de ramos de la Administración Pública, se mencionan para esta
Secretaría las siguientes atribuciones relevantes: "la policía de salubridad, epidemias, vacuna,
beneficencia pública, hospitales, hospicios, casas de expósitos y salas de asilo". Con el desarrollo
del Estado moderno, han ido diferenciándose sus diversas funciones, a través del establecimiento de
organismos más específicos, lo que, a su vez, implicó la precisión de las atribuciones
correspondientes a la Protección Civil y su redistribución entre éstos.
Entrando a los tiempos más recientes -sin tratar de agotar el tema y con el objetivo de mencionar sólo
unos ejemplos-, es importante destacar los logros y experiencias en la atención de emergencias,
principalmente por medio del Plan DN-IIIE de la Secretaría de la Defensa Nacional y del Plan
homólogo de la Secretaría de Marina. La Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana,
firmada el 18 de marzo de 1971, en su primer artículo, establece que estas instituciones se destinan,
en otros, a "III. Auxiliar a la población Civil y cooperar con sus autoridades en casos de
necesidades públicas y prestarles ayuda en obras sociales y en todas las que tiendan el progreso
del país, conforme a las órdenes que se dicten al respecto" [24]. Es por ello, que el Plan DN-IIIE
"tiene el objeto de aminorar o limitar los efectos de un desastre en una zona devastada o
establecer las medidas tendientes a capacitar y coordinar mejor a las Fuerzas Armadas para
auxiliar a la población civil, en las áreas en que ocurra algún desastre o se prevea la posibilidad
de ello". Asimismo, en la Ley Orgánica de la Armada de México, firmada el 21 de diciembre del
mismo año, en su Artículo 2 declara, entre las funciones de la armada, "V. Efectuar operaciones de
rescate y salvamento en la mar y, en general, en aguas nacionales" y "VII. Auxiliar a la población
civil en los casos y zonas de desastres o emergencias, actuando por sí o conjuntamente con el
Ejército y la Fuerza Aérea, conforme el Plan Nacional de Auxilio" [25].
81
Y por último, pero no menos importante, se recalca el papel del Secretario de la Gobernación que
tenía la facultad de coordinar las situaciones de Emergencia, según el Artículo 3º de la Ley de
Población, que establece que "para los fines de esta Ley, la Secretaría de Gobernación dictará y
ejecutará o, en su caso, promoverá ante las dependencias competentes o entidades
correspondientes, las medidas necesarias para: XIII. Coordinar las actividades de las
dependencias del sector público federal, estatal y municipal, así como las de los organismos
privados para el auxilio de la población en las áreas en que prevea u ocurra algún desastre" [26].
Además, como regla, después de cada desastre, se han ido formando diversos órganos, para atender y
resolver las situaciones específicas de emergencia presentadas, que normalmente solían disolverse al
término del sexenio correspondiente, tal como pasó, por ejemplo, con la Comisión Permanente de
Auxilio en Casos de Siniestros en el Distrito Federal, integrada por instrucciones del Presidente de
República, a raíz de los graves daños causados por una tormenta en el cerro del Ajusco, en mayo de
1972, por el personal del DDF, de la SEDENA, de la Marina, de la SSA y de la SARH, así como con
la participación del INPI y la Conasupo, con el fin de prevenir siniestros en el DF y en las zonas
limítrofes con el Estado de México, atención médica y distribución de víveres cuando se presentaran
desastres [27].
Sin embargo, como muestra el análisis de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal,
firmada el 24 de diciembre de 1976 y revisada el 23 de diciembre de 1982, fueron muy escasas las
atribuciones explícitas de las Dependencias Federales directamente relacionadas con la materia de
Protección Civil.
La posterior reforma a la Ley precisó, por un lado, la obligación de la SARH (Artículo 35) de
"XXXII. Regular y vigilar la conservación de las corrientes, lagos y lagunas, en la protección de
cuencas alimentadoras y las obras de corrección torrencial"; por el otro, pasó a la SEDUE
(Artículo 37) la responsabilidad anterior de la SSA de "XV. Formular y conducir la política de
saneamiento ambiental, en coordinación con la Secretaría de Salubridad y Asistencia", así como la
facultad, que anteriormente pertenecía a SARH, de "XXV. Regular el alejamiento, la explotación,
uso o aprovechamiento de aguas residuales y las condiciones que deben satisfacerse antes de
descargarse en las redes de colectores, cuencas, causes, vasos y demás depósitos y corrientes de
agua; así como su infiltración en el subsuelo, para evitar la contaminación que ponga en peligro
la salud pública o degrade los sistemas ecológicos, en coordinación con las Secretarias de
Agricultura y Recursos Hidráulicos y de Salubridad y Asistencia" [29].
Entre las adiciones, se destaca una serie de responsabilidades relacionadas con los problemas
ecológicos, correspondientes a la entonces recién creada SEDUE (Artículo 37): "XVI. Establecer los
criterios ecológicos para el uso y destino de los recursos naturales y para preservar la calidad del
medio ambiente;...XVII. Determinar las normas que aseguren la conservación de los ecosistemas
82
fundamentales para el desarrollo de la comunidad; XVIII. Vigilar en coordinación con las
autoridades federales, estatales y municipales la aplicación de las normas y programas que
establezca para la protección o restitución de los sistemas ecológicos del país" [29].
Es así que, a pesar de los logros particulares de cada una de las dependencias referidas y las
experiencias adquiridas con cada uno de los desastres ocurridos en los últimos decenios, estaba
revelándose, cada vez con más trágicas consecuencias, una enorme falta de organización, planeación
y coordinación entre los diversos organismos existentes.
En este sentido, el Sistema de Protección y Restablecimiento del Distrito Federal (SIPROR), cuyo
diseño e implantación se realizó a principios de la década de los ochenta, fue el primer organismo
promotor y coordinador de protección civil en nuestro país.
El SIPROR buscó integrar los diversos organismos de la ciudad, relacionados, de una u otra manera,
con la problemática de desastres, precisando las funciones y responsabilidades de éstos, así como sus
interrelaciones y formas de coordinación. Sus objetivos comprendieron, por un lado, la prevención de
fenómenos destructivos y la mitigación de sus efectos adversos, lo que constituyó el objetivo general
de protección; por el otro, la atención de las situaciones de emergencia y la posterior recuperación de
la ciudad, integrados en el objetivo general de restablecimiento; los que dieron el nombre del
SIPROR [G.P.4 y G.P.13].
Sin embargo, para que cristalizara la necesidad de contar con un sistema de esta naturaleza para todo
el territorio nacional faltaba una decisión política, cuya impostergabilidad se reveló debido a la
situación de una emergencia mayor, que fue provocada por los sismos de 1985, cuando el desastre
rebasó todos los recursos disponibles y previstos para enfrentarlo.
Es bien conocida, en el área de sociología de desastres, una ley que afirma que los desastres, además
de las consecuencias negativas, traen las positivas, dando como ejemplo el desarrollo de Alemania y
Japón después de la Segunda Guerra Mundial, de tal forma que el aprovechamiento de las últimas
constituye uno de los objetivos primordiales de la etapa de recuperación.
En este sentido, es posible hablar sobre una consecuencia positiva y trascendental de los sismos de
1985, percibida por el ejecutivo federal y respaldada por su voluntad política: el surgimiento del
Sistema Nacional de Protección Civil, que se describe en el siguiente subcapítulo.
P ara enfrentar y resolver los problemas causados por los sismos, el entonces Presidente de la
República, Lic. Miguel de la Madrid, creó la Comisión Nacional de Reconstrucción el 3 de octubre
de 1985, "como órgano de consulta y participación en las acciones de los sectores público, privado
y social" [30], entre cuyas funciones se destaca la de "...sentar las bases para establecer los
mecanismos, sistemas y organismos para atender mejor a la población en la eventualidad de otros
desastres, incorporando las experiencias de instituciones públicas, sociales y privadas, de la
comunidad científica y de la sociedad en general" [15].
En el seno de esta Comisión, pasando una semana -el día 10 de octubre de 1985-, fue instalado, por
Acuerdo Presidencial [30], el Comité de Prevención de Seguridad Civil, como "órgano auxiliar,
encargado de estudiar y proponer todas las acciones relativas a la seguridad, participación y
83
coordinación de los ciudadanos, en caso de desastre" [30], con "el objeto de realizar los estudios
que llevaran a establecer un Sistema Nacional de Protección Civil..." [15].
Por la alta prioridad que se le dio a este Comité, fue encabezado por el Presidente de la República,
fungiendo como su coordinador el Secretario de Gobernación y, como Secretario Técnico, el
Subsecretario de Gobernación, e integrado por los titulares de ocho Secretarias de Estado, el Jefe del
Departamento del Distrito Federal, el Procurador General de la República, el Director del Centro
Nacional de Estudios Municipales y el Secretario General del Consejo Nacional de Población.
Asimismo, según lo previsto en el acuerdo mencionado, el Comité fue "integrado con representantes
de los organismos sociales y privados, de los institutos de investigación científica públicos y
privados, de los colegios profesionales y con miembros de la sociedad interesados en contribuir al
logro de los fines y a la mejor realización de las tareas del Comité" [30], lo que permitió encauzar
los trabajos de los nueve Subcomités en las siguientes materias:
5. Educación y capacitación.
6. Marco jurídico.
9. Comunicación Social.
Además de la convocatoria abierta, que aseguró la amplia participación de los diversos estratos de la
población, de las dependencias del sector público y de las instituciones privadas en los trabajos del
Comité de Prevención de Seguridad Civil, se realizó una ardua labor de recopilación de información
disponible, tanto en México, como en extranjero, a través del Secretariado Técnico.
Desde su inicio, se ha ido concibiendo el Sistema Nacional de Protección Civil como una integración
orgánica de las diferentes estructuras y elementos, con el fin de proteger a los ciudadanos contra los
riesgos que se presentan ante la eventualidad de un desastre. Para lograr este objetivo, se tuvo que
contar con una estructura orgánica y con métodos y procedimientos correspondientes, para asegurar un
empleo óptimo de recursos y tiempo disponible. Es por ello que esta primera etapa, denominada
Conceptualización y Planeación tenía, como objetivo principal, el establecimiento de las bases
conceptuales del nuevo sistema, a través de la precisión de su marco general, así como de la
planeación y realización de los diversos trabajos necesarios para éste.
El diseño e implantación del Sistema Nacional de Protección Civil, así como los lineamientos de su
futura operación y desarrollo se basaron en los siguientes seis principios:
84
• Participación solidaria de los sectores público, privado y social;
• Concordancia con la estructura del sector público, estableciendo así tres niveles de organización:
Federal, Estatal y Municipal;
• Optimización del empleo de los recursos, a través del mejor aprovechamiento de los recursos
disponibles y su eficiente compartimiento entre los diversos organismos constituyentes;
Los resultados de la primera etapa, que abarcan las definiciones básicas y los elementos principales
de la organización del Sistema y de planeación de su funcionamiento, además de un diagnóstico, la
determinación de los objetivos y una propuesta del Programa de Protección Civil, se plasmaron en las
mencionadas Bases para el Establecimiento del Sistema Nacional de Protección Civil [15].
Es importante subrayar que las propias Bases establecieron, además, dos etapas posteriores, que
tenían que atenderse después de la instalación del SINAPROC y que se describen a continuación.
La entrega y aprobación de las Bases, proporcionó un nuevo mecanismo de operación, que pudo
permitir a atender de inmediato, por lo menos, cualquier emergencia en el ámbito de la Protección
Civil. Sin embargo, las propias Bases consideran el carácter transitorio de este mecanismo, ya que
todavía faltó establecer las nuevas reglas y precisar las funciones para todos los participantes. Es por
ello, que se determinaron dos etapas consecuentes e indispensables para concluir el proceso de
instrumentación del SINAPROC: la segunda, la de organización y programación y la tercera, la de
puesta en marcha.
La segunda etapa, que se inició con la entrega de las Bases, tenía como su objetivo principal el
establecimiento de los siguientes elementos para la organización y programación del Sistema:
• Estructura institucional, esto es, la constitución de la estructura orgánica que llevará a cabo la
operación del Sistema.
85
• Compromisos de participación, los que se asumen por cada uno de los participantes de acuerdo
con sus áreas de responsabilidad relacionadas con el Sistema y que contemplan, también, los
criterios de su ensamble en el contexto del Sistema, en virtud de la naturaleza de sus funciones y
áreas de competencia.
Las Bases prevean que esta segunda etapa “no deberá exceder los tiempos estrictamente necesarios
para estar preparados para el inicio de la operación del Sistema” y, como propuesta inicial, se
considera un lapso de 12-20 semanas.
La tercera etapa, denominada puesta en marcha, que fue trazada en las Bases en términos generales,
tenía el objetivo de establecer los criterios y procedimientos de evaluación de la eficacia y eficiencia
de funcionamiento del Sistema, en torno de las dos vertientes destacadas: de prevención y de auxilio
en caso de desastre, así como la consecuente retroalimentación de estas evaluaciones, con el fin de
asegurar la dinámica del mejoramiento del Sistema. Se realizará por "los miembros de la estructura
del Sistema ya ajustado, a través de las deliberaciones que se desarrollarán durante la segunda
etapa".
De manera enunciativa y no limitada, se hace referencia a las actividades que deberán ser
contempladas, tales como
86
En la Tabla 6.3-1, se presentan en forma sintetizada las acciones, participantes y resultados esperados
de cada una de las etapas mencionadas.
Compromisos de participación
Definición de recursos
87
7. SISTEMA NACIONAL DE PROTECCION CIVIL
C
omo se ha mencionado, el Sistema Nacional de Protección Civil fue instituido por
"Decreto por el que se aprueban las bases para el Establecimiento del Sistema
Nacional de Protección Civil y el Programa de Protección Civil que las mismas
contienen" [21], que entró en vigor el 7 de mayo de 1986.
Entre los diversos considerandos del Decreto, se destaca el "... deber primordial del Estado
proteger la vida, libertad y los bienes materiales de los ciudadanos y mantener en permanente
estado de operación las funciones esenciales de la sociedad, para lo cual es indispensable
establecer los sistemas y programas que permiten su cumplimiento" [21]. En su Artículo
Tercero, se establece la responsabilidad de la Secretaría de Gobernación para coordinar "las
acciones que en el ámbito de la Administración Pública Federal deban realizarse para la
adecuada y oportuna integración del Sistema Nacional de Protección Civil y su
funcionamiento"; así como, según el Artículo Octavo, deberá verificar periódicamente y evaluar
el avance del Programa y los resultados de su ejecución, "... corregir las desviaciones y,
proponer, en su caso, las reformas que requiere el Programa". Asimismo, corresponde a la
Secretaría de Gobernación, junto con las demás Dependencias de la Administración Pública,
inducir "... las acciones de los sectores social y privado en materia de Protección Civil, así
como aplicar los instrumentos que sean de su competencia de acuerdo con los objetivos,
prioridades y metas previstos en el Sistema y en el Programa" (Artículo Sexto). Además, su
Artículo Cuarto prevee que "... en el marco de los Convenios Unicos de Desarrollo, se
propondrá a los gobiernos de los estados la ejecución de las acciones que a cada ámbito de
gobierno corresponda, con la participación de municipios, tendientes a establecer Sistemas
Estatales y Municipales de Protección Civil vinculados al Sistema Nacional".
7.1. OBJETIVOS
Las Bases establecen un Objetivo básico, cuatro Objetivos generales y dos Objetivos específicos.
• Los Objetivos generales se integran por los de finalidad, de función, de apoyo administrativo
y de ordenación territorial:
∗
Las citas que se dan a continuación, entre comillas, corresponden en su mayoría a las Bases [15], salvo los
casos diferentes, cuando con el numero, dentro los paréntesis cuadrados, se anota la referencia adecuada.
89
♦ Objetivos de finalidad consisten en tres, que se refieren, respectivamente, a la función
pública, al carácter humanista y al establecimiento de un sistema integral en la materia:
♦ Los Objetivos de apoyo, también llamados de medios, "... cubren un espectro amplio, que
va desde la planeación hasta el control", y se orientan a "reestructurar el aparato de
apoyo a la protección civil para permitirle alcanzar los objetivos de finalidad y función";
entre éstos se destacan los siguientes:
∗ Revisar el marco jurídico, perfeccionar los modelos y adoptar las medidas legales
necesarias.
∗ Alentar una participación más amplia y más libre de colectividad y de los usuarios, así
como ampliar el acceso a la protección civil de los individuos y de los grupos.
90
∗ Coordinar, con las dependencias competentes, la extensión y características de las redes y
sistemas de telecomunicación, así como la introducción de nuevos medios técnicos, tanto
a nivel de transmisión como de recepción, equipo y materiales.
♦ El de prevención, "... se refiere al conocimiento del estado de cosas previo al impacto del
agente perturbador y a las bases que permiten disminuir sus efectos", y busca
♦ El de auxilio o atención, "... se refiere a las acciones de socorro durante emergencia y las
primeras acciones de vuelta a la normalidad", y busca
7.2. ORGANIZACION
91
La estructura consultiva está integrada por un conjunto de los Consejos de Protección Civil a
nivel Nacional, Estatal y Municipal, respectivamente, que constituyen los "... instrumentos
formales para encauzar la más amplia participación de la sociedad en el análisis y la solución
de los problemas de la actividad ..." en la materia.
Los consejos se definen como "... órganos de consulta de los gobiernos federal, estatales,
municipales y representan mecanismos de integración y coordinación de las acciones de
protección civil que a nivel nacional y estatal se organicen y ejecuten ...", "... principalmente en
las siguientes materias:
• Vinculación del Sistema Nacional de Protección Civil con las orientaciones y necesidades
del desarrollo nacional.
• Investigación que permita ampliar el conocimiento sobre los agentes básicos que aparecen
en el estudio de todo desastre: perturbadores, afectados y reguladores".
Con el fin de "... enriquecer las decisiones y la programación a largo plazo, en materia de
protección civil, con la más amplia participación de la sociedad, lo cual reviste importancia
estratégica para el desarrollo nacional por sus implicaciones culturales, económicas y
sociales", se determina la integración del Consejo Nacional, y se hace la recomendación para
integrar otros Consejos, formados "... por representantes de los sectores público, social y
privado que participan en las tareas de protección civil, así como por representantes de los
receptores del servicio o función pública". El Consejo Nacional de Protección Civil, lo encabeza
el C. Presidente de la República o, en su ausencia, por el C. Secretario de Gobernación -en su
papel del Secretario Ejecutivo-; mientras que en los niveles estatal y municipal, los consejos están
encabezados por los Gobernadores Constitucionales y los Presidentes Municipales,
respectivamente, o por el Jefe del D.D.F. y los Delegados para el caso del Distrito Federal.
Además, los consejos cuentan con un secretario técnico∗ que coordina los trabajos específicos y
las relaciones tanto de tipo intersectorial como con los consejos de otros niveles, así como
∗
Actualmente, en el Consejo Nacional de Protección Civil, que fue establecido en mayo de 1990 [31], esta
responsabilidad recae en la Subsecretaría de Protección Civil y Prevención y Readaptación Social de la
Secretaría de Gobernación.
92
prepara la orden del día y las minutas de las reuniones que se celebren, asimismo persigue la
consecución de los acuerdos que se tomen.
La otra estructura, la ejecutiva, está formada por las instituciones de la Administración Pública
con funciones ejecutivas y tiene "... a su cargo la planeación, coordinación y ejecución, en su
caso, de acciones específicas tanto de prevención como de auxilio"; se integra, en sus "...
primeros tres niveles de decisión, reflexión y coordinación", por:
• "El Gabinete de Protección Civil integrado por las secretarias de Gobernación, Defensa
Nacional, Marina, Salud, Desarrollo Urbano y Ecología, Agricultura y Recursos
Hidráulicos, Comunicaciones y Transportes, Educación Pública, al igual que Petróleos
Mexicanos, Comisión Federal de Electricidad y Compañía Nacional de Subsistencias
Populares, entre otros, tendrían a su cargo la planeación, coordinación y ejecución, en su
caso, de acciones específicas tanto de prevención como de auxilio".
En el siguiente nivel, se ubicó la Coordinación General de Protección Civil, que fue establecida
con el fin de organizar y operar el Sistema Nacional de Protección Civil [32], encargada de:
93
• Evaluar las necesidades y coordinar el auxilio federal en las situaciones de desastre, cuando
las Entidades Federativas lo soliciten.
• Coordinar la participación de las dependencias del Sector Público, en los casos en que
México proporcione ayuda a otros países, en situaciones de emergencia.
Es importante mencionar que, desde el primero de octubre de 1988, la mayor parte de estas
responsabilidades pasaron a la nueva Subsecretaría de Protección y de Prevención y Readaptación
Social de la Secretaría de Gobernación, realizándose a través de su Dirección General de
Protección Civil [33], encargada por la operación y el desarrollo del SINAPROC, con el apoyo
del Centro Nacional de Prevención de Desastres, creado en septiembre de 1988 [34] con el
objetivo de "... estudiar, desarrollar, aplicar y coordinar tecnologías para la prevención y
mitigación de desastres, promover la capacitación profesional y técnica sobre la matera, así
como para apoyar la difusión de medidas de preparación y autoprotección a la población ante
la contingencia de un desastre" (Fig. 7.2-2).
I. "Ejercer las
atribuciones que
en materia de
protección civil
señalen las leyes,
reglamentos y
demás
disposiciones
legales a la
Secretaría;
II. Integrar,
coordinar y
supervisar el
Sistema Nacional
de Protección FIG. 7.2-2 COORDINACION EJECUTIVA DE PROTECCION CIVIL A NIVEL NACIONAL
Civil para
garantizar, mediante una adecuada planeación, la seguridad, auxilio y rehabilitación de
la población y de su entorno, ante situaciones de desastre, incorporando la participación
de todos los sectores de la sociedad;
94
IV. Establecer la coordinación necesaria con las dependencias y entidades de la
Administración Pública Federal, que le permitan dirigir las tareas de prevención, auxilio,
recuperación y apoyo que en el marco de sus atribuciones le correspondan;
VII. Participar en los términos que establecen las disposiciones relativas, en las acciones y
tareas del Centro Nacional de Prevención de Desastres;
VIII. Proponer el establecimiento de los mecanismos necesarios para diagnosticar los riesgos
previsibles;
IX. Emitir las normas necesarias para la operación, desarrollo y vigilancia del Programa
Interno de Protección Civil y coadyuvar con la Oficialía Mayor en lo que requiera para
su debida ejecución; y
X. Realizar las demás funciones que las disposiciones legales y reglamentarias le atribuyan,
así como aquéllas que le confiera el Titular del Ramo".
Los sucesivos niveles se integran por las Unidades de Protección Civil, como órganos ejecutivos,
en dos modalidades: una que corresponde a la regionalización político-administrativa donde, en
sus respectivos ámbitos de responsabilidad, se forman las Unidades Estatales o Municipales de
Protección Civil; la otra, que se refiere a las Dependencias de la Administración Pública donde,
95
según su división en sectores y subsectores, y de acuerdo con la estructura interna y recursos
disponibles, se establecen las unidades tales como Direcciones Generales, Direcciones,
Subdirecciones, Departamentos, etc. de Protección Civil∗ (Fig. 7.2-3).
Las Bases no precisan las funciones de Unidades de Protección Civil; sin embargo, en la posterior
publicación de la Coordinación de Protección Civil [33], se indican, como ejemplo, las siguientes:
• Elaborar los programas de prevención, auxilio y apoyo de protección civil que les
corresponda.
• Evaluar y solicitar los recursos adicionales que se requieren para hacer frente a posibles
contingencias.
∗
Para el caso del Distrito Federal, que constituye una Entidad Federativa y, a la vez, un sector del Gobierno, se
cambió el nombre de la Dirección del SIPROR a la Dirección de Protección Civil y, posteriormente. a la
Dirección General; lo mismo pasó en las Delegaciones donde, con el transcurso del tiempo, se cuentan con
las Subdirecciones de Protección Civil.
96
• Apoyar el Centro de Operaciones∗, en caso de emergencia".
La estructura participativa, que constituye la tercera de las estructuras organizativas dentro del
SINAPROC, busca orientar y canalizar la participación solidaria y espontánea de la población, a
través de la organización de los Grupos Voluntarios de Protección Civil en los tres niveles del
Sistema. "Estos grupos, abiertos a la sociedad en su conjunto, estarán formados por personas
que debidamente organizadas y preparadas puedan participar con eficiencia en la prevención y
atención de los distintos tipos de emergencia en coordinación con los cuerpos públicos y
privados existentes, cuando la magnitud del desastre así lo demande".
Se destacan las siguientes cuatro bases de la organización, que "... no son excluyentes sino
complementarias ...":
• La de prevención y auxilio, que se forma por "... grupos asociados al combate contra
fenómenos de origen sísmico, hidrometeorológico, químico, sanitario y socio-organizativo o
a funciones de alerta, evaluación, coordinación, seguridad, rescate, salud,
aprovisionamiento, comunicación social y rehabilitación".
Las Bases determinan que "... la estructura institucional del Sistema está integrada por las
dependencias y entidades de la Administración Pública, por los organismos de coordinación
entre la federación y los estados y municipios, y por la representación de los grupos sociales,
que participan en las actividades de protección civil, vinculados por medio de:
• El Gabinete especializado.
• Los responsables de las actividades de protección civil estatal o municipal dentro de los
órganos de coordinación existente y a través de convenios entre federación y estado.
∗
Las Bases recomiendan el establecimiento del Centro de Operaciones, tanto a nivel nacional, como en los
niveles estatales y municipales.
97
• Los mecanismos de participación social".
Además, las Bases subrayan que "... la creación de tres estructuras ... no deberá de implicar ...
ningún crecimiento del aparato burocrático, puesto que se pretende que esta nueva
organización se desprenda del interior de las instituciones ya existentes con lo cual esto sólo
significará una revisión y adecuación de los elementos y partes de éstas, así como de sus
reglamentos interiores en los cuales se incluirá el apartado correspondiente a la protección
civil mencionando claramente atribuciones y responsables". Además, señalan que "... todas las
dependencias y entidades de la Administración Pública ... deberán de contemplar un Programa
de Protección civil que atienda a sus particulares demandas internas, así como al público que
acude a ellas y por extensión y solidaridad a la población de su entorno inmediato. Esto
significa que en todas esas organizaciones existirán cuando menos centros de imputación de las
tareas de protección civil, con responsables aún en el caso de que no pudieran crearse unidades
específicas."
7.3. PROGRAMAS
De acuerdo con la Ley de Planeación [35], las Bases confirman la importancia de realizar la
planeación democrática y dirigir el funcionamiento de los órganos ejecutivos a través del
Programa de Protección Civil, como "... el nivel máximo de agrupación de trabajo ejecutado por
una entidad en el desempeño de sus funciones" [15]. En términos generales, el Glosario de
Protección Civil define cualquier programa como "... unidad financiera y administrativa en la
que se agrupan diversas actividades con un cierto grado de homogeneidad respecto al producto
o resultado final, a la cual se asignan recursos humanos, materiales y financieros, con el fin de
que produzca bienes o servicios destinados a la satisfacción parcial o total de los objetivos
señalados a una función. El programa es un instrumento de planeación ..." [16].
Es por ello, que en el caso particular del Programa de Protección Civil, éste constituye el "...
instrumento de planeación para definir el curso de acciones destinadas a la {prevención y}
atención de las situaciones generadas por el impacto de las calamidades en la población,
bienes y entorno", determinando "... los participantes, sus responsabilidades, relaciones y
facultades ..." y estableciendo "... los objetivos, políticas, estrategias, líneas de acción y
recursos necesarios para llevarlo a cabo" [16].
Asimismo, en concordancia con la estructura ejecutiva del SINAPROC, se distinguen tres niveles
del programa: el Nacional, el Estatal (o el D.D.F.), y el municipal (o el delegacional).
Debido a que cualquier programa está integrado por "... los subprogramas, actividades y tareas...,
{que} denotan una división sucesiva del esfuerzo total, en un tipo de labor razonablemente
homogénea", las Bases distinguen "... dos grupos de subprogramas: los sustantivos y los de
apoyo" [15]:
98
• "Los primeros se refieren a las actividades básicas del Sistema y se encuentran significadas
por las tareas de prevención y auxilio.
• Los segundos constituyen un conjunto de actividades de apoyo a las primeras y pueden tener,
en su caso, como coadyuvantes de sus acciones, una importancia y aún un interés
prioritario".
♦ Alertamiento.
♦ Planes de emergencia.
♦ Coordinación de emergencia.
99
♦ Seguridad.
♦ Salud.
♦ Aprovisionamiento.
• El Subprograma de apoyo es "... uno de los tres subprogramas en que se divide todo
programa de protección civil. Por su naturaleza, se encuentra inmerso en los dos
subprogramas sustantivos en la materia, proporcionándoles el sustento jurídico-normativo,
técnico, administrativo y social" [16], tanto para la prevención como para realizar los
preparativos del auxilio. Subrayando que "... el distinto peso e importancia de las actividades
de apoyo en el proceso de protección civil, aunado a la complejidad que imprime su carácter
intersectorial e interespacial, hacen no sólo posible sino necesario en distintos momentos y
circunstancias elegir y determinar actividades prioritarias en las cuales pudieran ser
canalizados los recursos que generalmente son siempre escasos" [15], las Bases describen
catorce actividades o funciones principales de apoyo:
♦ Planeación.
♦ Coordinación.
♦ Marco jurídico.
♦ Organización.
♦ Recursos financieros.
♦ Recursos materiales.
♦ Recursos humanos.
♦ Educación y capacitación.
♦ Participación social.
100
♦ Investigación y nuevas tecnologías.
♦ Comunicación social.
♦ Control y evaluación.
Con el transcurso del tiempo, el desarrollo de la Protección Civil y la experiencia adquirida han
implicado la necesidad de añadir tres nuevos tipos del Programe de Protección Civil: el interno,
el externo o general y el especial:
• El Programa interno, definido como "... aquél que se circunscribe al ámbito de una
dependencia, entidad, institución y organismo, pertenecientes a los sectores público (en sus
tres niveles de gobierno), privado y social y se instala en los inmuebles correspondientes con
el fin de salvaguardar la integridad física de los empleados y de las personas que concurren
a ellos, así como de proteger las instalaciones, bienes e información vital, ante la ocurrencia
de una calamidad" [16].
∗
De acuerdo con lo expuesto en el apartado "5.2.2 Elementos para el desarrollo de programas", el
Programa general debe, también, "asegurar el funcionamiento de los sistemas de subsistencia y,
especialmente, de aquellos que dan el servicio estratégico indispensable a la sociedad ante los
fenómenos destructivos y situaciones adversas".
101
FIG. 7.3-1 PROGRAMAS DE PROTECCION CIVIL
7.4. FUNCIONAMIENTO
Las Bases distinguen dos modalidades principales del funcionamiento del SINAPROC con algunos
ajustes en su estructura organizacional, destacando la importancia de contar "... con una estructura
que se desdoble en dos ...": la primera, -estable y fija-, "... corresponde a las acciones de
prevención que se dan permanentemente en todo el espacio-territorio de la República";
mientras, que la segunda, de "... corta duración ..." y que aparece "... casi puntualmente en el
territorio ...", resulta del ajuste de la primera para realizar las acciones de auxilio, a través del
establecimiento del Centro de Operaciones.
En situación normal, las acciones del Sistema están orientadas a la prevención, así como a la
preparación de las acciones de respuesta para atender las probables situaciones de emergencia.
De acuerdo con [32], al presentarse esta situación, "... los estados de gestión de los organismos
responsables de enfrentar la emergencia se modifican, a fin de lograr una ejecución adecuada
de las acciones correspondientes. Con el propósito de indicar la respuesta que debe darse ante
el acercamiento o durante la evolución de una calamidad, se han señalado tres estados
diferentes: el de prealerta, el de alerta y el de alarma" (Tabla 7.4-1):
• El de prealerta se refiere a una situación fuera de la normalidad, que se presenta por la posible
ocurrencia de un fenómeno destructivo; lo que implica la necesidad de que los organismos
responsables tomen medidas precautorias y, en forma particular, las Unidades de Protección
Civil realicen el seguimiento y evaluación del desarrollo de la situación, entablando la
comunicación con las dependencias y organismos correspondientes, con el fin de llevar a cabo
las acciones previstas en sus programas, como lo pueden ser, entre otras, la difusión y
comunicación social orientadas a preparar la población. A este estado entra la Unidad
Municipal (Delegacional) de Protección Civil correspondiente; asimismo entra la Unidad
103
Estatal (del D.F.), en caso de suceder la amenaza por lo menos en dos municipios
(delegaciones), o cuando un municipio entra en alerta; además, entran a nivel nacional las
Unidades Federales, cuando una entidad federativa entra en alerta o por lo menos dos se
encuentran en el estado de prealerta, o cuando un Municipio esta en alarma.
104
constituyen sus mecanismos de coordinación operativa, tanto en los sectores público, privado y
social, como en los tres niveles de gobierno. En la ref. [32], se distinguen dos principales
modalidades de coordinación (Fig. 7.4-1]) que se realizan a través de convenios, programas,
acciones conjuntas, comunicación permanente y se fundamenta en el principio de
corresponsabilidad inherente al Sistema:
7.5. LEGISLACION
Como subrayan las Bases, "... existen numerosos ordenamientos legales, acuerdos, decretos y
leyes relacionados especialmente con las atribuciones que en materia de protección civil tienen
cada uno de los diversos organismos y dependencias de la Administración Pública que se
ocupan de ésta en sus distintos niveles". Entre estas disposiciones legales se destacan, además de
las mencionados en el último Capítulo, las siguientes:
• El Artículo 29º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que establece el
procedimiento para la suspensión de garantías individuales, señalando, entre otros motivos la
"perturbación grave de la paz pública, o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave
peligro o conflicto...".
• El Artículo 27º de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que establece que "A
la Secretaría de Gobernación corresponde el despacho de los siguientes asuntos: XXVII.
Conducir y poner en ejecución, en coordinación con las autoridades de los Gobiernos de los
Estados, con los gobiernos municipales y con las dependencias y entidades de la
Administración Pública Federal, las políticas y programas de Protección Civil del Ejecutivo
para la prevención, auxilio, recuperación y apoyo a la población en situaciones de desastre
y concertar con instituciones y organismos de los sectores privado y social, las acciones
conducentes al mismo objetivo" [28 y 29].
• Artículo 29º de la Ley de responsabilidad Civil por Daños Nucleares establece que "De
acuerdo a la presente ley y acorde con sus términos, la Secretaría de Gobernación,
coordinará las actividades de las Dependencias del Sector Público, Federal, Estatal, así
como la de los organismos privados, para el auxilio, evacuación y medidas de seguridad, en
zonas en que se prevea u ocurra un accidente nuclear" [37].
• La Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente [38], establece en los:
105
IX.La prevención y control de emergencias y contingencias ambientales, cuando la
magnitud de la gravedad de los desequilibrios a los ecosistemas o de los daños reales a
la población o al ambiente los hagan necesario;
♦ Artículo 145º. La Secretaría promoverá que en la determinación de los usos del suelo se
especifiquen las zonas en las que se permita el establecimiento de industrias, comercios o
servicios considerados riesgosos por la gravedad de los efectos que puedan generar en
los ecosistemas o en el ambiente tomándose en consideración:
106
♦ Artículo 154º. La Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal∗ y la Comisión
Nacional de Seguridad y Salvaguardias, con la participación que, en su caso, corresponda
a la Secretaría de Salud, cuidarán que la exploración, explotación y beneficio de
minerales radioactivos, el aprovechamiento de los combustibles nucleares, los usos de la
energía nuclear, la industria nuclear y, en general, las actividades relacionadas con la
misma, se lleven a cabo en apego a normas de seguridad nuclear, radiológica y física de
las instalaciones nucleares y radioactivas, de manera que se eviten riesgos a la salud
humana y se asegure la preservación del equilibrio ecológico, correspondiendo a la
Secretaría realizar la evaluación del impacto ambiental".
• El Artículo 13º de la Ley General de Asentamientos Humanos [39], establece que "El
programa nacional de desarrollo urbano, en su carácter sectorial se sujetará a las
previsiones del Plan Nacional de Desarrollo, y contendrá:
V. Las orientaciones para el desarrollo sustentable de las regiones del país, en función de
sus recursos naturales, de sus actividades productivas y del equilibrio entre los
asentamientos humanos y sus condiciones ambientales;
VII. Las estrategias generales para prevenir los impactos negativos en el ambiente urbano y
regional originados por la fundación, conservación, mejoramiento y crecimiento de los
centros de población".
Sin embargo, las mismas Bases observan, junto "... con una dispersión de reglamentaciones
relacionadas con la protección civil", "la inexistencia de un cuerpo de disposiciones concretas,
que se refiera a la prevención y ayuda a la población en la eventualidad de un desastre".
A pesar de que a la fecha, el SINAPROC cuenta con trece Leyes Estatales∗∗, una Ley del D.F. y
tres Reglamentos∗∗∗ de Protección Civil, así como aproximadamente 1300 municipios del país
registran en sus Bandos de Policía y Buen Gobierno, un apartado relativo a la Protección Civil;
además de la existencia de diversos convenios con el objeto de fomentar el desarrollo de la
cooperación en diversos ámbitos entre las partes, en los campos de la investigación y de
prevención y atención de desastres, todavía falta un marco legal bien definido que establezca tanto
la naturaleza jurídica del Sistema como los criterios que deben cumplir los ordenamientos y
disposiciones en la materia.
Para superar esta situación es indispensable, como lo consideraron, en su tiempo, las Bases, "...
llevar a cabo la revisión de la legislación de protección civil y, en su caso, si así se estima
conveniente, proponer una ley".
∗
Actualmente la Secretaría de Energía
∗∗
Correspondientes a los Estados de Colima, Durango, Guerrero, México, Michoacán, Morelos, Nayarit,
Jalisco, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Sonora y Tamaulipas.
∗∗∗
Para el D.F. y los Estados de México y de Morelos.
107
REFERENCIAS
[1] Martínez García F., Grandes explosiones e incendios del siglo XX, MAPFRE
SEGURIDAD, Revista de la Fundación MAPFRE, Año 9, No. 33, 1989, pp. 33-38.
[4] Romero E., El agua en el DF, contaminada por desechos orgánicos (basada en la
conferencia La Problemática del Agua en la Ciudad de México, dictada por la Dra. Marisa
Mazary), Gaceta UNAM, No. 2,793, Dirección General de Información, 2 de diciembre,
1993, p 16.
[5] Zeballos J. L., Los Desastres Químicos, Capacidad de Respuesta de los Países en Vías de
Desarrollo, Programa de Preparativos para Situaciones de Emergencia y Coordinación del
Socorro en Casos de Desastre, OPS, miméo, 7 pp.
[7] Camacho Solís M., Palabras del Jefe del Departamento del Distrito Federal, licenciado
Manuel Camacho, al realizar un balance del Programa de Contingencias Ambientales, 2
de abril de 1992, miméo, 6 pp.
[9] Morita Y., Volcanic Disaster Countermeasures, Textbook for Seminar on Administration
for Disaster Prevention, National Land Agency, Japan International Cooperation Agency,
Japan, 1989, 19 pp.
[10] Bruce. J. P., Retos a partir de Yokohama, Editorial, Stop Disasters, Boletín del DIRDN,
No.19-20, 1994, p.3.
[11] Prevel R., Basilea, dos años después, Revista Internacional de Protección Civil,
Organización Internacional de Protección Civil, Vol. II, No. 1, Suiza, 1989, pp. 23-24.
[14] Rapoport A., General Systems Theory, International Encyclopedia of the Social Science,
Vol. 15, Macmillan and Free Press, 1968.
109
[17] Asamblea de Representantes del Distrito Federal, Reglamento de Protección Civil para
el Distrito Federal, Diario Oficial de la Federación, Órgano del Gobierno Constitucional de
los Estados Unidos Mexicanos, 20 de agosto de 1990, pp. 26-32.
[18] Newmark N. M., Rosenblueth E., Fundamentos de Ingeniería Sísmica. Editorial Diana,
México, julio, 1978.
[19] Secretaría de la Defensa Nacional, Decreto que instituye la Defensa Civil, Diario Oficial
de la Federación, 31 de agosto de 1942, pp. 4-5.
[20] Secretaría de la Defensa Nacional, Decreto que deroga el de 11 de agosto de 1942, que
instituyó en el Territorio Nacional la Defensa Civil, Diario Oficial de la Federación, 15 de
octubre de 1945, p. 6.
[21] Secretaría de Gobernación, Decreto por el que se aprueban las bases para el
establecimiento del Sistema Nacional de Protección Civil y el Programa de Protección
Civil que las mismas contienen, Diario Oficial de la Federación, 6 de mayo de 1986, 252
pp.
[24] Secretaría de la Defensa Nacional, Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana,
Diario Oficial de la Federación, 15 de abril de 1971 pp. 2-16.
[27] La Comisión Permanente de Auxilio para Casos de Siniestros en el D.F. Actúa Activa e
Interrumpidamente, Gaceta Oficial del Departamento del D.F., 1 de agosto de 1973, p. 4.
110
[33] Secretaría de Gobernación, Reglamento interior de la Secretaría de Gobernación, Diario
Oficial de la Federación, 13 de febrero de 1989.
[34] Secretaría de Gobernación, Decreto por el que se crea el Centro Nacional de Prevención
de Desastres con el carácter de órgano administrativo desconcentrado jerárquicamente
subordinado a la Secretaría de Gobernación, Diario Oficial de la Federación, 20 de
septiembre de 1988, pp. 3-5.
[36] Secretaria de Gobernación, Ley de Responsabilidad Civil por Daños Nucleares, Diario
Oficial de la Federación, 31 de diciembre de 1974, pp. 20-41.
[37] Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, Ley General del Equilibrio Ecológico y la
Protección al Ambiente, Diario Oficial de la Federación, 28 de enero de 1988, pp. 23-57.
[38] Secretaría de Desarrollo Social, Ley General de Asentamientos Humanos, Diario Oficial
de la Federación, 21 de julio de 1993, pp. 43-54.
111
BIBLIOGRAFIA
Este apartado se dedica a presentar el catálogo bibliográfico de la IID, que incluye la lista completa de todos los
informes y publicaciones, productos de los estudios realizados, así como de las tesis profesionales y de posgrado,
resultados del proceso de preparación y superación del personal en este área, desde 1976 hasta la fecha.
Debido a la alta cantidad de documentos, se optó por enumerarlos en tres grupos que, respectivamente:
1. Clasifican los informes, esto es, los documentos internos de distribución restringida y los entregados a
patrocinadores, que contienen la descripción de desarrollo y los resultados de cada uno de los proyectos. Para
facilitar el empleo de este catálogo, se optó por agrupar los informes en orden cronológico, según el proyecto al que
pertenecen, precedidos por una síntesis que contempla el título, objetivos, fecha de inicio, etc. Asimismo, se anexa
un apartado inicial, anotado con el número 0, que contiene el listado de las propuestas virtuales de proyectos de
investigación, que resultaron de los estudios exploratorios.
2. Describen las publicaciones, tales como libros, artículos en revistas, ponencias y resúmenes en memorias de
eventos académicos, etc., según el orden cronológico de aparición.
3. Presentan la lista de las tesis desarrolladas en el seno de la IID, de acuerdo al grado optado y conforme al orden
cronológico.
Cada uno de estos documentos contiene una clave que lo identifica y se forma por tres elementos:
G.A.B
en donde,
∗ Para el catálogo 1, informes técnicos, simplemente es el número del proyecto correspondiente en orden
secuencial.
∗ Para el catálogo 3, una TL, TM o TD indica si se trata de Tesis de Licenciatura, Maestría o Doctorado,
respectivamente.
113
1. DOCUMENTOS E INFORMES TECNICOS DE CIRCULACION RESTRINGIDA
G.0.1 Gelman O., Montaño J.L., Rangel J.L. Reflexiones sobre los problemas de Fertimex y análisis de las
perspectivas para el planteamiento de proyectos, 10 pp, enero 1978.
G.0.2 Gelman O., Montaño J.L., Rangel J.L. Propuesta de un proyecto para el análisis y rediseño del sistema
de distribución de Fertimex, 10 pp, enero 1978.
G.0.3 Gelman O., Montaño J.L., Rangel J.L. Participación del Instituto de Ingeniería en un estudio sobre el
sistema de distribución de fertilizantes e insecticidas en Fertimex, 7 pp, enero 1978.
G.0.4 Gelman O. Consideraciones generales sobre una propuesta de proyecto para el control de la
contaminación de cuencas hidrológicas, 10 pp, 1978.
G.0.5 Gelman O., Rangel J.L. Sistema de protección y restablecimiento de una ciudad frente a desastres
(Propuesta de un proyecto de investigación), 15 pp, diciembre 1978.
G.0.6 Cuéllar R., Gelman O., Paulín A. Propuesta para la realización de un proyecto conjunto entre el
Instituto Politécnico de Nueva York, La Universidad George Washington y la Universidad Nacional
Autónoma de México. Elaborada para National Science Foundation, 11 pp, febrero 1979.
G.0.7 Gelman O. Algunos aspectos metodológicos de la Teoría General de Sistemas. Colección, elaborada para
el Programa de Doctorado en Administración (Organizaciones) de la División de Estudios de Posgrado de la
Facultad de Contaduría y Administración, UNAM, 400 pp, octubre 1979, (actualizada agosto 1982 y mayo
1990).
G.0.8 Gelman O. Propuesta de organización de las coordinaciones de planeación de los proyectos de prevención
y atención de desastres en la zona fronteriza. Elaborada para el Comité Bilateral Consultivo del Acuerdo
entre México y EUA sobre cooperación en casos de desastres naturales, 3 pp, diciembre 1983.
G.0.9 Gelman O., Macías S. Propuesta de un paquete de l8 proyectos. Elaborada para el DDF, 7 pp, enero
1984.
G.0.10 Gelman O., Terán A. Propuesta de un paquete de proyectos. Elaborada para el DDF, 14 pp, septiembre
1984.
G.0.11 Gelman O. Análisis de las líneas de apoyo y lineamientos de trabajo. Documento elaborado para la
Comisión Bipartita de vinculación DEPFI-I. de I., 10 pp, febrero 1985.
G.0.12 Gelman O. Propuesta del informe final. Elaborada para la Comisión Bipartita de vinculación DEPFI-I. de
I., 10 pp, abril 1985.
G.0.13 Gelman O., Terán A. Elaboración de medidas de seguridad para condiciones de alta concentración de la
población (Especificaciones técnicas). Propuesta de proyecto, elaborada para el DDF, 11 pp, abril 1985.
G.0.14 Gelman O., Terán A. Organización y planeación para prevenir y enfrentar situaciones de emergencia
durante el Campeonato Mundial México 86. Propuesta de proyecto, elaborada para la Dirección General
de Estudios Prospectivos, Secretaria General de Desarrollo Urbano y Ecológico, DDF, 4 pp, junio 1985.
G.0.15 Gelman O., Terán A. Sugerencias para el establecimiento del Programa Nacional de Estudios sobre
Desastres (PNED). Elaborada para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 35 pp, noviembre 1985.
G.0.16 Gelman O., Negroe D., Terán A. Propuesta de un paquete de proyectos. Elaborada para la Comisión
Nacional de Reconstrucción, 26 pp, marzo 1986.
G.0.17 Gelman O., Terán A., Medina L. Medidas de protección y rescate para la presa Peñitas ante la erupción
del volcán Chichonal. Propuesta de proyecto, elaborada para la CFE, 6 pp, abril 1986.
114
G.0.18 Gelman O., Terán A. Asesoría y estudios en apoyo a la instauración del Sistema Nacional de Protección
Civil. Propuesta de proyecto, elaborada para la Coordinación General de Protección Civil, 11 pp, mayo
1986.
G.0.19 Gelman O, Martin L.R.G. Proposal for the Evaluation and Improvement of the Emergency Plan for the
Province of Ontario. Elaborada para Emergency Preparedness Canada, noviembre 1986.
G.0.20 Gelman O., Sierra G. Metodología para la integración del DIF al Sistema Nacional de Protección Civil
(Propuesta del proyecto de investigación). Elaborada para el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral
de la Familia, 8 pp, julio 1987.
G.0.21 Gelman O., Sierra G. Estudio para mejorar la confiabilidad del Sistema Cutzamala (Propuesta del
Proyecto de Investigación). Elaborada para la Comisión de Aguas del Valle de México, 8 pp, septiembre
1987.
G.0.22 Gelman O. Proyecto Bilateral de Cooperación Técnica México-Japón para la prevención de desastres
sísmicos. Informe elaborado para la Comisión Interinstitucional, Vol.1, 39 pp, febrero 1988.
G.0.23 Gelman O. Anexo: Catálogo de proyectos de investigación. Informe elaborado para la Comisión
Interinstitucional, Vol. 2, 117 pp, febrero 1988.
G.0.24 Gelman O. Mejoramiento de la seguridad en el Parque de recreo de Chapultepec (Propuesta del proyecto
de investigación). Elaborada para la Delegación Miguel Hidalgo, 10 pp, octubre 1988.
G.0.25 Gelman O. Metodología para mejorar la confiabilidad del Sistema Nacional de Transporte ante
Fenómenos Destructivos (Propuesta de Proyecto). Elaborada para el Instituto Mexicano de Transporte,
SCT, marzo 1989.
G.0.26 Gelman O., Sierra G. Mejoramiento de la confiabilidad del Sistema Nacional de Transporte. Primera
fase: Reducción y control de riesgos en puentes (Propuesta de Proyecto). Elaborada para el Instituto
Mexicano de Transporte, SCT, mayo 1989.
G.0.27 Gelman O., Sierra G. Paquete de 7 propuestas (Necesidades e implantación del sistema de información
de Protección Civil; Diseño de mecanismos de participación ciudadana en caso de desastre; Sistema de
monitoreo y pronóstico de calamidades; Mecanismo de captación de recursos especiales; Atlas de riesgos
de la ciudad de México; Programa de Capacitación; Programa de concientización e integración de la
población). Elaborado para la Dirección de Protección Civil del DDF, junio 1989.
G.0.28 Gelman O. Plan para la integración de la UNAM al Sistema Nacional de Protección Civil. Propuesta
elaborada para la Secretaría Auxiliar, diciembre 1989.
G.0.29 Gelman O. Epidemiología Sísmica en el contexto de los preparativos para el próximo macrosismo de
Guerrero (Propuesta del proyecto interdisciplinario e interinstitucional). Elaborada para el Subcomité de
Solidaridad Externa, del Consejo Nacional de Protección Civil, UNAM, noviembre, 1990, 10 pp.
G.0.30 Gelman O., Sierra G. Estudios para mejorar la confiabilidad del funcionamiento del sistema Cutzamala
(Propuesta general de la tercera etapa). Elaborada para Comisión Nacional del Agua, enero 1995, 11 pp.
G.0.31 Gelman O., Sierra G., García E. Soporte académico a la protección civil (Paquete de propuestas).
Elaborado para el Programa Interinstitucional de Prevención de Riesgos y Monitoreo Industrial, UNAM,
febrero, 1995, 28 pp.
G.0.32 Gelman O. Sistema de verificación y reducción de riesgos en las plantas industriales y obras civiles
(Propuesta del proyecto). Elaborada para el Instituto Mexicano de Petróleo, marzo, 1995, 2 pp.
G.0.33 Gelman O. Específica del Sistema Global de Transporte en caso de desastres (Propuesta del proyecto de
investigación). Elaborada para el DDF, marzo, 1995, 1 pp.
115
Objetivos: Diseñar un sistema que proteja, rescate y recupere de los efectos de un sismo a las comunidades
que lo sufren.
G.1.1 Gelman O., Martínez J.L., Riveros F., Zárate J. Proyecto San Jorge. (Informe Interno No. 4), 55 pp,
agosto 1977.
G.1.2 Gelman O., Riveros F. Proposal for the design of a System of Protection and Re-establishment of a city
facing strong earthquakes, 30 pp, septiembre 1977.
G.1.3 Gelman O., Riveros F., Rangel J.L. La Ingeniería en Casos de Desastre. Examen del 1er. Seminario
Nacional, 54 pp, marzo 1979.
Patrocinador: SAHOP
G.2.1 Gelman O., Guillén S.T., Riveros F., Zárate J. Estrategia para la adquisición de datos viales, 85 pp,
febrero 1978.
G.3.1 Montaño J.L., Gelman O. Estudio sobre la prospectiva de la industria nacional con relación al uso de
terminales remotas, 10 pp, abril 1978.
G.4.1 Gelman O., Rangel J.L. Hacia el desarrollo de ciertos paradigmas del Sistema Educativo, 190 pp, marzo
1980.
116
Inicio: Abril 1979
G.5.1 Gelman O., Castillo H., Contreras R., David A., Lara J., Mora C. Vol. 1, 85 pp, agosto 1979.
G.5.2 Gelman O., Castillo H., Contreras R., David A., Lara J., Mora C. Vol. 2, 231 pp, agosto 1979.
G.6.1 Herrera F., Elías B., Saucedo M., Martínez E., Gelman O. Estudios del impacto de plaguicidas en el
recurso hidráulico , 300 pp, octubre 1979.
G.6.2 Herrera F., Elías B., Saucedo M., Martínez E., Gelman O. Estudio del impacto de metales pesados
en el recurso hidráulico , 345 pp, octubre 1979.
G.7. Proy 9152: DETERMINACION DE LAS NECESIDADES DE ESTUDIOS QUE TIENE SAHOP.
Objetivos: Determinar las necesidades que tiene SAHOP de conocimiento e información para el
mantenimiento y desarrollo adecuado de la red de carreteras.
Patrocinador: SAHOP
G.7.1 Gelman O., Negroe G. Determinación de las necesidades de estudios que tiene SAHOP, 1a parte, 247
pp, 1980.
G.7.2 Gelman O., Negroe G., Lara F. Determinación de estudios para la planeación: Una propuesta
metodológica a SAHOP, 57 pp, enero 1981.
G.8.1 Saenger F., Cobo D., Gelman O., Martínez J.L., Villarreal M., Chozas A. Análisis y Diseño de un
Sistema de Granjas Acuícolas, 37 pp, febrero 1980.
G.9.2 Gelman O., Canseco J., Montaño J.L., Negroe G., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Estudios básicos,
50 pp, noviembre 1980.
G.9.3 Gelman O. Hacia un sistema de protección y restablecimiento de la Ciudad de México frente a desastres:
establecimiento de un núcleo de trabajo, 4 pp, febrero 1981.
117
G.9.4 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 1: Informe resumido y plan de
la siguiente etapa, 56 pp, junio 1981.
G.9.5 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 2: Informe General, 295 pp, septiembre
1981.
G.9.6 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 3: Anexo A, 53 pp, septiembre 1981.
G.9.7 Gelman O., Macías S., Horneda B., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 3: Anexo E, 123 pp,
septiembre 1980
G.9.8 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 3: Anexo B, 213 pp, octubre 1981.
G.9.9 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 3: Anexo C, 196 pp, octubre 1981.
G.9.10 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 3: Anexo D, 449 pp, octubre 1981.
G.10.1 Gelman O., Sánchez M.A. Recomendaciones para el establecimiento de la Comisión Transitoria, 13 pp,
septiembre 1981.
G.10.2 Gelman O., Macías S., Sánchez M.A. Informe parcial: Requerimiento para el desarrollo de la 2a. fase
de la Comisión Transitoria, 143 pp, marzo 1982.
G.10.5 Gelman O., Macías S. Informe de la visita realizada a la zona afectada por la erupción del volcán Loma
Grande (Chichonal), 130 pp, abril 1982.
G.10.6 Gelman O., Macías S. Vol. 2: Plan General de Protección y Restablecimiento; Plan General de atención
de Emergencias, 120 pp, abril 1982.
G.10.7 Gelman O., Macías S., Moreno E., Sánchez M.A., Tamayo G. Vol. 3, Anexo F: Fundamentos
Legales, 63 pp, abril 1982.
G.10.8 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 3, Anexo G: Bases
Administrativas, 37 pp, abril 1982.
G.10.9 Gelman O., Macías S., Mendoza R., Ramos C., Sánchez M.A. Vol. 3, Anexo H: Elementos y
Procedimientos de apoyo, 133 pp, abril 1982.
G.10.10 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez c., Sánchez M.A. Vol. 3: Apéndice I.1: Plan de rescate
para calamidades hidrometereológicas, 144 pp, abril 1982.
G.10.11 Gelman O., Macías S., Perea G., Rodríguez C., Sánchez M.A. Vol. 3: Apéndice I.2: Plan de
Rescate para sismo, 118 pp, abril 1982.
G.10.12 Gelman O., Macías S., Sánchez M.A., Velázquez L., Vol. 3, Apéndice I.3: Plan de Rescate para
interrupción del servicio de Agua Potable, 68 pp, abril 1982.
G.10.13 Gelman O., Macías S., Sánchez M.A., Velázquez L. Vol. 3, Apéndice I.4: Plan de rescate para
interrupción del servicio de alcantarillado, 78 pp, abril 1982.
118
G.10.14 Gelman O., Macías S., Sánchez M.A., Velázquez L. Vol. 3, Apéndice I.5: Plan de rescate para
interrupción de los servicios de transporte, 52 pp, abril 1982.
G.10.15 Gelman O., González R., Ibáñez A., Macías S., Mendoza R., Perea G., Rodríguez C., Sánchez
M.A., Terán A. Vol. 3, Apéndice J: Directorios (Pt.1), 400 pp, abril 1982.
G.10.16 Gelman O., González R., Ibáñez A., Macías S., Mendoza R., Perea G., Rodríguez C., Sánchez
M.A., Terán A. Vol. 3, Apéndice J: Directorios (Pt.2), 70 pp, abril 1982.
G.10.18 Gelman O., Macías S., Aguerrebere R., Terán A. Vol. 4: Plan General de Protección y
Restablecimiento; Planes Generales de Prevención y Mitigación ante Sismos para la Edificación y el
Sistema Hidráulico, 165 pp, julio 1982.
G.10.20 Gelman O., Macías S. Vol. 1: Informe resumido y plan de la siguiente etapa, 63 pp, agosto 1982.
G.10.21 Aguerrebere R., Gelman O., Macías S. Vol. 5, Anexo K: Evaluación del peligro sísmico, 124 pp,
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EMERGENCIA).
Objetivos: Diseñar una organización responsable por la protección y rehabilitación del Sistema Cutzamala en
caso de desastres e instrumentar su funcionamiento con programas de acción y procedimientos
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SISTEMA CUTZAMALA, ETAPA 2, DISEÑO DEL SISTEMA DE SOPORTE
INFORMATICO A LOS SUBPROGRAMAS DE APOYO AL RESTABLECIMIENTO Y
DE AUXILIO.
Objetivos: Desarrollar un sistema informático de consulta que agilice la búsqueda y empleo de la información
concerniente a las actividades preparativas y de restablecimiento, ante desastres, a través de las
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G.TL.1 Roberto Aguerrebere Salido. Planeación de la seguridad sísmica en los asentamientos humanos: El
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G.TL.2 Alejandro Terán Castellanos. Aplicación de la Ingeniería de Sistemas para el estudio de los daños
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G.TL.3 Gerardo Sierra Martínez. Los desastres en presas vistos bajo el enfoque sistémico. Licenciatura, FI,
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G.TL.4 Marco Jorge Alberto Rodríguez Martínez. Las consecuencias de los sismos de 1985 en la Ciudad
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G.TM.1 Ing. Alfredo F. David Gidi. Metodología del sistema de administración de los recursos materiales de
un laboratorio de Ingeniería Ambiental. Maestría, División de Estudios de Posgrado de la Facultad de
Ingeniería, UNAM, 1979.
G.TM.2 Ing. José L. Rangel Díaz. La educación como sistema: desarrollo del enfoque sistémico y concreción
de algunos elementos básicos para definir y analizar el sistema educativo en México. Maestría (con
mención honorífica), División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería, UNAM, 1980.
G.TM.3 Ing. Gonzalo Negroe Pérez. Papel de la planeación en el proceso de conducción. Maestría. División
de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería, UNAM, 1981.
G.TM.5 Ing. Edgardo Rafael García Henriquez. Metodología para la elaboración de medidas de salvaguarda
de conglomerados humanos. Maestría (Mención Honorífica), División de Estudios de Posgrado de la
Facultad de Ingeniería, UNAM, 1986.
G.TM.6 Mat. José Ignacio García Olvera. Hacia un tratamiento axiomático del concepto de sistema general.
Maestría (Mención Honorífica), División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería, UNAM,
1988.
G.T.M.7 Ing. Gerardo E. Sierra Martínez. Bases para la búsqueda onomasiológica de términos. Maestría
(Mención Honorífica), División de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1996.
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G.TD. TESIS DE DOCTORADO
G.TD.1 M.A. Gaspar Sánchez Sánchez Mejorada. La Organización y su diagnóstico bajo el enfoque
sistémico: Un caso práctico. Doctorado, División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Contaduría y
Administración, UNAM, 1984-86.
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