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Según Walter Benjamin la obra de arte posee un aura, es casi un ente autónomo. Cada
obra de arte ha de ser única e irrepetible. Sin embargo, una serie de avances prácticos
harán del arte una estética tecno-industrial, donde la seriación tiene que ver con los
mecanismos de producción de nuestra sociedad y por lo tanto; con los mecanismos
de producción artística. Benjamin escribió La obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica a finales de la primera mitad del siglo XX.
Por un largo tiempo el grabado en madera volvió a la imagen reproductible por primera
vez. Posteriormente, con la llegada de la litografía, la reproducción en serie de las
obras alcanza un nivel completamente distinto. Con ella, las ilustraciones de la vida
cotidiana se hacían cada vez más posibles. Algunas décadas después, otro
acontecimiento vendría a desbancar a la litografía como medio de reproducción de
imágenes. La fotografía. “Puesto que el ojo capta más rápido de lo que la mano dibuja,
el proceso de reproducción de imágenes se aceleró tanto, que fue capaz de mantener
el paso con el habla”. Dicho sea de paso, que la fotografía aunque transformó la
estética tradicional, no era nada comparado al devenir del cine.
En este sentido, surge una interrogante: ¿Cuál de las obras reproducidas en serie es la
auténtica? ¿Es posible hablar actualmente del aura en la obra de arte?
Para Walter Benjamin: “Incluso en la más perfecta de las reproducciones una cosa
queda fuera de ella: el aquí y ahora de la obra de arte, su existencia única en el lugar
donde se encuentra”. Por otro lado la cuestión cambia, por ejemplo: en obras digitales
actuales que circulan por la red. La reproducción de imágenes miles o millares de
veces hacen que la línea entre original y copia se desdibuje, solo marcada por
derechos de autor, sí es el caso que existan.
No podemos dejar fuera el hecho de que existen momentos históricos que han
empleado objetos comunes que son producidos en masa, de los que el artista se ha
apropiado, los ha reinterpretado y que han abierto una discusión dentro del campo del
arte. En ese sentido, el aura de la obra podría haber mutado y más allá de si es
reproductible técnicamente, la cuestión es si la creatividad, el ingenio y la intención
podrían contener el aura de una obra de arte. Con intención nos referimos a la
conciencia de que se está realizando un objeto en el contexto del arte -sin importar si
es feo, bello o indiferente-. Y más allá de la interpretación de la obra y de lo que el
creador intentó configurar, lo que importa es la asociación de ideas que pueda desatar
y las discusiones que ésta pueda provocar a la naturaleza del arte.