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te, le hace lugar, y con él, el clínico se hace lugar. Introducción trabaja como investigador y docente
en la Cátedra I de Clínica de Adul-
Gabriel Lombardi
INTRODUCCIÓN
A LA
CLÍNICA PSICOANALÍTICA
ISBN 978-950-649-XXX-X
1. Psicoanálisis. I. Título
CDD 150.195
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra bajo cualquier método, incluidos la
reprografía, la fotocopia y el tratamiento digital, sin la previa y expresa autorización por
escrito de los titulares del copyright.
Índice
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INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA | Lucas Boxaca - Luciano Lutereau
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PRÓLOGO
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INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA | Lucas Boxaca - Luciano Lutereau
Gabriel Lombardi
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INTRODUCCIÓN
1. Esta disquisición puede parecer simplista, no sólo porque una concepción semejante
de una teoría científica no tiene vigencia epistemológica desde hace años, sino porque
tampoco considera los dispositivos de investigación propios del psicoanálisis (como
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“¿Qué es una praxis? Me parece dudoso que este término pueda ser
considerado impropio en lo que al psicoanálisis respecta. Es el término
más amplio para designar […] la posibilidad de tratar lo real mediante
lo simbólico.”2
el uso del “caso”). Por eso hemos dicho que se trata de una versión “corriente” –que,
por ejemplo, cuestiona que no puedan hacerse predicciones de enunciados observa-
bles–. Asimismo, tampoco estamos afirmando que no pueda haber investigación empí-
rica en psicoanálisis cuando se diseñan instrumentos específicos para ese fin.
2. Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Buenos Aires, Paidós, 1989, p. 14.
3. Lombardi, G. (2000) “Tres definiciones de lo real en psicoanálisis” en Diván laca-
niano, Vol. 0, Tucumán, pp. 46-48.
4. Desde un punto de vista descriptivo, podríamos decir que “síntoma” y “sujeto” coin-
ciden –ya que al psicoanálisis no le interesa el padecimiento como algo “objetivable”,
sino cuando requiere la producción de un efecto de división en el hablante que pueda
testimoniarlo. No obstante, desde un punto de vista estructural, cabría separar ambas
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¿QUÉ ES LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA?
“El año pasado hablé de los fundamentos del psicoanálisis. Hablé de los
conceptos que me parecen esenciales para estructurar su experiencia
y pudieron ver que en ninguno de esos niveles se trató de verdaderos
conceptos; que no pude hacer que ninguno resistiera […] que siempre,
nociones (y, por ejemplo, aclarar que el sujeto dividido por el síntoma tampoco es el
sujeto del inconsciente) y, en todo caso, afirmar que el síntoma testimonia de la divi-
sión subjetiva, es una respuesta, sin duda, pero en su raíz no es sujeto, sino la morti-
ficación que el significante produce en el viviente. Esta última acepción se encuentra
sostenida por Lacan en su comentario a la intervención de A. Albert sobre la regla
fundamental: “En cierta manera podemos decir que si no existiera lo simbólico, es
decir esta especie de inyección de significantes en lo real con lo cual estamos obli-
gados a pactar, no habría síntoma. El síntoma es […] aquello que nos hace a cada
uno un signo diferente de la relación que tenemos en tanto que hablante-seres con
lo real”. Lacan, J. (1975) “Intervención tras la exposición de André Albert: ‘El placer
y la regla fundamental’”. Inédito.
5. Lacan, J. (1958) “La significación del falo” en Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002,
p. 665.
6. Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
op. cit., p. 255.
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de algún modo el sujeto, que es quien aporta esos conceptos, está impli-
cado en su discurso mismo; que no puedo hablar de la apertura o del
cierre del inconsciente sin estar implicado, en mi discurso mismo, por
esta apertura y este cierre…”7
Ahora bien, como suele ocurrir con las afirmaciones de Lacan, escla-
recer qué quiere decir “lo que se dice en un psicoanálisis” requiere un
amplio ejercicio de paráfrasis. Por un lado, cabe enfatizar que Lacan
afirma que “lo que se dice” es la “base” de la clínica… pero no la clínica
misma; por lo tanto, encuentra aquí aplicación nuestro rodeo anterior
acerca del redoblamiento conceptual de la experiencia. Por otro lado, ¿en
qué términos entender “lo que se dice”? En primer lugar, esta indicación
destaca el lugar que la palabra tiene en la experiencia analítica –ya desde
“Función y campo de la palabra y el lenguaje” (1953) Lacan había subra-
yado este aspecto–. No obstante, es importante advertir que “lo que se
dice” no necesariamente remite a lo “dicho”, esto es, a los enunciados
efectivamente proferidos. En todo caso, al analista le importa menos lo
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¿QUÉ ES LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA?
dicho que el lugar desde donde se dice, o bien –parafraseando una cono-
cido expresión de L’etourdit (1972)– que el decir no quede olvidado tras
lo que se dice (en lo que se escucha). En esta última afirmación, “lo que
se dice” no quiere decir lo mismo que en la definición de clínica psicoa-
nalítica. ¡He aquí un ejemplo precioso de cómo “lo mismo” fue dicho
desde dos posiciones distintas!
En segundo lugar, es notorio que Lacan no precise a quién corres-
ponde ese “lo que se dice”. ¿Al analizante? Nadie podría dudarlo. Pero,
¿no le toca también al analista tener que decir algo? Ya en “La direc-
ción de la cura y los principios de su poder” (1958) Lacan subrayó que
el analista también paga con sus palabras, en el punto en que una vez
que algo fue proferido ya no hay posibilidad de desdecirse o cancelar el
efecto que podría haber producido su intervención cuando fue elevada
al estatuto de una interpretación.
En tercer lugar, el decir no sólo tiene que ser entendido en términos
de “conducta verbal”. Hay actos que dicen más que mil palabras –como
aquellos que Freud llamara “actos sintomáticos”– y, asimismo, hay
palabras vacías que no dicen nada. Aquí también podría considerarse el
caso del acting out, al que eventualmente se aprehende –de modo extra-
viado– en función de una teoría de la acción ajena al psicoanálisis: que
Lacan afirme que el acting out es una “conducta” no debe entenderse en
términos ajenos a los operadores propios del dispositivo analítico, esto
es, nombra un momento particular de la experiencia analítica en que
se detiene el cumplimiento de la regla fundamental de asociación libre.
Ahora bien, en este punto debería distinguirse también entre el acting
out y la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente en la trans-
ferencia –que para Freud también se nombraba con la palabra “agieren”
que, luego, los posfreudianos tomaron para su traducción el término
acting out–. En definitiva se trata de cuestiones complejas, que no espe-
ramos responder en esta introducción (ya que nos ocuparemos de ellas
en el curso del libro), sino que anticipamos con el propósito de escla-
recer la segunda definición de clínica psicoanalítica que Lacan ofrece en
la “Apertura de la sección clínica”: “La clínica psicoanalítica consiste en
el discernimiento de cosas que importan y que cuando se haya tomado
conciencia de ellas serán de gran envergadura”.9
9. Ibid., p. 38.
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10. Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
op. cit., p. 279.
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• Una forma antecedente de “El acto del duelo, el duelo como acto” se
publicó en el No. 11 de Desde el jardín de Freud. Revista de Psicoaná-
lisis de la Universidad Nacional de Colombia con el título “El acto del
duelo, el duelo como acto. Una hipótesis clínica acerca del duelo en
el inicio del análisis”.
Por último, este libro nace de una práctica no menos interesante que
las anteriores: la de la amistad. La posibilidad de escribir juntos este libro,
cuyos capítulos fueron escritos a cuatro manos, en una suerte de juego de
preguntas y respuestas (y nuevas preguntas), nos permite afirmar que la
transmisión del psicoanálisis comienza en la conversación con los colegas,
junto a quienes se asume la responsabilidad de dar razones en las cuales
autorizarse. En última instancia, rescatamos en el proceso de escritura
de este libro la función del interlocutor, ejemplarmente destacada por
Lacan respecto de su amigo Henry Ey –con quien sabemos que las discu-
siones y disentimientos nunca fueron menores– cuando lo consideraba
“alguien a quien hablar” (Carta del 20 de Noviembre de 1970).
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La regla fundamental
y el decir analizante
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LA REGLA FUNDAMENTAL Y EL DECIR ANALIZANTE
4. La otra circunstancia capital es que el consultante decida ceder el capital de goce que
el síntoma aporta para que la satisfacción se despliegue en asociaciones y, por ende, se
haga accesible a la intervención. Esta decisión, correlativa de la decisión del analista,
es –en sentido estricto– el “inicio del tratamiento”. Por ejemplo, una referencia freud-
iana para ubicar este pasaje es aquella en que expresa que para los neuróticos obse-
sivos su enfermedad tiene las características de una religión privada que ocultan y que
difícilmente están dispuestos a desplegar ante un oyente.
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LA REGLA FUNDAMENTAL Y EL DECIR ANALIZANTE
“…los motivos genuinos de la muchacha, sobre los cuales tal vez podría
apoyarse el tratamiento analítico. […] quería someterse honradamente
al ensayo terapéutico…”7
7. Ibid, p. 147.
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8. Cf. Freud, S. (1913) “Sobre la iniciación del tratamiento” en Obras completas, Vol.
XII, op. cit., p. 128.
9. Ibid., p. 136. [Cursiva añadida]
10. Freud, S. (1905) Fragmento de análisis de un caso de histeria en Obras completas, Vol.
VII, op. cit., p. 17.
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LA REGLA FUNDAMENTAL Y EL DECIR ANALIZANTE
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por eso mismo debería ser dicho, no porque fuese “terrible”, “grotesco”
o “angustiante” –el deseo del analista no es un deseo de angustiar–,
sino porque el analista no puede condescender a la resistencia del yo.
En todo caso, se trata de sustituir la resistencia yoica –que preserva de la
división subjetiva– por la resistencia intrínseca al decir, con los ocasio-
nales efectos de liberación y verdad que produce este último. Por eso,
en última instancia, si la regla fundamental es un imperativo, no es el
imperativo perverso que apunta a la división subjetiva de la angustia (y
que, por lo general, deja mudo al otro), sino que el imperativo de la ética
del psicoanálisis puede resumirse en la idea de que la travesía del decir
puede producir efectos sobre el síntoma y, como única vía posible, no
acepta excusas ni sucedáneos.
Un modo paradigmático para ejemplificar la forma en que el analista
hace cumplir la regla fundamental se encuentra en el historial de Hombre
de las ratas. A la sesión siguiente de aquella en que Freud le comuni-
cara “la única condición de la cura”,12 esto es, la regla fundamental, el
Hombre de las ratas relata el famoso tormento que, a su vez, escuchara
del capitán cruel: un castigo particularmente terrorífico que se aplicaba
en Oriente… Entonces, el Hombre de las ratas se detiene y ruega se lo
dispense de los detalles. La respuesta de Freud no se hace esperar:
12. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas) en
Obras completas, Vol. X, Buenos Aires, Amorrortu, 1988, p. 127.
13. Ibid., p. 133.
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14. Freud, S. (1900) La interpretación de los sueños en Obras completas, Vol. V, Buenos
Aires, Amorrortu, 1988, p. 525. [Cursiva añadida]
15. Lacan, J. (1975) “Intervención tras la exposición de André Albert: ‘El placer y la regla
fundamental’”. Inédito.
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16. Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2,
op. cit., p. 596.
17. Lacan, J. (1962-63) El seminario 10: La angustia, op. cit., p. 139.
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LA REGLA FUNDAMENTAL Y EL DECIR ANALIZANTE
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20. Freud, S. (1912) “Sobre la dinámica de la transferencia” en Obras completas, Vol. XII,
op. cit., p. 101
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LA REGLA FUNDAMENTAL Y EL DECIR ANALIZANTE
Por esta vía hemos abierto la puerta a los próximos capítulos: trans-
ferencia y síntoma, como conceptos fundamentales articulados. No
obstante, antes de abocarnos a su estudio, cabe realizar un rodeo que
recupere, una vez más, el acto del analista a través de la interpretación
–intervención que es subsidiaria del cumplimiento de la asociación libre
y fundacional del dispositivo analítico–.
21. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas) en
Obras completas, Vol. X, op. cit., p. 135.
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La interpretación:
“entre” cita y enigma
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“…toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que
se efectúa la metonimia, la diacronía… retorna a la especie de fijeza que
Freud discierne en el anhelo inconsciente. Este soborno […] proyecta la
topología del sujeto en el instante del fantasma […] lo que es por no ser otra
cosa que el deseo del Otro.”2
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LA INTERPRETACIÓN: “ENTRE” CITA Y ENIGMA
conduce al cuestionamiento acerca del modo en que este decir del dispo-
sitivo analítico puede lograr efecto semejante.
Con el propósito de dar cuenta de este aspecto específico de la inter-
pretación, comentaremos un breve recorte de un momento de un trata-
miento, para ubicar la alteración del goce fantasmático que produce la
interpretación. En este caso en particular, dicho movimiento se realiza
a través de la apertura hacia el equívoco –desde la determinación que
proponía una interpretación edípica, saldo de un tratamiento previo– de
la cadena significante. Retomaremos esta consideración en un apartado
posterior, de acuerdo con la concepción del sujeto propuesta por Lacan
en el seminario 11. No obstante, antes de dar cuenta de esta efectuación
de la interpretación en un caso clínico, realizaremos un breve rodeo
sobre una conocida sentencia lacaniana, referida al seminario 17, donde
se sostiene que la interpretación se encuentra entre la cita y el enigma.
Esclarecer el sentido de esta afirmación es de máxima importancia, no
sólo porque permite salvar ciertos extravíos habituales en el modo de
entenderla, sino porque permite situar lo que llamaremos “dos condi-
ciones” de la interpretación analítica y aproximarnos, entonces, al modo
en que la interpretación posibilita la introducción de la novedad.
Asimismo, para concluir, propondremos un apartado dedicado a la
cuestión de las relaciones entre interpretación y acting out, dada su impor-
tancia para la práctica clínica en función de una coordenada singular:
el tiempo de la interpretación.
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“La cita […] es más bien un enunciado de saber afirmado, salvo que se
refiere el enunciado a un nombre de autor. La cita, al ser referida a un
nombre de autor, introduce la dimensión de la enunciación, una enun-
ciación latente que hay que hacer surgir.”5
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LA INTERPRETACIÓN: “ENTRE” CITA Y ENIGMA
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El caso Juana
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LA INTERPRETACIÓN: “ENTRE” CITA Y ENIGMA
extremos para que no corriera igual suerte. Explica eso también, según
Juana, que se sienta por momentos culpable bajo la sentencia: “En lugar
de él viví yo”. “Estoy muy triste y ya no se qué hacer con eso. Me pongo
a llorar todo el tiempo”. En ese instante se rasca la cara y dice: “Ves, me
rasco tanto que me lastimo, la enfermedad de mi hermano tenía que ver
con la piel. Se le hacían lastimaduras al mínimo contacto”.
Juana sostiene que ha finalizado ese tratamiento, entre otras razones,
porque estaba cansada, triste y que nada cambiaba. En este punto, el
analista le dice que lo que ha concluido es evidentemente fruto de un
trabajo muy intenso con respecto a reconstruir las circunstancias que la
precedieron, pero que eso ha quedado de tal manera que pareciera explicar
todo lo que le sucede. Como si su historia estuviera escrita en aquella
historia clínica que ha guardado. “Me pregunto –dice el analista– si el
detenimiento se justifica enteramente por la historia que me ha relatado”.
Unido a esta cuestión pregunta cuánto tiempo después del fallecimiento
del hermano nace ella. “Dos años”, dice Juana. Sorprendido, el analista
exclama, para referir su dicho a la enunciación: “¡¿Dos años?!”.
En la siguiente entrevista se presenta con otro semblante y manifiesta
que se siente más aliviada. Pensó que su detenimiento tiene otras aristas
a pensar más allá de su hermano.
En cuanto a la prosecución de sus proyectos piensa que ella da muchas
vueltas para actuar y que se le va el tiempo. Le da algo de rebeldía hacer
las cosas en el tiempo que le exigen los demás, “me da como pereza”.
El analista interviene con una afirmación que busca un efecto enig-
mático: “Si me permitís, el rascarte se podría pensar bajo una nueva pers-
pectiva a la luz de lo que dijiste hoy”. Juana se ríe.
A partir esta entrevista se comienzan a trazar las coordenadas del dete-
nimiento. Es decir, se hace un recorrido por las circunstancias en las que
“da vueltas”, “se rasca” antes de salir de su casa.
Juana comienza a pensar que lo que le sucede se presenta más fuerte-
mente cuando sabe que en el lugar en el que va a participar “hay mucha
gente”. Aparecen, entonces, en ese público figuras críticas, otros que silen-
ciosamente dicen, en el terreno de la suposición, cosas que la degradan.
“Las miradas me dan ganas de escaparme. Demasiado control por lo
que los demás piensen de mí. Como si me retaran”. Las suposiciones
comienzan a poner en causa la detención.
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El sujeto de la interpretación
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LA INTERPRETACIÓN: “ENTRE” CITA Y ENIGMA
“Si tienen en mientes esta estructura inicial, ello les impedirá entregarse
a tal o cual aspecto parcial en lo tocante al inconsciente –por ejemplo,
que el inconsciente es el sujeto, en tanto alienado en su historia, donde
la síncopa del discurso se une con su deseo. Verán que, con mas radica-
lidad, hay que situar el inconsciente en la dimensión de una sincronía –en
el plano de un ser en el plano del sujeto de la enunciación, en la medida
en que según sus frases, según los modos, este se pierde tanto como se
vuelve a encontrar y que, en una interjección, en un imperativo, en una
evocación y aun en un desfallecimiento, siempre es él quien le afirma a
uno su enigma, y quien habla- en suma, en el plano donde todo lo que
se explaya en el inconsciente se difunde, tal el micelio, como dice Freud
a propósito del sueño, en torno a un punto central. Se trata siempre del
sujeto en tanto que indeterminado.”11
11. Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Buenos Aires, Paidós, 1989, 34.
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14. Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2,
op. cit., p. 579.
15. Kris, E. (1951) “La psicología del yo y la interpretación en la terapia psicoanalítica”
en Revista de la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, No. 17, Buenos Aires,
1991, p. 141.
16. Ibid., p. 148.
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LA INTERPRETACIÓN: “ENTRE” CITA Y ENIGMA
“Una vez asegurada esta pista todo el problema del plagio se presentó bajo
una nueva luz. Sucedió que el eminente colega había tomado, en repe-
tidas ocasiones, las ideas del paciente…”17
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20. Lacan, J. (1953-54) El seminario 1: Los escritos técnicos de Freud, Buenos Aires, Paidós,
2005, p. 100.
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Transferencia
y restos transferenciales
“La pieza decisiva del trabajo se ejecuta cuando en la relación con el médico,
en la transferencia, se crean versiones nuevas de aquel viejo conflicto, versiones
en las que el enfermo querría comportarse como lo hizo en su tiempo
mientras que uno, reuniendo todas las fuerzas anímicas disponibles (del
paciente), lo obliga a tomar otra decisión. […] Cuando la libido vuelve a ser
desasida de ese objeto provisional que es la persona del médico, ya no puede
volver atrás a sus objetos primeros, sino que queda a disposición del yo.”1
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TRANSFERENCIA Y RESTOS TRANSFERENCIALES
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“Aquí sucede, con particular frecuencia, que se ‘recuerde’ algo que nunca
pudo ser ‘olvidado’ porque en ningún tiempo se lo advirtió, nunca fue
consciente.”6
5. Cf. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas)
en Obras completas, Vol. X, op. cit., p. 152.
6. Freud, S. (1914) “Recordar, repetir, reelaborar” en Obras completas, Vol. XII, op. cit.,
p. 151.
7. Cf. Lacan, J (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoaná-
lisis, Buenos Aires, Paidós, 1992, pp. 142-167.
8. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas) en
Obras completas, Vol. X, op. cit., p. 164.
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TRANSFERENCIA Y RESTOS TRANSFERENCIALES
“La cura tiene que ser realizada en la abstinencia. […] Lo que yo quiero
postular este principio: hay que dejar subsistir en el enfermo necesidad
y añoranza como unas fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración, y
guardarse de apaciguarlas mediante subrogados.”9
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“La situación así concebida sirve para articular (y sin más artificio que
la reeducación emocional) los principios de una domesticación del yo
llamado débil por parte de un Yo que gustosamente se considera como
de fuerza para cumplir ese proyecto, porque es fuerte.”13
11. Cf. Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos
2, op. cit., p. 566.
12. Lacan, J. (1960-61) El seminario 8: La transferencia, Buenos Aires, Paidós, 2004, p.
20.
13. Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2,
op. cit., p. 568.
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TRANSFERENCIA Y RESTOS TRANSFERENCIALES
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TRANSFERENCIA Y RESTOS TRANSFERENCIALES
“La estructura así abreviada les permite hacerse una idea de lo que ocurre
al termino de la relación de la transferencia, o sea: cuando por haberse
resuelto el deseo que sostuvo en su operación el psicoanalizante, este ya
no tiene ganas de confirmar su opción , es decir, el resto que como deter-
minante de su división, lo hace caer de su fantasma y lo destituye como
sujeto.”18
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Restos transferenciales
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TRANSFERENCIA Y RESTOS TRANSFERENCIALES
“En general, puede decirse que los factores orales influirán de un modo
favorable en el desarrollo intelectual, cuando la avidez oral sublimada en
la pulsión de saber sea verdaderamente intensa, pero no si suscita, como
consecuencia de su sadismo, angustia o sentimientos de culpa.”21
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Por otro lado, cabe destacar una suerte de efecto didáctico de ese
primer análisis:
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TRANSFERENCIA Y RESTOS TRANSFERENCIALES
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TRANSFERENCIA Y RESTOS TRANSFERENCIALES
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Los usos del síntoma
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2. Soler, C. (1988) “Acerca del sueño” en Finales de análisis, Buenos Aires, Manantial,
1988, p. 80.
3. Ibid., p. 81.
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LOS USOS DEL SÍNTOMA
De la ego-sintonía a la extra-territorialidad
4. Lacan, J. (1964) El seminario: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos
Aires, Paidós, 1987, p. 174.
5. Freud, S. (1926) Inhibición, síntoma y angustia en Obras completas, Vol. XX, op. cit., p.
95.
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LOS USOS DEL SÍNTOMA
del todo un problema, no son un enigma, sino más bien algo en lo que
el consultante apenas puede reconocerse.
El franqueamiento de la ego-sintonía del síntoma –es decir, cuando
éste demuestra sin ambages su vertiente de sufrimiento– constituye
entonces una condición excluyente para el comienzo de la cura analí-
tica. Sólo a partir de este umbral, el síntoma se consolida como “lo que
el sujeto conoce de sí, sin reconocerse en ello”.10 No obstante, este viraje
requiere de un acto por parte del analista. Un acto que redunde en la
localización de ese sufrimiento. Por ejemplo, en el caso de Hombre de
las ratas, ese acto puede ubicarse en la posición abstinente de Freud ante
el pedido del certificado. Freud no da lugar a ese pedido, y se hace claro,
entonces, que éste no es más que una extensión de los temores obse-
sivos. Sólo a partir de este punto el Hombre de las ratas demanda ser
liberado de las ideas obsesivas que lo empujaban a semejante mandato.
Situamos así la primera transformación que se produce en la cura: de la
conducta ego-sintónica a la localización del padecimiento, a través del
acto del analista. De este modo, el síntoma pierde su función secundaria
y puede recuperar su “extra-territorialidad” al yo;11 o, dicho nuevamente
con los términos del caso Dora: el síntoma debe ser notado como un
“huésped extraño” para que quien consulta no tenga más remedio –ya
no un remedio narcisista– que solicitar desembarazarse de él.
Como esta referencia indica, lo que queda alterado en este movimiento
es el reconocimiento narcisista en el síntoma (muchas veces expresado
como un rasgo de carácter: “soy así”) y, por lo tanto, el desconocimiento
yoico –de que para ese sufrimiento hay una causa inconsciente–.
En resumidas cuentas, este movimiento se realiza a partir de una
apuesta específica del analista: poner en cuestión la identificación narci-
sista y promover la producción de la división subjetiva. En el seminario
20 Lacan expresa este último punto en los siguientes términos:
“Decir que hay un sujeto no es sino decir que hay hipótesis. La única
prueba que tenemos de que el sujeto se confunde y que el individuo que
habla es su soporte, es que el significante se convierte en signo.”12
10. Lacan, J. (1972) “El seminario 21: Los nombres del padre o los no incautos yerran”.
Inédito, clase del 16 de noviembre.
11. Freud, S. (1926) Inhibición, síntoma y angustia en Obras completas, Vol. XX, op. cit., p. 94.
12. Lacan, J. (1972-73) El seminario 20: Aun, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 171.
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INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA | Lucas Boxaca - Luciano Lutereau
13. Lacan, J. (1962-63) El seminario 10: La angustia, op. cit., p. 139. [Cursiva añadida]
14. Ibid., p. 302. [Cursiva añadida]
72
LOS USOS DEL SÍNTOMA
“Lean un poco, estoy seguro que esto no les sucede muy a menudo, la
introducción al psicoanálisis. Hay dos capítulos sobre el síntoma. Uno
se llama ‘Los caminos de formación de síntoma’, es el capítulo 23, y se
percatarán luego de que hay un capítulo 17 que se llama Der Sinn, el
sentido de los síntomas. Si Freud aportó algo es eso. Que los síntomas
tienen un sentido y que sólo se interpretan correctamente –correctamente
quiere decir que el sujeto deja caer alguno de sus cabos– en función de
sus primeras experiencias, a saber, en la medida en que encuentre lo que
hoy llamaré la realidad sexual.”15
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16. Cf. Lombardi, G. (1992) “La función primaria de la interpretación” en Hojas clínicas,
Buenos Aires, JVE, 2008.
17. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el “Hombre de las ratas”),
en Obras completas, Vol. X, op. cit., p. 138.
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punto, Freud sostiene que “sólo un año y medio después del recuerdo
de su omisión […] despertó y empezó a martirizarlo horriblemente, a
punto tal de tacharse de criminal”.18 Para ese momento, el recurso habi-
tual para desculpabilizarse –el sostén narcisista en la compañía de su
mejor amigo– no alcanza para contrarrestar el reproche obsesivo. La
respuesta de Freud, entonces, dista de ser la de un partenaire imaginario
que ofrezca un soporte en el reconocimiento yoico, sino que su apuesta
metodológica avanza en la vía de poner en secuencia ese padecimiento
con una causa inconsciente:
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24. Freud, S. (1914) “Recordar, repetir, reelaborar” en Obras completas, Vol. XII, op. cit.,
p. 153.
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Es por esta vía que el análisis se abre paso a los complejos incons-
cientes –los significantes fundamentales en juego en el gran temor obse-
sivo–. De este modo, el síntoma se hace accesible a la interpretación a
través de la actualización del síntoma en transferencia.
Antes que interpretar un deseo de muerte, o de destrucción, Freud
apunta en la dirección de cernir las condiciones del deseo del Hombre
de las ratas, condiciones que en el análisis el síntoma no hace más que
desplegar en diversas formaciones del inconsciente, como el sueño en
que el Hombre de la ratas relata querer dar sus condolencias a Freud
por la muerte de su madre y, de acuerdo con el mecanismo de síntoma
obsesivo en dos tiempos –uno que anula al otro y lo invierte–, envía una
esquela de felicitación.
La dirección de las intervenciones de Freud puede notarse en una breve
secuencia que aísla la posición del Hombre de las ratas respecto de eso
que desea en sus ocurrencias. La orientación general de estas interpre-
taciones es formulada por Freud en los siguientes términos:
25. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el “Hombre de las ratas”)
en Obras completas, Vol. X, op. cit., p. 164.
26. Ibid., p. 144.
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a ceder parte de su capital de goce, por amor al deseo que viene del
analista”.27
De este modo, si algo del material del complejo es apropiado para ser
transferido sobre la “persona” del analista, esta transferencia se produce.
Un proceso así se repite innumerables veces en la trayectoria de un
análisis, y ya da cuenta de un nuevo estatuto del síntoma en la cura: el
síntoma analítico, que se constituye en ese punto en que la cura oficia
como lugar de actualización del conflicto fundamental de la división
del sujeto y en que, por ejemplo, la neurosis se resuelve como neurosis
de transferencia.
27. Lombardi, G. (1992) “La función primaria de la interpretación”, op. cit., p. 17.
28. Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Buenos Aires, Paidós, 1987, p. 164.
29. Freud, S. (1912) “Sobre la dinámica de la transferencia” en Obras completas, Vol. XII,
op. cit., p. 101.
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“Tanto hay que sudar que uno puede incluso hacerse un nombre, como
se dice, de ese sudor. Es lo que conduce en algunos casos al colmo, a lo
mejor que se puede hacer: una obra de arte.”33
32. Lombardi, G. (1993) Síntoma y acto, Buenos Aires, Atuel, 1993, p. 112.
33. Lacan, J. (1975) “Intervención sobre la exposición de André Albert: el placer y la
regla fundamental”. Inédito.
34. Mazzuca, M. (2011) Ecos del pase, Buenos Aires, Letra Viva-FARP.
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del síntoma (de acuerdo con la formulación indicada del seminario 20)
por parte del analista, que reconduce su manifestación como signo a
la interpelación significante; el uso “del saber” del síntoma que hace la
neurosis misma, a través de responder a la intervención del analista con
la forma de la suposición transferencial; el uso “de goce” del síntoma a
que lleva al cierre del inconsciente y la presentación de la satisfacción
en la transferencia; el uso “actual” del síntoma que queda al analizante
una vez concluido el desciframiento inconsciente y la caída de la supo-
sición de saber.
En términos generales, podríamos nombrar esos cinco usos con
términos propios que permitan aprehender el movimiento esquemático
de un análisis: Yo, sujeto, inconsciente, objeto, acto.
Para concluir, entonces, proponemos el siguiente cuadro que grafique
el recorrido argumental de este capítulo en una distribución programá-
tica de los conceptos elaborados:
Ego-sintonía Narcisista Yo
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El acto del duelo,
el duelo como acto
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2. Agamben, G. (1978) Infancia e historia, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003, p. 117.
[Cursiva añadida]
3. Lacan, J. (1959) El deseo y su interpretación. Inédito.
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EL ACTO DEL DUELO, EL DUELO COMO ACTO
4. Cf. Mazzuca, M. (2012) La histérica y su síntoma. Una lectura freudiana con los discursos
lacanianos, Buenos Aires, Letra Viva.
5. Cf. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas)
en Obras completas, Vol. X, Buenos Aires, Amorrortu, 1988, pp. 179-185.
6. Freud, S. (1923) El yo y el ello en Obras completas, Vol. XIX, op. cit., p. 31.
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EL ACTO DEL DUELO, EL DUELO COMO ACTO
“En lo que concierne a las condiciones del afecto, Lacan no avanzó solo.
Sin embargo, su tesis parece original, y única en el siglo. Se ha hablado
del siglo XX como el siglo del lenguaje. Lacan pertenece a este siglo, pero
es el único que hizo del lenguaje un operador. Los otros se ubican más
bien en eso que se ha llamado the mind body problem que convoca al
cuerpo, por cierto, pero en el sentido del organismo, y para hacer de este
la causa del lenguaje.”11
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EL ACTO DEL DUELO, EL DUELO COMO ACTO
“Sin embargo creo hasta un cierto punto que no forzamos nada desig-
nándolo como propiamente patológico lo que pasa en ese momento, que
testimonia un gran desorden de Hamlet en su aspecto y volviéndolo a sus
períodos de irrupción de desorganización subjetiva que sea. Ocurre que
algo vacila el fantasma.”17
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implica la constitución del objeto “en tanto objeto”, esto quiere decir
que se lo pueda simbolizar como perdido. En la escena del cementerio,
confrontado con el dolor de Laertes por la pérdida de Ofelia, Hamlet
responde con lo que –en un primer nivel– se comprende como una iden-
tificación imaginaria. No obstante, dicho rodeo es la plataforma para que
el estatuto del objeto perdido como causa de deseo se constituya:
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EL ACTO DEL DUELO, EL DUELO COMO ACTO
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“Es pues gracias a lo que el sujeto atribuye de ser (de ser que sea en otra
parte) al analista, como es posible que una interpretación regrese al lugar
desde donde puede tener alcance sobre la distribución de las respuestas.”25
25. Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2,
Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, p. 571.
26. Soler, C. (1987) “Transferencia e interpretación en la neurosis” en Finales de análisis,
op. cit., 70.
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EL ACTO DEL DUELO, EL DUELO COMO ACTO
M. Little escribe su texto “R: La respuesta total del analista a las nece-
sidades de su paciente”27 con el propósito de dar cuenta de la eficacia
de un operador clínico del analista: la contratransferencia. No corres-
ponde, en este contexto, elucidar el contenido teórico del concepto, ni
elaborar una explicitación exhaustiva del caso clínico que la autora elige
para hacer intuible ese aspecto de su teoría. Simplemente nos serviremos
de una secuencia que permita esclarecer el problema conceptual al que
estamos abocados en este capítulo: la articulación entre duelo y acto.
Luego de siete años de tratamiento, apreciados por la analista según
“mi falla en lograr que de algún modo la transferencia fuera real para
ella [la paciente: Frida]”,28 aspecto que corrobora en el hecho de la inefi-
cacia de sus interpretaciones; cuando decide poner término a la cura,
ocurre un incidente: muere un ser querido de aquélla. En este punto,
Frida se sumerge en un estado de aguda congoja, que se mantuvo inal-
terado por cinco semanas. En el transcurso de este período la analista
declara la ineficacia de sus intervenciones: –interpretó la culpa (asociada
a la rabia y el miedo) por la muerte de la amiga; –le dijo a la paciente
que ella (Frida) sentía que ella (la analista) le había robado a su amiga,
y se lo reprochaba con su estado de malestar; –intervino diciendo que la
paciente quería que ella (la analista) comprendiese su dolor. Estas tres
intervenciones de la analista podrían parafrasearse del modo siguiente:
a) interpretación del sentimiento inconsciente de culpa; b) interpreta-
ción de la transferencia; c) interpretación de la demanda. El resultado
fue siempre el mismo: “Nada de esto la afectó: estaba completamente
fuera de contacto”, sostiene la analista.
Al cabo de cinco semanas, cuando la vida de la paciente ya empe-
zaba a correr peligro, M. Little intervino diciéndole lo dolorosa que era
su aflicción, no sólo para ella (la paciente) y su familia, sino para ella
misma (la analista). Le dijo que nadie podía acercársele en ese estado
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EL ACTO DEL DUELO, EL DUELO COMO ACTO
29. Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2,
op. cit., p. 581.
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INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA | Lucas Boxaca - Luciano Lutereau
30. Lombardi, G. (2009) “Rectificación y destitución del sujeto” en Aun, No. 1, Buenos
Aires, p. 33.
31. Ibid., 40.
32. Freud, S. (1912) “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” en Obras
Completas, Vol. XII, op. cit., p. 116.
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EL ACTO DEL DUELO, EL DUELO COMO ACTO
33. Freud, S. (1905) Fragmento de análisis de un caso de histeria en Obras completas, Vol.
VII, op. cit., p. 17.
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Boxaca - Lutereau
Una de las virtudes de esta introducción a la clínica psicoanalítica es Lucas Boxaca
su fuerza performativa. No describe la clínica psicoanalítica desde el Luciano Lutereau
exilio universitario, sino que la despliega en el ejercicio mismo de su Lucas Boxaca es psicoa-
explicación. Tensa lo que se dice hasta hacerlo decir. Habla de una nalista. Lic. en Psicología por la
práctica al mismo tiempo que la practica. No objetiva al ser hablan- Universidad de Buenos Aires, donde
te, le hace lugar, y con él, el clínico se hace lugar. Introducción trabaja como investigador y docente
en la Cátedra I de Clínica de Adul-
Gabriel Lombardi