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La iglesia lógicamente esta en contra del aborto, La Postura de la Iglesia Católica es firme, dice

que "La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de su
concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos
sus derechos de persona, entre ellos, el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida. La
cooperación formal a un aborto constituye una falta grave, que la Iglesia sanciona con la pena
canónica de excomunión". La Iglesia católica es el grupo social que más se a opuesto y se opone
al aborto , sin embargo se plantea una pregunta la cual nos deja pensativos por un momento, esto
con el ánimo de hacer una reflexión. La iglesia dice que aunque la presencia de un alma espiritual
no puede deducirse de la observancia de ningún dato experimental, las mismas condiciones de la
ciencia sobre el embrión humano ofrecen una indicación preciosa para discernir racionalmente
una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana: ¿Cómo un individuo humano
podría no ser persona humana?".
Según la Iglesia la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el
momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver
reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser
inocente a la vida
Los defensores del aborto han procurado cubrir su naturaleza criminal mediante terminología
confusa o evasiva, ocultando el asesinato con jerga como "interrupción voluntaria del embarazo"
o bajo conceptos como "derecho a decidir" o "derecho a la salud reproductiva". Ninguno de estas
expresiones, sin embargo, puede ocultar el hecho de que el aborto es un infanticidio.
La Iglesia Católica siempre ha condenado el aborto por tratarse del homicidio directo de una
persona inocente.

“La Iglesia se opone al aborto y aconseja a sus miembros que no se sometan a un aborto
ni que lo lleven a cabo, salvo en raras circunstancias en que, según la opinión médica
competente, la vida o la salud de la madre esté en serio peligro o que el embarazo sea
resultado de una violación y produzca serios traumas emocionales a la madre. Aún así, el
aborto debe considerarse sólo después de que las personas responsables hayan consultado
con las autoridades del sacerdocio que las presidan y hayan recibido la confirmación divina
por medio de la oración”.

¿Qué entiende la Iglesia por aborto?

La Iglesia Católica entiende por aborto la muerte provocada del feto,


realizada por cualquier método y en cualquier momento del embarazo
desde el instante mismo de la concepción. Así ha sido declarado el 23
de mayo de 1 988 por la Comisión para la Interpretación Auténtica
del Código de Derecho Canónico.

La cuestión del aborto provocado, ¿es sólo un problema


científico, político o social?

Ciertamente, no. Esta cuestión es, desde luego, un problema


científico, político y social grave. Pero también es, y en gran medida,
un serio problema moral para cualquiera, sea o no creyente.

¿Tenemos los católicos obligaciones adicionales acerca de la


cuestión del aborto, respecto de los no católicos o no
creyentes?

Todo hombre y toda mujer, si no quieren negar la realidad de las


cosas y defienden la vida y la dignidad humanas, han de procurar por
todos los medios lícitos a su alcance que las leyes no permitan la
muerte violenta de seres inocentes e indefensos. Pero los cristianos,
entre los que nos contamos los católicos, sabemos que la dignidad de
la persona humana tiene su más profundo fundamento en el hecho de
ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, que quiso ser hombre por
amor a todos y cada uno de nosotros.

Por eso los católicos, si vivimos nuestra fe, valoramos en toda su


dimensión el drama terrible del aborto como un atentado contra esta
dignidad sagrada. Más que de obligaciones adicionales, pues, habría
que hablar de una más profunda y plena comprensión del valor de la
persona humana, gracias a nuestra fe, como fundamento para
nuestra actitud en favor de la vida, ya que sabemos que el olvido de
Dios lleva con más facilidad al olvido de la dignidad humana.

Como católica, ¿en qué incurre una persona que realiza o


consiente que le realicen un aborto?

Quien consiente y deliberadamente practica un aborto, acepta que se


lo practiquen o presta una colaboración indispensable a su
realización, incurre en una culpa moral y en una pena canónica, es
decir, comete un pecado y un delito.

¿En qué consiste la culpa moral?

La culpa moral es un pecado grave contra el valor sagrado de la vida


humana. El quinto Mandamiento ordena no matar. Es un pecado
excepcionalmente grave, porque la víctima es inocente e indefensa y
su muerte es causada precisamente por quienes tienen una especial
obligación de velar por su vida.

Además, hay que tener en cuenta que al niño abortado se le priva del
Sacramento del Bautismo.

¿Qué es una pena canónica?

La pena canónica es una sanción que la Iglesia impone a algunas


conductas particularmente relevantes, y que está establecida en el
Código de Derecho Canónico, vigente para todos los católicos.

¿En qué pena canónica incurre quien procura un aborto?

El que procura un aborto, si sabe que la Iglesia lo castiga de este


modo riguroso, queda excomulgado. El Canon 1398 dice: "Quien
procura un aborto, si éste se produce, incurre en excomunión Latae
sententiae"

Por otra parte, el Canon 1041 establece que el que procura un


aborto, si éste se consuma, así como los que hayan cooperado
positivamente, incurre en irregularidad, que es el impedimento
perpetuo para recibir órdenes sagradas.
¿Qué quiere decir incurrir en excomunión?

Significa que un católico queda privado de recibir los Sacramentos


mientras no le sea levantada la pena: no se puede confesar
válidamente, no puede acercarse a comulgar, no se puede casar por
la Iglesia, etc. El excomulgado queda también privado de
desempeñar cargos en la organización de la Iglesia.

¿Qué quiere decir que una excomunión es Latae sententiae?

Con esta expresión se quiere decir que el que incurre en ella queda
excomulgado automáticamente, sin necesidad de que ninguna
autoridad de la Iglesia lo declare para su caso concreto de manera
expresa.

¿Significa algo especial la frase "si éste -el aborto- se


produce"?

Sí. Quiere decir que, para que se produzca la pena de excomunión, el


aborto debe consumarse, es decir, el hijo ha de morir como
consecuencia del aborto. Si, por cualquier circunstancia, el aborto no
llega a consumarse, no se producirá la excomunión, aunque se dará
el pecado.

En el caso del aborto, ¿quiénes incurren en la pena de


excomunión?

Si se dan las condiciones que configuran la pena de excomunión, en


este caso quedan excomulgados, además de la mujer que aborta
voluntariamente, todos los que han prestado colaboración
indispensable a que se cometa el aborto: quienes lo practican,
quienes los ayudan de modo que sin esa ayuda no se hubiera
producido el aborto, etc.

¿Qué razón de ser tiene que el aborto está condenado por una
pena canónica tan grave como es la excomunión?

La razón de ser de esta norma es proteger -también de esta manera,


no sólo con la catequesis y la recta formación de la conciencia- la vida
del hijo desde el instante mismo de la concepción, porque la Iglesia
se da cuenta de que la frágil vida de los hijos en el seno materno
depende decisivamente de la actitud de los más cercanos, que son,
además, quienes tienen más directa y especial obligación de
protegerla: padres, médico, etc. Luego, cuando el niño nazca, estará
ya además protegido de alguna manera por la sociedad misma.

La Iglesia ha entendido siempre que el aborto provocado es uno de


los peores crímenes desde el punto de vista moral. El Concilio
Vaticano II dice a este respecto: "Dios, Señor de la vida, ha confiado
a los hombres la insigne misión de proteger la vida, que se ha de
llevar a cabo de un modo digno del hombre. Por ello, la vida ya
concebida ha de ser salvaguardada con extremados cuidados; el
aborto y el infanticidio son crímenes abominables" (Const. "Gaudium
et Spes").

Pero ya que en los últimos años cada vez hay más Estados que
permiten el aborto, ¿no habría sido un gesto de benevolencia
de la Iglesia el haber mitigado las penas para los católicos que
aborten?

La Iglesia pudo haber cambiado, en la última y profunda revisión del


Código de Derecho Canónico culminada en 1983, la pena de
excomunión que pesa sobre los que procuran conscientemente un
aborto, pero no lo hizo así precisamente porque en las últimas
décadas se ha producido en todo el mundo una acusada relajación de
la sensibilidad de las gentes (y también de muchos creyentes) hacia
este crimen. Y si bien esta mayor laxitud social, que ejerce una
presión cierta sobre las conciencias, puede disminuir la gravedad del
delito en algunos casos, una atenuación de la pena habría suscitado,
inevitablemente, la errónea idea de que la Iglesia considera hoy el
aborto provocado como menos grave que antes, cuando,
evidentemente, no es así.

La Iglesia es Madre y Maestra; como Madre, es lenta para la ira y


fácil para el perdón, pero como Maestra no puede desvirtuar el
depósito de la doctrina legado por Dios, y no puede decir que está
bien lo que está mal, ni puede dar pie a que nadie suponga que actúa
de esta manera.

¿Puede suceder que alguna persona consienta o colabore en


un aborto y no incurra en excomunión?

Sí. Dado que en Derecho Canónico no existe delito si no hay pecado


grave, hay circunstancias en las que no se incurre en esta pena, que
requiere plena imputabilidad. Por ejemplo, no quedan excomulgados
los que procuran un aborto si ignoran que se castiga con la
excomunión; los que no tengan conciencia de que abortar
voluntariamente es pecado mortal; los que han intervenido en un
aborto forzados con violencia irresistible contra su voluntad o por
miedo grave; los menores de edad...; en general, los que han obrado
sin plena advertencia y pleno consentimiento.

En el caso de que un médico (o un anestesista o una


enfermera), por no estar dispuesto a realizar este tipo de
intervenciones, fuese despedido y padecieran necesidad él y
su familia, ¿podría colaborar?

Nunca se puede colaborar de modo positivo en la comisión de un acto


que va contra la ley de Dios, que hay que obedecer antes que a la ley
de los hombres. El católico que se halla en esta situación tiene la
obligación grave de ampararse en el derecho a la objeción de
conciencia, aunque esta actitud pueda acarrearle represalias.

El profesional sanitario cristiano ha de tener presente, además, que si


es conocida su condición de creyente puede provocar un grave
escándalo si colabora a la práctica de abortos.

Si los familiares de ese profesional son también cristianos, tienen la


responsabilidad humana y moral de ayudarle a sobrellevar las
dificultades, apoyarle en sus decisiones y hacer causa común con él
en esos momentos de tribulación. Y esta responsabilidad alcanza
también a sus amigos y colegas, si son cristianos y quieren vivir
auténticamente su fe, así como a los miembros de la comunidad
católica en que el profesional sanitario se desenvuelva.

¿Y qué ha de hacer el resto de las personas que trabajan en un


hospital donde se practican habitualmente abortos?

Esas personas han de poner todos los medios lícitos a su alcance para
que se dejen de practicar abortos. En cualquier caso, han de negar su
colaboración directa a esas acciones.

¿No es la doctrina católica sobre el aborto una dura doctrina,


que muy pocos podrán seguir?

Casi con estas mismas palabras replicaron los contemporáneos de


Jesús cuando oyeren su predicación. Y el mismo Jesús nos dijo que
hay que seguir el sendero estrecho para llegar al Reino de los Cielos.
Seguir a Cristo en Su Iglesia no es fácil, pero con la Gracia de Dios se
allana el camino y se superan las dificultades, por grandes que
parezcan. También nos dijo Jesús que fuéramos a Él con confianza, y
Él nos aliviaría de nuestras angustias.

La doctrina católica sobre el aborto no proviene de la voluntad de la


autoridad eclesiástica, sino que está fundamentada en lo más
profundo de la naturaleza de las cosas queridas por Dios, que se
expresa en la Ley que Él nos ha dado a conocer, y que la Iglesia tiene
la misión de transmitir. Pero la Iglesia cumple también con su deber
siendo el ámbito en que los cristianos pueden fortalecer mejor su fe y
ser ayudados y estimulados a vivir más intensamente su vida
cristiana.

¿Cómo puede levantarse una excomunión, tras haber


colaborado en un aborto consumado?

Si un católico se encuentra en esta situación, debe acudir al obispo o


al sacerdote en quien éste delegue. En la práctica, puede dirigirse a
cualquier sacerdote, que le indicará lo que debe hacer.
¿Tienen los católicos, además de la obligación grave de no
colaborar en ningún aborto provocado, otras obligaciones en
esta materia?

Todos los católicos estamos llamados a una vida plena, es decir, a la


santidad, y a contribuir activamente a la extensión del Reino de Dios
en la tierra llevando el Evangelio hasta el último rincón del mundo. Si
todo miembro responsable de una sociedad que se proclama
civilizada tiene el deber de defender la vida y la dignidad humanas,
por muchas más razones los católicos hemos de asumir esta tarea.

¿Cómo se puede hacer esto, en el caso del aborto?

El lograr que en una sociedad se respete el derecho a la vida es


responsabilidad de todos en su actividad cotidiana, pues todos, con el
ejemplo de su conducta, sus palabras, sus escritos, sus opiniones, su
voto, la educación de sus hijos, etc., influyen en lo que se piensa, en
cómo se vive Y en lo que se legisla.

Ciertamente, un papel importante corresponde a políticos,


educadores y responsables de medios de Comunicación social, por la
repercusión que sus palabras o sus acciones tienen en la colectividad;
pero ellos, al tiempo que influyen sobre la sociedad, son influidos a su
vez también por ella.

¿Qué puede hacer para influir en esta materia un cristiano


corriente, un ciudadano normal que ni sale en la televisión, ni
habla desde una cátedra o una tribuna pública?

Lo primero que cada uno puede y debe hacer para afirmar la vida es
vivir con la conciencia de su dignidad. Sólo afirmaremos la vida de
otros si nosotros percibimos la nuestra en toda su grandeza y si
nuestra conducta es coherente con nuestra convicción. El ejemplo de
Jesús, tomando en serio a cada una de las personas que se
encontraba, debe servirnos para que todos los que se crucen en
nuestra vida se sientan valorados y tenidos en cuenta como seres
únicos. Una afirmación así de la vida personal en nuestras
experiencias cotidianas hará posible que surja, naturalmente, la
estima por todos y cada uno de los seres humanos, también los
concebidos y no nacidos. Pero junto a esta actitud general, caben
muchas maneras concretas de trabajar específicamente en favor de la
vida:

 Rogando al Señor por los legisladores y los dirigentes sociales


en general, para que sepan comprender que los hijos
concebidos y no nacidos son los más inocentes y los más
indefensos miembros de, nuestra sociedad, y que, como ha
dicho repetidamente el Papa Juan Pablo li, nunca se puede
legitimar la muerte de un inocente.
 No despreciando el valor moral del dolor y del sacrificio, cuyo
rechazo lleva a justificar cualquier intento de acabar con lo que
se cree que son sus causas, incluidos los ancianos o enfermos
inútiles, los deficientes que son una carga o los nuevos hijos
que pueden complicar la vida o disminuir el bienestar de la
familia.
 Acogiendo y ayudando, también económicamente, a quienes,
por razón de su maternidad, se encuentran en situaciones
difíciles.
 Recibiendo con alegría, por duro que pueda ser, al nuevo hijo
enfermo o deficiente que llegue a la familia, como una
bendición de Dios. Es ejemplar el testimonio de numerosísimos
padres cristianos en este sentido.
 Reaccionando positivamente ante escritos públicos o programas
audiovisuales que defiendan la vida humana, y críticamente
ante los que la ataquen
 Orientando el voto hacia las alternativas que merezcan más
confianza por sus actitudes ante la vida en general, y ante la
cuestión del aborto provocado en particular.
 Informando a quienes nos rodean, con caridad, pero con
firmeza y claridad, de la realidad del hijo no nacido y de la
importancia de defender su derecho a vivir.
 Los médicos, en especial los ginecólogos, y otros profesionales
sanitarios, empleando los medios técnicos que permiten que
una madre vea en una ecografía, con sus propios ojos, al hijo
en sus entrañas, moviéndose, nadando, chupándose el dedo.
Se ha dicho que si el vientre de las madres fuera transparente,
muchos verían la cuestión del aborto provocado de otra
manera.

Son sólo algunos ejemplos que puedan dar idea del enorme campo
que un cristiano tiene ante sí en relación con este gravísimo
problema.

¿Es razonable pensar que un día la vida y la dignidad humanas


se respetarán desde la concepción hasta la muerte?

No es posible contestar rotundamente a esta cuestión, pero hacia


este objetivo deben encaminarse los esfuerzos de todos los que
aspiran a un mundo justo. Las agresiones a la vida humana,
especialmente de los inocentes, han tenido siempre en la historia
consecuencias dramáticas. Los cristianos sabemos que cuando las
personas y las colectividades han reconocido a Jesucristo, este
reconocimiento ha supuesto una afirmación de la vida sin parangón
con cualquier otra cultura. Por eso debemos empeñarnos en la
extensión de la presencia de Cristo en la sociedad, porque de este
modo los hombres reconocerán su propia grandeza y podrán vivir con
una nueva conciencia propia dignidad. Con el auxilio de Jesús y de su
madre, que lo concibió en su seno, y con el ejemplo nuestra propia
vida, será posible trabajar mejor en defensa de este ideal.

¿A QUÉ LLAMAMOS ABORTO?


Los defensores del aborto han procurado cubrir su naturaleza criminal mediante
terminología confusa o evasiva, ocultando el asesinato con jerga como
"interrupción voluntaria del embarazo" o bajo conceptos como "derecho a decidir"
o "derecho a la salud reproductiva". Ninguno de estos artificios del lenguaje, sin
embargo, puede ocultar el hecho de que el aborto es un infanticidio.

En el lenguaje común, llamamos aborto a la expulsión prematura de un feto


humano, ya sea espontáneamente o provocado. El aborto es la muerte de un niño
o niña en el vientre de su madre producida durante cualquier momento de la etapa
que va desde la fecundación (unión del óvulo con el espermatozoide) hasta el
momento previo al nacimiento. Se habla de aborto espontáneo cuando la muerte
es producto de alguna anomalía o disfunción no prevista ni deseada por la madre;
y de aborto provocado (que es lo que suele entenderse cuando se habla
simplemente de aborto) cuando la muerte del bebé es procurada de cualquier
manera: doméstica, química o quirúrgica.

En lenguaje numérico, el aborto ha sido el motivo de la muerte de más de 25


millones de niños (sólo en Estados Unidos) desde que se legalizó el aborto en
1973 en ese país. Y en el lenguaje Hipocrático, es un término que antes no era
aceptado y ahora es diariamente utilizado. Se removió del Juramento Hipocrático la
última frase: "no daré a ninguna mujer un remedio abortivo..." presentando una
verdadera contradicción a la obligación natural del médico a defender la vida,
hasta sus últimas consecuencias.

ABORTO: FALACIAS Y REFUTACIONES


¿Cuál es la verdadera doctrina de la Iglesia Católica?

Hay personas que se llaman "católicas" pero que no aceptan la doctrina de la


Iglesia con respecto a la defensa de la vida humana ante el crimen del aborto e
intentan confundir al pueblo católico sobre este importante tema. A continuación,
ofrecemos las principales falacias de estas personas y sus correspondientes
refutaciones.

Falacia # 1: "La Biblia no dice nada del aborto."

Refutación:
Es verdad que la Biblia no condena explícitamente el aborto. Sin embargo, la Biblia
enseña que lo que hay en el seno de una madre embarazada es un ser humano (cf.
Salmo 139:13, 15; Jeremías 1:5; Lucas 1:13; Mateo 1:21). Además, la Biblia
condena el homicidio directo de los inocentes (cf. Éxodo 23:7; Deuteronomio
27:25; Mateo 18:10 y 14). Ahora bien, los niños y las niñas que no han nacido
todavía son evidentemente inocentes. Por consiguiente, el matarlos por medio del
aborto es condenable.

Todas las personas que creen en Dios están de acuerdo en que Dios es Quien
concede los hijos y Quien infunde el alma en el cuerpo humano. Ello significa que
Dios crea a cada ser humano para un propósito. No tenemos el derecho de
contradecir Su voluntad respecto de Su creación.
Este argumento es en realidad un intento de desviar la atención de la maldad del
aborto. Las personas que lo presentan muchas veces están totalmente de acuerdo
con otros actos que la Biblia condena específicamente, como la actividad
homosexual, la fornicación y el adulterio (cf. Romanos 1:26-27; Marcos 7:21;
Éxodo 20:14).

Por último, en ningún lugar de la Biblia encontramos que ésta apruebe el aborto.

Falacia # 2: "La Iglesia Católica no está segura de que el feto sea una persona."

Refutación:
La Iglesia Católica siempre ha condenado el aborto por tratarse del homicidio
directo de una persona inocente. Durante la Edad Media algunos teólogos creían
que el alma era infundida cierto tiempo después de la concepción. Esta creencia,
ya obsoleta, fue producto de la influencia de algunos filósofos paganos antiguos.
Las personas que presentan este falso argumento utilizan estos hechos para
hacerle creer a la gente que la Iglesia dudó de la humanidad del ser humano antes
de nacer y que por lo tanto su doctrina no es segura.

Pero ello no es cierto. Aún aquellos teólogos que creían en el error ya mencionado,
condenaban el aborto. La razón es muy simple. Si usted duda de la presencia de
un ser humano en el seno materno, la duda debe ir a favor de la vida. De otra
manera usted está actuando con intención criminal.
Durante esa época la Iglesia decretó penas canónicas menos severas para el aborto
provocado antes de la presunta infusión tardía del alma. Pero su enseñanza moral
permaneció invariable: el aborto es un acto intrínseca y gravemente inmoral
durante cualquier etapa del embarazo.

Falacia # 3: "Debemos respetar la capacidad que tienen las mujeres para tomar
decisiones."

Refutación:
El mero hecho de que un ser humano sea mujer (u hombre) no implica
automáticamente que goza de la sabiduría para tomar decisiones morales
correctas. De hecho, las personas que presentan este falso argumento no le
conceden esa misma capacidad a los hombres (muchas de ellas critican la
enseñanza del Papa y los obispos). Ello no es otra cosa que sexismo.

El énfasis que ponen estas personas sobre la capacidad moral de las mujeres a la
hora de decidir la aceptación del aborto, no es otra cosa que otro intento de
desviar la atención sobre la maldad de éste. Al enfatizar que las mujeres gozan de
esa capacidad, por ser las únicas que salen embarazadas, estas personas intentan
colocarle una fachada moral a la matanza de los niños y niñas que no han nacido
todavía.

Pero la cuestión fundamental aquí no es si las mujeres tienen la capacidad moral


para decidir sobre el aborto. La cuestión fundamental es que el aborto destruye la
vida de un ser humano. Ello no es objeto de decisión legítima por parte de ninguna
persona, sea mujer, hombre, niño, adulto o anciano.

Falacia # 4: "Si usted desea que disminuya el índice de abortos, debe aceptar la
disponibilidad de la anticoncepción de la forma más amplia posible."

Refutación:
La presunción que está implícita en este argumento es que mientras más personas
utilicen anticonceptivos, habrá menos abortos. Pero ello es falso. Por ejemplo, en
Estados Unidos, lamentablemente la anticoncepción está totalmente disponible.
Sin embargo, cada año se practican millón y medio de abortos. ¿A qué se debe
esto?

En primer lugar, los anticonceptivos que más se usan (la píldora, el Norplant y el
dispositivo intrauterino) son abortivos, al menos parte del tiempo, por cuanto
impiden la implantación de un ser humano recién concebido en el útero de su
madre. Es más, el número de abortos causados por estos y otros anticonceptivos
abortivos es superior al número de abortos quirúrgicos.

En segundo lugar, los estudios demuestran que las personas que usan
anticonceptivos son más propensas a recurrir al aborto quirúrgico, cuando éstos
fallan (y los anticonceptivos sí fallan), que las personas que no utilizan
anticonceptivos. En general, la anticoncepción suscita una mentalidad contraria a
la aceptación generosa de una nueva vida. Lejos de impedir el aumento del aborto;
la anticoncepción lo propicia.

No debemos dejarnos engañar por estas falacias, aunque aparenten ser válidas.
Jesucristo ha dado a la legítima autoridad de su Iglesia, y sólo a ella, la capacidad
para interpretar y enseñar auténticamente la Palabra de Dios y su aplicación moral
y espiritual a cada aspecto de nuestra vida.
"Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino
que arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros
por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a
las fábulas...Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste" (2
Timoteo 4:3-4; 3:14). Y recuerde: "la Iglesia del Dios vivo es columna y
fundamento de la verdad" (1 Timoteo 3:15).

"No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana". Se
trata de una afirmación del pontífice en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium,
la primera del papa Francisco tras los trabajos del Sínodo de Obispos, celebrado del 7 al
28 de octubre de 2012, dedicado a "la nueva Evangelización para la transmisión de la
fe".

Sin embargo, Francisco reconoce que "también es verdad que hemos hecho poco para
acompañar a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se
les presenta como una rápida solución para sus profundas angustias, particularmente
cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un
contexto de extrema pobreza".

"¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?", se pregunta.


Según el pontífice, "la Iglesia quiere cuidar con predilección a los niños por nacer, que
son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su
dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y
promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo".

El obispo de Roma agrega que "frecuentemente para ridiculizar alegremente la defensa


que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico,
oscurantista y conservador".

Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer "está íntimamente ligada a la defensa de
cualquier derecho humano", sostiene. "Supone -agrega el papa- la convicción de que un
ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su
desarrollo".
También, en Exhortación Apostólica, alude a la familia para la que "el matrimonio es
una aportación a la sociedad", aunque en estos momentos "atraviesa una crisis cultural
profunda" y arremete contra "el individualismo posmoderno y globalizado favorece un
estilo de vida que desnaturaliza los vínculos familiares".

Y habla de los pobres. "Para la Iglesia la opción de los pobres es una categoría
teológica, antes que sociológica". "Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres.
Ellos tienen mucho que enseñarnos", dice y asevera que "mientras no se resuelvan
radicalmente los problemas de los pobres....no se resolverán los problemas del mundo".
El papa invita a cuidar a los más débiles: "los sin techo, los tóxico dependientes, los
refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados" y a
los emigrantes para los que exhorta a los países "a una generosa apertura".

Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del aborto?"

Respuesta: La Biblia nunca menciona específicamente el problema del aborto. Sin


embargo, hay numerosas enseñanzas en la Escritura que hacen totalmente claro la visión
de Dios sobre el aborto. Jeremías 1:5 nos dice que Dios nos conoce antes de formarnos
en el vientre materno. El Salmo 139:13-16 nos habla del papel activo de Dios en nuestra
creación y formación en la matriz. Éxodo 21:22-25 prescribe el mismo castigo para alguien
que cause la muerte de un bebé en el útero que para alguien que cometa un asesinato.
Esto indica claramente que Dios considera a un bebé en la matriz del mismo modo que lo
hace con un ser humano plenamente desarrollado como adulto. Para el cristiano, el aborto
no es un asunto de elección de los derechos de la mujer. Es un asunto de la vida o la
muerte de un ser humano hecho a la imagen de Dios. (Génesis 1:26-27; 9:6).

El primer argumento que se levanta siempre contra la posición cristiana sobre el aborto es,
“¿Qué sucede en los casos de violación y/o incesto?” Tan horrendo como sería el quedar
embarazada como resultado de una violación y/o incesto, ¿es el hacer asesinar a un bebé
la respuesta? Dos errores no hacen un acierto. El niño que llega a ser el resultado de
violación y/o incesto puede ser dado en adopción a una amorosa familia que no haya
podido tener hijos propios – o el niño puede ser criado por su madre. Nuevamente, el bebé
no debe ser castigado por los actos malvados de su padre.

El segundo argumento que usualmente se levanta contra la posición cristiana sobre el


aborto es, “¿Y qué sucede cuando la vida de la madre está en riesgo?” Honestamente,
esta es la pregunta más difícil de responder en el tema del aborto. Primero, recordemos
que esta situación es la razón tras menos de una décima del uno por ciento de los abortos
hechos en el mundo actual. Hay muchísimas más mujeres que tienen abortos porque no
quieren “arruinar sus cuerpos” que mujeres que tienen un aborto para salvar sus propias
vidas. Segundo, recordemos que Dios es un Dios de milagros. Él puede preservar la vida
de una madre y su bebé, a pesar de que todos los pronósticos médicos estén en su contra.
Aunque finalmente, esta pregunta solo puede ser decidida entre el esposo, la esposa y
Dios. Cualquier pareja que enfrente esta extremadamente difícil situación deberá orar al
Señor por sabiduría (Santiago 1:5) para saber lo que Él quiere que hagan.

En el 99% de los abortos ejecutados en el mundo actual, la razón es “control natal


retroactivo.” Una mujer y/o su pareja deciden que no quieren al bebe que han concebido.
Así que deciden terminar la vida de su hijo, en vez de enfrentarse con la responsabilidad.
Esta es una maldad extrema. Aún en el 1% de las situaciones más difíciles, el aborto
nunca debe ser la primera opción. La vida de un ser humano en la matriz vale cualquier
esfuerzo que le permita llegar al término de su proceso de nacimiento.

Para aquellos responsables de un aborto – el pecado del aborto no es menos perdonable


que cualquier otro pecado. A través de la fe en Jesucristo, cualquier y todos los pecados
pueden ser perdonados (Juan 3:16; Romanos 8:1; Colosenses 1:14). Una mujer que ha
tenido un aborto, o un hombre que ha animado al aborto, o aún un doctor que ha ejecutado
uno – todos pueden ser perdonados por la fe en Cristo Jesús.

Iglesia dice que el aborto no es un


derecho y mucho menos fundamental
Octubre 04, 2012 - 12:00 a.m. Por:
Elpais.com.co | Colprensa

Los obispos de Colombia se pronunciaron en contra de cualquier iniciativa legislativa que


pretenda despenalizar o reglamentar el aborto.

La Conferencia Episcopal de Colombia elaboró un documento en el que deja claro que la mujer es
una víctima más del aborto.

“ Ninguna circunstancia, por grave que parezca, puede justificar ni convertir en legal o moralmente
aceptable el hecho de causar intencionalmente la muerte de un ser humano inocente” , dice el
documento elaborado por la Conferencia Episcopal de Colombia, el cual fue presentado este jueves
en compañía de la Fundación Provida. En el documento la iglesia deja claro que la mujer es una
víctima más del aborto y que este “ no es un derecho y menos de rango fundamental: no existe
ningún tratado internacional en materia de derechos humanos que le reconozca tal cualidad. Por eso,
no es posible exigir a ningún Estado la legalización del aborto” . El pronunciamiento surge como
respuesta a la iniciativa legislativa impulsada por los representantes a la Cámara Germán Navas
(Polo) y Alfonso Prada (Partido Verde), quienes pretenden regular los tres casos en los cuales el
aborto es permitido en el país. De ser aprobado el proyecto, el artículo 11 de la Constitución
Nacional quedaría así: “ El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte. La interrupción
voluntaria del embarazo podrá realizarse en los casos autorizados por la ley” . El temor de la Iglesia
Católica y de quienes se oponen al aborto es que esta modificación le abra la puerta a esta práctica
en cualquier caso. Por eso, tanto los obispos como Provida han dejado claro que se oponen al aborto
y que no lo aprueban bajo ninguna circunstancia. Ni la pastilla del día despuésEl secretario de la
Conferencia Episcopal, monseñor José Daniel Falla, manifestó que la iglesia tampoco aprueba la
utilización del misoprostol o Cytotec, que son usadas como métodos de anticoncepción de
emergencia. “ Cualquier método que atente contra la vida humana nunca podrá ser aprobado desde
ningún punto de vista ético” , dijo monseñor. En esta ocasión, la iglesia se apoyó en profesionales de
la salud que están en contra del aborto desde una postura médica. Es el caso de la psiquiatra Danelia
Cardona, quien está en contra de cualquier método para inducir el aborto por las secuelas físicas y
emocionales que deja en las mujeres. Según Cardona la ciencia ha demostrado que cuando una mujer
aborta quedan consecuencias para su salud física y mental, inclusive cuando se usa el misoprostol,
que a su criterio es un mecanismo de aborto químico. Cárdenas sostiene que con la legalización del
aborto no se disminuyen los riesgos que corren las mujeres cuando deciden abortar, porque los
peligros para su vida y salud mental son inherentes al mismo procedimiento, y no por las
condiciones de higiene de las clínicas donde se practican estos procedimientos.

¿Por qué la Iglesia no aprueba el aborto?


La Iglesia defiende los derechos de aquellos que no pueden hacerlo

Por: Florentino Juárez | Fuente: es.catholic.net

No es cuestión de aprobar o no aprobar el aborto. La Iglesia no trata de imponer sus ideas, sino que
considera su deber ayudar al hombre y defender los derechos de aquellos que no pueden hacerlo por sí
mismos, en este caso, los niños no nacidos. La Iglesia valora como el mayor don la vida y busca
protegerla y fomentarla, enseñando al hombre el verdadero valor de la vida. Una visión errada puede
llevar a la distorsión y a la destrucción de los valores humanos inherentes a la persona, con el riesgo de
deshumanizar al mundo.

El hombre es libre. Esa libertad ha sido la gran conquista de nuestro tiempo. Libertad y progreso son
justamente las dos banderas que enarbolan quienes luchan por una legislación pro -abortista. Nadie pone
en duda que el redescubrimiento del valor, de la dignidad y del papel de la mujer en la sociedad deban ser
defendidos.

Y aquí está el punto. Cuando se habla de «aborto sí» o «aborto no», se toma en cuenta sólo los derecho de
una sola de las partes. Con mucha facilidad se olvida de la otra persona que la mujer lleva dentro.

Desde el plano médico-legal, todo se juega en el prejuicio de no reconocerle entidad al niño -o la niña-
que se porta en el seno.

En buena lógica, parecería justo decir que si el hombre no es capaz de crear la vida, no le es tampoco
lícito el destruirla a beneplácito, como si fuera su dueño. Para el creyente la cosa es más sencilla, pues
sabe que la vida le viene de Dios; que es un don, más aún, el don más maravillosos de todos los dones. La
donación es siempre muestra signo de amor. Por lo mismo, la concepción siempre debiera ser fruto del
amor, pero amor del verdadero. Ese amor que no permite hablar de interrupción voluntaria de la gravidez,
de mujer o producto o feto... Las palabras que entiende son madre y padre que esperan y reciben como
don de Dios a un hijo muy amado. Desgraciadamente, muchas veces una nueva vida no es fruto del amor,
pero aún así es una nueva vida que tiene el derecho de nacer.

Hablemos como dos amigos. Si yo te preguntara por la persona a la que más amas, estimas tu cantante
favorito, el futbolista preferido, tu pastel inolvidable, me dirías sus nombres sin interrupción en el menor
tiempo posible. Si te preguntara de igual manera por los que peor te caen, tal vez me los dirías en menos
tiempo todavía. Y si ahora te diera la posibilidad de elegir que uno de estos dos grupos no existiera, que
desapareciera instantáneamente... no necesito escuchar tu respuesta, ya sé cuál has seleccionado. Tus
gustos son evidentes, te traicionan, también los caprichos y tus conveniencias y tus molestias. ¿Alguien te
obligó a elegirlos?

Aborto tiene 6 letras igual que muerte. ¿Suficiente? Generalmente no se agrede a quien más se ama y
menos a su vida, don exclusivo de Dios; si así lo intentaras tu apreciado “amigo” de inmediato buscaría
defenderse. La vida inicia desde el momento de la concepción, dando origen y creando las condiciones
necesarias que se realice una persona. En cualquier momento de su desarrollo que se vea interrumpido, se
mata a una persona. Si no se dan las condiciones, la naturaleza es la encargada de esa interrupción no
querida por la madre.

Lector u oyente, creo que apoyar y luchar por los que no pueden hacerlo en su infinita y silenciosa
pequeñez -contra el capricho, la comodidad, la conveniencia, el gusto de otros-, no es la imposición de un
grupo sino el deber y derecho de toda persona.

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