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Corte Suprema de
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN LABORAL

Magistrada ponente: ISAURA VARGAS DIAZ

Radicación No. 23202

Acta No 73

Bogotá, D. C., veintinueve (29) de agosto de

dos mil cinco (2005).

Resuelve la Corte el recurso de casación

interpuesto por el apoderado de la ADMINISTRADORA DE RIESGOS

PROFESIONALES –A.R.P.- COLSEGUROS S.A. Y/O COLSEGUROS S.A.

contra la sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito

Judicial de Valledupar, el 12 de septiembre de 2003, en el proceso

que le sigue YANETH ESTER BALOCO TAPIA, en su calidad de

compañera permanente del causante VALMORE LOCARNO

RODRÍGUEZ y en representación de sus menores hijos FREDDY y

CATHERINE PAOLA LOCARNO BALOCO.

I. ANTECEDENTES
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2 Expediente 23202

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En lo que en rigor al recurso interesa es suficiente

decir que los actores llamaron a juicio a la demandada para que

fuera condenada a reconocerles y pagarles la pensión de

sobrevivientes de origen profesional, debidamente indexada, desde

la fecha del fallecimiento del causante, ocurrido el 12 de marzo de

2001, así como la “devolución de saldos de que trata el Art. 53

literal a) del decreto 1295 de 1994” (folios 1 a 2 cuaderno 1).

Fundaron sus pretensiones en que “el señor

VALMORE LOCARNO RODRÍGUEZ (Q.E.P.D.) cotizó a la A.R.P.

Colseguros S.A. y/o Colseguros S.A.(...) como trabajador cotizante

en la Seccional Cesar y su empleador era DRUMMOND LTDA(...)

desde la fecha de su ingreso en el año 1999 hasta la fecha de su

fallecimiento 12 de marzo de 2001, que ocurrió debido a que un

grupo armado interceptó el vehículo que utilizaba la empresa para

transportarlos de su residencia a su lugar de trabajo y viceversa, a

la altura del corregimiento de CASA DE ZINC perteneciente al

municipio de El Paso, en la carretera que conduce de la Loma a su

lugar de residencia en la ciudad de Valledupar” ; que el causante

nació el 13 de abril de 1964; que cotizó al sistema general de

seguridad social desde el año de 1999 hasta el 12 de marzo de


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3 Expediente 23202

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2001; que YANETH ESTER BALOCO TAPIA “tuvo una relación marital

con el causante (...) que perduró por espacio de nueve (9) años

hasta la fecha de su fallecimiento (...) tiempo este durante el cual

‘se prodigaron socorro, ayuda mutua y el débito conyugal ””,

producto de lo cual procrearon dos hijos; que si bien Locarno

Rodríguez estuvo casado, “se hallaba separado de hecho desde el

año 1991, y además desde la fecha de su separación nunca

volvieron a convivir bajo ningún techo” ; y que impetra la demanda

debido a que la sociedad llamada a juicio decidió consignar las

mesadas pensionales y demás derechos a órdenes de un juzgado

“mientras la justicia ordinaria determina a quien le asistía el

derecho” , esto es, si a ella o a la esposa, quien también los

reclamó.

La demandada, al dar respuesta al libelo de

demanda, se opuso a la prosperidad de las pretensiones, por cuanto

“hasta la fecha resultan desconocidas las causas, los motivos y los

autores del homicidio del Sr. Locarno y no existe prueba alguna que

permita establecer que el atentado haya sido consecuencia directa

de las funciones que como mecánico desarrollaba el trabajador


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4 Expediente 23202

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fallecido y en esas condiciones no es posible establecer el nexo de

causalidad entre el accidente y el trabajo, como presupuesto legal

para determinar la profesionalidad del primero y la consecuente

responsabilidad del sistema de riesgos profesionales. Así, al no

haberse producido el accidente ni en ejecución de las funciones

asignadas, ni dentro del ejercicio de una labor bajo la subordinación

del empleador, ni tampoco por el hecho mismo del transporte en el

bus (...) contratado por la empleadora, toda vez que la muerte del

Sr. Locarno no se produjo durante el traslado del lugar de trabajo a

la residencia, pues bien sabido es que dicho traslado fue

interrumpido por desconocidos, quienes obligaron al conductor a

desviarse de la ruta, coaccionando a todos los ocupantes del bus a

bajar del mismo para posteriormente, previa identificación del Sr.

Locarno, proceder a su ejecución en la vía pública(...)” (folios 181 a

182 cuaderno 1). Propuso las excepciones de inexistencia de las

obligaciones reclamadas y prescripción.

Por sentencia de marzo 5 de 2003, el Juzgado

Segundo Laboral del Circuito de Valledupar, declaró que “YANETH

ESTHER BALOCO TAPIA en su calidad de compañera permanente


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5 Expediente 23202

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del señor VALMORE LOCARNO RODRÍGUEZ, es titular de la pensión

de sobreviviente causada por accidente de trabajo” y en

consecuencia condenó a la A.R.P. COLSEGUROS S.A. y/o

COLSEGUROS S.A. a reconocérsele y pagarle “ a partir del día trece

(13) de marzo de dos mil uno (2001), por una mesada ordinaria de

QUINIENTOS SETENTA Y DOS MIL SEISCIENTOS OCHENTA Y SIETE

PESOS CON 49 CENTAVOS ($572.687.49), más los reajustes anuales

de la ley y las mesadas adicionales de junio y diciembre” ; la absolvió

de las demás pretensiones y le impuso costas. Decisión que, apelada

por las partes, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de

Valledupar, mediante fallo de septiembre 12 de 2003, dispuso

confirmar con la siguiente modificación: “ condenar a la A.R.P.

COLSEGUROS S.A. y/o COLSEGUROS S.A. a pagarle a YANETH

BALOCO TAPIA y a sus menores hijos FREDDY LOCARNO BALOCO y

CATHERINE LOCARNO BALOCO, la pensión de sobrevivientes: Año

2001 YANETH BALOCO TAPIA $572.682- FREDDY y CATHERINE

LOCARNO BALOCO $286.341 a cada uno. Año 2002 YANETH

BALOCO TAPIA $594.690.48- FREDDY y CATHERINE LOCARNO

BALOCO $297.345.42 a cada uno. Año 2003 YANETH BALOCO

TAPIA $638.661.31- FREDDY y CATHERINE LOCARNO BALOCO

$319.330.65 a cada uno” (folios 68 a 69 cuaderno 2).


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II. LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

En lo que es pertinente al recurso extraordinario, el

juez de la apelación, previamente al examen de fondo del recurso,

sostuvo que son hechos ciertos e indiscutibles: (i) la afiliación de

Valmore Locarno Rodríguez a la A.R.P. COLSEGUROS, a partir del 1º

de abril de 1999; (ii) que el trabajador afiliado murió el día 12 de

marzo de 2001; y (iii) que los autores de esa muerte fueron

desconocidos, puesto que “ después de terminar la jornada laboral

se dirigía desde la mina PRIB BENOW hacía Valledupar en el bus de

la empresa(...)contratado por la empleadora para el transporte de

sus trabajadores”, cuando, “siendo aproximadamente las 18.30

horas y unos quince (15) kilómetros después de haber iniciado el

recorrido por la carretera nacional, el bus fue interceptado por unos

desconocidos que obligaron al conductor a abandonar la carretera e

internarse en una trocha, para una vez allí exigirles a los ocupantes

bajar del mismo y previa identificación del trabajador VALMORE

LOCARNO le propinaron varios impactos de arma de fuego que le

produjeron lesiones fatales” (folio 62 cuaderno 2).


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7 Expediente 23202

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Seguidamente encuadró el debate en lo dispuesto

por el artículo 9º del Decreto Extraordinario 1295 de 1994, el cual

copió, para exponer que “el cognociente subsume el caso de autos

en el inciso 3º ibídem, que consagró el accidente “in itinere”, en

accidente de trabajo porque se trata de un suceso sufrido durante el

traslado de los trabajadores entre el sitio de trabajo y el de su

residencia, pero ese entendimiento lo rebate la demandada

acotando que dicho fenómeno jurídico no se configura ya que para

ello se requiere que el suceso haya acaecido por hechos propios de

la actividad misma y no por hechos de un tercero, tal como sucedió.

Sin embargo la tesis sobre la cual edifica la demandada su petición

de revocatoria de la sentencia no puede ser aceptada por la Sala

debido a que si la situación de hecho descrita y probada se

subsume, sin duda en aquella que plasma el inciso tercero ibídem,

que consagró la figura, originada en la doctrina, del accidente de

trabajo “in itinere”,(...) Pero si el trabajador se encontraba en el

momento de su muerte en el sitio que ella le fue ocasionada por

estar saliendo de su trabajo, en concepto de la Sala ha de

entenderse que fue con ocasión al trabajo que realizaba en la

empresa y, consecuencialmente dicha situación hace que se de la

relación de causalidad” (folios 63 a 64 cuaderno 2).


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8 Expediente 23202

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Asentó igualmente que de tiempo atrás la

legislación Colombiana sobre el tema del accidente de trabajo “ha

desarrollado la teoría del riesgo profesional o de la responsabilidad

objetiva, en virtud de la cual si el accidente ocurre por causa o con

ocasión del trabajo surge a cargo del empleador la obligación de

reparar el daño, aunque medie un hecho del trabajador, salvo que

sea doloso o gravemente culposo, o de un tercero. De manera, que

no se exige, como sí sucedió cuando el contrato laboral estuvo

sometido antes a las normas de derecho común, para que el

acontecimiento genere responsabilidad que se deba a la actividad

culposa del empleador, luego aparece desafortunada la tesis de la

recurrente elaborada sobre la base del Art. 216 del C.S.T., por estar

ésta concebida para regir una situación distinta a la aquí

controvertida” (folio 64 cuaderno 2). Para apoyar su aserción

transcribió apartes de la sentencia de la Corte de 19 de febrero de

2002 (Radicación 17.429).

Concluyó señalando que “no es cierto lo que

sostiene la impugnante de que no se haya tipificado el accidente de


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trabajo por sobrevenir la muerte del trabajador de hechos

imputables a terceras personas ya que ello no lo excluye siempre

que se dio con ocasión al trabajo que desarrollaba toda vez que en

virtud de la relación laboral que ligaba al trabajador con la

empleadora, se trasladaba cuando ello ocurrió de la sede de trabajo

a la de su residencia, máxime si el móvil está indeterminado y no

pueda descartarse en términos razonablemente suficientes que

factores inherentes a su trabajo no hayan sido la razón para darle

muerte. Si a lo anterior se agrega que la situación descrita como la

detonante de la muerte del trabajador no aparece inmersa dentro de

los hechos que el Art. 10 del Decreto 1295/94, cataloga como no

constitutivas de accidente de trabajo, no se concibe cómo no se

puede tener como tal, por la circunstancia que la muerte del

Trabajador la hayan ocasionado personas que nada tengan que ver

con la empresa, por lo que ella no desvanece su existencia por lo

antes dicho, máxime si el dictamen de la Junta Regional de

Calificación de Invalidez del Cesar y la Guajira, visible a folios 204 y

207 del cuaderno No 1, no objetado y por lo tanto con pleno alcance

probatorio, lo califica como accidente de trabajo” (folio 65 ibídem-

subrayado fuera de texto).


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III. EL RECURSO DE CASACION

Conforme lo declara al fijar el alcance de su

impugnación en la demanda con la que sustenta el recurso

extraordinario (folios 15 a 23 cuaderno 3), que fue replicada (folios

32 a 37 cuaderno 3), la recurrente pretende que la Corte case

parcialmente la sentencia del Tribunal, revoque el numeral primero

del fallo del A quo y, en su lugar, la absuelva de todas y cada una

de las pretensiones de la demanda, confirmándola en lo demás.

Para ello le formula un cargo en el que la acusa

de ser violatoria de la ley sustancial por vía directa, en la modalidad

de aplicación indebida, de los artículos “8, 14, 42, 46, 47, 48, 73,

74, 249, 255 y 256 de la Ley 100 de 1993; artículo 1º del Decreto

Ley 1294 de 1994; artículos 1, 2, 3, 8, 9, 10, 12, 49, 50, 52 y 53 del

Decreto Ley 1295 de 1994; artículo 1 de la Ley 95 de 1890, artículo

19 del C.S.T. y 8º de la Ley 153 de 1887, en relación con los

artículos 145 del C.P.L. y 177 del C.P.C.” (folios 18 a 19 cuaderno

3).
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Para demostrarlo comienza afirmando que acepta

los supuestos de hecho en que se basa la sentencia del juez de

segundo grado, “es decir, que el señor VALMORE LOCARNO

RODRÍGUEZ (q.e.p.d.) prestaba sus servicios laborales en la

empresa DRUMMOND LTDA y se encontraba afiliado a la ARP

COLSEGUROS S.A. hasta el día 12 de marzo de 2001, fecha en que

fue asesinado por desconocidos cuando se dirigía de su trabajo a su

residencia, en transporte contratado por la empresa” (folio 19

cuaderno 3).

Prosigue sosteniendo que el Tribunal aplicó

indebidamente el artículo 9º del Decreto 1295 de 1994 y demás

normas relacionadas en el cargo, “en razón a que si bien es cierto

que dicha disposición en su inciso tercero califica de accidente de

trabajo aquel que se produce durante el traslado del trabajador

desde su residencia a los lugares de trabajo, o viceversa, cuando el

transporte lo suministra el empleador, el inciso primero de la norma

citada es claro al determinar como condición sine quanon para que

se produzca un accidente de trabajo, que éste sea un suceso

repentino que sobrevenga por causa o con ocasión del trabajo. Es


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así que cuando el legislador en el artículo 9º del Decreto Ley 1295

de 1994 preciso qué se entiende por accidente de trabajo, configuró

tres vinculantes a) que sea un suceso repentino. b) que sobrevenga

por causa o con ocasión del trabajo. c) que produzca unas

consecuencias, entre ellas, la muerte” (folios 19 a 20 cuaderno 3).

Aduce que el concepto de “por causa o con ocasión

del trabajo”, no es cosa distinta a que el “nexo causal que

necesariamente debe existir entre la causa y el efecto para producir

irremediablemente o fatídicamente una responsabilidad. Si el nexo

causal, que es una seguidilla de acontecimientos unidos,

entrelazados y consecuentes entre sí, se llegare a romper, por un

agente externo, no hay lugar a la calificación de accidente de

trabajo y por ende a la responsabilidad derivada del mismo” (folio 20

cuaderno 3).

Arguye que el nexo de causa que se da en la

hipótesis del inciso tercero del artículo 9º del Decreto Ley 1295 de

1994 se refleja, en la práctica, en los “riesgos propios de la actividad


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del transporte, los cuales son previsibles y por esa razón de ser es

que el legislador consideró el accidente acaecido durante ese

transporte, cuando es suministrado por la empresa, como accidente

de trabajo y esos riesgos son: accidente causados por el estado del

vehículo, por la impericia del conductor, es decir, por la falta o

imprudencia humana, o por la falla o deterioro mecánico del

automotor y en general todos aquellos riesgos previsibles. La

pregunta es: En este caso concreto, cómo hacía la empresa para

prever un riesgo y hacer todo lo posible para evitar un accidente,

cuando lo que sucedió fue el asesinato planeado del señor VALMORE

LOCARNO RODRÍGUEZ (q.e.p.d.)?. La respuesta es: le era imposible

evitar el riesgo a la empresa, en es caso concreto de su trabajador”

(folios 20 a 21 cuaderno 3).


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Culmina su discurso afirmando que “si el causante

le hubiere informado de cualquier modo o manera a la empresa que

por razones laborales o actividades propias de su trabajo se

encontraba bajo amenaza, o que la empresa hubiere recibido

amenazas respecto a que se iría a atentar contra sus trabajadores

indistintamente. En el caso que nos ocupa, los hechos acaecidos y el

crimen cometido no fue causal ni accidental. Fue planeado y estaba

dirigido, desafortunadamente en contra del señor VALMORE

LOCARNO RODRÍGUEZ, hechos, reiteramos, desconocidos por la

empresa. Es más, si bastare solamente la condición de que el

trabajador sea transportado en un bus de la empresa para que

cualquier hecho que se produzca en el interregno entre el sitio de

trabajo y su residencia y que le ocasione una lesión, perturbación,

invalidez o la muerte, sea considerado como accidente de trabajo,

podíamos llegar a una conclusión tan errada como la de poder

calificar como accidente de trabajo el infarto que sufra un trabajador

dentro del bus que lo movilice, así las causas del mismo sean

puramente orgánicas como por ejemplo hipertensión o alguna

afección coronaria” (folio 21 cuaderno 3).


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LA REPLICA

La opositora asevera, en suma, que “se ve claro

que la muerte ocurrió in itinere, que es una circunstancia que si bien

en el pasado fue subsumida como accidente por la doctrina y la

jurisprudencia, hoy se encuentra reglada como tal en el inciso 3 del

artículo 9 del Decreto 1295 de 1994; que ocurrió con ocasión del

trabajo pues el transporte del trabajador suministrado por la

empresa se considera hoy por la ley como una prolongación de la

jornada para efecto de la definición de accidente de trabajo, y que

produjo un resultado en este caso la muerte que debe ser resarcido

por la entidad que subrogó a la empresa Drummond en esta

obligación. No interesa por eso que la muerte hubiese sido

ocasionado por terceros ya que al caso, se aplica la teoría de la

responsabilidad objetiva impuesta por la jurisprudencia transcrita y

por un gran número de sentencias que en este sentido ha

pronunciado la Honorable Corte Suprema de Justicia” (folio 36

cuaderno 3).

IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE


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Dado que el ataque se dirige por la vía directa de

violación de la ley debe entender entonces la Corte que el desacuerdo

de la demandada, hoy recurrente, no gira en torno a cómo ocurrieron

los hechos que dieron origen al litigio, ni tampoco respecto de la

manera en que los dio por probados el Tribunal, sino que, aceptando

que los mismos sucedieron del modo en que los tuvo por acreditados

el fallo, se aparta de la conclusión jurídica que de ellos dedujo el

juzgador.

Como se indicó en los antecedentes, el Tribunal

concluyó que la muerte del causante se produjo en virtud de un

accidente de trabajo, por cuanto “no es cierto lo que sostiene la

impugnante de que no se haya tipificado el accidente de trabajo por

sobrevenir la muerte del trabajador de hechos imputables a terceras

personas ya que ello no lo excluye siempre que se dio con ocasión al

trabajo que desarrollaba toda vez que en virtud de la relación

laboral que ligaba al trabajador con la empleadora, se trasladaba

cuando ello ocurrió de la sede de trabajo a la de su residencia,

máxime si el móvil está indeterminado y no pueda descartarse en

términos razonablemente suficientes que factores inherentes a su

trabajo no hayan sido la razón para darle muerte. Si a lo anterior se

agrega que la situación descrita como la detonante de la muerte del


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trabajador no aparece inmersa dentro de los hechos que el Art. 10

del Decreto 1295/94, cataloga como no constitutivas de accidente

de trabajo, no se concibe como no se puede tener como tal, por la

circunstancia que la muerte del Trabajador la hayan ocasionado

personas que nada tengan que ver con la empresa, por lo que ella

no desvanece su existencia por lo antes dicho, máxime si el

dictamen de la Junta Regional de Calificación de Invalidez del Cesar

y la Guajira, visible a folios 204 y 207 del cuaderno # 1, no objetado

y por lo tanto con pleno alcance probatorio, lo califica como

accidente de trabajo” (folio 65 cuaderno 1- subrayado fuera de

texto); en tanto que, para la censura, en esencia, los hechos que

generaron la muerte de aquél no constituyen accidente profesional,

porque “no existió nexo causal entre el accidente y la muerte”, por

cuanto el mismo “fue interrumpido por un agente externo”.

Al respecto, importa a la Corte recordar que la

noción de ‘accidente de trabajo’, su protección social y su regulación

normativa, aparecen en el mundo jurídico a mediados del siglo XIX.

Fue así como, en Alemania entre 1884 y 1885 nace el seguro

obligatorio de accidentes, por medio del cual se reconoce el principio


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18 Expediente 23202

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de responsabilidad objetiva del empresario por los accidentes de

trabajo que afectan a su trabajadores, bajo el entendido de que

"allá donde está la autoridad, allá también debe estar la

responsabilidad". Posteriormente, esa tesis es acogida en Australia

(1887), Inglaterra (1895), Italia y Francia (1898), superándose la de

la denominada “culpa o responsabilidad contractual” , que se refería

a que el empleador no estaba obligado a reparar los perjuicios

ocasionados por un accidente de trabajo, salvo que el afectado

demostrara que la causa del mismo era imputable a aquél o fuere

constitutiva de culpa.

En Colombia, como bien se anotó en la sentencia de

marzo 30 de 2000 (Radicación 13,212),

“la primera regulación específica ‘sobre reparaciones por


accidentes del trabajo’ se hizo mediante la Ley 57 de 1915,
en la que se definió como accidente de trabajo ‘un suceso
imprevisto y repentino sobrevenido por causa y con ocasión
del trabajo, y que produce en el organismo de quien ejecuta
un trabajo por cuenta ajena una lesión o una perturbación
funcional permanente o pasajera, todo sin culpa del obrero’,
conforme lo dispuso el artículo 1º de dicha ley, en la que
igualmente se estableció que se entendía ‘por patrono toda
persona, natural o jurídica, dueña de las industrias, obras o
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empresas en que por sí o por interpuesta persona se esté
verificando un trabajo, y por obrero, a toda persona cuyo
salario no exceda de seis pesos oro semanales, que ejecute
trabajo por cuenta del patrono’.
“En el artículo 2º textualmente se dispuso que ‘el patrono era
responsable de los accidentes ocurridos a sus operarios con
motivo del trabajo que realicen y en el ejercicio de la
profesión que ejerzan, a menos que el accidente sea debido a
culpa del obrero, o fuerza mayor extraña al trabajo en donde
se produzca el accidente, o a imprudencia o descuido del
operario, o ataque súbito de la enfermedad que lo prive del
uso de las facultades mentales o de las fuerzas físicas o a
violación de los reglamentos de la empresa’ y en el artículo 3º
se consideró como culpa, imprudencia o descuido ‘el arrojo
innecesario, la embriaguez, la desobediencia a órdenes
expresas de los superiores o a los reglamentos de la empresa
o fábrica, y en general, todo acto u omisión que produzca
consecuencias desgraciadas y en el que resulte culpable el
trabajador’.
“Aunque dicha ley constituyó un indiscutible avance en la
legislación social y colocó a Colombia en una posición de
vanguardia al presumir la culpa del patrono en el accidente
de trabajo, tomaba en consideración su ‘culpa’ y lo exoneraba
de responsabilidad cuando del suceso era culpable el obrero
o era debido a cualquiera otra de las hipótesis previstas en la
norma como exculpatorias. Esta situación se mantuvo hasta
cuando se consagró la ‘teoría del riesgo profesional’, acogida
inicialmente en el Decreto Legislativo 2350 de 1944 y
posteriormente en la Ley 6a. de 1945, estatutos en los que,
sin referencia a la culpa, se dispuso que entre las
prestaciones a cargo de los patronos se contaban las
indemnizaciones por accidentes de trabajo en proporción al
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daño sufrido y de conformidad con la tabla de valuaciones
correspondiente, mientras asumía el riesgo la seguridad
social.
“Pero la Ley 6a. de 1945 también estableció en su artículo 12
la responsabilidad ordinaria por perjuicios en los casos de
enfermedad profesional y de accidentes de trabajo ‘por culpa
comprobada del patrono’, norma que fue recogida por los
redactores del Código Sustantivo del Trabajo y se plasmó en

el artículo 216”.

Luego, se dictaron varias disposiciones relativas al

tema, entre ellas, el Acuerdo 155 de 1963 del I.S.S.--aprobado por el

Decreto 3170 de 1964--, el Decreto 3135 de 1968, el Decreto 1848 de

1969, hasta llegar a la expedición de la vigente Ley 100 de 1993, que

creó el sistema general de riesgos profesionales --asumiendo las

contingencias generadas por accidentes de trabajo y enfermedad

profesional--, reglamentada por los Decretos 1295, 1771, 1772, todos

de 1994, el primero de los cuales, por ser declarado parcialmente

inexequible por la Corte Constitucional por sentencia C-452 de 12

junio de 2002, dio lugar a que el Congreso expidiera la Ley 776 de

2002, por medio de la cual “se dictan normas sobre la organización,

administración y prestaciones del sistema general de riesgos

profesionales”, recogiendo en términos similares los apartes


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declarados inexequibles del Decreto 1295 de 1994 por vicios de

forma.

A su vez, la jurisprudencia y la doctrina, como

fueron evolucionando las disposiciones normativas, adoptaron la

tendencia a reconocer una verdadera responsabilidad objetiva en la

ocurrencia de los llamados infortunios laborales.


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Así, en sentencia de casación de febrero 16 de 1959,

se dijo por la Corte:

”La teoría del riesgo profesional creado, ad usum


principalmente en el contrato laboral, se enuncia diciendo
que, en mayor o menor grado según la naturaleza del oficio,
todo trabajador está sometido a un cúmulo de siniestros
eventualmente sobrevinientes en la prestación de su servicio,
riesgo que padece morigeraciones o agravaciones de acuerdo
con circunstancias de tiempo y lugar vinculadas a su trabajo.
La doctrina legal acoge el principio de que, por regla general,
el patrono responde por los eventos accidentales causados
por el riesgo creado, y –por excepción- el trabajador se
responsabiliza cuando el accidente padecido por él sobreviene

por su culpa grave”.

Más delante, la Sala razonó:


“Desde la legislación de 1945, el accidente de trabajo y la
enfermedad profesional han sido considerados como fuente
de responsabilidad para el empleador en razón de ocurrir por
el riesgo creado con su actividad empresarial. Dentro de tal
marco, la legislación y los reglamentos del Seguro Social
procedieron a desarrollar la teoría del riesgo profesional o
responsabilidad objetiva”.

“La jurisprudencia de manera uniforme ha respaldado esta


teoría, no solo porque emana del contenido de las
disposiciones legales de la época mencionada sino porque
muestra un contraste con los antecedentes que descansaron
en la responsabilidad subjetiva del derecho común que
imponía al afectado la carga de la prueba del elemento culpa.
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23 Expediente 23202

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“Dichos antecedentes normativos supusieron para el
trabajador la asunción de la prueba de la culpa del
empleador, del daño (lesión orgánica, perturbación funcional,
invalidez, muerte), así como también la demostración de la
relación causal entre uno y otro y la prueba de los perjuicios.
Era la época del sometimiento del contrato laboral al derecho
común, que significó, como lógica consecuencia, que el juez
descartara la culpa del empleador cuando se encontrara en
presencia de un accidente ocasionado por el hecho del
trabajador, el hecho de un tercero o la fuerza mayor.

“La aplicación de la teoría del riesgo profesional o


responsabilidad objetiva en cierto sentido hizo a un lado la
noción de culpa del empleador, que por ello dejó de ser
indispensable para comprometer o no la responsabilidad del
mismo, de donde surgió, como lógica consecuencia de esa
teoría, la obligación de reparar el daño ocasionado por el
riesgo profesional, aunque mediara el hecho del trabajador
(salvo el doloso o gravemente culposo), el hecho de un
tercero o la fuerza mayor; y el legislador tarifó el
resarcimiento del daño. Por eso ahora, si el accidente ocurre
por causa o con ocasión del trabajo, aunque ese
acontecimiento corresponda a un imprevisto o suceso
repentino al que es imposible resistir, el empleador, aún así,

queda comprometido en su responsabilidad”(sentencia de

febrero 2 de 2002, Radicación 17.429).


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Ya en el campo del denominado accidente de trabajo

“in itinere”, que es concebido como que “estamos en el camino, es

decir, en vías de la consecución de algo, que todavía no lo hemos

conseguido, pero que estamos llegando a ello”, las primeras

legislaciones que lo regularon fueron las de Alemania en 1949 y

Francia e Inglaterra en 1946. En Colombia, si bien tuvo un prolongado

desarrollo jurisprudencial y doctrinario, sólo vino a ser reglamentado

expresamente por el inciso tercero del artículo 9º del Decreto 1295 de

1994, que valga anotar, fue declarado exequible por la Corte

Constitucional mediante la citada sentencia C-453 del 12 de junio de

2002, aun cuando, de manera genérica, con anterioridad se habían

expedido normas sobre riesgos profesionales, tales como la Ley 57 de

1915, el Decreto Ley 2350 de 1944, la Ley 6ª de 1945, la Ley 90 de

1946, el mismo Código Sustantivo del Trabajo en 1950, los Decretos

3135 de 1968 y 1848 de 1969 y, luego, con la creación del I.S.S., el

Decreto 3170 de 1964, la Ley 9ª de 1979, el Decreto 614 de 1984, la

Resolución 2013 de 1986 y la Resolución 1016 de 1989 expedidas por

los Ministerios del Trabajo y Salud, respectivamente, y el Decreto

1346 de 1994, relacionado con las Juntas de Calificación de Invalidez,

que complementó el ya citado 1295 del mismo año, que al respecto

reza:
República de
Colombia
25 Expediente 23202

Corte Suprema de

‘Artículo 9o. Accidente de Trabajo.

‘Es accidente de trabajo todo suceso repentino que


sobrevenga por causa o con ocasión del trabajo, y que
produzca en el trabajador una lesión orgánica, una
perturbación funcional, una invalidez o la muerte.

‘Es también accidente de trabajo aquel que se produce


durante la ejecución de órdenes del empleador, o durante
la ejecución de una labor bajo su autoridad, aún fuera del
lugar y horas de trabajo.

‘Igualmente se considera accidente de trabajo el


que se produzca durante el traslado de los
trabajadores desde su residencia a los lugares de
trabajo o viceversa, cuando el transporte lo

suministre el empleador” (subrayado fuera de


texto).

Pues bien, en los términos normativos actuales, es

elemento integrante del accidente laboral el “ suceso repentino que

sobrevenga por causa o con ocasión del trabajo”. ‘Trabajo’ que

debe entenderse en un sentido humano y progresista, con total

amplitud y flexibilidad, debido a que no se debe circunscribir

exclusivamente a la actividad o tarea laboral desplegada por la


República de
Colombia
26 Expediente 23202

Corte Suprema de
persona, pues, como bien lo ha dicho la Corte, “no está por demás

anotar que si se considerara que únicamente queda cobijado como

accidente de trabajo el suceso imprevisto y repentino, no querido

por la víctima ni tampoco provocado por grave culpa suya, que

ocurre de modo exclusivo cuando el trabajador se encuentra

"dedicado a sus actividades normales" o a las "funciones propias de

su empleo", bastaría entonces que el trabajador no obstante

hallarse a disposición del patrono estuviese ocupado en una faena

distinta a la suya propia, o en cualquier actividad que estrictamente

no pudiera considerarse como una de "sus actividades normales" o

"funciones propias de su empleo", como, por ejemplo, entrando en

la empresa o saliendo de ella, bajando o subiendo unas escaleras

después de terminada su labor habitual, o en fin ejecutando

cualquier otra acción diferente a la labor para la cual fue contratado,

para que dejara de considerársele como dedicado a una de "sus

actividades normales", desapareciendo, por ende, el accidente de

trabajo por faltar uno de los elementos que lo configuran” (sentencia

de septiembre 20 de 1993, Radicación 5911).

Es de importancia memorar que esta Sala de

casación, en sentencia de septiembre 18 de 1995 (Radicación


República de
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27 Expediente 23202

Corte Suprema de
7.633), sobre el punto precisó: “Acerca del alcance que deba darse

dentro de la definición al término "trabajo", es claro que no sólo se

refiere a la actitud misma de realizar la labor prometida, sino a

todos los comportamientos inherentes al cumplimiento de la

obligación laboral por parte del operario sin los cuales ésta no podría

llevarse a cabo como la locomoción de un sitio a otro dentro del

establecimiento, o también a actividades de capacitación o de otra

índole impuestas en ejercicio de la potestad subordinante. Y en este

orden de ideas tampoco ha de perderse de vista que el vínculo

contractual laboral lo deben ejecutar las partes de buena fe y por

ende no obliga sólo a lo que en el acuerdo formal se expresa, sino

también, en lo que hace al trabajador, a todas las cosas que

emanan precisamente de la prestación de los servicios, verbigracia

el desarrollo de actividades extraordinarias exigibles en

circunstancias excepcionales; las cuales, si bien no hacen parte

usual del trabajo comprometido, si están ligadas con éste, de modo

que son generadoras de riesgos profesionales” .

Bajo los derroteros marcados por la evolución

jurisprudencial y legislativa reseñada, para el presente caso,


República de
Colombia
28 Expediente 23202

Corte Suprema de
encuentra la Corte que el Tribunal no infringió las normas indicadas

por la recurrente como indebidamente aplicadas, por lo siguiente:

1º) Partiendo de la base de que la causa en el

accidente de trabajo comprende todas las circunstancias o eventos

que, en el cumplimiento o desarrollo de la actividad laboral, generan

el acaecimiento del siniestro, debe concluirse que cuando se alude

específicamente al accidente de trabajo ‘in itinere’, es exigencia para

su estructuración, como requisito causal, objetivo y teleológico, el que

el desplazamiento o traslado del trabajador para su ingreso o egreso

del sitio de trabajo, deba estar motivado “única y exclusivamente

por el trabajo”, estableciéndose de esa forma el nexo causal entre la

lesión sufrida por el trabajador, en todo sus matices, y el trabajo que

efectúa, conforme al lugar en que lo desarrolla y el itinerario que

cumple para su ingreso o salida.

Por tanto, no solamente se produce accidente de

trabajo cuando el empleado está en relación directa con la actividad

laboral para la cual fue contratado, sino, también, en aquellos casos

en que el accidente de trabajo ocurre con ocasión de su


República de
Colombia
29 Expediente 23202

Corte Suprema de
desplazamiento a su sitio de trabajo, en las circunstancias precisadas

por el legislador.

2º) Si el empleador suministra el transporte al

trabajador en el desplazamiento a la empresa y viceversa, extiende

durante esos trayectos el nexo obligacional laboral y el ámbito de

responsabilidad patronal, de suerte que, no solamente se debe

entender que el trabajador tiene el deber de acatar las disposiciones y

reglamentos que aquél establece en cuanto al comportamiento y uso

adecuado del medio de transporte implementado, so pena, inclusive,

que en caso de desconocimiento de dicha normatividad, se vea sujeto

a la aplicación del régimen disciplinario preestablecido en la empresa;

sino también que, por la misma razón, –el ámbito de subordinación-,

el trabajador se encuentra en una especie de “elongación” del sitio de

trabajo, por permanecer bajo la órbita de autoridad y vigilancia del

empresario.

Dicha ampliación del nexo obligacional laboral y de

responsabilidades, por fuera del ámbito territorial de las instalaciones

de la empresa, conlleva a que se diga que verdaderamente el trabajo


República de
Colombia
30 Expediente 23202

Corte Suprema de
“comienza a partir del momento en que los trabajadores suben al

vehículo; cesa en el instante en que descienden a su regreso.”

3°) Por otra parte, cuando el empleador otorga a su

trabajador el transporte, es claro que el riesgo que asume no se limita

a las contingencias propias del desplazamiento conforme al medio de

transporte que le suministra, sino también, bajo tal órbita de

responsabilidad, debe entenderse que se compromete con la

integridad física del trabajador ante las demás contingencias

susceptibles de afectar ese desplazamiento, tales como el estado de

las vías del medio de transporte, las condiciones climatológicas y de

visibilidad, las señalizaciones respectivas, la pericia del conductor y los

demás imprevistos y peligros que acarrea el desplazamiento. De

manera que, el riesgo del trabajo a que se ve expuesto el trabajador,

como tal, no cesa ipso facto a la finalización de la jornada laboral;

como tampoco, por causa exclusiva de la ejecución de la particular

actividad laboral que presta a su empleador, pues tal riesgo, en

situaciones como la aquí tratada, amén de superar el horario regular

de trabajo, y de traspasar la puerta de la sede laboral, implica

circunstancias que, siendo ajenas a culpa exclusiva del trabajador,

afectan su integridad personal.


República de
Colombia
31 Expediente 23202

Corte Suprema de

4°) En el asunto sometido a escrutinio de la Sala,

resulta obvio concluir que el hecho del tercero que le causó la muerte

al trabajador no rompe la relación de causalidad entre su actividad

profesional y el daño ocasionado, pues, es indiscutible que por razón

de su empleo se encontraba transportándose en el bus suministrado

por el empleador cuando fue ultimado, dirigiéndose a su residencia

una vez cumplido el horario efectivo laboral, pero aún, en

cumplimiento indirecto de las instrucciones de su empleador. Por

manera que, habiendo perdido la vida en circunstancias que

involucraban la órbita de subordinación de su empleador, la

calificación de accidente de trabajo “in itinire”, no se enerva o excluye

por la mera actividad criminal de un tercero.

Así las cosas, se reitera, si el desplazamiento del

asalariado se produjo en un medio de transporte suministrado por el

empleador, debe concluirse que estuvo determinado por el trabajo, no

pudiéndose soslayar la circunstancia de que al momento de la

ocurrencia del suceso VALMORE LOCARNO RODRIGUEZ (q.e.p.d.) se

encontraba ostentando el status de trabajador en el usual

desplazamiento al regreso a su domicilio; por ende, en sentir de la


República de
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32 Expediente 23202

Corte Suprema de
Sala, el accidente tiene la connotación de ser laboral, y se enmarca

dentro de la responsabilidad objetiva que está a cargo del sistema

general de riesgos profesionales.

5º) Por tanto, la aseveración del Tribunal, luego de

analizar el acervo probatorio y citar el soporte doctrinario de su

decisión, de que el accidente que ocasionó la muerte al trabajador ”en

concepto de la Sala ha de entenderse que fue con ocasión al trabajo

que realizaba en la empresa y, consecuencialmente dicha situación

hace que se de la relación de causalidad” (folio 64), se encuentra

ajustada a la actual normatividad, por cuanto, se insiste, el evento

específico de un accidente de trabajo padecido por un trabajador en

un medio de transporte suministrado por la empresa y con motivo del

desplazamiento del sitio de trabajo al lugar de su residencia o

viceversa, está concebido explícitamente en el texto legal, como lo es

el referido artículo 9º del Decreto 1295 de 1994, que no admite

interpretaciones diferentes so pretexto de consultar su espíritu.

Por lo hasta ahora anotado, no son de recibo las

argumentaciones de la censura en cuanto a que el trabajador no

estaba bajo la órbita de responsabilidad de su empleador, porque “en


República de
Colombia
33 Expediente 23202

Corte Suprema de
este caso concreto, cómo hacía la empresa para prever un riesgo y

hacer todo lo posible para evitar un accidente, cuando lo que sucedió

fue un asesinato planeado del señor VALMORE LOCARNO

RODRIGUEZ (q.e.p.d.)?. La respuesta es: le era imposible evitar el

riesgo a la empresa, en ese caso concreto de su trabajador” (folio 21

cuaderno 4), por ser lo cierto que tal planteamiento corresponde es a

la discusión de la culpa prevista y exigida para los efectos

consagrados en el artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo,

evento que claramente no corresponde al sub judice.

Sobre la diferencia de la regulación en el precepto

en cita por el recurrente con las responsabilidades previstas para el

Sistema de Seguridad Social Integral --Sistema de Riesgos

Profesionales--, la Sala se pronunció recientemente en sentencia de

30 de junio de 2005(Radicación 22.656), donde dijo:

“ (...) es del caso precisar que para que se cause la


indemnización ordinaria y plena de perjuicios prevista en el
artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo exige la ley,
amén, obviamente, de la ocurrencia del riesgo, esto es, el
accidente de trabajo o la enfermedad profesional, la ‘culpa
suficientemente comprobada’ del empleador; a diferencia
de lo que ocurre con las prestaciones económicas y
República de
Colombia
34 Expediente 23202

Corte Suprema de
asistenciales tarifadas previstas, hoy, en los artículos 249 y
siguientes de la Ley 100 de 1993, Ley 776 de 2002 y demás
normas que las reglamentan, especialmente las contenidas
en el Decreto 1295 de 1994, que se causan por el mero
acaecimiento de cualquiera de las contingencias anotadas,
sin que para su concurso se requiera de una determinada
conducta del empleador.
“Dicha diferencia estriba, entonces, esencialmente, en que
la segunda de las responsabilidades señaladas, es decir, la
del Sistema General de Riesgos Profesionales, es de
carácter eminentemente objetivo, de modo que, para su
definición, basta al beneficiario de las prestaciones que de
ella se desprenden acreditar el vínculo laboral y la
realización del riesgo con ocasión o como consecuencia del
trabajo; en tanto que, la responsabilidad que conlleva la
indemnización ordinaria y total de perjuicios tiene una
naturaleza subjetiva, de modo que, su establecimiento
amerita, además de la demostración del daño a la
integridad o a la salud del trabajador con ocasión o como
consecuencia del trabajo, la prueba del incumplimiento del
empleador a los deberes de protección y seguridad que,
según lo señalado por el artículo 56 del Código Sustantivo
del Trabajo, de modo general le corresponden.
“Este sistema dual de responsabilidad asegura, por una
parte, que el Sistema General de Riesgos Profesionales
cubra los riesgos que por su propia naturaleza genera el
trabajo; y, de otro lado, que los daños ocasionados al
trabajador por conducta culposa y dolosa de su empleador
le sean resarcidos total y plenamente, atendiéndose el
régimen general de las obligaciones.
“Dichas responsabilidades comportan un nexo de causalidad
entre el trabajo y el accidente de trabajo o la enfermedad
República de
Colombia
35 Expediente 23202

Corte Suprema de
profesional que afectan la salud o integridad del trabajador.
Nexo que, en términos del accidente de trabajo, se produce
‘por causa o con ocasión del trabajo’, como lo prevé el
artículo 9º del Decreto 1295 de 1994; y, en materia de
enfermedad profesional, ‘como consecuencia obligada y
directa de la clase de trabajo que desempeña el trabajador’,
como lo dice el artículo 11 ibídem. “

Y lo anterior es aquí así, porque en el asunto bajo

examen, se hace referencia a la responsabilidad objetiva que obliga a

reparar los perjuicios que sufre el trabajador al desarrollar su labor en

actividades de las que el empresario obtiene provecho.

6.) Es claro, entonces, según la jurisprudencia de la

Corte, que al definir el artículo 9º el accidente de trabajo como “ todo

suceso repentino que sobrevenga por causa o con ocasión del trabajo,

y que produzca en el trabajador una lesión orgánica, una perturbación

funcional, una invalidez o la muerte”, el legislador estableció la carga de

probar, al trabajador o a sus beneficiarios como reclamantes, que la

contingencia sucedió “con causa o con ocasión del trabajo” ; y, a su

turno, la de desvirtuar tal aserto a la administradora de riesgos

profesionales o al empleador, según el caso.


República de
Colombia
36 Expediente 23202

Corte Suprema de

Este el entendimiento que se debe dar a la norma,

dado que uno contrario implicaría un inexplicable notorio retroceso

en el proceso legislativo, doctrinario y jurisprudencial que se ha

recorrido desde las primeras manifestaciones de amparo al

trabajador, es decir, sería tanto como desandar lo que en esta

materia se ha avanzado para retrotraerse a una época anterior a Ley

57 de 1915, en donde se ubicaba al trabajador en una situación de

indefensión de tal magnitud que hacía prácticamente imposible la

reparación o indemnización de los infortunios sufridos en la relación

laboral.

En armonía con lo discurrido, el cargo no prospera,

habida consideración de no vislumbrarse yerro jurídico en la

conclusión del juzgador, al asentar que “no es cierto lo que sostiene

la impugnante de que no se haya tipificado el accidente de trabajo

por sobrevenir la muerte del trabajador de hechos imputables a

terceras personas”.
República de
Colombia
37 Expediente 23202

Corte Suprema de
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de

Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre

de la República de Colombia y por autoridad de la ley NO CASA la

sentencia dictada por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de

Valledupar, el 12 de septiembre de 2003, en el proceso que le sigue

YANETH ESTER BALOCO TAPIA actuando en calidad de compañera

permanente del causante VALMORE LOCARNO RODRÍGUEZ y en

representación de sus menores hijos FREDDY y CATHERINE PAOLA

LOCARNO BALOCO contra la ADMINISTRADORA DE RIESGOS

PROFESIONALES –A.R.P.- COLSEGUROS S.A. Y/O COLSEGUROS

S.A..

Por cuanto hubo oposición, costas a cargo de la

recurrente.

Cópiese, notifíquese, publíquese y devuélvase al

Tribunal de origen.
República de
Colombia
38 Expediente 23202

Corte Suprema de
ISAURA VARGAS DIAZ

GUSTAVO JOSE GNECCO MENDOZA CARLOS ISAAC NADER

EDUARDO LOPEZ VILLEGAS LUIS JAVIER OSORIO LOPEZ

FRANCISCO JAVIER RICAURTE GOMEZ CAMILO TARQUINO GALLEGO

MARIA ISMENIA GARCIA MENDOZA

Secretaria

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