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Editorial Arrié S.A.C. empresa editorial cuya actividad principal es la edición, diseño y
maquetación de las obras por encargo y propias que igualmente diseña, distribuye y
comercializa, a nivel nacional, orientados a distintos segmentos de la población y
recientemente de revistas especializadas para el público femenino. La editorial, no gozaba
de buena imagen, en varias oportunidades había sido denunciada por malas prácticas
comerciales.
Hace no mucho tiempo, para reducir el costo de distribución de las revistas, la editorial
decidió contratar un canal dedicado del satélite Perú SAT-1, y utilizar la tecnología satelital
en la transmisión de información e imprimir localmente sus productos en puntos estratégicos
del país. Complemento de esta estrategia fue la adquisición de locales y equipos necesarios
para la instalación e implementación de sus plantas de producción descentralizadas, una
de ellas fue la planta de la ciudad de Arequipa. La planta ubicada en el cercado de la ciudad,
en horas de la noche, era peligrosa por los continuos asaltos que ocurrían.
Con el fin de incrementar los ingresos de la empresa, el área comercial comenzó a promover
el servicio de “encarte de separatas publicitarias” en las revistas, labor que consistía en
incluir una hoja suelta de publicidad. Para realizar la labor se contrataba bajo la modalidad
de plazo fijo, 3 meses, contrato que era renovado en la medida que la cuota fijada de
producción se cumpliera; algunas de las trabajadoras contratadas eran familiares del
personal del turno de día de la planta. Se prefería trabajadoras mujeres por considerar que
eran más cumplidas y prolijas en su trabajo, labor que se realizaba entre las 7:00 pm y las
3:00 am.
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El asistente del jefe de planta le contestó que ni él ni la empresa tenían la obligación de
hacerlo, y si el jefe de planta tomaba esa decisión, sus razones personales debería tener,
pero que él no tenía la autorización oficial de hacerlo. El Sr. Luyo recurrió al gerente
regional, y éste le confirmó que la empresa no tenía ninguna obligación de hacerlo, pero
que asignaría la camioneta los días que se encontrara disponible y no interfiriera con la
distribución de las revistas o suplementos. Además, le informó que lo más probable era el
rechazo del pedido y que, en todo caso, los esposos de las encartadoras podían ir a
recogerlas, que ya bastante hacían con contratarlas para mejorar los ingresos familiares de
los trabajadores de la empresa.
A mediados del mes, el Sr. Luyo, el Sr. Luis Ñaupari y el Sr. Juan Clímaco capataces de
las áreas de mantenimiento, distribución, carga y despacho, no fueron a trabajar
reclamando por la movilidad de las “encartadoras”, las esposas formaban parte del equipo
de encarte. Esa noche, no se presentó ninguna “encartadora” a laborar, en reclamo por el
mismo tema. Los demás trabajadores de la empresa no lo decían abiertamente, pero
estaban de acuerdo con el reclamo del personal de encarte.
El Ing. A. Arrié, dueño de la empresa, no tenía claro los reclamos y correos recibidos por
todos los involucrados, no sabía qué posición apoyar y cómo resolver el problema, por
criterio común sabía que no podía dejar pasar el hecho de la indisciplina de los trabajadores
y, a su vez, necesitaba que el personal se incorporara lo antes posible, pues la labor de
encarte era vital; los rumores en la planta hablaban de que ¡los trabajadores no se han de
reincorporar hasta que se solucione el problema!
El Ing. Arrié no tenía fama de ser muy comprensivo, desde su primer divorcio, ya llevaba
tres, se había dedicado a beber, hasta en horas de oficina; periódicamente se ausentaba
para concurrir a los casinos de moda, y a pesar de la prohibición de hacerlo en recintos
cerrados o públicos, fumaba hasta 2 cajetillas diarias en las oficinas. Adportas de la muerte
debido a una enfermedad cerebral, consideraba a los trabajadores piezas de recambio, y
como era bien sabido, gustaba de “meterle mano” al salario de los trabajadores, era un
asiduo requerido de los inspectores del Ministerio de Trabajo, pero siempre salió bien
librado de las inspecciones por cualquier reclamo laboral de los trabajadores, y se
preguntaban socarronamente ¿cuál era el secreto de su éxito?
Recordaban que habían sido invitados a formar parte de la compañía años atrás por el
mismo Ing. Arrié, pero en la medida de que hacía más dinero, más se había apartado de
las razones por las cuales los trajo, su lealtad y sacrificio, la generalidad pertenecía a un
segmento emergente, con familias extendidas y por consiguiente con muchas aspiraciones.
¡Recuerdan el primer año! Se decían entre ellos, el año que trabajamos prácticamente sin
cobrar para ganar mercado y todo lo hacíamos a pie y para qué;…para que ahora se nos
deje a un lado y se nos trate como jornaleros a destajo…