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Introducción

Los AINEs representan uno de los grupos farmacológicos más consumidos en el mundo. Sin embargo, en muchas ocasiones
son infrautilizados o se abusa de ellos, siendo a veces innecesaria su prescripción.

Son un conjunto heterogéneo de compuestos químicos generalmente no relacionados entre sí, que comparten
acciones terapéuticas para el control en diverso grado del dolor, la inflamación y la fiebre. Esta diversidad química les
confiere propiedades farmacocinéticas distintas. Asimismo, comparten un perfil de efectos secundarios relativamente
frecuentes. Su eficacia clínica es equiparable entre todos ellos con pequeñas variaciones. Representan los fármacos
utilizados en el primer peldaño de la Escalera Analgésica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sistema que
originalmente se creó en 1986 para el control del dolor oncológico, en el que cada uno de los tres escalones representa el
proceso de selección de un fármaco específico para un tipo de dolor determinado en función de la intensidad del mismo.
O sea, que se centra en el enfoque farmacológico del control del dolor. Progresa desde los analgésicos antipiréticos y
AINEs, a los opioides débiles y finalmente a los opioides potentes.

En cada peldaño de la escalera, el analgésico puede combinarse con fármacos coadyuvantes. Estos son agentes
que, aunque no fueron creados principalmente para el tratamiento del dolor, presentan efectos analgésicos en ciertas
categorías de dolor. (Anticomiciales, antidepresivos, antipsicóticos, etc.).

En este trabajo se hablara sobre el uso de los AINEs, su farmacocinética, así como su farmacodinámica y algunos
ejemplos de dichos fármaco. También haré mención del Síndrome de Reye, ya que considero de gran importancia el
abordaje de este padecimiento.
AINEs (antiinflamatorios no esteroideos).
Los analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) constituyen uno de los grupos de medicamentos más prescritos,
presentan una gran variedad de indicaciones terapéuticas. Se trata además del grupo de fármacos más consumido como
automedicación en nuestro país.

Los AINEs son fármacos antiinflamatorios, analgésicos y


antipiréticos que constituyen un grupo heterogéneo de
compuestos, con frecuencia no relacionados
químicamente (aunque muchos de ellos son ácidos
orgánicos) y que, a pesar de ello, comparten ciertas
acciones terapéuticas y efectos colaterales. Sin embargo,
difieren en la importancia relativa que cada una de estas
propiedades representa en el conjunto de su efecto
farmacológico. Por ejemplo, el metamizol es efectivo como
analgésico y antipirético pero tiene escaso poder
antiinflamatorio, por el contrario el difusal tiene efectos
antiinflamatorios y analgésicos pero mínimo efecto
antipirético y el paracetamol es buen antipirético,
analgésico y carecen de actividad antiinflamatoria, el
ketorolako predomina su actividad analgésica sobre la
antiinflamatoria.

Evolución histórica
La historia de los analgésicos con mayor o menor actividad antipirética es la historia del médico tratando de aliviar el dolor
humano. Desde los tiempos de Galeno hasta Edward Stone en 1763, se han empleado empíricamente “conocimientos o
polvos de hojas de sauce” en el tratamiento de algunos dolores intermitentes y de la fiebre. Se tuvo que llegar a 1827, en
plena época de los alcaloides, y a Leroux, para extraer del sauce un principio activo: la salicina. Un paso más, y en 1838
Piria descubre al ácido salicílico, y en 1858 Klobe y Lautmann sintetizan el salicilato sódico. En 1876 McLegan sintetiza la
salicilina. Este mismo año Stricker y Reiss, y en 1877 German de See, demuestran la acción terapéutica del salicilato sódico
en el dolor y en la inflamación de la fiebre reumática. Veinte años más tarde Félix Hoffmann, químico de la Bayer, tiene
un hermano con artritis reumatoidea que no tolera el salicilato, y a la búsqueda de nuevos derivados sintéticos obtiene el
ácido acetilsalicílico, al que, según parece, su director Dreser, en honor del obispo de Nápoles San Asprinus, patrono de
los dolores de cabeza, bautiza como aspirina. Este fármaco que goza de una gran popularidad se fabrica en cantidades
que hoy en día superan las cien mil toneladas/año, con un consumo por habitante de unos cien comprimidos anuales en
los países desarrollados.

En relación con el mecanismo de acción de los antiinflamatorios no opiáceos, hay oscuridad hasta la década de los
setenta, cuando Vane y cols. ofrecen una explicación de la actividad analgésica y antiinflamatoria de estos fármacos por
la interferencia con la biosíntesis de prostaglandinas a través de la inhibición de la ciclooxigenasa, enzima responsable de
dicha biosíntesis a partir del ácido araquidónico.

Mecanismo de acción y su repercusión en clínica


El mecanismo de acción íntimo común a todo el grupo de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), correlato de la
actividad antiinflamatoria y base de su efectividad clínica es la inhibición de la enzima ciclooxigenasa. Como consecuencia
se inhibe la formación de prostaglandinas (particularmente PGE y PGL) a partir del ácido araquidónico membranario de
distintos tipos celulares.
Un paso adelante en el conocimiento de las acciones de los AINEs fue la comprobación de la existencia de dos
tipos diferentes de ciclooxigenasa (COX). Así como hay sabemos que existen dos isoformas de esta enzima con distinto
patrón de distribución y síntesis, ligadas a genes presentes en distintos cromosomas. Se han identificado con el número:
COX-1 y COX-2. Ambas tienen el mismo peso molecular y sus diferencias estructurales son casi imperceptibles (un solo
aminoácido) de forma que los lugares activos para la unión del ácido araquidónico (su sustrato) o a los AINEs (su inhibidor)
son similares; sin embargo, es muy distinto su papel fisiológico. Se sabe que este grupo de fármacos compiten con el ácido
araquidónico, liberado en la respuesta inflamatoria, para acoplarse al sitio activo en los canales enzimáticos.

La diferencia más importante entre ambas enzimas desde el punto de vista farmacológico estriba en que la COX-1 se
expresa “constitucionalmente”, es decir, es una enzima constitutiva en casi todos los tejidos, pero sobre todo en el riñón
y en el tracto gastrointestinal. Su actividad tiene que ver con la participación de prostaglandinas y los tromboxanos en el
control de funciones fisiológicas, como proteger el epitelio gástrico, de proteger el funcionalismo renal y de agregar las
plaquetas.

La COX-2, por el contrario, parece manifestarse en algunas células bajo el efecto inductor de determinados estímulos como
algunos mediadores químicos de la inflamación; por tanto mantiene los mecanismos inflamatorios y amplifica las señales
dolorosas que surgen en las áreas de la inflamación. Así la inhibición de la COX-2 se ha constituido en el objetivo de una
nueva generación de fármacos AINEs con propiedades terapéuticas, particularmente antiinflamatorias. La inmensa
mayoría de los AINEs actualmente disponibles afectan, es decir, inhiben de manera no selectiva la actividad enzimática de
ambas isoformas o, en todo caso, en mayor medida la de la COX-1, aunque los mecanismos de inhibición no sean idénticos
para todos los miembros de este numeroso grupo farmacológico. Excepciones singulares a la acción más común de
inhibición indistinta de ambas isoformas la constituyen el meloxicam y los nuevos COX-2, que muestran cierta selectividad
preferente, aunque no absoluta, para inhibir la COX-2 frente a la COX-1. Sin embargo su selectividad no es total, por
ejemplo aspirina, indometacina o piroxicam parecen tener una relación COX-2/COX-1 menos favorable.

Entre los primeros AINEs comercializados con un perfil predominantemente inhibidor de la COX-2 figuran
nahumetona y meloxicam. Nahumetona es un profármaco no acídico, cuyo metabolito (el 6-me-toxi-2-naftilacético)
resulta potente COX-2 inhibidor.

Entre los problemas más importantes que pueden llevar aparejados el uso de inhibidores selectivos de la COX-2 destacan
los posibles efectos debidos a la inhibición de la COX-2 en células donde es constitutiva, algo que hasta ahora está en
vigilancia.

Respuesta Inmunitaria
La respuesta inmunitaria aparece cuando se activan células inmunitarias en respuesta a microorganismos extraños
o sustancias antigénicas liberadas durante la reacción inflamatoria aguda o crónica. El resultado puede ser nocivo si lleva
a la inflamación crónica sin resolución del proceso lesivo subyacente. La inflamación crónica implica la liberación de varios
mediadores que no son importantes en la respuesta aguda. Uno de los trastornos más notorios en los que intervienen
estos mediadores es la artritis reumatoide, en la cual la inflamación crónica produce dolor y destrucción de hueso y
cartílago que llevan a minusvalía intensa y se observan cambios sistémicos que pueden causar acortamiento de la vida.

En el sitio de lesión hística también se liberan cininas, neuropéptidos e histamina, así como los componentes del
complemento, citocinas y otros productos de leucocitos y plaquetas. La estimulación de las membranas de los neutrófilos
produce radicales libres derivados del oxígeno y otras moléculas reactivas, como el peróxido de hidrógeno y los radicales
hidroxilo. La interacción de estas sustancias con el ácido araquidónico da lugar a la generación de productos quimiotácticos
que perpetúan el proceso inflamatorio.
Química y farmacocinética
Los AINEs se agrupan en varias clases químicas. Esta diversidad química representa una amplia variedad de
características farmacocinéticas. Aunque hay muchas diferencias en la cinética de los AINEs, tienen algunas propiedades
generales. Todos, excepto uno de los AINEs, son ácidos orgánicos débiles cuando se administran, con excepción de la
nabumetona, que es un profármaco de tipo cetona que se degrada hasta constituir el fármaco activo, ácido.

Casi todos estos fármacos son bien absorbidos y los alimentos no modifican en grado sustancial su biodisponibilidad. La
mayor parte de los AINEs se degrada de manera notoria, algunos por mecanismos de fase I seguidos por mecanismos de
fase II y otros sólo por glucuronización directa (fase II). El metabolismo de los AINEs ocurre en gran parte a través de las
familias de enzimas P450 CYP3A o CYP2C en el hígado. En tanto que la excreción renal es la vía más importante de
eliminación final, casi todos presentan grados variables de excreción y resorción biliares (circulación enterohepática). En
realidad, el grado de irritación de la porción distal del tubo digestivo se correlaciona con el grado de circulación
enterohepática. La mayor parte de los AINEs se une con intensidad a proteínas (~98%), por lo general la albúmina. Casi
todos (p. ej., ibuprofeno, cetoprofeno) son mezclas racémicas, en las cuales uno, el naproxeno, se provee como
enantiómero aislado y unos cuantos no tienen centro de asimetría (p. ej., diclofenaco).

Farmacodinámica
La actividad antiinflamatoria de los AINEs tiene la mediación sobre todo de la inhibición de la biosíntesis de
prostaglandinas. Varios AINEs poseen posibles mecanismos de acción adicionales que incluyen inhibición de la
quimiotaxis, regulación descendente de la producción de interleucina 1, menor producción de radicales libres y superóxido
e interferencia con los sucesos intracelulares mediados por el calcio. El ácido acetilsalicílico acetila de manera irreversible
a la ciclooxigenasa de plaquetas y la bloquea, en tanto que la mayor parte de los AINEs selectivos de COX son inhibidores
reversibles.

Los AINEs atenúan la sensibilidad de los vasos sanguíneos a la bradicinina y la histamina, afectan la producción de
linfocinas por los linfocitos T y revierten la vasodilatación de la inflamación. En grados variables, todos los AINEs más
recientes son analgésicos, antiinflamatorios y antipiréticos, y todos (excepto los compuestos selectivos COX-2 y los
salicilatos no acetilados) inhiben la agregación plaquetaria. Los AINEs son irritantes gástricos y pueden vincularse también
con úlceras gastrointestinales y hemorragias, aunque el grupo de compuestos más recientes tiende a causar menos
irritación gastrointestinal que el ácido acetilsalicílico.

Se ha observado nefrotoxicidad con todos los fármacos con los que se tiene amplia experiencia. La nefrotoxicidad se debe
en parte a la interferencia con la autorregulación del riego sanguíneo renal que es dirigida por las prostaglandinas.
También puede haber hepatotoxicidad por AINEs.

Varios AINEs (incluido el ácido acetilsalicílico) parecen reducir la incidencia de cáncer de colon cuando se
consumen en forma crónica. Varios estudios epidemiológicos amplios han mostrado una disminución de 50% del riesgo
relativo cuando se toman los fármacos durante cinco años o más. No se conocen los mecanismos de este efecto protector.

Los efectos adversos son en general muy similares para todos los AINEs:

I. Sistema nervioso central: cefalea, acúfenos y mareo.


II. Cardiovasculares: retención de líquidos, hipertensión, edema y, rara vez, insuficiencia cardiaca congestiva.
III. Gastrointestinales: dolor abdominal, displasia, náusea, vómito y, rara vez, úlceras o hemorragias. 4.
Hematológicos: trombocitopenia ocasional, neutropenia o incluso anemia aplásica.
IV. Hepáticos: pruebas de función hepática anormales y, rara vez, insuficiencia hepática.
V. Pulmonares: asma.
VI. Dérmicos: exantemas de todos los tipos, prurito.
VII. Renales: insuficiencia renal, hiperpotasemia y proteinuria.
Efectos farmacológicos no deseables
La utilización de estos fármacos se ve limitada, por la posible aparición de efectos adversos que han sido conocidos desde
su introducción, prácticamente a la par que sus propiedades terapéuticas, la primera reacción adversa a la aspirina se
describió en 1902 por Hirschberg. Los AINEs como grupo farmacológico son responsables de 70.000 ingresos hospitalarios
y 7.000 fallecimientos anuales como consecuencia de sus diversos efectos secundarios.

Como ya he mencionado, entre los efectos adversos más comunes están los gastrointestinales, seguidos de las
reacciones adversas renales (alteraciones en la hemodinámica renal e insuficiencia renal), las cutáneas (fenómenos de
hipersensiblilidad, urticaria o eritema multiforme), neurológicas (cefaleas, tinnitus) o hepáticas (elevación de enzimas
hepáticas) y las cardiovasculares.

Ácido Acetilsalicílico:
El uso prolongado del ácido acetilsalicílico y su disponibilidad sin prescripción reducen su elección en comparación con los
AINEs más recientes. Rara vez se utiliza el ácido acetilsalicílico como antiinflamatorio y se revisarán solo sus efectos
antiplaquetarios. Con absorción muy rápida, estando en relación con el pH del medio, aumentada por la existencia de
aclorhidria y disminuida por la presencia de alimentos.

Aparecen niveles plasmáticos máximos entre 1-2 horas con un volumen de distribución para el ácido
acetilsalicílico. La vida media plasmática es para el ácido acetilsalicílico de 15-20 minutos siendo hidrolizados a ácidos
salicílicos en el estómago, sangre e hígado, la eliminación es por vía renal en un 50-70% como ácido salicilúrico, 10-20%
como glucurónidos fenólicos, 5-10% como derivados acidicos 1-5% como ácido gentísico y 10% como ácido salicílico.

1. Antiinflamatorio: a dosis superiores a 4g/día


2. Antipirética: cuando la temperatura se encuentra patológicamente elevada
3. Analgesica: frente a dolores diversos, cefaleas, dolores articulares, musculares entre otros a dosis entre
1-3g/día.
4. Sobre el metabolismo del ácido úrico: a dosis altas (6-10g/día) aumenta la eliminación de ácido úrico
por inhibir la secreción tubular de ácido úrico lo retiene y por inhibir la reabsorción tubular proximal de
ácido úrico lo elimina.
5. Acción tópica: irritantes-revulsivos, esclerosantes, bacteriostáticos, antifúngicos y queratolíticos.

Salicilatos no Acetilados
Estos fármacos incluyen a los salicilatos de sodio, salicílico y magnésico de colina. Todos son fármacos antiinflamatorios
eficaces aunque pueden ser analgésicos menos fuertes que el ácido acetilsalicílico. Dado que son mucho menos eficaces
que el AAS como inhibidores de COX y no afectan la agregación plaquetaria. Pueden ser preferibles cuando es indeseable
la inhibición de COX (ejem. Pacientes con asma, tendencias hemorrágicas o insuficiencia renal). Estos fármacos se
administran en dosis de 3-4 g/día.

INHIBIDORES SELECTIVOS DE LA COX-2


Se desarrollaron en un intento por inhibir la síntesis de prostaglandinas por la isoenzima COX-2 inducida en sitios de
inflamación, sin afectar la acción de la isoenzima COX-1 constitutiva que se encuentra en el tubo digestivo, riñones y
plaquetas. Los inhibidores de COX-2 tienen efectos analgésicos, antipiréticos y antiinflamatorios similares a los de NSAID
no selectivos, pero con aproximadamente la mitad de los efectos adversos gastrointestinales.
Celecoxib
Es un inhibidor de COX-2, de 10 a 20 veces más selectivo para ésta respecto de COX-1. Se vincula con menos ulceras
detectadas por endoscopia que casi todos los demás AINEs. Puesto que se trata de una sulfonamida, el celecoxib puede
causar exantema (erupción de color rojizo). No afecta la agregación plaquetaria a las dosis regulares.

Meloxicam
El meloxicam está relacionada con el piroxicam que inhibe de manera preferencial a la COX-2 respecto de la COX-1, en
particular a dosis de 7.5 mg/día que es su dosis terapéutica más baja. No es tan selectivo como el celecoxib y puede
considerarse “preferencial” más que “altamente” selectivo.

Se vincula con menos síntomas gastrointestinales y complicaciones en clínica que el piroxicam, diclofenaco y
naproxeno. De manera similar, el meloxicam inhibe la síntesis de tromboxano A2, pero incluso a dosis supraterapéuticas
ese bloqueo no alcanza cifras que causen disminución de la función plaquetaria in vivo (véanse antes los efectos adversos
comunes).

INHIBIDORES NO SELECTIVOS DE LA COX


Diclofenaco
Con niveles máximos plasmáticos a las 2 horas de administrarlo, 90%unido a proteínas. Eliminación por vía renal y también
por bilis. Semivida plasmática de 1.5 horas. Suelen aparecer nauseas, vómitos, diarrea y gastralgia, que ceden sin
necesidad de retirar el tratamiento. Raramente existe elevación de transaminasas, exantema, edemas, alergias en
enfermos sensibles a la aspirina.

El cuadro de intoxicación se manifiesta con: irritabilidad, cefaleas, vértigos, ataxia, convulsiones. Puede dar lugar
a alteraciones de la coagulación, por ser antiagregante plaquetario, lo que plantea un cuidado especial con la asociación
de anticoagulantes orales.

Diflunisal
Aunque el diflunisal se deriva del ácido salicílico no se degrada hasta ácido salicílico o salicilato. Tiene un ciclo
enterohepático de resorción de su metabolito glucurónido, seguido por fragmentación del glucurónido para liberar de
nueva cuenta la fracción activa. El diflunisal está sujeto al metabolismo limitado por la capacidad, con semividas séricas a
varias dosis que se aproximan a las correspondientes de los salicilatos. Es utilizado en la artritis reumatoide y la dosis
recomendada es de 500 a 1.000 mg/día dividido en dos tomas.

Flurbiprofeno
El flurbiprofeno es un derivado del ácido propiónico con un mecanismo de acción tal vez más complejo que el de otros
AINEs, inhibe de manera no selectiva a la COX. Tiene circulación enterohepática. Aunque su perfil de efectos adversos es
similar al de otros NSAID, en casi todos los aspectos el flurbiprofeno también se vincula rara vez con rigidez en rueda
dentada, ataxia, temblor y mioclonías.
Ibuprofeno
El ibuprofeno es un derivado simple del ácido fenilpropiónico. A dosis de casi 2 400 mg diarios, el ibuprofeno es
equivalente a 4 g de ácido acetilsalicílico en su efecto antiinflamatorio. El ibuprofeno oral se prescribe a menudo en dosis
más bajas (<2 400 mg/día), con las que tiene eficacia analgésica pero no antiinflamatoria. Está disponible sin receta en la
forma de dosis baja con varios nombres comerciales. Es eficaz para el cierre del conducto arterioso permeable en recién
nacidos prematuros, con casi la misma eficacia y seguridad que la indometacina.

Cetoprofeno
El cetoprofeno es un derivado del ácido propiónico que inhibe tanto a la COX (de manera no selectiva) como a la
lipooxigenasa. La administración concomitante de probenecid eleva la cifra del cetoprofeno y prolonga su semivida
plasmática.

La eficacia del cetoprofeno a dosis de 100 a 300 mg/día es equivalente a la de otros AINEs. A pesar de su efecto
doble sobre prostaglandinas y leucotrienos, el cetoprofeno no es superior a otros AINEs en cuanto a eficacia clínica. Sus
principales efectos adversos ocurren en el tubo digestivo y el sistema nervioso central (véanse antes los efectos adversos
comunes).

Naproxeno
El naproxeno es un derivado del ácido naftilpropiónico. Es el único AINE actual disponible en el mercado como
enantiómero solo. La fracción libre del naproxeno es mucho mayor en mujeres que en hombres, pero su semivida es
similar en ambos sexos. El naproxeno es eficaz para las indicaciones reumatológicas comunes y está disponible en fórmula
de liberación prolongada, como suspensión oral y para venta directa. También se dispone de un preparado tópico y una
solución oftálmica.

La incidencia de hemorragia digestiva alta con las presentaciones que no requieren prescripción es baja, pero
doble respecto de la correspondiente del ibuprofeno (tal vez por un efecto posológico).

Piroxicam
El piroxicam es un inhibidor no selectivo de la COX que a concentraciones elevadas inhibe la migración de los leucocitos
polimorfonucleares, aminora la producción de radicales de oxígeno y deprime la función linfocítica. Su semivida es
prolongada, permite dosificarlo una vez al día.

El piroxicam se puede emplear para las indicaciones reumáticas habituales. Cuando se utiliza a dosis mayores de
20 mg/día muestra una mayor incidencia de úlcera péptica y hemorragia del tubo digestivo. Los estudios epidemiológicos
sugieren que este riesgo es hasta 9.5 veces mayor con el piroxicam respecto de otros NSAID (véanse antes los efectos
adversos comunes).

Sulindac
El sulindac es un profármaco sulfóxido con metabolismo reversible hacia el metabolito activo, sulfuro, que se excreta en
la bilis y después se resorbe en el intestino. El ciclo enterohepático prolonga la duración de acción hasta 12 a 16 h. Entre
las reacciones adversas más graves se han observado el síndrome de Stevens-Johnson, necrólisis epidérmica,
trombocitopenia, agranulocitosis y síndrome nefrótico. Como el diclofenaco, el sulindac puede tener más propensión a
causar elevación de las aminotransferasas séricas y esto se ha asociado a veces con daño colestático del hígado, que
desaparece al interrumpir el fármaco.

Síndrome de Reye
El síndrome de Reye es una enfermedad pediátrica grave que se produce con mayor frecuencia en niños menores de 10
años. Se caracteriza por encefalopatía no específica de progresión rápida, con degeneración adiposa de las vísceras y
alteración del metabolismo. Afectando principalmente al hígado y cerebro. Es una esteatosis hepática microvesicular. El
sistema nervioso central aparece edematoso.

Al microscopio electrónico se ven unas mitocondrias anormales. La causa de la enfermedad es un trastorno


mitocondrial sistémico que impide la β-oxidación de los ácidos grasos.

El cuadro clínico es característico en el proceso de recuperación de una infección viral.

Se trata de una encefalopatía de comienzo abrupto asociado a daño hepático. Comienza con malestar general,
vómitos persistentes, seguido de cambios en el comportamiento, habitualmente referido como comportamiento agresivo,
letargo, pérdida de consciencia.3 En ocasiones se observa acidosis metabólica y alcalosis respiratoria. Puede haber
cambios en el nivel de conciencia del paciente, convulsiones, coma y muerte. Es un cuadro con una mortalidad elevada,
entre el 20 al 40%, aunque con buen pronóstico para los pacientes que superan el cuadro agudo. Esta se divide en V
etapas.

Diagnostico

El diagnóstico se basa en antecedentes del paciente, síntomas y datos clínicos. En el examen físico, se destacan:
somnolencia, vómitos, evidencias de laboratorio de disfunción hepática, letargo, cambios del comportamiento y del nivel
de conciencia, hiperventilación, diplopía, pérdida de sensibilidad de miembros, convulsiones, postura de descerebración,
hepatomegalia. Además de la sintomatología anteriormente citada, hay ciertos marcadores plasmáticos de utilidad:
Hipoglucemia, elevación de las enzimas hepáticas, aumento del amonio plasmático. En cuanto a los estudios
complementarios: Química sanguínea, tomografía, electroencefalograma, resonancia magnética (se observa edema
cerebral entre otros cambios).
Conclusión:
Es de suma importancia como futuros médicos el conocer la farmacodinámica y farmacocinética de los AINEs, ya que como
he mencionado son los más prescritos y solicitados del mercado en la actualidad. Así mismo conocer sus efectos adversos,
efectos deseados y todas aquellas “complicaciones” que nos puedan generar el uso indebido de cada uno.

Los efectos adversos gastrointestinales, cardiovasculares y renales de los AINE se relacionan con la dosis total
diaria y pueden presentarse en tratamientos de menos de 15 días. Los AINE más adecuados son ibuprofeno y naproxeno,
con o sin protección gástrica, según los factores de riesgo gastrointestinal del paciente. Está contraindicado el uso de
COXIBs, diclofenaco, aceclofenaco, ibuprofeno (a dosis ≥ 2400 mg/d) y dexibuprofeno (a dosis ≥ 1.200 mg/d) en pacientes
con patología cardiovascular grave como insuficiencia cardiaca (II-IV NYHA), cardiopatía isquémica, enfermedad arterial
periférica y enfermedad cerebrovascular. En pacientes con factores de riesgo cardiovasculares se requiere una
consideración de la relación beneficio-riesgo antes de ser utilizados. El uso de celecoxib y etoricoxib parece excesivo
considerando sus contraindicaciones.

Frente al riesgo GI se puede prescribir gastroprotección, pero frente al cardiovascular no hay farmacoterapia
concomitante que lo disminuya. Las asociaciones de AINE e IBP se deben utilizar con precaución, ya que no todos los
pacientes que necesitan un AINE tienen indicado el uso de un IBP. Además, las pautas posológicas de estas asociaciones
pueden llevar a una dosificación incorrecta de alguno de sus principios activos

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