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TEORIA DEL CONOCIMIENTO Y EPISTEMOLOGÍA

PROF: GRACIELA GULIERMONE

EL CONOCIMIENTO EN LA MODERNIDAD: DESCARTES, HUME Y


KANT
Evidentemente ni las preguntas ni las respuestas sobre el origen del conocimiento
comenzaron en la modernidad. En la Grecia arcaica y clásica aparece la pregunta, en
gran medida circunscripta al conocimiento de los valores morales, especialmente el del
bien y la justicia. En el siglo Va.c, con Sócrates el conocimiento de la verdad proviene de
una búsqueda interna, de una introspección, en la máxima “Conócete a ti mismo” y con
ella el uso de la razón, el cuestionamiento, el reconocimiento de la ignorancia para
encontrar y parir la “verdad” que está en cada uno ( a través del método mayéutica).La
verdad implica el bien, un bien objetivo, universal y absoluto . Poco después Platón
(428_347 a.c) dijo que llegamos a la verdad cuando somos guiados por un maestro que
nos ayuda a recordar, porque en realidad ya sabemos la verdad sobre el mundo y la
realidad. Para él nuestra alma ya estuvo en contacto con la realidad perfecta y divina
antes de estar presente en un cuerpo, la ha contemplado en un mundo inteligible
constituido por ideas o modelos perfectos e inmutables. Pero el alma lo ha olvidado al
encarnarse en un cuerpo en este mundo sensible, en esta realidad que vivimos, de las
cosas imperfectas y mutables. Así sabemos qué es lo justo por ejemplo, porque nuestra
alma ha contemplado la idea de justicia en el mundo inteligible. Así, conocer es
contemplar y también reminiscencia, recordar. El planteo de Aristóteles, contrario al de
Platón intenta ubicar el análisis gnoseológico en primer lugar en el plano sensible y
concreto de la experiencia, y también en su obra Organon (herramienta en griego)
desarrolla los principios de la lógica y la argumentación.

El conocimiento como contemplación es una concepción realista, el objeto de


conocimiento ya está dado y existe independientemente al sujeto .

El conocimiento como representación, en el planteo de Hartman y Hessen, así como en


Descartes y Hume. Esta concepción del conocimiento se funda en el realismo.

La concepción según la cual el conocimiento es una creación , una construcción


también subjetiva, caracteriza a la edad moderna. Podemos citar aquí el idealismo
extremo de Berkeley, (el objeto existe en la medida en que es pensado), pero
principalmente la filosofía de Kant con su idealismo trascendental donde el objeto es
pensado y ordenado por formas subjetivas a priori, de esa manera el objeto depende
del sujeto.
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El sujeto moderno y el realismo

Como desarrollaremos luego, la razón en la época moderna tiene una importancia


capital. Aparece la idea de racionalidad como única garantía de conocimiento, y esto
descansa en la idea de que la realidad tiene una estructura racional y que por otro la
mente puede aprehenderla de modo directo, cuyo resultado es una copia de la realidad
en una idea o concepto, es la postura denominada representacionalismo.

El conocer como representación:

“Cuando se advierte un error o ilusión, el sujeto comprende precisamente que tomó


al objeto por algo que no es, o bien que el objeto se le presentó o antojó como algo
que no era. Ahora bien, ese algo como lo que se presentó o surgió, evidentemente no
es el objeto mismo ni tampoco el sujeto, sino un tercero, diferente de ambos, que
está entreverado en la relación de conocimiento. Es lo que se ha llamado la
"representación" del objeto."Hartmann, N. Metafísica del conocimiento. Citado en
Frassineti y Martínez, Filosofía Viva, p.19

El dualismo de objeto y sujeto pertenece a la esencia del conocimiento .El conocimiento


se presenta como una relación en la cual sus términos permanecen separados. Esta
separación corresponde a la postura filosófica denominada al realismo .

La relación del conocimiento se establece entre un objeto y un objeto conocido a través


de una imagen o representación intelectual. Conocer es así aprehender, internalizar las
notas de los objetos para integrarlas a las representaciones del sujeto. Es importante
señalar que de este planteo del conocimiento considerado como aprehensión, el sujeto
si bien no construye el objeto no es pasivo absolutamente en la medida en que forma
una imagen. Así lo afirma el siguiente fragmento: ”El conocimiento fue pensado en la
modernidad como un reflejo, una mímesis por un sujeto racional que se siente
escindido de la naturaleza y que es capaz de formarse una imagen interna que se
corresponde punto a punto con la del mundo, al que considera totalmente
independiente”.R.Rorty, D. Najmanovich: Mirar con nuevos ojos
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René Descartes
René Descartes, también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre
de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica.
Fecha de nacimiento: 31 de marzo de 1596, Descartes, Francia
Fecha de la muerte: 11 de febrero de 1650, Estocolmo, Suecia
El inicio de la filosofía moderna.. Contexto histórico-cultural: el siglo XVII.-

En el año 1.637 se publica el Discurso del Método, fecha que se considera


simbólicamente como la que marca el inicio de la filosofía moderna. Y es que la filosofía
cartesiana inaugura una nueva actitud filosófica que ya se venía fraguando a lo largo de
los dos siglos anteriores, en los que se había desarrollado una actitud crítica frente al
modo tradicional de hacer filosofía, pero que era incapaz de ofrecer una alternativa
claramente definida. De esta manera, ante el derrumbe de la cosmovisión medieval
sostenida por la Escolástica, va a surgir la necesidad de establecer unos nuevos
fundamentos sobre los que asentar firmemente la filosofía: un nuevo criterio de verdad
y un nuevo método. Por otro lado, el humanismo renacentista recuperó el escepticismo
como actitud mental que se limita a la práctica de la duda universal. En efecto, para el
escéptico no hay certezas, evidencias o afirmaciones, sino todo lo contrario,
suposiciones, dudas, incertezas y, en definitiva, apariencias. Suele tomarse a la filosofía
del francés René Descartes como paradigmática en la modernidad y el conocimiento.
Con él la filosofía dejará de ser fundamentalmente ontología para pasar a ser
gnoseología. Sin duda, su filosofía marcará un nuevo rumbo a la reflexión filosófica
posterior: ya no serán el ser ni la realidad los objetos primordiales de la filosofía, sino el
conocimiento que del ser y de la realidad podemos llegar a tener los hombres. Es decir,
el problema del conocimiento se antepone al problema de la realidad. Este giro es un
hecho definitorio del pensamiento moderno, y con él se inaugura una nueva etapa de la
filosofía, con la que se plantearán nuevos problemas, nuevas respuestas y una nueva
actitud para encarar nuestra orientación en el mundo.A Descartes se lo presenta como
el padre del racionalismo. La posición filosófica que afirma que la razón humana o el
entendimiento es el fundamento último de todo nuestro conocimiento. Además de
filósofo, Descartes fue matemático, los famosos ejes cartesianos llevan su nombre, y
una de sus preocupaciones principales fue encontrar un método seguro para llegar a
una certeza, al conocimiento verdadero y no confundirlo con lo falso.

.. La época moderna es el triunfo de las monarquías nacionales, aparición del


capitalismo comercial y surgimiento de la clase burguesa, reforma protestante y
contrarreforma católica, exploración geográfica del planeta, etc)Por una parte, el
antropocentrismo humanista. En un marco de profunda crisis y renovación se demanda
un modelo de hombre y sociedad diferente del anterior, del medieval. Inspirado
directamente en la antigüedad clásica se configura el antropocentrismo renacentista
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frente al teocentrismo medieval. Si el hombre de la Edad Media subordinaba


plenamente su vida a su destino sobrenatural, a su salvación religiosa, ahora se
descubrirán los propios valores naturales y el valor de la vida terrenal en sí misma. El
hombre, nueva síntesis y centro del universo, se concibe como libre y dueño de sí, capaz
de hacerse a sí mismo en el ejercicio de la propia libertad, como afirma Pico della
Mirándola en su famoso Discurso acerca de la dignidad del hombre..”podrás degenerar
en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo en las
realidades superiores que son divinas..”,.
Desde esa convicción y mentalidad se abrirá el camino para la afirmación de la
autonomía de la razón como nueva premisa fundamental del pensamiento filosófico,
moral, político e incluso religioso de la modernidad. La razón como lo más fundante de
su naturaleza, pero ahora, la razón es el motor que llevará al hombre al progreso. Los
desarrollos tecnológicos y los descubrimientos científicos hicieron confiar al hombre en
que, mediante el uso de su propia razón, podría llegar a un estadio libre de
enfermedades, de pobreza, de sojuzgamiento del hombre por el hombre. En pleno auge
de estas ideas y con la razón al mando de la vida humana, el problema del conocimiento
y el rol que la razón tiene en él se volvieron problemas filosóficos fundamentales.

El cogito cartesiano, verdad indubitable: ”pienso luego existo” es una de las principales
afirmaciones de esta nueva posición del hombre como núcleo de un universo que ya no
tiene la tierra en su centro. .
Son los años de revoluciones científicas. Copérnico, Kepler y Galileo acaban con la
imagen aristotélica de un universo cerrado tanto en el campo de la astronomía como en
el de la física. La sustitución del geocentrismo por la hipótesis heliocéntrica
(Copérnico), al mismo tiempo que se descubre el sistema solar con las leyes de Kepler,
por un lado, y la interpretación matemática de los fenómenos físicos (Galileo) por otro,
impulsa definitivamente una nueva concepción de la ciencia, cuya expresión más
acabada será la físico-matemática que culminará el siglo próximo con la obra de
Newton. Esta nueva ciencia desarrollará un nuevo método científico, el método
resolutivo-compositivo que Galileo toma de la Escuela de Padua. En este nuevo método,
no sólo la experimentación cobra un importante papel, sino que fundamentalmente se
apoya en el papel directriz que juega una razón que se concibe autónoma. La vieja
ciencia aristotélica, teleológica y cualitativa, dará paso a una ciencia mecanicista y
cuantitativa cuyas leyes se cumplen en todo el universo. Este cambio desarrollará un
nuevo modo de interpretar la razón: el matemático. Todos estos elementos tienen su
reflejo en la obra científica y filosófica de Descartes que amplía la ruptura al desterrar
de la reflexión filosófica la silogística aristotélica y escolástica a favor de un método
racional que tiene en la matemática su modelo, desarrolla la geometría analítica y una
física mecanicista y matemática (aunque alejada de la experimentación) y, con el
Discurso del método que comentamos, empieza a desarrollar una nueva
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fundamentación de la metafísica que sea acorde con la nueva ciencia e imagen del
mundo.

DESCARTES Y LA CONCEPCIÓN MODERNA DE LA CIENCIA

_El conocimiento en la época moderna, se presenta como un acto individual que lleva a
representar en la mente lo que está fuera de ella.

Se hace necesario tomar distancia del mundo para poder representarlo, esto supone la
escisión del sujeto y el objeto (realismo), una división entre res cogitans (mente) y res
extensa(materia).

Esta división cartesiana sustenta una idea mecanicista, causal, regular y determinada
del mundo, y sienta las bases de la ciencia clásica_moderna. El mundo es considerado
como una máquina, dada como un conjunto de elementos ordenados en leyes
necesarias y constantes que es necesario descubrir. La filosofía cartesiana fundamenta
la idea occidental de que la mente está separada del cuerpo y lo controla, y los dos están
separados de la naturaleza. Esta fragmentación se extiende a lo cósmico y en el plano
cognoscitivo a los saberes compartimentados. Así, desde el punto de vista gnoseológico
se afirma un determinismo: se pretende el conocimieto objetivo de la realidad pues ella
se considera ordenada, mecanizada, fragmentada. En palabras de Esther Diaz: “La
physis de la que hablaban los griegos, el mundo en tanto creación que hablaban los
medievales se convierten ahora en objetum. Esto es, en algo “puesto” o “arrojado”
allí para un sujeto, el hombre, cuya función será la de calcularla para luego
disponer de ella y mediante control y manipulación transformarla en recurso, en
material disponible. (Diaz, Esther. La posciencia..pp 54_55)
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EL MÉTODO

Descartes parte de la crítica a la filosofía de su tiempo, en donde todo era dudoso y


objeto de disputas. Admiró la matemática porque nos presenta verdades que poseen
certeza: unas (los axiomas) porque se captan directamente gracias a la intuición, y otras
(los teoremas) porque se deducen de los axiomas. El Racionalismo cree que la
matemática es un saber modélico, e intentará renovar la filosofía imitando las
características de su método: simplicidad de los principios, deducción y certezas. La
crisis de la filosofía no le afecta únicamente a ella pues como las restantes ciencias
toman sus principios de la filosofía (todo el saber humano forma un sistema unitario y
es como un árbol del que las raíces son la metafísica), resultan también dudosas. Por
ello, el objetivo del método y la duda de Descartes será sanear las raíces del árbol del
saber y no admitir ninguna opinión como verdadera sin antes ajustarla a lo que exige la
razón. Los modos de conocimiento con los que podremos alcanzar el saber estricto son
consecuencia de la experiencia intelectual: la intuición, acto intelectual, simple y
evidente, es la base del conocimiento; y la deducción, movimiento de la mente que
consiste en la captación de una verdad por seguirse de otra cosa conocida con certeza.
El método es un conjunto de reglas ciertas y fáciles con las que llegar al conocimiento; la
más importante es 1_la regla de la evidencia: admitir como verdadero sólo aquello que
se conozca con evidencia, con claridad y distinción; esta regla da lugar al llamado
criterio de verdad. 2_Por la regla del análisis dividimos cada dificultad hasta llegar a los
elementos simples; 3_por la regla de la síntesis conducimos nuestro pensamiento de lo
más fácil (de los elementos simples) a lo más difícil (al problema complejo); y 4_ por la
regla de la enumeración revisamos todo el proceso hasta estar seguros de no omitir
ningún paso ni de cometer errores.

BÚSQUEDA DEL PRIMER PRINCIPIO

La duda metódica es consecuencia de la regla de la evidencia, es una duda radical


pues consiste no sólo en rechazar aquello que veamos falso sino de dudar de todo
aquello que sea dudable, su propósito es descubrir algo imposible de dudar, una verdad
indubitable, la fundamentación absoluta del conocimiento, y tiene una vigencia limitada
en el tiempo pues se mantiene hasta que Descartes demuestra la existencia de Dios y la
verdad de lo que se percibe con claridad y distinción. Dado que no podemos examinar
una por una todas nuestras opiniones, propone revisar los "principios" en los que éstas
descansan, que son los sentidos, con los que conocemos el mundo físico y están a la
base de las ciencias empíricas, y la razón, que está a la base de las matemáticas. En
cuanto a la supuesta verdad de lo sensible, objeta que a veces los sentidos engañan, y
que el sueño es indistinguible de la vigilia, por lo que todo lo percibido podría ser un
sueño y falso. Respecto de las verdades intelectuales como las matemáticas, presenta
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también dos objeciones: con frecuencia hay equivocaciones al razonar; y la hipótesis


del genio maligno: tal vez hemos sido creados mal, con facultades racionales que nos
llevan sistemáticamente al error. Esta hipótesis es la más radical y afecta a la totalidad
de la experiencia intelectual. La duda metódica cuestiona el mundo físico (incluido
nuestro cuerpo), la existencia de otras personas, y en definitiva la existencia de algo
externo al sujeto que duda, pero también la verdad de las ciencias (incluida la
matemática). Tras estas dudas, Descartes descubre el cogito: nada, ni siquiera el "genio
maligno", puede hacerme dudar de que existo siempre que estoy pensando (dudando,
p. ej.); mi existencia como ser pensante es una realidad absolutamente indudable que,
por ello mismo, permite una verdad absoluta, jamás dudable, la primera verdad:
"pienso luego existo". En esta singular experiencia de conocimiento encuentra también
el criterio de verdad: son verdaderas las cosas percibidas clara y distintamente. Lo
claro es lo evidente, lo presente y manifiesto al espíritu y que se ofrece a la intuición; lo
distinto se da cuando el conocimiento es simple y la cosa está bien delimitada, lo claro
presente sólo él y no mezclado.

TRANSITO DEL COGITO A LA REALIDAD

Descartes sabe de su existencia, que es un ser pensante y que tiene pensamientos


(que imagina, juzga, quiere, duda, siente,…), pero nada más; ignora si tiene cuerpo, si
existe la totalidad del mundo que antes de la duda creía existente y si existen otros
seres humanos; en este momento de la duda está solo y “ha perdido el mundo”. Para
"recuperar" el mundo y a las demás subjetividades, sólo le cabe mostrar que en él hay
algo que remite necesariamente a otra cosa distinta de él mismo. Para esta tarea realiza
un análisis de lo que encuentra en su interior, de las ideas. Las ideas son como
imágenes de las cosas, son todo lo que está en la conciencia: sensaciones, actos de
memoria, de imaginación, de pensamiento, de sentimiento... Se clasifican en adventicias
(las que parecen provenir de nuestra experiencia externa), facticias (construidas por la
mente) e innatas (las posee el pensamiento en sí mismo, y no pueden entenderse como
proviniendo del mundo exterior ni como siendo construidas por la imaginación); la más
importante idea innata es la idea de Infinito o Dios.
Descartes piensa que es más fácil probar que hay algo distinto a él mismo
demostrando que existe Dios que demostrando que existe el mundo físico, y para ello
ofrece varios argumentos. La idea de un ser perfecto: la idea de Dios es la más perfecta
pues es la idea de la sustancia más perfecta y reúne las ideas de todas las perfecciones
en las que podamos pensar, pero la idea de perfección absoluta no se puede explicar a
partir de nuestras facultades, luego debe estar en nuestra mente porque un ser más
perfecto que nosotros nos la ha puesto; debe ser innata, y ese ser es Dios. La
imperfección y dependencia de mi ser: me doy cuenta de mi limitación pues veo que
soy ignorante; tampoco puede ocurrir que dependa de algo menos perfecto que Dios
pues en la causa debe haber tanta realidad como en el efecto y si soy un ser pensante
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sólo un ser pensante puede haberme creado; si ese ser pensante no es la causa de sí
mismo, entonces otro debe haberlo creado, y lo mismo con este segundo... pero la serie
no puede ser infinita, luego Dios existe. La idea de un ser perfecto implica su existencia
(argumento ontológico): la existencia de Dios está comprendida en la idea de un ser
infinitamente perfecto del mismo modo que en la idea de triángulo está comprendido
que sus tres ángulos son iguales a dos rectos. La existencia de Dios es tan inseparable
de su esencia como lo es de la esencia del triángulo el que sus ángulos valgan dos
rectos, y del mismo modo que es evidente ese teorema matemático, es evidente que
Dios existe.
Dios incluye en su esencia su existencia, pero también su bondad y veracidad, y
Dios sería mentiroso y poco bondadoso si nos hiciese errar cuando creemos estar ante
la verdad. Esto quiere decir que ahora podemos estar seguros de la verdad de las
matemáticas y de todo aquello que concebimos con "claridad y distinción". Además, y si
Dios no es falaz, no puede ocurrir que los sentidos nos engañen al punto de que todo
sea sueño; por lo tanto, los cuerpos existen. Descartes "recupera" de ese modo el
mundo que había perdido tras la aplicación de la duda metódica, y del que ahora tiene
auténtico saber. El "mundo recuperado" no es del todo igual al perdido: existe Dios,
existen los hombres con sus almas, existen los cuerpos, pero éstos no poseen todas las
características que les atribuye el sentido común, pues Descartes rechazará las
“cualidades secundarias” como el color, el sabor, los olores, el calor o el frío, por ser
subjetivas y no reales. Las propiedades objetivas son las llamadas "cualidades
primarias": extensión, figura y movimiento, propiedades que permiten un tratamiento
matemático, como el de la física de Galileo. El mundo físico no es tal y como se muestra
a la percepción sino al pensamiento.
LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD
Sustancia es aquello que no necesita de otra cosa para existir. Habrá la sustancia
infinita o Dios, y las sustancias finitas, y en éstas los cuerpos (“res extensa”) y las
mentes (“res cogitans”). No podemos percibir las sustancias en cuanto tales, sino que
las conocemos por sus atributos (o rasgos esenciales): el atributo de los cuerpos es la
extensión; el atributo del cogito es el pensamiento. Los modos son las modificaciones
variables (accidentales) de las sustancias: la figura, el movimiento son modos de la
sustancia extensa; la imaginación, el pensamiento son modos de la sustancia pensante.
Las cosas que concibo con claridad y distinción separadamente son diferentes; puedo
concebirme a mí mismo clara y distintamente al margen de cualquier otra cosa que no
sea el pensamiento, luego soy una substancia pensante. El hombre es antes que nada
mente, aunque tenga un cuerpo con el que se vincula de un modo particular; Descartes
mantendrá un claro dualismo antropológico al separar radicalmente el cuerpo de la
mente. Descartes niega que otros organismos distintos al hombre tengan mente (alma):
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los animales son puro cuerpo. En el ámbito de lo corporal (y por tanto también en los
animales) vale el mecanicismo y el determinismo, pero puesto que el hombre tiene
mente, el mecanicismo no vale para explicar al hombre; sólo así podemos salvar la
libertad humana. Considera que toda realidad finita (menos el hombre) tiene una
estructura comparable a la de una máquina, de modo que puede explicarse a base de
modelos de máquinas.

TEXTOS “Así, fundándome en que los sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que
no había cosa alguna que fuese tal y como ellos nos la hacen imaginar; y, en vista de que hay hombres
que se engañan al razonar y comente paralogismos, aun en las más simples materias de geometría, y
juzgando que yo estaba tan sujeto a equivocarme como cualquier otro, rechacé como falsas todas las
razones que antes había aceptado mediante demostración; y finalmente, considerando que los mismos
pensamientos que tenemos estando despiertos pueden también ocurrírsenos cuando dormimos, sin
que en este caso ninguno de ellos sea verdadero, me resolví a fingir que nada de lo que hasta entonces
había entrado en mi mente era más verdadero que las ilusiones de mis sueños. Pero inmediatamente
después caí en la cuenta de que, mientras de esta manera intentaba pensar que todo era falso, era
absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo; y advirtiendo que esta verdad: pienso,
luego existo, era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos eran
incapaces de conmoverla, pensé que podía aceptarla sin escrúpulo como el primer principio de la
filosofía que andaba buscando.” René Descartes, Discurso del Método, Cuarta Parte
Meditaciones metafísicas – Rene Descartes- Segunda meditación De la naturaleza de la mente humana:
que es más fácil de conocer que el cuerpo

1.La meditación que hice ayer me ha llenado la mente de tantas dudas que, en adelante, ya no está en mi
poder olvidarlas. Y sin embargo no veo de qué modo podría resolverlas; así, como si hubiera caído de
repente en aguas muy profundas, me encuentro tan sorprendido que ni puedo asegurar mis pies en el
fondo ni nadar para mantenerme en la superficie. No obstante, me esforzaré y seguiré, sin desviarme, el
mismo camino por el que había transitado ayer, alejándome de todo aquello en lo que pudiera imaginar la
menor duda, al igual que haría si supiese que es absolutamente falso; y continuaré siempre por este camino
hasta que encuentre algo cierto o, por lo menos, si no puedo hacer otra cosa, hasta que haya comprendido
con certeza que no hay nada cierto en el mundo. Arquímedes, para mover el globo terrestre de su lugar y
llevarlo a otro, sólo pedía un punto de apoyo firme y seguro. Del mismo modo podría yo concebir grandes
esperanzas si fuera lo bastante afortunado como para encontrar una sola cosa que fuera cierta e
indudable.
2.Supongo, pues, que todas las cosas que veo son falsas; y me persuado de que jamás ha existido nada de
todo aquello que mi memoria, llena de mentiras, me representa; pienso que no tengo sentidos; creo que el
cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar no son más que ficciones de mi mente. ¿Qué es,
pues, lo que podrá estimarse verdadero? Quizá ninguna otra cosa excepto que no hay nada cierto en el
mundo.
3.Pero ¿y yo qué se si no hay ninguna otra cosa diferente de las que acabo de considerar inciertas y de la
que no pueda tener la menor duda? ¿No hay algún Dios o cualquier otro poder que me ponga en la mente
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estos pensamientos? Eso no es necesario, ya que quizás sea yo capaz de producirlos por mi mismo. Yo, al
menos, ¿no soy algo? Pero ya he negado que tuviese sentidos o cuerpo alguno. Dudo, sin embargo, pues
¿qué se sigue de ello? ¿Dependo hasta tal punto de mi cuerpo y de mis sentidos que no pueda ser sin ellos?
Pero me he persuadido de que no había absolutamente nada en el mundo: ni cielo, ni tierra, ni espíritus, ni
cuerpos; ¿no me he persuadido, pues, de que yo no existía? No, ciertamente, probablemente exista, si me
he persuadido, o solamente si he pensado algo. Pero hay un no se quién engañador, muy poderoso y muy
astuto, que emplea toda su industria en que me engañe siempre. No hay pues duda alguna de que existo, si
me engaña; y que me engañe tanto como quiera, que nunca podría hacer que yo no fuera nada mientras yo
pensara ser algo. De modo que, tras haberlo pensado bien y haber examinado cuidadosamente todas las
cosas, hay que concluir finalmente y tener por constante que esta proposición: "Soy, existo" es
necesariamente verdadera todas las veces que la pronuncio o que la concibo en mi mente.
5.¿Qué es, pues, lo que he creído ser antes? Sin dificultad, he pensado que era un hombre. Pero ¿qué es un
hombre? ¿Diré que es un animal racional? No ciertamente, ya que tendría que investigar después lo que es
un animal y lo que es racional y así, de una sola cuestión, caeríamos irremisiblemente en una infinidad de
otras más difíciles y embarazosas, y no quisiera malgastar el poco tiempo y el ocio que me queda
empleándolos en desembrollar semejantes sutilezas. Me detendré, más bien, en considerar aquí los
pensamientos que surgían antes por sí mismos en mi mente y que estaban inspirados sólo en mi naturaleza,
cuando me aplicaba a la consideración de mi ser. Me consideraba, en primer lugar, como teniendo un
rostro, manos, brazos y toda esa maquinaria compuesta de huesos y carne, tal como se muestra en un
cadáver, a la que designaba con el nombre de cuerpo. Además de eso, consideraba que me alimentaba, que
caminaba, que sentía y que pensaba, y atribuía todas esas acciones al alma; pero no me detenía, en
absoluto, a pensar lo que era este alma, o bien, si lo hacía, imaginaba que era alguna cosa
extremadamente rara y sutil, como un viento, una llama o un aire muy dilatado, que penetraba y se
extendía por mis partes más groseras. Por lo que respecta al cuerpo, no dudaba de ningún modo de su
naturaleza; ya que pensaba conocerlo muy distintamente y, si lo hubiera querido explicar según las
nociones que tenía de él, lo hubiera descrito de este modo: por cuerpo entiendo todo lo que puede ser
delimitado por alguna figura; que puede estar contenido en algún lugar y llenar un espacio, de tal modo
que cualquier otro cuerpo quede excluido de él; que puede ser sentido, o por el tacto, o por la vista, o por el
oído, o por el gusto, o por el olfato; que puede ser movido de distintas maneras, no por sí mismo, sino por
alguna cosa externa por la que sea afectado y de la que reciba el impulso. Ya que, si tuviera en sí el poder
de moverse, de sentir y de pensar, no creo en absoluto que se le debieran atribuir estas excelencias a la
naturaleza corporal; al contrario, me extrañaría mucho ver que semejantes capacidades se encontraran en
ciertos cuerpos.
6.Pero yo ¿qué soy, ahora que supongo que hay alguien que es extremadamente poderoso y, si me atrevo a
decirlo, maligno y astuto, que emplea todas sus fuerzas y toda su industria en engañarme? ¿Puedo estar
seguro de tener la menor de todas esas cosas que acabo de atribuir a la naturaleza corporal? Me paro a
pensar en ello con atención, recorro y repaso todas esas cosas en mi mente y no encuentro ninguna de la
que pueda decir que está en mí. No es necesario que me detenga a enumerarlas. Pasemos, pues, a los
atributos del alma, y veamos si hay algunos que estén en mí. Los primeros son alimentarse y caminar; pero
si es cierto que no tengo cuerpo también lo es que no puedo caminar ni alimentarme. Otro es sentir, pero
tampoco se puede sentir sin el cuerpo, además de que, anteriormente, he creído sentir varias veces cosas
durante el sueño que, al despertarme, he reconocido no haber sentido en absoluto realmente. Otro es
pensar; y encuentro aquí que el pensamiento es un atributo que me pertenece: es el único que no puede ser
separado de mí. "Soy, existo": esto es cierto; pero ¿durante cuanto tiempo? A saber: tanto tiempo mientras
piense; ya que, quizás, podría ocurrir que si cesara de pensar cesaría al mismo tiempo de ser o de existir. No
admito ahora, pues, nada que no sea necesariamente verdadero: yo no soy, pues, hablando con precisión,
más que una cosa que piensa, es decir, una mente, un entendimiento o una razón, que son términos cuyo
significado anteriormente me era desconocido. Ahora bien, yo soy una cosa verdadera y verdaderamente
existente; pero ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa.
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David Hume fue un filósofo,


economista, sociólogo e
historiador escocés, constituye
una de las figuras más
importantes de la filosofía David Hume
occidental y de la Ilustración
(1711 - 1776)
escocesa

Hume mantendrá que podremos hacer de la filosofía un saber firme al modo de las
ciencias naturales si la fundamentamos en el conocimiento de la naturaleza humana. La
ciencia del hombre debe basarse en la experiencia y en la observación y no en
especulaciones o en meras deducciones. Es uno de los representantes más importantes
del empirismo moderno.
Para el empirismo la realidad es el conjunto de hechos, tanto físicos como psíquicos, que
nosotros podemos experimentar. Llamamos conocimiento empírico o fáctico al
conocimiento de los hechos; el conocimiento de las ciencias naturales es conocimiento
empírico. Dado que este conocimiento no se refiere ni a esencias ni a relaciones
esenciales, que no se refiere a lo necesario sino a los hechos, a lo contingente, los
empiristas tenderán a rebajar el valor del conocimiento de las ciencias de lo real: la
filosofía anterior creía posible el conocimiento estricto de lo real (universal y
necesario), ahora se va a considerar que esto no es así, que de lo real sólo cabe un
conocimiento probabilístico (particular y contingente).
Hume ofrece un criterio para decidir acerca de la verdad de nuestras ideas: sólo
podemos tener conocimiento de aquello que se muestre a la percepción; una idea es
legítima o verdadera si tiene a su base una impresión; nuestras impresiones son el límite
del conocimiento: “criterio empirista de conocimiento”
Aunque esta expresión no se encuentra en la filosofía empirista clásica –Locke y
Hume– sino en la filosofía empirista del siglo XX –neopositivismo–, la podemos utilizar
para referirnos al criterio que Hume presenta para decidir la objetividad y validez de
las ideas. Cuando queremos averiguar si una idea tiene validez objetiva (es decir, si
puede formar parte de una descripción del mundo correcta, si podemos obtener
conocimiento de la realidad a la que se refiere, y no es más bien producto de la
imaginación o del prejuicio) podemos seguir la siguiente regla: examinemos si a la base
de dicha idea se encuentra una impresión: si encontramos una impresión que pueda
corresponder a dicha idea, entonces la idea será legítima; si no la encontramos,
entonces será ilegítima. Dicho en términos más sencillos: una idea es legítima en el caso
de que podamos tener una sensación del objeto al que se refiere. Como se puede
observar fácilmente, este criterio resume la tesis esencial del punto de vista empirista:
solo se puede conocer aquello que se puede percibir.
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PROF: GRACIELA GULIERMONE

Es preciso tener en cuenta que este criterio se utiliza exclusivamente para valorar
las ideas y su-puestos conocimientos que pretenden referirse a objetos del mundo,
pues no hay que olvidar que para Hume también son válidos los conocimientos
referidos a las relaciones entre las propias ideas (como el matemático). Utilizando el
criterio empirista del conocimiento, Hume criticará gran parte de los conceptos
tradicionales de la filosofía: el concepto o idea de Dios, del alma, del yo como
substancia, de la idea de substancia, de la causalidad entendida como vínculo necesario
entre dos sucesos o dos objetos, del mundo exterior...

El siguiente texto del final de “Investigación sobre el entendimiento humano”


resume de modo gráfico la crítica de Hume a la metafísica tradicional: “si tomamos en
nuestras manos un libro cualquiera, de teología o de metafísica por ejemplo,
preguntémonos: ¿contiene un razonamiento abstracto relativo a una cantidad o a
un número?; no. ¿Contiene un razonamiento fundado en la experiencia, relativo a
hechos prácticos o la existencia?; no. Echadlo, pues, a las llamas ya que no puede
contener más que sofismas e ilusiones”.
…Percepciones:
Hume llama “percepción” a todo lo que podemos encontrar en la mente, tanto a los
objetos de nuestras vivencias (como las sensaciones, los sentimientos, las pasiones o
los pensamientos) como a las vivencias mismas (a los propios actos de percepción,
pensamiento, sentimiento o voluntad). El uso que hace Hume de esta palabra es
equívoco puesto que sirve tanto para designar un tipo específico de estado mental (lo
que habitualmente llamamos percepción, el acto de ver, oír, tocar, ...) como para
referirse a todo lo que se encuentra en nuestra mente (pensamientos, deseos,
emociones, recuerdos, percepciones en sentido estricto, ...).
.
Hume comienza el Tratado estableciendo una distinción entre impresiones e ideas.
“Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos clases distintas,
que denominaré impresiones e ideas. La diferencia entre ambas consiste en los
grados de fuerza y vivacidad con que inciden sobre la mente y se abren camino en
nuestro pensamiento o conciencia. A las percepciones que entran con mayor fuerza
y violencia las podemos denominar impresiones; e incluyo bajo este nombre todas
nuestras sensaciones, pasiones y emociones tal como hacen su primera aparición
en el alma. Por ideas entiendo las imágenes débiles de las impresiones, cuando
pensamos y razonamos” (“Tratado de la Naturaleza Humana” I, 1, 1).
Las impresiones están dadas por todas las sensaciones que experimentamos, siendo
que tienen más fuerza y vivacidad que las ideas; las ideas son copias, huellas o
imágenes atenuadas que quedan de las impresiones en el pensamiento. Hume pone
como ejemplos de impresiones las sensaciones, pasiones y emociones, tal y como hacen
su primera aparición en el espíritu, y de ideas los recuerdos, las imágenes de las
fantasía y los pensamientos; por otro, el origen: “todas nuestras ideas simples, en su
primera aparición se derivan de impresiones simples, a las que corresponden y
representan exactamente.
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IMPRESIONES: CONCEPTO Y TIPOS Son las percepciones o vivencias fundamento de todo


nuestro conocimiento. Las divide de dos formas:
atendiendo a si son consecuencia de la supuesta influencia del mundo exterior o de si
dependen de la capacidad de la mente para captarse o percibir sus propios estados o
ideas: impresiones de sensación e impresiones de reflexión;

impresiones de reflexión: las pasiones y las emociones, como el deseo o la aversión, el


miedo o la esperanza. En gran medida se derivan de nuestras ideas, bien sea porque la
imaginación nos presenta una imagen de una situación (como la perspectiva de un
examen) que provoca una respuesta emotiva, bien sea como consecuencia del recuerdo
(como cuando recordamos una escena que nos provocó dolor) y que provocará la
aparición de la impresión de reflexión que llamamos temor. Son consecuencia de la
reflexión o capacidad de la mente para captarse o percibirse a sí misma.

impresiones de sensación: las sensaciones de dolor y placer y las impresiones


sensoriales (lo que nosotros llamamos ahora sensaciones: las de calor, color, tacto, olor,
sonidos, formas... ). Cuando se expresa del modo habitual o tradicional Hume nos dice
que son consecuencia de la influencia del mundo físico sobre nuestros sentidos, pero en
algunos textos es más fiel a las tesis básicas de su filosofía, particularmente a su idea de
que no sabemos si existen realmente los cuerpos, y nos dice por ejemplo que “surgen en
el alma a partir de causas desconocidas”.
Atendiendo a su complejidad: impresiones simples e impresiones complejas. La
impresión o idea de rojo es simple mientras que la impresión o idea de manzana es
compleja. El criterio que utiliza para distinguir unas de otras es la indivisibilidad de las
primeras frente a las separaciones que pueden hacerse en la segunda. por ejemplo la
sensación de verde que sentimos cuando vemos la hierba, o la sensación táctil concreta
que siento cuando la toco.

impresiones simples: las que no se pueden descomponer en otras más básicas. Son
como las ideas simples de Locke, por ejemplo la sensación de verde que sentimos
cuando vemos la hierba, o la sensación táctil concreta que siento cuando la toco.

impresiones complejas: las que pueden descomponerse en percepciones o impresiones


más simples. Mi percepción del ordenador que está en mi mesa es una impresión
compleja pues consta de las impresiones más elementales de su color, tamaño, forma
….A toda idea simple le corresponde siempre una impresión simple, puesto que es una
imagen o copia de ésta última. Pero no ocurre que a toda idea compleja le corresponda
una impresión compleja, pues mi fantasía puede mezclar a capricho las distintas ideas
simples creando entidades fantásticas (por ej una montaña de oro).
Las ideas simples derivan de impresiones simples, y en el orden temporal las
impresiones preceden a las ideas, y si una persona tiene atrofiado algún sentido, no
puede formar la idea correspondiente. Así, las ideas simples provienen de las
impresiones simples, de las que no son más que copias débiles. No hay ideas innatas, ni
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tampoco hay ideas universales: las ideas son tan singulares como las impresiones que
las preceden. El principio que Hume ha sostenido: la prioridad de las impresiones sobre
las ideas, se constituye en el principio fundamental del empirismo-.: una idea sin
impresión es una idea ilegítima
Crítica a la idea de sustancia. Esta idea carece de fundamento pues no reposa en
ninguna impresión: no tenemos ninguna impresión de una mesa como siendo
sustancia, tenemos sólo impresiones de su color, de su tamaño, de su peso etc.,

Crítica a la idea tradicional de causalidad. Para esta concepción, es posible el


conocimiento a priori de vínculos causales; si A es causa de B, causa de B, entonces
necesariamente cuando en el mundo tengamos A deberemos tener B. Hume negará
todo ello: las relaciones causales entre las cosas no se pueden establecer a priori,
mediante la comprensión de los conceptos de dichas cosas; nuestro conocimiento de
dichas relaciones es sólo un conocimiento empírico, pues se trata de cuestiones de
hecho. Por otro lado, si describimos lo que experimentamos cuando percibimos una
supuesta relación causal, no encontramos ni el poder ni la necesidad: no encontramos
ningún poder, sólo vemos que a una cosa le sigue otra, encontramos sucesión de
fenómenos, pero nada más; y esa sucesión no garantiza ninguna tesis relativa a
necesidades: sólo podemos hablar de necesidades para referirnos a aquello cuya
negación da lugar a contradicciones, pero de ningún hecho podemos decir que su
contrario sea imposible. Ello implica que nuestras expectativas respecto de los
acontecimientos futuros no están fundamentadas racionalmente. Hume encuentra que
dicho fundamento reposa más bien en el hábito, en la costumbre: cuando hemos
experimentado reiteradamente la conjunción entre dos cosas, (p. ej. que "B" sigue
habitualmente a "A"), entonces dicha costumbre lleva a nuestra mente a suponer que
en el futuro debe ocurrir que si se da "A" debe darse también "B". El hábito como
disposición mental, producto de la experiencia reiterada, está a la base de nuestras
creencias sobre los hechos futuros.
Nuestras tesis relativas a la existencia de una realidad exterior, distinta a nuestras
impresiones, están basadas en la causalidad: creemos que los objetos exteriores son la
causa de nuestras impresiones; pero esta tesis no tiene fundamento empírico, pues no
podemos conocer otra cosa que no sean nuestras impresiones. Hume defiende el
fenomenismo : sólo conocemos las percepciones; las impresiones son los datos
primitivos del conocimiento; no conocemos una realidad distinta a nuestras
percepciones, de la realidad exterior tenemos simple creencia.

La existencia de Dios. Dios es incognoscible: no se puede demostrar su existencia,


porque sólo es demostrable aquello que implica contradicción, pero la no-existencia de
un objeto no implica contradicción alguna, luego las demostraciones tradicionales
relativas a Dios no sirven, ni siquiera la que hace mención a la causalidad en relación al
orden del mundo (que de todas las pruebas, es la mejor).
El yo la identidad personal. Hume niega que el yo pueda entenderse como una
substancia: si decimos que somos una sustancia, esa tesis estaría fundamentada si
tuviésemos una impresión correspondiente a dicho carácter sustancial, una impresión
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permanente a lo largo de nuestra vida psíquica, pero eso no es así, más bien ocurre que
a una impresión le sigue otra, y a ésta otra: no encontramos ninguna impresión
constante. No existe el yo como sustancia distinta de las impresiones e ideas y que sea
algo así como un sujeto permanente de los actos psíquicos. Nuestra conciencia de
identidad no proviene de aquel supuesto carácter sustancial de nuestro yo sino más
bien de la memoria de la sucesión de distintas impresiones. El yo no es otra cosa que el
conjunto de impresiones (de actos psíquicos).

IMMANUEL KANT (1724-1804)

Immanuel Kant fue bautizado como Emanuel pero cambió


su nombre a Immanuel tras aprender hebreo. Nació en 1724
en Königsberg .Alemania(desde 1946 Kaliningrado, Rusia).
Era el cuarto de nueve hermanos, de los cuales solo cinco
alcanzaron la adolescencia.

Al afirmar que el conocimiento se limita a la experiencia, la filosofía kantiana se aproxima


al empirismo, y al afirmar que no todo el conocimiento proviene de la experiencia se acerca
al racionalismo. Pero también es esencial en el pensamiento kantiano la influencia del tercer gran
movimiento filosófico de la modernidad, la Ilustración. El proyecto ilustrado es un esfuerzo común
de transformación y mejora de la humanidad mediante el desarrollo de su propia
naturaleza racional. Para realizar este proyecto se propone como tareas fundamentales el
desvelamiento de las leyes de la naturaleza y el ordenamiento racional de la vida humana. Los dos
grandes ilustrados, Newton y Rousseau, influyeron claramente en Kant. Newton representó para
toda la Ilustración la culminación de la ciencia moderna, un ejemplo de las posibilidades de una
ciencia que combina la experiencia empírica y la razón y del éxito que se puede alcanzar si
limitamos la actividad científica al conocimiento de los fenómenos. La filosofía kantiana es un
intento de clarificar filosóficamente las condiciones de posibilidad de la física newtoniana. Por su
parte, Rousseau era el filósofo del espíritu, de la subjetividad: frente al mundo externo
determinado causalmente, propone reconocer también el mundo interno, el de la conciencia, pues
en él se descubre el hombre como libre, como sujeto de responsabilidad moral. Rousseau reforzó en
Kant la convicción en la autonomía, en la independencia de la moralidad frente a las leyes que rigen
el mundo objetivo. Newton y Rousseau, reino de la naturaleza y reino del espíritu,
causalidad y libertad. Dos mundos de los que se siente ciudadano, dos legalidades a las está
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sometido. ¿Anula la ciencia todo acceso del hombre a lo metafísico? ¿Pueden conciliarse causalidad
física y libertad moral? Problema esencial tratado por Kant: la posibilidad de lo metafísico
para el hombre, la aclaración definitiva de cómo el hombre es ciudadano de ambos
mundos.
La filosofía kantiana es una filosofía crítica: se tratará de analizar y comprender la posibilidad y
límites de la Razón tanto en su aspecto teórico como en su dimensión práctica. Su proyecto
consiste en establecer los principios y límites del conocimiento científico de la Naturaleza, a
la vez que responder a la pregunta ¿qué puedo conocer?, establecer y justificar los principios de la
acción y las condiciones de la libertad, ligada a la cuestión: ¿qué debo hacer?; y delinear
el destino último del hombre para responder a la pregunta: ¿qué me cabe esperar?. Y las tres se
pueden expresar con la pregunta más general: ¿qué es el hombre?
I. PLANTEAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
Para responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? hemos de señalar los principios desde
los cuales es posible un conocimiento científico de la Naturaleza y los límites dentro de los
cuales es posible tal conocimiento, tareas que lleva a cabo en su obra “Crítica de la Razón Pura”.

I.1. La posibilidad de la metafísica como ciencia. Las condiciones del conocimiento


científico
La metafísica en la que Kant se formó (la metafísica racionalista wolffiana) tomaba la
matemática como ideal de ciencia y consideraba que la filosofía debía ser una actividad
deductiva, basada en la pura razón. Kant defendió en un primer momento este tipo de filosofía
pero pronto quiso encontrar una nueva fundamentación a la metafísica: se ha
pretendido, dogmáticamente (mediante el uso de la pura razón) elaborar sistemas filosóficos
pero todos han fracasado pues no han conseguido ni progreso ni acuerdo entre
los investigadores, fracaso que parecía conducir al escepticismo. Kant creyó necesario para la
filosofía y para los intereses y fines últimos del hombre una Crítica de la propia Razón sobre sí
misma, sobre su alcance y sus límites, una "crítica del órgano" del conocimiento. Urge plantearse
pues el problema de si es posible la Metafísica como ciencia. La tarea crítica consistirá en aclarar
los principios y limites de la Razón. Kant creyó que los errores provenían de
una "extralimitación" de la Razón: no respetar sus propios límites y pretender alcanzar un
conocimiento más allá de toda experiencia (uso dogmático de la razón que da lugar a
la filosofía dogmática). Por contra, de la fijación de límites que la Crítica establezca, Kant
espera obtener dos ventajas: evitar nuevos fracasos mostrando la incapacidad humana para
alcanzar un conocimiento metafísico por la pura razón, y poner a buen recaudo el ámbito de lo
inteligible, arruinar las pretensiones del ateísmo, el materialismo y el determinismo (este uso de
la razón es un uso crítico y trae consigo una filosofía crítica).
El problema fundamental a resolver es el de si es posible la Metafísica como ciencia y
para ello debemos investigar antes cómo es posible la ciencia, averiguar las condiciones que la
hacen posible, para ver si la Metafísica se ajusta o no a ellas. En esta tarea necesitamos
distinguir dos tipos de condiciones: las empíricas, que son particulares y contingentes, y
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las condiciones a priori o universales y necesarias, también llamadas transcendentales (no


confundir con “trascendente”= lo que está más allá de la experiencia). Las condiciones a priori
son anteriores a la experiencia en el sentido de que son su condición de posibilidad. No interesan
las condiciones empíricas pues se requiere una Crítica de la Razón Pura llevada a cabo mediante
una indagación trascendental de sus condiciones necesarias y universales.

I.2. Clasificación de los tipos de juicios


Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, la pregunta anterior se puede expresar más
exactamente de la siguiente forma: ¿cuáles son las condiciones que hacen posibles los juicios de
la ciencia? Lo que exige establecer los tipos fundamentales de juicios, para lo cual Kant nos
presenta dos clasificaciones:
 La primera los divide en juicios analíticos y juicios sintéticos y atiende a si el concepto
predicado se incluye en el concepto sujeto: juicios analíticos si el predicado se incluye
en el sujeto; para establecer el juicio basta analizar el concepto sujeto, por lo que no nos
dan información nueva alguna, no son extensivos; y juicios sintéticos cuando el
predicado no se incluye en el sujeto: son juicios informativos o extensivos y amplían
nuestro conocimiento.
 La segunda los clasifica en a priori ya a posteriori y atiende al modo de conocer su
verdad: juicios a priori si su verdad puede ser conocida independientemente de la
experiencia, ya que su fundamento no se halla en ésta; son juicios universales y
necesarios; y juicios a posteriori si su verdad es conocida a partir de la experiencia;
son particulares y contingentes.
Los juicios más importantes de la ciencia no pueden ser ni analíticos ni sintéticos a
posteriori sino juicios sintéticos a priori: por ser sintéticos son extensivos, dan información,
amplían nuestro conocimiento; por ser a priori, son universales y necesarios y el conocimiento de
su verdad no procede de la experiencia. Precisamente los principios fundamentales de la ciencia
(Matemáticas y Física) son de este tipo.

II. LA DOCTRINA DEL CONOCIMIENTO EN LA "CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA"


Tarea propia de la crítica de la razón pura: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a
priori?; tarea que se puede desglosar en las siguientes partes: ¿cómo es posible la matemática
pura? ¿cómo es posible la ciencia natural (la Física pura o racional)? ¿son posibles los juicios
sintéticos a priori en metafísica?

II.1. La "Estética transcendental". Las formas a priori de la Sensibilidad


La Estética (del griego "aisthesis", "sensación") trascendental es la ciencia de todos los
principios de la sensibilidad. La Sensibilidad es la capacidad o facultad de las sensaciones.
La Estética explica el modo de tener sensaciones y al ser "trascendental" tratará del
conocimiento de las condiciones transcendentales (universales y necesarias) que permiten el
conocimiento sensible, paso previo para todo conocimiento. Kant distingue dos momentos en la
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percepción: la materia y la forma. El efecto de los objetos en la sensibilidad son las


sensaciones, que son, pues, dadas a posteriori y constituyen, según Kant, la materia del
conocer al nivel de la sensibilidad. Pero las sensaciones se presentan ordenadas en ciertas
relaciones; eso que hace que las sensaciones aparezcan ordenadas en ciertas relaciones es la
forma. La forma no es dada a posteriori, sino que está ya a priori en el espíritu, como
forma de la sensibilidad, (Kant la llama también intuición pura). La síntesis (unión) de
sensaciones o datos empíricos, como materia, y la forma a priori es el fenómeno.
Las formas puras o principios a priori de la sensibilidad son, según Kant, el
espacio y el tiempo. Espacio y tiempo son las condiciones de posibilidad de toda experiencia
porque no es posible ninguna experiencia que no esté bajo esas relaciones. Ahora bien (y esto es
muy importante), espacio y tiempo no son, según Kant, propiedades objetivas de las cosas
mismas, sino formas a priori de la sensibilidad. El espacio y el tiempo son la forma de la
experiencia externa, y el tiempo de la interna.
II.2. La "Analítica transcendental": la espontaneidad del entendimiento
La sensibilidad realiza las primeras síntesis al unificar las sensaciones en el tiempo y el
espacio, pero percibir tal multiplicidad (colores, formas, sonidos...) no es, sin más, comprender
los objetos. Comprender lo percibido es la función propia del Entendimiento. Kant
estudia esta facultad en la Analítica Trascendental. Nuestro conocimiento incluye conceptos
además de percepciones, pues comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto;
cuando no podemos referir las impresiones sensibles a un concepto, nuestra comprensión de
aquéllas resulta imposible. Esta actividad de referir los fenómenos a los conceptos se realiza
siempre a través de un juicio. El entendimiento puede ser considerado, pues, como la facultad de
los conceptos, o bien como la facultad de los juicios, la facultad de juzgar. Kant distingue dos
tipos de conceptos, los empíricos, que proceden de la experiencia y son a posteriori, y los
conceptos puros o categorías, que no proceden de la experiencia y son a priori: las categorías
(sustancia, causalidad, unidad, necesidad,...); son nociones que no se refieren a datos empíricos
pero tampoco son construidas, "inventadas" empíricamente por el hombre, pues pertenecen a la
estructura del entendimiento (son a priori).

El conocimiento es posible porque aplicamos las categorías a la multiplicidad dada en la


sensación. Los conceptos puros son condiciones trascendentales, necesarias, de nuestro
conocimiento de los fenómenos ya que el entendimiento no puede pensarlos si no es aplicándoles
estas categorías: todo aquello que es objeto de nuestra experiencia es sustancia o accidentes,
causa o efecto, unidad o pluralidad, etc. De este modo, el conocimiento resulta de la cooperación
entre la sensibilidad y el entendimiento: la sensibilidad nos da objetos, el entendimiento los
piensa; pero las categorías solamente son fuente de conocimiento aplicadas a los
fenómenos (a las impresiones sensibles que se dan en el espacio y el tiempo) y no tienen
aplicación válida más allá de los fenómenos. El error de la filosofía dogmática (basada en el uso
puro de la razón) consiste en usar las categorías para referirse a realidades transempíricas o
trascendentes (Dios y el alma, p. ej.). La Física es posible como un saber a priori porque el
mundo tiene una estructura matemática (al estar sometido al tiempo y al espacio) y porque las
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categorías tienen una validez empírica; porque todo fenómeno está estructurado en función de
las categorías. Con ello Kant está legitimando filosóficamente el Universo
Newtoniano.

II.3. La "Dialéctica transcendental": la Razón y su exigencia de Lo incondicionado


La "Dialéctica Trascendental" estudia la Razón y el problema de si la metafísica puede ser un
saber a priori, y concluye que la Metafísica como disciplina científica es imposible. La
Metafísica quiere alcanzar las cosas tal y como son en sí mismas, sus objetos
son transcendentes (no empíricos): el alma, su libertad e inmortalidad, Dios y el mundo como
totalidad; pero la ciencia usa necesariamente las categorías y éstas sólo pueden emplearse
legítimamente aplicadas a los fenómenos, a lo dado en la experiencia. La Razón teórica, en
sentido laxo, es lo que permite el conocimiento del mundo, y en sentido estricto la facultad de
las argumentaciones. Kant entiende por "dialéctica" el razonamiento falso con apariencia de
verdadero. La "Dialéctica Trascendental" debe mostrar pues cómo la Razón realiza argumentos
aparentemente correctos pero ilegítimos. Precisamente las argumentaciones de la metafísica son
de ese tipo.
El conocimiento intelectual formula juicios y conecta unos juicios con otros formando
razonamientos. Pero hay una tendencia peculiar en el uso de la Razón: la Razón busca encontrar
juicios cada vez más generales, capaces de abarcar una multiplicidad de juicios particulares
sirviendo a éstos de fundamento. La Razón aspira a lo incondicionado, al fundamento de los
fundamentos. Cuando la Razón, en esa búsqueda de las condiciones de lo condicionado, de leyes
más generales y profundas, se mantiene en los límites de la experiencia, su uso es correcto y no
da lugar a contradicciones; la ciencia avanza precisamente a partir de esa tendencia de la Razón;
pero esa tendencia lleva inevitablemente a traspasar los límites de la experiencia empírica en
busca de lo incondicionado: así, todos los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar
por medio de teorías metafísicas acerca del mundo, como todos los fenómenos psíquicos por
medio de teorías metafísicas acerca del alma, y, finalmente, unos fenómenos y otros se
intentan explicar y unificar por medio de teorías metafísicas acerca de una causa suprema de
ambos tipos de fenómenos, físicos y psíquicos: Dios. "Dios", "alma" y "mundo", son pues
tres ideas de la Razón; ideas que no tienen una referencia objetiva, –no tienen un uso
constitutivo– en el sentido de que no podemos conocer los objetos a los que se refieren (Dios,
alma y mundo como totalidad); pero sí un uso regulativo pues permiten la orientación de la
investigación y dirigen el uso de la razón en la aspiración a una explicación cada vez más
profunda de la realidad.

III. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL: EL "FENÓMENO" Y EL "NOÚMENO"

III.1. La filosofía kantiana, superación del empirismo y del racionalismo


Su tesis de que el conocimiento se puede referir sólo a lo que se da a los sentidos, y que,
por lo tanto, lo que esté más allá de los sentidos es incognoscible y no permite un tratamiento
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científico, es una influencia del empirismo. Por su parte, la huella del racionalismo la tenemos en
sus afirmaciones de que es posible un conocimiento estricto (los juicios sintéticos a priori),
extensivo, pero también universal y necesario, aunque referido a meros fenómenos, y de que no
todos los elementos que intervienen en el conocimiento se obtienen de la experiencia, pues hay
elementos a priori. Los racionalistas llamaban a estos elementos “ideas innatas”, aunque
entendían que dichas ideas eran contenidos de conocimiento referidos a objetos; las estructuras
aprióricas son, para Kant, estructuras, no contenidos, y no se refieren a objetos sino a la forma
que todo objeto ha de tener para que la podamos experimentar, no dan información relativa a
objetos del mundo, sino a la estructura del mundo.

III.2. La "revolución copernicana" (o giro copernicano) en filosofía


Kant explica el cambio epistemológico que supone su filosofía con la analogía de la
revolución astronómica copernicana: Copérnico encuentra que no se puede entender el
movimiento aparente de los astros si suponemos que la Tierra es el centro del Universo y el Sol
da vueltas a su alrededor, y nos propone invertir los términos y suponer que es el Sol el centro
del Universo. Kant dice del mismo modo: si las condiciones de la objetividad del ser objeto no
son ni pueden ser enviadas por las cosas a nosotros, puesto que las cosas no nos envían más
que impresiones, no hay más que hacer lo mismo que Copérnico y decir que son las cosas las
que se ajustan a nuestros conceptos y no nuestros conceptos los que se ajustan a las cosas. Las
categorías, por consiguiente, son conceptos puros, “a priori”, que no obtenemos extrayéndolos
de las cosas, sino que nosotros ponemos, imponemos a ellas.
La analogía de la "revolución copernicana" refleja muy bien un importante aspecto de su
pensamiento: hasta Kant se había considerado que el sujeto era pasivo en el acto del
conocimiento y se tenía que plegar al objeto para conocerlo; pero de ese modo no se puede dar
el conocimiento a priori pues éste conocimiento supone la posibilidad de conocer algo sobre las
cosas sin que estén presentes en nuestra conciencia, sin que de ellas tengamos experiencia. El
giro copernicano consiste en rechazar la concepción tradicional del conocimiento, rechazar que el
sujeto se deba someter a las cosas para conocerlas, y considerar que el sujeto es activo: son
las cosas las que se deben someter a nosotros de cara al conocimiento; si suponemos que para
conocer un objeto antes ha de someterse a las condiciones formales "a priori" de la estructura de
nuestras facultades cognoscitivas, podremos comprender que conozcamos de las cosas algunos
rasgos que éstas han de poseer antes incluso de que tengamos experiencia de ellas: solo
podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas. El giro
copernicano se refiere al hecho de que solo podemos comprender el conocimiento a priori si
admitimos que sólo conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas o noúmenos,
si admitimos el Idealismo Trascendental como la filosofía verdadera.

III.3. La filosofía kantiana: el Idealismo Trascendental


Kant recoge la línea de explicación empirista que el conocimiento versa sobre las
percepciones y no sobre las cosas mismas, mostrando que debemos reflexionar sobre el modo de
conocer para descubrir los elementos, fundamento y límites del saber, pero pone como sujeto a
un sujeto distinto: el Sujeto Trascendental, que no se puede identificar con el yo empírico,
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contingente, hecho de este modo pero pudiendo ser de otra forma; el Sujeto Trascendental es el
sujeto metaempírico del cual se predican las distintas formas aprióricas y que realiza las distintas
síntesis que dan lugar a la constitución de los fenómenos. La consecuencia es un giro completo
en la comprensión del conocimiento y la separación radical entre la filosofía y el sentido común:
el conocimiento universal y necesario no se puede explicar si consideramos que el sujeto es
pasivo cuando conoce, pero sí al considerar que el sujeto pone algo en el objeto conocido y lo
modela a partir de las estructuras de nuestras facultades cognoscitivas (las formas
de la sensibilidad y las categorías del entendimiento). En cuanto a la segunda cuestión,
debemos recordar que la posición ingenua, y toda la filosofía anterior a la modernidad, mantiene
una concepción realista del mundo: en lo esencial el mundo es tal y como lo conocemos; en lo
esencial los objetos y sus propiedades y relaciones existen independientemente de la experiencia
que podamos tener de ellos; esta es la tesis característica del realismo. Pero con la modernidad
(con Kant) aparece la concepción idealista: no sabemos cómo puede ser el mundo
independientemente de nuestra experiencia de él; todo objeto del que tenemos
experiencia ha quedado influido por la estructura de nuestro aparato cognoscitivo.
Estas ideas nos llevan a dos conceptos fundamentales del Idealismo Trascendental: el concepto
de Noúmeno y el de Fenómeno. El Noúmeno (o Cosa en sí) es la realidad tal y como pueda
ser en sí misma, independientemente de nuestra experiencia de ella; la filosofía premoderna
pensaba que nosotros podíamos conocer las cosas en sí mismas, aunque cada escuela dijese
algo distinto relativo al ser de dichas cosas; el Fenómeno es una realidad dependiente del
Sujeto Trascendental, es la realidad estructurada por las formas de la sensibilidad y las
categorías del entendimiento; la realidad tal y como la experimentamos. El sujeto
cuando conoce no deja intacta la realidad conocida, la constituye en el propio acto del
conocimiento. Por ello, el Idealismo Trascendental se puede resumir en la afirmación de que sólo
conocemos fenómenos.
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Realismo Idealismo
Papel del sujeto
Papel del objeto

ACTIVIDAD
1_PRECISE LA DESCRIPCIÓN DEL CONOCIMIENTO COMO CONTEMPLACIÓN, Y EN LA
MODERNIDAD COMO REPRESENTACIÓN Y CONSTRUCCIÓN (CITE FILÓSOFOS).

2_RELACIONE LOS CONCEPTOS DE REPRESENTACIONALISMO Y REALISMO.

3_DESARROLLE LOS PRINCIPALES CONCEPTOS DE LA FILOSOFÍA DE DESCARTES, EL


MÉTODO, EL COGITO, LA DUDA METÓDICA, DIOS, LAS IDEAS, Y EXPLIQUE CÓMO SU
FILOSOFÍA SOSTIENE LA VISIÓN MODERNA Y MECANICISTA DE LA CIENCIA Y LA REALIDAD
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4_ DE QUÉ MANERA HUME CONTESTA AL PROBLEMA DEL ORIGEN DEL CONOCER, y EN


QUE CONSISTE EL CRITERIO EMPIRISTA DEL CONOCIMIENTO

5_ DESARROLLE EN QUE CONSISTE LA CRÍTICA QUE REALIZA KANT A LA RAZÓN, EL GIRO


COPERNICANO , LA EXPLICACIÓN SOBRE EL CONOCIMIENTO Y EL PAPEL DEL SUJETO.

BILIOGRAFÍA CONSULTADA:

Obiols Guillermo, Nuevo curso de Lógica y Filosofía

Hume David,Tratado de la Naturaleza Humana.” René Descartes, Discurso del Método, Cuarta
Parte
Descartes, René Meditaciones metafísicas –.

"Hartmann, N. Metafísica del conocimiento. Citado en Frassineti y Martínez, Filosofía Viva, p.19

Diaz, Esther. La posciencia..pp 54_55

http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia

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