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René Descartes
René Descartes, también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre
de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica.
Fecha de nacimiento: 31 de marzo de 1596, Descartes, Francia
Fecha de la muerte: 11 de febrero de 1650, Estocolmo, Suecia
El inicio de la filosofía moderna.. Contexto histórico-cultural: el siglo XVII.-
El cogito cartesiano, verdad indubitable: ”pienso luego existo” es una de las principales
afirmaciones de esta nueva posición del hombre como núcleo de un universo que ya no
tiene la tierra en su centro. .
Son los años de revoluciones científicas. Copérnico, Kepler y Galileo acaban con la
imagen aristotélica de un universo cerrado tanto en el campo de la astronomía como en
el de la física. La sustitución del geocentrismo por la hipótesis heliocéntrica
(Copérnico), al mismo tiempo que se descubre el sistema solar con las leyes de Kepler,
por un lado, y la interpretación matemática de los fenómenos físicos (Galileo) por otro,
impulsa definitivamente una nueva concepción de la ciencia, cuya expresión más
acabada será la físico-matemática que culminará el siglo próximo con la obra de
Newton. Esta nueva ciencia desarrollará un nuevo método científico, el método
resolutivo-compositivo que Galileo toma de la Escuela de Padua. En este nuevo método,
no sólo la experimentación cobra un importante papel, sino que fundamentalmente se
apoya en el papel directriz que juega una razón que se concibe autónoma. La vieja
ciencia aristotélica, teleológica y cualitativa, dará paso a una ciencia mecanicista y
cuantitativa cuyas leyes se cumplen en todo el universo. Este cambio desarrollará un
nuevo modo de interpretar la razón: el matemático. Todos estos elementos tienen su
reflejo en la obra científica y filosófica de Descartes que amplía la ruptura al desterrar
de la reflexión filosófica la silogística aristotélica y escolástica a favor de un método
racional que tiene en la matemática su modelo, desarrolla la geometría analítica y una
física mecanicista y matemática (aunque alejada de la experimentación) y, con el
Discurso del método que comentamos, empieza a desarrollar una nueva
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PROF: GRACIELA GULIERMONE
fundamentación de la metafísica que sea acorde con la nueva ciencia e imagen del
mundo.
_El conocimiento en la época moderna, se presenta como un acto individual que lleva a
representar en la mente lo que está fuera de ella.
Se hace necesario tomar distancia del mundo para poder representarlo, esto supone la
escisión del sujeto y el objeto (realismo), una división entre res cogitans (mente) y res
extensa(materia).
Esta división cartesiana sustenta una idea mecanicista, causal, regular y determinada
del mundo, y sienta las bases de la ciencia clásica_moderna. El mundo es considerado
como una máquina, dada como un conjunto de elementos ordenados en leyes
necesarias y constantes que es necesario descubrir. La filosofía cartesiana fundamenta
la idea occidental de que la mente está separada del cuerpo y lo controla, y los dos están
separados de la naturaleza. Esta fragmentación se extiende a lo cósmico y en el plano
cognoscitivo a los saberes compartimentados. Así, desde el punto de vista gnoseológico
se afirma un determinismo: se pretende el conocimieto objetivo de la realidad pues ella
se considera ordenada, mecanizada, fragmentada. En palabras de Esther Diaz: “La
physis de la que hablaban los griegos, el mundo en tanto creación que hablaban los
medievales se convierten ahora en objetum. Esto es, en algo “puesto” o “arrojado”
allí para un sujeto, el hombre, cuya función será la de calcularla para luego
disponer de ella y mediante control y manipulación transformarla en recurso, en
material disponible. (Diaz, Esther. La posciencia..pp 54_55)
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EL MÉTODO
sólo un ser pensante puede haberme creado; si ese ser pensante no es la causa de sí
mismo, entonces otro debe haberlo creado, y lo mismo con este segundo... pero la serie
no puede ser infinita, luego Dios existe. La idea de un ser perfecto implica su existencia
(argumento ontológico): la existencia de Dios está comprendida en la idea de un ser
infinitamente perfecto del mismo modo que en la idea de triángulo está comprendido
que sus tres ángulos son iguales a dos rectos. La existencia de Dios es tan inseparable
de su esencia como lo es de la esencia del triángulo el que sus ángulos valgan dos
rectos, y del mismo modo que es evidente ese teorema matemático, es evidente que
Dios existe.
Dios incluye en su esencia su existencia, pero también su bondad y veracidad, y
Dios sería mentiroso y poco bondadoso si nos hiciese errar cuando creemos estar ante
la verdad. Esto quiere decir que ahora podemos estar seguros de la verdad de las
matemáticas y de todo aquello que concebimos con "claridad y distinción". Además, y si
Dios no es falaz, no puede ocurrir que los sentidos nos engañen al punto de que todo
sea sueño; por lo tanto, los cuerpos existen. Descartes "recupera" de ese modo el
mundo que había perdido tras la aplicación de la duda metódica, y del que ahora tiene
auténtico saber. El "mundo recuperado" no es del todo igual al perdido: existe Dios,
existen los hombres con sus almas, existen los cuerpos, pero éstos no poseen todas las
características que les atribuye el sentido común, pues Descartes rechazará las
“cualidades secundarias” como el color, el sabor, los olores, el calor o el frío, por ser
subjetivas y no reales. Las propiedades objetivas son las llamadas "cualidades
primarias": extensión, figura y movimiento, propiedades que permiten un tratamiento
matemático, como el de la física de Galileo. El mundo físico no es tal y como se muestra
a la percepción sino al pensamiento.
LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD
Sustancia es aquello que no necesita de otra cosa para existir. Habrá la sustancia
infinita o Dios, y las sustancias finitas, y en éstas los cuerpos (“res extensa”) y las
mentes (“res cogitans”). No podemos percibir las sustancias en cuanto tales, sino que
las conocemos por sus atributos (o rasgos esenciales): el atributo de los cuerpos es la
extensión; el atributo del cogito es el pensamiento. Los modos son las modificaciones
variables (accidentales) de las sustancias: la figura, el movimiento son modos de la
sustancia extensa; la imaginación, el pensamiento son modos de la sustancia pensante.
Las cosas que concibo con claridad y distinción separadamente son diferentes; puedo
concebirme a mí mismo clara y distintamente al margen de cualquier otra cosa que no
sea el pensamiento, luego soy una substancia pensante. El hombre es antes que nada
mente, aunque tenga un cuerpo con el que se vincula de un modo particular; Descartes
mantendrá un claro dualismo antropológico al separar radicalmente el cuerpo de la
mente. Descartes niega que otros organismos distintos al hombre tengan mente (alma):
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los animales son puro cuerpo. En el ámbito de lo corporal (y por tanto también en los
animales) vale el mecanicismo y el determinismo, pero puesto que el hombre tiene
mente, el mecanicismo no vale para explicar al hombre; sólo así podemos salvar la
libertad humana. Considera que toda realidad finita (menos el hombre) tiene una
estructura comparable a la de una máquina, de modo que puede explicarse a base de
modelos de máquinas.
TEXTOS “Así, fundándome en que los sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que
no había cosa alguna que fuese tal y como ellos nos la hacen imaginar; y, en vista de que hay hombres
que se engañan al razonar y comente paralogismos, aun en las más simples materias de geometría, y
juzgando que yo estaba tan sujeto a equivocarme como cualquier otro, rechacé como falsas todas las
razones que antes había aceptado mediante demostración; y finalmente, considerando que los mismos
pensamientos que tenemos estando despiertos pueden también ocurrírsenos cuando dormimos, sin
que en este caso ninguno de ellos sea verdadero, me resolví a fingir que nada de lo que hasta entonces
había entrado en mi mente era más verdadero que las ilusiones de mis sueños. Pero inmediatamente
después caí en la cuenta de que, mientras de esta manera intentaba pensar que todo era falso, era
absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo; y advirtiendo que esta verdad: pienso,
luego existo, era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos eran
incapaces de conmoverla, pensé que podía aceptarla sin escrúpulo como el primer principio de la
filosofía que andaba buscando.” René Descartes, Discurso del Método, Cuarta Parte
Meditaciones metafísicas – Rene Descartes- Segunda meditación De la naturaleza de la mente humana:
que es más fácil de conocer que el cuerpo
1.La meditación que hice ayer me ha llenado la mente de tantas dudas que, en adelante, ya no está en mi
poder olvidarlas. Y sin embargo no veo de qué modo podría resolverlas; así, como si hubiera caído de
repente en aguas muy profundas, me encuentro tan sorprendido que ni puedo asegurar mis pies en el
fondo ni nadar para mantenerme en la superficie. No obstante, me esforzaré y seguiré, sin desviarme, el
mismo camino por el que había transitado ayer, alejándome de todo aquello en lo que pudiera imaginar la
menor duda, al igual que haría si supiese que es absolutamente falso; y continuaré siempre por este camino
hasta que encuentre algo cierto o, por lo menos, si no puedo hacer otra cosa, hasta que haya comprendido
con certeza que no hay nada cierto en el mundo. Arquímedes, para mover el globo terrestre de su lugar y
llevarlo a otro, sólo pedía un punto de apoyo firme y seguro. Del mismo modo podría yo concebir grandes
esperanzas si fuera lo bastante afortunado como para encontrar una sola cosa que fuera cierta e
indudable.
2.Supongo, pues, que todas las cosas que veo son falsas; y me persuado de que jamás ha existido nada de
todo aquello que mi memoria, llena de mentiras, me representa; pienso que no tengo sentidos; creo que el
cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar no son más que ficciones de mi mente. ¿Qué es,
pues, lo que podrá estimarse verdadero? Quizá ninguna otra cosa excepto que no hay nada cierto en el
mundo.
3.Pero ¿y yo qué se si no hay ninguna otra cosa diferente de las que acabo de considerar inciertas y de la
que no pueda tener la menor duda? ¿No hay algún Dios o cualquier otro poder que me ponga en la mente
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estos pensamientos? Eso no es necesario, ya que quizás sea yo capaz de producirlos por mi mismo. Yo, al
menos, ¿no soy algo? Pero ya he negado que tuviese sentidos o cuerpo alguno. Dudo, sin embargo, pues
¿qué se sigue de ello? ¿Dependo hasta tal punto de mi cuerpo y de mis sentidos que no pueda ser sin ellos?
Pero me he persuadido de que no había absolutamente nada en el mundo: ni cielo, ni tierra, ni espíritus, ni
cuerpos; ¿no me he persuadido, pues, de que yo no existía? No, ciertamente, probablemente exista, si me
he persuadido, o solamente si he pensado algo. Pero hay un no se quién engañador, muy poderoso y muy
astuto, que emplea toda su industria en que me engañe siempre. No hay pues duda alguna de que existo, si
me engaña; y que me engañe tanto como quiera, que nunca podría hacer que yo no fuera nada mientras yo
pensara ser algo. De modo que, tras haberlo pensado bien y haber examinado cuidadosamente todas las
cosas, hay que concluir finalmente y tener por constante que esta proposición: "Soy, existo" es
necesariamente verdadera todas las veces que la pronuncio o que la concibo en mi mente.
5.¿Qué es, pues, lo que he creído ser antes? Sin dificultad, he pensado que era un hombre. Pero ¿qué es un
hombre? ¿Diré que es un animal racional? No ciertamente, ya que tendría que investigar después lo que es
un animal y lo que es racional y así, de una sola cuestión, caeríamos irremisiblemente en una infinidad de
otras más difíciles y embarazosas, y no quisiera malgastar el poco tiempo y el ocio que me queda
empleándolos en desembrollar semejantes sutilezas. Me detendré, más bien, en considerar aquí los
pensamientos que surgían antes por sí mismos en mi mente y que estaban inspirados sólo en mi naturaleza,
cuando me aplicaba a la consideración de mi ser. Me consideraba, en primer lugar, como teniendo un
rostro, manos, brazos y toda esa maquinaria compuesta de huesos y carne, tal como se muestra en un
cadáver, a la que designaba con el nombre de cuerpo. Además de eso, consideraba que me alimentaba, que
caminaba, que sentía y que pensaba, y atribuía todas esas acciones al alma; pero no me detenía, en
absoluto, a pensar lo que era este alma, o bien, si lo hacía, imaginaba que era alguna cosa
extremadamente rara y sutil, como un viento, una llama o un aire muy dilatado, que penetraba y se
extendía por mis partes más groseras. Por lo que respecta al cuerpo, no dudaba de ningún modo de su
naturaleza; ya que pensaba conocerlo muy distintamente y, si lo hubiera querido explicar según las
nociones que tenía de él, lo hubiera descrito de este modo: por cuerpo entiendo todo lo que puede ser
delimitado por alguna figura; que puede estar contenido en algún lugar y llenar un espacio, de tal modo
que cualquier otro cuerpo quede excluido de él; que puede ser sentido, o por el tacto, o por la vista, o por el
oído, o por el gusto, o por el olfato; que puede ser movido de distintas maneras, no por sí mismo, sino por
alguna cosa externa por la que sea afectado y de la que reciba el impulso. Ya que, si tuviera en sí el poder
de moverse, de sentir y de pensar, no creo en absoluto que se le debieran atribuir estas excelencias a la
naturaleza corporal; al contrario, me extrañaría mucho ver que semejantes capacidades se encontraran en
ciertos cuerpos.
6.Pero yo ¿qué soy, ahora que supongo que hay alguien que es extremadamente poderoso y, si me atrevo a
decirlo, maligno y astuto, que emplea todas sus fuerzas y toda su industria en engañarme? ¿Puedo estar
seguro de tener la menor de todas esas cosas que acabo de atribuir a la naturaleza corporal? Me paro a
pensar en ello con atención, recorro y repaso todas esas cosas en mi mente y no encuentro ninguna de la
que pueda decir que está en mí. No es necesario que me detenga a enumerarlas. Pasemos, pues, a los
atributos del alma, y veamos si hay algunos que estén en mí. Los primeros son alimentarse y caminar; pero
si es cierto que no tengo cuerpo también lo es que no puedo caminar ni alimentarme. Otro es sentir, pero
tampoco se puede sentir sin el cuerpo, además de que, anteriormente, he creído sentir varias veces cosas
durante el sueño que, al despertarme, he reconocido no haber sentido en absoluto realmente. Otro es
pensar; y encuentro aquí que el pensamiento es un atributo que me pertenece: es el único que no puede ser
separado de mí. "Soy, existo": esto es cierto; pero ¿durante cuanto tiempo? A saber: tanto tiempo mientras
piense; ya que, quizás, podría ocurrir que si cesara de pensar cesaría al mismo tiempo de ser o de existir. No
admito ahora, pues, nada que no sea necesariamente verdadero: yo no soy, pues, hablando con precisión,
más que una cosa que piensa, es decir, una mente, un entendimiento o una razón, que son términos cuyo
significado anteriormente me era desconocido. Ahora bien, yo soy una cosa verdadera y verdaderamente
existente; pero ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa.
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Hume mantendrá que podremos hacer de la filosofía un saber firme al modo de las
ciencias naturales si la fundamentamos en el conocimiento de la naturaleza humana. La
ciencia del hombre debe basarse en la experiencia y en la observación y no en
especulaciones o en meras deducciones. Es uno de los representantes más importantes
del empirismo moderno.
Para el empirismo la realidad es el conjunto de hechos, tanto físicos como psíquicos, que
nosotros podemos experimentar. Llamamos conocimiento empírico o fáctico al
conocimiento de los hechos; el conocimiento de las ciencias naturales es conocimiento
empírico. Dado que este conocimiento no se refiere ni a esencias ni a relaciones
esenciales, que no se refiere a lo necesario sino a los hechos, a lo contingente, los
empiristas tenderán a rebajar el valor del conocimiento de las ciencias de lo real: la
filosofía anterior creía posible el conocimiento estricto de lo real (universal y
necesario), ahora se va a considerar que esto no es así, que de lo real sólo cabe un
conocimiento probabilístico (particular y contingente).
Hume ofrece un criterio para decidir acerca de la verdad de nuestras ideas: sólo
podemos tener conocimiento de aquello que se muestre a la percepción; una idea es
legítima o verdadera si tiene a su base una impresión; nuestras impresiones son el límite
del conocimiento: “criterio empirista de conocimiento”
Aunque esta expresión no se encuentra en la filosofía empirista clásica –Locke y
Hume– sino en la filosofía empirista del siglo XX –neopositivismo–, la podemos utilizar
para referirnos al criterio que Hume presenta para decidir la objetividad y validez de
las ideas. Cuando queremos averiguar si una idea tiene validez objetiva (es decir, si
puede formar parte de una descripción del mundo correcta, si podemos obtener
conocimiento de la realidad a la que se refiere, y no es más bien producto de la
imaginación o del prejuicio) podemos seguir la siguiente regla: examinemos si a la base
de dicha idea se encuentra una impresión: si encontramos una impresión que pueda
corresponder a dicha idea, entonces la idea será legítima; si no la encontramos,
entonces será ilegítima. Dicho en términos más sencillos: una idea es legítima en el caso
de que podamos tener una sensación del objeto al que se refiere. Como se puede
observar fácilmente, este criterio resume la tesis esencial del punto de vista empirista:
solo se puede conocer aquello que se puede percibir.
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Es preciso tener en cuenta que este criterio se utiliza exclusivamente para valorar
las ideas y su-puestos conocimientos que pretenden referirse a objetos del mundo,
pues no hay que olvidar que para Hume también son válidos los conocimientos
referidos a las relaciones entre las propias ideas (como el matemático). Utilizando el
criterio empirista del conocimiento, Hume criticará gran parte de los conceptos
tradicionales de la filosofía: el concepto o idea de Dios, del alma, del yo como
substancia, de la idea de substancia, de la causalidad entendida como vínculo necesario
entre dos sucesos o dos objetos, del mundo exterior...
impresiones simples: las que no se pueden descomponer en otras más básicas. Son
como las ideas simples de Locke, por ejemplo la sensación de verde que sentimos
cuando vemos la hierba, o la sensación táctil concreta que siento cuando la toco.
tampoco hay ideas universales: las ideas son tan singulares como las impresiones que
las preceden. El principio que Hume ha sostenido: la prioridad de las impresiones sobre
las ideas, se constituye en el principio fundamental del empirismo-.: una idea sin
impresión es una idea ilegítima
Crítica a la idea de sustancia. Esta idea carece de fundamento pues no reposa en
ninguna impresión: no tenemos ninguna impresión de una mesa como siendo
sustancia, tenemos sólo impresiones de su color, de su tamaño, de su peso etc.,
permanente a lo largo de nuestra vida psíquica, pero eso no es así, más bien ocurre que
a una impresión le sigue otra, y a ésta otra: no encontramos ninguna impresión
constante. No existe el yo como sustancia distinta de las impresiones e ideas y que sea
algo así como un sujeto permanente de los actos psíquicos. Nuestra conciencia de
identidad no proviene de aquel supuesto carácter sustancial de nuestro yo sino más
bien de la memoria de la sucesión de distintas impresiones. El yo no es otra cosa que el
conjunto de impresiones (de actos psíquicos).
sometido. ¿Anula la ciencia todo acceso del hombre a lo metafísico? ¿Pueden conciliarse causalidad
física y libertad moral? Problema esencial tratado por Kant: la posibilidad de lo metafísico
para el hombre, la aclaración definitiva de cómo el hombre es ciudadano de ambos
mundos.
La filosofía kantiana es una filosofía crítica: se tratará de analizar y comprender la posibilidad y
límites de la Razón tanto en su aspecto teórico como en su dimensión práctica. Su proyecto
consiste en establecer los principios y límites del conocimiento científico de la Naturaleza, a
la vez que responder a la pregunta ¿qué puedo conocer?, establecer y justificar los principios de la
acción y las condiciones de la libertad, ligada a la cuestión: ¿qué debo hacer?; y delinear
el destino último del hombre para responder a la pregunta: ¿qué me cabe esperar?. Y las tres se
pueden expresar con la pregunta más general: ¿qué es el hombre?
I. PLANTEAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
Para responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? hemos de señalar los principios desde
los cuales es posible un conocimiento científico de la Naturaleza y los límites dentro de los
cuales es posible tal conocimiento, tareas que lleva a cabo en su obra “Crítica de la Razón Pura”.
categorías tienen una validez empírica; porque todo fenómeno está estructurado en función de
las categorías. Con ello Kant está legitimando filosóficamente el Universo
Newtoniano.
científico, es una influencia del empirismo. Por su parte, la huella del racionalismo la tenemos en
sus afirmaciones de que es posible un conocimiento estricto (los juicios sintéticos a priori),
extensivo, pero también universal y necesario, aunque referido a meros fenómenos, y de que no
todos los elementos que intervienen en el conocimiento se obtienen de la experiencia, pues hay
elementos a priori. Los racionalistas llamaban a estos elementos “ideas innatas”, aunque
entendían que dichas ideas eran contenidos de conocimiento referidos a objetos; las estructuras
aprióricas son, para Kant, estructuras, no contenidos, y no se refieren a objetos sino a la forma
que todo objeto ha de tener para que la podamos experimentar, no dan información relativa a
objetos del mundo, sino a la estructura del mundo.
contingente, hecho de este modo pero pudiendo ser de otra forma; el Sujeto Trascendental es el
sujeto metaempírico del cual se predican las distintas formas aprióricas y que realiza las distintas
síntesis que dan lugar a la constitución de los fenómenos. La consecuencia es un giro completo
en la comprensión del conocimiento y la separación radical entre la filosofía y el sentido común:
el conocimiento universal y necesario no se puede explicar si consideramos que el sujeto es
pasivo cuando conoce, pero sí al considerar que el sujeto pone algo en el objeto conocido y lo
modela a partir de las estructuras de nuestras facultades cognoscitivas (las formas
de la sensibilidad y las categorías del entendimiento). En cuanto a la segunda cuestión,
debemos recordar que la posición ingenua, y toda la filosofía anterior a la modernidad, mantiene
una concepción realista del mundo: en lo esencial el mundo es tal y como lo conocemos; en lo
esencial los objetos y sus propiedades y relaciones existen independientemente de la experiencia
que podamos tener de ellos; esta es la tesis característica del realismo. Pero con la modernidad
(con Kant) aparece la concepción idealista: no sabemos cómo puede ser el mundo
independientemente de nuestra experiencia de él; todo objeto del que tenemos
experiencia ha quedado influido por la estructura de nuestro aparato cognoscitivo.
Estas ideas nos llevan a dos conceptos fundamentales del Idealismo Trascendental: el concepto
de Noúmeno y el de Fenómeno. El Noúmeno (o Cosa en sí) es la realidad tal y como pueda
ser en sí misma, independientemente de nuestra experiencia de ella; la filosofía premoderna
pensaba que nosotros podíamos conocer las cosas en sí mismas, aunque cada escuela dijese
algo distinto relativo al ser de dichas cosas; el Fenómeno es una realidad dependiente del
Sujeto Trascendental, es la realidad estructurada por las formas de la sensibilidad y las
categorías del entendimiento; la realidad tal y como la experimentamos. El sujeto
cuando conoce no deja intacta la realidad conocida, la constituye en el propio acto del
conocimiento. Por ello, el Idealismo Trascendental se puede resumir en la afirmación de que sólo
conocemos fenómenos.
TEORIA DEL CONOCIMIENTO Y EPISTEMOLOGÍA
PROF: GRACIELA GULIERMONE
Realismo Idealismo
Papel del sujeto
Papel del objeto
ACTIVIDAD
1_PRECISE LA DESCRIPCIÓN DEL CONOCIMIENTO COMO CONTEMPLACIÓN, Y EN LA
MODERNIDAD COMO REPRESENTACIÓN Y CONSTRUCCIÓN (CITE FILÓSOFOS).
BILIOGRAFÍA CONSULTADA:
Hume David,Tratado de la Naturaleza Humana.” René Descartes, Discurso del Método, Cuarta
Parte
Descartes, René Meditaciones metafísicas –.
"Hartmann, N. Metafísica del conocimiento. Citado en Frassineti y Martínez, Filosofía Viva, p.19
http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia