Sunteți pe pagina 1din 6

Un Camino Más Excelente

Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

Hay un fenómeno terrible en la Iglesia moderna, bueno, no sólo ahora, se viene padeciendo desde
sus tiempos fundantes. El fenómeno al que me quiero referir es a este: “evasión al amor”.
La Iglesia del primer siglo sostuvo una pasión grande por dones extraordinarios del Espíritu Santo
como el de hablar en lenguas, profundizar de maneras extremas en la comprensión del misterio
divino, en hacer cosas extraordinarias como milagros y señales que fuesen capaz de trasladar los
montes de un lugar a otro. Pero eso sí, que no le fueran a pedir amor.
Actualmente, por lo menos desde la farándula evangélica, la Iglesia construye unos auditorios
espectaculares con unas tecnologías de audiovisuales envidiables. Con un confort sin antecedentes.
Con un marketing competitivo. Hacen conciertos lucrativos que ahora llaman “tiempos de
adoración”, y entonamos canciones de moda a toda garganta. Hacemos misiones que parecen paseos.
Entregamos donativos a los menos favorecidos, siempre y cuando se pueda salir en un selfie.
Asistimos a conferencias espectaculares con la condición de que el orador sea famoso y “ungido”.
Las iglesias menos favorecidas anhelando lo que las iglesias ricas exhiben con mucho orgullo.
Eso sí, que no nos pidan amor.

Esquivamos el amor con muchos empeños, queriendo hacer “cambalaches” con Dios:
-Señor, no tengo amor, ¡pero hablo en lenguas!-
-Jesús, no tengo amor, ¡pero tengo don de profecía y sueños reveladores!-
-Dios, no tengo amor, ¡pero hago donativos a los menos favorecidos!-
-Señor, no tengo amor, ¡pero sé mucho de tu Palabra y de lo que sea!-
-Jesús, no tengo amor, ¡pero hago milagros y tengo mucha unción!-
-Dios, no tengo amor, ¡pero canto las nuevas canciones de Alex Campos!-
Pensamos, muchos, que al poseer cosas más espectaculares que el amor, agradamos a Dios.
A los “cambalacheros” espirituales les tengo malas noticias: ¡Dios no negocia su exigencia de amar!

La 1ra carta a los Corintios la escribió el apóstol Pablo a una comunidad cristiana emergente, con
algunos miembros pudientes y otros a la otra orilla en pobrezas extremas. Una iglesia enriquecida
con dones y manifestaciones espirituales muy contundentes (1.4-8), pero era una iglesia con
inmensas dificultades para amar (1.11). Entre ellos discutían, porque algunos se reconocían como
seguidores de Pablo, otros de Apolos y otros del apóstol Pedro (1.12-13). No sólo discusiones
infructíferas empañaron la vida de la iglesia en Corinto, también la inmadurez fue evidente en las
maneras de pensar que los corintios manifestaron. No tenían la mente de Cristo (3.1). Como si fuera
poco, un hombre de la congregación, estando su padre en vida, se fue a vivir son la madrastra
(cap.5). La iglesia emergente en Corinto era abundante en conflictos conyugales a causa de las
infidelidades y las tendencias al divorcio injustificado. Algunos hermanos no abandonaron sus
idolatrías (cap. 8), menospreciaban la autoridad apostólica de S. Pablo (cap. 9), sus mujeres no
vestían con decoro, pudor y modestia (cap. 11), además cometieron abusos en la cena del Señor: se
emborracharon con el vino y eran discriminantes, como también glotones con la comida (cap. 11). El
culto fue un desorden, porque todos querían sobresalir con el uso (abuso) de los dones espirituales
(cap. 12), pero carecieron de lo más importante: el amor.

1
Un Camino Más Excelente
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

Al final del cap. 12, el apóstol Pablo sugiere un mejor camino para una iglesia contenciosa,
inmadura, inmoral, idólatra, irreverente pero sanadora de enfermos, profetiza, habladora en lenguas,
en fin. Leamos 1 Cor. 12.31: “Como no es así, ustedes deben procurar los mejores dones. Pero yo les
muestro un camino aun más excelente.” ¿Cuál será el camino más excelente?
Leamos 1 Corintios 13.

El amor es la virtud que le permite al hombre ser realmente humano, porque sin amor nada
somos. Nada sirve. El amor es en detalles el carácter de Jesús: él es paciente, bondadoso; no
es envidioso ni jactancioso, no se envanece, en fin. De cara al amor, nuestras realidades son
pasajeras e imperfectas, pero esperamos lo perfecto y lo duradero: la plenitud del amor, que
hará de toda la creación una nueva perfección.

UN CAMINO MÁS EXCELENTE


peregrinando en pos del amor

Esta es una mañana hermosa. Una oportunidad maravillosa e imperdible para escuchar la dulce voz
del amor divino y del divino amor. Pues vivimos en la era de las habladurías del amor, a la vez en la
era de la ausencia del amor. La era donde se entiende amor por sexo y sexo por amor. Primero,
decían los filósofos, “pienso, luego existo.” Hoy dicen las masas: “copulo, luego existo”. Pero los
hijos de Dios dicen, “amo, luego existo”.

Hay cosas que uno dice o hace “por si las moscas”. Siento la necesidad de distinguir entre sexo y
amor. Damas y caballeros, especialmente mis queridos jóvenes, el amor no es sexo ni todo sexo es
amor. En una modernidad sexualizada al escuchar o al hacer mención alguna al amor, se relaciona -
casi que automáticamente- con el sexo.
Para ninguno de ustedes es secreto que actualmente se tiene sexo sin amor, sin compromiso, sin
santidad, sin ética, sin valor, sin dignidades humanas, sin la complacencia de Dios.
Esta mañana vamos a intentar comprender un poco el misterio del amor, del amor de Dios. Un amor
no erotizado. Un amor no vulgarizado. Un amor no sexualizado. Hablaremos del amor en su
expresión más pura y original.

El extravío
Un riesgo significativo que corre todo peregrino es el de extraviarse. El caminante desconoce lo que
está por delante de sus pasos, así que va resolviendo diferentes obstáculos y de diferentes tamaños en
la medida que avanza. Pero a veces se extravía. A veces pierde el rumbo de su destino.
El ser humano es caminante de la existencia, su meta es ser trascendentalmente feliz, y cuando
pierde la dirección se pierde a sí mismo. Al perderse a sí mismo, pierde su ser. Es decir, pasa del ser
a no ser.

Dios es el gran Ser, él dijo: ¡Yo Soy! El sostiene desde la eternidad hasta la eternidad su esencia
divina. Él es. Y eso qué significa, “Dios es espíritu, infinito, eterno e inmutable es su ser, sabiduría,
justicia, bondad y verdad.” El nos hizo, somos humanos. Creados a imagen y semejanza de Dios. En
2
Un Camino Más Excelente
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

él, por él y para él somos. Pero hemos descuidado el ser por dos terribles tentaciones: pretender ser
lo que no somos y/o queremos cambiar el ser por el tener.

El cap. 13 de 1 Corintios lo plantea de la siguiente manera: Si yo hablara lenguas humanas y


angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal resonante, o címbalo retumbante. Note como el
no tener amor compromete el ser. No tener amor me hace ser una vida vacía: lo vacío es
escandaloso, bulloso, ruidoso, estridente. Indefinido. Sin amor, venimos siendo pura bulla.
Ahora leamos el vv. 2, subrayando las palabras ser y tener: Y si tuviera el don de profecía, y
entendiera todos los misterios, y tuviera todo el conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera
que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Note pues cómo perdemos el ser. Perder el
ser es perdernos a nosotros mismos. Sigamos leyendo, ahora el vv. 3: Y si repartiera todos mis
bienes para dar de comer a los pobres, y entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor,
de nada me sirve.

Los hombres dejamos de ser cuando le damos la espalda al amor.


¿Cuál es el extravío? Tomar otros caminos con los cuales queremos reemplazar al amor. La Iglesia
de Corinto quiso reemplazar al amor por dones extraordinarios: el hablar en lenguas humanas, otros
hubiesen querido hablar las lenguas angelicales. No sé si lo pensaron o creyeron que hablar en
lenguas era mejor que amar. Hablar en lenguas y esquivar al amor, es un extravío. Y S. Pablo les
dice que el tener dones extraordinarios no garantiza el ser. El caos del que tiene y no es, es
abrumador: es como un metal bulloso que fatiga el oído. El que tiene dones espirituales pero no tiene
amor, su ser queda reducido al bullicio sin sentido, sin identidad, sin trascendencia (entiéndase por
trascendencia como el hecho de vencer sus propios límites).

En el vv. 2, Pablo señala que todos los dones teológicos por asombrosos que sean, tampoco definen
el ser. Dice el apóstol inspirado por el Espíritu Santo: Y si tuviera el don de profecía, y entendiera
todos los misterios, y tuviera todo el conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que
trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Una mente brillante sin amor, no es nada.
El vv. 3 es más impactante: “declara que todos los dones sociales que invaden la vida y nos hacen
ser sumamente prácticos en el dar, en el ayudar al otro, al prójimo, no garantizan el ser.” 1 Dice S.
Pablo: Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y entregara mi cuerpo para
ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
A veces nos queremos engañar a nosotros mismos, planteándonos el “trueque” del dar en lugar de
amar. Uno cree que el dar limosnas, ayudar a quien lo necesite, compartir con el de escasos recursos
es un acto de amor. He aquí otro extravío. Dar en lugar de amar. Podemos dar hasta el cansancio,
pero si esos actos generosos no están tejidos con los hilos sinceros del amor, de nada nos sirve.
Mejor dicho, ¡nada somos!

En el vv. 8 dice S. Pablo: las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el
conocimiento llegará a su fin. Es decir, todo aquello que para muchos cristianos es lo más
1
Caio Fabio. La crisis de ser y de tener. Bueno Aires: Logos (1995): 30
3
Un Camino Más Excelente
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

importante: profecías, lenguas y conocimiento, no garantizan el ser y como si fuera poco, no están en
la agenda de Dios para nuestra eternidad. Cuando estemos en gloria, no se profetizará ni se hablará
en lenguas ni se necesitará estudiar teología. En la eternidad sólo disfrutaremos de la plenitud del
amor. Porque el amor nunca deja de ser.

El problema no es sólo que estamos perdiendo el privilegio de ser para vivir lo que un novelista ruso
llamó: “la insoportable levedad del ser”. No ser, nos es una realidad insoportable.
la Iglesia del Señor se extravió por muchos años evadiendo el amor por dones espirituales, por dones
del conocimiento y por labores sociales, pero Dios y el mundo nos siguen reclamando amor.
La desgracia moderna, es que evadimos al amor porque estamos muy ocupados con el pecado.
Cambiamos al amor por el pecar, y esa es la más desgraciada e insoportable levedad del ser
posmoderno.
Ese es el extravío humano, cuando cae en el “nada somos”.

Afortunadamente, S. Pablo no deja a la Iglesia sucumbir en sus lamentables extravíos; nos facilita un
encuentro con el amor en los vv. 4-8: El amor es
paciente y bondadoso;
no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada impropio; no es
egoísta ni se irrita; no es rencoroso; 6 no se alegra de la injusticia,
sino que se une a la alegría de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor jamás dejará de existir.

Amando es la única manera en la nos es posible llegar a ser.


Es revolucionario. Es escandaloso. Es subversivo. Es chocante. Porque aunque las gentes hablan de
amor, odian al amor.
Este es un mes donde las hipocresías brillan con incontrolable protagonismo y la falsedad se
convierte en un ídolo que muchos adoramos. Decimos celebrar “el amor y la amistad” pero sin amor
y sin amistad. Queremos amar sin amor. Queremos amar sin paciencia. Queremos amar sin bondad.
Pretendemos amar sin perdonar 70’ veces 7’. Pretendemos amar sin sujeción a las autoridades que el
Señor Dios ha estipulado. Pretendemos amar sin sufrir (el amor todo lo sufre). Pretendemos amar
con fecha de vencimiento, cuando el amor no deja de ser.

Amar, mis muy queridos amigos, es la determinación irremediable de ser con los demás paciente y
servicial, alegre con sus triunfos y bendiciones (sin envidia). Amar, es la determinación de no ser
aparente ni orgulloso ni traicionero ni iracundo. Amar es perdonar, alegrarse en la justicia y en la
verdad (no miente). Quien ama aguanta, cree, espera, soporta y nunca deja de amar por ninguna
razón ni motivo.

Amar es la recuperación del ser. ¿Cómo así? El ser paciente. El ser bondadoso. El ser servicial. El
ser pacífico y pacificador. El ser perdonador. El ser alegre. El ser humilde. El ser modesto y sincero.
El ser insistente. El ser creyente. El ser constante. El ser inagotable.
4
Un Camino Más Excelente
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

Esta es la riqueza y la revolución del ser: el amor.


Para S. Pablo el amor también es invencible. Escucha lo que escribió a los hermanos en Roma:
“estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Rom. 8.38-39).

El amor no sólo es inagotable (nunca deja de ser) como tampoco sólo es invencible; también es
anticipado: “Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió
por nosotros” (Rom. 5.8). Aún éramos pecadores y Dios ya nos amaba. Esto es anticipado.
Estas referencias al amor de Dios también nos ayudan a comprender nuestros sublimes encuentros
con el amor de Dios. Es un amor sin lógica humana, porque ¿en qué cabeza cabe que seamos amados
desde una cruz? Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.

La esperanza
9 Y es que sólo conocemos y profetizamos de manera imperfecta, 10 pero cuando
venga lo perfecto, lo que es imperfecto se acabará.
11 Cuando yo era niño, mi manera de hablar y de pensar y razonar era la de un niño;
pero cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cuestiones típicas de un niño.
12 Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo, pero en aquel día veremos
cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy
conocido.
Hay tres aspectos que sólo el amor puede curar: 1. Lo imperfecto, 2. Lo inmaduro y 3. Lo
desconocido. Nuestros saberes y nuestras profecías son ejercidas en la Iglesia de maneras
imperfectas, pero esperamos o perfecto. Esperamos a Cristo. Esperamos la nueva creación de Dios.
Esperamos la plenitud de la gloria de Dios y cuando esto acontezca, y ojalá sea pronto, no habrá más
necesidades de buscar conocimientos humanos ni necesidades de profetizar, porque la plenitud del
amor de Dios será suficiente. ¡Más que suficiente!

La segunda tragedia que cura el amor es la inmadurez. Cuando se es niño, las mentes tienen la
necesidad de educarse, de aprender, de elaborar criterios, en fin. Una es la manera de pensar en la
infancia, pero al madurar, las mentes se estructuran de maneras más responsables y contundentes. El
amor nos hace maduros.

La tercera tragedia que cura el amor es el desconocimiento.


Mirar por un espejo, es reducir el panorama. Un ejemplo es mirar por el retrovisor de un carro. Los
retrovisores son un par de espejitos que ajustan en las puertas delanteras de los vehículos. Los
espejos se ajustan a la comodidad del conductor. El espejo es pequeño, lo que se logra ver por esos
pequeños espejos es básico, es apenas una pequeña ayuda para que no se accidente. Pero esos
espejos no son perfectos. Todos los carros tienen, para el conductor, puntos ciegos. El conductor
necesita ver lo que pasa en ciertos ángulos de su carro que no puede ver y que sus espejos no lo

5
Un Camino Más Excelente
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

abarcan. Toca conducir por fe. Pero mirar por el parabrisas, brinda un panorama mucho más amplio
y genera mucha seguridad y confianza cuando el movimiento es hacia adelante.
El amor es el inmenso ventanal que Dios nos tiene preparado para que cuando él nos traslade a su
plenitud podamos conocerlo eternamente. Dijo Jesús: y esta es la vida eterna, en que te conozcan a ti
y al Hijo que has enviado. Conoceremos a Dios en plenitudes similares a las que por él somos
conocidos. Este es un milagro extraordinario del amor.

Excelencia
13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor.
Pablo finalizando el cap. 12 de la 1ra carta a los Corintios, promete mostrar un camino más excelente
que los dones espirituales, que las riquezas y que los conocimientos. Ese camino excelente es el
amor. Ahora, Pablo les habla de un trípode que sostiene contundentemente el ser: la fe, la esperanza
y el amor. Les pregunto, ¿qué es un ser humano sin fe? ¿Qué es un ser humano sin esperanza? Y
ahora, ¿qué es un ser humano sin amor? Damas y caballeros, sin estas tres virtudes teologales (fe,
esperanza y amor) nada somos. Pero la mayor de estas tres, es el amor.

Conclusión
Amemos como manda Dios. Amemos como ama Dios. Amemos todo lo amado por Dios. Porque
Dios es amor. El que no ama, no conoce a Dios y quien no conoce al Dios que es amor, malgasta la
vida y perderá su alma.

S-ar putea să vă placă și