Pio VIII, sucedió al papa León XII. Su pontificado fue breve y se caracterizó por la lucha contra el jansenismo y las Sociedades Secretas, en su Constitución Apostólica “Traditi humiliati” condenó este indiferentismo religioso. Autorizó a los católicos franceses el juramento de fidelidad a Luis Felipe de Orleans. Aprobó las resoluciones del Concilio de Baltimore. El Pontífice trató también de mejorar la administración temporal de los dominios de la Santa Sede y de mejorar las condiciones de vida de las clases más humildes. Fue Pio VIII un papa de modesto carácter, con resignación de mártir. En Prusia disuadió a los católicos de la costumbre de contraer matrimonios mixtos. Sus últimos meses de su vida fueron dolorosos a causa de los sucesos del Alto Rhin y de Francia. Su sucesor Gregorio XVI fue quien afronto la revolución en Italia.
Gregorio XVI, fue un religiosos camaldulense (de la orden de San Benito),
sucesor de Pio VIII. Apenas elegido, las llamas de la revolución en Italia, se encendieron sobre en todos los estado pontificios. Estos estados pontificios repudiarían la soberanía papal, por lo que Gregorio decidió pedir ayuda a Austria, para calmar la revuelta. En abril, el papa se reunió con los representantes de los cinco poderes, Austria, Rusia, Francia, Prusia e Inglaterra (se reunieron en Roma para tratar la cuestión de la reforma de los estados pontificios). Gregorio intentó llevar a cabo esas reformas a medida que las creía posibles pero había dos puntos en los que no iba a ceder: la elección popular de los consejos y el establecimiento de un Consejo de Estado compuesto de laicos, paralelo al Sagrado Colegio Cardenalicio. Era muy apasionado a las artes y las ciencias, sin embargo miraba con horror los adelantos de la época, por ejemplo jamás quizo oír hablar de telégrafos, ni de ninguna innovación de la industria. En toda la región de Romania se vio reproducirse las tiranías y penas tenebrosas, el obispo de Sinigaglia obligaba a todo hombre joven a casarse con la joven soltera en cuya casa había entrado tres veces, el obispo de Ferrara prohibió a los médicos asistir a los enfermos que no se confesaran; etc. Gregorio XVI murió de un cáncer a la nariz, no se supo de su condición hasta que las campanas anunciaron su muerte. Le sucedió Pio IX.