Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
en los lugares que portan las insignias de la La segunda. Quizá la educación no ha sido
disciplinariedad y del tecnicismo reconocible sólo uno de los lugares donde la cuestión
o imputable, sino que sería más indicativa de nuestra realidad cota fundamental, sino
sería eficaz, sería, en una palabra, real, en el que en ella –y éste sería el privilegio de Le-
pensamiento historiográfico o jurídico, en los telier– esa pregunta ha sido explícitamente
filosófica. Y tal vez esto nos obligue a tomar ducidos en el momento mismo en que
cierta distancia respecto a la tesis misma de pensábamos y queríamos ajustar cuentas
lo implícito o del desplazamiento. con el conjunto de nuestra formación. Entre
aquellos no era menor la lucha constante
Anudemos brevemente estos dos puntos.
que la filosofía profesional y especializada
¿Por qué, en el contexto de los estudios
libró contra la pedagogía en defensa de
filosóficos recientes, ha tardado tanto la
unos intereses que sentía cada vez más pro-
ocupación con lo pedagógico? ¿Qué puede
pios y privados. La separación instituida y
significar la desatención a la realidad y al
clasista entre licenciatura y pedagogía, y la
discurso histórico de la educación en Chile,
reticencia a llamarse pedagogo cuando desde
el descuido de la figura y obra de Letelier?
allí se es reclamado, son efectos notorios de
Sin duda, la búsqueda de nuevos caminos
esa lucha. Condicionada de este modo, la
y objetos de encuesta filosófica que ha con-
búsqueda de una enmienda en la dirección
ducido al interés por los otros lugares men-
de los estudios y tareas de la filosofía en
cionados, nace de la experiencia traumática
Chile, no podía –acaso– inicialmente ver
–acuciada por el golpe del 73, aunque no
en el problema pedagógico una cuestión
reducible a él– de un déficit de realidad en
de rango filosófico y, aún más, el espacio
la forínación profesional, a la que se acusa
inmediato de realidad de la filosofía entre
de una omisión esencial de los problemas
nosotros, obsesionada como estaba por la
y tareas de la sociedad chilena. Una vez
necesidad de rearticularse, de reorientarse y
identificada la formación con ese déficit, se
esto, por cierto, en el escenario ya inevitable
instaló como reacción inmediata el cuestio-
de su profesionalidad. No podía ver en ello
namiento de aquélla, y en este ademán de
un problema, el problema central de una
ruptura más o menos violenta, fue posible
política de la filosofía.
también que no se meditara con suficiencia
las características específicas y los detalles Dejemos al menos lo dicho a manera de
139
álgidos de esa formación; el diagn6stico, tesis.
sobre su constitutiva omisión de lo real, con
I
ser justo, fue precipitado. Hubo ocasión así
de que algunos –o muchos, o casi todos– de La Filosofía de la Educación es un tejido ex-
esos detalles y características fuesen repro- tenso y muy tramado, y habría que decirlo:
tramado admirablemente. Sin hablar de las De las varias hebras que se trenzan en el
menudas, no es nada fácil ejercer control texto, cogemos una por lo pronto, para
sobre las hebras gruesas que lo componen, seguirla y verificar en ella, en algunos
porque es frecuente que se ramifiquen mucho puntos principales y arduos por los que
y, casi perdidas de vista, aparezcan rehechas atraviesa, una cierta cuestión de la filo-
en otro sitio. Más aun, no se trata sólo de sofía –y del poder– que moviliza a este
imbricaciones conceptuales, de una trama pensamiento. Se trata de la diferencia
solamente discursiva. Las relaciones que entre socialidad y moralidad. Son éstas dos
el texto tiene con la historia se entrelazan nociones cuyo status no se deja averiguar
también en él. Letelier empezó la redacción de manera expedita, y que miden la enver-
de la obra en la cárcel, encausado por el gadura de tres concepciones de Letelier:
gobierno de Balmaceda. Es un síntoma de la de la sociedad, la de la educación, la de
cómo aquélla fue premeditada como respues- la filosofía misma.
ta a la crisis histórica de la república, como El primer espacio donde corresponde exa-
propuesta de una salida.7 A decir verdad, es minar tal diferencia es la tesis de la educa-
la coyuntura, experimentada a fondo en su ción refleja. Bajo su rótulo, la educación es
dimensión histórica, lo primero que precisa pensada en su máxima amplitud social; para
la importancia de la educación en el pensa- decirlo exactamente: en este espacio, educa-
miento –y los actos públicos– de Letelier. La ción y sociedad, como procesos dinámicos
educación sería el órgano insustituible para de praxis y comunicación, son estrictamente
fundar un orden social y político que sea, así coextensivos. La educación refleja es la
como estable, justo: ese orden supone una sociedad misma concebida como proceso
cohesión ideológica que sólo una empresa de autorreproducción: que no se confina
164
educación i se adquieren a influjo de la acción domés-
tica, no a influjo de la acción escolar” (p. 6).
15
En gran medida, el desarrollo de la conferencia, tras
haber afianzado Letelier las “verdades” respectivas
10
“La parte... que a la escuela toca en la formación de de liberales y conservadores, es –véase desde la p.16
espíritu es nimia comparada con la que corresponde en adelante– el panorama de esa cabalgata conside-
al medio ambiente en que el individuo se desarrolla” rada como historia: sea ello a través de los tiranos
(p. 6). griegos, de Tiberio y Cayo Graco en Roma, del ya
11
En todo caso es importante que se tenga en cuenta citado Cromwell, los revolucionarios franceses y –en
que el tránsito de la educación refleja a la sistemá- Chile– José Miguel Carrera, o, en fin, los fundadores
tica no es, en Letelier, propiamente un paso, sino del cristianismo. (En Letelier es temática la reivindi-
una torsión del argumento y una inversión en los cación política e intelectual del cristianismo como
conceptos. Esta observación podría hacerse, de fuerza histórica).
Reseñas
y
comentarios