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21-09-2018
Única alternativa a la crisis civilizatoria y socioambiental que se cierne sobre la humanidad
Cambiar radicalmente el orden social vigente
Alejandro Teitelbaum

En el 200 aniversario del natalicio de Marx, el 170 del Manifiesto Comunista y el 160 de los Grundrisse.

En esta nota nos referiremos al método que propició Marx para poder tener una visión coherente y
objetiva de la sociedad actual y así evitar una visión subjetiva y arbitraria de la misma, al papel
protagonista que corresponde a los/las oprimido/as y explotado/as para su transformación radical y
la necesaria confluencia en las luchas por dicha transformación de todas las reivindicaciones
sectoriales.

I. El método que propició Marx.

En el punto 3 (El método de la economía política) de su Introducción a la Crítica de la Economía


Política (1857) Marx escribió:

"Cuando consideramos un país dado desde el punto de vista económico político comenzamos con
su población, con su distribución en clases, la ciudad, el campo, el mar, las diferentes ramas de la
producción, exportación e importación, producción y consumo anual, precios de las mercancías,
etc..

Parece correcto empezar por lo real y concreto, con el presupuesto efectivo; y en consecuencia,
empezar, por ejemplo, en la economía con la población, que es el fundamento y sujeto de todo acto
de producción social. Sin embargo, ante un examen más detenido, esto se manifiesta como falso.
La población es una abstracción, si dejo, por ejemplo, de lado las clases de las que se compone. (
Nuestro el subrayado).

Estas clases son a su vez una palabra vacía, si no conozco los elementos sobre las que descansan.
Por ejemplo, trabajo asalariado, capital, etc. Éstos presuponen cambio, división del trabajo, precios,
etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precio, etc. Si
comenzara, por lo tanto, con la población, esto sería una representación caótica de la totalidad y
mediante una determinación más precisa llegaría analíticamente a conceptos cada vez más
simples; de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles, hasta alcanzar
las determinaciones más simples. A partir de aquí habría que emprender de nuevo el viaje a la
inversa, hasta llegar finalmente de nuevo a la población, pero esta vez no como una representación
caótica de un todo, sino como una totalidad rica de múltiples determinaciones y relaciones. El
primer camino es el que tomó históricamente la economía en sus comienzos. Los economistas del
siglo XVII, por ejemplo, comienzan siempre con la totalidad viva, con la población, con la nación,

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con el estado, con varios estados, etc.; pero siempre acaban descubriendo mediante el análisis
algunas relaciones generales abstractas determinantes, como división del trabajo, dinero, valor,
etc. Tan pronto como estos momentos aislados fueron más o menos fijados y abstraídos,
comenzaron los sistemas económicos, que se elevaban de lo simple, como el trabajo, división del
trabajo, necesidad, valor de cambio, hasta el Estado, cambio entre las naciones y el mercado
mundial".

Fue aplicando este método que Marx y Engels escribieron lo siguiente en el Manifiesto Comunista
de 1848:

I. BURGUESES Y PROLETARIOS

La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas
de clases.

Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una
palabra : opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada
unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación
revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.

En las anteriores épocas históricas encontramos casi por todas partes una completa división de la
sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la
antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores
feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además, en casi todas estas clases todavía
encontramos gradaciones especiales.

La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha
abolido las contradicciones de clase. Unicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas
condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.

Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las
contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos
enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente : la burguesía y el proletariado*.
* Por burguesía se comprende a la clase de los capitalistas modernos, propietarios de los medios
de produccion social, que emplean el trabajo asalariado. Por proletarios se comprende a la clase de
los trabajadores asalariados modernos, que, privados de medios de producción propios, se ven
obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir ( Nota de F. Engels a la edición inglesa
de 1888 ).

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Esta nota de Engels se anticipó a quienes, para «superar» a Marx, le atribuyen a éste la idea
simplificadora de que el antagonismo de clases se reduce al enfrentamiento en la empresa entre
patrones y obreros.

Aunque ya en el Manifiesto...se habla de una completa división de la sociedad en diversos


estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales, Marx precisó esta idea en el
Capítulo VI (llamado inédito) del Libro I de El Capital, donde escribe:

"....como con el desarrollo de la subsunción real del trabajo en el capital o del modo de producción
específicamente capitalista, no es el obrero individual sino cada vez más una capacidad de trabajo
socialmente combinada lo que se convierte en el agente real del proceso laboral en su conjunto, y
como las diversas capacidades de trabajo que cooperan y forman la máquina productiva total
participan de manera muy diferente en el proceso inmediato de la formación de mercancías o
mejor aquí de productos -éste trabaja más con las manos, aquél más la cabeza, el uno como
director (manager), ingeniero (engineer), técnico, etc., el otro como capataz (overlooker), el de más
allá como obrero manual directo e incluso como simple peón- tenemos que más y más funciones de
la capacidad de trabajo se incluyen en el concepto inmediato de trabajo productivo, y sus agentes
en el concepto de trabajadores productivos, directamente explotados por el capital y subordinados
en general a su proceso de valorización y de producción. Si se considera el trabajador colectivo en
el que el taller consiste, su actividad combinada se realiza materialmente (materialiter) y de
manera directa en un producto total que al mismo tiempo es una masa total de mercancías, y aquí
es absolutamente indiferente el que la función de tal o cual trabajador, mero eslabón de este
trabajador colectivo, esté más próxima o más distante del trabajo manual directo. Pero entonces la
actividad de esta capacidad laboral colectiva es su consumo productivo directo por el capital, vale
decir el proceso de autovalorización del capital, la producción directa de plusvalía y de ahí, como se
deberá analizar más adelante, la transformación directa de la misma en capital"...

Dicho de otra manera, la explotación capitalista de la fuerza de trabajo no es sólo la apropiación


-retribuida por debajo de su valor- de la fuerza física del ser humano, sino también de sus
habilidades y conocimientos, de su capacidad de imaginar, de crear y de inventar.

Explotación que explica la pobreza de las mayorías y la enorme riqueza (el beneficio capitalista) de
una ínfima minoría. 

II. Esta visión de la sociedad capitalista, que se verifica cotidianamente en los hechos, está en las
antípodas del enfoque populista, tanto de izquierda como de derecha, que habla de "pueblo y
antipueblo", de "los de arriba y los de abajo", de "nosotros" y "ellos" e ignora la existencia de clases
irreductiblemente antagónicas y de su necesaria consecuencia: la lucha de los oprimidos y
explotados contra la insaciable voracidad de los explotadores [1].

Esta lucha de las clases oprimidas y explotadas es el indispensable articulador de las luchas
sectoriales, ambientales, feministas, culturales, políticas, por los derechos a la salud, a una
alimentación sana y abundante, a la educación laica y gratuita, a una vivienda digna, a

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infraestructuras urbanísticas (sanitarias, proveedoras de energía, de agua corriente) y de
transporte al alcance de toda la población, etc. y cuyo objetivo común debe ser la abolición del
sistema capitalista a fin de establecer una sociedad radicalmente diferente donde la regla sea el
interés general y no la ganancia o beneficio de los capitalistas.

Porque todos estas negaciones de derechos, carencias o déficits que motivan los reclamos
sectoriales tienen una raíz común: el sistema capitalista.

En la mayoría de los casos la relación es evidente.

La catástrofe ecológica, que ya no es una previsión sino una realidad, la degradación cada vez
mayor de los servicios públicos, porque no son fuente de ganancias, etc.

También es obvio que los desocupados y quienes aun trabajando no tienen ingresos suficientes
carecen del derecho a una alimentación sana y suficiente.

Pero conviene agregar que la pobreza de los trabajadores no se debe exclusivamente a la


expropiación del fruto del trabajo que practica el capital en el proceso de la economía real
(obtención de plusvalía), sino que a ella se suma la que realiza el capital financiero y el capital en
general sin participar en dicho proceso. Por ejemplo rebajando los salarios reales y las jubilaciones,
licuando ambos ingresos mediante la inflación, encareciendo los servicios públicos esenciales,
estafando a los pequeños ahorristas, fugando capitales, evadiendo al fisco, con el soborno y la
corrupción [2], incrementando la deuda externa, etc. Formas de ofensiva contra el nivel de vida de
los trabajadores de todas las categorías que se ha acentuado brutalmente en los últimos tiempos a
escala mundial [3].

En el plano político, lo que hemos llamado Agonía, muerte y descomposición del mito burgués de
la democracia "representativa" (véase: https://www.alainet.org/es/articulo/183091 ) está
intimamente relacionada con la necesidad de concentrar el poder de decisión en los grandes
monopolios, de los cuales las elites políticas son -ahora más que nunca- obedientes correas de
trasmisión. En esa nota demostramos, cifras al apoyo, que la tasa de representación de las capas
socio-económicas en los parlamentos está invertida con relación a la realidad social. Dicho de otra
manera, las capas sociales más ricas y menos numerosas están sobrerrepresentadas y las más
modestas y numerosas están subrrepresentadas. Hay pues, para el ejercicio de la función
parlamentaria, un proceso de reclutamiento selectivo y de clase que pasa por las instancias
políticas (tanto de derecha como de izquierda) y por los grupos corporativos económicamente más
fuertes.

Por cierto que esto no se resuelve -lo que se puede verificar en los hechos- aumentando la
proporción de jóvenes y mujeres en los Parlamentos, como sostienen algunos.

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Un caso flagrante es el de Francia, con un Presidente de 40 años, que muchas jóvenes burguesas
dijeron que lo votaban porque era "mignon" (lindo) y que tiene en el Parlamento una alta
proporción de jóvenes y mujeres diputados/as, está sin embargo masacrando económicamente a
los trabajadores y jubilados y deteriorando aceleradamente los servicios públicos. 

III. Aunque la contradicción entre las reivindicaciones feministas y el sistema capitalista, pueda
parecer menos evidente, dicho antagonismo existe y no puede ni debe desconocerse.

Por otra parte, la discriminación contra la mujer en el ámbito de los derechos laborales es
manifiesta. Que comienza por el hecho de que ésta recibe un salario inferior al hombre por el
mismo trabajo.

Además, muchas medidas de protección para las mujeres en el empleo, tanto a nivel de los
Convenios de la OIT como a nivel nacional, han sido derogadas o modificadas regresivamente
(como es el caso del Convenio 183 revisado de protección de la maternidad, que modificó
regresivamente el Convenio 103 de 1952).

Se alega que dichas medidas son un obstáculo para la igualdad de trato y de oportunidades para
las mujeres y se dice que la prohibición del empleo de mujeres en ciertos trabajos les cierra
oportunidades, o que las diferentes condiciones a que tienen derecho, en algunos casos, las hace
más costosas como mano de obra o les resta rendimiento en el trabajo, todo lo cual conduce a una
discriminación. Se sostiene que el hecho de que las mujeres se concentren en las industrias
tradicionalmente femeninas y en actividades poco calificadas, impide que sus salarios sean
elevados, obstaculiza sus posibilidades de ascenso y las expone al desempleo. En los hechos, en las
industrias que tradicionalmente emplean de preferencia mano de obra femenina las
remuneraciones son menos elevadas, no porque requieran menos calificación, sino porque los
empleadores se valen de la desvalorización social de la mujer (pues ella misma, a menudo, es no
sólo receptora, sino también difusora de las nociones culturales desvalorizantes) y aprovechan sus
calificaciones sin una contraprestación adecuada. Los empleadores alegan también que el mayor
ausentismo de las mujeres debido a sus obligaciones familiares, la prohibición -en algunos casos-
del trabajo nocturno, la obligación de instalar guarderías o servicios independientes, la licencia por
maternidad o las protecciones que se les deben durante la maternidad y la lactancia, las hacen
menos rentables como trabajadoras.

En 1976, la Directiva 76/207/EEC de la Comunidad Europea, sobre la aplicación del principio de


igualdad de trato entre hombres y mujeres, condujo a una revisión de las diversas medidas de
protección que existen en los Estados miembros de la Comunidad.

Fue así que en abril de 2001 el Parlamento francés adoptó definitivamente el texto de ley
suprimiendo la prohibicón del trabajo nocturno de las mujeres, ajustándose así Francia a la
Directiva 76/207/EEC de la Comunidad Europea. En 1999 la Comisión Europea había impuesto a
Francia una multa de 900.000 francos diarios hasta tanto procediera a este ajuste de su legislación
laboral.

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También en varios países se revocaron disposiciones a favor de la mujer trabajadora por ejemplo en
materia de levantamiento de cargas pesadas y trabajos que entrañen la exposición a compuestos
de plomo y otros materiales contaminantes, etc.

Con esa Directiva de la Comunidad Europea se confundió deliberadamente la igualdad de trato a


que tienen derecho las mujeres respecto de los hombres con el derecho a la diferencia de las
mujeres en tanto tales en muchos aspectos, no sólo en el plano laboral.

Cuando lo razonable hubiera sido extender a los hombres esas medidas tendientes a proteger la
salud de las mujeres en el trabajo. Razonable en un sistema de producción que no estuviera basado
en la explotación del trabajo ajeno.

Muchas organizaciones de trabajadores de distintos países y de diferentes categorías se han


pronunciado reiteradamente por el mantenimiento de las medidas de protección de las mujeres y
por la extensión de las mismas a los hombres. Entre ellas, la Confederación de Sindicatos de la
República Federal de Alemania (DGB) se opuso a toda derogación de las medidas especiales de
protección de las mujeres en el trabajo en virtud de que existían diferencias biológicas que
justificaban dichas medidas especiales y, además, la división tradicional de funciones entre los
sexos seguía existiendo en la sociedad actual, sometiendo a millones de trabajadoras a la doble
carga de dedicarse a una actividad remunerada y, al mismo tiempo, ocuparse de los quehaceres
domésticos y de la familia. Debido a que los trabajadores estaban experimentando cambios en las
condiciones de trabajo, debido al aumento de la intensidad y el ritmo de trabajo, a la nueva
tecnología, al ruido, a las sustancias peligrosas, etc., opinaron que era necesario aumentar de
forma general la protección en vez de debilitarla (OIT, 1987, pág. 139) [4].

Pero las corrientes feministas que parecen ser ideológicamente hegemónicas tienden a
autonomizar de la lucha de clases las reivindicaciones de género y, en general, no cuestionan al
sistema capitalista como tal.

Las principales expositoras de esa orientación, entre otras la estadounidense Nancy Fraser, se
apoyan en las teorías de Foucault, teórico de la rebeldía contra el poder en todas sus formas pero
que ignora las relaciones de poder entre explotadores y explotados que caracterizan al sistema
capitalista o de Habermas con su teoría de la acción comunicativa según la cual "toda acción social
está orientada al entendimiento" y hace abstracción del antagonismo entre las clases sociales [5].

En oposición a estas corrientes, en los movimientos feministas existen análisis de la relación entre
las reivindicaciones de género y la lucha de clases con una estrategia anticapitalista. Entre ellos el
de Tithi Bhattacharya, historiadora marxista de origen hindú y profesora en la Purdue University de
Indiana, Estados Unidos en How Not To Skip Class: Social Reproduction of Labor and the Global
Working Class (Cómo no saltear la clase: Reproducción social del trabajo y clase obrera mundial) (
https://www.viewpointmag.com/2015/10/31/how-not-to-skip-class-social-reproduction-of-labor-and-t
he-global-working-class/).

La profesora Bhattacharya ha contribuido a poner las cuestiones de género sobre sólidas bases
relacionándolas con el sistema capitalista dominante. Para ello ha tomado de Marx el concepto de

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reproducción de la fuerza de trabajo, desarrollándolo desde el ángulo de la mujer con la
denominación de reproducción social de la fuerza de trabajo.

Tithi Bhattacharya encabeza su ensayo con una contundente frase de Marx : « ...La fuerza de
trabajo es una mercancía que su poseedor, el asalariado, vende al capitalista.¿Por qué la vende ?
Para vivir». (Marx, Trabajo asalariado y capital, 1849).

E inicia su texto con una cuestión crucial para los oprimidos y explotados de todo el mundo : cómo
sobrepasar sus divisiones para estar en plena forma combativa a fin de abolir al capitalismo.

Como las luchas de la clase obrera -sigue diciendo la autora- han tenido lugar sin superar este
problema fundamental, la clase de los trabajadores/as ha sido objeto de ataques y predicciones
teóricas y prácticas sobre la desaparición de la misma o pretendiendo simplemente que la misma
ha dejado de ser el agente del cambio.

Lo que muchos de estos ataques y predicciones tienen en común -continúa- es una incomprensión
de lo que realmente es la clase trabajadora. En lugar de la comprensión compleja de la clase
propuesta históricamente por la teoría marxista, que revela una visión del poder de la clase
trabajadora insurgente capaz de trascender categorías sectoriales, los críticos de hoy confían en
una visión estrecha de una "clase trabajadora" en la que un trabajador es simplemente
una persona que tiene un tipo específico de trabajo.

En este ensayo, dice la autora, refutaré esta concepción espuria de la clase reactivando las ideas
marxistas fundamentales sobre la formación de clases que han sido oscurecidas por cuatro décadas
de neoliberalismo y las numerosas derrotas de la clase obrera global. Mi argumentación se basará
en que la clave para desarrollar una comprensión suficientemente dinámica de la clase trabajadora,
es el marco de la reproducción social. Al pensar en la clase trabajadora, es esencial reconocer que
los trabajadores tienen una existencia más allá del lugar de trabajo. Por lo tanto, el desafío teórico
consiste en comprender la relación entre esta existencia y la de sus vidas productivas bajo el
dominio directo del capitalista. La relación entre estas esferas a su vez nos ayudará a considerar las
direcciones estratégicas para la lucha de clases.

Esta relación intrínseca entre el lugar del trabajador/a en la producción, donde este/a obtiene lo
mínimo indispensable para reproducir su fuerza de trabajo mediante el salario y su existencia social
fuera del lugar de trabajo se explica en lo que la autora llama la reproducción social del trabajo.
Que consiste en todos los elementos que, más allá del salario, hacen a la existencia del
trabajador/a, como son la educación, la salud, el cuidado de los hijos, de los enfermos y de los
ancianos, el acceso a los servicios públicos (transportes, agua, cloacas, electricidad) a los
entretenimientos, etc. Que también permiten que el trabajador pueda continuar vendiendo su
fuerza de trabajo al capitalista.

En El Capital y en Precio, salario y ganancia Marx escribió que es necesario intentar descubrir qué
es con exactitud lo que el obrero vende a cambio del salario que recibe. Cuando un obrero acepta
un empleo, cuando "se alquila" a un capitalista, en realidad pone a disposición de este,
durante un período específico de tiempo -una hora, un día o una semana-, su capacidad de trabajo,

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es decir, la suma de aquellas capacidades mentales y físicas existentes en un ser humano, que este
pone en acción al producir un valor de uso de cualquier clase. Esta distinción entre trabajo -el gasto
real de capacidades y energías humanas (de las que depende el valor de las mercancías)- y fuerza
de trabajo -la capacidad o poder de trabajar (que el obrero vende a cambio de salarios)- es de gran
importancia.

Los salarios son el precio de la fuerza de trabajo. Puesto que el precio es la expresión del valor en
dinero, debemos averiguar cómo se determina el valor de la fuerza de trabajo.

"El valor de la fuerza de trabajo está determinado, como el de cualquier otra mercancía, por
el tiempo necesario para la producción y, por consiguiente, también para la producción de este
artículo específico. En la medida en que tiene valor, representa tan sólo una determinada cantidad
del trabajo social medio materializado en ella" (El Capital, Libro I). El valor de la fuerza de
trabajo depende, pues, de la cantidad de tiempo de trabajo que debe insumirse a fin de que aquella
pueda existir.

Para vivir, los seres humanos deben contar con medios de subsistencia, alimentos, vestimentas,
combustible, vivienda, etc. Para que la fuerza de trabajo pueda continuar existiendo los obreros/as
deben reproducirse, tener hijos; por lo tanto, deben contar con suficientes medios de subsistencia,
no sólo para sí sino también para sus hijos. "El valor de la fuerza de trabajo está determinado
por el valor de los artículos necesarios para producir, desarrollar, mantener y perpetuar la fuerza de
trabajo" (Marx, "Salario, precio y ganancia").

Las cantidades y la índole de los alimentos, ropas, etc., que se requieren varían de acuerdo con la
naturaleza del trabajo efectuado. En consecuencia, variará el valor de las diferentes especies de
fuerza de trabajo. Variará también porque ciertos tipos de capacidad o habilidad demandan una
educación o adiestramiento especial que exige determinado período durante el cual el obrero tiene
que vivir y quizá deba incurrir en otros gastos; todos estos gastos componen el valor de la fuerza
de trabajo. Nuevamente, las necesidades naturales del obrero, tales como víveres, vestimentas,
combustible y vivienda varían de acuerdo con las condiciones climáticas y las demás condiciones
físicas de su país. Por otra parte, el número y extensión de sus así llamadas necesidades naturales,
al igual que los modos de satisfacerlas, son de suyo productos del desarrollo histórico (...) y
dependen por lo tanto en gran medida del grado de civilización de un país, y más especialmente de
las condiciones y, por consiguiente, de los hábitos y grados de confort bajo los cuales se haya
formado la clase de los obreros libres. En consecuencia, en contraste con el caso otras mercancías,
entra en la determinación del valor de la fuerza de trabajo un elemento histórico y moral. No
obstante, en un país y período dados, la cantidad media de los recursos de subsistencia necesarios
para el obrero constituye un factor fijo" (Marx, El Capital).

Partiendo de estos conceptos la profesora Bhattacharya expone su tesis [6].

Cabe agregar que a esta intrínseca relación entre el lugar del trabajador/a en la producción, donde
éste/a obtiene lo mínimo indispensable para reproducir su fuerza de trabajo mediante el salario y

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su existencia social se explica en lo que la autora -como ya dijimos- llama la reproducción social del
trabajo, que consiste en todos los elementos que, más allá del salario, participan de la existencia
del trabajador/a y que también contribuyen a que el trabajador pueda continuar vendiendo su
fuerza de trabajo al capitalista.

La clase capitalista, que obviamente necesita que la fuerza de trabajo se reproduzca, trata sin
embargo que lo haga al menor costo, manteniendo bajos y aun achicando los salarios (que sólo
tienen la apariencia de un intercambio entre equivalentes: fuerza de trabajo por un lado y salario
por el otro) y también -como clase social dominante- reduciendo los costos de su reproducción
social.

El sindicalismo burocratizado se limita a luchar (o simular que lucha) por mejorar las condiciones
de la reproducción de la fuerza de trabajo en el lugar de producción, reclamando mejores salarios,
argumentando que se ha roto la -aparente- equivalencia entre el precio de la fuerza de trabajo
vendida por el trabajador y el precio pagado por la misma (salario) por el capitalista, sin cuestionar
la relación salarial misma -que genera la plusvalía, fuente de la ganancia capitalista- y sin
cuestionar las condiciones de la reproducción social del trabajo, que generaliza a todo el ámbito
social la explotación y opresión capitalistas.

Escribe Bhattacharya: concentrarse en la economía de superficie como si se tratara de la única


realidad lleva a obscurecer dos hechos conexos : 1) la unidad de lo « político » y lo « económico »,
en el sistema capitalista ; y

2) el proceso de dominación/expropiación que se produce también más allá de la esfera del


intercambio supuestamente igual de la relación salarial.

Marx, dice Bhattacharya, señala que hay que ver lo económico como una relación social que
implica dominación y coacción, aunque las formas jurídicas y las instituciones políticas tiendan a
ocultar esta realidad.

En lo que se refiere a los derechos específicamente femeninos, como el de usar los métodos
contraceptivos o de interrumpir un embarazo en las mejores condiciones terapéuticas, con los
gastos a cargo de la seguridad social o eventualmente con el beneficio de la gratuidad y sin el
riesgo de una sanción penal, está determinado por una cuestión de clase, donde intervienen los
recursos económicos de que dispone cada mujer y su nivel de educación, este último condicionado
por la clase social en una sociedad donde el nivel y la calidad de la educación de cada uno es
directamente proporcional a su nivel de ingresos.

Dicho de otra manera, una mujer con ingresos más o menos elevados y con un buen nivel de
educación está mucho mejor informada sobre los métodos contraceptivos y su utilización y tiene
mayores posibilidades de interrumpir su embarazo en buenas condiciones sanitarias incluso si

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habita un país donde el aborto está prohibido, sin arriegar una sanción. Y si lo estima necesario
puede viajar a un país donde el aborto es legal. No es el caso de una trabajadora, una campesina
pobre o de una mujer que forma parte de una familia de escasos recursos. Sin olvidar la influencia
negativa de la Iglesia en esta esfera, que es generalmente mayor sobre las clases más vulnerables.

Lo dicho hasta aquí no significa negar la existencia en personas de todas las clases sociales, en
instituciones públicas y privadas e incluso en el lenguaje, de una subcultura patriarcal y machista.
Valgan como ejemplo el acoso sexual cotidiano que sufren las empleadas y obreras, mucho menos
publicitado que el denunciado por algunas célebres actrices de Hollywood. O el hecho de que la
gran mayoría de los crímenes de violación quedan impunes. Como ocurre en Francia. (Véase Quand
le viol n’est plus un crime- https://www.monde-diplomatique.fr/2017/11/BOUTBOUL/58085).  

IV. El análisis riguroso de los hechos sociales que preconizó Marx, opuesto a las divagaciones
idealistas que predominan actualmente en las izquierdas y apto para desenmascarar la demagogia
populista de izquierda y de derecha, pueden ayudar a abrir el camino hacia una sociedad nueva sin
explotadores ni explotados, sin oprimidos ni opresores como la prefiguró Marx en los Grundrisse.

Marx escribe: "Desarrollo libre de las individualidades y por ende no reducción del tiempo de
trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo

necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística,


científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados
para todos " y agrega que la medida del valor en la sociedad comunista pasa a ser, no ya la
cantidad del tiempo de trabajo, sino la cantidad de tiempo libre: "Ya no es entonces,

en modo alguno, el tiempo de trabajo la medida de la riqueza, sino el disposable time" [7].

Hay urgencia, pues ante la marea fascistizante que cobra cada vez mayor fuerza a escala mundial
se reactualiza la frase que popularizó Rosa Luxemburgo : SOCIALISMO O BARBARIE [8].

Notas [1] Lectura recomendada sobre este tema : Olmedo Beluche, La crisis del "progresismo" y
la necesidad de una izquierda revolucionaria. 17/09/2018 (
https://www.alainet.org/es/articulo/195375 ).

[2] Véase mi nota, publicada en 2010, La corrupción (


https://caminosocialista.wordpress.com/2010/07/19/la-corrupcion/ . También en
http://www.argenpress.info/2010/07/la-corrupcion.html ) que terminaba con esta frase : Pero es
cierto que en cada país la corrupción parecería responder a ciertas pautas propias.Por ejemplo
ahora la corrupción en Argentina se aproxima más que en algunos otros países a las prácticas
directamente mafiosas, tales como la extorsión, las presiones, las amenazas, etc., con miras a

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obtener, por ejemplo, que amigos del poder tomen participaciones en grandes empresas o se
apoderen de obras públicas importantes. Puede verse también, de mi autoría La corrupción : la
punta del iceberg, de agosto de 2018 ( https://www.alainet.org/es/articulo/194971 ). Por cierto que
el monto de la corrupción puede ser insignificante con relación a los montos de otras apropiaciones
de los recursos -tramposas o « legales » (fuga de capitales, deuda externa, transferencia de
dividendos al exterior, evasión fiscal)- por parte de la clase capitalista. Pero la corrupción suele ser
determinante en la gestión del Estado capitalista. No es una farsa, ni una anécdota, ni un asunto
secundario. 

[3] Puede verse sobre esta cuestión en nuestro libro La armadura del capitalismo. Editorial Icaria,
España, 2010, el párrafo Rasgos específicos del capitalismo de comienzos del siglo XXI. Y un
resumen del mismo en El capitalismo por dentro en
http://www.argenpress.info/2012/03/el-capitalismo-por-dentro-parte-i.htm y en
http://www.jussemper.org/Inicio/Recursos/Info.%20econ/Resources/ATeitelbaum_Capitalismo_por_d
entro.pdf . Sobre el mismo tema puede verse de nuestra autoría la nota Explotación capitalista:
tiempos modernos y tiempos actuales en Rebelión ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178326
).

[4] Véase, de Alejandro Teitelbaum, La crisis actual del derecho al desarrollo, Cuaderno nº 11;
Cuadernos Deusto de Derechos Humanos, Universidad de Deusto, Bilbao, año 2000, Párrafo: La
eliminación de las medidas de protección para las mujeres en el empleo, págs. 69 a 72, extraído de
un trabajo de Mirta Sofia Teitelbaum)
http://www.deusto-publicaciones.es/deusto/pdfs/cuadernosdcho/cuadernosdcho11.pdf 

[5] Hemos analizado críticamente las ideas de Foucault y de Habermas en un libro de nuestra
autoría, publicado en Buenos Aires en 2015 (Editorial Dunken) con el título El papel desempeñado
por las ideas y culturas dominantes en la preservación del orden vigente y en Colombia en 2017
(Editorial La Carreta) con el título El colapso del progresismo y el desvarío de las izquierdas. En
internet :
https://fr.scribd.com/document/384769799/Libro-Teitelbaum-Varios-El-papel-desempenado-las-idea
s-culturas-dominantes-El-Colapso-Progresismo-pdf ).

Puede verse también, de nuestra autoría, una nota titulada Los daños colaterales de la adicción a
Foucault de los intelectuales argentinos "progresistas" (
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=230401 ).

[6] Desarrollada también por otros autore/as -entre ellos Susan Ferguson- en el libro Social
Reproduction Theory (Pluto Press, 2017), compilado por la profesora Bhattacharya. 

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[7] Carlos Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse),
Siglo XXI Editores, 12 edición, 1989, tomo 2, págs. 227 y ss. [Contradicción entre la base de la
producción burguesa (medida del valor) y su propio desarrollo. Máquinas, etc.].

[ 8] En enero de 1919, cuando los socialdemócratas gobernaban Alemania con Friedrich Ebert
como Presidente del Consejo de Representantes del Pueblo y Gustav Noske como Ministro de
Defensa, tiene lugar la revuelta espartaquista que es reprimida de manera sangrienta por los
freikorps (grupos de militares desmovilizados por el fin de la guerra pero que conservaban su
armamento) reclutados por Noske. El 15 de enero Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht son
asesinados por miembros de los freikorps y sus cuerpos arrojados al río . En 1962 el Gobierno
Federal alemán (Unión Demócrata Cristiana encabezado por Adenauer) declaró que los asesinatos
de Rosa Luxemburg y Liebknecht habían sido una "ejecución acorde con la ley marcial".

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