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Traducclón del checo de Anna Anthony-VI!

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Indice general

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Comité Asesor de la Colección
Jan Mukafovsky, un signo nuevo para la estética, por Jordi L10vet 9
Román Gubern

Acerca de esta edición 30


Tomas L10rens

Albert RMols Casamada

Sección 1: Estética general


Ignas! de Sola-Morales Rubió

Vves Zlmmermann
1. El arte como hecho semiológico (1934) 35
2. Función, norma y valor estético como hechos sociales (1936) 44
3, El lugar de la función estética entre las demás funciones (1942) 122
4. Las tareas de la estética general (anos cuarenta) 139
5. El significado de la estética (1942) 145
6. Sobre el estructuralismo (1946) {57

Sección 11: Teoria del arte


7, El problema de las funciones en la arquitectura (1937) 173
8. La obra poética como conjunto de valores (1932) 167
9, Dos estudios sobre la denominación poética (1938, 1946) 195
9.1. Denominación poética y función estética de la lengua 195
9,2. Acerca de la semántica de la imagen poética (~?92
10. En torno a la estética del cine (1933) 212
11. El tiempo en el cine (segunda mitad de los años treinta) 223
12. El lenguaje escénico en el teatro de vanguardia (1937) '3?1
13. El arte (1943)
© Hana Mukarovská, 1975 14. Las artes plásticas (1944) 2ªª
258'
15, El individuo y el arte (1937) 272
© para la Selección, Prólogo, Notas, Bibliografía, Traducción y en general para la presente
edición, Editorial Gustavo Gili, S. A, Barcelona, 1977
16. La personalidad del artista (1944) \Vi
17. El hombre en el mundo de las funciones (1946) 292
Printed in Spaln 18. El arte y la concepción del mundo (1947) '302

--- Depósito
ISBN: 84-252-0674-X
.....­
legal: B. 36459-1977

Apéndice: lenguaje standard y lenguaje poético (1932) 314

Bibliografía 334
Talleres Gráficos Ibero-Americanos, S. A

Calle H. s/n (esq. Gran Capitán) - Sant Joan Despí (Baix L1obregat) _ Barcelona
Indice de nombres 343

Jan Mukarovsky, un signo nuevo


.
para la estética

Los escritos de estética del filósofo checo Jan Mukarovsky •


reunidos en este volumen constituyen, de hecho, una evolución intelectual
cuyos pormenores quedan suficientemente aclarados en las notas a cada uno
de los artículos. Lo que merece explicación y detenido análisis, obligada­
mente liminar, es la posición del filósofo y su teoría en el marco de la tra­
dición filosófica europea del siglo XIX y alba del XX. Aspectos teóricos tan
generales como la visión del pájaro desde lo alto y lejos, deben ser tratados
de un modo igualmente generalizado antes de iniciar la inspección aventu­
rada, y más atenta y próxima, de cada uno de los trabajos que constituyen
este libro, geografía plural en más de un sentido. Nos proponemos, pues,
para evitar que una vez más caiga en un saco de cultura indiscriminada lo
que vale como una pieza muy claramente situada en una historia de las
ideas más recientes, clarificar en la medida de lo posible la posición real
que Mukarovsky ocupa en el marco no menos real, y analizable, de las
teorías y sistemas discursivos de los últimos cien años.
Concretamente, queremos situar la obra de Jan Mukarovsky
en el contexto múltiple que configuran la tradición filosófica alemana del
siglo XIX, el avance moderno de la ciencia del lenguaje, y los estudios
de nuevo aristotélicos del texto literario que impulsaron, en los años 10 y 20,
los formalistas rusos de San Petersburgo.
En el cruce de estas corrientes, y otras que se asoman a nuestro
comentario inicial, discurre la teoría filosófico-semiótica del arte y la litera­
tura de Jan MukarovskY.

1. Mukarovsky y el Círculo de Pragal

«Un día, Vilém Mathesius quiso discutir algunas de sus tesis


lingüísticas, y reunió para ello a algunos de sus amigos. Un signo lejana­

• Léase Múkarchovsky, igual como se lee Dvorchak en el caso del compo­


sitor checo Dvoi'ak. y con acento tónico en la primera silaba.

9
mente precursor fue su artIculo de 1911 sobre liLa potencialidad de los Si, desde el horizonte de la lingüistica sincrónica, enfocamos los elementos
fenómenos lingülsticos". Pero las cosas empezaron alrededor de 1925, más del sistema lingüfstico desde el punto de vista de sus funciones, no podemos
o menos. Los primeros en reunirse fueron Havránek, Trnka, el orientalista
evaluar las alteraciones sufridas por la lengua sin dar cuenta del sistema que
Rypka, J. Vachek, -y Jakobson, Trubetzkoy y el etnógrafo Bogatyriev: los
por ellas está afectado».' El filósofo y lingüista checo citado, por su lado,
tres rusos, llegados del Círculo de Moscú.» 2
habla ya afirmado en pleno siglo XIX: «La lingüfstica se halla sujeta a las
AsI relata J. Muka rovsky el origen del denominado Círculo de reglas generales según las cuales, el estudio de la evolución de cualquier cosa
Praga: se trataba de un conjunto de estudiosos del lenguaje y de diversas ma­ tiene que estar relacionado con el estudio de la cosa misma ( ...). Quien no
nifestaciones próximas al lenguaje (la poesía, el folklore, etc.), reunidos en conozca la cosa en sI misma, no comprenderá su evolución».5
Praga a partir de 1925 para discutir en común las tesis que elaborarían en En la coincidencia de estas citas puede verse que los lingüistas
sus campos respectivos. de Praga contaban, de hecho, con una larga tradición de análisis del lenguaje
Señalemos, ante todo, aunque sea por encima, los puntos de
que, a diferencia de lo que consideraría Saussure más tarde, afirmaba ya el
partida metodológicos para la actividad de este cIrculo intelectual:
postulado de cruzar los ejes diacrónico y sincrónico del lenguaje para enten­
Por un lado, hay que tener en cuenta que R. Jakobson, que par­ der el funcionamiento del habla de un momento dado. Si para Saussure,
ticipó en la fundación del CIrculo de Praga, habla llegado a esta ciudad cuando como es sabido, sólo constitulan sistema los hechos de la sincronía, para la
los efectos del estalinismo hacían prever una inevitable y próxima cen­ tradición lingüística checa posterior a los Junggrammatiker sólo la evolución
sura de las actividades del Círculo Lingüístico de Moscú. Es decir, Jakobson, diacrónica del lenguaje permitía explicar la funcionalidad precisa de cada
y con él Trubetzkoy y Bogatyriev, asistlan en Praga al nacimiento de un elemento del lenguaje y de todos ellos formando una estruotura. Concluya­
Circulo Lingüfstico, pero acababan de llegar del entierro de otro: el Circulo mos con ello, sin necesidad de mayor precisión ni más ejemplos, que el pro­
de Moscú. Conocemos la importancia decisiva que tuvieron los primeros grama teórico del Circulo de Praga, del que formarfa parte casi desde el
trabajos de Jakobson y de Trubetzkoy en la configuración de la «lingülstica principio J. Muka rovsky, puede ser definido con una cierta autonomía res­
estructural» de Moscú. Pero conviene retener, igualmente, el trasvase in­ pecto a la aportación de la fonología y la fonética rusas del primer cuarto de
telectual continuo que tuvo lugar en la Rusia de los años 1916-1924 entre siglo, a pesar de la importancia que debe concederse a la publicación, en
aquellos que se dedicaban propiamente a la teoría del lenguaje, en Moscú, y 1923, simultáneamente en Rusia y Alemania, del trabajo de Jakobson «El
los miembros de la OPOIAZ, o Sociedad para el estudio del lenguaje poético, verso checo, comparado principalmente con el verso ruso».6 No cabe duda
nacida en 1916 en San Petersburgo, que reunía especialmente a estudiosos que el examen riguroso de los hechos fonéticos del lenguaje realizado por
de una manifestación particular del lenguaje: el lenguaje poético. Digamos, los lingüistas del Circulo de Praga, le debe mucho a la teorfa del lenguaje de
en resumen, que la llegada de los «tres rusos» a Praga en 1925, como los precursores de Moscú, pero bien puede decirse que tales influencias no
relata Muka rovsky, significaba el contacto y la asimilación de dos aspectos sólo no son directas ni exclusivas, sino que se producen incluso en sentido
complementarios de la ciencia del lenguaje: una incipiente teoría general del inverso: el ejemplo más claro de ello lo constituyen los Principios de Fo­
lenguaje (cuyo punto de partida habría que verlo en la enseñanza de los lin­ nología (1939) de Trubetzkoy, impregnados de la teoría funcional del len­
güistas Badouin de Courtenay y Liev Jakubinsky), y una teorla particular del guaje tan a fondo elaborada por Trubetzkoy y sus colegas de Praga, y publi·
lenguaje poético y literario en general, practicada igualmente por pioneros cados precisamente en los Travaux de su círculo lingüfstico.
en la materia: los miembros de la OPOIAZ - entre ellos Shklovsky, Tyñianov Hemos visto, hasta aquí, que el Circulo Lingüistico de Praga
y Eijenbaum, los más significativos del momento. elaboró su teoria (cuyo programa se formuló esquemáticamente en las Tesis
Pero, por otro lado, Praga contaba ya, antes de la llegada de de 1929), no sólo a partir de la lingüística de Saussure o la rusa del siglo XX,
los miembros del Circulo de Moscú, con una tradición propia en el campo sino, especialmente, a partir de una teoría funcionalista que se hallaba ya
de la teoría del lenguaje. Como señala R. Jakobson,3 el profesor de la en esbozo en la propia tradición lingüistica checa del siglo XIX.
Universidad Carolina de Praga A. Marty, ya en la primera década del siglo, Pero hay que señalar otras fuentes, de tipo filosófico, en la
habla aceptado puntos fundamentales del Cours de Linguistique Générale de actividad del Círculo de Praga. Éstas nos permitirán entender, todavía me­
Ferdinand de Saussure, y, lo que es más importante para definir la autonomfa jor, la estética semiológica de Muka rovskY.
teórica que caracterizó al Círculo de Praga, y cronológicamente anterior, Como el mismo Jakobson reconoce en dos publicaciones dis­
T. G. Masaryk, en distintas publicaciones checas de 1885 y 1887, formulaba tintas referentes al Círculo de Praga,7 la teoría funcional del lenguaje le
con gran precisión una diferencia neta entre una lingüística «estática» (es de­ debe mucho, directamente, a la f!tfJDlIJJtl1Dla/iÍ1J.."/JeUe.fiaD.¡J. El concepto he­
oir, sincrónica) y una lingülstica histórica (es decir, diacrónica, usando los geliano de totalidad reflejado en su famosa cita «Lo verdadero es lo global»
términos de Saussure). Como los autores de Praga formularían en las tesis (Das Wahre ist das Ganze), de la Fenomenologla del Espíritu, pasó inin­
de 1929, «no se pueden poner barreras infranqueables entre los métodos terrumpidamente, a lo largo del siglo XIX, de profesores universitarios a alum­
sincrónico y diacrónico, tal como hace la escuela de Ginebra (Saussure). nos, consiguiéndose, como afirmaba Ci!evsky, que en ningún momento se
10
11

t ,; , tt,d
perdiera el punto de vista en cierto modo p!:.eestruc~raUiel filósofo Hegel. ejemplo característico de las tendencias de la ciencia mundial que hoy más
Cierto es que éste no elaboró nunca una teiJrraCOherente del lenguaje, y sobresalen por efectos de una necesidad interna; pero no es superfluo con­
que su oficio no fue nunca la gramática - aunque sí la poética. De todos signar la relación que los une igualmente con la tradición praguense en la
modos, no puede negarse que una de las aportaciones filosóficas más fruc­ ciencia del lenguaje. Si la lingülstica de Praga se mantuvo hasta una fecha
tfferas del método hegeliano estriba precisamente en su visión del discurso reciente bajo el signo del positivismo estricto, se encuentra allí, incluso en su
teórico (filosófico) como discurso más atento a la intArrelaciÓD..-aJntenie­ pasado más lejano, un esfuerzo tenso y renovado dirigido hacia una feno­
pendeQf!a. funcjaD.al.J;l.tU.~tS .fª!!.tQ.r~ reales q~~. ..Q~jerfIlJ!l.!.!LjJ.r:U..enó!!l~rlO,
menología del lenguaje: las disputas de Praga, fructíferas y apasionadas,
que a la especificidad o particularidad de los hechos concretos y aislados.
entre realistas y nominalistas, en el umbral del siglo XV, el panglotismo de
Por lo demás, siguiendo la teoría de Gizesvky sobre la perdu­
Comenius y las consideraciones sobre el lenguaje y la cultura en la edad
ración de un discurso hegeliano a lo largo de la teoría del lenguaje del
barroca, la actividad de Bolzano y de sus diSCípulos, las tentativas de los
siglo XIX, parece obvio que el estructuralismo praguense se inspira en las hegelianos checos y eslovacos en el sentido de una dialéctica del lenguaje;
teorías del también checo M. F. Klácel para definir el método que caracteriza y, por fin, la distinción entre las problemáticas histórica y estática de la
a su lingüística: es decir, la consideración de que 1.05 elementos del len­ ciencia del lenguaje, con los trabajos de Masaryk de los años ochenta,
guaje no pueden ser estudiados separadamente, sino que-resulta obligado que se pronuncian a favor de la subordinación de la diacronfa lingüística
un punto de vista generalizado y global. De hecho, el lingüista Klácel cri­ a la sincronía, y a favor de una concepción teleológica-aenenguaje».ll
ticó certeramente en sus Elementos científicos de la gramática checa (Po­ --_.--- -- En suma, para que pueda sernos útil en el análisis de la estética
~atky vedecké mluvnictvi ~eského, 1843) el método empírico de los Jung­ de Muka rovsky, lo que nos interesa subrayar aquí es que el método analí­
grammatiker, para quienes todos y cada uno de los elementos del lenguaje tico-sintético de la Escuela.de Praga no proviene de una supuesta teoría
parec[an tener validez y obtener definición precisa por sí solos. Según Ja­ hermética-o-a-utÓñOmaderlenguaje, sino más bien de un tipo de discurso,
kobson, «Klácel no cesó de repetir a los lingüistas checos que sólo al conec­ filosófico, que pretendió comentar y analizar el lenguaje pero también todas
tar con el todo los conocimientos parciales, se alcanza la verdadera com­ las demás manifestaciones «semióticas» de la cultura humana: la fenomeno­
prensión de un fenómeno, y que el verdadero camino de la ciencia del logía hegeliana. Como veremos acto seguido, es precisamente este gesto
lenguaje consiste en la fusión dialéctica del análisis con la síntesis».8 teórico, el de la dialéctica hegeliana, lo que constituye uno de los pilares
Por su lado, también Saussure parece haber sido sensible al '!!~~_'ó..9icos.g~· ra-:e~é!ica de Muka fovsky eLQtrQPilar lo edifica el
hegelianismo, y Ja~obson opina que la teoría saussuriana de las oposiciones neokantismo del siglo XIX.
.oin~rias, típicamente -estructu'raTiSta, sería, en última instancia, yna._herencia
de .Ia teoría hegeliana de lasantinol1lias, que habría llegado a Saussure a
través del tratado sobre las AntirKJmias lingüísticas del hegeliano V. Henry.9 2. La estructura y la función
Parece hoy fuera de dudas que la Escuela de Praga siguió pre­
cisamente una huella filosófica hegeliana en su crítica del método par­ Las aportaciones teóricas de Vitém Mathesius sobre la «poten­
ticularista y unitario de Gebauer y los lingüistas positivistas del XIX, para cialidad en los fenómenos lingüísticos»12 y, especialmente, las investigacio­
abrirse a una concepción del lenguaje como estructura general y totalizante, nes de Trubetzkoy y de Jakobson en el campo de la fonología y [a fonética,
como conjunto de elementos en interrelación. Este paso desde un positivismo le valieron a la teoría del naciente Círculo de Praga el epíteto de «es­
lingülstico a lo que cabe definir como una «fenomenología estructural» del tructural». De hecho, ellos mismos, Siguiendo la terminologia saussuriana
lenguaje ha sido igualmente consignada por Jakobson,lo uno de los lin­ (en propiedad todavía más antigua que Saussure en la ciencia del lenguaje),
güistas más prolíficos que se conocen, y de ya suficiente longevidad como usaron desde el principio el término de estructura, significando con él la
para haber creado múltiples cIrculas lingüísticos en todo el mundo, haber relación mutua en que se hallan todos los'elementos del lenguaje, y pun­
visto su fin, y haber relatado luego, con tiempo y distancia, su ya lejana tualizañaO'"'qUe sólo un estucUo del lenguaje cOnsidérado SQ!XtQ.-1OtaJidad-<le
historia. Así, en una sesión plenaria del Círculo Lingüístico de Copenhague, interconexiones e interdependencias podia ser acertado. Esta acepción lin­
del 12 de setiembre de 1936, Jakobson podía afirmar: «El término de "Es­ gi:lística del término estructui'a se usa ya en las Tesis de 1929,13 y también
cuela de Praga" ha sido empleado, en los últimos años, para designar al quedó bien definido, desde el principio, el alcance teórico del método así
grupo de investigadores en el campo de la literatura y del lenguaje, eslavos inaugurado: el estructuralismo. Años más tarde, Bohuslav Havránek, otro de
o alemanes, que fundaron en 1926, bajo la dirección de V. Mathésius, el los nombres centrales en la Escuela de Praga, podría sintetizar en estos
"Circulo lingÜístico de Praga"; y que lucharon por alcanzar un procedi­ términos [o que, en definitiva, había sido pauta de investigación teórica du­
":liento adecuado -estructura lista, totalista (strukturalistische, ganzheit­ rante toda la década de los treinta: «El estructuralismo es... la opinión que
Ilche)- en el campo de la ciencia de la literatura y del lenguaje, así como concibe el conjunto de fenómenos de campos respectivos como una es­
en el campo de la teoría de los signos. El grupo de Praga constituye un tructura (un todo, una construcción). En este sentido, la estructura está for­
12
13
mada por los fenómenos individuales considerados como una unidad superior excepción, tal vez, de los estudios de sintaxis inglesa del profesor Trnka-;
(un todo) que adguiere..2~~~!~º~.;Jntegrldad que. so~ajenas a. cada su intención a veces escondida era discutir acerca del lenguaje. observar
una de las partes; la estructura no es simplemente el conjunto;tasuma de cómo funciona, cómo se usa, para qué fines distintos se utiliza, qué funciones
h)'SEnfi'fffiiñfórcomponentes. Los fenómenos no_constituy:en elementos ais­ sociales distintas cubre, cómo satisface necesidades expresivas de distinto
Jabl~ en un todo divisible, sino -qu-e~ al estar unidos ~entreSlpor relaciones orden, etc. En definitiva, el conjunto de trabajos del Círculo de Praga vale
mutuas, son lo que son solamente de acuerdo con los conjuntos jerárquica­ más como una filosoffa del lenguaje constituida por aportaciones hetero­
mente ordenados».14 géneas y dispersas, que como una sistemática del lenguaje a sus múltiples
No es necesario insistir más en la definición básica de estruc­ niveles, pero en cierto modo intralingüísticos, de lo fonético, lo sintáctico
tura, que, por lo demás, no constituye una aportación original de los pra­ y lo significativo. Lo cierto es que, en este sentido, ninguna escuela lin­
guenses. Como hoy podemos entender perfectamente al revisar el método güística del siglo XX ha sido tan «filosófica» -y queremos decir «genera!»,
epistemológico o la trama discursiva de las distintas noéticas y filosoflas del «ambiciosa», <<vaga», «interdisciplinar», «totalizante», «exploradora» e incluso
lenguaje que han existido, el procedimiento estructuralista caracteriza a múl­ a veces inexacta- como la elaborada por la Escuela de Praga. Entiéndase:
tiples teorías del lenguaje, y constituye una constante ininterrumpida a lo no se trata de que sus trabajos dirimieran por sistema cuestiones marginales
largo del pensamiento postaristotélico. o paralingü!sticas, ni mucho menos - como ejemplo, ahi quedan los Grund~
Más interesante para situar a Mukalovsky en el marco del züge der Phonologie de Trubetzkoy, fruto de su investigación en la época
Circulo de Praga es el hecho de que la lingüística d~LCln~ul0 Jeclamara praguense. Lo que queremos señalar es que al Circulo de Praga le preocu­
para definirse, al lado del epíteto «6structuralista», el de «funcionalista», paba el lenguaje, ante todo, como un fenómeno activo, como algo que
También aquí le corresponde a- Mathésiusetmérito de haber inaugurado funciona en una sociedad de acuerdo con una extensa gama de aplicacio~
una senda para la investigación del lenguaje, de haber forjado una herra­ nes, y al Circulo le interesaba entonces, por consiguiente, analizar las huellas
mienta para su análisis. que su funcionamiento deja en muy distintas configuraciones culturales de
Ya las Tesis de 1929 dejaban muy claro que el Círculo de Praga la sociedad - como ejemplo de esta segunda actitud, que, a nuestro enten~
concebía la lengua como un sistema funcional: «Como producto de la ac­ der, es la más característica del grupo, ahí está, todavia, la asombrosa «geo­
tividad humana, la lengua poself"1m~t::ter finalista. Cuando se analiza el grafía» cultural explorada por Jakobson (música, moda, sociologla, teatro,
lenguaje como expresión o comunicación, la 'Intención del sujeto que habla psicologla, poesía, cibernética y un largo etcétera) y ahí están, para un
es la explicación más fácil y natural. También ha de tomarse en cuenta, devenir histórico que hoy vuelve a sus páginas, los variados trabajos de Jan
en el análisis lingüístico, el punto de vista de la función. En esta perspectiva,
la lengua es un sistema de medios de expresi6n adecuados a un fin. No se MukafovskY·
Lo que hemos querido decir en los párrafos anteriores es que la
puede entender ningún fenómeno lingüístico sin tener en cuenta el sistema epistemología del lenguaje que se va cuajando a lo largo de los años de
en que se inserta».15
investigación del Círculo de Praga, permitió que en su Escuela, como asam­
Ampliando esta definición, y a partir de la experiencia investi­ blea más amplia y heterogénea, se reunieran y mezclaran lingüistas dedica­
gadora de tres decenios de actividad, Havránek, Horálek, Skali~ka y Trost,
dos a la teoría sistemática del lenguaje, lingüistas preocupados por cuestiones
representando al Circulo, podían sintetizar en 1958 su procedimiento fun­
de epistemología y metodología lingüística, filósofos atentos al fenómeno del
cionalista en estos términos: «Los lingüistas de la Escuela de Praga han
lenguaje político, estetas que mesuraban la distancia entre el lenguaje na­
considerado como un rasgo esencial de los sistemas lingüísticos su destino
tural y los «lenguajes artísticos», teorizadores de la literatura que vieron en
funcional, la puesta en práctica de las lenguas. No solamente se subrayaba
la importancia de las conexiones en el interior de los sistemas lingüísticos, la lingüística estructural un interesante aparato de análisis, folkloristas que
sino también las relaciones de los sistemas y las manifestaciones lingüisticas extendieron a un amplio campo antropológico los esquemas procedentes de
con la realidad extralingüística. Al subrayar el carácter funcional del len­ la lingülstica, etc. En suma: filósofos, lingüistas, literatos, estetas y antro­
guaje era necesario, como se deducía naturalmente, tomar en consideración pólogos que, de un modo u otro, directa o indirectamente, aceptaban la im­
la relación entre el lenguaje y el pensamiento».16 portancia del análisis estructural y funcional del lenguaje, y su posible
Aqul es donde mejor cabe situar la aportación de Mukafovsky incidencia en sus respectivos campos de investigación. Como declaraba el
en el marco de la actividad lingüística del Circulo de Praga. Es decir, hay propio Muka rovsky: «La polivalencia del Circulo quedó patente desde el
que entender que los lingüistas de Praga no se propusieron configurar una principio: lingüística, estética, teoría de la Iiteratura...».1!! Ciertamente, no
mera «teoría» formal y descriptiva del lenguaje, sino que pretendieron dar puede ni debe compararse la categoría profesional como lingüista de Tru­
a su trabajo un alcance propiamente filosófico, o, en términos muy repetidos betzkoy o Jakobson, con la de MukarovskY. Trubetzkoy fue un lingüista
por los miembros del Círculo, un alcance noético, epistemológicoP El genial; Jakobson se resiste a toda clasificación escueta, aunque el calificativo
método del Círculo de Praga no llegó a cuajar en ninguna gramática -a de semi61ogo, por lo que tiene de general, respeta su curiosidad insaciable;

14 15
y Mukafovsky tiene, evidentemente, mucho más de filósofo, o particular­ tir a lo largo de todo el siglo XIX centroeuropeo. El neokantismo de las
mente «esteta», que de lingüista o teorizador de la significación. escuelas universitarias de Marburg y de Freiburg, defendido por filósofos
Así, pues, compartiendo con sus colegas una idéntica preocu­ como Windelband, Rickert y Lask, fue también asimilado por kantianos
pación por el funcionamiento semiológico del lenguaje, Mukafovsky se más tardíos, como es el caso de Herbart, que publicó su famosa Estética en
dedicó, en especial, a dos órdenes ligeramente distintos de cuestiones: el 1891. La fecha es ya, ciertamente, muy próxima al medio universitario que
análisis de los lenguajes literario y poético en comparación con el lenguaje debió frecuentar Mukarovsky en sus años de formación. Poseemos datos
«natural», y el estudio de múltiples otros fenómenos del campo de lo estético exactos a este respecto: Es sabido que dos profesores de estética de la
que usan, en su modo de configurarse y de vehicular significación, un sis­ Universidad checa, Josef Durdík (1837-1902) y Otakar Hostinsky (1847­
tema o un conjunto de signos cuyo funcionamiento, una vez más, se de­ 1910) pueden ser considerados como claros herederos de la estética y la epis­
muestra próximo al de los signos lingüísticos: artes figurativas, arquitectura, temología kantianas; y que el segundo de ellos fue maestro directo de
cine, teatro, etc. Otakar Zich, y que éste lo fue de MukafovskY. En este sentido, no puede
Cerremos este apartado con esta conclusión: la posición de Mu­ decirse que Mukarovsky sea el último eslabón de una «cadena kantiana»
kafovsky en la Escuela de Praga es la de un filósofo que conoce con cierto formada por Kant-Schiller-Herbart-Hostinsky-formalistas rusos, como sos­
detalle los avances de la lingüística estructural, y que intenta trasladar al tenía Josef Zumr,19 sino, más bien, que su punto de partida es, por lo me­
campo de la estética dos conceptos-clave que provienen del análisis del nos, doble; por un lado, su teoría le debe mucho a una tradición checa
lenguaje: el concepto de estructura (un todo se define precisamente por la apenas iniciada en cuestiones semióticas (y, directamente, a la estética de
interrelación de sus partes) y el concepto de función (la actividad de un Otakar Zich, discípulo del neokantiano Hostinsky), y por otro lado su for­
e!em~I1!O estructu~al se determina de acuerdo con un destino operacional; y, mulación estructural o semiótica del arte no se habría realizado sin la apor­
sobre todo, la tarea que desempeña tal elemento en la estructura viene de­ tación de la teoría literaria típicamente formalista, y en cierto modo inde­
terminada por un conjunto limitado de operaciones posibles del conjunto: pendiente del kantismo alemán y del discurso filosófico en general, de los
comunicabilidad, contacto interpersonal, efectos estéticos, propaganda poli­ investigadores de la OPOIAl (y, especialmente, de los colegas del propio
tica, et<;.). Mukafovsky en el Círculo Lingüístico de Praga).
Por lo que se refiere estrictamente al legado filosófico, son
fáciles de localizar, en nuestro autor, tanto las huellas kantianas como las
3. La tradición filosófica en la estética de Mukafovsky más recientes hegelianas (fundidas ya ambas, por lo demás, en los citados
precursores universitarios de Mukafovsky, y no separadas entre si como
Pero los trabajos de estética y semiología del arte de Muka­
parecen afirmar Kalivoda y Marchán siguiendo a Zumr).20
fovsky no se explican únicamente a la luz de sus contactos con los lin­
Aceptando el punto de partida de Otakar Zich, Mukai'ovsky pre­
güistas del Círculo de Praga.
tenderá constituir una estética atenta al mismo tiempo al análisis inmanente
Del mismo modo que los lingüistas del Círculo heredaban, como del material-base de lo «estético» -particularmente de lo artístico-, y a la
se ha visto más arriba, una tradición de análisis lingüístico que va de la función social que desempeñan el arte y los fenómenos estéticos en ge­
disputa checa sobre los universales, en el umbral del Renacimiento, a las neral.
teorías más recientes de los fonÓlogos rusos y el estructuralismo de Saus­ Si, por un lado, el neokantismo del XIX había tendido a lo que
sure, pasando por la tradición positivista del XIX, del mismo modo, la es­ hoy cabría denominar una hipóstasis del significante estético, por otro lado
tética de Mukarovsky es heredera directa de un conjunto de filosofías y teo­ la persistencia del discurso hegeliano, rematado en la filosofía marxista, no
rías del arte y la literatura nacidas y discutidas a partir de Kant. había cesado de interrogar al arte desde el punto de vista de su conexión
De un modo especial, nos interesa señalar la deuda que tiene con un absoluto idealista, al principio, y con lo relativo social a partir de
) el autor con la estética kantiana, con la estética hegeliana, y con las tenden­ Feuerbach y Marx.
cias más modernas, a su vez herederas de aquellas filosofías, que van La estética de Mukai'ovsky, elaborada en un momento de reunión,
! desde la sociología marxista a la teoría literaria de los formalistas rusos.
Por lo que se refiere a la tradición filosófica en la estética
síntesis y crítica de antiguas teorías, gracias al elemento sintético de apor­
taciones originales del siglo XX, se propuso, desde el principio, respetar la
de Mukafovsky, dos filosofías del arte existen detrás de su estética semio­ autonomía del arte en cuanto organización semiótica con un funcionamiento
lógica: la kantiana y la hegeliana. propio;"y~al{Yllsrrio-tiempo, estudiar las leyes generales que permiten inte­
La teoría kantiana del arte como valoración autónoma de un grar el graceso del arte en un proceso histórico general y evolutivo. Lo
~.cD.D.Q..QÍmlentó estético, que muy pronto derivaría en un modo primero acusa un cierto «formalismo» muy propio de la estética checa del
de «percepcióolijtática». al ser asimilada por los romaíitlcos alemanes y, XIX, y lo segundo se inscribe en el marco de una teoría de la producción de
especialmente, por los psicólogos del arte de1a Eínfúfi1ting,' no dejó de persis­ fenómelTt'JS-«süpraestructurales» que roza claramente con las premisas filo­

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sóficas de la Qlaléctica materialista, y equivale, por ello, a una critica del ya mente idéntica a la ya expuesta posición adelantada de un teorizador que,
lejano sistema ~~I. simplemente, no tuvo a su disposición el resultado de disciplinas científicas
Sin embargo, algo queda por explicar: ¿qué puede caracterizar y desarrolladas sólo más tarde, disciplinas que fueron productivas precisa­
al método de Mukarovsky, a diferencia del método, ya pretendidamente sin­ mente desde el punto de vista de la semiótica estética del arte».2á
tético, de las tradiciones kantiana y hegeliana, de Hostinsky y Zich, los maes­
tros de nuestro autor?
Aquí es donde conviene puntualizar una vez más la influencia 4. La recepción del formalismo ruso
que la OPOIAZ pudo haber tenido sobre Muka rovsky, en modo alguno tan
determinante como le ha parecido a casi toda la critica moderna, y espe­ La OPOIAZ, o Sociedad para el estudio del lenguaje poético,

cialmente a Erlich, que considera a nuestro autor como un disclpulo de los fundada en San Petersburgo en 1916, mantuvo desde el principio el firme

formalistas rusos. 21 propósito de analizar una obra de arte literario en tanto que organización

En efecto, y volviendo a Otakar Zich, es cierto que éste, con de un material determinado, y tendió, en consecuencia, a menosvalorar la

anterioridad a cualquier escrito de los formalistas rusos, partiendo de la es­ cuestión sociológica de las relaciones entre arte, politica y sociedad.

tética psicológica experimental y de la fenomenología husserliana, habla ya Si el antiguo esquema marxista, aceptado por Mehring y Ple­
elaborado una teoría relativamente sistemática del tipo de significación que janov, y también por Lenin, establecía que toda producción de orden supra­
caracteriza a la música y la poesla, a diferencia, por ejemplo, de la comu­ estructural puede y debe ser analizada a la luz de su conexión con una
nicación propia del lenguaje alocutivo. En su articulo sobre la percepción infraestructura que es de orden económico en última instancia, los forma­
estética de la música,22 Zich elaboró el primer proyecto de análisis mixto listas de la OPOIAZ, protegidos por una naciente escuela de lingüistica
psicosemántico usando procedimientos característicos de las ciencias deduc­ estructural que contaba entre sus miembros a las figuras clave de Trubetz­
tivas e incluso reduciendo a un rudimentario esquematismo de fórmulas koy y Jakobson, se obstinaron en dirigirse a la cosa misma, al objeto litera­
algebraicas algunas cuestiones de estética que hasta entonces habían sido rio susceptible de análisis, prescindiendo con frecuencia de todo tipo de
tratadas al margen de todo cientifismo, tanto por parte de los llamados determinantes externos. En este sentido, el estilo analítico de los formalistas
formalistas neokantianos, como por parte de los hegelianos. Como comenta rusos aparecía como la reivindicación de un discurso inmanente sobre lo li­
Oleg Sus, el trabajo de Otakar Zich «es ciertamente el primer documento que terario ejemplificado por vez primera en la Poética de Aristóteles, y el rechazo
muestra una cooperación entre el análisis semántico en el campo de la es­ más o menos explícito de la concepción dialéctico-histórica del arte propia
cuela formal, con su programa escrito simbólico, o más precisamente semi­ de la teorla marxista, de hecho poco perfeccionada hasta el momento, aun­
simbólico o casi-simbólico, sui generis en la estética moderna checa, y uno que sí muy difundida.
de los primeros intentos mundiales en este campo de la estética».23 Zich Mukafovsky, cuyos primeros trabajos son posteriores a los úl­
habla llegado a la conclusión de que determinadas unidades de un conjunto timos de la OPOIAZ censurada por Stalin, adoptó, desde el principio, una
artistico sistemático (en el caso citado, una obra musical), son portadoras actitud agudamente crítica respecto a aquellas investigaciones. La filiación
de una significación peculiar, y que la significación o el impacto psicológico política de nuestro autor ha sido, al parecer, siempre un enigma, caso harto
que producia tal conjunto era sólo atribuible al funcionamiento peculiar frecuente en Checoslovaquia dada la absoluta provisionalidad que alli han
de cada una de aquellas unidades portadoras de sentido, que merecía'l_un poseído las ideologías en el poder desde tiempos del imperio austro-húngaro.
estlLdiºJI)!I'in~ecoy al mismo-tiemp(n~struCturate<si:feclr, en relaCiOrlcon el De hecho, su Obligado silencio posterior a la ocupación soviética de 1948
resto de los elemerítosstgnificativósdel eonjuntcr:i4 Luún1t;'oquEde faltaba no hace más que demostrar los enormes equívocos y el atolladero en que
aLlcrniáfá"'é1aborar una semiótica coherente del arte, eran unos cono­ se hallaba, y se halla todavía, la ideología dominante postrevolucionaria
cimientos más exactos del funcionamiento del signo lingüístico y de los sig­ en Rusia. En efecto, no se entiende que Mukafovsky pudiera ser víctima de
nos en general - esto es [o que sí tuvo a su alcance Jan MukarovskY. Co­ la misma censura que los formalistas ruso's";"'fErníendo en cuenta que el
menta Sus: «El énfasis puesto por Zich en la existencia psicológica de filósofo de Praga había censurado a sus colegas rusos desde los años veinte
imágenes musicales portadoras de significación, se resuelve en la defor­ con argumentos holgadamente sólidos, referidos a la social como contexto
mación simultánea de su semántica incipiente; está, de hecho, aislada, pues y destino de la función del. arte y la literatura.
existe de facto como un fragmento, pero sin ninguna teorla desarrollada de El ejemplo más claro de esta recepción crítica del formalismo
la comunicación en el arte, más específicamente, sin una teoría de los signos, ruso lo hallamos en el Prólogo que Mukafovsky escribió para la traducción
sin semiótica. Pero hay que ser justos: Zich tomó como punto de partida checa de la Teorla de la Prosa del ca·pifosteformalista Vlctor Shklovsky.26
la estética checa de la música de su tiempo y no pudo contar con la ayuda En este prólogo, nuestro autor mostraba su conformidad con el principio
de la moderna lingüística. Su posición como creador de los primeros pasos metodológico de los formalistas, de ceñirse a ·ia·configuraciónreat y ma­
en el análisis semántico en la teorla contemporánea checa del arte es real­ terial de la obra de arte literaria, como primer paso para elaborar Tína teorla

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de lo especfficamente literario por contraste con lo generalmente lingüístico. tampoco está en la más pequefla contradicción con la investigación socioló­
Seflalaba, en este sentido, la influencia notable que sobre los formalistas rusos gica de la literatura; no reduce el conjunto de los materiales y el amplio
había tenido la escuela de Potebnia2.7 y la poética simbolista rusa. Escribe reino de los problemas literarios; al contrario, se empeña en la exigencia de
Mukafovsky: «Shklovsky es miembro de un grupo de jóvenes cientificos, no considerar la investigación cientifica del material literario como un caos
orientados en su mayoría hacia la lingüística, y que -en estrecha colabo­ estático y atomístico de fenómenos; y concibe cada fenómeno como re­
ración con los artistas contemporáneos- defienden el principio de que sultante y punto de partida de impulsos dinámicos, y considera el todo
cualquier peculiaridad que convierta una obra literaria en una obra de arte, como un complicado concurso de fuerzas».3o
se diferencia esencialmente de toda exterioridad que pueda también formar No solían ir por ahí las manifestaciones de la mayoría de los
parte de la obra; y que precisamente aquella especificidad debe situarse en formalistas rusos, y la tesis de Mukafovsky que acabamos de exponer de­
el punto central de la investigación científica».28 fine precisamente lo peculiar de su punto de vista y de su método, en com­
Pero Mukafovsky no participaba por completo -y dan prueba paración con el de los formalistas. Dos factores pueden explicar el conte­
de ello los escritos que estamos prologando- de esta tesis; o, por lo menos, nido de este prólogo de nuestro autor a una obra tan claramente «formalis­
no la habría ratificado aisladamente. Conviene aquí citar, pues viene al caso, ta» como la Teorla de la Prosa de Shklovsky, y éstos son, citados suscinta­
uno de los puntos que mejor definen la estética de Mukai'ovsky: su preo­ mente: 1) El hecho de que, ya en 1927, el propio Shklovsky, con harta
cupación por ceñirse al análisis de lo específico-artístico, pero sin olvidar en habilidad polftica, renunciara al inmanentismo de su método con una auto­
ni!!ll~t:l_. momento el valor de la perspectiva histórica. En otras palabras: la crítica pública y una defensa del método sociológico que había repudiado
estética de Mukarovsky comparte algunos puntos programáticos del forma­ unos años antes,31 y 2) El contacto personal de Mukafovsky con el repre­
lismo ruso, pero señala con un énfasis muy poco habitual en ellos el papel sentante de los formalistas rusos más atento a la slntesis formal-sociológica:
que posee la evolución artística en el proceso de formación de un nuevo Juri Tyñianov. En efecto, según consta en las Actas de actividades del
elemento artístico aislado, así como la consideración de la evolución ar­ Círculo Lingüístico de Praga,32 Tyñianov comunicaba al Círculo, en diciembre
tística como serie evolutiva en paralelo con la evolución histórica de la de 1928, su artículo «El problema de la evolución literaria», donde quedaba
sociedad a todos sus niveles. En suma, para Mukarovsky dejaba de ser vá­ muy patente el interés del ruso por aproximar el estructuralismo formal, si
lido el principio estructural de Saussure, aceptado por los formalistas, de no a las exigencias teóricas del materialismo histórico, sí cuanto menos a las
que sólo los hechos de la sincronía forman sistema, y pasaba a tener tanta de la sociología literaria: «El estudio de la evolución literaria no rechaza la
importancia como la consideración sincrónica, el estudio del proceso diacró­ significación dominante de los principales factores sociales, al contrario,
nico de un campo artístico o literario, bajo el supuesto de que tal vez sea sólo en este marco puede la significación ser aclarada en su totalidad».33 Y,
cierto que sólo los hechos de la sincronía constituyen un sistema, pero sólo también Tyñianov, juntamente con Jakobson, en sus tesis de 1928: «La his­
los hechos de la diacronía explican por completo el funcionamiento de tal toria de la literatura (o del arte) se halla íntimamente relacionada con el
sistema. Esto es algo, por lo demás, que las Tesis de 1929 (cap. 1.6), en resto de las series históricas; cada una de estas series comporta un complejo
cuya redacción intervino nuestro autor junto con Jakobson y otros autores conjunto de leyes estructurales que le es propio. Es imposible establecer
del Círculo, hablan dejado ya muy claro: «El estudio diacrónico, no sólo no entre la serie literaria y las otras series una correlación rigurosa sin haber
excluye las nociones de sistema y función, sino que, al contrario, resulta in­ estudiado previamente estas leyes».34
completo si no tiene en cuenta tales nociones. Por otro lado, la descripción Concluyamos así este apartado: la teoría estética de Muka­
sincrónica no puede de ninguna manera excluir absolutamente la noción rovsky se configura en una época de transición· metodológica respecto al
de evolución, pues incluso en un sector considerado sincrónicamente análisis del arte, que es también una época de importantes transformacio­
existe la consciencia del estadio en vías de desaparición, del estadio pre­ nes en el campo de la ideologla y la politica. La estética de Mukai'ovsky,
sente y del que se está formando». elaborada a una cierta distancia de los trabajos de los formalistas rusos,
Refiriéndose a la superación del inmanentismo de Shklovsky, muestra la huella de su influencia, pero no es menor la reacción del autor
el autor apuntaba: «La historia literaria abre, asl, una perspectiva: ahora contra el inmanentismo intransigente de algunos formalistas, y a favor de
puede considerar el desarrollo real de una estructura literaria cuyos elemen­ una ampliación de la teoría del arte y la estética general hacia el campo
tos se reagrupan permanentemente, y al mismo tiempo respetar la interven­ prQpiamente extraestético (el término es del autor) donde aétúan lo soCial
ción en una obra de elementos externos, que por supuesto no traen consigo 'i-'9 político. El «artefacto» estético, como cita el autor, se convertirá para
la evolución, pero si determinan claramente cada una de sus fases. Todo la consCiencia del sujeto en un objeto estético, un objeto de comunicación
hecho literario, al ser considerado desde este punto de vista histórico, apa­ estética, no sólo en tanto que una «finalidad sin fin» que pudiera provocar
rece como el resultado de dos fuerzas: la dinámica interna de la estructura y un «puro placer desinteresado)}, sino también en tanto que reflejo activo de
la intromisión, en la estructura, de elementos externos».29 Y, más adelante, una compleja interacción de factores objetivos y exteriores al arte - entre
«el estructuralismo no limita la historia literaria al análisis de la "forma", y ellos, Muka rovsky señala la propia evolución del arte, pero no olvida citar

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el desarrollo de la sociedad y el proceso de la historia, tomado todo, a su autor esboza en sus artículos es, en definitiva, una posibilidad que le ofrece
vez, como una compleja estructura global. En este sentido, el proceder a Mukai'ovsky el propio funcionamiento de la herramienta metodológica más
de Mukafovsky nos parece próximo a la teoría estructura lista-genética de la central de que se sirve: el signo.
cultura trabajada por Lucien Goldmann: el objeto cultural es analizado como Si algún titulo general puede definir la estética del autor, con­
un espacio estructurado en el que se ha fraguado, por un proceso constitu­ figurada a lo largo de trabajos dispares, y abarcando temas muy heterogé­
tivo de interesante análisis, la amalgama de hechos y factores que consti­ neos, éste es el de «estética semiológica».s7 En cierto modo, el epíteto es re­
tuyen la macroestructura de lo histórico y lo social. dundante, pues tanto la estética, tradicionalmente, como la semiología, en la
Seria una exageración afirmar que la estética de Mukafovsky actualidad, tratan de fenómenos sensibles en la medida que son portadores
queda enmarcada en la teoria del materialismo histórico - el caso no es éste. de una determinada significación y excitan en el sujeto un tipo peculiar de
En nuestro autor funciona más bien una dialéctica muy clásica, más realista percepción o respuesta. En este sentido, se podría aventurar qué el empuje
que la de Feuerbach, pero sin duda menos anclada en lo empírico-his­ de la semiótica en nuestros días corresponde de algún modo a la repetición
tórico que la de Marx. de una filosofía kantiana del conocimiento sensible y la capacidad de juz­
A lo sumo, y esto es ya lo que le distingue con mérito de los gar. Sin embargo:' y Mukai'ovsky sérá el primero que intentará clarificar esta
formalistas rusos, Muka rovsky dice y repite, incluso con una cierta obsesión, cuestión, hay semióticas de alcances muy distintos.
que la ~bra de arte deja entrever, en su estructura, la vast¡:¡ organización Como comentábamos al principio de este apartado, hay que
estructuralcrEn.fna sociedad tomada a todos sus niveles de manifestación. subrayar que es precisamente el dispositivo funcional del signo (entendido
No es que el autor alcanzara cotas de gran trascendencia o exactitud en su como elemento central del método semiológico) lo que permitirá al autor
síntesis sociológico-formal, pero la obstinación por considerar hechos pro­ esbozar, si no solucionar, el dilema que supone comentar los fenómenos
piamente intraestéticos -la función, la norma o el valor estéticos- como vagamente encuadrados en el campo de la estética desde el punto de vista
hechos sociales, convierte su teoría estética en el primer intento moderno de particular y general, concreto y totalizante, individual y colectivo, personal
comentar la dialéctica entre lo social y lo cultural, entre lo infraestructural y social.88
y lo supraestrúctural, á partir" del aparato teórico que ofrecía la semiología Aquí es donde la lingüística entra de nuevo en escena, ahora
dettenguaje. para servir de elemento de síntesis de todos los aspectos integrantes del arte
Que los primeros pasos de la estética de Mukarovsky pudieron que hemos visto en contradicción en los apartados 2, 3 y 4.
ser entendidos como una síntesis original entre semiótica del arte y análisis MukaJovsky, al igual que sus colegas del Círculo de Praga, he­
cultural en arreglo al materialismo histórico, es algo que demuestra la cri­ redaba de Saussure y de los trabajos ya publicados de Trubetzkoy, Jakob­
tica que suscitó, desde distintas perspectivas, el comentario de Mukafovsky son y Hjemslev, una definición hoy universal del signo lingüístico, entendida
al poema de Polák, La dignidad de la naturaleza. Las actas de conferencias por todos los autores citados como forma y no como substancia: las pala­
y debates del Circulo de Praga del 10 de diciembre de 1934 refieren lite­ bras (además de otros elementos del lenguaje) pueden ser consideradas
ralmente que Z. Kalandra, entre otros interlocutores, «ofreció un análisis de los como signos en la medida que se componen de dos aspectos indisociables
principios fundamentales de Mukarovsky desde el punto de vista del mate­ entre sí, dos caras de un fenómeno unitario: el significante (o soporte material
rialismo dialéctico».3ó Felix Vodicka, por su lado, ratifica la buena acogida de la significación) y el significado (o el efecto por el que el significante
que tuvieron los primeros trabajos de Mukarovsky por parte de la crítica remite a algo -el denotatum, el referente- que se halla, de hecho, fuera
marxista próxima al Círculo de Praga: «La discusión de los crlticos marxistas del propio signo). Aceptamos que esta definición es ciertamente peregrina,
rusos con los formalistas (piénsese en las críticas de Medvedev, de Arvatov, habida cuenta de la enorme evolución que la teoría del signo ha observado
de Trotsky y de Bucharin, entre las más sobresalientes [N. del Ed.]) tuvo desde Saussure. Pero no olvidemos que, en 1934, cuando el autor escribe
su continuación en la discusión de los críticos marxistas checos con el es­ el artículo que esboza el punto de partida de su método analítico-sintético
tructuralismo. Los marxistas checos Kurt Konrad y Závis Kalandra acogie­ en el campo de la estética, el estado de la cuestión era, aproximadamente,
ron en general con una actitud favorable el empeño de Mukafovsky, aprecia­ el que refleja aquella defínición. Esto es por lo menos lo que el autor había
ble en su estudio sobre La dignidad de la naturaleza, de Polák, por descubrir aprendido del término central de la naciente semiología.39
la especificidad de la Iiteratura».86 Pues bien, a Mukarovsky cabe el mérito de haber sido uno de
los primeros en Europa (en Norteamérica, Peirce llevaba muchos años de
ventaja a sus colegas europeos en cuanto a una teoría general, y no mera­
5. La estética semiológica de Jan Mukarovsky mente lingüística, de los signos y la significación), en llevar a un campo
extralingüístico el aparato teórico que procedía, de hecho, del análisis de un
El intento de síntesis entre el análisis formal e inmanente de
sistema de signos muy particulares, aunque muy extendido y de enorme
los formalistas y la persistente tradición sociológica e historicista que el
importancia para la vida social: el lenguaje.
22 23
Hoy resulta difícil adivinar el origen de esta traducción, de este que «evolucionar significa devenir incesantemente, sin que por ello se al­
desplazamiento desde el lenguaje al campo de organizaciones semióticas tere por completo la identidad».42
no Iingüísticas,40 Y el funcionamiento de cuyas unidades puede llegar a En el campo del arte, esta renovación incesante se producía,
diferir notablemente del que caracteriza a la palabra. El caso es que Muka­ según el autor, por la distancia, propia del objeto estético, entre su nivel
rovsky, a pesar de ser consciente de la especificidad que reclama a justo de comunicación eficaz, y un nivel, que él tiende a denominar de signi­
título el análisis de hechos estéticos tales como la música o la arquitectura, ficación, en el que se centraría, propiamente, lo característico de la «rela­
se lanzó a la operación arriesgada de presuponer que todo campo estético, ción» estética entre un sujeto y un objeto. Mukarovsky aceptarla, pues,
por el hecho de actuar como un sistema de unidades con capacidad para y en esto demostró ser más avanzado que muchos estetas-sociólogos mar­
vehicular comunicación, podía ser estudiado a partir del avance metodoló­ xistas, que la renovación del arte trae consigo, a un cierto nivel, un aumento
gico de la lingüística. El hecho de que no se le escapara que un signo de comunicí1CtiJfj;-~ij:uees precisamente la significación de lo estéticó, y que
«estético» no actúa exactamente del mismo modo que un signohngQlstico, puedé chocar, o choca por definición, coner~Conseñso"simhÓíico establecido
le htitr-partir, consuma prudencia, de una definición absolutamente general: en toda sociedad. En este sentido, la norma estética de Mukafovsky no es
«Según la definición vulgar, el signo es un hecho sensorial que se refiere precisamente una garantía de socialidad y respeto del orden simbólico co­
a otra realidad, a la que debe evocar».41 lectivo, sino, de hecho, aunque el autor no la defina asi, un campo expe­
De todos modos, aunque no sumamente preciso ni tampoco rimental en el que la significación estética fuerza y supera los limites de
extraordinariamente innovadora para la estética, su semiología del arte tenía la comunicación simbólica socialmente normalizada.
la virtud de tantear el terreno que «estéticas» o semióticas de lo literario y lo En el campo concreto de la literatura, la teorfa de Mukafovsky
artístico en general han explorado posteriormente con gran rendimiento. de la significación estética resultaría de dos postulados complementarios:
Algunos puntos nos parecen importantes a destacar, en la me­ - El primero de ellos, queda acuñado en el punto 3a de las
dida que son válidos para la mayoría de los artículos que presentamos: Tesis de 1929:43 «En su papel social es necesario distinguir el lenguaje
a) Mukaiovsky, siempre a partir del doble aspecto del signo según la relación existente entre él y la realidad extralingüística. O bien tiene
lingü/stico antes esbozado, propugnará que el signo estético no es algo que una función de comunicación, es decir, ~JiLdjri9..e_~acia el significado, o bien
pueda ser considerado de un modo autónomo, sino-tambiénen'arregI6 al,des­ una fünciohpOc?t(qb,dirfglda hacia el signo mismo»."'--'
tino que posee. Si el signo (ante todo, el lingüístico) existe Pl!!ª-Jletucular - El segu'ndo seria la conseetJenciade-nuestra discusión pre­
información, si es por ello un elemento que determina y construye una socia­ cedente: toda signifi~'1 ,~$léJ.j¡;aexige un exceso de significado respecto
ildaa-rteterminada, en suma, si es un elemento que usa el individuo para al consenso comtrrrrcatlvo normalizado en el lenguaje de una sociedad. Este
poder dirigirse (y consolidar, de hecho) a la sociedad que le rodea, entonces e)fc~ó qúedarfa fijado, precisamente, en el trabajo o la productividad s/g­
el signo estético (suponiendo siempre que funcione de manera parecida al nica que el individuo realiza con los signos lingüísticos colectivos, de los
signo lingüístico) no se halla en la sociedad como producto autónomo creado que dispone, en cierto modo, con libertad.
por un individuo porque sí o como creación en si y para sí, sino que se e) Sin embargo, y aquí surgen las máximas contradicciones en
presenta a la sociedad como comunicación para los demás. ~rte cons­ la estética semiológica de Mukarovsky, el autor no estuvo nunca dispuesto
tituye, pues, una reunión sutil de autonomía (la que merece eL!J.1f}/!!pgante, a analizar qué mecanismos de orden exclusivamente individual, o subjetivo,
el material trabajado de la obra de arte) y cQmunicacJÓn•.destino o función son los que pueden garantizar la transformación permanente de la signifi­
social (la que se desprende de su significado enlazado con un consenso cación estética en una sociedad.
oif--significación colectiva).- '" Hemos visto de qué modo el signo, como elemento metodoló­
b) Mukarovsky es consciente del problema, la tensión, la di~­ gico, le permite al autor superar las dificultades en que habían topado,
léctica que se establece en toda obra de arte «auténtica» -dice el autor­ y en que se habían estancado, la estética sociológica, por un lado, y la
entre su nivel comunicativo y su nive/significativo. Aclaremos esto: el autor, estética formalista, por otro. La dialéctica permanente, que asegura el me­
especialmente cuando se dedica a temas literarios, se da cuenta de que la canismo del signo como entidad social, entre «artefacto» estético y sociedad,
ordenación semiótica de la literatura no se ha hecho únicamente en función entre comunicación habitual y significación genuina, entre autonomía de
de una eficacia comunicativa inmediata o inequívoca. El autor no duda en la forma y utilidad del espacio (arquitectura), para no hablar del modo
considerar que toda literatura con categoría estética se caracteriza -dada su cómo la estética semiológica de Mukafovsky resuelve antiguos dilemas como
propia configuración original, inédita, peculiar-, por una cierta innovación los de forma y contenido, o contacto estético entre sujeto y objeto, este
en el modo de comunicar, por una diferencia específica respecto a la semiosis conjunto de hallazgos y méritos, quedan en parte eclipsados por otra cues­
que hubiera podido caracterizar a las obras literarias (por ejemplo) anterio­ tión central: la cuestión de quién y cómo se produce la alteridad signifi­
res. En 1934, el mismo año en que escribe el artículo «El arte como hecho cativa en el continuum evolutivo de una serie artística. ¿Quién «crea» el
i semiológico», Mukafovsky' había dicho en una comunicación al Círculo arte? Si se tratara de un sujeto, como parece .obvio, por lo menos parcial­

~ 24 ' , 25
mente, entonces, ¿cómo hace el sujeto para moldear un objeto estético que hubiera rechazado, por factores que la historia justifica claramente, la
se presenta a otros sujetos como igualdad, pero al mismo tiempo como aportación de la psicología más reciente que se ofrecía a la cultura europea,
diferencia 1 entonces habria conseguido algo excepcional: explicar la vinculación existente
Ya hemos visto que Muka fovsky tenia una noción muy clara entre la génesis y la productividad del sentido en el sujeto, y el desarrollo
de la existencia de este problema. De todos modos, su solución no podla plural, macroestructural, macrosimbólico, de lo objetivamente histórico.
pasar únicamente por el campo de lo social, por la dialéctica de la forma Al fin y al cabo. el elemento que permitía salvar este puente, esta antinomia
y la función, por el contraste entre la forma anclada y la forma novedosa entre sujeto y objeto, entre individuo y sociedad, entre sujeto e historia,
- Mukafovsky era consciente de que había que recurrir a la psicologla no era otro que el Que Mukafovsky aceptaba como punto de partida para
para solucionar el problema de la génesis de la significación estética (y más su estética: el lenguaje.
en el caso del que la organiza, que en el caso del que la recibe).
Mukafovsky superó los escollos de los formalistas en su con­ Jordi L10vet
cepción de la evolución del arte; traspasó el callejón sin salida en que se
hallaban los sociólogos con su teoría del refleja mecánico y causal de la
realidad en el arte, gracias a la mediación del signo polifacético y mutable,
abierto por definición a la transformación; sintetizó los métodos particulares
con una noética totalizante y general, proveyendo, de hecho, a la estética
moderna, de un método de análisis adecuado tanto en lo Que concierne al Notas
estudio del objeto artlstico como en lo que se refiere a su posición en la
transformación histórica. Pero se detuvo en el momento de explicar el me­ 1. La fuente de las citas que aparecen en este prólogo. se referirá com­
canismo de una productividad slgnica que, de hecho, aceptaba plenamente: pleta. es decir. consignándose autor, título del libro o revista. editor correspondiente, nú­
«Una de las antinomias dialécticas fundamentales de la evolución del arte mero ordinal, población y año de la edición, y página del libro de donde ha sido extraído
el fragmento citado. No es éste el caso para las notas de los capltulos numerados del libro,
es la que opone la subjetividad de la personalidad a la objetividad de la donde omitimos sistemáticamente, como el autor del texto básico, la referencia de la
estructura artlstica».45 Que Mukalovsky no llegara a explicar esta antinomia casa editora. En cualquier caso. la Bibliografía que hemos preparado para esta edición.
desde el punto de vista psicológico, se explica por la reacción general de la en su apartado C. ofrece una referencia completa de los libros y artículos usados en esta
época contra la psicología vitalista del siglo XIX, contra la estética psicológica edición. asl como una larga serie de textos de información complementaria. útiles para
y contra los teóricos alemanes de la Einfühlung: Visscher, Volkelt, Lipps ... situar la obra del autor en su complejo contexto intelectual.
El subjetivismo idealista de estos autores, que habían mezclado 2. Cf. J. P. F. (Jean Pierre Faye). «Entretien avec Jan Mukafovsky», en
las categorías de lo estético con las- de lo psicológico. fue abiertamente Change, 3, !:d. du Seuil. Paris 1969. p. 65. Para el articulo citado de Mathesius. ef. ínfra,
rechazada por múltiples «síntomas» teóricos y culturales de un nuevo pro­ nota 12.
ceder, que van de la fenomenología husserliana al positivismo lógico de 3. R. Jakobson. «La scuola linguistica di Praga», en Seleeted Wrítings, 11.
Viena, de la lingülstica estructural a la estética semiológica de MukarovskY. ~d. Mouton, París-La Haya 1971, p. 542.
Pues bien, en este amplio espectro de teorías nacidas en los primeros dece­ 4. J. Muka fovsky, R. Jakobson et alt., «Les theses de 1929» en Travaux du
nios del siglo XX. se incluye también el nacimiento del psicoanálisis freudiano: Cerele Linguistíque de Prague, 1, Praga 1929, cap. 1b.
una teoría materialista del sujeto. 5. Citado por R. Jakobson, «La scuola•..», loe. cit., p. 543.
Como se desprende de los artículos que siguen, y como sabe­ 6. Cf. Change, 3, p. 70.
mos por la escasa recepción que tuvo el psicoanálisis en muchos autores
7. Cf. R. Jakobson. «La seuola...», loe. eit., p. 543, y «Die Arbeit der soge­
que se consideraban adictos al materialismo histórico, Mukarovsky no pro­ nannten "Prager Schule"» en loe. cit., p. 547.
fundizó en la teoría freudiana, posiblemente por considerar que podia tra­
tarse de un epígono de la psicologla idealista alemana del siglo XIX. El 8. R. Jakobson. «La scuola...». loe. cit., p. 543.
caso, como sabemos. no era éste: Freud estaba realizando, en el campo del 9. Ibid., Ibid., p. 543.
sujeto, lo mismo que Mukarovsky en el campo de la estética: una semiolo­ 10. R. Jakobson, «Die Arbeit...». loe. cit., p. 547.
gla. una lectura abierta a los signos tal como se presentan y tal como se 11. R. Jakobson, «Die Arbeit...». loe. cit., p. 547.
vinculan en el complejo sistema simbólico que constituye al sujeto. 12. Cf. V. Mathesius, «On the Potentiality 01 the Phenomena of Language»

[1911] en J. Vachek (ed.), A Prague Sehool Reader in Linguisties, Indiana University

Apoyándose en la semiologla tal como le venia preparada por Press. Indiana 1964.

la lingüistica estructural, Muka rovsky conseguia una slntesis entre la socio­ 13. Vid. supra. nota 4. Hay versión castellana: Círculo Lingülstieo de Praga.
logIa del arte y el análisis formal de la especificidad de lo estético - si no Tesis de 1929. Ed. Alberto Corazón, Madrid 1970.

26 27
14. B. Havránek, «Strukturalismus», artículo aparecido en la Ottüv slovnlk 33. J. Tyñianov, «De I'évolution littéraire» en T. Todorov (ed.), Théorie de
nautny nové doby (Enciclopedia Otto de los tiempos modernos), Praga 1930-1943. la littérature, !:d. du Seuil, Paris 1965, p. 137.
15. Tesis de 1929, 1a. 34. J. Tyñianov y R. Jakobson, «Les problémes des études littéraires et lin­
guistiques» en T. Todorov (ed.), loe. cit., p. 138.
16. B. Havránek, K. Horálek, V. Skali~ka y P. Trost, «Réponses aux ques­
tions linguistiques», en Actes du IVe. Congres International de Slavistes, Moscú 1958, 35. Publicado en Slovo a slovesnost, 1935; reproducido en versión fran·
pp. 50 Y ss. cesa en la revista Change, 3/1969, p. 54.
17. En Jos artlculos que siguen, Muka fovsky suele dar al término de noética 36. Felix Vodi~ka, «The Integrity of the Literary Process» en Poetícs, 4, !:d.
un sentido equivalente al de epistemologla, es decir, equivalente a aquel aspecto del dis­ Mouton, La Haya-París 1972, p. 7.
curso filosófico que se plantea las cuestiones relativas al conocimiento de las cosas. Este 37. Término usado, con acertado criterio, por Simón Marchán en su edi­
uso se aproxima, de hecho, al uso husserliano de las palabras noesis y noética. Es muy pro­ ción pionera de M uka fovsky, Arte y semiologla, Ed. Alberto Corazón, Madrid 1971.
bable, aunque no haya rastros expllcitos de ello, que Mukafovsky hubiera sido muy sen­
38. N. B. Hay que señalar que MukaJovsky no pretendió jamás elaborar una
sible a la teorla del conocimiento husserliana. En efecto, y éste es también el caso de
estética general en el sentido kantiano (como te orla de la sensibilidad y de su juicio o cri·
nuestro autor, Husserl no usaba los términos de noesis y noética en un sentido restringido
tica, y de la capacidad genérica de juzgar) ni tampoco en el sentido hegeliano (como
a la esfera del pensamiento intelectual, sino que lo hacia extensible a todos los tipos de
sistemática coherente y global de los fenómenos «artlsticos»). Su estética se configura,
consciencia. La consciencia de lo estético que comenta tan a menudo Mukafovsky parece
de hecho, a través del uso de un mismo método (semiológico) en el análisis de fenómenos
heredera, en este sentido, de la terminologia y el aparato teórico de la fenomenologla
ligados todos a lo que tradicionalmente se considera «arte»: música, cine, teatro, prosa
husserliana.
y poesla ...
18. Cf. «Entretien avec J. M.», loe. cit., p. 65.
39. J. Mukafovsky, «El arte como hecho semiológicoll, en esta edición,
19. J. Zumr, «Theoretische Grundlagen der Asthetik von Hostinsk')Í» en pp. 35 y ss.
Philosophischen Zeitschríft, 2/1958, pp. 301 y ss. 40. La confusión entre semiologla y semiótica se aclara en parte en nuestra
20. R. Kalivoda, Der Marxismus und die moderne geistige Wirklichkeit, nota inicial 1.1.
Ed. Suhrkamp, Francfurt del Main 1970. 41. J. Mukafovsky, «El arte como hecho semiológico», en esta edición,
pp. 35 y ss.
21. Cf. Victor Erlich, Russían Formalism, !:d. Mouton, 3. a edición, La Haya­
Paris 1969, pp. 159 y ss. (hay versión castellana, Ed. Seix Barral, Barcelona 1974). 42. Vid. supra, nota 28, loc. cit., p. 55.
22. Otakar Zich, «Estetické vnlmáni hudby: Psychologicky rozbor», [1910], 43. Según R. Jakobson él sólo habrla redactado la tesis 3a, mientras las
en Véstnlk královské teské spoletností nauk, Praga 1911. tesis del apartado 3c, «Sobre el lenguaje poético», las habrlan redactado juntos él y Mu­
kafovskY. Cf. «Lettre de R. J. á J. P. Faye» del 2 de junio de 1969, en Change 3/1969.
23. Oleg Sus, «On the Origin of the Czech Semantics of Art» en Semiotíca p.51.
IX, 1973/2, !:d. Mouton, 1973, p. 122.
44. !:sta sería también, y sigue siéndolo, la opinión de Jakobson sobre
24. N. B. No se nos escapa, sea dicho de paso para aclarar el sentido la función poética del lenguaje aquella que se centra en el propio mensaje.
de notas ulteriores, que, en esto, Zich recitaba, corregida y aumentada, una lección que
procedia del Sistema de la Estética del hegeliano J. Volkelt, e indirectamente de Theodor 45. Vid. supra, nota 28. loe. cit., p. 59.
Vischer, ambos fuente poco reconocida generalmente del método psicosemántico o psico­
analítico de Sigmund Freud.
25. O. Sus, loe. cit., p. 123.
26. J. Mukafovsky, «Prólogo» (1934) a la traducción checa de V. Shklovsky,
O teorH prozy [Teoría de la prosa], Moscú- Leningrado 1925. Citamos según la traducción
alemana: J. M., «Zur tschechischen Übersetzung von Sklovskijs "Theorie der Prosa"» en
Alternative, 80, Munich 1971.
27. Factor ampliamente comentado por Erlich, op. cit., pp. 23 y ss.
28. J. Muka rovsky, loe. cit., p. 166.
29. ¡bid., ¡bid., p. 170.
30. ¡bid., ¡bid., p. 171.
31. Victor Shklovsky, «V za¡¡~itu sociologi~eskogo metoda» [En defensa del
método sociológico], en la revista Lef, 1927.
32. Cf. Travaux du Cercle Linguistique de Prague, 1, Praga 1929. p. 243.

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fendía una concepción consecuente de la autonomía del arte respecto a
2. Función, norma y valor estético los fenómenos de las otras series evolutivas con las que el arte entra en
contacto,a llegaba a ser cada vez más claro que incluso el requisito conse­
como hechos sociales· cuentemente malJtenido de la inmanencia evolutiva permitía, e incluso exigla,
que se tuviera en cuenta la correlación del arte con las otras líneas evolu­
tivas. Por supuesto hace falta tener siempre en cuenta que contra las inter­
venciones desde fuera, que manifiestan incesamentemente el esfuerzo de ale­
jar una serie evolutiva de su propia identidad, actúa siempre la inercia inte­
rior de la misma, que mantiene dicha identidad. Sólo as!, la evolución
puede ser comprendida como un proceso natural. Como ejemplos de las
dos etapas sucesivas, pueden ser mencionados el estudio sobre el poema
Máj [Mayo] de Mácha, de 1928 (Trabajos de los Institutos Cientlficos de
la Facultad de Filosof/a y Letras de la Universidad Carolina de Praga, XX)
y la disertación estructuralista sobre Vznesenost pllrody [La dignidad de la
Naturaleza] de Polák, de 1934 (Cuadernos Filológicos de la /l/a sección
de la Academia Checa, año X). Aunque el primero de ellos parte del punto
de vista de la autonomía pura de la poesla, mientras que el otro tiene en
cuenta la correlación de la literatura con las otras series evolutivas, sobre
todo con la evolución de la sociedad, la perfección de la base noética no
Introducción compromete de ninguna manera los resultados concretos del primero de los
trabajos, y los dos estudios coinciden en cuanto a la inmanencia evolutiva.
El tratado que presentamos aquí en forma de libro fue ya pu­ Una vez eliminado el requisito de la separación absoluta entre
blicado en parte en la revista Sociálnl problémy [Problemas Sociales] (año IV, la literatura y los fenómenos circundantes, apareció la necesidad de tomar
1935), en la que salieron sus dos primeros capítulos bajo el titulo de «Fun­ en consideración el desarrollo de la esfera general del arte, en cuyo contexto
ción y norma estética como hechos sociales». Los dos siguientes, tercero evolucionan todas las artes, influyéndose recíprocamente (de modo que el
y cuarto, aparecen por primera vez en este Iibro.1 La distancia temporal desarrollo de una de elfas no puede ser plenamente comprendido sin tener
entre la aparición de las distintas partes del trabajo no implica, sin embargo, en cuenta la evolución paralela de las demás. Compárese, por ejemplo, la
ninguna incoherencia en cuanto a su contenido. Los conceptos de función, influencia reciente de la evolución del cine sobre la del teatro, y viceversa),
norma y valor estético, están tan estrechamente ligados, que constituyen Pero puesto que también los límites que separan toda la esfera del arte de los
el triple aspecto de lo estético; por eso tratar de cualquiera de ellos, sin fenómenos estéticos extraartísticos son evolutivamente variables, fue nece­
tener en cuenta los dos restantes, sería necesariamente incompleto. No obs­ sario en lo sucesivo tener en cuenta la relación entre el arte y los fenómenos
tante, cada uno de ellos tiene su problemática particular, lo que determina estéticos extraartísticos. Sin embargo, ni la esfera global de los fenómenos
la organización del estudio en tres apartados (el cuarto capítulo tiene carác­ estéticos, sean artísticos o extraartísticos, está aislada de todo el amplio
ter de resumen). campo de los demás fenómenos, en particular de todos los aspectos y pro­
Creemos necesario hacer una pequeña introducción acerca de ductos de la actividad humana. Por eso resultó indispensable tomar tam­
la intención de la que ha surgido el presente trabajo. Fue precedido por bién en consideración la posición de la función estética entre las demás
una serie de estudios basados en un material concreto, en particular lite­ funciones que pueden ser desempeñadas por un fenómeno, especialmente
rario, pero encaminados siempre hacia conclusiones generales. Nuestro in­ las funciones culturales, en el sentido más amplio de la palabra. Una vez
terés estaba siempre centrado en el esfuerzo por descubrir los principios ampliado de esta manera el trasfondo noético, fue posible el retorno a los
fundamentales de la construcción de una obra artística. Es natural que el problemas clásicos de la filosofía del arte, durante algún tiempo despreciados;
punto de vista noético elemental -a pesar de no haber cambiado funda­ es decir, a la cuestión de la norma y del valor estéticos. El punto de partida
mentalmente y de permanecer en la inmanencia, es decir en la conformidad del estudio lo constituye, por supuesto, el análisis de la función estética
interna con las leyes que rigen la evolución de la estructura artística - haya que al mismo tiempo incorpora lo estético a los fenómenos sociales, y acentúa,
ido evolucionando en el transcurso del tiempo. Si al comienzo se produjo gracias a su carácter energético, el carácter ininterrumpido de la evolución
una inclinación hacia los principios teóricos del formalismo ruso,\! que de­ inmanente de la esfera estética.
Es lógico que mientras preparaba el presente estudio, y traba­
• Publicado en Úvahách a p fednáikách, vol. 4, Ed. F. Borovy, Praga 1936. jando ya en él, el autor se haya encontrado frecuentemente con opiniones

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diversas, como por ejemplo la teoría de la corriente de Dessoir, perfec­ en parte por las barreras de la estratificación social (posibilidad limitada del
cionada por E. Utitz, y a la que incumbe el mérito -después de la iniciativa acceso a las obras de arte y a la educación estética para algunas capas de
de Guyau- de haber ampliado definitivamente el horizonte de la investi­ la sociedad). No obstante, las consecuencias de la acción del arte alcanzan
gación estética hasta la esfera de lo estético en el sentido más amplio de también a personas que no tienen ninguna relación directa con él (por
la palabra;4 más de una vez surgió también la ocasión de evocar a algunos ejemplo la influencia de la poesía sobre la evolución del sistema lingüístico).
artistas, quienes, al resolver problemas inherentes a la propia creación, lle­ La función estética ocupa un campo de acción mucho más amplio que
gan a veces a conclusiones de valor general. Así, por ejemplo, son importan­ el arte mismo. Cualquier objeto y cualquier acción (sea un proceso natural
tes las formulaciones teóricas del poeta O. Wilde quien, en relación con o una actividad humana) pueden llegar a ser portadores de la función es­
la concepción simbolista del arte, percibió su carácter de signo {semioló­ tética. Ésta no pretende ser una afirmación panesteticista, puesto que: 1) no
gico);5 otro ejemplo lo constituye el interés con el que los hermanos Capek se afirma la necesidad, sino únicamente la posibilidad general de la función
se han dedicado al arte periférico,6 hasta entonces omitido, a pesar de ser un estética; 2) no se cuestiona la posición dirigente de la función estética
constante compañero de viaje en la evolución de arte «superior» y no li­ entre las restantes funciones de los fenómenos dados para toda la esfera
mitarse a recibir sus influencias, sino influir también, a su vez, sobre el arte de la función estética; 3) no se trata de confundir la función estética con
superior, de manera que sin él la historia del arte no podría ser comprendida otras funciones, ni tampoco de concebir las otras funciones como meras
en toda su complejidad. Es imprescindible mencionar a F. X. Salda y O. variantes de la función estética. Con esta afirmación expresamos sólo la
Zich que aúnan la creación artística con la investigación teórica sobre el opinión de que no hay ningún límite fijo entre la esfera estética y la extra­
arte, y cuyas incursiones científicas han servido al autor como punto de estética; no existen ni objetos ni procesos que, por su esencia y su estruc­
partida desde los comienzos mismos de su trabajo. tura, y sin que se tenga en cuenta el tiempo, el lugar y el criterio con que
Siempre que el presente estudio hecha mano de opiniones aje­ se les valore, sean portadores de la función estética, ni tampoco otros
nas al autor, se indican las citas y las referencias correspondientes. El es­ que tengan que estar, en vista de su estructura real, eliminados de su al­
fuerzo principal se ha centrado en presentar un esbozo sistemático de nues­ cance. A primera vista esta afirmación podría parecer exagerada. Sería po­
tra propia concepción de algunos problemas fundamentales de estética. Por sible oponerle ejemplos de cosas y de acciones que son, al parecer, total­
esto no parecía conveniente presentar una crítica, ni ocasional ni sistemá­ mente incapaces de una función estética (por ejemplo algunas funciones
tica, de las opiniones ajenas: la crítica ocasional corre el peligro de deformar fisiológicas elementales, como la respiración, o algunas operaciones inte­
las ideas ajenas, entresacadas de su contexto original; por una parte, ya lectuales muy abstractas), igual que se podrían mencionar ejemplos de
con anterioridad han sido efectuados resúmenes sistemáticos de trabajos fenómenos que parecen, gracias a su estructura, predeterminados a la acción
y opiniones acerca de las relaciones entre arte y sociedad,? por otra parte, el estética, como los productos del arte. El arte moderno, comenzando por el
intento de hacerlo en este libro podría quitarle claridad a la intención prin­ naturalismo, no excluye ninguna esfera de la realidad al elegir sus temas,
cipal, que consiste en la solución de algunos problemas de estética ge­ y a partir del cubismo y las corrientes cercanas a éste, no impone límites
neral desde el punto de vista sociológico, y no en una crítica de los métodos a la elección del material y la técnica, igual como la estética moderna insiste
de la sociología concreta del arte, hasta ahora titubeantes entre la con­ en la amplitud de la esfera estética (J. M. Guyau, M. Dessoir y su escuela,
cepción causal y la concepción estructural de la relación entre el arte y la y otros). Ambos, arte y estética, han ofrecido suficientes pruebas de que
sociedad. El presente trabajo sólo significa para el autor la primera etapa incluso cosas a las que, según la concepción tradicional, no se les atribuiría
en el camino hacia otros problemas de la filosofía del arte, especialmente un valor estético, pueden convertirse en hechos estéticos. Recuerdo por
hacia la cuestión de la participación del individuo en el proceso evolutivo, ejemplo la frase de Guyau: «Respirar profundamente, sentir cómo la sangre
y hacia la problemática de la obra artística como signo. se purifica en contacto con el aire, ¿no es ésta precisamente una sensación
embriagadora, a la que sería difícil negar valor estético?» (Les problemes
Bratislava, enero de 1936. de /'esthétique contemporaine) o la frase de Dessoir: «El designar una má­
quina, la solución de un problema matemático, la organización de un de­
terminado grupo social, como cosas bellas, es algo más que una forma de
1 expresión» (Asthetik und allgemeine Kunstwissenschaft, Stuttgart 1906).
También pueden ser mencionados ejemplos contrarios, según los cuales, las
La función estética ocupa un lugar importante en la vida de los obras de arte, portadoras privilegiadas de la función estética, pueden ser
individuos y de toda la sociedad. Es verdad que el círculo de personas privadas de ella y ser destruidas como inútiles (compárese los frescos, los
que entran en contacto directo con el arte es considerablemente limitado, esgrafitos cubiertos por una nueva capa de pintura), o utilizadas sin que
en parte por la relativa escasez de vocación estética -o al menos por su se tenga en cuenta su finalidad estética (compárese la transformación de los
limitación, en cada caso particular, a una determinada esfera del arte-, palacios antiguos en cuarteles, etc.). Existen, desde luego -tanto en el arte

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como fuera de él-, objetos que, gracias a su estructura, estan predestinados desplazamientos en el tiempo, podemos mencionar que, a diferencia de lo que
a la acción estética; ésta es incluso la característica consustancial del arte. hoy ocurre, en el siglo XVII (en la época del rococó) la ropa masculina te­
No obstante, la aptitud activa a la función estética no es una propiedad real nía la misma función estética que la femenina; después de la guerra mun­
del objeto, aunque éste haya sido construido intencionalmente en vista de dial la función estética del vestir y del habitat se ha extendido por una
esta función, sino que se manifiesta sólo en circunstancias determinadas, superficie social mucho más amplia y abarca mayor número de situaciones
es decir en un contexto social determinado: el fenómeno que fue portador que antes de la misma.
privilegiado de la función estética en una época o un país determinado, Al delimitar la esfera estética y la esfera extraestética es, pues,
puede perder esta función en otra época u otro país. En la historia del arte necesario tomar en consideración que no se trata de esferas separadas
no escasean ejemplos en los que el valor estético, o incluso artístico original con precisión y sin conexiones mutuas. Las dos están en una relación di­
de una creación determinada, fue redescubierto gracias a la investigación námica permanente, que se puede caracterizar como una antinomia dialéc­
científica (compárese por ejemplo N. S. Trubetzkoy; Jozhenie Afanasia Ni­ tica. No se puede investigar el estado o la evolución de la función estética
kitina kak literaturnypamiatnik, [Aventuras de Afanasi Nikitin como mo­ sin preguntarse en qué medida está extendida sobre la superficie total de
numento literario] París, 1926, o el artículo de R. Jagoditsch: «Der Stil der la realidad; si sus límites son relativamente precisos o borrosos; si se mani­
Altrussischen Vitae», en la colección de informes del 11° Congreso Interna­ fiesta igualmente en todos los estratos del contexto social, o si prevalece
cional de Eslavistas, Varsovia 1934). sólo en algunas capas y medios: todo esto, naturalmente, considerado en re­
Los límites de la esfera estética no están, pues, determinados lación con una época y un conjunto social determinados. Dicho de otra
únicamente por la realidad misma, y son muy variables. Esto es evidente manera, para el estado y la evolución de la función estética, no es carac­
sobre todo desde el punto de vista de la valoración subjetiva de los fenó­ terística solamente la comprobación de dónde y cómo se manifiesta, sino tam­
menos. Todos conocemos personas para las que todo adquiere una función bién la constatación, de en qué medida y en qué circunstancias se halla
estética, igual que conocemos también otras, para las que la función estética ausente o por lo menos atenuada.
existe en una medida mínima; sabemos incluso por nuestra experiencia per­ Ahora centraremos nuestra atención en la organización interna
sonal que los límites entre la esfera estética y extraestética, siendo depen­ de la esfera estética misma. Ya hemos señalado que está sujeta a variaciones
dientes del grado de perceptibilidad estética, varían para cada uno de no­ múltiples, que dependen tanto de la intensidad de la función estética en los
sotros con el cambio de edad, del estado de salud, e incluso según el estado distintos fenómenos, como del lugar que ocupa esta función respecto a las
de ánimo momentáneo. Pero apenas reemplazamos el punto de vista in­ distintas formaciones del conjunto social dado. Existe, sin embargo, cierto
dividual por el punto de vista del contexto social, resulta que, a pesar de límite que separa la múltiple esfera de lo estético en dos sectores princi­
todos Jos matices individuales y fugaces, existe una localización considera­ pales, de acuerdo con la importancia que posea la función estética respecto
blemente generalizada de la función estética en el mundo de los objetos a las demás funciones: se trata de un límite que separa el arte y los fenó­
y los procesos. El límite entre la esfera de la función estética y los fenómenos menos estéticos extraartísticos. El limite entre el arte, por un lado, y el
extraestéticos no estará, de esta forma, totalmente determinado, puesto que resto de la esfera estética y los fenómenos extraestéticos, por otro, es im­
la presencia de la función estética varía ampliamente, y pocas veces es portante no sólo para la estética, sino también para la historia del arte,
posible afirmar con seguridad la ausencia total de los residuos estéticos porque de él depende, de manera decisiva, la selección del material histó­
aún más escasos. Sin embargo, será posible averiguar objetivamente -se­ rico. Parece que una obra de arte está caracterizada de manera unívoca
gún los síntomas- la participación de la función estética, por ejemplo, en por una determinada factura (por el modo como ha sido hecha). En realidad,
la cultura del habitat, del vestir, etc. este criterio es válido solamente, y aún con limitaciones,\} para el contexto
Pero apenas trasladamos el criterio, sea en el tiempo, sea en el social al que la obra está (o ha sido) originalmente dirigida. Apenas tene­
espacio, o sólo de una formación social a otra (por ejemplo de un estrato mos delante de nosotros un producto vinculado por su origen a una so­
a otro, de una generación a otra, etc.), llegamos a la conclusión de que ciedad que nos aparece lejana en el tiempo y en el espacio, ya no podemos
al mismo tiempo cambia también la localización de la función estética y la aplicarle nuestra propia escala de valores; hemos mencionado ya el hecho
delimitación de su esfera. Así, por ejemplo, la función estética del acto de que muchas veces hace falta averiguar, mediante un procedimiento
de comer es evidentemente más fuerte en Francia que en nuestro país; la científico complejo, si tal producto fue obra de arte en su contexto social
función estética del vestir en nuestro medio urbano es más fuerte en las correspondiente; y es que nunca se puede excluir la posibilidad de que la fun­
mujeres que en los hombres: sin embargo esta diferencia no es válida, a ción de la obra haya sido originalmente muy distinta de la que nosotros le
veces, para el medio donde la gente usa trajes regionales. La función esté­ atribuimos desde el punto de vista de nuestra escala de valores. Por lo demás,
tica del vestido se diferencia también según las situaciones típicas de cada la transición entre el arte y lo que está fuera de él, es siempre paulatina, y
contexto social determinado: así, la función estética de la ropa de trabajo a veces casi incomprobable. Tomemos, como ejemplo, la arquitectura: toda
será 'muy débil en comparación con la de la ropa festiva. s En cuanto a los la arquitectura forma una serie ininterrumpida, comenzando por productos sin

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ninguna función estética y terminando por obras de arte, sin que a veces así la subordinación y la superioridad de las funciones puede irse modi­
sea posible localizar el punto a partir del cual comienza el arte. Mejor dicho, ficando, pero no hasta el punto de producirse casos en que alguna de ellas
9Sta frontera no se puede fijar nunca con precisión, ni siquiera cuando se predomine total y claramente sobre las demás.l "
trata de la arquitectura relacionada con nuestro propio contexto social, y Se trata de nuevo, en consecuencia, de una antinomia seme­
menos todavía, por supuesto, tratándose de productos que nos resultan jante a la que hemos comprobado en cuanto al limite entre la esfera estética
Itxóticos por su distanciamiento local o temporal. Existe, finalmente, otra y la extraestética: allí se trataba de la contradicción entre la ausencia total
dificultad, señalada por E. Utitz (Grundlegung der allgemeinen Kunstwissen­ de la función estética por un lado, y su presencia por otro, aquí se trata de la
schaft, 11, Stuttgart 1920, p. 5) cuando dice: «Kunstsein ist etwas ganz an­ contradicción entre la subordinación y la superioridad de la función es­
deres als Kunstwert». Es decir, la cuestión de la valoración estética de las tética dentro de la jerarquía de las funciones. La esfera de lo estético no
obras de arte, es fundamentalmente distinta del problema de los límites está, pues, separada en dos sectores herméticamente aislados, sino que,
del arte: incluso una obra de arte que valoramos negativamente desde nues­ como conjunto, está dominada por dos fuerzas contradictorias que al mismo
tro punto de vista, pertenece al contexto del arte, puesto que precisamente tiempo la organizan y desorganizan, es decir, mantienen ininterrumpido el
respecto al arte se la valora. Este principio teórico es, sin embargo, muy proceso de su evolución. Al ver el arte desde esta óptica, su principal tarea
dificil de aplicar en la práctica, sobre todo cuando se trata del llamado arte aparece como la renovación permanente de la amplia esfera de fenómenos
periférico,lo denominado también por K. Capek «la más modesta de las artes». estéticos; hablaremos más detalladamente sobre este problema en el se­
Al preguntarnos ante un producto de esta índole (por ejemplo las novelas gundo capítulo de este estudio, al tratar de la norma estética.
por entregas o las imágenes de los rótulos de las tiendas) si funciona en tanto No es posible determinar de una vez por todas lo que as arte y
que arte, puede ocurrir fácilmente que confundamos la comprobación de lo que no lo es. Más arriba hemos mencionado algunos casos de transición
función con su valoración. paulatina o de vacilación entre la esfera del arte y lo que está fuera de él.
Es evidente que la transición entre el arte y la esfera extra­ Ahora intentaremos exponer una enumeración más detallada de ejemplos,
artistica, e incluso ~raestética, es tan poco distinguible y de comprobación ordenados sistemáticamente con el fin de que de ellos se deduzca clara­
tan complicada, que una delimitación realmente precisa es ilusoria. Es nece­ mente la multiplicidad y la multiformidad con que se aplica, precisamente
sario, pues, renunciar a cualquier intento de establecer un límite entre arte en este terreno de transición, la contradicción de la doble fuerza que rige la
y no-arte, entre lo estético y lo extraestético. A pesar de todo, tenemos la evolución y el estado de la esfera estética:
sensación muy clara de que la diferencia entre el arte y la esfera de lo que 1. Algunas artes forman parte de una serie ininterrumpida, en
son sólo fenómenos «estéticos» es fundamental. ¿En qué consiste? En la que se encuentran también fenómenos extraartísticos, e incluso extra­
el hecho de que en el arte la función estética es una función dominante, estéticos. Como ejemplo hemos mencionado la arquitectura; sin embargo,
mientras que fuera de él. aunque esté presente, su papel es secundario.u también la literatura se encuentra en una situación semejante. En la arqui­
Contra esta afirmación se podría objetar que incluso en el arte la función tectura, compiten con la función estética las funciones prácticas (por ejemplo
estética está a veces, sea por parte del autor, sea por parte del público, la protección contra los cambios atmosféricos, etc.); en la literatura, le .
subordinada intencionalmente a otra función, por ejemplo en el caso de la función comunicativa. 15 Es posible mencionar también toda una serie
reivindicación de «lo tendencioso» en el arte. No obstante, esta objeción no de manifestaciones lingüísticas que se encuentran entre la comunicación
prueba nada: mientras se incluye espontáneamente una obra en la esfera y el arte: la retórica. El propio objetivo de la retórica, y sobre todo de SU"
del arte, la importancia dada a otra función que no sea la estética no se valora formas más típicas, como la elocuencia política o religiosa, es el de influir
como un caso normal, sino como polémica contra la destinación consus­ sobre la convicción de los oyentes, influencia cuyo recurso lingüístico más
tancial del arte. El predominio de alguna de las funciones extraestéticas es un eficaz es el lenguaje emocional (destinado a expresar los sentimientos).16
fenómeno incluso frecuente en la historia del arte; pero el predominio de la y puesto que el lenguaje emocional -en tanto que parte estable del sistema
función estética es siempre percibido como el caso básico, «no marcado», lingülstico- suministra a veces recursos formales a la poesíaP la retórica se
mientras que el predominio de alguna otra función se estima como «mar­ desplaza tanto y tan fácilmente, al terreno de la poesía, en especial a través
cado», es decir, como una alteración del estado normal,12 Esta relación entre de algunos de sus géneros y en algunas épocas de su evolución, que se
la función estética y las demás funciones del arte, se desprende lógica­ la concibe y valora como arte; por supuesto que existen también, al con­
mente del carácter del arte como esfera de fenómenos estéticos por exce­ trario, otros géneros y épocas en su evolución que ponen de manifiesto el
lencia.la Finalmente, es necesario recordar que el requisito de la supremacía carácter comunicativo de la retórica. Una oscilación semejante entre la
de la función estética, alcanza su plena importancia sólo al realizarse la di­ poesía y la comunicación es característica también del ensayo. En este con­
ferenciación mutua de las funciones; no obstante, existen también medios texto cabe mencionar también algunos géneros de la poesía misma, cuya
que desconocen la diferenciación consecuente de la esfera funcional, como esencia consiste en la vacilación entre la primacia de la función estética y la
por ejemplo la sociedad medieval o folklórica; es verdad que aún en casos función comunicativa; es sobre todo la poesía didáctica y la novela biográfica.

50 51
También la línea divisoria entre la poesía y la prosa está, hasta cierto punto, recordar el carácter múltiple y oscilante de las funciones del folklore musical,
determinada por la mayor participación de la función comunicativa -es decir que aqul no podemos tratar detalladamente.
extraestética- en la prosa, en comparación con la poesía. Tampoco en otras 2. Hemos examinado los casos en que el arte deriva a la
artes la supremacía de la función estética es absoluta. El drama oscila entre esfera de fenómenos extraartlsticos, y hasta extra estéticos. Ahora nos ocu­
el arte y la propaganda;18 la historia de la construcción del Teatro Nacional paremos de casos contrarios, ya que existen también fenómenos que por
checo19 muestra claramente que en ella habla decisivos motivos extra estéticos, su esencia están arraigados fuera del arte, pero que tienden al arte, sin llegar
sobre todo la necesidad de una propaganda nacional. La danza como arte a él de manera permanente: así, por ejemplo, el cine, la fotografía, la arte­
está estrechamente relacionada con la educación física, cuya función es sanía artistica, la jardinería. En el cine es donde la tendencia artística se
higiénica y comprende también formas en las que la educación física y la manifiesta de manera más sugestiva. Por algunos aspectos que le son pro­
danza se confunden hasta ser indiscernibles (la escuela de Dalcroze); aparte pios, la cinematografía está estrechamente vinculada con diversas artes, sobre
de eso, en la danza se manifiestan, a veces como fuertes concurrentes de la todo con la poesía épica, el drama y la pintura. En las distintas épocas de
función estética, la función religiosa (la danza ritual) y la función erótica. su evolución, se acerca sucesivamente a alguna de estas manifestaciones
Ahora trataremos del arte clásico, con excepción de la arqui­ artisticas. Además de esto, tiene también requisitos suficientes para llegar
tectura, de la que ya hemos hablado; es decir, de la pintura y la escultura. a ser un arte independiente, que utilice sus propios recursos para la supre­
También aquí existen, totalmente fuera de la esfera del arte, creaciones de macía de la función estética. Chaplin crea un tipo de arte dramático cine­
matográfico totalmente diferente del arte dramático escénico (mímica y ges­
carácter puramente informativo, como por ejemplo las imágenes y los cro­
ticulación para ser vistos de cerca); en cambio los directores rusos como
quis en ciencias naturales; además de esto, hay casos en los que la función
Eisenstein, Vertov y Pudovkin llevan a la perfección el aprovechamiento del
estética se manifiesta como secundaria al lado de otra función predominante,
espacio específico para la cinematografía, cuya tercera dimensión está dada
por ejemplo un mapa que sirve de objeto decorativo. Y finalmente, los hay
por la movilidad de la cámara. Por otro lado, y ante todo, la cinematografía
que se mueven en el Hmite mismo entre el arte y la esfera extraestética, por es una industria. Por eso los criterios puramente comerciales deciden sobre
ejemplo la pintura, el grabado o toda plástica al servicio de la publicidad. su oferta y demanda en una medida mucho mayor que en cualquier otro
Es verdad que el cartel es tema de interés extraartístico, puesto que su ob­ arte; por eso, igualmente, la cinematografía se ve obligada -como cualquier
jetivo principal es publicitario; pero a pesar de esto es posible seguir, de ma­ producto industrial- a adoptar, inmediatamente y de manera pasiva, cual­
nera continua, la historia del cartel como fenómeno perteneciente al arte quier perfeccionamiento recién descubierto relativo a su maquinaria y a su téc­
plástico. Existe finalmente un género de pintura y escultura ya totalmente nica. En este sentido, basta comparar la selectividad intencional de la mú­
artistico, cuya peculiaridad consiste en una oscilación entre la comunicación sica (cuando, en las distintas épocas de su evolución, elige un repertorio
y la manifestación que tiene finalidad en si misma: es el retrato, que es al limitado de instrumentos, determinado por las tareas artísticas, entre la
mismo tiempo una representación, estimada según el aspecto real del per­ reserva de las posibilidades técnicamente accesibles en el momento dado),
sonaje, y una elaboración artística sin relación obligatoria con la realidad. con la rapidez precipitada con la que fue introducido el sonido en el cine,
Esto es lo que distingue funcionalmente un retrato de un cuadro que no pre­ destruyendo para un tiempo indefinido las posibilidades de evolución ar­
tende retratar, aunque reproduzca de manera realista el aspecto del mo­ tística logradas por el cine mudo. Aunque la cinematografía tiende conti­
delo.2o La música, finalmente, es el arte donde menos se manifiestan las nuamente al arte, por el momento no se puede decir que haya entrado en
conexiones directas con la esfera extraartística. Este hecho está dado por el la esfera en la que la función estética es, de íure, dominante. Algo distinto
carácter especial del material musical; la nota, que siendo concebida ne­ es el caso de la fotografía, que oscila en el límite entre una manifestación
cesariamente como componente del sistema tónico, contiene ya por sí sola per se y una manifestación comunicativa, pero aceptando esta situación
un matiz estético; compárese la conocida novela de Grillparzer, Der arme como parte de su esencia. En sus comienzos, la fotografía fue considerada
Spíelmann, cuyo protagonista alcanza el éxtasis tocando siempre la misma como una nueva técnica de la pintura (cf. el epigrama Daguerotípo de Hav­
nota. A pesar de esto, se encuentran casos en los que la función estética licek: «Los pintores han hecho muchas cosas, tan sólo no supieron hacer
no es dominante, sino sólo secundaria; se trata, por ejemplo, de las se­ la luz, al fin la luz se ha enfadado con ellos y ella misma ha empezado
ñales melódicas (militares, y otras) y de los slogans publicitarios medio a pintam). En la mayoría de los casos, la fotografía estaba en manos de
cantados (en las estaciones de trenes, en las calles), cuyo objetivo principal pintores profesionales, y adoptaba procedimientos de composición utilizados
es el de llamar la atención sobre una mercancia. La oscilación entre la supre­ también por la pintura. Con el tiempo, manejada por fotógrafos profesionales,
macia de la función estética y otra función, se manifiesta, por ejemplo, en la la fotografía se transformó en una manifestación extraestética, puramente
música marcial y en el canto que acompaña al trabajo; en los himnos nacio­ comunicativa: los conceptos «fotografía» y «cuadro» llegaron a ser contra­
nales y estatales la función estética compite con la función simbólica, es dictorios. Bajo la influencia de la pintura impresionista, la fotografía (sobre
decir, con una variante de la función comunicativa. Finalmente es necesario todo la fotografía «amateur») se acerca otra vez a la pintura. Y al final se dio

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cuenta de su destino especifico, el de mantenerse en el límite. Debido a este éste le explicó los principios de la artesania artística. El maestro intentó
carácter oscilatorio de la fotografía, es característico que su género principal, fabricar una silla de montar perfecta siguiendo los consejos del profesor, pero
o al menos uno de sus géneros más importantes, siga siendo, a lo largo de sólo consiguió hacer una silla como las que fabricaba antes. El profesor
toda su existencia, el retrato, basado, como hemos mencionado más arriba, le reprochó su falta de fantasía, mandó hacer proyectos de sillas de montar
en la misma oscilación. a sus alumnos y él mismo dibujó varios de ellos. Cuando el guarnicionero
La relación que tiene con el arte la llamada artesanía artlstic8, vio los proyectos, se rio, y dijo al profesor: «Profesor, si yo tuviese tan poca
es diferente de la sostenida por la fotografía. Bajo la denominación «arte­ idea de lo que es montar a caballo y de lo que es el cuero y el trabajo ar­
sanía artística» no encuadramos la designación secular de algunos tipos tesanal, tendría tanta fantasía como usted.» La artesanía artística fue hasta
de artesanía, por ejemplo la orfebrería, como sucede en algunos manuales de cierta medida una anomalía, pero al mismo tiempo, como hemos visto, un
historia del arte, sino un fenómeno histórico cuya determinación temporal hecho indispensable y natural de la evolución de la esfera artística. Una
precisa corresponde a finales del siglo XIX y comienzos del XX. La artesanía ojeada rápida sobre la artesanía nos ha descubierto un nuevo aspecto de la
que se dedica a la fabricación de objetos de uso cotidiano, ha tenido relación dialéctica entre el arte y la esfera de los fenómenos estéticos ex­
desde siempre, en la mayoría de sus ramas, un cierto matiz estético, e traartísticos.
incluso solía encontrarse en una estrecha coexistencia exterior con el arte Para completar los ejemplos que hemos enumerado más arriba
(por ejemplo el gremio de los pintores, como una de las organizaciones falta mencionar todavía la relación entre el arte y la jardinería. La jardinería,
artesanales). No obstante, con la aparición de la artesanía artística surge una cuyo objetivo es el cultivo de las plantas, se aproxima al arte e incluso llega
relación mutua que difiere totalmente de la suave coexistencia paralela: esta a ser arte, cuando la arquitectura exige la adaptación de la naturaleza a las
vez la artesanía intenta traspasar sus límites, convertirse en arte. Por parte creaciones arquitectónicas. Por eso podemos observar un auge particular­
de la artesanía se trataba de un intento de salvar la producción manual, mente fuerte de la jardinería, en su función artística, en la época del barroco
que perdía su sentido práctico en la competencia con la producción in­ y del rococó, cuando se necesitaba su incorporación en la construcción de
dustrial; la función estética hipertrófica debía suplir la degeneración de las los palacios (Le Notre, en Versalles). Actualmente se cuenta sobre todo
funciones prácticas de la artesanía, desempeñadas mejor por la producción con la incorporación de la jardinería en la concepción urbanística, que solu­
industrial. Por parte del arte, que acogió con entusiasmo el despertar de la ciona toda la extensión de una ciudad según un proyecto único: véase por
artesanía artística (véase la participación de artistas como diseñadores), se ejemplo el proyecto Vil/e Radieuse de Le Corbusier, en el cual «las casas
trataba de renovar el contacto con el material en el pleno sentido de la y los rascacielos sobre pilares dejan todo el suelo para la circulación, y so­
palabra, como por ejemplo la madera, la piedra, el metal, etc.; yes que el arte bre todo para los peatones; el terreno entero de la ciudad se convierte en un
(en particular el más próximo a la artesanía - la arquitectura) perdió, durante parque» (K. Teige, Neímensl byt [El piso más pequeño], Praga 1932, p. 142).
el período del apogeo súbito de la técnica de la producción, la sensibilidad 3. Para finalizar, adjuntamos una mención sobre dos casos
del material corpóreo; los nuevos materiales eran admitidos sólo como particulares, a los que incluimos en la misma categoría, no porque haya una
sucedáneos de otros, sin que se tuvieran en cuenta sus propiedades espe­ relación entre ellos, sino porque ambos difieren de los casos indicados bajo
cíficas: véase la arquitectura modernista. El camino para la artesanía artls­ los apartados 1 y 2. Se trata del culto religioso y de la belleza de la natu­
tica fue preparado teóricamente por el análisis del material corpóreo del arte: raleza (sobre todo en el paisaje) en relación con el arte. Es sobradamente
véase el libro Der Stil, de G. Semper, publicado en los años 1860-1863. conocido que el culto religioso contiene en general una dosis considerable
La artesanía, para la cual las propiedades del material (por ejemplo la dura­ de elementos estéticos; en algunas religiones la estetización del culto va
bilidad) son fundamentales por razones totalmente prácticas, contribuida al tan lejos, que el arte llega a ser su parte integrante (véase el arte eclesiás­
hecho de que en el arte se aprovecharan las posibilidades plásticas ofrecidas tico católico y ortodoxo). La liturgia está a veces tan impregnada de la
por la materia. No obstante, en cuanto la artesanía hubo entrado plena­ función estética, que los teóricos no titubean en considerarla como arte,
mente en la esfera del arte, es decir, en cuanto tendió a la fabricación de pie­ sobre todo en las épocas en que el aspecto religioso del culto está debili­
zas únicas con una función preponderantemente estética, perdió sus propias tado (véase por ejemplo el renacimiento de la religiosidad en las obras de
funciones prácticas: comenzaron a fabricarse recipientes en los que daba artistas románticos como Chateaubriand después del período de ateísmo
«lástima» beber, muebles que nadie «se atrevía» a utilizar, etc. Pronto comen­ durante la Revolución francesa). Para la iglesia, sin embargo, el aspecto do­
zaron incluso a aparecer vasos, en los que resultaba difícil beber, etc. Esta minante del culto es su función religiosa. Si a pesar de esto se admite el
degradación de las funciones prácticas de la artesanía está magníficamente arte como parte integrante del culto, es con la condición de que se some­
mostrada en la anécdota de Loos sobre el guarnicionero (Trotzdem, Inns­ terá a las reglas ajenas a su propia esencia, es decir, a las normas que se
bruck 1931, pp. 15 y ss.): Había un guarnicionero que fabricaba sillas refieren no sólo al tema, sino también a la composición artística de la obra
de montar perfectamente funcionales; no obstante, él quería fabricar sillas (por ejemplo el manto azul de las madonas medievales). El objeto de estos
de montar modernas. Fue, entonces, a pedirle consejo a un profesor de arte; reglamentos es el de poner obstáculos a la función estética, obstáculos

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que, sin embargo, no deben suprimirla ni subordinarla, sino únicamente también la creación objetiva de las cosas, con el fin de conseguir un efecto
convertirla en gemela de otra función diferente. Se puede decir que en el estético y la actitud estética subjetiva respecto a las mismas. Así, por ejem­
arte eclesiástico (y hasta cierto punto también en el ámbito entero del culto plo, en los perlados en que la colectividad tiene la tendencia a aplicar in­
correspondiente) existen, al mismo tiempo, dos funciones dominantes, de tensamente la función estética, también al individuo se le concede una
las cuales la primera, religiosa, convierte a la otra, estética, en el medio de su mayor libertad en cuanto a la adopción de una actitud estética, sea activa
realización; más que de una jerarquización se trata, pues, de una cierta (creando las cosas), sea pasiva (percibiéndolas). Puesto que la tendencia
«contaminación» de dos funciones. En cuanto al arte religioso medieval, es a ampliar o reducir la esfera estética es un hecho social, ésta se manifiesta
necesario tener en cuenta que el contexto del que surgía no conocía -igual siempre en toda una serie de síntomas paralelos. En este sentido, por ejem­
que el ambiente folklórico en la actualidad una diferenciación mutua clara plo, el simbolismo y el decadentismo poético, con su panesteticismo, son
de las distintas funciones. El segundo caso que queríamos mencionar es el paralelos y similares a la artesanía artística contemporánea que amplifica
de la belleza del paisaje. La naturaleza por sí misma es un fenómeno extra­ excesivamente la esfera del arte; todos estos fenómenos son síntomas de
artístico, mientras no está transformada por la mano del hombre, movida una hipertrofia excesiva de la función estética en el contexto social con­
por un afán estético. A pesar de esto, el paisaje puede producir el mismo temporáneo. Un conjunto semejante de fenómenos paralelos puede encon­
efecto que una obra de arte. La solución del misterio, tal como lo señaló en trarse también en nuestros días: la arquitectura moderna (constructivista)22
Checoslovaquia por ejemplo Hostinsky21 en su estudio Ca jest malebné? tiende, tanto en la teoría como en la práctica, a privarse del carácter artístico,
[¿Qué es lo pintoresco 7] (edición de Zd. Nejedly, Praga 1912) y como la y proclama la ambición de convertirse en una ciencia, o más exactamente
formuló con claridad Oh. Lalo (Introduction a resthétique, París, p. 131), en una aplicación de conocimientos científicos, sobre todo sociológicos; por
es sencilla: «Para los espíritus cultivados, el arte se refleja en la naturaleza otro lado aparece, en la poesía y la pintura, el surrealismo, apoyándose en
y le presta su esplendor». El predominio de la función estética viene desde la investigación científica del subconsciente;23 en parte interviene también
fuera. el realismo socialista en la literatura, sobre todo rusa, que exige del arte
Los ejemplos que hemos ido acumulando en los párrafos pre­ ante todo una descripción sintética y la propagación del nuevo sistema
cedentes tenían un solo objetivo: señalar la variedad de transiciones entre social. El denominador común de estas tendencias diferentes y en parte
el arte, por un lado, y la esfera de los fenómenos estéticos extraartísticos y mutuamente opuestas, es la polémica contra «la esencia del arte», tan pro­
la esfera, extraestética, por otro. De ello resulta que el arte no es una esfera fesada en un pasado no muy lejano; dicho de otra manera, es la reacción
cerrada; no existen límites rigurosos ni criterios unívocos que distingan el contra la realización del predominio absoluto de la función estética en el
arte de lo que está fuera de él. Ramas enteras de producción pueden encon­ arte, reacción que se manifiesta en la aproximación del arte a la esfera de
trarse en el límite entre el arte y los demás fenómenos estéticos, o también fenómenos extraestéticos.
extraestéticos. En el transcurso de su desarrollo, el arte cambia sin cesar su El círculo de lo estético evoluciona, pues, como conjunto. Ade­
extensión, ampliándola y volviéndola a reducir. A pesar de ello -y preci­ más de esto, está en una relación permanente con aquellos sectores de la
samente por ello- se mantiene la validez irreducible de la polaridad entre realidad que, en un momento dado, no son en absoluto portadores de fun­
la superioridad y la subordinación de la función estética en la jerarquía fun­ ción estética. Una unidad e integridad tal, es posible sólo a base de una
cional. Sin el requisito de esta polaridad, la evolución de la esfera estética consciencia colectiva que establece las relaciones entre las cosas, con­
carecería de sentido, puesto que precisamente esta polaridad marca la diná­ virtiéndolas en portadoras de la función estética, y unifica los estados de
mica del continuo proceso evolutivo. consciencia individual aislados entre sí. No suponemos la consciencia co­
En resumen, de todo lo que ha sido dicho hasta ahora sobre la lectiva como una realidad psicológica,24 ni tampoco entendemos este tér­
extensión y la acción de la función estética, se pueden sacar las siguientes mino como una designación global de un conjunto de componentes comu­
conclusiones: 1) Lo estético no es una característica real de las cosas, ni nes a los distintos estados de consciencia individuales. La consciencia co­
tampoco está relacionado de manera unívoca con ninguna característica de lectiva es un hecho social; es posible definirla como un lugar de conver­
las cosas. 2) La función estética no está tampoco plenamente bajo el do­ gencia de los distintos sistemas de fenómenos culturales, como el idioma,
minio del individuo, aunque desde el punto de vista puramente subjetivo cual­ la religión, la ciencia, la política, etc. Estos sistemas son hechos reales,
quier cosa puede adquirir (o al contrario carecer de) una función estética, aunque no sean directamente perceptibles por los sentidos: su existencia se
sin tener en cuenta el modo de su creación. 3) La estabilización de la función demuestra con el hecho de que, respecto a la realidad empírica, manifiestan
estética es un asunto de la colectividad, y la función estética es un com­ una fuerza normativa: así por ejemplo una desviación del sistema lingüis­
ponente de la relación entre la colectividad humana y el mundo. Por eso tico, mantenida por la consciencia colectiva, se siente y valora espontánea­
una extensión determinada de la función estética en el mundo de las cosas mente como un error. También la esfera de lo estético se manifiesta en la
está relacionada con un conjunto social determinado. La manera como consciencia colectiva ante todo como un sistema de normas; de eso trata­
este conjunto social concibe la función estética, predetermina finalmente remos en el segundo capítulo de este estudio.

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No obstante, no debemos concebir la consciencia colectiva .como colectividad (por ejemplo la forma de vestir del representante del poder
algo abstracto, es decir, sin tener en cuenta la colectividad concreta que o de su servicio, su residencia, etc.). El poder aislador de la función estética
es su portadora. Esta colectividad concreta, el conjunto social, está dife­ -o más bien de su capacidad de llamar la atención sobre una cosa o una
renciada por dentro en capas y medios. No es pensable que aquello que persona- convierte la función estética en un acompañante importante de la
llamamos su consciencia esté sin relación con esta diferenciación de la función erótica; ef. por ejemplo la ropa, sobre todo femenina, en la que a
sociedad; esto es, por supuesto, válido también en cuanto a la esfera esté­ veces estas funciones se unen hasta resultar indistinguibles una de otra.
tica. El propio arte, aunque gracias a la supremacía de la función estética Otra característica significante de la función estética es el pla­
y de la considerable autonomía que se desprende de esta supremacía, esté cer que provoca. De aquí se desprende la capacidad de facilitar los actos a los
en buena medida aislado de la realidad y excluido de una relación directa que la función estética se adjunta en tanto que función secundaria, o tam­
y activa con las formas y las tendencias de la convivencia social (véase bién la capacidad de intensificar el placer relacionado con estos actos; ef.
la conocida fórmula de Kant: «das intereselose WOhlgefallen»),25 manifiesta el aprovechamiento de la función estética en la educación, en el acto de
una serie de problemas sociológicos complejos. Tanto más la esfera estética comer, en el habitat, etc. - Finalmente, es también necesario mencionar
extraartística, a la que dirigimos ante todo nuestra atención, está incluida en la tercera característica especial de la función estética, condicionada por el
el sistema total de la morfología social, y participa en las funciones sociales. hecho de que ésta se une ante todo a la forma de una cosa o de un acto: es
La ocasión principal de verificar la relación entre la esfera esté­ la capacidad de suplir otras funciones, de las que el objeto (cosa o acto)
tica por un lado, y la organización y la vida del conjunto social por el otro, ha sido privado en el transcurso de su evolución. De lo cual se desprende
se nos ofrecerá al investigar las normas estéticas en el capítulo 2. Sin em­ el frecuente matiz estético de los anacronismos, ya sean materiales (por
bargo, es posible presentar también, en cuanto a la sociología de lo estético, ejemplo ruinas, trajes regionales de los lugares donde las demás funciones,
algunos apuntes desde la perspectiva de la función estética. como la función práctica, mágica, etc., han perdido su sentido), o inma­
1. La función estética puede convertirse en un factor de dife­ teriales (por ejemplo distintos ritos). Aquí hace falta incluir también el co­
renciación social en los casos en que una cosa (o un acto) determinada tiene nocido fenómeno de las obras científicas que, habiendo tenido en la época
una función estética en un medio social, pero no la tiene en otro, o cuando de su aparición, junto a su función intelectual, también una función estética
en un medio social tiene una función estética menos acentuada que en otro. que jugaba un papel secundario, sobrepasan su valor científico, funcionando
Como ejemplo indicamos la comprobación de P. Bogatyriev (Germanos/a­ en adelante como fenómenos preponderantemente o totalmente estéticos,
vica, año 11) de que un abeto de Navidad que en las ciudades tiene una d. la Historia de Palacky o las obras de Buffon. La función estética, al
función preponderantemente estética, en el campo de ESlovaquia oriental, suplir las otras funciones, se convierte a veces en un factor de economía cul­
donde llegó desde las ciudades como «un bien cultural en descenso», tiene tural, en el sentido de que conserva las creaciones y las instituciones hu­
ante todo una función mágica. manas que habían perdido sus funciones originales, prácticas, para tiempos
2. La función estética como factor de la convivencia social, se posteriores en que puede surgir la posibilidad de que se las vuelva a utilizar,
manifiesta por sus características fundamentales. La prinCipal de ellas es atribuyéndoles entonces de nuevo otra función práctica.
aquella que E. Utitz (Phl1osophie in ihren Einzelgebieten, Asthetik und Phi­ La función estética significa, pues, mucho más que algo flotante
losophie der Kunst, p. 614) señala como la capacidad de aislamiento del en la superficie de las cosas y del mundo, como se suele considerar a veces.
objeto afectado por la función estética. A esta definición se le acerca aquella, Interviene de manera importante en la vida de la sociedad y del individuo,
según la cual la función estética consiste en dirigir la máxima atención tomando parte en la gestión de la relación -no sólo pasiva, sino también
sobre un objeto dado (L. Rotschild, «Basic Conceps in the Plastic Arts», The activa- entre el individuo y la sociedad, por un lado, y la realidad en el
Journaf of Phi/osophy, vol. XXXII, año 1935, n.O 2, p. 42). Siempre que en centro de la cual están situados, por otro. La continuación de este estudio
la convivencia social surge la necesidad de poner de manifiesto algún acto, está dedicada, como ya hemos indicado, a una aclaración más detallada
cosa o persona, dirigir la atención sobre ellos, o liberarlos de conexiones de la importancia social de los fenómenos estéticos; como introducción
indeseables, la función estética aparece como factor adjunto; véase la fun­ ha sido necesario tratar de delimitar la esfera de lo estético e investigar su
ción estética de cualquier ceremonial (inCluyendo el culto religioso), o el dinámica evolutiva.
carácter estético de las fiestas. Gracias a su capacidad aisladora, la función
estética puede llegar a ser también un factor socialmente diferenciador; véase
la sensibilidad acentuada respecto a la función estética, y su aprovecha­ 2
miento más intenso en las capas sociales superiores, que pretenden distinguirse El primer capítulo de este estudio tenía por objetivo mostrar el
de las demás (la función estética como factor de la llamada representa­ carácter dinámico de la función estética tanto en relación con los fenómenos
ción), o el aprovechamiento intencional de la función estética para acentuar que la contienen, como en relación con la sociedad en la que esta función
la importancia de los detentadores del poder, y para aislarlos del resto de la se manifiesta. El segundo capítulo pretende demostrar lo mismo respecto a

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la norma estética. Si no ha sido fácil comprobar la variabilidad -por su­ Aceptamos la definición teleológica del valor como capacidad de una cosa
puesto natural dentro de una evolución- de la función estética que tiene para lograr un objetivo determinado; es natural que la determinación del
por definición el carácter de energía, es más difícil aún descubrir el carácter objetivo y del camino conducente a él, depende de un sujeto determinado,
dinámico de la norma estética, que pretende ser una regla de validez invaria­ y que entonces cada valoración contiene un momento de subjetividad. El
ble. 26 La función en tanto que fuerza viva parece estar predeterminada a caso extremo es cuando el individuo valora una cosa desde la perspectiva
cambiar constantemente la extensión y la dirección de su cauce, mientras de un objetivo totalmente singular; en este caso la valoración no se puede
que la norma, que es una regla y una medida, parece, por su propia esencia, regir por ninguna regla, y depende completamente de la libre decisión del
estática. La estética surgió como una ciencia sobre las reglas que rigen la individuo. Menos aislado se encuentra ya el acto de valoración en aquellos
percepción sensorial (Baumgarten).27 Durante mucho tiempo parecía que su casos en que su resultado sólo es válido para el individuo en cuestión,
única función era la investigación de las condiciones generalmente obliga­ pero el objetivo correspondiente es conocido por el individuo a partir de
torias de la belleza, cuya validez se derivaba de suposiciones sea metafísicas, experiencias anteriores. Aquí existe la posibilidad de regir la valoración por
sea cuanto menos antropológicas; en este segundo caso el valor estético una regla determinada, sobre cuya obligatoriedad decide en cada caso par­
y su criterio, la norma estética, eran concebidos como hechos inherentes ticular el individuo mismo; por eso también aquí la decisión depende final­
a la constitución del hombre, es decir hechos que se desprendían de su mente de la libre voluntad del individuo. Sobre una norma auténtica se puede
condición natural. La estética experimental, después de haber sido fundada hablar sólo tratándose de objetivos generalmente reconocidos, respecto a los
por Fechner, todavía partía del axioma según el cual existen condiciones cuales el valor se percibe como existente independientemente de la volun­
generalmente obligatorias de la belleza, para la comprobación de las cuales tad del individuo y de su decisión subjetiva, es decir, como un hecho de la
era suficiente eliminar, acumulando experiencias, las desviaciones casua­ llamada consciencia colectiva; esto se refiere, entre otras cosas, también al
les del gusto individual. Como es sabido, la evolución consecutiva obligó a la valor estético que determina la medida del placer estético. En estos casos,
estética experimental a tomar en consideración el carácter variable de las el valor está estabilizado por la norma, que no es otra cosa que una regla
normas, y a contar con sus premisas. También en otras ramas y corrientes general que debe ser aplicada a cada caso concreto que le incumbe. El
de la estética moderna se manifestó la desconfianza respecto al carácter individuo puede no estar de acuerdo con esta norma, o incluso tratar de
obligatorio ilimitado de las normas: en la mayoría de las corrientes apareció negar su existencia y su obligatoriedad colectiva en los momentos en que
un escepticismo extremo respecto a su propia existencia y validez, o al está valorando, aunque lo haga en contradicción con la norma.
menos un esfuerzo por limitar esta validez a un solo caso particular cada A pesar de que la norma tiende a una obligatoriedad sin ex­
vez (la norma deducida de la personalidad del autor). Finalmente, aparecía cepciones, nunca puede lograr la validez de una ley natural - de otra ma­
la tendencia a salvar el carácter obligatorio general de la norma, dedu­ nera se convertiría en una ley natural y dejaría de ser una norma. Si, por
ciendo empíricamente los modelos de las obras ya creadas, consideradas ejemplo, al hombre le fuera imposible sobrepasar los límites del ritmo ab­
como excelentes; el inconveniente que se presenta en este caso es por una soluto, así como le es imposible percibir con la vista los rayos infrarrojos
parte de inducción necesariamente incompleta, y por otra parte la petitio y ultravioletas, el ritmo se transformaría de una norma que exige ser cum­
principii. plida, pero que puede no cumplirse, en una ley de la constitución humana,
No vamos a ocuparnos de la crítica de las diferentes soluciones, mantenida necesaria e inconscientemente. La norma, pues, aunque tienda
sino que intentaremos presentar frente a ellas una prueba positiva de que a la validez ilimitada, se autolimita al mismo tiempo gracias a esta ten­
la contradicción entre la pretensión de la norma a la obligatoriedad general, dencia. No sólo puede ser violada, sino que es pensable -yen la práctica
sin la cual la norma no existiría, por un lado, y su carácter real tanto limitado muy frecuente- el paralelismo de dos o más normas aplicables a casos con­
como variable por otro, no es paradójica, sino que puede ser teóricamente cretos iguales, midiendo el mismo valor y compitiendo mutuamente. La
comprendida y dominada como una antinomia dialéctica que sirve de cata­ norma está, pues, basada en una antinomia dialéctica fundamental entre
lizador en la evolución de toda la esfera estética. La parte primordial de la validez incondicional y la potencia meramente reguladora, e incluso sólo
nuestra prueba se referirá a la relación entre la norma estética y la organi­ orientativa, que implica la posibilidad de su violación. Cada norma tiene
zación social, ya que el carácter variable y obligatorio de la norma no pue­ esta tendencia doble y antagónica, entre cuyos polos se encuentra el esce­
den ser comprendidos y justificados simultáneamente ni desde el punto de nario de su evolución. A pesar de eso, los diferentes tipos de normas gravi­
vista del hombre como género, ni del hombre como individuo, sino úni­ tan de manera desigual sea hacia uno, sea hacia otro polo. La diversidad
camente desde el punto de vista del hombre en tanto que ser social. 2B A pesar de la gravitación sale a la luz cuando comparamos, por ejemplo, la norma
de esto, antes de abordar la propia sociología de la norma estética, es ne­ jurídica que ya por su denominación habitual, «ley», tiende a la validez incon­
cesario adquirir algunos conocimientos fundamentales analizando noéti­ dicional, con la norma estética -sobre todo en su aplicación más específica,
ca mente su esencia.
la norma artística-, que por lo general sirve sólo de trasfondo para una vio­
Partiremos de una reflexión general acerca del valor y la norma. lación permanente.

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A pesar de eso, también la norma estética puede probar una ten­ de la función estética, y por consiguiente objetos de placer estético. Sin
dencia a una validez invariable. En la evolución misma del arte se encuentran embargo, existen ciertas premisas en la constitución objetiva de la cosa (del
de vez en cuando períodos que imponen la reivindicación de una validez portador de la función estética), que facilitan la aparición de la función
permanente e incondicional de la norma. Como ejemplo, recordamos tanto estética. La potencia estética no es, por supuesto, inherente al objeto: para
la poesía del clasicismo francés como la poesía simbolista. La fe en la que las premisas objetivas puedan hacerse valer, tienen que participar de
validez de la norma fue tan fuerte en el período clasicista, que Chapelain algún modo en la constitución del sujeto del placer estético. Las premisas
pudo escribir en el prefacio a su poema épico La Pucelle: «Para la elaboración subjetivas pueden tener una justificación tanto completamente individual,
de este tema he aportado sólo un conocimiento considerable de lo nece­ como social, como finalmente antropológica, dada por la condición natural
sario... Se trataba únicamente de verificar si este género poético, relegado del hombre en tanto que género. Y estas premisas fundamentales, antro­
por nuestros escritores más célebres, está realmente muerto, o si su teoría, pológicas, son justamente los principios que nos interesan. Podemos nom­
que conozco bastante bien, podría servirme para demostrar a mis amigos con brar toda una serie de ellas. Para las «artes temporales» (Zeítkünste) es, por
este ejemplo, que sin dar siquiera altos vuelos a la imaginación es posible ejemplo, el ritmo, condicionado por la regularidad de la circulación de la
aprovecharla con éxito».29 Traducido a nuestra terminología, esta cita ex­ sangre y de la respiración (es importante también la circunstancia de que la
presa una confianza incondicional en que la aplicación perfecta de la norma organización rítmica del trabajo es la que mejor le conviene al hombre); para
es suficiente por sí sola para crear un valor artístico. En cuanto al simbolismo, las artes espaciales, tales premisas son la recta vertical (o perpendicular), la
basta recordar el deseo de crear «una obra absoluta», válida eternamente sin línea horizontal, el ángulo recto y la simetría (premisas que se pueden dedu­
tener en cuenta el tiempo y el medio, deseo que se había manifestado con cir enteramente de la constitución y de la posición normal del cuerpo hu­
tanta intensidad, por ejemplo, en el caso de Mallarmé.3o También es posible mano; véase A. Schmarsow, Grundbegríffe der Kunstwíssenschaft, Leipzig­
indicar, como muestra de la tendencia de la norma estética a la obligato­ Berlin 1905) ;31 para la pintura lo son el carácter complementario de los
riedad total, la intolerancia mutua de las normas estéticas competidoras, colores y algunos otros fenómenos del contraste de color y de intensidad
que se manifiesta a veces de tal forma, que la norma estética se ve polé­
(véase por ejemplo SerackY, Kvantítatívní uréení barevného kontrastu na
mica mente substituida por otra, más autoritaria, por ejemplo, por la norma
rotujíclch kotouéích [La determinación cuantitativa del contraste de colores
moral -al adversario se le trata de impostor- o la norma intelectual -el ad­
rotatorios], Praga 1923); para la escultura es la ley de la estabilidad del
versario es declarado ignorante o imbécil-. Incluso cuando se subraya el
centro de gravedad. De estos principios pueden ser deducidos algunos otros;
derecho al juicio estético individual, al mismo tiempo se impone la reivin­
por ejemplo: de la ley de la simetría se deduce la división fundamental de
dicación de la responsabilidad por el mismo: el gusto personal es un com­
la superficie de un rectángulo por el punto de intersección de las diagona­
ponente del valor humano de su portador.
les (simetría absoluta). Hay también otros principios cuya relación con la base
La antinomia de la obligatoriedad ilimitada y de su negación, antropológica es mucho menos unívoca que en el caso de los mencionados
la variabilidad permanente, es, pues, válida también para la norma estética, más arriba - a pesar de lo cual, algunos no pueden ser considerados ine­
aunque aparentemente prevalezca la negación. También aquí, como en otros xistentes, y por lo tanto omitidos, como por ejemplo el de la sección áurea.
casos, el elemento positivo sirve de base, de la que hace falta partir al ana­ Como una superestructura inmediata de los principios constitutivos, es ne­
lizar el carácter específico de la norma estética. Así, tenemos que pregun­ cesario considerar algunas normas convencionales antiguas que han adqui­
tarnos si existen realmente principios estéticos que se desprendan de la cons­ rido, gracias a una costumbre prolongada, una naturalidad que admite la de­
titución misma del hombre, que justifiquen la tendencia de la norma estética formación, sin que esta última haga desaparecerlas de la subconsciencia en la
a la validez legal. Hemos sugerido ya que la concepción primitiva de la que existen en tanto que trasfondo (cf. por ejemplo el repertorio de conso­
estética experimental fracasó precisamente intentando averiguar tales prin­ nancias en la música, basada en octavas que, como es conocido, se iba
cipios. La diferencia entre nuestra concepción y la de la estética experi­ ampliando con la evolución sucesiva de la música). La enumeración de prin­
mental primitiva, consiste en el hecho de que en el caso de aquélla, los cipios antropológicos que acabamos de hacer, no pretende ser de ninguna
principios fueron considerados como normas ideales, cuya localización y manera completa. Y por más que lo sea, es seguro de antemano que su red
mantenimiento preciso podrían asegurar una perfección estética, mientras que no puede ser nunca tan amplia y densa como para poder contener en de­
para nosotros estos principios son solamente premisas antropológicas ne­ talle los equivalentes de todas las normas estéticas posibles. No obstante,
cesarias para la tesis de la antinomia dialéctica de la norma estética, tesis para poder suponer que la norma estética como conjunto, tiene su fundamento
cuya antítesis con los mismos derechos es la negación (y por consiguiente constitutivo, basta la existencia de la relación parcial entre ella y la base
la violación) de los principios constitutivos. psicofísica.
El objetivo de la función estética es la consecución del placer Ahora surge la cuestión de cómo funcionan estos principios res­
estético. Ya en el primer capítulo hemos dicho que es posible que cualquier pecto a las normas auténticas. Significaría negar la historia del arte, suponer
cosa o acción, sin que se considere su constitución, lleguen a ser portadores que estos principios son normas, e incluso ideales, cuyo cumplimiento,

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aunque se lleve a cabo sólo dentro de lo posible, representa una perfección las estéticas, a pesar de que también varlen. No obstante, hay normas
estética. Ya que, por lo general, dentro de la evolución del arte, los princi­ todavía más estables que las lingüísticas que, aplicadas a un material con­
pios fundamentales no sólo no se cumplen, sino que sucede lo contrario: creto, también se transforman: son, por ejemplo, las normas legislativas, que
los períodos que tienden a su mantenimiento más consecuente, alteran con ya por su denominación de «leyes» manifiestan una tendencia a ser aplicadas
periodos en que se les respeta lo menos posible; los períodos de deforma­ de manera incondicional y siempre igual. Incluso Englis (Teleologie jako
ción más o menos radical son incluso más frecuentes, y no es posible cali­ forma védeckého poznánl [Teleología como forma de conocimiento cientí­
ficarlos siempre como decadentes. Es también característico que el respeto fico], Praga 1930), a pesar de que intente distinguir el pensamiento <<nor­
extremadamente riguroso de los principios antropológicos desemboca en la mativo» simplemente deductivo, del pensamiento «teleológico» evaluador,
indiferencia estética. El ritmo mecánicamente regular, la simetría de una señala que «la interpretación per analogiam», necesaria para la solución de
figura geométrica, etc., son estéticamente indiferentes. La gran importancia casos que el legislador no había especificada al formular la ley, pero que
de los principios constitutivos consiste, sin embargo, en toda una variedad aparecen en la práctica, «no es una interpretación, sino la creación de nue­
de normas estéticas, tal como se manifiestan en un estudio sincrónico (es­ vas normas; y los códigos legislativos contienen una autorización especial
tático) y diacrónico (temporalmente dinámico), reduciendo a un deno­ para este tipo de interpretaciones, lo que no sería necesario si se tratase
minador común la constitución psicofísica del hombre en tanto que género, realmente sólo de la interpretación de las normas existentes».
de manera que estos principios constituyen un criterio espontáneo tanto También las normas estéticas se transforman al ser aplicadas.
de la convergencia como de la contradicción entre las normas concretas Sin embargo, mientras las normas legislativas, cuando no se trata de una
y dicha constitución. No sirven para limitar la variabilidad evolutiva de legislación real, se transforman dentro de unos límites muy estrechos, y las
las normas, sino para ser una base fija, y únicamente respecto a esta base transformaciones de las normas lingüisticas son eficaces, pero invisibles, las
puede la variabilidad ser percibida como la violación de un orden.32 La de las normas estéticas tienen lugar en una extensión muy amplia y al des·
fuerza centrífuga, es decir, la tendencia deformadora, no podría manifes­ cubierto. La forma en que la transformación de una norma es advertida, no
tarse sin la fuerza centrípeta representada por los principios constitutivos. tiene siempre la misma intensidad en todos los sectores de la esfera estética;
Shklovsky, que afirmaba (en el artículo «El arte como método» en Teoría la manera más llamativa es la que se observa en el arte, en que la violación
de la prosa),33 que la deformación artística significa derroche máximo de de la norma estética es uno de los recursos principales del efecto. Aquí nos
energía, solamente podía tener razón suponiendo que en alguna parte fun­ encontramos en el umbral de la evolución del lenguaje de los fenómenos
damental, como un rasgo positivo oculto, funciona la ley sobre la conserva­ artisticos; su problemática es amplia y compleja gracias a las relaciones mu·
ción de la energía, porque de otra manera la deformación dejaría de ser tuas que existen entre los distintos problemas. No podemos dedicarnos
lo que es, es decir, dejaría de ser la negación de la regularidad. Y precisa­ aqui a una explicación detallada y sistemática (véase un intento de esbozo
mente los principios constitutivos son la expresión de la conservación má­ en nuestro estudio sobre Vznesenost pfírody [La dignidad de la naturaleza],
xima de la energía en la esfera estética. de Polák,35 Praga 1934), pero a pesar de ello, y de acuerdo con lo que
En los párrafos precedentes hemos intentado exponer la justi­ trataremos en el contexto de este estudio, es necesario decir algunas pala­
ficación de la multiplicidad de normas estéticas (la coexistencia de nor­ bras sobre el proceso por el que se transforma y multiplica la norma estética
mas en mutua competencia), pero falta todavía una explicación genética, en el arte.
es decir, es necesario aclarar cómo llega a realizarse esta multiplicidad. La obra artística es una aplicación no adecuada de la norma
Para eso será necesario concebir la norma estética como un hecho histó­ !estética, de modo que su estado actual no se altera por una necesidad invo­
rico, es decir, tomar como punto de partida su variabilidad en el tiempo. Es \Iuntaria, sino intencionalmente, y por esto generalmente de manera muy
la consecuencia necesaria de su carácter dialéctico, mencionado más arriba. ::Sensible. La norma es violada incesantemente, Sin embargo, es necesario
Por eso la norma estética manifiesta una variabilidad temporal común con señalar que examinando, en adelante, el aspecto evolutivo de la norma es­
otros tipos de normas; cada norma cambia tan sólo por el hecho de ser tética, utilizamos la palabra «violación» en sentido diferente de aquel en que
aplicada repetidamente y tener que adaptarse a las tareas exigidas por la la hemos empleado más arriba, cuando se trataba del no cumplimiento de
práctica. Así, por ejemplo, las normas lingüísticas, sean gramaticales, léxicas los principios estéticos; aquí la entenderemos como relación entre la norma
o estilísticas, se transforman sin cesar.M Pero la transformación es tan lenta temporalmente precedente y la norma nueva, distinta de aquélla, y que se
-aparte de las formaciones lingüísticas pertenecientes a la esfera de la pato­ halla en proceso de formación. La violación de los principios constitutivos
logía lingüística, es decir aparte de lenguajes especiales- que parece in­ por una norma concreta, y la violación de una norma más antigua por una
visible, convirtiendo el problema de las transformaciones lingüísticas en norma nueva, son dos cosas diferentes. En la evolución puede ocurrir incluso
uno de los problemas más complicados de la lingüística. Bajo la influencia que la norma conforme con el principio constitutivo correspondiente (por
del fin práctico de la lengua y del hecho de que su función normal es ejemplo, en la poesia, el ritmo que mantiene rigurosamente el esquema mé­
comunicativa y no creativa, las normas lingüísticas son mucho más fijas que trico) sea considerada como una violación si estuvo precedida por un período

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3
de deformación de dicho principio: compárese la frase de un teórico ruso el placer estético, precisamente cuando debe alcanzar la máxima intensidad,:
de la poesía, según el cual es posible que oigamos el silencio, si le ha· como la que se logra en el arte, necesita el desagrado estético como con- ~.
precedido el ruido de un tiroteo. La historia del arte, vista desde la perspectiva traste dialéctico. Aún violando la norma lo máximo posible, el placer es la \
,de la norma estética, aparece como una historia de revueltas contra las nor· sensación dominante producida por el arte, y el desagrado es el recurso de(~
: mas dominantes. De aquí se desprende el rasgo especial del arte auténtico,
que consiste en el hecho de que, en la sensación que provoca, el placer es·
su intensificación; no es casual que precisamente la estética del surrea-
lismo sea manifiestamente hedonista. El valor artístico es indivisible; tam­
JI!
tético se confunde con el desagrado. Esta característica especial fue muy bién los componentes que producen el desagrado se convierten, dentro del
bien expresada por F. X. Salda,36 cuando dijo: «La sensación que nos produce conjunto de la obra, en elementos positivos, pero solamente dentro de la
una obra artística no es una sensación de algo elegante y fino, [oo.] sino más obra: fuera de ella y de su estructura, volverán a tener un valor negativo.
bien de algo duro y riguroso - de algo que difiere claramente del carácter La obra estética viola, pues, hasta cierto punto y a veces con­
convencional y de la comodidad agradable de la expresión artística co· siderablemente, la norma estética válida para el momento dado del pro­
rriente[...] Los conocedores y aficionados bien educados, tachan de crudo a ceso. No obstante, aún en los casos extremos tiene que mantenerla simul­
cada creador artístico auténtico al inicio de su carrera, y hablan de su arte táneamente: incluso hay períodos en la evolución del arte, en los que el
como de algo interesante y curioso, pero no lo valoran como algo bello cumplimiento de la norma prevalece visiblemente sobre su violación. Pero
y de buen gusto» Boje o zítfek; Nová krása, ¡'ejí geneze a charakter [Luchas siempre hay en una obra artística algo que la une al pasado, y algo que
por el futuro; La nueva belleza, su génesis y su carácter]). La palabra «buen tiende al futuro. Por lo general, las tareas están compartidas por diferentes
gusto» empleada por Salda recuerda involuntariamente una de las violacio· grupos de componentes, de los cuales algunos mantienen la norma, otros la
nes más radicales de la norma estética a las que el arte puede llegar: la descomponen. En el momento en que la obra artística aparece por primera
violación de la norma mediante el aprovechamiento intencional del mal gusto. vez a la vista del público, puede ocurrir que llame la atención sólo aquello
¿Qué es el mal gusto 737 No es en absoluto todo lo que no que la distingue del pasado; pero aún en casos así aparecerán más tarde los
concuerda con la norma estética del momento dado de la evolución. Más lazos con lo que precedía dentro de una evolución dada. El cuadro Le dejeu­
amplio que el concepto de «mal gustO» es el de «fealdad»; es feo para ner sur I'herbe de Manet, provocó, después de su primera exposición, protes­
nosotros aquello que nos parece estar en desacuerdo con la norma estética. tas como obra revolucionaria e innovadora. Sólo la investigación posterior
Del mal gusto hablamos sólo cuando valoramos un objeto producido por ha descubierto las relaciones con el precursor de Manet, Courbet, tanto en
las manos del hombre y en el que observamos al mismo tiempo tanto la en lo que se refiere a la composición, como en la utilización de los colo­
tendencia a cumplir una norma estética determinada, como la falta de capa­ res (véase el análisis detallado de Deri en Die Ma/erei im X/X Jahrhundert,
cidad de realizarla; los fenómenos de la naturaleza pueden ser feos, pero Berlín 1920).38 Pero aún valorando positivamente un fenómeno artístico
no de mal gusto, aparte de los casos excepcionales en los que un fenómeno nuevo, es posible que la fuerte impresión que produce la violación de la nor­
natural nos recuerda un producto humano. El desagrado que nos produce ma actual, haga que pasen desapercibidos los aspectos conformes con ella;
un objeto de mal gusto no se basa, pues, únicamente en la sensación del lo demostró, por ejemplo M. Hysek, partiendo de la obra de Bezruc (m kapi·
desacuerdo con la norma estética, sino que está reforzado por nuestra to/y o Petru Bezrucovi, [Tres capítulos sobre Petr BezrucJ, Brno 1934).
aversión hacia la incapacidad del autor. El mal gusto es, pues, la antítesis Una obra de arte auténtica, oscila siempre entre los estados
más aguda del arte, que ya por su denominación indica la capacidad de lograr pasado y futuro de la norma estética: el presente, bajo cuyo punto de vista
plenamente el objetivo propuesto. Y a pesar de esto, el arte utiliza algunas la percibimos, aparece como tensión entre la norma pasada y su violación,
veces el mal gusto para lograr sus fines. Un ejemplo instructivo lo ofrece destinada a llegar a ser parte de la norma futura. Como ejemplo muy suges­
el arte plástico surrealista, que utiliza -como objetos que representa y como tivo puede indicarse la pintura impresionista. Una de las normas típicas y
piezas para los montajes tanto pictóricos como plásticos- productos del fundamentales del impresionismo, es la tendencia a reproducir la percepción
período de la mayor degradación del gusto (finales del siglo XIX), imitaciones sensorial pura, no deformada por ninguna interpretación intelectual o emo­
industriales del arte y de la artesanía artística, láminas de las revistas ilus­ cional; en este aspecto el impresionismo está en correlación con el natu­
tradas, etc. De esta manera, la norma del arte «superior» está violada de la ralismo en la poesía. No obstante, desde el comienzo, y de una forma simul­
manera más radical, y el desagrado estético provocado forma parte del efecto tánea, existe en el impresionismo una tendencia que se manifiesta cada vez
artístico. El caso del surrealismo ha sido escogido por lo llamativo de la más y que está opuesta a la primera: es la tendencia a alterar la coordi­
forma en que se efectúa la violación de la norma estética. Aunque en otras nación real de los datos sensoriales sobre el objeto representado; en este
épocas y corrientes el desagrado estético no suele estar acentuado de ma­ sentido, el impresionismo, Y sobre todo el impresionismo tardío, está ya
nera tan ostentosa, constituye un componente casi permanente del arte sobre el mismo camino que el simbolismo poético.s9 La transición entre las dos
vivo. Si nos preguntásemos ahora cómo es posible que el arte, fenómeno tendencias contradictorias se hace posible anulando el contorno lineal, y por
estético privilegiado, pueda provocar desagrado, habría que responder Que consiguiente también la perspectiva lineal, así como que transformando el

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contorno en una combinación de manchas de color sobre una superficie. Y menos estéticos extra artísticos. Paulhan muestra que la función decorativa
las dos tendencias contradictorias están designadas por la historia con el y también la práctica pueden unir estrechamente el arte con la esfera de los
mismo nombre: impresionismo. Así ocurre siempre en la historia del arte: demás fenómenos estéticos. Q. Hostinsky dice de manera aún más sugestiva:
ninguna etapa de la evolución corresponde plenamente a la norma heredada «Si consideramos como arquitectura un portal con una puerta decorativa,
de la etapa anterior, si no que crea, violándola, una norma nueva. La creación ¿con qué derecho consideraremos un armario precioso u otro mueble por­
que correspondiese plenamente a la norma heredada sería una estandardiza­ tátil, fabricados a lo mejor por el mismo artesano, como obras de grado
ción fácil de reproducir; a este limite se aproximan únicamente las obras inferior?» (O vyznamu prumyslu uméleekého [Sobre la significación de la in­
epígonas, mientras que una verdadera obra de arte es irreproducible y su dustria artesanal], Praga 1887). El autor señala uno de los puentes naturales
estructura es, como hemos mencionado más arriba, indivisible, gracias entre el arte y el resto del círculo estético; no obstante, hay muchos otros
precisamente a la diversidad estética de los componentes a los que reúne caminos por los que las normas se trasladan de la esfera del arte superior
en un complejo único: no obstante, con el tiempo desaparece la sensación a la esfera extraartistica. Mencionaremos por lo menos un ejemplo más: la
de las contradicciones, equilibradas hasta entonces casi violentamente por influencia del gesto teatral sobre los gestos pertenecientes a la esfera de
la estructura: la obra llega a ser realmente armoniosa y bella en el sentido la llamada buena educación. Es conocido que «la buena educación» en la
del placer estético no perturbado por nada. F. X. Salda escribió correcta­ sociedad es un hecho con fuerte matiz estético (ef. M. Dessoir, Asthetik und
mente que «la belleza cobra valor sólo con la perspectiva de la distancia» allgemeine Kunstwissensehaft), pero su función dominante es diferente: es
(Boje o zltfek, Nová krása, jejl geneze a eharakter). La estructura llega la de facilitar Y regular los contactos sociales entre los miembros de una
a ser divisible en las distintas normas que ya pueden ser aplicadas sin colectividad. Se trata, pues, de un hecho estético extraartistico, Y esto es
perjuicio también fuera de la esfera de la estructura dentro de la cual válido también sobre los gestos en el sentido más amplio de la palabra,
han sido creadas, e incluso fuera de la esfera del arte en general. Una vez incluyendo la mímica y los fenómenos lingüísticos, en particular la entona­
terminado este proceso, la etapa evolutiva, hasta entonces actual, pasa a ción y la articulación. La función estética desempeña aquí una tarea im­
formar parte de la reserva histórica, pero las normas creadas por ella, se portante de amortiguar la primitiva expresividad espontánea del gesto, y de
infiltran poco a poco en toda la amplia esfera de lo estético, sea en forma transformar el gesto-reacción en un gesto-signo. Sin embargo, podemos
de conjuntos enteros, cánones, o como fracciones particulares (grupos peque­ observar otro fenómeno interesante: los gestos sociales difieren no sólo de
ños de normas o normas particulares aisladas). Todo lo que acabamos de una nación a otra (aunque se trate de naciones de cultura aproximada­
decir sobre el proceso de creación de las normas, es válido en su totalidad mente igual y de las mismas clases sociales dentro de esas naciones), sino
sólo tratándose de una sola formación: de aquel arte que llamamos, por también de una época a otra dentro de la misma nación. Para comprobar
falta de otro término, arte «superior». Es aquel arte cuyo portador (con algu­ este fenómeno basta observar pinturas y dibujos, y en particular grabados y
nas limitaciones que mencionaremos más adelante) suele ser el estrato fotograflas de una época relativamente tan reciente como los años cuarenta
social dominante. El arte superior es la fuente y el renovador de las nor­ y cincuenta del siglo pasado. Los gestos más convencionales, por ejemplo
mas estéticas; al lado de él existen también otras formaciones artísticas la postura de pie, nos parecen exageradamente patéticos: estando de pie, las
(por ejemplo el arte de salón, el arte de bulevar, el arte popular, etc.); no personas hacen avanzar una de las dos piernas que no lleva el peso del
obstante, éstas, por lo general, adoptan la norma ya creada por el arte cuerpo, sus manos parecen expresar una excitacióFl desproporcionada res­
superior. Como hemos señalado en el primer capitulo, aparte de los dife­ pecto a la situación, etc. La gesticulación social está sujeta, pues, a una
rentes géneros de arte existen, por supuesto, fenómenos estéticos extraartís­ evolución; ¿pero cuál es la fuente de esta evolución? Igual que la percep­
ticos. Y aquí surge la siguiente pregunta: ¿de qué manera penetran las ción sensorial, en particular la visual y la auditiva, evoluciona bajo la influen­
normas estéticas creadas por el arte superior en este sector? cia del arte (la pintura y la escultura permiten al hombre experimentar cada
Es preciso recordar lo que ya hemos sugerido en el primer vez de manera nueva el acto de la visión, y la música renueva el acto auditi­
capItulo sobre la transición paulatina entre el arte y el resto de los fenó­ vo), igual que la poesía renueva sin cesar en el hombre la sensación de que
menos estéticos. F. Paulhan (Mensonge de rart, París 1907) tiene razón al hablando se realiza su relación creadora con la lengua;40 también la gesticula­
decir, que «las artes superiores, como la pintura y la escultura son, a su ción tiene su arte correspondiente que va renovándose continuamente: es
manera, al mismo tiempo también artes "decorativas": la finalidad de un cua­ el arte teatral, y desde hace poco también el arte cinematográfico. Para el
dro o de una estatua es la de decorar una sala, un salón, una fachada, una actor, el gesto es un hecho artístico en el que domina la función estética.
fuente»; a esta cita hace falta añadir que las artes decorativas son para Eso le permite liberarse del contexto de relaciones sociales, y adquirir una
Paulhan «aquel tipo de producción que trabaja la materia, dándole formas posibilidad acentuada de transformación. La nueva norma, surgida de esta
útiles, o limitándose a decorarla»; las artes decorativas en la concepción transformación, vuelve a penetrar desde el escenario a la sala de especta­
de Paulhan y en la concepción francesa en general no son, pues, ya en dores. La influencia del arte escénico sobre el gesto fue conocida desde hace
absoluto artes auténticas, sino artesanía artística, y por consiguiente fenó mucho por los pedagogos, y condujo al aprovechamiento del diletantismo

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teatral como medio educativo (el. las representaciones escolares humanis~ sector de la esfera estética o en algún medio social, pueden sobrevivir mucho
tas). Hoy día esta influencia se manifiesta de manera muy evidente en la tiempo; las normas nuevas se estratifican paulatinamente a su lado, y así
vida, sobre todo mediante el cine: en los últimos años hemos podido obser~ surge la convivencia y la competencia de muchas normas estéticas paralelas.
varia particularmente en todo un sistema de gesticulación de las mujeres, Hay casos, sobre todo en el folklore, en los que las normas estéticas per­
más imitativas que los hombres, comenzando por la manera de andar y ter~ duran durante siglos enteros. Es, por ejemplo, generalmente conocido el
minando por los movimientos más menudos, como la manera de abrir la hecho de que «para las formas arquitectónicas, el campesino (Checo) adoptó
polvera o el juego de los músculos de la cara. De esta manera, las nuevas los modelos basados en el Renacimiento y en el barroco tardíos; para la ropa,
normas estéticas penetran directamente desde el arte a la vida cotidiana, el traje regional y su decoración, son decisivas las formas del traje ciudadano
siendo a veces su escenario un taller de artesanía, a veces las habitaciones y aristocrático en diferentes períodos de la moda a partir de los comienzos
de los salones. En la esfera extraartística, estas normas adquieren un valor del siglo XVI; y para la decoración ornamental pintada, tallada, bordada y
mucho más obligatorio que en el arte que las ha creado, porque en ella aplicada, encontraremos modelos en la pintura y el arte de tallar ornamental
funcionan como criterios auténticos de los valores, y no como un mero tras~ del Renacimiento y del barroco tardíos» Ceskoslovenská vlas tivéda [His­
fondo para su propia violación.
toria y geografía checoslovaca], VIII, Praga 1935, p. 201). En cuanto a
Pero ni siquiera esta aplicación de las normas es totalmente automática, los bordados populares eslovacos, V. Praiák señaló (Bratislava, VII, pá­
porque aún aquí la norma está sujeta a la acción de distintas influencias, por ginas 251 y ss.) que «el pueblo campesino eslovaco, todavía en los si­
ejemplo la moda. La moda, en su esencia, no es un fenómeno preponde~ glos XIX y XX, decoraba sus bordados con ornamentos renacentistas, in­
rantemente estético, sino más bien económico. H. G. Schauer la define troducidos en Eslovaquia por la moda aristocrática de los siglos XVI y XVII».
como «el dominio exclusivo de que se beneficia un producto en el mer­ De la poesía que oscila entre el folklore y la poesía culta, pueden ser men­
cado, durante un determinado tiempo» y el economista alemán W. Sombart cionadas las inscripciones de los años treinta y cuarenta del siglo XIX, en­
dedicó al aspecto económico de la moda todo un estudio (Wirtsehalt und contradas en el cementerio de Albrechtice cerca de Písek, que mantienen
Mode). A pesar de esto, la función estética tiene un papel muy importante -junto con la versificación silábica- todo el estilo de la poesía barroca de
entre las numerosas funciones de la moda (como la función social, a veces los siglos XVII y XVIII, como lo testimonia por ejemplo la comparación del
la política, y en el caso de la moda de confección, también la erótica). La trabajo del alfarero con la creación divina, tema típico para la poesía no sólo
moda ejerce una influencia nivelizante sobre la norma estética, suprimiendo barroca, sino también medieval, o la descripción naturalista del cuerpo
la múltiple competencia de normas paralelas en beneficio de una sola norma; descompuesto por la enfermedad, en los siguientes versos:
después de la segunda guerra mundial se produce, simultáneamente con la
intensificación de la moda -por lo menos en Checoslovaquia-, la eliminación De las piernas cala sin cesar podrida carne,

de la diferencia entre la manera de vestir en las ciudades y en el campo, hasta que aparecieron los huesos muy desnudos;

y entre las distintas generaciones. La nivelización es compensada, por otro de costras se cubri6 toda su cara,

lado, por la rápida sucesión temporal de las normas dictadas por la mOda; y ciego se volvi6 para mayor miseria.4.2

no es necesario citar ejemplos, encontraremos muchos hojeando varios años Basta:comparar esta descripción con algunas descripciones ba­
de una revista de modas. El propio terreno de la moda comprende los fe­ rrocas auténticas, por ejemplo la de la Canción de la muerte de KoniáA,
nómenos extraartísticos, pero de vez en cuando se extiende también al citada por J. Vlcek (Dejiny éeské literatury [Historia de la literatura checa],
arte, en particular a algunas de sus ramas laterales, como el arte de salón o 11, 1, p. 56), para que quede claro que en el caso de las inscripciones de
de bulevar, y se manifiesta ante todo ejerciendo influencia sobre el con~ Albrechtice se trata de un anacronismo real del canon poético barroco en el
sumo; véase la popularidad de los cuadros con ciertos temas que forman momento en que se publicaba Mayo de Mácha, la obra más grande del
parte del amuebla miento standard (por ejemplo pinturas representando ra­ romanticismo checo. 43 En los primeros dos casos que acabamos de men­
mos de flores, etc.). Puede ocurrir incluso que lleguen a ser incluidas como cionar (el folklore checo y eslovaco) la longevidad de la norma es explica­
parte de cada vivienda normal algunas obras concretas, así por ejemplo ble por integración de la norma y de la función estética en el sistema fijo
hace algunos años podramos encontrar en muchos hogares la Crueifixi6n de todas las normas y diversas funciones típicas del folklore (véase más
de Max.41
abajo), mientras que el tercer caso (las inscripciones sepulcrales) se ex­
Hemos dicho más arriba que la fuente de la que surgen las nor­ plica, por lo visto, por la existencia de un género poético estancado, la poe­
mas estéticas, es el arte superior, desde el cual las normas penetran en los sía religiosa, arcaica ya en el momento de la creación de las inscripciones.
demás sectores de la esfera estética. Sin embargo, este proceso no es tan Hemos indicado ejemplos de anacronismos realmente evidentes
simple como si las normas se sustituyeran al mismo ritmo que, por ejemplo, en el mundo de las normas estéticas; tales casos son relativamente raros,
se suceden las olas que llegan a la costa sólo después de haberse roto la y posibles solamente bajo condiciones especiales. No obstante, la coexis­
precedente. Las normas que se hayan afincado muy fijamente en algún tencia en la esfera estética, a veces muy estrecha, de normas de diferentes
70
71
épocas, está al orden del día. Así, por ejemplo, observando la poesía checa
contemporánea encontramos en ella, aparte de la estructura que puede ser más adelante de la relación de la norma estética con las demás normas.)
denominada de posguerra (sabiendo por supuesto que se trata otra vez de Se impone la idea de que la jerarquía de los cánones estéticos está en rela­
un conglomerado de varios cánones diferentes, en parte ya considerablemente ción directa con la jerarquía de las clases sociales: la norma más reciente
petrificados), también el canon simbolista, el de Lumír,44 y en alguna parte que se encuentra en la cumbre, parece corresponder a la clase social su­
periférica, por ejemplo en la poesía para adolescentes, incluso el de Máj perior, e igualmente la siguiente graduación de las dos jerarquías parece ser
(Mayo, de Mácha), es decir, en total cuatro conjuntos de normas. También común, de manera que, sucesivamente, a cada capa socialmente inferior le
en otras artes podríamos comprobar en el momento actual varios cánones, debería corresponder el canon cada vez más bajo. Como esquema funda­
en la pintura, por ejemplo, todos con seguridad, comenzando por el im­ mental de contornos aproximados, esta idea tiene cierta justificación, pero
presionismo y terminando por el surrealismo. Una imagen aún más exacta no debe ser comprendida dogmáticamente, como una prefiguración incon­
que la creación en uno u otro arte, podría proporcionárnosla la estadística del dicional de la realidad.
consumo; por ejemplo, en cuanto a la literatura, las estadísticas extraídas Ante todo no debemos olvidar que para la relación entre la
de las bibliotecas públicas. La coexistencia de diferentes normas se mani­ morfología social y la norma estética no sólo es importante la división de la
fiesta también fuera del arte: asl, por ejemplo, es generalmente conocido sociedad en clases, es decir la estratificación vertical, sino también la di­
el hecho de que los objetos que son portadores de una función estética, visión horizontal, por ejemplo las diferencias de edad, sexo o profesión.46
como los muebles, la ropa, etc., suelen ser distinguidos en la producción y Todos los tipos de la división horizontal pueden incidir; as!, por ejemplo, la
en las tiendas no sólo según el material y la ejecución, sino también según diferencia generacional puede ser la causa de que los miembros de una
los diferentes gustos. misma clase social tengan el gusto diferente, pero que en cambio los miem­
En una misma colectividad existe, pues, simultáneamente, toda bros de clases distintas, pero pertenecientes a la misma generación, coincidan
una serie de cánones estéticos.li5 Los conocemos no sólo por la experiencia considerablemente en cuanto al gusto. Las diferencias generacionales son
objetiva, cuyos ejemplos han sido mencionados, sino también por la ex­ también foco de la mayor parte de las revoluciones estéticas, mediante las
periencia subjetiva. Del mismo modo que cada uno de nosotros es capaz cuales adquieren valor los nuevos cánones, o se trasladan de un medio social
de hablar en varias formaciones de una misma lengua, por ejemplo en va­ a otro. También es muy corriente la diferencia entre el gusto de las mujeres
rios dialectos sociales, entendemos subjetivamente también distintos cánones y el de los hombres, pudiendo ocurrir a veces que la acción estética de las
estéticos -el. los ejemplos de poesía mencionados-, aunque por lo ge­ mujeres tenga un carácter conservador en comparación con la de los hom­
neral sólo uno de ellos nos parece adecuado para nosotros, y forma parte
bres -así sucede por ejemplo en el medio folklórico- y otras veces, en
de nuestro gusto personal. Pero la coexistencia de varios cánones diferentes
cambio, las mujeres son portadoras del gusto progresista; véase el estudio de
en una sola colectividad, no es de ninguna manera pacífica: cada uno de
L. Schücking sobre la familia como factor en el desarrollo del gusto en la
ellos manifiesta la tendencia a ser el único canon, y a eliminar a los demás;
literatura inglesa del siglo XVIII, en el que se señala la parte de las mujeres
eso se deduce del hecho, mencionado más arriba, de que la norma estética
en la aparición de la novela sentimental (citado según la traducción rusa del
pretende tener una validez incondicional. Con una fuerza especial se ma­
libro La soci%gla del gusto literario, Leningrado 1928). Pero tampoco es
nifiesta la naturaleza expansiva de los cánones recientes respecto a los más
necesario que el gusto más reciente esté en relación con la capa superior.
antiguos. Esta exclusividad mutua pone en movimiento continuo a toda la
Así, por ejemplo, en la Austria de preguerra, y sobre todo en Rusia, la clase
esfera de lo estético. Con la intolerancia de los diferentes cánones está rela­
socialmente dominante era la aristocracia, pero el arte superior, del que salió
cionada también la circunstancia, señalada por G. Tarde (Les ¡ois de /'imita­
la renovación de la norma estética, era dominio de la burguesía.
tíon, París 1895, p. 375), según la cual las normas estéticas, igual que las
Al mismo tiempo, la relación entre la jerarquía estética y la je­
éticas, suelen tener a veces carácter negativo, es decir, están formuladas
rarquía social es irrefutable. Cada clase social, e incluso cada medio (por
como prohibiciones.
ejemplo el campo, la ciudad) tienen su propio canon estético, que pasa
Los distintos cánones se distinguen entre ellos, como ya hemos
a ser uno de sus rasgos más característicos. Cuando, por ejemplo, un indivi­
indicado, por su cronología relativa. Pero esta distinción no es únicamente
duo pasa de una clase baja a una más alta, se esfuerza generalmente ante
temporal, sino también cualitativa, puesto que cuanto más antiguo es el
todo por adquirir al menos los signos exteriores del gusto de aquella clase
canon, tanto más fácilmente se comprende, y tanta menos oposición se le en la que quiere ser incluido (el cambio, desde el punto de vista estético,
presenta. Por esto es posible hablar de una auténtica jerarqUía de cánones en cuanto a la manera de vestir, la vivienda, la conducta social, etc.). Puesto
estéticos, en la cumbre de la cual se encuentra el canon más reciente, el que el cambio del auténtico gusto personal es una cosa extremadamente
menos mecanizado y menos relacionado con otros tipos de normas; mientras dificil, este gusto espontáneo es uno de los criterios seguros, aunque a
que los cánones más antiguos, más mecanizados y más integrados con los veces ocultos, de la pertenencia original. Cada vez que en una colectividad
demás tipos de normas, se encuentran en la parte inferior de ella. (Trataremos determinada se manifiesta la tendencia a la eliminación de la jerarquía social,
esta tendencia se refleja también en la jerarquia de los gustos. Así, por
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ejemplo, el intenso desarrollo de los esfuerzos socialistas por la liquidación
de las clases en los últimos decenios del siglo XIX, fue conscientemente acom­ jerarquía social. Este proceso es muy complejo, porque ninguna de las capas
pañado por el desarrollo de la artesanía artística, la fundación de teatros po­ sociales es -por influencia de la estratificación horizontal- un medio homo­
pulares, y los intentos de educación artística. En el primer capítulo de este géneo, y por eso en una sola clase se pueden comprobar por lo general
estudio hemos mencionado la estrecha correlación entre el desarrollo de la varios cánones estéticos. Por ejemplo, la esfera de la clase social dominante
industria maquinista y la activación de la artesanía artística, pero al mismo no coincide generalmente con la esfera de la norma estética más reciente,
tiempo existía y se experimentaba la conexión con las tendencias del des­ ni siquiera cuando la norma estética proviene realmente de esta clase. Los
arrollo social. Ya el inspirador de los esfuerzos por la cultura estética portadores de la norma más reciente (en tanto que creadores artísticos
J. Ruskin consideraba sus esfuerzos como intentos de mejorar la sociedad y en tanto que público) pueden pertenecer a la juventud que está en la
(mejoramiento de la moral pública, etc.), y sus seguidores W. Morris y oposición -a veces no sólo estética- respecto a la generación adulta que
W. Crane eran de convicción socialista. En el 11 0 Congreso sobre Educación está realmente en el poder, y que sirve de modelo a las clases inferiores.
Artística, S. Waetzold pronunció un discurso en el que encontramos las Otras veces los portadores de la norma de vanguardia son individuos
siguientes palabras: «La nación está tan dividida, tanto socialmente como que han entrado en contacto con la clase dominante no por nacimiento,
en su vida espiritual, que entre una clase y otra apenas hay comprensión sino por educación, procediendo ellos mismos de capas inferiores, como por
alguna» - y confiaba que la educación artística conseguiría una nueva con­ ejemplo Mácha en la poesía checa, y unos decenios más tarde Neruda y Há­
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solidación social. Incluso aquellos propagadores de la educación artística lek.51 En los dos casos -trátese de la juventud contestataria o de indivi­
cuyo punto de vista no es socialista, manifiestan la opinión según la cual el duos pertenecientes a otras capas- en la clase dominante misma surge al
arte y la cultura estética en general deben servir de factores de unión social; principio una oposición contra la nueva norma y sólo después de la ate­
Langbehn, autor del escrito Rembrant als Erzieher, quiere transformar, si­ nuación de dicha oposición ésta puede convertirse en la norma de la clase
guiendo este camino, a la nobleza, la burguesía, y los campesinos alemanes realmente dominante. Y así podríamos seguir repasando, desde la óptica
en «eine Adelspartei im hOheren Sinne». Junto con el esfuerzo por liquidar, de la disposición de los cánones estéticos, también las demás clases. En
o al menos atenuar la jerarquización socia" va también el esfuerzo por todas el/as encontraríamos muchas complicaciones; pocas veces lograríamos
equilibrar el gusto, y esto al nivel más alto posible: la norma estética más encontrar un caso en el que el canon estético estuviese tan firmemente ligado
reciente, y por consiguiente la más alta, debe convertirse en la de todos. a una formación social determinada que tuviese, dentro de ella, una posi­
48 ción exclusiva o que no sobrepasase el marco de la misma. Un ejemplo del
La continuación de esta acción social y al mismo tiempo es­

tética, se produce en los comienzos de la revolución rusa, cuando la van­


caso en que el canon estético sobrepasa el medio en el que está arraigado,
guardia artística se une con la vanguardia social. 49 Sin embargo, en los
interviniendo en otro medio, está mencionado en el artículo de R. Jakobson
períOdos posteriores del cambio social ruso aparece el esfuerzo por encon­
y P. Bogatyriev, «Die Folklore als eine besondere Form des Schaffens»
trar el equivalente estético de la sociedad sin clases en la unificación del
(Donum natalicium Schriinen, 1929):52 en los cfrcu los cu Itos rusos de los
gusto sobre el nivel medio; sus síntomas son, por ejemplo, en la literatura
siglos. XVI y XVII se cultivaban tanto la literatura como el folklore literario,
el realismo socialista Como regreso al cliché poco refrescado de la novela
cuyo propio lugar de origen era, por supuesto, el campo. No obstante, a pesar
realista,50 es decir al canon más antiguo, ya en considerable declive; y en la
de esta complejidad, el esquema del descenso de la norma estética caducada
arquitectura el clasicismo de compromiso. La relación entre la organización
en los eslabones de la jerarquía estética y socia" sigue siendo válido.
social y la esfera de normas estéticas no está, pues, estancada y unívoca ni
Pero descendiendo así, la norma no pierde su valor de manera
siquiera en el sentido de que a una determinada tendencia social, por ejemplo
real e irreparable, puesto que por lo general no se trata, por parte de la
al esfuerzo por liquidar las diferencias de clase, tenga que corresponderle
capa inferior, de adoptarla pasivamente, sino de recrearla activamente a la
siempre y en todas las circunstancias la misma reacción en la esfera estética:
vista de la tradición estética del medio dado y del conjunto total de todos
unas veces el intento de igualar los cánones se efectúa al nivel más alto, otras
los tipos de normas válidas para este medio. Sucede también a veces que
veces se trata de la aceptación general del promedio, y en otras ocasiones
el canon que había descendido ya a la periferia más baja, se eleva repen­
se propone finalmente (véase la nota sobre Tolstoi) la generalización en el
tinamente hasta el mismo foco de los procesos estéticos, y se convierte
sentido de la arcaización de la norma estética del nivel más bajo.
-en su aspecto transformado, por supuesto- otra vez en una norma joven
La conexión entre la organización social y la evolución de la y actual. Es un proceso frecuente sobre todo en el arte actual: ejemplos de
norma estética es, evidentemente, indiscutible, igual que el esquema del ello se indican en el estudio «Contradicciones dialécticas en el arte moderno»
paralelismo mutuo entre las dos jerarquías tiene su justificación; sólo enton­ (Listy pro umení a kritiku [Revista para el arte y la crítica], 1935). En este
ces es incorrecto, cuando está concebido Como una necesidad automática, sentido podemos hablar, pues, de la circulación de las normas estéticas.
y no como mera base de variantes evolutivas. Por regla general, al envejecer Existe, sin embargo, otro punto importante, que no debe ser ol­
Y estancarse, las normas estéticas descienden también en la escala de la vidado en un estudio sociológico de la norma estética. Es la relación entre
la norma estética y las demás normas. Hasta ahora hemos procedido, en
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nuestras reflexiones, de manera que podía parecer que la norma estética en­
traba sola en contacto con la colectividad, sin que se tuviese en conside­ únicamente para la clase social culturalmente dominante, creadora de los
ración el contexto dentro del cual actúa, es decir, sin tener en cuenta el valores y las normas culturales, por otro lado aquel que corresponde al medio
volumen total de todos los tipos de normas, reconocidas en la colectividad social portador de la cultura folklórica. Respecto a la cuestión que nos in­
dada como criterios de valores más variados. Este procedimiento fue adop­ teresa, son medios realmente contradictorios.
tado como una limitación metódica con el fin de simplificar la explicación. El medio en que se constituyen las normas, permite necesaria­
En realidad no existe una barrera hermética entre la norma estética y las de­ mente que la relación entre ellas sea relativamente libre, puesto que es la
más normas. Gracias a la proximidad mutua entre ellas, son característicos libertad la que hace posible el movimiento evolutivo intenso de las distintas
los casos en los que la norma estética se convierte en otra norma, y al revés. normas. Aquí la norma estética alcanza más fácilmente una autonomía que
Asr, la norma ética, realizada en una obra novelesca por la contradicción la aísla de las demás normas. Con la autonomia de la norma estética, está
entre el héroe bueno y el malo, se convierte -como parte de la estructura asimismo relacionado en este medio el derecho del autor, reconocido en
poética- en una norma estética, y con el tiempo se transforma en un cliché una medida considerable por la sociedad, de deformar, en la esfera del arte,
que ya no tiene nada que ver con el valor ético auténtico, y puede ser también otras normas además de la estética (por ejemplo las normas éticas),
concebido hasta como cómico. En la actual arquitectura funcional, que mientras éstas funcionen en tanto que componentes de la estructura ar­
rechaza cualquier criterio estético, las normas prácticas (por ejemplo las tística, es decir estéticamente; por esto también el llamado arte de bulevar,
higiénicas, etc.) llegan a ser, en cuanto se integran en la obra y a veces a sea poético, sea plástico, suele emplear la función estética para ocultar otras
pesar de la voluntad del arquitecto, al mismo tiempo normas estética. Es funciones, no toleradas por la sociedad. Al liberarse la función estética de
Posible indicar también casos contrarios de normas estéticas convirtiéndose la unión con las demás funciones, es natural que la norma estética evolucione
en normas extraestéticas; así, un fenómeno lingüístico insólito (por ejemplo rápidamente, sufriendo cambios violentos. En cambio, en el medio que
una inversión del orden de las palabras, o un grupo de palabras lexicalizado) es portador de una cultura folklórica realmente inalterada (como por ejem­
surgido en una obra poética por razones estéticas, puede pasar más tarde al plo en nuestro país el medio rural de la Rusia Transcarpática), los diferentes
lenguaje no poético, comunicativo, y llegar a formar parte de la norma lin­ tipos de normas están muy estrechamente ligados constituyendo una es­
güística comunicativa. Algunas deformaciones del orden de las palabras utili­ tructura coherente, de acuerdo con las observaciones de la investigación
zadas por Mal/armé, se convirtieron con el tiempo en recursos estilísticos etnográfica moderna basada en las tesis de Lévy-Brühl, Durkheim y otros
del lenguaje escrito no poético, tal como lo testimonia la frase del poeta Coc­ autores (el. el trabajo del etnógrafo ruso P. Bogatyriev, basado precisa­
teau (Le Seeret prolessionel): «Stéphan Mal/armé influye actualmente sobre mente en un material recogido en la Rusia Transcarpática). Gracias a esta
el estilo de la prensa diaria, sin que los periodistas se den cuenta de el/o».l\3 unión, la norma estética es mucho menos variable en el medio folklórico que
Los estrechos contactos entre la norma estética y las demás nor­ en otros medios, y a veces se mantiene sin cambios fundamentales durante
mas, hacen posible su inclusión en la esfera total de las normas. Por eso, siglos enteros. Algunos etnógrafos dedujeron de este hecho hasta una tesis
al tratar la relación entre la norma estética y la organización social, no exagerada, según la cual «el pueblo no produce, sino que sólo reproduce».
debemos omitir la circunstancia de que no se trata de un contacto entre dos Lo correcto de esta afirmación -en lo que se refiere a la norma- es la obser­
fenómenos aislados (es decir, entre la norma estética y un determinado vación de que el medio folklórico no crea su norma, sino que la adopta
componente de la colectividad), sino que se establece una relación mutua de la esfera estética -particularmente del arte- de la clase dominante. Ésta
entre dos sistemas enteros: la esfera -o, mejor dicho, la estructura- de no es, no obstante, una razón suficiente para negarle la originalidad estética
las normas, y la estructura de la sociedad, para la cual las normas dadas a la producción popular. Al contrario, la etnografía moderna ha demostrado
constituyen el contenido de la consciencia colectiva. El modo como la que la diferencia entre el folklore auténtico y la producción industrializada
norma estética esté relacionada con las demás normas e incluida en su de objetos de folklore (la industria de arte popular) consiste precisamente en
estructura total, determina asf, en una medida considerable, también su re­ el hecho de que la producción industrial está esquematizada, mientras que la
lación con las demás formaciones sociales. Estudiando la sociología de la creación popular auténtica (por ejemplo los huevos de pascua, los borda­
norma estética, hace falta plantearse dos cuestiones: la primera de ellas se dos) es infinitamente variada y matizada. Pero esta variedad tiene el carácter
refiere a la estrecha relación de la norma estética con las demás normas; de mera variante de la norma, y no de su violación continua. La inmovilidad
la segunda a su posición, de subordinación o de superioridad, en el conjunto de la norma estética en el folklore está originada, como ya hemos dicho, por
de todas ellas. Las respuestas serán diferentes según los distintos medios su integración en el sistema global de normas: en el medio folklórico, la
sociales. Comenzaremos aclarando la primera de ellas, referente a la inten­ unión mutua entre las normas es tan estrecha, que una estorba el movimiento
sidad de la integración de la norma estética entre las demás normas; como de la otra. 54 Con esto, el medio folklórico se diferencia claramente de otros
ejemplo opondremos entre si dos tipos de contextos de normas, correspon­ medios, particularmente de aquel que es creador de las normas y los valo­
dientes a dos medios sociales diferentes; por un lado el contexto válido res culturales y del que tratamos más arriba. Está claro que esta diferencia
tiene un alcance considerable para la característica de las dos formaciones
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sociales mencionadas, y que la cuestión de la unión mutua de diferentes
tipos de normas es importante también para la sociología de la norma esté­ las utilitarias (<<representar las cosas útiles»), y en parte también las emocio­
tica. nales (<<manera pura y conmovedora»). Es en la lírica popular urbana donde
No obstante, más arriba hemos mencionado otra cuestión im­ el aspecto emocional alcanza claro predominio sobre el aspecto estético:
portante para la valoración sociológica de la relación entre la norma estética «Maria no canta que Pepe la quiere y que dentro de un año celebrarán una
y de las demás normas. Se trata de saber si en un medio social dado, la boda, sino que el Pepe de los ojos azules está andando detrás de otra.
norma estética tiende a dominar a las demás normas o si, al contrario, mani­ Fregando el suelo, Anna no canta que quiere dar un paseo por Stromovka,
fiesta una tendencia a la subordinación dentro del sistema total de normas. sino que desea estar nada más ni nada menos que en una tumba oscura ...
También aquí emplearemos como ejemplo la confrontación de dos medios, En el fondo María no es un ser profundamente melancólico; al contrario,
esta vez del medio culturalmente dominante (el mismo que en el ejemplo parece más bien que es dicharachera y chismosa. Entonces, cuando quiere
precedente) con el medio popular no folklórico, es decir con el medio popu­ elevarse a esferas más altas (en lo que consiste, al fin y al cabo, la tarea
lar urbano, tal como había cristalizado en nuestro país simultáneamente con más importante de la poesla y de la música), se eleva a la esfera de senti­
el desarrollo de las ciudades, sobre todo las grandes, en la primera mitad mientos tristes y desconsoladores: por nada se siente tan ennoblecida como
del siglo pasado. Desde el punto de vista de la unión de diferentes tipos de por la perspectiva de verse pronto en un ataúd con una corona de flores
normas, estos dos medios no se distinguen fundamentalmente uno del otro: sobre la cabeza» (K. Capek, Plsne lidu prazského (Canciones del pueblo
en los dos, la relación de las normas es mucho más libre que en el folklore. praguense], Marsyas). La excitación emocional, no como reacción inme­
En cambio, se diferencian en cuanto a la inserción jerárqUica de la norma diata a la realidad, sino como pura función del objeto, es decir de la can­
estética. En el medio culturalmente dominante -al menos en el actual, tal ción cantada, domina, pues, en la poesía popular de las ciudades; y la norma
como lo conocemos por nuestra propia experiencia la norma estética ad­ emocional prevalece en ella sobre la norma estética: cuanto más conmo­
quiere con mucha facilidad la supremacía sobre las demás, por ejemplo las vedora la canción, tanto más valor tiene. Para la diferencia entre la jerar­
fluctuaciones del arte-por-el-arte que, comenzando por el siglo pasado, apa­ quía de las normas en la poesía popular y en la poesía superior, es carac­
recían insistentemente en las corrientes artísticas más variadas (por ejemplo terística la transformación que se produce en cuanto la forma de la poesía
en la literatura francesa del períOdo realista en la obra de Flaubert, y al poco popular de la ciudad penetra en la poesía escrita: su norma emocional
tiempo en las obras de los simbolistas), y las fluctuaciones paralelas del cambia inmediatamente de substancia y se convierte en estética (ef. el artículo
panesteticismo fuera del arte. Se trata natura/mente de una mera tendencia sobre Vltezslav Hálek en Slovo a slovesnost 1, 1935). La diferencia entre la
a la Supremacía de /a función estética, no de un predominio real y duradero. supremacía de la función estética y su subordinación, corresponde, pues,
Al contrario, a veces se levanta una resistencia contra el predominio de a la diferencia social entre la capa que es el propio portador de los procesos
la función estética, resistencia que precisamente por su intensidad da tes­ culturales y la capa popular urbana.
timonio de la fuerza de la tendencia contra la que se opone. En cambio, Acabamos de aclarar, en rasgos generales, la sociología de la
en la capa popular prevalecen por lo general otras normas sobre la función norma estética. Resulta que la manera de abordar el problema de la norma
Y la norma estética, incluso en creaciones que pUeden ser consideradas estética desde el punto de vista sociológico no es sólo una de las formas
como arte: la norma Suprema de «la más modesta de las artes» (término posibles, o incluso laterales, sino que se trata, junto con el aspecto noético
de J. Capek) no es la norma estética. Acerca del arte popular plástico escribió del problema, de una necesidad fundamental, puesto que posibilita averiguar
J. Capek con razón Mal/N z lidu [Pintores del pueblo], en el libro Nejs­ en detalle la contradicción dialéctica entre la variabilidad y la multiplicidad
kromnejs/ umenl (La más modesta de las artes]), comparándolo con el de la norma estética y su pretensión de invariabilidad incondicional. Hemos
arte superior: «Las grandes estatuas y cuadros reclaman nuestra admira­ señalado además que, teniendo su fuente en el arte de aquella clase social
ción, expresando de manera suprema la belleza y el pOder del mundo y de que es portadora de los procesos culturales, las normas estéticas se renuevan
la vida. El arte más modesto, del que quiero hablar, os invoca también: continuamente: las más antiguas descienden por lo general sobre la escala
quiere representar de manera pura las cosas útiles, necesarias para el hombre; de la jerarquía social y frecuentemente, habiendo bajado hasta el nivel más
está impregnado de la devoción al trabajo y a la vida, y entre el uno y la bajo, vuelven a elevarse repentinamente penetrando en el arte de la clase
otra conoce también las obligaciones y las alegrías; no se propone metas culturalmente dominante. Esto, por supuesto, no es más que un esquema
altas, sino que realiza su modestia de manera pura y conmovedora, y esto general, complicado en el proceso real tanto por las influencias de la es­
ya es un mérito considerable. Guiere ser sólo un intermediario entre las cosas tratificación horizontal de la sociedad, como por la variabilidad de la rela­
de uso cotidiano, y el hombre; y su lenguaje, aunque pObre y poco pre­ ción entre la norma estética y las demás normas, variabilidad que depende
tencioso, está dotado de rara graciosidad y de fervor silencioso, es natural de la solidez de la unión recíproca entre los diversos tipos de normas y de su
y auténtico». Es evidente que sobre la norma y la función estética preva­ jerarquización. El propio esquema general, y aún más sus complicaciones,
lecen, en el arte popular no folklórico, otras funciones y normas, en particular dan testimonio del hecho de que la norma estética no debe ser concebida
como una regla que funcione a priori, y que no puede medir con la exactitud
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de una máquina las condiciones óptimas del placer estético, sino que es
una energía viva, que con toda la multiformidad de sus manifestaciones La problemática del valor estético tiene que ser investigada,
-y precisamente mediante esta multiformidad - organiza la esfera de los pues, en sí misma. Su problema fundamental consiste en la validez y el
fenómenos estéticos y determina la dirección de su proceso. Por otro lado, alcance de la valoración estética. Partiendo de ella, se nos abre el camino
aunque la posibilidad de que haya una norma estética válida generalmente hacia dos lados: hacia la investigación de la variabilidad del acto concreto
y a priori sea ilusoria -puesto que los principios antropológicos del ritmo, de la valoración, y hacia la averiguación de los requisitos noéticos de la vali­
de la simetría, etc., a pesar de la gran importancia que tienen para la noética dez objetiva (es decir, independiente del receptor) del juicio estético.
de la norma estética, no son normas estéticas ideales- resulta que la norma Centrémonos en primer lugar en la variabilidad de la valoración
estética existe y actúa realmente, y que el reconocimiento de su variabilidad estética actual. Enseguida nos encontramos plenamente en el ámbito de la
no implica de ninguna manera el no reconocimiento de su importancia, o sociologia del arte. Ante todo, la obra artística misma no es, de ninguna
incluso la negación de su existencia. manera, un ente permanente: con cada cambio en el tiempo, en el espacio
o en el medio social, varía la tradición artlstica actual, a través de cuyo
3 prisma está percibida la obra; y bajo la influencia de estas variaciones cam­
bia también el objeto estético que corresponde, en la consciencia de loa
miembros de una colectividad determinada, al artefacto material, es decir
Después de la función y la norma estética, nos ocuparemolil
del valor estético. A primera vista podría parecer que la problemática del a la creación del artista. En consecuencia, aunque una obra determinada
valor estético se ha agotado en lo tratado sobre la función estética, es decir esté valorada positivamente en dos épocas diferentes, el objeto de la valo­
sobre la fuerza que crea el valor, y sobre la norma estética que es la regla ración resulta ser cada vez otro objeto estético, es decir, en cierto sentido
con la que se le mide. Pero ya en los dos capltulos precedentes hemos otra obra de arte. Es natural que, variando de esta manera el objeto estético,
señalado que: 1) La esfera de la función estética es más amplia que la esfera cambie también con frecuencia el valor estético. A menudo se observa
del valor estético en el sentido estricto de la palabra, ya que en los casos en la historia del arte cómo el valor de una obra determinada se convierte,
en que la función estética sólo acompaña a otra función, la cuestión del con el transcurso del tiempo, de positivo en negativo, de superior o excep­
valor estético, al estimar la acción o el objeto dado, es también sólo secun­ cional en mediano, y viceversa. Es muy frecuente el esquema de un ascenso
daria. 2) El cumplimiento de la norma no es una condición indispensable repentino, seguido de un descenso y de otro ascenso, pero esta vez al­
del valor estético, particularmente allí donde este valor predomina sobre canzando ya otro grado de valor estético (ef. nuestra monogratra sobre el
los demás, es decir en el arte. De esto se desprende que el arte es la esfera libro de Polák, Vznesenost pfírody [La dignidad de la naturaleza], en Cua­
propia del valor estético, puesto que representa la esfera privilegiada de fenó­ dernos filológicos, Academia checa, X, Praga 1934). En cambio, hay obras ar­
menos estéticos. Mientras fuera del arte el valor está subordinado a la tísticas que se mantienen durante mucho tiempo, sin ningún descenso, a
norma, aquí la norma está subordinada al valor: fuera del arte, el cumpli­ nivel alto; son los llamados valores «eternos», como por ejemplo en la poe­
miento de la norma es sinónimo del valor; en el arte la norma es violada con sía los poemas de Homero, valorados a partir del Renacimiento; en el arte
frecuencia, y aún cuando es mantenida, su cumplimiento es un recurso, no dramático las obras de Shakespeare o de Moliere, en la pintura las obras de
un objetivo. El cumplimiento de la norma produce el placer estético; sin em­ Rafael o de Rubens. Aunque cada época vea estas obras de otra manera
bargo, el valor estético puede contener, al lado del placer, también fuertes -lo que demuestra a las claras la evolución de la concepción escénica de
elementos de desagrado, sin que su integridad se vea afectada por ello; véase las obras de Shakespeare- estas obras ocupan siempre, o casi siempre, el lu­
F. W. J. v. Schelling, Sehriften sur Philosophie der Kunst, Leipzig 1911, gar más elevado en la escala de valores estéticos. No obstante, sería un
p. 7: «In dem wahren Kunstwerk gibt es keine einzelne Schonheit, nur das error comprenderlo como invariabilidad. En primer lugar, es probable que
Ganze ist shOm>.55 La aplicación de la norma estética subordina un caso una observación más detallada haga aparecer, aún en esos casos, oscilacio­
individual a la regla general y concierne a un solo aspecto del objeto, su fun­ nes, a veces incluso considerables; y en segundo lugar, el concepto de
ción estética, que no tiene que ser necesariamente dominante. En cambio, valor estético, aunque éste sea culminante, no es unívoco: hay diferencias
la valoración estética estima el fenómeno en toda su complejidad, puesto entre las obras cuyo valor sentimos como «vivo» o «histórico», o «represen­
que todas las funciones y valores extraestéticos se conciben como com­ tativo» o «escolar» o «exclusivo» o «popular», etc. Con todos estos ma­
ponentes del valor estético (ef. nuestro artículo Básnieké dilo jako soubor tices, alternándose progresivamente, o realizándose simultáneamente varios
hodnot. Jízdní fád líteratury a poezie [La obra poética como conjunto de de ellos,56 la obra artística puede permanecer siempre entre Jos valores
valores. Planificación de la literatura y la poesía], en nuestra edición, pá­ «eternos», y esta permanencia no será un estado, sino -igual que en el caso
ginas 187 y ss.) por esto mismo la valoración estética concibe la obra de de las obras que se mueven en la escala- un proceso.
arte como un conjunto (una unidad) cerrado y actúa de manera individua­ El valor estético es, pues, variable en todos sus grados, siendo
lizante; el valor estético en el arte se manifiesta como único e irrepetible. imposible que se quede en una inmovilidad pasiva. Los valores «eternos»
cambian y se transforman en parte más lentamente, en parte de manera me­
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nos perceptible que aquellos que están a niveles inferiores. Pero ni siquiera aquello que es tan valioso, por ser extremadamente auténtico, en el proceso
el ideal mismo de la durabilidad invariable del valor estético, independiente mismo de su desaparición».
de las influencias del exterior, no es en todas las épocas y en todas las cir­ La variabilidad del valor estético no es, pues, un mero fenómeno
cunstancias el más alto y el único deseable. Incluso, además del arte creado secundario que se desprende de la «imperfección» de la creación y la per­
con la intención de que su duración y su validez sean lo más prolongadas cepción artísticas, de la incapacidad humana para alcanzar el ideat sino que
posibles, existe también el arte determinado, ya por la intención del artista, pertenece a la esencia misma del valor estético, que no es un estado (ergon) ,
a una validez pasajera, es decir, creado para el «consumo». Así, por ejem­ sino un proceso (energeia).59 Por eso, aún sin cambios en el tiempo y el
plo, en la poesía son las obras «ocasionales» o los criptogramas, creados por espacio, el valor estético aparece como un proceso multiforme y complejo,
el artista para un estrecho circulo de amigos, o las obras-testimonio que cuyas manifestaciones son, por ejemplo, los desacuerdos en las opiniones
dependen temáticamente del conocimiento de determinadas circunstancias, de los criticos acerca de las obras recién creadas, la inestabilidad de los gus­
conocidas sólo en la época dada, o por un círculo limitado de personas. En tos en el mercado artlstico y del libro, etc.; también desde este punto de
el arte plástico la pretensión a la durabilidad de un determinado valor artístico vista puede servirnos de ejemplo la época actual, con cambios rápidos de
se manifiesta frecuentemente por la elección del material. Por ejemplo, una gustos artísticos que se manifiestan por ejemplo en una desvalorización sú­
escultura de cera nace evidentemente con distintas pretensiones de durabi­ bita de obras poéticas en el mercado del libro, en la aparición y desaparición
lidad que la de mármol o bronce; un mosaico nace con otra intención, en rápida de valores en el mercado del arte plástico, etc. Todo esto es, natural­
cuanto a la duración ilimitada de la obra y del valor, que una acuarela, etc. mente, sólo una película acelerada del proceso que se desarrolla en todas
El arte de «consumo» está, pues, en continua oposición al arte «duradero».57 las épocas. Las razones de esta dinámica son, como ha señalado Karel
No obstante, hay períodos en los que los artistas dan preferencia a un efecto Teige en su libro Jarmark umeni [La feria del arte] (Praga 1936), sociales:
a corto plazo, pero intenso, en lugar de un efecto que crezca paulatinamente la relación libre entre el artista y el consumidor (el cliente), entre el arte y la
sociedad. Pero también en épocas anteriores el proceso del valor estético
y llegue a ser duradero. Como ejemplo sugestivo puede servir el arte actual.
reaccionaba siempre vivamente frente a la dinámica de las relaciones socia­
El período del simbolismo continuaba aun buscando el valor duradero,
les, siendo al mismo tiempo predeterminado por ella, e interviniendo en ella
independiente de los cambios del gusto y de los receptores ocasionales.
de manera retroactiva.
El deseo de conseguir una obra «absoluta» hizo fracasar a Mallarmé;5S nues­
La sociedad crea instituciones y órganos mediante los cuales
tro Brezina (cf. nota 18.2) expresa en una ocasión la convicción de que es
influyen sobre el valor estético, regulando la valoración de las obras de
posible encontrar «una formación métrica tan elaborada que no haya otra
arte. Son por ejemplo la crítica, el peritaje artístico, la educación artística
más perfecta» (véase nuestra Introducción a la edición de Hartl de los (incluyendo en ella las escuelas artísticas y las instituciones cuyo objetivo
talmy [Salmos] de Hlavácek, Praga 1934, p. 12). Comparemos esto con es la educación de la percepción pasiva), el mercado de las obras de arte
la declaración de un artista actual, A. Breton (Point du jour, París, p. 200): y sus medios publicitarios, las encuestas sobre las obras de más valor, las
«Picasso es, a mi modo de ver, tan grande, sólo porque le ha mantenido sin exposiciones artísticas, los museos, las bibliotecas públicas, los concursos,
cesar en una postura defensiva frente a las cosas del mundo exterior, in­ los premios, las academias, y a veces incluso la censura. Cada una de estas
cluyendo aquel/as que había creado él mismo; porque estas creaciones no instituciones tiene sus tareas específicas y puede tener también otros obje­
eran para él nada más que meros momentos de su contacto con el mundo. tivos además de la influencia sobre el estado y la evolución de la valoración
Buscaba la transitoriedad y lo efímero en sí mismo, al contrario de los artistas estética (así por ejemplO los museos tienen por tarea reunir el material para
que perseguían orgullo y satisfacción. En el transcurso de 20 años se han la investigación científica, etc.) y esta otra tarea puede ser a veces la prin­
vuelto amarillos los recortes de periódos (pegados sobre sus cuadros), cipal (por ejemplo, en el caso de la censura, la regulación de las funciones
cuya tinta de imprenta, antaño tan fresca, contribuyó considerablemente a extraestéticas de la obra en el interés del Estado y del régimen social y
la insolencia de aquellos magníficos papiers collés del año 1913. La luz ha moral en el poder); a pesar de esto, todas toman parte en la influencia sobre
desteñido los grandes recortes azul y rosa, y la maliciosa humedad los ha el valor estético, y al mismo tiempo son exponentes de unas tendencias
torcido. Y está bien. Las maravillosas guitarras, pegadas de tablillas finas, sociales determinadas. Así, por ejemplo, el juicio del crítico es interpretado
auténticos puentes de la casualidad, construidos una y otra vez, día a día, unas veces como búsqueda de valores estéticos objetivos, otras como manifes­
por encima de una corriente de canto, no han soportado la frenética carrera tación de la relación personal del crítico respecto a la obra juzgada, otras como
del cantante. Pero todo esto ocurre de manera como si Picasso hubiera popularización de obras artísticas nuevas, difícilmente comprensibles para
contado con este empobrecimiento, con este agotamiento, esta descompo­ los profanos, y otras como propaganda de una corriente artística determi­
sición. Como si quisiera rendirse de antemano en la lucha cuyo resultado nada: todos éstos son componentes de una actividad crítica, prevaleciendo
es evidente, pero en la cual combaten, a pesar de todo, las creaciones de la siempre uno de ellos en cada caso concreto. Pero ante todo un crítico es
mano del hombre contra los elementos, para lograr con su condescendencia siempre o portavoz, o, al contrario, detractor, y en algunos casos disidente

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de una formación social determinada (clase, medio, etc.). Ame Novákoo propia estructura artística (ef. la tradición actual, bajo cuyo ángulo se va­
mostró muy bien, en su conferencia sobre la historia de la critica checa, pro­ lora cada obra), y por otro por el movimiento y los cambios de la estructura
nunciada en el Círculo Lingüistico de Praga (abril 1936), que, por ejemplo, de la convivencia social. El puesto de la obra artistica en un grado de
la critica negativa del poema Mayo de Mácha, hecha por Chmelensky,61 no la escala del valor estético, y su permanencia en el mismo; en algunos
es sólo una manifestación de un casual desagrada personal del critico res­ casos el cambio de su situación o incluso su exclusión absoluta del sistema
pecto a la obra de Mácha, sino que, al mismo tiempo y principalmente, del valor estético, dependen de otros factores más que de las propiedades de
-en el contexto de la actividad critica de Chmelensky y de sus opiniones teó­ la propia creación material del artista, que es la única que permanece, que
ricas sobre el papel de la crltica- corresponde a los esfuerzos de un reducido pasa de una época a otra, de un lugar a otro, de un medio social a otro. No
medio literario de entonces por impedir la afluencia de valores estéticos es posible hablar de relatividad, puesto que para la persona que valora,
inusitados que pudieran corroer el gusto y la ideo logia de aquel medio. Como situada en un punto determinado del tiempo y el espacio, y dentro de un
mostró Ame Novák en la conferencia mencionada, es característico de medio social concreto, cual o tal valor de una obra dada aparecen como una
aquel momento, o un poco más tarde, un aumento de los lectores no sólo cualidad necesaria y permanente.
en número, sino en cuanto a difusión en las distintas capas sociales. No obstante, ¿hemos solucionado -o mejor dicho eliminado-
El proceso de la valoración estética está, pues, relacionado con el problema de la objetividad del valor estético añadido a una obra material?
la evolución social, y su investigación constituye un capítulo de la sociología Este problema, abordado durante siglos, tanto desde el punto de vista meta­
del arte. Por lo demás, no debemos olvidar el hecho, mencionado ya en el físico como apoyándose en la constitución antropológica del hombre o con­
capítulo precedente, de que en una sociedad determinada no existe un solo cibiendo la obra como una expresión singular, y por lo tanto definitiva,
arte poético, plástico, etc., sino que se dan siempre varios simultáneamente ¿carecerá de cualquier validez o permanencia? Aún reconociendo la variabili­
(por ejemplo el arte de vanguardia, el arte oficial, el arte de bulevar, el arte dad de la valoración estética, existen fenómenos que prueban que este
popular urbano, etc.) Y que, por consiguiente, existen también varias escalas problema sigue siendo vigente. ¿Cómo explicar, por ejemplo, el hecho de
de valor estético. Cada una de estas formaciones tiene su vida propia, que entre obras de la misma corriente artística, e incluso del mismo artista,
entrecruzándose y penetrándose a veces mutuamente. Un valor que había es decir, entre creaciones surgidas aproximadamente dentro del mismo estado
perdida la validez dentro de alguna de ellas, puede pasar, descendiendo o as­ de la estructura artística y bajo las mismas condiciones sociales, haya algu­
cendiendo, a otra formación. Puesto que dicha estratificación corresponde nas que parecen tener, con toda evidencia, más valor que otras? Es igual­
a la estratificación social, aunque no siempre directa y exactamente, la mente evidente que entre una valoración entusiástica mente positiva y otra
variedad de las capas en el arte contribuye al complejo proceso de creación violentamente negativa no hay un abismo tan profundo como entre estas
y transformación de valores. dos valoraciones por un lado y la indiferencia por otro; suele suceder in­
Finalmente, hace falta añadir que el carácter colectivo e incon­ cluso que el elogio y la reprobación se encuentren simultáneamente dentro
dicional de la valoración estética se refleja también en los juicios estéticos de la valoración de una sola obra. ¿No será esto un indicio del hecho de
individuales. Las pruebas son múltiples: así, por ejemplo, las encuestas rea­ que la concentración de la atención -sea aprobatoria, sea refutante- sobre
lizadas por algunas editoriales han comprobado que en la mayoría de los una obra determinada puede basarse, por lo menos en algunos casos, en
casos los lectores deciden comprar un libro no en base a los juicios de la un valor estético objetivamente superior? ¿Cómo comprender, si no es ad­
critica profesional, que parecen expresar demasiado el gusto individual de mitiendo la existencia de un valor estético objetivo, el hecho de que una
los propios críticos, sino atendiéndose a las recomendaciones de amigos obra de arte pueda ser considerada como valor estético positivo aún por
pertenecientes a la misma comunidad de lectores que el comprador (véase aquellos críticos que desde otro punto de vista tienen una postura de re­
L. Schücking, Die Soziologie der literarisehen Gesehmaeksbildung, Leipzig chazo violento respecto a ella, como sucedió por ejemplo cuando la crítica
y Berlin 1931, p. 51); es conocida también la autoridad de las encuestas que checa contemporánea aceptó el poema Ma¡ de Mácha? La historia del arte,
se hacen anualmente a los lectores; los coleccionistas de obras de arte aunque su metodología trate de reducir, dentro de lo posible, la participación
plástico se deciden a veces por una obra determinada únicamente porque de la valoración a valores históricamente explicables (ef. el libro de Polák,
el nombre de su autor es al mismo tiempo una etiqueta de un valor gene­ Vznesenost pfírody, pp. 6 y ss.), choca, a pesar de esto, con el problema
ralmente reconocido; así se explica el esfuerzo de los comerciantes por crear del valor que posee una obra independientemente de sus aspectos históricos;
estos nombres-valores (K. Teige, Jarmark umení [La feria del arte], pp. 28 se puede afirmar incluso que la existencia de este problema la prueban
y siguientes) y también la importancia que tienen los expertos, cuyo papel precisamente los intentos continuos de limitar la influencia del mismo sobre
consiste en identificar a los autores de las obras y en juzgar la autenticidad la investigación histórica. Finalmente, es necesario recordar que cada intento
de las mismas (M. J. Friedliinder, Der Kunstkenner, Berlín 1920). para imponer un nuevo valor estético en el arte, igual que cada contraataque
El valor estético ha resultado, pues, ser un proceso cuyo movi­ contra aquél, se organizan en nombre del valor objetivo y duradero; sola­
miento está determinado por un lado por la evolución inmanente en la mente la suposición de la existencia de un valor estético objetivo puede ex­

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plicar el hecho de que «un gran artista no pueda comprender que la vida instintivamente, y su comprobación indirecta es posible sólo después de
podría ser expresada o la belleza formulada por otros medios que los que una confrontación de juicios de muchos períodos y medios. De todos mo­
él había elegido» (O. Wilde, The Critíc As Artist). dos, mucho más importante que las reglas es la cuestión fundamental de si
El problema de un valor estético objetivo, independiente de las el valor estético objetivo es una realidad o una apariencia ilusoria.
influencias exteriores, no puede ser, pues, soslayado. Sin embargo, hace El punto de partida que se nos ofrece para responder a esta
falta prepararse para abordar su solución analizando cuidadosamente el pregunta es el carácter de signo (semiológico) del arte, mencionado más
concepto «valor estético objetivo». No cabe duda de que el arte creado arriba.e! En primer lugar hace falta una explicación concisa de lo que es la
por el hombre para el hombre no puede crear valores independientes del esencia del signo en general. La definición corriente es la siguiente: un
hombre (en cuanto a las manifestaciones de la función estética fuera del signo es algo que substituye una cosa y se refiere a ella.63 ¿Con qué finalidad
arte, hemos señalado en el capítulo precedente que el efecto estético no se emplea el signo? Su función más característica es la de servir para la
puede ser considerado como una característica duradera de las cosas). El comunicación entre los individuos en tanto que miembros de la misma co­
punto de partida elegido por ejemplo por la filosofía escolástica (cf. J. Ma­ munidad; ésta es sobre todo la finalidad del lenguaje, el conjunto de signos
ritain, Art et scolastique, París 1927, pp. 43 y ss.) y que repercute en la más desarrollado y completo. No obstante, hace falta señalar que aparte
obra de Wilde, consiste en la distinción entre el ideal invariable de la belleza de la función comunicativa, el signo puede tener también otras funciones;
y sus realizaciones variables, y puede parecer válido sólo mientras se deduce así por ejemplo el dinero es un signo que reemplaza otras realidades en
de todo el sistema metafísico; fuera de él tiene el valor dudoso de una salida función de valores económicos; pero su objetivo no es la comunicación, sino
por necesidad. No queriendo incurrir en el error de confundir la noética la facilitación de la circulación de mercancia. El mundo de los signos co­
con la metafísica, podríamos tener en cuenta -igual que lo hemos hecho municativos es, no obstante, enormemente extenso: cualquier hecho puede
tratando de la norma estética- la constitución antropológica del hombre, convertirse en un signo comunicativo. Y a este mundo pertenece también el
común a todas las personas, y válida como base de la relación invariable arte, aunque de una manera que lo diferencia de cualquier otro signo co~
entre el hombre y la obra; relación que, proyectada en un fenómeno ma­ municativo.
terial, podrfa parecer el valor estético objetivo. Sin embargo, el inconve­ Para comprobar esta diferencia específica que caracteriza el arte
niente consiste en el hecho de que la obra artística como conjunto (puesto en tanto que signo, dirigiremos primero nuestra atención a aquellos tipos
que sólo el conjunto representa un valor estético) es, en toda su esencia, de arte en los que la función comunicativa se manifiesta de manera más clara,
un signo que se dirige al hombre como miembro de una colectividad orga­ puesto que son precisamente estas artes las que hacen posible una com­
nizada, y no sólo como una constante antropológica. Es justo lo que escribió paración. Son la poesía y la pintura. Una obra poética o pictórica contiene,
Wilde sobre el arte (The Critíc As Artist): «el sentido de cada creación bella por regla general, un mensaje; aunque en algunos períodos de su evo­
M
depende tanto de aquel que la percibe como de aquel que la ha creado. lución la función comunicativa disminuye hasta alcanzar el grado cero
E incluso es más bien el observador quien presta mil significados a un (por ejemplo la pintura absoluta, el suprematismo,65 la poesía en un len­
objeto bello, lo convierte en maravilloso para nosotros y lo hace entrar en guaje artificial), esta disminución no representa un estado normal, sino
contacto con la época, de manera que aquél llega a ser parte esencial de la negación del mismo. De la misma manera la lingüística moderna habla de
nuestras vidas». la terminación «cero» -y no de la ausencia de terminación- en los casos
Aún al investigar las posibilidades noéticas y las premisas obje­ I de las formas gramaticales que, careciendo de una terminación, se distin­
tivas del valor estético, no es posible, pues, escapar del alcance del carácter
social del arte. No se trata ya, por supuesto, de la investigación de la re­
J guen de las formas que la poseen.66 Como la terminación forma parte del pro­
pio concepto de una forma gramatical, así la comunicación, es decir el tema
lación entre una obra artística concreta y una colectividad concreta, es (contenido), forma parte del concepto de la pintura y la poesía. La pintura
decir de la sociología del arte, sino de leyes generalmente válidas y caracte­ y la poesía son artes temáticos. No obstante, la comunicación contenida en
rísticas para la relación entre la obra artística en tanto que valor estético en una obra poética o pictórica, ¿es una comunicación auténtica, o se distingue
general y una colectividad cualquiera o un miembro de cualquier colectivi­ de alguna manera de ella? ¿Y cómo? Lo característico de la obra poética
dad. Una reflexión de este tipo puede dar por resultado sólo un cuadro y pictórica reside en que, en ellas, la función estética, predominando sobre
general cuyo contenido cambia según cada caso concreto, y que no per­ la función comunicativa, ha transformado la misma esencia de la comuni­
mite realizar una deducción de reglas críticas especiales. Por lo demás, es cación.
evidente que, siendo variable la valoración, cada justificación concreta de Una obra de poesía épica hablará -igual que una manifestación
un juicio estético es válida sólo respecto a la relación entre la obra y aquella puramente comunicativa- de un acontecimiento que había ocurrido en tal
sociedad o aquella formación social desde cuyo punto de vista es pronun­ y tal lugar, en tal y tal época, en tales circunstancias y con tales personajes
ciado dicho juicio. Desde una óptica temporal y socialmente limitada, el como factores; no obstante, habrá una diferencia: mientras concebimos una
valor ef>tético de una validez general puede ser nada más que supuesto determinada manifestación como una comunicación, lo importante para no­

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sotros será la relación entre la información y la realidad de la que se habla. que su obra fuese concebida como una narración documental sobre su
lo cual significa que el receptor que percibe la manifestación en cuestión juventud? La respuesta a esta pregunta, sin que ni ésta ni aquélla hayan sido
se preguntará, sin formular expresamente la cuestión, si aquello que se narra formuladas expresamente, será decisiva tanto para captar la atmósfera sen­
ha ocurrido realmente, o si las circunstancias del acontecimiento han sido timental e ideológica, bajo cuyo prisma los lectores verán la obra de N~m­
las que se indican. Esto no significa que la respuesta a estas preguntas tenga cová, como para la matización significativa del conjunto y los detalles. «El
que ser positiva; puede ser formulada en el sentido de que la manifestación carácter ficticio» del género narrativo es, pues, algo muy diferente de la
fue parcial o completamente ficticia. En este caso, el receptor intentará ave­ ficción informativa. Todas las modificaciones de la relación auténtica de la
riguar cuál era la intención del emisor. Y de esta averiguación o suposición manifestación lingüística, que se encuentran en el lenguaje comunicativo,
surgirá otra modificación de la relación de autenticidad de la manifestación pueden jugar también un papel en la poesía: por ejemplo, la mentira. Pero
(es decir de su relación respecto a la realidad); por ejemplo: se trata su papel es el de los componentes de la estructura, y no de los valores vitales
de una manifestación ficticia con la intención de engañar al receptor, de de importancia práctica. Si hubiera vivido el barón Prásil,68 habría sido un
desviar su comportamiento, es decir, se trata de una mentira; o bien: se mistificador y lo que hubiese contado habría sido una mentira; pero el poeta
trata de una manifestación ficticia, con la intención de hacer pasar por autén­ que inventó el barón Prásil y sus mentiras no es un mentiroso, sino precisa­
tico un acontecimiento ficticio, pero sin la intención de desviar el compor­ mente un poeta, y los cuentos de Prásil en su presentación son una manifes­
tamiento del receptor, sino de poner a prueba su credulidad: se trata, pues, tación poética.
de una mistificación; u otro caso: se trata de una manifestación ficticia, cuya ¿Se podrá decir acaso que, en vista de este estado de cosas, el
intención no es sólo engañar al receptor, sino presentarle una posibilidad signo artístico está privado de cualquier contacto inmediato y obligatorio
de otra realidad, distinta de aquella en la que vive, consolarle, y eventual­ con la realidad? ¿Acaso el arte es, respecto a la realidad, inferior a una som­
mente asustarle mostrándole la diferencia entre la ficción y la realidad: es, bra que, cuando menos, testimonia la presencia del objeto, aunque éste no
pues, la ficción pura. sea visto por el espectador? En la historia de la estética es posible encontrar
Sin embargo, en cuanto una manifestación lingüistica narrativa corrientes que responderían positivamente a una pregunta formulada de
esté concebida como una creación poética en la que prevalece la función esta manera: por ejemplo la teoría estética de K. lange, que interpreta el
estética, la postura respecto a la manifestación será diferente y toda la es­ arte como una ilusión, o la teoría de F. Paulhan, que considera que la
tructura de la relación auténtica de la misma tendrá otro aspecto. El problema esencia del arte consiste en la mentira; cerca de esta concepción se encuen­
de si el acontecimiento narrado habfa sucedido o no, perderá importancia tran también todas las corrientes que se inclinan al hedonismo y al sub­
vital para el receptor (lector); tampoco se planteará la cuestión de si el poeta jetivismo estético (arte como estimulante del placer, arte como creación so­
quiso o pudo engañar al lector. No pretendemos afirmar, no obstante, que berana de la realidad hasta entonces no existente).
la cuestión del fundamento real del acontecimiento narrado deje de existir. No obstante, estas opiniones no corresponden a la verdadera
Al contrario, la circunstancia de si el poeta presenta el acontecimiento na­ esencia del arte. Para explicar su error partiremos de un ejemplo concreto.
rrado como real o ficticio, hasta qué punto y de qué modo lo hace, será Imaginémonos al lector de la novela Crimen y castigo de Dostoievsky. De
un componente importante de la estructura de la obra poética. En los ma­ acuerdo con lo que hemos dicho más arriba, el problema de la veracidad
tices de este modo de presentación consiste a menudo, por ejemplo, la dife­ de la historia del estudiante Raskolnikov está fuera del interés del lector.
rencia entre las técnicas de las distintas corrientes artísticas (romanticismo­ A pesar de esto, el lector siente una relación fuerte entre la novela y la
realismo en algún aspecto), géneros (cuento-cuento de hadas), y dentro de realidad, pero no la realidad narrada por la novela, el acontecimiento localizado
una obra determinada la relación mutua entre los distintos componentes en la Rusia de los años diez del siglO pasado, sino la realidad íntimamente
y partes (por ejemplo, a veces en una novela histórica la relación entre los conocida por el propio lector, las situaciones que habla vivido o que -según
personajes y acontecimientos que se encuentran en primer plano y son las circunstancias en que vive- pOdría vivir, los sentimientos y movimientos
ficticios, y los personajes y acontecimientos del fondo, que son reales). de voluntad por los que pueden ser acompañadas esas situaciones, o las
la cuestión de la base real del acontecimiento narrado, mirándola desde actitudes que pueden surgir, a base de aquéllas, en el lector mismo. Alre­
la óptica de la estructura de la obra y del modo en que está presentada, dedor de la novela que había absorbido al lector, se acumulan no sólo una,
se distingue fundamentalmente del problema del alcance realmente comu­ sino muchas realidades; cuanto más profundamente atraído se siente el
nicativo del acontecimiento narrado, tal como lo plantea por ejemplo el his­ receptor por la obra, tanto más amplia llega a ser la esfera de las realidades
toriador literario. Al juzgar 8abicka [la Abuela] de B. Nemcová67 el historia­ corrientes e importantes en la vida de aquél, realidades respecto a las cua­
dor puede preguntarse si la infancia de la escritora correspondía realmente les la obra adquiere una relación auténtica. la transformación de la relación
a la acción del cuento, si la familia Pankl vivla de veras en Staré B~lidlo, etc. auténtica obra-signo constituye, pues, al mismo tiempo su atenuación y su
En cambio, para los lectores la cuestión de la veracidad se plantea sólo en fortalecimiento. la relación se atenúa en el sentido de que la obra no alude
el sentido siguiente: ¿hasta qué punto quería la escritora, si es que lo querfa, a la realidad descrita directamente por ella, y se refuerza de manera que la

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realidad descrita directamente por ella, y se refuerza de manera que la obra más para conseguir una postura global respecto a la realidad que para acla­
artística en tanto que signo adquiere una relación indirecta (figurada) res­ rar cualquier realidad particular. Pero ésta es, precisamente, la característica
pecto a los hechos importantes de la vida del receptor y mediante ellos res­ general del arte en tanto que signo, que aquí se descubre con más claridad.
pecto al conjunto de valores representado por el universo entero del re­ Bastante similar es el caso de la arquitectura, como señaló
ceptor. Y asl, la obra de arte adquiere la capacidad de aludir a realidades que justamente P. Valéry en su ensayo en forma de diálogo, Eupalinos, en el que
no son aquellas que representa, a sistemas de valores que no son aque­ Sócrates, hablando de la música y la arquitectura, dice lo siguiente: «Las
llos de los que ha surgido ella misma, y que no constituyen la base sobre la artes de las que estamos hablando -a diferencia de las demás- tienen que
que está construida. engendrear en nosotros, mediante números y relaciones numéricas, no una
En este punto se presenta la oportunidad de dirigir nuestra fábula, sino aquella fuerza oculta que da origen a todas las fábulas». A pesar
atención sobre las artes que no tienen «contenido», es decir sobre las artes de esto, es necesario hacer una distinción, ya que aparte de eso, y como
atemáticas, como la música y la arquitectura,69 para comprobar si también dice el mismo Valéry, la arquitectura también «habla», es decir contiene un
ellas pueden adquirir aquella múltiple relación auténtica que distingue las mensaje, pero de un tipo totalmente diferente al de la poesía o la pintura.
creaciones de las artes temáticas de las verdaderas manifestaciones comu­ La comunicación contenida en una obra arquitectónica está en relación es­
nicativas. La música, de acuerdo con su esencia, no comunica mediante trecha con la función práctica desempeñada por la obra; edificio «signi­
recursos como una cita, una cita autorizada, etc. (e!. O. Zich, Estetika drama­ fica» la destinación del mismo, es decir, los procesos y los actos que deben
tiekého umení [La estética del arte dramático], Praga 1931, pp. 277 Y 5S.).70 efectuarse dentro de su área, delimitada y formada por la mamposteria:
No obstante, puede tender a la comunicación, pero esta comunicación es «Aqui -dice el edificio- se concentran los comerciantes. Aqui juzgan los
la negación de su propio carácter, igual que en la poesía o en la pintura lo jueces. Aquí gimen los prisioneros. Aquí, los amantes del derroche. Estos
fue un fenómeno contrario, es decir la tendencia a lo atemático. A pesar de edificios comerciales, juzgados y cárceles, hablan muy claramente cuando
que una manifestación musical no comunique, puede establecer, aquella aquellos que los construyen saben hacerlo bien» (Valéry, Eupalinos). La co­
relación auténtica,71 de manera muy intensa con esferas extensas de la ex­ municación contenida en una obra arquitectónica está, por lo general, ab­
periencia vital del receptor, y por lo tanto con los valores válidos para aquél, sorbida y oculta por la función práctica, con la que se encuentra en es­
relación que hemos constatado como característica de las manifestaciones trecha relación: llega a ser visible sólo cuando el edificio finge una fun­
con función estética dominante, en las artes temáticas. Oscar Wilde des­ ción que no es la que desempeña realmente: una casa de vecinos con
cribe con mucha precisión esta relación múltiple de la música y, a pesar aspecto de palacio, una fábrica que se asemeje a un castillo, etc. La des­
de su carácter materialmente indeterminado, auténtica, en su ensayo The tinación fingida (palacio, castillo) llega a ser entonces la verdadera comuni­
Critie As Artist, ya mencionado: «Cada vez que toco alguna composición cación para el receptor. 73 Precisamente por esto, en todos los demás casos,

de Chopin, tengo la sensación como si llorara por los pecados que no he cuando la finalidad expresada coincide con la real, y la comunicación es

cometido nunca, y como si estuviese triste a causa de tragedias que nunca casi imperceptible, la acción preponderante recae sobre la múltiple e inde­

he vivido. Me parece que la música provoca siempre esta sensación. Le crea terminada relación auténtica, especifica para la obra de arte. También aquí

al hombre un pasado que no conocía y lo llena de una atmósfera de tris­ esta relación es llevada y determinada por recursos plásticos «formales». El

teza que sus lágrimas no han descubierto todavía. Me puedo imaginar proceso del establecimiento de esta múltiple relación auténtica está descrito

a un hombre que, después de haber vivido una vida perfectamente gris, también por Valéry en el diálogo mencionado, cuando Faidros describe la

al escuchar por casualidad una composición singular, descubre que su alma, impresión causada por una obra arquitectónica: «Nadie se daba cuenta,

sin que él lo supiese, pasó por experiencias terribles y conoció placeres encontrándose delante de la materia, delicadamente privada del peso y tan

asombrosos, feroces amores románticos o grandes abnegaciones». Expe­ simple a la vista, que su percepción estaba dirigida hacia una especie de

riencias que uno no ha tenido, pero hubiera podido tener, biografías en vibración de felicidad, mediante curvas casi invisibles, redondeles insigni­

potencia sin contenido concreto, así caracteriza Wilde la relación auténtica ficantes y omnipotentes, y mediante aquellas combinaciones profundas de

de la música; sus palabras expresan poéticamente la multiplicidad y la inde­ la regularidad y la irregularidad, creadas y al mismo tiempo ocultas por el

terminación material de la relación auténtica de la obra artística respecto artista, para dotarlas de tal irresistibilidad que llegaban a ser indefinibles.

a su signo; por las mismas razones otro poeta, P. Valéry, en Eupalinos. llama Llevaban al receptor, subordinado a su presencia invisible, de una visión
«inagotable» la emoción que proporciona la música;72 la música, siendo pri­ a otra, del silencio profundo al susurro de placer en tal medida, que se
vada de la función comunicativa, descubre con más claridad que las artes aproximaba y alejaba, se volvía a acercar y erraba alrededor de la obra, siendo
temáticas el carácter específico del signo artístico. ¿Cuál es, pues, el so­ dirigido en sus movimientos sólo por ella y convirtiéndose en un juguete de
porte de su significación? No es el contenido, puesto que no lo hay, sino su propia admiración. Quiero, decía aquel hombre de Megara (el construc­
los componentes formales: el nivel del tono, la formación melódica y rit­ tor Eupalinos), que mi obra conmueva a la gente del mismo modo que con­
mica, el timbre, etc. Por eso, en este caso, la relación auténtica sirve mucho mueve el objeto del aman>.

I
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Las artes «atemáticas» nos han mostrado, pues, que la relación al objeto reproducido, se puede comprobar la validez significativa del color;
especifica auténtica que une a la obra de arte en tanto que signo con la así, por ejemplo, el color azul, sobre todo cuando rellena de manera con­
realidad puede ser llevada no sólo por el contenido, sino también por los tinua la parte superior de la superficie del cuadro, evocará, incluso en una
demás componentes. Volveremos ahora otra vez a las artes temáticas, para ver obra privada de toda reproducción concreta, la significación del «cielo»; re­
si sus «componentes formales» pueden llegar a ser, o incluso son siempre tam­ llenando la parte inferior de la superficie del cuadro, será interpretada sig­
bién factores significativos y portadores de la relación auténtica. Concen­ nificativamente como «agua». La calidad del color tiene que ver también con
traremos nuestra atención sobre la pintura, puesto que -gracias a la lingüís­ la relación del color respecto al espacio; el hecho conocido de que los
tica funcional- hoyes evidente que todos los componentes de la poesía, colores «calientes» salen aparentemente al primer plano y los «frlos» al se­
en tanto que partes del sistema lingüístico, son portadores de la energía gundo, tiene un alcance no sólo óptico, sino también semántico (significati­
significativa, comenzando por la articulación de los sonidos y terminando vo); así por ejemplo en la pintura abstracta es posible crear un espacio
por la construcción de la frase. En la pintura, la situación es distinta, puesto sin validez concreta, es decir, un mero espacio - significación, únicamente
que a primera vista puede parecer que el material con que trabaja este con ayuda de la combinación de los dos grupos de colores mencionados.
arte, es decir la superficie, la mancha de color o la línea, es puramente óp­ Aparte de esto, la mancha de color es portadora del contorno, de la misma
tico; los elementos más complejos y secundarios, como el espacio en pers­ manera que lo es la linea; con el contorno la mancha adquiere la significa­
pectiva y en color o el contorno, son también aquí factores significativos ción de concreción, yeso aún cuando no se refiere a ningún objeto determi­
evidentes. Pero ni siquiera los elementos básicos mencionados carecen de nado; por esto mismo la pintura suprematista, que ha llegado más lejos que
la posibilidad de establecer la relación auténtica. Una superficie enmarcada las otras corrientes de la pintura en la tendencia de suprimir cualquier «con­
es otra cosa que un mero campo de visión, aunque en algunos casos puede tenido», elegía como forma preferida de las manchas de color, el cuadrado
coincidir con él por su contenido. La delimitación por un marco concede o el rectángulo, las más indiferentes de las formas geométricas, para que la
propiedades significativas determinadas, como por ejemplo el hecho de que mancha de color dejara de actuar por su forma y fuese, en la medida de lo
aquello que está abarcado por el marco se manifiesta como una unidad posible, sólo un valor óptico puro sin el matiz significativo de la concreción.
(conjunto) significativa. La línea divide la superficie: con su dirección y En la pintura moderna, la significación del contorno de la mancha de color
su transcurso rige el proceso de percepción del espectador y determina no suele descubrirse a veces de manera que el contorno delimitado por la mancha
sólo la organización óptica, sino también la organización significativa del de color, en parte coincide, y en parte difiere del contorno lineal. Podrfamos
sector enmarcado. Aún cuando el cuadro no tiende a la concreción, la Irnea seguir enumerando las posibilidades significativas del color; asl por ejem­
adquiere fácilmente la función de un contorno, aunque en tales casos no se plo también la diferencia entre el color en tanto que característica del ob­
trate de la reproducción de un objeto; así surge, pues, la concreción abs­ jeto (color local) y el color en tanto que luz, son de naturaleza semántica, etc.
tracta como significación pura. Estas propiedades significativas de la linea Los componentes de una obra de pintura son, pues, factores
fueron aprovechadas por algunas corrientes modernas de la pintura, como significativos, igual que los componentes lingüísticos de una obra poética:
la pintura absoluta (Kandinsky)'4 y las corrientes próximas a ésta. Final­ no obstante, por sí mismos estos componentes no están unidos a una rea­
mente, ni siquiera una mancha de color es solamente un fenómeno óptico, lidad determinada con una relación directa, sino que -como sucede con los
sino también significativo. Ya la calidad del color por si misma tiene posi­ componentes de una obra musical-, son portadores de una energía signifi­
bilidades significativas de gran alcance. El simbolismo de los colores, ex­ cativa en potencia, que, emanando del conjunto de la obra, determina una
tendido y establecido de manera general sobre todo en la Edad Media, es postura frente al mundo real.
un hecho histórico-cultural conocido (compárese por ejemplo Zíbrt, «Sym­ Hemos tratado del carácter semiológico de la obra artística; he­
bolika barev u starych eechth, Listy z éeskych déjin kulturnlch [El simbo­ mos mostrado que el arte está estrechamente vinculado con la esfera de
lismo de los colores de los antiguos checos, Revista de la Historia Cultural los signos comunicativos, pero de tal manera, que resulta ser la negación
Checa], Praga 1891); es natural que el simbolismo de los colores haya inci­ de una comunicación auténtica. La comunicación auténtica se refiere a una
dido también en la pintura: «¿Por qué está Cristo en los cuadros siempre realidad concreta, conocida por el que emite el signo y de la que debe ser
vestido de azul? Porque los ojos de los creyentes se fijaban siempre con informado aquel que lo recibe. Sin embargo, la realidad comunicada direc­
ansia en el cielo, mansión del desposado celestial y morada póstuma de los tamente por la obra de arte (mientras se trate de las artes temáticas) no
creyentes» (Th. Wohlbehr, Bau und Leben de! bildenden Kunst, Leipzig constituye el propio portador de la relación auténtica, sino su mero inter­
y Berlín 1914). Así, el azul se convirtió en el color más noble de los cris­ mediario. La verdadera relación con la realidad es, en este caso, múltiple,
tianos, aunque, por su efecto psíquico, pertenece a los colores «freos». Pero y alude a hechos conocidos por el receptor, hechos que sin embargo no
aún hoy, cuando el simbolismo de los colores no constituye un sistema fijo están y no pueden estar pronunciados ni indicados en la obra misma, porque
ni se encuentra en el primer plano de nuestro interés, e incluso en obras de forman parte de la experiencia íntima del receptor. Estos hechos reales pue­
pintura abstracta, en las que la significación del color no se puede atribuir den ser múltiples, y la relación de la obra de arte respecto a cada uno de

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ellos es indirecta, figurada. Los hechos con los que puede estar confron~ artística consiste en que el investigador descompone la forma en compo~
tada la obra de arte en la consciencia y la subconsciencia del receptor, están nentes (como líneas rectas y curvas, líneas convexas y cóncavas, delimi­
integrados en una postura intelectual, emocional y volitiva global que el tadas con claridad o no, etc.) y que a cada uno de los componentes le atri­
receptor adopta frente a la realidad. Las experiencias que vibran en el recep~ buye una significación constante (por ejemplo: color claro == optimismo, os­
tor gracias al impacto de la obra de arte, transmiten, pues, sus movimientos, curo pesimismo, linea recta == claridad y concisión, inmediatez y precisión,
a la imagen global de la realidad en la mente del receptor. El carácter inde­ sensatez y utilidad). Contra un procedimiento semejante es necesario seña­
terminado de la relación auténtica de la obra artística está, pues, compen~ lar que los componentes formales pueden ser comprendidos sólo desde la
sado por el hecho de que el individuo receptor no responde a la obra con perspectiva del conjunto y adquieren significados muy diversos según la
una reacción parcial, sino con todos los aspectos de su postura frente al posición que tienen dentro del conjunto; así, por ejemplo, el color negro, en­
mundo y la realidad. Surge una pregunta: ¿la interpretación de una obra contrándose en medio de colores claros, puede actuar como noble y festivo,
artística en tanto que signo es, entonces, únicamente individual, diferente como sucede en los retratos de Rubens; el significado de las líneas curvas
e incomparable según cada individuo? La respuesta ha sido anticipada ya por puede variar desde una sensación casi mística de la delimitación pura por
la comprobación del hecho de que la obra artística es un signo, y por lo su propia esencia hasta un registro racionalista y mecánico. Los paralelismos
tanto, ya por su esencia, un hecho social; la postura que el individuo adopta de este tipo, como la identificación del color oscuro con el pesimismo, son
frente a la realidad no es una propiedad personal exclusiva; en personali­ demasiado burdos para aclarar la compleja vida interna de una obra de
dades fuertes está predeterminada hasta cierto punto y en las menos fuer~ arte». Los valores extraestéticos contenidos en una obra de arte forman,
tes totalmente, por las relaciones sociales en las cuales el individuo se pues, un conjunto, pero un conjunto dinámico, no mecánicamente esta­
encuentra integrado. Y así el resultado al que se llega analizando el ca. bilizado. El dinamismo del conjunto de los valores extraestéticos de una
rácter de signo de la obra artística, no lleva en absoluto al subjetivismo es­ obra artística puede llegar hasta tal punto, que en la obra aparezca un con­
tético: sirve únicamente para probar que las relaciones en que entra la traste total entre dos valoraciones, por ejemplo una despectiva y otra admi­
obra artística como signo, ponen en marcha la postura del receptor frente rativa y positiva; véase la representación monumentalizante de temas «ba~
a la realidad; y el receptor es un ser social, miembro de una colectividad. jos», corriente en la pintura realista del siglo XIX (los Peones camineros
Esta comprobación nos acerca al objetivo: si las relaciones auténticas esta­ de Courbet); o el aprovechamiento de los recursos formales de la epopeya
becidas por la obra de arte se refieren a la manera como el individuo y la heroica para describir héroes y acciones que se encontraban, hasta entonces,
colectividad conciben la realidad, llega a ser evidente que la cuestión que sólo en géneros literarios «bajos», procedimiento utilizado en la poesía épica
es particularmente importante en vista de nuestro objetivo, es la de los por los poetas románticos (cf. J. Tyñianov, Archaisti i novatory, Lenin~
valores extraestéticos contenidos en una obra de arte. grado 1929) .75 Las contradicciones mutuas entre los distintos valores ex­
La obra de arte, aún cuando no contiene juicios de valor pro­ traestéticos contenidos en una obra pueden ser de muchos tipos y de las
nunciados de manera directa o encubierta, está impregnada de valores. Todo intensidades más variadas; pero ni siquiera en los casos en que aquéllas alcan­
en ella, comenzando por el material, incluso el más corpóreo (por ejem­ zan el máximo de cantidad o de intensidad, se rompe la unidad de la obra
plo la piedra o el bronce en la escultura) y terminando por las formaciones artística, porque esta unidad no tiene el carácter de una suma mecánica, sino
temáticas más complejas, es portador de valores. La valoración, como aca­ que se le presenta al receptor como una tarea, cuya realización es nece~
bamos de señalar, pertenece a la esencia misma del carácter específico del saria para eliminar las contradicciones que aquél encuentra en el transcurso
signo artístico: la relación (auténtica) de la obra artística interviene, gra­ del complejo proceso de percepción y valoración de la obra.
cias a su multiplicidad, no sólo en cosas particulares, sino en el conjunto Los valores extraestéticos en el arte no son, pues, sólo asunto
de la realidad, y afecta a la postura global del receptor frente a ella; y preci­ de la obra artística misma, sino también del receptor. Naturalmente, éste
samente esta postura es la fuente y el regulador de la valoración. Y puesto aborda la obra con su propio sistema de valores, con su propia postura frente
que cada uno de los componentes de la obra de arte, sea el «temático» o el a la realidad. Ocurre con mucha frecuencia, e incluso casi siempre, que una
«formal», adquieren en el contexto de la obra aquella múltiple relación autén­ parte, a veces considerable, de los valores percibidos por el receptor en la
tica, estos componentes se convierten en portadores de los valores extra­ obra artística está en contradicción con el sistema válido para aquél mismo.
estéticos. Esta contradicción y la tensión que se desprende de ella, se produce de la
,
Los valores llevados por los distintos componentes de la misma manera siguiente: o el artista que ha creado la obra pertenece al mismo
obra entran en relaciones mutuas, unas veces positivas, otras veces negati­
vas; de esta manera se influencian recíprocamente y es posible que un mismo
ti medio social y a la misma época que el receptor, y entonces las contradic~
ciones entre los valores efectivos para éste y los valores contenidos en la obra
componente material sea, según las circunstancias, portador de valores di­ son la consecuencia del desplazamiento de la estructura artística, conse­
ferentes; véase H. Lützeler, Einführung in die Phílosophie der Kunst, Bonn guido intencionalmente por el artista; o la obra proviene de un medio tem­
1934, p. 27: «El atomismo de la investigación de la forma de una obra poral y socialmente diferente que el receptor, y en ese caso las contra­

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dicciones dentro de los valores extraestéticos son inevitables. 76 La obra conjunto real de valores extraestéticos, y únicamente como dicho conjunto.
artistica como conjunto de valores extraestéticos no es una mera réplica al Los componentes materiales del artefacto artístico y el modo como son uti­
sistema de valores vigentes y obligatorio para la colectividad receptora. Por lizados en tanto que recursos formales, tienen el papel de meros conducto­
esto mismo los valores contenidos en una obra artística no son percibidos, res de energía, representada por los valores extraestéticos. Si nos pregunta­
en cuanto a su carácter obligatorio, de la misma manera que los valores váli­ mos en este momento, dónde Se ha quedado el valor estético, veremos que
dos en la práctica, pronunciados -mientras se trate de pronunciarlos- en se ha disuelto en los distintos valores extraestéticos y no representa, propia­
manifestaciones puramente comunicativas; como ejemplo instructivo nos mente, nada más que la denominación global de la integridad dinámica
sirve la práctica de la censura, que establece una diferencia entre las opi­ de las relacioneS mutuas de aquéllos. La distinción entre el criterio «for­
niones pronunciadas en tanto que comunicaciones, y las opiniones que Se mal» y «temático» en la investigación de una obra artística es, pues, inco­
desprenden indirectamente de la obra artística o están directamente pro­ rrecta. El formalismo de la escuela estética y teórico-literaria rusa tenia razón
puestas en ella; sólo una rigurosidad extrema lleva a la identificación del afirmando que todos los componentes de la obra artística son, sin distin­
arte con la manifestación comunicativa desde este punto de vista. ción, partes de la forma. No obstante, es necesario añadir que igualmente
Hemos llegado a tal punto en nuestras reflexiones, que pode­ todos los componentes de la obra artística son portadores de la significa­
mos abarcar la relación mutua entre el valor estético y los demás valores ción y de los valores extraestéticos y, por lo tanto, forman parte del contenido.
contenidos en la obra, y poner en evidencia su verdadera naturaleza. Hasta El análisis de la «forma» no debe ser limitado al mero análisis formal; y por
ahora nos hemos limitado a afirmar que el valor estético domina en una otro lado tiene que quedar claro que s610 toda la construcción de la obra
obra de arte. Esta afirmación se desprende, con lógica aplastante, de la artística, y no únicamente su parte llamada «contenido» entra en relación
esencia del arte, esfera privilegiada de fenómenos estéticos que se distingue, activa respecto a los valores vitales que rigen el comportamiento humano. 77
gracias a la supremacía de la función y el valor estéticos, de un número El predominio del valor estético sobre los demás valores distin­
infinito de otros fenómenos, en los cuales la función estética es facultativa guibles en el arte es, pues, más que una mera superioridad exterior. La in­
y subordinada a otra función diferente. Los medios que no conocen la fluencia del valor estético no consiste en absoluto en absorber y reprimir
diferenciación de las funciones, como la sociedad medieval y la rural, no los demás valores, sino en que, a pesar de arrancar a cada valor particular
tienen consciencia del predominio de la función estética en el arte, y por del inmediato contacto con el valor vital correspondiente, introduce todo
consiguiente el concepto de arte no existe para ellos con el mismo sentido el conjunto de valores, contenidos como unidad dinámica en una obra de
con que lo entendemos en la época actual; un ejemplo de ello es que arte, en contacto con el sistema general de aquellos valores que consti­
en la Edad Media las artes plásticas se incluían en el campo de la producción tituyen las fuerzas motrices de la práctica de la vida de la colectividad re­
material en el sentido más amplio de la palabra. Afirmando que la función ceptora. ¿Cuál es la naturaleza y el objetivo de este contacto? Ante todo
y el valor estéticos predominan en una obra de arte sobre los demás valores~ hace falta tener en cuenta que, como ya hemos indicado, este contacto eS
y funciones, no pronunciamos ningún postulado respecto a la relación prác­ rara vez idílicamente tranquilo: por lo general, los valores contenidos en una
tica frente al arte, pudiendo predominar aún hoy, tanto para individuos obra artística son un poco diferentes, tanto por lo que se refiere a las re­
como para colectividades enteras, otra función que la estética; sólo deduci­ laciones mutuas entre ellos como a la calidad de cada uno en particular, de
mos, suponiendo la existencia de la diferenciación de las funciones, la con­ la composición del sistema de valores válido para una colectividad. Se pro­
secuencia teórica que se desprende de la posición que el arte ocupa den­ duce, pues, una tensió·n mutua, y en ella consiste la propia significación
tro de toda la esfera de fenómenos estéticos. y la acción del arte. El movimiento libre del conjunto de valores que rigen
Pero aún a esta formulación, únicamente teórica (hecho del que la práctica de la vida de una colectividad está limitado por la necesidad
somos conscientes) se le reprocha, de forma equivocada, «el formalismo» continua de la aplicación práctica de los valores; el desplazamiento de
y «el-arte-por-el-artismo»; el hecho de que la obra artística tenga finalidad los distintos miembros de la jerarquía (la revalorización de los valores) es
en sí misma, que constituya un aspecto de la posición dominante de la muy difícil, y está acompañado por fuertes conmociones de toda la práctica
función y el valor estéticos, suele ser confundido con la «carencia de interés» de vida de la colectividad en cuestión (evolución frenada, inseguridad de los
del arte, según Kant. Para refutar este error hace falta abordar la posición y el valores, disgregación del sistema, algunas veces golpes revolucionarios); en
carácter del valor estético en el arte desde el interior de la estructura artís­ cambio, los valores de una obra artística -cada uno de los cuales está por
tica, eS decir, desde los valores extraestéticos, extendidos sobre los distin­ sí mismo fuera de la obligatoriedad actual, sin que el conjunto, sin embargo,
tintos componentes de la obra, hacia el valor estético que da unidad a la carezca de validez en potencia- pueden desplazarse y reformarse sin pro­
obra artística. Así comprobaremos una cosa extraña e inesperada: hemos blema, pueden cristalizar experimentalmente en agrupaciones nuevas disol­
dicho más arriba que todos los componentes de la obra artística, tanto viendo las antiguas, se pueden adaptar a la evolución de la situación social
temáticos como formales, son portadores de valores extraestéticos que se y a los nuevos aspectos de la realidad en cuestión, o por lo menos buscar
interrelacionan dentro de la obra. La obra artistica aparece finalmente como un las posibilidades de tal adaptación.

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Vista desde esta óptica, la autonomía de la obra artística y el recordar la frase de V. shklovsky: «Un camino vivo, un camino sobre el
dominio de la función y el valor estéticos dentro de ella, no aparecen como cual el pie siente las piedras, un camino que vuelve - ése es el camino del
un atenuante del contacto entre la obra de arte y la realidad natural y so­ arte» (Teorie prózy [Teoría de la prosa], traducción checa, Praga 1933,
cial sino, al contrario, como su animador continuo. El arte es un factor página 27). Si esta tarea es demasiado fácil, es decir, si las convergencias
vital de extrema importancia, incluso en aquellos períodos evolutivos y prevalecen sobre las contradicciones, la eficacia de la obra se debilita y se
aquellos aspectos que ponen de manifiesto la autofinalidad del arte y el pierde rápidamente, porque la obra no impone al receptor ni que permanezca
dominio de la función y el valor estéticos; a veces un periodo evolutivo ni que vuelva a ella; por eso las obras con bases dinámicas débiles se auto­
con una autofinalidad marcada puede intervenir muy intensamente en las matizan rápidamente. Si, en cambio, el descubrimiento de la unidad es una
relaciones del hombre frente a la realidad; véase el caso del poema Mayo tarea demasiado difícil para el receptor, es decir, si las contradicciones pre­
de Mácha, tratado en mi estudio «Contribución a la problemática actual del valecen demasiado sobre las convergencias, puede ocurrir que el receptor
fenómeno poético de Mácha», en Listy pro umenl a kritiku IV, 1936. no sea capaz de comprender la obra en tanto que construcción intencional.
Por fin podemos volver definitivamente a la pregunta de la que No obstante, la inmensidad de las contradicciones que crean un exceso
hemos partido, es decir, si puede ser probada de alguna manera la validez de obstáculos, no paraliza el efecto que puede prOducir la obra en la misma
objetiva del valor estético. Hemos señalado ya que el objetivo directo de la medida que la falta de ellas: una impresión de desorientación, de incapa­
valoración estética actual no es el artefacto artístico «material», sino el «objeto cidad de descubrir la intención unificadora de la obra artística, es corriente
estético» que es su reflejo y correlativo en la consciencia del receptor. 78 incluso en el primer encuentro con una formación artística totalmente inha­
A pesar de esto, el valor estético objetivo (es decir independiente y duradero) bitual. La tercera posibilidad es finalmente aquella en la que tanto las con­
tiene que ser buscado, si es que existe, en el artefacto material, el único que vergencias como las contradicciones, condicionadas por la construcción del
dura sin cambios, mientras que el «objeto estético» es variable, siendo de­ artefacto artlstico material, son poderosas, pero se mantienen en equilibrio;
terminado no sólo por la construcción y por las características del artefacto este caso es, evidentemente, óptimo, y corresponde de manera más com­
material, sino también por el estadio evolutivo correspondiente de la estruc­ pleta al postulado del valor estético independiente.
tura artística inmaterial. El valor estético independiente (suponiendo que No debemos olvidar, sin embargo, que al lado de la construcción
exista), inherente al artefacto artístico material, tiene, en comparación con el interna de la obra artística, y en estrecha relación con ella, se encuentra
valor estético del Objeto en un momento dado, un carácter sólo potencial: también la relación entre /a obra en tanto que conjunto de valores y los va­
el artefacto artístico material construido de tal y otra manera tiene la capaci­ lores vigentes, desde el punto de vista práctico, para la colectividad que
dad, sin que se tenga en cuenta la situación evolutiva de la estructura artís­ recibe la obra. El artefacto material entra, durante su existencia, en contacto
tica en cuestión, de provocar en la mente de los receptores «objetos estéticos» con muchas colectividades diversas y con muchos sistemas de valores que
con un valor estético actual positivo. La pregunta sobre la existencia del se diferencian entre sí. ¿Cómo se manifiesta, desde este punto de vista, el
valor estético objetivo puede ser formulada, pues, sólo en el sentido de si la postulado de su valor estético independiente? Es evidente que también
construcción de un artefacto artístico material de esta índole es posible. aquí el papel de las contradicciones es por lo menos tan importante como el
¿De qué modo participa el artefacto material en el nacimiento de las convergencias. Una obra calculada para una armonía apacible con los
del «objeto estético»? Hemos visto ya que sus características, algunas veces valores vitales reconocidos, no es percibida como no estética, sino como no
también la significación que se desprende de la composición de tales carac­ artística, sencillamente hecha sólo para gustar (kitsch). Sólo la tensión entre
terísticas (el contenido de la obra), entran en el «objeto estético» como los valores extraestéticos de la obra y los valores vitales de la colectividad,
portadores de valores extraestéticos, que establecen relaciones mutuas com­ conceden a la obra la posibilidad de actuar sobre la relación entre el hombre
plejas, positivas y negativas (convergencias y contradicciones), de manera y la realidad, que es el quehacer más propio del arte. Por eso se puede afir­
que surge un conjunto dinámico, mantenido en unidad por las convergencias mar que el valor estético independiente del artefacto artístico, es tanto más
y al mismo tiempo movido por las contradicciones. grande y duradero, cuanto menos fácilmente se somete la obra a la interpre­
Podemos juzgar, pues, que el valor independiente del artefacto tación literal desde el punto de vista del sistema de valores generalmente
artístico será tanto más grande, cuanto más numeroso sea el conjunto de aceptado en la época o el medio en cuestión. Volviendo a la construcción
valores extraestéticos que el artefacto logre atraer y cuanto más potente sea interna del artefacto artístico, no es, sin duda, difícil coincidir en la opi­
el dinamismo con el que sepa regir la relación mutua entre aquéllos; todo eso nión, según la cual las obras con fuertes contradicciones internas ofrecen
sin tener en cuenta los cambios de su calidad de acuerdo con cada época. -precisamente por su carácter desmadejado y por la multiplicidad de sen­
Como criterio principal del valor estético, se considera generalmente la im­ tidos que se desprende del mismo- una base mucho menos conveniente
presión de unidad que produce la obra. Sin embargo, la unidad no debe ser para la aplicación mecánica de todo un sistema de valores vigentes en la
comprendida estáticamente, como una armonía perfecta, sino dinámicamente, práctica, que las obras sin contradicciones internas o con contradicciones
como una tarea impuesta por la obra al receptor; en este contexto conviene sin vigor. También aquí la multiformidad, la variedad y la multiplicidad de

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sentidos del artefacto material se manifiestan como valor estético positivo La funci6n estética es uno de los factores más importantes de
en potencia. El valor estético independiente del artefacto artlstico depende, la actividad humana: cualquier acción humana puede estar acompañada
pues, desde todos los puntos de vista, de la tensión cuyo vencimiento por ella y cualquier cosa puede llegar a ser su portadora. Tampoco es un
incumbe al receptor; pero esto es algo totalmente diferente de la armonía, mero epifenómeno, prácticamente insignificante, de otras funciones, sino un
proclamada a veces como la forma superior de la perfección, y la perfección codeterminador del comportamiento humano respecto a la realidad; así por
máxima de la forma en el arte. ejemplO, al producirse cambios en la jerarqula de las funciones de un objeto
No obstante, de los principios a los que hemos llegado no es determinado, la función estética actúa de manera que se adhiere a la nueva
posible deducir reglas detalladas. Las convergencias y las contradicciones función dominante y la refuerza llamando la atención sobre ella y elevándola
entre los valores extraestéticos, de las que acabamos de hablar, y su venci­ por encima de las demás; otras veces suple una función desaparecida de
miento por el receptor, pueden ser realizadas -incluso tratándose del mismo una cosa o una institución que ha sido privada temporalmente de ella, con­
artefacto artístico material- de maneras infinitamente variadas, que se des­ servándolas de esta manera para un nuevo uso y una nueva función, etc.
prenden de la variedad infinita de los encuentros posibles de la obra con Es así como la función estética se integra en los procesos sociales.
la evolución de la estructura artística y con la evolución de la sociedad. De La norma estética, reguladora de la función estética, no es una
esto éramos ya conscientes en el momento de plantearnos la cuestión del regla invariable, sino un proceso complejo que se renueva continuamente.
valor estético válido independientemente. Sin embargo, era indispensable Gracias a su estratificación en normas antiguas y recientes, superiores e
esforzarse por encontrar la respuesta, porque sólo el axioma del valor esté­ inferiores, etc., y a los cambios evolutivos de la misma, la norma estética
tico objetivo, buscado siempre de nuevo y realizado en las variantes más se integra en la evolución social, unas veces determinando la pertenencia
diversas, da un sentido a la evolución histórica del arte: sólo por él se puede del individuo a un medio social determinado, otras veces el traslado del indi­
explicar el pathos de los intentos tantas veces repetidos de crear una obra viduo de una capa a otra, y finalmente acompañando y señalando los des­
perfecta, igual que las vueltas incesantes de la evolución a los valores ya plazamientos en la estructura general de la sociedad.
creados (así, por ejemplo, la evolución del drama contemporáneo fue regida También el valor estético, que actúa particularmente en el arte,
por las intervenciones siempre renovadas de ciertos valores duraderos, como donde la norma estética es más violada que mantenida, pertenece por su
son las obras de Shakespeare, Moliere, etc.). Por eso es necesario que esencia a los fenómenos sociales. No sólo la variabilidad de la valoración
cada teoría del valor estético se ocupe del problema del valor objetivo, in­ estética actual, sino también la estabilidad del valor estético objetivo tiene
dependiente, e incluso cuando esta teoría cuenta con la variabilidad irre­ que ser deducido de la relación entre el arte y la sociedad. El valor estético
ducible de la valoración actual de las obras artísticas. La importancia del pro­ entra en relación estrecha con los valores extraestéticos contenidos en la
blema del valor estético independiente, reluce con más claridad todavía al obra, y mediante ellos con el sistema de valores que determina la práctica de
tratar de encontrar su solución, lo que nos ha llevado al objetivo funda­ la vida de la colectividad receptora de la obra. La relación del valor estético
mental del arte, es decir, el de regir y renovar la relación entre el hombre y la con los valores extraestéticos consiste en que el valor estético prevalece
realidad en tanto que objeto del comportamiento humano. sobre los demás, pero no los altera, sino que sólo los une en un conjunto,
separando cada valor particular de su relación directa con el valor corres­
pondiente válido en la práctica, pero posibilitando, en cambio, la relación
4 activa entre el conjunto total de los valores extra estéticos de la obra y la
postura global que adoptan los individuos frente a la realidad, en tanto que
En los tres capítulos precedentes de este trabajo hemos tratado miembros de una colectividad, con el objetivo de actuar de una manera u
de tres conceptos correlativos: la función, la norma y el valor estéticos. otra. Mediante el valor estético el arte actúa sobre la postura emocional y
Nuestra intención, al incluir las palabras «hechos sociales» en el título del tra­ volitiva del hombre frente al mundo, interviniendo directamente como regulador
bajo, no fue la de limitar nuestra relación respecto a la materia tratada, sino básico del comportamiento y del pensamiento humano, a diferencia de la
la de esforzarnos por probar que también un análisis noético abstracto de ciencia y la filosofía que influyen en el comportamiento humano mediante el
la esencia y del alcance de la función, la norma y el valor estéticos, tiene proceso mental.
que tener por punto de partida el carácter social de los tres fenómenos trata­ Lo estético, es decir la esfera de la función, la norma y el valor
dos. El lugar que ocupaba, respecto a la estética, a veces la metafísica, a estético está, pues, ampliamente extendido sobre la esfera global de la
veces la psicología, pertenece Con derecho, ante todo, a la sociología: actividad humana, siendo un factor importante y multilateral de la práctica
la investigación noética de toda la problemática de fenómenos estéticos, tarea de la vida; no tienen razón aquellas teorías estéticas que lo limitan a uno
propia de la estética, tiene que ser construida suponiendo que la función, solo de sus aspectos múltiples, declarando como objetivo de la intención
la norma y el valor estético son válidos únicamente respecto al hombre, al estética únicamente el placer, la expresión o la excitación emocional, o el
hombre en tanto que ser social. conocimiento, etc. Lo estético incluye todos estos aspectos y muchos otros,

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particularmente en su manifestación superior, el arte; de todos modos, a Si algo general puede decirse de todos los formalistas rusos, ello es su
afición metodológica por los conceptos de estructura, funcionamiento interior, sistema, fun­
cada uno de estos aspectos le incumbe sólo aquella parte que le corresponde
ciones argumentales, unidades de composición. A partir de la teoría de la ostranenie, o el
en la formación de la postura global del hombre frente al mundo. estrañamíento del lenguaje poético respecto al lenguaje comón -teoría tan antigua como
la Poética de Aristóteles y resucitada ya por los románticos alemanes-, los formalistas
rusos se abstuvieron generalmente de conectar lo literario con series discursivas de tipo ex­
traliterario, y, sentando las bases para el método estructural aplicado a la literatura. desa­
rrollaron un tipo de crítica literaria tlpicamente inmanente, alejado de toda retórica ideoló­
Notas gica y de todo comentario sociopolltico.
Para los formalistas, analizar un poema o una obra en prosa significaba,
1. N. del A. Introducción escrita en ocasión de la primera edición en forma ante todo, separar los niveles de actuación de dicho texto, empezando a veces por el ni­
de libro de este trabajo, en el año 1936. vel más elemental, el fonético, y pasando luego al análisis formal de las conexiones «sin­
2. Formalismo ruso: Escuela de crítica literaria y análisis del lenguaje poé­ tácticas» entre las partes de una obra, para acabar analizando el nivel semántico o inter­
tico fundada en San Petersburgo en 1916 y disuelta por efectos del estalinismo hacia textual, y relacionar finalmente, según una ley de interfuncionalidad e interdependencia,
1930. A diferencia de las corrientes de crítica literaria predominantes en el siglo XIX, los todos los estratos de funcionamiento de la obra. Dando un paso más, los formalistas
formalistas rusos propugnaron centrarse en el lenguaje mismo, como elemento donde se apuntaron a un esquema «metaliterario», o sistema de la literatura, en el que toda obra ten­
hallaría la especificidad de la literatura. Con ello pasaban a significar, en la historia de dría su lugar de acuerdo con leyes fijadas en cierto modo de antemano por una evolución
la crítica, la primera escuela moderna que retomaba el estilo analítico e inmanente de la literaria que a veces domina por encima de la voluntad creadora de un autor.
Poética de Aristóteles. Razonablemente atacados por L. Trotsky en su famoso articulo de lite­
El formalismo ruso significó un rechazo de los métodos de critica literaria ratura y Revolución, de 1924, y también por A. Lunatcharsky y B. Arvatov, entre otros, la
dominantes en Europa en el siglo XIX, especialmente de todos aquellos métodos que con­ crítica «oficial» como órgano teórico-literario del partido en los primeros años estalinistas
sistían en el paralelismo entre la serie de lo propiamente literario, y alguna serie de carác­ acabó ahogando la iniciativa colectiva de los miembros de la OPOIAZ, aunque autores
ter extra literario, por ejemplo, la crítica biográfica (Sainte-Beuve), la crítica sociológica como Propp y Bajtin siguieron, años más tarde, influidos por la metodologia del forma­
(Plejánov), o la crítica a partir de la filosofía o la religión. lismo. Su tardío descubrimiento en Europa. durante la década de los sesenta, colaboró a
Los formalistas rusos surgieron como escuela de crítica literaria con el nom­ configurar, sobre todo en Francia e Italia, el método del estructuralismo en crítica literaria.
bre de OPOIAZ (siglas rusas de lo que, traducido, es «Sociedad para el estudio del len­ 3. La afirmación del autor no es del todo cierta. Cierto es que los formalistas
guaje poético»). En un principio, la escuela reunió dos grupos de estudiosos: algunos rusos chocaron con la tradición de crítica literaria histórica y cultural que existía en su
discípulos de Badouin de Courtenay, interesados en la teoría del lenguaje (L. Jakubins­ época, por su afán de considerar la obra de arte como un fenómeno autónomo que re­
ky, E. D. Polivanov) y otro conjunto heterogéneo de investigadores del lenguaje poético en quiere para su estudio un procedimiento también autónomo, y no tomado de otras ciencias.
particular, y lo literario en general (V. Shklovsky, B. Eijenbaum, S. l. Berostein). Pronto se En este sentido, es elocuente la declaración programática de Jakobson al inicio de su
completó este grupo con la incorporación a la OPOIAZ de O. Brik, V. Zirmunsky, J. Ty­ carrera: «El objeto de la ciencia de la literatura no es la literatura sino la literariedad (lite­
ñianov, B. Tomachevsky y V. Vinogradov. ratumost), es decir, aquello que convierte un texto en una obra literaria. Sin embargo,
Mientras el Círculo Lingüístico de Moscú se ocupaba casi exclusivamente hasta hoy, los historiadores de la literatura se paredan más bien a la polida que, propo­
del lenguaje en todos sus aspectos (lo «poético» como una de tales manifestaciones posi­ niéndose arrestar a alguien, cogería al azar a todos los que hallarla en la casa, y se llevarla
bles del lenguaje). los miembros de la OPOIAZ eran historiadores y analistas de la lite­ presos hasta a la gente que pasan por la calle. Del mismo modo, los historiadores de la
ratura. criticos literarios en suma, que aceptaron considerar la lingüística como la más rele­
vante de las disciplinas auxiliares para el comentario de lo literario. En cualquier caso. el .~ literatura echaban mano de todo: la vida personal, la psicología, la política, la filosofla» (<<La
nueva poesía rusa», Praga 1921; en R. J., Ouestíons de Poétique; París 1973, p. 15).
artículo de R. Jakobson sobre la poesla de V. Khlebnikov, señaló este punto de inflexión Pero también es cierto, por el contrario, que otros autores, más propia­
en que se encuentran la teorla literaria y la lingüística. conexión que influirla significa­ mente relacionados con el formalismo escolar, puntualizaron también desde el principio
tivamente sobre los formalistas de la OPOIAZ. que la literariedad no podía ser desvinculada de las otras series culturales que constituyen,
Pero los formalistas de San Petersburgo no se apoyaron únicamente en la junto con la literatura, la suma de discursos y manifestaciones que configuran de un modo
ciencia del lenguaje tal como la iban construyendo los lingüistas del Circulo de Moscú. ni aproximativo el vasto conjunto de la historia. Especialmente, y sólo a guisa de ejemplo,
se ciñieron aquéllos. como tampoco lo hicieron éstos. al análisis de las literaturas de J. Tyñianov puntualizaba ya en el año 1927: «El estudio de la evolución literaria no es
vanguardia. Los formalistas se preocuparon en general del procedimiento. del método y la posible si no se considera la literatura como una serie, un sistema puesto en correlación con
construcción que toda obra presenta como uno de sus aspectos formales característicos. otras series o sistemas y condicionado por ellos ( ...). El estudio de la evolución literaria no
y aunque recurrieron ampliamente a conceptos metodológicos propiamente língüísticos, rechaza la significación dominante de los principales factores sociales; al contrario, sólo en
en ningún momento rechazaron modelos de análisis procedentes de otros campos. Tal es este marco puede ser la significación comprendida en su totalidad» (<<Sobre la evolución
el caso del «morfologismo» analítico que predomina en la obra de V. Propp, de hecho literaria», en T. Todorov (ed.), Théorie de la Littérature; París 1965, pp. 136 y s.).
un postformalista, y también es el caso del análisis de las estructuras narrativas (Shklovsky, En este sentido, lo que Mukafovsky afirma a continuación no puede ser
Tomachevsky), estilisticas (Eijenbaum, Tyñianov. Vinogradov, Bajtin) sin excluir los pro­ considerado como una aportación original del funcionalismo de la Escuela de Praga, como
blemas de la evolución literaria (Shklovsky, Tyñianov) e incluso la relación entre literatura parece entenderse, sino como una herencia de una discusión ya muy ventilada en los
y sociedad (Tyñianov, Volochinov). tiempos inmediatamente anteriores del formalismo ruso.

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4. Efectivamente, Dessoir y su discípulo Utitz, como quedó patente en sus suavizar los conflictos de orden psicológico que surgen en la asamblea aérea de los azarados
colaboraciones en la revista Zeitschrift für Aesthetik und allgemeine Kunstwissenschaft, creada viajantes. Un caso simétricamente inverso lo constituyen esos monos de trabajo en tela
por el primero en 1906, y en sus obras respectivas, significaron en su momento la crítica tejana que lanzaron los diseñadores de moda en 1975, y que suelen vestir los domingos
más abierta contra la teoría estética de la Einfühlung (vid. nota 1.2.). A Dessoir cabe el señoritas poco emparentadas con la mecánica.
mérito de haber estudiado una naturaleza estética que no se halla únicamente en los ob­ Por otro lado, sociedades como la popular china, han resuelto toda la
jetos de arte sino en muchos otros fenómenos de la vida cuítural y la vida cotidiana. Por lo serie de problemas económicos que se derivan de la renovación obligada de la moda, a base
demás, tal distinción entre lo meramente artístico y lo generalmente estético, se encuen­ de suprimir, por un lado, las diferencias entre traje de trabajo y traje de fiesta, y, por otro,
tra ya en la Kritik der Urteilskraft de Kant, y éste es otro de los elementos kantianos que la mayorla por no decir todos los aditamentos estéticos que puede poseer un trozo de tela
caracterizan la teoría estética de Mukarovsky, como la de Dessoir. cubriendo el cuerpo. Aunque en modo alguno está reñida la función estética del traje
Dessoir estableció también una serie de categorías objetivas de lo estético, con su dimensión utilitaria, lo cierto es que el vestido característico de los habitantes de
tales como lo bello, lo feo, lo trágico, lo sublime, etc., que él consideraba categorías inhe­ la China popular se acerca al grado cero de función estética. mientras. por el contrario,
rentes a las cosas y no al sujeto receptor de lo estético, como habla sido el punto de vista la vestimenta no alcanza cotas muy elevadas en los países capitalistas en lo que se refiere
de los teóricos de la EinfÜhlung. Precisamente porque las categorlas de lo estético se cen­ a perdurabilidad del tejido, utilidad de los bolsillos, carácter elemental y doméstico de las
traban para Dessoir en el objeto y no en el sujeto, pudo éste avanzar, en cierto modo, hechuras. etc ...
por su camino de reducción científica de la estética. El lector interesado en el análisis semiológico del vestido, que es el que se
5. A decir verdad, no puede decirse de Oscar Wilde que aportara gran apunta en estas páginas de Muka i'ovsky, puede consultar R. Barthes, Systeme de la Mode,
cosa a la historia de la semiótica, ni que llegara a considerar la obra de arte, en general, París 1967.
como una organización de signos, como sostiene Muka fovskY. En The Critíc as Artist se leen 9. N. del A. Cf. el escándalo surgido alrededor de la estatua de Rodin
algunas referencias a la Poética de Aristóteles (<<one perfect Iittle work of aesthetik cri­ L 'áge d'airain, a la que se reprochó al principio que no fuera más que un vaciado de un
ticism»), y allí reconoce también Wilde -aseveración tan moderna como clásica-, que el cuerpo real.
material fundamental de la literatura lo constituye el lenguaje (<<But Aristotle, like Goethe, 10. Vid. nota 2.6.
deals with art primarily in i15 concrete manifestations, taking Tragedy, for instance, and 11. Éste es uno de los puntos centrales de la estética de Muka fovsky:
investigating the material it uses, which is language ...»). En la misma obra, establece una definir lo «artístico» precisamente por la relevancia predominante de una determinada fun­
distinción, que Lessing ya había señalado en su Laokoon, entre el modo de representar de ción, que se denomina la «función estética». No hay duda de que. con ello, se salva el
la pintura y el de la literatura; y sostiene repetidamente que <da forma lo es todo. Es el gran escollo que significa una denominación como «lo artístico», que incluye desde siem­
secreto de la vida». pre, tácitamente, un determinado juicio de valor, a veces independiente de lo estético.
A pesar de todo, no puede deducirse de estas referencias escuetas y poco A pesar de que se considera generalmente como una aportación original del
desarrolladas, que las ideas de O. Wilde acerca de la estética y la crítica literaria fueran Círculo de Praga la teoría de la interrelación de diversas funciones en el objeto artístico
precisamente de orientación semiótica. Wilde representa más bien, en Inglaterra, un epígono o en el lenguaje, la teoría de las funciones de Muka 'fovsky tiene precedentes muy claros
de la teoría alemana de la Einfühlung impregnada de un neoclasicismo de origen igual­ en la lingüística del Circulo de Moscú, especialmente en R. Jakobson, Y. antes todavía,
mente alemán (Goethe y la Aufklarung tan citada por él), con no pocos rasgos de idea­ en la teoría del lenguaje del disclpulo de Badouin de Courtenay, L Jakubinsky. En efecto,
lismo postromántico. tanto V. Erlich (Russian Formalism, The Hague- París, 3. a edición, 1969) como l. Am­
6. Mukafovsky escribe «perifernlmu umenl», es decir, literalmente, «arte de broggio (Formalismo e Avanguardia in Russía, Roma 1968) coinciden en señalar a Jaku­
periferia». Como se verá en éste y otros artículos de la presente edición, el autor se re­ binsky como uno de los precursores de la teoría de las funciones del lenguaje que
fiere al conjunto de manifestaciones artísticas de una cultura que no han accedido in­ luego desarrollarlan extensamente los lingüistas y teorizadores de la literatura del período
mediatamente, por razones de diversa índole que a menudo no tienen nada que ver con formalista. y, especialmente, los lingüistas del Círculo de Praga. Según Erlich: «Mientras
la calidad intrínseca del producto artístico, a la esfera de lo que se denomina «artes su­ los errabundeos de Shklovsky en "la poesía y el lenguaje abstraldos de sentido" eran una
periores» o «artes mayores». En el caso de los hermanos Capék (R.U.R., El juego de los tentativa provocadora, pero relativamente poco convincente, de vindicar los experimen­
insectos) el autor dice de ellos que se han dedicado al arte periférico por el hecho de que tos futuristas, Jakubinsky emprendió la demostración de la autonomía del sonido en poesla
cultivaron un género o un estilo literario situado realmente, en su momento, en la periferia en los términos contundentes de la lingüística funcional. Partió de la premisa, tomada
del marco «legalizado» de la tradición literaria coetánea. Pero no cabe duda de que hoy ciertamente de Badouin de Courtenay, de que "los fenómenos lingülsticos debla n clasificarse,
merecen un puesto más que «central» -ya no periférico- en la historia de la literatura checa. entre otras cosas, desde el punto de vista del objeto para el que el hablante emplea su
material lingüístico". El paso siguiente en la argumentación de Jakubinsky consistió en
7. N. del A. Cf. por ejemplo H. A. Needham, Le développement de I'esthé­ distinguir tajantemente la lengua «práctica», «en la que las representaciones lingüísticas ca­
tique sociologique en France et en Angleterre au XIXe slecle, París 1926. y H. Lützeler,
recen de existencia independiente y sólo sirven como medios de comunicación», de otros
Einführung in die Phílosophie der Kunst, Bonn 1934, pp. 59 Y ss.
tipos de discurso, en los que los sonidos bastan per se. El discurso «práctico», sostenía
8. Por supuesto que hoy la cosa se plantea de un modo muy distinto. Aparte Jakubinsky, es estéticamente neutro, amorfo» (V. E., loe. cit., pp. 73 y s.; citado según la
de que el «traje regional» típico sea una constante antropológica en cuanto a la homoge­ traducción de Ed. Seix-Barral, Barcelona 1974, pp. 103 Y s.).
neidad del valor estético entre el traje festivo y el traje de a diario, hoy salta a la vista que Por su lado, Ambroggio comenta: «Se si classificano i fenomeni linguistici
determinados atuendos de trabajo superan, por lo que se refiere a su función estética, las secondo il fine con cui íI parlante impiega in ciascun caso il materiale verbale, dice Jaku­
cotas del vestido festivo. Las azafatas de casi todas las compañías aéreas del mundo cons­ binskij, si profila una distinzione fondamentale: "Se il parlante le utilizza (le rappresen­
tituyen un ejemplo de esta hiperfuncionalidad estética del vestido laboral, sin duda para tazioni linguistiche) con il fine puramente pratico della comunicazione, abbiamo il sistema

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\
della lingua prat/ca (del pensiero linguistico), nel quale le rappresentazioni linguistiche Sin embargo, nunca se señalará con suficiente énfasis un fen6meno que se
(suoni, partí morfologiche, ecc.) non hanno valore autonomo e sono soltanto un mezzo opone a esta entropía del lenguaje textual. Libre, por un lado, para que a través de su
di comunicazione. Ma sono concepibili (ed esistono) altri sistemi linguistici, nei quali il práctica el sujeto se configure y se genere, el texto literario, mientras pretenda ser lectura
fine pratico regredisce in ultimo piano (benché possa anche non scomparirre del tutto) e además de escritura, revela en su espacio la presencia de una constricci6n: la que supone,
le rappresentazioni linguistiche assumono valore autonomo» (L. Jakubinsky, O zvukach precisamente, el orden comunicativo de la lengua. En este sentido, y siguiendo una deno­
stichotvornogo jazyka. en Sborniki po teorií poetíceskogo jazYka, 1, p. 17; loc. cit.. p. 167). minaci6n que, por hegeliana, MukaJovsky podrla compartir, se puede calificar el texto litera­
12. Marcado/No-marcado: Bajo este par de conceptos, la lingüística del rio como aquel espacio semi6tico en que el método de la dialéctica se une al mito de la
Circulo de Praga designaba aquel fen6meno del lenguaje por el que determinados pares escritura. Especialmente cierto para el texto literario que investiga su forma a partir del
de elementos lingüísticos, básicamente de orden fonético, pero también de orden morfo­ simbolismo, hoy puede decirse que el texto es la escritura animada por el gesto te6rico
16gico, actúan, con su presencia, como designadores de una diferencia gramatical de algún de la dialéctica del sujeto y del objeto. En los polos opuestos de esta tensi6n, como hemos
orden (básicamente semántico). Según Trubetzkoy, Principes de Phonologie, París 1949, dicho, se hallan:
p. 89, «Une marque de corrélation est une partícularité phonologique par I'existence ou non­ a) por un lado, una práctica innovadora de la significaci6n: la escritura del
existence de laquelle une série de paires corrélatives est caracterisée (par ex. la nasalité escritor (del écrivant, que no del écrivain, cabrá decir a partir de Barthes) que supone la
vocalique qui, en fran~ais, différencie les paires correlatives an-a, on-o, in-e, un-eu)>>. El transgresi6n del orden de la lengua y, sobre todo, la transgresi6n de su orden sémico­
lector interesado hallará la ampliaci6n morfol6gica y semántica de esta teoría fonética, figurativo; una práctica innovadora que se sitúa más allá de la socialidad establecida, cri­
que fue propiamente la teorla amplia en que se apoy6 Mukafovsky para sus definiciones ticándola desde una especie de «exterior lingülstico»; y
estéticas, en J. Vachek, The Linguistic School o{ Prague, Bloomington-Londres 1970, b) por otro lado, en el extremo opuesto, un uso reiterativo del lenguaje: la
pp. 84 Y ss.). escritura para el lector comunal, que supone la aceptaci6n del estereotipo lingülstico que,
13. N. del A. A esta frase y a algunas que la preceden añadimos que hay lejos de inventar, satisface comunicando.
que distinguir los casos del predominio de alguna de las funciones extraestéticas cuando Es decir, formularemos que el texto resume una doble actitud frente a la
éste corresponde a un postulado colectivo, de los casos de desviaciones individuales con­ palabra: la práctica del lenguaje por parte de un sujeto-escritor, pero también la experien­
dicionadas por las disposiciones psicoflsicas de cada individuo; algunos lectores leen una cia del lenguaje por parte de un sujeto-lector, anclado en un universo semi6tico colectivo
novela únicamente con el fin de instruirse o de excitarse emocionalmente; la imagen la y colectivizante. Situándose en la perspectica del lector, el escritor se mantiene a una dis­
valoran s610 como una noticia acerca de la realidad. Para los receptores de esta categoria tancia «no excesiva» del habla de su comunidad. Como «escritor», el que escribe se aleja
una obra de arte no funciona en tanto que arte, sino como un fen6meno completamente ex­ de la socialidad que impone y señala el orden comunicativo y la normatividad propias del
traestético, o s610 estéticamente matizado; su relaci6n respecto al arte no es adecuada y no sistema de una lengua. Todo consiste. en consecuencia, en un juego de similitud y dife­
puede servir de norma. rencia, en el juego de una transgresi6n ciertamente utópica - pues no tiene lugar, sino
que lo busca. El texto de hoy -a él se referla ya Mukafovsky- se plantea la escritura como
14. Es el mismo punto de vista que sostendría R. Jakobson en sus artículos
experiencia de los límites, pero no cesa de articularse con la «moralidad» lingü{stica que le­
sobre lenguaje poético, y que formul6 de un modo muy coherente y exhaustivo en su
galiza el uso COloquial/comunicativo del lenguaje.
paper «Linguistics and Poetics», de 1960: «Cualquier intento de reducir la esfera de la
funci6n poética a la poesla, o de reducir la poesía a la funci6n poética, desembocaría s610 1 6. Curiosamente, el nacimiento de la ret6rica como ciencia y artilugio, se
en una simplificaci6n excesiva y engañosa. La funci6n poética no es la única funci6n halla unido al nacimiento de la propaganda polltica. Plat6n comentaba ya en el Fedro, criti­
del arte del lenguaje, es s610 su funci6n dominante, determinante, mientras que en las cando a leguleyos y juristas: «... en los tribunales nadie se preocupa ni lo más mlnimo por
actividades verbales no juega más que un papel subsidiario, accesorio» (Ensayos de Lin­ la verdad, sino por lo convincente. Pues bien: esto es lo veroslmil: aquello a lo que debe
gülstica General, Barcelona 1975, p. 358). ceñirse quien se proponga hablar con arte» (Fedro, 272, d, e.).
Sabido es, como leemos en el Gorgias, que Plat6n consideraba la ret6rica
15. He aquí, apuntado por Muka lovsky, el punto central a cuyo alrededor
como el «simulacro de una parte de la polltica», y la situaba al mismo nivel que las téc­
discurren hoy todavfa las teorías literarias inspiradas en el estructuralismo y la semi6tica:
nicas culinarias, sin que cediera nunca a los argumentos de los oradores de su época, Gor­
se trata del punto de sutil articulaci6n entre el lenguaje literario que corresponde a la ori­
gias, propagandista político, opinaba que la ret6rica enseñaba al orador «a estar apto para
ginalidad del sujeto-escritor, y la regulaci6n «obligada» del lenguaje de acuerdo con la
persuadir con sus discursos a los jueces en los tribunales, a los senadores en el Senado,
norma colectiva del lenguaje hablado; el equilibrio entre la articulaci6n lingüística que
al pueblo en las asambleas; en una palabra, a todos los que componen toda clase de reunio­
puede caracterIzar al sujeto-escritor, y el nivel comunicativo que debe poseer el texto para
«conectar» con el sujeto-lector. nes políticas». S6crates respondía con estas palabras: «El orador. pues, no se propone
instruir a los tribunales y a las otras asambleas acerca de la materia de lo justo y de lo
Parece ciertamente inevitable que el escritor -que toda práctica de len­
injusto, sino únicamente conseguir que crean» (Gorgias. 455 a).
guaje- se sitúe en este punto en que dos articulaciones se cruzan, el punto en que se
reúnen lo que denominaremos el punto de vista lingüistico del lector, por un lado, y por 17. N. del A. Algunos lingüistas. por ejemplo Ch. Bally, identifican incluso,
otro el punto de vista del escritor. Como «escritor», el autor tiende a modificar la norma y por supuesto sin raz6n, el lenguaje poético con el lenguaje emocional, omitiendo la
de una lengua, y puede llegar, asr, a modificar o revalorar determinados aspectos del habla diferencia fundamental entre una manifestaci6n cuya finalidad reside en ella misma (la
antes no usados o caídos ya en desuso; como «escritor», el sujeto del texto es también poesía) y una manifestaci6n comunicativa (efecto producido sobre los sentimientos).
el sujeto de la práctica del lenguaje, de la práctica de la significaci6n a través del lenguaje 18. Todavia preocupa esta oscilaci6n del teatro entre la funci6n estética y la
de la innovaci6n que rompe el limite comunicativo del uso del lenguaje: como «escritor», funci6n politica de propaganda. Roman Jakobson, en la linea de su tradicional plantea­
el sujeto asume la génesis del sentido. miento semi6tico-cultural de la historia literaria, se propone actualmente un nuevo tra­

I
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ción parece insistir precisamente en la equivalencia entre el psiquismo y la consciencia». y,
bajo sobre los elementos estéticos y políticos en la obra de Bertold Brecht: «Pour Brecht,
más claramente, escribe Freud en El problema del amJlisis profano (1926): «Cuando al­
c'est le probleme de la structure des poemes d'un homme qui est a la foís poete et pro­
guien habla de subconsciencia, no sé si la entiende en sentido tópico: algo que se encuen­
pagandiste politique. La question sociale et polítique, la question de l'idéologie, joue un
tra en el alma por debajo de la consciencia, o en sentido cualitativo: otra consciencia, sub­
tres grand rOle, ce qui n'exclut aucunemenent I'analyse de la structure de sa poésie, comme
Brecht lui-m!lme le comprennait fort bien» (<<Entretien avec R. J.» en Critique 348, mayo terránea por así decirlo».
J. Laplanche y J. B. Pontalis puntualizan todavía en su Diccionario de
de 1976).
Psicoanálisis (Barcelona 1971): «Si Freud rechaza el término "subconsciente", es porque
19. N. del T. La construcción del Teatro Nacional checo desempeñó un le parece que implica el concepto de una "segul'l'da consciencia" que, por muy atenuada
rol muy importante en el proceso del renacimiento de la lengua y la cultura checas en que se suponga, se hallarla en continuidad cualitativa con los fenómenos conscientes. Sólo
la segunda mitad del siglo XIX. la palabra inconsciente es capaz de indicar, según Freud, por la negación que contiene,
20. Respecto ala «distancia estética» que media entre la pintura y la foto­ la separación tópica entre dos territorios pslquicos y la distinción cualitativa de los procesos
grafía, Cf. Walter Benjamin, «Pequeña historia de la fotografla», en Discursos Interrumpi­ que en él se desarrollan». Contra la idea de una segunda consciencia, «el argumento más
dos, 1, Madrid 1973; pp. 79 Y ss. poderoso proviene de lo que nos enseña la investigación analitica: una parte de estos
21. Otakar Hostinsky (1847-1910). Profesor de estética e historia de la procesos latentes posee particularidades y caracteres que nos son extraños, nos parecen
música en la Univerdiad Carolina de Praga. Al igual que J. Durdlk, y partiendo de los incluso increíbles y se oponen directamente a las propiedades bien conocidas de la cons­
neokantianos Herbart y Fechner, sentó para la estética checa importantes bases teóricas. Fue ciencia» (S. Freud, Das Unbewusste, 1915, G. W., K, p. 269).
partidario de un arte nacional y propugnó el realismo artlstico. Intentó la aplicación al Muy elemental deberla ser el conocimiento que Muka fovskV tenía de la
campo de la estética de los principios teóricos de Darwin (<<Darwin y el drama» en Lumlr, obra de Freud, a juzgar por el uso continuo que hace de la palabra subconsciente, en lugar
1873), difundió la música y la estética wagneriana en Bohemia (Das musikalísch-SchOne de inconsciente, y, sobre todo, porque emplea siempre la palabra subconsciente como
und das Gesamtkunstwerk von Standpunkte der formalen Ásthetik, Leipzig 1877), y ana­ sinónimo de una consciencia apagada, dormida, situada por debajo de la consciencia diurna,
lizó el teatro de los Meiningen (Epos und Drama, 1911). Los fundamentos de su estética pero sin una actividad propia, caracterlstica y analizable; y en una línea de homogeneidad
fueron recopilados por Z. Nejedlv, en 1921, a partir de sus lecciones universitarias. cualitativa con la consciencia. Por decirlo de otro modo, la estética de Mukaiovskv no
22. Constructivismo: Se designa con este término el movimiento vanguar­ es una estética que pueda dar cuenta de la inflexión de la actividad inconsciente del su­
dista que tuvo lugar en la Rusia de los años veinte, y que alcanzó múltiples facetas de la jeto en su práctica artfstica. Como hemos señalado en el Prólogo, la estética del autor se
producción artística, desde la pintura y la poesla a la moda, el cine y la arquitectura. Here· abre analiticamente al dilema de la obra como organización semiótica y como reflejo de una
deros, en cierto modo, del experimento futurista de los años diez, los constructivistas cultura más amplia, pero no aporta nada por lo que se refiere a la investigación de la ins­
proponfan una revolución estética de acuerdo con los nuevos logros de la técnica y la tancia del sujeto inconsciente en el espacio del arte
ciencia, y también de acuerdo con los nacientes ideales revolucionarios de la Rusia de su 24. [N. del A. A una interpretación errónea de esta índole puede llevar

momento. Su programa formal, llevado a la práctica con una gran diversidad de medios, sólo el término poco feliz de «consciencia colectiva».]

se basaba en la manipulación de un material según los principios de la tectónica, estructura Aqul se pone una vez más de manifiesto el antipsicologismo de Muka rovs­

y construcción, adecuando la forma a la necesidad utilitaria del objeto kV. Enojado con una tradición estética cuyo psicologismo significaba un idealismo a ultranza
Según V. Quilici, L 'architettura del construttivísmo. Bari 1969, «la individua­ (los teóricos de la Eínfühlung) , el autor parece rechazar toda hipótesis de fundamentar lo
ción del constructivismo como corriente autónoma se produce en 1920, cuando un grupo psicológico en el campo del sujeto, y, por un lado, reduce a «subconsciente» lo que para
de constructivistas, junto con constructivistas del LEF, condujeron dentro de la Inchuk Freud tiene una entidad heterogénea respecto a la consciencia, y, por otro, habla única­
(Instituto de Cultura Artfstica) la lucha contra los defensores del «arte puro» y el «arte mente de una «consciencia colectiva» como una realidad no psicológica, sino como una
aplicado». En este hecho, los constructivistas intervinieron con un programa independiente especie de memoria cultural, archivo de lo socialmente legalizado. Pocos años más tarde
y con declaraciones aprobadas por el pleno del Inchuk. En este primer equipo de trabajo se tras la publicación de este articulo de Mukafovskv, Freud precisarla que no es necesario
encontraban A. Gan, 1. Medunesky, A. Rodochenko, V. Sepanova y los hermanos Sten­ hablar de un «inconsciente colectivo», pues el inconsciente posee ya, de por sI, un carácter
berg». Otros autores del campo pictórico y arquitectónico, así como del campo del diseño, filogenético, aunque su análisis debe penetrar en la historia simbólica del sujeto individual:
que se unieron al grupo inicialmente constituido, fueron Tatlin, Lavinsky, L. Popova, M. «No es fácil trasladar los conceptos de la psicologla individual a la psicologia de las masas,
Soholov, Rozanova y El Lissitsky. y por mi parte no creo que se adelantarla mucho adoptando el concepto de un incons­
ciente "colectivo". De por si, el contenido del inconsciente es ya colectivo, es patrimonio
23. El autor no emplea casi nunca los términos «inconsciente», «inconscien­
universal de la Humanidad» (Moisés y la religión monote/sta, H; Obras Completas. IX,
cia», de característica tradición freudiana, sino los términos «subconsciente» y «subcons­
ciencia», más propios de la terminologla del psicólogo C. G. Jung. Madrid 1975, p. 3321).
Efectivamente, Freud apenas usó estos segundos términos, aunque ya fueran 25. O «el puro bienestar desinteresado», una fórmula de Kant, acuñada en
habituales en la psicologfa y la psicopatologla de fines de siglo. El término «subcons­ la CrItica del Juicio (1790), n." 2. Como es sabido, Kant se preocupó por conseguir un
ciente» (Unterbewusste) aparece en los Estudios sobre la histeria (1895), sin que parezca tipo de valoración estética que fuera totalmente autónoma respecto a cualquier tipo de
existir ninguna diferencia clara entre lo que se quiere significar con este término, y lo interés (Interesse) por aquel objeto que fuera portador de una función estética. En este
que Freud entendió más tarde por inconsciente (Unbewusst). Pronto abandonó y criticó sentido, como ya hemos aclarado en una nota anterior, Kant vale como punto de partida
Freud el empleo del término subconsciente: «Debemos evitar -escribe en La Interpreta­ para innumerables estéticas modernas que se proponen el análisis intrfnseco de «lo esté­
ción de los sueños (1900) -, la distinción entre supraconsciencia y subconsciencia, tico» y «la belleza», estéticas que, por lo menos a partir de Herbart, suelen ser denominadas
a la que es tan aficionada la literatura actual sobre las psiconeurosis, ya que esta distin­ «formalistas». Un análisis atento permitiría darse cuenta de los elementos de puro rasgo

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kantiano que se hallan presentes, de hecho, en las «estéticas» estructuralistas y de inspira­


un proceso que no puede aceptar esta estabilidad de la norma más que como punto de
ción semiótica. En un extremo metodológicamente opuesto, Muka rovsky prefiere, en este
partida para la actividad gramatical del texto que, por ello, se convierte en lo que hoy
contexto, el método totalizante y sintetizador (Hegel: «Das Wahre ist das Ganze») de la
denominamos práctica significante (J. Kristeva). Havránek lo vio así: «La estabilidad es
estética hegeliana, donde pueden verse los orlgenes de otra larga tradición estética, preo­
siempre la marca inmanente de una norma» (p. 416). Pero esta estabilidad, o el mismo
cupada por la explicación de la dialéctica arte-sociedad, objeto artístico-cultura, que pasa de un
concepto de eficacia comunicativa, se pone a prueba a través del espacio lingüístico de la
modo muy especial por los intentos marxistas de elaborar una estética sociológica (Lukács).
escritura: «La norma lingüística de la escritura, permite que cada uno de los cortes (Schich­
26. Curiosamente, este artículo del autor coincide, en cuanto a elabora­ te = momentos de la diacronía) del lenguaje escrito disponga en parte de los distintos
ción y publicación, con el artículo de Bohuslav Havránek, miembro del Circulo Lingülstico medios de los planos fonológico, gramatical y lexical (que sirven en gran medida a la inte­
de Praga, denominado «Zum Problem der Norm in der heutigen Sprachwissenschaft und lectualización del lenguaje escrito); la norma lingülstica de la escritura permite igualmente
Sprachkultur» (en Actes du Quatriéme Congrés International de Linguistes, Copenhague los distintos usos de tales niveles, precisamente en el sentido de conseguir distintas auto­
1936, pp. 151 -156. Aqul se cita a través de Josef Vachek, A Prague School Reader in matizaciones y actualizaciones del lenguaje» (p. 415; subrayados del editor).
Linguistics, Indian Univ. Press, 1964, pp. 413-420. Traducción del editor). El mero conocimiento, por parte del escritor, de tal norma lingüística de la
En este artículo, Havránek establecla ya que la norma lingülstica -die Sprach­ escritura, hace que «su coerción no pueda ser sentida únicamente como negativa, sino
norm- no debía remitir siempre a la codificación del lenguaje (el sistema, el esquema, la también como positiva» (p. 416). Pues «ciertamente, la historia del lenguaje nos muestra
langue) , sino que cabía hablar, y éste era de hecho el aspecto más interesante para una con toda claridad que la norma lingüística de la escritura cambia a través del tiempo, que se
teorla de la evolución lingüística, de una norma lingüística interior a la manifestación-habla halla sometida a un proceso. No existe ninguna norma lingüística fosilizada, mientras per­
del lenguaje: «En mi opinión, hay que señalar una distinción entre una -mejor o peor­ manezca vivo el lenguaje escrito; pero toda norma lingüística de la escritura tiene su propio
codificación de la norma lingülstica, y la propia norma lingüística» (p. 414). Hasta este desarrollo, que nunca se corresponde con el desarrollo del habla» (Mundart) (p. 416).
momento, señala Havránek, se habla tendido a confundir la norma lingülstica con la codi­ Al Círculo de Praga no se le escapaba, por lo tanto -y el articulo de Mu­
ficación de la misma que se constituye a través de las gramáticas y los compendios lin­ ka rovsky está impregnado de esta filosofía del lenguaje hablado y el lenguaje escrito,
gülsticos. «A diferencia de aquello, yo quisiera considerar la norma lingüística como una y de las diferencias entre ambos-, que la literatura -y por analogía muchos sectores de la
pura manifestación interior al lenguaje» (p. 414).
actividad «artlstica»- se constitula como un sistema con leyes propias, y, lo que es más,
Siguiendo una tradición que, como comentamos, inician los estoicos (vid. como aquel sistema en que la escritura, por su permanencia, ponía a prueba la sistemati­
nota 1.1.), y reformulan los autores tan caros a Noam Chomsky (Juan Huarte de San cidad del lenguaje hablado, señalando no sólo el carácter combinatorio de las unidades
Juan, Schlegel, Humboldt), tradición que, por lo demás, marca todavla el desarrollo actual sígnicas y funcionales de un lenguaje, sino también, y especialmente, el carácter abierto
de la lingüística, Havránek se refiere también a una energeia (la Tiitigkeit humboldtiana), del sistema lingülstico por la inflexión en el mismo de un sujeto activo: el escritor. Lo que
a distinguir de un ergon (el Werk del alemán, obra acabada, codificación, estructura), y de empezaba a ponerse en evidencia era, sencillamente, eso: la escritura es el espacio en
acuerdo con estos conceptos define su norma lingülstica, «interior al lenguaje hablado», el que el lenguaje se practica - es la escena de una práctica de la significación.
como aquel mecanismo que asegura la dialéctica productiva entre el esquema de la lengua
como sistema, y la actualización del lenguaje que significa todo acto de habla: «Por norma 27. R. G. Baumgarten (1714-1762) delimitó por vez primera con el nom­
lingülstica (Sprachnorm) yo entiendo algo que se ha designado, hasta ahora, por un lado bre de Aesthetica aquel sector de la filosoffa que se ocuparía de todo lo relativo a la per­
como actividad del lenguaje (Sprachwerk) y por otro lado como construcción del len­ cepción sensorial y los sentimientos. Siguiendo un método que procedla de Spinoza,
guaje (Sprachgebilde), pero que ahora designaré desde el punto de vista de una relación Baumgarten aceptaba que existe un amplio sector de fenómenos y actos que escapan
de compromiso: un compromiso con la esfera del ergon para conseguir en la esfera de a la «racionalización clara», y que caen, de lleno, en el campo de los «pensamientos con­
la energeia lo que uno se ha propuesto y quiere que sea adecuado» (p. 414). fusos». Pero mientras la filosoffa de F. A. Wolff se caracterizaría por una valoración prio­
Pero la aportación de Havránek alcanza mayor interés para esta edición ritaria de todo lo relativo al «pensamiento claro» y en arreglo a este método lógico-deduc­
de Mukarovsky cuando distingue entre una norma lingülstica del habla (Sprachnorm), y tivo establecería una lógica y una metaffsica de estricto corte racionalista, Baumgarten
una norma lingüística de la escritura. Esta teoría del funcionamiento lingüístico de la es­ se propuso anteponer a la lógica de Wolff, o método del conocimiento claro, una ciencia
critura, que de hecho los formalistas rusos ya habían esbozado, convierte la «norma» en todavía anterior, entendida como método del conocimiento sensible u «oscuro», que deno­
un espacio interior al texto y a toda escritura, en el que se hace posible la actividad re­ minarla estética. Con esto se formulaban dos tendencias en la metodologla de la estética,
modeladora del orden comunicativo del habla. Se trata de una norma antinormal, de un que eran ya, de hecho, muy antiguas: por un lado los que opinan que puede hablarse en
espacio abierto y mutable donde se opera la movilidad y la reordenación del lenguaje términos racionalistas de las sensaciones más alejadas de la formulación lógico-lingüística,
hablado: «La norma lingüística de la escritura se diferencia de la norma del lenguaje popu­ y por otro, la de aquellos que piensan que, acerca de lo relativo a la percepción sensorial y a
lar, primero, del mismo modo que se distinguen entre sí el lenguaje escrito del lenguaje los sentimientos, es mejor callarse - o encontrar, para comentarlos, un "lenguaje" adecuado
hablado, es decir, por una mayor diferenciación funcional y estilística del primero; y se­ a la especificidad de lo que se trata.
gundo, por una elevada consciencia de la norma (Normbewusstsein) y una progresiva rela­ 28. Conviene aquí puntualizar, en relación con las notas 2.23 y 2.24, que
ción de compromiso, que está ligada a una enérgica exigencia de estabilidad» (p. 415). el mecanismo de la norma estética, al actuar como censura o fijación de un estilo, equivale
Las posibilidades del sujeto hablante de remodelar el orden de la lengua no ciertamente, como escribe Muka i'ovsky, a la acción de lo social y lo colectivo sobre el
parecen existir para Havránek, debido a la propia economía del lenguaje, que tiende a esta­ sujeto y su producción artística. Lo que no afirma el autor, sin embargo, es que la viola­
bilizar las formas de expresión para asegurar una determinada economía comunicativa (la ción de la norma -tema del que habla acto seguido- poco tiene que ver con lo social­
«enérgica exigencia de estabilidad»). Pero ya hemos visto (nota 2.15) que la comunicación mente establecido. De acuerdo con la ampliación metodológica que del psicoanálisis ha
se halla reñida, en cierto modo, con la significación. Significar en literatura, en escritura, es hecho cierta semiótica moderna, conviene apuntar que, mientras la perduración de una

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norma estética depende de los mecanismos sociales de censura y equilibrio simbólico (la valía a lo social, «suma de acuñaciones depositadas en cada cerebro» y la paro/e equivalía
socialidad se establece como un contrato real y simbólico que tiende a la persistencia), a lo individual, a los actos verbales tal como se dan en el lenguaje cotidiano, a una comu­
en el extremo opuesto, la transgresión o violación de toda norma deberá plantearse a partir nicación interpersonal; dicha dicotomia, decimos, ha sido considerada insuficiente por
de la negatividad propia del sujeto, capaz de substituir una fórmula social por una nueva muchas tendencias língülsticas possaussurianas preocupadas por el problema de la gene­
formulación semiótica. Esta nueva expresión puede o no ser «colectivizabhil», pero, en ración del habla.
cualquier caso, tiene su origen en esta capacidad del sujeto de instalar, en el contexto Coseriu, en su trabajo aludido, pone de manifiesto la insuficiencia de esta
semiótico de una cultura, la fórmula de la heterogeneidad y la diferencia. dicotomia a través de los puntos siguientes:
29. N. del A. Citado según F. Brunetiere, L'évolution des genres (Segunda - La dicotomia langue-paroJe no puede explicar el acto verbal, es decir,
lección). aquel punto en que la lengua y el habla se encuentran y lo se separan.
-Si la /angue equivale a lo social. y la parofe a lo particular, ¿cómo se ex­
30. N. del A. Gf. el prefacio a la edición de los Zalmy [Salmos] de Havlll!ek, plica la comunicación como proceso de simetría máxima entre un acto codificador (amisor)
con la caracter[stica noética del simbolismo, Praga 1934. y un acto de-codificador (receptor)? y, sobre todo, ¿cómo se explica la significación
31. N. del A. Véase también: G. Semper, Kleíne Schriften, Berlln y Stuttgart original y los significados heredados, archivados por la tradición?
1884, articulo Ober die formelle Gesetzmassigkeit des Schmuckes als Kunstsymbol, pp. 326 -Si estos dos sistemas Jangue-parole sólo son explicados en un momento
Y siguientes. sincrónico, ¿cómo se explica la dinámica entre los hechos del habla y los de la lengua?
32. N. del A. K. Teige: Neoplasticismus a Suprematismus, Stavba a básñe Para solucionar tales puntos conflictivos del modelo de Saussure, Coseriu
[Neoplasticismo y suprematismo, La construcción y la poesla], 1927, p. 114: «También propone la ampliación de la dicotomía mediante un estamento intermedio entre la langue
en la arquitectura es posible pronunciarse en principio por la asimetría; muchas razones y la parole, al que denomina norma. Entre el conjunto de posibilidades en estado neutro
concretas lo recomiendan. Pero entonces es necesario admitir la simetría como un caso es­ de la langue (el sistema, para Coseriu), y el conjunto de actualizaciones de estas posi­
pecial de la asimetría». bilidades en actos verbales individuales y concretos (el habla), tiene que verse la exis­
tencia impllcita, en toda comunidad lingüistica, del estamento de la norma, en el sentido
K. Teige (1900-1951). Teórico y organizador de la vanguardia cultural y
de aquellos hechos lingüisticos aceptados como «normales» por dicha comunidad, más que
artística checa en el periodo de entreguerras. Se interesó por la estética de la poesla, las
los hechos «normativos». Es decir, la norma língülstica no tiene que entenderse como
artes figurativas, la arquitectura, el teatro, el cine. Mantuvo contacto estrecho con los mo­
obligatoriedad que el sistema de una lengua señale de un modo insistente, explicito, a
vimientos teóricos y prácticos de vanguardia del resto de Europa. En este sentido, impartió
través de la pedagogia del habla o de los llamados «medios de comunicación», sino como
cursos en la Bauhaus durante los años veinte.
un hecho automático del lenguaje que tiende, sencillamente, a evitar la dispersión de los
33. Victor Shklovsky (1893- ). Uno de los más conocidos y original prota­ hablantes, es decir, a evitar que la distancia entre la lengua y el habla se convierta en una
gonista del formalismo ruso (vid. nota 2.2.). Además de sus trabajos puramente literarios, en cámara oscura en la que la «comunicación» se harla altamente equívoca. Ahora bien, la
Europa se le conoce sobre todo por las ediciones que se han hecho de su Teorfa de la norma del lenguaje, si por un lado es un aparato de economia comunicativa, por el otro
Prosa (1923), de su estudio sobre L. Tolstoi (en francés: 1969), y por los artículos mayores, parece señalar también el espacio lingülstico, o por lo menos los resquicios de una lengua.
como el que incluye la antolog[a de T. Todorov, sobre «El arte como procedimiento». Fue por los que se cuela el proceso de la significación.
uno de los animadores más destacados y más brillantes de la OPOIAZ o Escuela para el Los hechos del sistema de una lengua pasan a ser hechos del habla a través
Estudio el Lenguaje Poético, entre 1914 y 1930 aproximadamente. Shklovsky fue el pri­ de la «codificacióm> implicita de las posibilidades del sistema que realiza la norma de la
mer representante del formalismo ruso que renunció a los principios metodológicos y fi­ lengua en cuestión. Este nivel intermedio entre el sistema (Iangue) y el habla (parole), per­
losóficos de la OPOIAZ cuando la persecución ideológica que protagonizó el estalisnismo mite solventar parte de los problemas que planteaba la dicotomia de Saussure, sobre todo
soviético alcanzó a esta escuela de crítica literaria. en lo que respecta al estudio de las variaciones diacrónicas.
El articulo citado por el autor (del libro O teorii prozy, Moscú 1925), puede Colocándose en el plano del sistema de una lengua, cabe considerar la
hallarse en la antologia citada de T. Todorov, Théorie de la Littérature, Parls 1965. norma y el habla como grados sucesivos de realización del sistema. Según Coseriu, «po­
34. Después de los lingüistas del Círculo de Praga (vid. nota 2.26), L. Hjems­ demos decir que el sistema es un conjunto de oposiciones funcionales; la norma es la
lev y E. Coseriu han sido posiblemente quienes mayor atención han dedicado al estudio de realización colectiva del sistema, que contiene el sistema mismo, y, además, los elementos
la norma lingülstica. En un trabajo intitulado «Sistema, Norma y Habla)}, en Teorfa del len­ «no-pertinentes», pero normales en el hablar de una comunidad; el habla es la realización
guaje y lingü{stica general, Madrid 1967, Coseriu critica la dicotomIa saussuriana /angue­ individual-concreta de la norma, que contiene la norma misma, y además la originalidad
parole, y la considera insuficiente e incapaz de explicar el dinamismo real que existe entre expresiva de los individuos hablantes» (loe. cít.. p. 97 y s.).
el habla de una colectividad (la paro/e de Saussure) y el sistema lingüístico o código de re­ El sitema. en consecuencia, define un conjunto de posibilidades; conjunto no
ferencia para los hablantes (la langue). Coseriu considera que entre estos dos extremos de tanto de limitaciones como de libertades; la norma se impone al individuo como limita­
funcionamiento del lenguaje hay que aceptar la existencia real de un estamento-pivote, ción de estas posibilidades y caminos abiertos, equivaliendo, de hecho, al nivel de estruc­
donde tiene lugar la dialéctica tan peculiar del lenguaje, por la que el habla refleja la exis­ turación del lenguaje, aquel nivel por el que se asegura la economía lingüística: el nivel
tencia de un código regulador, legalizador y «economizante», pero por la que, asimismo, el que limita la dispersión y la diferencia a efectos de una estabilidad que cabe considerar
sistema de una lengua incluye en su estructura la posibilidad de que se acuñen, al nivel antropológica, y que tiende a confirmar la «comprensión» mutua entre dos personas ha­
del habla, fórmulas que no existían todavía en el acervo lingüístico de los hablantes, es blando una misma lengua; el habla, finalmente, es el acto verbal concreto, en el que se
decir, algo que no formaba parte de la «norma)} colectiva de determinada comunidad refleja una regulación normal y normativizante de las posibilidades amplias que ofrece el
lingülstica. Es decir, la dicotomía saussuriana langue-parole, en la que la langue aqui­ sistema.

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Téngase en cuenta. respecto a la aplicación que nuestro autor hace del con­ uso re-modelador de los elementos del lenguaje. a su nivel especialmente semántico (los
cepto de norma, que tanto él como los autores propiamente especializados en cuestiones recursos de la metáfora como horizonte infinito del sentido literario), pero también sintác­
lingülsticas. partian de la teorla funcionalista de la norma lingülstica que se elaboró paula­ tico (como suele hacer el surrealismo, a diferencia del simbolismo, para quien la sintaxis
tinamente en el marco del Circulo de Praga. consistla en una especie de última garantía de lo poético) y también ortográfico y topo­
35. Mat~i Milota Zdivad Polák (1788-1856) Autor de un extenso poema, gráfico (desde los caligramas de Apollinaire o Salvat-Papasseit a la typoesia y el letrismo
La dignidad de la naturaleza, donde se canta en un tono filosófico y pedagógico la riqueza de los años sesenta y setenta).
y fuerza de lo natural. Véase también el articulo de Mukafovsky, «El arte», en este mismo Para citar uno de los últimos ejemplos de teorla del lenguaje donde se
volumen. hace especial mención de la actividad semiótica del sujeto a través del lenguaje poético,
apuntemos que N. Chomsky, siguiendo muy de cerca en sus postulados de partida una
36. Frantisek Xaver Salda (1867-1937). Escritor poli grafo, y personalidad
tradición lingülstica que abarca de Juan Huarte (Examen de Ingenios, 1575) pasando por
central de la vida literaria checa durante los años 30, cuya enseñanza en el campo de la
la Iingülstica racionalista de Port-Royal, hasta Wilhelm von Humboldt, significa un notable
poética y de la critica literaria influyó notablemente en los adeptos checos al simbolismo.
esfuerzo por demostrar que la relación del individuo con el lenguaje, no es en modo alguno
Véase también el articulo del autor «El arte y la concepción del mundo», en este mismo
una relación estática. normativa y fija, sino que el individuo se relaciona con la lengua
volumen. desarrollando un trabajo activo de producción y generación de significado, y ello es es­
37 El lector hallará en las distintas publicaciones del filósofo, teórico de la pecialmente cierto para el caso del lenguaje poético: «La explicación de esta posición central
estética, sociólogo y critico de la cultura Galvano Delia Vol pe, las aportaciones más in­ de la poesla radica en su asociación al lenguaje. La poesia es única en el sentido de que
teresantes y exhaustivas de la critica moderna sobre el problema del gusto artístico y lite­ su propio medio es ilimitado y libre; es decir. su medio, el lenguaje, es un sistema con ili­
rario, tanto desde un punto de vista sincrónico (en arreglo a la estratigrafía social de un mitadas posibilidades de innovación en orden a la formación y expresión de ideas. La
momento dado) como desde un punto de vista histórico (la evolución del gusto de acuerdo producción de cualquier obra de arte va precedida de un acto mental creador cuyos medios
con la evolución histórica de las sociedades). Véanse, entre otros, Critica del gusto. Milán. son proporcionados por el lenguaje. Así, el uso creador del lenguaje que, bajo ciertas con­
3.• edición, 1972; versión castellana, Barcelona 1966; Storia del gusto. Roma 1971; ver­ diciones de forma y organización, constituye la poesla, acompaña y sirve de base a cual­
sión castellana. Madrid 1972. quier acto de la imaginación creadora, sin importar el medio en que se lleve a cabo. De
38. Por lo demás, como se conoce hoy ampliamente, los impresionistas so­ este modo, la poesia logra su situación única entre las artes y la facultad creadora artlstica
lian recurrir a temas de los siglos de oro de la pintura europea, especialmente al Renaci­ \ se relaciona con el aspecto creador del uso del lenguaje» (N. Chomsky, Lingülstica cartesia­
miento y al Barroco italianos. Concretamente para el caso de Le déjeuner sur rherbe. Manet na. Madrid 1972, p. 47).
tomó de un fragmento situado en la esquina inferior derecha del Juicio de París, de Ra­ Mencionemos, de paso, que el racionalismo chomskiano ha sido severa­
fael. el esbozo y la «arquitectura» de los personajes que aparecen en su cuadro. mente criticado por parte de aquella teoría semanalítica del lenguaje poético que pretende
Tan grande fue. en efecto, el rechazo que suscitó el cuadro de Manet. que que la génesis de la significación lingülstica no se halla, de hecho, en el esquema de una
la censura oficial del Salon de 1863, no aceptó que la tela se exhibiera en las salas prin­ lengua, sino en la estructura simbólica del inconsciente del sujeto (vid. J. Kristeva, «L'engen­
cipaes. y fue desterrado. junto con muchos otros ejemplos de una nueva norma estética drement de la formule», en Séméiotiké. Recherches pour une semanalyse. Parls 1969).
que chocaba contra lo tradicional. al llamado Salan des Refusés. donde se exhibió. en 41. N. del A. Compárese con el estudio La moda en la literatura, de H. G.
definitiva. lo más selecto y sensible a la modernidad de aquella imponente muestra de Schauer, donde el interesante ejemplo del tema poético sobre el adulterio muestra que la
pintura. moda literaria se distingue de la moda propiamente dicha por su persistencia, y que la
39. Téngase en cuenta, a este respecto. que los pintores impresionistas con­ moda como factor de la creación poética puede impedir la relación directa entre la temática
taron siempre con el apoyo critico y la amistad incondicional de los grandes autores del literaria y teatral por un lado, y la situación real de la sociedad por otro. El estudio fue
simbolismo y el decadentismo francés. CI., por ejemplO, Baudelaire, «Peintres et Aqua­ publicado por primera vez en la revista Moravsky listech, en 1890. y volvió a ser editado en
fortistes» en Oeuvres Completes. París 1961, pp. 1145 y ss. y Mallarmé, «Le Jury de Pein­ las Obras Completas de H. G. Schauer, Praga 1917.
ture pour 1874 et M. Manet» en Oeuvres Completes, París 1945, pp. 695 y ss. 42. N. del A. Fechado y citado según la publicación de R. Rozec: Inscripcio­
40. Que la poesfa constituye el lugar donde con mayor rendimiento se nes antiguas en las capillas sepulcrales del cementerio de Albrechtíce, Písek.
pone en actividad «la relación creadora con la lengua», es algo que hablan intuido ya las 43. N. del T. Mái [Mayo]: Poema lirico-épico, la mejor obra del romanti­
antiguas poéticas. y que se ha venido aceptando a lo largo de toda la historia de la lingüís­ cismo checo, cuyo autor, Karel Hynek Mácha (1810-1836), encarnó el romanticismo re­
tica y del análisis literario. Aristóteles, en su Poétíca, aceptaba ya que a los poetas habla volucionario y la contradicción entre los grandes ideales y la imposibilidad de realizarlos,
que dejarles un amplio margen de libertad en su forma de tratar el lenguaje, y permitirles convirtiéndose en un símbolo para las generaciones posteriores. Bajo el título Máj se pu­
expresiones inéditas e incluso incorrectas: «Respecto a las modificaciones en la dicción, blicó. en el año 1858. un volumen que recogia obras de la joven generación literaria reunida
éstas pueden ser muchas, y dejamos su elección a la voluntad de los poetas. Además. no alrededor de V. Hálek y J. Neruda y que al mismo tiempo fue un manifiesto con el que esta
es igual la corrección exigida en política que la exigida en poética ...» (Poética. 1460 b). generación se presentó al público. A diferencia de Mácha, estos escritores preparaban ya •
Los preceptistas y retóricos medievales no dejaron de señalar las posibili­ el camino al realismo.
dades de articulación lingüística que posee la poesia y la literatura en general, a diferencia
del lenguaje hablado; y el redescubrimiento de la retórica aristotélica por parte del Ba­ 44. N. del T. Lumlr: revista que en la segunda mitad del siglo XIX agrupó
rroco europeo siguió señalando y permitiendo la teorización de esta diferencia fundamen­ a un circulo de poetas y escritores, encabezados por el poeta Sládek. La revista representaba
tal entre el «uso habitual» del lenguaje y aquel uso especIfico, propio de lo escrito, que la corriente que luchaba por una concepción más moderna de la creación literaria, opo­
modernamente tiende a ser denominado la práctica significante del lenguaje; es decir, el niéndose a lineas más conservadoras de la literatura checa.

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45. N. del A. Cf. O. Hostinsky en el folleto O socializad umenl [Sobre la so­ [Flores sepulcrales], 1857; Kosmícké plsne [Cantos cósmicos), 1878) y periodista checo.
cialización del arte), Praga 1903: «Entre el pueblo -igual que en el público más aco­ figura central de la denominada «generación de mayo». de quien el poeta chileno Neftalí
modado e inteligente- no domina de ninguna manera el gusto único, sino al contrario, Ricardo Reyes Basualto tomó, por azarosas razones, su pseudónimo de Pablo Neruda.
la mayor variedad de gustos, y por esto el punto de vista del pueblo respecto al arte no Vltezslav Hálek (1835-1874). Escritor en verso y prosa. Fundador de la
puede ser definido por una sola fórmula cuya validez sea general. Semejante dogmatismo revista Mayo.
sería refutado por una simple ojeada a los repertorios de los teatros, a las lecturas de los 52. Hay traducción francesa en R. Jakobson. Questions de Poétique, París
círculos más amplios, a las tiendas con cuadros e imágenes. Y en esta mezcla variada no se 1975.
manifiesta sólo una graduación de lo peor a lo mejor, sino que al mismo tiempo se su­ 53. N. del A. Acerca de la conversión de la norma estética poética en la
perponen en ella las numerosas capas históricas, de modo que lo que hoy gusta a la norma lingüística extraestética, compárese también el artIculo de R. Jakobson Co ¡e poezie?
gente es producto, como término medio, de una evolución artlstica de más de un siglo». [¿Qué es la poeSla7] en fa revista Volné sméry, XXX, p. 238.
46 N. del A. Las diferencias de edad y sexo son, por supuesto, de origen
54. N. del A. Cf. el artículo de P. Bogatyriev, «Contribución a la etnografía
biológico, pero en la sociedad adquieren un carácter social: así por ejemplo la pertenencia
estructural» (Slovenská miscellanea [Miscelánea eslovaca], Bratislava 1931), en el que
a una determinada generación, en el sentido social. no depende siempre de la edad física.
se muestra con ejemplos que «en las investigaciones etnográficas nos encontramos con
47. N. del A. Esta cita, igual que la siguiente (de Langbehn) procede del hechos que tienen varias funciones, conectadas entre ellas a veces de manera que es po­
escrito de J. Richter, Die Entwícklung des kunsterzieherischen Gedankens, Leipzig 1909. sible determinar con precisión, cuál de ellas es, en el caso dado, la más fuerte».
48. N. del A. En este contexto podemos recordar que L. N. Tolstoi en su tra­
55. Traducción: «En la verdadera obra de arte la belleza no aparece como
tado (Qué es el arte? exigía, con la misma finalidad de llegar a la igualdad social, la uni­ algo concreto y aislable; sólo el conjunto es bello».
ficación del canon estético de manera que se eliminasen precisamente las cumbres de la
jerarquía estética, propagando la generalización del canon del arte popular. 56. N. del A. Asi por ejemplo el poema Mayo de Mácha representa hoy dla,
al celebrarse el centenario de la muerte del poeta, una acumulación extraordinaria de
49. Acerca de la relación entre revolución polltica y revolución artística en
todos los matices del valor estético nombrados más arriba.
la Rusia anterior y posterior a 1917, cf. Camilla Gray, The Russian Experiment in Are, 1863­
1922, Londres 1962; con una abundante bibliografla. 57. Hay que subrayar que existe un «arte» todavia más efrmero que el que
50. En efecto, aniquilados por el estalinismo los más preciosos ejemplos Muka i'ovsky denomina aquí «arte de consumo», y éste es el arte que hoy se elabora para la
de dinamismo cultural y estético que siguieron a la euforia revolucionaria de 1917, la crí­ sociedad de consumo. La obsolescencia es un fenómeno característico de muchos objetos
tica literaria oficial soviética -que pasó a depender del Comité Central del Partido Sovié­ de uso cotidiano creados por una industria de consumo con ciertas pretensiones estéticas,
tico-. derivó en una propaganda panfletaria y legalizadora del realismo más estricto, según y destinados a soportar una vida más o menos corta, sea por la mala calidad del material
el modelo lejano del gran realismo francés y ruso del siglo XIX (Balzac y Tolstoi). Así, la in­ de construcción, sea por el «estilo» programadamente provisional con que se tonsuran
teligencia liberal de A. V. Lunatcharsky -Comisario del Pueblo para la Instrucción PÚ­ este tipo de objetos para el consumo. Se observa, actualmente, una curiosa evolución de
blica hasta 1929- quedó sustituida por el dogmatismo cegato de A. A. Shdanov, amigo todos los géneros y subgéneros del mal gusto en función de unas necesidades prioritarias
y consejero de Stalin para asuntos de arte y literatura; el enorme esfuerzo por formalizar de dinámica del mercado. Cf. G. Dorfles, 51mbolo, Comunicación y Consumo, Barcelona
una nueva teoría de la literatura y su evolución que llevaron a cabo los formalistas de la 1967.
OPOIAZ entre 1916 y 1930 fue barrido, y se proclamó el retorno a los métodos socio­ 58. Acerca de la obra de Mallarmé como «obra absoluta» y su teoría del
lógicos y la estética de la representación mimética (preSionado por el partido comunista Livre como manifestación escrita e infinita de la historia del pensamiento y de las civiliza·
húngaro, G. Lukács fue un fiel defensor del retorno a estos métodos a partir de los años ciones, cf, Jacques Scherer, Le «Livre» de Mallarmé. París 1957. Mallarmé habla dicho una
treinta); el experimentalismo poético protagonizado por los futuristas (Maiakovsky a la vez que «un libro no empieza ni termina, a lo sumo da la impresión de hacerlo». A partir de
cabeza) quedó truncado y desplazado por novelas históricas inacabables, tediosas y a una visión de la escritura como acto «verdadero y global», Mallarmé esbozó la posibilidad
veces incluso plagiadas (Sholojov); la pintura de Malévitch y todo su programa estético fue de dedicarse. ilimitadamente. a la construcción de un sólo y gran libro. en el que se ha­
sustituido por cuadros «realistas» tan aleccionadores como de pésimo gusto relamido. llarían, escritos, la totalidad de los registros de pensamiento y de acción que atraviesan
51. [N. del A. En cuanto a la relación de la poesla de Mácha con la pro­ a un sujeto y al mismo tiempo lo vinculan a una historia objetiva (cf. J. P. Richard, L 'Uni­
cedencia social del poeta, véase el articulo «Contribución a la problemática actual del vers imaginaire de Mallarmé. París 1961).
fenómeno poético de Mácha», en Lísty pro umenl a kritiku [Revista para el arte y la crítica]. 59. Aquí demuestra el autor muy claramente que detrás de su concepción del
IV. En cuanto a Neruda, hay muchas pruebas de cómo se habla manifestado su proceden­ signo estético y del valor estético se halla la teorla del lenguaje de W. von Humboldt,
cia del medio social bajo, en tanto que componente de su poesía, como en Hfbitovnl kvltl y también, indirectamente, la teorfa estética del romanticismo alemán. Efectivamente, a este
[Flores sepulcrales); se conoce también la conmoción con la que fue recibido este libro. lingüista citado cabe el mérito de haber insistido en que el lenguaje no es un aparato
Detalles interesantes sobre su asimilación posterior y paulatina a la capa dominante, se capaz de desarrollar un trabajo siempre idéntico, sino una complicada máquina capaz de
encuentran en su correspondencia con Svlítlá, publicada por A. Cermáková-Suková (Praga convertir el uso del lenguaje en un proceso energético sin fin. El lingüista norteamericano
1912); Neruda reprocha a Svlítlá, procedente de una familia burguesa praguense, que se L. Bloomfield consideraba ya la lingüistica de Humboldt como la primera gran aportación
porte con él como una «matrona» y Svlítlá misma se caracterizó como la «institutriz» del moderna a la fingüistica general. Algunos decenios más tarde, N. Chomsky rinde todavia
poeta.] homenaje a la doctrina «procesual» de Humboldt con estas palabras: «La caracterización
Por supuesto. Mukafovsky se está refiriendo a Jan Neruda (1834-1891), del lenguaje hecha por Humboldt como energeia (Tatigkeit: actividad haciéndose), antes
prosista (Malostránské povldky [Cuentos de la Malá Strana], 1878). poeta (Hrbitovnl kvltl que como ergon (Werk: producto. obra acabada), como «una producción activa», antes que

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como «un producto sin vida», extiende V elabora, a veces casi con las mismas palabras, las 66. Por ejemplo, en castellano, diremos que «casa» o «árbol» poseen termi­
formulaciones tlpicas de la lingüistica cartesiana V de la filosofia del lenguaje V de la nación cero de singular, respecto a la terminación marcada de plural en -s o -es respecti­
teorla estética románticas. Para Humboldt, la única definición cierta del lenguaje es «ge­ vamente (casas, árboles).
nética»: Es necesario ver en el lenguaje el trabajo indefinidamente renovado que lleva a cabo
67. N. del T. Babícka (trad. La Abuela): Novela, en parte autobiográfica,
el esplritu con el fin de conseguir el sonido articulado para la expresión del pensamiento»
de la escritora B. N~mcová (1820-1862), en la que la autora describe su infancia idllica en
(Cartesian Linguistics, Nueva York 1966, p. 19).
el medio rural, con todas las costumbres, tradiciones V supersticiones populares, V con el
Una vez más, en consecuencia, el lector puede darse cuenta del alcance
personaje central de su abuela, en el que se concentran todos los rasgos positivos, sen­
que tuvo la teorla del lenguaje en la configuración de la estética de Mukai'ovskY. Nuestro
cillos y armoniosos de los campesinos checos. ef. nota 13.6.
autor pertenece, por excelencia, a una generación de filósofos, criticas V teóricos de la
estética cuyo discurso se caracteriza por hallarse en el punto de flexión entre la fílosofla dia­ 68. N. del A. Cuento checo de G. A. Bürger, «El Barón de Münchhausen»,
léctica alemana (de Hegel al materialismo histórico) V la te orla semiótica del lenguaje. en el que el protagonista, el Barón Prá~il, inventa historias fantásticas que nunca le han ocu­
rrido.
60. Ame Novák (1880-1939). Profesor de la Universidad Masaryk de Bmo,
V crítico literario. Su gran obra crítica es la Breve historia de la literatura checa (en alemán, 69. Vid. nota 2.64. Por lo demás, también la semiótica de la arquitectura
1907), que resultó fundamental durante varios decenios. reclama en nuestros dlas un estatuto metodológico autónomo. En nuestro pals, las investi­
gaciones aisladas de Tomás Llorens V Helio Piñón significan el esfuerzo más avanzado
61. Josef Krasoslav Chmelensky (1800-1839). Fundador de la critica tea­ por dotar al análisis semiótico de la arquitectura de los elementos criticas más ajustados
tral en Bohemia, crítico literario V musical, V poeta. Defensor de una literatura nacional de a su especificidad, V al mismo tiempo más atentos a sus problemas de orden contextua!.
gran riqueza formal V elevado valor moralista, a relacionar con el clasicismo de J. Jungmann. (ef., especialmente, T. Llorens. «El estudio del significado de la arquitectura: problemas V cri­
62. Aparte de la referencia del autor a la semiología del arte, que se halla terios epistemológicos» en Arquitectura, historia y teorla de los signos. El Symposion de
en este mismo capítulo, en el apartado primero, véase también el primer articulo de esta Castel/defels, Publicaciones del COACB, Barcelona 1974; Id., «Towards a Theory of aes­
sección, «El arte como hecho semiológico», anterior cronológicamente, aunque de mayor thetic signification», Comunicación en el 1.e • Congreso de la IASS, Milán 1974; H. Piñón,
alcance teórico, V más innovador que el articulo presente. Aspectos de la significación arquitectónica. Publicaciones de la ETSAB, Barcelona 1975;
63. I:sta es, de hecho, la definición del pionero de la semiótica moderna, T. LL. Y H. P., «Eclecticismo e ideología», en Arquitecturas bis, 8/1975; id., id., La arqui­
tectura entre necesidad e ideologla (de próxima publicación, Ed. Gustavo Gilí).

Ch. S. Peirce. Vid. nuestra nota 1.1.


64. El hecho de que Muka fovsky no estableciera una clara distinción entre 70. Otakar Zich (1877-1934). Compositor y critico musical checo. Profesor
la comunicación que caracteriza habitualmente a todo mensaje lingüístico, V la significación de estética en la Universidad Carolina de Praga, maestro del propio Mukai'ovsky, V discípulo
que puede caracterizar a una estructura semiótica no-lingülstica, hace que tienda a con­ de O. Hostinsky (cf. nota 2.21.). Puede ser considerado como uno de los precursores del
siderar el modo semiótico de la pintura con el mismo criterio semiológico que la poesla. Es estructuralismo checo. Su enseñanza se hizo sensible en múltiples miembros del Circulo
evidente que el código de la pintura no posee las mismas caracteristicas que el código de Praga por lo que se refiere a problemas de estética y filosofla del arte.
lingülstico, V que, por consiguiente, su posible carácter «comunicativo», no puede valorarse 71. Con notables matices, el término de Muka l'ovsky «múltiple relación autén­
de acuerdo con las leves semiológicas que rigen la comunicación mediante los lenguajes tica», citado va más arriba, puede equipararse, en cierto modo, con el tipo de significación
naturales. tsta es una desviación teórica todavía en boga, según la cual, el vasto conjunto propio de la literatura que la moderna semiologla francesa denomina «signifiance» - signi­
de los sistemas de signos son denominados V considerados como «lenguajes», V se aplica ficancia. El término, que tiene su origen en los escritos de psicoanálisis de J. Lacan. viene
a códigos de hecho no-lingüísticos -como la pintura o la música- el mismo tipo de análisis a denominar, segón R. Barthes V especialmente según J. Kristeva, aquella significación exis­
que se aplica al lenguaje-lenguaje, el que hablamos con palabras. tente en el texto, pero que requiere el análisis del proceso de producción significante de
Esto es algo que proviene de una antiqulsima tradición, y que se resume dicho texto, a partir de la cadena significante tal como se presenta al lector. Según la autora:
en la fórmula de Horacio, Ars Poetica, 361: Ut pictura poesis, es decir, tal como es la pin­ «Nous désignerons par signifiance ce travail de différenciation, stratification et confron­
tura, así es la poesía. No hay duda que el estudio de la especificidad semiótica de cada tation qui se pratique dans la Jangue, et dé pose sur la ligne du sujet parlant une chaine
sistema de signos ha permitido, posteriormente a Muka fovsky, establecer las reglas de signifiante communicative et grammaticalement structurée» (<<Le texte et sa science», en
significación propias a cada sistema de signos, sin pretender que el criterio de «comunica­ Sémeiotiké, Recherches pour une sémanalyse, p. 9, París 1969).
ción lingüística» deba dar resultado en campos semióticos distintos del lenguaje. En el 72. N. del A. ef. con otro párrafo de Eupalinos, en el que se habla de la
mismo sentido habrá que interpretar la afirmación del autor, unas lineas más abajo, de sensación provocada por la música: «¿No era una plenitud cambiante, semejante a una llama
que (da pintura V la poesía son artes temáticas». permanente que aclara V calienta tu ser entero quemando continuamente recuerdos, presen­
65. Suprematismo: Con este nombre, Malevitch definió su particular concep­ timientos, nostalgias V augurios, V despertando una multitud de emociones sin causa visi­
ción de la obra artística, que supone una de las rupturas más importantes de nuestro siglo ble 7» Véase también H. Delacroix, Psychologie de I'art (Parls 1937, pp. 210 V ss.). El
en la batalla contra la sujeción de la pintura al tema real. En 1915 llegó Malevitch a unas mundo de la música es autónomo, no quiere ser dependiente del mundo de fenómenos
formas puras, liberadas por completo de la perspectiva tradicional, que navegan en un acústicos corrientes. A pesar de eso tiene una potencia (significativa) característica tanto
espacio pictórico autónomo V sin referencia alguna al mundo exterior. Por sus escritos, del lenguaje como de los sonidos no musicales ... La música generaliza los sentimientos des­
sabemos que las formas suprematistas corresponden a unas supuestas entidades per­ cendiendo hasta la vibración rltmica de la emoción absoluta ... As! surgen formaciones
fectas, conocibles de manera apriorística V situadas en un más-allá sobrenatural, de tipo neo­ musicales, cuya estructura presenta el contorno de vibración emocional que se produce en
platónico. las capas de la vida emocional más profundas que las emociones corrientes. Este dina­

118 119
mismo interior, cuyo esquema es la música, se transforma en contacto con ella y bajo su 78. Aqul introduce el autor una diferencia, poco marcada por las palabras
influencia, creando la música como su slmbolo y su expresión. que usa, entre el «artefacto artlstico material» y el «objeto estético». El artefacto es, sencilla­
73. N. del A. En relación con esto hace falta recordar -aunque sea con una mente, el objeto material que sirve de soporte para lo otro, es decir, para lo que el autor
alusión breve- que al tema en la arquitectura pertenece también el valor simbólico de denomina el «objeto estético». Según el autor, pues, «objeto estético» debe entenderse,
la obra arquitectónica, que se distingue sobre todo en aquellos periodos de la evolución en por lo menos en estos párrafos, como un sinónimo de experiencia estética o de Significación
que el edificio, sobre todo público, representa la ideologla del medio del que ha surgido estética; y se refiere, sin lugar a dudas, al carácter coyuntural propio de la relación entre
y al que sirve, en algunos casos también su poder y su peso social; cf. por ejemplo el un sujeto-receptor del arte, y un objeto (<<artefacto») artlstico material. Para facilitar la com­
valor simbólico de un castillo o una catedral medievales o de los palacios renacentistas prensión de este fragmento, hemos entrecomillado la palabra «objeto» y «objeto estétíco»
o barrocos. cada vez que el autor le da este significado opuesto o complementario a la materialidad
del objeto-artefacto artístico.
74. Compárese con las palabras del propio Kandinsky: «A pesar de todas
las diferencias que la forma puede ofrecer, jamás franqueará dos ¡¡mites exteriores: 1) O
bien la forma, considerada en tanto que delimitación, sirve, en virtud de esa misma delimita­
ción, para destacar sobre la superficie un objeto material y, en consecuencia, para dibujar
un objeto material sobre esa superficio; 2) O bien la forma permanece abstracta, es decir,
que no representa ningún objeto real sino que constituye un ser puramente abstracto. A esta
categorla de seres que, por abstractos que sean, viven, se agitan y hacen sentir su influen­
cia, pertenecen el cuadrado, el círculo, el triángulo, el rombo, el trapecio y las innumerables
formas cada vez más complicadas que no tienen nombre en las matemáticas. Todas estas
formas son ciudadanas del reino de lo abstracto y sus derechos son iguales» (De lo espi­
ritual en el arte, Buenos Aires, 4. a edición, 1967, p. 56).
75. Hay una traducción en lengua románica: J. Tyñianov, Avanguardia
e tradizione, Bari 1968.
76. N. del A. Podrla surgir la pregunta de si no hace falta contar también
con los casos de identificación absoluta o, al contrario, de desacuerdo total entre los va­
lores extraestéticos contenidos en la obra y el sistema de valores válido para el receptor.
En lo que se refiere al acuerdo total, o por lo menos a la tendencia a tal acuerdo, existen,
por supuesto, tales casos, como por ejemplO en aquellas formaciones del arte -por lo
general bajas- que surgen del esfuerzo por facilitar al receptor el acceso a la obra, elimi­
nando todos los obstáculos que pueda encontrar por el camino. Pero aún en tal caso
se trata sólo de una tendencia, nunca llevada completamente a término, puesto que en una
medida determinada y de un modo determinado, los desacuerdos entre la valoración
del receptor y los valores contenidos en la obra, existen también en este caso; véase por
ejemplo el conocido hecho de que los lectores de las novelas en serie prefieren leer nove­
las de otro medio y que traten de otro modo de vida que el que ellos mismos conocen.
En lo que se refiere a la posibilidad contraria, es decir, a la posibilidad de un desacuerdo
total entre los valores contenidos en la obra y el sistema de valores del receptor, esta ten­
dencia extrema se encuentra con frecuencia en la historia del arte, y a veces incluso en
forma provocativa mente aguda (cf. el satanismo como una tendencia del simbolismo que
invertla toda la escala de valores: el mal aparece como un valor positivo, el bien como un
valor negativo, etc.). Una diferencia mutua invencible entre los valores válidos para el re­
ceptor y aquellos que están contenidos en la obra puede hacer que la obra pierda el sentido
para el receptor y no sea percibida ni valorada en tanto que obra artlstica: por ejemplo la
incomprensibilidad de las obras surgidas de aquellos medios, cuyo sistema de valores no
tiene ningún punto en común con la postura del receptor frente a la realidad; por ejemplo
la postura frente al arte medieval de los siglos XVII y XVIII; aquí hay que incluir en parte
también a los poetas y artistas «malditos», que pasan a veces toda su vida desapercibidos
y se hacen famosos sólo en el momento en que aparece la posibilidad de una relación, por
lo menos parcialmente positiva, entre su obra y el sistema de valores que pretende hacerse
válido.
77. Vid. nota 2.2.

120 121
tiene una relación de arbitrariedad (más que arbitraria la relación es hoy considerada como
«convencional» por E. Benveniste), con las realidades y los significados a que remite. 6. Sobre el estructuralismo*
Según esta acepción entiende Mukafovsky los amuletos mágicos como slmbolos, al ser
«capaces de actuar como aquello que representan»; y no según la distinción más antigua
de Peirce, criticado por Saussure, según el cual un Symbol «es un signo que está deter­
minado por su objeto dinámico sólo en aquel sentido que será interpretado» (por ejem­
plo. las palabras). Lo que para Mukafovsky es un slmbolo, para Peirce serIa un signo
¡cónico, o Icon.
3. El autor se refiere al funcionalismo arqUitectónico que imperó en Europa
durante las décadas segunda y tercera del siglo XX.
Según Edward R. de Zurko, La teorla del funeíonalismo en la arquitectura,
Buenos Aires 1958: «Funcionalismo es un término que significa un punto de vista frente
a la arquitectura. No existe ninguna definición simple del concepto que merezca la apro­
bación de todos. La premisa básica de que la forma debe seguir a la función se convierte
en principio rector para el arquitecto, pero también constituye un patrón para medir a la
arquitectura. Por consiguiente, el funcionalismo es un valor. El estudio de las bases del
funcionalismo en la arquitectura involucran el problema más amplio del valor del uso y, es­
pecialmente. el del lugar que corresponde a la adecuación en la belleza. Los significados
de todos esos términos -función, adecuación, utilidad y finalidad- varlan algo de un Voy a intentar presentar un breve resumen del estado actual
autor a otro. El concepto de función se aplica al planeamiento en general, pero existe tam­
de la teorla checoslovaca del arte. No se trata de fechas bibliográficas ni
bién un enfoque funcional de fa estructura. En el caso alemán más reciente, se identifica
el funcionalismo con la Neue Saehlichkeit. Sachlichkeít implica una utilidad perfecta y pura.
personales, ni de una visión panorámica sobre la teoría checoslovaca del arte
Rara vez las ideas de adecuación o utilidad han sido menospreciadas; pero las tendencias en toda su amplitud. Opino que lo más (jtil que puedo hacer en una breve
funcionalistas no se limitan a no pasarlas por alto sino que las subrayan. asignándoles un exposición es dedicarme un poco al concepto que parece ser característico
papel de capital importancia. El funcionalismo puede involucrar o no una teorla de la del estado actual de la teoría checoslovaca del arte: el concepto de estruc­
belleza. La utilidad y la adecuación pueden ser consideradas como la medida de la exce­ tura. Este concepto dio nombre al estructuralismo, movimiento metodológico
lencia o perfección de un edificio. pero no forzosamente como la medida de su belleza. que se basa tanto en la tradición evolutiva de nuestro pais como en las ini­
Esto se cumple con aquellos teóricos que niegan a la arquitectura la validez de una bús­ ciativas actuales de la filosofía, la lingüística y la teorla del arte mundiales.
queda consciente de la belleza. Para los funciona listas que emprenden dicha búsqueda, Empleando la palabra «estructuralismo» no olvidamos que existen movi­
el principio de que la forma sigue a la función se convierte en el requisito fundamental
mientos semejantes (aunque no siempre idénticos) en otras ramas de la
de la belleza. Las teorlas funcionalistas de la arquitectura son aquellas que hacen de la
estricta adaptación de la forma a la finalidad el principio rector básico del diseño y el carta­ ciencia. Más estrechamente que con otras, la teoría estructuralista está vincu­
bón fundamental para medir la excelencia o la belleza de la arquitectura». lada con la lingüística, tal como se la concibe en el Círculo Lingülstico de
Praga: desarrollando la fonologla, la lingüística abrió un camino a la teoría
4. N. del T. Petr Bezru~ (1867-1958). Poeta checo; en su colección de poe­
mas-baladas Slezské plsné [Canciones de Silesia] refleja la misera situación social de de la literatura que le permitió investigar los aspectos fónicos de la obra
la región minera de Moravia del Norte. de arte literaria; analizando las funciones lingüísticas ofreció nuevas posi­
bilidades al estudio de la estilística del lenguaje poético, y, finalmente, po­
5. J. Durdlk, ef. nota 4.6.
niendo de manifiesto el carácter semiológico de la lengua posibilitó la con­
6. Como se ve. el autor afirma la autonomla de la ciencia estética a partir cepción de la obra artística en tanto que signo. 1
de las posibilidades metodológicas que ofrece el avance de la semiologla del lenguaje
Es preciso explicar en primer lugar qué es lo que nuestra teoría
y de la semiótica general. Lo mismo podrlan decir los formalistas rusos (ef. nota 2.2) res­
pecto de la poética (o «estética» de lo literario). al contar con un cuerpo teórico relativa­ del arte comprende bajo el término de estructura. La estructura suele ser de­
mente sólido (la lingüistica estructural) que permitla el análisis de la poesía entendida finida como un conjunto, cuyas partes adquieren, entrando en ese conjunto, un
básicamente como configuración del lenguaje, y ya no como «reflejo» de los órdenes o las carácter especial. Se suele decir: el conjunto es más que la suma de las partes
series de lo moral, lo histórico. lo biográfico, lo social. etc. de las que se compone. Pero desde el punto de vista del concepto de estruc­
7. Cf. nota 2.15. tura esta definición es demasiado amplia, ya que incluye no sólo las es­
tructuras en el sentido propio de la palabra, sino por ejemplo también las
«formas» (Gesta/ten), a las que se dedica la «psicologla de las formas».2

• Conferencia pronunciada en el Instituto de Estudios Eslavos de Parls,


en el año 1946.

156 157
(por eso en el concepto de la estructura artística destacamos un rasgo más excluida de esta corriente, aunque algunas parecen totalmente insólitas den­
especial que la mera correlación del conjunto y las partes. Como caracterís­ tro de ella (por ejemplo en la literatura checa el poema Mayo de Mácha).
tica específica de la estructura en el arte consideramos las relaciones mutuas La estructura de la obra artística, que se manifiesta como pro­
entre sus componentes, relaciones dinámicas por su propia esencia. Según ceso aun cuando consideremos una sola obra, se manifiesta todavía más
nuestra concepción puede ser considerado como estructura solamente aquel como movimiento cuando tomamos en consideración las circunstancias que
conjunto de componentes cuyo equilibrio interno se altera y se remodela concurren en toda obra. Ante todo, una obra artística determinada no suele
continuamente y cuya unidad se manifiesta como un conjunto de contra­ ser, salvo casos excepcionales, la única obra de su autor. Casi siempre re­
dicciones dialécticas. Lo que dura es solamente la identidad de la estructura presenta sólo un anillo que forma parte de toda una cadena de creaciones.
en el transcurso del tiempo, mientras que su composición interna, la correla­ La postura del autor frente a la realidad y su método creador varian en el
ción de sus componentes, cambia sin cesar. En sus relaciones mutuas los transcurso del tiempo. Y así se transforma también la estructura de sus obras,
distintos componentes intentan siempre sobreponerse unos a otros, cada uno aunque esto se produce en conexión con las transformaciones de la literatura
de ellos manifiesta el esfuerzo por hacerse valer en detrimento de los demás. nacional como conjunto que a su vez está sometido a transformaciones de­
O sea: la jerarquía, la subordinación y la superioridad mutua de los compo­ bido a la evolución de la consciencia social. Sin embargo, la evolución de la
nentes (que no es otra cosa que la manifestación de la unidad interna de la estructura individual de la obra de un autor en el transcurso del tiempo, no
obra) están en estado de cambio permanente. Aquellos componentes que se produce de manera que la estructura cambie bruscamente; su continuidad
no es perturbada ni siquiera por los cambios más radicales: siempre se
salen temporalmente a primer plano tienen una importancia decisiva para
produce una tensión entre lo que cambia y lo que se mantiene; pues el
\ ~I sentido general de la estructura artística, que cambia incesantemente
autor está encerrado en los límites de su individualidad artística y precisa­
~ebido al desplazamiento de esos componentes.
mente porque va modificándola al ritmo de su obra, no puede sobrepasar
¿Qué es lo que se manifiesta como estructura en el arte? Es­ sus límites.s
, tructura es ante todo cada obra artística tomada particularmente. Sin embargo, Lo que es válido sobre la obra de un individuo, es válido tam­
¡ para que una obra artística pueda ser comprendida como una estructura, bién sobre la evolución de cada arte como conjunto. También aquí los com­
1 tiene que ser percibida -y también creada- en arreglo a convenciones ar­
ponentes se desplazan siempre: su jerarquía y la gradación de su impor­
1.~
t tísticas (fórmulas) determinadas, establecidas por la tradición artística y que tancia mutua varían continuamente. No obstante, este desplazamiento en
, se encuentran en la consciencia del artista y del receptor. De otra manera la producción artística de un momento determinado no se produce siempre
no sería percibida como una producción artística. Y, precisamente, influida ni de manera idéntica, ni en el mismo sentido. Cada una de las generaciones
por la confrontación involuntaria con las manifestaciones artísticas del pasado de artistas que viven en la misma época, representa, por su creación, otra
. que pasaron a ser ya propiedad pública quedándose estancada su variabilidad, estructura, a veces muy diferente de las demás, y estas estructuras se influyen
"y en contradicción con estas manifestaciones, la obra artística puede mos­ mutuamente. Así por ejemplo no sólo los precursores influyen sobre aquellos
trarse como un equilibrio lábil de fuerzas que se desplazan continuamente, que vienen después de ellos, sino que también se dan a menudo casos en
es decir, como una estructura. Identificándose por un lado con las conven­ que la creación de los más jóvenes influye, por su estructura, en los precur­
ciones artísticas del pasado y encontrándose por otro en contradicción con sores que siguen creando todavía. La dialéctica interna de un determinado
ellas, la estructura de la obra impide que el autor llegue a estar en contradic­ arte, tal como se manifiesta en el conjunto, incluye a personalidades, gene­
ción con la realidad presente, con el estado de la consciencia social del raciones, corrientes y también a los distintos géneros artísticos en tanto
momento y con el de su propia consciencia. Y la conexión de la obra con que estructuras artísticas parciales. Y al revés: en tanto que conjunto de
las convenciones artísticas del pasado impiden que la obra artística llegue manifestaciones artísticas, ninguna de las artes está aislada dentro de la
a ser incomprensible para el receptor. Gracias a las contradicciones con cultura de una nación determinada: al lado de la literatura está la pintura
la tradición se hacen también palpables, dentro de la obra, las relaciones y la escultura, al lado de ellas la música, etc.
dialécticas entre los componentes y su mutua puesta en equilibrio. Cada una de las distintas artes establece necesariamente rela­
Pero no sólo una obra artística particular, única, constituye una ciones llenas de tensión con las demás: así por ejemplo dentro de una cul­
estructura. Hemos mostrado ya que en la propia esencia de la obra se halla tura naciónal determinada, las diferentes artes unas veces convergen entre
la alusión a lo que precedió en el arte y -añadamos- a lo que vendrá des­ sí (intentan, mediante recursos específicos propios de cada una de ellas,
pués. Aquello que distingue sensiblemente la estructura de una obra dada desempeñar papeles correspondientes a otro arte), otras veces difieren entre sI.
respecto a la tradición -y se distingue de ella cada obra artística personal­ La mayoría de las veces se transforma también al mismo tiempo la jerarquía
es siempre al mismo tiempo un llamamiento dirigido a la creación futura. de las distintas artes: por ejemplo, en la época del barroco, en nuestro país,
Cada obra artística -incluso «la más original»- está integrada en una co­ se encuentran evidentemente en primer plano la música y las artes plásticas,
rriente continua que pasa por el tiempo. No hay obra artística que esté en la época del renacimiento nacional la literatura y el teatro, y en el período

158 159
de la generación del Teatro Nacional se practican en la misma medida tanto plásticas checas han podido evitar su influencia. Debemos agradecer a A.
la literatura y las artes plásticas, como la música. Matejeek (ef. nota 18.1) y sus discípulos, que con su interpretación de la
Mirándolo desde el punto de vista del arte mismo, de su cons­ pintura gótica checa mostraran un ejemplo de un arte nacional particular,
trucción interna, la imagen de su evolución resulta ser un proceso muy unido y activo a pesar de haber recibido varias influencias al mismo tiempo.
complejo. Finalmente no debemos omitir tampoco las relaciones mutuas en­ Espero que en los párrafos precedentes haya conseguido mos­
tre las artes de las diferentes naciones, como por ejemplo las relaciones trar al menos a grandes rasgos que no sólo la obra artística particular y la
entre las distintas literaturas nacionales. La ciencia comparativa tradicio­ evolución de cada arte como conjunto, sino también las relaciones mutuas
nal solía considerar estas relaciones como fundamentales unilaterales: a al­ entre las artes, tienen carácter de estructura, y que juzgando todo esto
gunas literaturas les atribuía con seguridad y casi a priori la capacidad de como estructuras (es decir como un equilibrio inestable de relaciones) no
producir influencia, otras se consideraban condenadas a recibir pasivamente estamos en contradicción con la realidad ni tampoco limitamos la variedad
influencias ajenas. Así procedían también los historiadores de las distintas de posibilidades de investigación, sino que al contrario indicamos su varie­
literaturas nacionales, por ejemplo la checa. Ahora bien, esta opinión es fun­ dad posible.
damentalmente incorrecta, aunque ocurre con frecuencia que en situaciones Pero ha llegado el momento de dirigir nuestra atención a otras
históricas concretas las influencias son realmente unilaterales. Pero ni si­ características importantes de la obra artística, a su carácter de signo. La
quiera en estos casos se trata de influencias básicamente unilaterales en el obra artística está destinada -como todo signo- a servir (de manera propia
sentido de que la literatura que recibe la influencia (o las influencias) sea de ella) de intermediario entre dos partes: el artista, autor del signo, y el
un partenaire pasivo. Puede ocurrir por ejemplo que esté sometida a varias receptor del mismo. Pero la obra artística es un signo muy complejo: cada
influencias al mismo tiempo, y entonces escoge entre ellas, las gradúa jerár­ uno de sus componentes y cada parte suya son portadores de una significa­
quicamente haciendo prevalecer una influencia sobre las demás, de manera ción parcial. Estas significaciones parciales constituyen el sentido global de
que el conjunto adquiere un sentido determinado. Y es que las influencias la obra. Y sólo entonces, cuando el sentido global de la obra está concluido,
ejercidas en un medio determinado no actúan en un vacío: chocan con la la obra artistica se convierte en un testimonio de la relación de su autor
tradición de la literatura nacional, sometiéndose a su situación y a sus ne­ respecto a la realidad y en un llamamiento dirigido hacia el receptor, para
cesidades. La tradición artística e ideológica nacional puede también ser la que también él adopte su propia postura, cognoscitiva, emocional y volitiva,
causa de que entre las distintas influencias surjan tensiones dialécticas; así frente a la realidad como conjunto. No obstante, antes de que el receptor
por ejemplo en algunos períodos y en obras de algunos escritores de la llegue a descubrir el sentido global, tiene que realizarse el proceso de la
literatura checa de los siglos XIX y XX es palpable la relación dialéctica configuración del mismo. Y es este proceso el que más importancia tiene
entre la influencia de la literatura rusa y de las otras literaturas eslavas por para la obra artística. Es sabido que en algunos períodos de la historia del
un lado (en particular la polaca), y las influencias occidentales por el otro. arte, la obra artística tiende a no definir íntegramente su sentido sin que esto
Las influencias rusas y eslavas en general, por cuanto se manifestaban de ocurra en detrimento de su eficacia artística;' el carácter no definido del
manera más intensa, fortalecían siempre el carácter nacional especifico y la sentido forma parte, en estos casos, de la intención del artista. Para la obra
particularidad de la literatura checa, a diferencia de las demás influencias artística en tanto que signo es característica también la capacidad de poseer
que, por más provechosas que fueran, debilitaban esa particularidad. Estas varios sentidos al mismo tiempo, sin perjuicio de su eficacia. La multiplicidad \
influencias eslavas se perciben sobre todo en las obras de Havlíl!ek, Hálek, de sentidos suele ser destacada en algunos períodos (por ejemplo en el \
Mr§tfk, Srámek, etc. Así se manifiestan, pues, las influencias, si las inves­ simbolismo), otras veces es sólo insinuada, convirtiéndose en una energía
tigamos partiendo de las relaciones dialécticas, y por consiguiente también semántica oculta. No obstante, en principio está siempre presente.
estructurales, entre las distintas literaturas. En resumen podemos decir que La obra artlstica, pues, a diferencia de otros tipos de signos,
la relación de cada literatura nacional respecto a las demás, vista desde su por ejemplo los lingüísticos, no pone de manifiesto ante todo la relaciÓn de­
perspectiva, es una estructura de relaciones (influencias) particulares, una finitiva y univoca con la realidad, sino que señala el proceso dentro del
estructura cuyas distintas partes están jerarquizadas y que intercambian sus que se realiza tal relación. Podría surgir la objeción de que todo proceso
posiciones dentro de esta jerarquía en el transcurso del tiempo. En cambio, discurre necesariamente en el tiempo, y que, por consiguiente, lo que aca­
aquellos investigadores que parten del axioma del carácter fundamental­ bamos de decir es válido solamente para las artes cuya percepción se efec­
mente unilateral de las inftuencias, llegan necesariamente, si insisten con­ túa en orden de sucesión temporal (por ejemplo la literatura, la música, el
secuentemente en su premisa, a la imagen de una literatura absolutamente teatro, el cine). Pero también las obras de las artes espaciales, como la
pasiva, cuya evolución está regida por impactos casuales de influencias que pintura" la escultura, la arquitectura, son percibidas por el receptor como
llegan de uno y otro lado. Esta concepción no era ajena a algunos historiado­ un proceso significativo. Así por ejemplo, en la pintura, la propia orienta­
res de la literatura checa (particularmente a aquellos que sucumbieron al ción elemental en la organización significativa global de la superficie del
complejo de «nación pequeña»), pero tampoco los historiadores de las artes cuadro exige un tiempo determinado y aún más lo exige, por consiguiente,

160 161

El
una percepción atenta que desee esforzarse por penetrar profundamente en componentes. Por ejemplo, en una obra poética la relación entre la compo­
el sentido auténtico de la creación pictórica, Por eso también en la pintura sición de los sonidos (la eufonia) y la significación de las palabras de la
las distintas significaciones parciales se unen formando un sentido global, eufonía puede provocar relaciones significativas entre palabras que en el
mediante un proceso creador de significación que discurre en el tiempo. texto no están en una conexión significativa directa, se pueden destacar las
y así, cada obra de arte es percibida por el receptor como una palabras importantes para el sentido global del poema de manera que el
continuidad significativa, como un contexto. Cada nuevo signo parcial del grupo de sonidos característico de una palabra se repita muchas veces en
que el receptor se da cuenta durante el proceso de perceptción (es decir el texto sin que se repita la palabra misma, etc. Componentes a primera
cada componente y cada parte de la obra, en cuanto entra en el proceso vista indiferentes desde el punto de vista de la significación pueden interve­
creador de significación del contexto) no sólo se añade a los que ya habían nir eficazmente en la construcción significativa de la obra; así, por ejemplo,
penetrado en la consciencia del receptor, sino que cambia, en mayor o menor en la poesía, la métrica puede intervenir de manera que por sus pausas divida
medida, el sentido de todo lo que precedía. Y al contrario: lo que precedía el texto unas veces de acuerdo, otras veces en contradicción con la división
influye sobre el significado de cada nuevo signo parcial de que toma cons­ en oraciones, y de muchos otros modos más. Otro ejemplo en la pintura: el
ciencia el receptor. El orden de sucesión en la percepción de las distintas color es un fenómeno óptico, sin carácter substancial de signo (sin tener
partes de la obra artística en las artes <demporales}} viene dado por el albedrío en cuenta el empleo simbólico. de 195 colores). A pesar de esto, el color se
del receptor, pero de la manera que el autor lo había predeterminado; lo convierte en un signó e" -tañlo··qúecomponente de una obra de pintura,
mismo sucede en las artes «espaciales», Así por ejemplo el pintor conduce incluso cuando se trata de una pintura abstracta. Así, por ejemplo, una mancha
la atención del receptor a partir de aquel punto de la superficie que él con­ de color azul celeste, colocada en la parte superior de la superficie de un
sidera inicial, hacia las otras partes de la superficie y hacia las significaciones cuadro abstracto, se convierte muy fácilmente en el portador de la signifi­
parciales de las cuales estos sectores son portadores; lo hace mediante la cación «cielo»; en la parte inferior de la superficie del cuadro puede atri­
distribución de la calidad y de la claridad de las manchas de color, mediante buirsele la significación «superficie de agua»; en los dos casos estas sig­
la formación y la repartición de contornos y volúmenes, etc. Y el peso de nificaciones no se manifiestan, naturalmente, en su forma concreta, sino
cada obra artística consiste ante todo en el modo y el procedimiento por más bien como alusiones a determinadas realidades. Contornos que coinciden
medio de los cuales se forma el contexto significativo, cuyo objetivo es el y se cubren en parte y que carecen de forma concreta pueden indicar la
de ayudar al receptor a que se forme su propia relación respecto a la reali­ profundidad de un espacio repleto de objetos inidentificables.
dad. Es necesario señalar aún que la designación «propia» no significa de Todos los componentes tradicionalmente llamados formales son,
ninguna manera una insistencia incondicional sobre la singularidad indivi­ pues, portadores de significación, son signos parciales en una obra de arte.
dual, puesto que nunca dejamos de tener en cuenta la relación dialéctica y al contrario, los componentes llamados generalmente temáticos son tam­
entre la consciencia individual y social. bién, por su carácter, tan sólo signos que adquieren su significación com­
Ahora queda la siguiente pregunta: ¿cuáles son los componen­ pleta solamente en el contexto de la obra art[stica. Tomemos como ejemplo
tes de la obra de arte capaces de ser portadores de significaciones que un personaje de una obra épica o dramática. El arte realista se esforzará por
colaboren en la creación de su sentido global? No es una pregunta inútil, que el lector (o el espectador) tenga la impresión de que se trata de un in­
porque todavía no se ha superado la opinión según la cual los únicos dividuo determinado que había existido en un lugar y un momento deter­
portadores de sentido de la obra artística son aquellos que se llaman minados. Al mismo tiempo se esfuerza necesariamente por que el personaje
convencionalmente «temáticos», a diferencia de los «formales».5 Son por­ parezca tener una validez lo más general posible, es decir por que el lector
tadores de significación, y por lo tanto también factores que participan llegue a tener la impresión de que algo de este personaje está contenido en
en la creación del sentido global de la obra (como ya hemos supuesto cada persona, e incluso en él mismo. La unión inseparable del carácter
al principio de este capítulo semántico de nuestro estudio), todos los com­ concreto y del carácter general es típico de cada arte, pero se realiza sólo
ponentes sin distinción. Todos los componentes participan en el proceso cuando la obra artística representa la realidad en el conjunto de todos sus
semántico que hemos llamado contexto,6 es decir, por ejemplo, en una obra componentes y partes (a los que pertenecen también sus distintos personajes)
poética son tanto las distintas palabras, los componentes fónicos, las for­ y al mismo tiempo alude a ella también como a un conjunto. De este modo
mas gramaticales, los componentes sintácticos (la construcción de la frase), cada personaje particular de la obra épica es plenamente comprensible sólo
la fraseología, como los componentes temáticos. En la pintura colaboran en en relación con los otros personajes, con la acción, los procedimientos ar­
la creación del contexto tanto la línea como el color, el contorno como el vo­ tisticos que fueron empleados en la obra, etc. Sólo a los grandes personajes
lumen, la organización de la superficie del cuadro como el tema. de la literatura mundial se les permite salirse del contexto de la obra artrstica
No obstante, en el proceso de la significación participan tam­ y entrar en contacto directo con la realidad; pero ni siquiera ellos pierden
bién los modos en que estos componentes se emplean en la obra de arte el doble carácter del signo artlstico: ser generales y singulares al mismo
(procedimientos artísticos) y las relaciones recíprocas entre los distintos tiempo.

162 163
Precisamente gracias a lo específico de su carácter de signo, la guna tarea concreta. La función estética, más que incluir las cosas o las ac­
relación entre el arte y la realidad no es unívoca e invariable, sino dialéctica, tividades en un contexto práctico, las excluye de él. Esto es válido sobre
y por lo tanto históricamente variable. El arte tiene muchas posibilidades, todo para el arte. De la tesis sobre esta característica especial de la función
y de lo más variadas, de significar la realidad en su conjunto. La alternancia estética se suele deducir -unas veces en un sentido positivo, otras nega­
de estas posibilidades puede ser observada en el transcurso de su historia. tivo- que la acentuación de la función estética tiene por consecuencia indis­
El margen es muy amplio, yendo desde el esfuerzo por expresar con máxima pensable la separación entre el arte y la vida. Pero es un error. El hecho de
fidelidad toda la diversidad de las formas de la realidad (y también todas que la función estética no tienda a ningún objetivo práctico no quiere decir
las casualidades contenidas en esta diversidad formal) hasta la separación que impida el contacto del arte con los intereses vitales del hombre. Precisa­
aparentemente completa entre el arte y la realidad. Pero aun separándose al mente por el hecho de carecer de un «contenido» unívoco, la función esté­
máximo, la relación respecto a la realidad no deja de ser un factor imprescin­ tica llega a ser «transparente», no adoptando una postura hostil respecto a
dible de la estructura de la obra, posibilitando su variedad interna, la reno­ las otras funciones, sino ayudándolas. Las funciones «prácticas», encontrán­
vación permanente y el alcance vital de la obra artística para el receptor dose en proximidad y en competición recíproca, se esfuerzan por prevalecer
como individuo y para la sociedad entera. una sobre otra, manifestando la tendencia a la eSJ.?ecialización.JH!lltiQm!!ja
El último fenómeno que debe ser tratado, si queremos carac­ la multifuncionalidad cuya culminación es Ja.máquTñ"aJ,"Yerarte tiende, aún
terizar el estado actual de la ciencia checoslovaca del arte, es el concepto más que el/as y precisamente gracias a la función estética, a la multifun­
de función. Este concepto (que la teoría del arte comparte con la lingüística, cionalidad más variada y multifacética posible, consiguiendo así que la obra
perolámbién por ejemplo con el estudio del folklore,? y en la esfera del arte de arte tenga un alcance social. Manifestándose en el arte como una función
con la arquitectura) concierne la relación de la obra de arte respecto al re­ específica, la función estética ayuda al hombre a superar la unilateralidad
ceptor y la sociedad. El concepto de función sólo alcanza su plena objetivi­ de la espeCialización que empobrece no sólo su relación respecto a la reali­
dad cuando con él se designa la varie.d.ad de objetivos a los que sirve el dad, sino también la posibilidad de adoptar una actitud frente a ella. No im­
a,te enla.~ª9SiQdad. ..J\lgunas obras de arteestárídéstinadas ya desde el pide la iniciativa creadora del hombre, sino que colabora a su desarrollo.
momento de su aparición a un tipo determinado de acción social, y este No es casualidad que en las biografías de grandes científicos, inventores o
destino se manifiesta también en su estructura, por ejemplo en la adaptación descubridores se compruebe a veces, como una característica típica, su
del canon al género artístico que satisface esta necesidad. No obstante, la enorme interés por el arte.
obra puede ser capaz de ejercer varias funciones al mismo tiempo. Y también Hasta ahora hemos juzgado la función estética únicamente desde
pueden alterarse sus funciones en el transcurso del tiempo. La mayoría de las la óptica del conjunto social. Observémosla sin embargo también desde el
veces esta transformación de las funciones tiene el aspecto de un cambio punto de vista del individuo, ya sea creador o receptor. El artista, a pesar de
de la función dominante en el sistema de funciones posibles; el cambio de adaptar la estructura de la obra a una función determinada, no elimina de
la función dominante se manifestará necesariamente también en la transfor­ antemano ninguna de ellas. De otro modo ni siquiera podría entrar con su
maci6n···det·'Senti.do....Q.lQba-ºe la obra. obra en contacto vivo con la realidad: si simplificara por fuerza la riqueza
Las funciones derarte son muchas y variadas; su capacidad de funcional de la obra, empobrecería su postura frente a la realidad y el ca­
combinarse hace que no sea fácil presentar una enumeración y clasificación rácter estimulante de aquélla. Por eso solamente juzgando las funciones
completa de ellas. No obstante, una de entre ellas es específica para el arte del arte desde el punto de vista del individuo, la función de la obra aparece \
y sin ella la obra artística dejarla de ser obra artística. Es la función estética. como un conjunto de energías vivas que están en permanente tensión y
Por otro lado es evidente que la función estética no se limita solamente a conflicto recíproco. Sólo entonces comprenderemos plenamente que las fun­
la esfera del arte, sino que penetra todo el trabajo del hombre y todas sus ciones de la obra no son casillas separadas una de otra, sino un movi­
manifestaciones vitales. Es uno de los factores más importantes que crean la miento que transforma continuamente el aspecto de la obra de un receptor
relación del hombre respecto a la realidad; porque tiene, como mostraremos a otro, de una nación a otra, de una época a otra; esto aparecerá con par­
con mayor detalle más adelante, la capacidad de impedir que se pueda ma­ ticular evidencia al observar la obra no con los ojos de su autor, sino de
nifestar una supremacía unilateral de una sola función sobre las demás. sus receptores.
En las esferas exteriores a los límites del arte, su influencia llega a una can­ Como factor individualizante se manifestan, desde el punto de
tidad mucho mayor de individuos y su acción es más amplia; en cambio, en vista de la9 funciones de la obra artística, no sólo el receptor particular, sino
el arte su influencia es más intensa. formaciones sociales enteras, así como diversos medios y estratos sociales.
¿De qué manera se manifiesta la función estética en el arte? Éstos en particular deciden de qué manera se producen cambios en la estruc­
Ante todo es preciso darse cuenta de que, a diferencia de todas las demás tura general de las funciones.
funciones (por ejemplo la cognoscitiva, la política, la educativa, etc.), la También es necesario fijarse, aunque sea de paso, en el papel
función estética no tiene ningún objetivo concreto, no tiende a realizar nin­ que le incumbe al sujeto en la decisión sobre la validez artística de un fenó­

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meno determinado. Mientras tengamos solamente en cuenta al sujeto-artista, amplio material y de un conocimiento profundo de la historia de las distintas
todo es simple: el artista impregna la obra de su subjetividad, de manera que artes en nuestro país. No obstante, la problemática se perfila claramente,
la adapta de antemano a una función determinada. También el receptor y hoy con particular insistencia, cuando nos damos cuenta con más cla­
decide hasta cierto punto si un objeto determinado debe funcionar como ridad que en cualquier otro momento anterior, que todo está relacionado
obra de arte. Esta posibilidad la aprovechan intencionalmente los surrealistas con todo.
eligiendo y creando «objetos» que por sí mismos parecen estar lejos de En cuanto a la historia de las distintas artes, es necesario seña­
cualquier funcionalidad, incluso la estética. La subjetividad del receptor está lar todavía que el método estructuralista muestra también en una nueva
sometida a exigencias más grandes que cuando se trata de obras creadas con perspectiva la cuestión de las influencias y de su importancia para la historia
intención artística. Pero aun tratándose de objetos surrealistas la función es­ de las distintas artes. Es una cuestión muy compleja y es posible indicar
tética se objetiviza en la consciencia del receptor de manera que éste valora sólo a grandes rasgos las posibilidades actuales de su solución. La concep­
el objeto basándose en su confrontación con determinadas convenciones ción tradicional concibe la influencia como algo unilateral, opone como un
artísticas, en parte realizadas, en parte violadas. Sin embargo, la aceptación
contraste permanente la parte que influye a la que recibe la influencia, sin
del objeto surrealista como obra de arte es sólo una manifestación extrema
contar con el hecho de que la influencia que debe ser recibida tiene que es­
de un fenómeno muy general: la sensación de libertad en la decisión sobre
tar preparada por las condiciones nacionales que decidirán sobre su sentido
la funcionalidad de la obra artística, sensación que constituye un factor indis­
pensable de su eficacia. y sobre la dirección en que será ejercida. En ningún caso la influencia actúa
Hemos tratado de algunos conceptos fundamentales de la teoría anulando la situación evolutiva nacional, dada no sólo por la evolución
estructuralista del arte. Resulta que apenas comenzamos a juzgar el arte como precedente del arte, sino también por la evolución anterior y por el estado
un equilibrio inestable de fuerzas, siempre en tensión y en movimiento, los actual de la consciencia social. Por eso, al investigar las influencias hay
problemas tradicionales aparecen en una nueva perspectiva y surgen cues­ que tener en cuenta el hecho de que los contactos entre las diferentes
tiones que hasta ahora no habían sido planteadas. Muchas de las perspecti­ artes nacionales se efectúan a base de igualdad mutua (y no a base de
vas que se abren son llamamientos que exigen cuanto antes una respuesta. subordinación fundamental del influido por el influyente). Y agreguemos to­
Mencionaré un solo ejemplo: la teoría comparativa del arte. La cuestión no davía algo más: sólo excepcionalmente un arte de una nación determinada
es nueva, por primera vez la planteó con una lucidez genial Lessing en su -por ejemplo la literatura- está influido por un solo arte nacional de otro
Laokoon,8 y después de él toda una serie de investigadores. No obstante, el país. Por lo general, hay toda una serie de influencias ajenas y existe no
estructuralismo, concibiendo las distintas artes como estructuras interre­ sólo la relación de cada una de ellas respecto al arte influido, sino también
lacionadas por tensiones dialécticas, históricamente variables, no sólo ve (como relaciones mutuas entre las influencias mismas. J:ste era el caso de la lite­
se dio cuenta el propio Lessing) su delimitación mutua dada por las propie­ ratura checa en el transcurso de los siglos XIX y XX en relación con toda
dades de los materiales y por otras circunstancias, sino también las posi­ una serie de literaturas extranjeras: la literatura alemana, rusa, francesa, po­
bilidades de su aproximación mutua, esforzándose en algunos períodos evo­ laca y por supuesto eslovaca. Estas relaciones no intervenían en la literatura
lutivos por acercarse, penetrarse, e incluso substituirse mutuamente. Esta checa solamente en orden sucesivo, sino muchas veces simultáneamente.
concepción de las relaciones mutuas entre las artes es fructífera sobre todo Aunque la mayoría de ellas era, desde el punto de vista de las literaturas
para la historia del arte. Nos podemos convencer de su importancia meto­ influyentes, unilateral, sin participación activa de la literatura checa en los
dológica echando un vistazo rápido sobre los destinos de alguna de las procesos literarios mundiales (ya que a la literatura checa, después de la
literaturas nacionales. Así por ejemplo en la cultura checa del siglo XIX po­ decadencia postreformista, le faltaba mucho por alcanzar el nivel de las litera­
demos observar algunos cambios en la jerarquía de las artes; en el período turas europeas), estas influencias no impidieron de ninguna manera la evo­
del renacimiento nacional, a principiOS del siglo XIX, en primer plano se lución independiente de la literatura checa. Había muchas influencias que se
encuentra con toda evidencia la literatura y el teatro, en los años setenta compensaban mutuamente y su importancia relativa variaba con el trans­
(el período en que crean simultáneamente Smetana en la música y Neruda9 curso del tiempo. La literatura checa se inclinaba una vez a unas, otra vez
en la literatura) las artes dominantes son la música y la literatura, en los a otras influencias, creando en su relación con ellas y entre ellas mismas
años ochenta y noventa se produce una colaboración de igualdad entre la una tensión dialéctica fructífera. Recordemos pues que las influencias no
literatura, la música, y las artes plásticas; y en el período de la construcción son una manifestación de una superioridad o una subordinación de princi­
del Teatro Nacional también el teatro (en la literatura crean simultáneamente pio de las distintas culturas nacionales; su aspecto fundamental es la reci­
las generaciones de los Máj y los Lumlr, en la música Smetana y Dvofák, en procidad que surge de la igualdad de las naciones y de la igualdad de sig­
las artes plásticas Ales, Hynais, Myslbek y otros,l° en el teatro J. J. Kolárl l nificación de sus culturas. Desde la óptica de cada cultura nacional (y por
a la cabeza de una gran escuela de arte dramático). J:stos son, por supuesto, lo tanto de cada arte nacional) las relaciones con las culturas (y por lo
sólo esbozos de una investigación que exige ser desarrollada a base de tanto también con las artes) de otras naciones, crean una estructura unida

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por relaciones internas dialécticas que están en constante movimiento gra­ a partir de la consciencia, sino también a partir de las instancias del inconsciente, presen­
cias a los impulsos de la evolución social. tes sin duda en todo acto de «creación» simbólíca. En este caso, si podrla decirse que el su­
Estamos llegando al término de la reflexión sobre el estructura­ jeto sobrepasa, excede, tos limites de su propia SUbjetividad en el campo de una práctica
lismo en la ciencia del arte, pero faltaría mucho para enumerar las perspec­ significante. El racionalismo estricto de Muka fovsky -cuando no el intuicionismo fenome­
tivas que el estructuralismo abre a la investigación teórica e histórica del arte. nológico- le hace suponer que el artista sólo modifica su individualidad programando
No se trataba tampoco de agotar el tema, sino de caracterizar el estructura­ tal modificación en el espacio de la producción artlstica; cuando, hoy por lo menos, pero
lismo, basándose en algunas cuestiones elementales, de manera más con­ también a partir de Freud. empezamos a aceptar, por el avance de la teorla y la práctica
creta de lo que se hubiera podido hacer en una reflexión general. El es­ psicoanallticas, que este proceso del sujeto tiene lugar tanto respecto a un más allá his­
tructuralismo ha nacido y evoluciona en relación directa con la creación tórico, como respecto a un más acá psicoanalltico de la obra.
artística actual. No abandona esta relación ni siquiera cuando intenta -a la 4. Se diría incluso lo contrario: a menudo la eficacia artistica (significa­
luz de la consciencia artística actual- aclarar el arte del pasado, mostrando tiva) de una obra, depende de su grado de ambigüedad, de su grado de oscuridad, de lo
cómo resolvía sus problemas de creación. La conexión entre el estructura­ intrincado de su «lectura». El simbolismo poético, por ejemplo, mantenia que no debla
lismo de la ciencia del arte y el arte actual es reciproca. Y es que los artistas usarse nunca el lenguaje de acuerdo con su ley colectiva, sino de acuerdo con una perspec­
tiva y un trabajo personal sobre las unidades del lenguaje. Hasta tal punto se hizo «pro­
y los teóricos del arte coinciden en la convicción en que la época actual
gramático» en la Francia simbolista y postsimbolista este desprecio por la comunicabilidad
obliga a unos y a otros a reflexionar con todas las consecuencias y el mayor absoluta y clara de lo que se escribe, que Lautréamont, en sus Chants de Ma/doror, sostiene
coraje sobre las leyes de la creación artística frente a la situación del hom­ del poeta que «il chante pour lui seul» (Parrs 1973, p. 257), y le atribuye la prerrogativa
en un mundo que está cambiando con tanta velocidad. «d'inventer une poésie tout a fait en dehors de la marche ordinaire de la nature» (/oc. cito,
p. 353).
5. El mejor ejemplo de que disponía el autor, en su época. de un método
que pretendía inferir del nivel formal de una obra literaria o pictórica un conjunto de signifi­
cados, lo constituía, sin duda, el conjunto de trabajos de los formalistas rusos. Concreta­
Notas mente, para este contexto, cf. B. E. Eijenbaum, «Comment est fait "Le Manteau" de Go­
gol» en T. Todorov (ed.) Théorie de la littérature, Parls 1965.
1. ~stos son, esbozados por el autor, los distintos pasos de aplicación de
6. Esta acepción del término contexto equivale, mutatis mutandi, al término
la ciencia del lenguaje a los campos no-lingüísticos pero configurados en arreglo a una
más especifico de intertextualidad, acuñado por M. Bajtin (1895-; Problemas de la Poética
estructura y un funcionamiento propiamente semiótico. Desde la obra de Trubetzkoy, dedi­
cada especialmente al análisis fonético de la lengua -es decir, al análisis de su mate­ de Dostoievsky, 1929; La obra de Frant;ois Rabelais y la cultura popular en la Edad Media
rialidad sonora más objetiva- hasta la obra de Mukafovsky, que amplía el concepto de y el Renacimiento, 1965) y resucitado en la obra de R. Barthes (Le plaisír du texte, Parls
signo, de estructura y de función al campo de las artes figurativas y de todos los fenómenos 1973) y J. Kristeva (Séméiotiké, Recherches pour une sémanalyse, Par!s 1969).
«estéticos» en general mientras se observe en ellos un determinado número de constan­ Según los autores citados, la intertextualidad puede definirse como aquel
tes, y pasando por la teorla de los formalistas rusos que empezaron aplicando al campo fenómeno de la significación textual por el que se sintetizan en la literatura distintos enun­
del lenguaje literario lo que se habla demostrado como cierta en el campo del lenguaje ciados y distintos «textos) que proceden del vasto conjunto de reducciones lingürsticas de
hablado, corre una ampliación progresiva de un método de análisis del lenguaje a todos la historia (la polltica. la moral. la religión, la psicologia, la sociedad. los mitos ...), asl como
los fenómenos que se presentan como organización semiótica, es decir, poseyendo, como distintos tipos de textos archivados en la historia de los procedimientos literarios (<<la
unidades mlnimas, elementos que se comportan como un signo. poesía IIrica», «la novela», «el drama histórico», «el diálogo», etc.).
En suma, este contexto de que habla el autor equivale a un texto plural en el
2. Psicologla de la forma: en alemán, Gestaltpsychologie: Teorla que funda que se han sintetizado múltiples materiales y órdenes de discurso que provienen de fuen­
la psicologia en la noción de estructura, considerada como un todo significativo de rela­ tes diversas. Gracias a ello, el fenómeno literario. en general, constituye uno de los espacios
ciones entre los estimulas y las respuestas. Esta escuela pSicológica pretende aprehender culturales más útiles para el análisis glObal (<<contextual») de la historia.
los fenómenos en su totalidad, sin querer disociar los elementos del conjunto en que se
integran, fuera del cual no significan nada. Aplicada en un principio a la percepción, esta 7. Ciertamente, ya desde los orlgenes de la actividad semiológica en campos
teorla se extendió a toda la pSiCOlogía y a la medicina en general. distintos del estudio del lenguaje, algunos autores dedicaron su atención al fenómeno del
folklore. Uno de los puntos de partida más notable en el análisis de la cultura popular con
3. He aquí otra de las definiciones fundamentales del autor por lo que métodos derivados de la lingü[stica. fue el articulo de R. Jakobson en colaboración con
respecta a la relación entre el sujeto individual y el proceso de «creación artística». El autor el folklorista P. Bogatyriev, «Die Folklore als eine besondere Form des Schaffens», en
admite, de hecho, que todo «artista» modifica su «individualidad» al ritmo de su trabajo Donum Natalicium Schrijnen (Nimeque-Utrecht 1929, pp. 900-913). Hay traducción fran­
«creador», lo que, en términos del semanálisis moderno cabrIa definir como el proceso del cesa en R. J., Questions de Poétique, París 1973.
sujeto a partir de su posición respecto a una práctica del objeto; es decir, como aquel
proceso del sujeto que se opera gracias al cambio permanente de la relación entre el sujeto 8. Cf. G. E. Lessing, Laokoon, capitulas XV y XVI.
y la significación. Lo que el autor parece desconocer, como ya hemos puesto de relíeve Lessing fue uno de los primeros que estableció una separación neta entre el
en varios lugares de esta edición, es que el proceso del sujeto no se opera únicamente modo de significación de la literatura y el modo de significación de la poesia, rechazando

168 169
en cuestión; existen incluso obras cuyo material léxico no proviene del ~
Apéndice: guaje standard, sino de otras formaciones (por ejemplo los poemas de VlI­
Ion o de Rictus escritos en argot). En una obra poética pueden coexistir variaa
Lenguaje standard y lenguaje poético· formaoiones lingüísticas (por ejemplo, en los diálogos de una novela el dia­
lecto o la jerga, en las partes narrativas el lenguaje standard) o entrelazarse
mutuamente (por ejemplo el lenguaje popular praguense que se confunde
con el lenguaje standard en las obras de Neruda1 o de Ha§ek2 ). El lenguaje
poético dispone incluso de vocabulario y fraseología especiales, al igual
que de ciertas formas gramaticales peculiares: son los llamados poetismos,
por ejemplo zar, 01 pláti, 3. a persona mui* (la descripción irónica del idioma
de los selenitas en La excursión del señor 8roucek a la Luna, de S. Cech,
contiene abundantes ejemplos al respecto). No obstante, sólo ciertas es­
cuelas poéticas adoptan una actitud afirmativa frente a los poetismos (por
ejemplo, precisamente los miembros del grupo literario Lumír,3 y entre ellos
S. Cech), mienlras que otras los rechazan .
...El lenguaje .poé..tilliLllil.~.pues..una vaJi~d(J(:I. d~LJ~n~l!.aje stªº-::
dal:d:. No obstante, esta circunstancia no niega la estrecha rel<l~i6nJUdst.eote
El problema de la relación entre el lenguaje standard y el len­ ~ntr.e.J;}Hp.$, relación que consiste ante todo en el hecho de que el lenguaje
guaje poético puede ser concebido desde dos puntos de vista. El teórico standard sirve de fondo al lenguaje poético, fonde:;-. spbre eLW,ELse refleja la
del lenguaje poético lo plantearía de la siguiente manera: ¿debe el poeta deformación estéticamente intencional de las formas lingüísticas del idioma,
respetar la norma del lenguaje standard 7 - o bien: ¿de qué modo se ma­ es decir, la violación intencional de la norma.4 Al imaginarnos por ejempro
nifiesta esta norma en la poesía 7 El teórico del lenguaje standard preguntaría una obra en que esta deformación se realice por medio de la combinación
en cambio: ¿hasta qué punto puede servir una obra poética como material de un dialecto con el lenguaje standard, es evidente que no es éste el que
para estudiar la norma del lenguaje standard? O sea: mientras la teoría del es percibido como una deformación del dialecto, sino .el dialecto como una
lenguaje poético estudia ante todo la diferencia entre el lenguaje standard deformación del lenguaje standard, incluso en el caso de que el dialecto
y el lenguaje poético, la teoría del lenguaje standard estudia sobre todo las prevalezca cuantitativamente. La violación sistemática de la norma, posibilita
concordancias entre los dos. Es evidente que si se procede correctamente no el aprovechamiento poético de la lengua; sin esta posibilidad, la poesía no
puede haber contradicción alguna entre los dos tipos de investigación; se existiría. Cuando más fija es la norma de un idioma, tanto más variadas son
trata sólo de una diferencia en la óptica y el modo de enfocar el problema. las maneras de su transgresión y por consiguiente, tantas más posibilidades
Nuestro estudio aborda la cuestión de la relación entre el lenguaje poético existen para la poesia en dicho idioma. Y por el contrario: cuanto menos se
y el lenguaje standard desde el punto de vista del primero. Nuestro procedi­ siente la norma, tantas menos posibilidades hay de violarla y tantas menos
miento consistirá en descomponer el problema global en varias cuestiones perspectivas existen para la poesía. Así, por ejemplo, en los comienzos de la
especiales. poesia neocheca, cuando la norma del lenguaje standard no se sentla de
un modo demasiado acentuado, los neologismos poéticos, cuya finalidad
•• * era violar la norma, se distinguian poco de los neologismos destinados a
ser admitidos generalmente e integrados en la norma, de modo que podian
La primera cuestión, de carácter inicial, es la siguiente: ¿cuál confundirse mutuamente.
es la relación entre la extensión del lenguaje poético y el lenguaje standard, Éste es el caso de M. Z. Polák,5 cuyos neologismos siguen siendo
entre la posición de cada uno de ellos en el sistema global de la unidad valorados como malos neologismos pertenecientes a la norma por ejemplo
lingüística? ¿Es el lenguaje poético un género especial del lenguaje stan­ por Sabina y J. Vlcek,6 a pesar de que Jungmann 7 haya señalado en su
dard, o se trata de una formación autónoma 7 - El lenguaje poético no puede reseña del libro en cuestión la intencionalidad estética de aquéllos. Para do­
ser considerado como un género del lenguaje standard, puesto que dis­ cumentar el carácter contradictorio de la valoración de los neologismos de
pone, desde el punto de vista del léxico, la sintaxis, etc., de todas las for­
maciones, y en algunos casos incluso de diferentes fases evolutivas del idioma • zor - forma arcaica de la palabra zrak = vista
or - forma arcaica de la palabra kM = caballo
• Del libro de Bohuslav Havránek y Milos Weingart (editores), Spisovná pláti = arder
~estina a jazyková kultura, Praga 1932, pp. 123-149. mü;! - forma arcaica de mü;!e = 3.' pers. del sg. del verbo poder.

314 315

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PoNk, confrontaremos el juicio de Sabina, negativo, con el juicio positivo en su ejecución; cuanto más actualizado, tanto más completa es la participa~
de Jungmann. Sabina: «Polák crea palabras y formas nuevas, que a veces ción de la consciencia en su realización. Expresado objetivamente: mediante
carecen de una base correcta en cuanto a la analogía y no corresponden la automatización, el fenómeno adquiere un carácter esquemático; la actua­
al espíritu del idioma». Jungmann: «El libre espíritu de nuestro poeta sigue lización significa la alteración del esquema. El lenguaje standard en su forma
por su propio camino, creando un lenguaje poético nuevo, particular, con­ más pura, como lenguaje científico cuya finalidad es formular, evita la ac­
firiendo a su obra el necesario carácter artístico, sin el cual el poema no po­ tualización: así por ejemplo una expresión nueva, actualizada gracias a su
dría sobrepasar el nivel del lenguaje corriente, no podría llegar a ser un carácter inhabitual, se automatiza inmediatamente en un tratado científico,
poema (una auténtica obra de arte), es decir, no podría conferirle el carácter definiéndose con precisión su significado. Pero la actualización es habitual
de algo inhabitual. De ahí el empleo justificado de arcaísmos, por ejemplo también en el lenguaje standard, por ejemplo en el estilo periodístico, y aún
vesna [jaro], hvozd [horní les], ChOf'Í [churavy] *; o la lograda creación de más en el ensayo. Pero en estos casos está siempre subordinada a la comuni­
neologismos como hvézdosto/ec, mhosed'Í, m/iina, pa/uéina, ce/o, s/avno· cación: su finalidad es la de atraer más la atención del lector (del oyente) a la
y otros nombres substantivados; todo esto puede ser valorado como innece­ cosa expresada por los medios lingüísticos actualizados. Todo lo que aca­
sario sólo por personas que no tengan ninguna idea de lo que es el estilo bamos de recordar sobre la actualización y la automatización en el lenguaje
poético (y, agreguemos, científico)>>. - Sería posible probar mediante un standard fue tratado detalladamente en la conferencia de Havránek9 pronun­
análisis estructural del poema de PolákB que es Jungmann quien tiene razón. ciada en este ciclo; a nosotros nos interesa el lenguaje poético. En este len­
No obstante, en este momento mencionamos la contradicción en la valo­ guaje, la actualización adquiere a veces una máxima intensidad, de modo
ración de los neologismos de Polák sólo para ilustrar nuestra afirmación según que eclipsa la comunicación en tanto que finalidad de la expresión y se
la cual en épocas como la del resurgimiento nacional, en las que la norma convierte en algo que tiene la finalidad en si mismo; su objetivo no es el
no está completamente establecida, es difícil hacer una distinción entre los de servir a la comunicación, sino el de destacar en primer plano el propio
medios destinados a crear dicha norma y los medios cuya finalidad es vio­ acto de expresión.lo Se trata de saber de qué modo se logra la máxima
larla sistemática e intencionadamente; por consiguiente, un idioma con una actualización del lenguaje poético. Podría surgir la suposición de que se trata
norma no suficientemente establecida proporciona menos recursos a la poesía. de un efecto cuantitativo, de la actualización de una cantidad máxima de
Esta relación entre el lenguaje poético y el lenguaje standard que componentes, tal vez de todos al mismo tiempo. Sería un error, aunque sólo
podría calificarse cíe negativa, tiene también un aspecto positivo. No obstante, teórico, puesto que semejante actualización de todos los componentes es
su importancia no es tan evidente para el lenguaje poético y su teoria como prácticamente imposible. Y es que la actualización de cualquier componente
para la teoría del lenguaje standard. Y es que entre los componentes lin­ viene acompañada de la automatización de otro, u otros componentes; asr
güísticos de una obra poética se encuentran siempre muchos que no se por ejemplo la entonación actualizada en las obras de Vrchlicky o Cech
apartan de la norma del lenguaje standard, pues su papel consiste en crear aumentó al máximo grado la automatización de la significación de la pala­
el fondo en el que se refleja la deformación de los demás componentes. bra en tanto que unidad, puesto que una palabra actualizada desde el punto
Por eso es posible que el teórico del lenguaje standard incluya también obras de vista de la significación, se independizaría también desde el punto de
poéticas entre su material de estudio, siempre que sepa distinguir los com­ vista fónico y alteraría el transcurso ininterrumpido de la línea de entonación
ponentes deformados de los no deformados. La premisa segOn la cual todos (melódica); un ejemplo de hasta qué punto la independización significativa
los componentes deben estar en conformidad con la norma del lenguaje se manifiesta en el contexto también como independización desde el punto
standard, sería por supuesto incorrecta. de vista de la entonación, lo constituye el carácter del verso de Toman.
La actualización de la entonación en tanto que línea melódica ininterrumpida,
está pues vinculada con «el vacío» Significativo, reprochado a la generación
más joven del grupo Lumír como «verbalismo». - Además de la imposibilidad
La segunda cuestión especial que intentaremos contestar con­ práctica de actualizar simultáneamente todos los componentes, es posible
cierne a la diferencia de las funciones de los dos lenguajes. Aqu( tocamos señalar también el hecho de que la actualización simultánea de todos los
el fondo del problema. La función del lenguaje poético consiste en la máxima componentes de una obra poética es impensable. Y ello porque la actualiza­
actualización de la manifestación lingüística. La actualización es lo con­ ción de uno de los componentes consiste en destacarlo en primer plano;
trario de la automatización, es decir, es la desautomatización de un acto pero lo que se encuentra en primer plano se destaca sólo en comparación
determinado; cuanto más automatizado es un acto, tanto menos consciente con algo que se encuentre en segundo plano. Una actualización general
y simultánea situarla a todos los componentes al mismo nivel, y constituirla
• vesna - forma arcaica de jaro == primavera, hvozd - forma arcaica de hor­ una nueva automatización .
nfl es = monte, chory - forma arcaica de churavy enfermo. Los medios por los que el lenguaje poético consigue la má­
• Neologismos intraducibles al castellano. xima actualización no consisten pues en la cantidad de componentes actua­

, 316 317
llzados sino en el carácter consecuente y sistemático de la actualización. El poética. Pero se trata de una unidad sui generis, cuyo oarácter solfa desig­
caráct~r consecuente se manifiesta de modo que la transformación del com­ narse en la estética como «la unidad en la variedad», como una unidad din6­
ponente actualizado se efectúa dentro de una obra dada en una dirección mica en la cual percibimos simultáneamente la armonia y la disarmonfa, la
estable, así por ejemplo la desautomatización de la significación se efectúa convergencia y la divergencia. La convergencia viene dada por la orienta­
en una obra mediante una selección consecuente del léxico (mediante la ción hacia el componente dominante, la divergencia viene dada por la opo­
penetración recíproca de esferas léxicas contrastantes), en otra por medio sición del fondo inmóvil de los componentes no actualizados. Algunos com­
de una relación significativa inhabitual de las palabras contiguas en el con­ ponentes aparecen actualizados desde el punto de vista del canon poético,
texto. Los dos procedimientos tienen por consecuencia la actualización de es decir del conjunto de normas fijas y establecidas en las que se descompu­
la significación, aunque sea diferente en cada uno de los dos casos. El so, mediante la automatización, la estructura de la escuela poética preceden­
carácter sistemático de la actualización de los componentes en una obra te, en el momento en que dejó de ser sentida como un conjunto íntegro e in­
poética consiste en el hecho de que las relaciones recíprocas de los com­ divisible. Dicho de otro modo: en algunos casos es posible que el compo­
ponentes están graduadas, es decir los distintos componentes se encuen­ nente actualizado respecto a la norma del lenguaje standard se manifieste
tran en relaciones de supremacía y de subordinación. El componente domi­ en una determinada obra como no actualizado, puesto que estará en con­
nante eS aquel que ocupa el puesto superior en la jerarquía. Todos los demás formidad con el canon poético automatizado. Cada obra poética es percibida
componentes, tanto actualizados como no actualizados, y sus relaciones sobre el fondo de una determinada tradición, es decir, de un canon automa­
recíprocas, son valorados desde el punto de vista del componente dominante. tizado, respecto al que se manifiesta como una deformación. La manifesta­
~ste pone en movimiento y coordina las relaciones de los demás compo­ ción exterior de semejante automatización es la facilidad con que es posible
nentes. Y eS que el material de una obra poética está entretejido por relaciones crear según el esquema del canon, la abundancia de epígonos, la afición
reciprocas múltiples aun cuando se encuentre en estado no actualizado. de la poesía envejecida por cultivar formas literarias anticuadas. El hecho de
Así, por ejemplo, la relación de la entonación respecto a la significación, la que una nueva corriente poética sea percibida intensamente como una de­
sintaxis, el orden de las palabras está siempre potencialmente presente, incluso formación del canon tradicional, se manifiesta en las críticas conservadoras
en el lenguaje comunicativo, al igual que la palabra en tanto que unidad sig­ que valoran las desviaciones intencionadas como errores que niegan la esencia
nificativa se encuentra siempre en una relación determinada respecto a la misma de la poesía.
construcción fonética, a la elección léxica realizada en el texto o a las pala­ El fondo que percibimos detrás de la obra poética como dado
bras contiguas de la misma frase en tanto que unidades significativas. Se por los componentes no actualizados y oponiéndose a las actualizaciones
puede afirmar que por medio de estas múltiples relaciones, cada componente existe, pues, en dos formas: en forma de norma del lenguaje standard y en
lingüístico está vinculado -directa o indirectamente- con cada uno de los forma de canon estético tradicional. Los dos fondos están siempre potencial­
demás componentes. En el lenguaje comunicativo, estas relaciones son en mente presentes, aunque en cada caso dado prevalezca uno de ellos. En
la mayoría de los casos sólo potenciales, puesto que no se suele llamar la las épocas de una fuerte actualización de los elementos lingülsticos, prevalece
atención sobre ellas y sobre sus conexiones mutuas. No obstante, basta el fondo de la norma del lenguaje standard; en las épocas de una actualiza­
con desviar este sistema de su equilibrio, para que toda la red de relaciones ción moderada, prevalece el fondo del canon tradicional. Gracias a su carácter
comience a orientarse en una dirección determinada y a organizarse inter­ moderado, la deformación moderada puede manifestarse, respecto al canon que
namente conforme a esta orientación, para que surja una tensión en una haya deformado fuertemente la norma del lenguaje standard, como una reno­
parte de la red (actualización sistemática en una sola dirección) produciéndose vación de dicha norma. Las relaciones recíprocas de los componentes de
simultáneamente una relajación en otras partes (automatización percibida una obra poética, tanto actualizados como no actualizados, constituyen la
como un fondo preparado intencionadamente). Esta organización interna estructura de la obra. Esta estructura es dinámica, puesto que contiene tanto
diferirá según el punto sobre el que se actúe, es decir, según el componente las convergencias como las divergencias, e indivisible en tanto que hecho
dominante. Dicho de modo más sugestivo: algunas veces la significación artístico, puesto que cada componente suyo adquiere un valor determinado
condicionará la entonación (cosa que es realizable de diferentes maneras), sólo en su relación respecto al conjunto.
otras veces ésta predeterminará aquélla, o unas veces será actualizada la Ahora es evidente que la posibilidad de violar la norma del
relación de la palabra respecto al léxico, otras su relación respecto a la frase, lenguaje standard -si tenemos en cuenta sólo este fondo de la actualización­
y otras finalmente respecto a la construcción fonética del texto. El compo­ es indispensable para la poesia. La poesia no podria existir sin ella. El hecho
nente dominante es el que determina cuál de las relaciones posibles será de que las desviaciones de la norma del lenguaje standard se consideren
actualizada y cuál de ellas permanecerá automatizada y en qué dirección como defectos, sobre todo en la época actual que tiende a una fuerte actua­
será efectuada la actualización - del componente a hacia el componente b lización de los componentes lingüísticos, significa negar la poesía. Desde
o al contrario, del componente b hacia el componente a. luego, podría surgir la objeción de que algunas obras poéticas, de hecho gé­
El componente dominante determina, pues, la unidad de la obra neros enteros, actualizan sólo «el contenido» (el tema), y que lo que acaba­

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mas de decir no les concierne. Me refiero sobre todo a la prosa épica, es decir el fin de preservar la norma lingülstica afectarfa muchas veces la esencia
a la novela y al cuento. Pero eS necesario tomar en consideración que en una misma de la obra, aun cuando se trate de la prosa; esto podrfa ocurrir, por
obra poética de cualquier género no hay un límite preciso y, en cierto sen­ ejemplo, si un poeta o un traductor decidiesen eliminar las frases relativas
tido, una diferencia fundamental entre el lenguaje y el tema. El tema de «que sobran», tal como lo han exigido algunos teóricos en Nase !eé [Nuestra
una obra poética no puede ser valorado según su relación respecto a la lengua].
realidad extralingüística que entra en la obra, sino que forma parte del as­
pecto significativo de la obra (con lo que no pretendemos afirmar que su
relación respecto a la realidad no pueda llegar a ser uno de los factores de
la estructura poética, por ejemplo en el realismo). La única ciencia compe­ Queda la cuestión de la valoración estética en la lengua fuera
tente para tratar el llamado contenido de la obra poética, es la semántica de la esfera poética. Hace poco, en nuestro país, fue pronunciada la siguiente
del tema. Podríamos probar extensamente esta afirmación, pero menciona­ opinión: «Es necesario que la valoración estética sea eliminada por com­
remos sólo su punto más importante: la cuestión de la veracidad no tiene pleto de la lengua, pues no encontramos donde aplicarla. No es útil y ne­
ninguna validez respecto al tema de la obra poética. Aunque la planteemos cesaria la crítica del lenguaje, sino la del estilo» (J. Haller, «El problema de
y contestemos a ella, positiva o negativamente, la respuesta no significa la corrección lingüística», Informe anual del Liceo Estatal Reformado Checo
nada en lo que se refiere al valor artístico de la obra; cuestionándonos acerca de Ostí nad Labem, año 1930-1931, p. 23). Dejemos de lado la crítica de
de la veracidad, podemos verificar únicamente si la obra tiene un valor do­ la contradicción «estilo-lenguaje», imprecisa desde el punto de vista ter­
cumental o no. Si en una determinada obra poética la veracidad está acen­ minológico. Lo que pretendo mostrar, en contra de la tesis de Haller, es que
tuada (por ejemplo en el cuento de Van~ura La buena medida), esta acen­ la valoración estética constituye un factor muy importante en la creación
tuación sirve sólo para matizar significativamente el tema. Algo totalmente de la norma del lenguaje standard, por un lado porque sin ella el refinamiento
diferente ocurre con el tema en el lenguaje comunicativo, en el que una de­ consciente del lenguaje no es posible, y por otro, sobre todo, porque incluso la
terminada relación del tema respecto a la realidad, constituye un valor de evolución de la norma del lenguaje standard es determinada en parte por
suma importancia, un requisito necesario. Así, por ejemplo, el problema de dicha valoración.
si el acontecimiento narrado ha sucedido realmente o no, tiene una impor­ Comencemos por una reflexión general sobre la esfera de los
tancia fundamental en el reportaje periodístico. fenómenos estéticos. Es evidente que esta esfera sobrepasa largamente los
El tema de la obra poética constituye, pues, la unidad significa­ límites del arte; así por ejemplo Dessoir dice a este respecto: «La aspiración
tiva superior de la obra. A pesar de que el tema en tanto que significación a la belleza no tiene que manifestarse sólo por medio de la forma específica
tenga algunas características que no están vinculadas con el signo lingüístico, del arte. Al contrario, la necesidad estética es tan poderosa que concierne
sino con el signo como hecho semiológico en general (sobre todo la inde­ a casi todos los actos del hombre)}.l1 Si la esfera de los fenómenos estéticos
pendencia respecto a ciertos signos o respecto a ciertas líneas de signos, es tan amplia, es natural que también la valoración estética se manifieste fuera
de modo que el mismo tema puede ser expresado, sin sufrir cambios fun­ de los límites del arte; como ejemplos podemos mencionar el momento es­
damentales, mediante diferentes recursos lingüísticos,.o incluso transferido tético en la elección sexual, la moda, las convenciones sociales, la cultura
a otra línea de signos, véase la transposición de algunos temas de un arte culinaria, etc. Por supuesto que existe una diferencia entre la valoración
a otro), estas características no afectan al carácter significativo de aquél. In­ estética en el arte y fuera de él. En el arte, el valor estético se encuentra
cluso en las obras y los géneros poéticos en los que el tema constituye el en un punto superior de la jerarquía de los valores contenidos en la obra,
componente dominante, éste no representa un equivalente de «la realidad» mientras que fuera del arte su posición es variable y, por regla general,
que deba ser expresada por la obra del modo más conveniente posible (por subordinada. Además de esto, en el arte valoramos cada componente te­
ejemplo, lo más verídico posible), sino que forma parte de la estructura, se niendo en cuenta la estructura de la obra dada, y el criterio de la valoración
rige por sus leyes, y es valorado según su relación respecto a ella. Pero enton­ es determinado en cada caso particular por la función del componente en
ces negarle a una obra poética, trátese de una novela o de un poema lírico, dicha estructura. Fuera del arte, los distintos componentes del fenómeno
el derecho de violar la norma del lenguaje standard, significa negar la poesfa observado no forman una estructura estética, y el criterio de valor consiste
misma. Aunque se trate de una novela, no podemos afirmar que los elementos en una norma estable, válida en cualquier contexto para el componente dado.
lingüísticos representen la expresión del contenido, estéticamente indiferente, Entonces, si la esfera de la valoración estética es tan amplia que abarca «casi
ni siquiera cuando dichos elementos parecen no actualizados: la estructura todos los actos del hombre», es de antemano poco probable que el lenguaje
es el conjunto de todos los componentes y su dinámica surge de la tensión
esté eliminado de la valoración estética, es decir, que su empleo sea excluido
entre los componentes actualizados y no actualizados. De todos modos,
existen muchas novelas o cuentos en los que los componentes lingüísticos de las leyes del gusto. No obstante, podemos presentar también un ejemplo
están actualizados de modo muy palpable. Cualquier cambio realizado con directo de que la valoración estética constituye uno de los criterios princi­

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320
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pales del purismo, y de que incluso la evolución de la norma del lenguaje
nifestación literaria), otras del vocabulario del lenguaje hablado (destinado
standard es inimaginable sin ella.
a la manifestación oral).3 El primer tipo de palabras son aquellas que Haller
También en nuestro país hubo tiempos en que la valoración es­ denomina <<insustanciales», el otro son aquellas que llama «chispeantes».
tética se admitía conscientemente como uno de los criterios principales del Una valoración correcta de cada una de estas esferas léxicas puede ser sólo
refinamiento lingüístico. Nuestros puristas de hoy la rechazan, pero sólo en funcional, lo que significa que puede ser aplicada sólo teniendo en cuenta
la teoría, ya que en la práctica, como demostraremos a continuación, se los casos concretos de empleo, el objetivo con que han sido expresadas las
rigen a veces por ella. Es natural, puesto que la relación estética respecto a la palabras en cuestión. - En el Consejero lingülstico de Melantrich, no. 1,
lengua constituye la esencia misma del purismo. El poeta francés Remy de p. 4, encontramos un caso aún más demostrativo de semejante valoración
Gourmont publicó en el año 1899 un libro purista titulado Esthétique de la estética: Haller condena el verbo «docíliti» [lograr] sustituyéndolo por otr09,
langue franyaise, en cuyo prólogo se dice: «La estética de la lengua fran­ y llega a la siguiente conclusión: «Estas sustituciones ponen en evidencia
cesa significa el estudio de las condiciones en las que debe desarrollarse la el hecho de que no es necesario plagar el texto checo con esta horrenda
lengua francesa manteniendo al mismo tiempo su belleza, es decir su pu­ palabra». La valoración estética negativa aparece aquí sin disimulo.
reza original. Habiendo comprobado hace muchos años que nuestra lengua Pero Haller manifiesta una orientación estética incluso cuando
se ve perjudicada por el empleo de palabras exóticas o griegas, de palabras se trata del refinamiento concreto de la lengua, por ejemplo cuando en
bárbaras de todo tipo de procedencia, he llegado a la conclusión de que el Consejero mencionado, no. 1, p. 6, critica y rechaza el verbo «p iehnat»·
estos intrusos son tan feos como un matiz erróneo en un cuadro o un tono en su sentido figurado [exagerar]: «Todos conocemos este verbo del cuento
falso en una partitura musical».12 En este prólogo, al igual que en el libro sobre el pastor que conduce sus ovejas al otro extremo de la pasarela.
mismo, Gourmont manifiesta su aversión principalmente contra los grecis­ Cuando atraviesen la pasarela, el cuento continuará. Siendo niños com­
mos, las palabras más llamativas de las provenientes de otros idiomas y em­ prendíamos muy bien este verbo, puesto que tenía para nosotros una sola
pleadas en francés. Como argumento contra dichas palabras no fue posible significación, la correcta. Pero hoy día, cuando reina el espíritu del checo
recurrir al criterio polftico-lingüístico, pues se trataba de adopciones pro­ germanizado, comprenderíamos la expresión de conducir las ovejas en el
venientes de una lengua muerta. Tampoco se podra argumentar haciendo sentido alemán de übertreiben: exagerar, aumentar, abultar, llevar al extremo.
notar el peligro de destrucción de una lengua mundial y diplomática, cuya En este mismo espíritu está escrita la siguiente frase: «Kohout exageró [/levó,
literatura se encontraba al frente de las literaturas europeas. En estas cir­ condujo] la escena de desnudez hasta la vulgaridad, y probablemente tam­
cunstancias fue la valoración estética la que se prestaba con toda evidencia bién al otro extremo de una pasarela». Esta argumentación es considerable­
a dicha argumentación. El lingüista alemán Vossler, en el articulo «Die Na­ mente estética. Si el verbo «piehnat» tiene en el idioma checo dos significa­
tionalsprachen als Stile», in Jahrbuch für Philologie 1, 1925, p. 2, subraya ciones, éstas se distinguen claramente en el lenguaje comunicativo, no dan
su importancia fundamental para los puristas, cuando dice que la valoración lugar a confusiones y no se evocan recíprocamente; es un caso característico
estética fue eliminada de la gramática científica, pero ha vuelto a convertirse para muchas palabras. Esta duplicidad significativa puede ser aprovechada
en el objeto de un cuidado consciente en manos de los gramáticos de la en la poesía con el fin de conseguir, destacando simultáneamente las dos
Academia, las escuelas de retórica, los artistas de dicción y los puristas. significaciones, un tipo peculiar de actualización significativa. Es sabido
El elemento de valoración estética se encuentra pues en la pro­ que la duplicidad significativa de las palabras se aprovecha con frecuencia
pia esencia del purismo. Por eso no es extraño que incluso aquellos puristas en la poesía oriental; pero también la poesía moderna trabaja a menudo,
que rehuyen la valoración estética en la lengua, en la práctica valoren las desde la época del simbolismo, con la homonimia. Mencionaremos dos ejem­
cosas desde el punto de vista estético. Así, en el informe sobre «La crónica plos: uno de los versos de B 'fezina, otro de la poesía de Seifert. En la frase
del fin del milenio» de Nezval (Nase fec XIV, 157) el Dr. Haller dice: «El de B rezina «El estrépito de los días negros que oigo galopar desde lejos» la
autor no sabe distinguir las expresiones justas y chispeantes, de la mala hierba palabra «negro» evoca simultáneamente el color, en relación con las pala­
introducida en la lengua por sus distintos destructores; no sabe distinguir bras «estrépito» y «galopar» (implicación de la significación «caballo») y un
el uso vivo y natural del lenguaje, de las construcciones afectadas, vacías y determinado estado de ánimo, en relación con la palabra «día» (días negros­
superficiales...». En el estudio «Según, al lado, a lo largo» (Nase fec XIV, 166) días tristes); y de este modo sobresale la resonancia simultánea de la signi­
encontramos la siguiente frase: «Opino que la insustancialidad es un gran ficación original y la figurada. En los versos de Seifert
error, y que la palabra, si es insustancial, no puede no ser errónea». Si Haller
distingue las expresiones «justas y chispeantes» de las «vacías e insustan­
ciales», rechazando éstas y elogiando aquéllas, introduce en su distinción
un matiz de valoración estética de las esferas léxicas. Clasificando obje­ • El verbo checo «prehnat» tiene dos significaciones:
tivamente, cabría constatar únicamente el hecho de que algunas palabras 1. Conducir. llevar a través de algo. al otro extremo de algo.
son características del vocabulario del lenguaje escrito (destinado a la ma­ 2. Exagerar. llevar al extremo [nota del traductor].

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Algunas veces el gallito· canta, otras hace correr el agua; sea descubierto mediante la investigación científica y definido, dentro de lo
Los que querlan seducir fueron seducidos posible, con máxima precisión. Por eso la cuestión de cómo se manifiesta la
y al igual que en su tiempo Moisés condujo a los jud/os por el desierto,
valoración estética en la evolución de la norma del lenguaje standard tiene
nosotros conducimos la corriente elécúica. una significación considerable para nosotros. Fijémonos primero en el modo
cómo se multiplica y renueva el léxico del lenguaje standard. Todo el mundo
se juega también con la duplicidad significativa, pero ésta no está dada por sabe por experiencia propia que las palabras que provienen de la jerga,
el contexto como en los versos de B rezina, sino que se basa en un doble de los dialectos o de los idiomas extranjeros son adoptadas a veces gracias
sentido establecido, contenido en las palabras «gallito» (<<grifo») y «conduc­ a su carácter nuevo e inhabitual, es decir, gracias a la necesidad de una
ción». Al confrontar estas dos citas con la crítica de la palabra «p rehnat» re­ actualización en la cual incumbe siempre un papel considerable a la valo~
sulta que lo que los dos poetas consiguen implícitamente, por medio del ración estética. También las palabras provenientes del lenguaje poético, los
estilo [B rezina entrecruzando el plano original con el plano figurado -«el neologismos poéticos, pueden penetrar por este camino en el lenguaje stan~
tiempo que corre: los caballos que galopan»- en una sola palabra, Seifert dard, aunque también en estos casos es posible una adopción motivada por
por medio de la zeugma «el gallito [grifo] canta y hace correr el agua»], razones comunicativas (necesidad de un nuevo matiz significativo). No obs­
Haller lo hace explicita mente, mediante una simple yuxtaposición de las dos tante, la influencia del lenguaje poético sobre el lenguaje standard no se
significaciones -la original y la figurada- de la palabra. Al decir: «La expre­ limita sólo a la elección del léxico: se adoptan también esquemas sintácticos
sión de conducir las ovejas seria comprendida en el sentido de übertreibem>, y de entonación (cliché), aunque estas adopciones suelen ser motivadas
la significación básica está dada por el contexto, y la figurada por el equiva­ sólo estéticamente, puesto que desde el punto de vista comunicativo, el
lente alemán; y al añadir a la frase «Kohout exageró [condujo] la escena» cambio de una construcción sintáctica y de entonación, normal hasta el mo­
el complemento «probablemente también al otro extremo de una pasarela», mento dado, no es indispensable. En relación con este problema es interesante
la significación figurada se encuentra contenida en la cita, original en la el testimonio del poeta J. Cocteau en el libro Le secret professionnel, Parfs
glosa de Haller. La duplicidad significativa, que de otro modo no se percibiría, 1922, p. 36: «Stéphane Mallarmé tiene una gran influencia sobre el estilo
se destaca en los dos casos. A pesar de ser primitivo, el procedimiento actual de la prensa diaria, sin que los periodistas lo sospechen». Es preciso
es evidentemente estético. agregar que Mallarmé deformaba de modo muy violento la sintaxis y el orden
Es evidente que la valoración estética se hace valer necesaria­ de las palabras, mucho más rígido en francés que en checo, puesto que
mente en los casos de refinamiento lingüístico, y aquellos puristas que niegan constituye un factor gramático. A pesar de la intensidad de esta deformación,
su empleo justificado condenan sin querer su propia práctica. Ninguna otra o precisamente gracias a ella, Mallarmé ejerció una gran influencia sobre la
forma de cultura del lenguaje standard, aunque sea más útil que el pu­ evolución de la frase en el lenguaje standard.
rismo, puede existir sin tener en cuenta el criterio estético. No obstante, esto La influencia de la valoración sobre la evolución de la norma
no significa que aquellos que realizan la cultura Iingüistica, tengan el de­
recho de juzgar la lengua según su gusto personal, cosa que hacen con
afición precisamente los puristas. Semejante intervención en la evolución
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¡
lingüistica es indiscutible; por eso mismo este problema merece la atención
de los teóricos. No obstante, por el momento, carecemos casi por completo
de estudios lexicológicos sobre los neologismos poéticos asimilados por el
del lenguaje standard es eficaz y útil en las épocas en que la valoración
estética consciente de los fenómenos se convierte en un hecho social, tal
como sucedió por ejemplo en la Francia del siglo XVII. En otras épocas, como
es precisamente la nuestra, el criterio estético tiene una significación más
i checo y sobre las circunstancias de esta asimilación; el artículo de Frinta
titulado «Falsificación de manuscritos y nuestro lenguaje standard» [Nase
!eé, 11] sigue siendo un intento aislado en esta esfera. Además de esto
se impone la necesidad de estudiar el propio carácter y el alcance de la
bien reguladora para la cultura de la lengua: los que ejecutan la cultura de valoración estética en el lenguaje standard. Y es que la valoración estética
la lengua tienen que abstenerse de imponer al lenguaje standard los modos parte aquf -como siempre ocurre cuando ella no se basa en una estructura
de expresión que puedan violar el canon estético (el conjunto de normas), artística- de determinadas normas de validez general. Cada componente en el
dado de manera implícita, pero objetiva, en la lengua; las intervenciones arte, y por supuesto también en el arte poético, es valorado en relación a la
que no tienen en cuenta las normas estéticas no fomentan, sino que frenan estructura: se trata de saber de qué modo y en qué medida el componente
el desarrollo de la lengua. Por eso es necesario que el canon estético que en cuestión desempeña la función que le incumbe en el conjunto estructural
difiere no sólo de un lenguaje a otro, sino también en los distintos periodos dado; el criterio está dado por el contexto de una estructura determinada
evolutivos del mismo lenguaje standard (sin tomar en cuenta otras forma­ y carece de validez para cualquier otro contexto. Lo prueba la circunstancia
ciones funcionales, cada una de las cuales tiene su propio canon estético), de que un componente por si mismo puede ser percibido incluso como un
valor negativo respecto a la correspondiente norma estética, si su carácter
• En el original checo «kohoutek»; esta palabra tiene dos significaciones deformador se manifiesta intensamente. No obstante, respecto a la estructura
en checo: 1. «gallito» de [«gallo»]. 2. «grifo» [de agua]. [Nota del traductor]. dada es valorado positivamente en tanto que parte fundamental de la misma
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325
y precisamente gracias a su carácter deformador. Fuera de la poesía, en precedente y sin basarse conscientemente en un material lingüfstico bien
el lenguaje standard (yen la lengua en general) no existe una estructura preparado no es mucho más segura que cualquier otro albedrío», La diferencia
estética. Pero existe un conjunto de determinadas normas estéticas, cada fundamental entre las dos opiniones es evidente. Recordemos también la
una de las cuales es válida para un determinado componente lingüístico. Este reseña de Jungmann de La dignidad de la naturaleza de Polák, citada ya
conjunto, el canon, es estable sólo en una época determinada y en un anteriormente en el presente estudio; Jungmann designó como rasgo ca­
ámbito lingüístico determinado; por ejemplo el canon estético del lenguaje racterístico del lenguaje poético «el carácter inhabitual», es decir defor­
standard difiere del de la jerga. Por eso sería necesario describir y caracterizar mado. - A pesar de todo lo que acabamos de decir, el estado de la norma
el canon estético del lenguaje standard actual y estudiar su evolución en el del lenguaje standard no carece de significación para la poesía, precisa­
pasado. Es evidente a priori que esta evolución está vinculada con los cambios ~ mente por el hecho de que constituye el fondo sobre el que se proyecta la \
de la estructura en el arte poético. El descubrimiento y el estudio del canon estructura de la obra poética y respecto al cual dicha estructura es percibida \
estético válido en un determinado lenguaje standard no tendría una signifi­ como deformación; la estructura de una obra poética puede cambiar por .
cación sólo teórica en tanto que parte de la historia y de las características
de dicho lenguaje, sino que tendría también una significación práctica para
J completo si al cabo de un determinado tiempo es proyectada sobre el fondo
de una norma distinta.
su cultura. Además de la relación de la norma del lenguaje standard respecto
* * * a la poesía, existe también una relación inversa, es decir la de la poesfa

Volvamos ahora al objeto principal de nuestro estudio e inten­


t respecto a la norma. La influencia del lenguaje poético sobre la evolución
de la norma del lenguaje standard ha sido tratada ya en este estudio; sólo
temos sacar conclusiones de lo que hemos dicho anteriormente acerca de la
relación entre el lenguaje standard y el lenguaje poético.
Como hemos señalado, el lenguaje poético es una formación
,
¡
resta añadir algunas observaciones. Ante todo es preciso recordar que la
actualización poética de los fenómenos lingüísticos, teniendo a sí misma por
objetivo, no puede tener como finalidad la creación de nuevos medios de
lingüística cuya función difiere de la del lenguaje standard. Por eso es suma­ A¡ comunicación (como opina Vossler y su escuela). Si una palabra pasa del
mente injustificado considerar a los poetas como creadores del lenguaje stan­ lenguaje poético al lenguaje standard, esta adopción no difiere de otras, pro­
dard o atribuirles la responsabilidad por el estado del mismo. No obstante, venientes de cualquier otro ambiente lingüístico; incluso la motivación puede
esto no excluye la posibilidad de aprovechar la poesía como material en la ser la misma: también la adopción proveniente del lenguaje poético puede
descripción cientifica de la norma del lenguaje standard, ni tampoco el hecho tener razones extraestéticas, es decir comunicativas, y al contrario, la moti­
de que la evolución de la norma del lenguaje standard no transcurra sin ser vación de las adopciones provenientes de otros lenguajes funcionales, por
influida por la poesía. Pero la deformación de la norma del lenguaje standard ejemplo de la jerga, puede ser estética. Las adopciones del lenguaje poético
pertenece a la esencia misma del lenguaje poético y por tanto es incorrecto "
I
se producen independientemente de la intención del poeta. Así, por ejemplo,
exigir que el lenguaje poético se subordine a dicha norma. Lo expresó cla­ los neologismos poéticos son estéticamente intencionales y su rasgo funda­
ramente, ya en el año 1913, Ferdinand Brunot, «L'autorité en matiere de mental consiste en su carácter inesperado, inhabitual y singular. Los neolo­
langage», en Die neueren Sprachen XX: «El arte moderno, individualista gismos creados con un fin comunicativo tienden en cambio a una derivación
en el fondo, no puede contentarse siempre con el lenguaje común. Las leyes corriente y a la facilidad de ser asimilados por alguna categoría léxica; éstas
que rigen la transmisión corriente de las ideas no deben ser -sin que se son las características que condicionan la facilidad con la que aquéllos pue­
incurra en una tiranía que en adelante resultaría insoportable- impuestas den ser integrados al uso común. No obstante, si los neologismos poéticos
categóricamente al poeta, que puede encontrar, detrás de los limites de las fuesen creados con el fin de poder ser asimilados fácilmente por el uso común,
formas lingüfsticas admitidas, los modos peculiares de expresión intuitiva. su función estética estaría en peligro; por eso, dichos neologismos suelen
i:1 debe utilizarlos de acuerdo con su decisión creadora y sin otros límites ser creados de modo inhabitual y violento, deformando la lengua desde el
que aquellos que le impone su inspiración. La opinión pública dirá la última punto de vista formal y significativo. No es correcto, pues, valorar los neo­
palabra». Es interesante comparar la opinión de Brunot con el discurso del logismos poéticos con el mismo criterio que los neologismos creados por
Dr. Haller, pronunciado en el año 1931, El problema de la corrección lin­ el lenguaje standard, tal como lo hace por ejemplo el Dr. Haller (El problema
gülstíca, p. 3: «En su trabajo creador, nuestros escritores y poetas pretenden de la corrección lingülstica, p. 14): «Los principios a los que hay que ate­
sustituir el conocimiento perfecto del material lingüístico por una especie de nerse al crear nuevas palabras son válidos ante todo para la terminología
capacidad imaginativa de la cual no están realmente convencidos ni ellos especial (médica, técnica), pero en principio pueden ser aplicados también
mismos. Se atribuyen un derecho que no puede ser más que un privilegio a otras ramas, particularmente a la creación artística ... Toda expresión nueva,
poco merecido. Semejante capacidad, instinto, inspiración o como se quiera aunque su necesidad y su utilidad se perciban individualmente, es decir
llamar, no puede existir por sí misma; al igual que la sensibilidad lingüística, en la conciencia del individuo, tiene que responder a la necesidad y al bene­
también ella puede ser únicamente el resultado final de un conocimiento ficio de la colectividad».

326 327

)
A pesar de que la creación de la norma del lenguaje standard no Frinta muestra en su artículo «Los manuscritos falsificados y nuestro lenguaje
constituye ni la finalidad de la poesía ni la intención de los poetas, el len­ standard» que de los manuscritos de DvOr Králové y Zelená Hora pasaron al
guaje poético representa una de las influencias que contribuyen a transfor­
mar el lenguaje standard; ver la expresión de Salda14 a este respecto (Cua­
derno de apuntes de Salda, IV, p. 122): «La lengua es creada por el pueblo,
(', checo standard más de 100 palabras; se trataba en parte de arcaísmos, en
parte de barbarismos (palabras polacas, rusas, serbias), de dialectalismos o
también de neologismos. Una adopción tan abundante testimonia la gran
la época, la vida y en cierta medida, no muy grande, también por los poetas». I! aproximación entre el lenguaje standard y el lenguaje poético. No obstante,
La fuerza de la influencia del lenguaje poético sobre la evolución de la norma ¡I se trata de un caso fundamentalmente diferente de lo que sucedía en los
del lenguaje standard es diferente en cada época: algunas corrientes o pe­
ríodos enteros no ejercen casi ninguna influencia en este sentido, otros
\, períodos clásicos: la convergencia no está motivada por la evolución interna
de la poesía, sino desde fuera, es decir, se debe a la interrupción de la tra­
ejercen una influencia considerable. Hay incluso épocas en las que el len­ dición evolutiva del lenguaje standard. Por eso desde el principio se han re­
guaje poético coincide casi con el lenguaje standard y en las que no se hace gistrado los intentos de violar esta armonía, de diferenciar radicalmente el
ninguna diferencia entre los dos. Se trata de las épocas del llamado clasi­ lenguaje poético del lenguaje standard, de hacerlo sentir como una defor­
cismo en las que el criterio lógico es llevado al extremo en la poesía. En mación sobre el fondo de la norma del lenguaje standard. La necesidad de
los períodos de clasicismo es corriente que los poetas se identifiquen con los esta distinción fue expresada por el propio J ungmann en el prólogo de la
puristas; véase la carta del poeta francés Racine15 a su hijo: «Aprenderéis traducción del Paralso perdido de Milton: «No quieras, querido patriota,
)
alli [en la Revue de Hollande] ciertas expresiones que no valen nada, por I que el noble poema se vea deshonrado por un lenguaje corriente».16 También
ejemplo el verbo recruter que soléis emplear; en vez de este verbo hay que La dignidad de la naturaleza de Polák, con sus neologismos poéticos, repre­
decir faire des recrues». En los períodos de clasicismo la poesía colabora real­ senta un intento generoso de deformar la norma del lenguaje standard; lo
mente en la creación de la norma del lenguaje standard, y la deformación de confirma la opinión de Jungmann, expresada en la reseña de dicha obra
los elementos lingüísticos en la estructura poética se encuentra muy limita­ de Polák. Es característico para aquella época que Jungmann justifique su
da. Las significaciones de las palabras se diferencian con precisión y se i'J elogio por «el carácter inhabitual» logrado, a su juicio, por el poeta, y de
hacen abstractas en la poesía misma; las palabras que no se someten a que apruebe expresamente la aspiración a «un lenguaje poético nuevo, ori­
esta tendencia se eliminan de la lengua. En el tratado Frankreichs Kultur ginal».
¡m Spiegel seiner Sprachentwicklung (Heidelberg 1913, p. 367) Vossler dice La relación entre el lenguaje poético y el lenguaje standard, sus
a este respecto: «En ningún periodo la lengua francesa ha rechazado tanta acercamientos y alejamientos mutuos cambian, pues, según la época. Pero
cantidad de tesoros verbales históricos como en el siglo XVII». La lengua ni siquiera en una misma época y con una misma norma del lenguaje standard
que acaba de atravesar el periodo de clasicismo tiene, pues, la ventaja de esta relación tiene que ser necesariamente igual en la obra de todos los
disponer de una norma bien organizada y transparente; pero al lado de esto poetas. Por regla general, existen tres posibilidades: o bien el escritor, por
existen también ciertos inconvenientes, en particular la rigidez de la norma, ejemplo un novelista, no deforma en absoluto los componentes lingüísticos
su poca adaptabilidad y cierto empobrecimiento. Es característico que ac­ de su obra (aunque, como ya hemos indicado, incluso esta no deformación
tualmente haya comenzado a oírse precisamente en Francia, con múltiples constituye un hecho de la estructura total de la obra) o bien los deforma,
variantes, una voz alarmante que dice: «le francais - une langue morte» aunque subordinando la deformación lingüística al tema, por ejemplo utili­
y que el poeta Soupault, en su conferencia pronunciada en Praga, haya glo­ zando expresiones no correspondientes a la norma con el fin de caracterizar
rificado la ola de traducciones que había invadido el mercado del libro fran­ '<,
(1 a los personajes y el ambiente o, finalmente, deforma los componentes lin­
cés y que haya expresado la esperanza de que los barbarismos introducidos gü[sticos subordinando el tema a la deformación lingüfstica o destacando
en la lengua a través de dichas traducciones enriquezcan y diversifiquen el contraste entre el tema y la expresión lingüística. Como ejemplo de la pri­
el lenguaje standard. En la poesía neocheca no ha habido hasta ahora un mera posibilidad podríamos nombrar a Arbes, de la segunda a algunos no­
período de clasicismo; se trata de un hecho cuya valoración puede ser con velistas realistas, por ejemplo T. Nováková o Z. Winter y de la tercera a V. Van­
toda evidencia simultáneamente positiva y negativa. cura. Es natural que de la primera posibilidad a la tercera crezca la divergen­
Pero a pesar de esto las letras neochecas han atravesado un cia entre el lenguaje poético y el lenguaje standard. Pero esta clasificación
período en que el lenguaje poético se confundía casi con el standard. Se no es nada más que un esquema; la realidad es mucho más compleja.
trata de la época del renacimiento nacional, cuando se iba creando el len­ Con la cuestión de la relación entre el lenguaje standard y el
guaje standard neocheco. Dejemos de lado la compleja cuestión de las tra­ lenguaje poético no se agota la significación de la poesía en tanto que arte
ducciones poéticas de Jungmann y fijémonos en la influencia léxica de los cuyo material es la lengua para el lenguaje standard, ni tampoco para la
manuscritos de DvOr Králové y de Zelená Hora· sobre el lenguaje standard; lengua nacional en general. La mera existencia de la poesia en una deter­
• Nombres de ciudades en las que fueron encontrados dichos manuscritos I minada lengua tiene una importancia fundamental para ella. Las palabras

[Nota del traductor.]. de Salda (Cuaderno de notas de Salda IV, p. 125) expresan muy bien este

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c..allli
hecho: «La lengua degenera allí donde no representa, en primer lugar, un guaje standard, siempre que dicha deformación ilumine el lenguaje desde
medio de expresión, donde no se la considera, ante todo, como un instrumento una perspectiva nueva, desconocida hasta el momento dado. Ahora podrla
de carácter monumental, como un material a partir del cual se crean gran­ surgir la pregunta que al mismo tiempo tendría la validez de una objeción:
des obras religiosamente sociales y de significación sagrada». Y es que pre­ el lenguaje poético, ¿no se somete a ninguna clase de control'/ SI, este con­
cisamente mediante su actualización la poesía aumenta y refina la capacidad trol 10 desempeña la crítica, y puesto que nos referimos al lenguaje de la
de manejar la lengua en general, posibilitándole que se adapte de manera obra poética, se trata de una crítica lingüística. Pero esta crítica no puede ser
más flexible a las tareas nuevas, Y que alcance una diferenciación más rica más que estética. Esto significa, en el sentido negativo, que dicha crítica no
de sus medios de expresión. Muchas veces la actualización hace destacar puede juzgar al poeta en nombre de la norma del lenguaje standard, y en el
incluso aquellos fenómenos lingüísticos que permanecen ocultos en el len­ sentido positivo que el crítico tiene que asumir todo el riesgo y toda la res­
guaje comunicativo, a pesar de constituir factores de mucha importancia ponsabilidad personal que deben ser propios de cualquier crítica literaria.
en la lengua. Así, por ejemplo, el simbolismo, en nuestro país, sobre todo En tanto que crítica artística en general, también la crítica lingüística de la
en la poesía de O. Brezina, tuvo una gran influencia sobre la conciencia lin­ obra poética debe constituir un testimonio no sólo sobre la obra criticada,
gü(stica habiéndole descubierto la esencia significativa de la frase y el carácter sino también sobre el gusto y la competencia concreta del crítico. En rasgos
dinámico de la construcción de la misma. Desde la óptica del lenguaje co­ generales, existen dos enfoques posibles de la crítica de la poesía: o bien el
municativo, la significación de la frase aparece como un conjunto de sig­ crítico es partidario de la estructura prevista por el poeta y exige su realización
nificaciones de las distintas palabras que van agregándose sucesivamente, consecuente, o bien defiende otra estructura, y en ese caso, junto con la obra,
es decir, como algo que carece de existencia autónoma. La verdadera esen­ rechaza también la estructura que le sirve de base. En los dos casos sabe
cia del fenómeno se encuentra encubierta por la automatización de la cons­ que está luchando por algo y no atribuye a su crítica validez de ley.
trucción significativa de la frase. Las palabras, las frases, se alinean de modo Finalmente podría surgir también la objeción de que lo que aca­
naturalmente necesario, condicionado únicamente por el carácter de lo co­ bamos de decir es válido en cuanto a la deformación intencional de la norma
municado. Pero de repente aparece una obra poética, en la cual la relación del lenguaje standard, pero no en cuanto a los errores involuntarios come­
entre las significaciones de las distintas palabras y el tema de la frase está tidos como consecuencia del desconocimiento de aquélla. A esta objeción
actualizada. Las palabras y las frases no se alinean de modo natural y dis­ contestaríamos de la siguiente manera: los fenómenos cuya importancia es
creto, sino que dentro de la frase se producen saltos significativos, cambios esencial para la estructura, no coinciden siempre en la poesía con la in­
que no están dados por la necesidad comunicativa, sino por la lengua misma. tención consciente del autor. Existen incluso casos en que el insuficiente
Estos cambios repentinos se consiguen por medio del entrecruzamiento con­ conocimiento de la lengua se convierte en un hecho de la estructura poética.
tinuo del plano de la significación básica con el de la significación figu­ Asf, por ejemplo, A. P. Coleman en su estudio «Polonisms in the English
rada; y es que algunas palabras son válidas para ciertas partes del contexto of Conrad's Chance» (Modern language Notes, noviembre 1931) constata,
de la frase en su significación figurada, para otras en su significación origi­ refiriéndose al escritor Conrad, de origen polaco, una gran cantidad de calcos
nal; estas palabras que tienen simultáneamente dos significaciones consti­ (<<copias») sintácticos inspirados en el polaco y que según algunas opiniones
tuyen precisamente los puntos en los que se producen los cambios signifi­ corrientes de nuestro país podrían ser considerados como errores (por ejem­
cativos. De este modo se actualiza tanto la relación entre el tema de la frase plo verbos regidos por el acusativo en vez del caso prepositivo, el empleo
y las palabras, como las relaciones significativas reciprocas entre las dis­ impreciso del artículo, la omisión inhabitual de la palabra expletiva there
tintas palabras de aquélla. El tema de la frase se manifiesta como un punto o incluso del sujeto impersonal ¡t, o la sustitución del futuro por el condicio­
de atracción, dado desde el comienzo de la frase, aparece la actuación del nal). Sin embargo Coleman valora positivamente estos «errores», conside­
tema sobre las palabras y la de las palabras sobre el tema y se percibe tam­ rándolos como componentes de la estructura poética de Conrad. Como
bién la fuerza determinante por medio de la cual cada palabra de la frase prueba mencionaremos dos citas de su artículo: «Ciertos casos del llamado
actúa sobre las demás. La frase comienza a vivir ante los ojos de la colec­ estilo elíptico de Conrad pueden ser localizados en el polaco». - «Sobre
tividad que utiliza la lengua en cuestión; el juego de construcciones aparece todo la bien conocida inconexión de la construcción sintáctica de Conrad
como una interacción de fuerzas. (Lo que acabamos de formular aquí de puede ser explicada fácilmente como huella del polaco, idioma con una
modo discursivo tiene que ser percibido como un estado de conocimiento fuerte flexión en que las relaciones mutuas de los grupos verbales son evi­
intuitivo, no formulado, que se encuentra en la conciencia de la colectividad dentes gracias a las terminaciones flexiona les... Además de esto, la estruc­
lingüística.) Podríamos multiplicar los ejemplos a nuestro albedrío, pero no tura de la frase y el orden de las palabras de Conrad, particularmente en los
es necesario. Nuestro objetivo era probar la afirmación según la cual el sig­ pasajes abstractos, llaman la atención por su eufonla, característica del idioma
nificado principal de la poesía para la lengua consiste en ser un arte. polaco». Los errores no correspondientes a la norma del lenguaje standard
Si la poesía debe cumplir su tarea lingüística, no debe detenerse se convirtieron en la obra de Conrad en un hecho de la estructura poética;
ante ningún experimento, ante ninguna deformación de la norma del len­ podríamos mencionar más casos semejantes a éste, por ejemplo en la litera­

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12. N. del A. Citado según la novena edición. Parls.
tura rusa el de Gogol,17 determinante para la evolución ulterior de la prosa
rusa. Por eso podemos recomendar que también la cuestión de los errores 13. N. del A. Sobre el discurso hablado y escrito en tanto que forma­
involuntarios en el lenguaje poético sea juzgada con extrema prudencia. ciones lingüísticas funcionales véase la tesis sobre las funciones de la lengua. sometida
a discusión por el Círculo Iingülstico de Praga en el ter Congreso de los filólogos eslavos
en Praga, 1929.

14. Franti!iek Xaver Salda, cf. nota 2.36.


15. N. del A. Citado según la Esthétique de la langue franyaise de Gour­
Notas moní, la novena edición, p. 139.
16. N. del A. J. Jakubec en La literatura checa del siglo XIX (Praga 1902,
1. Jan Neruda, cf. nota 2.51.
p. 562), dice sobre la traducción de Milton: «La fuerza Iingülstica creadora de Jungmann
2. Ha!iek, Jaroslav (1883-1923). Escritor checo que publicó múltiples rela­ encontraba un estimulo también en la opinión, corriente en aquel tiempo. de que el len­
tos satíricos y humorísticos en las revistas Humoristické Listy y Národnl Listy, y la famosa guaje poético debe diferenciarse del lenguaje de todos los dlas».
novela, traducida a casi todas las lenguas europeas, sobre El bravo soldado Schweik, en la
17. ~sta es también la consideración de B. Eijenbaum en su articulo sobre
que expone con singular ironfa y no menos penetrante crItica las paradojas y el sinsentido
el método de construcción del relato de Gogol «El abrigo». Cf. B. E., «Comment est fait Le
de las guerras.
Manteau de Gogol». en T. Todorov (ed.). Théorie de la littérature. Parls 1965.
3. Revista Lumir, cf. nota 2.44.
4. Sobre la violación de la norma lingüística por parte del lenguaje poé­
tico, cf. notas 2.26 (sobre el concepto de norma en el Circulo de Praga) y 2.34 (rasgos del
funcionalismo del Circulo de Praga en la lingüística estructural europea del siglo XX).

5. M. Z. Polák, cf. nota 2.35.


6. N. del A. J. Thon, Obras escogidas de K. Sabina 11, Praga 1912, arto de
Mil. Zdirad Polák.
J. Vlcek, Nekolik kapitolek z dejin nail slovesností [Pequeños capltulos de
la historia de nuestra literatura], Praga 1912. Cf. el estudio sobre Polák en «La literatura
del siglo XIX», tomo 11; también el párrafo relativo al mismo poeta en la «Historia de la
literatura checa», tomo 11, vol. 2.

7. N. del A. Krok I [El paso], 1821, cuaderno 1, p. 153.


8. Es importante el hecho de que Polák mismo, en las notas explicativas re­
lativas al léxico de su poema, diferencia las palabras poco conocidas (entre ellas también
los neologismos evidentes o las palabras adoptadas recientemente de otros idiomas) de
las que había empleado «para perfeccionar la expresión poética». es decir -como testimo­
nian los documentos- de los neologismos poéticos.

9. Bohuslav Havránek (1895- ). Profesor de lingülstica eslava compara­


tiva en Brno. y luego en la Universidad Carolina de Praga entre 1929 y 1945. Desde 1952,
director del Instituto de la lengua checa de la Academia Checoslovaca de Ciencias. Espe­
cialista en problemas del lenguaje standard. en gramática eslava comparada. en lenguas
balcánicas y especialmente en lengua checa. Autor de los Genera Verbi en los lenguajes
eslavos, 1928-1937; Dialectos checos locales. 1934; El desarrollo del checo standard, 1936;
Estudios sobre el lenguaje standard, 1963. Presidente del CIrculo Lingülstico de Praga
desde 1945.

10. Acerca del dilema entre la significación expresiva de la poesía, y la


eficacia comunicativa de su mensaje lingülstico, cf. nota 2.15.

11. N. del A. M. Dessoir, Asthetik und allgemeine Kunstwissenschaft. Stutt­


9art 1906. p. 112.

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