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I. Antecedentes
a. Políticas educacionales en Chile.
El presente diseño de investigación surge basándose en la preocupación actual de la
calidad de la educación, y de cómo se han ido articulando los procesos formativos al interior
de los colegios, es que surge la pregunta por la calidad de las relaciones establecidas entre
los actores, y de que forma los programas elaborados por parte del Ministerio de Educación,
generan impacto en las personas. Como una contextualización del panorama actual se
pueden mencionar que los sucesos al interior de los establecimientos escolares se visualizan
como problemáticos, por ejemplo y de acuerdo a los registros oficiales existe un aumento de
las cifras de maltrato de los últimos 2 años: entre enero y noviembre de 2010 se recibieron
3.271 denuncias de maltrato de estudiantes, el 74% más que durante el 2009 1.
A partir de una reflexión general, se puede sugerir que cada sociedad establece
mecanismos de sociabilización y de perpetuación de los valores cívicos, morales y normativos
que la rigen, por tanto, es “la escuela” la que se instaura desde su nacimiento en el siglo XIX
como la institución encargada de aquellos procesos, consolidándose de este modo con los
currículos educacionales como herramientas de “normalización” por parte del Estado
(Arístegui et. al. 2005). Es decir, es responsable de transmitir los modelos culturales y
supuestos de los gobiernos, a modo de un conjunto de creencias y prácticas a los ciudadanos
en formación.
Dónde la concepción que predomina en el ámbito educativo es la noción de disciplina, en la cual el diálogo, la interacción
simétrica y comprensiva por parte de los distintos actores de la comunidad educativa se reemplaza por la noción de orden, de
fuertes pautas establecidas bajo un estricto control y cuyo incumplimiento conlleva de forma irremediable un castigo asociado.
(Ossa, 2008), como crítica a las limitantes del primer modelo. Dentro de la conceptualización
de esta reforma se instaura la noción de Objetivos Fundamentales Transversales – en
contraposición a los Objetivos Fundamentales Verticales relacionados a los contenidos y
conocimientos -, los cuales “tienen un carácter comprensivo y general orientado al desarrollo
personal y a la conducta moral y social de los alumnos, y deben constituirse en el eje central
desde el cual se articulan las actividades desarrolladas en el proceso educacional (…) se
espera que los estudiantes desarrollen en el plano personal, intelectual, moral y social”
(Córdova, Kimelman y Romero, 2002:5). En otras palabras, se establece desde este
planteamiento, la posibilidad de generar un currículum que no sólo estuviera ligado a los
contenidos cuantitativos, sino a la concepción de una formación que fuese más allá de la
simple acumulación de conocimiento (lo que se ha llamado el currículum implícito),
posicionándose con nuevos requerimientos para actuar en la realidad de los distintos
establecimientos educativos. La instauración de la conceptualización en torno a la
Convivencia Escolar como horizonte y punto de convergencia de las relaciones sociales al
interior de la entidad escolar (Mena, Romagnoli y Valdés, 2006; Córdova, Kimelman y
Romero, 2002) se hace manifiesta desde este cambio, específicamente se sitúa dentro de uno
de los cinco aspectos que cubre en el Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la
Educación4.
4
Es una iniciativa del Ministerio de Educación, que busca desarrollar las capacidades de la organización escolar para darle
sustento a su propuesta curricular, se materializa a través de un conjunto de dispositivos y recursos de apoyo orientados a
producir condiciones para el mejoramiento continuo de la calidad de los procesos y resultados de los establecimientos.
Con la formulación de esta política se despliegan en paralelo una serie de medidas
para apoyar el desarrollo de la perspectiva entregada: proyectos de intervención, manuales de
convivencia, estudios relacionados en cooperación con otras instituciones, “cajas de
herramientas”, la Oficina 600, entre otros. Los cuales se han articulado en un proyecto
programático destinado a cumplir metas instauradas en el planteamiento mismo de la Política.
Los resultados presentados de los estudios hacen referencia sólo a la temática de la Convivencia Escolar, como a conceptos
asociados directamente, otros resultados o cuestionamientos no serán presentados.
Un segundo estudio que se suma a la discusión suscitada por la Política de
Convivencia Escolar, es el “Estudio Nacional de Violencia en el ámbito escolar” realizado
por la Universidad Alberto Hurtado para el MINEDUC en el año 2006. Los principales
resultados de este estudio apuntan a que existe una diferencia de percepción de agresividad,
siendo más fuerte en docentes que en alumnos (constatándose una diferencia de 16 puntos
porcentuales), así mismo la correlación entre clase social y percepción de agresión es
inversamente proporcional en el caso de los docentes (75% para el nivel bajo y 34% en el
alto). A esto se suma, a que las agresiones son percibidas mayormente por los alumnos
(44,8%) que por lo profesores (31,9%), aunque en el nivel bajo existe una coincidencia
estadística respecto a las percepciones de ambos grupos. Se concluye que hay diferencias en
los niveles socioeconómicos, teniéndose un mayor número de agresiones en el nivel bajo, y
que la percepción de agresividad es más fuerte en los alumnos.
En el caso de los estudios cualitativos, existe una variedad de trabajos que atienden a
las más diversas problemáticas ligadas a la convivencia escolar, donde destacan los
siguientes temas con sus respectivos estudios:
Ante esto, se ha dado pie a una producción de una serie de trabajos de diversa índole,
por ejemplo los estudios cuantitativos se sustentan en la idea de generar un diagnóstico
referente a cómo se presentan los problemas de convivencia escolar, adjuntándole además de
forma antitética el concepto de violencia escolar. Por otra parte, los estudios cualitativos
atienden a mostrar los discursos y percepciones de los mismos actores respecto al tema, sin
ligarlos necesariamente con lo que se entiende dentro del contexto institucional, es decir, se
produce una serie de datos que se adjudican el “seguir diciendo lo mismo”: que existe una
serie de agresiones tanto sicológicas como físicas, tanto directas como indirectas dentro de la
comunidad y entre los distintos actores (particularmente entre los estudiantes). Además, se ha
continuado caracterizando la problemática desde las relaciones de los estudiantes y docentes,
desconociendo a los otros actores de la comunidad educativa 6. Ahora si bien, hay estudios
que abordan las impresiones de todos los grupos, no analizan la calidad de relaciones, por
ejemplo, entre profesores y directivos; ignorando con ello otros focos de conflicto que
impedirían el proceso educativo en el caso de ser así. Por tanto, las soluciones o acciones
que se sustraen de aquellos son limitadas y no constituyen un acercamiento a cabalidad a la
comunidad educativa.
Por otra parte, ha señalado en trabajos de los últimos años, tanto nacionales como
internacionales (Araújo, 2001; Litichever y Núñez, 2005; Litichever et. al. 2008), de una forma
un tanto explorativa: la necesidad de visualizar y trabajar en el vacío que existe en la
contraposición del modelo ideal presentado por los Ministerios de Educación (por medio
de políticas y documentos de trabajo, entre otros) y la cotidianeidad propia de los
establecimientos (es decir, el conjunto de prácticas, significados y acciones que comparten
los distintos miembros de la comunidad), “el análisis (...) implica considerar al menos, dos
dimensiones: una vinculada al aspecto institucional; la otra a los valores predominantes en la
cotidianeidad” (Litichever y Núñez, 2005:105). Es decir, hay una contraposición o un desfase
6
De acuerdo a la misma formulación de la política y la LGE la comunidad educativa está compuesta por profesores, alumnos,
directivos, asistentes de la educación y apoderados (Gobierno de Chile, 2007)
de lo que se plantea de forma “idealizada” desde los gobiernos y los hechos objetivos de los
establecimientos, dando por tanto como resultado una incapacidad de resolución y previsión
de los conflictos. Sin visualizar necesariamente las dificultades de ejecución de tales medidas
por situaciones prácticas y “logísticas”.
Los textos citados anteriormente, mencionan además que se debe partir de los
conceptos detrás de los mismos actores en la aplicación de las medidas, como la confianza
de los profesores en las medidas (Onetto, 2010) o la adecuación a las pautas socio-culturales
de los colegios y discutir los supuestos que hay en las mismas personas que se han dedicado
a elaborar las normativas. A esto se agrega que “la Política, sin embargo, se tradujo
prácticamente en la instalación de los Reglamentos de Convivencia, lo que “normativizó” la
propuesta, sesgando claramente la pedagogía de la convivencia y/o la educación para la
convivencia, que forma parte del esfuerzo de formación ciudadana de niños, niñas y jóvenes,
y también de los y las docentes que conviven en el ámbito escolar” (Universidad de Chile,
2009: 24) lo que refuerza la noción de tensión e incompatibilidades entre lo propuesto por el
MINEDUC y lo que se da a diario en establecimientos educacionales. Lo que acentúa, estos
puntos de desencuentro entre los puntos de vista de ambos sectores.
De esta forma, se da lugar a un cuestionamiento del abarcamiento de los miembros de
la comunidad educativa por parte de los estudios elaborados para el Gobierno o de las
instituciones relacionadas con problemáticas educacionales que han estudiado el tema, y en
segundo lugar, de la existencia de un desfase y tensión constante en la política del MINEDUC
– que se traduce finalmente en proyectos de intervención, en medidas como los manuales de
convivencia o finalmente, en la elaboración de material que pretende cambiar las pautas
arraigadas en los establecimientos – y las prácticas cotidianas – como sustrato material de
una cultura escolar propia de cada establecimiento – presentes en el actuar de los distintos
miembros de la comunidad, estos desfases se pueden traducir como puntos de desencuentro,
entre dos modelos culturales sustentados en bases ideológicas (posiblemente) distintas. De
acuerdo a la bibliografía, se puede apreciar una diferencia entre lo que suponen las políticas
de convivencia escolar del MINEDUC y lo que ocurre en las comunidades educativas, hay una
serie de contraposiciones de modelos, contradicciones institucionales en funcionamiento, la
falta de participación de apoderados, el desgano por parte del profesorado, la insuficiencia del
tiempo, entre otras condicionantes.
¿De qué manera se presentan los puntos de desencuentro entre los modelos
culturales presentes en la Política de Convivencia Escolar y de los distintos actores de
las comunidades educativas de establecimientos educacionales de la Región
Metropolitana?
III. Objetivos
a. Objetivo General
- Identificar y caracterizar los puntos de desencuentro (incompatibilidades) entre el
modelo cultural de la Política de Convivencia Escolar y los modelos culturales de los actores
de las comunidades educativas de colegios de la Región Metropolitana.
b. Objetivos Específicos
- Caracterizar los modelos culturales presentes en los distintos actores de las
comunidades educativas de los colegios estudiados.
- Caracterizar los modelos culturales de la Política de Convivencia Escolar.
- Analizar y comparar los modelos culturales inferidos de la Política de Convivencia
Escolar y de los actores de los colegios.
Desde una noción más ligada a las significaciones, se entenderá como los patrones de
significado que son transmitidos históricamente, y que incluyen las normas, los valores, las
creencias, las ceremonias, los rituales, las tradiciones, y los mitos comprendidos, quizás en
distinto grado, por los miembros de la comunidad escolar (Stolp y Smith 1994). Este sistema
de significado generalmente forma lo que la gente piensa y la forma en que se actúa al interior
del establecimiento. En la perspectiva organizacional, reseñada en Ossa, la cultura
organizacional de las instituciones educativas o cultura escolar, “estaría integrada por las
normas, rituales, tradiciones y mitos, comprendidos y compartidos por los miembros de la
comunidad educativa, y corresponden a los elementos medulares que se necesitan para
enseñar e influir en los niños y jóvenes en formación” (2008:29), como un todo integrado de
naturaleza sistémica.
A lo anterior se puede agregar que desde esta visión “aun cuando la cultura escolar es
lo bastante estable como para ser reconocida es a la vez dinámica. La realidad cultural
“permanece”, se difunde y evoluciona, progresiva o regresivamente. Nos situamos, en verdad,
en una perspectiva antinómica de la cultura escolar, pero conveniente para contemplar su
complejidad e implicaciones” (Rubiano, 2005: 34), de esta forma se inserta la variable de
modificalidad de los que se percibe y se da a diario en los colegios, y una valoración de la
misma cultura escolar, direccionándose a un paradigma de “positivismo” en nociones como la
cultura de la Paz (Delphoeduca, 2009), o culturas escolares positivas (Milicic y Arón, 1999),
criticándose lo establecido en los colegios. Una muestra de esto lo tenemos en Berger,
Galarraga y Valentinuz (2009), quienes señalan que “La cultura hegemónica escolar pareciera
anular la imaginación y la posibilidad de crear, mostrando una única forma de pensar las
instituciones” (39).
Desde los espacios que construye esta teorización, hay una serie de vacíos que no
abarcan la totalidad de los sucesos de la comunidad educativa, tampoco comprenden una
dimensión metodológica, por tanto, se propone un enfoque derivado de la antropología
cognitiva, partiendo primeramente por una noción de lo que se entiende por cultura desde
este prisma.
Tal como lo señala Duranti, “una vez que pensamos la cultura como un set de
diferentes sistemas de mediación, pero relacionados, que se articulan en herramientas
comunicativas y cognitivas de varios tipos, la unidad de la noción de cultura comienza a ser
seriamente cuestionada” (1997:42), ya que, las dimensiones anteriormente propuestas no
abarcan lo material, relacional y cognitivo de los sujetos. Por tanto, “teorías actuales han
tratado de evitar un concepto “abarca-todo” de cultura a favor de la idea de prácticas más
ligadas a contextos-específicos o dependientes-del-contexto o formas de participación. En
todas las teorías de cultura presentadas aquí, sin embargo, el lenguaje siempre juega una
parte importante. Para la noción de cultura como patrones aprendidos de comportamiento y
prácticas interpretativas, el lenguaje es crucial porque proporciona el sistema de clasificación
más complejo de la experiencia” (op. cit.:49), cuestionando el carácter de los últimos
desarrollos teóricos ligados a lo sistémico y lo simbólico, cuyos enfoques ignorando el
lenguaje y como se orienta éste a representar y reconstituir lo correlatos de la experiencia, es
decir, es la forma o medio por el cual se articulan las concepciones explicativas y el mismo
ordenamiento de mundo. Desde el punto de vista de Roy D’Andrade, el presentar una visión
cognitivista se tendría la concepción de que “la cultura ha llegado a ser un simple pool de
ideas que operan en los procesos cognitivos” (Hutchins, 1995:353), teniéndose como peligro
caer en un reduccionismo, a lo cual posteriormente Hutchins, añadirá que “la cultura no es
una colección de cosas, ya sean tangibles o abstractas. Ésta es un proceso cognitivo humano
que toma lugar dentro y afuera de las mentes de las personas. Es el proceso que es
promulgado en nuestras prácticas culturales cotidianas” (op. cit.:354), finalmente, “es un
proceso adaptativo que acumula soluciones parciales a los problemas encontrados
frecuentemente” (íbid.).
De acuerdo a lo anterior, se puede señalar que las personas generan estrategias para
relacionarse con su entorno; constituyéndose como actores sociales. Es en este punto que se
puede empezar a asociar este fenómeno con la idea de “Modelos Culturales”.
No se debe olvidar que parte de los desarrollos de la antropología cognitiva están fuertemente relacionados con una
metodología específica, por ejemplo están los “Análisis de Dominio, Taxonómico y Componencial” propuestos por Spradley en
“Ethnografic Interview”, el trabajo con Prototipos de Eleanor Rosch, o la “Semántica de prototipos” propuesta en el trabajo de
Coleman y Kay en su artículo sobre la mentira.
1997:4), lo cual permite hacer un rastreo de los distintos modelos culturales de los miembros
de un grupo de terminado, en este caso la comunidad educativa.
Otro vuelco al tema, sería la noción de los modelos culturales como instancias
emergentes propuesta por Farzad Sharifian (2007), quien señala que “con el tiempo, cada
sistema dinámico puede actuar como los principales puntos de anclaje del pensamiento y
comportamiento de las personas, y constituir una visión de mundo. En otras palabras, las
conceptualizaciones culturales permiten a los individuos de un grupo saber que pensar,
también que hablar, con una mente” (Sharifian, 2007:11-12), es decir, dar un giro a la idea
propuesta anteriormente, teniendo la variabilidad y los elementos que le otorga cada persona,
es decir, este conceptualiza “los modelos culturales como conceptualizaciones que
caracterizan jerárquicamente nodos superiores de nuestro conocimiento conceptual y que
abarcan una red de esquemas, categorías y metáforas” (op. cit.:13), de esta forma, se pueden
rastrear las redes que sustentan al conocimiento sobre y de lo cotidiano.
Como punto final, y teniendo en cuenta el debate que se genera, o más bien el
direccionamiento que ha tomado la conceptualización ligada a la convivencia escolar se
puede visualizar un alcance limitado a lo que se comprende, la valoración adscrita a ésta la
que se encausa hacia una polarización la violencia escolar, como figuras antitéticas e
irreconciliables. Mostrando una raíz de incapacidad de generar nuevos conceptos para
describir los fenómenos relacionados que pueden ayudar a una mayor comprensión de este
fenómeno de estudio.
V. Metodología
a. Tipo de Investigación
La presente investigación es de carácter descriptivo, y está orientada a “buscar (y)
especificar las propiedades, las características y los perfiles de personas, grupos
comunidades, procesos, objetos o cualquier otro fenómeno que se someta a un análisis”
(Hernández, Fernández y Baptista, 2010: 80). Debido a que el fenómeno a estudiar ha sido
investigado anteriormente, permitiendo tener un panorama preliminar, y de cómo han sido
abordados los problemas asociados, a pesar de esto, los datos disponibles son muy limitados
y exploratorios. Además, se trata de una investigación no-experimental y transeccional, ya
que, se sitúa en un periodo determinado 8 y no pretende hacer un seguimiento en extenso
8
(durante un periodo prolongado de tiempo) de las experiencias y concepciones de las
personas dentro de la comunidad educativa.
b. Enfoque Metodológico
De acuerdo a lo enunciado en la problematización del presente diseño de investigación,
hay una serie de limitaciones en el entendimiento del fenómeno derivados, principalmente de
la poca profundidad de los análisis y de la recolección de impresiones de los mismos actores.
De este modo se asume un enfoque cualitativo, esto se fundamenta en dos supuestos.
Primero, porque “metodológicamente el punto es cómo posibilitar una reproducción de la
comunidad o colectivo de hablantes de una lengua común para su análisis y comprensión”
(Canales, 2006: 19), para así, de esta forma, indagar en las experiencias y temas que
conforman los supuestos de lo cotidiano. Segundo, se asume que a través de este enfoque,
“siempre se trata de alcanzar la estructura de la observación del otro. Su orden interno, en el
espacio subjetivo-comunitario, como sentidos mentados y sentidos comunes” (íbid.) en el
sentido mismo de que las personas tienen nociones del otro y que comparte con los otros,
más allá de sus propias estrategias, como en nuestro caso para afrontar las relaciones y sus
posibles conflictos en el ámbito escolar. Y finalmente, se puede decir que “así se representa, o
conoce, a la sociedad como códigos que regulan la significación, que circulan o se comparten
en redes intersubjetivas. Ni variables ni individuos: el objetivo es complejo, pues articula un
plano manifiesto y uno generador, mientras que el individuo está estructuralmente articulado
con otros, e internamente articulado como “totalidad” (íbid.), lo cual, ayuda en gran medida a
abarcar el fenómeno de forma mucho más compleja, teniendo como foco la idea de llegar a
las percepciones de lo que es la cultura escolar y como se explican los fenómenos del día a
día por parte de los miembros de la comunidad escolar.
En primer lugar se señala que se utilizarán fuentes primarias y secundarias para obtener
la información y los datos necesarios. Las fuentes primarias comprendidas serán
fundamentalmente los relatos y experiencias de los propios actores, y en el caso de las
fuentes secundarias se hará uso de los documentos generados por el MINEDUC (del periodo
2002 al 2010).
- Grupos Focales: Se utilizará esta técnica, ya que, “el grupo está focalizado en el
sentido propuesto por Merton, como palabra centrada en la experiencia vivida, entendida
directamente como la representación o comprensión que tiene el sujeto de lo que hace, hizo o
hará, desde sus conexiones de motivación y orientación, hasta la definición de contextos; en
suma, un esquema observador, un programa de un sujeto actor, o lo que es igual, de un sujeto
en situación” (Canales, 2006: 278), centrándose en las vivencias, la perspectiva observadora
del actor, las racionalidades de la acción y testimonio y narración en el habla focal, es decir,
además de acceder a las experiencias personales el compartir e intercambiar distintos puntos
de vista, además de poner en discusión temas de importancia para la investigación. Por tanto,
se usará para tener acceso a los consensos sociales presentes en la comunidad educativa
respecto a sus modos de hacer y significaciones de las prácticas cotidianas, por medio de un
discurso compartido por todos los miembros de la comunidad.
A lo anteriormente señalado, se puede sumar que “una pauta típica de grupo focal tiene la
forma de un cuestionario abierto o de un temario. Para ello, descompone la acción objeto en
múltiples direcciones constituyentes” (op. cit: 281), contrastando o complementando en este
caso lo obtenido en los demás métodos. Ya que, “en conjunto, tales preguntas modelan una
experiencia, al constituir un conglomerado de posiciones de observación que, ocupadas por
los actores, posibilitan su reproducción testimonial del sentido típico de la acción” (íbid.). De
esta forma finalmente, acceder al grupo y a su heterogeneidad.
d. Muestra
Primero, cabe aclarar que se usarán dos muestras, para poder generar la comparación de
supuestos y puntos de vista ideológicos. Una documental y otra, poblacional.
Muestra 1:
Muestra 2:
- Esquemas culturales: Intentan dar cuenta de las “estructuras” culturales con que
operan las personas de un grupo determinado, extrayéndolos del discurso de los individuos,
en función de cómo esta se configura en esquemas de procesamiento de información
(Casson, 1983).
La construcción de esquemas resulta de gran utilidad como modo de interpretación del
discurso de los hablantes con respecto a una situación particular, esto conlleva tanto las
funciones que ocupan los individuos, las acciones que deben realizar y las interpretaciones
que los mismos hacen respecto a dichos eventos, en este sentido, da cuenta de cómo los
sujetos organizan la realidad en la que interactúan, por lo mismo, la realización de los
esquemas trataría de dar cuenta de la organización cognitivo-cultural. Si bien, la construcción
del esquema mismo es labor del investigador, esta metodología permite que esta se haga en
base al discurso expuesto por los individuos, tomando en cuenta aquello que está implícito y
explícito, de manera de que el esquema funcione como representación gráfica de la situación
analizada, en función de las conceptualizaciones y modos de interpretación que guían su
actuar.
De esta manera, el modelo cultural, puede construirse en primera instancia a partir de las
entrevistas realizadas a los individuos como expresión del discurso natural. Esto será
procesado a partir de esquemas culturales, los cuales después de ser analizados, pueden
conformar en su conjunto un posible modelo cultural que dé cuenta del funcionamiento. De
esta manera, el modelo cultural en tanto que metodología constituye la instancia de análisis
final. Para el caso de la escuela, como se orden las acciones, valores, supuestos y sistemas
de creencias (ideologías en van Dijk), que operan y como los nuevos acontecimientos se van
acomodando a lo que se define como la cultura escolar de cada colegio, en un conjunto de
transformaciones, que tienen una base móvil y otra permanente, que se caracteriza como el
sello particular de los colegios. Y en el sentido de las políticas del gobierno que marca
fundamentalmente el sustrato de acciones y medidas a emprender.
Hay que señalar que estas técnicas son de carácter progresivo, en el sentido que van
volviéndose, cada una, una suerte de estadio analítico que a medida que se va completando,
posibilita el estadio siguiente, teniendo los modelos culturales como el máximo resultante de la
aplicación de los estadios de análisis.
Para enfrentar la siguiente investigación se hará uso de las normas éticas, del Código
de Ética de la Asociación Americana de Antropología, considerándose como una guía para
conducir la investigación misma, y sobre todo las decisiones que involucran a las personas
participantes en el estudio. Considerándose que abordar estudios con sujetos de distintas
edades, sexo y posicionamientos dentro de jerarquías tácitas en lo cotidiano (como lo es el
caso de la comunidad educativa), conlleva afrontar una responsabilidad respecto a los modos
de vida y sus percepciones, además de no pasar a llevar su integridad tanto física como
psicológica. Ya que, “los antropólogos deben estar abiertos sobre los fines, impactos
potenciales (…) personas estudiadas o proporcionar información, a las partes interesadas y
afectadas por la investigación” (AAA, 1998:2), de esta forma, se pretende retribuir a la
comunidad y además, entregar información que ellos consideren de provecho y no
comprometa sus identidades o datos íntimos, que sobrepasen de los atributos del
investigador.
Dado lo señalado anteriormente, uno de los puntos sensibles de esta investigación es
el trabajo con menores de edad, miembros de la comunidad educativa a estudiar, para lo cual
se solicitará la aprobación de los padres y de los mismos. De esta forma, se pretende que la
participación sea voluntaria resguardando los derechos de los participantes.
En los anexos se encuentran los consentimientos informados, con una modalidad para
personas mayores de edad y otro, para los padres o apoderados de los menores de edad
participantes en la presente investigación.
Meses 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Actividades
Arístegui, et. al. Hacia una pedagogía de la convivencia. Psykhe, 14, 137-150.
Cava, M. Musitu, G. Buelga, S. y Murgui, S. (2010) The relationship of family and classroom
environments with peer relational victimization: An analysis of their gender differences.
Spanish Journal of Psychology, 13, 156-165.
Casson, A. (1983) Schemata in cognitive anthropology. Ann. Rev. Anthropology, 12, 429-462.
Llana, M. et. al. (2009) Análisis interpretativo de la información generada en las regiones IV-
VIII-Región Metropolitana. Comunicación personal.
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www.convivenciaescolar.cl [fecha de consulta: 25/04/2011]
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desarrollo personal en el contexto escolar. Disponible en:
http://www.educarchile.cl/UserFiles/P0001/File/Climas_sociales_toxicos__y_climas_soci
ales_nutritivos_para_el_desarrollo_personal_en_el_contexto_escolar%5B1%5D.pdf
[fecha de consulta: 25/04/2011]
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Rubiano, E. (2005) Viejos y nuevos diarios de la cultura escolar. Educere, 32, 27-34.
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25/04/2011]
van Dijk, T. (2008) Semántica del discurso e ideología. Discurso y sociedad, 1, 201-261.
Anexo I.
a) Frases nominales: la filosofía pro-vida/ los pro-choice, sus aciertos políticos/la veladura
del lado menos admirable;
b) Construcciones comparativas: más/menos… que;
c) Elipsis
d) Conectores de alternancia o adversarios
e) Coordinación: pero, más;
f) Subordinación: aunque, a pesar de que, mientras que, en tanto que;
g) Conjuntores: por un lado/ por otro, por una parte, de un lado/de otro lado sin embargo,
en cambio.
ANEXO III.
Si ha leído lo anterior y está de acuerdo en participar en esta investigación, se le solicita que ponga su
nombre y firme a continuación:
de ……………………………………………………………………………….
He entendido lo que se señala en este documento, y estoy de acuerdo voluntariamente en que mi
pupilo/a sea entrevistado/a para los fines del presente estudio.
ANEXO IV.
Si ha leído lo anterior y está de acuerdo en participar en esta investigación, se le solicita que ponga su
nombre y firme a continuación:
Yo,......................................................................................................................................
He entendido lo que se señala en este documento, y estoy de acuerdo voluntariamente en ser
entrevistado/a para los fines del presente estudio.