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Sapir E, (1992). El lenguaje (Margit y Antonio Alatorre, trad.) México: Fondo de Cultura
Económica. (Obra original publicada en 1912)

Los capítulos 1 y 2 del texto sobre el Lenguaje escrito por Edward Sapir, se centran en
hacer una introducción al tema empezando por definir el concepto de lenguaje. El autor
comienza analizando la naturaleza del habla y afirma que es una actividad humana que varía en
los distintos grupos sociales, compara el habla con la facultad de caminar llegando a la
conclusión de que caminar es una función orgánica e instintiva, mientras que el habla es una
función no instintiva argumentando que se aprende o adquiere culturalmente. Durante el texto el
autor trata de definir el lenguaje y el origen del mismo, menciona una serie de hipótesis que
podrían atribuirse al origen del lenguaje, pero en seguida argumenta las inconsistencias de las
hipótesis. Menciona las interjecciones y los gritos instintivos que aunque hacen posible la
comunicación, no se puede considerar como lenguaje puesto que no son más que imitaciones
hechas a sonidos naturales y tampoco cumplen con todos los requisitos para ser consideradas
como tal, entre ellos menciona la capacidad de comunicar emociones y deseos por medio de un
sistema de símbolos de manera deliberada. Quedando descartada esa hipótesis, se menciona
entonces el origen del lenguaje gracias a los órganos del habla, pero luego explica que esta
hipótesis no puede ser la correcta ya que se ha concluido que como tal no existen órganos del
habla, se dice que estos órganos se vieron involucrados de manera incidental en la producción de
los sonidos necesarios para la comunicación y por lo tanto se considera que el habla es una
función adyacente. Después de mencionar las hipótesis y de explicar cada una, el autor deja por
último la teoría de que el lenguaje es una facultad que se da en la psiquis del hombre, aclara que,
aunque no es posible ubicar específicamente su lugar en el cerebro, se puede decir que se
encuentra en los centro cerebrales y nerviosos, por lo que el autor concluye que la palabra, es
decir el lenguaje, se constituye en el cerebro.

Después de aceptar que el habla tiene lugar en el cerebro, en el texto se menciona el


contenido del habla, como hechos lingüísticos que deben cumplir ciertas características para que
permitan comunicar algo y a su vez crean símbolos que se acepten culturalmente, dice que los
símbolos deben estar asociados con las palabras y todos los hablantes deben reconocer esa
asociación para que puedan comunicarse, puesto que si esa asociación se aceptara
individualmente, no sería posible la comunicación ya que no reconocerían o entenderían la
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relación entre los símbolos, palabras y experiencias que se tratan de expresar por medio del
habla. Después de explicar que las asociaciones lingüísticas es un proceso que involucra
aspectos psicológicos y físicos, nace la interrogante de si es posible pensar sin hacer uso de las
palabras, pero en el texto se concluye que no es posible, incluso afirma que el habla es un acto
“pre-racional”, con esto posteriormente se afirma que el acto del habla es más antiguo que las
demás representaciones materiales que haya expresado el hombre en sus inicios, ha estado
presente en su cerebro desarrollándose hasta ser un mecanismo de comunicación avanzado y que
gracias a él, a la reacción ante estímulos auditivos, fue posible desarrollar las distintas
actividades que llevaron a cabo los primero hombres.

En el capítulo 2, se habla de los elementos del habla, la palabra hablada es un elemento


que se explica y se “descompone”, a cada una de las partes de la palabra se le representa de
manera algebraica y también se hace una distinción entre los tipos de palabras dependiendo su
función y los elementos que la componen. Este capítulo se centra en la palabra y en cómo puede
variar dicho concepto para indicar algo distinto y menciona las reglas gramaticales que hacen
variar los usos de las palabras expresando este cambio por medio de fórmulas. Define a la
palabra como un correspondiente simbólico lingüístico de un concepto único, pero añade que
esta definición se queda corta al considerar otro tipo de palabras que no precisamente tienen un
correspondiente único, el caso de los conectores, por lo que concluye que la palabra es una
entidad que se amolda con el fin de comunicar el pensamiento. Por último, el autor menciona las
atribuciones que se le dan a las palabras o el uso que le asignan distintos hablantes, cita ejemplos
de escritores que deben manejar cuidadosamente los tonos de la palabra para que tenga la
finalidad que ellos prefieren, para la cual debe tener en cuenta los conceptos e imágenes que
puede representar una palabra.

El recorrido que hacer Sapir en el tema del lenguaje es apropiado, ya que comienza
definiendo el lenguaje y exponiendo las distintas hipótesis sobre su origen permitiendo
finalmente construir una definición que incluya todos los aspectos correctos que hacen parte del
lenguaje. Aunque no se tenga información sobre en qué parte del cerebro exactamente tiene
origen el lenguaje, mediante su explicación permite que el lector se acerque y haga una idea a
pesar de lo compleja que es la psiquis humana. Durante el texto se mencionan una serie de
interrogantes que comúnmente se escuchan, el lector al responderlas puede notar que se ha
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equivocado y E. Sapir explica el motivo de esa equivocación, retomando el tema del


pensamiento posible sin palabras, a simple vista eso parece posible, pero gracias a la explicación
que hace el autor, se llega a una conclusión distinta. El autor menciona que el habla es la forma
en la que un individuo entiende y conceptualiza el mundo y al depender de cada individuo,
menciona que puede varias de acuerdo a la inteligencia del hablante, resaltando ciertos idiomas
que son hablados por un grupo intelectual de personas, esto puede ser tomado de forma racista ya
que se puede observar un tinte de preferencias entre ciertas organizaciones gramaticales
presentes en distintos idiomas.

Reseñado por: Ángela Lucía Peñaranda

Código: 20181260058

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