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Margaret Mahler
Previo a la fase simbiótica, la fase de autismo normal del bebe en sus primeras semanas de vida se
caracteriza por la ausencia de recepción y catectización de estímulos externos, se destaca el
narcisismo primario y la omnipotencia alucinatoria.
La fase autística normal sirve para la consolidación postnatal del desarrollo fisiológico
extrauterino.
Alrededor del segundo mes de vida, él bebe se vuelve más receptivo a los estímulos y comienza la
fase simbiótica en la relación madre- bebe, existe una indiferenciación del si mismo con la madre.4
La ausencia de la madre permite la alucinación del pecho. El yo auxiliar es la madre, pero para el
bebe es un yo auxiliar propio que va a fortalecer su propio yo. Se hace una regresión a esta fase
cuando hay casos de perturbación graves y desorganización psicótica.
La fase simbiótica normal marca la importante capacidad del ser humano para investir a la madre,
a partir de la cual podrá investir relaciones sociales e el futuro. Es la fase preobjetal. La catexia de
la madre es el principal logro psicológica en dicha fase.
La mirada del bebe con la madre, el encuentro con su rostro permite que se de el primer
organizador, la sonrisa. Esta aparece en la fase simbiótica donde prevalece el narcisismo primario.
Solo cuando el cuerpo se transforma en el objeto de narcisismo secundario del infante, a través de
los cuidados de la madre, el objeto externo se vuelve elegible para identificación.
La sonrisa del bebe indica la relación establecida con la madre. Se destaca la importancia del tacto
en el proceso de formación de límites, así como la libidinización de la madre en el cuerpo del bebe,
ya que el repetido contacto con la misma y todas las sensaciones que provoca representa un grado
de diferencia entre el bebe y el otro, en cuanto a su calidez, temperatura, textura, olor, etc. Se
trata de un estado simbiótico óptimo en el que ocurra una lenta y suave diferenciación del bebe
con su madre.
Se lleva a cabo lo que llaman “la ruptura del cascarón”, en la que la atención del infante se
expande poco a poco de dentro hacía afuera, en sus cada vez mayores periodos de vigilia.
Aproximadamente a los 6 meses comienza la exploración del bebe del cuerpo de su madre,
comienzan intentos de separación individuación.
El objeto transicional surge de la necesidad de contacto con la madre, se trata de un mismo objeto
preferente por el infante, sensible, cálido y blando.
En caso de que el proceso simbiótico se vea perturbado por diversas razones, ya sean depresión
de la madre, ambivalencia, simbiosis perturbadora e intrusiva u otros; el proceso de diferenciación
suele retraerse o anticiparse, ya que los bebes no logran una suficiente confianza básica en la
etapa de narcisismo.
Los primeros progresos hacia la conciencia de separación necesitan que se haya desarrollado
propiamente un vínculo específico con ella, la diferenciación corporal con la madre y
funcionamiento del yo.
La divide en 2 etapas (por grado de libidinización): al principio las funciones serán muy básicas
y después se van cargando de energía:
1. ejercitación temprana: inicio del gateo y “recarga emocional, determina la cercanía y lejanía
con su madre de manera activa,
Dos elementos de éxito: disponibilidad de la madre (debe estar disponible y estar ahí para
que él bebe regrese y haya esa recarga emocional) y dotación innata.
2. ejercitación propiamente dicha: gozo en el uso de su cuerpo (narcisismo infantil).
- catexias: yo autónomo en el desarrollo (lo motriz va a catectizar a ser autónomo, yo
autónomo). La marcha o locomoción vertical libre proporcional al niño grandes
descubrimientos y mayor prueba de realidad; también le permite descubrir su pene y
acceder a la identidad sexual. El niño se concentra en la ejercitación y dominio de
habilidades y capacidades autónomas.
- otra fuente de placer: huir de la madre, jugar a que lo atrapa
La actitud ambivalente de la madre: puede generar ansiedad en el niño y afectar el proceso de
maduración (a veces se acerca a él y a veces lo deja ir). Cuando no lo deja, no deja que catectice sus
habilidades motrices, inhibe su exploración del mundo. También es importante la actitud de la
madre alentadora contra la actitud mas temerosa, porque el temor abruma y no deja al niño
avanzar.
La bajada de tono es el estado del niño en que su regocijo y estado de animo se ven mas decaídos,
incluso algunos que lloran al darse cuenta de que su madre no esta en la habitación donde están
jugando. Algunos niños se abruman demasiado por el temor a la pérdida de objeto que prevalece
aun en esta subfase.
El niño es un ser humano separado, provisto de una capacidad de locomoción, empieza a madurar
sus habilidades para el juego simbólico y el lenguaje- el niño constituye una entidad individual
separada.
En esta subfase aumenta la ansiedad de separación que consiste en el temor a la perdida de objeto,
ahora el niño tiene un interés constante por saber donde esta su madre.
Se da cuenta que la omnipotencia que sentía era una ilusión y quiere refundirse con la mamá para
recuperarla. Va a alternar sentimientos ambivalentes hacía la mamá, querer estar fundido con la
madre para recuperar la omnipotencia, pero a la vez temor a esa fusión, a ser reengolfado por la
madre porque perdería la autonomía que ha ganado con él andar. La mamá tendrá dificultad para
establecer la distancia óptima (tiene que dejarlo ir para independizarse, pero también hacerle saber
que ahí está para él).
El aumento de ansiedad de separación puede provocar que algunas madres con su sobreprotección
e intrusividad se conviertan en la sombra de sus hijos, el niño estará menos disponible
emocionalmente para libidinizar su yo emergente.
Tres etapas:
a. comienzo del acercamiento (15-18): disminución de esfuerzos exploratorios, vuelve para
compartir logros y hallazgos. La madre es un objeto separado (esto despierta ansiedad y
temor, estimula la autonomía y refuerza al yo). El padre empieza a jugar un papel en el
mundo objetal del niño (aquí debe comenzar a suceder el Edipo freudiano). Con los
placenteros descubrimientos, autonomía, interacción social con mas niños y el uso de
lenguaje en esta fase se propicia la estructuralización del yo y el establecimiento de un si
mismo cohesivo.
b. La crisis del acercamiento (18-20 o 24 meses): en niños hay omnipotencias vs. Madre
satisfactoria de deseos. Hay “ambitendencia” porque tiende a tener 2 actitudes distintas
debido a la omnipotencia vs. Madre satisfactora (lo cargan y quiere bajar, lo bajar y quiere
que lo carguen, quiero, pero no quiero). Hay alternancia entre seguimiento y huída (entre
si se queda o regresa y se va). Hay sentimientos encontrados porque hay deseo de fusión y
también temor a esta. El alejamiento produce angustia. Estimula el uso de mecanismos
defensivos (proyección, escisión e identificación). Los niños tienen conducta de
aferramiento y timidez.
Se amplia el ámbito emocional y da comienzo a la empatía. Se empiezan a ver pautas de
identificación de los niños con su madre y padre.
Comienza diferenciación entre sexos que conlleva a la identidad sexual, el niño encuentra su pene
desde que comienza a caminar en la que encuentra gran fuente de placer. Para las niñas es más
tardío el reconocimiento del pene del niño y la falta en ellas lo cual les provoca ansiedad y cólera,
así como mayor ambivalencia con la madre a la que reprochan por no tener el pene. Los niños en
esta fase se ven inmersos en la ansiedad de castración mientras que en las niñas prevalece la envidia
de pene.
El incremento del aprendizaje y del registro de recuerdos que ocurre en condiciones de estimulación
óptima y de repetido encuentro, es susceptible de solidificar aspectos de la representación interna.