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El GPS hubiera sido

imposible sin la teoría de la


relatividad de Einstein
El GPS hoy es vital para el transporte de aviones y
barcos y que en los últimos años ha sido incorporado en
masa a millones de teléfonos inteligentes.

El GPS hubiera sido imposible sin la teoría de la relatividad de


Einstein. Foto: blog.vegatrack.co

La Razón Digital / Elías L. Benarroch / EFE / Jerusalén


16:34 / 03 de junio de 2015

Revolucionarios inventos como el GPS o el microondas


hubieran sido imposibles de no ser por las bases
científicas que sentó el científico Albert Einstein,
homenajeado hoy en la Universidad Hebrea de Jerusalén
con motivo del primer centenario de la publicación de la
teoría de la relatividad general.

"Su trabajo cambió toda la percepción del mundo de la


física del Universo y tiene aún una influencia decisiva en
los desarrollos tecnológicos que vinieron después", dijo
el profesor Janoj Gutfreund, físico y director del Comité
Académico del Archivo de Einstein, que se conserva en la
Universidad Hebrea de Jerusalén.

En un acto en el que se presentó una estatua del


científico judío alemán (nacionalizado estadounidense al
final de su vida), Gutfreund explicó a Efe que sus
descubrimientos sobre la relatividad y sus experimentos
sobre la materia y la energía sentaron los cimientos de
buena parte de los adelantos tecnológicos de los que hoy
disfrutamos.

"Los asumimos como si nada pero tienen una gran


influencia y son pocos los que saben relacionar (todos
estos inventos) con los estudios de Einstein", agregó.

Uno de los ejemplos más notorios es el revolucionario


GPS, vital para el transporte de aviones y barcos y que en
los últimos años ha sido incorporado en masa a millones
de teléfonos inteligentes: "Es tan simple como que sin la
teoría de la relatividad (general) no existiría la tecnología
GPS".
Esta teoría, publicada por primera vez en 1915, sostuvo
que el "tiempo" dependía de la "gravedad", por lo que un
reloj situado en la superficie de la tierra y otro en el
espacio no avanzan al mismo ritmo.

"El retraso entre ambos relojes debe ser tomado en


cuenta si queremos programar un sistema que nos diga
fehacientemente nuestra posición sobre la superficie
terrestre", abundó quien ha sido uno de los promotores
del homenaje de hoy.

La inauguración de la estatua, donada por un grupo de


filántropos rusos y estadounidenses a la Universidad
Hebrea, coincide también con el sesenta aniversario de la
muerte de Einstein y con el 90 aniversario de la
Universidad, que el famoso científico ayudó a fundar en
1925.

Einstein, uno de los apoyos de referencia del movimiento


sionista en el siglo XX, donó buena parte de sus
documentos originales a ese centro de estudios, que tiene
la propiedad intelectual de su nombre y de todo su
trabajo.

La escultura del Premio Nobel de Física ha sido ubicada


a unos cien metros de la Biblioteca Nacional de Israel,
dentro del campus universitario que conserva su
documentación personal, y junto a los edificios que
acogen los Departamentos de Física y Matemática, uno
de los cuales lleva su nombre.

Diseñada por el escultor de origen armenio Georgy


Frangulyan, autor también de la primera estatua de
Boris Yeltsin -entre otras muchas conocidas-, pesa 350
kilos y es de bronce.

"La representación del científico se ha hecho de la forma


más realista posible y a ras del suelo -sin pedestal- para
realzar el carácter modesto y austero del científico",
declaró a Efe Mijal Mor, curadora que acompañó al
artista en todo el proceso de creación.

Recordó que al principio se le sugirió una estatua de


tamaño real, pero "él nos explicó que veía a Einstein 'más
grande que la vida' y que por eso debía hacerla grande,
por lo que al final la hizo de 2,5 metros de altura".

Afable y de notoria modestia, durante el acto Frangulyan


bromeó sobre sí mismo y sobre su "particular relación"
con el científico, cuya fotografía le acompañó toda la
infancia y quien le inspiró para estudiar física y
matemática, profesiones que abandonó cuando se
percató de que "no era ningún Einstein".
Tampoco ahorró humor al referirse al tamaño de su obra
porque como explicó: "El monumento pueda parecer
muy alto pero, como ya sabéis, todo es relativo".

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