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Comentario al artículo: Reflexiones de un músico de orquesta sobre una carta

de W.A. Mozart, N. Harnoncourt

En este fresco y espontáneo artículo, característico del carácter del maestro


recientemente desaparecido N. Harnoncourt, encontramos claves preciosas para
entender la importancia de la investigación musicológica de cara a la interpretación de
una obra. Pero no sólo hay aquí conocimiento e investigación, sino también el “olfato”
especial de un grandísimo intérprete para ir a los puntos esenciales que nos interesan
de cara a una ejecución práctica y escucha de la música, más que a un análisis
teórico-abstracto, o de otro tipo, de la misma.
Tomando como hilo conductor esta deliciosa correspondencia epistolar de Mozart con
su padre, Harnoncourt está exponiendo los puntos esenciales de cara a una
interpretación históricamente informada, centrándose sobretodo en los aspectos que
“preparan” el hecho musical, más que en una indagación exhaustiva sobre las
técnicas, o recursos interpretativos de la época. Como comenta hacia el final del
mismo, estamos más centrados hoy en día en la reproducción de la música que en su
esencia, lo cual nos puede llevar en muchos casos a hacer una abstracción tal del
hecho musical, que quede desgajado de su esencia y pierda el contacto con la
realidad que tuvo en todo momento en el momento de su composición y primeras
interpretaciones.
Esta focalización esencial en las expectativas de escucha que recorre la reflexión de
Harnoncourt me parecen una guía segura y un principio muy acertado para poder
indagar después en aspectos más específicos. La manera en que las expectativas del
oyente de la época y las del propio compositor ante la reacción del mismo y ante su
propia creación afecta a la interpretación e incluso a la composición de la obra, me
parece un punto necesario en cualquier investigación y análisis que persiga una
correcta compresión del texto.
Y es que esta perspectiva abre un abanico tal de conocimientos e intuiciones que nos
lleva a un verdadero viaje en el tiempo, pudiendo imaginar y casi percibir, como en el
hecho que comenta aquí el autor, en estos conciertos “espirituales”, todos los factores
que rodeaban al hecho musical: aparte del uso de instrumentos originales y sus
diferencias, y de la importancia que se le concedía a la preparación del concierto y los
aspectos organizativos, también el por qué y para qué acudía la gente a los
conciertos, qué esperaban de esta experiencia y también, la función que cumplía el
compositor como auténtico generador de nuevas expectativas, en una simbiosis de
lenguaje con el oyente, interactuando este con aquel y alimentándose mutuamente.
Decididamente, y como Harnoncourt apunta, esta frescura en la comunicación e
interacción compositor-intérprete-oyente, se ha visto y se ve frecuentemente afectada
hoy en día, debido a un enfoque de la escucha y de la interpretación mucho más
técnico, que debilita de alguna manera el hilo directo con la música que se supone no
deberíamos perder, según intenta describirnos el autor. Yo creo que las causas de esta
situación son muchas y variadas, pero creo se pueden sintetizar primeramente en la
ruptura de un lenguaje musical común que sí tenían el público y el compositor de la
Sinfonía “París”, así como también en la acumulación natural de obras e
interpretaciones de las mismas por el propio proceso de la historia. Factores que nos
hacen estar mirando constantemente al pasado, pero que paradójicamente, pueden
ser también utilizados para redescubrirlo bajo una nueva y desafiante perspectiva,
como es el objeto del presente artículo.

Apreciación de las versiones orquestales de la Sinfonía “Paris” a la luz del


artículo

Evidentemente estamos ante dos mundos opuestos en cuanto a interpretación de


refiere.
- La versión históricamente informada de la Freiburger Barockorchester, representa
claramente todo de lo que nos está hablando Harnoncourt: el factor de llamada del
inicio, con un ataque bastante agresivo de toda la orquesta, reforzado con el tipo de
baqueta dura del timbal y acortando deliberadamente los valores. Lógico, pensando en
que el aplauso del que habla la carta taparía la escucha esta primera frase,
apreciándose también los timbres más diferenciados y estridentes de los instrumentos
originales. La articulación cuidadosa bien definida de los arpegios descendentes y el
“peso” adecuado a cada inicio de compás, recordando quizás a la gestualidad
exagerada del concertino para ir juntos debido al “barullo” del público; y lo mismo con
el “detaché” de las corcheas siguientes. Después la repetición subsiguiente de todo
esto, muy afirmativa, con una pequeña variación dinámica (un crescendo y un
decrescendo) para preparar la nueva sorpresa de lo que sigue. Todo suena sorpresivo
y fresco, como generando mucha expectativa y motivando a la escucha de nuevas
sensaciones.
- La versión de la Salzburg Mozarteum Orchestra tiene un enfoque radicalmente
distinto. Utiliza instrumentos modernos y la concepción sonora tiende a ser más
compacta y redonda en general, lo que hace que se atenúen las diferencias
dinámicas. Ya en el inicio percibimos estas diferencias con los valores apurados de las
primeras notas, buscando toda la duración y plenitud del sonido hasta el final de la
nota.
La búsqueda que parece que subyace en esta interpretación, creo que está más
relacionada con encontrar un sonido “bonito” y un buen fraseo de más amplio trazado
que en la anterior. Para ello, también están atenuadas las articulaciones a pequeña
escala en aras también de buscar una mayor continuidad en el sonido y el fraseo. El
resultado es que, de alguna manera sabemos lo que nos espera. No existe, de manera
tan acentuada como en la versión anterior, el factor sorpresivo. De hecho la primera
frase y su repetición suenan prácticamente idénticas, aunque interpretadas con una
buena factura, sin ninguna intención de transmitir la función de afirmación y
expectación ante lo que sigue, de la que nos hablaba el artículo y que sí están en la
versión historicista. Asimismo la textura orquestal suena de manera mucho más
homogénea sin apreciarse tanto las diferencias tímbricas de los instrumentos así como
tampoco las diferentes articulaciones y pequeños gestos de cada voz.

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