Los siete parámetros de textualidad: intencionalidad, aceptabilidad,
situacionalidad, intertextualidad, informatividad, coherencia y cohesión
La aplicación de estos componentes situacionales y su utilización en la selección
del potencial de significado que ofrece la lengua permite establecer la continuidad entre el sistema gramatical y el entorno extralingüístico en el texto, que se constituye como unidad semántica.
La intencionalidad es el parámetro que recoge la actitud del emisor respecto al
significado textual. Es el principio organizativo del texto, ya que es este parámetro el que determina qué selección lingüística es apropiada para expresar ese significado. En términos de uno de los más influyentes modelos de comunicación, la teoría de la relevancia (Sperber&Wilson, 1986), el autor o traductor emite un estímulo (el texto) del que los receptores infieren una intención comunicativa. Dicha intención varía en función de la relación entre los participantes y de la situación contextual en la que o para la que se produzca el acto de comunicación. En nuestro análisis la intencionalidad representa al iniciador (autor o traductor) del acto comunicativo en la configuración semántica del texto. Es decir, se trata de definir qué es lo que se quiere comunicar y para qué receptores es relevante esa información.
La aceptabilidad es el parámetro que representa a los receptores en el texto. Es
decir, si no hay receptores para procesar la intencionalidad comunicativa contenida en el texto no se produce la comunicación. Aceptabilidad significa que el texto debe presentar unas características lingüísticas y textuales que permitan a los receptores procesar la información e identificar la intención comunicativa. No hay que confundir este parámetro semiótico con lo que normalmente se conoce como aceptabilidad lingüística, que se refiere al nivel de corrección en el uso de la lengua.
La informatividad/situacionalidad es un parámetro que contempla dos vertientes
del análisis: por un lado, la aportación de nueva información según la situacionalidad(estereotipos sociales en la cultura origen) y, por otro, la redistribución de la información del TO de forma diferente en el TM. La función final del texto está estrechamente ligada a la informatividad, ya que es ésta, junto con la situacionalidad, la que determina si se necesita nueva información. La redistribución de la información de forma adecuada dirigirá la atención del lector hacia determinados segmentos textuales. Un manejo poco efectivo de las estructuras informativas puede provocar cambios no deseados en la semántica global del texto.
La intertextualidad se utiliza para procesar los significados que derivan de la
interacción entre nuestro texto y otros textos o discursos anteriores relevantes para los usuarios. Este parámetro es uno de los más complejos y de mayor trascendencia para el traductor. Con frecuencia se suele simplificar en demasía y se tiende a identificar intertextualidad con cita directa o alusión a textos previos. Sin embargo, va mucho más allá: se trata de procesar e interpretar configuraciones semánticas en las que participan componentes culturales, textuales y lingüísticos compartidos, sin cuyo conocimiento no se puede entender la realidad del contexto en que se desarrolla el acto de comunicación. Cuestiones como los prototipos textuales, áreas culturales, referencias simbólicas, y su significado paralelo o diferente del que tenía en el TO son casos típicos de actualización intertextual.
La coherencia se refiere al componente del significado textual que deriva de la
organización lógica de la información en el texto. Su actualización se produce mediante la aplicación por parte de los receptores de los conocimientos del mundo con que cuentan; es decir, se trata de que los receptores suplan la información implícita necesaria para inferir el significado del texto.
El último parámetro propuesto, la cohesión, es el que recoge el análisis del
material lingüístico a nivel microtextual. Sus componentes típicos son la referencia, las relaciones conjuntivas y la cohesión léxica.