Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Correo: spavez@udec.cl
I. Resumen.
“Esta idea surge de pensar que saber lo que él ve significa ver lo que él también ve;
pero no en el sentido ordinario en el que se diría de dos personas que miran el
mismo objeto que uno ve lo mismo que el otro […] el objeto inmediato, privado, de
su visión, de manera que es imposible que ninguno de los dos introduzca su cabeza
(mente) en la del otro y vea el mismísimo objeto que el otro mira” (García Suarez,
1976, p 77).
Ante esto, Wittgenstein distingue dos tipos de yo, el yo como sujeto y el yo como
objeto: la concepción del yo como objeto se refiere al cuerpo humano y sus propiedades
físicas, mientras que la concepción del yo como sujeto se utiliza para referirnos sobre
estados y procesos mentales y sensaciones. La diferencia entre estas concepciones radica
que en cuanto a la concepción física del yo, existe la posibilidad de equivocarse sobre quién
es este yo, mientras que en la concepción psicológica del yo pensar en la posibilidad de
error consiste en un sinsentido: es posible dudar de que sea uno y no otro quien sufra una
afección física, mientras que resulta irrisorio dudar sobre quien experimenta una sensación.
Según Wittgenstein no se puede dudar de una expresión en cuanto al “yo como sujeto”
porque este no se reconoce a un “yo determinado”; es el intento del solipsismo de justificar
la existencia de un yo incorpóreo que reside en un algo corpóreo: el solipsista pretende
justificar que “solo lo que yo experimento existe” basándose en la existencia del yo
incorpóreo, pero en realidad esta conciencia de un yo mismo no implica una identidad
numérica del sujeto.
“Siempre que algo es visto, es esto lo que es visto, “acompañando la palabra “esto”
con un gesto que abarque mi campo visual (pero sin referirme mediante “esto” a los
objetos particulares que resulta que veo en este momento). Podría decirse: “Estoy
señalando al campo visual como tal y no a nada que esté dentro de él”. Wittgenstein
advierte que, cuando el solipsista dice “Esto es lo que es visto realmente”, debe
señalar visualmente; debe señalar a su campo visual en cuanto distinto de las cosas
que hay en él” (García Suarez, 1976, p 81)
Pero este argumento resulta mucho más irrisorio que los anteriores, puesto que une
lo que es visto en concreto con el acto de ver, es decir, genera una tautología: las
sensaciones que se experimentan son inseparables de experimentarlas. Además, el solipsista
al proponer este argumento piensa que el resto no puede conocer la sensación que se
experimenta porque el hecho de experimentar es propio de esa forma de experimentar
sensaciones; pero esto carece de significado puesto que no existe un yo, las expresiones
como “yo siento x” o “yo veo x” serían simplemente referencias a la misma sensación.
Por otro lado, ante la privacidad óntica se refiere a la posesión particular de las
sensaciones Wittgenstein cuestiona el criterio para identificar la identidad de quien
experimenta las sensaciones. Para Wittgenstein, lo que define la identidad de alguien en
cuanto a la sensación es quien experimenta la sensación, es decir, que si X siente Y dolor, y
Z siente Y dolor, la diferencia está en X y Z, y eso hace que las sensaciones sean distintas.
Para Wittgenstein “la barrera que les impide a los demás tener mis dolores no reside en la
naturaleza de la realidad, sino en los límites del lenguaje, de lo que puede decirse. Ahora
bien, así entendida, la privacidad óntica de las sensaciones no es ningún obstáculo para su
conocimiento. Tampoco pueden tener los demás mi sonrisa, pero nada les impide saber que
estoy sonriendo” (García Suarez, 1976, p 87).
“(1) Las palabras de ese lenguaje habrían de referirse a algo que sólo puede ser
conocido por su usuario; (2) Los referentes de las palabras de ese lenguaje serían las
vivencias internas, inmediatas y privadas, de su usuario; (3) Nadie, excepto su
usuario único, podría entender ese lenguaje. La cláusula (1) establece la privacidad
epistémica de los objetos a los que habrían de referirse las palabras de ese lenguaje
[…] La cláusula (2) establece su privacidad óntica. La cláusula (3), que es
presentada como una consecuencia de (1) y (2), establece la inescrutabilidad de ese
lenguaje” (García Suarez, 1976, pp 36 – 37)
No obstante Wittgenstein sostiene que el decir que “se imprime” esta conexión,
sólo quiere decir que más tarde recordará la conexión correcta, pero si se sostiene una
concepción ostensiva privada, no se puede referir a lo correcto e incorrecto, no tiene sentido
hablar de correcto; lo correcto sería para el hablante lo que a él le parezca correcto ya que
no existe un criterio de corrección o estándar externo al propio sujeto, se requiere de una
instancia distinta, externa al propio sujeto que sirva de criterio de corrección. Sería, nos
dice Wittgenstein como intentar justificar la traducción de una palabra por otra en una tabla
que sólo existiese en nuestra imaginación, lo que no constituiría una justificación, puesto
que “la justificación consiste, por cierto, en apelar a una instancia independiente”. En este
sentido, la definición ostensiva no es suficiente para establecer un lenguaje, puesto que solo
tiene sentido dentro de la gramática, es decir, que no establece una relación del lenguaje
con la realidad, puesto que si fuese así podría ser decible y, por ende, no privado. Es más,
el significado es un concepto normativo, una expresión tiene significado si es posible hablar
de usos correctos o incorrectos. Por tanto donde no habría modos correctos o incorrectos de
usar una expresión (cómo en un lenguaje privado) está carecería de significado, por lo cual
no podríamos hablar propiamente de un lenguaje.
V. Bibliografía.