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Shito-Ryu.
Durante siglos las artes marciales han sido representadas como sinónimo de disciplina,
respeto y honor y han prevalecido hasta nuestra época, los fines para los cuales son
practicadas, aunque sean enseñadas a algunos ejércitos y fuerzas policiales en el
mundo, son muy distintos en este tiempo, ahora son una forma de expresión cultural y
deportiva, y los encuentros que se llevan a cabo actualmente en la mayor parte del mundo
son con fines puramente deportivos, aunque eso no significa que ya no sean una letal
arma, la cual debe ser dirigida con mucha responsabilidad. Los practicantes deben
conocerse, aprender sus límites y sus alcances, entender que dejan de ser un ser
humano común de nuestra sociedad, ya que ahora llevan consigo un gran peso el cual
estando consciente o no han comenzado a cargar. Con lo antes mencionado no se tiene
como objetivo el desalentar a los futuros practicantes, sino que conozcan y comprendan
las implicaciones de lo que están a punto de aprender y que se debe ser muy responsable
con los conocimientos que se te transmiten en cada entrenamiento, entender que se debe
tener el doble de control sobre uno mismo, ya que se podría llegar a lastimar severamente
a cualquiera que no tuviera la misma preparación, así como también se debe de
conservar el respeto entre las diferentes técnicas de artes marciales, entrando a terrenos
del Karate-Do técnica Shito-Ryu, se debe de respetar a otras técnicas y a otras escuelas.
Pero parece que en nuestra actualidad esto se ha olvidado, puede ser debido a que para
la sociedad mexicana estos valores que se derivan del Bushido, el cuál es el código ético
y moral del cual esta empapado el Karate-Do, así como algunas otras artes marciales y
de origen japonés, le son ajenos e incluso aburridos.
Para empezar con la discusión, abriré con un ejemplo que aconteció unos años atrás, la
escuela a la que pertenezco, una escuela de Karate-Do, comparte espacio con una
escuela de artes marciales tailandesas y a su vez es vecina de otra escuela de Karate-
Do, pero de una técnica diferente. El maestro de artes marciales tailandesas
insistentemente quería concertar un combate entre sus alumnos y nosotros, a lo que
posteriormente se unió la escuela de karate vecina. La forma en la que este maestro
pedía el encuentro y el modo en que se desenvolvían sus entrenamientos, daba a
entender para una gran mayoría de alumnos e incluso sus padres que él quería demostrar
que sus alumnos eran mejores, pero aparentemente no denotaba un ánimo competitivo
sano, lo cual como ya se ha mencionado anteriormente las artes marciales actualmente
tienen como fin el competir sanamente lo cual ayudará al practicante a desenvolverse
dentro y fuera del tatami otorgándole más confianza en sí mismo y autoconocimiento, ya
que sólo creo discrepancias entre sus alumnos, alumnos de nuestra escuela y con los
padres de familia. Esto culmino en una problemática medianamente pequeña, una riña
de niños en la cual se plantearon todas estas ideas que solamente paseaban entre voces
dentro del grupo, de acuerdo con la versión de unos de los niños, alumnos de nuestra
escuela, los alumnos de la escuela de artes marciales filipinas, unos niños también, los
retaron a un combate para demostrar que su maestro era mejor que el de ellos. Esta
situación llego hasta los maestros de las escuelas y se llegó a una aclaración de hechos,
pero escuchando los discursos del maestro de artes marciales filipinas se puede notar
que no hay concordancia entre sus palabras y sus acciones. En este punto es en el que
se debe hacer énfasis, ya que nuestra discusión ronda a través de estos valores que la
artes marciales nos han heredado, el hecho de que los maestros no sigan estas directivas
que se han transmitido a lo largo de siglos no es un hecho favorable para fomentar la
ética y la moral de un “juego limpio” refiriéndose a que se está enseñando una forma de
violencia únicamente, lo cual hablando en términos de la comunidad y el ambiente que
se vive, el cual ya está plagado de actos vandálicos y violentos que están distorsionando
la percepción que la niñez y la juventud tienen del mundo, y que este arte y deporte que
tiene como objetivo el desarrollar seres humanos productivos y con aspiraciones a la
perfección, contribuya a seguir esta corriente violenta está muy fuera de todo lo que
representan las artes marciales.
De lo anterior se deriva otro tema de actualidad y que para una sociedad como la nuestra
resulta atrayente, el hecho del aumento en los índices delictivos, ha propiciado un
aumento en la práctica de este tipo de deportes, como medida de prevención para
posibles agresiones, como se menciona en el artículo “La sociedad del riesgo y la práctica
de las artes marciales en Nueva Zelanda” [2] la sociedad está cada vez más convencida
de que debe de tomar medidas para protegerse, porque es un hecho que se necesita
prevenir los posibles hechos delictivos que acontecen a diario en una ciudad como la
Ciudad de México, pero regresamos a la discusión, este tipo de cuestiones hacen a un
lado la transmisión de todos estos valores que conllevan las artes marciales, asimismo la
creación de nuevos estilos como los son las artes marciales mixtas, que como experiencia
personal, hace unos meses entrene por unos días en un gimnasio artes marciales mixtas,
y dada la experiencia en el Karate-Do, puedo confirmar que parte del entrenamiento es
generar una especie de instinto agresivo, que se puede ver con claridad en cada una de
las peleas de ese estilo, que a pesar de que sea un deporte y se fomente la competitividad
deportiva, el hecho de que se enfoque solamente en el entrenamiento físico y se pierda
de vista la parte de la transmisión de los valores antes mencionados, propicia que los
niños y jóvenes practicantes de ese estilo, que por lo que se puede observar son
adolescentes de entre 13 y 17 años pierdan de vista el límite que existe entre una pelea
dentro del gimnasio o dentro de una jaula, y pierdan el control fácilmente en situaciones
de la vida cotidiana. Aunque aquí está una incógnita que podemos plantearnos ¿Cuándo
y hasta qué punto es prudente ocupar tus conocimientos en artes marciales? Un artista
marcial experimentado nunca ocuparía sus conocimientos a menos que fuera cuestión
de vida o muerte, y un caso muy extremo, ¿por qué? Porque en una pelea siempre
resultarás lastimado, puedes ser muy bueno pero aun así puedes ser golpeado y si no
pudieras ser golpeado, por la segunda ley de Newton, “A toda acción corresponde una
reacción en la misma dirección pero en sentido opuesto”, es decir, con la misma fuerza
con la que tu estas golpeando, es la misma fuerza que tu cuerpo está resintiendo,
entonces si una pelea se puede evitar por el simple hecho de que nadie salga lastimado,
y principalmente tú, se debe evitar. Aunque puntualizando, las artes marciales se hicieron
para que los desprotegidos tuvieran oportunidad de defenderse a sí mismos y a su familia,
claro eran tiempos muy caóticos. Entonces ¿se puede justificar bajo esta premisa el dañar
a otro? No se puede justificar completamente si el otro poseía una desventaja clara, por
ejemplo, en Okinawa, que es la cuna del Karate, los combates que se realizan, son muy
pocos debido a que ellos fomentan más la práctica de la técnica, se deben realizar con
dos oponentes con el mismo nivel. Por lo tanto, podemos decir que, si el otro poseía el
mismo nivel o incluso se encontraba en ventaja, y por acción nuestra resulta herido,
nuestra acción puede justificarse, ya que nos adherimos al código del Bushido,
guardando el honor, al no atacar a alguien que nunca tuvo alguna oportunidad de ganar
el enfrentamiento.
El karate-Do tradicional en cualquiera que sea sus técnicas, ya que son como primas,
tienen un origen común, es un arte por que se expresa con el cuerpo emociones, como
ya se mencionó antes mientras combates e incluso mientras se realizan katas (formas
básicas de ataques y defensas desarrolladas hacia los cuatro puntos cardinales) se debe
de transmitir emoción, igualmente debe de haber un poco de enojo, un poco de alegría y
estar llenos de incesante energía, es marcial por que nació en y para la guerra. Tiene un
código bajo el cual sus practicantes deben conducirse, el cual es heredado por los
antiguos guerreros samurái, así como muchas otras artes marciales tienen un código que
es por mucho similar, todas buscan evitar el conflicto, que la violencia sea la última
opción, pero cuando no exista otra opción, se hará uso de todo el entrenamiento que has
recibido, como el sensei Funakoshi dijo “Vengo hacia ti con las manos vacías. No tengo
armas, pero, si estoy obligado a defenderme, a defender mis principios o mi honor, si es
cuestión de vida o muerte, de derecho o de injusticia, entonces aquí están mis armas: las
manos vacías” [4]. Yo agregaría, nunca olvidando la benevolencia, que es uno de los
valores del bushido, en el que se aprecia la vida de los demás seres vivos.
[2] D. Looser, «La "sociedad de riesgo" y la práctica de artes marciales en Nueva Zalanda,» Revista de
artes marciales Asiáticas, vol. 1, nº 2, pp. 8-23, 2006.