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El tacto como sentido sublimado en el quehacer artístico

Christlieb mencionaba que la mirada es la única que sale de paseo, la que se


desprende del cuerpo y que puede tocar, oler, probar, a su manera (2011, p. 21) y
es que, la vista nos da un trasfondo distinto de nuestro entorno, no es lo mismo que
te definan las cualidades de un objeto (claro está) a que, por el medio óptico, se
haga ese estudio descriptivo y tú como observador puedas hacer mención de la
relación que puedes establecer con ese objeto de acuerdo a las peculiaridades que
se ven a simple vista, habiendo sentido previamente su materialidad y diferenciado
sus propiedades a las de otras cosas que las pudieran confundir, o igualmente
cosas que en aspecto fueran muy distintas, pero que compartieran una sustancia
similar; pero, creo yo que ese es el problema al que nos enfrentamos en apariencia
a ese engañoso órgano, que nos da sólo una porción de la realidad, por supuesto
que, si esta ración es desprovista, hay cierto deterioro para la articulación de
determinados conceptos, aunque esto no quiere decir que en verdad sea un fallo,
sino que, solamente cambia la correspondencia de los demás sentidos en el sistema
del invidente.

Algunos artistas del pop participaron en la producción de piezas escultóricas en


señal de incongruencia a objetos de uso cotidiano y las condiciones para que su
función en la cultura fuera destituida a como se supone se desempeñaban en la
sociedad; como lo fue en el caso de Claes Oldenburg y sus estrafalarios
monumentos a elementos tan habituales como un tenedor o una pinza para la ropa,
ya fuese por la agravación en cuanto a su tamaño o sus componentes
irreconciliables a los de su naturaleza.

Meret Oppenheim fue otra artista con periodo de actividad en los años treinta y
cuarenta, que se mantuvo introducida en el campo de la escultura, con la tendencia
del surrealismo que ya habían echado a andar artistas como Max Ernst, André
Bretón y Man Ray. Sus piezas más significativas fueron «Juego de desayuno de
piel», 1936; «Mi enfermera», 1936; «Mesa con patas de aves», 1939; «Miss
Gardenia» y «La ardilla», 1959.

Los mencionados artistas y algunos otros más se aprovechan del engaño que
genera la visibilidad de un objeto para con sus singularidades y les hacen un
movimiento inesperado. Entonces, ya con eso ¿Qué se puede esperar del sentido
de la vista? Si parte de su interpretación no va coherente a lo que uno creería que
se acopla. Sé que en el medio artístico es lo que se desea, deformar la realidad
tomando un fragmento de ésta; pero, qué hay de nuestro contexto, alguien nos
puede decir que esto o aquello es una cosa y que en verdad sea otra. Poniendo,
por ejemplo, alguna obra de Jeff Koons a un ciego, , pero, si el invidente a partir de
su experiencia sensorial y la familiaridad que tiene para clasificar la materia por su
índole, si toca la obra, sabrá que las esculturas de Koons no son lo que dicen ser
en el exterior.

A sabiendas de la falsedad que se discurre en la percepción ocular, habría que


categorizar a los sentidos ilusorios y a los que no lo son. Como ya se mencionó, el
sentido de la vista es fraudulento, esto se mira desde los viajes en carretera, en los
que se divisan los espectaculares y su publicidad recargada de imágenes
previamente editadas, hasta los viajes de realidad virtual, en donde uno se pone
unos visores y casi de inmediato se proyectan imágenes en movimiento que recrean
una experiencia que fue anteriormente grabada. Se le podría agregar el sentido del
oído, ya que, el lenguaje hablado, por un razonamiento común, siempre va a estar
sujeto a malos entendidos, y como dice el refrán “el sordo no oye, pero bien que
compone”. Incluyendo

Así que ¿El resto de los sentidos son los que nos permiten conocer la autenticidad
de los objetos? Si estamos de acuerdo en que la materia está en una constante de
sufrir cambios, entonces sí.

¿Qué sentido tiene hacer una obra de arte si además no se compagina con el
espectador? Estamos hablando de que, la mayoría de las obras de arte que se
realizan son para personas que ocupan cinco maneras de ordenar el espacio de lo
tangible ¿Qué pasa con los individuos que no son videntes, o que por azares del
destino se privaron de la audición y por consiguiente otra parte de ellos se quedaron
sin habla? Ellos también deben tener el consentimiento de una apreciación artística
y no privárseles de esta facultad como ciudadanos pertenecientes a una cultura.

¿Por qué no enardecer algún sentido por medio de la activación de una pieza? La
experiencia estética a veces ya no basta con lo que se va a visitar en los museos,
sentarte en un banco y esperar a que la estimulación aparezca, de repente; por eso
ya hay artistas multidisciplinarios que hacen de sus obras una interacción más afín
con otros sentidos además de la vista, que, como ya se dijo, si juega un papel
importante para el espectador, pero el que sea indispensable no le quita al arte el
cometido de acrecentar una vivencia distinta.

Bibliografía

CHRISTLIEB, F. Lo que se siente pensar o la cultura como psicología. 1era. Edición


México: Universidad Autónoma del Estado de México. (2011)

HERNÁNDEZ, H. Meret Oppenheim, esencial artista surrealista (2017)


Disponible desde:
http://www.heroinas.net/2017/11/meret-oppenheim-esencial-artista.html

[Acceso 27 de agosto de 2018]

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