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El mejor amigo para todo

Cruz Roja recurre a perros de agua para ayudar a menores


inmigrantes a integrarse
Escrito por Carlos Cherbuy el 2010-09-20

Sus historias son muy distintas. Estaban separados por miles de kilómetros, otra cultura, otra
realidad. Sin embargo, comparten el mismo objetivo: ganarse una vida mejor. Stanley es nigeriano
y recorrió África con sólo 16 años. Atraído por el sueño que mostraba la tele de una familia
numerosa, con una gran casa, dos coches y siempre comida en la mesa (sin importar la hora) en
Marruecos contacta con una mafia de pateras. El poco dinero que su familia había ahorrado se lo
gasta en un viaje de condiciones infrahumanas. Vio como uno de sus compañeros murió por
deshidratación y simplemente fue tirado al mar para tener más hueco. Lo primero que conoció de
España fueron a unos hombres vestidos de verde.
Por el contrario, Nayeli llegó en un avión. Hacía seis meses desde la última vez que vio a sus padres
en una fugaz visita que hicieron a Colombia. Ahora, por fin y tras dos años se va a ir a vivir con
ellos a España. Un cambio radical de vida y que no siempre se asemeja a lo soñado.
Las vidas de Nayeli y Stanley se han cruzado con un proyecto de la Cruz Roja llamado 'Crono', que
se desarrolla en las sedes que tiene esta organización en San Fernando y en Arcos. El objetivo de
esta iniciativa es la tan ansiada integración social y educativa de los menores inmigrantes en riesgo
de exclusión.
«El problema es que cuando llegan por culpan de barreras importantes como el idioma, la cultura o
una base educativa distinta se encierran en sus familias o en los grupos de su país. Lo que
intentamos es que se integren a través de diferente actividades», aseguró Karidad Hernández, que
trabaja como voluntaria del citado programa.
Buscando este fin, la Cruz Roja han creado una experiencia piloto a través de la interacción con
perros de agua. «Son unos animales adiestrados para la realización de terapias asistidas. En muchos
casos los menores tienen problemas de atención u otros problemas personales o familiares que
guardan celosamente en su interior y no les permite abrirse a los demás. Estos animales están
entrenados para estimular a la persona estableciendo una relación en la que no se siente juzgado y
eso facilita nuestro trabajo», expuso Pablo García, encargado de planificar las actividades de ocio.
Piedras en el camino
Una vez que rompen las barreras iniciales, los técnicos y especialistas ya pueden ayudar a estos
menores a integrarse en la sociedad; a no tener miedo de interactuar con otras personas y a
conseguir de los menores la confianza suficiente para afrontar los problemas que surgen en el día a
día. «Hay que tener en cuenta que muchos de estos niños sufren exclusión por ser de otro lugar o
tener otras creencias o cultura. Ellos esto no lo entienden. En la escuela ven como el resto de sus
compañeros no les facilitan el cambio, sino que les ponen más piedras en el camino».
Estos técnicos intentan ser la mano que ayude a estos pequeños inmigrantes; mientras que los perros
consiguen que los niños se olviden de las dificultades que les rodean y se muestran tal y como son.

Entrenados también en terapias


La fundación Aguacán está integrada por profesionales de las unidades caninas de los
Cuerpos de Seguridad del Estado. Además de la labor de asistencia en emergencias, Aguacán
trabaja también con perros de aguas para la realización de terapias asistidas. Por ejemplo,
son capaces de ayudar a una persona con parálisis cerebral a ser más independiente.
Encienden la luz, abren puertas, ayudan a tenderse en la cama o a vestirse y desnudarse.
Aunque hace sólo dos años que se formó esta entidad ya ha tenido una amplia respuesta de
colectivos interesados en sus programas. Desde el Centro de Recuperación de Minusválidos
Físicos (CRMF) hasta la Unión de Parálisis Cerebral (Upace). Ahora participan en esta
experiencia pionera junto a la Cruz Roja con las técnicas que ponen en funcionamiento sus
entrenadores.

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