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Las familias tienen la clave de la

desigualdad de rentas
Posted on 23/03/2015

Francis Fukuyama hace una interesante recensión del último libro de


Robert Putnam, Our Kids: The American Dream in Crisis en
el Financial Times del 7 de marzo (aquí, en inglés). Muy bueno el comentario
y muy bueno el libro, como corresponde a dos primeras espadas de las
ciencias sociales. La tesis del libro, que Fukuyama comenta ampliamente, es
muy sencilla: los debates en Estados Unidos sobre la desigualdad
creciente en la distribución de la renta olvidan un factor
importante: la paulatina desaparición de la familia estable con un
padre y una madre.

En un libro de 1965, Daniel Patrick Moynihan señaló la evidencia


abrumadora de que la pobreza en la población de color de Estados
Unidos, y el consiguiente crecimiento del crimen y el consumo de
drogas, se relacionaban con la desaparición de la familia
biparental en ese colectivo. Putnam señala que ahora el problema se
ha extendido también a la población blanca, a la que afecta en un 70%
de las familias, una cifra similar a la que Moynihan encontró hace medio
siglo.

Fukuyama, haciéndose eco de Putnam, señala la importancia de la


estructura familiar y la dedicación de los padres en los resultados
de los hijos: “estímulo precoz en la infancia, role models apropiados,
expectativas estables y cenas en familia son parte de lo que se necesita para
tener adultos con movilidad social hacia arriba”. Y añade: “esto falta en
América, en los entornos menos educados”, de modo que “la desigualdad
económica se refuerza a sí misma”.

Ambos autores pasan revista a las soluciones que, dicen, se vienen intentando
desde hace décadas. Por ejemplo, la reforma de la educación. Pero dice
Fukuyama que “las escuelas tienen un impacto limitado en los
resultados de la vida, cuando se compara con los amigos y la
familia”.

“El adecuado funcionamiento de la democracia, dice Fukuyama, se basa en el


fundamento de hábitos y virtudes que residen en la sociedad que
nos rodea y no en el sistema político formal o en los incentivos
económicos que esas instituciones crean”. La educación es importante
porque a través de ella y de la familia llega la parte más importante del capital
social que contribuye a nuestro desarrollo como personas y como ciudadanos.
“Las familias fuertes son críticas en América, como incubadoras de un
amplio compromiso social“.

También nuestra sociedad marcha, con decisión, por ese camino. Hay unos
cuantos tabús que se han creado en nuestra sociedad individualista y
emotivista, que se oponen a tomarse en serio la reconstrucción de nuestro
tejido familiar. Bueno, al menos podríamos intentar aprender de las
sociedades “modernas, avanzadas y dinámicas” que nos han
precedido…

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