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VIOLENCIA Y PAZ EN COLOMBIA

La violencia en Colombia, entendida esta como una manifestación de viejas disputas políticas
de forma “degenerada”, en el contexto de crisis económicas y luchas sociales, ha sido una
constante en la historia republicana desde la independencia. Esta, además, ha tomado tintes
cada vez más complejos y ha aumentado su crudeza desde el fin del siglo XIX y comienzos
del siglo XX. Es por esto que mi principal interés en este ensayo será comprobar las causas
políticas, económicas y sociales de los fenómenos de violencia en el siglo XX a partir de los
estudios de diferentes autores, en esta medida, la época comúnmente conocido como “La
violencia” no figura como un episodio de especial interés, solo es otro caso de estudio; en el
caso de la violencia paramilitar y del narcotráfico, la primera al no haber pruebas verdaderas
de su final por medio de un proceso de paz, no se le tendrá en cuenta hasta el final; la segunda,
al no tener dentro de sus causas una cuestión política, tampoco se le tendrá en cuenta. Así
mismo, será de mi interés entender los procesos de paz que dan por finalizadas las disputas.

LA GUERRA CIVIL DE LOS MIL DÍAS (1899-1902)

El siglo XIX terminó con la guerra de los mil días, la guerra civil más violenta que haya
sufrido el país. La disputa comenzó en 1899 con el levantamiento de los liberales,
presionados por el ala más radical y joven del partido; frente al gobierno de la regeneración
radicalizada, encabezada por el ala nacionalista de los conservadores. Hay que decir que las
causas de la guerra aún hoy no están claras, diversos autores se debaten los motivos políticos,
económicos y sociales. Charles Berquist asegura que se trata del resultado de una coyuntura
del ciclo económico cafetero de finales de siglo XIX, donde la precariedad de la economía
nacional desembocó en una caída en los niveles de vida de la población y esto a su vez
provocó una caída en la legitimidad del gobierno nacional; los violentologos Gonzalo
Sánchez y Fernán González argumentan que además de esta crisis, hay una serie de
contradicciones entre el orden impuesto por la constitución de 1886 y la realidad del país,
que terminó en la rebelión de zonas dirigidas por caciques locales opuestos al ideario de la
constitución.

La explicación de Sánchez y González resulta más satisfactoria, por lo que engloba ambas
explicaciones, y además aporta la caracterización de una elite fragmentada, tanto por
intereses económicos como políticos. Esta pungas dentro de la clase política terminan
dirigiendo los destinos de la guerra; la división de los liberales, más pronunciada que la de
los conservadores, hace que pierdan la guerra y se vean obligados a firmar la paz en 1902. El
tratado de paz de Wisconsin (llamado así porque se firmó en el buque Wisconsin de los
EEUU) aseguraba el fin de las disputas y la amnistía de los sublevados. Sin embargo la guerra
había dejado sus secuelas; se estima que para comienzos del siglo XX Colombia contaba con
un aproximado de entre 3 y 5 millones de habitantes, la guerra le arrebató al país un
aproximado de 100.000 habitantes en un periodo de 3 años [Esta cifra es más impactante si
se entiende que dentro del actual conflicto armado se han perdido un alrededor de 300.000
vidas, en más o menos 60 años, según cifras del Centro de Memoria Histórica]; la poca, sino
es que inexistente infraestructura del país fue destruida; el campo fue arrasado y la actividad
económica en general destruida.

Los resentimientos generados quedaron impunes, prisioneros políticos de poca importancia


no fueron liberados y la persecución de antiguos lideres rebeldes en muchos casos no paró
hasta varios años después de terminada la guerra (Rafael Uribe Uribe fue asesinado en
19141), además hay que decir que más allá de los compromisos adoptados por los partidos
políticos y algunas acciones de poca envergadura del posterior presidente Rafael Reyes, no
hubo acciones eficientes en la reconstrucción del país y la mejora de las condiciones de vida
de la población. Esto, más los posteriores conflictos que vendrían con la industrialización del
país, sería solo caldo de cultivo para la violencia de mitad de siglo.

LA VIOLENCIA

El periodo conocido como “La violencia” es complejo. Usualmente se le relaciona con el


asesinato del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán y los conflictos armados en el campo
colombiano durante los años 50; pero hay quienes ponen en duda esta idea. Pero antes de
esto hay que explicar el contexto. La guerra de los mil días fue el ultimo conflicto bélico de
gran envergadura, y pese a la precariedad de la vida en el campo y la ciudad, y algunos
eventos violentos en épocas de elecciones, había habido una relativa paz social en el país
desde su fin. Los tímidos intentos de modernización en el país de la década de los 20 no

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Sobre esto hay que decir que no se conocen a ciencia cierta los motivos de su asesinato, pero no se puede
descartar que se trate de un crimen político por su participación en la guerra y su posterior actividad
política.
resultaron, ya fuera por su ambición o por la Ética2 propia del colombiano de la época, en
palabras de Santiago Castro “de corte precapitalista”. La industrialización era precaria y en
esa medida, las condiciones de vida en la ciudad no podían desarrollarse a la misma velocidad
en que se desarrollaba en los países capitalistas.

Con la perdida de legitimidad del partido conservador y la progresiva participación de los


liberales en la política (de la que habían sido excluidos antes de la guerra civil), el triunfo de
la oposición no se hizo esperar, el comienzo de la republica liberal con el gobierno de Alfonso
López Pumarejo en 1930 venía con grandes expectativas. La crisis de 1929 había demostrado
que un sistema económico completamente capitalista no era viable en aquellos países que
habían sido relegados a la periferia del sistema mundial, pero sin embargo no era opción la
idea de adoptar un sistema socialista planificado; las ideas del desarrollo económico hacía
dentro, con un proteccionismo y una industrialización progresiva empezaron a emerger en la
vida nacional. El discurso progresista de López pronto encontró todo tipo de apoyos, desde
el sindicalismo, el partido comunista, los primeros brotes de la izquierda en el país e incluso
algunos conservadores moderados. Su idea de modernizar el país de la mano de un avance
social parecía atractiva a todos los sectores (más en una época en la que lo normal era la
radicalización). Sin embargo, pese a los avances en educación y legislación laboral, las
tensiones sociales no cesaban. Ya fuera por el abuso de las empresas estadounidenses en el
campo (como al Tropical Oil Company o la United Fruit Company), o la fallida aplicación
de una ley de tierras, las luchas sociales parecían solo acrecentarse.

Esto estaba relacionado con otro proceso simultaneo, la conformación de la burguesía


nacional y su lenta pero firme marcha por la toma del poder. Primero con la compra de
senadores y después con el control de los medios de comunicación, el pequeño empresariado
colombiano campaba a sus anchas por las políticas proteccionistas del gobierno. En el
posterior gobierno de Herrera y Santos las cosas no parecían mejorar; los avances sociales se
estancaron y la ofensiva empresarial empezó a politizarse ante los intentos del gobierno
liberal por liberalizar el sistema económico. El partido conservador, en el que se asomaba un
virulento Laureano Gómez, ofrecía todo aquello que la burguesía nacional esperaba:

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Entiéndase ética como aquello que acompaña y explica las formas de sociabilidad y comportamiento de un
colectivo.
protección. No solo económico, sino también social, la persecución de sindicalistas, liberales,
comunistas y todo aquello que pareciera amenazar su modo de vida era otra necesidad.

Una vez que los conservadores llegan al poder cumplen sus promesas al empresariado. Al
otro lado de la arena política Jorge Eliecer Gaitán arremete contra los industriales y los
conservadores, de nuevo recuperando el apoyo de diversos sectores de la sociedad al rededor
de un discurso si no bien radical, amenazante para amplios sectores de la política nacional.
Su asesinato casualmente se dio en un época en la que los industriales buscaban que se
aprobara una reforma arancelaria que los protegía de cualquier competencia extranjera, una
vez que el país entra en caos, el congreso es cerrado y la reforma es aprobada por decreto 3.
La violencia que sigue al Bogotazo (que más bien debería considerarse Colombianazo, según
el autor Eduardo Sáenz Rovner) es el resultado de una bomba de tiempo. Tensiones sociales
comprimidas, rencores de la guerra, conflictos de clase entre patrones y peones, empresarios
y obreros, conflictos políticos entre conservadores y liberales, además de unas condiciones
de vida precarias pese al crecimiento económico, desembocaron en una guerra que está
estrechamente ligada al conflicto armado contemporáneo que vive el país.

EL CONFLICTO ARMADO

La violencia de los años 50 tuvieron como protagonistas a las guerrillas liberales y sus
oponentes, la policía conservadora. El fenómeno de esta primera violencia guerrillera es muy
particular, porque si bien se trata de un proceso de autodefensa, existía la idea de llevar al
movimiento guerrillero al poder; razón por la cual se empiezan a crear una serie de
mecanismos para controlar las zonas liberadas. Las leyes del llano son un ejemplo, en
particular la primera, la cual reglamentaba la planificación de la producción agrícola en las
zonas liberadas. Hay que entender que la idea de planificación de la producción en el mundo
rural tenía una gran significación, ya que los pocos países que habían adoptado un modelo
similar pertenecían a lo que posteriormente se va a conocer como el bloque del este.

Ante la imposibilidad de que Guadalupe Salcedo y sus hombres tuvieran alguna formación
en la filosofía marista, se debe pensar que se trata del resultado de un ejercicio reflexivo
propio de las masas campesinas en armas. Este episodio, al igual que los demás, no estuvo

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No intento decir que los industriales hayan provocado el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y la posterior
violencia que este desencadenó, sin embargo se vieron increíblemente beneficiados por esta.
exento de la sevicia en los asesinatos: violaciones, torturas, desmembramientos, cosas como
“el picado para tamal” se volvieron rutinarias en el día a día de las zonas en conflicto. A ojos
de la sociedad este era el resultado de pasiones políticas, por lo que si se atacaban las disputas
políticas, la violencia se acabaría. El gobierno de Rojas Pinilla fue eso, la entrega del poder
de forma voluntaria a un personaje aparentemente neutral. Sin embargo las estructuras
sociales y económicas profundas, que extendían la desigualdad y la miseria, no se tocaron.
El proceso de paz llevado a cabo con los guerrilleros llaneros y el gobierno fue una paz
artificial, hombres aún alzados en armas se resistían a entregarse a no ser que existieran
reformas profundas y una mayor intervención del Estado en aquellas zonas donde este no se
encontraba. Dentro de estos últimos se encontraban hombres como “Charro Negro” o
“Tirofijo”, quienes acompañados de un gran contingente de colonizadores desplazados por
la violencia se ubicarían en la zona de Rio Chiquito y Marquetalia.

El Estado, desconociendo la naturaleza del conflicto, empezó a adoptar la retorica de una


lucha anti bandolera y anticomunista, dando como resultado que aquellos antiguos liberales
se acercaran a ideas más radicales, como las del partido comunista. Ya en 1964, en épocas
del frente nacional, el nacimiento de las FARC y después del ELN volcaron a la opinión
publica nacional. La filas del movimiento guerrillero estaban conformadas por campesinos
liberales y comunistas, en el caso del ELN había un gran numero de estudiantes y
trabajadores urbanos inspirados por la revolución cubana. Los movimientos armados crearon
consignas sencillas y programas de acción para facilitar su acercamiento con la población
local; el programa agrario de los guerrilleros es un ejemplo, en él se proclama la necesidad
de una verdadera reforma agraria radical, en la que el campesino sea dueño de su tierra, los
indígenas recuperen lo que se les arrebató y el Estado cumpla su función de dar seguridad y
servicios básicos universales. Realmente las ideas de instaurar un gobierno socialista eran
marginales, se trataba de la creación de las bases de una republica soberana y justa con todos
sus ciudadanos.

Después de las FARC y el ELN seguirán surgiendo movimientos, autodefensas obreras, el


EPL, el Quitin Lame, el M19, el PRT, etcétera. Cada uno con una filosofía diferenciada y
con métodos de lucha diversos, a pesar de estar conformados por grupos similares
(estudiantes, campesinos, trabajadores e intelectuales). La mayoría de ellos se
desmovilizarían entre los años 80 y 90, en un entramado de procesos de paz con diferentes
alcances en materia de compromisos sociales y políticos. Las negociaciones con las FARC
tuvieron siempre el inconveniente de otorgar una participación política real en tiempos en los
que dominaban una gran parte del territorio. El hecho de que el movimiento político de la
Unión Patriótica consiguiera altas votaciones no puede ser desligado de las acciones del
movimiento guerrillero, allí donde los guerrilleros hacían un trabajo político y social, la UP
conseguía mayor cantidad de votos. El exterminio de la agrupación política envió un mensaje
claro a la futura dirigencia de la guerrilla: la entrega de las armas no sería posible. El ELN
fue desarticulándose poco a poco, en parte debido a su composición tan heterogénea, la
facción de regeneración socialista sería la ultima en desmovilizarse, pero sus aspiraciones
políticas no llegaron más lejos. Los cristianos camilistas dirigirían el movimiento hasta la
muerte del Cura Pérez y actualmente el movimiento es dirigido por un grupo poco
heterogéneo de guevaristas y castristas. El M19, nacido de un fraude electoral, por la
moderación de su discurso, tuvo una gran acogida en las clases populares de las ciudades.
Después de acciones tan desafortunadas como la toma del palacio de justicia, el movimiento
se encontraba agotado y deslegitimado, su proceso de paz en principio solo aseguró su
participación política y amnistía, pero los resultados en la Asamblea Nacional Constituyente,
con la Alianza Democrática M19 como tercera fuerza política, demuestran su fuerza y arraigo
popular, las constitución de 1991, consecuencia indirecta del proceso, es quizá el intento
mejor logrado de una serie de reformas políticas y sociales en el país en la búsqueda de una
paz estable y duradera.

El EPL también se desmovilizó y creó su propio movimiento político, Esperanza, Paz y


Libertad, pero la acción conjunta de la guerrilla de las FARC, paramilitares y el Estado
terminaron por desarticular el movimiento en sus zonas de mayor influencia, como la costa
caribe. De forma paralela a los procesos de paz aparecieron los paramilitares y
narcotraficantes, razón por la cual la violencia contra los desmovilizados y sus apoyos en la
sociedad civil fue aumentando. Las décadas posteriores al frente nacional son el escenario de
fuerte luchas sociales, unas clases populares divididas y enfrentadas, una clase política
dividida por sus intereses económicos legales e ilegales; tampoco hay que olvidar el contexto
económico global, las crisis de la deuda se extendía en América Latina desde el abandono
del modelo de desarrollo hacía adentro, la miseria de las periferias engrosaba las filas de los
movimientos armados y el dinero del narcotráfico financió sus acciones.

El siglo XX había comenzado con una guerra y parecía que iba acabar en otra. El nuevo
intento de paz con las FARC del presidente Pastrana no daba resultado, en parte por la poca
voluntad de la guerrilla, pero también por el accionar doble del gobierno. Mientras que
negociaba la entrega de armas en el Caguán, las reformas sociales no parecían asomarse por
ningún lado, pero aún así ya se estaba negociando el Plan Colombia; dinero estadounidense
destinado a la lucha contra el terrorismo. El fin de conversaciones solo fue el presagio de lo
que vendría con el gobierno de Álvaro Uribe, que no solo articularía el accionar militar y
paramilitar, sino que también, volviendo a las lógicas de la guerra fría y la seguridad nacional,
perseguiría todo aquello que pudiera estar alineado con el pensamiento político guerrillero.
Si existe un motivo para decir que su gobierno fue le más violento en la historia del conflicto
armado no es una cuestión ideológica. El mayor numero de desplazados se vieron allí, el
mayor numero de asesinatos y el temible caso de las ejecuciones extrajudiciales. Las políticas
neoliberales siguieron engrosando las filas de los grupos armados y frente a la protesta social
no hubo ningún tipo de negociación. Los dineros del Plan Colombia, que según Carlos Díaz
ascienden a 100.000 millones de dólares, se invirtieron en la modernización del ejercito y los
organismos de inteligencia, ambos cuerpos después acusados de crímenes de lesa humanidad
y persecución política.

SOBRE LA VIOLENCIA ACTUAL Y EL PROCESO DE PAZ CON LAS FARC

Colombia sigue siendo un país violento. Los reductos de la desmovilización de los


paramilitares han incrementado su actividad contra los lideres sociales en las zonas apartadas
de Colombia, y en menor medida en los centros urbanos. Las disidencias del proceso de paz
con las FARC continúan su accionar y aún existen algunas células débiles del EPL
enfrentadas a las unidades del ELN. Las políticas económicas, educativas y de participación
democrática no parecen apuntar a un apaciguamiento de los conflictos sociales, sino todo lo
contrario. Pese a esto, no es posible realizar un análisis de la violencia actual y sus efectos, o
si está relacionada con el proceso de paz firmado con las FARC, por lo que es algo
relativamente reciente y debe dársele tiempo para su despegue, pero el panorama no resulta
alentador.
CONCLUSIONES

Como se mencionó al principio del texto, existen constantes en la historia de Colombia, como
la violencia; pero a su vez, esta constante se encuentra atravesada por unos factores, de tipo
económico, político y social. En tiempos donde la participación política se encuentra
secuestrada por un grupo económico de la sociedad, y las condiciones materiales de vida son
precarias, las guerra parece ser la única opción para conseguir reformas, sin embargo, cuando
estas son ineficientes y poco efectivas, el conflicto degenera aún más, llegando a niveles de
sevicia sorprendentes. El Estado colombiano, en su objetivo de buscar la paz, ha cometido
un sin numero de errores; desde la traición de los acuerdos hasta la ineptitud de cumplir lo
acordado, es el responsable de la violencia en el país. Así mismo, la violencia actual y pasada,
se ve marcada por un conflicto dentro de los sectores enfrentados, la guerra entre la clase
política, los sectores económicos y las clases populares son manifestaciones de una sociedad
que aún no encuentra un rumbo al cual apuntar. La constitución de 1991 es el mejor intento
por empezar la construcción de una nueva sociedad, por lo que es de especial importancia
profundizar en el estudio de su alcance y las posibles maneras de mejorarlo.

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