Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Sin embargo los sistemas culturales (y políticos) no se limitan a aquellos de origen europeo
sino que coexisten y coexistieron diversos sistemas culturales en una gran cantidad de
escenarios en los que en algunos casos se impone un sistema cultural por la fuerza sobre otro
haciendo que el anterior pierda fuerza, se fusione o desaparezca por completo.
Podemos observar, por ejemplo, como muy a pesar de la idea marxista de internacionalismo
obrero las lógicas nacionales se impusieron e hicieron mucho más importantes en los distintos
procesos revolucionarios del mundo, y aún en los estados que se dicen marxistas impera un
fuerte componente nacional, incluso se ha visto como el nacionalismo se muestra como una
causa para el desarrollo de las revoluciones, como se puede evidenciar en los movimientos
foquistas y marxistas latinoamericanos en los cuales se crean varios “ejércitos de liberación
nacional” que tratan de reivindicar no solo al obrero como sujeto revolucionario, sino a aquellos
que se entienden (o que tales movimientos entendieron) como parte de una nación ya existente,
sino que también a otros colectivos sociales, principalmente el campesino y el indígena.
También es evidente que a pesar del sistema económico capitalista mundializado cada vez más
con su ideal individualista metodológico del homo economicus sigue existiendo en gran parte
de la población un sentimiento colectivo de pertenencia a las naciones, aquí, el nacionalismo
como sistema se hace paradógico, pues nubla el ideal de racionalidad individual lo que por sí
solo puede constituir un limitante a las actividades de mercado.
De lo anterior se deriva el segundo punto que es el hecho de que el nacionalismo más que un
sistema político pensado y ordenado es más bien un fenómeno que se va dando progresivamente
en la historia para reconfigurar el pensamiento que pasó de religioso a secular en torno al
sistema de estado. Esto significa que no es un orden racional y lógico sino que más bien tiene
bastantes elementos comunes con las religiones.
La anterior idea se entiende desde ciertas paradojas encontradas internamente en algunos puntos
que definen al nacionalismo, según Anderson (1993):
A partir del proceso filosófico de ilustración en Europa se secularizan casi todos los aspectos
de la vida pública y privada de las personas que antes encontraban en la religión el alivio
generado por la idea de trascendencia y de temporalidad: la idea del paraíso cristiano. Pero no
solo se ve perturbado por el cambio en la cosmovisión general el aspecto de la temporalidad
sino una gran cantidad de aspectos y de elementos que legitimaban el régimen feudal y los
consecuentes modos de vida con sus jerarquizaciones y signos de lo sagrado, por ejemplo, en
el plano de los íconos; cuando alguien era ordenado caballero en la época medieval este
adoptaba un emblema propio, en cambio en el estado moderno la idea de nación hace que los
que participan en un ejército (ahora regular) lleven y aprendan los símbolos que representan a
la nación, como creando el deber de llevar un escudo y de aprenderse un himno.
Lo anterior origina el cambio del origen de la comunidad imaginada, que antes encontraba sus
rasgos comunes en la religiosidad y, más específicamente, en sus expresiones escritas por textos
sagrados, en el caso de Europa, la identidad de la lengua civilizada: el latín, esto se puede
evidenciar en el hecho de que la aprehensión directa o, comúnmente, indirecta de esta lengua
causaba la salida a la condición de barbarie.
Este anterior sistema se rompe por varias razones; la primera es que poco a poco se empiezan
a identificar ciertas identidades locales que engendran una versión anterior de nación por lo
cual poseían ya cierta identidad construida sobre su propia cultura y, sobre todo, su propia
lengua vernácula, lo que lleva a la segunda razón que es la progresiva obsolescencia del latín
tanto como idioma que conecta lo sagrado con lo profano como el hecho de ser el idioma
predilecto para la escritura académica, para el siglo XVII ya se escribía muy a menudo en lengua
vernácula.
La ruptura del sistema cultural religioso y de escritura conlleva a su remplazo por la identidad
nacional, que ahora es la que completa el vacío dejado por la idea de trascendencia a la vida
eterna con la idea del sostenimiento inmemorable e indefinido de la nación:
“La idea de un organismo sociológico que se mueve periódicamente a través del tiempo
homogéneo, vacío, es un ejemplo preciso de la idea de la nación, que se concibe también
como una comunidad sólida que avanza sostenidamente de un lado a otro de la historia”
(Anderson, 1993: 48)
Esta imposición violenta sumada al largo proceso histórico crea un nuevo imaginario en las
etnias ahora fragmentadas y mezcladas social y genéticamente con las españolas de inferioridad
a partir de una imagen mistificada que glorifica el ideal cambiante de europeo antes fuertemente
católico y posteriormente moderno pero siempre hombre y blanco y pone esta imagen como
ideal que termina creando la idea de que adaptarse a este es un requerimiento para el ascenso
social hacia una posición de privilegio que antes no existía de esta manera.
De la mano con lo anteriormente dicho surgen ciertas paradojas entre los imaginarios de
múltiples pueblos indígenas, su cosmovisión y construcción del sujeto a partir de
Conclusión
Bibliografía