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Culiacán Rosales a jueves 12 de Junio de 2014.
Ensayo sobre la idea de la culpa, y los ideales ascéticos en Nietzsche
Índice:
-Introducción (p.3)
-La Culpa (p3.)
Promesas y responsabilidad (p.3)
La crueldad y la deuda (p.4)
Todo tiene un precio y “el poderoso benévolo” (p4.)
El sacerdote-filósofo (p.7)
-Conclusión (p.9)
-Bibliografía (p.10)
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Ensayo sobre la idea de culpa, la mala conciencia, y los ideales ascéticos
en Nietzsche
Despreocupados, irónicos, violentos
..así nos quiere la sabiduría: es una mujer,
ama siempre únicamente a un guerrero...
Así habló Zaratustra67
Introducción
La historia de la moralización de la humanidad, precisamente es lo que intenta hacer
Nietzsche en su obra Genealogía de la moral, comenzando en un principio por desentrañar
los secretos de la procedencia de la idea de Bondad y maldad, y demostrar que este, está
fuera de la “trascendencia divina y sagrada” o de todo valor en si. En los siguientes tratados
abordará los temas de la culpa y el ascetismo, uno fuertemente ligado a la idea de pecado o
transgresión social, según el ámbito en que se le mire; y el otro ligado a la “Santidad” o
“Virtud beata” que han permeado de tal manera en la conciencia del hombre que ese cree
que siempre han estado ahí, así como se cree lo mismo de la bondad y la maldad, tema ya
tratado en el primer tratado del presente libro.
Nietzsche en estos dos tratados seguirá utilizando el método genealógico para lograr
hallar indicios de la procedencia del sentimiento de culpa y de los ideales ascéticos
Nietzsche propone un análisis histórico-psicológico del desarrollo de estas realidades
humanas, por medio de este estudio en cooperación de los conocimientos filológicos acerca
de la evolución del contenido de los conceptos Nietzsche hará un recorrido por hasta la
génesis del valor, e intentara demostrar como la fuente primaria de la mala conciencia y la
“verdadera santidad” que encierra el ascetismo, origen que tienen un principio muy
diferente al que se cree y se defiende.
En el siguiente tratado expondré primeramente el referente a la culpa y la mala
conciencia y posteriormente el que versa sobre los ideales ascéticos, intentando dar una
interpretación personal acerca de la lectura del texto y concluir con aquello que pudiese ser
de importancia e interés.
La Culpa
Para Nietzsche el sentimiento de culpa tendrá su origen más primitivo en las
relaciones comerciales, en los contratos hechos entre deudor y acreedor, siendo el concepto
de culpa equivalente en un primer momento al de deuda.
Promesas y responsabilidad
Siempre al llevar a cabo un contrato se adquiere una responsabilidad de cumplirlo,
pero esta idea de responsabilidad tuvo que madurar, no surge desde siempre, la humanidad
fue “educada”, para cumplir con las obligaciones que ha contraído y esta educación ha sido
cruenta «Para que algo permanezca en la memoria se lo graba a fuego; sólo lo que no cesa
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de doler permanece en la memoria». (Nietzsche, 1996, p. 19) Desde entonces la promesa y
el espanto serán compañeras muy unidas, ejemplo: los votos religiosos con ritos
sangrientos; la crueldad es necesaria, pues para construir una memoria, una especie de
trascendencia a través del sacrificio que hace que una promesa permanezca presente y
venza la capacidad de olvido presente en el hombre, esta educación de la conciencia es lo
que Nietzsche llama: volverse serio. Y pone como ejemplo el tópico de la seriedad propia
del pueblo alemán, y la metamorfosis histórica que fue sufriendo para llegar a ese punto
actual.
La crueldad y la deuda
La conciencia de culpa no está en el que debe, sino es impuesta por la cólera del
acreedor que al verse perdiendo mercancía, descarga su cólera en el deudor, las garantías
que se han dado en el contrato, inicialmente de índole sangrienta y cruel, buscaban mas que
resarcir el daño, el desahogar la cólera del que ha perdido en el negocio, obteniendo con
esto un sentimiento de bienestar, un saciar la necesidad de hacer el mal por el simple placer
de hacerlo, además el deudor al no haber pagado, ha perdido su situación de igual ante el
acreedor, se ha convertido en un mentiroso, por lo que le es licito al acreedor despreciarlo y
ser cruel. En la crueldad siempre habrá elementos festivos, que reflejan el gozo que se tiene
al hacer sufrir, una festividad mas allá del bien y el mal, una especie de manifestación de
Señorío de alguien que se encuentra por encima de toda eticidad y puede darse el lujo de
practicar una crueldad desinteresada.
Según Nietzsche con el abandono de esta crueldad el hombre se volvió pesimista,
todo esto fruto de la moralización del actuar humano:
La cansada mirada pesimista, la desconfianza respecto al enigma de la vida, el
glacial no de la náusea sentida ante la vida .. éstos no son los signos distintivos de las
épocas de mayor maldad del género humano: antes bien, puesto que son plantas
cenagosas, aparecen tan sólo cuando existe la ciénaga a la que pertenecen, ... me refiero
a la moralización y al reblandecimiento enfermizos, gracias a los cuales el animal
«hombre» acaba por aprender a avergonzarse de todos sus instintos. (Nietzsche, 1996, p.
22)
En la antigüedad hacer sufrir era un atractivo de primer rango, tanto que para
justificar tal crueldad los Dioses eran tan crueles o más que los hombres, siendo esta
incluso una especie de justicia, ofrenda, sacrificio, un rito comunitario, pues la crueldad ha
de necesitar siempre de espectadores por el carácter “festivo de la misma”.
Todo tiene un precio y “el poderoso benévolo”
Todo tiene su precio, todo puede ser pagado de una u otra manera, esto lo aprendió
el hombre muy antiguamente, es el acuerdo de “buena voluntad” entre los hombres donde
entre iguales se hacen promesas para ser cumplidas y a los inferiores se les fuerza a aceptar
los términos y así pagar el precio. Los beneficios de vivir en comunidad le son despojados a
quien no paga su deuda, y esta le es cobrada de otra forma, el proscrito es despojado de sus
privilegios en la comunidad y el acreedor puede así descargar su cólera, pero cuando en una
comunidad o ciudad, el poder de una persona se acrecienta deja de tomarle tanta
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importancia a las deudas, ya no se descarga sobre él la ira y hasta se le protege, «¿Qué me
importan a mí propiamente mis parásitos?, podría decir entonces, que vivan y que
prosperen: ¡soy todavía bastante fuerte para ello!...» (Nietzsche 1996, p. 25)
La mala conciencia
«La mala conciencia es la profunda dolencia a que tenía que sucumbir el hombre bajo
presión de aquella modificación, la más radical de todas las experimentadas por él, de
aquella modificación ocurrida cuando el hombre se encontró definitivamente encerrado en
el sortilegio de la sociedad y de la paz […] De un golpe todos sus instintos quedaron
desvalorizados y en suspenso... » (Nietzsche 1996 p.29) El hombre, según Nietzsche, está,
pues, preso de la sociedad, y al no poder desahogar sus instintos hacia fuera los descarga
hacia dentro: así se forma la interioridad humana, el alma, el origen de la mala conciencia.
Esta es pues la tesis que plantea Nietzsche en el segundo tratado: Todos los instintos que no
se desahogan hacia fuera se vuelven hacia dentro, esto es lo que llamo la interiorización del
hombre: únicamente con esto se desarrolla en él lo que más tarde se denomina su alma; las
penas sobre todo cuentan entre tales bastiones, hicieron que todos aquellos instintos del
hombre salvaje, libre, vagabundo, diesen vuelta atrás, se volvieran contra el hombre mismo.
La enemistad, la crueldad, el placer de la persecución, en la agresión, en el cambio, en la
destrucción, todo esto vuelto contra el poseedor de tales instintos: ése es el origen de la
mala conciencia (Nietzsche 1996 p. 29). «Es una enfermedad la mala conciencia, no hay
duda, pero una enfermedad como lo es el embarazo... » (Nietzsche 1996 p. 31).
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Deuda a los antepasados y a los dioses
Volviendo el autor a los conceptos de deudor y acreedor, considera que los dioses
deben su origen a este sentimiento de deuda-culpa. Los antiguos se sentían deudores de sus
antepasados. Y para pagar su deuda y redimirse, les ofrecían sacrificios; cuanto mayor es la
deuda, más terrible se presentan los dioses, hasta que la “deuda es impagable”, llegan los
dioses a su máxima altura: el Dios único y omnipotente. Aquí Nietzsche dirá que el
ateísmo consiste en no tener deudas con los dioses, no deber nada a un poder supremo que
no existe; es una segunda inocencia, una vuelta a una existencia pre-teológica: «... no hay
que rechazar la perspectiva de que la completa y definitiva victoria del ateísmo pudiera
liberar a la humanidad de todo ese sentimiento de hallarse en deuda con su comienzo, con
su causa primera. El ateísmo y una especie de segunda inocencia se hallan ligados entre sí»
(Nietzsche 1996 p.32). «Esto es lo que provisionalmente hay que decir, con brevedad y a
grandes rasgos, sobre la conexión de los conceptos culpa, deber, con presupuestos
religiosos [...] de propósito he dejado de lado [...] el entrelazamiento de la mala conciencia
con el concepto de Dios» (Nietzsche 1996 p.32).
Ideales ascéticos
En este tratado es el más amplio de todos, comienza con las burlas e ironías
dolorosas sobre los artistas y, más en concreto, contra Wagner y su Parsifal, Las opiniones
de los artistas no tienen ningún valor, dice; ellos han sido siempre los ayudas de cámara de
una moral, de una filosofía, o de una religión. Por tanto, el que unas veces alaben la
sensualidad y otras la castidad, no demuestra más que su inconstancia, su veleidad. Pasa
con sus burlas e ironías a los filósofos y se pregunta ¿por qué los filósofos se han sentido
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atraídos por el ideal ascético? En el ideal ascético se encuentran insinuados ciertos puentes
hacia la independencia que busca el filósofo. Porque pobreza, humildad y castidad son más
propicios al filósofo que la "fama, los príncipes y las mujeres". A un filósofo se le reconoce
en que se aparta de estas tres cosas brillantes y ruidosas. Nietzsche escribe entonces el
asombroso párrafo 8, en que con tremenda ironía comenta los tres votos del filósofo. El
ascetismo duro y sereno, o, en otras palabras, el ideal ascético, fue algo favorable a la
filosofía en sus comienzos. Le ayuda a dar sus primeros pasos en la tierra: «el ideal ascético
ha sido tratado siempre con una cierta parcialidad a su favor precisamente por los filósofos»
(Nietzsche 1996 p. 41).
El sacerdote-filósofo
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“El médico sacerdote”
Nietzsche busca el hombre nuevo, alguien que pudiese ser un antagonista digno del
ideal ascético y no lo encuentra en los últimos idealistas:
« Y ahora examinemos, los últimos idealistas que hoy existen entre filósofos y
doctos: ¿Tenemos en ellos tal vez los buenos adversarios del ideal ascético, los
antiidealistas de éste? [...] todos esos pálidos ateístas, anticristos, inmoralistas, nihilistas,
estos escépticos, efécticos, hécticos de espíritu (esto último lo son todos ellos en algún
sentido) [...] de hecho se creen sumamente desligados del ideal ascético, estos espíritus
libres, muy libres [:..] aquel ideal es precisamente su ideal, ellos mismos, y acaso nadie
más, lo representan hoy [...] Se hallan muy lejos de ser espíritus libres: pues creen
todavía en la verdad » (Nietzsche 1996 p. 57).
Ante la nulidad del espíritu moderno para liberar al hombre de las cadenas de la
moral cristiana y de su lastre de desprecio nihilista hacia la vida y promete una nueva obra:
«¡Basta! ¡Basta! Dejemos estas curiosidades y complejidades del espíritu más moderno...
esas cosas las abordaré con mayor profundidad y dureza en otro contexto (bajo el título
historia del nihilismo europeo; remito para ello a una obra que estoy preparando: La
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voluntad de poder. Ensayo de una transvaloración de todos los valores...) » (Nietzsche
1996 p. 61).
Y todo esto ha ocurrido porque en la tierra no ha existido hasta el momento más que
un único ideal: «Pero el hombre prefiere incluso querer la nada a no querer » (Nietzsche
1996 p. 62).
Así quedaría preconizado el ideal ascético: un mal menor que ha llenado el hueco de
vacío en la existencia del hombre que no tiene la suficiente fuerza de espíritu, la suficiente
voluntad de poder, un preferir una fantasía antes que imponer la voluntad, una voluntad que
quiere vivir.
Conclusión
El débil es un ser resentido, que buscara venganza y justicia, buscara ser Señor pero
sin las características de libertad de las que goza el verdadero señor, de este resentimiento,
surgirán la culpa y los ideales ascéticos, las formas en que la voluntad débil se enseñora y
forma la conciencia de los demás esclavos, una manera de seguir viviendo y protegiéndose,
y es precisamente esta moral contra la vida la que ha hecho del hombre un ser pesimista un
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hombre que ha caído en el nihilismo y del cual no podrá salir sin antes atravesar un proceso
de catarsis, de cura en contra del veneno de la tradición y de una cultura que lo ha
prejuiciado. Nietzsche hace un llamado a la libertad, no a los hombres de su tiempo, pero si
a las generaciones futuras, y espera el día, en que el ser sobre humano, pueda librarse de
esas cadenas y pueda auténticamente vivir desencadenado de las ataduras del bien y el mal,
pueda vivir haciendo su voluntad.
Bibliografía:
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