Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
De modo semejante los autores son muy acertados, ya que los niños forman
enfoques cognitivos que pueden ser negativos o positivos para sus actos educativos
en la posteridad.
Por otra parte , quizás uno de los problemas más comunes es la dificultad de los
términos científicos, su tecnicidad y la forma de enseñanza, porque los infantes no
tienen la madurez biológica para asimilarlos y comprenderlos de inmediato, pues
esto requiere de largo tiempo, lenguajes sencillos y bastante cotidianos, pero sobre
todo de una planeación pedagógica que genere el interés por parte del educando,
partiendo de la realidad, mezclando las ideas intuitivas con las científicas y
propiciando un aprendizaje eficaz de acorde con la edad. Dicho esto la función
principal de enseñar ciencias en la educación obligatoria es contribuir a la formación
de todas las personas y no únicamente de quienes, en un futuro, se dedicarán
profesionalmente a su estudio. En una sociedad democrática, enseñar ciencias a
todas las personas debe contribuir al ejercicio de la ciudadanía, al desarrollo de una
conciencia social y preparar para la toma de decisiones razonadas y fundamentadas
en cuestiones relacionadas con la ciencia y la tecnología, pero con extensión a otros
ámbitos de la vida. De ahí que, en nuestro país, si bien las ciencias se han ganado
un importante espacio en el currículo de la educación obligatoria, una mirada a sus
fines educativos denota una tensión entre ofrecer una educación científica básica
que brinde conocimientos científicos generales o una formación especializada que
sirva de antecedente para quienes decidan optar por las ciencias como una
actividad profesional. La enseñanza actual de las ciencias, como parte de los niveles
de educación obligatoria, tendría que redefinir sus fines educativos para poder
cumplir con la función principal de su enseñanza: ampliar el panorama intelectual,
ético y de conciencia del mundo que rodea a los individuos y de propiciar que tengan
una mayor participación ciudadana.
De ahí que , enseñar ciencias implica promover una imagen de ciencia como
actividad intelectual humana y colectiva cuyos productos tienen una conexión con
asuntos de la vida cotidiana. La enseñanza de las ciencias no sólo ha de permitir
que los estudiantes adquieran los conocimientos y habilidades científicas
fundamentales, sino también que comprendan cómo funciona y opera la ciencia y
la comunidad científica y cómo se construye y valida el conocimiento. Además, que
sean conscientes de los valores implicados en la actividad científica, así como la
relación que existe entre la ciencia, la tecnología y la sociedad. Si bien esta imagen
de ciencia suele tener presencia en los fundamentos del currículo, su concreción a
nivel de contenidos y métodos educativos es un asunto pendiente por resolver en
los diseños curriculares. Cuando se plantean cambios en el currículo de ciencias,
pocas veces se pone en cuestión la visión que se tiene sobre la ciencia, los
científicos, sus procedimientos, por lo que los cambios son sólo superficiales.
Renovar la enseñanza de la ciencia desde los planteamientos curriculares pasa
necesariamente por revisar las ideas que se tienen sobre el mundo de la ciencia.
Ahora bien , las ciencias son una actividad humana orientada a la generación de
conocimiento mediante tres grandes fases: de descubrimiento o construcción de
conocimiento; de justificación, validación o evaluación de eso construido, y de
comunicación o divulgación. Las actividades de aprendizaje promovidas desde el
currículo deben equilibrar estas fases de la actividad científica, pero considerando
las características cognitivas de los estudiantes y las condiciones escolares
específicas de cada nivel educativo. No se trata de que el currículo de ciencias sea
una descripción amplia, detallada y puntual de actividades de aprendizaje para
llevar a la práctica; más bien, de que en él se planten los mejores ejemplos de
situaciones de actividad didáctica. En el currículo de ciencias vigente para
educación primaria se sostiene un enfoque de enseñanza basada en competencias
y se plantean algunas sugerencias didácticas. Sin embargo, esto no se lograr
concretar en las actividades propuestas en los libros de texto, en las cuales
prevalecen objetivos relacionados con la obtención y aplicación de conocimientos,
así como la promoción de procedimientos relacionados con la observación, la
búsqueda de información y la comunicación. Esto plantea una tensión pues, al no
existir congruencia y consistencia en el diseño curricular, se deja al profesor innovar
en la incertidumbre. Tener desde el diseño buenos ejemplos de actividad didáctica
podría apoyar la creatividad de los docentes para planear, organizar y evaluar
actividades mucho más relevantes, situadas y contextualizadas.
Evidentemente la complejidad, diversidad y dimensiones de los niveles que articulan
la educación obligatoria en México hace pensar que introducir mejoras en el
currículo de ciencias resulte infalible para elevar la calidad de su enseñanza y, por
ende, mejorar los resultados educativos. De hecho, mejorar el currículo es una
acción que puede potenciar cambios en otros ámbitos del sistema educativo, de las
escuelas, y de lo que ocurre en las aulas. Aún se desconocen las respuestas que el
nuevo currículo de ciencias para la educación obligatoria, derivado del Modelo
Educativo, ofrece a las cuestiones que son centrales en este campo de formación:
¿para qué enseñar ciencias? ¿qué ciencia enseñar? Y ¿cómo enseñar ciencias?
Los puntos aquí planteados pueden ser concebidos como un referente para valorar
la calidad del diseño de la nueva propuesta curricular. Considero que aún debemos
seguir reflexionando sobre las repercusiones de contar con un currículo científico
único y de aplicación nacional, lo que exige un cuidado especial en su elaboración
para garantizar no sólo una propuesta que sea relevante, pertinente y congruente,
sino también que propicie la equidad de su enseñanza.
Dicho esto , cualquier esfuerzo por renovar el currículo debe tener presente que los
procesos de cambio educativo son paulatinos y que, para los docentes, la
implementación de innovaciones curriculares implica un proceso de aprendizaje.
Además, renovar el currículo de ciencias debe pasar por conocer lo que
cotidianamente ocurre en las escuelas y aulas, garantizar condiciones de trabajo
escolar y recursos materiales, repensar los tiempos de enseñanza asignados,
ofrecer una formación docente amplia y sostenida, entre otras acciones. Las
ciencias son una herencia cultural inalienable, su conocimiento es un derecho de
las nuevas generaciones. Lo propuesto curricularmente es un camino para
garantizar que se cumpla el derecho de niñas, niños y jóvenes a recibir una
educación científica de calidad.