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"Carlos", es el nombre de un cuento de Shirley Jackson, escritora norteamericana cuya orientación literaria se orientaba, sobre todo, hacia los relatos de terror. No obstante, el presente relato, no pertenece a ese género, sino que retrata de manera deliciosa las peripecias por las que pasa una familia norteamericana común cuando su hijo pequeño debe ingresar a la escuela. EL final puede ser un tanto predecible, pero no por ello deja de ser interesante.
"Carlos", es el nombre de un cuento de Shirley Jackson, escritora norteamericana cuya orientación literaria se orientaba, sobre todo, hacia los relatos de terror. No obstante, el presente relato, no pertenece a ese género, sino que retrata de manera deliciosa las peripecias por las que pasa una familia norteamericana común cuando su hijo pequeño debe ingresar a la escuela. EL final puede ser un tanto predecible, pero no por ello deja de ser interesante.
"Carlos", es el nombre de un cuento de Shirley Jackson, escritora norteamericana cuya orientación literaria se orientaba, sobre todo, hacia los relatos de terror. No obstante, el presente relato, no pertenece a ese género, sino que retrata de manera deliciosa las peripecias por las que pasa una familia norteamericana común cuando su hijo pequeño debe ingresar a la escuela. EL final puede ser un tanto predecible, pero no por ello deja de ser interesante.
Por Shirley Jackson a su padre. -¿Qué cosa? –dijo el padre mirando hacia arriba. El día que mi hijo Laurie entró al Kinder renunció a -Mira aquí abajo –añadió Laurie-. Mira mi dedo pul- sus pantalones de pana con peto y comenzó a usar gar. ¡Ah, qué tonto eres! los de dril azul, con cinturón. Me quedé viéndolo Se puso a reír como un loco. mientras se alejaba en compañía de la muchacha de -¿Por qué le pegó Carlos a la maestra? –pregunté la casa vecina, y me di cuenta de que había termina- rápidamente. do una etapa de mi vida, y que el pequeño dejaría de -Porque quiso que pintara con lápices rojos –dijo despedirse con la mano al llegar a la esquina. Laurie-. Carlos quería pintar con lápices verdes, y por Regresó a casa de igual manera, dejando la puerta eso le pegó a la maestra, y ella le dio unos azotes y abierta, la gorra en el suelo, y la voz repentinamente dijo que nadie jugaría con Carlos, pero nadie le hizo más ronca: caso. -¿Hay alguien en casa? El tercer día –miércoles de la primera semana- Carlos Durante la comida habló con insolencia a su padre, tiró del columpio a una niña y la hizo sangrar, la volcó la leche de su hermanita y afirmó que, según maestra lo tuvo que encerrar. El jueves permaneció decía la maestra, no debe invocarse el santo nombre en un rincón durante la clase de historia, porque de Dios en vano. estuvo golpeando el suelo con los pies. El viernes no -¿Cómo estuvo hoy la escuela? –pregunté como por le dejaron dibujar en el pizarrón porque se divirtió casualidad. tirando gises a los demás. -Muy bien –contestó. Cuando llegó el sábado, dije a mi esposo: -¿Aprendiste algo? –preguntó el padre. -¿No crees que el Kinder sea inconveniente para el Laurie miró fríamente a su padre y contestó: niño? Con todas esas palabrotas que aprende, y la -Aprendí nada. mala influencia de ese Carlos... -No aprendí nada –le corregí. -No te preocupes – me tranquilizó mi marido-. En el -La maestra dio unos azotes a un niño –dijo Laurie mundo hay mucha gente como ese Carlos. Da lo mirando su pan con mantequilla-. Por ser un fresco – mismo que lo conozca ahora que más tarde. añadió con la boca llena. El lunes siguiente Laurie regresó a casa algo más -¿Qué hizo? –pregunté-. ¿Cómo se llama? tarde, lleno de noticias. Laurie quedó un rato pensativo. -¡Carlos! –gritó desde lo alto de la colina. Yo lo -Fue Carlos –contestó-. Un fresco. La maestra le dio esperaba con ansiedad-. Carlos volvió a hacer unos azotes y lo mandó a un rincón. Se portó con maldades. mucha frescura. -Entra –dije cuando estuvo más cerca-. Te espera la -¿Qué fue lo que hizo? –volví a preguntar, pero Laurie comida. -¿Sabes qué cosa hizo Carlos? –me preguntó brincó de la silla al suelo, cogió un dulce y se fue, mientras pasaba por la puerta detrás de mí-. Carlos mientras su padre le decía: gritó tanto en la escuela que mandaron un niño -Oiga usted, jovencito. desde otra clase para decirle a la maestra que lo El día siguiente, en cuanto Laurie tomó asiento para hiciera callar, y cuando terminó la clase Carlos tuvo comer, dijo: que quedarse castigado. Y los otros niños también se -Carlos volvió a portarse mal –hizo una mueca y aña- quedaron, para hacerlo. dió-. Hoy Carlos le pegó a la maestra. -¿Qué hizo? –pregunté. -Santo Cielo –dije, pensando en el nombre de Dios-. -Sólo se sentó –contestó Laurie brincando hasta su Supongo que recibió su castigo. silla-. ¡Hola, papá, cabeza de estropajo! -Carlos tuvo que quedarse castigado cuando terminó llevaba a la cocina. Hasta mi esposo, cuando dio con la clase –informé a mi marido-, y todos se quedaron el codo al teléfono y tiró teléfono, cenicero y jarrón con él, a verlo. con flores al suelo, dijo enseguida: “Parece cosa de -¿Cómo es ese Carlos? Preguntó mi marido a Laurie-. Carlos”. ¿Cuál es su apellido? Durante la tercera y cuarta semanas, Carlos sufrió un -Es mayor que yo –contestó Laurie-. Y no tiene cambio. Laurie declaró con mirada torva durante la tirantes ni lleva chaqueta. comida del jueves de la tercera semana: En la noche del lunes se celebró la primera reunión -Carlos fue hoy tan bueno que la maestra le regaló de maestros y padres de familia, pero como el bebé una manzana. estaba algo resfriado no pude asistir. Tenía muchos -¡Qué! –grité, y mi esposo añadió: -¿Te refieres a ... a deseos de conocer a la mamá de Carlos. El martes, Carlos? Laurie dijo de pronto: -Carlos –explicó Laurie- repartió los lápices y recogió -Vino alguien a ver a la maestra. los libros, y la maestra dijo que la ayudaba muy bien. -¿La mamá de Carlos? –preguntamos al mismo -¿Qué sucedió?- pregunté, incrédula. tiempo mi marido y yo. -Sólo que la ayudó mucho –contestó Laurie, y se -No –contestó Laurie con gesto desdeñoso-. Era un encogió de hombros. hombre, que nos mandó hacer ejercicios, y tocar -¿Crees que sea cierto eso de Carlos? – pregunté a mi nuestros dedos de los pies. Así, miren –y bajó de la marido aquella noche-. ¿Pueden suceder cosas así? silla y se inclinó hasta tocar las puntas de los dedos -Espera y verás –dijo él, cínicamente-. Con tipos como de los pies-. Así –volvió a decir, y tomó asiento con ese Carlos, quiere decir que planea algo. gesto solemne-. Carlos no quiso hacer los ejercicios. Pero estaba en un error. Por espacio de una semana, -¡Vaya! –exclamé-. ¡Así que Carlos no quiso hacer los Carlos fue el brazo derecho de la maestra. Todos los ejercicios! días repartía unas cosas y recogía otras. Y ningún día -¡No! Carlos fue tan fresco que dijo al amigo de la tuvo que quedarse castigado. maestra que él no había nacido para hacer los -La junta de padres de familia será la semana entran- ejercicios. te –informé a mi esposo una tarde-. Por fin conoceré -Fresco otra vez ¿no? –dije. a la mamá de Carlos. -Le dio una patada al amigo de la maestra –explicó -Pregúntale qué le pasó a su niño –dijo mi esposo- Laurie-. El amigo de la maestra dijo a Carlos que se Me gustaría saberlo. tocara los dedos de los pies como hacía yo, y -Lo mismo digo yo. entonces Carlos le dio una patada. El viernes de esa misma semana las cosas volvieron a -¿Qué crees que harán con Carlos? –preguntó mi la normalidad. esposo a Laurie. -¿Saben qué hizo Carlos hoy? – dijo Laurie a la hora Laurie se encogió de hombros: de comer, con voz ligeramente asustada-. Dijo una -Supongo que lo echarán de la escuela. palabra a una niña, y ella la repitió, y la maestra le Miércoles y jueves fueron de rutina. Carlos estuvo lavó la boca con jabón, y Carlos se rió. dando lata durante la clase de historia, y pegó a un -¿Qué palabra fue ésa? –preguntó su padre sin darse niño en el estómago y le hizo llorar. El viernes, Laurie cuenta de lo que decía, y Laurie contestó: volvió a quedarse un rato más en la escuela, y lo -Tendría que decírtela al oído, porque es muy mala. mismo les sucedió a los demás niños. Bajó de la silla y se acercó a su padre. Su padre Al llegar la tercera semana de Kinder, Carlos se había inclinó la cabeza y Laurie murmuró algo con gesto convertido en una institución. Cuando el bebé lloraba divertido. Los ojos de su padre se abrieron. de noche decíamos que era un Carlos, y Laurie le -¿Carlos dijo eso a la niña? –preguntó. hacía al Carlos cuando llenaba su tren de lodo y lo -Y ella lo repitió dos veces, porque Carlos se lo dijo a ella dos veces. -¿Y qué le pasó a Carlos? –preguntó mi marido. -Nada –fue la respuesta de Laurie. Estaba repartiendo Lápices. El lunes se olvidó de la niña y dijo él solo la palabrota tres o cuatro veces, y cada vez le lavaron la boca con jabón. También tiró gises a los demás. Mi esposo me acompañó aquella noche hasta la puerta. Era la noche de la junta. -Invítala a tomar en casa una taza de té –sugirió-. Quiero saber cómo es. -Si es que va a la junta –dije yo, esperanzada. -Estará –afirmó él-. No creo que pueda celebrarse una junta sin estar presente la mamá de Carlos. Durante la junta me mantuve sentada mirando todos los rostros, intentando localizar a la persona que ocultaba el secreto de Carlos. Nadie se levantó para pedir disculpas por la forma de comportarse su hijo. Nadie habló de Carlos. Cuando terminó la reunión busqué a la maestra de Laurie. Tenía en la mano una taza de té y un pedazo de pastel de malvavisco. Nos miramos una a otra y nos sonreímos. -Tenía ganas de conocerla -me presenté-. Soy la mamá de Laurie. -Todos nos interesamos en Laurie –dijo ella. -Adora el Kinder. Habla de su clase todo el tiempo. -La primera semana hubo ciertos problemas de adap- tación- dijo la maestra-, pero ahora me ayuda bastante. Claro, con algunas excepciones. -Laurie sabe adaptarse bien, a pesar de la influencia de Carlos. -¿Carlos? -Sí –contesté riendo-, debe tener cantidad de problemas con ese Carlos, ¿no es cierto? -¿Carlos? –volvió a decir-. No tenemos ningún Carlos en el Kinder.