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Número 13

Sábado, 2
de octubre
de 2010
El perseguidor
2 7
POESÍA LIBROS
Ernesto Delgado Baudet, Primer encuentro con la poesía de Delgado
poetas de los sueños Baudet. En torno a La custodia de Cerbero

por por
RAFAEL FERNÁNDEZ CORIOLANO GONZÁLEZ MONTAÑEZ

PALABRAS PARA
ERNESTO

2/8
2 El perseguidor Sábado, 2
de octubre de 2010

POETA DE LOS
SUEÑOS
RAFAEL FERNÁNDEZ HERNÁNDEZ tes temáticas: el desaliento y la exultancia
vitales, que a veces se transmutan, respec-
ERNE
A
hora que releo los primeros tivamente, en desencanto vituperante e

DELG
textos de Ernesto Delgado ingenua exaltación. Desde su Homenaje a
Baudet, tengo muy presente Paul Duval. Encuentro y asombro de
su sintética creación poética. Lorrain, el acercamiento al maldito Jean
Jamás se precipitó en ese fre- Lorrain, más que la búsqueda de unas for-
nesí por publicarlo todo, que se apodera mas estéticas, contenidos poéticos diver-
de algunos escritores, antes bien su vigi- sos, representa una etapa que se abre res-
lante labor lectora le hacía mirar toda pecto de un mismo itinerario. En 1984,
novedad estética o experiencia literaria escribíamos en «Borrador»:
con el furor de la mirada epifánica. Ahora
que observo su obra, toda la publicada, Delgado Baudet siempre ha intentado
tanto la poética como la narrativa y tam- aproximarse a un mundo out sider como
bién la ensayística, me doy cuenta que ese respuesta a la sociedad que le rodea. Sus
conjunto obedece a un plan, a una misma héroes son aquellos que queman sus naves

BAUD
voluntad creativa: el poeta, el narrador y en una lucha sorda, cínica por la felicidad.
el crítico fueron naciendo a Puede observarse la mar-
la luz pública no sólo por el cada discontinuidad de sus
propio transcurso de la temas y modelos: en su pri-
experiencia vital, sino por mer libro, la voz «beat»
profundas convicciones lite- ahora, con Paul Duval,
rarias. bebe la crónica del París de
Ernesto Delgado Baudet, principios de siglo, entre-
desde su primera obra, Sue- vista con el decadentismo
ños de invierno, ya aparecía lorrainiano.
como uno de los poetas de
su generación con una voz Y aún transcurridos los
más proteica. A partir de ese años, cuando todavía no se
primer libro, se observa en había dado a conocer como
él predilección por los poe- un singular narrador, en su
tas «beat», del núcleo de San «furor de novedad», y alter-
Francisco, de finales de los nando con fórmulas pro-
años cincuenta: Lawrence Ferlinghetti pias de la generación de los 70, inclusión
(primero vinculado al «San Francisco del «pastiche», la fragmentación y los
Renaissance»), Allen Ginsberg, Nunzio silencios, continuó tratando en sus poe-
Gregory Corso y Jack Kerouac, entre otros. mas los temas del tiempo evanescente, del
Pero también afloran en sus poemas los ya amor recuperado y el de la soledad.
lejanos novísimos junto con algunas Hoy, cuando el poeta sigue viviendo en
influencias —en sus últimos poemas sus lectores, aunque él ya no esté entre
publicados en revistas y periódicos— de nosotros, aquellas primeras muestras poé-
los que se denominaban «posnovísimos». ticas nos parecen signos de una escritura
Es el más susceptible de los poetas insula- que tenía mucho que decir y rubricarlo con
res de los 80 del siglo pasado de recoger la palabra bien dicha.
innúmeras influencias, algunas reelabora-
das con brillante inmediatez. Hay definiti-
vamente un talante que lo define: esa
misma permeabilidad para asimilar lo más
novedoso.
Como decíamos en 1986, desde su pri-
mera obra Ernesto Delgado depura un
un rasgo
rasgo temático que le salvará de futuras El autor depura
salvará de
posibles impostaciones y repeticiones; me
refiero a la huella de la destrucción, del ani-
quilamiento, como expresión intuitiva del
temático que le
cercamiento a que el hombre contemporá-
futuras posibles
repeticiones;
neo está sujeto, y, a la vez, como fantástico

impostaciones y
nigromante que a la luz de la presencia
invoca las almas, vidas y hechos de lo que
huella de la
me refiero a ‘la
el tiempo se ha encargado de destruir, para
así revivirlos en el espacio poético. Esta
l
destrucción’, de
huella puede rastrearse hasta sus últimos
poemas de este año, como el titulado
«Breve recuerdo de lo que fuimos», en que
se une el tema clásico del paso del tiempo aniquilamiento
al de la soledad, que ya antes enunciamos.
Su segunda obra, Los estados del silencio
—accésit del «Félix Francisco Casanova»
de 1981— muestra, además, dos constan-
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LA PROSA DEL
LOGOS
ESTO JOSÉ MARÍA LIZUNDIA ZAMALLOA arrollos que brinda el pensamiento, para
acometer tareas como las pretendidas. Si

T
ras la muerte de Ernesto Del- la poesía de Ernesto Delgado es honda,

GADO
gado Baudet, leí en internet un concentrada y grave, la prosa es racional,
informe biográfico sobre él en analítica, argumentativa, extravertida y
el que se aludía (aunque sin gozosa. Si en su poesía gobierna el espí-
citarlo) a Habermas (incluso ritu que ha colonizado al alma, en su prosa
me permití adivinar a Gadamer), ya que el legislador es el logos.
hablaba de la acción comunicativa y la La razón dialógica que puede encarnar
razón dialógica, campos, se decía, en los Maestro Látigo, supone en el propio crea-
que estaba interesado o incluso investi- dor la incorporación de la reflexión filosó-
gando el escritor desaparecido. Ignoro si fica y la descripción psicológica en benefi-
ha dejado algo escrito sobre esos trabajos, cio del mejor fluir de la narración, ensan-
pero esos filósofos –el primero al menos- chándola por más campos y modulando
salieron a relucir en algunas conversacio- distintos y nuevos registros, que imbuyen
nes que mantuvimos. de mayor riqueza a su, ya firme, pulso

DET
No sería errado sacarlo a narrativo.
colación para el caso que El escritor en ocasiones
comentáramos –como aquí elige la frase larga y la ondu-
ahora- su prosa. Y no lo lación de las líneas para
sería, porque todas las posi- mostrar perspectivas feliz-
bilidades del logos (sus sig- mente organizadas en jerar-
nificados) cabrían para quías y subordinaciones, y
alumbrar al menos su atenciones diversas que sir-
prosa: razón, lenguaje, ven para demostrar el poder
argumentación, lógica, literario que ostenta el escri-
demostración… Aun admi- tor en todo el navegar de sus
tiendo que todo discurso o narraciones. Gracias a esos
narración es obra del logos, recursos, el yo ficcional
no todos sienten su influjo puede ir dando cuenta,
con la misma intensidad, ni como un notario, de los dis-
de igual grado resulta su tintos episodios, épocas y
virtualidad semántica, ni llegado el caso consecuencias de la historia. De forma que
interpelan al lector ni a los actores de los espacios, tiempos o puntos de vista se
forma dialógica. pueden alternar, en ocasiones incluso
Para empezar, la obra narrativa de Del- como relato forense con la extraversión
gado Baudet viene a coincidir con sus estu- sensual por la geografía (el Desierto, el
dios de filosofía y alcanza su culmen avan- Caribe y Canarias constituyen el espacio
zados aquellos. La porosidad entre una y físico y hedonista de su obra) y el tiempo.
otra actividad es por lo demás notable, La introspección, siendo elemento esen-
aunque no lo sea solo por las citas. La refle- cial de su escritura, jamás se torna trágica,
xión filosófica (con cierto método) cuando ni siquiera pesimista, a pesar de incidir
alcanza al escritor es para quedarse e tanto en las profundidades del alma
influir, tamiz intelectual que se hará notar humana, sino filosófica. El poeta se ha
y no poco, cuando el escritor, como él borrado, cada género tiene su técnica.
mismo dice, se enfrenta a “una conciencia El Delgado esteta y sensual de los perfu-
en permanente cambio” que persigue “la mes, sabores, series botánicas o series de
vivencia de lo múltiple”. Qué mejores localizaciones geográficas de sugestivas
armas que las conceptualizaciones y des- resonancias, que conocíamos de su poesía
también está presente en su prosa, con
mayor prolijidad naturalmente. Tomando
como única referencia las dos obras narra-
siendo
La introspección,
tivas publicadas La argucia del general y
Los cuentos de Sania, no podemos pasar
al de su por alto la crítica social ni la ironía, pero
elemento esenci tampoco la visión piadosa del hombre.
se torna Ernesto Delgado Baudet finalmente nos
escritura, jamás alerta de la ilusión de razonarnos, el logos
ra pesimista,
finalmente vuelto contra nosotros mis-
trágica, ni siquie mos, que es cuando creo yo comparecería

r tanto en las
Hans Georg Gadamer para proponer aquel
a pesar de incidi apotegma que parece seguir nuestro escri-
tor: quien comprende ya está dentro del
l alma
profundidades de
sentido de lo comprendido, es decir, for-
mando parte de la misma cosa que com-
losófica
humana, sino fi
prende. En este propósito radicaría el sen-
tido profundo de su narrativa, que supone
la total acreditación de oficio literario.
Que lo tuvo.
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PALABRAS PARA ERNESTO

UNA LECTURA
DE VISIONES Portada de
Visiones de
Praha. / DA

DE PRAHA
ERNESTO SUÁREZ segundo deja escrito: “(en realidad el caminante jamás cia otra del lenguaje como esclarecimiento. Claro que no
abandonó / Bohemia, aunque creyera transitar por otras es un umbral diáfano. Por un lado, el carácter monologal-
ciudades.)”. No, no es el tránsito entre espacios a lo que dramático y dialógico de la mayoría de los poemas apunta

L
os lectores de poesía han de afrontar en muchas quieren atender estos poemas, sino a la fluidez. Los poe- una concepción del fenómeno de la identidad desde una
ocasiones el desmonte de los propios prejuicios mas atienden al tiempo que el ser es en el tiempo. perspectiva relacional: ser es en. Así, identificar(se) sólo
sobre la escritura poética para poder acceder a La estructura de Visiones de Praha puede fijarse a modo es posible “entre”, en la mediación y acogida del -y por- el
una lectura liberada de los textos que llegan de decurso desde donde son convocadas ciertas presen- otro. O como Ernesto escribe en el poema que abre el cua-
hasta sus manos. Uno de esos convencionalis- cias que parecen actuar como transitorios espejos afecti- derno:
mos habituales es aquel según el cual los libros escritos vos: Kafka, Santa Bárbara, Tycho Brahe, una anónima
por cada autor responden a una suerte de expansión evo- violinista... Cada una de estas figuras acerca a una suerte Es entonces cuando Santa Bárbara abandona el pedes-
lutiva, a un discernimiento consistente y continuado, que de invocación, a sabiendas imperfecta, de reconoci- tal tendiéndole la mano,
se construye mediante la acumulación ordenada de cer- miento. “En cuanto a la vocación, ardua es la tarea del le ofrece una tibia mirada tras rescatarlo del olvido, de
tezas estilísticas y existenciales. A pesar de lo desacer- autoconocimiento”, subrayó el autor en uno de los párra- esa errante búsqueda por [soñados
tado, este afán preceptivo se ve acrecentado una vez se fos de A modo de poética Notas, texto recogido en su libro senderos…Sí, por dolorosos senderos ya soñados.
cierra el ciclo de vida del autor, como si aquella vida ya La custodia de Cerbero. A pesar de sí mismo y a favor de sí
ida necesitara -para resultar completa- de la adscripción a mismo, en aquel libro Ernesto acaso escribía el poema Sin embargo, este mecanismo identificatorio queda por
un único sentido final. como reclamo de una posible explicación de la vida que lo otro lado solapado mediante los sucesivos tránsitos que
Este proceso resulta tanto más perentorio cuando se transitaba. A pesar del calado existencial que esto implica, recorren y se reflejan en la mayoría de los poemas del
aborda el escrutinio de un trabajo poético que, tal y como Visiones de Praha entreabre, no obstante, un nuevo cuaderno (“Bien sabes que albergo en mis venas tu leve
sucede con el de Ernesto Delgado Baudet, se limita a una umbral para esta necesidad de identificación, de ser -sí, transcurrir “, es el comienzo del poema “Vltava”). Repito,
gavilla de poemas -apenas tres cuadernos y un par de necesidad, afán, emoción, nunca evidencia-: la experien- se es en el vínculo, mas en los poemas de Visiones de Praha
libros- gestados a través de un largo arco temporal de este movimiento hacia la sutura, hacia el anudamiento,
treinta años y con significativos periodos de silencio Sin presupone también la aproximación hacia el artificio cul-
embargo no es tanto el trabajo poético como nosotros tural, en la medida que el espacio y lugar elegidos por
mismos los que necesitamos de certezas ante el enmude- Ernesto Delgado son los personajes y el idioma checo. O
cimiento de la muerte. Incluso cuando el riesgo que corra- si se prefiere: el poema como movimiento hacia aquello
mos sea, precisamente, el de la desactivación de las poten- que se desconoce y a lo que nunca se llegará a acceder.
cialidades regeneradoras que aquella escritura poética En 1996, Ernesto había dado a publicación Versos del
pudiera aportar, una vez se impone en nosotros una lec- viajante, cuaderno que se abría con el siguiente pie poé-
tura definitiva -cerrada- de la misma. tico: “Los rostros entonces se supieron / para siempre
Acaso una estrategia eficaz para desactivar este auto- fluidos y / ajenos”. Diez años más tarde un patrón dis-
matismo conlleve simplemente volver hasta la lectura tinto ha operado en su escritura como paradójico contra-
directa; afanarse a pie de cada verso, poema y libro, bus- punto. Quiso Ernesto Delgado Baudet cerrar Visiones de
cando identificar en ellos -siempre sin solución de conti-
nuidad- tanto regularidades como anomalías. Porque es
La estructura puede Praha con el poema “Primavera marchita”. Desde él habla
Ibrahim Ibn Jacob, el mercader y viajero sefardí que, en el
en la combinación de ambas dimensiones, en los intersti- fijarse a modo de siglo X, desde Al-Andalus llegara hasta Praga para dar por
cios y fallas provocados por el encuentro entre reiteracio- primera vez noticia escrita de aquella ciudad. La primera
nes y singularidades donde pervive acaso la más genuina decurso desde donde estrofa del poema dice:
voluntad poética. ¿Qué retornos a propuestas poéticas
anteriores pueden hallarse entonces en los poemas de son convocadas ciertas Duele el tiempo en la mirada.
Visiones de Praha, último cuaderno que Ernesto viera edi- Yo, que he visto la tragedia invadir
tado? ¿Y cuáles los contrastes, las diferencias? presencias que parecen los inocentes rostros de tantos pueblos,
La anécdota de este cuaderno poético es de sobra cono- cientos, miles de veces ese repetido gesto,
cida; su escritura surge tras un viaje de Ernesto Delgado actuar como vuelvo a sentir bajo mis pupilas el tributo
Baudet a la ciudad de Praga. Dicho así pareciera que el que los humanos pagan en su inocencia.
lector va a disponer de un libro de poemas que recoge las transitorios espejos
impresiones de aquella estancia, acorde al esquema de Culmina y resumen acaso este poema la propuesta más
los muchos dietarios de viaje literario. Sin embargo la afectivos: Kafka, Santa radical de todas las escritas a partir de Praha por Ernesto
serie de nueve textos que componen el cuaderno escamo-
tea de manera inmediata ese primer acceso. A pesar de
Bárbara, Tycho Brahe, Delgado Baudet: el viaje como metáfora de la ausencia
del ser; el ser como conciencia de una imposibilidad, de
que en ellos están presentes elementos y escenarios con-
cretos de la ciudad visitada, los poemas no permiten ser
una anónima una quiebra. Todo lo cual viene remarcado por la elección
de los judíos de Praga como centro emanante para la poe-
leídos a partir del reconocimiento de aquellos lugares violinista... Cada una sía. José Carlos Cataño, insular querido y cercano a
referidos. De hecho, incluso en los poemas más expresi- Ernesto anota: “la lengua apátrida reclama para sí el des-
vamente anclados en el hecho del viaje -los titulados de estas figuras acerca arraigo y la extranjería. Reclama el halo de la ausencia”.
“Hotel” y “El lugar de San Wenceslao”- Ernesto Delgado Los rostros, los otros, aquello que resulta ajeno por fugaz,
confía el relato a un sujeto en perspectiva, a un sujeto a una suerte de por distante (lo judío), demarca el propio rostro, el ser en.
mudado y mudable, en sucesión. Así, mientras en el pri- Aunque cause dolor tal reconocimiento, aunque duela el
mero de los textos se refiere a “el hombre de paso”, en el invocación pago de su inocencia: ¿la vida?
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PALABRAS PARA ERNESTO

SEIS POEMAS DE EN TORNO AL AZAR,


EL DESTINO Y EL AMOR (INÉDITO)
ERNESTO DELGADO BAUDET músicas y espantos suicidas. -haber sido amados y correspondidos por una inexistente
mujer de sereno aliento que extravió nuestro espíritu en
* Bebí sangre de maléficas aves, el

Así las cosas, quién dijo huyamos tras esa blanda neblina. el lúgubre tuétano del amor y enjambre de su tenaz cabello, anudados en vagas prome-
sas-
Quién dijo, las cosas así son refugio para orates. arranqué para siempre de mi pecho
Esto nos llevó a la disciplina de vislumbrar diáfanos hori-
Volemos de la asfixia hacia seráficos altares, la visión del espejo que nos hiere. zontes.

donde libídine tensa y trenza su artificio, su fábula, En vidrio trizado alumbro Fue entonces, tras sufrir desilusiones y extraviar verbos.

en el purpurado cántico que es la urdimbre de tu sexo. ese polvo que vuela en desamparo, La inocencia deslumbró el abismo y pudimos ver tras
sublimes
y decaigo,
lluvias, sórdidas nebulosas y aciagas tormentas de arena,
* decaigo.
la ardiente limpidez otorgada al sol de la palabra
No me llega la sangre
A su caricia, su arrullo... su amor y desnudez.
a borrar su presencia del mundo, *

siempre los rostros, tu rostro,


Ahora que nos sentimos cercanos, limpios, *
el sueño y un pétalo de estrellas
quebrados en nuestro deambular, Amo tus ojos,
sembrando mi perpleja memoria.
convencidos de ciertas sinrazones, tu hermoso párpado,
Siempre el peligro de tu hermosura
derrotados por la vanidad y la desmesura tu pobreza, tu abismo.
arremete contra mis pupilas ruborosas,
de vivir acerbos extravíos, Pero amar es suerte vana
como luciérnagas sobre el firmamento.
puedes descubrirme todo el misterio hallado juego vertiginoso; sarmiento

Siempre, siempre: el olvido es eso; siempre. para reírnos juntos del silencio: custodio inefable del árbol que ciegos besamos.

de todas las respuestas que nos han regresado al vivir


* *
Yo creía ver el mundo, sin máscaras. Cierto desvarío me fortalece.

su rayo, el fuego, su origen: Vulnerables, débiles, señalados por el estigma Es la débil luz que alumbra vida.

aquel terrible germinar y, que ha horadado nuestra frente. Sí, al doblar sobre nosotros.

prendí velas a mi ausencia, Adornados por una sobria satisfacción Me invade aquello que no he sido.

que “veinte años no es nada”. sus delitos al que, en una de tantas deten- turí afilado y, en líneas generales, su vida

MI TÍO ERNESTO, Se llamaba Ernesto y era poeta. Mi tío


Ernesto, el poeta. Así lo nombro siempre,
ciones, el instructor de guardia le pre-
gunta, literalmente, “Si no era cierto que
fue la de un realvisceralista bolañiano, de
esos que tanto admiramos.

ELPOETA resumiendo con orgullo. Porque no hay


mejor resumen, para bien y para mal, un
poeta. Casi nada.
el día de autos él se encontraba realmente
en el lugar de los hechos” (el contexto era
bastante serio, la acusación casi un juicio
Tuvimos amigos en común, bebimos,
fumamos y reímos juntos. Lo quise con
admiración y por suerte disfruté de su pre-
Sentados en un bar de Atocha, en final). Y el tipo va y contesta agotado, con sencia y sus consejos. Casi nada.
Madrid, fui yo quien le conté a Ernesto en más pena que gloria “Maestro…, la reali- Mi tío Ernesto se va dejando, de una
cierta ocasión una entrevista a Loquillo dad no existe”. parte, su legado literario, un puñado de
EDUARDO DELGADO que había leído en El País. En ella, Loquillo Mi tío Ernesto fue un hombre cariñoso y poemas y cuentos imprescindibles y algu-
afirmaba ser capaz de resumir su vida en culto, de conversación brillante y talento nos inéditos urgentes de publicar. De otra

H
ablamos por última vez hará casi una sola palabra. La palabra que más para dar y regalar. Algunas de las dedica- parte, nos deja un recuerdo imborrable a
un mes. Llamó de noche, me pasó había determinado su existencia era: No. torias de sus libros son verdaderas obras aquellos que le conocimos. Porque fue uno
con algunas voces conocidas. Simplemente: No. Ernesto escuchó, se de arte. Su ingenio y agudeza estaban muy de esos hombres de alargada sombra que
Luego mencionó a Bolaño y el D.F. y me frotó la barba y me regaló una sonrisa por encima de la media y sin embargo fue demuestran que detrás del arte hay un
alentó a viajar lejos, cuanto más lejos delatora que aún guardo en la memoria. un hombre terrenal apegado a las cosas arte más artístico, el arte de vivir. Un hom-
pudiera mejor. Después narró una breve Pero puestos a las citas, lo mejor es acudir más sencillas y cercanas. Fue detallista en bre excepcional, con aura, con ese aire de
anécdota de la familia. Le gustaba darle a una de él mismo. Está en los Cuentos de lo divino y en lo humano (con la familia, vagar encima o debajo o al lado de las
vueltas a esos temas. Y a mí me gustaba Sania, en un relato cuyo título es “Suite a en sus escritos, minucioso al extremo). Un cosas, más bien proyectado, en una fila
que lo hiciera. tres tiempos”. Allí desglosa Ernesto las poeta auténtico, en el amplio sentido de la distinta a la de los demás, para bien o para
Me sacaba veinte años. Cantaba tangos andanzas de un kinki de barrio apasio- palabra. Charlaba, dibujaba y hasta filoso- mal. Un poeta, vamos. Esa estirpe escasa
a menudo y alguna vez me recordó vía sms nado, un asiduo en la comisaría local por faba como un poeta. Su humor era un bis- de hombres que vencen al olvido.
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PALABRAS PARA ERNESTO

CON ERNESTO duró el encuentro de poetas celebrado en


La Laguna la temperatura fue siempre
suave y vivificante, pero conocer a Ernesto
que permanecí en la isla fue el que más
madrugué. Nos encontramos en la puerta
del hotel casi al alba e iniciamos la ascen-
cado simbólico del volcán, pude apreciar
el amor y el apego de Ernesto a su isla,
siempre con una dimensión abierta, cos-
DELGADO BAUDET Delgado Baudet el primer día, al poco de
llegar, fue aún más grato, pues ese miste-
sión al volcán omnipresente. Desde la base
fuimos ascendiendo por una carretera
mopolita.
Hablamos mucho, nació una amistad

SUBIENDO ALTEIDE rio que es la amistad que surge de manera


evidente no se da siempre ni con todo el
mundo, y desde que nos presentaron, la
sinuosa, en medio de un umbrío bosque
de coníferas, denso y verde, deteniéndo-
nos en algunos de los miradores que a
duradera durante esos días tinerfeños, y el
recuerdo que tengo de Tenerife está siem-
pre unido a su dedicación, a su empeño en
simpatía mutua y las ganas de charlar, des- derecha o izquierda ofrecían espectacula- que la comprendiera y quisiera. Varias sor-
RODOLFO HÄSLER cubrirnos poetas el uno al otro, discutir de res vistas sobre la isla y sobre algunas de presas hermosas tuve durante esos días de
poesía canaria, tan desconocida para mí las islas vecinas. Para mí fue impactante poesía, el ofrecimiento para editar una

E
ra noviembre y para alguien que lle- en su amplitud, fue el inicio de una rela- escuchar sus explicaciones, y de repente, antología en la editorial Idea, descubrir
gaba de la Península a Tenerife, el ción que fue aumentando a medida que en una de las paradas, apareció clara y casi una isla que en tantos momentos me lle-
cambio de ambiente y temperatura compartíamos. al alcance de la mano, bajo un mar de nie- vaba en la mente a mi isla de nacimiento,
era un viaje al paraíso. Desprenderse del Al ser mi primer viaje a Canarias, y al bla, las cumbres de Gran Canaria. y la amistad sincera de Ernesto Delgado
abrigo, pasear en manga corta, retroceder saberlo Ernesto, se ofreció a mostrarme Durante nuestra excursión, sus explica- Baudet, un poeta ante todo, una persona
al buen tiempo y disfrutar de la brisa algunos lugares que para él tenían un ciones sobre la flora y la fauna de la isla, libre y generosa, desconocedor del miedo.
marina, era una experiencia que el cuerpo especial significado. Y cómo no, ense- sobre las diferentes coladas de lava y sus Ernesto fue mi amigo, y siempre lo ten-
había ya olvidado. Durante los días que guida me ofreció subir al Teide. De los días colores, sobre acontecimientos y el signifi- dré cerca.

El escritor y poeta Rafael Arazorena y el también escritor y poeta Ernesto Delgado Baudet en un encuentro literario. Al lado, Ernesto Delgado Baudet. / DA

DAVID GALLOWAY que resultan vanos, pues en carne propia como si barruntaras que a tu futuro se le

BOLERO YTANGO de sobra sabías que nadie termina nunca agotaba su razón de ser. El reposo del sol,

Q
ue la muerte no tiene hora ni edad, de aceptar esa certeza que carece de palia- decías citando a los antiguos mientras en
o las tiene todas, ya lo sabíamos, tivos: libre de polvo y paja o de resenti- la terraza del Tacande, y siempre con la
Ernesto. Así de contingentes son
los caprichos del tiempo, quien nos birló
PARA ERNESTO mientos al uso, nadie que presuma de
conocer el amor termina de asumir la
vista posada sobre el horizonte, degustá-
bamos la paz que destilan los ocasos
una última, (im)prescindible conversa- ausencia -único territorio sobre el que hablando de lo humano –lo divino siem-
ción. Así son, Ernesto, ahora que le corres- jamás vuela la costumbre- de un ser que- pre nos la trajo al pairo- y sus controver-
ponde el turno a la paradoja y recibes toda Ernesto. Así son y da la puñetera casuali- rido. Así son las paradojas, Ernesto, y así sias. Quién a esas alturas iba a decirte,
suerte de parabienes. Quién te lo iba a dad de que te tocó morir y algún@s –que somos los mortales, gremio al que hasta Ernesto, a ti que siempre viviste en ese
decir cuando tú recelabas de misas, home- no necesitamos inventarte como amigo, o sus últimas consecuencias te sumabas en abismo de ida y vuelta que existe entre la
najes y demás atrezo tribal porque siem- colgarnos la medalla del sufrimiento sobre tu particular búsqueda de semanas de más ira y el amor, que aquí encontrarías un
pre desconfiaste –sin menoscabo de las el podio de tu pérdida- pretendemos lle- de siete días. Así es el presente, Ernesto, el mínimo de esa paz tan ansiada por cual-
buenas intenciones ajenas- del valor de var hasta sus últimas consecuencias un presente que siempre nos ocupa y preo- quier mortal. Quién iba a decírtelo cuando
cambio que, en este escenario arribista merodeo por la nostalgia y brindarte unas cupa. Y así son los recuerdos y así el siem- después de todo el camino recorrido, te
llamado mundo, puede alcanzar una pala- palabras. En última instancia, tendrías que pre caprichoso azar quiso que volvieran a reconciliabas un ratito con la vida can-
bra derramada en sitio y momento opor- perdonarnos por este atrevimiento de la palestra cuando en febrero del año en tando ese tango que tan de tu agrado, el
tuno –una vez más, sólo la conciencia de hacer semejante acopio de recuerdos que curso viniste a Bajamar a vivir lo que a la cual pregona: primero hay que saber
cada cual conoce los límites de su propia en algunos casos comienzan a principios postre serían tus últimos días. El reposo sufrir, después amar, después partir y, al
sinceridad-. Pero así son las paradojas, de los ochenta; y eso aún a sabiendas de del guerrero, dijiste en varias ocasiones fin, andar sin pensamiento.

JOSÉ CARLOS CATAÑO Hace poco que tenía previsto viajar a La


Laguna, y en una de las pocas personas en PALABRAS AL mar de las palabras yo sigo soñando con
su presencia, con su benevolencia, con su

E
nvío palabras al recuerdo de Ernesto quien pensé, sintiendo por avanzado la bondad, con su sencillez y su entusiasmo
Delgado Baudet, y se quedan dando
vueltas, solas, por la plaza del Ade-
alegría del reencuentro, fue en Ernesto.
Creo que él también sabía, y mucho, de RECUERDO nunca vencidos.
Palabras o nubes bajas de los alisios
lantado, buscando el refugio de las som- cómo es el movimiento de las nubes de los girando en torno a la plaza del Adelan-
bras de los laureles que apenas se mantie- alisios que cruzan el cielo azul y siguen tado, con Ernesto en medio cobijado de
nen contra el azul hiriente del cielo. Tal hacia altamar, y lo que esto significa y las extrañezas del mundo con su rostro
vez esa fue la última imagen de Ernesto, comporta para quien se queda sentado y Ernesto está ausente, tal vez por eso, trato barbado, las manos en los bolsillos, la cha-
en una mesa de bar en un lateral de la mirando, respirando y mirando. Creo que de decir, la palabra no llega para así no queta abrochada contra la humedad que
plaza, en una primavera última. sabía, en su vida y en su escritura, de ese alejarlo, y en su lugar sigue el silencio, la corroe las almas quietas.
Pero yo no quiero una imagen. Quiero, vivir por fuera, sintiendo que las nubes imagen muda, la presencia completa de Qué generosidad la suya. Retraigo y
justamente, que las palabras hablen de su pasan casi al ras y con ellas el relente, el Ernesto. coloco a buen recaudo, de momento,
ser y de su escritura. Y siguen dando vuel- frío de las noches. Él tenía mucho que hacer, todavía. todos los recuerdos vividos juntos. En
tas en busca de sombras a las que atarse Mis palabras se las llevan las nubes, se Como todos los que tienen algo valioso Tenerife y en Barcelona.
por un instante. Las palabras transitan van por fuera. Tal vez una palabra es lo que decir y han de poner en paz, previa- Quiero esta niebla lagunera para que
como las nubes bajas de este crepúsculo, que nos aleja de aquello que tratamos de mente, las orfandades de las que hay que rodee el hueco que a mí me deja, para
recibiendo todos los reflejos del arcoiris, nombrar, y precisamente por eso, en este distanciarse para escribir. En la bajamar le siempre, Ernesto Delgado Baudet.
hasta que oscurece. momento en que no quiero pensar que vino el sueño, me contaron, y en esta baja-
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PALABRAS PARA ERNESTO

PRIMER ENCUENTRO CON


ERNESTO DELGADO BAUDET *

CORIOLANO GONZÁLEZ MONTAÑEZ almorzar pechugas de pollo poesía ha permanecido inalterable en


empanadas y un puré de papas todos estos años:
con curry. Ernesto no escribe poesía. La sueña; la

N
o diré nada nuevo si comienzo afirmando Ambas cosas, el encuentro y la vive; la atraviesa. Está más allá del poema;
que toda presentación de libro es una cele- comida, resultaron exquisitas e trasciende los versos. Su manera de
bración. Pero afirmaría más: una celebra- imprescindibles en el devenir de entender la creación poética es fronteriza:
ción de la vida porque los versos destilan la estos años pues resultaron ser se vive porque se escribe.
angustia por lo desconocido, el dolor y la imágenes de una realidad cada Sus versos no son un simple testimonio
desesperanza del tiempo, pero también la pasión de lo vez más evidente. En Ernesto del paso del hombre por la tierra. Sus ver-
vivido. La poesía da siempre testimonio de lo humano, de encontré un indispensable com- sos son vida arrebatada a la vida con toda
lo más humano de nosotros mismos. Y Ernesto Delgado pañero de viaje con un excelente la crudeza del que se sabe mortal, del que
Baudet ha transitado todos estos territorios. gusto por la mezcla de sabores, mira con resignación hacia las playas del
Podría sucumbir ahora a la tentación de analizar la un gourmet poético que ha apren- oeste. De esta manera el poema es una
obra que hoy aquí nos reúne, La custodia de Cerbero, e ir dido a sincretizar tendencias y tradiciones sin ningún tipo respiración, un latir más de lo cotidiano, que sin embargo
desgranando las claves que he ido encontrando en su lec- de prejuicios, un creador que ha logrado maridar en el no puede permanecer callado y necesita mostrarse en
tura y realizar una exégesis personal que, probablemente, poema lo emotivo y lo reflexivo. Y en ese todo, no obs- toda su desnudez, de ahí el bullir, la intensidad, la conte-
los privaría de una lectura sin juicios previos. tante ascético y austero, surge la fuerza creadora de sus nida desesperación de su obra.
Podría hablar de los senderos por los que deambulan poemas. Pero no dejo de preguntarme por qué tanto silencio.
los versos, de la mitología y de las referencias culturales, La tarde continuó con un paseo por el monte y la impre- Más de veinte años entre sus dos primeros libros y este
pero nada de ello respondería a la necesidad de presentar sión que tuve en aquellos momentos sobre Ernesto y su tercero, interrumpidos brevísimamente por una pequeña
este libro, al placer que me produce hoy, aquí y ahora entrega, Versos del viajante (1996) a modo de parada de
hablar de su autor, porque considero que solo de esa postas.
forma llegaremos a aprehender realmente qué subyace ¿En qué lugares estuvo Ernesto? ¿Adónde su viaje o sus
en su poesía. No glosaré su vida, evidentemente; dibujaré viajes? ¿Qué hilo de Ariadna lo hizo salir del laberinto?
impresiones porque son ellas las que han conformado la ¿O quizás se halle aún en él?
imagen que tengo de él y de su obra, como un ente indiso- No ansío respuestas. Busco en sus versos la complicidad
luble, como una travesía bidireccional que se nutre de un camino común, de largas charlas sobre lo trascen-
mutuamente. Podría hablar de los dente y -por qué no- lo intrascendente, de soliloquios que
Conocí a Ernesto Delgado Baudet en 1994. Sabía de él y solo necesitan de unos ojos para escuchar. Porque algo en
de su obra casi desde que comencé en este mundo litera- senderos por los que común he encontrado en Ernesto: cada verso se escribe
rio. La casualidad, y una no muy oculta pasión de ratón como si fuera el último. Es, pues, una poesía de los lími-
de librería, me llevó a hacerme con Sueños de invierno y deambulan los versos, tes, de los insomnes, de los vagabundos, de aquellos que
Los estados del silencio, dos libros del principio de los 80. no tienen nada que perder, excepto la vida.
Más de diez años sin publicar en aquellos momentos no de la mitología y de las Y es aquí, en este territorio, donde se produce el
me resultaba extraño, visto el panorama en el que nos
movíamos. Sin embargo, lo realmente extraño es que,
referencias culturales, encuentro con Ernesto. Más allá de sus versos rigurosa-
mente cincelados, de todo el bagaje cultural que subyace
teniendo amigos comunes, jamás hubiéramos coincidido
y más aún teniendo en cuenta que sentía que hilos invisi-
pero nada de ello en ellos, de toda la carga emocional y filosófica que los
empapan, está la verdad descarnada, una verdad que qui-
bles acerca de la poesía nos unían. respondería a la zás no debiera ser nombrada. No conjuremos a los fantas-
No recuerdo exactamente quién fue el que me invitó a mas, combatámoslos con la poesía.
almorzar a su casa. Por aquel entonces, vivía retirado en necesidad de presentar Sin embargo hay un resquicio para la esperanza por-
una casa en medio del monte de Aguagarcía. Casi como que, como Quevedo, Ernesto sabe que el único camino
un anacoreta, apenas refugiado del frío y de la humedad este libro, al placer que para la salvación es el amor, un amor hacia el otro, hacia
por una pequeña chimenea que se alimentaba a partes aquello donde nos proyectamos y donde buscamos com-
iguales de madera y de papel, nos recibió envuelto en una me produce hoy, aquí y pletarnos, recrearnos. Así en sus versos paseamos por
manta. Aquel aire ausente, místico y mágico, mostraba el territorios habitados de amigos, de pensadores, de paisa-
halo que habría de envolver su conversación y sus versos. ahora hablar de su jes, de sombras amantes y los comparte con generosidad.
La aparente ausencia, el ensimismamiento eran evidente- Porque Ernesto, y por extensión su obra, es generoso y
mente un retazo del hombre reflexivo con el que habría autor, porque considero honesto. Sus versos están hechos de la materia que nutre
de encontrarme. Caluroso en el trato, amable en los ges- a la verdadera poesía, de esa materia etérea, inefable, que
tos, Ernesto me abrió aquel día las puertas de su casa y de
que solo de esa forma se bordea, que no se puede asir pero que solo aquellos
su obra.
Recuerdo muchos detalles de aquel día, pero hubo dos
llegaremos a que viven con ella pueden mostrarnos por una rendija.
La custodia de Cerbero es esa rendija que Ernesto nos
que mantengo de forma muy vívida en mi memoria.
El primero es casi una obviedad: cuando me presenta-
aprehender realmente regala. Y yo solo puedo invitarlos a cruzar el umbral de
sus páginas.
ron a Ernesto tuve la sensación de que lo conocía de siem- qué subyace en su
pre. * Texto leído en la presentación del libro en el Ateneo de
El segundo es casi impensable: había preparado para poesía La Laguna.
8 El perseguidor Sábado, 2
de octubre de 2010

TÍTULO: El libro de Fabio Montes-


AUTOR: Bruno Mesa.
Editorial: Ediciones La Palma

El poeta que última creación literaria la


personalidad de Fabio Montes,
mundo “desencantada,
marcada por una monotonía
buscando en los otros y en las
pequeñas cosas “un asombro y
(no) existió un personaje nacido “un
invierno de 1967 en la ciudad
vital que Montes registra con
una mirada especulativa”.
una fe”.
El escritor tinerfeño es autor de
de La Laguna” y muerto en la Sobre Bruno Mesa, destacó la los poemarios El laboratorio y
RAFA CEDRÉS misma ciudad a los 38 años, habilidad que tiene el escritor y Nadie. También del libro
como “un poeta extraño e poeta de crear una cosmogonía relatos Ulat y otras ficciones, el
Bruno Mesa es el autor de El invisible”. con total falta de retórica y libro de ensayos Argumentos en
libro de Fabio Montes, una Para Javier Vela, director de la carencia voluntaria de busca de autor y de la novela El
ficticia recopilación de textos nueva colección de Ediciones exhibición formal que da como hombre encuadernado.
del nuevo heterónimo del La Palma, El libro de Fabio que tiene poco espacio en la resultado una “poesía legible y Ha traducido poemas de, entre
joven escritor canario premio Montes es una de esas “obras literatura contemporánea”. que, como toda buena otros autores, Gottfried Benn,
Loewe de Poesía y Julio raras que uno quiere conservar En este volumen se puede literatura”, se presta a varios Giorgio Vigolo, Fernando
Cortázar de relatos. Becado en un lugar privilegiado de la detectar, a juicio de Vela, la grados de lectura. Pessoa y Eugenio Montale y es
recientemente por la Academia biblioteca. Bruno es uno de huella de Pessoa, Borges y Para Bruno Mesa, Fabio colaborador habitual de la
de España en Roma, Mesa esos autores de mirada Calvino, así como “pequeños Montes es un autor “extraño e revista Clarín así como de
(Tenerife, 1975) adopta en su singular, rigurosa y tranquila guiños” ante una visión del invisible” que vivió la vida varios suplementos culturales.

LA CUSTODIA
DE ERNESTO

E
Para Ernesto, n 1996 llegaba a mis manos otro conoce del saberse, y ésta es una
por tanto… y lo crecido una revista gaditana de arte ineludible pasión cotidiana que enten-
y pensamiento, “Caleta”; en demos no arcana.
sus páginas centrales apare- Leibniz, Swedenborg, a quien yo solo
cía la obra de ocho voces de había visitado muy periféricamente, mi
temo tu devenir
la poesía canaria de los ochenta, algu- constante vuelta a un Heidegger char-
como pretérito de tormentas nos de ellos, pese a la media de diez Al tiempo, una tarde gris, más gris la lado al borde del banco de la plaza en la
años que nos separaban, habían sido mirada y el cielo de La Laguna, nos gira- que soleábamos a nuestra perra y en la
regreso de conflictos desterrados compañeros de mesa y tertulia, con mos cada uno hacia atrás en medio de que yo intentaba inocularte el ser para
y sangre en grito otros había coincidido brevemente en una calle y dos librerías, y nos reconoci- la vida, Spinoza y la geometría de las
algún recital, varios de ellos habían mos. Entonces empezamos a charlar y a pasiones, Zambrano y, por fin, el prin-
hecho se presentación pública en el leernos, y nos supimos de inéditos, des- cipio esperanza, Bloch… los Padorno y
te temo disgregado evocado homenaje a Pedro García catalogaciones y revisiones. Entonces Jorge Rodríguez, puestos a pensar, y
Cabrera, en junio de 1980. Todos tenían supe que el poeta había vuelto, que tantos otros y otras, también para con
cuando el horizonte no se pronuncie un rostro para mí, todos, excepto uno, había viajado a Praga y que la ciudad le ellos reelaborar nuestras respectivas
insistente peregrino de aguas mansas Ernesto Delgado Baudet. Conocía su había inundado la mirada y el propio distorsiones cognitivas. Sí, construimos
nombre por boca de los compañeros, tempo. Supe que el poeta se había un entramado de afectos tejidos tam-
hablaban de él con destacado respeto, reconstruido, que fue, y siendo tuvo en bién desde el raciocinio, este intelecto
temo la ruta del vaso pero siempre desde la distancia, como sus manos la voluntad, la voluntad de con el que a veces nos saboteábamos a
si una estela de ausencias fuera su hábi- poder, de desprenderse del yo, de nosotros mismos, o nos salvábamos.
la disquisición continua tat constante. Aquellos poemas, con- mirarlo quedo en sus manos y su Dos semanas después, a la misma
vulsos y agitados, denotaban a un hom- cuerpo, en su escritura y acción, para hora en que tu cuerpo fuera llevado en
bre ávido de indagaciones en el yo, una aprehenderse transfigurado, y que tam- volandas por las escaleras que dejaban
te temo deshecho tras la tormenta subjetividad trascendida a golpe de bién sabía de los ejercicios para la ena- atrás tus últimos humores y desmemo-
imágenes densas, que me remitía al ser jenación. ria, y te detenían en aquel patio con
universal en constante dialéctica. Al principio estábamos plenos de aspiraciones constructivistas, con los
pues firmé no mecerte en la tristeza Meses después ojeaba la plaquet Ver- nombres, de todos aquellos que nos murmullos de tus quiebras asomados a
y que serías ya solo luz y dicha sos del viajante en el Ateneo de La habían construido y nos repoblaban tu balcón, te digo adiós ante el mar. Una
Laguna. El poeta se mostraba ahora cada día, una suerte de excusa para el luna mora, risa, como la del gato de Ali-
más contenido, siempre reflexivo, y encuentro, pero se extinguieron o quizá cia, danza mientras Venus la secunda.
Elica Ramos, julio 2007 renové mi callada complicidad con su se ocultaron tras el asombro de la com- Las flautas de Gwendal suenan en rito
mirada. No sabía que con el tiempo, en plicidad amanecida. Ya había empe- de despedida, el pico se alza desnudo
aquella que de alguna manera también zado a querer al amigo, por humano, en su cima como homenaje a tu magní-
fue nuestra casa, la recibiría de manos nunca demasiado humano. fica altura. Aquí, donde tanto te conté y
del propio autor. Hoy, aquellos obsequios de disculpa nunca vinimos, donde las aguas se
Ya no deseo perturbaciones… pronto seré ritmo Años más tarde, el tal señor Delgado para la ignominia cobran un valor evo- sumergen y se pierden, para encon-
y canto de mi ser… todo cuanto he deseado apareció de pronto en una lectura en la cativo que te rinde homenaje, junto a trarse entre grutas, donde marque mi
Librería del Cabildo, luego compartirí- tus libros, en los anaqueles de mi casa y piel a fuego con el violeta de las medu-
amos atril en el Blue Note de Tejina, en memoria. Permanece tu cojín en el sofá sas, y con la parca misma que también
De La última argucia de general un recital enmarcado dentro del triste- donde nos lamíamos las heridas, desde deseó Serrat lo viniera a buscar al borde
Ernesto Delgado Baudet mente desaparecido “Festival de Poesía nuestra común apuesta por el juicio crí- del mar. Aquí, donde el salitre y la plata
de la Ciudad de La Laguna”; comimos tico y nuestra desconfianza en los jui- me visten con las mejores galas para
una o dos arepas. cios de valor. Es lo que ocurre cuando el celebrarte y que siempre estés conmigo.

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