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SOCIO-HISTÓRICO EN EL ESTUDIO
DE LA BIBLIA I.
(TEORÍA HERMENÉUTICA).
El beneficio de este complicado análisis de género es que revela las convenciones literarias
del género del texto y, repitiéndolo, se tiene así mayores posibilidades de interpretárselo
mejor, de evitar interpretaciones erróneas y, por ende, de abusar del texto.
VALIDAR LA INTERPRETACIÓN.
Leer el texto bajo la dependencia del Espíritu, con humildad y deseo de ser enseñado, sin
embargo —y vale recalcarlo— no es excusa para su lectura diligente y erudita, esto es, que
use inteligentemente las herramientas hermenéutico-exegéticas que la erudición
contemporánea haya puesto al alcance; aunque el Espíritu hace posible debilitar los
efectos del pecado y usar nuestras facultades en el proceso interpretativo, no garantiza
claridad en todo, incluso en la vida cotidiana, ni que iremos a deponer nuestras
precomprensiones ni entender el texto automáticamente ni evitar tergiversarlo.
una hermenéutica cien por ciento objetiva es imposible; esto es, siendo todo ser humano
un ser situado o condicionado por su horizonte cultural, hemos de aceptar que toda
interpretación de un texto tiende, si no estuviese prevenida, a llevarse a cabo a la luz de
ese condicionamiento y de este modo depender de la mentalidad, preocupaciones,
presuposiciones (de información o conocimiento) o de las lentes propias del intérprete que
tal condicionamiento le ha creado.
Una hermenéutica cien por ciento objetiva es imposible; esto es, siendo todo ser humano
un ser situado o condicionado por su horizonte cultural, hemos de aceptar que toda
interpretación de un texto tiende, si no estuviese prevenida, a llevarse a cabo a la luz de
ese condicionamiento y de este modo depender de la mentalidad, preocupaciones,
presuposiciones (de información o conocimiento) o de las lentes propias del intérprete que
tal condicionamiento le ha creado.
Quien pretende interpretar una secuencia de signos mediante los cuales se transmite un
sentido percibe, primera e inmediatamente, que lo transmitido es mediante una lengua
determinada.
En la medida en que considera la Biblia como un texto, precisamos tener en cuenta tanto
la lingüística como ciencia de base como presuponer una comprensión de lo que es el
lenguaje; hay que reconocer que el lenguaje bíblico, religioso y teológico no solo se
incrusta en el lenguaje humano y es parte de la totalidad del discurso del hombre, sino
que también no prescinde de la lógica general y no es un lenguaje privado.
La fuerza del texto y del mundo que él despliega se manifiesta y alcanza su plenitud en la
interpretación a la que el mismo texto da origen. La tarea de la interpretación consistirá, en
este sentido, en escuchar al texto, esto es, en someterse a lo que este dice, a lo que
propone y a lo que significa; por eso, el trabajo crítico cristiano sobre un texto bíblico es
un esfuerzo por recuperar y apropiarse lo suficiente del sentido que pretende el autor
humano y el texto, y dejarse interpelar y transformar por ese sentido, aunque sea un
trabajo arduo y complicado. Esa apropiación exige el análisis lingüístico, sintáctico y
semántico es fundamental; pero este análisis ha de ver cada palabra dentro de una frase,
sabiendo que ella participa de la intencionalidad de la frase —que, aunque compuesta de
palabras (signos lingüísticos individuales), constituye unidad lingüística básica y elemental
— que es donde se genera el mensaje, es decir, donde se encuentra el mensaje o lo que se
refiere.
La etimología es usada inadecuadamente cuando se da excesiva prioridad a la historia
diacrónica de un determinado término sobre la centralidad del contexto inmediato o
literario de las frases que conforman el discurso dentro del cual es usado. “El no tomar en
consideración el contexto es el error más frecuente, ya que la mayoría de los comentarios
tienden a un análisis de palabra por palabra usualmente aislada de otros términos que las
circundan y como resultado se falla en discernir el mensaje del texto como un todo
coherente”.
COMENTARIOS:
Ciertamente no podemos ser objetivos en la forma de interpretar un texto, pero nuestra
responsabilidad es ser guiados por el Espíritu Santo, llevar estudios lo más profundos
posibles y con seriedad académica para tener una interpretación honesta.
Los autores bíblicos no vivieron aisladamente sino forman parte de una sociedad
poseedora de su propio contexto socio cultural e histórico de la época en la que se
desarrolló, de la importancia de tomar esto en cuenta al momento de interpretar el texto.
Al situarse en esa posición el lector/intérprete conoce mejor el mensaje original de los
hagiógrafos bíblicos.