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José Carlos Mariátegui La Chira

(Moquegua, 14 de junio de 1894, Lima, Perú, 16 de abril de 1930) fue


un escritor, periodista y pensador político peruano, autor prolífico a pesar de su
temprana muerte. Fue uno de los principales estudiosos del marxismo en América
Latina. De entre sus libros, los 7 ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana es una
obra de referencia para la intelectualidad del continente. Fue el fundador del Partido
Socialista Peruano en 1928 (que, tras su muerte, pasaría a denominarse Partido
Comunista Peruano, a instancias de la III Internacional, y por obra de Eudocio Ravines,
que ejercía entonces la secretaría general del partido), fuerza política que, según su
acta de fundación, tendría como herramienta axial al marxismo-leninismo, y de
la Confederación General de Trabajadores del Perú, en 1929.

Visión del Perú

La Conquista no sólo escindió la Historia del Perú, sino también escindió la


economía. Antes de la llegada de los españoles existía una economía comunal
indígena que era bastante sólida. Existía un bienestar material gracias a la
organización colectivista de la sociedad incaica. Esta organización había
enervado el impulso individual y a la vez había desarrollado el hábito de la
obediencia al deber social.
La Conquista instauró así una economía de carácter feudal. No buscaban
desarrollar una economía sólida sino sólo la explotación de los recursos
naturales. Es decir, los españoles no se formaron como una fuerza colonizadora
(como los ingleses en Estados Unidos), sino que se constituyeron como una
pequeña corte, una burocracia. Este sistema acabó determinando la economía
republicana.
La política económica de la Corona Española impedía el surgimiento de una
burguesía en las colonias. Estas vieron necesaria la independencia para
asegurar su desarrollo. La independencia se decide entonces por las
necesidades del desarrollo capitalista, en ese sentido, Inglaterra cumplió un
papel fundamental al apoyar a las nacientes naciones americanas.
Para Mariátegui, el gamonal invalida inevitablemente toda ley u ordenanza de
protección del indígena o del campesino. Contra la autoridad del hacendado
sostenida por el ambiente y el hábito, es impotente la ley escrita. El alcalde o el
presidente municipal, concejo o ayuntamiento, el juez, el corregidor, el inspector,
el comisario, el recaudador, la policía y el ejército están enfeudados a la gran
propiedad. "La ley no puede prevalecer contra los gamonales. El funcionario que
se obstinase en imponerla, sería abandonado y sacrificado por el poder central,
cerca del cual son siempre omnipotentes las influencias del gamonalismo, que
actúan directamente o a través del parlamento, por una y otra vía con la misma
eficacia".
Es importante esclarecer la solidaridad y el compromiso a que gradualmente han
llegado el gamonalismo regional y el régimen central: "de todos los defectos, de
todos los vicios del régimen central, el gamonalismo es responsable y solidario".
El gamonal es una pieza en la estructura de la administración centralizada: es el
jefe local de uno de los partidos políticos de influencia nacional y es el eslabón
fundamental en la cadena de una de las muchas clientelas del sistema político.
El poder central recompensa al gamonal al permitirle disfrutar de innumerables
contratos y alcabalas y actualmente, al dejar en sus manos las regalías que
produce la explotación de recursos naturales por las multinacionales e
innumerables contratos para complementarlas. En estas condiciones, cualquier
descentralización termina con el resultado esencial de un acrecentamiento del
poder del gamonalismo.

El guano y el salitre cumplieron un rol fundamental en el desarrollo de la


economía peruana. Estos productos aumentaron rápidamente la riqueza del
Estado, ya que la Europa industrial necesitaba estos recursos para mantener su
productividad agrícola, productos que el Perú poseía en monopolio. Esta riqueza
fue despilfarrada por el Estado Peruano. Pero permitió la aparición del capital
comercial y bancario. Se empezó a constituir una clase capitalista, pero cuyo
origen se encontraba en la vieja aristocracia peruana. Estos productos también
permitieron la consolidación del poder de la costa, ya que hasta entonces, la
minería había configurado a la economía peruana un carácter andino. En
síntesis, el guano y el salitre permitieron la transformación de la economía
peruana de un sistema feudal a un sistema capitalista.
Las nuevas naciones buscaron desarrollar el comercio. América Latina vendía
sus recursos naturales y compraba productos manufacturados de Europa,
generando un sistema que beneficiaba principalmente a las naciones europeas.
Este sistema, permitió el desarrollo sólo a los países Atlánticos, ya que las
distancias eran enormes para los países que se encontraban en la costa del
pacífico como el caso del Perú. El Perú en cambio, comenzó a comerciar con
el Asia, pero no logró el mismo desarrollo que los países del Atlántico.
Además, con la Guerra del Pacífico el Perú perdió el guano y el salitre. Pero esta
guerra también significó la paralización de toda la producción nacional y el
comercio, así como la pérdida del crédito exterior. El poder cayó temporalmente
en manos de los militares, pero la burguesía limeña pronto recuperó su función.
Se planteó el Contrato Grace como una medida para salir de la crisis. Este
contrato consolidó el predominio británico en el Perú, al entregar en concesión
los ferrocarriles por un periodo de 66 años.
El marxismo

Mariátegui se describe, desde su regreso de Europa, al marxismo, en la versión


leninista de la Tercera Internacional, encontrándose notables similitudes con el
pensamiento de Antonio Gramsci, especialmente en lo que atañe a la importancia
de la superestructura cultural no como mero "reflejo", sino desde la valoración
de sus potencialidades revolucionarias para generar contrahegemonía. Fruto de
dicha noción será su revista teórica Amauta y el órgano revolucionario Labor, que
será clausurado por el régimen de Leguía. Crítico incansable del reformismo de
la Segunda Internacional y de la socialdemocracia, Mariátegui es considerado el
primer marxista de América Latina, al enfatizar al papel de las masas indígenas
como el auténtico "proletariado" del continente y pregonar la necesidad de una
revolución socialista, influenciado por el sindicalismo radical de Georges Sorel.
El fascismo
Por su parte, mostró cómo el fascismo no era una "excepción" de Italia o un
"cataclismo", sino un fenómeno internacional "posible dentro de la lógica de la
Historia", del desarrollo de los monopolios en el imperialismo y de su necesidad
de derrotar la lucha del proletariado. Mariátegui vio el fascismo como una
respuesta del gran capital a una crisis social profunda, como la expresión de que
la clase dominante no se siente ya suficientemente defendida por sus
instituciones democráticas, por lo que culpa ante las masas de todos los males
de la patria, al régimen parlamentario y a la lucha revolucionaria, y desata el culto
a la violencia y al nuevo orden del Estado fascista, concebido como estructura
autoritaria vertical de corporaciones. Mariátegui vislumbró cómo el triunfo del
fascismo estaba inevitablemente destinado a exasperar la crisis europea y
mundial.

Víctor Mario Rafael Andrés Belaúnde Diez-Canseco

(Arequipa, 15 de diciembre de 1883-Nueva York, 14 de diciembre de 1966), fue


un pensador, jurista, diplomático, político, intelectual, escritor y educador peruano.
Católico y humanista, fue el principal integrante de la "Generación del 900" (junto
con Francisco García Calderón Rey y José de la Riva-Agüero y Osma), al igual
que José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre. Destacó como una de las
voces más importantes en la reflexión de la sociedad peruana. También llegó a ocupar
la presidencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas

Pensamiento

Líder del socialcristianismo en el Perú, se incorporó a partir de 1956 al partido Acción Popular,
entonces recién en formación, con lo que influyó en su ideología desde sus orígenes. También
recogen el pensamiento de Víctor Andrés Belaúnde y reivindican su herencia intelectual
la Democracia Cristiana y el Partido Popular Cristiano, entre otras agrupaciones políticas
peruanas.

En el debate social, su mirada del Perú fue netamente positiva. Según su propuesta, el Perú es
una síntesis viviente en la que la cultura andina y la occidental española se habían fusionado
creando una nueva civilización. Opinaba que ambas fuentes son buenas, a pesar de las
sombras que puedan haber oscurecido ciertas etapas de nuestra historia. Se opuso a teorías
más antagónicas como la de J.C. Mariátegui que, propias de un nacionalismo racista,[7] e
influenciado por el socialismo de inicios del siglo XX declaraba la preeminencia de la raza
indígena frente al criollo y al blanco, o al mismo Haya de la Torre que también valoraba más el
aporte indígena pero no se mostraba en tan franca oposición al influjo occidental en América
Latina como Mariátegui.

Belaúnde no tuvo un afán proselitista ni un espíritu partidario muy arraigado, por lo que sus
ideas quedaron con el tiempo guardadas en ámbitos académicos algo cerrados y con poca
difusión. Tanto el Partido Comunista, fundado a la muerte de José Carlos Mariátegui, como
el APRA, fundado por Haya de la Torre, sí se dedicaron sistemáticamente a transmitir sus ideas
a las bases sociales, con lo que ganaron mucha mayor fuerza en el devenir histórico posterior
peruano.

En el plano internacional, destacó como el primer peruano en ocupar un alto cargo en la ONU:
Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (en 1959 y 1960), responsabilidad y
honor solo posibles por el reconocimiento que la comunidad internacional. Además fue
Presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en tres periodos.

Tanto en sus escritos como en sus discursos reveló un dominio magistral de la lengua, así como
respetuosos modales tradicionales y una proclividad al diálogo. Apasionado en la defensa de
sus ideales, fue uno de los principales promotores de la defensa del sufragio femenino. y murió
el 2013

Víctor Raúl Haya de la Torre

(Trujillo, 22 de febrero de 1895-Lima, 2 de agosto de 1979) fue un pensador y político


peruano, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y líder
histórico del Partido Aprista Peruano, el más longevo y el de mayor consistencia
orgánica de la política del Perú. Es reconocido como un importante
ideólogo político de Latinoamérica y figura clave para la política peruana y americana.
Dio nombre al Caso Haya de la Torre, un caso de derecho internacional público sobre
el derecho al asilo político.

Pensamiento

Haya de la Torre corresponde a uno de los procesos ideológicos más particulares,


evolutivos y complejos de la historia del Perú. El conjunto de sus escritos,
pronunciamientos y posiciones hacen de él un personaje heterogéneo e incluso
contradictorio, su mensaje se ha prestado a distintas y diversas interpretaciones.
Según conceptos generales apristas, Haya aplicó el materialismo histórico a la
revisión de la historia y condiciones objetivas de Latinoamérica, deduciendo de ello
una teoría original de la acción política para conducir dichas sociedades hacia el
socialismo; en el plano teórico su pensamiento, aunque marxista, resultará diferente
y aún contrario del leninismo ortodoxo respecto a la estrategia socialista en
sociedades coloniales o periféricas.

Haya postula que el imperialismo es la máxima expresión del capitalismo, que es, a
su vez, el modo de producción económica superior a todo lo que el mundo conocía.
En virtud de lo cual, concluye que el capitalismo es una fase inevitable en el proceso
de civilización contemporáneo. El capitalismo, según Haya de la Torre, no será
eterno y tiene contradicciones dentro de sí que terminarán finalmente con él pero,
para que eso suceda, debe evolucionar completamente, esto es, existir y madurar. El
proletariado de los atrasados países latinoamericanos es demasiado joven como
para hacer la gran revolución que supere al capitalismo.
Sigue indicando que el imperialismo es la última fase del capitalismo en los países
desarrollados, pero en los subdesarrollados, como los es el Perú, es la primera fase.
En estos países, no se trata de una etapa de industrialización avanzada sino de
explotación de materias primas, porque es el tipo de producción que le interesa
hacer allí al mundo desarrollado del que vienen los capitales imperialistas; no a los
ciudadanos de estos países. Por esta causa, dice, su desarrollo inicial es lento e
incompleto. De esta manera, el problema de la América es político: cómo
emanciparse del yugo del imperialismo sin retrasar su progreso. En tanto se trata
de América y no de Europa, en tanto llegó al capitalismo por el imperialismo, tiene
que adoptar una aptitud de enfrentamiento del problema que sea propia.
Víctor Raúl estima que serán las tres clases oprimidas por el imperialismo las que
harán avanzar esta etapa de la sociedad: el proletariado industrial joven, el
campesinado y las clases medias empobrecidas. Con la alianza de estas clases en el
poder, el Estado ya no será instrumento del imperialismo sino defensor de las clases
que represente. Así, tomarán de los países desarrollados lo que les interese y
negociarán con estos de igual a igual, no sometidos, porque se necesitan
mutuamente.
Haya de la Torre tiene una visión americanista de hacer política. Cree que lo que el
llama "Indoamérica", tiene que integrarse y luchar en conjunto para avanzar. Por
ello su partido tiene un nombre en el que figura el concepto de alianza americana.
En síntesis, dice que hay que crear la resistencia antiimperialista en América y darle
forma de organización política. Esto es lo que Haya considera que debe ser el Apra.
En la actualidad las reinterpretaciones y análisis del "hayismo" desde dentro y fuera
del Partido Aprista son cada vez mayores. Obviamente, la obra reciente más
destacada sobre el asunto corresponde a la autoría del actual líder del PAP y
ex Presidente del Perú, Alan García Pérez. García ha publicado recientemente La
revolución constructiva del aprismo/Teoría y práctica de la modernidad (Lima,
2008); el libro esboza una historia ideológica del APRA con vistas a explicar la actual
perspectiva del aprismo de este tiempo y su expresión gubernamental. La obra
pretende mostrar a un Haya de la Torre concurrente con un proceso de maduración
intelectual y política; explica, además, que durante el período 1970-1990,
el Apra "resultó más velasquista que hayista".[35] García dice que su partido cometió
un error al interpretar la revolución militar como la "realización de lo que había
propuesto el Apra desde 1931", lo que los habría llevado a que "adoptaran como
propias las estatizaciones, el modelo colectivista en la agricultura y el manejo estatal
del comercio de muchos servicios y bienes", lo que eran conceptos "totalmente ajenos
a la ideología de Haya y su trabajo dialéctico".[35] La tesis de García ha sido rebatida,
o por lo menos discutida, por diversos intelectuales peruanos como Hugo Neira,[36]
Sinesio López,[36] Nelson Manrique[37] y Martín Tanaka.

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