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FACCINI DORI

SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA


de 14 de julio de 1994

1. Tema. -

La presente sentencia trata de un litigio suscitado entre Litigio entre Paola Faccini y
Recreb SRL, a raíz de la interpretación de la Directiva 85/577/CEE del Consejo de la UE,
que trata sobre la protección de los consumidores en el caso de contratos negociados
fuera de los establecimientos comerciales.

El Giudice concialtore di Firenze (Italia) planteó una cuestión prejudicial al Tribunal


Constitucional de la UE, sobre, en primer lugar, la interpretación de la Directiva sobre
los contratos negociados fuera de los establecimientos comerciales; y, en segundo lugar,
sobre su invocabilidad en un litigio entre un comerciante y un consumidor (entre
particulares).

2. Antecedentes. -

Como antecedentes a la cuestión prejudicial, esta la celebración de un contrato entre la


Srta. Paola Faccini Dori e Interdiffusion Srl, referente a un curso de inglés por
correspondencia en la estación central de Milán; es decir, fuera de su establecimiento.
Posteriormente, Faccini Dori comunicó a Interdiffusion Srl que anulaba su pedido, a lo
que Interdiffusion Srl le respondió que había cedido su crédito a Recreb. En ese sentido,
Faccini Dori confirmó por escrito a Recreb que había renunciado a su suscripción,
invocando la facultad de renuncia prevista por la Directiva respecto a los contratos
negociados fuera de los establecimientos comerciales.

En particular, esta Directiva tiene por objeto conceder al consumidor un derecho de


rescisión durante un periodo de siete días, corno mínimo, con el fin de ofrecerle la
posibilidad de considerar las obligaciones que resultan del contrato. Esto en
consideración de que, para contratos celebrados fuera de los establecimientos
comerciales del comerciante, el consumidor no se encuentra preparado para dichas
negociaciones y se encuentra desprevenido, toda vez que la iniciativa de las
negociaciones procede, normalmente, del comerciante, lo cual representa un elemento
sorpresa en favor del mismo.

Sin embargo, a pesar de todo lo antes mencionado, Recreb solicitó al Giudice


conciliatore di Firenze que ordenase conminatoriamente a la Srta. Faccini Dori que le
pagase la cantidad convenida, más los intereses correspondientes y las costas. Ante lo
cual, el referido Juez condenó a la Srta. Faccini Dori a pagar dichas cantidades. Empero,
esta formuló su oposición alegando, una vez más, que había renunciado al contrato con
arreglo a lo dispuesto en la Directiva. Cabe mencionar que, en el momento de los hechos
Italia no había adoptado ninguna medida de adaptación de su Derecho interno a la
Directiva, cuando el plazo ya había expirado.

3. Planteamiento de problema. –

El órgano jurisdiccional remitente se plantea si, a pesar de la no adaptación de su


Derecho interno a la Directiva, en el momento en que se produjeron los hechos, Italia
podía aplicar lo dispuesto en la misma. Ante ello se remite al Tribunal de Justicia de la
UE una cuestión prejudicial, consultando si:
«¿Debe considerarse que la Directiva es suficientemente precisa y detallada? En caso
afirmativo, ¿podía ésta producir efectos en las relaciones entre los particulares y el
Estado italiano y en las relaciones de los particulares entre sí?»

Ante ello, en este litigio se suscitan 2 problemas:

a) Al carácter incondicional y suficientemente preciso de las disposiciones de


la Directiva relativas al derecho de renuncia.
b) La invocabilidad en litigios, que enfrentan a particulares, a falta de medidas
de adaptación del Derecho interno, de una Directiva que exige a los Estados
miembros la adopción de determinadas normas destinadas a regular,
precisamente, las relaciones entre dichas personas.

4. Interpretación de la sentencia

4.1. Sobre el carácter incondicional y suficientemente preciso de las disposiciones de la


Directiva relativas al derecho de renuncia

La sentencia indica que las disposiciones de la Directiva 85/577, referente a la protección


de los consumidores en el caso de contratos negociados fuera de los establecimientos
comerciales, son incondicionales y suficientemente precisas por lo que respecta a la
determinación de los beneficiarios y al plazo mínimo en que debe notificarse la renuncia
a un contrato celebrado fuera de un establecimiento comercial. En efecto, si bien los
artículos 4 y 5 de la Directiva conceden a los Estados miembros un cierto margen de
apreciación por lo que respecta a la protección al consumidor cuando la información
sobre el derecho de resolución no sea proporcionada por el comerciante y a la fijación
del plazo y de las modalidades de renuncia, como es en este caso. Sin embargo, dicho
margen de apreciación no excluye que puedan determinarse unos derechos mínimos
que deberán proporcionarse a los consumidores.

4.2. Sobre la invocabilidad de las disposiciones de la Directiva relativas al derecho de


renuncia, en un litigio entre un consumidor y un comerciante

La invocabilidad de las Directivas frente a las entidades estatales se funda en el carácter


obligatorio que el artículo 189 del Tratado reconoce a la Directiva, el cual sólo existe
respecto a todo Estado miembro destinatario y que tiene por objeto evitar que un
Estado pueda sacar ventajas de haber infringido el Derecho comunitario.

En ese sentido, ampliar dicho principio al ámbito de las relaciones entre los particulares
equivaldría a reconocer a la Comunidad la facultad de establecer con efectos inmediatos
obligaciones a cargo de los particulares, cuando sólo tiene dicha competencia en
aquellos supuestos en que se le atribuye la facultad de adoptar Reglamentos. De ello se
deduce que, a falta de medidas de adaptación del Derecho interno a la Directiva dentro
de los plazos señalados, un particular no puede fundarse en una Directiva para afirmar
que posee un derecho frente a otro particular e invocarlo ante un órgano jurisdiccional
nacional.

No obstante, existe la obligación de los Estados miembros, dimanante de una Directiva,


de alcanzar el resultado que la misma prevé, así como el deber de adoptar todas las
medidas apropiadas para asegurar el cumplimiento de dicha obligación. De ello se
desprende que, al aplicar el Derecho nacional, ya sean disposiciones anteriores o
posteriores a la Directiva, el órgano jurisdiccional nacional que debe interpretarlo está
obligado a hacer todo lo posible, para, al efectuar dicha interpretación, alcanzar el
resultado a que se refiere la Directiva.

Finalmente, cabe mencionar que, en el supuesto de que un Estado miembro incumpla


la obligación que le incumbe de adaptar su Derecho interno a lo dispuesto en una
Directiva y de que no pueda alcanzarse el resultado exigido por la Directiva mediante la
interpretación del Derecho nacional por las autoridades judiciales, el Derecho
comunitario impone a dicho Estado la obligación de reparar los daños causados a los
particulares por no haber adaptado su Derecho interno a lo dispuesto en la Directiva,
siempre y cuando concurran tres requisitos:

- Que el objetivo de la Directiva sea atribuir derechos a los particulares.


- Que el contenido de estos derechos pueda determinarse basándose en las
disposiciones de la Directiva.
- Que exista una relación de causalidad entre el incumplimiento de la obligación que
incumbe al Estado y el daño sufrido.

En tal caso, y como es correspondiente dado el cumplimiento de las tres condiciones


anteriores, el órgano jurisdiccional nacional deberá garantizar, con arreglo al Derecho
nacional sobre la responsabilidad, el derecho de las personas que han sufrido un daño
a obtener reparación

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