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En los últimos días, y en el marco de los debates presidenciales y distintos foros de cara a las
elecciones, se puso sobre la mesa una discusión tan importante como retrograda, siendo la
enfermedad holandesa y la dependencia de hidrocarburos un espectro económico ampliamente
superado por países superados, dignos de estudio de los primeros semestres de economía.
Sin embargo, hacerlo así de superficial como lo manejan desde medios hasta los mismos candidatos,
resulta un error minimalista e invisivilizador, considerando que además el análisis comparado se
suele realizar entre Colombia y Venezuela, dadas las campañas basadas en el miedo y el fantasma
del castrochavismo.
Y es que los modelos económicos y el éxodo venezolano no sólo comienzan a preocupar a los
colombianos, sino también alimentan los discursos políticos (xenófobos o no). En ese sentido, vale
la pena analizar los siguientes datos para determinar la verdadera trascendencia de los elementos
del debate que en últimas, están para “ayudar” a más de uno a tomar una decisión a la hora de
ejercer sus derechos democráticos:
Feminización de la migración
Petroleo y aguacates
¿Cuál es la discusión que debería ser protagonista? Al menos a la luz de una economía que se lee en
cifras, PIB, desempleo, inflación y otros estándares prestados, la actividad económica que debería
preocuparnos es otra, considerando la diferencia porcentual y el posible impacto de las migraciones.
En ese sentido, por qué poco se habla de esto? Acaso respondemos a modelos