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Económica, institucional y políticamente, Venezuela está sumergida en

una grave problemática de proporciones mayúsculas que nadie se


atreve a diagnosticar.
La desaparición del presidente Hugo Chávez Frías deja a Venezuela en medio de
graves problemas de toda índole. Ya antes de la ausencia definitiva, el país estaba
sumido en una enredadera de dificultades de no poca monta.

La crisis económica, la situación de los millones de venezolanos, es tal vez la


problemática más aguda y de unas proporciones incalculables. La elevada inflación,
la escasez de alimentos, un irregular mercado de divisas, la altísima deuda externa,
el gasto oficial desaforado y las reducciones drásticas en ingresos por venta de
petróleo crudo, son parte del menú de la problemática económica.

Esa crisis financiera marcará el derrotero de la situación política de la nación. Los


índices de desempleo son artificiales ya que el mayor empleador es el Estado, pero
parte de la solución es recortar los gastos de funcionamiento y los puestos de
trabajo se acabarían.

La deuda externa es hoy diez veces mayor que en 2003. Y las importaciones se han
triplicado. Destinar recursos para esos pagos es, ahora, casi imposible.

La capacidad productiva de Venezuela, incluyendo la industria petrolera, ha caído


drásticamente.

Los ingresos por petróleo caen por otros motivos. Los bajos precios internos
generan excesivo consumo de gasolina. Llenar el tanque de un automóvil cuesta un
cuarto de dólar. Adicionalmente, se envía a Cuba un porcentaje importante de la
producción y a China, un gran comprador, hay que cumplirle un contrato que se
pagó por anticipado a bajos precios. Pero el dinero ya fue gastado.

Tal vez, los ingresos que realmente significan ganancias, son los que entran por
venta de crudo a Estados Unidos, el mayor enemigo del actual régimen venezolano.

El tema es de tal magnitud, que se ha llegado a la importación de gasolina, hecho


que parece increíble en un país con las reservas que tiene y la infraestructura que
posee.

Financial Times estima que por cada diez barriles de crudo que exporta a Estados
Unidos debe importar dos barriles de petróleo refinado en el exterior a mayores
costos.

Venezuela ocupa hoy los últimos lugares de las listas que clasifican a los países
según su competitividad, la facilidad de hacer negocios o el atractivo para los
inversores extranjeros.

Pero ocupa los primeros lugares en violencia, homicidios y falta de justicia.


Este panorama, entonces, permitirá dibujar el futuro desde lo político. El
asistencialismo y la vida subsidiada ha generado cadenas de millones de personas
que apoyan al actual régimen, por lo que se prevé que esas masas se lanzarán a las
calles a defender con lo que tengan a la mano lo que el gobierno de Chávez les ha
dado en la última década. Agitadas estas masas por el partido oficialista, que está
demostrado, no escatima esfuerzos en comprometer los recursos públicos para
alinear estos sectores deprimidos.

Entre tanto, la oposición liderada por sectores más pudientes de la sociedad,


intentarán unir fuerzas para ganar en las urnas un nuevo sistema de gobierno.

Sin embargo, el silencio que se mantuvo, desde diciembre sobre la real situación de
Chávez, generó una inestabilidad institucional, que a juicio de analistas, pasó por
encima de la Constitución Política de Venezuela, dejando a la deriva las verdaderas
garantías para todos los sectores.

La incertidumbre y el manejo oficial, se convirtieron en las aliadas del régimen


para contener una crisis constitucional que en algún momento llegaría, y bien, con
los últimos hechos, ya ‘hizo agua’ y es parte de los problemas que quienes dirigirán
el país de ahora en adelante, deberán resolver.

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