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INTRODUCCIÓN

No puede haber alguien sensato que después de descubrir un tesoro que puede
enriquecer a muchos sin empobrecerse a sí mismo, deje de compartirlo. Este
es mi caso y el de muchos en la Iglesia que hemos descubierto en la devoción
a San José, un canal de las gracias del Cielo.

San José estuvo pendiente de todas las necesidades de Jesús para satisfacerlas.
Ahora, Jesús en el Cielo ¿qué le puede negar a quien todo se lo dio en la
tierra?

Si San Pedro tiene las llaves de las puertas del Cielo, San José, las de su
despensa. Y cuál no será la confianza que Dios le tiene cuando le “confió la
custodia de sus Tesoros más preciosos” (RC).

No es mi intención escribir un tratado sobre Él. Si alguno tiene interés en


conocerlo, le invito a que lea la Exhortación Apostólica Redemptoris Custos,
de Juan Pablo II, sobre la figura y la misión de San José: 1989. Simplemente
quiero cumplir con un acto de justicia, reconocer el poder de su intercesión.
(Testimonios al final de la novena).

Es abogado de casos imposibles, si tienes uno, aprovéchalo, además está de


promoción, sobre todo, durante el mes de marzo y más aún el día 19; Santa
Teresa decía “Cada año en su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida.”

En su testimonio declara que San José le alcanzó la gracia de su curación


después de haber estado tullida por casi tres años: “Como me vi tan tullida y
en tan poca edad (25 o 26 años), ya que no me habían parado los médicos de
la tierra, determiné acudir a los del Cielo para que me sanasen..., y tomé por
abogado y señor al glorioso San José y me encomendé muchísimo a él. Vi
claro que así de esta necesidad como de otras mayores este padre y señor mío,
me sacó con más bien de lo que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta
ahora, haberle suplicado cosa que no haya dejado de hacer.

Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de
este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo
como de alma; que a otros Santos parece les dio el Señor tanta gracia para
socorrer en una necesidad; de este glorioso Santo, tengo experiencia, que
socorre en todas y que quiere Dios darnos a entender, que, así como le fue
sujeto en la tierra, así en el Cielo hace cuánto le pide.

Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso Santo, por la
gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido
persona que de veras le sea devota, que no la vea más aprovechada en la
virtud.

Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por
experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y
tenerle devoción.”
NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ
Hecha la señal de la Cruz y el acto de
Contrición, se dirá lo siguiente:

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dulcísimo abogado y protector mío San José, infinitas gracias doy a la


Trinidad Beatísima, de quien fue tu alma enriquecida de celestiales dones para
que debidamente desempeñaras el cargo, que te había confiado. Sublime
predestinación la tuya, que habría sido de inmensa honra para el más elevado
de los ángeles, con la cual fuiste constituido: cabeza de la Sagrada Familia,
confidente de los secretos celestiales, esposo de la Madre de Dios, custodio
del Verbo Divino. Eres el Justo que tuvo la dicha de ver al Mesías, de adorarle,
de estrecharle contra el corazón, de tenerle sujeto a tus mandatos; eres la nave
misteriosa que sirvió de amparo y apacible luz a la Reina de los Ángeles, eres
la providencia del mundo que supo conservarnos con indecibles trabajos, la
Víctima propiciatoria por los pecados, el Pan del cielo, alimento de los
escogidos.

Tú serás siempre, después de Jesús y de María, el objeto de mi mayor


veneración, el camino para ir a ellos, y por Ti espero alcanzar misericordia y
gracia, serás mi refugio en los combates, consuelo en las aflicciones, socorro
en las necesidades, y ahora, otórgame las gracias que humildemente te pido en
esta novena, sí es para mayor gloria de Dios y honra tuya. Amén. (Se reza tres
veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, a la Santísima Trinidad en acción
de gracias por los beneficios concedidos al Santo Patriarca).
ORACIÓN PARA EL PRIMER DÍA

Gloriosísimo Patriarca San José, modelo acabado de la perfectísima oración,


aprendida en el trato familiar con Jesús y María. ¡Oh! Qué de veces se derretía
tu alma en amor de Dios, a quien dirigías tus obras, aún las más sencillas. Esta
constante oración, santificaba tus acciones, pues con este espíritu, las
iniciabas, proseguías y terminabas; de este espíritu de oración, sacabas
fortaleza en las adversidades de cuerpo y alma, de él te nacía el valor para
cumplir con alteza el ministerio que Dios te había encomendado y subir a un
alto grado de perfección. ¡Oh Glorioso Patriarca, de quien se admiran las
Jerarquías del Cielo!, pide para mí este espíritu de oración, para que, a
imitación tuya, crezca en buenas obras, aumente en las virtudes y persevere
con firmeza, hasta ganar la corona. Amén. (Petición y gozos).
ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA

A Ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestras tribulaciones, y después


de implorar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también
confiadamente tu patrocinio. Por aquella caridad que, con la Inmaculada
Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido, y por el amor paternal con que
abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos, que vuelvas benigno los
ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo y con tu poder y
auxilio, socorras nuestras necesidades.

Protege, ¡oh providentísimo custodio de la Sagrada Familia!, la escogida


descendencia de Jesucristo, aparta de nosotros toda mancha de error y
corrupción, asístenos propicio desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro, en
esta lucha contra el poder de las tinieblas, y como en otro tiempo, libraste al
Niño Jesús del eminente peligro de la muerte, así ahora, defiende a la Santa
Iglesia de Dios de las acechanzas del enemigo y de toda adversidad; y a cada
uno de nosotros, protégenos con perpetuo patrocinio para que con tu ejemplo
y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y
alcanzar en los Cielos, la eterna bienaventuranza. Amén. (Escrita por el Papa
León XIII)

Oración:

He aquí el siervo fiel y prudente a quien el Señor constituyó sobre su familia.


V. / Gloria y riquezas en su casa.
R. / Y su justicia permanece para siempre.

Oremos:

Dios, que en tu admirable providencia elegiste a san José para ser esposo de la
Santísima Madre de tu Hijo; concédenos como intercesor en el cielo, a quien
veneramos como protector en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo.
DÍA SEGUNDO

Gloriosísimo Patriarca San José, admirable por tu vida oculta con Cristo en
Dios, Tú fuiste escogido de su mano para ser representante de Dios en la
tierra, para quien es el regocijo de los Cielos y gloria de nuestro linaje. Más,
en medio de tanta gloria, todo tu anhelo, no fue otro, sino ser desconocido e
ignorado de todos, ocupado en los quehaceres de tu oficio, sin desear más, que
cumplir exactamente los planes divinos de la Encarnación del Verbo.

Por lo anterior mereciste, que te llamen las generaciones, siervo bueno y fiel,
puesto por Dios a la cabeza de la Sagrada Familia, para servir de consuelo a
María, buscar el alimento al Divino Infante y cooperar fidelísimamente a los
designios del Eterno Padre.

Concédeme Santo mío, que conozca yo, los apreciabilísimos dones reservados
a los amantes de la vida oculta y escondida en Dios, verdadera margarita
preciosa, desdeñada de las almas tibias. Amén. (Petición y gozos).
DÍA TERCERO

Gloriosísimo Patriarca San José, lirio maravilloso y cristiano espejo de


pureza, que mereciste ser desposado con la misma pureza virginal, María
Inmaculada, y por especial gracia de Dios, permaneciste virgen: concédeme,
santo mío, que pueda yo presentarme ante el Cordero de Dios, reflejando
vivamente su divina virtud, y abrasado de sus celestiales ardores.

Alcánzame de Jesús y de María virtud semejante a la tuya, la cual me defienda


de cuanto pueda mancillar mi alma. Amén (Petición y gozos).
DÍA CUARTO

Gloriosísimo San José, admirable ejemplo de sumisión y obediencia, con


prontitud, docilidad y alegría, en circunstancias en que parecía prudente diferir
o alterar en algo las órdenes de Dios.

Alcánzame la gracia de obedecer por Dios a lo que me manden los hombres


como los ángeles del cielo obedecen a Jesús; ayúdame, Santo mío, por tus
merecimientos, a obedecer con rendimiento de juicio, con prontitud de
voluntad, con presteza de ejecución, fiándome de la Providencia de Dios, que
cuidará de mí, si obedezco de esta manera. Amen. (Petición y gozos).
DÍA QUINTO

Gloriosísimo Patriarca San José, que prácticamente nos enseñaste que el


espíritu de fe consiste en ver a Dios en todos los acontecimientos de la vida,
en abandonarse por completo en sus manos con amor y desear lo que Él
quiere, como Él lo quiere, y que todo cuanto me sucede, es porque así lo
dispone para mi mayor bien y, porque estos son los medios más conducentes
entre todos, para conseguir mi fin; pues creo que Dios es infinitamente sabio,
omnipotente y amorosísimo Padre mío, no me olvide que Él no ignora qué
lugar, oficio y salud me es más conveniente y ha de preparar los medios más a
propósito para que consiga mi fin.

Haz que, de esta manera, creyendo que el Dios de las virtudes, no solamente
ordena todas las cosas en número, peso y medida, sino que también nos
gobierna con gran miramiento cambiando el mal en el bien y sacando
provecho hasta de la misma tentación, me arroje en sus divinos brazos y logre
finalmente el fin para el cual fui creado. Amén. (Petición y gozos).
DÍA SEXTO

Gloriosísimo Patriarca, San José, admirable por el desasimiento de las cosas


de este mundo y acabado modelo del desprecio que debe hacerse de ellas. Tu
abandono en las manos de Dios, no se desmintió ni en la suma pobreza con
que recibiste al Verbo Divino recién nacido, ni en la falta de las cosas más
precisas con que emprendiste el viaje a Egipto, donde viviste sustentando a
Jesús y a María del trabajo de tus manos en casa pobre y entre gente bárbara y
extraña.

Concédeme, Santo mío, que sepa apreciar esta rica pobreza, con la cual, a la
par que desprecie lo que es de ningún valor, adquiera asemejarme a Ti y a
Jesús. ¡Ame yo esta dichosa pobreza premiada con tanta riqueza! Ame esta
bienaventurada liberalidad, cuyo galardón es medida tan copiosa.

Aprenda de Ti a ser pobre como Jesús, que vino del Cielo a la tierra para
darnos ejemplo de pobreza y escogió morir desnudo en la Cruz, saliendo del
mundo sin tener cosa del mundo. Dadme aborrecer esas cositas a que se apega
el corazón, para que sirva a Dios con perfección y alcance las riquezas
celestiales. Amén (Petición y gozos).
DÍA SÉPTIMO

Gloriosísimo Patriarca, San José, elegido de la augusta Trinidad para ser


esposo de la Madre de Dios ¿Qué lengua de hombre ni de ángel, podrá jamás
ensalzarte debidamente por la incomparable dignidad a que fuiste elevado? Tú
a quien el Espíritu Santo formó el alma tan semejante a la de María, Tú a
quien la Reina de los ángeles se entregó con la confianza con que se hubiera
entregado a un ángel. Tú en quien la Virgen María, veía los destellos más
vivos de la Divinidad, los más vivos resplandores de la santidad infinita, el
santuario más acabado de las perfecciones de Dios, con lo cual no dudó
amarte como el verdadero esposo, puesto en lugar del Altísimo para regirla y
gobernarla.

Por este amor que te tuvo María Santísima, humilde y confiadamente te


suplico me hagas a mí, capaz de amarla como Tú la amas, para entrar con este
amor en los efectos de la predestinación, negociándolos Ella para sus devotos.

Solicite para mí, esta Celestial Señora, las inspiraciones del Cielo, la gracia de
la justificación, la victoria en las tentaciones, la perseverancia en las virtudes,
el aumento de las gracias, la constancia en el bien, la corona de la gloria. Y
puesto que, por mandato de Dios, echa raíces en los escogidos para el cielo,
las eche hondas en mi alma, de devoción e imitación de sus virtudes, que sean
prenda de mi eterna predestinación. Amén. (Petición y gozos).
DÍA OCTAVO

Gloriosísimo Patriarca, San José, varón verdaderamente admirable por el


amor siempre creciente que tuviste al Verbo de Dios, amor manifestado en
tantos trabajos de alma y cuerpo, en la solicitud paternal que le tuviste y con la
que le procuraste alivio y consuelo. Pido me sea dado por tu mediación, amar
sobre todas las cosas, al que es el Santo de los Santos y magnífico en la
santidad, a Jesucristo constituido por el Padre, heredero universal y cabeza del
linaje humano; al que es el resplandor de la gloria del Padre y está sentado a la
diestra de la Majestad en las alturas.

Sea el fin y norma de mis acciones, palabras, pensamientos, ya que, si deseo


curarme, es médico; si me abraso de sed, es fuente; si estoy lleno de maldades,
es justicia: si deseo el cielo, es camino; si temo la muerte, es vida. Sea Él mi
supremo bien, mi bienaventuranza, mí Jesús y todas mis cosas, para que por tu
mediación pueda verle cara a cara y besar las preciosísimas llagas de sus pies
y de sus manos, en el Cielo. Amén. (Petición y gozos).
DÍA NOVENO

Gloriosísimo Patriarca, San José, cuya alma inundada de gozo en la hora de la


muerte, con la presencia de Jesús y de María, mereció pasar de sus benditas
manos a las del Eterno Padre, para recibir el galardón de tantas virtudes. Por tu
muerte tan dulce, bienaventurada y preciosa a los ojos de Dios, imploro desde
hoy tu protección, para aquel trance terrible e inevitable, remate de la vida,
momento del que depende la eternidad y la felicidad del hombre.

Aprenda mi alma a vivir bien para que sepa bien morir; viva muerto a lo
creado, al amor propio, a la sensualidad, clavado con Jesucristo y sus
compañeros, pobreza, dolor y desprecio. De esta suerte, mi alma pasará de tus
manos a las de mi Salvador, que tuvo las suyas clavadas por mí en la Cruz.
Acógeme pues, bajo tu amparo, para aquella hora, y si no recreares mí espíritu
visiblemente como lo has hecho con tantos, tu protección y la de tu Esposa,
me sostengan en aquella terrible lucha. Amén. (Petición y gozos).
GOZOS

Pues la Iglesia te saluda


José, universal patrón.
Acógenos bajo el manto
de tu excelsa protección.

José de noble prosapia,


de ilustres reyes nacido
y del Eterno escogido
de Jesús para tutor:
quién como tú venturoso
Santo predestinado?
Acógenos, etc...

Lirio más terso y fragante


no vió el valle de Judea.
Por eso en ti se recrea
de toda pureza Dios
y hace tu vara florida
con universal espanto.
Acógenos, etc...

De la más pura doncella


que admiró la luz del día,
de la celestial María,
te dió mano y corazón;
¡Oh, el más feliz de los hombres
y de la Virgen encanto!
Acógenos, etc...

¡Qué bien se encuentra en tus brazos!


¡ese Niño flor del Cielo!
¡Cómo le guarda tu anhelo!
¡cómo lo estrecha tu amor!
Si lo pierdes un instante,
cómo te anegas en llanto.
Acógenos, etc...

Venturoso le sustentas
con el sudor de tu frente,
padre de tu Redentor;
vives para Él solamente,
mueres al sonar la hora,
de su fúnebre quebranto.
Acógenos, etc...

Con Jesús y con María


formas el grupo más bello,
de la Trinidad destello,
de la Iglesia adoración.
Por eso el cristiano pueblo
te repite amable santo.
Acógenos, etc...

Tu nombre es cada día


más glorioso y más amable,
que a poder tan admirable
no resiste el corazón.
Su providencia te nombra
Colombia que te ama tanto.
Acógenos, etc...

De Ignacio la grey querida


no es la que menos te ama,
pues por patrón te reclama
y descansa en tu favor;
acoge su humilde ruego
y no desoigas su canto.
Acógenos, etc...
Salutaciones de San Juan Eudes a San José:

Dios te salve, José, imagen de Dios Padre.


Dios te salve, José, padre de Dios Hijo.
Dios te salve, José, santuario del Espíritu Santo.
Dios te salve, José, bien amado de la Santísima Trinidad.
Dios te Salve, José, fidelísimo coadjutor del gran consejo.
Dios te salve, José, dignísimo esposo de la Virgen Madre.
Dios te salve, José, padre de todos los fieles.
Dios te salve, José, guardián de todos los que han abrazado la santa virginidad.

Dios te salve, José, fiel observante del silencio sagrado.


Dios te salve, José, amante de la santa pobreza.
Dios te salve, José, modelo de dulzura y de paciencia.
Dios te salve, José, espejo de humildad y de obediencia.
Eres bendito entre todos los hombres.
Y benditos sean tus ojos que vieron lo que tú has visto.
Y benditos sean tus oídos que oyeron lo que tú has oído.
Y benditas sean tus manos que tocaron al Verbo hecho carne.
Y benditos sean tus brazos que llevaron al que sostiene todas las cosas.
Y bendito sea tu pecho sobre el cual el Hijo de Dios descansó dulcemente.
Y bendito sea tu corazón abrasado por el del amor más ardiente.
Y bendito sea el Padre Eterno que te eligió.
Y bendito sea el Hijo que te amo.
Y bendito sea el Espíritu Santo que te santificó.
Y bendita sea María, tu esposa, que te amó como a un esposo y hermano.
Y bendito sea el ángel que fue tu guardián.
Y benditos sean por siempre todos los que te aman y te bendicen.
Amen.
TESTIMONIOS

Soy religiosa, y a pesar de esto, no puedo considerarme persona de devociones


particulares; nunca había hecho una novena, excepto la de Aguinaldo, pero en
el año 2002, viví en un Monasterio bajo el patrocinio de este glorioso Santo;
teníamos una intención especialísima que confiamos a Él. Ocupábamos una
propiedad ajena; su dueña con muchísima generosidad nos había dado la
oportunidad de estar allí sin pagar arriendo, mientras teníamos la posibilidad
de adquirirla. La Madre, una mujer de fe, ya se había atrevido a construir ahí,
incluso el Obispo hizo el comentario de que éramos como los campesinos que
sembraban cebolla en finca ajena. Llegó el día en que la dueña ya no podía
justificarse ante su esposo, el cual lo ignoraba todo y nos exigió entregar la
casa; en esa circunstancia, alguien nos proporcionó la forma de comprar la
propiedad; yo llamaría a San José: ‘Providencia de Dios.”

En cierta ocasión supe del papá de una amiga: estaba aparentemente alejado
de Dios, y por bendición divina, en el momento más crucial de su vida, recibió
los Sacramentos pero su estado terminal era penoso y muy prolongado. Al
tener un encuentro con una religiosa muy cercana a ellos, ésta me suplicó con
insistencia que orase para que el Señor se acordara de él; yo le dije que la
novena de San José era especialísima y que la haría con esa intención. El día
en que concluía el novenario, la llamé y se lo comenté, ella me respondió:
“pues tendrás que hacerla de nuevo porque está muy mal.” El caso es que al
llegar a mi habitación y tomar la novena, le dije a San José: “lo siento mucho,
pero no sé cómo te la vas a arreglar, no repetiré la novena, yo creo en el poder
de tu intercesión y no me vas a defraudar.” La oración del día noveno es para
pedir la gracia de una santa muerte, como él la tuvo, dicha oración la hice
todos los días de la novena aplicándola en tercera persona, esa noche la oré
con mucho fervor. Al día siguiente mientras hacía la Adoración al Santísimo,
llamaron a avisar que el señor había muerto y que el entierro era en la
parroquia de San José. Después supe por medio de su hija, que el sacerdote
que lo asistió durante su agonía, exclamó: “tuvo la muerte de San José.”

Sucedió que Dios en su infinita sabiduría dispuso trasladar al Obispo que


teníamos, el cual fue con nosotros verdadero padre, pastor, amigo, guía,
apoyo. Ante la inminente llegada de un nuevo Señor Obispo, escuché el
comentario de que sería muy bueno si fuera el padre N. Me resonaron esas
palabras en el corazón y por la noche le dije a San José: “bueno querido Padre,
si Dios ha dispuesto quitarnos al actual Obispo, que se haga como Él quiera,
yo escuché que sería muy bueno sí… y le hice la novena con esa intención
(cuando dicha persona hacia ese comentario, le respondieron que a esta
Diócesis no enviaban a aquellos que no tuvieran experiencia en el
Episcopado), actualmente ese es nuestro Obispo.

Alguien especialísimo para mí, llevaba mucho tiempo atravesando por un


éxodo dolorosísimo y no veía la tierra prometida, ni puertas abiertas, ni luces
de esperanza; su situación era límite. Hice la novena suplicándole a San José
que le ayudase y que a cambio yo me encargaría de difundir su devoción
(ahora estoy cumpliendo mi promesa), y la respuesta no se hizo esperar. De la
manera más imprevista, se transformó el panorama y la vida de dicha persona;
cuando tuve noticia de ello, estaba en el séptimo día de la novena. Los que
conocen el caso declaran que fue un auténtico milagro.

Necesitaba conseguir director espiritual y con ciertas características. Acudí a


mi carísimo padre y en el séptimo día de la novena lo encontré
providencialmente en una capillita; estaba visitando a Jesús Sacramentado.

Una muy allegada a nosotros tenía cáncer en sus pulmones; se preveía una
muerte muy angustiante, asfixiada; sus hijos nos comentaron que siempre le
había orado al Señor para que le concediera una muerte tranquila; cuando oí
esto pensé en mi súper amigo que es el patrono de la buena muerte y solicité a
mi superiora el permiso para ir a hacer el día noveno en su lecho de enferma:
ella me autorizó. Hacía poco, la persona había recibido un chequeo médico y
sus signos vitales se encontraban estables; sin embargo, mientras me acerqué y
la hacía, entró en agonía y descansó plácidamente en Él. Simultáneamente sus
familiares oraban en el primer piso.

Conozco una joven que llevaba mucho tiempo sin saber de su mamá; cuando
oyó de los prodigios de esta novena se interesó y la empezó a hacer con
muchísimo fervor. Hacia el octavo día vino su mama a visitarla después de
muchos años. Ella lo atribuyó a un milagro eminentísimo de San José.

Una pareja de amigos llevaba meses intentando vender su casa, me


comentaron y les propuse que hiciéramos la novena; durante el día séptimo me
llamaron para decirme que ya se había obrado el milagro.
Ahora, ¡yo soy pobre! ¿Cómo me las arreglaría para cumplir mi promesa, si
no tengo ni los medios económicos? le dije a San José: quiero cumplirte, pero
proporcióname la forma y así lo hizo. La novena que tienes en tus manos es
otra manifestación del poder de San José ante el Corazón de Jesús.
“No ha habido cosa que yo
le pida a San José que
no me conceda y si alguno
no me creyere le reto a
que haga la prueba”

Santa Teresa de Jesús

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