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TEMA

ACEPTACIÓN Y RENUNCIA DE LA HERENCIA Y LEGADOS

REPRESENTACIÓN SUCESORIA

CURSO

DERECHO DE SUCESIONES

CICLO

VI

DOCENTE

JOSE DANIEL MONTANO AMADOR

ESTUDIANTE

MILAGROS CRUZ LUPUCHE

2018
UNIVERSIDAD LOS ANGELES DE CHIMBOTE

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLITICA

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

AGRADECEDIMIENTO

A la Universidad ULADECH-Tumbes…:

Por compartir y brindarnos sus conocimientos, doctrina, valores,


mística Institucional y amor a la Patria, a la Institución y Sociedad que
son la razón de esta noble Profesión.

A mis Padres…:

Mis primeros maestros, a ellos por darme la vida y por guiarme siempre
por el bueno camino y por sus valiosas enseñanzas.

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DEDICATORIA

A Dios….:

Quién nos supo guiarnos por el buen camino, darnos las fuerzas para
seguir adelante y no desmayar en los problemas que se presentaban,
enseñándome a encarar las adversidades sin perder nunca la dignidad
ni desfallecer en el intento.

A mi Familia…:

Por su soporte firme y constante durante este tiempo, a mis padres


quienes me indujeron la ética, el afecto a Dios y el amor con el que voy
recorriendo por esta vida.

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ACEPTACIÓN Y RENUNCIA DE LA HERENCIA

Antes de dirigirnos a lo que nos señala nuestro Código Civil vigente respecto a la
aceptación y renuncia de la herencia, primero realizaré una disquisición terminológica
sobre la aceptación y la renuncia, de esa manera lograremos entender mejor el tema
de investigación.

Según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) la palabra “aceptar”


proviene del latín “acceptare” que significa recibir, siendo sus primeras dos
acepciones: 1) Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga;
y 2) Aprobar, dar por bueno, acceder a algo. Asimismo, el Diccionario de Ciencias
Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio, expresa que la aceptación de
herencia es la “declaración expresa o tácita que hace el sucesor o heredero del
causante de tomar para sí la herencia con los derechos y obligaciones que supone
dicha sucesión (…)”.

Por otro lado, el DRAE señala que la palabra “renunciar” proviene del latín
“renuntiare”, siendo sus primeras dos acepciones: 1) Hacer dejación voluntaria,
dimisión o apartamiento de algo que se tiene, o se puede tener; y 2) Desistir de algún
empeño o proyecto. Además, existen algunas legislaciones que han optado por el
término “repudiar” cuyo significado es del latín “repudiare” que se entiende cuando
rechazamos algo o simplemente no lo aceptamos. Asimismo, el Diccionario de
Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio, expresa que la renuncia
es la “dimisión o dejación voluntaria de una cosa que se posee o de un derecho que
se tiene. La renuncia puede también ofrecer un sentido negativo, que se manifiesta
rechazando o no admitiendo una cosa o un derecho que son ofrecidos (…)”.

-¿Qué es la Aceptación y Renuncia de la Herencia?


Tal y como lo explica Augusto Ferrero en su obra Tratado de Derecho de Sucesiones,
“con la apertura de la sucesión se produce la delación de la herencia, o sea, la puesta
de la herencia a disposición de los llamados; personas que deben existir, no ser
indignas no estar incursas en las incompatibilidades que señala la ley y tener el mejor

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derecho para suceder. Estos tienen claramente una opción en sentido estricto: elegir
entre recibir la herencia o negarla. Para completar el proceso sucesoral, es necesaria
la aceptación. Con ésta, el llamado se convierte propiamente en sucesor”.

Quiere decir que la aceptación y la renuncia de la herencia es la facultad que la ley


otorga al heredero para que éste decida, sea aceptando o rechazando, y sólo después
de haber elegido se podrá decir que el proceso sucesorio ha sido completado.

-Evolución Histórica de la Aceptación y Renuncia de la Herencia


En el Derecho Romano, la sucesión era consecuencia de la estructura de la familia
agnaticia, es decir, aquella familia que se fundamenta en la potestad del paterfamilias,
y que al morir el paterfamilias debía sustituirle al frente de la familia un heredero que
debía continuar con los cultos y las relaciones personales y patrimoniales. Es así que
la Ley de las XII Tablas, contempló dos tipos de herederos:

1) los “heredes necessarii”, eran todos aquellos que estaban sujetos al paterfamilias,
incluyendo a los esclavos propios del causante manumitidos; todos ellos adquirían la
herencia ipso iure, es decir, el heredero entraba a la misma sin su consentimiento o
conocimiento y aún en contra de su voluntad, significando que la adquisición de la
herencia era forzosa; y

2) los “heredes extranei”, que era cualquier otro heredero diferente a los ya
mencionados, y quienes tenían la facultad de repudiar la herencia, pues estos
herederos adquirían la herencia de pleno derecho mediante la aceptación expresa
efectuada a través de un acto jurídico formal denominado “aditio” (adición).

Ya en el periodo de Justiniano se empleó el término de la “aditio hereditatis”, lo que


significa la aceptación de la herencia y que consistía en una declaración expresa pero
no solemne. Es así que la herencia debía ser aceptada en su totalidad en forma pura
y simple e incondicional, además que debía ser ejecutado por persona capaz de
obligarse, pues la misma conllevaba la obligación de pagar las deudas hereditarias.

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Posteriormente se da el Instituto en las Siete Partidas de Alfonso X “El Sabio”,


aproximadamente en el año 1221, tratándose de una obra sistematizada similar al
Código de Justiniano, y el cual se encuentra dividida en siete partes, de allí su
denominación; y es en la Partida Sexta en el que se encuentra regulado sobre la
aceptación y renuncia de la herencia y serían las siguientes: 1) la aceptación como
acto incondicional, pudiendo ella efectuarse en forma tácita o expresa; 2) cuenta con
reglas relativas a la capacidad; 3) los actos de conservación del acervo hereditario no
conllevan a la aceptación de la misma; 4) la aceptación por imperio de la ley frente a
ciertos actos del heredero que le quitan la posibilidad de renunciar; 5) la renuncia es
expresa, aunque se admite de forma tácita y este acto es irrevocable; 6) la aceptación
bajo beneficio de un inventario y sus plazos para efectuar dicho inventario.

En el año 1505 se aprobó en Castilla las Leyes de Toro, el cual también prescribió
sobre la aceptación y renuncia de la herencia, y tenemos las siguientes: 1) ley 54.- la
mujer durante el matrimonio no puede sin licencia de su marido repudiar ninguna
herencia que le venga en testamento ni intestado. Pero permitimos que puede aceptar
sin dicha licencia cualquier herencia en testamento, o intestado con beneficio de
inventario, y no de otra manera”; 2) ley 21.- mandamos que el hijo u otro cualquier
descendiente legítimo mejorado en tercio o quinto de los bienes de su padre o madre
o abuelos, que puedan si quisieran repudiar la herencia de su padre o madre o abuelos
y aceptar la dicha mejoría, con tanto que sean primero pagadas las deudas del difunto
(…).

En síntesis, la evolución en el derecho civil sobre la aceptación y renuncia de la


herencia a través del tiempo ha sido majestuosa, pues hemos visto que no siempre
ha sido igual en todos las épocas, y que su desarrolló fue incluso más allá de la ley de
Toro, que es hasta donde consideré los aspectos más relevantes sobre la evolución,
pues posteriormente la creación de otras instituciones en el Código Civil de cada país
respecto a la aceptación y renuncia de la herencia se tomó en base o como fuente de
dicha creación desde el Derecho Romano.

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-La Aceptación y Renuncia de la Herencia en nuestro Código Civil vigente


1. La Aceptación
Tal y como lo prescribe Zárate del Pino, la aceptación es entonces una ratificación o
confirmación que hace el sucesor de su calidad de tal, y el efecto del mismo es fijar la
calidad del heredero; podemos definir entonces la aceptación como el acto por el cual
la persona llamada por la ley o por voluntad del causante asume los derechos y
obligaciones inherentes a la calidad de heredero.

1.1. Formas de Aceptación


Nuestro ordenamiento jurídico civil vigente desde 1984, lo prescribe en el artículo 672
en el que se señala las Formas de Aceptación de la Herencia, y dice: “la aceptación
expresa puede constar en instrumento público o privado. Hay aceptación tácita si el
heredero entra en posesión de la herencia o practica otros actos que demuestren de
manera indubitable su voluntad de aceptar”. Por lo que hallamos dos tipos, y son las
siguientes:

-Aceptación Expresa: al respecto, Ferrer Costa señala que “la aceptación expresa
es un acto formal, para el cual la ley prescribe una forma determinada: por lo que debe
revestir necesariamente la forma escrita”. Quiere decir que con la aceptación expresa
no se refiere a la oralidad del heredero al momento de aceptar la herencia, sino que
éste debe ser un acto solemne, por lo que debe constar en instrumento público, sea a
través del notario o juez, o en instrumento privado.

-Aceptación Tácita: como lo indica Baudry-Lacanterie y Wahl, “es el resultado de una


voluntad sobreentendida. Cuando el heredero se comporta como tal sin expresar su
voluntad de aceptar la herencia, se da el caso de aceptación tácita. Para ello, debe
actuar como propietario, realizar actos que importen la disposición de la herencia;
como por ejemplo, ceder sus derechos, hipotecar, percibir frutos”. Además, el Código
Civil argentino indica que la aceptación tácita se da cuando el heredero ejecuta un
acto jurídico que no podía realizar legalmente sino como propietario de la herencia
(artículo 3319); e incluso el Código Civil italiano presenta como ejemplos de actos que
constituyen aceptación tácita del llamado a la herencia, los siguientes: donación, venta

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o cesión de sus derechos; renuncia de los mismos mediante compensación o a favor


de solamente algunos de los llamados (art. 447 y 478).

Es decir, si el heredero entra en posesión de la herencia o practica otros actos que


demuestren de manera indubitable su voluntad de aceptar, sea arrendando el bien o
portándose como dueño de dicho bien, y entre otros actos que no sean de mera
administración o sólo conservación del bien, se daría la aceptación tácita de la
herencia.

-Aceptación Legal: contemplado en el art. 673 señalando que “la herencia se


presume aceptada cuando haya transcurrido el plazo de tres meses si el heredero
está en el territorio de la República, o de seis, si se encuentra en el extranjero, y
no hubiera renunciado a ella. Estos plazos no se interrumpen por ninguna causa”.
Denominada “aceptación legal” por Augusto Ferrero Costa, quien señala que “cuando
el causahabiente no acepta la herencia expresamente ni se comporta como heredero,
pero deja transcurrir el plazo al que se refiere el artículo 673 para renunciar a la
herencia, nos encontramos ante el caso del silencio que importa manifestación de
voluntad cuando la ley le atribuye ese significado (art. 142)”. Asimismo, Rómulo
Lanatta también dice que “lo que hay es un silencio al cual la ley le otorga carácter de
manifestación de voluntad, por lo que preferimos denominarla legal, siendo en cierta
forma, coactiva”; dicho todo ello, infiero que la norma refiere a los plazos que tiene el
heredero para que renuncie a la herencia, caso contrario se presume su aceptación,
aunque no haya actuado como si lo aceptase (tácita).

Por otro lado, el art. 680 hace referencia sobre aquellos actos de administración
provisional y de conservación de los bienes de la herencia (como la realización de
mejoras necesarias y urgentes) por parte del heredero, y mientras no haya vencido el
plazo, como lo estipula el art. 673, no se podrá dar por aceptada ni impedir la renuncia.
Lo que en pocas palabras quiere decir que si el heredero no acepta expresa o
tácitamente el bien heredado, pero sí realiza ciertos actos de administración o
conservación del bien no significa que esté aceptando el bien heredado, sino más bien

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que la ley le dice que mientras no haya vencido el plazo tiene todavía la facultad de
renunciar a la herencia, caso contrario se dará la aceptación legal (art. 673).

2. Renuncia de la Herencia
Para Zárate del Pino, la renuncia es un acto jurídico, una declaración unilateral de
voluntad por el cual la persona llamada a la herencia declara su determinación de
rehusarla, de abdicar o hacer abandono de su vocación hereditaria; y que para
ejercitarla se requiere que el renunciante tenga capacidad de ejercicio, y es en el art.
674 en el que se hace referencia a que sólo pueden renunciar herencias y legados
quienes tienen libre disposición de sus bienes. De tal manera que algunos juristas
aseguran que hubiese sido más apropiado consagrar una disposición como la del
Código Civil venezolano (artículo 999) disponiendo que los incapaces podrán
renunciar herencias y legados a través de sus representantes.

Por lo que nos hacemos la siguiente pregunta ¿quiénes tienen libre disposición de sus
bienes?, Barandiarán indica que “las personas capaces pueden renunciar
personalmente o por intermedio de sus apoderados; los incapaces necesariamente a
través de sus representantes, mediante autorización judicial (artículos 448, inciso 4;
532 Y 668) trátese de patria potestad, tutela o curatela, respectivamente. Además que
existe una limitación dispuesta en el Libro de Familia, en el art. 304, que estatuye que
ninguno de los cónyuges puede renunciar a una herencia o legado o dejar de aceptar
una donación sin el consentimiento del otro.

2.1. Forma de Renuncia


Zárate del Pino expresa que el distinto tratamiento en cuando a la forma obedece a
que la aceptación no modifica el status del heredero ni el orden de la sucesión, sino
que más bien lo confirma, mientras que la renuncia altera la posición del llamado,
modifica el orden de la sucesión, apartando al repudiante como si nunca hubiera sido
heredero. Tal como lo prescribe el art. 675, que estatuye “la renuncia debe ser hecha
en escritura pública o en acta otorgada ante el juez al que corresponda conocer de la
sucesión, bajo sanción de nulidad. El acta será obligatoriamente protocolizada”.

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Ante ello aparece indicando Guillermo Lohmann que a “diferencia de la aceptación


voluntaria, que puede hacerse en documento privado e incluso de manera tácita, dado
lo inusual de la renuncia el legislador ha querido exigir formalidad especial”.
Asimismo, Augusto Ferrero indica que la renuncia no puede ser tácita; menos inferida
por el silencio. Debe ser necesariamente expresa, y además, solemne.

Quiere decir, que para que un heredero renuncie a la herencia debe sí o sí seguir la
solemnidad establecida en nuestro ordenamiento jurídico civil, así pues, la renuncia
deberá ser hecha por a) escritura pública, o b) en acta otorgada ante el juez al que
corresponda conocer de la sucesión. De esta manera, el texto legal sugiere que, si
hay proceso sobre la sucesión, la renuncia debe ser hecha necesariamente por acta.

2.2. Formalidad de la aceptación y renuncia


Según el art. 677, del primer párrafo no suscita duda alguna, pues la aceptación y la
renuncia de la herencia, cualquiera que fuese la manera o formalidad utilizadas,
deben ser completas y totales, porque es consecuencia de la unidad del patrimonio
que se transmite. De tal manera que la herencia puede aceptarse o rechazarse, pero
en un caso y otro se acepta o rechaza la totalidad, pues no está permitido tomar una
parte y repudiar la otra de la herencia.

Por último, cierra el artículo señalando que la aceptación y la renuncia se retrotraen al


momento de la apertura de la sucesión. Es decir, hasta que no haya renuncia o
aceptación el llamado a la herencia no es heredero, sino simple llamado a serlo por
vocación legal o testamentaria, así pues, al producirse la aceptación sus efectos son
desde el momento de la muerte del causante de la sucesión, de manera que la
transmisión sucesoria opera automáticamente desde el mismo momento del deceso,
y a partir de ese preciso instante las relaciones y posiciones jurídicas de las que era
titular el causante pasan a ser de sus sucesores. Viceversa, si de renuncia se trata se
tiene al renunciante como si nunca hubiese habido delación en su favor, de manera
que el llamado en su lugar o si éste a su turno también repudia, la herencia o el legado
son ofrecidos sucesivamente a todos los siguientes en orden de prelación hasta que
alguien acepte, y por efecto de tal aceptación tal sujeto será heredero o legatario

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desde el momento de la muerte, como si nunca hubiera habido otros llamados a la


sucesión.

2.3. Sucesión por Transmisión


¿Qué sucedería si el heredero fallece antes de aceptar o renunciar la herencia?, pues
esto es lo que nos plantea el artículo 679, por ello nos indica Guillermo Lohmann que
“desde la muerte de una persona su herencia se transmite a sus sucesores. Sin
embargo, la transmisión solo queda consolidada cuando aquel a quien la herencia le
ha sido ofrecida la acepta; viceversa, no hay transmisión alguna cuando se produce
renuncia”. Entonces, la persona a quien la herencia le es puesta a disposición deja de
ser sucesor para ser sucesible, así pues, los que hereden a quien falleció sin aceptar
ni renunciar la herencia tienen a su vez, la posibilidad de ejercer el derecho que tenía
el fallecido, es decir, tras la muerte del primer llamado a heredar, éste traslada a sus
herederos el derecho a heredar o no heredar que tenía por el llamamiento que ni
aceptó ni rechazó por morir antes de haberlo hecho. Ocurre entonces el fenómeno de
que la herencia puede ser recibida por aceptación, o rechazada mediante renuncia,
por persona que no ha sido llamada ni tiene vocación hereditaria directa e inmediata
con relación al primer muerto. Y respecto al plazo, el art. 679 señala que correrá a
partir de la fecha de muerte del primer llamado, lo que en opinión de Ferrero Costa,
dice que se extiende el término, corriendo juntos los plazos para renunciar a las
herencias del primer causante y del primer llamado.

Sim embargo, a todo lo dicho, existe en la doctrina un descontento, habiéndose


generado todo un debate en cuanto a saber si el heredero del primero llamado debe
aceptar la herencia de este y renunciar la del causante, o si pudiese renunciar a la del
primer llamado y aceptar la del causante, esta polémica surge debido a que en nuestro
código civil no existe una figura que señale si es posible renunciar a la primera y
aceptar del causante, o viceversa, como sí lo hacen algunos ordenamientos jurídicos
de otros países, como el de Italia (art. 479) que señala “la renuncia a la herencia propia
del transmitente incluye la renuncia a la herencia que sea diferida al mismo”, o el de
Venezuela (art. 1009) que prescribe “los herederos que hayan aceptado la herencia
del heredero fallecido, podrán renunciar a la herencia que se había deferido a este

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último que no había aceptado todavía; pero la renuncia de la herencia del heredero
fallecido envuelve la de aquella que se le había deferido”. Ante esto, el jurista
Somarriva anota que “es lógico que sea así porque el fundamento del derecho de
transmisión es que la facultad de pronunciarse sobre la asignación ya incluida en la
universalidad de la herencia, y si ésta no es aceptada, tampoco puede adquirirse aquel
derecho, y que a la inversa, no hay inconveniente alguno para llevar la asignación
propia y repudiar la que se defiere por transmisión”. De tal modo que Augusto Ferrero
concuerda con esta postura, expresando que “para aceptar la herencia del primer
causante es menester aceptar la herencia del primer llamado. Se puede aceptar ésta
y renuncia a aquella, más no a la inversa”.

2.4. Herencia Futura


La aceptación o renuncia de herencia futura puede haber y existir perfectamente.
Empero, nuestro ordenamiento jurídico civil no le conceda validez, por ser considerado
como una sucesión contractual, que está prohibida en nuestro ordenamiento, de tal
forma que lo estipulado en el artículo 678 guarda concordancia con el contenido de
los artículos 1405 y 1406 del Código.

A diferencia que en algunos países europeos sí existen los testamentos como contrato
a futuro.

REPRESENTACIÓN SUCESORIA
El DRAE nos dice que la representación proviene de la palabra en latín “representatio”
y al respecto he tomado dos acepciones: 1) conjunto de personas que representan a
una entidad, colectividad o corporación; y 2) cosa que representa otra. Asimismo, el
Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio estatuye
que “en Derecho Civil y en materia de sucesiones intestadas, se llama representación
el derecho por el cual los hijos de un grado ulterior son colocados en el grado que
ocupaba su padre o madre en la familia del difunto, a fin de suceder juntos, en su
lugar, en la misma parte de la herencia en que aquellos habrían sucedido. La
representación se admite ilimitadamente en la línea recta descendiente; en línea
colateral, sólo tiene lugar a favor de los hijos y descendientes de los hermanos (…)”.

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Muchos juristas concuerdan que la denominación de esta institución no tiene sentido,


entre ellos se encuentra Zárate del Pino, quien afirma que “la representación entraña
un actuar por cuenta ajena y en nombre de otro, para satisfacer intereses de aquél,
situación que no se da en esta figura”. En resumidas cuentas, nos dicen que cuando
los descendientes son llamados a recibir la herencia de su ascendiente que no quiere
o no puede recibir la herencia, ejercen un derecho que toma el nombre de
representación o más comúnmente denominado representación sucesoria.

-Evolución Histórica de la Representación Sucesoria


Zárate del Pino nos cuenta que históricamente la representación sucesoria apareció
o se originó referida sólo al caso de la premoriencia, es decir cuando se producía el
fallecimiento prematuro de los posibles herederos antes que el causante, como el caso
de uno de los hijos antes que el padre, y por la evidente situación de injusticia en que
quedaban colocados, no era posible que en esas condiciones sufran una doble
desgracia, el quedar en la orfandad por la pérdida prematura de uno de sus padres y
además de ello la pérdida patrimonial al verse privados de la herencia a la que
hubieran accedido a través de su ascendiente. Augusto Ferrero también nos indica
que este instituto ya existía en el Derecho Romano, aunque su nombre haya sido
ignorado, y que la denominación que ahora ostenta es gracias a los glosadores, pues
estos jurisconsultos medievales concibieron esta sucesión per stirpes como una
sucesión por representación.

Posteriormente, este instituto extendió sus alcances para los casos en que el
representado pese a estar vivo ha sido apartado de la herencia por otros motivos,
como por voluntad propia como en el caso de la renuncia o desplazado contra su
voluntad por indignidad o desheredación.

-La Representación Sucesoria en nuestro Código Civil vigente


1. Diferencia entre Representación y el derecho de Transmisión
Augusto Ferrero lo explica muy claramente en su obra “Tratado de Derecho de
Sucesiones”, diciendo que el ius representationis se distingue del ius transmisionis
(art. 679), en que el primero se exige la premoriencia del representado, quien no llega

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a ser heredero, y en lo segundo, el transmitente debe sobrevivir necesariamente,


muriendo después que el causante. La representación no se confunde con la
transmisión, quien sobrevive al de cujus aunque sea por un instante, transmite la
herencia a sus propios herederos; quien no sobrevive puede ser representado”.

El jurista Azzariti Martinez nos da un ejemplo: fallece un padre y deja descendientes


que le son indignos, a pesar del cual, éstos podrán suceder a su abuelo por derecho
de representación; sin embargo, en el mismo caso, si fallece el abuelo y después el
padre (primer llamado), sus descendientes indignos no podrán aceptar la herencia del
abuelo.
2. Condiciones para que opere la Representación
El artículo 681 estatuye que “por la representación sucesoria los descendientes tienen
derecho de entrar en el lugar y en el grado de su ascendiente, a recibir la herencia
que a éste correspondería si viviese, o la que hubiera renunciado o perdido por
indignidad o desheredación”.

Lo primero que debemos rescatar de este artículo es que tal como se dice en la
primera parte, sólo los descendientes tienen derecho a representar a sus
ascendientes (padres, abuelos, bisabuelos). Lo que significa que no hay
representación de un ascendiente para un descendiente.
Para que la representación funcione se requiere de cumplimiento de las siguientes
condiciones, tal y como lo señala Ferrero:

a) Premoriencia del representado, o renuncia, indignidad o


desheredación del mismo: la primera figura implica una imposibilidad real
de suceder, y las demás suponen una imposibilidad jurídica.
b) Que los representantes sean descendientes del representado: tanto en
la representación en la línea de los descendientes (recta) como en la línea
colateral, no son los herederos del representado en general, quienes lo
representan, sino sus descendientes, únicamente.

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c) El representado es siempre un descendiente del causante cuando se


da la representación en la línea recta, y un hermano del mismo cuando
se da en la línea colateral.

Es decir, y para ser más claros, cuando una persona es llamada a una sucesión y no
puede o no quiere aceptar la herencia, entonces la ley llama a sus descendientes,
quienes reciben la herencia que le hubiera correspondido a su ascendiente. Cuando
nos referimos a que el sucesor no puede aceptar la herencia, lo hacemos en atención
a que ha premuerto al causante (ha muerto antes que él) o ha sido excluido de la
herencia por indignidad o desheredación, y cuando aludimos a no querer aceptar la
herencia es porque el sucesor libremente se aparta de la herencia a través de la
renuncia, pues como es sabido no existe heredero a la fuerza, el heredero lo es
porque quiere serlo y no porque lo obligan a serlo.

3. Representación en línea recta


El artículo 682 prescribe sobre la representación en línea recta descendente “En la
línea recta descendente la representación es ilimitada en favor de los descendientes
de los hijos, sin distinción alguna”.

Este artículo resulta ser muy claro, pues nos expresa que no existe límite en cuanto a
representación en línea descendente. Y se aplica según lo estipulado en el artículo
684, que quienes concurran a la herencia por representación sucesoria, reciben por
estirpes lo que habría correspondido al heredero que representan. Quiere decir, y
según como nos ilustra Zárate del Pino, que a los hijos les toca en conjunto lo que
hubiera correspondido a su padre; y si todos los hijos del causante hubiesen fallecido
antes que éste, dejando descendencia y concurran solos, cada estirpe de nietos
recibirá lo que a su padre le hubiera correspondido, recibiendo una mayor porción los
representantes de padres que dejaron muchos hijos. Y para que se entienda mejor,
grafiqué el siguiente ejemplo:

X tiene tres hijos: A, B Y C; a su vez, A tiene un hijo: D; B tiene dos hijos: E y F; y C


tiene tres hijos: G, H e I. Si fallecen B y C, y después X, la herencia de éste se repartirá

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en tres partes: una para A, en su condición de hijo sobreviviente, otra para E y F, en


partes iguales en representación de B, y otra para G, H e I, en partes iguales en
representación de C. Y que pasaría, si en el mismo caso fallecen A, B y C, y después
X, la herencia se repartiría en seis partes iguales, entre D, E, F, G, H e I.

Algunos juristas dicen que se supone que todos los representantes tienen el mismo
grado de parentesco frente al causante, y por lo tanto la repartición de por estirpe
debería ser igual, y no dependiendo a cuanta vaya a recibir el representado. Y esto es
lo que ha generado polémica en la doctrina.

4. Representación en línea colateral


Establecida en el artículo 683, y dice lo siguiente: “En la línea colateral solo hay
representación para que al heredar a un hermano, concurran con los sobrevivientes
los hijos de los hermanos premuertos que tengan derecho a representarlo en los casos
previstos en el artículo 681”.

En palabras de Zarate del Pino, dice que se aplica al único caso de la herencia entre
hermanos de tal modo que al fallecer uno de ellos concurran a la herencia los
hermanos sobrevivientes que heredan por derecho propio con los hijos del hermano
premuerto que son sobrinos del causante quienes heredan por representación
distribuyéndose la cuota respectiva por estirpe.

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