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LUDWIGLANDGREBE

FENOMENOLOGIA
E HISTORIA

,--_ .

A MONTE AVILA EDITORES C.A.


PROLOGO

E L TÍTULO del presente libro señala, el tema general que agrupa


nueve estudios y trabajos redactados en ocasiones y épocas
diversas. La multiplicidad de sus temas introducirá al lector en
un desarrollo de ideas en el que se irá destacando progresivamente
la importancia del método- y la conceptualización fenomenológicos
-entendiendo aquí la palabra ªfenomenología)) en un sentido muy
amplio no limitado a la acepción husserliana- con respecto a
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cuestion.es fundamentales que, desde V oltaire se designan como


1

problemas de filosofía de la historia. Hoy se discute ciertamente


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si es aún posible} y en qué sentido.) una filosofía de la historia, o


si.) por el contrario no se han agotado ·ya·· 'todas sus posiciones
1

posibles al demostrarse como insostenibles. ·Per0.· quizá esto obe-


dezca al hecho de que todavía no se ha . comprddido fn toda su·
amplitud la tarea de desarrollar la_ .historia comá problema feno-
meno~ógico. En tal sentido aún no ,han ·sídó aceptados los análisis
1

de Husserl y de Heidegger sobre el· tfempo.. para formular nueva-


mente la pregunta por el tiempo propio ~t la historia; tampoco
se ha visto todavía la conexión exisie._·1/t,e, entre la pregunta por
las fuerzas motoras de la historia y er análisis fenomenológico del
humano ser-en-el-mundo en cuanto ser corporal. Las investigaciones
aquí reunidas deberían mostrar con evidencia que, a partir de los
Título original: puntos señalados resultan nuevas posibilidades de confrontación
1

PHANOMENOLOGlE UNO GESCHICHTE con el pensar histórico del idealismo alemán y con las consecuencias
Traducción de .
de él extraídas por Karl Marx. En caso de que deba presentarse !

MARIO A. PRESÁf af.guna otra vez una filosofía de la historia digna de tal nombre,
tendrá que plantearse en primer término esos problemas en los
© Gutersloher Verlagshaus Gerd Mohn,
Gutersloh, 1968 que se ve del modo más claro cómo el intento de concebir filo-
sóficamente la historia sigue siendo una tarea insoslayable de
significaéión no sólo· teorética sino también práctica en grado sumo.
©'MONTE AVILA EDITORES, C. A., 1975
Caracas/Venezuela
El autor aún no ha logrado, por lo pronto -y ello sería además,
prematuro- exponer estos problemas en una forma más estricta
Portada/Víctor Viano y sistemáticamente ordenada; a ello ·debe contribuir la siguiente
Impreso en Venezuela por Litografía Melvin

··- 9?2
serie de investigaciones, ~n la cual el l~c(or podrá seguir ):ºr su d!aléctica. hege_liana por Karl Marx y el marxismo posterior signi-
cuenta el camino recorrido por el propio autor. Para taczlitar lq fzc~ la historia de _-i:na .decadencia. Pero el presente trabajo no
comprensión del nexo interior q~e. las enlaz~, se expond~an ª. ~ontt- iuzer~ dar~~ por satzsf~cko. con t~l interpretación~· pregunta por el
nuación algunas observaciones int:oductorzas; ello sera facilitado, fenomeno del ser hzstorzco-so_czal en cuanto "ser reflejadQ" que
además, mediante ciertas notas mterc~ladas en el texto Y que forma el "fundam~nto" de la dialéctica y de sus aporías, las cuales
se pr~sentan precisamente en la transformación de la misma. Este ·
remitirán a trabajos anteriores o posteriores. . .
· La serie se abre con un ensayo, escrito hace ya t~einta y cinco . traba¡o conduce por tanto al problema de aquella conceptualidad
que posibilita enunciados filosóficos aáecuados sobre la historia y
años, sobre "El problema de la historicidad de la vida Y la fe_n?-
menología de Husserl'\ y no lo hace sólC;, para traer una remzn;s- sus fuerzas n¡o~oras. Pero de esta forma lleva también a la pregun-
cencia histórica del estado de la discuszon entre fenomenol~g_z~, t~ · por los li'!1i~e~ de una autoapropiacíón reflexiva de la subjeti-
ontología existencial y filosofía de la vida l~ego de la aparzc:o~ vidad, que szgnzfzca tanto como una pregunta crítica dirigida ·et la
de la obra de Georg Misch, Filosofía de la vida y fenomenologia. fenomenología de Husserl. En los siguientes trabajos, especial-
Visto retrospectivamente se muestra, antes bien, que con este ensayo mente e'! el cons_,agrado a Merlea~-Ponty, esa _pregunta se desarrolla
había sido.proyectado, al mismo tiempo, un programa_que el autor, d~sde diversos angulas. El estudzo sobre el problema de la dialéc-
desde entonces, se ha esforzado por cumplir paulat~namente. En tica. '!~ pretende, pues,_., en modo alguno, brindar ya una clave
la ocasión en que lo escribió no podía sospechar aun que !ueg~, defmztzva para la soluczon de todos los problemas controvertidos
en la obra tardía del propio Husserl, el problema de la hzstorza en la interpretación de· Hegel, por cuanto el interés que lo guía es
otro, a saber, un interés sistemático. ·
alcanzaría tan central significación. . . Como int~oduccíón al problema de la dialéctica se ha antepuesto
El texto siguiente, "Sobre la comprensión en las czenczas del
espíritu", corresponde a ese lugar, si ~ien_ los problemas metodo- ltt confer~ncia sobre el concepto de sistema en Hegel, a la que se
lógicos allí esbozados, propios de las czenczas que tratan el mundo . le ha de¡ado su carácter propedéutico. Para ello hubo que tolerar
histórico-humano, han sido ya mucho más desarrollados entre tanto . algunas repeticiones,. así como abstenerse de ajustar entre sí los
Y
-hay que aludir, en particular, a la o_bra de Gadamer, erdad Y textos particulares.
.i}.gradezco a mis colaboradores, doctores Klaus Held y Vlrich
método. De todas maneras, este estudzo conserva su caracter _Pro-:
pedéutico en el /ontexto de esta :ecopilación., al orientar l~, n:zra~a. Wzenbruch, por la confección del índice de personas y de temas.
hacia la conexion entre las cuestzones del metodo de las czenczas
del espíritu" -título ·que crm buenas razones dichas ciencias se Bergisch Gladbach, marzo de 1967 Ludwig Landgrebe
esfuerzan actualmente por abandonar- y ·un problema fundamen-
tal de filosofía de la historia. . . . . . .
A partir de ese comienzo, las znvestzgaczo~es ~zguzentes 4escriben
una curva que se extiende sobre las contrzbuczones referidas a la
fenomenología del cuerpo, al a priori del "mundo 4e la vida"
entendido como "a priori histórico" y a la interpretación de Hus-
l •
serl efectuada por Merleau-Po.,nty, concl~yen40 con ~l desarrollo
del problema de la terminacion de l~., historia -capitulo flue. al
~-- mismo tiempo continúa la confrontaczon ~on Kant qu~ hakia sido
emprendida ya anteriormente en el estudio sobre la historia en el
pensamiento kantiano.
Dentro de este orden, la investigación sobre el problema de la
dialéctica no ocupa el centro sólo por motivos cronológicos. Le
corresponde tal situación por cuanto está dedicada al problema no
solucionado que conforma el trasfondo de. la historia de las conse-
cuencias de la filosofía hegeliana. Es un bien común de la investi-
gación sobre el marxismo la tesis de que la transformación de la

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I. EL PROBLEMA DE LA HISTORICIDAD DE LA VIDA Y
LA FENOMENOLOGIA DE HUSSERL

l. La intuición fenomenológica de esencias y la facticidad histórica

E L CAPÍ;ULO introductorío ~ las Ideas rela,:ivas a una f en~m~-


nologza pura de Husserl tiene por tema hechos y esencias .
Las consideraciones lógicas preliminares de esa obra se ocupan del
contraste .entre la casualidad de lo fáctico y la universalidad y nece-
sidad de las esencias, entre ciencias de hechos y ciencias de esen-
cias. Ello ha contribuido a consolidar el prejuicio de que la feno-
menología no es otra cosa que un método de intuición de esencias
y de investigación de las mismas. Ahora bien, si tal fuera el carác-
ter fundamental de la fenomenología, habría que preguntarse si el
problema de la historicidad no estaría ya resuelto para ella de
antemano, o bien si no es evidente en qué dirección lo solucionaría
o) mejor dicho, no lo solucionaría sino que más bien lo quitaría
del paso. Pues si anticipadamente se establece la estricta separación
entre factum y esencia, ¿cómo subsistiría en general dentro de la
fenomenología el espacio adecuado para la pregunta por la histo-
ncidad de la vida? ¿No se suprime así de antemano la historicidad,
considerándola como el reino de la casual facticidad desde el cual
hay que elevarse hasta la esfera de las esencias puras, en cuya
intuición lo fáctico, lo históricamente real, es degradado a imper-
fecta realización, a copia de las esencias puras entendidas como
modelos originarios?
En efecto, dichas objeciones son naturales cuando se estima que
fa estricta separación de la investigación de hechos y la investi-
gación de esencias es el principio fundamental de la fenomenología
y, ante todo, cuando para ello se trae a consideración la exposición
programática de Husserl en el trabajo publicado en Logos "La
filosofía como ciencia estricta":2 Aquí parece ser definitivo el tra-
zado de límites entre el fluir de la vida -que en su plena concre-
ción histórica como algo fáctico, casual, se sustrae al conocimiento
filosófico, pudiendo meramente ser objeto de una ciencia empí-
~ica- y las ideas que en él se realizan de modo más o menos
imperfecto -siendo éstas las únicas que pueden convertirse en

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. · ás profunda
tema de una ciencia filosófica de validez universal. ~sí J?ªr(tt con ligereza. Puede ser hoy fundamentada de .manta : io. Husserl.
rechazados, por no satisfacer las exigencias de u?a cienci~, i o- .de lo que en su momento fue capaz de hac~r~0 . e pr pbién contra
sófica estricta,. no. sólo·, e.l relativi~mo histórico, su~o tamb~tn e~ Si. es posible mostr~ .así que_ 1~ ~ríti~a, di;i_gida ta!nida en el
método histónco-sistematico de Dilthey en cuant~ 1I_;t~nto e su Dilthey, del procedimiento histonco-s1stemat1co cod Husserl· y
perar las consecuencias relativistas del pensar histonco. Dd til artículo de Lagos no puede ser la _última palabra e tal no des-
suerte la posición de Husserl con respecto al . problema e ª que el camino husserliano a la subjetividad trascende~onados por
historicidad parece fijada de una vez por todas. Si las cosas fhran
tan simples, sería inútil indagar acerca del problema de la s~?- ?\1:ª
cansa s~bre .P!ejuicios .que, por su parte, fueron cuesde la histori-
.e! trabaJo cr1t1.co de D~<l:ey, en. tal caso el pr0 de toque que
ricidad en la fenomenología de Husserl. Pero, en tal cas~~ tambien
sería fácil _des<:lib~r. la li~tación histórica de su pretension de
una ciencia filosoftca umversal y absolutamente ~u_nda~en;ª. a,
:r c1dad. ~e, convierte, al _fillsmo tiem.J?o, en la pie d ·ustificarse la
permittra comprobar si -y en que forma- pue e J entación de
pretensión de universalidad y absolutez en la ~undaBusserl. ·Tan
pues ésta, por su parte, podría ser expuesta a la. critica historie~. su cientificidad manifestada por la fenomenologta d~ metodología
La fenomenología d~ .Husserl sería e?tonces, en virtud de su dat
platonizante, metafisica, en el sentido de aquel concept~ e ª 1 sólo podrá justificarse si, en el ámbito de su propdecuado.
es capaz de otorgar a dicho problema un margen ª
'

misma cuya disolución lograra Dilthey ya en su Introdu_ccion ª lci5


ciencias del espíritu, estableciéndolo como uno de los mt<:1;tos e conciencia y la
"construir la totalidad del mundo y de la vida como con~~?~, con- 2. El concepto husserliana de la historicidad d e la
ceptualmente éomprensible de modo universalmente válid<: · E,n pregunta por sus límites
última ,instancia, el rechazo por parte de Husserl de la filosofia . b eve caracteri-
de la concepción del mundo se fundaría, a su vez, ~n, un~ con- ~ comenzar. esta investigación _deb': ~acerse una :r en Husserl
cepción del mundo. En efecto, se funda!í~ e1; la hipostas1s del zac10n del camino en el cual la h1stonc1dad llega ª s
sujeto que conoce de modo puramente teonco intuyendo las esen- un tema_ explícito. · . staba lejos de
cias puras, entendido como la base absoluta sobre la cual ~escansa . Por cterto, en el punto de partida de su filosofar e historicidad.
un preguntar filosófico, por de pronto, aparentemente radical. ,
Frente a esta concepción, se intentará mostrar otro a~pecto mas
Husserl la consideración del acontecer histórico Y '!í,, i
1
Originariamente, preguntó por el modo de ser e ª:nsan sobre
configura-

J adecuado al rasgo más íntimo .del método husserliano. Dicho aspec- ciones lógicas y matemáticas, configuraciones que 1esla movilidad
to, por cierto, no pudo piesentarse todavía en· el estado de }ª sí mismas y constituyen la extrema contrapartida e la subjetivi-
discusión caracterizado por el mencionado .a~tículo de Logp! · Ad
hoy se muestra menos a base de las expos1c10nes programattca! . .e
hístórica. Se trataba entonces de establecer,. fren.te ª el sentido
zación psicológica, la idealidad de tales configura~~¡°nesd;l juicio en
< f Husserl que en la ptosecución del sentido de sus concretos analisis
particulares, hasta ahora sólo· parcialmente publicados. .
de esa idealidad, es decir, el sentido de la vah ez s subjetivos
cua~to unidad ideal enfrentada a los múlti¡:les td:~i° no subsistía
Según esto, a las referidas objeciones oponemos_ l~ tesis de que del Juzgar en los cuales se realiza. Pero esa idea i fº Husserl en
la reducción a la subjetividad trascendental no sigmfzca el retr~ceso · 1efllente en s1,, como en Bo1zano, a qu1en
SI?IP · se re 1ereella condujo
· a una esfera de puras idealidades~ que escamotear~a, por asi de- las Investigaciones lógicas, sino que la pregunta yor ar se muestra
cirlo, el problema de la historicidad. Por el contrar10, en tal plan- a .la subjetividad, en cuyos procesos subjetivos de JUZ1·dez Esta se
teamiento inicial, es decir, en la reducción a una base abs~luta, el juicio como unidad ideal y con pretensión de V:i
i ín~ición y
la subjetividad llega a su concreta historicidad. Por lo d~mas, el demuestra como la posibilidad de acredita~se en ~ s del juzgar
•· ,1
modo en que la distinción de hechos y esencias está ~rr.aigado en al~de así· a proces~s de i:articular configura~ión prop;~ como tam-
los últimos fundamentos de la posición de Huss.e~l. )' llega a ser ey~dente, que. se diferencia entonces de un Juzgar ~e esta manera,
necesaria en virtud de éstos> no implica aún pre1mcio alguno res- bien, por otra parte, de uno fenomenalmente fal~ 0 : remite a las
pecto del problema de la historicidad en ese sent1~0 que acabamos la pregunta por la idealidad de los objetos log1':05 los ·posibles
de esbozar. La declaración de Husserl frente a Dilthey de que en actividades subjetivas en las que sé forman,· es _decir' ~dealidad. En
el fondp sería. una y la misma filosofía aquella a la que . ambos actos del juzgar; y tan sólo en relación con éstos es la pretensión
aspiran desde diversos puntos de partida, no debe ser considerada la referencia a la posible intuición que pertenece ª
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de validez de toda posición judicativa, se hacen visibles las cone- idealidad de los objetos lógicos a la subjetividad y sus efectuacio-
xiones del juzgar predicativo espóntáneo con la experiencia _pre- nes, en las cuales se constituye esa idealidad en cuanto determi-
predicativa que está en su base.3 Corresponde ya al sentido de la na~a clase de ~lgo identifica~le. Así fue llevado, pues, a las corre-
percepción pre-predicativa la posición del ser, la tesis del s~r, esto ~a~ones ese_ncial~s. en_t;e la identidad objetiva y las síntesis sub-
es, la presunción de que lo percibido es un ente real, la cual llega ¡_etlv~s de 1dent1ficac1on ~n 13:s q:Ue aquella se constituye como
luego a ser expresa en los juicios lógico-predicativos. No se trata 1deal1dad, o sea,_ ~ _las vr~encias mtenc1onales particulares, a los
aquí de una proyección retroactiva del ser desde la esfera lógica actos del estar-dmJ~~~o-~acia :1 ente e~ .cuesti~n. De aquí resulta
hacia la prelógica, sino solamente de la caracterización de una dife- la t~re~, de un anál~s1s mtenc10nal estat1co: la descripción y dife-
rencia fenomenal: lo efectivamente percibido, lo mentado como renc1ac1on de los diversos actos en cuanto unidades intencionales
ente en un juicio perceptivo, se da como miembro del mundo real delimitables en virtud de su sentido objetivo es decir mediante
y en conexión concordante con la -restante experiencia del mundo. la unidad de sentido del ente hacia el cual esián intencionalmente
De -este modo, la pregunta por el ser de lo lógico, por el ser dirigidos. Este procedimiento del análisis intencional fue formado
en el sentido de la proposición lógica, tuvo que ser generalizada pues,_Pº-: ,de pr~m~o, exclusivamente ?esde el punto de vista de 1~
en -pregunta por el ser donde quiera que éste se nos dé en nuestra polanzac10n obJetlva de los actos smgulares de las "vivencias"
experiencia, incluida la experiencia pre-predicativa. Pertenece al en este sentido, es decir, como unidades int;ncionales. Las Ideas
sentido de todo ente que encontramos en nuestra experiencia la de Hu~s_e~-1 !o exr:onen en, ~oda su ext<:n_sión como procedimiento
referencia a determinados procesos subjetivos de la misma, dife- del anahs1s mtenc1onal estat1co. El anáhs1s estático orientado a la
rentes en cada caso, en los cuales aquél nos es dado como tal, correlación de unidad objetiva --entendida como 'unidad de sen-
como ente de tal y cual sentido. Husserl no formula la pregunta t~do- y modos sl:bjetivos ;iel _estar-díri&ido-hacia, tiene que ana-
por estos nexos de referencia como cuestión empírica, sino como lizar _todas las ~elaciones aq~1 existentes, tiene que diferenciar todos
pregunta por una correlación de índole esencial: ¿qué procesos los tipos esencialmente posibles de actos entendidos como unidades
subjetivos de la experiencia son necesarios para que nos sea dado objetivamente polarizadas.
en general un ente de esta o aquella clase como tal, esto es, para . Sin embarg<::, cada un? de dic~os actos no es, una unidad rígida,
que podamos encontrarlo en nuestra experiencia? A toda clase smo que constituye en s1 una umdad en devenir, una unidad inma-
de entes le son correlativos determinados modos de la experiencia, nente ~e la duración, delimítable ciertamente respecto de las otras,
determinados actos del intencional estar-dirigido-hacia. pero, sm embargo, en un enlace con ellas susceptibles de ser viven-
La pregunta por el ser del ente de toda clase se convierte así ciado. Y a_ las Investigaciones lógicas describen estas síntesis de
en pregunta por los modos del intencional estar-dirigido, por los transición, es decir, el pasaje del acto de intención vacía al acto
modos de la _intencionalidad en los cuales aquél llega a ser dado cumplido, y muestran cómo toda unidad- intencional remite a una
para nosotros, en los cuales el ente se constituye para nosotros. conexión del devenir en la cual posee su determinada función. Del
L::i. intencionalidad es así comprendida como efectuación ( Leistung) análisis estátic~, por tanto, hay que pasar al genético, que investiga
de la formación constituyente de sentido, como efectuación de la los actos particulares en su devemr y en las conexiones de su
configuración del sentido en el cual en cada caso se nos da el ente devenir dentro de la totalidad concreta del fluir de la conciencia. 4
co~o tal. El sentido, de este modo general, no caracteriza sino al Todo acto particular es una unidad de la duración en la conciencia
conJunto de estructuras en virtud de las cuales respectivamente d~l tiemp~ inmanent~. En su~ ~fectu~ciones intencionales, aquél no
puede ser para nosotros un ente de tal o cual ~lase determinada' sol~ co?stltuye la m:ndad ?bJet1va, smo que también se constituye
es decir, _algo experimentable en general. Los procesos subjetivo; a s1 mismo en cuanto unidad temporal mmanente. La conciencia
del experimentar son, por tanto, procesos de configuración de sen- del tiempo inmanente no debe ser comprendida en este caso
tido. La' configuración del sentido lógico es tan sólo una clase de coino forma temporal vacía que. ya existiera de antemano para
configuración de sentido entre otras, un grado superior que pre- luego ser llenada con- el contenido de determinados actos con·
sup~:me la formación constitutiva del sentido pre-predicativo, es unidades de sentido objetivamente polarizadas. Por el con~ario
decir, de una determinada explicitación del ente "como esto y la temporalidad inmanente del devenir mismo tan sólo se cons~
aquello". tituye al constituir la ynídad objetiva en los actos entendidos
De esta forma, Husserl fue conducido desde el problema de la como unidades de dur~pón dentro del fluir de la conciencia. La

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.l:
categorías con que interpretamos esta última deban tener su origen
constitución del fluir de la conciencia como serie temporal de en la historicidad de la subjetividad, sigue en pie la pregunta de
actos orientados objetivamente es,. simultáneamente, constitución si la base no es demasiado estrecha cuando se determina a. la
rle' la temporalidad del fluir._de la conciencia y, de tal modo,-cons- subjetividad en su historicidad como conciencia. ¿No es la con-
titución de sí misma en cuanto ·conciencia fluyente. denda tan sólo una determinación abstracta del hombre, única-
La pregunta por las unidades objetivas ideales lleva, . así, a la mente un aspecto de su plena y concreta humanidad, ·de su concre-
pregunta por los actos correlativos a dichas unidades y, desde ta vida? ¿No habrá que retroceder hasta esta última e, inversa.-
allí, a la constitución de los actos mismos, en cuanto unidades mente, comprender la conciencia del hombre a partir de su vida
temporales dentro del fluir de la conciencia. De· tal modo, condu- concreta? ¿No será la plena naturaleza humana la portadora de
ce finalmente a la constitución del fluir mismo, en cuanto tem- la historicidad, siendo la historicidad de la conciencia tan sólo
poral. Todo lo que nos sale al encuentro como unidad objetiva reflejo de la historicidad de la vida? ¿Bastará, para lograr un con-
tematizable, como objeto de una experiencia externa o inmanente, cepto de la historicidad, con perseguir los nexos de la conciencia
es decir, como objeto en el mundo exterior o como acto o estado en su intencionalidad? ¿Será suficiente la consideración de los
psíquico, es una unidad· que se forma en las efectuaciones consti- momentos singulares de su estar dirigida al ente, de la "mención"
tuyentes de la fluyente conciencia intencional. En tal efectuación de lo objetivo y de sus nexos? ¿No tendrá que presentarse, en
tiene su origen. La búsqueda fenomenológíca de ese orígen es lugar de la conciencia, la vida, por cierto no en sentido naturalis-
para Husserl, al mismo tíempo, la revelacíón de la concíencía en ta sino en el que fue caracterizada por Dilthey en cuant? lo
su historicidad. Es el análisis de la historia del fluir de la con- conocido desde adentro, tal como es dada en el concreto viven-
ciencia. De tal modo, en Husserl la historícídad se tematíza en ciar y comprender? ¿No se logrará únicamente entonces aquello
cuanto historicídad de la fluyente concíencia intencional. a que apunta ya la pregunta fenomenológica por la historicidad,
Con esto se ha descrito la dimensión dentro de la cual la es decir, una comprensión puramente inmanente de la historicidad,
historicidad se tematiza en la fenomenología de Husserl. Se trata sólo que justamente entendiendo .esa inmanencia, no como la de
de la dimensión de la conciencia. La historicidad se presenta una conciencia intencional, sino como la del concreto vivenciar
como historicidad de la conciencia. La conciencia no · se ofrece a "'y comprender?
la reflexión fenomenológica sobre la misma como sucesión de · Y algo que va aún más lejos: ¿puede el descubrimiento genéti-
actos aislados del "yo piertson, sino que, siguiendo la referencia co de la historia de la conciencia conducir efectivamente a una
de sentido de los actos particuhi.res, encontramos aquellos aspec- historia concreta y viviente, siendo así que, según el más peculiar
tos?el fluir de la conciencia y 'de su temporalidad que otorgan propósito de Husserl, todo análisis intencional, tanto estático como
sentido a todo hablar de la historicidad de la conciencia. La genético, no tiene que ver con nexos fácticos del aco~tecer de la
pregunta por la historicidad ha conducido a dicha dimensión. Con conciencia, o bien con correlaciones fácticas entre objeto y estar
ello está as~gur~d?, por de pron!o, el hecho de que no se pregun- intencionalmente dirigido-hacia, sino con nexos esenciales? Pues,
t~ por la h1stor1cidad en el sentido de un acontecer objetivo, por para ello, todo lo fáctico, y también el nexo fáctico del acontecer
eJemplo, de la historia. mundial, sino que se señala a la subjetividad de la conciencia, es tan sólo el ejemplo inicial, variable a volun-
coro? la base de tal preguntar por la historicidad. Pero, ¿en qué tad, para la obtención de conexiones esenciales. No se pregunt_a
!· medida puede se~ pl~~eado, en general, a partir de esa base, el qué acontece fácticamente, en cada caso, en mi conciencia. Antes
problema de la historicidad en un sentido amplio es decir en el bien, la pregunta reza: ¿qué efectuaciones intencionales constitu-
i.¡· qe. la 1:ist~ria ~un.dial y su nexo objetivo? Pue; la subje~ividad tivas,. qué nexos de la génesis constitutiva en general se requieren
del flmr v1venci1 es, en efecto, la del yo aislado propio de cada par" que pueda sernos dado en general un ente de tal y cual clase,
. caso, tal como e~te s_e. encu_entra e? la reflexión. ¿Cómo puede, una objetividad de esta clase? Habría que indagar si de tal plan-
por tanto, esa his1or1e1dad del fluir de la conciencia entendida teamiento no resulta que el análisis fenomenc,lógico desvía de
f~~omenológicame~te, brindarnos la clave para comprender la histo- la concreta historicidad de la vivencia, llevando a una "conciencia
¡ ricidad en un sentido amplio? en general", entendida como el sujeto ideal posible que necesaria-
j: Aun cuando se admita que la pregunta por la subjetividad· del mente debe ser puesto como correlato de las unidades objetivas
hombre y su historicidad deba tener preeminencia frente a la ideales. ¿No implica ya tal orientación a la subjetividad qua cons-
cuestión de la historicidád de la historia tn:t1ndial, y que todas las
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ciente -esto es, a la súbjetividad dirigida intencionalmente- de. la vida, esto es, de la subjetividad entendida como concr~ta
una orientación que se aparta de la concreción de la vida históri- unidad del vivir y del vivenciar. ¿Subsiste efectivamente una In-
ca, yendo al ámbito de las idealidades puras, de los nexos pu~os conciliable oposición entre la concepción diltheyana de la histori-
de esencias y de las esencialidades y, como su correlato, al ámbito cidad de la vida y la forma en que la historicidad es tematizada
· de una subjetividad abstracta que las intuye? Habría que pregun- por Husserl como estructura de la cc;mcien~a pura fenomenoló- ·
tar si con· esto no se deja a un lado lo aparentemente positivo gica? ¿O es el método husserliano del análisi~ intenc.ional lo su-
que parecía residir en la reconducción de la pregunta por la histo- ficientemente amplio como para abarcar sat1sfactonamente los
ricidad al ámbito inmanente de la subjetividad, puesto que no. problemas. planteados por Dilthey, más aún, para darles una inter-
se concibe tal inmanencia precisamente como la de la concreta pretación superior a la de Dilthey?
subje.tividad viviente, sino como la de una conciencia pura en Antes de responder a esta cuestión, tenemos que hacernos pre-
general. En lugar del viviente fluir de la vida, siempre distinto sente, en forma abreviada, el modo como el concepto diltheyano
y siempre nuevo, se presentan esencialidades e ideas que se cons- de la historicidad de la vida arraiga en la trama total de su filosofía.
tituyen en la conciencia pura y, por debajo, la idea de su propio
fluir que resulta de su autointerpretación: en lugar del concreto
fluir de la vida, la inmóvil idea del mismo. De este modo, la con- 3. La concepción de la historicidad de la· vida en Dilthey 6
sideración genética en Husserl no conduciría, en última instancia, El preguntar filosófico de Dilthey parte de la visión del mundo
a una génesis efectiva sino a la construcción de un esquema inmó- histórico-espiritual, tal como éste se presenta a nuestra compren-
vil de una posible génesis ideal. sión en cuanto totalidad, y tal como se investiga y descubre en
Georg Misch, en su libro Filosofía de la vida y fenomenología, las ciencias históricas. Nos es dado el mundo histórico y el acon-
caracteriza estos rasgos del método husserliano como aspectos tecer histórico. Ahora bien, en lugar de captarlo como totalidad
propios de una "realización des-realizante" ( entwirklichende Rea-: dentro de una temática orientada directamente y de preguntar
lisierung), encontrando con ello una acertada expresión para los por el sentido y meta de tal aco11:tecer, Dilthey efec~a un giro
reparo-s nacidos de la concepción diltheyana de la historicidad de hacia la "crítica de la razpn histórica", según la designara con
la vida que a continuación resumiremós abreviadamente.5 reminiscencias kantianas. Con ello se pone en entredicho la pre-
La oposición de hechos y esencias -hechos en el sentido de gunta por el sentido de la historia en cuanto cuestionar dogmático,
fa facticidad histórica- condujo a la 0posición de conciencia pura directamente orientado. En vez de ello, debe hacer presente la
y vida, y entendiéndose aquí Ja "vida" como la concreta unidad reflexión crítica sobre las condiciones necesarias para que pueda_
del vivenciar, como la unidad dada en la vivencia. Ta! oposición sernos dado el acontecer histórico en general y como tal. Esto
de conciencia y vida aparentemente descubierta en este caso, debe retrotrae de la visión. directa del acontecer histórico al hombre
ser comprendida exactamente para hacer justicia al problema de que comprende la historia, en cuyas vivencias y en el hecho de
la historicidad y poder así decidir si sobre la base de la fenome- volver a comprender las objetivaciones, las fuentes y· mon~mentos
nología husserliana hay suficiente margen para su adecuado plan- del pasado, tiene lugar la constitución del mundo histónco: En
teamiento. Sólo si esto es así, podrá la fenomenología mantener efecto, si preguntamos cómo y dónde existe aqu~llo que configura
su pretensión de universalidad. Debe tenerse en cuenta lo siguien- el tema de las ciencias históricas, es decir, la vida pasada, vemos
te: la oposición "conciencia-vida" a que llevó la pregunta por la que ella, precisamente en cuanto pasada, no tiene su existencia
historicidad, alude a una base común y concierne a la cuestión en otra parte qu~ en las actividades del sujeto que . compr~n.de
de cómo hay que apoyarse. en ella y cómo debe ser comprendida. la historia. La condición de posibilidad de la ciencia h1stonca
Dicha base es la subjetividad misma. El problema de la historici- reside, por tanto, en el hecho de que nosotros mismos s~mos, .en
dad se plantea com? p~oblema de la historicidad de la subjetivi- cada caso, históricos, en el hecho de que "aquel que mvestiga
dad. La controversia gira en torno de si la subjetividad puede la historia es el mismo que hace la historia". De tal suerte, _la
ser acfecuadamente interpretada cuando se la toma como concien- preguñta por la historicidad se convierte en pregunta por la his-
cia pura; de si la pregunta por la historicidad de la subjetividad toricidad del sujeto que comprende la historia. . . .
puede ser una pregunta por la historicidad de su conciencia o si, ¿Qué resulta de aquí, según Dilthey) respecto de la subJet1v1-
antes bien, no tendría que ser una pregunta por la historicidad dad de ese sujeto mismo? El acontecer histórico y el mundo
18 19
-- '

histórico .se construven ea las actividades del sujeto que com- La pregunta por· la historicidad no puede pre~cindir, por tanto,
prende. Esta. comprénsión y esta vivencia comprensiva es algo más de la búsqueda de los principios de la historicidad dentro del nexo
que el conocímiento de un nexo conceptual entre los momentos de nuestro propio vivenciar. El análisis es~u~tural d: nuestra
singulares del curso histórico. De este modo, no puede proponer- conexión vital, entendida como nexo de las últrmas urudades de
se como sujeto en virtud de cuyas actividades se llev~ a cabo la vida, tiene que brindar la intelección de cómo podemos ser "fuerza
construcción del mundo histórico, al sujeto meramente cognoscen- dentro de la acción recíproca de las fuerzas". Tal es la tarea de un
te, sino ·tan sólo al "hombre total", a este "ser que piensa, siente análisis "psicológico" de la naturaleza humana de acuerdo con la
y quiere". En la autocomprensión de su concreta estructura aními- ·
plenitud de su contenido. El mfsm.? debe mostrar :ómo t,oda
ca reside el origen de todas aquellas categorías que el hombre unidad de vida se concluye para s1 rmsma en cuanto umdad, com?
configura con vistas a la comprensión del acontecer histórico. el progreso de la historia está condicionado, en cuanto nexo di-
Pero dicha autocomprensión no es simplemente asunto de un námico de las unidades de vida, por las fuerzas de desarroIIo que
procedimiento psicológico "introspectivo" en el cual el sujeto en él actúan. En este caso, la expresión "desarrollo"· no significa,
anímico, con su nexo estructural, se encuentra como aislada inma-
por su parte, una categoría objetiva (por ej_emplo, biológica~, s~o
nencia a la que se le contrapone como objeto la conexión del
una categoría de la vida de significado "meramente f~rmal indica-
mundo histórico. No sucede,. pues, que en lugar de la abstracta tivo. No alude a otra cosa que al nexo determinado desd~
inmanencia del ego cogito) se presente la inmanencia concreta del
adentro en el curso particular de la vida que prescribe la infatiga-
hombre vivenciante en ia "totalidad de sus facultades anímicas,,.
ble marcha hacia las transformaciones", sin que a ello se le una
Antes" bien, el sujeto, en la autocomprensión de su nexo estructu-
ral, se encuentra insertado en el contexto de la historia uníversal.
el intento de una determinada interpretación de tal acontecer,
En cuanto sujeto comprensivo, no se encuentra como siendo mero salvo aquel admitido por la .c~ns!deración d~ l;i~ estructura~ de
espectador, sino como "fuerza dentro de la acción recíproca de ese devenir mismo en el din?m1co nexo histor1co. Y aqm se
las fuerzas". El estar comprendiendo y vivenciando en comunidad muestra. que lo que permite concebir a dicho curso vital en gene-
con los ·demás, pertenece también· a su propio contenido vivencia!. ral como unidad, esto es, el a priori bajo el cual podemos c<;>m'"
Puede comprender al otro porque el nexo vivencia! ajeno está prendernos a nosotros mismo~ y a los· otros co11:o unid:td,. ~ons!~te
sometido a las mismas leyes estructurales que el ·suyo propio y, en que ese curso posee en cada caso una determinada s1gn~1cac10n.
en cuanto tal, se descubre en los actos de las recíprocas relacio- Lo que un hombre sea, sólo puede comprenderse e~ vista del
nes comprensivas. Comprender es "reencontrarse el yo en el .tú". papel, por así decirlo, que representa en su 1:1undo circundante,
Así surge para Dilthey el contepto de la vida, al destgcar "lo ,:n la coexistencia con sus semejantes. A part.1r de ese papel se
que siempre y en todas partes tiene lugar en la esfera del mundo nrescribe el peso y el acento de cada momento singular del curso
humano y que, en cuanto tal, ha posibilitado el acontecer deter- ~[e su vida ~n cuanto nexo vivencia!. Así pues, no sólo el cu~so
minado espacio-temporalmente". Se trata del "nexo de la acción .!e la vida' en su totalidad posee significación, sino que también
recíproca entre personas· que están bajo las condiciones del mundo .:1da uno de . sus momentos tiene significación en relación ~on
exterior". El mundo histórico-espiritual, · según esto, es un nexo ;¡cha totalidad.· Mediante esa significación se determina tam~1én
:t interrelación de las vivencias singulares de la unidad de .vida.
dinámico que se constituye en la acción recíproca de las unidades
de vida, o sea, de los sujetos comprensivos, a cuya comprensión ~obre la base de dicha relación mutua, toda vivencia, en cuanto
_. ·_1 vivencia, puede ser comprendida en ~u detertru?ada fun~ión
pertenece el hecho de que ellos se vivencian como partícipes de
., :1 vista del desarroIIo que Ileva la umdad de vida a unidad
tal· acción recíproca. Tenemos vida histórica dentro de esa actjón
recíproca. De tal suerte, la pregunta por la historicidad se con- ~,rmada. ·
vierte en pregunta por la subjetividad concebida como vida, por Resulta claro, de acuerdo con esto, qué se entiende en tal
cuanto nosotros mismos, las unidades de vida, somos aqueIIos que •)ntexto por "desarrollo". Se trata dd desarroll_o jtfe lleva a la
no sólo comprenden el acontecer histórico, sino que, además, lo ·'tidad farmada. De ·aquí resulta que la forma histor1ca no puede
edifican en cuanto acontecer progresivo. La vida nos es dada -::r considerada como algo que · reposa en sí misma. En efecto,
únicamente como lo conocido desde adentro, lo que se nos revela · :n sólo revela su significación cuando s~ la examina den_tro ~,el
en nuestro propio vivenciar y comprender~ .:'XO histórico dinámico, atendiendo a su puesto en la s1tuac~on
;3tórica determinada que corresponde a toda unidad de vida
20
21
--- ~---:e-~-
_ .. - ~ · 1

en cuanto centro activo en· el que se entrecruzan y transforman


fuerzas históricas y que, de tal manera, obra por su parte como de tal manera "fuerza dentro de la accJón r~cíproc~ de las fuerza~",
f~erza sobre otras fuerzas. La pregunta por la historicidad :de la el motor de la vida histórica, por as1 decirlo, alimentado por. m-
vida retrocede por trato a la cuestión de cómo puede el individuo sondables fuentes. El enlace entre la vida individual de la -umdad
p_arti~~lar; en cuanto unid~d de vida7 llegar a ser unidad de-signi- singular de vida y. el nexo te~pora!,objetivo de la histor~a univer-
fzcacion -esto es: una urudad que realiza en su devenir un deter- sal no es otra cosa que esa relac1on entre las profTI?-dida_de~ _de
minado "sentido" de la vida-. ¿Cómo puede elevarse, partiendo la naturaleza humana y la conexión universal de la v_1da ~,~tonca
de los datos naturales del milieu; de la limitación histórica, etc., desplegada, relación que actúa en cada punto de la histon~ ·, .
a lll:ª unidad formada, a una unidad cuya sigruficación pueda ser Así, pues, la pregunta por 1~ construcción de_l 1;1~ndo histonco,
marufestada? D_e esta manera, el camino de la reflexión histórica por la comprensión del dev~rur _y, ~el nexo histoncos, y por la
incl~ye en sí el ascenso desde la ciega facticidad a la idealidad posibilidad del propio deverur histonco reconduce al_ nexo estruc-
de la significación. · tural anímico, esto es, a un nexo que, en cu~nt? _umdad ?e desa-
Insondables son para nosotros las fuentes de las que dicha rrollo, es por su parte un centro de f~erza hi~tonco. La _mt,~rpre-
form_ación reci~e su impulso. No podemos retroceder hasta llegar tación de ese nexo tiene lugar en las cat_egonas d: ~ la vida . No
detras de la vida tal como ésta obra y se exterioriza histórica- puede ser llevada a cabo ~ediante una mtrospecc1on puramente
mente en la~ unidades de vida; no podemos preguntar por una psicológica. Los elementos smgulares d~~ nex? :structural, o ~~a,
meta y un fm de su desarrollo puestos por encima de ella. Sólo los sentimientos e impulsos, la concepc1on obJet1va: la val~;a~10n,
pode~os comprender su si~ficación en la medida en que ésta la fijación de fines -todo lo que nosotros de~orn1,n~mos viven-
I~ e~ _i~~nente, y esto qmere decir, en la medida en que dicha cias" singulares-, no pueden ser anal~zados ps1:colo~1camente por
s1gruf1cacion es en general el supuesto para que podamos concebir sí mismos, como fenómenos de un~ mmanenc1a. a1~l~da._ ,Por el
una unida1 d_e vida como_ u?idad formada, como unidad, por tanto, contrario, tienen que ser comprendidos en su ~1gmhcacio? para
que se ob1et1va y ha recibido en sus exteriorizaciones vitales una la vida en su función configuradora de la umdad de vida en
determinada función dentro del dinámico nexo histórico. Unica- unidad' significativa, la cual, en su significacion, es u:1a fuerza
mente .podemos é:om~rei:de~ la vida como unidad de significación dentro del nexo histórico dinámico. Esos elemei:tos t1ene1:1 que
a part1r de sus exter10r1zac1ones, y no con más profundidad que ser comprendidos a partir del modo_ como 1~ umdad de_ v~da _se
la que _posean estas. mismas. Buscar la significación, el sentido ha exteriorizado en su actuar, es dec1t, a partlt de_ las ob1etivac10-
de la v1~a · ~n ella misma, tal col.,llo ha cobrado forma histórica y nes de la vid~. La interpretación de las vivenc1a,5. 7:espe~to , d~
se h~ obJet!vado, y ri~ en algo situado por detrás; pero concebir su significación no tiene lugar, Pº! ~anto, en el anahsis ~s1colog1-
al_ m1sm~ tiempo la vida como lo "insondable", lo "enigmático" co reflexivo, sino en "un procedimiento que va a traves de la
que -contmuame~te vu_elve a destruir sus formas creadas, que ame- expresión". .
n!za nuestra ex1st~nc1a con su carácter perecedero y que simul- Con esto puede verse el ~~ntexto en e~ que ~e asienta el, con-
taneamente nos deJa reposar en ella ·como en la "continuidad del cepto diltheyano de la histonc1dad de la vida, asi corno ~l ~etodo
poder creador" que de las formas destruidas hace nacer otras con que Dilthey la interpreta. Aparen!ernente, es,t:- . ul!1mo _se
n~evas:· tal es el sentido -de la "aquendidad" (Diesseitif!,keit) de presenta en oposic~~n al mét~do ~l:sserhano del a_nahs1s mtenc10-
~1lt~~Y, que rechaza toda búsqueda de un fundamento de. la vida nal y a su mostrac1on de la ?istonc1da1 de la corriente de la con-
histotica e~ una trascendencia. Precisamente la interpretación ciencia en su pura inmanencia. El sentido de este contraste puede
puramente mmanente, de "más acá" de la historicidád de la vida precisarse aún- con más claridad.
. ¡
hace que ésta no se presente como ~n nexo racionaÍ transparente: El preguntar de Husserl estuvo orig~nariamente _dirigid? por
. ):
cap!able conceptualme~~~- Por el_ ~ontrario, es~ interpretación lleva la consideración de los fenómenos prop10s del sentido obJ~t11:~,
a dicho aspecto de la msondabilidad de la vida". Esta radica en de las unidades objetivas de sentido; tomó en cuenta la sigmfi-
el modo como las unidades síngulares de vida. en su marcha in- cación en cuanto unidad ideal objetivamente polarizada, y no la
. manente d_e desarrollo ~aci~ la unidad formada, se apropian de significación como sentido de la vida y de las 1:ivei:icias concretas.
los contemdos de experiencia del mundo circundante comunitario Lo que Husserl denomina vivencia_ de la conc1enc1~ -en_ c~anto
. Y lo devuelven transf9rmado; reside en el modo en que ellas son acto o estado unificado por la umdad de un sentido obJetivo--
es algo totalmente distinto de lo que Dilthey, apoyándose en el

23
j

uso concreto y vulgar del · lenguaje, designa como "vivencia": de una "vivencia" que apunta a la "insondabilidad de la vida",
una unidad significativa dentro de la concreta totalidad del curso a la insondable teleología- de esa maduración ·hacia la forma acaba-
de una vida, y, concebida más ampliamente, dentro de la totali- da·. Dicho devenir no puede ser concebido como una serie de
dad del nexo. histórico dinámico. En este último sentido hablamos actos que, diferenciados entre sí en virtud de su determinada .
· por ejemplo, de la '~vivencia" que cobra forma en una obra d~ referencia intencional, se presenten temporalmente uno después
arte. e. i?clusiv~ también en. toda una orientación artística .. ¿No de otro en la corriente de la conciencia. También éstos poseen
subsist1na, segun esto, un msalvable abismo entre la corriente su propia manera de unificarse entre sí, pero de tal suerte que
de la conciencia con su "historicidad" y el concreto curso de la precisamente muchas "vivencias", individualizadas y separadas
vida que, en cuanto nexo vivencia!, constituye la unidad de una entre sí por su situación temporal en la corriente de la conciencia,
significación?_ {Acaso el ',',nexo. :viv~ncial'' de Dilthey no es algo se unifican en virtud de la dirección intencional hacia el mismo
totalmente distmto de la corriente de la conciencia" de Husserl objeto. Sin embargo, una unificación sintética .de esta índole es
la cu~, Pº! lo demás, también se construye con unidades llama~ algo absolutamente distinto de lo que· le permite a Dilthey hablar
das v1venc1as? ¿No oculta la común denominación "vivencia" de: la unidad de una vivencia que unif.ica diversos momentos _del
una profunda diferéncia del sentido en que en cada caso se habla curso vital. Semejante "vivencia" no es, según se desprende de
de "vivencia"? los ejemplos aducidos, una unidad que se presenta una vez en la
Encontramos la corriente de la conciencia o de las vivencias corriente de la conciencia y está individualizada por su lugar
en el sentido de Husserl, cuando destacamos sus elementos sin~ temporal en ésta. .
gula:es diferendados Pº! s?. intencional referencia a algo y los ¿Cómo podría, por tanto, solucionarse con el concepto husserlia-
~,e~mm~s ~n su ~nlace smtetico, en el cual, por ejemplo, mu~as no de la corriente de la conciencia y de su "historicidad" la tarea
v1venc~as del J?zgar o del querer pueden estai: intencionalmen- planteada por Dilthey en el sentido de captar ese fluir en su
te ref:r1das al mismo estado de cosas y unidas en éste. A partir· significación? ¿Cómo podría· penetrarse analíticamente, partiendo
~e ~1 llegamos . al fundamento más bajo de todos los enlaces · de la corriente de la conciencia, en la totalidad concreta del curso
smte!ic~s, es dee1_r, a la consti1?ción de los actos singulares ("vi- de la vida? Esa· corriente con la que tropieza Husserl, entendién-
i'~ v~nci_as ) en~endido~ como umdades de la duración en la con: dola como la más profunda estructura de la ,subjetividad, ¿no
1¡11 ciencia del ~empo mmanente, la cual confiere sentido al hablar será tan sólo un componente· del concreto curso de la vida, en
,:1
de una corn:nte de la co~ciencia y de su historicidad. Pero con cuanto curso de las vivencias? Habría que ver si no comport:-;
f:j tal. construcción d~l c;1rso '., de la conciencia a partir de· su más un límite esencial del análisis intencional practicado por Hus:'>-··.·
•1;
baJo fundamento )amas llegamos a las unidades de significación el hecho .de que conduzca a la corriente de la conciencia enten¿,,,
·.,!.,:·'!
dentro. d~ la tot~~i~ad d~l 1;exo vit~l,. a la~ que se refiere Dilthey como una serie de actos -"vivencias" en este sentido- inu::·
'I
denommandolas . vivencias . Las vivencias", en el sentido de cionalmente dirigidos e individualmente diferentes, pero no a · .
Husser!, son umdades, actos que se presentan una única vez en único que, en cuanto teleología del nexo vit~l, hace brotar de s.1
la corriente d: la conciencia; poseen su lugar temporal inamovi- dichos actos en su significación. ¿No residirá la tarea, inversa-
b_Ie en tal corriente Y, una vez que aparecen en un presente viven- mente, en . comprender esa sucesión de actos del estar-objetiva-
c.1al, recaen lue~o ir::sistiblemente en el pasado. Están individua- mente-dirigido a partir de su origen en el curso concreto d~ la
~z~das Pº;, su s1tuac101! tempor~ en el curso de la conciencia. Las vida? ¿No ha surgido todo intencional dirigirse a una umdad
vivens1as , en el sentido de Dilthey, por el contrario, son unida- objetiva y, correlativamente, la propia unidad objetiva, sólo en
des mas abarcantes .. Una "vivencia'~ que finalmente se expresa virtud de un comportamiento de la vida? ¿Y no debería com-
. 1 en ~ poema, por eJempl~, puede presentarse al principio, quizá prenderse en su significación vital únicamente en conexión con
germm~lmente,. en una J?tlmera concepción, sufriendo luego bajo este comportamiento y en cuanto surgiendo del mi~mo? De ~al
deternnna~as ?rcunstan~ias un largo proceso de maduración en modo, jamás comprenderíamos el sentido de es.e flmr si pre~n-
e! nexo vital, mterru.mp1do por pausas en que recae en lo incons- táramos por él tan sólo en cuanto función en la que se const111:-
ciente, hasta que, ~1;1almente, acuñada y plenamente articulada, yen unidades intencionales como unidades objetivamente po~an-
·i encm:n!ra .s,u expres1on. Se trata, en este caso, de un devenir, de
la umficac19n de muchos momentos de un nexo vital en la unidad
zadas. Dicho brevemente: tal correr de la corri~nte de la conc1~1:-
cia, ¿no consistirá tan sólo en un. reflejo de la concreta histonc1-
¡
1,
24
·, 1:·

ii!i(.
dad del curso de la vida que resplandece fugazmente en una objetivo, encontramos no sólo objetos aislados como correlatos de
actitud abstracta? nuestros actos del estar-dirigido-hacia, sino también al ente dentro
pichas obje~io~e_s, resumidas en una simple fórmula, dicen lo si- de su contorno objetivo. Toda cosa percibida posee su trasfondo
g_wente: _la sub1et1v1dad no puede ser tomada en su pura inmanencia de lo aún --0 de lo ya- no percibido, o bien de lo percibido tan
s1 ~e quier~ encontrar su historicidad; no debe ser tomada en la sólo lateralmente. Es dada como estando en una continua conexión
serte, asequible de modo inmanente, del estar-dirigido-liada en su con ello, en un nexo en el que podemos introducirnos en virtud
mentar puro y objetivante del ente como cuyo correlato lo O::entado del posterior curso de la experiencia. De tal modo, el trasfondo es
como tal se ofrece luego al análisis. Por el contrario, la subjetividad un horizonte del "y así sucesivamente" propio de nuestra expe-
de1?e ser _tJmada ~n su concreto ser-en-el-mundo. Tal es ciertamente riencia. Pero no sólo el trasfondo objetivo es horizonte en tal sen-
la m!enc10n de Dilthey cuando trata de comprenderla como unidad tido, es decir, un horizonte exterior, sino que todo ente que nos
de ;71da que s~ despliega en el nexo histórico dinámico. Las cate- sale al encuentro tiene en sí mismo además su horizonte, el cual
gonas de la vida eri las que aquélla debe ser interpretada, en las se descubre cuando continuamos la experiencia, vale decir, por
~ales se aclara el nexo estructural, no sqn otra cosa que explicita- tanto, que posee un horizonte interior. ~sto significa, considerado
c10nes de su ser-en-el-mundo. ¿No hacemos abstracción de todo esto genéticamente que, de acuerdo con su contenido de ·sentido, lleva
cuan?º _preguntamos por la subjetividad en cuanto corriente de la en sí referencias dirigidas hacia una posible prosecución de nuestra
1 concie~c1a? ¿No habrá que preguntar, antes bien, por la. conciencia experiencia y que tales referencias también pertenecen a los compo-
1
entenc~id~ ~orno una determinada estructura del ser-en-el-mundo de nentes intencionales de la experiencia misma. Por ejemplo, en el
la SU,?Je!1v1dad, en lugar de hacerlo por la subjetividad. en la inma- acto de percibir ésta mesa en la forma en que está aquí frente a mí,
¡;,
11· nencia s11_1 mundo. de la conciencia? ¿No llega a ser tan sólo erito-n- está implícita la referencia a la parte posterior aún no vista de la
ces accesible la historicidad en cuanto estructura fundamental del mesa. Se trata de un nexo formalmente mostrable de "si ... , enton-
i,1
ser-en-el-mundo de la subjetividad y no, por el contrario, en la ces" que remite a las posibilidades de una experiencia más amplia
pr~~nta por los nexos de la conciencia pura? De tal modo las señafadas en una tipología determinada-indeterminada. Todo ente
!! ob1ec10nes que surgen d~ la posición de Dilthey; al menos en' este dado en nuestra experiencia, aun el totalmente desconocido, nos
-será dado así en el horizonte de una determinada posibilidad típica
[;ji pu~to, parecen_ estar or!~ntadas en el mismo sentido que las de
i,i'; de interpretación. Por ejemplo, un animal que nos resulte conocido,
'!I, Heidegger, qmen tamb1en observa que en virtud del ser-en-el-
iil mundo se rompe la inmanencia de la conciencia. . que percibimos y reconocemos como un perro, despertará en nos-
':.r¡
1 Inmanencia_ sin mundo de la concien_cia y vida en cuanto ser-en- otros la expectativa de que se comportará precisamente del modo
el-n;undo: b~J,º este aspecto parece _darse ahora la oposición que que nos es conocido por otros perros. Suscita, pues, una suerte de
1 ~sta en cuest10n. ¿ Pero se trata efectivamente de una oposición tari prefiguración de las posibles experiencias posteriores, y al hacerlo
1 msol:1bl~? ¿No }lega a s~r aquí ambiguo el mismo concepto de orienta la forma y el modo en que nos dirigimos experiencialmente
I_
conc1enc1~, fund~1:dose qmzá en esta ambigüedad la 9posición y su hacia él. Aquí las expectativas suscitadas pueden ser cumplidas o
¡:
aparente msolub1hdad? ¿Es efectivamente esa conciencia gue en- frustradas en el caso en que se produzca una corrección, en que
contramos como estructura abstractamente desprendida del concreto el tipo mismo se modifique. De tal modo, todo lo que encontramos
- ill'.¡,r.: ser-en-el-mundo lo mismo que Husserl analiza en cua'nto corriente en nuestra experiencia posee una determinada prefiguración típica,
I' de la conciencia en su temporalidad inmanente? una estructura típica, y únicamente en virtud de la misma nos es
¡11:
,,¡ii: posible incluirlo dentro de alguna determinada dirección de nuestra
' . 11
experiencia -incluyéndolo por ejemplo en modo diverso si se trata
1

4. La con_siencia entendfd~ como configuración de horizonte y la de un objeto de uso o de una obra de arte. El mundo nos sale al
::1 encuentro como el conjunto de todas esas prefiguraciones de las
·,ij! anulaczon fenomenologica del contraste entre conciencia y vida
Posibles direcciones de nuestra experiencía) es decir, como el hori-
La respuesta a tales preguntas nos será posibilitada por un exa- zonte universal y omniabarcante de las posibilidades de nuestro
men del modo en que encontramos el fenómeno "mundo" dentro experimentar -entendiéndose aquí la experiencia de modo total-
del contexto de los análisis husserlianos. mente concreto, y· no tan sólo, por ejemplo, como comportamiento
Ya en los análisis estáticos, orientados hacia la unidad de Ío de captación objetiva. El hecho de que· siempre nos eJ?.COntremos

26 27
siend?, en el mundo. significa _que ya nos encontramos siempre en sentido remite a los hombres que lo han cultivado. Es bosque en
poseston de un honzonte · uruversal de nuestras experiencias· en cuanto forestación cultivada por hombres. Al sentido de su sernos
posesión de una prefiguración típica para todo comportamient~ en dado pr~viamente como bosque, pertenecen los hombres· que lo han
nuestra vida. cultivado. En la posición experiencia! de ese bosque como foresta-
La totalidad de estas prefiguraciones no surge simplemente de ción cultivada, o sea, en cuanto lo aludimos como tal en la expe-
. lo experime?tado actualmente, esto es, del modo en que se nos riencia -aludir, o mentar, no quiere decir en este caso que se
ofrece afectivamente, sino que está condicionada por la totalidad trate de un comportamiento puramente conceptual y objetivo, sino
de lo qu_e hemos ex.f>erí1:1entado, ya sea por las propias y originarias que a tal expresión corresponde además toda la . modalidad de la
ef~~tuactones expenencrales, ya sea por el aprendizaje de lo tras- conducta que observamos frente a él, por ejemplo el hecho de que
IDltldo por otros, ya sea por la aceptación de la posesión de expe- cuidemos de no pisar ningún vivero-, están co-puestos los hom-
riencias obtenidas por otros. Todo esto -aun cuando esté total- bres, y nosotros comprendemos este bosque como cultivo única-
mente olvidado en su determinación individual- es conservado mente en virtud de esas co-posiciones implícitas. Esta co-posición
por lo m~nos en el modo en que contribuye a la prefiguración típic~ implícita es "asociativa". El bosque nos recuerda a quienes lo culti-
de postenores experiencias. Lo recién experimentado decimos nos varon, sin que necesitemos representárnoslos. Nos los recuerda el
recuerda lo_ anteriormente experimentado. Y este rec~erdo no ~ece- modo en que precisamente lo comprendemos tan sólo como fores-
sita ser de tal suerte que podamos volvernos nuevamente y de tación en general, como cultivo, siendo tal comprensión posible
modo expreso a lo anteriormente experimentado y recordarlo, sino únicamente sobre la base de tales referencias asociativas que no
q_ue se trata de un recordar al- modo de una "asociación'' que sigue tenemos necesidad de evocar primero explícitamente en nuestra
s1e1:do oscura. El ~oncepto fenomenológico de asociación se carac- conciencia. Este recuerdo pasivo de la asociación, esta conexión de
teriza por tal af~ctlvo acordarse-de, que de ningún modo tiene que referencias asociativas por la cual está soportada toda experiencia,
elev~rse a la clandad de un expreso poder-acordarse. Dicho concepto nos permite aclarar el sentido de lo que significa la implicación
conc~ern~ por tanto a un acontecer pasivo que tiene lugar en nuestra intencional. Ella mienta la gradación de referencias asociativas perte-
conciencia, no a un activo estar-dirigido-hacia. La realización de necientes a todo sentido de experienda, en las cuales se constituye
·nu~stra posesión de experiencia en cuanto posesión de las prefigu- originariamente para nosotros todo ente. El hecho de que en la
rac1one~ de_ un ~orizonte, está condicionada por tales efectuaciones experiencia el ente nos sea ya dado simplemente como esto y aquello
de la genes1s pasiva. Estas efectuaciones pasivas no comportan nada de tal modo que nosotros nos lo apropiamos en nuestras efectua-
mera.mente deducido, ninguna., sustracción de un mecanismo por cion~s experienciales y podemos- comportarnos ya siempre en una
d~baJo de lo fenomenalmente mostrable en la conciencia. Antes forma determinada respecto de él, está posibilitado por esas .estruc-
~ten, son accesib~es mediant~ las referencias de sentido que co- turas que la mayoría de las veces permanecen ocultas en la dirección ·
mtegran el contenido de senado de toda cosa experimentada en el normal de la experiencia que se dirige directamente al ente.
modo_ como ésta nos es dada. Están implícitas en el sentido de lo Mediante tales referencias se prefigura una determinada tipología.
+ .... expen!Jlentado. De esta forma, el análisis intencional se ve abocado Lo ya dado suscita la expectativa de que lo demás, durante el cúr~o
a la _tarea .de descubrir las implicaciones de sentido y las efectuacio- posterior de nuestra experiencia, se mostrará adecuado a esa tipo-
nes mtenc10nales que les corresponden, las cuales deben haber teni- logía. También esa expectativa constituye un fenómeno pasivo. No
do lugar ya para que pueda sernos dado un ente de este determi- es necesario que nos volvamos expresamente a lo esperado como
nad_o .s~ntido, c.yn estos determinados horizontes que constituyen su tal. Pero el simple hecho de que tengamos que ocuparnos con lo
pos1b1hdad de mterpretación. experimentado en alguna orientación determinada, el que vayamos
Cuando nos internamos en un bosque, por ejemplo, éste no es experiencialmente a su encuentro en cierta dirección, presupone ya
l
meramente para nosotros un pedazo de naturaleza, sino que Jo que el horizonte de la experiencia ha sido abierto en determinada
co~prend~mos --=~so como plantación, como bosque reforestado y dirección por tales expectaciones pasivamente suscitadas. Tan sólo
cmd~do, sm que importe aquí el hecho de que esta comprensión en virtud de ello la experiencia orientada hacia el ente cobt'a su
ll~gue a cobrar forma expresa. Se nos da así y nos es dado pre- precisa dirección.
v!~m~nte co1?o .t~l monte forestado. Es para nosotros una foresta- El conjunto de estos nexos referenciales entendidos como prefi-
c10n. Esto s1gmf1ca que tal ser entendido como bosque en este guración de las posibilidades de la experiencia -tan sólo en virtud
28 29
de _l~s cuales ll:ga ~ ser posible cada uno de los pasos de nuestra e\e trabajo de la conciencia se hace presente surgiendo súbitamente
actividad expenencial en su determinada orientación- compone desde desconocidas profundidades del nexo vivencia! en el que debe
nuestra posesión de experiencia, forma aquello que comprendemos buscarse la ·sede de su verdadera productividad. En esta forma se
como suma de nuestra experiencia ·vital. Según esto, el mundo, producen todos los grandes cambios de perspectiva en nuestro mun-
entendido como conjunto de tales prefiguraciones de horizontes fun- do, los descubrimientos revolucionarios y las nuevas orientaciones
dado. en la posesión de un nexo referencial asociativo,. comporta en virtud de los cuales todo se muestra de pronto "bajo una nueva
esencialmente un horizonte limitado de nuestra experiencia. Median- luz", por los que surge "un nuevo mundo", por los ·que, lo hasta
te lo que hemos experimentado o, dicho concretamente, en virtud entonces indiferente, llega a ser significativo. Estos procesos tan
de la situación en que nos encontramos, se prefigura lo que se sólo pueden comprenderse en virtud del análisis fenomenológico de
nos presenta en general como significativo y como desprovisto de la estructura de horizonte del mundo, esto es, de la exposición del
significación, como indiferente o también como extraño y absoluta- modo en que el mundo, ya antes de todo pasivo dirigirse-hacia-algo,
mente incomprensible. La posesión es posesión intersubjetiva. Tam- es mundo abierto, como también en virtud de la mostración de las
bién los resultados de la experiencia de nuestros semejantes han estructuras propias de la referencia asociativa y de la retención
ingresado en ella y han sido allí elaborados en forma individual. pasiva, que dan lugar a la prefiguracióil' de una tipología. Dicho
Estamos atados y determinados por las intuiciones de los otros análisis permite comprender cóino nuestro mundo es en cada caso,
hombres y también ellas contribuyen a la limitación del mundo en por cierto, un horizonte limitado debido a la posesión de la expe-
que vivimos. riencia hasta el momento obtenida. Pero también permite compren-
Tal posesión de experiencia no es, sin embargo, algo quieto; se der cómo la elaboración de tal posesión dentro del nexo individual
transforma continuamente, no sólo en virtud de nuestra actitud de vivencias, brinda la posibilidad de traspasar los límites previa-
respecto de lo trasmitido, de nuestro activo enfrentamiento con ello mente configurados de nuestro mundo; cómo) por ello, el mundo
sino también debido a un devenir que acontece sin nuestra ínter~ del hombre es un mundo que en todo momento se encuentra some-
vención. Así, por ejemplo, los afanes y trabajos previos de ~uchos tido al cambio histórico.
hombr~s concurrentes a dominar una tarea vital práctica, pueden El comportamiento, objetivante, la captación objetiva, es decir,
conducir luego a la solución o al descubrimiento liberadór gue tiene la conciencia en cuanto orientación hacia algo objetivamente deter-
lugar en una mente bajo la forma de una "ocurrencia", sobre cuya minado, tiene también su propio origen dentro de ese contexto
base todos los anteriores nexos considerados y los puntos de vista de la configuración de horizonte. Las posibles direcciones en que
aportados se muestran, co.tpo solemos decir, "bajo una nueva luz". pueden llegar a ser objetivas -en tal sentido- partes de nuestro
Aquí podrían traerse a coláción numerosos ejemplos, pertenecientes mundo, están a su vez prefiguradas afectivamente por el modo
no sólo al dominio de los descubrimientos científicos sino también como nuestra posesión de experiencia fue pasivamente elaborada.
reféridos al hallazgo de adecuadas soluciones prácti¿as en política Está prefigurado lo que luego se impone afectivamente de tal mane-
o en economía, así como otros relativos a la superación de problemas ra que puede llegar a ser objeto de la actitud objetívante. En efecto,
atinentes a la plasmación artística. Estos ejemplos ilustr-ari acerca de la conciencia en cuanto intencional orientación hacia, tal como ella
cómo la solución no se presenta tras largos trabajos preparatorios forma el punto de partida para el preguntar de Husserl, se muestra
en formá de un esfuerzo activo que procede de acuerdo con los así como un fenómeno futuro. Es una de las determinadas posibili-
pasos expresamente ejecutados por la reflexión, sino. de modo re- dades prefiguradas en el horizonte como posibilidades de nuestra
pentino, como un relámpago configurado en la "intuición" de la presencia experiencial y, en cuanto tal, está determinada por la
"ocurrencia". Pero no se trata sino del resultado final de un proce- génesis pasiva de la conciencia. Si seguimos las referencias de se1;1--
so de elaboración de sugerencias recibidas y de consideraciones per- tido que toda cosa experimentada lleva en sí misma, esa génesis
sonales; una elaboración que, por cierto, excede a quien conscien- se muestra a su vez, en el descubrimiento de las implicaciones
temente se ocupa del asunto y que sigue actuando aun en las pausas intencionales, como génesis intencional, como un devenir que en
en las cuales se deja a un lado la atención temática del conjunto. cada caso ya ha tenido lugar dondequiera que nos encontrem~s en
Lo alcanzado hasta el momento sigue siendo elaborado sin nuestra nuestro mundo en actitud experiencia! junto al ente. La corriente
intervención en lo "inconsciente", en una génesis que tiene lugar de la conciencj,a a que Husserl ha llegado en el fondo, no es P<?r
aparte del consciente estar-dirigido-hacia, hasta gue el resultado de tanto, en su temporalidad que la constituye a ella misma, una sene
30 31
meramente abstracta de actos del estar-dirigido-hacia, sino un con ello, a nuestra propia existencia._ A nuestro ser-en-el-mundo
acontecer pasivo que configura los horizontes del mundo, o más
corresponde una precisa n_ianera en q?e .1;-osotros mismo~ :ios h~mos
bien, el mundo mismo como horizonte, es decir, como conjunto
comprendido, una determmada apreciac1on de nuest:o -yi:'ir .Y viven-
de posibilidades de nuestra actividad experiencial. Los actos de ciar según su significación, una estimación de lo. sigmficatlvo .y lo
orientación objetiva comportan tan sólo una de las posibilidades insignificante; etc. Se trata de una autocomprensión que concierne
de actividad prefiguradas en virtud de ese acontecer pasivo. La a la vez a nosotros mismos y al mundo, por cuanto compre!ldemos
corriente es en cada caso una corriente individual de conciencia, nuestra vida en determinada. forma como unidad formada, como
un fluir de intencionalidad pasiva que ha acogido en sí la posesión unidad de significación. Cuando esa comprensión llega a ser explí-
de experiencia obtenida intersubjetivamente elaborándola según sus citamente analizada y conceptualizada, hablamos de una "concep-
propios principios de acuerdo con la forma en que están allí esta- ción del mundo". Ella es comprensión de uno mismo y del mundo
blecidas las posibilidades de ampliar esa misma posesión, de per- configurada en el devenir del .curso de nuestra pr.opia experienci~,
mitir que lo experimentado sea visto bajo una nueva luz y, con en el cual los horizontes de nuestro mundo .se articulan y se expli-
ello, de extender y romper los límites del mundo previamente dado. citan en sus límites. Dicha elevación de nuestra autocomprensión
Todo ente que encontramos ya dado, todo valor, toda finalidad de a concepción del mundo es a su ve.z l:1:á posibilidad. prefigurad~
nuestra vida que captamos y adoptamos expresamente como tal en el horizonte del mundo. Esto s1gmfica que tamb1en ella esta
-con lo cual expresiones tales como valor, finalidad, etc., no quie- condicionada, como toda posibilidad prefigurada, por la génesis pa-
ren decir sino el nexo significativo objetivado, expresamente tema- siva de la intencionalidad.
tizado-- todo ello es a su vez producto constitutivo. Debido a las A partir de aquí se hace claro cómo se solucio~f _el ap~ren:;
referencias implícitas en su sentido llegan a ser hilos conductores contraste entre la corriente de la conciencia con su hzstorzczdad ,
que nos llevan a las efectuaciones intencionales activas y pasivas, a en el sentido de Husser( y el ((nexo vital'\ el "nexo vivencia[~' !e
la formación de nexos referenciales en virtud de los cuales algo se Dilthey entendido como unidad de la significación. Así. se divisa
nos presenta como ta! cosa. Se trata, pues, de efectuaciones que ya el luga; en el cual, dentro del marco de la anal~tica husserliana, las
tienen que haberse producido en cada caso para que el ente en estructuras mostradas por Dilthey se presentan y se ordenan en el
general pueda ser para nosotros esto y aquello determinado. Ellas conjunto del sistema fenomenológico. .
han tenido lugar en nuestra corriente individual de conciencia, en En efecto al nexo estructural más bajo de la génesis -es
la elaboración de toda posesión de experiencia previamente dada. decir, al dev~nir pasivo de la conciencia de tiempo, de la corriente
de la conciencia en este sentido-- no puede serle planteada la pre-
.gunta acerca de cómo se realiza allí la articulación de la vida se~
5. Vida histórica y subjetividad trascendental su significación. Esta pregunta sólo puede ser hecha, antes b1e1;,
cuando tomamos dicha corriente no sólo en ese esqueleto mas
De esta forma lleg~mos ahora al mismo punto al que Dilthey bajo de estructuras sino en todas sus efectuaciones constituyen-
había arribado en su pregunta por la vida: a la unidad teleológica tes ya consumadas, 'en las cuales se han edificado c~~o productos
del curso individual de vida que, en acción recíproca con otras uni- de efectuaciones intencionales el mundo y la comprens10n del mundo
dades de vida, es el último motor del acontecer histórico entendido y, con ello, nosotros mismos como unid~des de vida en el mundo Y
como devenir del mundo histórico. Y la cuestión del nexo estruc- en determinada autocomprensión. Tan solo cuand? hemos ,compren-
tural en virtud del cual todo -aun lo olvidado, lo no retenido dido esa corriente como aquello que ya ha acogido en si Y elabo-
explícitamente- sigue operando y contribuye a la construcción de rado toda la posesión de experiencia -esto significa, por tanto,
la concreta unidad de la vivencia, tal como la plantea Dilthey, cuando la comprendemos en toda su ~onsistencia intencional Jªl
resulta entonces una pregunta por las estructuras de la génesis como se revela en las referencias de sentido, que pertenecen no solo
intencional. Una génesis que llega a ser accesible al seguir las impli- al sentido de todo ente objetivo sino -también al sentido en que
caciones de sentido que necesariamente incluye todo lo experimen- ya nos hemos comprendido siempre a nosotros mismos como siendo
tado para ser en general esto determinado, esto prefigurado en en el mundo--, tan sólo entonces puede plantearse la_ preg~nta
cierta dirección de las posibilidades de la experiencia. Esa prefi- por el devenir del curso mismo de la vida, por su_ devemr hac~a l.,a
guración no atañe sólo al horizonte del mundo sino, conjuntamente unidad formada que se concibe como fuerza dentro del nexo h1sto-

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- - - - - -- - ~--;; -----= - _-:::;,

rico dinámico. Esa misma pregunta se convierte, además, en hilo a ser hilo conductor. Nosotros mismos no podemos comprendernos
conductor para buscar los nexos de la génesis intencional única- como subjetividad trascendental más profundamente de lo que nos
mente en virtud de la cual es posible nuestro ser-en-el-mundo. permiten los hilos conductores, no podemos dar una indicación
Pero esto significa que la pregunta por la corriente de la con- determinante de su contenido que .vaya más allá de ellos. El con-
ciencia en su temporalidad configuradora de sí misma no es, para cepto que de esa subjetividad recibimos se agota en la indicación
Husserl, una pregunta por la conciencia del hombre en cuanto uni- de sus efectuaciones constituyentes que forman el mundo y la mis-
dad de vida en el mundo, Es, antes bien, la pregunta por nosotros midad humana, según el modo en que ·éstas están siempre ya dadas
mismos, entendidos como subjetividad trascendental que constituye como f actum para la primera reflexión sobre nuestro ser-en-el-
en sus efectuaciones intencionales al mundo y a la mismidad, que mundo.
nos constituye a nosotros como hombres en el mundo. Tal es el Así, pues, si se toma todo ente y a nosotros mismos en cuanto
sentido de la reducción fenomenológica como "des-realización" hombres que somos en el mundo, con la determinada autocompren-
(Misch). No es una conciencia ideal y en general, sino la subjetivi- sión del significado de nuestra vida como hilo conductor, deja
dad trascendental en cada caso nuestra, la respectiva subjetividad entonces de operar como este ente casual y fácticamente dado y se
del qué filosofa. Ella es el punto de partida absoluto de todo filo- 'COnvierte en un ejemplo indiferente. Todo ente (y también noso-
sofar, lo en sí primero, el primer principio de todo preguntar filo- tros mismos en nuestra humanidad individual) llega a ser ejemplo
sófico. La reducción fenomenológica misma es el camino hacia esto indiferente para la pregunta: ¿qué efectuaciones constitutivas pre-
en sí primero. Pero desde aquí no se puede comenzar simplemente supone, con una incondicional universalidad esencial, tal y cual ente,
a filosofar; el camino, en cuanto. camino de retroceso hacia aquello en general y necesariamente, para poder ser precisamente ese ente
primero en sí, es dado siempre de nuevo al filosofar como tarea. para nosotros? ¿Qué formaciones de sentido y efectuaciones de
El carácter absoluto de la filosofía como ciencia no alude entonces sentido implica en sí, dondequiera que deba poder presentársenos
sino a la absolutez de su punto de partida, a Ia absolutez de la en la experiencia como tal ente? Aquí reside el punto donde se
tarea de retroceso hada el punto de partida siempre igual. Esto no suprime la oposición entre hecho y esencia. La facticidad histórica
implica en mod9 alguno la creencia de que la filosofía pudiera pasa a formar parte del preguntar filosófico ya, en el modo como
llegar alguna vez a un contexto fundamental de determinadas pro- se convierte en hilo co11:ductor de la pregunta por las efectuaciones
posiciones de validez eterna y absoluta. No implica la opinión de constituyentes. La libre variación que de allí parte, el desprendi-
que la fenomenología de Husserl pretendiera absurdamente haber miento de lo fáctico que tiene lugar luego para obtener las conexio-
filosofado ya en cierto modQ para todas las épocas futuras, como si nes puras de esencias de las efectuaciones constituyentes, tiene otro
en vista del asunto siempre 1gual de la filosofía fuera insignificante sentido que el de articular las posibilidades del efectuar constitu-
todo progreso de nuestra experiencia humana y de las ciencias sobre yente de la subjetividad trascendental misma. La unión a lo fáctico
ella edificadas, así como todo acontecer histórico. Por el contrario, yace ya en el hilo conductor, en cuanto ejemplo inicial. No se
el retroceso a la subjetividad trascendental es retroceso hacia sus suprime tal unión mediante la obtención de esencias por el método
efectuaciones constituyentes, las cuales ya han acontecido siempre de la libre variación, sino que tan sólo se la descubre en toda su
y llegan a ser accesibles como intencionales en el descubrimiennto amplitud. Sólo así la subjetividad trascendental llega a ser trans-
de las implicaciones de sentido del ente y de nosotros mismos en parente para sí misma, en los horizontes de su autocomprensión.
nuestra autocomprensión. Dicho retroceso necesita de los hilos con- Esta libre variación no significa sino la libre articulación de sus
ductores ofrecidos por lo que nos es dado previamente como mundo, posibilidades configuradoras de mundo. Unicamente la visión de las
como ente en el mundo y como posesión de experiencia en el preci- posibilidades puras permite que lo efectivamente real, el mundo
so sentido señalado anteriormente. Toda nueva determinación del fácticamente constituido, llegue a ser visible en sus horizontes y
ente, toda nueva interpretación del mundo y de nosotros mismos, límites. De tal modo, la esfera ideal de las esencias sólo tiene
brinda un nuevo hilo conductor a la pregunta por las implicaciones sentido en relación con la subjetividad trascendental, entendida
de sentido correspondientes a las efectuaciones constituyentes de la como el factum último. Unicamente en virtud de su exposición se
subjetividad trascendental involucradas en el sentido de ese ente. hace transparente la extensión de sus efectuaciones constituyentes,
La situación histórica en que nos encontramos en virtud de nuestra trasparece ella misma en sus libres posibilidades. La esfera de las
posesión de experiencia, prefigura en cada caso lo que puede llegar esencias no es nada más que el horizonte de las posibilidades de
34 35
1

;1
_ _ _ _ _ _ _IIIIÍllall_ _ _ _ _ _ __
,
preguntar filosófico, meta que sólo ~ue1e ser alcanzad:t e1:1 la
comprensión de la sub¡etividad, en cuanto trascendental; no es un mirada hacia el origen. Este no es IllJ?-g~ !~asfon~? m1~ter10so,
ámbito de esencias -metafísicas en sí. · revelado sólo al presentimiento y a la mtmc1~:m poet1ca, smo que
Como dijimos, llegamos así al mismo punto al que fue llevado debe ser descubierto en la subjetividad, en y1rtud de una medla-
Dilthey en su pregunta por la vida, es decir, a la unidad teleológi~ ·ción metódica sobre las estructuras de la misma En tal proce er,
ca del curso· de experiencia individual y en cada caso propio. Pero la subjetividad no se muestra c~~-º la subjetivid~d del hombre
ya es una discusión estéril la de si comprendemos tal curso como en su atadura históricamente cond1c10nada a los h?n.z~ntes del res-
unidad de vida o como ·corriente trascendental de la conciencia, pectivo mundo histórico, ~in? como aquella_ subJet1v1?ad trascen-
como una corriente de efectuaciones constituyentes y configurado- dental que permite el surg1m1ento de esos mismos hor12ontes.
ras de mundo. Las efectuaciones han tenido lugar siempre, cuando
nosotros· reflexionamos. Antes de la realización de la reducción
fenomenológica ellas son,' como dice Husserl, efectúaciones "anóni-
mas". Pero esto no significa que sean una última pre-donación,
según el modo como todo ente, mundo y mismidad, están dados
previamente.Tan sólo en virtud de la libre realización de la reduc-
¡1
•.¡;I ción sé revelan tales efectuaciones,. en cuanto constituyentes: pero
sólo en virtud de la des-realización consumada en la reducción
/¡ -es decir, por la des-mundanización y deshumanización de la sub-
11
jetividad (die Entweltlichung und Entmenschlichung der Subieti-
'l
. \i¡¡ vitat)- y no por la permanencia dentro de la vida y la confianza
en la. tendencia explicativa que le es inmanente, y que conduce en
li' última instancia a una concepción del mundo, según es determi-
-i nante en la actitud filosófica de Dilthey. Esta actitud lo lleva
· a ver el mundo histórico · como una conexión dinámica, lo. lleva
a la visión de la relatividad de toda configuración y concepción
del mundo que han llegado a ser históricamente. Dilthey analiza
estas· configuraciones en su cambio histórico, observando cómo
surgen de la vitalidad del :~exo estructural anímico. La visión de
las leyes ·en todas partes iguales que determinan ese nexo y de las
cuales se sigue tal ·cambio, lleva a Dilthey a la intelección de la
"continuidad del poder creador", le hacen cobrar confianza en la
naturaleza humana ·c;apaz de crear· siempre nuevas formas a partir
de las formas destruidas .. Pero esta transformación en la cual toda
configuración histórica se relativiza, permanece como un factum
último que tiene lugar en el tiempo histórico.7 Quedó oculto para ·
él el hecho de que este aspecto del cambio en el tiempo no puede
ser por sí mismo algo último, pues aún puede mostrarse analítica-
mente el origen del tiempo que lo posibilita. Con ello, por tanto,
la reflexión filosófica obtiene la visión de un origen de aquello
que para Dilthey era tan sólo dato último. Y el discurrir diltheyano,
en última instancia agnóstico, acerca de la· insondabilidad de la
vida es el índice de ese ocultamiento. Por lo demás, su confianza
en l; náturaleza humana, en la continuidad de su fuerza creadora,
ya no puede fundamentarse, para Dilthey, de un modo filosófico.
Pero justamente esta fundamentación .es la ·verdadera meta del
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36
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1 ¡ U. SOBRE LA COMPRENSION EN LAS CIENCIAS DEL


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EN su ESCRITO De nostri temporis studiorum ratione distingue

:¡ Vico tres rationes: los instrumentos, los medios auxiliares y


la finalidad. Lo primero que hay que aprender de una ciencia,
continúa, son los instrumentos y medios, "pero la meta, si bien
:1
sigue a éstos, deben los estudiosos tenerla ante la vista desde el
comienzo y a lo largo de todo su studium, y deben estar compe-
netrados de ella". ·
,11
El presente examen, más urgente hoy que nunca, estará dedí-
,.1
1 cado a las rationibus studiorum de · las ciencias del espíritu. Es
" verdad que el saber acerca de los instrumentos y métodos corres-
·,¡'¡
ponde a· lo que ya el principiante debe apropiarse de las ciencias
parttculares. Peto estamos por el contrarío muy lejos de saber
:¡ con seguridad la finalidad --cosa que Vico, con orgullosa con-
'! ciencia de sí mismo, tenía por evidente y natural, por cuanto ella
recorre la totalidad del edificio de las ciencias como la sangre
los cuerpos-; y esto no sólo le ocurre a los principiantes. Es
misión del filósofo preguntar por tal finalidad.
Por cierto, tal pretensión del filósofo no siempre es admitida
sin protestas. ¿Pues no son diferentes los fines de cada una de
las ciencias del espíritu -reza la objeción-; no debe cada una
de ellas fijarse su propio fin y decidir acerca de los medios con
que puede alcanzarlo y acerca de los criterios para determinar sí
y éuándo lo logra? La pregunta por el fin y el proc;edímíento
propio de las ciencias del espíritu en general, ¿no será un mero
discurso "desde arriba" que nada puede enseñar, a tales ciencias?
Así, pues, tan sólo si existe algo común que permita indagar
acerca del procedimiento de las ciencias del espíritu en general,
tan sólo entonces la pregunta por ese algo común será de tal
suerte que no podrá ser respondida en el trabajo aislado de las
39
..

cien~ias del espíritu, puesto que, antes bien, tal respuesta confi- mente a las ciencias del espíritu, que se concibieran co~o armas
gura el supuesto ?e ese trabajo. Ahora bien, sucede que los filó- de combate al servicio de la autoafirmación del pueblo, reprobando
sofos_ no se han imaginado ese algo común para proyectar espe- su objetividad. También hoy en día oímos nuevamente cómo en
c?lat~vamente u;1_ programa y fijar por anticipa.do una meta a las el Este se estigmatiza el "objetivismo", considerándolo como u~o
cren~as 1el espmtu~ ?n efecto, a ello apuntaba la época a la cual de los pecados capitales, como u~o d~ l?s vicios d<:~ orden social
las crencias del espmtu deben su fundamentación y la forma en capitalista. Es palmario que una ciencia, cuando se fiJa com<;> meta
que_ ahora las cono~emos. En las elucidaciones metodológicas de la objetividad, posee una forma y llega a resultados muy diverso~
Sav1gny, Jakob Gnmm y Ranke se manifiesta esa convicción de la· forma y resultados a que apunta cuando s~ ~omprende a s1
acerca _de la comunid~d de su procedimiento, determinada por la misma como mera arma de combate. Hay unarum1dad acerca ~el
co~uruda~ de su obJ?to.. Y August Boeckh -el último gran hecho de que lo último implica una f~lsificación de su e~enc!ª·
enciclopedista de las ciencias histórico-filológicas- designó tal ca- Sin. embargo, habría que preguntarse, si ya por ~llo l~s c~~ncias
rácter comú~ co_mo "rec~mocimiento de lo conocido". En una época del espíritu tienen .el carácter de teona pur~, ~e mvestigaci?n. de
efl que las ciencias, en virtud de su progresiva especialización, están los hechos "tal como verdaderamente han sido . ¿No hay hm1tes
a punto de perder su mutua conexión es importante recordar tal
comunidad. '
para esta objetividad teórica? ¿No -y~le para ella !o que Nietzsche
expresara en la segunda consideraaon rntempe_stiva __ ac.,e~ca de la
La tarea de. estas ciencias consiste, pues, en el "reconocimien- utilidad y de los inconvenientes de los estudios hi~torico_s pqra
to de lo conocido". No se trata por tanto del conocimiento del la vida, cuando afirma que "hay un grado del sentido historico
cpucra ov,_ de ~o que existe ~or. naturaleza y lleva en sí las leyes de en el que lo viviente -ya se trate de un ho1;1~re, d~ u~ pueblo
s~ deverur, smo ~el conoci~1ento de lo que existe tal como es o de una cultura- se perjudica y llega en ultimo termmo a su
captado, comprendido y configurado por la actividad de los hom- . ")
ruma . l f·1 , f
bre_s; es d~cir, de l?s hechos_ y las obras de los hombres y de su Es esta una pregunta que no .fue inventada por os 1 oso os.
accron reciproca. Dilthey designa este tema general de las ciencias Toda la época desde los comienzos del siglo XIX -a la cual, ~o~o
del espíritu como realidad histórico-social. "Histórica": esto no dijimos, las cienc~as de! espíritu debe;i .su actual fo~ma-. esta ~-
s~~1;1Ífica h meramente pasado, si bien las ciencias históricas y filo- ·pregnada de considerac10nes m~todolog1cas ct1;~as diferenc~as arrai-
I0g1cas preferentemente tienen que ver con el pasado. Pero tam- gan respectivamente en una dive~sa concepcion. del sentido _Y ~1
bién allí donde las ciencias del espíritu investigan el presente, lo fin de la comprensión. La menc10nada alternativa de !~s fmal1-
comp~enden dentro de sui conexión histórica. La jurisprudencia dades -objetividad o arma de lucha para la conservac10n de. }a
necesita de una historia del derecho; la economía nacional reclama existencia- es tan sólo la formulación extrema de una cuest1on
la investigación histórica de las formas económicas y sus leyes disputada aún más antigua: ¿la finalidad de la ~omprensión con-
esti:ucturale?. Lo común en el proceder de las ciencias del espíritu siste en la aclaración de la vida presente en vista de su proce-
esta determmado por la comurudad del objeto: la realidad histórico- dencia histórica, en el esclarecimiento de su propia situación, en
socíaL Lo designamos comprensión --comprensión de una obra de la que ella se cerciora de las tareas y metas de su ob~ar, o es_ la
arte, comprensión de una constitución, comprensión de una época investigación y el descubrimiento del pasado tal ~omo este ha sido
de la his_toria política. Parece, pues, algo de suyo evidente el hecho en sí, considerado independientemente de tales fines? Es esta una
de que toda investigación propia de las ciencias del espíritu apunte cuestión que ya estaba en el trasfondo de la disputa entre Ranke
a la· comprensión. y la «historia política". ., . . . .
Pero, ¿qué _es ~a comprensión misma y en qué debe consistir para Pero tal alternativa no es la umca. Se divide en una s~ne .1e
\
al<;anzar su fmalidad? Ya aquí las opiniones se dividen. Y esta otras alternativas. En efecto, si toda consideración e invest1gacion
divergencia de opiniones no es algo que deje incólume el proceder del pasado debe poseer ese y1rtice que. apunta ~acia_ el_ present:
interno de las ciencias del espíritu, como si éste siguiera siendo el y su respectiva autocomprens1on, es!o m1.smo puede sigmficar d:r-
mismo, indiferente de la opinión que se tenga acerca del fin que cosas distintas. Con., ello puede __ aludirse ~mplemente, por una ~is-
debe alcanzarse. · te a la comprension de lo actual en vista de sus supuestos
Esto puede ser aclarado mediante una simple ·consideración. tó~icos. Puede significar, por otra part~ que?., a par~ir del curso
No· ha pasado aún mucho tiempo desde que se exigía, especial- de la historia deba entreleerse una orientacwn hacia el futuro,
'
40 41


indicando así el_ puesto correspondiente del pasado y del pre- aún: ¿debe comprenderse la conexión histórica como universal o
sente con el obJeto de someter la acción actual a la obtención nacional? ¿Cuáles son sus factores fundamentales: tiene que ser
de e~a meta. La escuela histórica impugna tal proceder, por cuanto la historia primariamente política, o historia de la cultura, o his-
considera que de ese modo se "mediatizan" las épocas particulares. toria económica?
E1;1 efecto, éstas ya no serían comprendidas tal como son en sí Hay que preguntar, por lo _demás, cómo se comportan -_mutua-
m1sm~s, en su figura única e individual, cuya consideracién y com- mente ambas direcciones de la comprensión. ¿Se trata, por e1emplo,
prensión representa por sí misma un valor, sino que sólo serían de investigar la obra (una obra literaria o una obra de arte) en su
trat~das en vista de lo que se ha producido a partir de ellas. configuración y belleza individuales, o hay que con:iprenderla como
Sm embargo, tal objeción provo~ inmediatamente la contrarré- expresión de determinado grado de desarrollo de un pueblo o de
plica: ¿por qué la consideración del pasado debe ser un valor en una cultura? Y, en el caso de que la comprensión se atenga a la
sí misma; no conduce esto a una mera visión de conjunto, des- obra individual, ¿ tiene que ajustarse a su forma o debe C_?1:1Pren-
poseída de su carácter obligatorio, de las posibilidades pasadas de derla a partir de la productividad espiritual que la ha or1gmado?
la existencia humana? ¿Puede enseñamos tal contemplación algo ¿Tenemos por tanto que atenernos a la investigación biográfi_c/a,
sobre el sentido de la historia? Al hablar aquí de "sentido de la psicológica e inclusive psicoanalítica para llegar así a la comprens1on
histori~" se piensa, la mayoría de las veces, que debe tratarse de de las obras?
una orientación hacia un "fin" obtenida sobre la base de la con- La confusión a que nos arrastra este panorama de las metas
sideración de su curso, y que, por el contrario, la historia sería de la comprensión en las ciencias del espíritu debe hacernos pr~-
"absurda" si su consideración no pudiera llevar al establecimiento sente cuán poca claridad reina en estas ciencias respecto de la fi-
de semejante finalidad. nalidad, del finis en cuanto fundamental ratio studiorum. En ~fecto,
La filología clásica puede ser aducida como ejemplo para mos- todas estas alternativas y posibilidades no han sido constnndas o
trar cuán profundamente la decisión de ·esta cuestión interviene en inventadas, sino que han determinado y siguen determinando ~ún
la praxis de las disciplinas particulares. En este caso la alternativa hoy el trabajo de las ciencias del espíritu, siempre en conflicto
subsiste en la siguiente forma especial: ¿tiene valor su trabajo entre sí. Tales alternativas no constituyen, .pues, el resultado de
-como opinaba el neo-humanismo- en cuanto descubrimiento de reflexiones posteriores traídas "desde afuera", sino que cad~ una
u_na forma ideal de exist~ncia humana, realizada una vez y con- de ellas señala un respectivo método: De esta suerte, los metodo_s
siderada como modelo para todas. las épocas futuras -en el sen- están en una disputa no resuelta. ¿Tiene alguno de ellos la preemi-
tid.? de las palabras de W. von Humboldt: "los griegos no son nencia, posee más justificación que los demás, o tienen todos los
úmcamente un pueblo cuyo estudio es útil, sino un ideal"-, o es mismos derechos? ¿Hay alguno entre ellos que pueda comprobarse
la antigüedad tan sólo un objeto adecuado para cotejar de modo como no adecuado a su objeto?
universal el devenir de una cultura entre otras y para perseguir ¿Hay algún camino propicio par~ al~anar es~a disputa? Ella no
las leyes del desarrollo con un método comparativo? . puede solucionarse dentro de las ciencias partICulares, apela?do a
.Form~lada de tal modo, esa pregunta permite que aparezca al una reflexión posterior sobre los métodos ya fácticament~ aplicados
mismo tiempo otra alternativa, la cual, concebida ·en términos ge- por ellas. Su solución supone una pre-visión de su o~Jeto Y del
nerales, reza: ¿es lo individual de la existencia pasada el objeto en modo de acceso qµe le es adecuado. Todo el que traba1a concreta-
sí últi'!1o de la consideración y de la comp;ensión, o debe tratarse mente en una de estas ciencias se ha prescripto ya uno de esos
explíctta~en_t~ ~º?1º ejemplo de la realización de leyes generales fines y los métodos por él exigidos, pues de lo contra:i/o carecería
del devemr h1stonco? Todas estas cuestiones disputadas dominaron de tod<} guía en su tarea. La pregunta por _la ~~rrecc1on de t~les
el siglo XIX y todavía hoy no han sido resueltas. decisiones previas no puede ser, por tanto, c1ent1fica (en el _se1:1t1do
Ellas están relacionadas con las opuestas concepciones respecto de las ciencias particulares), sino filosófica. Y si ~l., proced1m1ento
de qué sea verdaderamente el sustrato del devenir histórico y cuá- de las ciencias del espíritu apunta ·ª la comprens10n, se tr~~a en-
les los factores que en último término lo determinan. ¿Se trata tonces de la pregunta por los fines últimos de la comprenszon, de
de un "espíritu del pueblo" o de un "espíritu de la cultura" que cuya correcta respuesta depende la resolución de aquellas alter-
en cada caso se despliega? ¿Es por tanto la meta de la compren- nativas.
sión una universal morfología comparada de las culturas? Más Esta pregunta se puede reducir a la siguiente oposición funda-
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..

mental: ¿es la indagaéión del pasado tal como éste era en sí la técnica de la comprension. Hasta fines del siglo XVIII la her1:1~-
~!tima meta del trabajo de las· ciencias del espíritu, o el pasado néutica de los antiguos documentos escritos por parte de los filo-
tiene q9-e ser investigado en relación con los que en cada caso lo logos .y la hermenéutica de Ios textos bíblicos po~ parte, 1e los
escudriñamos, o sea, en su signífü;:ación para nosotros? Brevemente: teólogos marcharon por caminos paralelos. Tan 5?lo Schl~ierma-
{supresión de sí mismo (Ranke) o comprensión de sí misn:zo? Ella cher desarolla una amplia teoría de la hermenéutica que mcluye
comporta a la vez la pregunta por la significación del ideal de en sí toda comprensión en general e intenta fundamentar la po-
objetividad. sibilidad del comprender en un análisis de la natural~za huma-
. P~~o, ¿qué quiere decir "tal como el pasado era en sí"? ¿Qué na. Con ello fue dado el programa asumido por Ddthey. L_a
si~mfica hablar de un ser en sí de lo que ha pasado? El templo pregunta por la compren~ión se convier_,re_ en él -lejos _de se-
griego que quizá está todavía allí hoy, conservado, ya no es para guir siendo un mero problema metodolog!co 1e. ]as ciencias del
nosotros lo que fue para los griegos. ¿Es este último su ser en espíritu- en pregunta por aquella d1sposicion fundame1:tal
sí, o el que es para nosotros, o acaso algún otr.o? ¿Cómo podemos de la existencia humana en virtud de la cual puede ser comprensiva.
prescindir de lo que él significa para nosotros? ¿No se descubre En tal sentido encontramos finalmente el concepto del comprender
tan sólo en nuestra comprensión presente lo que él es en sí? ¿Cómo como uno de los conceptos básicos _de la -~'on:ología funda1:1e~tal"
podríamos dejar a un lado esa referencia a nosotros? ¿Cómo puede de Heidegger. La dificultad que Dilthey Jam~s pu?o domma,r to-
esa exclusión, esa supresión de sí mismo a que tendía un Ranke, talmente consistió en el hecho de que la psicologia de su epoca
avanzar hasta el camino hacia lo que el templo es o era en sí? no le brindó los medios para deslindar satisfactoriamente la com-
Todas estas cuestiones reconducen a la pregunta por la com- prensi6n de otras estructuras anímicas ~ ~n que le fue dado por
prensión. ¿Qué es la comprensión y cuál es su función dentro de lo mismo un estrecho esquema gnose0Iog1co para r~p<?nder a la
la totalidad de la existencia humana? cuestión sobre la objetividad del comprender. Tales hm1~es se ha-
La reflexión sobre,. este punto es tan antigua como en general llan superados en Heidegger, ~n relac~ón ,c<:n la superación de la
el ocuparse con documentos escritos. Ya los sofistas y los maestros antigua problemática gnoseologica y psicologica que entre tanto ha-
de retórica desarrollaron principios de interpretación poética. Pero bía logrado la fenomenología. ·
tales meditaciones estaban orientadas en la antigüedad de modo Hasta .aquí la historia del problel::ª· ., . .
puramente objetivo, entendidas como cuestiones acerca de la com- ¿Qué es, según ell~, la C?J?Pre~ston? Y~, se ~lud10 a la,s l~mlt~-
posición y la técnica interpretativa de textos, sin considerar el acto ciones de una psicologia clasificadora de los fenomenos ps~qmcos ,
mismo de interpretar y su .relación con el intérprete. De este modo de las "vivencias"; que la incapacitan para aclar~r la esencia de los
surge la hermenéutica como arte de la interpretación. Ella cobra mismos. La comprensión no puede ser concebida ~orno un acto,
nueva si~nificación .gracias al cristianismo. El texto de las. Sagra- como una "vivencia" junto a las demás. Pero, ·¿que e~ entonces?
das Escrituras debe ser comprendido en cuanto inspirado por Dios. Evidentemente una clase de actividad anímica. Ahora bien, _cua~do.
Surge entonces la ·pregunta acerca de cómo puede en general ser interpretamos Ía vida anímica como una "~orriente de conciencia",
perc~bida la palabra de Dios, ya que ella no es perceptible por los com·o una serie de actos en cada caso diversos. qel co~ocer, del
sentidos como la palabra de los hombres. Fue San Agustín quien querer, del sentir, etc., entonces no se puede designar alh ~n Jugar
más profundamente penetró en esa cuestión. En su antropología y para el comprender. No es un ac:b junto al ,ª~to del conoczmzento_.
psicología trata de mostrar cómo todas las estructuras del alma Por cierto · también en las ciencias del espmtu se llega ~ conoci-
humana están soportadas por la percepción de la palabra interior mientos y' en el progreso de un conoc_imie~to a otro se siguen l?s
entendida como percepción del verbum divino y cómo tan sólo en principios de la lógica. De _tal modo_ ':10 Dilthey la tarea -que el,
esa percepción se funda la apertura de los sentidos respecto de por cierto, no pudo soluc10nar sufie1~~-teme_nt~- ,?e obtener u~
todo lo demás experimentable. La reflexion sobre la comprensión nuevo concepto de _l;> anímico, de la mter1or1dad en la que s l
excede con ello a una mera tecnología de la interpretación correcta, realiza la comprens10n. Pero para ~llo es menester desm?n~ar e
en cuanto trata de basar la facultad de comprender los textos en esquema que dominó toda la teoría 1:1-odenia del conocr~ient~.
la estructura del alma humana y en su relación con el ente en su Consiste en la idea de que el hombre tiene que ser concebido pri-
totalidad. El desarrollo posterior de esta problemática ha seguido mero como d sujeto en;errado en. sí mismo pa~a luego plante¿~
siendo durante mucho tiempo, sin embargo, el estudio de la mera la pregunta ·acerca de ·como ese· suJeto logra el saber del mun
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___ ,

cepoon ya casi natural y evidente de una antiquísima _tra_?~ció~


exterior ~n cuanto totalidad de los obj~tos --como si el lazo que según la cual los "predicados de valor", los caracteres sigmfic~tl-
une al suJ~to con el mµndo fuera en primer lugar el conocimiento. vos deben estar fundados en aquellas determinaciones prim~nas
Este n~c~Slta algo dado· mediante los sentidos, que la actividad del del ente que le son adjudicados por el conc'!rso de <X.t.0'"0TJO'"~: Y,
entendm~ten~o elabora luego. El objeto de la comprensión propia \I01}0'"l.'>, sensííblídad y entendimiento._ Las "c_ualzdaf es de se~saczon
de las c1enc1as del espíritu no puede acomodarse dentro de tal primarias no son aquello que la anngua psicol~g1a construia como
esquema. En efecto, si se trata por ejemplo de la comprensión de sensación -una sensación jamás sentida- asociándola con la mag-
un texto, se s1;1-pone para ello, por cierto, el hecho de que un libro nitud del estímulo físicamente mensurable. Ellas son, como lo han
sea ~ado sensiblemente o la percepción de los sonidos mediante hecho resaltar también, hace poco tiempo, los psicólogos de la
el 01do._ Pero_ lo que allí es comprendido no está dado mediante Gestalt (Koffka especialmente), los caracteres de lo atrayente Y lo
los sentidos, smo que es el sentido, la significaci6n. Así sucede en repelente, de lo saludable y lo perjudicial. ~?r tant~, para que en
e!, caso d~ todos los objetos de las ciencias del espíritu: la percep- general podamos sentir y; gracias a la sensac1on, perc1b1r y conocer,
c:on sensible de un c~mjunto de piedras o de colores no es toda- para que podamos captar cosas singulares que se presentan en las
v1a lo que nos permite comprenderlos como edificio, como cua- cualidades sensibles, se supone la apertura de un ma~ge": _de ~o. sen-
dro, etc. ·
sible en su totalidad, la apertura de un margen d~ ~1gmficat1v1da~,
Pero lo ,decisivo es el hecho de que la significación mediante la única cosa capaz de abrirnos los sentidos y supnm1r el ~nto~pec1-
cual_ tan solo un ente lle9a a ?er tema de _las ciencias del espíritu, míento que imposibilita la articulación de nuestra_ /conciencia de
no 1_mporta que, por as1_ decirlo, se adhiera posteriormente por acuerdo con las sensaciones. Así, pues, la comprens1on no. es nada
medio de procesos deductivos a un objeto sensiblemente dado. Por que se construya sobre el sentir y el percibir, sino precisamente
el contrario, precisamente eso no reductible a cualidades sensibles la apertura de un margen únicamente de~tro del cu~l, sobre la
elementales es lo primario ~n t_oda experiencia. El mundo en que base de las sensaciones, pueden ser conocidos los obJetos_: Estas
nos encontramos y la experiencia que tenemos del mismo no están consideraciones están ya en la base de la teoría de Justus Moser so-
correctamente carac~~rí~ados,; cuando decin_i.os que lo primero que bre las "impresiones totales" q,;1~ He:der ~r:tentó hacer valer_ con-
nos es dado son los obJetos y que posteriormente y en virtud de tra Kant con medios metodolog1cos msufic1entes. Luego\ Dilthey
un acto de "pr?yección sentimental", reconocemos 'que algunos de luchó sin interrupción por tales problemas; hasta que estos e1;-
ellos son_ tambien portadores de una significación. Lo correcto es, contraron un fundamento filosófico adecuado con la fenomenologia
en ~ambio, el hecho. de _que el estrato más profundo, lo más in-
terior de toda experzencza.~ consiste en el modo en que ya nos en-
y los análisis heideggerianos de la existencia ~mmana. ./
Hasta aquí nos hemos referido a la esencia_ d~ la comprens~on
contramos en nuestra sitúación dentro de la totalidad del ente y
en general. Pero la compr~nsión com_~ procedimiento de las ~zen-
en que nos comprendemos en tal situación. Todo lo que allí nos cias del espíritu es una particular func1?n dentro de esa generalidad.
es dado por de pronto, y ante ~odo comprendido en su significación
para nosotr?s y tan solo en v1ttud de una abstracción se convierte Debemos preguntarnos qué la c~ractenza. . .,
Comprender significa estar abierto a la s1tuac1~n en que nosotros
en mero_ ob1eto. Ant~ t~d_o y primariamente es comprendido en su ya siempre nos encontramos dentro de la totalidad. Pero esa to-
r~ferencia a lo que sigmfica para nosotros. La comprensión no es talidad a la que toda comprensión. se r~fiere, no e?_ m~ramente la
smo el proceso en que se articula esa significación, la explicitación de un individuo con su nexo de vivencias y experiencias, cerrado
d_e lo que las cosas de nuestro mundo circundante significan ya en sí mismo. Lo que él experimenta y el modo como se com-
siempre_): en cada caso para nosotros. No se trata por tanto de
prende en su situación está determíi:iad~ por su origen.~ el mundo
una _act1v1d~1 9ue marche al lado del conocer, en cuanto acto in- de sus contemporáneos. Las experiencias de los <lemas hombr7s
tenrn:mal dmg1do de un modo determinado; sino que tan sólo ella
ya se han incorporado allí. Estas son el~bora1as y c~ptadas por ~l.
funda e~ conocer, descubre l:n ámbito de lo primero captable por De tal modo, el individuo es, como dice Dilthey, punto _cr;1<:1al
los senud_o~ y lueg<? cognoscible. Con una expresión corriente del
de fuerzas históricas". La totalidad es totalidad del nexo h_1~tonco
habla c<?t~1tana dec1m5>s que un susto o una sorpresa nos privan · en que él está y a partir del cual puede obtener _una relac1on con
de la v1sion y del 01do; hay que tomar esta aseveración al pie
el pasado que es para él, en cuanto su_ pasado, d1gn? de s~r cues-
de la letra, pues delata una intelección de las estructuras del alma
tionado. Para comprender la comprens1on es necesario, segun esto,
humana y de sus relaciones de fundación más p~ofunda que la con-
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concluir con el concept¿ ª?strac_to. de sujeto. Hay que concebfr el ello tampoco puede darse una separación de filología y estudio de
hecho de. ,que nu~stra existencia es un ser junto con otros. ·La la cultura, por ejemplo, ·entendiéndolas como ciencias desunidas,
comprensiop consiste .en la explicitación de las referencias. Las tal como hoy en día cobra vigencia de diversas maneras. Aquí se
cosas no solo ?ºs rermten a su utilidad, en cuanto materiales para trata, ante todo, de una división metódica en la 1=ual se considera,
J?.uest~? uso, ~mo que se refieren también a los otros hombres; el por una parte, el texto aislado y, por otra, se lo traslada_ dentro
utensilio rermte a su fabricante, la obra a su autor, etc. · de su conexión histórica.
D,e. este mod~, el_ grado más bajo de la comprensión que da-su Son objetos de la comprensión las "objetivaciones", el ente en
tematica a las ciencias del. espíritu, consiste en la comprensión de el que se condensa una actividad espiritual, es decir, lo "recono-
un ente. en cuanto pr?ducido .por el hombre, o sea la comprensión cido" (en el sentido de Boeckh) en que se ha exteriorizado una
del escrito como escrito que tiene algo que decirnos, la del sonido actividad humana. Pero, ¿qué se ha exteriorizado allí? Dilthey ha-
como. _palabra con la cual no~ 1ebe ser dada a entender alguna· bla de lo "interior". Pero tal terminología, tomada estrictamente,
cuestlon: Se trata del descubrimiento de un determinado carácter induce a error, y muestra que .el propio Dilthey no se había libe-
ref~r~n~~al e1_1 las cosas, de comprenderlas como "objetivación del rado aún totalmente de la representación de un sujeto encerrado
espir1tu (D_ilthey), es decir, como_ un. ente que no es de por sí en sí mismo que luego se exterioriza. Lo comprensible es cierta-
1~. que es, ~mo que en sus determmaaones nos remite · a la acti- mente aquello que no puede ser percibido mediante sensaciones
vidad 1e ?tros hombres que con ello nos dan a comprender algo. de los sentidos, por ejemplo el carácter valioso de una obra, su
El s1gu1e17;te _g:ado de la comprensión consiste en la comprensión significación. Esa determinación de lo comprensible como lo interior
de lo_ que sigruf:ca ·tal cos~~ o sea, de su sentido --en la filología; ha conducido a la errada opinión de que es posible aproximarse
por eJemplo, la mte~pretacion gramatical, con sus medios auxiliares a la comprensión de una obra por medio de la investigación psi-
para es~abl<:cer mediante una crítica textual d texto correcto etc . cológica de la intimidad del artista, del hombre de Estado, etc.
en la aencia del arte,. la fijación de los componentes de
como tal, etc.
1; ob;~ Con razón los historiadores han objetado .contra esto que ellos
no pudieron encontrar en su procedimiento nada de ese trasladarse
d El ulterior grado de la comprensión concie;ne al ordenamiento a una interioridad psicológicamente investigable. Por ejemplo, el
~ la obra dentr?, del contexto histórico del que proviene; por historiador que considera los posibles motivos que ocasionaron la
e1e:-riplo, la cuestion de su puesto dentro de la o.bra total del acción de un hombre de Estado, no intenta deslizarse hasta su
art~~ta; lu~?º! en conexión con el nexo de la época, con la orien- interior. Pregunta por el mundo de ese hombre. Pregunta qué ~on-
tac10.n estihstica en que éste está, etc. El primer paso para ello deraciones podrán haber sido determi~ant:5 para él en esa part1~u-
c~m~i~te en fecharla. Una vez aclarado esto, hay que preguntar qué. lar situación política, qué circunstancias tiene que haber conocido
sigruft~a esa obra dentro de tal contexto histórico y, finalmente y cuáles le fueron desconocidas. Esto no se establece ~n virtud
debe Interrogarse acerca. del carácter general de la época, de 1~ de una conjetura acerca de los procesos que se desarrollaron en
1 uitura que .~udo produc1r tal obra. Por cierto, esas direcciones de
a comprensio1: se apoyan y condicionan recíprocamente. Tenemos
su interior, sino haciéndose presente el mundo en el que ese
hombre se ha movido, mundo al que pertenecen los inform~s, las
que tener ya cierta idea de lo que es posible en una época cuando actas que es posible demostrar que él tiene que haber conocido.
no~ ?re~unt~mos si ésta o aquella obra, que nos ha sido trasmitida El historiador pregunta, además, qué opiniones y máximas, cuáles
qmza s~n runguna fecha, pudo haber surgido de ella. Por otra concepciones y prejuicios fueron determinantes en general para su
parte, sm emb~:go, la imagen total de la época res~lta tan sólo época y su contorno ambiental, determinando .el obrar de un hom-
de la comprension d~, ~us obras en particular. Esta relación originó bre de ese tiempo. De allí debe concluir qué tuvo que parecerle
que se hable de un, circulo de la comprensión". Pero únicamente en general posible e imposible a ese hombre y qué p~do deter-
se -~rese;1t.a como circulo cuando es medido de acuerdo con la re- minar sus decisiones. Así, pues, Dilthey dice que el obJeto de las
;~1on Iogica d~! progreso según fundamento y consecuencia. Mas ciencias del espíritu son las objeti':aciones ~n cuai:ito . e~pre,5~ón
ª c~mprension no es un modo del conocimiento sino un com- de una interioridad; pero es necesario corregir tal giro idiomatico
portamiento que funda a este último, es obvio que aquella norma porque hace pensar en primer lugar en algo aní:níco encerrado en
?º le es adecuada .. ~o e?, pues, un círculo; se trata de un.necesario sí, es decir, en la provisión interior de un suJe_to 9u~ luego se
Juego mutuo de d1recciones comprensivas interdependientes. Por exterioriza en sus obras. Antes bien, lo que se ob¡etzva, lo que
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se condensa en las '' objetivaciones", es el mundo del hombre ~n apertura de un mundo extraño en su totalidad. Ello no significa,
el sentido en que Karl Marx decía: "el hombre, esto es, el mundo por tanto, que ~n lugar de es~ ~!inidad qu_e límit~ la compr~nsión
del hombre", idea que correctamente entendida se opone diame- se hubiera marufestado una v1s1on de con1unto sm orden ru con-
tralmente, por cierto, a una "teoría del milieu)). De este modo, cierto referida a todas y cada una de las cosas. _Este fenó_meno
el mundo es la totalidad última en que termina toda comprensión caracteriza tan sólo una situación en la que la tierra, gracias al
propia de las ciencias del espíritu. Ella va dirigida siempre a las poder de la ciencia y de la técnic_a que ~n ella arraiga, se ha
obras singulares, pero éstas deben ser comprendidas a partir del consolidado en la unidad de un destino comun. No por ello puede
mundo del que proceden. Y el mundo es comprensible para nos- decidirse en general nada acerca de cuán lejos pueda po~er1e. r¡l
otros allí, en sus obras, en las obras que él nos ha legado. límite de la comprensión, sino que siempre depende de la sztuacwn
De estas intelecciones fundamentales surge el camino de la di- en que se realiza. Por ello, la comp_rensión conserva en todo ~aso
solución de las alternativas que ocasionan confusiones en el esta- la función que posee desde el comienzo respecto de la . !otahda~
blecimiento de la finalidad de las ciencias del espíritu. de la existencia humana, a saber, la de ser comprenswn de si
¿Debe dirigirse la comprensión en primer lugar a la obra sin- mismo en la situación.
gular y a lo que ésta es en sí, o a su conexión histórica? Contra Lo comprensible en la situación está jerárquicamente º:~~nado
esto último podría objetarse que, por ejemplo, para quien goza según mayor lejanía o cercanía. La consideración de la ant1guedad,
con las bellezas poéticas de Homero puede muy bien ser indiferente por ejemplo, estará siempre más próxima ª, nosotr?s _que la ,de
el modo como es posible entreleer en él el espíritu de su época. otras culturas remotas, pues ella jamás podna cons_tltuir ~an solo
Y quien está orientado hacía este último fin con un planteamiento un objeto de comparación universal situado en, el mismo m~el que
propio de la historia del espíritu y de la cultura, puede quizás estas otras, ya que posee una mayor cercarna en 1~ me91da ~n
considerar como secundario el momento de la forma y la belleza que es una de las raíces históricas de nuestra propia ex1stenc1a.
poéticas. ¿Cuál de aµibas direcciones de la comprensión es, por ¿Cómo puede, entonces, según lo _dicho, respon_~erse a agu~lla
tanto, la que -más revela que sea esa obra en sí y cuál es por alternativa fundamental respecto de s1 la comprens10n de las e1en-
ello- la legítima y más adecuada a dicho ser en sí? · cias del espíritu apunta a lo extraño y pasado tal como e? o e~a e?-
Sin embargo, se trata de atender al hecho de que esto no puede sí o sirve únicamente a la respectiva aclaración de la propia s1-
significar ninguna alternativa. En efecto, para poder admitir una t~ación y a la obtención de un punto de apoyo para obrar en ella?
obra del pasado debe suponerse que ese mundo al que pertenece Ambas son correctas: la comprensión apunta a lo que era o es en
ha sido ya abierto a una qomprensión general. A tal apertura del sí lo otro, lo extraño o pasado; pero sin embargo, e_s en. <;ada caso
horizonte comprensivo han contribuido ya siempre historiadores y la comprensión de alguien que comprende en· su s1tu!c10n. Pero,
filólogos, sin que el individuo que al acoger una obra cosecha tam- ¿ no significa esto último que en todo comprender sol~/oderr_:~s
bién los frutos de sus trabajos, necesite en todo caso ser consciente volver a encontrarnos a nosotros mismos y no a ese en s1. E~ f~<;il
de ello. Es ejemplar a este respecto la naturalidad con que hoy el de ver que esta alternativa es sólo aparen~e. S~ ~asa en la /1cC1?n
lego aprecia como bellas las obras del arte gótico, sin que en la de un sujeto comprensivo aislado, con su mtenondad ta1:1b1en ais-
mayoría de los casos sea consciente de que la posibilidad de tal lada. Pero la mismidad del sujeto sólo es tal en el ser Junto. co;1
apreciación presupone aquella transformación del horizonte general los otros, con los extraños; es "punto crucial de fuerzas ~sto-
comprensivo efectuada desde fines del siglo XVIII, así como el tra- ricas" (Dilthey). Unicamente en virtud de! hech~ de que. est?. en
bajo de los historiadores que descubrió nuevamente el mundo del acción recíproca con el otro, con el extrano, esta determ!nado su
medioevo en su totalidad. Toda comprensión de una obra singular carácter como mismidad. Comprenderse, por ello, no es smo co1:1-
supone esa afinidad del que comprende respecto de la totalidad del prender al otro como la resistencia que tan s?}º hace d~ .la mis-
mundo que la produjo. La comprensión de ese mundo se construye midad lo que ella es. Así, pues, la comprenswn, entendida como
por su parte con la comprensión de sus obras singulares, y ésta comprensión de sí mismo en la situación, es únicamente Y en ge-
arroja su luz sobre aquel comprender más amplio. Ahora bien, neral un comprender en la medida en que comprende al otro en
en la actualidad la comprensión se ha extendido a todas las épocas su ser en sí. En tal sentido dice Heidegger que todo comprender
y a las más remotas ·culturas; pero esto no contradice el hecho es repetición del pasado, pero esta repetición es revocación.
de que toda comprensión tenga que descansar sobre esa previa A partir de aquí es posible responder a la pregunta acerca de

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..

s! la compr~nsión del ·nexo histórico tiene que' descubrir un "sen- III. LA HISTORIA EN EL PENSAMIENTO DE KANT
tid<( del mismo, y esto sigpifica una orientación hacia una meta
· ? s~ 1ebe ser comprensión de lo pasado en su figura y significació~
i1:?1;;dual, tal . como. /éste era en sí, evitando aquella ''mediatiza-
c10n . La ~ons1derac1on teleológica se mostró como inadecuada ya
q;1e despoJa al pas.31do y también al instante presente de su' ca-
ract~r de ser en s1. Todo lo que deviene y ha llegado a ser es
con~1derado tan sólo en. vista de lo que alguna vez debe su'rgir
de eJ. No cobra, pues, vigencia por sí. mismo, sino tan sólo como
med~o. Y por ello per~emos la mismidad de nuestra propia exis-
tencia, la cual es mISI1?1dad en la medida en que deja ser al otro
en cuant_? otro. Pero Justamente ~l otro en cuanto otro pierde su
ser en si dentro de una teleolog1a del progreso hacia una meta·
Y, consecuentemente, la existencia pierde su trascendencia en vir~
tud de la cual, únicamente, pu~~e llegar a ser una mismidad, y per-
LAStoria
MANIFESTACIONES de Kant respecto del problema de la his-
y del conocimiento histórico ocupan un lugar ciertamen-
manece. ei:redada en su tendencia a asegurar su futuro mediante el te modesto dentro del conjunto de su obra. Se limitan a algunos
?escubnm1ento de una teleología del acontecer. Pierde con ello el breves escritos destinados a un público más amplio, y las ideas
mstante presente y está dis~uesta a ofrendarlo a un porvenir cal- allí expuestas no han encontrado, al menos de modo inmediato,
~ula~le. En contra de ello tiene valor la sentencia de Nietzsche: sucesores que las continúen. Del mismo modo, la inabarcable bi-
Qmen no puede sentarse en el umbral del instante olvidando to- bliografía sobre Kant sólo brinda pocas investigaciones consagradas ·
das las cosas pasa~as, quien no es capaz de estar de pie en un a. su filosofía de la historia.8 Inclusive el neokantismo que trató
pu;1to, co~o _una d10sa d~ ~a victoria, sin temor ni vértigo, ese ja- de desarrollar una filosofía de la cultura y una teoría del ·conoci-
m~s sabra Io que es la felmdad; y, lo que es peor aún: jamás hará miento histórico sobre la base de la filosofía kantiana -interpre-
algo que haga felices a los demás". tada, por cierto, en una determinada orientación-, se vincula para
De est~ 11:odo, la comprensión entendida como autocomprensión ello tan sólo con los principios sistemáticos de su filosofía y no
del 12rop10 msta~te .e? s1;\ nexo ?istórico y el dejar ser a lo que con sus escritos sobre filosofía de la historia. Esta escasa atención
!ia sido e~/ su sigmficact@n autonoma, son interdependientes. La otorgada a la filosofía de la historia de Kant no es casual. En
mt~rpretac1on de una obra, de una época, etc., pondrá más de efecto, desde hace tiempo se ha consolidado la creencia de que la
r~heve un~ v~z. es!: punto de vista, otra vez aquel otro. Ambos filosofía de Kant es "ahistórica" y de que, especialmente en lo
tienen su Justifica~~~n en la medid~ en. que se comprenden como que respecta a su filosofía de la historia, habría permanecido adhe-
mut~~~ente der:enoientes. Esto no implica que se admita de modo rida a la base de la Ilustración y a su optimismo racional - que
r~la,t1v1sta la vahd~~ de todo,. sin? que se muestra, en esa relación, él, por otra parte, había superado ya en s'us Críticas. Tal concep-
~orno 1~ comprens1on de las ciencias del espíritu se dirige en última ción fue definitivamente establecida, entre las obras más recientes,
mstanc1a a un absoluto por antonomasia. Por cierto,· ese absoluto por el libro de Theodor Litt, Kant y Herder como intérpretes del
n? es una Idea eterna que se ha realizado una. vez de modo mundo espiritual. Dicha concepción se remonta, sin embargo, a una
e1emplar .-como creía el neohumanismo- o que debe realizarse tradición más antigua, fundada ya a fines del siglo. XVIII y comien-
en un leJano futuro -.:..como se ·figuraba la fe en el progreso-, zos del xrx, cuando la reflexión sobre la historia se desarrolló en
a la cual,. entonces, todo lo presente y lo pasado debería servir la escuela histórica -y en el idealismo alemán partiendo de las ideas
como medio. Ese absoluto no ~ sino la reclamación del ser -que de Herder. Ese proceso, caracterizado como "despertar de la con-
?ª llegado a ser de modo efectivo e histórico, en cada caso, en el ciencia histórica", fue concebido como una corriente opuesta al
mstante-~ a I~ cual tenemos que responder si queremos ganar pensar "ahistórico" de la Ilustraci6n y de Kant. Es propio de la
nuestra existencia. situación 'de dicho problema éI hecho de que tanto en la obra de
F. Meinecke, Origen del historicismo como también en la exposición
53
52
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del nexo del pensar histórico gue se encuentra en la obra de turales a su método comprensivo de carácter meramente histórico,
K. Lowith, Historia profana e historia sagrada no se mencione
7
el cual ya no permite preguntar por un contenid?, de v~rdad! l:mesto
con palabra alguna la significación de Kant para el desarrollo de que lo int~rpreta exclusivamente como expres10n del espmtu de
la filosofía de la historia y de la teoría del conocimiento histórico. una determinada época. . . .. .
Ya desde el comienzo de ese desarrollo las ideas kantianas sobre El epílogo de esta disputa ¿pílogo que s1gmhca al mismo
filosofía de la historia estab~n oscurecidas por la filosoffa de la tiempo la solución de la tarea aun no consumada de una confron-
historia de Hegel, de mucho más amplia elaboración. Y aun cuando tación con el historicismo- sólo será posible cuando se retroceda
desde mediados del siglo XIX tan sólo pocos pensadores estaban hasta sus raíces, y éstas deben buscarse allí donde ~o~i~nza a
dispuestos a situarse sobre esta base y a admitir sus fundamentos oponerse al pensar "ahistórico" de Kant un pensar h1_st?~1co. A
sistemáticos, lo cierto es gue a partir de allí casi toda posición partir de allí, todos los intentos de fundamentar la i:os~b~hdad ~e
de filosofía de la historia fue obtenida en virtud de una confron- un conocimiento de lo histórico y de encontrar sus prmc1p1os estan
tación, no con las ideas de Kant, sino precisamente con la filosofía guiados, en forma oculta o desembozada, por el afán de ir más allá
de la historia de Hegel. Inclusive la obra de Dilthey, gracias a la de Kant (como en el idealismo) o de complementarlo (como·sucede
cual la filosofía de la historia cobra una nueva meta -"análisis en Dilthey). Y por cuanto todos ellos no han co1:1ducido en general
en lugar de especulación"-, no es concebible sin la filosofía de a ningún resultado satisfactorio, resulta necesano plantear _nue':a-
la historia de Hegel. Pero en la medida en que Dilthey rechazó mente la pregunta por la relación de Kant respecto_ de _la h1stona.
d método especulativo de Hegel y trató de· suplantarlo por una Ante todo hay que aclarar si la filosofía de la histor:a de Kant
reflexión crítica, se vio obligado a ser el primero entre los filósofos se mantiene efectivamente en los carriles del pensamzent~ d_e _la
de la historia en seguir el camino de una confrontación con Kant. Jlustración o si, por el contrario, concuerda con los prznczpzos
Para ello parte de la afirmación de que Kant desarrolló ciertamente desarrollados en sus Críticas. En el caso de que pueda establecerse
en su Crítica de la razón pura las condiciones de posibilidad del tal coincidencia habrá que seguir preguntando ~i los límí!e~ de su
conocimiento de la naturaleza, pero que con sus categorías, sin filosofía de la historia contienen una referencia a los limites d~
embargo, no puede ser comprendida la posibilidad de un conoci- su fundamental posición sistemática y, a continuación., en. gué di-
miento de la historia. La crítica de la razón pura tiene que ser rección deben superarse éstos. La pregunta por la h1stona e_n_ ,el
complementada, según esto, con una crítica de la razón histórica. pensamiento de Kant no apunta, por tanto, a la mera :xpos1c~on
Esta concepción dominó desde entonces de un modo casi absoluto histórica de un ámbito pequeño .Y apartado dentro del mismo, smo
el pensamiento alemán sobte filosofía de la historia, pues aproxi- que tiene propósito sistemático, puesto q~e. se propone como met~
madamente todas sus líneas evolutivas están determinadas en ma._ la aclaración ·de la relación entre conocimiento natural Y conoci-
yor o menor grado por la obra de Dilthey. De todos modos, queda miento histórico .. Las siouientes argumentaciones pretenden que
aún sin plantear la cuestión de si Dilthey, al exponer su tesis, se las comprenda como u~a contrib1=1ción,a dicha ª:lara~ión.
partió en general de una comprensión suficiente de Kant que le Kant desarrolla sus. ideas sobre filosofia de la h1stona de modo
hubiera permitido llevar a cabo la ampliación o complementación conciso y .concentrado en un trabajo pu~lica~o en. 1784 en la B_er-
de la filosofía kantiana por él exigida al mismo nivel y· con la linische Monatsschrift: "Idea para una h1stona umversal en senndo
misma precisión con que procedía Kant. De tal modo, y pese a cosmopolita". Ese trabajo se compleII1:enta con otros "~~er,';a de!
todos los esfuerzos, aún no se ha logrado aclarar en forma evi- probable comienzo de la historia humana", sobre Ia;,cuest1on , ¿ _9ue
dente y universalmente válida la relación entre el conocimiento y sign1· fica Ilustración" "El final de todas las <;:osas Y, por ultimo,
'
el método científico natural y el propio de las ciencias del espíritu, en 1795, con el tratado "Acerca de la paz P:.rpetua " ·9 . .,
como tampoco se ha podido suprimir el distanciamiento existente El punto de partida de Kant está determmado, por }a s1tuac10~
entre ambos dominios del saber. Todavía sigue tratando alternati- de la historiografía contemporánea, la cual poseia aun pre_dfom!-
. vamente uno u otro de afirmar su preeminencia, más aún, de im- nantemente. un caracter
, · · All'~ d?~d e es
antl:u~no. ' t ª no
. se satis acta
. poner su pretensión de validez general. El p9sitivismo, en su forma con ia mera serie de acontec1m1entos h1stoncos -a~c10nes estata1es
.extrema, intentó negar absolutamente el car,ácter de ciencia al co- en pri~er plano-, intentaba explicarlos pragmáticame;1t.:r re~ro~r
.nocimiento de las ciencias histórico-espirituales. Inversamente, el in
diendo a los motivos de las personas actuantes. Pr.es~n 1 hC? e ·
los grandes planteamientos iniciales de Montesquieu 'Y· qe ª isto-
relativismo histórico trató de someter inclusive a las ciencias na-
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riografía ingl~sa .~n la segunda mitad del siglo xvm, permaneció
en _la mera difusion de los ~úl~i~les materiales históricos, sin· que del hombre. El no debe, por tanto, como el animal, "ser _dirigido
se mt~ntara encon!Tar un prmczpzo o una ley dominante en ellos. por los instintos y provisto e instruido por c~no~imie~tos ,mnatos;
Todavia Goethe tiene ante sus ojos esta clase de historiografía antes bien el hombre debería sacar todo de si mismo . (pag. 154).
cuando. se aparta de ella y se pregunta qué sentido tiene el preo- Esto significa que la perfección de la cual él es c~p:t2 n? le es
cup~~se con _las "escorias" de lo_s siglos pasados. Y antes que Kant suministrada espontáneamente por un desarrollo orgam~o smo p_or
partio Voltaire de ~se aspecto de la historia, pretendiendo (con su el hecho de que puede obrar de acuerdo con _reflexiones racio-
pro~ecto de u1:a filosofía 4e la historia -la expresión aparece nales, pudiendo así también configu!arse a sí mis1010 C?101º aquel
aqui por _vez pnm~ra- escrito para su amiga la marquesa de Cha- que él está determinado a ser en vtrtud de ~us disposic,1~nes :ia-
telet) ev1t~r el disgu~t? suscitado por_ una historia expuesta en turales. En efecto, en el concepto de un ser racional esta/ mclmda
aqu_el_ ,sentido. Ello_ deb~a ~u.ceder en virtud de la .selección y ex- la capacidad de proponerse fines y de poder obrar segun ellos.
p~sic!º:1 del material histonco de acuerdo con un determinado Ahora bien, la historia en su totalidad está compuesta de las
prm?pio que para él estaba dado por la lucha de la razón contra acciones de los hombres cada uno de los cuales se preocupa por lo
la smr~zón y por el triunfo final de la primera en la Ilustración suyo y tiene a la vista' sus fines más inmediatos, pu~i;ndo ?brar
de su epoca. ciertamente en lo partícular de acuerdo con- una :~flexion raci<?nal.
Tam?ién _Kant piensa en ese descontento provocado por la visión Pero si no obstante ello pudiera establecerse tambien en la tota!idad
de la historfa narrada en la forma habitual cuando dice al comienzo cierta marcha regular de la historia y si la suma de. las acciones
de_ su (_'Idea Pª:ª una historia universal. .. ": "Uno no puede de los hombres dirígidas a sus fines inmediatos no tuviera por con-
evitar cierto enoJo cuando ve expuestos los hechos y omisiones secuencia la general anarquía y el caos, ten?;ía que h~ber entonces
de los hombres :n e! gran escenario del mundo y encuentra, junto un fundamento consistente en una adecuaczon a los fme_s del acon-
a la aparente sabiduna que de vez en cuando existe en el individuo tecer en su totalidad, la cual no es ni puede ser que!ida por los
que -todo está sii:i em?árgo. entretejido finalmente en el conjunt; individuos. Pero si bien nos está vedado el conocimiento de _un
11. con nec~dad, van_1?a~ infa~ul; y a ~enudo con malignidad y manía ser sobrehumano que orienta el curso de la historia en el sent:?<?
destruct1_va tamb1en Infantiles~ Al final uno no sabe qué concepto de esa finalidad, debe plantearse sin embarg? la .P!egunta de si
~ebe formarse de nuestro género que tanto presume de sus mé- sería racional admitir la finalidad de las predi~pos1C1C~nes_ naturales
t " 10 P 1 .. , ll en las par-tes y no obstante admitir la ausencia de finalidad en el
rt os . ero ta v1sion no parece evar únicamente una objeción
contr:t, el hombre y su pretep~ión de ser naturaleza racional, sino todo" (pág. 160). Pues esto últi~o dejaría abierta, en efecto, la
tamb1en :1n reparo al orden 1.iizsmo de la Creación~ del cual el hom- posibilidad de que el h<?m?re, haciendo us?, al obrar de su c~pa- .
bre es, ciertamente, una parte. "En efecto, de qué serviría alabar cidad racional, tan sólo sirviera a la producc10n del caos Y. del :l~~o
Y. ;ecomendar_ el estudio de la magnificencia y sabiduría de la Crea- azar y que, por ello, esa capacidad racional, en cuanto disposicton
c10n en el rerno_ de 1? naturaleza desprovista de razón si la parte gue le ha dado la naturaleza, fuera en vano. La t~re~ _de obtener
del g:an _escenano de la suprema sabiduría que contiene ante todo un hilo conductor para el conocimiento del cur~? h1~t~mc~ Y de su
esa fma_lidad -es decir, la historia del género humano- debe finalidad en general constituye por ello. una. ,1ustificac10n de la
seg:1ir siendo . una incesante objeción contra ello, cuya visión nos naturaleza -o, mejor dicho, de la Provid~nc1~ . .
obliga a desviar nuestra mirada con disgusto ... "u ¿ Por qué caminos tiene lugar en _la h1stona el desp!iegu~ . ~e
¡-•!i;
Tan sólo es p_osible salir al paso de dicha objeción si puede la capacidad racional, vista en su conJunto, en _cuanto d1spos!c!º_Il
encontrarse u;1 hilo conductor según· el cual la his.toria se muestre natural orientada según fines? La nat~raleza se s~rve de un arttftc:o
como algo 1:1as que la de la estupidez y el absurdo humanos. Kant para alcanzar esa metá -el pensamiento hegeliano de la ast1;1-c1a
halla ese hilo conductor en la idea de la adecuación a un fin de de lá razón está ya anticipado en esto--: todo hombre quiere
tod? .ef 1;,exo de({ª naturaleza. De esta suerte reza la "Primera pro- ante todo "vivir cómoda y placenteramente" y para ello desea la
P?SICH?n. de la Idea para una historia universal. .. ": "Todas las concordia con su prójimo, para que éste no pertur~e el lo~ro de
disposiciones naturales de una creatura están determinadas para su aspiración. Pero la natu~aleza. ~abe mejor lo que el necesita R~-
d~sarrollarse l:1na vez por completo y según su finalidad". Ahora ra poder desarrollar sus , d1sposic10!1es,-, Por el hecho _de que el
bren, la capacidad racional pertenece a las disposiciones naturales quiere disponer todo segun su sentido , entra en conflicto c_on los
otros hombres, de los cuales depende en cuanto · ser social, ya
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57

••: J
1

1-

~?e c~da ~;1º quiere para sí la misma meta. Su sociabilidad es la posibilidad de formación de una comunidad humana. El perfecto
Insociable . Kant llama a esto el necesario antagonismo de los estado del ciudadano del que depende el hombre para poder des-
hom1:>res en la so'?e,,d_ad, el_ cu,,a~ no _es empero un mal suprimible plegar plenamente sus disposiciones como ser racional, es p9r ello
e? virtud ?e una 1d1lica y pac1f1ca vida en común, sino que cons- una Idea tras la cual él siempre queda rezagado. Pero ello no im-
tituye pr~~1samente el medio para. despertar todas las fuerzas del plica que sea meramente un bello pensamiento, algo simplemente
hombr~,. ,,para superar, su tenden~1~ a la pereza e, impulsado por. deseable -así fue entendido Kant por el joven Hegel-, sino que
la amb1c10n, por el afan de dommio o por la codicia, procurarse es una meta por cuya representación el hombre debe dejarse guiar.
u? lugar destacado entre sus prójimos, a los que él no puede Sin embargo, la clara visión de la necesidad de establecer esa
ciertamente soportar, pero tampoco dejar)) (pág. 155). No los pue- meta, es decir, la de la formación de la sociedad humana, se lo-
de soportar 1:orql:e a menudo se le cruzan en el camino del logro grará tan sólo después de muchos fracasos y ensayos malogrados.
de sus prop10~ fmes; pero tampoco puede dejarlos porque sin El hombre no puede establecer en una generación las condiciones
emba1:go necesita de ellos para la obtención de esos fines. El an- bajo las cuales sea posible, al menos aproximadamente, realizar
t~gomsmo lo fuerza por tanto a una conciliación de intereses me- esa Idea. En efecto, por naturaleza el hombre es efímero y por
d1ant_e la. cual cada urio, comprendiendo que la obtención de sus ello necesita la cadena de generaciones de :cuyo trabajo únicamente
propios Íl~es_ ta1:, sólo pue?e ser acarreada por dicho arreglo, im- puede esperarse el paulatino acercamiento a dicha Idea. La "Segunda
pone tal hmitac1on a su,, libertad que ésta llega a ser compatible proposición" de la "Idea para una historia universal. .. " dice en
con la de. to1~s los <lemas. Kant denomina a esto estado del ciu- tal sentido: '' Aquellas disposiciones naturales que apuntan al uso
dadano. Sigmfica la sumisión de todos a leyes que se convierten de la razón en el hombre (en cuanto la única creatura racional
en ,,sus amos. Pues el hombre no es bueno por naturaleza como sobre la tierra) deben desarrollarse plenamente tan sólo en la es-
creia Rous::ªu con opti~ismo, sino que está siempre e~puesto pecie, pero no en el individuo)) (pág. 151). Pero tampoco basta,
a 1~ tentaaon ~e _convertir el egoísmo en máxima de su obrar. por lo demás, que ese estado sea producido en la limitada comu-
Y s1 los acontec1m1entos de la historia son aquellos que el hombre nidad de un pueblo. Pues entonces seguiría en píe el antagonismo
produce ~~ ,cu~to s~r q~e obra libremente, entonces tiene valor de los Estados, el cual, de la misma manera, si no debe conducir
la propos1aon: La h1stona de la naturaleza comienza con el bien a una recíproca destrucción, necesita de una conciliación de los
pues elfa es o_bra de Dios; la historia de la libertad empieza con eÍ intereses, qne se logra sometiéndose a una ordenación jurídica su-
m~l, pues es obra dd hombre)J. 12 El hombre, según esto es "un praestatal. La suprema idea por cuya representación el hombre
an2m~; que ?ec~sita un }señor". "Pero, ¿de dónde saca;á él ese tiene que dejarse guiar en su actuación política consiste, por tanto,
~enor. De mn~ otro lado que no sea del género humano. Pero en el establecimiento de una ordenación jurídica supraestatal que
este es del mismo modo un animal que necesita un señor. El abarque a toda la humanidad, es decir, de una "liga de los pue-
ho~bre puede, pues, empezar como quiera: de este modo no es blos" que garantice la ordenación pacífica de los mismos. El estado
p~s1~le prever cómo pue?a procurarse una cabeza de la justicia del ciudadano debe ser sobrepasado mediante un estado cosmopolita,
publica_ que a su vez sea JUSt~. Y a puede buscar ésta en una per- y tan sólo en éste encuentra su cumplimiento. En virtud de ello
sona smgular o en una soaedad de personas seleccionadas al este escrito, se titula precisamente: "Idea para una historia uni-
efec~o. Pues c~da una de éstas querrá abusar de su libertad sí versal en sentido cosmopolita"; y una exposición de esta última
no tiene a nadie sobre sí que ejerza poder sobre ella según leyes. idea es· el tema del tratado "Acerca de la paz perpetua".
La suprema cabeza debe, empero, ser justa por sí misma, y ser sin Hasta aquí hemos esbozado brevemente los pensamientos fun-
e~bar~o un hombre. Por ello la tarea es la más difícil entre todas. damentales de la filosofía de la historia de Kant. Muy a menudo
Mas aun, su perfecta solución es imposible: de madera tan totcida se ha sostenido la · opinión de que con este hilo conductor de la
como aquella de ·que está hecho el hombre no puede un carpintero historia que parte de la idea de la adecuación a fines propia de
sacar nada totalmente derecho" .13 las disposiciones naturales, Kant habría recaído en las ideas de
Ya. de_ esta última manifestación. podría desprenderse dar~mente perfección y en la teleología racional de la Ilustración, ideas que
c~an aleJado es~ba Kant del optimismo de la ·Ilustración que se ya había superado tres años antes en su Crítica de la razón pura. 14
figuraba ~a realizada la 1:11eta_ de la historia, esto_ es, el predominio Entretanto; ya se ha señalado un punto' en el que Kant, tanto en la
de la razon, en el presente ilustrado, y con qué realismo juzgaba "Idea para una historia universal ... " como eh el "Probable co-
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mienzo de la histori~· humana", se separa radicalmente del opti-
mismo racional propio de la Ilustración. ·Se trata del pensamiento ria y creadora (subrayado por el autor), según la ~ual regula~os
acerca del comienzo de la historia humana con el mal y acerca todo el uso empírico de nuestra razón e1: su mayo~ extension,
de la "mader~ ~orcida" de que está hecho el hombre. Con esto ya· como si los objetos mismos hubieran surgido a partir ?e aq:1,el
se apunta ant1c1padamente a la teoría del mal radical, desarrollada prototipo de toda razón ... " (pág. 673). Pero t~ co1ls!-deracion
más tarde en La religión dentro de los límites de la mera razón. sirve tan sólo para "mantener la mayor unida~ sistematl~a en. el
Del mismo modo, también las restantes ideas de su filosofía de uso empírico de nuestra razón, de ~ond~ se .de~va de al~ modo
la historia pueden concertarse perfectamente con los principios el objeto de la experiencia del obJeto im~gmario ?e esa idea co-
que él ya había desarrollado en la Crítica de la razón p.ura. Por mo de un principio o de su causa. Es decu, po~ eJeJ?plo, que I:is
cierto, Kant no puede referirse expresamente a sus principios sis- cosas del mundo deben ser consideradas como si tuvieran su exis-
tem~tico~ en estos escritos, más populares, acerca de filosofía de tencia gracias a una inteligencia suprema" (pág. 670). Kant a?r~ga
la historia. Pero cuando la interpretación recupere esa referencia, que esa idea "no ·es propiamente más que ,;m c~ncepto ,heur1st1co
y tan sólo entonces, se verá la significación metódica de su hilo y no un concepto ostensi~o", ql:e m:1;stra no como esta formado
con_ductor a través de la historia en su magnitud y en sus limi- un objeto, sino cómo, baJO la ~teccion de es~ concepto, debei:10~
ta,c1ones. buscar la índole y el encadenamiento de los obJetos de la exl?er~e1:1
En primer lugar debe mostrarse esto en relación con el principio cia en general" (pág. 671). Ella no significa por _tar:ito un pri~ctpzo
de la adecuación a fines, propia de las disposiciones naturales, constitutivo "de la ampliación de m~estr.o ,,co1;1ocimient~ a mas ~b-
del cual parte. Y a en la Crítica de la razón pura se señala que jetos de los que puede dar la e~perie?<:ia smo tan s?l<? ~n prin-
"la_ un_i9ad final e~, por tanto, condición tan indispensable de la cipio regulativo "de la unidad s1stemat1ca de la multiplie1dad del
ap!1cacion de la razon 2- la naturaleza, que de ninguna manera puedo conocimiento empírico en general, el cual por ello se construye ,Y
de1arla de lado, cu~J'.ldo, por otra parte, la experiencia me ofrece rectifica dentro de sus propios límites más de lo que· · · Pli1nd
tantos ejemplos de la misma" (pág.· 826). Y en las elucidaciones acontecer sin tales Ideas" .16 Esto significa q?,e nosotros en red . a
de los paralogism0s se habla de la "naturaleza de los seres vi- no podemos hac;ernos ninguna representac10n de la ~lase . e. udn
vientes en este inundo~', "en los cuales la razón debe necesaria- obrar final si no se trata de la acción de un ser rac10nal grua ª.
~ente admitir com<:> P1:inc!pio que no se encuentra ningún órgano, por representaciones de los fines, pero tampoco podemos pasarnos
i:mguna facultad, nmgun impulso y, por tanto, nada, que sea inú- sin ese concepto, ya que no es posible explicar ;º~os los ~ucesos
til y desproporcionado c~m su uso, sino que, más bien, todo está naturales según principios causales -sobre este l:lt1mo camm? no
exactament~ adecuado a su determinación en la vida ... " (pág'. 425). podríamos en general llegar al concepto de organismo, es decir, ,al
La ac:;eptación de tal principio de la finalidad supone, · sin em- concepto de una finalidad interior de las co_sas natura~es, s;gun
bargo, la posibilidad de una acción según causas finales o sea se mostrará más tarde en la Crítica del juicio. ~ la. b1ologia 1e
de un obrar no causal sino teleológico. Pero de ese obrar ' teleo-' es posible, por ejemplo, establecer los centros directivos e? los
lógico sólo poseemos una representación según el modo en que organismos en la medida en que pue_d_e ser demostrado expen~er:-
sabemos de nosotros mismos en cuanto seres que obran de acuerdo talmente que con su pérdida el organi~mo ya no e~ ,capaz de vivir
co1; la repr_esentación _d~ fines, y ~sto significa, racionalmente. 15 y de autorreponerse. Pero no poseemos. rep~esentacior_i alguna acer-
As1, pues, s1 debe admitirse una umdad final de la naturaleza - y ca del modo como dichos centros duectivos consiguen que se
Kant muestra que tiene que ser aceptada en vista de la· necesaria efectúe esa autorreposición, ya que no los podemos pensar co1:10
unidad sistemática de .la razón-, "nos es preciso considerar todo seres racionales, esto es, que actúan de _acuer1o con representaci~-
nes de fines. Cuando, por ejemplo, Dnesch m;roduce para e~ili-
lo gue no pued~ pert:necer más que al conjunto de la experiencia
posible como sz constituyera una unidad absoluta, aunque comple- car esto el concepto de e:!telequia} se trata solo de. una pala
que caracteriza una perpleJidad, pero que nada nos dice acerc,a
d:
tamente dependiente y siempre condicionada dentro de los límites
del mundo sensible; pero, sin embargo, al mismo tiempo, como sí qué sea la esencia de tal obrar, o, para deci_rlo con Kant, qu,e .sea
el ~onjunto de todos los fenómenos (el mundo sensible mismo) en sí objetivamente. Tales conceptos de fmes son, pu~s, um~a-
tuviera fuera de su esfera un único principio supremo y autosu- ment; principios de nuestro juicio subjetivo y, en tal sent!-dd? prin-
ficiente, es decir, una razón en cierto modo independiente, origina- cipios regulativos1 pero de los que no podemos prese1n. ir, no
obstante ello, en el conocimiento· de la naturaleza. Esto quiere de-
60
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t que nosotros, pese a la necesidad de su aplicación, jamás somos
spensad_o~ de 1~ tarea d,e pregui:itar, tan lejos como sea posible,
dicionalmente exigente del imperativo categórico. Este ordena de
modo incondicional porque no admite ninguna excusa referida a
por condic1o?aIIl1~ntos causales, siendo conscientes de que de ese los condicionamientos de nuestra naturaleza prefigurados por las
1
m do no sera posible una explicación total del conjunto de la natu-
ra eza. Se t;~ta, pues,. de.,. una _Idea que, así comprendida; sólo
inclinaciones, hábitos, facultades innatas, etc., sino que exige que,
a pesar de los mismos, sea posible un obrar eventualmente dirigido
puede ser ut1l, pero Jamas perniciosa. En efecto "aunque sea contra ellos, sin considerar en modo alguno nuestros intereses ni
v~rdad q~e un_ anatomista pueda convencerse de s~ error si rela- los beneficios o perjuicios resultantes de esa acción. Y, en efecto,
crona ~lgun 1I11embro, de un cuerpo animal con fines de los que es la adecuación de las acciones a esa exigencia la única y última
es posible sena_lar u~1vocamente que aquél no les corresponde, es norma según la cual ellas pueden ser juzgadas moralmente inclusive
absolutam~nte ~~~os1ble, en cambio, probar mediante un solo caso por la conciencia ingenua. Kant designa más tarde esa voz del im-
que una dispos1c10n de la naturaleza, cualquiera que sea no tenga perativo categórico como factum. Se trata de un último factum dado
absoluta:ffiente. ninguna finalidad" (pág. 688). ' conjuntamente con la conciencia de nosotros mismos como seres
Lo mismo ng~ respecto del concepto de finalidad exterior de las racionales -es decir, como seres que pueden obrar de acuerdo
cosas nat1:1:ales -:que en la Crítica del juicio se distingue del con- con representaciones de fines. Pero el hombre que al actuar está
cepto _rec1en_ el~c1dado de finalidad interna-, al cual tiene que sometido a la legalidad moral de esa exigencia, es al mismo tíem-
~ecurnr la c1enc1a n~tural cuando, yendo más allá de la estructura po miembro de la naturaleza entendida como conjunto general de
mterna d~ un orgamsmo, pr~gunta por las relaciones recíprocas de condícíones. Por el contrario, la exigencia de la ley moral no
los. organismos, _c_?mo por eJemplo en simbiosis y otros casos se- tiene para nada en cuenta todos los condicionamientos dados por
~eJantes. Ta~b1e1: este es un principio regulativo, por cuanto el nexo natural. Tomada por sí misma, esa exigencia deja al;,ierta
nmguna experiencia natural puede servir de mucho acerca del la cuestión de que las acciones adecuadas a la ley moral no se
mo~lo :le ser produfida semejante finalidad, pero, ello no obstante acomodan en modo alguno en la conexión final de todas las cosas;
es md1spen_sable para el conorimiento teórico de la naturaleza. ' de que en virtud de ella no se instaura un cosmos de fines sino
~~ora bien, en el caso del principio de la finalidad de las dis- antes bien un caos. Dicho en el lenguaje de los existencialistas, deja
·1?s1c1?nes naturales sobre el que se construye la filosofía de ·1a en suspenso el hecho de que la existencia del hombre determinada
his!ona _de Kant, se trata de algo más que un principio de la fi- por el factum de la ley moral es una existencia absurda. Si la
nalidad interna o externa de determinadas cosas o nexos naturales. existencia del hombre en tal sentido no debe ser una existencia
En. efecto, por mucho que la experiencia natural remita a la ne- desesperada, éste, en su obrar moral, tiene necesidad de una firme
cesidad de complementar el examen causal con uno final para po- confianza en la concordancia de los fines exigidos por la ley moral
der en ge~eral captar conceptos como organismo y otros semejan- con la conexión final de todas las cosas en general. Kant designa
t~s, ~o existe empero fundamento alguno que permita afirmar la como supremo bien a la idea de esta concordancia. Se trata de
fz~alzdad d~ toda-s- las disposiciones naturales en general. Esto tan la concordancia de los fines exigidos por la ley moral con la propia
solo es posible_ con el supuesto de que la naturaleza en su totalidad felicidad, y esto significa, con la posibilidad de poder afirmarse
sea comprendida co1?-o un conjunto final. Pero sólo puede ha- en su existencia determinada por el f actum de la ley moral: "Es
blarse de ~Ilo supomendo un fin final. Ahora bien un fin final necesario que todo el curso de nuestra vida esté subordinado a
no es un fm "para cuya realización y producción d~ acuerdo con máximas morales; pero es al mismo tiempo imposible que esto
s:1 Idea la naturaleza fuera suficiente, puesto que él es incondi- suceda si la razón no une a la ley moral. . . una causa eficiente
c~onado. En efecto, nada hay en la naturaleza (en cuanto ser sen- que. . . determine, según nuestra conducta respecto de esta ley,
s1bl~) par! lo cual el fundamento determinante que se encuentra un desenlace que corresponda exactamente a nuestros más elevados
en ~11~ _m1s11_;a no fuera a su vez siempre condicionado". (Crítica fines". (Crítica de la razón pura, pág. 812). Dicha unión "no pue-
~el ¡uzcto, pag: 397) .. El fin final de la naturaleza -tan sólo aquél de e§perarse más que sentando simultáneamente como causa de
que nos permite decir que todas las disposiciones naturales tienen la naturaleza una razón suprema que mande según leyes morales"
que ser ordenadas según un fi13- tiene que ser buscado, por tanto, (pág. 810). "Sin un Dios y sin un mundo actualmente invisible
fuera de la naturaleza. ¿ Y donde encontramos una indicación al para nosotros, pero esperado, las magníficas ideas de la moral po-
respecto? Para Kant, en ninguna otra parte que en la voz inc;n- drían muy bien ser objeto de asentimiento y de admiración, pero
62 63


1:º t?-óviles de resolucíón y ejecución, porque no llenan toda la el sistema. Además, en muchos de los giros allí contenidos se
fm~lidad q.ue es asignada naturalmente a priori y de modo nece- pueden mostrar inequívocas reminiscencias de formulaciones propias
sano, precisamente por esta misma razón · a todo ser racional" de sus obras sistemáticas.
(pág. 813 ). ' Ahora bien, en esa referencia retrospectiva obtenemos el si-
La fe e~ Dios nec~saria a tal efecto, la única que garantiza la guiente resultado: la· filosofía de la· historia de Kant es, como se
concordancia de los fmes naturales y los exigidos por la ley moral mostró, teleológica; toma el concepto de un fin final de la historia
en el .fin fin_al, no sign~fica, por tanto, como el concepto de las como hilo conductor para su exposición. Vimos, empero, que el
conex10nes finales exteriores e interiores dentro de la naturaleza concepto de un fin final no constituye un principio regulativo
un principio regulativo para el juicio de tales conexiones necesaria; para juzgar nexos efectivos con vistas a su conocimiento teórico.
p~ra el conocimiento., t~órico de la naturaleza. Ella significa, más Surge, más bien, de una certeza práctica de la que necesitamos
b1~n! una certeza practica sobre cuya base no es posible convenir en cuanto móvil del obrar moral. Pero esto significa que una
teoricamente nada acerca de las propiedades y predicados de Dios consideración teleológica de la historia orientada según el hilo con-
que le correspondan de modo objetivo, "en sf'. Esta certeza es ductor del fin final. no puede llegar a establecer leyes de la historia
una creencia, pero no en el sentido de un opinar o de un tener según el estilo de las leyes de la naturaleza, las cuales incluyen
por verdadero en el ámbito de la teoría; es la firme confianza manifestaciones sobre la necesidad de su curso. Esos hilos con-
que el hombre requiere para poder obrar moralmente tal como ductores poseen, ante todo, sólo significación práctica, es decir,
se lo exige incondicionalmente la voz del imperativo categórico. sirven para obtener una pauta para- el obrar, el cual puede ser
En virtud de tal firme confianza el hombre se resguarda de tener producido únicamente como un obrar a partir de la libertad de
que c?1:siderar su existencia sometida a la exigencia del imperativo aquel estado de ciudadano y, finalmente, de ciudadano del mundo
cate~orico como. algo absurdo. Sólo con ese supuesto de la firme sobre el que se construye la historia. El hecho de que la historia
confianza es posible hablar de un fin final de la naturaleza, y sólo se constr.uya sobre ese estado no significa que él tenga que presen-
con el supuesto de un fin final rige la proposición acerca de la tarse alguna vez de acuerdo coñ una ley, · sino qu~ del uso que el
adecuación a fines propia de todas las disposiciones naturales de hombre haga de su libertad dependerá que ese estado pueda pro-
la que parte Kant en su filosofía de la historia. A partir de aquí ducirse alguna vez. ·
se p~ede coII:pre1:der qu~ Kant designe al hilo conductor que Y a la aclaración de este nexo simple y evidente justificaría el
atr~~1esa la historia obterudo con tal principio como una "justifi- hecho de que hoy req)rdemos nuevamente este proyecto de Kant
cae1on de la naturaleza *-o, mejor dicho, de la Providencia". en una época en que la idea de una necesidad legal y dialéctica
Con esto se han mostrado los supuestos sistemáticos bajo los del curso histórico cobra tan enorme importancia que aun sus opo-
cuales está la filosofía de la historia de Kant. Y ·aun cuando sus sitores en el mundo occidental parecen verdaderamente paralizados
proyectos de fil?sofía de la historia no se refieran expresamente por la misma. Esa aclaración resulta del hecho de que la referen-
a ellos, no es de ·todas maneras concebible que Kant no haya sido cia retrospectiva del proyecto kantiano a sus principios sistemáticos
consciente de ~sos s-qpuestos al redactar tales proyectos y que permite mostrar, dentro de sus límites, el sentido de un conoci-
haya . comp~endido los conceptos de la perfección y finalidad de miento teleológico de la historia, así como comprender qué significa
las d1spo~1c10nes natu~ales en un sentido pre-crítico correspondien- eso de que la historia e~ historia de la libertad y del posible ca-
te a las ideas de la filosofía de la Ilustración. En efecto sí bien mino de su realización. Que ello sea así no implica que pueda
el arraigo sistemático de esos conceptos es desarrollado detenida- ser objeto de un conocimiento teórico en vista de la meta de la
mente tan -sólo en las obras tardías -en la Crítica de la razón historia -del mismo modo que, en general, no hay conocimiento
P:áctica y en la Crític~ del juicio-, el mismo está ya expuesto, teórico de uh fin final-; tan sólo significa que el _hombre debe
sm embargo, en el primer proyecto, en las partes citadas de la obrar· c·omo si ese fin final pudiera ser realizado por medio de su
Crítica de la razón pura, es decir, antes de la elaboratjón de la aétuación, puesto que únicamente entonces podrá consi?erar s?
filosofía de la historia. No existe, pues, objeción metodológica al- obrar en la historia como algo en general pleno de sentido. As1,
guna. que impida interpretar la significación y el alcance del pro- pues, la historia es, ciertamente, obr~ del hombre. Pero tendría
yecto kantiano de filosofía de la historia en el sentido de su siste- que _presentarse como absurda oposición de acciones humanas, en
ma general, ya que tal proyecto no contiene nada que contradiga la cual el ejercicio de la capacidad racional (la capacidad de obrar

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según representacion~s de fines y de obedecer en su obrar a la individuo y la de los Estados se ve de tal modo limitada que
voz de la ley moral) no contribuiría a la conservación sino quizá llega a ser compatible con la libertad de todos los demás. En efec-
al aniquilamiento del género humano, si no existiera la firme con- to, ya el hecho de que la libertad de todos pueda aparecer en ge-
fianza en un poder que posibilita la realización de esa meta pese neral como un bien que debe ser garantizado, supone que. el
a y por encima de todos los antagonismos de las comunidades hombre se· conozca como ser moral, y esto significa, como sometido
humanas. a la voz de la ley moral. Pues tan sólo bajo el supuesto de la li-
Si esa firme confianza fuera una certeza teórica referida como . bertad moral del hombre como tal puede atribuírsele la pretensión
tal a una necesidad legal del curso histórico, le sería quitada nue- de libertad política para todos, tal como ésta debe ser garantizada
vamente al hombre, justamente en vista de tal necesidad, toda en virtud del estado cosmopolita. Para proponerse en general esa
libertad, y él podría así entregarse al fatalismo. Pero tampoco la meta no basta, por tanto, que el hombre pose~ u~a "razón. t_écnica"
corr:probación, del curso en suma regular de la historia -a pesar> (o sea, la posibilidad de juzgar acerca de la fmahdad y ut1li1ad en
o bien a traves> del antagonismo que en ella impera- de la que el detalle). Para ello hace falta la razón moral con referencia a la
parte Kant en su trabajo, permite alcanzar esa certeza teórica en cual, únicamente, puede convenirse algo sobre un fin f~nal. En
vista del fin final de la historia. En efecto, se trata tan sólo de la caso contrario faltaría el principio a partir del cual es posible fun-
comprobación empírica del hecho de que hasta ahora ha ido bien damentar por qué es en general reprobable el sometimiento Y la
en un grado tolerable y que los hombres no se han exterminado extermfoación de los más débiles por parte de los más fuertes.
m·utuamente por entero. Pero en cuanto comprobación empírica no Con otras palabras, sól_o cuando se considera al hombre como ser
admite ninguna conclusión acerca de si tendrá que seguir siempre moral se puede fundamentar su pretensión de ~arantizar la libe~tad
así, sino que muy bien puede dejar abierta la posibilidad de que de todos en un estado cosmopolita y es posible establecer dicho
el obrar humano (esto es, por cierto, el ejercicio de su capacidad estado como el fin final al que debe tenderse y como ~ondición
racional) tenga finalmente un resultado opuesto. de la conservación del género humano. Hasta ahora nadie ha lo-
Es verdad que Kant añade que depende de si la experiencia grado descubrir otro principio que pe_rm~ta fun.damentar_ los tan
descubre "algo menos" de tal marcha del propósito de la naturaleza, mentados derechos del hombre y la dignidad humana. S1 ello no
o sea, de la dirección hacia el fin final. Y en la siguiente refe- estuviera asegurado para Kant desde un comienzo> entonces faltaría
rencia al progreso de la Ilustración parece fundar nuevamente también el hilo conductor en virtud del cual puede encontrar, den..:
su tesis acerca del propósito final de la historia en una aprecia- tro -de lo que ofrece empíricamente el ex;:i.men de la historia, los
ción muy optimista del bombre y del curso histórico, basada pre- hechos que permiten consolidar la firme confianza en un desarrollo
cisamente en la direccióh de los ilustrados. Pero si, por el con- dirigido hacia el fin final.
trario, nos atenemos a su interpretación del sentido de los principios A este respecto habría que señalar que el hilo conducto_r a tra-
teleológicos -que en lo fundamental está ya ·en la Crítica de la vés de la historia de ningún m0do puede obtenerse median:t~ la
razón pura-, ve.remos que su optimismo debe tener otras raíces consideración empírica de la misma. Esta última puede muy bien>
que las del optimismo de la filosofía ilustrada contemporánea. en determinadas circunstancias, confirmar ese hilo conductor. Pero
En efecto, tan sólo puede fundarse en el f actum de la ley moral tal' confirmación empírica sólo es posible con la emdición de que
en nosotros, el que, sin la posibilidad de fundamentarse en la ex- él haya sido obtenido ya a partir de _P:incipios a fri?rí -y,/ ~or
periencia, reclama la firme confianza en un poder que posibilite cierto no como hilo conductor al servicio del conocumento teonco
,,w-·. 1~ realizaciqn de esa meta pese a todos los antagonismos y por de la 'historia y de sus leyes, sino como el que debe dar los "mó-
encima de los antagonismos de las comunidades humanas, pese a viles" al obrar. Por ello dice Kant, refiriéndose al fin final: "Ad-
todo el condicionamiento natl,lral de la conducta del hombre. La vertimos que también la filosofía podría tener su quiliasmo: la idea
posibilita, no la· produce necesariamente, con el supuesto de que que, aunque desde muy lejos, nos forjamos de él pu~de ser_ pr?,-
ella sea ambicionada por el hombre mismo en la medida en que pulsora de su advenimiento, o sea, lo menos fantasnca .P<?SI~l: .
obra según máximas morales. ("Idea para una historia universal. .. ", pág; 162). Est~ s1gmhca
Pero el hecho de que el hombre pueda proponerse esa meta que ella es todo lo contrarío de una utopta, de una 1mp~te?te
no se explica suficientemente con la consideración racional de la ilusión; posee su significación sólo cuando llega a ser practica;
finalidad y utilidaJ de un estado en el cual la libertad de cada cuando actúa como móvil del obrar.
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. En su ~~crito sobre la religión Kant designa la idea del fin


Ílnal tamb1en como Reino . de Dios, dando con ello el lema del obrar histórico verdaderamente productivo, la norma última para
que . parte ~l pensar del joven Hegel y su círculo de amigos en enjuiéiar las conexiones históricas, deb~ atenders~ _al hech'? de
Tu~mga. Sm embargo, Kant no alude a ello como si ese estado que. ello está pensado totalmente a partir del espmtu kantiano.
debiera pensarse como algo realizable tan sólo en· el más allá. Por En efecto la voz de la conciencia moral -y esto significa, la
el contrario, única~en!e, la falta de esperanza en un poder im- yoz de la 'libertad- permite, a pesar de los condicionamientos y
perante de modo fmahsta sobre la naturaleza podría llevar a los consolidaciones señalados por una situación dada, abrirse paso a
hombres a no esperar la realización de esa idea sino en otro mundo. través de la forma histórica de una época configurada por ellos
(Cf. "Idea ... ", pág. 157). Pero, justamente, esto la haría incapaz y progresar ~cia una nueva configuración. Ella constituye el su-
de convertirse en máxima de su obrar, pues podría inducir a los puesto indispensable, si b_ien no el, único,. para logra~ tal ,cosa.
hom?res. a: renunciar a la acción, a cruzarse de brazos y abandonar Pero también en otro sentido la teona kantiana de la filosof1a de
1 •
la h1stona del mundo a su propio destino. la historia es el supuesto del desarrollo de la historiografía veni-
En ese escrito Kant expresa su esperanza de que alguna vez dera. En efecto, si el desarrollo de las capacidades humanas tan
se encuentre el hombre que escriba· la historia según ese hilo con- sólo es posible en el orden ciudadano y, finalmente, cosmopolita,
ductor, el Newton de la ciencia histórica, por así decirlo. Fue y si el sentido de la historia consiste en el desa1:,rollo de esa ca1::a-
Hegel, algunos decenios más tarde, quien tomó a su cargo esta cidad resulta luego de ello que el verdadero nucleo de toda his-
empresa, e1: c~anto exp~so la historia como historia del progreso torio~rafía tiene q1.,1e ser el acontecer político-esta~al entendido c?-
en la conc1enaa de la libertad y encontró como condición de la mo aquel antagonismo -totalmente en el sentido en que mas
realización de la libertad, exactamente en el sentido de Kant la tarde Ranke expone su historia universal. Dicho en términos mo-
or_denación jurí~ica del Estado en la que todos están bajo 'las dernos, en el proyecto de Kant está contenida, por tanto, ~a teoría
~msmas leyes .. Sm embargo, Kant apenas si habría reconocido su de la primacía de la historia política. Los críticos postenores d~
idea en dicha exp0sición. En efecto, en el método especulativo la unilateralidad de una mera historia de la cultura, cuya genealo-
de Hegel no está establecida claramente la delimitación crítica dél gía conduce a· las antípodas de Kant ~n el ter~eno de la filosofía
alca~ce d_e esa idea. de un fin final bajo la cual hay que considerar de la historia, es decir, a Herder, hubieran podido, pues, apoyarse
la hist?na, es. decir_,,. el h;c~o de ·que se trata de un principio en aquellas. ideas kantianas si éstas no hubieran caído entretanto
r~gulat1vo de mtencion practica. Por ello Hegel pudo legar a ·sus en el olvido.
discípulos la perplejidad de· si la ley de la historia la necesidad Hoy en día son muy favorables las condici<?~~s para rescata~ de
dialéctica del curso histótico, no sería sin embargo ~na ley de tal su olvido estas ideas de Kant. En efecto, la v1s1on de la necesidad
índole que va muy por encima de la voluntad de los hombres de la meta de una ordenación jurídica interestatal y supraestatal
convirtiéndolos en simples marionetas del espíritu universal o d~ es para nosotros más aguda aún hoy, cuando la echamos de m~nos
las "relaciones de producción", con lo cual ellos serían nuevamente totalmente y llegamos a la convicción de que sin ella la humamdad
+,
anul~dos en cuarito hombres libres. Se trata de una · perplejidad no tiene perspectivas abiertas hacia un futuro._ Esto resulta_, pue~,
q:1e, 1~planta _en el marxi_smo -la más poderosa transformación de la referencia retrospectiva del proyecto kantiano de una filosoha
h1stor1c~ -~el 17sistema hegeliano-, ya desde su raíz, una insuprimi- de la historia a sus principios sistemáticos, donde se mostró, ade-
ble escision. ·
más, que no puede tratarse de un principio constitutiv~ del co_no-
Con esta referencia a su ulterior transformación se hace evidente cimiento de conexiones históricas sino de una necesaria máxima
la _importancia de la fundamentación que tuvo lugar en Kant. Por del obrar. Ella no nos brinda -como en el caso de la escatología
primera vez desde los sistemas de filosofía de la historia de San marxista- la certeza de algo que se presentará aun sin nuestro
Ag:1stín y de la Edad Media, se expone aquí nuevamente la ne- quehacer, pero sí nos coloca ante. una tarea inelu~ible .. En tal
cesidad de un asprcto histórico-universal de la historia basado en sentido es un hilo conductor que también es obhgator10 para
principios filosóficos. Sin este supuesto sería inconcebible la con- nosotros.
sideración de la historia propia de un Wilhelm von Humboldt y Pero -y con esto 1legamos a la pregunta por los lí71!ites de
de u? Leopold von Ranke. Cuando este último (cf. el Diálogo este -proyecto de -filosofía de la historia:- ¿ se ha obt~mdo c?n
político) ve en la conciencia moral el verdadero motor de un ello efectivamente el amplio hilo conductor que necesita el his-
68 toriador para poder delimitar su ámbito y para llegar a saber qué

69
taíre- debe tener como consecuencia la valorización y desvalori-
hay para él en la historia digno de su conocimiento? Más aún zación de las diversas épocas en consid~ración a sus resultados
se puede preguntar si se necesita en general considerar la histori~ . para el presente y el futuro, perdiendo así ~e vista lo qu~ e~as
p~ra obtener esa intelección; o si esta consideración no sirve épocas pasadas fueron en sí mismas. ¿No subsiste en est: ob1et~vo
solo como . pos~~ri_?r ilus_tración de· una intelección que puede de la consideración histórica en Kant, pese a todas las diferencias,
obtenerse sm 1mgi: / la mirada al curso de la historia, ya simple- cierta comunidad con la concepción histórica de la Ilustración?
mente en la reflex10n sobre las condiciones en las cuales única- ¿Y constituye un límite casual, o es el resultado de los principios
mente es posi~le la conservación y el desarrollo del hombre en sistemáticos de Kant el que a partir de ellos no se _rueda_ /funda-
cuan/t<;> ser racion~l. Pues, como ya se mostró, en la consideración mentar ninguna otra posibilidad de superar la cons1derae1on me-
err.:pmca de 1~ hi~t_?ria s?lo podemos encontrar los hechos que
senala1_1 una d!re~c~on hacia aquel fin final si ya hemos obtenido ramente anticuaria de la historia?
La historiografía posterior ha logrado esto último, efectivamente,
ª. part~r de prmc1p10s a priori la intelección de cuál debe ser ese sin basarse en el hilo conductor teleológico de Kant. Su credo
fm. Sm esta intelección tomada como hilo conductor la visión expresa desde Leopold von Ranke que el valor d~ cada época ~e
meramente. ;mpírica segu~rí~ siendo, según la opinión' de Kant, ningún modo descansa en lo que "de ella resulta, Sll1;º en ~'; propia
u1:a profus1on de acontecimientos cuya conexión sólo podría ex-· existencia, en su propia mismidad. Por ello, la cons1de_rac1~n de la
phcarse causalm nte, pero. habría que preguntar si ellos, en ge-
7
neral, pueden aun ser designados como historia. Aquí yace cier-
historia y, ciertamente, la de la vida individual en la hisJoria P?see
un encanto absolutamente peculiar, puesto que toda epoca tiene
tam~nte la intel~cción funda1:1ent_al para todo preguntar por un que ser estimada como. algo válid<;> por ~~ mismo y s~ presenta
posible conocimiento d~ la hzstona, es decir, el hecho de que no como sumamente digna de ser considerada . (Conferencias ante el
h~y ei:i absoluto historia en sí, sino que sólo puede hablarse de Rey Maximiliano de Baviera). Esa dignidad reside .en el hecho de
hzstorza cuando los hechos de la experiencia se ordenan desde el que cada época "está inmediatamente ante Dios". Por c~erto, ~am-
punto de vista de iln inter~s c~nductor. "Además, la prolijidad con bién en el sentido de Kant sería lícito hablar de tal mmediatez
que .se redacta ahora la histona de la propia época debería llevar ante Dios. En efecto, el hecho de que exista algo así como hís-
a cada uno, naturalmente, a reflexionar acerca del modo cómó nues- toria entendida como la conexión plena de sentido del acontecer
tro~ futuros descendientes. comenzarán a captar el peso de la bis- se funda, según él, en la posible relación moral del hombre, la
tona que 1_1os?tros l~s d~Jaremos después de algunos siglos. Sin cual, por su parte, remite al "suprerr:o. bien" en cuanto Idea de
duda apreciaran/ la h1stopa de_ las _épocas más antiguas, cuyos do-· la concordancia del conjunto de cond1c10nes de la natu~aleza c?n
c1;mento~ deberan estar y~ extmgu1dos desde mucho tiempo atrás, la libertad moral del hombre· concordancia cuya realidad solo
solo segun el punto de_ vista de lo que les interesa, es decir, de pu.ede ser garantizada por Di;s. /P~ra Kan_t, P?r tanto, tai: sól_o
agu~llo q:1; han producido o que ha dañado a pueblos y gobiernos en virtud de la referencia teleolog1ca al fm fmal de la h1stor1a
e? mtenc10n _cosmopolita". ("Idea ... ", pág. 166). Con toda cla-
es posible su exposición de modo !al. que la sucesión de sus acon-
r~dad se ha visto aq1:1í la _esterilidad de una historiografía con sen- tecimientos aparezca como algo distmto a una absurda contrapo-
tido meramente antlcuano, acumuladora de materiales, contra la
sición de acciones humanas. Pero de la inmediatez ante Dios no
cµal ~ás tarde se volverá también Nietzsche en la cuarta "consi-
podría seguirse, para Kant, un principio con arreglo al cual f;1~ra
der~ción inte11;1pestiva", exigiendo que la historia sirva a la vida.
posible -según creía Ranke- estimar cada época com? algo val~do
AlI1 se anuncia ya, por otra parte, el sentimiento de la historia
por sí mismo y digno de consideración. En el sen!1do de K~t
co~o carga, que también está en Goethe y que luego dominará
al sigl~ XI~, preparando el vuelco a un activismo sin base y ajeno
sólo podría hablarse de tal dignidad, m~s b~en, en vista_ de !ª sig-
nificación de una época respecto del fin final de la historia que-
a la hi~tona, para el cual ésta sólo sirve de autojustificación y
escenario de los propios hechos. debe ser alcanzado.
Es verdad que Kant acentúa expresamente el hecho de que su
Teniendo en cuenta ~l do~l: filo de! principio kantiano, hay que
preguntar, por tanto,. s_i el umco medio con que se puede salir al hilo conductor constituye tan sólo una idea "de lo 9ue,,un~ ~ente
encu_entro ~e la estenhdad de una historiografía meramente anti- filosófica podría intentar aun desde otro punto de vista , sm que-
rer con ello eliminar el cultivo de la historia verdaderamente con-
cuana consiste en una teleología de la historia, la cual sin em-
cebida en un sentido meramente t:tmpírico". Pero, ¿significa esto
bargo -de II1odo semejante en principio a como sucede en Vol-
71
70
----~-

que tal empiria sería posible sin . , .


que no se podría distinguir a!Y mbguj hilo conductor) es decir es posible aquella previa distinción de hechos naturales y hechos
nos digno de consideración;:> ~ pn a so uto entre lo más Y lo me~ históricos que constituye el supuesto de toda pregunta por una
que no hay en modo- al un~ ~n ose~mo~, empe;o, en general, ya teleología de la historia. ¿Es ésta una distinción tal que de ningún
sucesos que puedan ser dge . da historia_ en sz) una conexión de modo corresponde a la diferencia de los objetos en la experiencia,
P ara e11o se necesi·ta . signa os como hi t · ¡ ,
b s ona en a gun sentido;:> sino que únicamente puede ser obtenida mediante la relación a la
' sm em argo un h ·1 d .
mente, a partir de los supuest k' . i o con uctor. Evidente- naturaleza moral, suprasensible del hombre y su teleología? Visto
d , 1 os ant1anos no ·bl a partir de Kant, necesariamente tiene que parecer así. ¿Pero no
e que e ase debería ser este hilo co d . es, pos,i e convenir
comprenderse en absoluto ,, n uctor, mas aun, no puede es la distinción entre acontecimientos naturales y aquellos que con-
de la historia que deberíacop'::cfd::t: llegarse a la visión empírica sideramos como históricos una distinción que ya antes de toda re-
la pregunta de si lo que en ella se ' para luego_ poder plantear ferencia a una teleología pertenece al modo como son experimenta-
nexo de sentido Pues muestra permite descubrir un das las cosas y las conexiones de nuestro mundo? Pues sólo en
. ' para que en gen r 1 d l virtud de ello podemos en general hablar de acciones humanas y
pregunta acerca de una teleolo ía d 1 h.e a . pu~ a p antearse la
puest?, ya de relieve, a partir gde I~ dadIStona, tiene que ~aberse plantear la pregunta, de la que parte Kant, acerca de si estas ac-
conexion de sucesos entendid . o en la exp~nencrn, una ciones conducen en su antagonismo a un caos o a un cosmos.
que haber sido ya distinguid osdprec1samente como historia/ tiene Evidentemente, Kant hace uso de una experiencia cuyo carácter
historia diferente del de l a e/antemano como un nexo de la de experiencia de ningún modo puede fundamentarse en su dis-
. a natura eza Ah b.
que, brinda la experiencia es tan -sólo ia ora . , len, para Kant, lo tinción entre _conexión natural, entendida como conexión de los
segun condiciones de causalid d p conex10n de la naturaleza fenómenos .bajo la ley de causalidad, y mundo moral inteligible;
del obrar humano y éste es~ .b/r yrra p~rt~, !a historia procede de tal suerte que para él el principio bajo el cual púede en general
la cual remite al ser inteligible d~l hs i,rmc1p10s de la libertad, ser comprendida la historia como historia, sólo debe ser un prin-
solutamente nada podri"a d d om re. En tal sentido ab- cipio teleológico que vaya más allá dd nexo de la experiencia.
.
1o cual se d1stinoan ser _a o en 1
los he h
· -
. ,, a experiencia en virtud de
. ' En esta distinción entre el nexo de la experiencia, en cuanto con-
naturales. Sólo p~ede habla~s:s dhi~otcos <:º~º- tales frente a los junto de los fenómenos y el mundo moral inteligible, se pierde
ic
1

la _medida en que la conexión de os histoncos, por tanto, en en general el objeto específico de la consideración histórica. Si toda
refiere a. aquella orientación tele l,, .o dado en la experiencia se experiencia es experiencia de la naturaleza, de ningún modo llega-
do .sensible. Sin esta refe.tenci~ og1ca 9ue no apar~ce ~n el mun- mos al objeto que considera el historiador. Pues para ello se su-
mera sucesión de hechos n t l t.Andna . que segmr siendo una pone que acontecimientos que se manifiestan sensiblemente puedan
de experiencia no es posibl ura es. partir del concepto kantiano en general ser dados como acciones humanas~ que las condiciones
Kant tener por posible e e, porl tanto, co1:1prender cómo pudo de las cosas y los procesos puedan serlo como hechos, como obra,
la historia -J·unto ·a la en g~ndera . ~nadcons1deración empírica de etc. -un libro como libro, un edificio como edificio. Esto no es
onsi erac1on e l · , . nada experimentable por medio de los sentidos, si bien tiene qúe
con d uctor de la teleolo ía- a misma segun el hilo
trarse cómo II~garía elYa a 'sJª ~i1::t en Elodo alguno puede m?s- tener por base una intuición sensible. Tampoco es simplemente
conductor kantiano sea tele l' . J o. hecho de que el hilo el resultado de un juicio subjetivo bajo principios regulativos.
de su modo de considerar°i°g~? no_ es -p_or tanto un límite casual Se trata, en cambio, de una comprensión más originaria que todas
principios sistemáticos seg , a l Istoni smo que se sigue de sus las posibilidades de juicio subjetivas, y que posee en sí misma el
ningún otro. Así pues' si lb os cua es no puede haber para él carácter de experiencia --de aquella experiencia en virtud de la
cual, únicamente, puede hablarse de acontecimientos históricos a
de considerar la historÍa -ce e funda~entarse alguna otra manera
historiografía posterior- llmo efecttv?mente sucedió en toda la diferencia de sucesos naturales. Por cierto~ el conocimiento fun-
los principios de Kant s~ 0e a no podr! da:se por satisfecha con dado en esa experiencia no conduce a una ciencia que pueda ser
los mismos. ' que se vera obligada a ir más allá de objetiva en el mismo sentido en que lo es el conócimiento· de la
naturaleza fundado sobre la e~_periencia _sensible. La distinción
Hay que preguntar, por tanto si 1 .. , kantiana de principios constitutivos del conocimiento y principios
las condiciones de posibilidad de I en a e~pos~cton kantiana de
mencionan también · ª experiencia en general se regulativos de su juicio subjetivo, si bien deriva necesariamente
' conJuntarp.ente, las condiciones bajo las cuales de su planteamiento inicial, no ofrece ningún asidero para esta-
72
7J
blecer el carácter de objetividad propio de esa ciencia tal como lo ex- IV. EL CONCEPTO DE SISTEMA EN HEGEL
presara Ranke y que excluye la valoración o desvalorización de
las épocas desde un punto de vista teleológico y reclama dar cuen-
ta de toda individualidad histórica.
De aquí resulta, por consiguiente, que la deducción kantiana
de las condiciones de posibilidad de la experiencia no es suficiente
para hallar las condiciones a priori de posibilidad de aquella ex~
periencia de que hace uso el saber acerca de la historia. Por ello
parece justificada la exigencia de Dilthey en el sentido de una
crítica de la razón histórica, la cual aún no se halla realizada con
el hilo conductor kantiano. Pero esta tarea no puede consistir sim-
plemente en completar la tabla kantiana de las categorías.18 Debe
penetrar aún más profundamente y preguntar si en general es ·su-
ficiente el principio según el cual tiene lugar en Kant la separación
de sensibilidad y entendimiento (o bien razón) y, correspondiente-
mente, la de mundo fenoménico y mundo inteligible, la de prin-
Es sistemas filosóficos
UNA IDEA muy difundida la de que ha pasado la época de los
universales, puesto, que debido a la auto-
cipios constitutivos y regulativos del conocimiento. Los intentos nomía y especialización logradas por las ciencias particulares en
del idealismo por ampliar el uso de la razón han conducido a apo- el último siglo, la profusión del saber ha llegado a ser tan grande
rías insolubles. Tampoco el ensayo de Dilthey de completar a que ya no le es posible en absoluto a una cabeza a1?arcar su to-
Kant, así como todo lo que desde entonces se llevó a cabo en talidad y unificarla sistemáticamente. Hegel, habría sido, pues, el
tal dirección, fue suficiente para zanjar el abismo entre conoci- último en intentar una vez más tal sistematización, justamente an-
miento de la naturaleza y conocimiento de la historia, entre cien- tes del comienzo de la era de las ciencias particulares. El hecho de
cias de la naturaleza y ciencias del espíritu, y para establecer una que su intento no t~viera éxito y sólo pudiera significar, a lo su-
satisfactoria relación entre ambas. Por tal razón, todo intento de mo, una representación del estado general del saber en ~q:1,el en~
solucionar esa tarea no podrá menos que retornar a una renovada tonces, parece ser la prueba _:_siempre según aquella op1mon ge-
confrontación crítica coh. Kant y con sus últimos supuestos. Sólo neral- del proceso ·histórico que se designó como derrumbe del
en tal forma sé podrá elperar un planteamiento del problema con Idealismo alemán.
la precisión que es .necesaria para solucionarlo. Esta opinión atinente a los motivos por los cual~s ya_ no serían
posibles en el futuro sistemas universales, caracteriza c1e!tam~nte
una época en la cual la cantidad ha llegado a ser, P?~, as1 decirlo,
la categoría que todo lo domina. En_ efect?, la ~ec1s,1~n sobre la
posibilidad ó imposibilidad de la uruversahdad hlosohca se con-
vierte debido a ello en la cuestión de la cantidad del saber acu-
mulado. Si fuera efectivamente así~ deberíamos renunciar en el
futuro a todo intento de establecer una conexión entre los ámbitos
particulares y especializados del saber. Tendríamos q~e re~ignarnos
definitivamente a formar a los hombres coro.o func10nanos espe-
ciálizados en ámbitos particulares y cada vez más limitados del
saber. Toda aspiración a una universitas studiorum equivaldría a
una empresa absurda, y aun la misma filosofía no podría hacer
otra cosa que clausurar sus centros de estudio.
Sin embargo, la posibilidad de una sistemática universal no es
cuestión que concierna a la canti1ad de lo que se I?ue~e- saber
en una época. El principio formativo de un sistema hlosohco no

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sus mutaciones y a que se nos muestre y manifieste de tal m~do
es el de la integridad cuantitativa de lo que es posible conocer que no nos presente meramente múltiples y renovadas fo~as, smo
en su tiempo. Apenas si podría afirmarse que tal integridad cuan- que, de un modo más simple, nos otorgue en el lenguaJe Y nos
titativa haya sido alcanzada alguna vez en los grandes sistemas del traiga a la conciencia lo que él es,.,_ 19 • •
pasado -y ello no porque tampoco hubiera sido posible antes, El conocimiento filosófico de la naturaleza está, por tanto, d1~1-
sino porque de ningún modo se· aspiró a dicha meta. Un sistema gido a experimentar lo que ella es, a su ser. Pero lo que ella :s
filosófico, aun cuando su plan general sea expuesto en una obra alude a lo que es en verdad, a lo que cons!itufl: su realidad. Sm
titulada Enciclopedia, como en el caso de Hegel, no consiste en interrupción acentúa Hegel que el pensar f!losoftco no es . especu-
un diccionario enciclopédico ordenado según puntos de vista siste- lación en el sentido de un fantasear; no uene que ver smo con
máticos. En él no importa tanto todo lo que se ·sabe, sino el hecho la realidad. Pero, rnsatisfecho con el conocimiento empírico que
de que lo sabido lo sea filosóficamente. conduce a una infinita multiplicidad de lo que se puede conocer
Para aclarar qué significa esto último y, por tanto, en qué con- y saber, el pensar filosófico pregunta por la realida~ de ~tro modo
siste el principio formativo de un sistema filosófico, es particular- que aquél. Formula la pregunta por el ser. _Con e~e !m senala Hegel
mente indicada la consideración del sistema hegeliano. En efecto, que la pregunta por el ser tiene un senudo mult1p~~- A !11enudo
aquí se presenta con especial claridad qué fundamenta la posibilidad significa simplemente la pregunta por el nombre: ¿Que pl~nta
de una sistemática filosófica universal y qué significa saber filo- es ésta?'~· o el "es" tiene el sentido de estado o clase: "¿que es
sóficamente lo sabido. Y si su sistema vale como el último intento ese homb~e?". Y prosigue: "pero ésta no es la significación propia
de cuando preguntamos:· ¿que, es 1a natural eza.)" .
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de síntesis universal, significará que por última vez en mucho tiem- .. .
po ha sido recordado en él el principio que hace posible la unidad A la sistemática universal no le interesa que todo sea sabido,
del saber -prescindiendo por completo de su cantidad. Su intento sino que lo sabido lo sea filosóficamente. Con ~11~ .Yª hemos ?b-
es considerado un fracaso, pero ello no constituye una prueba de tenido una primera indicación acerca de qué s1gn1f1ca saber fiil~-
que la tarea que está en su base ya no fuera solucionable en ese sóficamente lo sabido. Quiere decir: saberlo en su ser, y ello sigm-
entonces y que, por tanto, no pueda ya ser planteada como tarea fica; en su verdad y realidad. . . . . . . .
con sentido~ sólo significa que su solución en Hegel chocó contra Pero, ¿a qué se alude con eso de saber la mfm1ta mult!ph~1dad
límites de otra índole, en los cuales tuvo que fracasar. de. lo cognoscible en su ser? Significa _elevar a la c~?ciencia la
El tema del presente estudio consistirá, por tanto, en ver cuál norma que siempre aplicamos cuando decimos de a_l?o: es ~n ve7-
es la tarea de una sistemática universal y cuáles son los límites de dad realmente esto". Otro pasaje de la I ntroduccwn a la filoso/za
la solución hegeliana. de la naturale;a nos servirá para aclararlo. Allí se refiere_ Hegel
Dijimos que en tal sistemática no interesa todo lo que puede ser al hecho de que de · 1a impotencia de la naturaleza se sigue la
sabido sino el hecho de que lo sabido lo sea filosóficamente. Qué imposibilidad "de encontrar distinciones fijas para clases y órdenes
signifique esto puede comprenderse de modo ejemplar en las elu- a partir de la consideración empírica". J?or todas .parte~ la natu-
cidaciones brindadas por Hegel en la Introducción al segundo tomo raleza mezcla los límites· esenciales mediante conf1gurac1ones me-
de su Enciclopedia, que contiene la filosofía de la naturaleza. Allí dias. y malas que siempre ofrecen ~nstancias c~ntra toda. firme di-
se pregunta por la ·diferencia entre el pensar propio de la ciencia ferenciación, aun dentro de determmadas especies (por eJemplo, el
empírica y el de la filosofía. También Ia ciencia empírica, la física, hombre), por medio de engendros a los que por una parte hay
por ejemplo, trata de llegar a saber qué sea la naturaleza. Comienza que contar dentro de esa especie, pero a los cuales, por otra par~e,
con la experiencia: "empezamos por percibir, recogemos conoci- les faltan determinaciones que habría que considerar como propie-
mientos sobre las múltiples configuraciones y leyes de la naturaleza· dades esenciales de la especie. Para poder considerar _tales Jormas
esto se extiende hacia arriba, hacia abajo, atrás y. adelante, en u~ como deficientes malas deformes, se presupone un upo f1Jo que,
detalle ya de por sí infinito. Y justamente porgue no es posible sin embargo, n~ podrí; ser· sacado de l_:1 expet::iencia, pues ésta
ver allí terminación alguna, este procedimiento no nos satisface. también brinda palmariame~te aquellos as! llamados epgendros, _de-
Y pese a toda la riqueza del conocimiento puede presentársenos formaciones cosas intermedias, etc. Ese upo supondna, antes bien,
21
de nuevo la pregunta: ¿qué es la naturaleza? Ella sigue siendo un la autonomÍa y dignidad de la definición. • ·
. problema. Al ver sus procesos y transformaciones, quisiéramos cap- Aclaremos esto mediante un ejemplo. Para convemr, pongamos
tar su esencia simple, quisiéramos forzar a ese Proteo a suspender
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por caso, "qué sea el· hombre" no podemos comparar a todos los Al proyectar Hegel por última vez y para mucho tiempo un
hombres empíricamente dados y observar qué les es común en sistema filosófico universal, recordó cuál es el fundamento de po-
_término medio para formar de allí el concepto de hombre; pues sibilidad de tal universalidad y el hecho de que ella no depende
a lo dado empíricamente pertenecen también las deformaciones. de la cantidad del saber. La objeción contra la posibilidad de 1a
Unicamente podemos en general compendiar esa multiplicidad bajo universalidad parte de la consideración de la inabarcable profusión
el concepto de hombre cuando ya de antemano sabemos qué es del saber acumulado. Presupone que, para alcanzar un saber de
eso, el hombre; cuando ya sabemos muy bien, por tanto, acerca dél la realidad, no podemos proceder de otra manera que te11;ien_?? pri-
ser hombre. Tan sólo entonces podemos decir: ésta y aquélla son meramente individuos y cosas particulares, y acumulando md1v1duos
malformaciones, y ésto y aquéllo pertenece al verdadero hombre, sobre individuos, con lo cual, naturalmente, jamás acabamos. Con
constituye, pues, esencialmente, su ser hombre. Tenemos que saber otras palabras, esa objeción parte del supuesto de que ~n ,:1i,:1guna
por anticipado acerca de éste, y dicho saber es la norma que apli- forma nos es dado lo que unifica esa multiplicidad de md1v1duos.
camos a los ejemplares singulares empíricamente dados, colocándolos En tal sentido, sólo podríamos formarnos una repre~en~ación de
bajo el concepto de hombre. su totalidad en cuanto concepto de una suma -en termmos kan-
En. tal medida, pues, la filosofía no tiene que ver con la infinita tianos: la Idea de la totalidad, que nosotros nos formamos, sólo
multiplicidad de lo empíricamente dado sino con el principio en pensando, pero que jamás podemos alcanzar con nuestro conoci-
virtud del cual ello puede en general ser cognoscible para nosotros. miento, porque siempre advienen nuevos indivic~uos a nuestra_ ex-
Cognoscible, esto significa: cognoscible en la realidad de su ser. periencia y así su conclusión en una totalidad sigue ~st~ndo s~m-
Este principio no puede ser extraído precisamente de la experiencia pre en una misma lejanía infinita. Frente a esta ob1ec1ón, s~nala
de lo singular, sino que es algo que debemos conocer anticipada,. Hegel que dicha totalidad del ser no yace en alguna parte mde-
mente, aun cuando por de pronto permanezca oculto para nosotros terminada en una inalcanzable infinitud, sino que nosotros ya es-
en tal cognoscibilidad y no esté explícitamente elevado a la con- tamos po; anticipado en ella, que ya tiene que sernos conocida
ciencia. Pero se trata de la norma aportada ya siempre de modo previamente, aunque no elevada a la conciencia como l_o que
tácito, que nos permite decir de algo si realmente es o no lo que ella es. De otro modo jamás tendríamos la norma que aplicamos
pretende ser. Pero ese principio, esa norma, no es otra cosa que a lo individual para poder decir de él "es esto o aquello". Qué
el ser. Lo es en la multiplicidad de los m_odos en que está rea- signifique ese "es", tiene que sernos ya ~ie~p_re conocido de al-
lizado, como naturaleza viviente o muerta, como hombre, como guna manera y, por cierto, en todas sus d1stmc10nes, en las cuales
comunidad humana y como sus configuraciones -es decir, Estado, designamos esto y aquello como siendo. Con ello se apunta al fun-
sociedad, arte, etc. ., damento de posibilidad de un saber filosófico universal, en el cual,
¿Qué significa, según esto, que en la sistemática filosófica lo como dice Hegel, no vamos tras la creciente profusi?n de los
sabido debe ser filosóficamente sabido? Significa que debe ser individuos, en una "mala" infinitud, sino que, :::intes bien, retro-
sabido en el principio merced al cual realmente es, y es en cada traernos lo sabido a aquello que siempre es para üosotn.,. la to-
caso ésto o aquéllo particular. Esa norma está, pues, ya presu- talidad en lo susceptible de ser sabido, es decir, al ser que en
puesta para que de la multiplicidad de lo dado algo pueda ser cada caso se ha realizado de diversos modos en tal saber.
· compendiado en un concepto y convertido luego en tema de una Aquí no debe ent~nderse, por tanto, esa totalidad c~m~o. un
ciencia empírica .. En este sentido, la filosofía pregunta por la concepto de suma, corno la incontable suma de la mult1phc1:Iad
realidad de otro modo que las ciencias. En ella se explicita aquel de individuos de gue decimos "es". La totalidad está, antes bien,
saber que ya tenemos que poseer para poder en general convertir respecto del individuo en ella incluido, en una relación análoga a
en tema de una ciencia, determinado ámbito del ente. la del organismo y sus miembros, del c1;1al también d~simos que,
A partir de aquí se comprende en forma provisional, por tanto, en cuanto totalidad, determina el sentido y la func10n de sus
en qué medida el principio formativo de una sistemática filosófica partes singulares. De acuerdo con esto, también habla Heg~l del
univers~l no es el de la integridad cuantitativa de Io que puede sistema en el que se articula esa totalidad como de un orgamsmo.
saberse en una época. Antes bien, lo único gue importa en tal El sistema es, por tanto, el despliegue de la totalidad ya siempre
sistema es el principio por el cual la multiplicidad de lo cognoscible comprendida de alguna manera, o sea, del ser, en cuanto prin-
en su articulación se convierte en una unidad susceptible del saber. cipio a partir del cual se determinan todos los individuos. Así,

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pues, cuando decimos '"es" refiriéndonos a la naturaleza, al mun- más que a un saber de co1:ceptos y c:Hvisi~nes, pero sin com-
do humano con todas sus configuraciones y a cualquier otra cosa prender el sentido de ese sistema. El propi~ Hegel . se vuelve
en la misma forma, ese "es" se comprende ya siempre como algo siempre contra semejantes intentos de car~ctenzar su sistema con
común, per~ de tal modo que justamente en cuanto algo abar- rótulos como "idealismo" u otros semejantes. En · tal caso, en
cante se articula en la multiplicidad de sus particularizaciones efecto se cree saber ya· perfectamente algo, cuando en realidad
debien?o te~~r también en sí mismo el principio y la fuerza par~ no se' sabe nada. La única forma efectiva de introducirse en su
tal articulacion.
sistema sería, por cierto,· volver a consumar ca~a u~o de los p~sos
. C?~ esto se?ª ?~tenido una primera claridad acerca de qué de su pensar, acompañarlo en el camino por el mismo recorndo.
sigruf~ca sa~r filo~oficamente _lo sabido. Según ello, la tarea de Naturalmente no es posible hacer tal cosa dentro del marco del
U_?a sistemattca uruversal consiste en elevar a la conciencia explí- presente trabajo, que nos exige limit~os a la discusión de un
cita: aquel ~aber acerca del principio, que ya siempre debemos concepto fundamental, para lo cual, pnmeramente, d~bemos _dar
te~~r, en virt1;1d del cual podemos en general unificar la multi- nn ráoido vistazo a la historia del nacimiento de este sistema.
plicidad; en ~irtu~ del cual podemos, por tanto, decir que efec- Lu~gÓ de muchos proyectos surgidos ya en su época de Privat-
tuamos experiencias de una multiplicidad de lo que puede sa- dozent en Jena (1801-1.806), Hegel expuso por p~~era vez est~
berse.
sistema en la forma en que ha llegado a ser h1storicamente efi-
. ~ero con _ello tan sól~ hemos llegado al comienzo de una expo- caz al ~omenzar su actividad docente en Heidelberg, en 1817, en
sic101:1 . ~el sistema hegeliano. Tal sistema únicamente puede tener su Enciclopedia de las ciencias filosóficas en ~ompendio; post~rior-
la rmsion de elevar a la conciencia lo que integra verdaderamente mente lo repitió dos veces en forma ampliada en sus lecc10nes
la totalidad, entendida como el ser en todo lo que es. Pero por de Berlín en la década del veinte. De la misma época proceden
de pronto, tan .sólo ~~ ha .car~c!erizad.? desde afuera la tarea' pro- las detall¡das exposiciones de algunas de sus partes, de la Lógica,
p~esta a· una sistemapca filosofica uruversal. Esta se ha mostrado la Filosofía del Derecho, del Arte, de la Religión -todas basa-
as1 como una tarea ~stablecida en la reflexión pensante del hom- das en lecciones de su actividad docente en Berlín (1818:-1831).
bre co~o .tal. En efecto, dicha reflexión trata siempre -cuando No es posible hablar aquí de su Fenomenolozía del Espíritu, r~-
n? }e hmtta meramente a la,.s necesid~des propias del "vivir al dactada al final de su actividad en Jena, entre 1805 y 1806, on-
día - de dar cuenta de que es propiamente esa realidad en la ginariamente concebida como introduccfón a la ~xposición de su
~~1 Y como lá cual el hombre se encuentra, de qué es el prin- sistema, y que se mantiene fuera del mis~o ..Precisamente la acla-
cipio, la fuerza que hace. srr a e~a rea}idad, de qué significa, por ración de la relación de esta obra con el sistema acabado cons-
tan!o, su ser, y e~to qmere d~ctr, cuál _es el poder bajo el cual tituye una de las cuestiones más difíciles y discutidas de la in-
esta ~~ hombre mismo entendido como su destino. Y semejante terpretación de Hegel.22 •
refle:x1on, aun llev_:1da a ~abo tan groseramente, no es para el La misión del sistema, según se ha mostrado, consiste en res-
homb.re algo q_ue el prac~ique,. acce.s<?riamente
. como juego intelec- ponder a la pregunta acerca de qué sea el ser que nosotros ya
t.ual o _para,.sat~sfacer un_ interes _teor1co,. sino que consiste en algo siempre conocemos en cuanto norma con que mensuramos la rea-
de lo que el tiene necesidad. El hombre tiene que saber cuál es. lidad y verdad de aquello de lo que decimos "es". Se trata, pues,
el poder del que debe dar cuenta para poder. llevar una vida co- de la pregunta por el principio, a partir de cuya comprensión se
rrecta y no .fracasar ·en todas partes en su conducta. abre la multiplicidad del ente en su relación Il)_utua y e~ el fun-
Co~prendida e.n tal sentido, la sistemática universal es una damento de lo que es de tal modo. ¿Por el ser de que cosa se
~area impuesta al hombre como tal -él es, por así decirlo e] pregunta? Por el ser de todo aquello de lo que decimos "es''.",
swov CTUCT"t'1}_µa.--rt.~wv: La posibilidad de solucionar dicha tare~ es por el ente en su totalidad, que denominamos mundo. Este es da-
totalm~nte !1;depend~ente de la cantidad del saber acumulado .. do como nexo del acontecer y del devenir. El ser es aquí prin-
A conttnua~ion estudiaremos cómo fue resuelta por Hegel y cuáles cipio en dos sentidos: en cuanto fundamento de lo que es ese
son los límites de esa solución. ·
nexo . en sus momentos singulares, de la esencia de las cosas y
. ,.No puede. ser nuestr? propósito..?. sin embargo, ofrecer una vi- de su legalidad; y en cuanto fundamento del hecho. de que ese
stan de con¡unto del sistema hegeliano, pues ello no conduciría nexo sea, de la existencia. Lo que de tal modo es fundamento,
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no está por su parte fundado en ninguna otra cosa; es absoluto.
de las ideas particulares. ¿Cómo debe ser. comprendida la Idea
¿Cuál es la respuesta de Hegel a la pregunta por el ser enten-
de manera que pueda ser pensada como Juzgan?o? Hepel · pro-
dido como lo absoluto? Partamos de la respuesta que da en el
sigue: "A partir de ese juicio, es que la I?ea primero solo es la
capítulo final de la Lógica la cual forma la primera parte de la
Enciclopedia . 23
7
sustancia única y general, pero es su realidad desarrollada, ver-
dadera, el hecho de que ella es como sujeto y, de_ tal manera,
Hegel ofrece allí la definición de lo absoluto que es la Idea:
como espíritu". Cuando Hegel ha~la de la ~ustancia g~neral , Y
"La Idea es lo verdadero en y para sí, la unidad absolu"ta del única que ella primeramente tan solo es, aphca ese antiguo ter-
concepto y la objetividad". Esto significa, tal como él lo explica mino para el principio del ser en cuanto aquello 9-ue yace en_ la
que no "debe tomársela como una idea de alguna cosa" -en eÍ base de todas las cosas. En la historia del pensamiento se ha m-
sentido, por tanto, en que hablamos de ideas como nuestras re- tentado determinar de muchas maneras qué sea esa sustancia.
presenta~ones, pudiendo luego preguntar cómo ellas corresponden Pero Hegel dice al respecto que su concepto desarrollado consi~te
a los obJetos y, cuando. ello sucede, decir que son verdaderas . en que la Idea es sujeto-espíritu. En la _Fenomenolog~a del Espírtt"!"
Por el contrario, la Idea es "lo verdadero en y para sí". Esto se afirma que todo el pensar ha tendido a concebir la sustancz~
quiere decir que es lo que constituye la realidad de los objetos como sujeto y esto significa, como espíritu pensante. Pero, ¿que
y lo que, al mismo tiempo, posibilita el que -podamos tener re- piensa Hegel al hablar del espíritu absoluto, o sea, del espíritu
presentaciones verdaderas, o sea, correctas de esa realidad· con- como lo absoluto? No se trata, para él, del pensamiento abstracto
siste, por tanto, en la "unidad de concepto y objetividad". No se de un supremo principio o un "supremo ser"; sino ql;e es Dios
trata, pq_es, de la idea de algo determinado, por ejemplo, del quien se ha revelado en el mundo, y revelado no solo en sus
hombre, de la naturaleza, etc . Antes bien, "lo absoluto es la Idea tres Personas, sino en la multiplicidad del ente .
general y única, la cual, al juzgar,* se particulariza en el sistema Así, pues, mando Hegel habla del ser o de lo absoluto, de la
de las ideas determinadas, que sólo son esto retornando a la Idea sustancia como sujeto, de espíritu, de Dios, del amor, de 1~ g~-
única, ~ su verdad".
neral absoluto o de la totalidad, todo ello es uno y lo mmno,
Las ideas determinadas son aquellas normas que ya siempre pero caracterizado en diversos sentidos y en diferentes estadios
tene~os y que,~º podemos obtener de la experiencia. Como ejem- de la consideración. Es el principio en el que coinciden todos los
plo s!-:Van las deformaciones" de la naturaleza, que proponen la opuestos que encuentra el ent~ndimiento al determinar el ente;
cuestlon acerca de dónde entreleemos que_ se trata de malforma- el principio del cual proceden tales opuestos, y cuyo modo de
ciones; acerca de dónd~,, pues, extraemos la norma. La tomamos actividad permite comprender el surgimiento de tales opues_~os
de _la idea en cada caso' determinada, particular; por ejemplo, de en su ordenación: "La Idea puede ser captada como la Razon,
1~ idea de hombre . Pero estas ideas particulares son particulariza- además, como sujeto-objeto, como la unidad de lo ·real y lo í?e_a!,
czones de la Idea absoluta . Esto significa que lo que en ellas es de lo finito y lo infinito, del alma y del cuerpo, como la pos1bih-
verdad, sólo lo :es por el hecho de que es particularización, mo- dad que oosee en sí misma su realidad, como aquello cuya natu-
mento. Hegel dice que las ideas particulares "se remontan a la raleza sófo puede ser concebida como existente, etc., porque en
I?ea c?m<? a su verdad". Quiere decir que se muestran como par- ella están contenidas en sí todas las relaciones del entendimiento,
ticularizacrones que arraigan en la Idea absoluta. Están manteni- pero en su infinito retorno e identidad" .24 La Idea absoluta e~,
das, conservadas, aseguradas en la Idea absoluta. En esto reside la por tanto, la unidad de los opuestos y el principio de procedencia
i~tele/ciÓn fundamental de Hegel: nada singular puede ser para y de superación de los opuestos. , .
si; solo puede ser en cuanto momento de una totalidad viviente· En virtud de tales determinaciones se aclara lo que aqm sig-
como un momento finito que con su muerte retorna nuevament~ nifica Idea. No se trata de la idea platónica que, como la ~u~,
ª. 1~ totalidad. ~a Ide~ absoluta tiene que ser la fuerza y el prin- Permite ser y manifestarse en el lugar supracelestial a la mult~pli-
cipio que perm1te salu de sí y retornar a sí a todas las particu- cidad de las ideas, modelos de las cosas particulares en su a~t1cu-
larizaciones.
lada variedad. La Idea absoluta y la multiplicidad de las ideas
.. Pero, ¿cómo debe ent_enderse esta procedencia? Al respecto particulares tienen, por cierto, la misma función ,que en Platón:
dice Hegel que la Idea, Juzgando, se particulariza en el sistema antes de toda experiencia tenemos que haberlas contemplado ya
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.,,,. ....--;

en <:,n~nto la medida según la cual medimos la realidad del ente el cual éste reflexiona. Esta relación posee la estructura formal
empm~o para ·poder decir de él, en cada caso y pese a su im- del ser-uno en el ser-separado de la que parte Hegel ya en sus
perfección, a .su deformación, "es ésto o aquéllo", "es un ente proyectos más antiguos.
de est,a _esenc~a, hombre, animal, etc.". Pero la Idea absoluta y La actividad de la Idea, con la cual ésta opera co1:10 fuerza
las multiples ideas parti~ulares no existen, como en Platón, sepa- en las cosas, permitiendo que éstas surjan como particulare_s. e
radas del mundo en~en~do como totalidad de los entes particu- individuales, es, por tanto, pensar=juzg~r. L~ uno se ?esphega
lares con sus dete!mmaciones absolutamente contrarias. Pues jus- allí en lo múltiple en los opuestos, y sigue siendo en estos, no
ta?1_ente cont:a , dicha separación estaba dirigida ya la pregunta obstante ello lo ~no. De tal modo, llega a ser comprensible la
cr~tic! _de Anstoteles a Platón: ¿cómo pueden las ideas ser un proposición ~ principio oscura: "La Idea se particulariza, juzgan-
prmcip1? que hace cqmprensible el mundo en lo que éste es, si do en el sistema de las ideas determinadas". Cuando Hegel habla
~Ilas existen separadas de tal mundo y de las existencias empíri- de' juicio (Urteil) siempre resuena allí el pensamiento de la parti-
cas ~n. un lugar supracelestial? En efecto, el ser del mundo es ción originaria (Ur-teilung) del uno absoluto .. Todo lo que es Y
movL~ento, el ente está en constante transformación y movimien- acerca de lo que decimos que realmente es, tiene que ser conce-
to, ¿como puede, pues, el cosmos, en sí reposado de las ideas bido, por tanto, como resultado de la ácfividad de la Idea., .en
hacer comprensible el movimiento? ' cuanto juzgar. Ello es lo que en cada caso mtegr~ el ser es~ecifico
. Las demás, determinaciones de la Idea enunciada por Hegel in- de las cosas singulares. Y cuando hemos concebido en que lugar
dican de que modo el concepto hegeliano de la misma se dife- está éste, dentro de la actividad judicativa de la Idea, hemos con-
rencia del platónico. Ya se .mostró que la Idea absoluta es la uni- cebido entonces qué es su realidad; o sea, aquello de lo que ya
dad de l_os _opuestos y el principio del que los mismos proceden, siempre hacemos uso cuando decimos respecto. de algo: "es esto
Y esto s1gmfica qu.<: es la fuerz~ que permite surgir a todos esos o aquello". Ello ha recibido su lugar en el si~tet:1~, que no ~s
entes en su oposicton. Pero, ¿como puede ser 1a fuerza que lleva sino el sistema de la· producción regulada del mdwiduo a partir
a c~~o esto, la fuerza del ser de las cosas? ¿Cuál és el modo de de la actividad del uno absoluto, de la Idea.
a~ttvzd~d ~e e!a fuerza? Se indicó que esa actividad era la "par- Esto no significa, por cierto, q':e con ello ?isl?o:1gamo~ ~e un
t1culan~ac1?n Juzgante". Qué significa ello se sigue de las otras principio para derivar la existencia de todo mdividuo fact1co a
det:r!11mac10nes ya nombradas de la Idea. Esta fue definida como partir de la actividad judicativa del espíritu absoluto. Hegel re-
espmtu, razón, sujeto.a. La actividad específica del espíritu, em- chaza tal deducción y se burla de quienes comprenden la filosofía
pero, es el pensar/ y este se lleva a cabo en juicios que se ex- especulativa en ese sentido.25 En todo individuo fáctico sólo im-
presan en propo_siciones, tales como "a es b", etc., cada una de porta, ante todo, la comprensión de lo esencial, o sea, de aquello
las cuales constituye un paso, en sí concluso, del juzgar. Pero en que lo podemos reconocer como esto o aquello.
~.quello que aco.q~ece en el juzgar, de suerte que Hegel puede de- De aquí se sigue, además, lo siguiente. Si la Idea absoluta,
signa:lo como la fuerza de la particularización, se puede aclarar comprendida como sujeto, como espíritu, no es otra cosa q:1e píos;
en v1rtud. de lo. 9ue conocemos en todo momento, incluso en y si es Dios quien se revela en el mundo en cuanto multiplicidad
nuestra vida cotidiana, com~ n:1es1!.? pensar. En efecto, al pensar del ente, en tal caso la exposición de la actividad de Dios en la
corre~pon~e el e~amen, }~, meditac10n. Al preguntarme, por ejem-· que él crea el mundo y lo mantiene en su devenir, no es sino la
pJo, . ¿que has visto alli? , recuerdo lo que ya estaba en mi con- exposición de los pasos del juzgar en los que un juicio atrae al
cienci~~ me. vuelvo retrospectivamente hacia ello en un acto de otro .tras sí y exige la exposición de la Palabra divina con la. c~al
r~fle!zon. Sm embargo, en la reflexión en cierto modo nos es- Dios llama el mundo a la vida. Hegel comprende la Palabra divma
cmdi?Ios en ,~ª conciencia que :ya teníamos y aún tenemos -"yo como juzgar (Urteilen) por cuanto allí resuena para él la idea del
he vis.to eso - , Y _la concrencia.. que vuelve a convertir tal cosa enjuiciamiento (Gericht) del ente mundanal y finito. Vimos, por
en obJeto. ~os escmdimos y, no obstante ello, seguimos siendo . lo demás, que en cada juicio, entendido como resultado de la. re-
uno Y el mismo yo .. Tenemos ~n este caso el modelo originario flexión, yace ya un principio de desunión. Descompone al suJ~to
de aqu~llo que constituye la unidad de los contrarios: yo soy uno en sus· predicados, retorna reflexivamente a lo juzgado, examma
Y el mismo, pero de dos modos: el que reflexiona y aquel sobre lo que éste ya tiene en sí; el sujeto se duplica, pero sin embargo

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. . bién él es Esto quiere decir que también


es allí uno y el mismo sujeto pensante. De esta suerte, todo tiene conciencia, y tdam l r d. d pero aquel momento en que
juicio es una resolución: "la Idea se resuelve" a su desunión con- él es un momento e a tota ~ .a .' d , misma En efecto' tan
sigo misma. Son las resoluciones de Dios en las cuales es creado dicha totalidad llega a la conoei:cia . e ;~r tanto. también la na-
el ente. sólo en re~ación con esa su. conoinf~ª'extraño. D~ modo que in-
De tal modo, la Idea, lo absoluto, Dios, constituyen el principio turaleza nge como _lo_ ?Jro, cola naturaleza, en cuanto lo mer~-
del movimiento en vista del cual todo ser debe ser comprendido clusive esa contraposic10n de ; sabe es una contrapos1-
en ·su realidad, en su verdad. Pero la consecuencia lógica de los mente objetivo, enfrenta~o al syuJe~o, ;:.1ee por
. ., d t del ser consciente. s1 e '
;u parte, es también
. . d 11
juicios constituye tan sólo la armazón pura, abstracta y conceptual oon en ro d l totalidad, es entonces, en vista e e o,
del movimiento; aquella forma suya que debe. captarse, por así un momento dentro e a . . . del ser se revelan por vez
dec;:irlo, puramente en el pensamiento, en el concepto. Así puede el lugar en el qu: el ser y ;} pr~~~p~l hombre, sino también para
decir Hegel que la Lógica, con la cual comienza el sistema, es la
exposición de Dios tal como él es en sí, dentro del propio prin-
prim~ra y' por c1lerto'
sí mismo. En ta senti .º' ª
?J si o !aturaleza es el espíritu en su ~e!-
, n ello es una ascension
cipio de su actividad, antes de la creación del mundo finito. La otro. La acti":i;fad de ~ws _com~ ;;r~¡s:~¿rno del espíritu, desde
Lógica, en cuanto exposición de Dios, es la manera en que Dios en la revelacion para s1 rr:_1smho, . ., 1·smo El sistema por tan-
se conoce pensando, y en la cual, aquello que primero fue re- . . ., 1 extrano acta s1 m . ' . ., d l
su ena1enac10n · en· o n l a exposicion
' . . ., de esa vía de revelaczon· .,e
presentado en imágenes como su revelación, se expone en la co- to, no consiste smo e t de una exposición de esa v1a
nexión conceptual puramente abstracta, como despliegue de su , . b l t Pero no se tra a ··
espmtu a so u o. 1 1 libro sino que el proceso expositivo
actividad entendida como progreso en los pasos judicativos. para los hombres que een e .. ., ' como todo lo que es, un
La exposición de la plenificación de estas relaciones puramente · ., d sa exposic10n es, ·
y 1a recepc1on e e . . E algo que acontece en e1 mun-
lógico-conceptuales con un contenido concreto es el objeto de las momento en ese cammo m¡.y~10.f ~omponga esa exposición. Pero
otras partes de la En;r:iclopedia. En ellas se relacionan retrospectiva- do el hecho de que , este 1 ºJº ºde la totalidad,. ·sino que es el
mente ]as particularizaciones de la Idea con la legalidad fundamen- este proceso no esta separa o 1 ta la revelación en el saber ab-
tal desarrollada en la Lógica. Sus particularizaciones fundamen- lugar en que s~ con~uma 1yl co::;p e~ que el espíritu absoluto está
tales lo son en cuanto naturaleza, espíritu subjetivo y espíritu ob- soluto de la filo,sofia, e ~g d t 1 modo que no sólo es re-
jetivo. Por espíritu subjetivo debe entenderse ~l alma individual, ahí, en y para _si; y, po~ cier~~ ~ed: llegar a ser sabido en el
la conciencia del hombre; por espíritu objetivo deben. entenderse presentado en imagen, sn~¡° q p esta la pregunta fundamen-
aquellas estructuras del m;:undo producidas por el hombre en cuan- pensar. Aquí ha encontra o s:l re:~era ya en sus proyectos ju-
to ser anímico y pensante; esto es, las formas de la sociedad, tal de Hegel, aquella de la cu , prelación viviente con Dios, por
del Estado, del arte, de las religiones históricas y positivas. · veniles, o sea, 1~ preg_uhta p~~ ia debe ser cosa de una exalta-
Si bien no podemos entrar en una exposición detallada, acla- la unión con D10s. Die a um_on_ no es éste es vacilante, tran-
raremos el sentid6 de esta relación retrospectiva únicamente en lo· ción mística ba3ada en el s~~tim1~to, r~~stente sólo puede ser la
que atañe al desarrollo del concepto de naturaleza. La naturaleza sitorio y enganoso. La umlon re y Es reconocimiento pensante
es determinada como la Idea en su ser-otro. Esto significa que . ., · 1 ber y en e conocer.
umon en e sa . . h bre en cuanto un momento en
ella se nos da primeramente como el rei_no de. aquello que se en- de Dios y autoconocim1en~~ de\ i : En tai sentido, es asunto de
frenta a la conciencia, al pensamiento; como algo absolutamente el acontecer de la revelaci~~ d v 1· ber absoluto cumplir lo que
otro, como objeto. Por de pronto, el espíritu no se reconoce para la filosofía en su consumac1on en e sa D. 26
nada en ella. Tan sólo se reconoce allí donde encuentra algo se- f
ya la Biblia exigía del. homl~re: conocer ió~º\ue no pudo serlo
mejante. Ahora bien, ya se mostró que, en todo lo que es, es Con esto debemos conc mr edstla e~po~ ~ ' partir del cual se
uno y lo mismo. En efecto, decimos "es" de todas las cosas en .
del sistema, .
smo , ·
unicamen te e prmc1p10 · a
la misma manera. Es, en cuanto ente, un momento de la totalidad forma el mismo. · .bl he contra el carácter
que no se desprende <le ésta. Es un momento en la revelación La discusión de un comprensi ed.reproc_ d roa's amplio co-
de· Dios. Sin embargo, la naturaleza· tomada por sí misma nada · h ·
concluyente de die o prmcip O · •
· i pue e servir

e ·
• io no se apoya
sabe de ello, porque no posee conciencia·. Tan sólo el hombre mentaría. En efecto, se pregunta s1 ese prmcip
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86
. '

----·,

el espíritu. Lo real por antonomasia, y el ~un?~mento de t?~ª


sobre una afirmación ab~~lutame~te arbitraria. El principio del realidad sólo puede ser, por tanto, espirltu, prmcip10 de fo~macron.
ser en todo ente. es espmtu, raz~n pensante y juzgante; y no En tal sentido cuando el materialismo habla de la materia como
otra cosa ~s el Dios de la Revelación cristiana. ¿No implica ello de un principi~ · contrapuesto al espíri!u, entendi~ndola com,o prin-
t?mar .Partido,_ en una forma no fundamentada ni fundamentable cipio de existencia, no es capaz de mdicar en reahda~ de 9ue habla .. ·
~o~~ficamente, por un ~dealismo ci:i~tiano? ¿No se oculta con ello, Pero aun en el caso de que se admita la pertmencia de esta
ilegitimamente,_ lo 9ue piensa. el espir~tu, no pudiendo comprenderse argumentación, sigue en pie la otra. pregunta: ¿no hemos obte-
de mo1o algun? com? deba mtroducrrse en el pensamiento puro el nido con ello únicamente el pensarruento abstracto del m~do en
~onterudo que .este piensa? Se puede admitir que pensar signifique
que debe ser pensado un último principio. del ~er, e,s decir, en-
.mterpret:1; algo como esto o aquello, decir lo que es; y que toda de-
termmac10n de algo como lo que es suponga la visión de su idea tendido como espíritu=pensar? ~Podemos ir 11;ª~ alla ~el .P~nsa-
miento de Aristóteles en el sentido de que el último pnncip10 es
en cuanto norma. ~ero, ¿no es ésta tan sólo la / arma en que es
pensado un cont:-~do dado? Ella misma es ciertamente pensable,
vov<;, espíritu, el c,:1?1 no es s!n? e!. pensamiento abstrae.to de
un supteino ser espmtual? ¿Que 1ust1f.ica a .H~gel para decir que
y, por ende, espmtual. Pero, ¿cómo puede aquello que yace en
ese principio no es otra cosa_ >]ue ~l Dios cnst1ano revelado co~o
la base en cuanto fundamento del hecho de que en general sea
sujeto-persona? Hegel no bnnda runguna prueba de ello. Su filo-
algo pensa~!e, de, 9ue exista en esa forma pensada, ser por su
sofía no se propone como meta demostrar con argumentos la
parte tambien espmtu? ¿No es, más bien, lo que hace que exista
existencia de -Dios, derivándola de principios generales de la, ra-
en ge~e.ral algo peµsable en su forma pensable, algo distinto de
lo espitJtual -acaso, rr:ateria? Admitido, por tanto, que toda for- zón. La respuesta que hubiera d~do a la pregunJa de Pº; que e~
principio de todo ser es el D10s revelado, solo podna rezar.
ma en la que alg.? existe com.o ente proviene del espíritu, del
pensar, ¿no tendna que ser, sm embargo, algo distinto el fun- "Porque El se ha revelado". Tenem°: _qu~ ,tomar, pues, ll?uy s;-
riamente y al pie de la letra, su verificacion de que la filosofia
damento 1e su :~~tencia en dicha forma? El principio, la fuerza
que permite existir al ente, el fundamento del hecho de su ser no tiene que ver sino con la realidad. Pre~nta por ella, pero .de
modo filosófico. Esto significa que la realidad de?e ser ~on~cida
¿;1,0 tendría que ~er. ~lgo diferente del espíritu? Con su afirma:
cion de que el prmc1p10 de .todo ser es espíritu, ¿no ha ocultado en el principio de su ser real, al que ella ya r~~te en si. mi~1?ª
Hegel en una parte lo que tiene que ser entendido como principio tal como es experimentada. La filosofía espe_culatzva I?-º si~mfica
del~r? · ninguna otra cosa que ésto; no es especulat~va: ~n el sentido. de
. La respuest~ a estas objeciones, tal como debe darse en el sen- que construya la realidad a part~r de ~n prmcipic::,, sunremo sim-
.tido. ?;l propio Hegel, está relacionada por su parte con una plemente pensado. Ella es tan solo la interpr~taczon de la ~xp~- ·
riencia ya hecha, en vista de lo que la convtert; ~n e.xperzencza
t~~dicion que. lJega hasta 1~ ~n~igüedad. Ella debe rezar: si qui-
sieramos ~1mltlr __ que el prmctpio de todo ser fuera algo distinto de la realidad. Parte, por tanto, de esa base facticamente da1a
de lo e~pmtual o de lo captable en el espíritu y a éste referido de nuestra experiencia, y pregunta por su fundamento; es ?ecir,
-:-por e!emplo~ la materia-, entonces tendríamos que poder enun- por el radio de acción · en que aquella se mueve. Y este radio d~
ciar que sea esta. Tendríamos que poder determinar eso último acción es el de la Revelación cristiana: "Hasta allí y desde allí
que yace en la base, el fundamento de que algo sea como algo va la historia". .
con tales y cuales predicados. Tenddamos que pensarlo, por tanto, La razón pensante, mediante la cual Dios deb~ ser conocrdo
en una forma; pues en caso contrario nada podríamos decir de por el hombre, no consiste, por tanto,. en una c~paci1ad que t?m,a
ello y tampoco podríamos pensarlo en modo alguno. Pero en su medida de la visión de un lugar situado mas alla de lo histo-
cua?-~º hacemos est?, . tenemos ya . alg<? distinto, esto es, algo ricamente experimentado; y que luego, con tal medida, pu~de
esptntual, y no una última maten a sm nmguna f arma. La materia probar la verdad de lo experimentado -inclusive d; ~a experien-
como tal sería lo absolutamente no pensado ni pensable· esto cia de la Revelación. El conocimiento no es un medzum en que 27
es: nada. Por tal razón, Aristóteles caracterizó la materia Aftima se refracte algo dado, sino la irradiación de lo absoluto mismo.
como- un _no-ente, comp posibilidad (en sí misma impotente) de Esto significa que tan sólo en la luz de lo absoluto revelado la
llegar a ser esto o aquello en la medida en que sea formada por Razón del hombre es, en .sí misma, razón entitativa. Fuera de esa
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88
gar pensante; pues Dios es espíritu=sujeto=sujeto pensante, Y
luz Y ~p~rte. de ~lla, 'la razón no es una capacidad de conocer pensar es juzgar. Pero con tal equiparación, ¿no es pensada nue-
algo, m_ s19~1er~ tiene nada que pueda conocer. vamente la razón divina según la norma de lo que conocemos
d N<? hgmftcan~ reparo alguno contra Hegel formular la pregunta como nuestra humana razón, la cual justamente es juzgante-pen-
e s1. ºf en dia P1:ede recurrirse a la Revelación como a una sante y no puede ser· concebida de ningún otro modo? ¿No se
exPienenc:;a con . la misma naturalidad y evidencia con que él -el erige secretamente otra vez a la razón humana en juez de lo
teo o~o e Tubmga- pu?o haberlo hecho; de si no hace ya mu- fácticamente experimentado y de la Revelación en su facticidad?
dho tiempo .que la humamdad ha perdido ese horizonte obligatorio Con ello, ¿no se presenta nuevamente, en lugar de la simple in-
e su propia autocomprensión general, el cual permitía aún en terpretación de la realidad en vista del principio de su ser real,
, a~ue.l en~onces, hablar quizá con cierto derecho de un "Occid~nte la construcción anticipada de lo que en general debe ser posible
cn~t~~no .· En _efect.~, precisamente la pérdida de vitalidad de la como realidad partiendo de conceptos de la razón? ¿Y no se re-
rehg101;1, la ena1enac10n del hombre respecto de su relación viviente cubre nuevamente, en tal caso, la experiencia que Hegel quiso
con J?10s Y, consecuentemente, la enajenación frente a su propia interpretar como experiencia de la realidad? Es posible continuar
esencia fue ya ~nto:ices -?1ucho tiempo antes de que se presen- la objeción hasta la pregunta de si no se habría obtenido la de-
tara en la conciencia comun - comprendida como el verdadero terminación de la esencia de Dios por la vía de una hipótesis de
problen:ia de la época. Y. del futur~ por el círculo de Tubinga en la razón humana en razón divina. De esta índole fue la objeción
que ~I }?ven Hegel recibiera su dec1S1vo cuño. El intento de Hegel que, desde Feuerbach, los jóvenes hegelianos dirigieron contra su
consldtio en m?strar que esa enajenación sólo puede ser superada maestro. Pero de allí extrajeron la consecuencia de que Dios, por
cuan o 1a razon,. recuerda nuevamente, en virtud de que ella es tanto, no era más que un ideal ilusorio del hombre, el propio ser
en general, razon Y, con ello, consistió también en señalar qu~ de éste proyectado a partir de sí mismo. No Dios, sino el hombre,
todj/ las_ otras respuestas a la pregunta por el principio del ser la humanidad, el género humano, sería entonces lo absoluto -y,
Yª n sido superadas 1Y,. han,. resultado insuficiente~, incluida ade- en verdad, no el hombre en cuanto simple ser racional, sino ante
1
1
mas a respuesta de qu.e seria, por ejemplo, la materia. Aun en. todo como ser sensible y corporal. De tal suerte, la extrema ele-
el caso de que se adnuta ese desprendimiento respecto del hori- vación del intento filosófico especulativo del conocimiento de
donr,.e de la Revelación cristiana, no es posible indicar hacia dón- Dios- pues como tal debe considerarse al sistema hegeliano-
l e este jebe de haber :onducido, porque no hay ningún posible p-arece llevar en sí mismo el germen de su propia superación.
u~ar senal~ble por medio del cual pudiera determinarse ese hacia En esta cuestión puede hallarse el fundamento del hecho de
· donde. As1, pues, todo el:~ 3:fán de Hegel consiste en recordar que la filosofía de Hegel haya fracasado y se haya "derrumbado"
aquell<? que, en cuanto experimentado y olvidado, es el principio su Idealismo, y ciertamente en el sentido de que el decisivo círculo
a partir d~! cual nosotros somos y nuestro mundo es; y· única- histórico de sus discípulos trastrocó su filosofía justamente en su
meSte ,en vista del cu,.aI ese mundo es cognoscible en su verdad contrario. Este fracaso del sistema no radica, pues, en la ina-
e~un esto, la raz.on de~ hombre no es la capacidad que po; Stt barcable profusión del saber, sino en el hecho de que su principio
propi~ esfuerzo nos_ permite sentenciar sobre la facticidad de esa es en sí escindido, de tal suerte que con él no pudo alcanzarse
experiencia y examinarla en su verdad, sino que es razón única- el fin propuesto.
men!e en la luz de la Razón divina revelada. De este modo He- Ello no obstante, de su sistema queda en pie el hecho de que
?el mt~nta hacer p~~ en una base en que se supera y llega 'a ser _ la tarea sigue siendo para el hombre la de recordar cuál sea el
mesencial la opos1c10n entre la religión de la razón · I 1· ·,. principio de la existencia, en el c~so de que no deba an?ar fluc-
revelada. Y ª re 1g10n
tuando sin asidero en un mundo mabarcable. Pues tan solo cuan-
,. Ahora ~ien, si la '!1,_eta de Hegel debió haber sido también, se- do merced al pensar cobra conciencia de esa su posición ante lo
funl estd mterpretac1~~' la subordinación de la razón humana a absoluto, puede el hombre alcanzar la unidad de todo su saber
a uz e .la Rev<:1ac1on. en su facticidad, habrá que preguntar y con ello también la unidad de su existencia. Entonces, y a
entp:ices si alcanzo ese fm y, con elló, cuáles son los límites d
su sistema. e
l;
p~sar de ínabarcabilidad del saber de las ciencias, el ~o~bre
será capaz de orientar su vida no como un autómata especiahza~o
De acue.rdo con el sistema debe ser posible exponer en la Ló- o como un funcionario~ sino a partir de la unidad de su propio
gica las resoluciones del Dios que se revela como pasos del juz-
91
90
ser. Por cierto, par; ello debe desechar la esperanza de He l
de enc¡°trar e:pue~ta en. una amplia Lógica la Palabra de nfis V. EL PROBLEMA DE LA DIALECTICA
-:por a cual el mismo se el).cuentra alcanzado- y d l
as1 al saber absoluto. · e e evarse

LAque permite conocer


del marxismo de poseer un método científico
PRETENSIÓN
en toda su necesidad el camino y la
meta de la historia, nos enfrenta ineludiblemente a la pregunta
por la esencia de la dialéctica. En efecto, el conocimiento de la
dialéctica permitiría concebir al comunismo como el «enigma re-
suelto de la historian y reconocer, en el análisis del curso histó-
rico y de la situación en cada caso presente, la legalidad de su
movimiento que _necesariamente tiende a esa meta. De acuerdo
con esta convicción, el conocimiento de la dialéctica, sin embargo,
no es meramente teórico, sino más bien el instrumento del obrar
político-social que informa acerca de 1o que hay que hacer en
todo momento en vista de aquella finalidad. Si esta meta debe
ser realizada mediante la revolución del proletariado, el conoci-
miento dialéctico, por tanto, ofrece el hilo. conductor para la estra-
tegia y la táctica de la revolución. Toda discusión con el mar-
xismo que no deba atascarse . en meras cuestiones exteriores y ·
superficiales, tendrá que vérselas con la mencionada pretensión.
Ella es constante en todas las transformaciones, desde Marx hasta
la época actual, y allí arraiga del modo má~ profundo el poder
histórico universal de este movimiento y su insuprimible oposición
contra el mundo no comunista. Enfrentarse a tal pretensión no
puede significar otra cosa que proponer la pregunta por el con-
tenido de verdad de la tesis atinente a la estructura dialéctica de]
universo y del método correspondiente de conocimiento concebi-
do como necesario hilo conductor _para el obrar político-social.
Para plantear correctamente esa cuestión, es necesario ante to-
do hacerse presente el contexto histórico en que se desarrolló el
problema de la dialéctica desde Hegel, pasando por Marx, hasta
el marxismo posterior. En la medida en que se _trate de contextos
ya conocidos y muchas veces examinados, la oposición habrá de
92
93
:ecur~ a ciertas simplificaciones esquemáticas y renunciará, en orientación hoy en día oficial y la única con eficacia política his-
mteres de la brevedad y claridad a fundamentar en todos los tórica dentro del marxismo-leninismo, se opone enérgicamente a
casos sus afí::11aciones con la reít~rada remisión a los textos y esta afirmación de una esencial diferencia en el concepto de dia-
léctica. Estigmatiza como un desvío todo ensayo de revisar la
la co~!_?nt~c1on co:i otras interpretaciones. En efecto, en esta doctrina oficial, en particular aquel que ·recurre a los plantea-
expos1c19n importara ante todo mostrar cómo el desarrollo del
problema de l_a dialé~t~c~ descansa sobre supuestos últimos que mientos del joven Marx. Pero ~ste hecho no se funda en consi-
desde un comienzo dmg1eron el pensar metafísico de Occidente deraciones teoréticas, sino en cuestiones tácticas y estratégicas
propias del Partido. 29 De tal modo, no interesa aquí la refutación
Y cómo han ~ido justamente éstos los que no permitieron apo~
de la concepción marxista-leninista de la esencia de la dialéctica
derarse del nucleo de verdad yacente en la tesis de la estructura
dialéctica del universo. No es, por tanto, tarea de este examen elevada a la categoría de dogma. Ello sería filosóficamente tan
simple como completamente inútil desde el punto de vista político.
comprender si1:1p}e1?-ente el contexto histórico propio del des-
Una posición dogmática sostenida por razones políticas no puede
arrollo de la d1alect1ca para obtener desde allí todo lo más otras
ser quebrantada mediante argumentos filosóficos. En tal sentido,
perspectivas propicias para criticar al marxism'o. Pues toda 'crítica
la parte principal de la presente investigación estará constituida
toma muy a la ligera su misión cuando se da por satisfecha con
por la comparación de la dialéctica en Hegel y en Marx; un vis-
la. 1:11era comprensión de los límites y contradicciones del objeto tazo al proceso de decadencia de la misma a partir de Engels
c1:1~1ca~? y d~ ?u procedencia histórica. La crítica posee una sig- sólo será necesario en la medida en que contribuya a presentar
mfi~ac1on :P?s1t1va tan sólo cuando de ella resulta un camino para aún con más claridad el problema objetivo oculto tras el desarrollo
la 11_1tele;:c10n _del problema que, por no estar aún solucionado,
configuro prec1sa~ente .~l motor de ese desarrollo. Si es posible de la dialéctica.

.
. •.: ·--- fundamentar !~ afirmac10n. de que _el desarrollo de la dialéctica y
de la pretens1on d~l marxismo derivada de la misma se consuma 1. El fundamento de comparaczon de la dialéctica en Hegel y
to!ah;nente .d~n.tro, del. margen de supuestos básicos del pensa:. Marx. - Derecho y necesidad de una interpretación filosófica
miento metaf1S1co oce1dental, de los cuales puede ser derivada
entonces sería inútil querer salir críticamente al encuentro d~ de Marx
aquella pretensión con argumentaciones que · asimismo se mueven
¿En qué medida puede preguntarse por un concepto de dia-
dentro del margen de esos supuestos. Antes bien, será necesaria
léctica perteneciente por igual a Hegel y a Marx, aunque este
una transformación tod~vía mucho más radical del pensamiento
último no haya tenido el propósito de contraponer a la filosofía
p~ra contraponer algo bien fundamentado a la pretensión del mar~ de Hegel otra filosofía y un concepto de dialéctica discrepante
x1smo. El presente examen tendrá que limitarse al intento de con el de aquél, pero, de todos modos, comparable en vista de
o.frecer algunas indicaciones al respecto, ciertamente muy provi-
algo común? ¿No implica todo intento de semejante comparación
s10nales y menesterosas de posteriores perfeccionamientos.
el desconocimiento de que Marx no quiso desarrollar una filosofía
El tema de la investigación, según ello, consiste en el desarrollo
sino realizar la filosofía? ¿No hay entre Hegel y Marx toda la
del problema para cuya solución fue formada la dialéctica !l. partir
distancia que media entre una filosofía entendida como interpre-
de Hegel, de modo que se vea por qué fracasó su solución. Es
tación teórica del mundo y un modo de conocimiento que sirve
natural, por tanto, que esta consideración no pueda orientarse
exclusivamente a la praxis revolucionaria y a su aclaración?. ¿No
según ~º. que el_ 1:1arxismo-leninismo, hoy determinante en el cam- radica necesariamente ya en este intento de comparación la re-
po político, califica de dialéctica. Muchas veces ha sido probado
ducción de los conocimientos de Marx a "pura" filosofía, des-
q;1e. en este caso se trata de una corrupción del pensamiento dia- apareciendo así la esencial diferencia de la teoría marxista frente
lect1co, que tuvo lugar ya desde el intento de Engels de una a toda filosofía? Son éstas cuestiones de principio que atañen al
"salvación de la dialéctica" .28 sentido y al derecho de una interpretación filosófica de Marx.
El problema que yace en la base de la formación de la dialéc-
En cuanto tales, han sido propuestas últimamente por J. Haber-
tica sólo puede ser captado, por tanto, allí donde aún sea posible
mas.30 Será por eso indispensable tomar posición respe~to, d~ ellas
~a1?lar de una dialéctica en sentido auténtico, y tal es el caso y mostrar de qué modo la comparación entre la d1alect1ca de
umcamente en Hegel y en el mismo Marx. Es verdad que la
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94
Hegel y la de Marx n~ se ve afectada por tales objeciones. · ejemplo, que los poderes que hacen ser y suceder al !1mndo tal
El punto de partida de la comparación lo forman algunás como es son dioses o demonios a los que se debe satisfacer con
cuestiones comunes que saltan a la vista: ofrendas' o conjurar para tener éxito en_ las empresas; o cuando
l. Tanto para Hegel como para Marx la dialéctica no consiste creen estar dirigidos por la idea de un Dios creador y de su ~ro-
32
en un simple método de conocimiento, sino que es ley de la videncia, entendido. como causa primera de todo ser y devenir .
cosa misma a conocer; Se comportarán de otro modo, en cambio, cuando ese fundamento
2. para ambos, la concepción de esa ley posibilita la concep- sea concebido como una legalidad mecánica y ciega del acontecer
ción de la meta de la historia y del "sentido" de las frases sin- mundial o como la legalidad propia de la dialéctica. También
gulares del curso por ella prefigurado; esta última pertenece, por tanto, a _los principio~ que pueden con-
3. para ambos, dicha concepción no es sólo la "comprensión" ferir su último "sentido" a las acc10nes de la vida.
de su curso, obtenida por una consideración teórica, sino, por su Lo que experimentamos en nuest~~ mundo y, ~xRe:imentán-
parte, un momento actuante en ese curso mismo. doló, llegamos a conocer, es, en relaaon con, un prmapi~ ?e tal
En síntesis, puede decirse, por tanto, que la dialéctica es para ·clase, su maní/estación fenoménica. Frente ~ esta, el prmcip10 va-
ambos un principio, en el sentido del CXPXlJ aristotélico, un 1tpW'tOV le como la verdadera esencia de las cosas y procesos que se ma-
ES ou, un primer "de dónde" del ser, del devenir y del conocer.31 nifiestan· principio que se muestra y al mismo tiempo se oculta
Ella es la ley del ser y del devenir del mundo, y esto significa, de en ellos.' Este concepto general de esencia. es también ~l 9~e e_s5á
la historia del mundo. Con otras palabras, en ella se despliega en la base del concepto hegeliano de la misma en su significacion
el concepto de aquel poder que permite transcurrir al acontecer terminológica más restringida. E? ese sentid_o general, se acostum-
de tal modo que nosotros podemos luego establecerlo como curso bra a decir que se ha comprendido la esencia de una cosa cuando
en la experiencia. El conocimiento de esa legalidad, por tanto, de- no sólo se ha descrito esta última tal como se muestra en la
be permitirnos comprFnder por qué ese curso se realizó y tuvo experiencia, cuando no sólo s~ han_ registrado en ella notas ?e-
que realizarse precisamente así y no de otra manera; por qué terminadas y que saltan a la vista, smo cuando se ha comp~endi~o
justamente sazonó esto y no otra cósa en los fenómenos, y pre- por qué es así y no de otra man,era. Sobre todo en la filosofia
cisamente en esa sucesión. moderna se designa al principio como el fundamento del hecho
El concepto de la legalidad dialéctica del acontecer del mundo de que las cosas sean así y no de otra manera, como aquello que
se presenta, pues, tanto en Hegel como en Marx, con la preten- en cuanto sustancia yace en la base del ente. El ente transcurre
sión de incluir en sí la resguesta a la pregunta en que finalmente y se transforma, pero la ley o el poder que le permite ll~g~r a
desemboca toda reflexión y todo pensar humanos. Esa respuesta ser así, sigue siendo el mismo en cuanto lo que se mamfiesta
debe estar ya consolidada, implícita o expresamente de modo re- en el ente y en tal manifestarse se oculta.
flexivo y consciente o permaneciendo en la oscuridad de un mero En este sentido es la dialéctica, tanto para Hegel como Pª:ª
sentimiento, si el hombre quiere comportarse con algtma segu- Marx, un principio, CXPXlJ· Es la, l;Y .según la cual la sustancia
ridad en su vida y si debe aceptarla tal como ella fácticamente puede ser comprendida como ~ovil, , o . se~, el fundame?to ~el
es -para lo cual cuentan también sus esperanzas y expectacio- movimiento en que todo ente viene facticamente a la_ existencia.
nes-, y no caer simplemente en la desesperación. Se trata de la Es· el fundamento del ser y, por cuanto todo ente es siempre alg?
respue~ta a la pregunta por un último "por qué", por el funda- realizado en una conexión del devenir, es fundamento del devenir
mento del ser. La certeza en vista de tal fundamento --certeza Finalmente, es fundamento del conocimiento, ~ues ha_Y que aten-
de que tiene necesidad siempre el hombre en cuanto individuo y der a tal principio para comprender por que algo es en cada
también en cuanto comunidad- no es la meramente teórica pro- caso , así y no de otra manera. . ~ .
pia de una "concepción del mundo" que uno pt1ede o no permi- Con esto se ha obtenido aquel concepto f!..eneral de dzalectzca
tirse, como si fuera un decorado de lujo de la vida; es, ante en vista del cual Hegel y Marx son comparables entre ~í. .se trata
todo, una certeza práctica que dirige la vida en sus valoraciones del principio del movimiento que consiste en un movimiento de
y en sus correspondientes finalidades. Según su contenido> difiere la realización del ente. Es la ley de la esencia en todo acontecer,
y varía históricamente. Tanto una comunidad como un individuo cuya exteriorización o maní/estación fenoménica es. todo lo que
se comportan en cada caso de modo diverso cuando creen, por experimentamos empíricamente.

96 97.
. -----

. E? ~ierto sentido, esta determinación general del concepto de como lo muestra una mirada a sus escritos juveniles). Con ello,
dial~cttca_, es 1:uranz,e7:te formal, con ella sólo se ha caracterizado en modo ·alguno se pasa por alto el hecho de que Marx partió,
la sztuaczon ststematzca y la /unción que tal principio asume en más bien de una cuestión totalmente distinta, a saber: de la
general en la organización de la existencia humana -inclusive pregunta 'por el estado actual de la sociedad y acerca de cómo
allí d<;:mde no es explícitamente elevado a la conciencia filosófica el mismo podría transformarse en estado humano. La respuesta
r~flexiva. La organización del hombre en cuanto la de un ser ra- a la pregunta por el principio que posibilita tanto ese estado
c10n~l -y esto significa que un ser en su c·omportamiento, en- como la oportunidad de su superación gracias a la acción humana,
tendido_ como obra7, no puede prescindir de la meditación y el estaba asegurada para él desde un comienzo. Por cierto que no
pensamiento-- esta asentada sobre una ·unidad sistemática en lo estaba como algo que él hubiera logrado especulativamente,
tor~o de un prin~ipio ,d_e tal índole. Y tan sólo por ello la filo- sino en el modo en que una respuesta de esa índole debe estar
s?fi~ puede se~ sistematlca; y puede tener como centro a la dia- asegurada para todo hombre que deba poder proponer una meta
le~tlca_,, entendida como uno de tales principios. Con esta deter- a su reflexión intelectual y a su acción. Así, pues, la pregunta
mmaci?1: ,general del_ concepto de dialécticá, por tanto, no se señala por el principio que orientó a Marx no es sino la pregunta por
su posicion en un. sistema filo~ófico, ni se afirma que Marx haya los supuestos bajo los cuales él llegó a .su actitud. propia en cuar1;-
e~t~i;cturado un sistema semeJante. Unicamente se indica la po- to hombre que, pensando, toma posición respecto del estado de_ su
s_iczon que en general posee un principio semejante dentro del con- época. Una actitud semejante no puede obten~rse por la conside-
¡unto de estructuras que Pertenecen a la existencia humana como ración puramente empírica de los hechos sociales. Lo que estos
tal Y que ?~ pueden_ ser modificadas mediante ningún cambio manifiestan de tal modo que para Marx se presentan como ex-
de l~s cond1c10nes so~iales de vida. Ellas corresponden a la exis- presión de '1a enaíenación extrema del hombre frente a sí mismo
tencia humana que siempre es, al unísono, cognoscente, activa y y a la naturaleza, no puede ser sacado de ninguna clase de empi-
actuante, y que precisamente en tal unidad descansa sobre la cer- ria;34 pues para ello se requiere el aseguramiento de una norma
teza de un últimb principio. Tan sólo si se concibe la dialéctica respecto de la cual se mida qué le resulta posible en general al ·
como un principio de esta índole puede comprenderse también hombre, qué le está posibilitado en particular dentro de una de-
1~ fuerza de la teoría y de la forma de dominio marxistas -que terminada situación· y qué hay que hacer de él, según ello, en una
s!gue actuando pese a todas las críticas, pese a todos los pronós- misma situación. De acuerdo con esto, pues, no se puede obtener
ticos errados, a pesar de todas las víctimas exigidas y de todos el concepto de enajenación a partir de· ninguna investtgaciót1: ni
los fracasos. En efecto, esa teoría pretende ?,arantizar a la vida análisis empírico del estado social existente. Para aplicar dicho
a~t1!ante una certeza dónadora de sentido acerca del último prin- concepto .a ese estado y para cerciorarse de. qu_e éste encierra ~n
czpzo del ser y del devenir Allí donde falta tal certeza la vida sí los necesarios supuestos para superar defimtivamente la enaJe-
se paraliza en su capacidad de acción. ' nación mediante la acción revolucionaria, tiene que constar ya
A partir de __aquí es posible comprender cómo pueden ser des- qué deba ser propiamente el hombre en cuanto ser que devie~e
echc:1das las objeciones que motivaron este examen· ellas afirma- y se transforma históricamente, y cuál sea esa ley de s1;1 dev~~ir
ban, dicho brevemente, que la comparación de Hegel y Marx que le posibilita llegar a ser ahora, en virtud de s1: prop1~ acc10n,
pasa por alto la diferencia esencial entre filosofía y "realización" lo que él debe ser. El análisis sociológico empírico un1ca~ente
d~ !ª fil~so!ía, 3_.,es~o es, una teoría ejercida tan sólo con un pro- puede mostrar lo que es posible producir aquí y ahora me~ante
poslto practico. Srn embargo, con la afirmación de que para Marx la acción del hombre en lo que respecta a reformas y meJoras
la dialéctica estaba asegurada como principio en el aludido sentido parciales en la medida en que ya esté asegurada la norma de
y de que él compartía esa certeza con Hegel, pudiendo ser po; lo que debe valer como ese estado mejor que hay qu.: llevar a
tanto comparado con éste, no se lo considera como "filósofo" ni ·cabo. Pero ese análisis prácticamente nada puede ensen~ acerca
tampoco se s1:11;one que sesre~amente hubiera estado dirigido ~or
una especulac10n sobre el ultimo fundamento del ser -admitido
de la posibilidad y ·necesidad. ~e. aquell~s ~c_;ciones gracias a
que debe ser alcanzada la def1mt1va reahzac10n del hombre. E .
!:!
que esto último, en general, pudiera servir como criterio univer- . posibilidad y esta necesidad están aseguradas, para Ma:?', no so-
sal de los impulsos propios del pensar filosófico. (Tampoco el bre la base de la empiria -que de ningún modo podr1a 1:rop~r-
pensar de Hegel fue movido originariamente por tal especulación, cionar tal seguridad-, sino sobre el fundamento de su pnnczpw.
98 99
..

Por ello, es imprescindible preguntar por el último prznczpzo 2. El problema de la dialéctica en Hegel
que. para Marx está asegurado desde un comienzo y, además, de
dónde ha obtenido la certeza de ese principio. Se trata, por cierto, a) Los supuestos históricos
de una cuestión filosófica y, si así se quiere, de una cuestión
propia de la "historia deI- espíritu". No obstante ello, hacer esta Es conocida en su simplicidad propia dle úl~n~ fórm?la. 1~ rcÍ!i
pregunta a Marx no significa considerar sus teorías únicamente d Hegel a la pregunta por e timo prmctpio
como filosofía o cómo proyecto de una nueva antropología; por puestda lqudeev~r y del conocer de todo lo que es. Ese yrincipi?,
ser, e · espíritu razon
el contrario, es éste el único camino por el cual puede resolvérse designado terminológicamente como sustancia, elil . , .,
la legitimidad y posibilidad de fundamentación de las exigencias ·
a la acción que tales _teorías reivindican. Tan sólo por la vía de
pensante y, como tal, sujeto a~soluto. Con
además se define al mismo ttempo su carac e
r e:t: ft61
J:;eb:~:
. . E
la pregunta por la solidez de ese principio, y esto significa, tan mento 'subyacente y también su carácter de au:cor¡cie:~~~;nci~
sólo filosóficamente, y no mediante una investigación empírica, este sentido, Hegel caracteriza al acto ¡e cii°ccl irfil:sofía espe-

1de ~
puede hallarse el acceso a una crítica inmanente de las teorías
marxistas. 35 Si Marx hubiera "declarado al querer hacer como :i~~v~/el,";ci~1:'¡° ~;:! ~~P~[ht~0 tJili}~d dcl
a tra~ajo
IJ
condición del poder conocer" ,36 en tal caso, habría de admitirse
el elemento irracional de una prometeica e incondicionada volun-
tad revolucionaria como hecho no susceptible de otra fundamen-
historia. La dialéctica debe pro1?arse como la
la sustancia puede ser comlpren?ida ~ornodel
vimiento en que llega a a existencta to o en
fu! f:~f i :i
segun d:l: :o-
La sus-
e
tación; pero justamente eso, es decir, el hecho de que en esa tanda entendida como sujeto, sin . embargo, no es na a ya~ent -
situación la voluntad sea reclamada por la acción revolúcionaria, por detrás del movimiento dialéctico, _algo, 9ue permd~ezca re
es lo que él trató de fundamentar y, en consecuencia, se com- sando en sí mismo como el 0Eos- aristotelico enten .1 C? ~orno
prende al marxismo como fundamentado científicamente. Se trata, :otor inmóvil; por el contrario, ella no es sino ese m~=en~~
por tanto,. de observar· detenidamente di.cha fundamentación. Es mismo. Para comprender esto es menes~er por fe p H l
también insuficiente, entonces, suponer que el último móvil de exa~en breve y esquemático ~e los mott~os por os q::r e!gÍa
Marx haya sido una fe revolucionaria ya no fundamentáble o lle ó a la tesis de la sustancia ~omo su¡et_o y pudo . ien-
bien sólo comprensible desde un punto de vista psicológico.37 ~damentación de la misma mediante su sistema e1 cymrtm f'
Antes bien, es posible mostrar claramente la procedencia de la to de aquello en que concluía en general el pensar e a i oso ia
certeza en que se funda !a exigencia de la acción revolucionaria; como metafísica.
y así también se puede responder a la pregunta por el fundamento Son esencialmente tres razones: .d l d an
a partir del cual Marx estableció la exigencia de realizar la filo- 1 Un antiguo motivo del pensamiento oc~t enta que e. -
sofía y de la unidad de teoría y praxis. Ese fundamento radica tem~o ha cortado toda posibilidad de desviar la pregunta por
en el modo en que aceptó el principio de la dialéctica de Hegel la sustancia hacia otra respuesta; , . d l f ·1 f/ de su
y lo transformó a su manera. 2 · El contexto histórico·
y problemattco e. a todoso tab
·f t, de m o a stracto
En tal sentido, pues, hay que examinar en primer lugar qué é ca ue al ser tenido en cuenta mam es o . ., b
significa el principio de la dialéctica en Hegel, para comprender pgoen~r~I la necesidad filosófica-sistemática cuya sal ttsfaccion. ~sta a
Y regunta por a sustancia,
luego su modificáción en Marx. Es propósito de esta exposición determinada por esa respuesta ª 1ª P . . . / h· , · or
del desarrollo de la dialéctica hegeliana --que parcialmente debe 3 El impulso dado por la inmediata sztuaczon zstorzca y p
limitarse a resumir simplificadamente lo conocido- permitir que la iarea en virtud de la cual el pensar de Hegel se puso e;
se haga presente el problema que yace en la base de la formación movimiento y a partir de _la , c~al su respu~t~u a ~~~rlu~er
de la dialéctica en Hegel. La discrepancia entre el planteamiento por la sustancia y por la dialectlca, en cuant . l
y la solución de este problema en Hegel se mostrará entonces principio motor' recibe su sentido concre~o y mater1\ de la me-
como el margen de acción dentro del cual la dialéctica fue trans- ad 1 · Es inevitable arrancar ddel conJunto gener a · . . h
formada por Marx. 1 ·d de 1a tesis ege-
tafísica occidental pa~a compr~n er, e s:f~ct~ se aclarará cómo
liana sobre la s':1stanc1a; tan solo adsi, edr_i l' t. a' desde Hegel, pa-
tadas las mutaczones del concepto e za ec te ,
101
100


sar de algo que pór de pronto nos es dado -a nosotros en cuan-
sando por Marx, has;a el marxis l . . d to seres sensible-corporales- de modo inmediato pero aún inde-
tumecido de nuestros días . mo- emmsmo ogmáticamente en-
traría, siguen estando absot!/se a t°Jas las asever~ciones en con- terminado por los· sentidos, determina en cada caso a eso dado
pensar propio. de esa metaf'ª'!'e~te, entro del radio de acción del como (( esto o aquello Ello es apresado así en una red de deter-
11

falsificación del principio d:sta,. como ell~s, a pesar de toda la minaciones conceptuales, de predicados. que únicamente pueden
provenir del pensar; pues no hay conceptos de otro modo que
cación cuya insostenibilidad iaf¡iJ~~ a partid de Engels -f~lsifi-
mente con los medios de ese ensa::-te pue e . ~emostrarse Justa- por y en el pensamiento. Precisamente Platón designó como tarea
en sí, por cierto que sin saterlo rntof tradi~ional-, encierran y obra del dialéctico esá captura de lo dado en una red de con-
que . ni Hegel ni Marx udi ' a re erencia a un problema ceptos, y por cierto en la ordenación de los conceptos que le es
cisamente por ello hanp .der~n f~esolver satisfactoriamente. Pre- adecuada y correcta según generalidad y particularidad. Pero la
. , si o me 1caces y lo · ,, · d .. · correcta ordenación de los conceptos no es traída desde afuera
cua1qmer momento en I segu1ran sien o en
tentos de refutación delqmuetv~eli~an a plantearse todos los in- a lo dado. Sin duda, el pensamiento tiene que aportar ya desde
. a ena smo mar i t . · sí mismo los puntos de yista desde los cuales esto o aquello puede
1os medios conceptuales de l ,, . x s a que se sirven de
ser traído bajo un concepto y unido con· otras cosas según seme-
marxismo, visto filosóficamen:e ~~tats¡ca. Ed efrcto, si, el mismo
sar propio de la metafísica ' e . ruto e una aporta del pen- janza y diferencia. En caso contrarío, reunirí:;i. cosas que no se co-
medios de dich.o pensar Ta' n?l puede ser combatido con los rresponden y separaría lo ·correspondiente "como un mal cocinero"
tr_aponerle alg·o con éxit.o n ~o º1 hay esperanzas de poder con- (Platón). Para poder en general comparar y distinguir tenemos
-si a guna vez él p di d. que saber anticipadamente, por lo menos, gué sea lo uno y lo
puesto a aventurarse en esta ¿· . ,. u era estar is-
los supuestos de dicho pensar. 1scus10n- cuando se hagan caer múltiple, la igualdad y la diferencia. Sin aquellos puntos de vista
únicamente desde los cuales podemos concebir algo como esto o
Se trata por fa t d d · aquello y distinguirlo de otras cosas, no tendríamos nada de qµe
de un motivo mut a:ti ~ocdd~ren er _ante ~od? cómo en virtud
en entredicho desd g .. pensamiento occidental fue puesta pudiéramos hablar, nada que pudiéramos caracterizar declarándolo
e un comienzo otra r 1 como tal o cual. Así, pues, si nuestro hablar debe poder acertar
la "sustancia" que .no fuera 1 d espues~a a a pregunta por
espíritu absoluto Por. ello -~ . e que es suJeto pensante, Dios con la cosa y no pasarla por alto, lo verdaderamente ente, lo
a .su filosofía co;,,o el cu~;fun~:~d:ºr pudo considerar !'{egeÍ
pensar. Hay que comprender d . ,, a,, meta abque tendía ese
esencial en todo lo que se manifiesta tiene que ser justamente
lo que nos posibilita tener _esos puntos de vista que permiten reunir,
f
esa tradición tiene que· arece' _,e_mas, como s_o re la base de distinguir y comparar lo individual en el curso de los fenómenos.
Lo verdaderamente ente, lo esencial, o sea, la ({sustancian según la
traria del materialismo. ~sf }I . acilmentl febatible la tesis con-
ª u tima' .en ª orma en ·que llegó a terminología moderna, tiene. que ser por su parte algo que tenga
ser decisiva para M
de que conocemos !Íxpe~:a:p~ya
dónde si no podt·' b .PI
:r~-
la observació:r_i d~ Feuerbach
ir de la expen_encia -¿y d_ e
las características del pensamiento, algo captable en el pensar, esto
es: idea. Ya en este caso, por .tan.fo, la dialéctica no consiste mera-
. ' iamos sa er a go acer d 'l:> , . mente en la actividad configuradora de conceptos propia del dia-
como pensar del hombre . . ca,, e e ·--'- urucamente
también sensible-corporal ; ~~1;:t ~~ es s~lo . ~et pensante, sino léctico; no es simplemente el movimiento de su pensamiento, sino
que, más bien, éste es la consumación posterior del movimiento de
to que la exaltación del ., ? ' transitono. ¿No prueba es-
constituye una hipótesis :e;sal1ento a l_a categoría de sustancia la cosa misma, de las ideas. Así, pues, de la reflexión de las con-
turaleza material? ue a sustancia, antes bien, es de na- diéiones bajo las cuales tan sólo y en general decir de algo .que es
y que es esto o aquello, se ·sigue gue lo verdaderamente ente, lo
La refutación de esta idea sin emb verdaderamente real y efectivo, tiene que ser algo con las carac-
anticipada por una reflexión' f d argt' fue por así decirlo,
la• filosofía platónica - aristotélic~n amen ta ~~ectuada ?entro de terísticas del pensamiento, tiene gue ser idea. En efecto, cuando
ramente es e_I siguiente· si· . _.,,, cuyo sfe!1tl o resumido grose- decimqs de algo que "es", tenemos que determinarlo simultánea-
.. · gmsierarnos a irmar l . mente como esto o aquello que ello es, pues en caso contrario nada
no es espíritu sino materia en tal . que a sustancia
siendo una afirmación vací; t d ,, caso, y s1 eTio no debe . seguir podríamos enunciar de ese algo. También Aristóteles, partiendo
de la materia. Esto significl· !:d~;mos que poseer un concepto justamente de tal consideración, había caracterizado a la materia
de algunos predicados que 1~ amods que pensarla por. medio primera (1tpw-r11 uln), en cuanto no dotada de ninguna determi-
correspon an. En efecto, todo pen-
103
102
nación de alg~ .1.uid enuncíable de eIIa, como no-ente (µ1} ov), idealismo alemán hasta Hegel -si en vista de la brevedad puede ha-
como pur~ .posibilidad que tan sólo alcanza realidad en virtud de blarse de un modo tan global- apunta al hecho de que con tal
la fo~1;1a ~icamente captable en el pensar e inherente· a éste. Y afirmación Kant no habría llevado lo suficientemente lejos la re-
~ambien e_s Justamente éste el motivo por el que Kant declara como flexión filosófico-trascendental del sujeto pensante sobre sí mismo.
i-?cognoscrble "las cosas en sí", puesto que todo conocimiento es. En efecto, ¿qué nos autoriza a hablar de la cosa en sí incogn?s-
siempre _un pensar en con~eptos, y estos son vacíos si no pueden cible como de lo extraño, de lo totalmente otro frente a la razon,
ser referidos a algo susceptible de ser dado en la intuición sensible. como no sea el que pensemos ese pensamiento? E?o otro, la cosa
El pensar depende de algo que le es dado inmediatamente en la en sí, por tanto, es también lo puesto en el pensaffilen!º· En apoyo
intuición, de modo tal que eso dado sin más sigue siendo inalcan- de esto viene además el hecho de que Kant caracteriza a la cosa
zable pa~a él en. lo que es independientemente de su ser pensado. en sí misma, dentro del contexto de la filosofía teórica, como un
La tesis hegeliana de la sustancia como sujeto está en conexión concepto límite que necesaria~~nte · debe proye~tar _la razó? que
con esta tradición. Ya en Platón la dialéctica no era solamente se eleva del conjunto de condiciones de la expenenc1a a lo mcon-
ley del movimiento del pensar humano, sino de la cosa misma --de dicionado. Ella no sería entonces sino la razón misma, concluye el
una cos:i !1º captable d~ mod~ sensible, o sea, que es algo con idealismo. La razón es el fundamento para que subsista en general
caractensticas de pensamiento, idea. El pensamiento cristiano tras- una diferencia entre ella y lo otro, pues ésto existe sólo en cuanto
ladó ~s~s ideas . y su °:ovimiento desde el 't'01tos V1tEpoupa.vLo~ pensado por aquélla. Por tanto, la sustancia que _Y~Ce en la ba~e. de
a] espmtu de D10s. El ultimo giro de este desarrollo se consuma todo devenir, la esencia de todo lo que se mamf1esta, es espmtu,
fmalmente ~uando. ~egel intenta., demostrar la dialéctica como ley razón pensante, sujeto consciente de sí mismo -pues sólo un su-
del. pensaffilento divmo. A traves de este rasgo del pensamiento jeto de· tal índole puede pensar. Como tal, empero, no hay que
occidental, la respuesta a la pregunta por la sustancia en el sentido comprender a éste o aquel sujeto ~mma°:o, o a la totalidad de l?s
que le dio el materialismo fue descartada de antemano como vacía sujetos humanos. Es verdad que mmediata~ente encontramos el
y absurda. Sin embargo, la pertinacia con que, pese a ello, tal res- pensar tan sólo en el hombre, en nosotros mismos; pero el hombrt:
p.,uesta fue una y otra vez renovada, debe ser comprendida como es un ente en el mundo y, como todo lo que es en el mundo, es
smtoma de un problema que permaneció sin solución en aquel manifestación de la esencia, su llegar a ser visible, su exte~ioriza-
desarrollo del pensamiento.
ción. El sujeto absoluto no es visible: sino t~n sólo cognosc1?le de
ad 2. Hasta ahora se insinuó el horizonte de la tradición histó- modo filosófico-especulativo en el retroceso desde el fenomeno
rica en. que se ubica la respuesta de Hegel a la pregunta por la hasta su fundamento. Los sujetos humanos pensantes, según esto,
sustancia. Una determinaci<5n más precisa de esa respuesta resultará son únicamente momentos en ese revelarse --como lo es todo
del examen d.el contexto histórico-problemático en que ella se en- ente-; momentos en la manifestación del espíritu en cuanto espí-
cuentra,
38
considerando el desárrollo del pensamiento a partir de ritu absoluto.
Kant. ~on tal objeto deberá aclararse por qué Hegel no pudo darse ad 3. Al hacerse presente este contexto histórico y problemátic?,
por satisfecho con Ja prohibición kantiana -al menos dentro del se ve claramente qué necesidad sistemática impul_só a He~e~..ª ir
~arco d~ la filosofía teórica- de responder a la pregunta por la
sustancia". más allá de Kant y a rechazar su afirmación ?e la mcognosci!:)llidad
de la cosa en sí a la cual contrapuso la tesis de la sustancia con-
~r~~te a la filosofía dogmática del racionalismo que afirmaba la cebible como s~jeto. Sin embargo, este pensamiento sigue aún
posibilidad de saber y conocer qué sea la sustancia el fundamento siendo una oeneralidad abstra~ta, y semejante concepto abstracto
1 de todo ser y devenir, Kant intentó demostrar qu; "sustancia" es de un "supr~mo ser" constituye "la representación más pobre y
¡¡:. tan sól_o ~~a categoría del entendimiento humano finito para la antigua". 39 De esa consideración histórica del problema no es posi-
~ r. deterr1;!nac10n de lo .dado en la experiencia, o sea, de los "fenó- ble extraer todavía el modo cómo Hegel llenó ese concepto con
menos _; y que ~l fundamento de todo ser y devenir, la "cosa en un contenido viviente y por qué la ley de movimiento de ese ser
sí" es mco~no~cible para la razón humana finita -es verdad que es justamente la ley de la dialéctica. El concepto de di~éctica tam-
en la co~ciencra moral se la infiere indirectamente, pero de tal poco fue desarrollado originariamente por Hegel_ a partir 1el lugar
manera, sm embargo, oue -?º _puede ser cognoscitívamente captada sistemático que ese problema ocupa en Kant, smo que t1e?e una
. ¡ :. , con conceptos del entend1m1ento y la razón. El reproche del procedencia totalmente distinta. La comprensión de este ongen es
104
105
indispensable para divisar el problema que yace en la base del · meta y creyó encontrar finalmente !ª. solución en su. sistema./ <;:on
desarrollo de la dialéctica _hegeliana, así como, por otra parte, fue esto nos vemos referidos a la tematica de sus Escritos :eolo gtcos
necesario tener en cuenta el contexto histórico problemático para juveniles,4-0 en los que ya se esboza este p~an de su vida" como
señalar la terminología con que Hegel formuló dicho problema. Así programa .de revitalización de todas las relac10nes que han muer-
se mostrará en efecto, que la adopción de esa terminología- no es to" y en las que el hombre vi~e. 41 Aunque M~rx no pudo haber
exterior y accidental, sino que, en virtud de ello, el planteamiento conocido estos escritos, no es sm embargo posible comp::nder su
es compelido forzosamente en una determinada dirección. problema de la autoenajenación del hombre y la sul:er~c10n de. la
Hegel, teólogo en Tubinga, no partió de los problemas de la misma tanto como la significación del camb10 por el rntroduc1do
filosofía especulativa, sino de la discusión crítica de la situación en ese' problema, sin una ~ira · d a retrospectiva
· a ese p. u nto de
religiosa y política de su época. Se trata del problema de la fosili- partida del pensamiento hegeliano .. / . , . . . .
zación de la doctrina cristiana en la "positividad" en que deja· de b) El descubrimiento de la relacion dzalecttca orziznarza en los
ser un poder configurador de la vida, amenazando siempre con · Escritos teológicos juveniles de Heiel .
convertirse en fe muerta, en mera letra cuyo contenido se contra- ¿ En qué medida la solución de ese problema reside par~ 1!egel
pone irreconciliablemente al saber fundado en la intelección racio- en la concepción de la sustancia com~ s1;1jeto y en el reconoc1m1ento
nal. La primera pregunta de Hegel, en tal sentido, era ver cómo de la dialéctica como ley de su mov1m1ento? .
el cristianismo podía llegar a ser "religión popular", según el modo No es posible aquí perseguir e? detalle el cammo de Hegel desde
en que la antigua creencia en los dioses y sus formas de culto. no ese punto de partida hasta el sistema a~abado. Un ?reve_ exarr:ien
estaban al lado de la vida comunitaria del hombre, sino que más de algunas ideas básicas de los menc1~nados escntos Juveniles
bien el culto acompañaba cada paso de esa vida y otorgaba a ésta -formuladas del modo más agudo, particularmente, en los fr~g-
su más alta significación en una forma simbólica comprensible mentos 8 _ 10- podrá aclarar, de todas rr:iane~~s, CÓf:10 se perfil!
para todos. Desde 9-n comienzo, pues, movió a Hegel el hecho del ya en esas primeras obras su s~ntid~ y su d1recc10n, h~cia esa meta.
desgarramiento del hombre en uno creyente y otro cognoscente; y, En la serie· de los escritos 1uven1les es caractensu~o. el pr?g~eso
al mismo tiempo, el de su desgarramiento en hombre privado y desde la comprobación de la "posit!vidad" de fa r~hg1ón cns!1~na
en ciudadano -el problema rousseauniano de la desavenencia del hasta el reconocimiento de la necesidad de convert!rse e? pos.1t1:7"a,
hombre en homme y citoyen. Su descubrimiento esencial a este cobrando así el contenido religioso creído una ex1s~enc1a ob1et1va
respecto consistió en ver que entre ambos modos de desavenencia para el hombre; sin embargo, para que ese contemdo no se .c?i:-
existe una indisoluble cop.exión; es decir, que la secularización del vierta en algo "muerto", fosilizado, hay que superar esa pos1t1v1-
pensar y la vida política característica de la edad moderna, la dad, "revitalizarla"; y justamente co1:~t1tuye el pro?lema de ~ef;/el
proclamación de su dinamismo basado exclusivamente en el hombre buscar cómo sea posible esa superac1on. Sobre que sea la _rehg1on
y la fosilización de la religión en "positividad", constituyen proce- y la relación religiosa en general para el hombre se ha man1fe_st_a,do
sos que no es posible comprender aisladamente. La. unidad del más tarde, al final de la Introducción a la Filosofía de la "f<:elzvon:
hombre en cada uno de esos dos respectos, por tanto, sólo podrá "Aquelló por lo que el hombre es h/omt:re, es el pensamiento en
ser recobrada cuando la fe, ya "muerta", se convierta nuevamente general, el pensamiento concreto; mas duect;i1:3ente: es el hecho
en fuerza vital de la vida de modo que la religión no siga siendo de que él es espíritu. De él, en. cua:1to espmtu, sale:1 luego las
asunto de la mera interioridad subjetiva, ni degenere su credo en múltiples configuraciones de las ciencias, ~as artes, los. rntereses de
fórmulas muertas, sino que gobierne la vida social cotidiana. Esto su vida política, las relaciones que se refieren a _su hb.ertad, a su
presupone la superación, la "conciliación" del antagonismo entre voluntad. Sin embargo, todas esas variadas configuraciones Y los
fe y saber racionalmente fundado, lo cual, por cierto, exige un demás enlaces de las relaciones, actividades, placeres humanos, todo
concepto del poder y de la capacidad de la razón que la faculte lo que tiene valor y estimadón para el hombr~, encuentran_ su
para llevar a cabo esa reconciliacion. Tan sólo entonces será posible último punto central en la religión, en el pensam1ent_o, la conc1d-
concebir que la existeñcia histórica, social y política del hombre
no está "dejada de la mano de Dios", como manifestará Hegel
cia el sentimiento de Dios. Dios es, por ello el comienzo de to
~l fin de todos· así como todo proviene de ese punto cen} ra ,
I
Y
más adelante en la Introducción a la Filosofía de la historia uni- así también todo ' retorna hacia· e/1 . Y de1 mismo
· mo do es e1 e1
versal. Hegel se propuso la tarea de hallar un camino hacia esa centro que vivifica y espiritualiza todas las cosas, Y el que, mahte-
106 107
-- --~- -- --- -

~\enhdo todas aquellas configuraciones en su existencia las anima se desarrolla expresis verbis tan sólo en la época de Jena),. sin
ombre en la religión. se relaciona con ese centro aÍ que retor~ embargo, y de acuerdo con el asunto, aquí se expone la referencia
nan to?as ?~~ 4?tra~ relaciones .Y se eleva así al supremo grado de· religiosa viviente del hombre a Dios como originaria re/ación dia-
la conciencia . De t~l suerte se caracteriza la esencia de la religión léctica en la que está ya contenido germinalmente el esquema total
en ;1n modo. que, ciertame~t~ no según la formulación, pero sí . de la dialéctica como despliegue de aquel ser-uno en el ser-separa-
?egun el sentido, ya e~a ~ecisivo en los escritos juveniles. En esa do: contraponerse a sí mismo frente al otro como otro; al hacerlo,
idea se funda la con_tmuzdad del pensamiento de He!!,el, pese a ser consciente de sí mismo en cuanto separado de él, y nueva-
to?as sus transformac10nes, desde su comienzo hasta su finalización. mente superar sín embargo esa separación en la conciencia de la
D10s, de acuerdo con ello, e~ el frincipio de todo ser; y el proble- unidad con el otro. No es posible comprender nada de la dialéctica
ma fundamental de los escritos Juvemles consiste en ver cómo es hegeliana cuando tan sólo se la expone como el estribillo formal
p~sible .l~ relación del hombre con ese "centro" y cómo esa rela- de los conocidos "tres pasos": tesis, antítesis, síntesis .(se mostrará
c1on religiosa p~ede ser una relación "viviente". Unicamente puede gue la dialéctica también para Marx era aJ.go más que esto), pasan-
serlo cuando_ D10s no sea comprendido como un "objeto" contra- do por alto el fenómeno originario para cuya comprensión la formó
P.1:esto al suJeto humano. Por el conocimiento y la conceptualiza- Hegel.
!1
cio~, hom~re está re~erido a objetos; pero "concebir es domi- Pero ya en aqueIIos proyectos no sólo está delineado el punto
nar ; los obJetos conocidos siguen siendo entonces para el hombre inicial del problema de la dialéctica, sino también la dirección en
cosa~ ,mu~r~as, lo otro, lo extraño frente a él; no interviene aquí que luego será desarroIIada, dirección gue deberá ser proseguida
r~l~cion v1v1e?te alguna entre él como sujeto y los objetos. Relación aún un trecho más. Dichos proyectos, en efecto, no se detienen
viviente e~ solo la de sujeto a ,~ujeto, en la cual el otro deja de en la explicación de la esencia de la relación religiosa viviente, pues
ser un obJeto muerto, siendo reconocidon como un semejante ésta es la referencia a Dios entendido como el "centro", la referen-
como tú. Este recon9cimiento, en el cual se supera la relación má; cia al principio de todo ser. De tal modo, Hegel formula originaria-
tarde des~rrollada como la dialéc~ica "del señor y del esclavo'>, es el mente la pregunta por el ser a partir de. ese contexto y no como
amor. Um~amente el amor constituye la relación viviente del hom- posteriór desarroIIo especulativo de la problemática kantiana de la
bre ~on_ J?10s; es la referencia religiosa del hombre a Dios O sea cosa en sí. Es de la mayor importancia establecer esta cuestión,
al pnnc1pio de todo ser entendido como aquel centro~ "La ;eligió~ si se desea obtener algo más que un concepto totalmente abstracto
es una sola cosa con el amor. El amado no está puesto frente a del sentido del sistema hegeliano y de su dialéctica.
n~sotros, es, uno co-:i nue~tro ser; tan sólo nos vemos a nosotros Hegel habla del ser en el fragmento titulado "Fe y ser", y dice
mismos en el -:-Y sm embargo, él no es, empero, nosotros-; se allí (página 383): "Unificación y ser son equivalentes". En qué
trata. ?e un milagro que no somos capaces de comprender". 45 La ·medida el ser es unificación, se comprende por de pronto de modo
fe vz_vzente, por lo demás, no es sino amor. Ahora bien, Hegel no formal considerando la estructura del juicio. En éste, sujeto y pre-
con_c;be ~l ~mor .cemo mero sentimiento del ser-uno en. una unifi- dicado se unifican en virtud del "es"; en el "es" se mienta el
cac1e?n .m1st1ca, m como la simple unión sentimental con Dios -un ser, y en la medida en que decimos "es", tenemos que haber
~enum1.ento que podría ser ciego e implicar un autoengaño. Para comprendido ya de algún modo qué significa ser. Así, pues, es
~1,. e? el }mor hay ya una comprensión. Tan sólo es amor real esta comprensión la que en general y únicamente posibilita la uni-
viviente , en l~ m~dida en que es fuerza de comprensión, e~ ficación de sujeto y predicado en el juicio. Cuando en este caso
cuan~o el ser .s~, 1lumma e~ él. El ~mor es un "ser refleiado" ("re- se habla del ser como unificación, hay que entender esta palabra
flektzertes Sezn ); esto qutere decir. que en el amor el hombre se en sentido activo. El ser es. lo que une; no se alude a la unificación
sa?e co~o separado del otro, se conoce a sí mismo como este yo- como estado, sino como actividad. Esto significa que el ser tiene
suJeto diferente del otro; y ~in embargo se sabe uno con él. Así que ser activo, tiene que ser precisamente el que unifique, si .en
como reconoce al ot~o,. tamb1~n se sabe a sí mismo -por cuanto general. debe ser posible· el juzgar, es decir, esa unificación de
el a~or, como algo viviente, tiene que ser una relación recíproca- sujeto y predicado. La afirmación de Hegel en este caso, por tanto,
confirmado por ese otro en su existencia en cuanto "sujeto" autó- dice que el ser no surge de la síntesis en el juicio,. sino que tiene
nomo. El amor es, por tanto, "ser-uno en el ser-separado". que ser ya dado y entendido coma_ unificación para que en general
Aunque no se use aquí todavía la palabra "dialéctica" (y ésta sea posible juzgar. El ser, en cuanto unificante y ·en cuanto com-
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prensión ?e. tal unificatíó1;, está ya en la base de la unificación que fundamente si a la fe le corresponde un ser, sino que todo exa-
d entendimiento y la razon llevan a cabo en el juzgar. Ya en este men del juicio es precedido por la certeza del ser en la fe. El
ser tal como es en sí, por consiguiente, no comp<?rta un con-
punto se muestra la diferencia de Hegel respecto de Kant. Para
Kant el ser era predic_ado de la posición del ser en el juicio, pro- cepto límite de la razón que infiere, sino que es él mismo lo dado
ducto de la espontaneidad .del entendimiento. Por cuanto el enten- en la fe en una inmediata certeza y, por cierto, presente en ella Y
dimiento humano no es de tal clase que produzca por sí mismo mostrándose como lo que unifica. . .,
las cosas sobre las qm;, poniéndolas, juzga, sino qué depende de ¿ Cómo hay que comprender, según lo expue~t?; 1~, relac10n
lo dado, de la receptividad; el ser puesto en toda actividad del entre fe y ser? La respuesta está en la propos1c1on la fe no
entendimiento es sólo ser para nosotros: fenómeno .. Inclusive las es ser, sino ser reflejado" (página 383)_. Para ent:nde_r, esta pro-
más ~l~as actividades del pensar, las conclusiones de la razón de lo posición hay que partir de la ya obter:1~a determmac1on del ser
c?ndic1onado a lo incondicionado, de lo finito a lo infinito, tan como unificación. El ser es lo que unifica en cuanto es . lo" lll;?
solo poseen poder sobre el ser para nosotros· vale decir sobra en todo lo separado. Es lo uno alu?ido en todo d~c1r es ·
el nexo de los fenómenos en cuanto éstos desí~nan los lím'ítes de La mesa es, yo soy, son cosas muy d1fe~e~tes_, entre s1; pero el
cognoscibilidad de lo dado. No llegan hasta dentro del ser tal ser es en todos los casos lo mismo. Esa umficac1on de l<=: separado,
como es en sí.. Hegel, por el contrarío, ofrece aquí un enunciado sin embargo, sólo es posible por "reflexión". Tal es Justamente
sobre _el ser mzsmo: el ser es unificación. La justificación de este la determinación del ser refle1ado: es ser-uno en el ser-separado
en;1nciado s_e. funda en el hecho de que nosotros, al juzgar, no po- determinación que ya anteriormente fue brin?ada para hab~a~ del
dnamos umf1car, o sea, hacer uso del "es", si no nos fuera ya amor como de un ser reflejado; y la esencia de la fe v1v1ente
dado y as_e~l:rado lo que ?1:1ifica. La confianza de Hegel, por tanto, es para Hegel, como se dijo, amor. , .
Una simple consideración debe aclarar en que ~ed1da la fe es
en 1~ posibdi~ad de explicitar también con el pensamiento eso ya
P!;viamente cierto, fue la base en que residió su originaria motiva- ser reflejado. En cuanto yo creo, yo soy ,Y me ~e com? un ente
c10n para., rechazar la' tesis kantiana de la íncognoscibílidad de la particular entre otros en el mundo; y se al mismo tiempo del
uno y mismo ser que "yo soy" y que lo otro "es": En este
cosa en s1.
. Pero, ¿de qué índole es esa certeza en virtud de la cual lo uní- ser, por tanto, en el que yo soy como creyente, ~e s~ por una
parte como ente separado del otro ente, pero s1multaneamente
ficante ya nos es conocido por anticipado? No es sino la certeza
estoy aquí en una relación con el ser que es lo uno en t,,odos los
de la fe. Ahora bien, cuando Hegel habla de fe en tal contexto
entes separados entre sí. La fe es, pues, un ser que '' esta ,,en una
n_o alude al i_nfundado "te1Ier por verdadero", al beliefJ a la oo~a.: referencia a sí mismo en la cual se sab e, en cuanto yo soy__ , como
smo qu~ 1:signa la certezi' más profundamente arraigada, la única
particular; pero puede saberse sólo como _tal en~e particular e
que posibilita todas las demás certezas de las que puede participar
individual separado del otro porque al m1sm9 tiempo se sabe
el homb_r;· Se trata de aquella certeza en que el hombre se pone como aquello en que es el mismo ser que es en todas las cosas
en relacion con el __ "centro"; la referencia religiosa al fundamento
de las que dice "es". La fe -y con ello mienta? Hegel el ser
d_e} ser, la cual posibilita en general y únicamente la· compren-
del que cree- no es, pues, s_implemente un ser, s;no un ser que.
s101: del ente en su conjunto y nuestra situación dentro de tal
en cierto sentido se ha duplicado, que sabe de s1 Y que en tal
c~nJunto, y, de tal modo~., toda orientación en la vida. La f eJ se-
saber de sí como algo particular sabe, sii: ~1:1bargo, del ser c_?mo
gun :S,to, es la comprenszon del ser como lo que unifica/ la com- lo que unifica todo lo separado; en defm1t1va,_ ;1n ser ~efle¡ado~
prens1on de aquello, por tanto, que posibilita toda acción que
Por ello es la fe ser reflejado, ser en reflex1on r_efendo a si
una o ,separe en el pensar judicativo, en la síntesis y el análisis.
mismo en cuanto separado y, al mismo tiempo_, :efer1do a lo que
De_ _ahí que . Hegel pueda decir: "La fe es el modo en que lo unifica todo lo separado. El ser no es algo d1stmto que la fe, Y
unificado ~~1ste en nu~~tra representación" .46 Y por cuanto esa la fe no es nada separado del ser; y sin embargo hay aquí una
representac10n de lo umficado y de lo que posibilita la unificación dualidad en la unidadJ precisamente la del "ser-ui:~ en el ser-
? sea, del ser, tiene que ser ya dada para que en general se pued~ separado" en que consis~~ al ~i~m? tie1:1~º 1~ relac1on del amor.
Juzg~r; por_ <:t1anto ella: pu~s.,' no puede ser a su vez producto Ahora bien, esta relac10n dialecuca ongmana del ser-uno en el
del Juzgar;, dice a contmuac10n: "El ser puede ser creído" "la ser-separado, entendida como estructura de la fe Y del amor, o
fe presupone un ser". Juzgando no se puede examinar más' pro-
111
110
..

no puede deducir por sí misma como ne~esario,. siD:o que ~ca-


bien de la fe en ~anfo amor, es. igual a la estructura del pensar.
r
mente puede dejarlo estar co:110 ta_l. . ~ue 1mprescmdi_ble ~xami?ar
~n efecto, tambt.en yace en la base del pensar judicativo la con- detenidamente este plantea_m~ento m1oal de,. los escnt~s Ju_vemles
ctencra del ~e!-u~~' la cual 'únicamente posibilita la separación y de Hegel y sus consecuencias porque de alh se lograra la mtel~c-
luego la umficacmn en el juicio. El pensar sólo puede poseer ción del fundamento a partir del cual el problema de la enaJe-
esa estructura porque le sirve de base la fe como certeza del nación en Marx, tal como él lo plantea, está condenado de ante-
ser. En este punto ~ay _que atender al hecho de que no se
trata. de meras detetm.1?ac10nes del ser particular que es el hom- mano a no ser resuelto.
bre q~e ama, cree Y. P!ensa. Pues la fe viviente es una relación
de, recrpr~co reconocn:uento. Y semejante relación, como se mos- c) El desarrollo de la dialéctica en el sistema
tro anteno~ente, solo puede ser de "sujeto" a "sujeto" en
cuanto re!ac1on per_~onal; esto significa, que lo que rige para el En ese planteamiento inicial está ya prefi~urada la ~irecció~
hoD?-bre rige tamb1en !?ara Dios cuando él, al amar, se vuelve del posterior camino que seguirá el pensa.nuento he~eha?º.' si
~acra el hombre. I?clusive el ser mismo y su principio, por tanto, bien con esto no se afirma que dicho cainmo haya sido mu~t. e- .
tiene que ser refle¡ado y como tal se ha revelado al hombre. Por rrumpido. ¿En qué medida es el,. sistefD:a, para Hegel, la solucion
el modo, pues, en que los escritos juveniles explicitan este con- de aquel problema del que habia p~rtido, a saber_: el problema
text~, s~ pu:de ver claramente -lo que, por motivos que se de la revitalización de todas las relaciones en que vive el hombre,
ventilaran mas adelante, quedó más o menos velado en el siste- que se han convertido en relaciones "positivas", "muertas"? ¿Ha~ta
ma- que para Hegel lo absoluto no es un supremo principio qué punto reside esa soluc~ó~ en la concel?ci?n. de la "substancia"
abstr~cto y en qué medi1a precisamente no lo es; por el cont;ario, como sujeto y en el conocimiento de la d1a~ect1ca como ley de su
es Dios revela40 en C:rzsto. Este _razonami_ento no consiste, por movimiento en que debe superarse la dualidad entre. fe Y. s~ber,
tan_t?, en una inferen~ia retrospecttva de Dios; sino en una medi- hombre y ciudadano, así como todo contraste entre suJeto viviente
tacron sobre el supue·sto b~jo el cual únicamente puede el hom-
bre: comprenderse como· suJeto de un reconocimiento amoroso y y objetividad muerta? . .
Los escritos juveniles tan sólo expusieron, por_ ,,de pronto, el
sobre el supuesto bajo el cual él, qua hombre, y todo hombre significado de la revitalización respecto de la relac10n d~l ~om~;e
pueden,pretender ese "reconocimiento". Pero si el ser sólo puede con el centro del ser con Dios, mostraron cómo esa rev1tahzac1on
ser · creido Y, en cu:i~t? tal, debe estar ya asegurado como su- implicaba, en virtud' de la Rev~lación de Dios e~ Cristo, la supe-
pu~sto de toda posi1?ilidad.~ de un pensar judicativo, se sigue de ración de la religión de la ley Judía·, pu~sto qu~ esta perseve~a en
a~ co?1o c~nse~uencia que no hay instancia que, a su vez, pudiera una "posítividad muerta" donde se concibe a D10s com~ el Senor Y
aun dictaminar sobre ese st:1,puesto bajo el cual únicamente puede al hombre como el esclavo. De tal modo, no es po~ible en ella
ht:b~arse de ~a pretensión del hombre qua hombre a su recono- aún la superación de esa oposíción en el libre. r~conocimiento recí-
cz.r1;iento Y 1igmdad~ Con otras palabras, el factum de la Revela- . proco de "sujeton a "sujeto". Este reconoc1m1ent~ es el amor;
c!on es aqm para ·H;egeJ el fundamento último, ya no más cues- siendo su relación exhibida como la de un ser refleJado. Esa rela-
tto_nabl~, del 9ue s~ _sigue la exigencia del amor -esto es, la ción viviente debe posibilitar, además, que nada de lo que es, per-
exigencia del 1ncondic10nal reconocimiento recíproco de todos los manezca para el hombre como un objeto "muerto" Y_ extraño; todo
h?mbres .en ~anto hombres. Haciendo abstracción de ese factum, ente debe ser comprendido en virtud de ella a partir d~ su funda-
dicha .ex~g:ncra no pue~e ser reducida en modo alguno a ·partir mento, que es la vida divina. Pero eso~ proy~ct_?~ todavia. no. m~~s-
d~ pnnc~p!os de la razon, de tal modo que si ésta quiere dicta- tran cómo esa referencia viviente a D10s posibilita la revitahzac~~n
minar crztzcamente sobre ;s~ hecho de . la Revelación, se priva de todas las relaciones en que está el hombre, o sea, la superacion
d~, la base sobre la cua[ umcatnente podría fundarse esa preten- de todas las objetividades muertas a que está vinculado en su cono-
szon .. Con esto se describen los límites de toda reflexión inmá::. cimiento intelectual. Los mencionados proyectos, no obstante ello,
nente de la . razón humana sobre las condiciones de posibilidad presentan sin embargo la i~al?ad estructu~ral 3,mor-fe-pensar, en-
de la comum?-ad human:i en cuanto humana, límites que ella no tendida como ser reflejado; mdican, por lo demas, la certeza de la
ª.
pu:~e sobrepasar P:1rtir de sí misma. Tan sólo le resta la acep- . fe como anterior al ser y como supuesto de todo poder pensar Y
tac10n y el reconoc1ID1ento de un factum que ella en cuanto razón
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112
c?;1ocer judicativamente. En tal sentido, ellos aluden ya a la direc- en amplia medida esta con~x10n. 48
En la primera parte del Fragmento de un sistema, de 1800, se
c1on en. que ~e l?grará la respuesta a aquella pregunta. formula por vez primera el problema del tránsito de la_ pr_egu?,ta
Las mvest1gaciones de los ~scritos j?ve?i.les partían de la pre- por la viviente relación religiosa, a la pregunta por la revitahzaci<?n
gD?t~ 12or el poder de la razon . para Justificar l!l positividad del de todas las relaciones en- que se encuentra el hombre como exis-
cris_uamsm<:, .º sea, por su capacidad de acreditar el positivo con- tencia mundanal. La viviente relación religiosa es caracterizada aquí
terndo, tradicronal de aquél. Por cierto., luego, no se habla más de
expresamente (si bien tales conceptos aparecen antes de modo oca-
la ra~on, per~ sí del hecho de que en el amor, entendido como ser sional) no como simple relación de lo finito a lo infinito -puesto
refleJado, reside ya un concebir. Se habla en efecto de una vida que e~ los conceptos proce~entes de la r~~lex~?n la s~para_ci¿n
que se concibe a sí_ mism~ como un ser:uno en el' ser-separado. sigue siendo insuperable-, smo como relac1on de la vida fmita
Ese poder de concebir propio del amor está fundado en el hecho de a la vida infinita". De aquí resulta la cuestión de cómo el hombre,
que la fe, en_ cl:anto "expe~iencia de espíritu a espíritu",47 precede en cuanto vida finita, y esto significa en cuanto individuo finito;
a ~odo conocimiento de obJetos, a toda posesión de un mundo de puede ser y seguir siendo eso, pero ser también, sir: embargo, u:10
obJeto~. _El. amor brinda la posibilidad de justificar la positividad con la vida finita. Con otras palabras, ¿cómo es posible que realice
del cri?tl~rnsmo con sus. v~rdades -imposibles de captar por el en sí mismo esa originaria relacíón dialéctica del ser-uno en el se~-
separado? El ~er_vív~~nte finito, en ~a~,respecto,_deb_e ~e~ concebi-
entendimi:nto y el conocimiento de objetos qui'.! le es propio-, en
u?- ~onceb1r que debe ser, por tanto, de otra clase que el del enten- do como extenonzac10n, como exposic1on de la vida mfmita; y hay
d!miento (al que Hegel caracteriza como dominio). Esta díferencia- que concebir además al principio de esta última, o sea, al espíritu,
c1ó~ ~xpresa una intelección que, en el ínterin, ha llegado a sernos como "viviente unidad de lo múltiple". Ahora bien, la organización
familiar. En efecto, alude al hecho de que en la formación del de la totalidad de los individuos finitos es la naturaleza. Con ello
concepto moderno d~l conocimiento referido a los objetos, a la na- se denomina, pues, el tema que ~egel ~asta el mo~ento no h_abía
turaleza, y en, la razo:µ en cuanto facultad de tal conocimiento yace incluido en el círculo de sus cons1derac10nes. Efectivamente, estas
una tendencia de do'mí_nio. Frente a esto, Hegel postula a~uella se habían limitado a elucidar la referencia viviente del hombre con
otra manera .de concebir; todavía no explica cómo ésta concierne Dios y los· demás hombres dentro del mundo humano, Pero el
a la referencia del hombre a Di?s en cuanto algo viviente, si bien hombre, en cuanto vida finita, no está únicamente en tal referen-
n:i,:1estr_a .el modo en que, al mismo tiempo, posibilita la concep- cia de "espíritu a espíritu"; pertenec~ también ª.la. n_aturale~a. en-
~10n viviente de to1o ser como revelación de la vida divina y la tendida como organización de la totalidad, ?e los 1;1d1v1duo~ fm~to~I
mdole de tal concebir. De Jodas maneras, ya en la señalada igualdad Y la naturaleza es lo contrapuesto al espmtu. Asi, pues, s1 la mfi-
estructural de fe-amor-pensar, en cuanto ser reflejado reside el nita vida divina es el principio de todo ser, ¿cómo puede serlo
punto en que Hegel lleva a cabo el salto desde el planteamiento además de la naturaleza, la. cual incluye también los objetos muer-
del problema propio de los escritos juveniles al desarrollo del siste- tos lo contrario a la vida, y de la cual el hombre mismo es parte
ma. Este desarrollo-.Ie permitirá luego exponer la revelación de Dios en' cuanto ser finito, mortal, condenado _a morir? Dicho de otro
como }a sucesi?n de los pasos del pensar divino en su ·necesidad. modo, ¿cómo es posible concebir incluso a la naturaleza como ex-
Tan solo en vir;ud de ~llo _p_uede responder a la pregunta por el
poder de la razon para Justificar toda positividad y para conciliar teriorización de la vida infinita?
En el fragmento 8, algo anterior al recién mencionado, Heg~l
fe ~ saber, most~ánd?se entonces que dicho poder es la dialéctica. ve realizada, pero tan sólo en, una comprensión mi~ol~gic~~ la posi-
TJ_mcamente consideran~olo desde este punto de vista es compren- bilidad de comprender la naturaleza. como extenonzac1on de la
sible ,el concepto hegeliano de la razón y su dialéctica. Es decir: vida divina (página 3 7 6). Dicha comprensión mit<?l~gié~ es dí~e-
tan sol? en cuanto razón que concibe y ama -y no en cuanto un rente a- la concepción de los objetos en cuanto domm10 --es decir,
concebir. que. ,aspira a "dominar"- posee la capacidad de efectuar una comprensión en la cual la naturaleza es mantenidaen sl:1 ~~pa-
~sa c<?nc1hac101:. De este modo, los planteamientos de los escritos ración como extraña al sujeto-. ''Concebir es. dominar. Vivificar
Juve~i~es_ permiten reconocer que, para Hegel, el problema de la los objetos es convertirlos en dioses ... ". En el Fragmento de .~n
co_nctlzacwn de saber y fe no es sino el de la conciliación de razón sistema no se considera todavía la posibilidad ·de una concepc10n
Y amor. Al respecto no hay que pasar por alto ciertamente el filosófica de la naturaleza entendida como exteriorización de la
hecho de que la configuración del sistema contribuye a oscur~cer
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vida !1;-Íiníta. La. prin:eta P!rte del fragmento concluye con la ase-
veracion, de ma~iz ca~i kantiano; de que el entendimiento, el pensar cidos, para aclarar de qué modo, de la determinación de la "subs-
Y., por ende la fdosofta, no puede superar esa oposición cosa que tancia" como sujeto pensante se sigue el principio de la dialéctica
solo puede lograr la religión.49 . ' como ley de su movimiento, y cómo, a partir de allí, hay que
T~n. sólo en su período de Jena comienza Hegel a elaborar las comprender la naturaleza en cuanto exteriorización del espíritu
condic10nes para superar esa opo~ición entre filosofía y religión, absoluto. Esto se logra reflexionando sobre la esencia general de
entre saber Y fe. En Jena se ve obhg~do a exponer las intelecciones un sujeto pensante como tal. El pensar es una actividad de la me-
logradas. hasta en~o:1ces de Dios .como. ~rincipio de todo ser y de ditación, de la interiorización, de la reflexión sobre lo que le es
la esencia de la viviente referencra rehg10sa a Dios, en una forma consciente, sobre lo que se le enfrenta como lo otro, como objeto;
fue .se v~!e de los argumentos y la terminología desarrollados en pero en tal escisión el pensar sigue siendo uno y lo mismo: es
a d1s~us10n, que ya había cobrado forma, entre Kant, Fichte y "ser-uno en el ser-separado". En la escisión cobra conciencia de
Schelh~g. De este modo, el centro de grávedad se traslada cada su unidad y, al mismo tiempo, del hecho de que en su escisión
vez mas, desde el concepto de Dios como vida infinita y desde el pensante se da el fundamento de la distinción entre él mismo y
~oncepto del amor, hacfa el concepto de Dios entendido como su- lo otro, el objeto. En esta estructura de la .reflexión pensante se
¡eto pensante Y a su szntesis pensante. El eje de dicha traslación fundan los tres conocidos pasos de tesis (Setzung, positio) -antí-
del centro de ff.ravedad reside en la igualdad estructural del amor tesis- síntesis. Toda actividad pensante judicativa es un poner eq
como ser refle¡ado y en el pensar entendido como reflexión. Mar- cuanto establecimiento, captación y diferenciación de aquello que
cuse. fue el .pnmero en ~;ñalar la significación y la enorme impor- ya estaba índiferenciadamente en la conciencia. Los pasos reflexi-
tancia de dicho proceso. Mientras que en el fragmento 11 la cer- vos del pensamiento y del juicio consisten, por tanto, en un salir .
tez~ ~~l ser presen~e en. la fe era comprendida todavía como base y de la unidad originaria, en una exteriorización, y en una supe-
posibilidad de la smtesis pensante judicativa, es ahora esta última ración de la exteriorización; describen el camino def llegar a la
la que de modo cada vez más a~entuado ocupa el lugar de aquélla. conciencia de aquello que el sujeto pensante ya era en sí - y esto
Con e~lo Heg~l retorna ~l ámbito de la tradición metafísica y al significa: según su posibilidad (ouvcx.µn). Esto se lleva a cabo por
lenguaJe propio .d~ _la misma. Queda en pie la cuestión de si los el camino de la reflexión, o sea, de ese llegar a la conciencia. Pero
pJante~mientos imciales de sus escritos juveniles. podrían tradu- en cuanto lo posible que se realiza es conciencia, su realización es
c!rse sm desmedro en tal lenguaje. La convicción de que la sínte- por de pronto el llegar a ser para sí de aquello que él ya era en
s~~ del pen~ar. sól?, pued~ aJcanzar su meta -es decir: la unifica- sí. El primer paso de la realización es enajenación: el espíritu -o,
c10n Y re.~ttahzacion-. si al. mismo tiempo es la "síntesis" de la como dice Hegel, en otro contexto asumiendo una determinación
comprension aman!e, sigue siendo, por cierto, el trasfondo tácito tradicional, la Idea absoluta- se encuentra frente a la naturaleza
que h~ce comprensible el específico pathos "teológico" que domina como frente a algo que le es extraño. Al reflexionar sobre eso
el decir de Hegel hasta sus últimas manifestaciones. Sin embargo, dado, empero, la naturaleza le es consciente como puesta por él,
.¡., ese trasfo~do retrocede cada vez más mientras se va perfeccio- como su enajenación; y le es consciente el hecho de que él mismo
nando el sistem~. En tal ~entido, dicho trasfondo no pudo ofrecer es el fundamento de que exista semejante enfrentamiento. De tal
a los cqntempo~aneos, crecidos ya bajo otro clima espiritual, la base modo, la actividad de Dios como espíritu o Idea absoluta, actuan-
ª?ecuada para !nterpretar el sistema. Por otra parte, tan sólo en do como fuerza en las cosas y permitiéndoles surgir como cosas
virtud de ese ,giro gana Hegel la posibilidad de resolver el proble- particulares, individuales, es pensar = juzgar. Lo uno se despliega
ma que todavia ~n el Fragmento de un sistema, de 1800, había sido así en lo múltiple y sigue siendo, sin embargo, lo uno.
~ecl~ra~o c~mo m~?luble para el pensar filosófico, a saber: el de De esta suerte· se comprende la frase de la Enciclopedia: "La
rey!tahzar t~1!1bien la naturaleza, concibiéndola como exteriori- Idea se particulariza, juzgando, en el sistema de las ideas· determi-
zacion, ~el espmtu. En efecto, si Dios en cuanto principio del ser nadas". Cuando Hegel habla de juicio (Urteil), resuena siempre en
es espmtu pensante, sujeto, en tal caso, los pasos de su Revelación tal palabra, al mismo tiempo, la noción de una partición originaria
pueden ser e~p~estos como pasos de la síntesis pensante, siendo (Ur-teilung) del uno absoluto.* Todo lo que es y de lo que decimos
l.
entonces la dtalecltca el camino y la ley de esa· Revelación. "es realmente" debe comprenderse, por tanto, como resultado de
Baste aquí una breve elucidación, que sólo resume asuntos cono- la actividad del espíritu, de la Idea entendida como tal juzgar.
Esto es lo que en cada caso constituye el ser específico de las cosas
116
117


,
modo en que Dios}' pensando, llega a ser consciente. En ella se
1ngulares. Cuando hemos comprendido en qué lugár está una cosa expone de modo puramente conceptual como despliegue de su
entro de_ la ordenad;i activ~dad del pensar divino, entonces hemos actividad· --entendido como el progreso de los pasos del juzgar-
comprendido en. que consiste su realidad; hemos comprendido aquello que se había representado por de pronto como su Revela-
aquello de q~~ siempre hacemos uso al decir de algo que "es esto ción, pero de manera gráfica, en imágenes.
Y. aquello · · . . Con ell~ cada cosa recibe su puesto dentro del En el presente trabajo podemos pasar por alto la reproducción
szste1:1a1_ ~l cual no es smo_ el sistema de la regulada procedencia del edificio general del sistema en la Enciclopedia . .. , la cual, en
dbel individuo Y de lo parttcular a partir de la· actividad del uno sus partes sobre filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu,
a soluto, del espíritu, de la Idea. 51 llena con un concreto con tenido aquella relación puramente lógico-
. P~r cierto, es~o. no sJgn~fic~ que se nos brinde un principio para conceptual. Sólo debemos aclarar el sentido de esa exposición tanto
dfend d~ la_ ~ct1v1d~d }ud1cat1va del espíritu absoluto la existencia como sea necesario para comprender en qué medida puede verse
be f° d md~viduo facuco. Hegel r~chaz~ semejante deducción y se
·¿r a e qmen_es comprenden la filosofia especulativa en ese seri-
en el sistema la respuesta a las preguntas de que partió Hegel ya
en su época juvenil; es decir, en la medida en que pueda mostr~rse
t1 o. Lo ,q~e 1mport~, ~n!es bien, es comprender lo esencial en en el sistema cómo la viviente relación religiosa no atañe úmca-
todo lo facucamente mdiv1dual, es decir, aquello en que podemos ment~ a la referencia del hombre a Dios, sino gue también, tan
conocerlo como esto o eso otro. sólo sobre esa base, será posible la revitalización de todas las. rela-
_De aquí, s~ sigue, ad:más, _que la Idea absoluta, entendida como ciones en las que vive el hombre; cómo éste gana, a partir de
t.
suJeto, ~sp_1r_1tu, no es smo D10s. Dios se revela en el mundo como
mult1pl1C1da?. del ente; luego, la exposición de la actividad de
tas, ?e la actividad con que él crea el mundo y lo mantiene en su
aquella relación, no sólo su posición correcta (no "d~sgar_ra_da")
con respecto a la comunidad, sino también su referencia v1v1ente
a la naturaleza, a los "objetos".
dev mr, no es ?t:ª. CC:sa g~e la exposición de los pasos judicativos La naturaleza es determinada en el sistema como la Idea en su
1
en os q?e un ~u~ao ,implica y exige otro juicio; es la exposición
de ~a Patabra divina con q':1e Dios llama el mundo a la vida. Hegel
ser-otro; se brinda por de. pronto como el ámbito de aquello que
se contrapone a la conciencia, ~l pensar; como algo }?talmente
enu~~nde la Palab~a de D10s como juicio, pero hay. que atender. distinto, como objeto. En un pnmer momento, el espmtu no se
dqm. a! 1obl; ~entl~o de esa. exp1:esión. En efecto, no se trata sólo reconoce de ninoún modo en ella. Tan sólo se reconoce nueva-
e! J~ic10_ logico, smo que 1mphca al mismo tiempo la idea del mente allí dond; encuentra algo semejante a sí. Pero ya en los
enJUIC!ª:11!ento del ente ml1ndanal y finito. Ya se mostró que en escritos juveniles se dice que el ser es lo unifi~ante; en tod? lo
t?d_o JUICIO,. ~1: c_u~nto ~e~tlltado. de la reflexión, operaba un prin- que es, es el mismo ser. En efecto, de todo decimos en la misma
ci}:° :Ie esc1S1on; es!e divide al sujeto en sus predicados retrocede forma "es"; en cuanto ente particular, algo es un momento _de la
re ex~vam~nte a lo Juwado? medita s~b:e. h que él ya p~see en sí. totalidad que no cae fuera de ésta, pues en caso contrario . ~o
El su Jeto J\lzgante _:5e duplica en .el JUICIO y sin embargo es allí sería para nosotros ente a~guno. Es un momento de, la ~evelac10n
~no Y el mismo suJeto. De esta suerte, todo juicio es resolución- de Dios. La naturaleza, sm embargo, tomada en s1 misma, nada
La1Id~a se resu~lve" a esa escisión consigo misma. Tales son la~ sabe de ello, puesto que no tiene co1:1ciencia. Tan sólo el hombre
reso uc10nes de D10s en las que es creado el ente·. tiene conciencia; y también es; también él es un momento d_e la
_La Idea, l_o absoluto, Dios es, por tanto, el principio del movi- totalidad, pero precisamente aquel momento en que la total~dad
11:zento en vista del cual hay que comprender todo ser en su rea- llega a la conciencia de sí misma. Unicamente con referencia a
lidad, e,1: su, v~rdad. Pero la secu_encía lógica de los juicios, 0 sea, esta conciencia suya, en efecto, se da también la natur_al_e,za como
~ r layon logica abstra~~a de tesis -antítesis- síntesis ·resultante lo otro como lo extraño. De modo que la contraposic10n de la
1
e a ey de la reflexion, constituye tan sólo la armazón pura natural~za como lo meramente objetivo frente al sujeto consciente,
abstracta_ Y. conceptual del movimiento; es tan sólo la forma d~ por su parte, consiste en una contraposición dentro del ser ~ons-
es~ movimiento, la cual es captable de modo puro en el pensa- ciente. Y si éste, por lo demás, es un momento de la totalidad,
11ento, en _el concep~o. Así puede decir Hegel que la Lógica con entonces, y en vista de esa totalidad misma, es el lugar en que ,5e
a que ~om1enza ~l s:s!ema, es la exposición de Dios tal co~o él revela el ser y el principio del ser; y en verdad no se re_vela solo
e~, endsi , en el pr~n~ipio de su oropia actividad, antes de la crea- para el bombre1 sino también para sí mismo. Por el cammo de la
cwn e1 mundo fimto. La Lógica como exposición de Dios es el
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.. (
C.

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contraposición de lo éxento de razón (de la naturaleza) y de la del hombre por la· razón es ya antigua; pero tan sólo gracias a la
superación de esa contraposición en los seres racionales, la razón Revelación cristiana aprendió el hombre que ser racional significa
se añade a lo exento de razón, superándose en virtud de ello esta ser una naturaleza libre. Pues Dios se ha revelado como persona
ausencia de razón y restableciéndose la unidad del espíritu divino· (en Íos escritos juveniles Hegel dice "sujeto") con la cual el hom-
y la naturaleza: tesis -antítesis- síntesis. Esta rela9ón lógica bre está en una relación personal; esto quiere decir que el hombre
expone, por tanto, la estructura legal de todo devenir y de toda debe seguir sus mandamientos en el libre reconocimiento del amor
historia. Pero ese devenir nos es dado en la experiencia como un y no por temor al castigo (como en el Antiguo Testamento) o por
curso de datos y estados perceptibles por los sentidos, en una esperanza en una recompensa. En términos muy generales, estar
sucesión temporal. En esta forma de la temporalidad constituyen en relación personal con otro significa, en efecto, reconocerlo como
la manifestación fenoménica de la ·esencia. Su conexión total es la un semejante, esto es, como ser libre. Esta relaoión de recíproco
historia de la creación que comienza con el devenir de la natura- reconocimiento es aquella que Hegel caracterizara ya en los escri-
leza y se completa en la historia del hombre. tos juveniles como la del amor. Por amor, Dios se ha revelado
De ese puesto detentado por la historia del hombre en el siste- en Cristo; y el amor es la referencia "viviente" de Dios al hombre
ma de la historia de la creación, se sigue la respuesta a la pre- y del hombre a Dios, pero no sólo a Dios, sino también a sus
gunta por el sentido y la meta de la historia. En efecto, todo lo semejantes. En efecto, el hombre entendido como ser racional cons-
que es, es Revelación de la razón divina -de otro modo no podría ciente de sí mismo es el lugar de la historia de la creación en que
ser comprendido como ente-; luego, la historia del hombre no el principio de ésta llega por vez primera a la conciencia de sí
puede consistir tan sólo en el escenario del ekrcicio de su irracio- mismo. En virtud de ello, se destaca de todo otro ente y pretende
nalidad, de sus pasiones y de su egoísmo; no puede estar "dejada gue sus semejantes lo reconozcan como tal ente privilegiado. De
de la mano de Dios". Es verdad que los mencionados estímulos, este modo, y en virtud de la Revelación cristiana, se reclama el
más aún que la razón y el examen racional, determinan el obrar incondicional reconocimiento de todo hombre qua hombre como
de los hombres que constituye el acontecer de la historia humana. libre. Tan sólo por ello es cada uno hombre en el ver~adero sen-
Pero por encima de todo querer y de toda acción humanas, por tido de la palabra, comportándose como un ser libre no sólo res-
encima de sus fines -que, aun allí donde son guiados por la pecto de Dios, sino también frente a todos sus semejantes y tra-
razón, deben limitarse, sin embargo, a lo que el hombre puede tando a éstos como seres · libres ..
abarcar con su limitada mirada- está la "astucia" de la razón La Revelación cristiana señala así un nuevo ámbito de la historia
divina. Esta, para alcanzar ~u meta, a saber: revelarse en el mundo, humana: "hasta allí y desde allí va la historia". Con otras palabras,
se sirve no sólo de la razón, sino también de los impulsos irracio- la Revelación cristiana implica un progreso en. la conciencia .que
nales y antirracionales del hombre, pasando por sobre su cabeza. de sí mismo tiene el hombre; le da una nueva autoconciencia y,
También aquí, por tanto, .rige la ley de la dialéctica: la posición en virtud de ello, lo transforma. "En Oriente uno era libre" -el
de lo negativo por--.la acción del hombre y su superación en un . déspota-; en la Antigüedad "algunos eran libres" -había. e~da-
sentido superior al que el hombre mismo no aspira ni puede as- vos junto a los hombres libres-; tan sólo en el concepto cristiano
pirar -no puede hacerlo precisamente porque no es ·capaz de del hombre reside el hecho de que todos tienen que ser libres. De
abarcar la totalidad con su mirada, porque su obrar es ·miope, tal modo, el sentido de la historia consiste en el "progreso en la
orientado siempre tan sólo a lo más próximo, y no puramente conciencia de la libertadn.
racional sino amenazado siempre por afectos y egoísmo. Pero todo Esta tesis de Hegel, sin embargo, de níngún modo comparte el
. esto posee su significación necesaria para la revelación de la razón optimismo del progreso propio de la Ilustración; antes bien, se
absoluta. bas~ en la intelección de que toda transformación de la historia
¿Qué resulta de aquí para el sentido de la historia del mundo descansa en una transformación de la actitud consciente del hombre
humano social, si éste debe valer como revelación de la razón respecto de sí mismo y del principio del ser. De tal suerte "la
divina, ·esto es, si debe ser considerado como realidad racional? historia del contenido de Dios, o sea, de los pasos de su revelación
La razón divina debe revelarse en la existencia del hombre en' --cuya secuencia formal desarrolla la Lógica-, es "tambié~ esen-
cuanto ser racional. Para satisfacer esa misión, ¿ cómo debe com- cialmente historia de la humanidad; es el movimiento de D10s ha-
prenderse el hombre en el ejercicio de su razón? La definición cia el hombre y del hombre hacia Diosn :52 Pero aquí reside al

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n_iismo ti:1:1Pº el hecho de que nada de lo que alguna vez haya constitucional -aún no logrado, por cierto, en su época. Esta ~e
si1o .adm1t1do en la concien_<:ia del hombre pueda ser nuevamente justificaría .como acorde con la realización del fin de la historia
perdido. Puede ser, sí;. oprimido y desplazado, pero sigue actuando dentro del margen de las condiciones históricas dadas. El. hecho de
aun .en tal desplazamiento, puesto que pone en movimiento la que Hegel haya querido ensalz~r d~cho estado como ~1 fuera la
dialéctica del opresor y el oprimido, del "señor y el esclavo". El meta final, ya alcanzada, de la historia, es un malentendido de sus
progreso en la conciencia de la libertad, fundado en la revelación contemporáneos -del que quizá el propio Heg~l no ~s totalmente
del principio que exige el reconocimiento de la libertad de todos inocente- y que, por cierto, tuvo graves consecuencias.
los hombres, no atañe por tanto únicamente a la relación del hom-
bre c~n. ~íos, entendi~a. ~orno algo meramente interior. Para Hegel,
la rehg1on no era relig1on de la pura intimidad sino desde un 3. La discrepancia entre el planteamiento y la solución del pro-
comienzo, .el pr~ncipio necesario de la· configuracÍón d~l mundo y blema de la dialéctica en Hegel como margen para su trans-
de la coexistencia de los hombres. En efecto, si el mundo debe ser formación por parte de Marx
la revelación de Dios en cuanto principio del amor infinito tam-
bién el reconocimiento de la libertad de todos los hombres ~exi- Estas breves indicaciones intentaron mostrar cómo el desarroll.o
gido por tal principio-- habrá de manifestarse en su condición del pensamiento hegeliano mantiene una línea uni~~ria va a partir
social. ?i toda transformación de la historia se apoya en una trans- de sus escritos juveniles, En éstos, Hegel reconoc10 con toda. cl~-
fo:maaón ~e la actitud consciente del hombre respecto de sí ridad que el problema fundamental. de la edad moder_na cons1st1a
mismo, y si, además, la transformación de la conciencia humana en la "revitalización" de la referencia del hombre a Dios, de cuya
en virtud de la Revelación cristiana significa que el hombre ha solución dependía la revitalización de todas las relacio~e~ _en que
llegado a conocer su libertad y la necesidad de reconocer la liber- se encuentra el hombre. Allí residía, por tanto, la pos1b1hdad de
tad de todos, entonc~s aspirará a establecer las condiciones en que su correcta relación no sólo respecto de sus semejantes y _d:l. mundo
ella pueda ser realizada. "El negocio de la historia consiste única- humano sino también de la naturaleza, o sea, la pos1b1hdad de
mente en que la religión se manifieste como razón humana en recuper;r una posición no "desgarrada" en la ~omu~üdad_ humana.
que el principio religioso que habita en el interior del cor;zón . El esbozo del camino hegeliano, desde los esc:ttos 1uven1Jes ha~ta
humano sea dado a luz también como libertad en el mundo· de el sistema, por tanto, debía ha~er compr~~s1ble en que medida
tal modo será suprimida la escisión entre lo íntimo del cor~ón este último pudo significar para el la soluczon de aquel problema.
y la existencia" .53 t Sin embargo, el problema conserva aún hoy para nosotros s:1 ple1:a
Tan sólo brevemente habremos de mencionar las condiciones en actualidad. Por ello, hay que preguntar qué !iene de _obI1ga_tono
que puede ser realizada la libertad de todos. Unicamente el Estado para nosotros la solución de Hegel y dónde re/s1~en las hm1 tac10nes
de de:echo, en el ~al todos, autoridades y ciudadanos, están bajo que llevaron a su fracaso y provocaron la r_ephca / ~e Marx. Para
las mISmas leyes, puede garantizar tales condiciones· se trata de éste ese sistema era tan sólo una interpretac10n teonca 4el mundo
aquell.:i situación en que la libertad de cada individuo no está -c~mo toda filosofía-, si bien precisamente aquella mterpreta-
sometida a otra li~itación como no sea la exigible para que se ción en que la filosofía en general _fue consumada y llevada a· los
compadezca con la libertad de todos; aquí el individuo no obedece límites de sus posibilidades. El motivo de esto,. ¿yace e~ una mala
ª. las leyes por temor al castigo, sino porque comprende su nece- interpretación de He,gel o, más_ ~ien: en una dzscrepancza entre _z~
sidad como garantía del necesario derecho de todos al reconoci- que el propio Hegel quiso orzgznarz~mente y aquello. que re~lzzo
miento de su libertad. Constituye, al mismo tiempo, la situación en el sistema? Esta pregunta determma el punto de :71sta segun el
en la que nadie puede ser forzado a obedecer incondicionalmente cual debe ·plantearse el examen crítico_ de la dialfcuca. de Hegel.
a un hombre, a una instancia mundanal, a un "senor". El supremo La cuestión, pues, consiste en exam1~ar ~n que medid~/ la con-
mandamiento; es aquí la obediencia a la absoluta exigencia divina cepción dialéctica del mundo y de la historia de su creac1on -en
que se anuncia en la voz de la conciencia moral. En la mencionada la cual lo trasmitido por la fe debía ser e~~vado / a! saber- cons-
situación, por tanto, nadie que obre de acuerdo con esa obediencia tituye algo más que una mera interpretac10n teon,~a ~el _mu~_?~;
puede ser amenazado en su vida y hacienda. Dentro de este con- ¿En qué meaida puede_ ~oml?rendérsela ~orno una rev1tahzac10n
texto, Hegel justifica como racional el estado de una monarquía en el sentido en que ongmanamente asp1r~ba Hegel, esto es, como
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r~~italiz~ción llevada á cabo no solamente en una concepción teo- El descubrimiento fundamental de Hegel consiste en el hecho de
ret1ca, smo. ~n la transformación (o en la posibilitación de una que esa reflexión, junto con su estructura dialéctica del "ser-uno
tr~nsfor1:11~c10n) del hombre mismo en su total referencia a lo en el ser-separado", es la más profunda fuerza de todas las trans-
as1 concebido? formaciones importantes de la historia. Esto no constituye tan sólo
En efecto, e~ ~onocimiento dialéctico especulativo no es para una convicción general del idealismo;55 sino también una intelección
Hegel un cono~zmzen_to que quiera transformar el mundo y del que que mantiene su vigencia aun cuando se renuncie a sus supuestos.
s~ desprendan mmediatamente indicaciones que guíen el obrar prác- Habrá de mostrarse todavía esto al examinar la nueva configuración
tico dd. ~ombre a un cambio y mejoramiento del mundo. Es "con- de la dialéctica en Marx; pero se puede . aclarar ya teniendo en
templac~on ~e lo ~agrado", pero U,?a contemp}ación, sin embargo, cuenta nada más· que la simple reflexión de la vida cotidiana. Ha-
q_ue no Implica hmda del mundo, sino que, mas bien, debe condu- ciéndose consciente de lo que se es y se puede por el hecho de
cir al ho.:7111?re a la concepción de aquella certeza en que reposan conocer y comprender una situación dada en la que uno se encuen-
su conoc1m1en to y su acción; certeza por la cual debe ser dirigido tra, ya por ello uno mismo se transforma junto con tal situación,
en la m~did~ en que ella le ~ermite compr~nder qué le importa siendo también transformada la propia situación. De aquí se des-
en la h_istona en cuanto sentido de su existencia. Ese concebir prenden serias consecuencias para la definiciqn conceptual de lo
no e~ ~ze~tc¡mente un conocimiento de objetos -en el sentido de que "es" un ser pensante y de lo que constituye el sentido de ese
la distmc10n ~e sus escritos juveniles- que quiere "dominar"· "ser". En efecto, el sujeto que piensa y reflexiona es ya siempre
tam~oco capacita a los hombres para planificar su porvenir com~ más de lo que es; está siempre más allá de todas las determina-
totahd~d, ~ues tal planificación del camino conducente a la meta ciones y predicados que él, por medio del juicio, puede enunciar
de la h1stori~ no es asunto del hombre, sino que acontece en virtud de sí mismo. Dicho en la terminología actual: ese sujeto se carac-
de la "astucia de la razón", la cual va más allá de los planes y de teriza por su trascendencia en el sentido de un ser él mismo anti-
la volunt_ad_ del hom1?re, sirviéndose de ellos. Debe ser, empero, cipadamente, de un pre-ser-se. No es posible adelantársele me-
un conoc!mzento que, en cuanto pura contemplación y precisamente diante una definición lógica, con predicados que puedan ser =enun-
por tal libertad respecto de !º4º propósito de planificación, tráns- ciados de él como propios del mismo. En tal sentido debe com-
f arme ~l/ hombre. Ese conoc1m1ento está en cuanto tal, antes de la prenderse el hecho de que en la dialéctica se supera el principio
separaczon d; c~nduct~ teórico-cognoscitiva y cqnducta práctica., de toda lógica formal, a saber: el principio de contrac:1.icción. Según
ya que tan solo el configura la base de ambas. En tal sentido dice el mismo, un predicado conviene o no al objeto pensado; una cosa
Hegel en la Filosofía del :,,Derecho 54 refiriéndose a la dife;encia excluye al mismo tiempo a la otra. El sujeto pensante, por el con-
entre ~onducta teórica y prktica: "Lo teorético está esencialmente trario, no es determinable en esa forma unívoca y evidente, ya que
contemdo en lo práctico; va contra la idea de que ambos estén todo pensar implica un comportarse respecto de sí mismo. Cuando
separados~ pues no se puede poseer voluntad sin inteligencia. Por el sujeto piensa y reflexiona sobre sí mismo preguntándose, por
el contran?, la voluntad mantiene en sí a lo teorético. La. voluntad ejemplo, "¿qué has visto?", "¿qué puedes hacer?", y comprueba,
se determma;. esa determinación es por de pronto algo interior:. pongamos por caso, "yo he visto ese color", no sólo tiene tal color
lo que yo qmer?, me lo represento, es objeto para mí. .. Pero como su objeto al que determina con el pensamiento, sino que al
tampoco_ es po?ible comportarse teoréticamente sin voluntad· o mismo tiempo se tiene a sí mismo.· En tal caso, efectivamente, se
pensar; sm_ la misma, pues.to que en cuanto pensamos somos justa- determina a sí mismo como el que ve ese color. En la medida en
mente activos. El contemdo de lo pensado recibe ciertamente la que un sujeto piensa, por tanto, con ello se determina simultánea-
forma del _e~te, pero este ente. es mediado, es algo puesto por mente a sí mismo; y en verdad no como un objeto meramente
nuestra actividad. Est?s cosas diferentes son, por tanto, insepara- comprobado y retenido por él -al cual entonces nada podría
bles: son una Y la misma; y en cada actividad, tanto del pensar ocurrirle en vjrtud del pensar, sino como aquel que es establecido
como del querer, se encuentran ambos momentos". De esta ma- solamente en lo que él ya era y sigue siendo. Antes bien, por
nera, todo elevar a la conciencia el principio que dirige al hombre cuanto él mismo es su objeto, y en virtud de que lo piensa, ya se
en su obrar, en cuanto retroceso al fundamento de su existencia convierte en otro. La lógica formal -de cualquier modo que sea
como tal, significa ya una transformación del. hombre en su relación pensada hasta el final en formalizaciones cada vez. más amplias-
con el mundo. es la lógica de lo pensado., entendido como un objeto que sigue
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siend~ lo que es> independientemente de que sea o no pensado; hunde "hasta el fondo": va a su fondo (fundamento), concibiendo
el su¡eto pensante, en cambio, no es en ese sentido un sustrato todas las relaciones mundanas en que se encuentra como resultado
permanente de su pensar; no es una "substancia" que como algo de su separación, soportada por la certez~ de su fundamento Y
p~rmanente ~e contraponga al pensar, sino que ese "objeto" es el determinada en su sentido por la referencia a su fundamento.
rmsmo que piensa, quien, por el hecho de que piensa, ya ha llegado Ahora bien la referencia a su fundamento, a Dios, sólo puede
a ser otr?. El es lo que ya es y, al mismo tiempo, no lo es. En ser la de .su libre reconocimiento, en el cual, únicamente, el ho~-
este sentid?, P,ºr tanto, el concebir dialéctico supera el princípio bre se gana como libre. Tal fue la c~:teza _brlndada por vez p~l~
de co_~tradzccz~n. Pero hay que comprender tal superación en la mera al hombre gracias a la Revelac1on cnstlana. De ella part10
acepc10n hegeliana: en esa superación se conserva la contradicción. Hegel, siendo propósito de su s~:tem~ 1~ c~mcepción de tal certeza
Pu:s pei:sar signi~ica si~mpre pensar algo, determinarlo y fijarlo en en el pensamiento. La concepc1~m d1alect1ca del :1:un~o. Y de su
s? iden~idad consigo mismo; presupone, por tanto, lo idéntico con- historia en cuanto modo de man1festarse la revelacron d1vma, en el
sigo rmsmo (el E'V en el sentido de Aristóteles ' Metafísica, IV ' cual todo lo que aparece se concibe como procedente d~! funda-
1006 b ). D~ tal modo, pues, el principio de contradiccióñ perte- mento, puede ser entendida, en es,te s~n~ido, como el 1!alogo de
nec; al_ propio pensar, ya que en caso contrario éste se suprimiría la razón humana finita con la razon divina absol-i:ta; diálogo. que
a si mismo en cuanto tal. Pero aquí se alude precisamente a esa posibilita la "revitalización" de todas las relac10nes Y obJetos
superacron: el pensar se estrelia contra el necesario intento de es- "muertos".
tablecerse a sí mismo, pensando, como idéntico en su relación a Pero si el fundamento es la revelación divina, la respuesta a la
lo pensado: Tiene que establecer lo idéntico para poder en general pregunta por el sentido de la existencia humana en su _historia no
pensar, y sm embargo no puede hacerlo. Comprendida de tal modo será deducida de principios universales de la razón, smo de una
la dialéctica consiste en el fracaso del pensar humano debido a s; mirada retrospectiva al cur:o fáctico s~gu_i~o hast;1- ahora por la
propia ley> en la medida en que éste al "reflexionar" sobre el historia y, con ello, al ongen del prmc1p10 _s:~un el cual nos
hombre mismo y su relación con el mundo y con el principio comprendemos en nuestro pue~to y nuestra mis10n en el mundo.
del ser, trata de convertirse a sí mismo en su objeto. En tal res- Esa misión consiste en concebir el mundo humano como . mundo
pect~, por tanto_, el conocimiento dialéctico-especulativo de Hegel de hombres libres que se reconocen recíprocamente en su libertad,
no tiene el sentido de un conocimiento de objetos, sino el de una y en obrar de acuerdo con tal concepción. . ,
transformación del propio ser que conoce. En los escritos juveniles !f
La respuesta que hubiera dado egel a la pre~unta de lºr que
H<:geL expresa este hech~ col: un giro que recuerda a Kant, distin- el principio de todo ser es el Dios revelado, sol~ podna ~ezar:
gmendo los conceptos de obJetos de los conceptos "morales". "Porque se ha revelado". Hay que t~1;1ar en seno y. al P}e de
Kan~ ya hab!a observado que el sujeto pensante no puede ser la letra por consiguiente, su aseveracron de que la filosofia no
concebido mediante la categoría de la sustancia como lo perma- tiene q~e ver sino con la realidad.57 La filosofía pregunta por _la
nente en el cambio de los accidentes, pero no llegó a desarrollar realidad de modo filosófico; esto es, debe reconocerla en el prm-
los pensamientos que posibilitaran la comprensión de un conoci- cipio de su ser real, al cual ella remite ya en .sí -~isma según el
miento empírico del mundo humano e histórico56 --o sea de un modo en que es experimentada. No otra cosa s1g~ifica para Hegel
c?nocimien~o que no es, por cierto, "conocimiento de dbjetos", la filosofía especulativa. Esta no es tal en el s~nt!d? de que cons-
smo que solo puede progresar en ese movimiento dialéctico de la truya la realidad a partir de un sup_rem? prmc1pio pensado;_ es
posición propia del juicio y de la superación de esa posición; es tan sólo interpretación de una experiencia ya efectuada, . en _vista .
decJr, en la contii:iua anulación de todos los conceptos ya puestos. de lo que posibilita que la misma sea de ese modo expenenc1a de
Urucamente en vista de esta conexión se podría resolver el pro- la realidad. La filosofía especulativa parte, por tanto, de la base
blema del "círculo del comprender" y, con ello, el problema de ya f ácticamente dada de nuestra experiencia y pregunta por su
t~da concei:t,ualización en las "ciencias del espíritu". En efecto, fundamento, por el radio de acción dentro del ~ual ella ~~ mueve
dicha c?ne~on presenta la fundamental diferencia de aquella con- como· en su horizonte; y precisamente este radio de acczon es ~l
ceptualizac10n respecto de toda otra conceptualización "teorética". margen de la Revelación cristiana. La razón pensante? por medio
Sigue siendo mérito de la dialéctica de Hegel haber penetrado de la cual el hombre debe conocer a Dios, no consiste p~es en
por primera vez en ese ámbito. En ese movimiento, el pensar se una facultad que tome su norma contemplando un lugar situado
127
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..

más allá de lo históricamente experimentado gracias a una suerte y olvidado, constituye el fundamento por el cual somos nosotros
de "visión platónica de las Ideas", pudiendo así examinar lo ex- y es nuestro mundo, y en vista del cual únicamente éste .,es cog-
perimentado -incluida la experiencia de la Revelación- en vista noscible en su verdad. La razón del hombre no es, seg~ ellor
de su verdad. El conocimiento no es un médiun que refracta lo la facultad. que nos permite enjuiciar la facticidad de aquell~ ~x-
dado, sino "irradiación de lo absoluto mismo" .58 Esto significa periencia, sino que es razón ta_n sólo en la 11:z de la razon d1vma
que tan sólo en la luz de lo absoluto revelado es la razón del hom- revelada. De· tal modo, Hegel mtenta hacer pie sobre un suelo en
bre, en general, razón en sí misma entitativa. Fuera de esa luz, el que se supera y deviene inesencial la · oposición entre religión
no es ella facultad alguna capaz de descubrir por el pensamiento racional y religión revelada.
el fundamento del ser. Según esta interpretación, la meta de Hegel debí?., de ser la de
En virtud de esta fundamentación, la dialéctica hegeliana se subordinar la razón humana a la luz de la Revelac10n en su fac-
diferencia de la platónica. Es verdad que en ella vuelven a en- tibilidad, para obtener así un camino del conce1?ír que, como tal,
contrarse, con otras formas, problemas qu~ tuvo ante los ojos diera al hombre una nueva referencia a su realidad, de tal modo
1a dialéctica de Platón -por ejemplo, la dialéctica no como mero que ésta sólo pudiera ser concebida a p~rtir de su viviente re-
movimiento del pensar sino como ley de la "cosa misma"; el lación con Dios. Pero hay que preguntar sz esa meta fue alcanzada
problema de la relación de la unidad del ser con la multiplicidad en el sístema. De acuerdo con el sistema debe ser posible exponer
del ente; etc.-; pese a ello, la consideración de la historia del en la Lógica las resoluciones del _Dios que/ s.e revel~ como pasos
nacimiento de la dialéctica hegeliana muestra cómo ella está se- del juzgar pensante. En efect?, _D10s es espi~tt~ =_suJeto pensante,
parada de la platónica según su fundamentación, su punto de par- y pensar es juzgar; y el movimiento de la dialect1ca, por ello_, ?º
ti.,-1,a y su meta por toda la distancia que media entre el pensa- consiste únicamente en el movimiento del pensar humano fm1to
miento de la antigüedad y el cristiano. que va hasta el fondo, sino que es el movimiento de~ propio pensar
Por el contrario, po supone objeción alguna contra Hegel pre- divino que viene hacia sí mismo, y cuya consumac10n _rued: vol-
guntar si se puede pretender aún hoy en día que la Revelación ver a realizar el hombre en el saber absoluto de la f1Iosofta es-
sea para nosotros una experiencia con la misma naturalidad con peculativa, Pero hay que pregun_ta_r si esta pretensión de. una
que quizás lo fue para Hegel, el teólogo de Tubinga; o si, más posible equiparación del pensar divmo con ~l humano no piensa
bien, la humanidad no habrá perdido ya hace tiempo ese horizon- nuevamente a la razón divina según la medida de lo que cono-
te de una evidencia universalmente obligatoria. En efecto, ya el cemos como nuestra razón humana y que no podríamos conocer
círculo de Tubinga en el c;,ual Hegel recibiera su decisiva formación de ninguna ?tra parte .. ¿No. se convierte a~í _otra vez a la !azón
juvenil, consideró precisamente el hecho de que la religión hubiera humana en Juez que dictamma sobre lo fact1camente experimen-
· perdido su vitalidad y, por ende, la enajenación del hombre res- tado v sobre la Revelación en su facticidad? · ¿No se presenta
pecto de la viviente relación con. Dios y también su enajenación otra ~ez de tal suerte, en lugar de la simple interpretación de
frente a su propia··esencia, como el auténtico problema de la época la realid~<l en vista del principio de su ser real, la anticipada cons-
y del futuro, mucho antes de que tal problemática alcanzara el trucción de lo que en general debe ser pos~ble como re~l ?bte-
nivel de la conciencia común y general. El intento de Hegel con- nida a partir de conceptos de la humana razon? E_I conoc1mient?
sistió justamente en mostrar que esa enajenación únicamente puede especulativo, ¿no llega a ser entonces, en vez de simple reco1;10e1-
ser, superada si la razón recuerda aquello en virtud de lo cual miento un conocimiento que quiere "dominar"? ¿No se convierte
¡t··_ ella es, en general, razón. Con ello debía mostrarse, además, que otra v~z a Dios en principio de un conocimiento metafísico que
todas las otras respuestas a la pregunta por el principio del ser corre peligro de sosegarse eri el concebir «mera~ente te?rético'\
ofrecidas en la historia del pensamiento, ya habían sido superadas. en lugar de transformar al ~om~re por su prop10 c?nc~bir? ¿No
Aun cuando haya que admitir, por consiguiente, que el -mundo mo- se cubre con ello la experiencia - que Hegel quena mterpretar
derno ha abandonado el horizonte de la Revelación cristiana, no como experiencia. de la realidad? .
es posible señalar hacia dónde ha conducido ese hecho, ya que Los fragmentos de la época juvenil expr~sª?ª1: . con ~laridad
no existe lugar indicable que pueda determinar esa dirección; pues que aquel concebir en ql)e arraiga toda dialect;;ª. -;--s~n ,~ue,
e1 nihilismo no determina ningún lugar. Así, pues, todo el afán por cierto, se empleara ya entonces la palabr_a - dialectlca en
de Hegel consiste en recordar aquello que, como experimentado este contexto -tan -sólo puede ser un concebir amante. El sis-

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-- - - - ¡

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tema acab!do, por el contrario, despi~rta la impresión de que Este aspecto, por cierto, no afecta al propio Hegel, sino al modo
en que él fue comprendido por sus contemporáneos y ejerció una
e~e ,<;=onceb1r_ sea el desarrollo del pensar puro meramente "teoré-
tico y r~ahzable otra vez por todo quien pueda pensar, sin que influencia histórica.
La discusión sobre el modo en que Marx transforma la dia-
en el}o. importe el "e~píritu" de. la unificación a partir de la
léctica tomaría la cuestión muy a la ligera, por tanto, si tratara
cual umcament,e es po~1ble tal concebir. Por cierto, muchos giros
de considerar la raíz de tal transformación simplemente como
d_e I:I,eg~l podn~n. confirmar el hecho de que para él ese supuesto una mala comprensión de Hegel. Ella se sitúa, ante todo, justa-
s1gu10 siendo v1v1ente en todo momento. Pero de todos modos
mente en el punto de fractura del camino evolutivo del pensa-
ya no fue más expresamente puest~ ante los' ojos como tal y: miento hegeliano. De esta manera, la suprema exaltación del en-
por ello, t~mpoco fue ya comprendido. Así, pues, el desarrollo sayo de conocer especulativa y filosóficamente a Dios -y como
del pensamiento de. Hegel está caracterizado por la contradicción
tal hay que considerar a la filosofía de Hegel-, parece llevar
de _q~e el concebir, posible sólo en la co-realización amorosa, haya ya en sí mismo el germen de su propia superación. Con ello, la
recibido la forma del sistema acabado. 59 Con esto arribamos al· filosofía de Hegel habría sucumbido por su parte a la ley de la
aspect~, de la filosofía hegeliana que llevó al joven Marx a hablar dialéctica que descubriera ella misma, confirmando así 60la signi-
de su aspecto grotesco de melodía solidificada como una roca" *
ficación e importancia de ese principio por ella hallado.
La o_~jeción -~e los jóven~s hegelianos, por tanto, de la q~e
tamb1en _partl? Mar:x, estnba en el hecho de que la filosofía
~sp_e,culat1va h1postas1aba la razón humana al divinizarla. Esta ob-
4. El problema de la dialéctica en Marx
¡eczon, emp~ro, no fue entonces aducida contra Hegel desde afue-
ra; antes bien, se funda en la discrepancia entre el planteamiento Nuestra próxima tarea, por consiguiente, consistirá en elucidar
de! problema en sus escritos juveniles y la solución brindada al el sentido de la transformación de la dialéctica hegeliana que
mtsmo en su sistema. En tal sentido, el justo núcleo de la crítica lleva a cabo Marx. Para ello es necesaria una breve recapitulación
de _.i;J~~x, que ~01_1s,idera~a a la filosofía hegeliana como "místifi- de los pensamientos básicos de la crítica de Feuerbach a la re-
~ac10n ,. no res1dm~ alh donde lo buscaba el propio Marx por ligión, de la que parte· Marx. Para Feuerbach. la representación
mfl:1enc1a de _la_ ,crítica a la religión expuesta por Feuerbach; es de los dioses o del Dios úmco, aprehendido por Hegel de modo
decir, no '.e!idma en la subordinación de la historia humana a filosófico en el concepto del espíritu absoluto, no es más que
una ley d~vzna, sobreh[tmana, sino en la pretensión del sistema una representación humana. El hombre hípostasía lo que él mis-
de concebir esa ley como la de la revelación divina en el saber mo desearía ser en un poder trascendente, y busca allí la ley
absoluto de J'! fil?s~fí~ especulativa, superando y cerrando con y el fundamento de todo ser y devenir. Pero al hacer esto no
ello la relaczon dzalectzca de tesis y antítesis en la síntesis de reconoce el hecho de que él mismo .es ese poder: "el Dios hecho
ese. saber absolu_to .. Fundándose en esa pretensión de poder con- hombre es la humanidad", entendida como la comunidad de yo
cebir_ e?, el p~nsa1:11ento los pasos de la revelación divina, Hegel y tú; "se trastruecan sujeto y predicado" cuando se ve en el
c_on_viruo la h1stona en algo teleológicamente construible, si bien primero un espíritu absoluto y en sus predicados -o en sus
hm~t~ba la ret,rospecció_n. ~l curso histórico ya acontecido, y sin momentos, según la terminología de Hegel- todo lo dado en
derivar de alh la pos1b1hdad de pronosticar el futuro asunto la realidad empírica, los hombres y sus formas comunitarias.
que .1;º está al alcance ?el homb:e. Marx ve tan sólo ~sta pre- Para Marx, con tales ideas se despacha de una vez por todas
tens1on de poder construir teleológ1camente la historia y se apropia Ia crítica de la religión. El ateísmo no es para él un problema, -
~e ~lla. Pero por cua~t~ _deja a un lado el supuesto que en Hegel sino algo de suyo evidente. Sin embargo, contentarse con esa
limitaba esa co_nstruct1b1hdad al curso de la historia hasta el mo- crítica significaría meramente poner un nuevo principio en lugar
me:1to aco?,tec1da, Marx amplía esa pretensión tratando de in- del que hasta entonces sirvió para int~rpretar el mundo; sería
cluir tamb1~n en, ella al futuro como algo que necesariamente poner a la humanidad en lugar del espíritu absoluto; pero con
debe_ advemr. As1, pues, Hegel ha contribuido, sin quererlo, a elío seguiríamos dentro del dominio de una interpretación filosó-
confirmar al hombre en su pretensión de convertirse en señor fico-teorética del mundo. Marx concibió justamente a la filosofía
absoluto sob:e la historia. Precisamente este punto ha sido in- de Hegel como una de esas interpretaciones, y· por cierto como
terpretado reiteradamente como lo "anticristiano" de su filosofía.
131
130
aquella en que la fuosofía se ha consumado de tal suerte que abandonar el médium de la interpretación meramente filosófica
ya nada nuevo puede añadirse en su propio médium. 61 Ya hemos del mundo y de realizar la filosofía; o sea, la exigencia de pasa!
explicado en qué medida el mismo sistema de Hegel -contra de la contemplación a la acción. Este . tránsito. está, p:1es, mot~-
su propia intención- insinúa· la posibilidad de semejante inter- vado por la mencionada crítica, y no por un mcondic1onal acti-
pretación. Ahora bien, del sistema resulta la teoría del sentido vismo propio del "querer hacer>' .64 En efecto? _1~ crítica _d~ la
de la historia como "progreso en la conciencia de la libertad";
religión no significa tan sólo la de todas _las ,,r~hg1one_s P_?~ltn~~s,
pero esa teoría de · la filosofía acabada tenía que parecerle a sino también la crítica de la útima forma filosofica de Just1ficac10n
Marx una liberación meramente teórica del hombre su libera- de toda interpretadón religiosa d:l mun?º,. _tal como . ésta se
ción _simplemente en un plano abstracto. A ello debí~ seguir ne- presenta en el ~isterpa de Hegel. S1 el pnnc1p10 de tal m_terpre~
c~s.anamente la liberación práctica y real del hombre. Esto sig- tación sucumbió a la crítica; sólo resta la tarea de realizar lo
n~Bc~ que luego de esa consumación de la filosofía tan sólo po- reconocido como verdadero en tal interpretación.
día importar la. realización
, .
de sus conocimientos, o sea ' extraer. Esta tarea, por cierto, en modo alguno pudo pre3>ent~rsele a
sus consecuencias practicas -cosa que Feuerbach y los demás Hegel; pues para él la realiz~ció1: 1e la meta de !a J:ústona acon-
jóvenes hegelianos habrían omitido. Según Marx, pues, no basta tece en el dominio de la razon d1vma, y el conocimiento humano
la mera GOmprobación de que se trata de un cambio de sujeto nó puede hacer otra cosa que cerciorarse de ese dominio y tomar
y predicado en cuyo trastrocamiento el hombre desconoce su conciencia de las posibilidades y límites de la _ac~ión humana deJ.?--
esencia y se enajena; más bien, hay que preguntar por de pronto tro del mismo. La última palabra del conoe1m1e1:to d~be sef~ur
qué ha motivado esa inversión. El fundamento de tal inversión siendo la "contemplación de lo sagrado". Ahora bien, s1 la cr1t1ca
hay que hallarlo por medio del análisis de las circunstancias reales de la religión demuestra la inexistencia de aquello 9ue .debía con-
en que el hombre se encuentra en el mundo; dicho fundamento templarse, el ho~bre _no puede,, satisf~cerse por mas tiempo con
reside en .Jo irracio11al, en lo falso de las relaciones humano-so- comprobar la rac1onahda~. en s1 sub~1~tente de lo real ~ya no
·ciales que inducen a buscar consuelo en la idea de que dicho garantizada por el dom1mo 1el :spmtu absoluto--, smo que
estado de cosas sería atribuible a la acción de un poder supremo. debe realizar él mismo esa racionalidad.
Pero el fundamento no yace en el dominio de un poder supremo; Así, pues, si el primer paso consiste en la crítica de lo exis-
éste no constituye ·el principio del ser y del devenir del mundo, tente esa misma crítica requiere entonces una norma con la que
sino que, por el contrario, ese principio es la humanidad misma. pued; medir qué sea el est~do racional11;~n.te humano y la · m~ta
Luego, el conocimiento dw fundamento a partir del cual el hom- de la historia. Ni aun el mas exacto análisis del estado de cosas
bre inventó la religión, ;ignifica al mismo tiempo la exigencia existente, que comprueba por ej_emplo las. tensiones allí . conte-
de que él mismo no sólo abstractamente se conciba como ·su- nidas entre poseedores y despose1dos, domma1ores y dom~n~dos,
jeto, sino también la de que se comporte como tal, no abando- puede permitir el reconocimiento d~ esas tens10nes y oposic10nes
nando el destino ele la configuración de sus relaciones humanas a -que de alguna manera han ~on:imado hasta ~hora toda comu-
un poder supremo absolutamente inexistente, pero sí tomándolo nidad humana- como contrad1cc10nes, es dec1r, como algo no
en sus propias manos. Así, pues, en lugar de la justificación justificable racionalmente y que por. ello mism~ e~ige . ~u supe-
filosófica del mundo existente y de la presencia del mal en el ración, así como tampoco puede conocer en que d1re~c10n debe-
mismo -que lo reduce a la idea de un momento necesario en rían ser superados. 65 De antemano debe estar estable~ida la nor-
el proceso de autodesarrollo del· espíritu absoluto--, se presenta
ma con que se determina qué deb~, v~er c_omo racional. 1:farx
entonces como próximo paso "la despiadada crítica de lo exis-
tente",62 entendida como supuesto para que el hombre pueda tomó de Hegel esa norma de la racionalidad de lo ~e~l. en
cuanto situación que garantiza la libertad de todos y poszbtlzta al
volver a sí mismo, no en d mero pensamiento sino efectivamente, hombre estar en sí mismo; pero no llevó a cabo, por su p~rte,
y para. que pueda llegar a ser libre. "La crítica del cielo se trans- la asimilación de lo's supuestos en que se apoyaba el enu1:czado
forma así en crítica de la tierra; fa crítica de la religión, en crítica hegeliano sobre la racionalidad de lo ,:eal. y sobre e! sentido ~e
de la política" .63
la historia como progreso en la conciencia de la libertad. Mas
De la crítica de· za religión -que puso a la humanidad en el adelante se verá cómo, según lo dicho, el pr<?grama de ~arx de
lugar del espíritu absoluto-:- se sigue entonces la exigencia de una "realización" contiene ya desde un comienzo una insoluble
132 escisión.
133
i

sirve a su conservac10n. Para ello tiene que apropiarse de la na-


Marx condservó, además, otra idea básica de Hegel aparte de turaleza, produciendo en tal apropiación los medios para S? vida;
esa
filosofía
l
r .
normahe . e 1a racionalid ad d, e 1o rea1' Y pese a su crítica'
g~ 1~1;ª· La filosofia de Hegel es una exposición de
de la. conquista la naturaleza en cuanto aquello de que puede disponer,
en cuanto su propiedad. Así transforma el mundo según las exi-
ª a ~oapropiac!~n, de la autoproducción de lo absoluto que se gencias de su propia autoproducción y aut9conservación. No se
1
ddl lesta emi:mcamente como la historia universal. Lo que ver- produce, por tanto, únicamente a sí mismo, sino también a la
a era Y esencialmente acontece en ella -o sea en la sustancia- naturaleza en cuanto puesta a su díspos_ición y al servicio de su
d ,1os .pasos en
son I que el esp'1ntu · ab soIuto ad viene
.' a la conciencia conservación. Así, pues, la historia en la que el mundo humano
~ si mismo; os pasos en que éste, pensando, se adueña de sí llega a ser y se transforma, es la historia de su autoproducción;
j1;1s~o. Ellos se suceden unos a otros según las leyes de la dia- y la ley de la historia coincide con la ley de esa su autoproducción.
lectlca en _cuanto leyes del pensar que se piensa a sí mismo de ad 2. Pero, ¿por qué esa ley también es dialéctica? Para
ª superaci?n en el pensar y de la anulación de esa superación· Hegel la dialéctica consistía en la lógica de la autoapropiación
0 , como dice Hegel, esos pasos tienen lugar en el trabajo del . _del espíritu absoluto consciente de sí mismo. ¿Por qué rige tam-
conceptf. La autoproducción de lo absoluto es el trabajo del con- bién esa lógica para la historia de las relaciones de producción?
cept?. especto de ello n?ta Marx que lo importante en Hegel La manera más fácil de comprender el modo en que Marx res-
li°bs:st<: en haber reconocido la esencia del trnbajo,66 si bien lo ponde a esta pregunta es seguir el camino por el que llegó ori-
a n~ 1:1t~rprdetado en una forma mistificada en conformidad con ginariamente a la tesis del carácter dialéctico de las relaciones
el prmcrp10
,. e su fºl I osof'1a. Ah ora bien,
· ' vez admitido que
una de producción entendidas como lo verdaderamente esencial, sus-
e1 espmtu
'l . que se h p rod uce a SI, mismo
· es una· mistificación y' que tancial, en todo acontecer histórico. No se da en Marx, al co-
n? e ! smo e1 ombre, es el sujeto, en tal caso la ley' de la
h istona
, .
P{~r

bya · · , en e1 desenvolvimiento dialéctico
consisttra '
ª so uto; tampoco será éste el productor de todo ente in-
del es-
mienzo, una afirmación general y pro gramática derivada de la
simple inversión del sistema de Hegel; por el contrarío, llega a
ella al comprobar un cambio dialéctico de esa índole en un de-
e UI O el hombre, sus comunidades y formas estatales entendidas terminado contexto de la historia de su época. Para Marx, con-
c?f1:-lº s1;15,, momentos, como "ornamentos en el trono de su mag- secuentemente, la dialéctica no es en primer lugar objeto de una
m¡ 1cenc1a
, l . · Por el contrano, · s1· e1 h omb.re es el suJeto
. entonces reflexión teórica -sus enunciados explícitos sobre la esencia de
d' znuc e?·. terrebnal de esa historia del trabajo y de la producción la dialéctica son escasos y siempre accidentales-, sino que prac-
e espl zr:tu a hsoluto Ierá la auto producción de la humanidad tica la dialéctica ya desde un principio al analizar la realidad so-
L.as re ac10nes _1;mano-'soc1
'' ·ales en cada caso son el producto de· cial. Es conocido el hecho de que la estructura de El Capital
e~a autoproduccion Y nada más que ello. De tal modo las rela- está determinada por la dialéctica; sin embargo, el principio de su
czones
, . de
b produ
l · ' d el genero
cczon ,· h umano ocupan el lugar
' del es- método dialéctico es más evidente allí donde Marx tropieza por
p:ztu_ ~ so uto .. entendido como la "substancia'':, o s~a, como el vez primera con un nexo dialéctico, como ocurre en su con-
P ncipio por eI que todo es, deviene y puede ser conocido 67 frontación con la filosofía del Estado de Hegel.
·1
dnteresa . an ál.1s1s
, ' por tanto , el · ·d e estas relacrones
·. ·
para compren- En este caso, Marx dirige contra Hegel la crítica de que su
11
her como ~das, en virtud de su ·trastrocamiento e irracionalidad filosofía del Estado es un paréntesis de la Lógica; Hegel habría
ªi¿equen o com<: c?ns~~lo la idea de la religión. ' construido el Estado y sus formas a partir de la lógica del es-
~-- d Y que ,ver. que s1gmfican estas tesis: 1) que el hombre se píritu absoluto y de la ley de su movimiento. Pero, según M~rx,
P!? ucedia ~1 ~msmo; 2) que la ley de sus relaciones de produc- la tarea no consiste en derivarlo de una idea abstracta y en JUS:-
c10n
ad esl. aEl h y ' en cuant0 t ª1, es 1a ,1ey .d e 1a h.1st~na
1ectlca · univers al . tificarlo tal como es, sino, por el contrario, en desarrollar _la
o~bre no se produce a s1 mismo en virtud· del me- idea del Estado a partir de la "lógica peculiar de ese peculiar
~~ ~~nsa{ · Co1:dt1tuye ~1:ª abstracción definirlo como ser pensari- objeto". Este es el primer intento de Marx por llevar a cabo
e sentl o t~ad1c1onal. El hombre, ante todo, -tiene que el programa de su juventud: "buscar la idea en la realidad". Ese
mantenerse _en la vida por su actividad, por su trabajo· no es peculi~ objeto es el Estado tal como existe en el presente; para
pues,
bl en primer
al 1ugar un ser pensante, smo · . ' sensl-.'
un ser activo Marx, la monarquía prusiana, fundada sobre Estados cris!ianos,
1 e/ corpor, · El grado inferior de su actividad es la proc~eación realiza de modo ejemplar ese objeto peculiar y, al mismo tiempo,
ª orma mas elemental del trabajo 68 y, además, el trabajo que
135
134
__)
f
--- -_::- ------------
..

constituye su .úunediato opositor. De las circunstancias de dicho aquí al capitalismo y a la posibilidad de disponer de los medios
Estado Marx desprende en qué consiste y qué puede ser un Es- industriales de producción, dicha historia contribuyó a la defini-
tad? de acuerdo con su esencia: una forma de organización de la,, tiva superación del principio en que se basaron hasta ese en-
sociedad hu~ana para. mantener el poder de 1a clase poseedora. tonces las formas de su organización -social.
En tal sentido, pues, su concepción de la esencia del Estado Partiendo del análisis del Estado moderno, Marx comprueba
n? se constru3:e sobre una abstracta idea del mismo; se basa más así una relación dialéctica en el desarrollo de las relaciones de
bren en et enfrentamiento de Marx a esa determinada clase en 1a producción. Tal es la lógica peculiar propia de ese objeto. Su
cual la relación de Estado e Iglesia tendía a confirmar su inter- propia negación está implícita en las mismas cosas que él mismo
pretación, ya que 1a Iglesia y la religión legitimaban allí ese Es- ha realizado. Esto no significa, sin embargo, que la superación
tado X permitían que la situación de los desposeídos, que carecían de ese orden tenga que producirse por sí misma con necesidad
t!mbien de. derechos y de po?er, se manifestara como algo que- natural. La necesidad de esa superación debe hacerse consciente,
rido por Dios. Ese Estado, sm embargo, se presenta al final de y esa toma de conciencia es precisamente la crítica de las relacio-
un largo desarrollo. Si el ejercicio del poder dentro de· 1a socie- nes existentes, El proletariado, que ya es en sí la negación de
da1, humana estuvo desde siempre ligado ª alguna forma de po- ese orden, debe cobrar conciencia, en virtud de la crítica, de que es
ses10n, el_ P?der, en el Estado moderno, se distribuye en las clases esa negación -dicho con Hegel: lo que era en sí tiene que lle-
que se d1stmguen de acuerdo con la forma de 1a posesión. Frente gar a ser para sí. La exigencia de que el proletariado deba cobrar
a ello, como !epre:>entantes de intereses particulares, el Estado conciencia de clase no es comprensible, en tal sentido, sin esa
r:pr~:enta el mteres ~eneral al que debe garantizar por su me- distinción hegeliana de ser en sí y ser para sí. Tan sólo entonces
d1aaon en el antagomsmo de los intereses particulares. En es.te llegará a ser capaz de extraer del conocimiento de sí mismo las
Estado .1!2oderno_, !i"! embargo, ha llegado a su último grado ele consecuencias del cambio revolucionario de ese orden social bur-
exaltaczon el. pr:nctpzq en que desde siempre se apoyó el ejercicio gués construido sobre el principio de 1a posesión -naturalmente,
de! poder .. ,S1gmendo · el camino de 1a progresiva división del tra- si se supone en el sentido de ·la crítica de la religión-, que la
baJo, surg10 _la. forma económica del capitalismo; al mismo tiem- fuerza en última instancia determinante de toda transformación
P?! ;1 conoc1m1e-?;º?e la naturaleza, aplicado técnicamente, posi- histórica es el hombre mismo; · que únicamente él es el señor
~1!1to la pro1ucc10n mdustria1, :y ésta~ por su parte, con Ia pose- de la historia, a la que debe realizar de acuerdo coff el conoci-
s~~n del ~ap1tal, el poder de disponer de los medios de produc- miento de su finalidad racional. Para que el proletariado llegue
cion y as1 de la fuerza de,;trabajo de los demás: La sociedad bur- a ser. consciente de esa su misión histórica, se necesita de la fi-
guesa, pasando a ser producción industrial fundada· en una eco- losofía, entendida como cabeza. 'Sin embargo, el conocimiento fi-
nom~a del capital privado, originó así en su propio centro el pro- losófico de que la situación social presente es en sí misma con-
letariado, o sea, una clase que ya no es tal en el antiguo sentido tradictoria y tiende a la superación de esa contradicción, no ten-
de la palabr3: -a--.saber: diferenciada por la específica manera . dría por sí solo el poder de producir ·la transformación de esa
de sus poses10nes-; pues no posee nada más que su fuerza circunstancia. A ese conocimiento deberi añadirse además las ne-
de trabaJo, la cual debe vender hasta el fin de su existencia a los cesidades reales, y éstas sólo se dan en una clase cuyo despo-
poseedores de los medíos de producción. Se trata de una clase, seimiento motiva el hecho de que dichas necesidades únicamente
por tanto, que dentro del orden social existente basado 'en el pueden ser satisfechas. mediante la subversión de aquel orden.
principio de ia p~sesíón y organizado en el Estado, significa jus- Por ello, el proletariado es el corazón de la revolución. .
tament~ ,la negaci~n ?e. ese orden social. De este modo, la suprema Este razonamiento, tal como fue resumidamente expuésto en la
exaltaczon del pnnczpzo en que descansó hasta el momento el Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel,
c~rác(er estatal y el eje:cicio del poder en el Estado, implica en conserva los siguientes aspectos de la dialéctica hegeliana: el des-
sz .misma, como n_ecesarza consecuencia, su propia negación. Este arrollo de las relaciones de producción no consiste en un con-
es el resultado fznal de la historia de la autoproducción de la junto de actividades ciegas~ semejantes a las fue_rza,s. :1aturales;
humanidad: Con la progresiva división del trabajo, pasando de tan sólo cuando la conciencia se apropia de tal situac10n! puede
la economia natural del trueque a la economía monetaria y de tener lugar. con éxito el cambio de la misma. El proletar1~do no
puede provocar la destrucción de ese estado de cosas mientras
136
137
no cobre conciencia, en virtud de la crítica filosófica, de su propia teriza en primer lugar a sus ideas c<?mo realización de 1:n nattf-
situación y de las tareas de allí resultantes; es decir, mientras ralismo o también como un humanismo real que se difer~ncia
no llegue á tener "conciencia de clase". La dirección en que lue- tanto del idealismo como del materialismo, consistiendo al mismo
70
,, go tendrá que encaminar su actividad no está librada a sus pre- tiempo en la verdad que unifi~a a ambos. ~on razón pued~ _lla-
1
dilecciones y caprichos, sino prefigurada con necesidad. En· este mársele humanismo en el sentido de que alh se plantea dec1d1da-
1
'I,
punto se ha admitido la idea he1,eliana del carácter dialéctico mente el problema fundamental del mundo modern?/ -esto es:
propio del cobrar conciencia~ de la reflexión: una época ·se trans- ¿cómo puede el hombre seg~.ür siendo homb~~ en vista del des-
forma cuando llega a la conciencia de sí misma y del principio arrollo histórico de las relaciones de producc10n que, basadas en
que la dirige. Pero esa transformación po está en el poder del su propia actividad, han conducido sin embargo a resultados q:1e
individuo, de su deseo y su voluntad. En Hegel, el espíritu ab- aparentemente están fuera del poder h~ma?-o, o sea, a la e1;1a1e-
soluto en el camino de su autorrevelación, se, sirve de la voluntad nación del hombre tanto respecto de si mismo, de su traba30 Y
de los hombres activos, siendo el resultado totalmente distinto su producto, como también respecto de la nat~r~l~za. Según esto,
al que éstos se proponían. Del mismo modo, en el caso de Marx, la pregunta crítica fundamental que hay que dm_g,}r a Marx se re-
la lógica dialéctica de las relaciones de producción determina tam- fiere a la posibilidad de fundamentar su pretenszon de que con el
bién la m~cha del desarrollo: la sociedad burguesa, trabajando conocimiento de la dialéctica, entendida como ley de desarrol~o de
para convertir su producción en producción mecánica y para ele- las relaciones de producción, él dispone del medio para s0Iuc10nar
var así la posesión de capital ligada a la misma, se dirige sin ese problema.
quererlo. a la superación de su propio orden fundado en la po- La diferencia de la dialéctica de Marx frente a la de Hegel es la
sesión. Y también en lo que respecta al proletariado, acentúa Marx siguiente: ella no es, como en ~egel, el principio de la ª::topro-
que no importa lo que éste quiera sino lo que necesariamente ducción del espíritu absoluto, smo el de la autoproducc~on del
deb_e querer y hacer, de acuerdo con su situación histórica. Pero género humano; no es ley del movimiento de~ _pensar, smo ley
tan sólo lo querrá cuando,. debido a la crítica, llegue a ser del movimiento del trabajo real, ley de la actividad ?el hoII?-bre
consciente de su situación y de su tarea. en cuanto ser que trabaja y que, mediante ese su trabaJo, _consigue
No es necesario destacar una vez más que esa crítica de Marx su autoconservación y su autoproducción. Pero las relaciones de
no pudo resultar de un análisis sin supuestos de la situación so- producción de allí resultantes no son e_fecto de procesos naturales~
cial-estatal existente; por el contrario, el descubrimiento de dicha materiales e inconscientes, en el sentido en que pueden ser ~s1
situación precisamente coino contradictoria, antirracional y ten- denominados aquellos procesos de la naturaleza que acontecen m-
diente a su propia superación, requería una norma que Marx
encontró ya dada en las ideas fundamentales de la filosofía de
!
dependientemente del hombre. ampoco son el resultado d_e una
conducta desprovista de pensamiento, al modo como lo~ ammales
Hegel. Según esa norma, el sentido de lá historia consiste en logran su autoconservación por instinto. Por el contrario, ~on re-
la realización de fa libertad de todos los hombres. Por cierto, sultado del comportamiento del hombre, de ?u ~brar que siempre
éste es para Marx un supuesto tan evidente que no pareció haber necesita proponerse fines; del cobrar conc1en~1a, P?r el pensa-
sido consciente de su carácter de tal y de que requería por ello miento, de aquello que el hombre debe pro~~Clr. Re1teradament~
una fundamentación, opinando así, por ejemplo, que se podía, acentúa Marx esa diferencia entre la producc1on humana Y ;a ani-
a partir "de la crítica del viejo mundo, encontrar. uno nuevo" .69 mal. Su dialéctica no es, por tanto, materialista en el sentido _d~
'#-.
" - De tal modo se ha mostrado lo que la dialéctica de Marx posee la legalidad propia de un acontecer inconsc~ent~. Ya se ~xam:1;º
en común con la de Hegel; ahora hay que preguntar por su . la importancia que asume la toma_ de _c,onc1enc1a de la s1tuac10n
diferencia. Desde el escrito de Engels sobre Feuerbach -en el dada respecto del cambio ~e esa s1tuac10n. . .
que se distin~eron los dos "campos" del idealismo y el mate- Esta afirmación parece ciertamente contrad,~c1r Ja mterpretac1~?
rialismo--, se ha fijado como indiscutible evidencia que la teoría corriente de la relación entre "superestructura e_ m~raestruc_tura ,
marxista, entendida como materialismo, importa la antítesis del de acuerdo con la cual los pensamientos, la conciencia, constituyen
idealismo de Hegel. Según ello, habría que distinguir la "dia- tan sólo el reflejo del acontecer material que est~ en la base_ de
léctica real" de· Marx de la "dialéctica ideal" de Hegel. Pero aquello siendo éste lo verdaderamente substancial. Ahora bien,
en contra de esto hay que atender al hecho de que Marx carac- cuando' Marx, sobre todo en su época más tardía, acentúa cada
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..

vez con mayor énfasis' el carácter de mera supraconstrucción del ducción del hombre entendido no sólo como ser pensante, pero sí
P~1:sar y de las f~r~aciones. espirituales, hay que ver que ello sig- además como activo ser sensible-corporal, como ser natural, cuya
mfzca d?s. cosas distintas. Por una parte, le -interesa comprender la naturaleza incluye el pensamiento. Pero ella no es materialista en
espontaneidad del hombre en su sentido plenamente concreto -o la· medida en que no es la ley del movimiento de una materia na-
sea, no abstr~c~amente, como la espontaneidad del "yo pienso"-, tural en sí subsistente, sino ley de la autoproducción del género
en cuanto actividad de un ser que no es únicamente pensante, sino humano, caracterizada por el constante encadenamiento niutuo de
aúna con ello un ser sensible-corporal que se mueve y trabaja con la transformación material de sus condiciones de vida producida
su cuerpo. En tal sentido, habla de "los individuos reales de su por su ~ctividad corporal y por la conciencia de esa transformación.
acción y sus condiciones materiales de vida'\ entendiéndolds como Por cierto, Marx no pudo dar una respuesta definitiva -utili-
s:1pue~:º de la historia. 72 Allí está contenida, al mismo tiempo, la zando los conceptos optativos de que disponía en virtud de la
d1recc10n contra la separación de alma y cuerpo, de historia (en tradición filosófica -a la pregunta de qué sean verdaderamente
cuanto acontecer puramente espiritual) y naturaleza: "la grosera las relaciones de producción de la sociedad humana, lo esencial, la
producción material en la tierra es el lugar natal de la historia". 73 substancia, en todo el acontecer histórico .. Nosotros sólo podemos
Por otra parte, dicha acentuación del carácter de superestructura le decir que ellas no son ni naturaleza ni espíritu, sino la unidad de
interesa a Marx par~ distinguir entre el pensar que necesariamente ambos. Sin embargo, el idealismo fracasó en su afán de concebir
debe dirigir y aclarar la acción, y la mera ideología (que efectiva- por medio del pensamiento el .fundamento unitario de naturaleza
mente es una "superestructura"). En este sentido habla Marx de y espíritu, llegando así a los límites extremos de lo que pudo ser
la~ "ideas dominantes", esto es, de la conciencia pública que deter- pensado de.otro del margen de la metafísica. Es comprensible, pues,
!J1Ina una época, entendiéndola como "expresión ideal de las rela- que Marx tampoco pudiera avanzar más en este punto; para ello
ciones materiales dominantes" .74 Así, pues, la segunda y poderosa hubiera necesitado traspasar ese margen, pero justamente la au-
motivación de la teoría de la "superestructura" radica en esa situa- sencia de una respuesta satisfactoria a la pregunta por la esencia
ción polémica or:iginada concretamente en el enfrentamiento con de las relaciones de producción, comprueba que· no logró tal su-
las relaciones sociales de la época de la restauración. No hay que peración. Allí, en su fracaso debido a los lítnites del pensar meta-
desconocer. en este punto el hecho de que la teoría de las ideolo- físico, reside empero el germen de la posterior superficialización de
gías, en este sentido, y aun desprenqida de los supuestos marxis- sus ideas efectuada por el marxismo popularizado.
tas, implica un descubrimiento imperecedero en cuanto exigencia A primera vista podría objetarse lo siguiente en contra de esa
de distinguir la conciencia }auténtica de la falsa. Desde entonces se afirmación: la tesis de que ·1a conciencia depende del ser y no in-
ha convertido por completo en un lugar común ·el_ que la autoin- versamente, alude al simple hecho de que en la base de toda auto-
terpretación pública que domina una época, en la mayoría de los producción del hombre debe yacer algo que meramente existe y
casos, contribuye más a fundamentar, justificar y embellecer la si- está ya dado en sí: Za naturaleza. Sin embargo, hay que notar al
tuación vigente, que lo oue sirve a su aclaración. y orientación respecto que para Marx de ningún modo existe esa naturaleza en
hacia un cambio efectivo. De ningún modo consideraba Marx a la sí.75 Hablar de la naturaleza tan sólo tiene sentido, para él, en corre-
conciencia "auténtica"· -es decir, a aquel pensar que sirve para lación con el trabajo humano en el que se la transfigura. Ella no es
aclarar críticamente la situación en vista de su transformación- sino trabajo objetivado. Luego, dicha correspondencia no significa,
como mera "superestructura". Como ya se ha explicado, ésta es como para Hegel, que la naturaleza es puesta por el espíritu; sig-
precisamente la condición de posibilidad de la actividad revolucio- iúfica, más bien, que la naturaleza es puesta como enajenación o
naria. En este respecto subsiste, por tanto, una inseparable corre- exteriorización del trabajo humano~ En este respecto, Marx habla
lación entre reflexión crítico-pensante y actividad social. De hecho, de los sentidos como "afirmaciones ontológicas de la· esencia".
la pregunta por la interacción entre "superestructura" e "infraes- Esto quiere decir que la posición de la realidad y, acto seguido,
tructura'~ jamás ha llegado a enmudecer en las posteriores discu- todo hablar de .una realidad natural obtiene su significación no por
siones, incluida la carta de Stalin sobre el lenguaje.* . cierto en relación con una posición pensante-objetivante, pero sí
La dialéctica de Marx es, pues, materialista en el sentido de que . tan sólo en relación con la objetivación mediante el trabajo. El
no consiste en la ley del movimiento propia de una substancia pu- hombre se contrapone, en su trabajo, a la naturaleza como su pro-
ramente espiritual, sino que es· la ley del movimiento de autopro- ducto; la ·convierte en el objeto que se le enfrenta, debido al hecho

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de que él mismo es naturaleza en la medida en que es un ser activo, sentido en la medida en que, de antemano, se haya separado el
corporal-sensible. Este ser "crea, pone objetos, sólo porque él es espíritu y la naturaleza en el hombre; ella en realidad no es sino
puesto en virtud de los objetos, porque él de suyo es naturaleza" .76 correlato de la actividad humana.8° Feuerbach, por el contrario,
Con otras palabras, la espontaneidad del hombre -en virtud de aprehende al hombre tan sólo como "objeto sensible"; pero no
Ia- cual él obtiene la experiencia de la realidad- no consiste en como "actividad sensible". Para él, por tanto, la naturaleza es
primer lugar en la espontaneidad de su pensamiento, sino en su correlato de la sensación, pues, siempre según la crítica de Marx,
actividad sensible-corporal. (Se trata de una intelección, por lo comprende ante todo al hombre corno ser pasivo, y no como pri-
demás, que tan sólo la actual antropología filosófica ha funda- mariamente activo. "El (Feuerbach) jamás lleg·a a captar el mundo
mentado) .77 Pero esto no significa que ese objeto, la naturaleza, ya sensible corno la total actividad viviente y sensible de los individuos
hubiera existido en sí de algún modo comprensible; más bien puede que lo hacen". Con ello Marx critica la recaída de F euerbach en
hablarse de tal sentido comprensible únicamente dentro de esa el sensualismo tradicional, expresando además que éste no es capaz
correlación con la actividad humana objetivante, exteriorizante, de concebir la esencia sensible del hombre. Nuevamente es palma-
sensible-corporal, dirigida por el pensamiento: "el mundo sensible rio en este caso el parentesco y al mismo tiempo la diferencia con
circundante no es una cosa siempre igual a sí misma, dada inmedia- Hegel. El principio supremo de todo ser,· que organiza la totalidad
tamente desde toda la eternidad . . . sino el producto de la industria de todo ente, o sea, el mundo, es pensado aquí en primer lugar
y de la situación social". 78 No hay, por tanto, una materia inva- -como en Hegel- como actividad. Tan sólo la actividad da por
riable; sólo hay naturaleza para el hombre y sólo puede hablarse anticipado el material . de la sensación. El hombre no tendría ab-
de semejante cosa en la medida en que ella se presenta en el hori- solutamente ningún objeto de su certeza sensible, sí éste no hu-
zonte del hombre que se produce a sí mismo por su trabajo como biera sido ya producido por su actividad: lo que el mundo es, lo
lo que le sirve, como aquello de que él puede echar mano: "la es por la "industria"·. Como para Hegel, el hombre es en este
naturaleza, tomada ¡ibstractarnente, para sí, fijada separadamente caso para Marx -por cierto, no primariamente corno cognoscente,
del hombre, no es nada para el hombre"; "una nada que se confir- sino corno por principio activo, corno t!abajador- el l:1gar en 9ue
ma como nada es absurda o posee tan sólo el sentido de una exte- la totalidad de la naturaleza, entendida como totalidad activa,
rioridad que se suprime" .79 llega a saber acerca de sí misma. Se t~a~a de una totalidad, cier~a-
No hay que comprender este punto como si a Marx no le inte- mente, cuyo núcleo esencial no es esp1nh!, pero tampoco materia,
resara qué sea la naturaleza en sí, y corno si hubiera dejado esto sino la unidad de ambos. .
en suspenso porque la n~uraleza le interesa sólo en la medida en En este punto se ve con daridad cuán profundame~te arraiga
que se presenta en el horizonte de la actividad humana como mar- la posición de Marx en la tradición general del pensamiento meta-
gen de su autoconservación y autoproducción. La pregunta de qué físico. En efecto, precisamente esa pregunta por lo que el ente .sea
podría ser acaso la naturaleza en ·sí es, más bien, para Marx, una y por el modo en que pueda ser determina~o coi_no tal, fue_ la que
cuestión absurda ·que ni siquiera puede ser formulada porque se- motivó originariamente la formación de la dialéctica en s~ntido p~a-
mejante naturaleza no es absolutamente nada que en general per- tónico: el carácter ontológico del ente se entrega tan solo apns10-
mita cualquier enunciado con sentido sobre ella. En este sentido nando lo dado en una red de conceptos que se hallan entre sí en
la posición de Marx no es sólo semejante a la del idealismo, sino relaciones de mayor y menor universalidad. Para ello e~ m:n.ester
por completo igual en su estructura: "la cosa en sí" no es desco- comparar y sintetizar, y en tal sentido se necesitan las mtu1c1ones
nocida e incognoscible, sino que su posición es precisamente una qQ.e deben existir ya de antemano para poder en general compro-
posición propia de este ser que pone una "cosa en sí" -con la bar un orden en los entes. Lo que constituye el ser del ente, la·
salvedad, por cierto, ·de que, a diferencia del idealismo, la posición determinación de lo que es, debe ser, por su parte, algo que tenga
de la naturaleza no vale como posición del pensar divino, sino el carácter del pensamiento, es decir, algo pensable. Sí pe1:samos
concretamente como posición en la totalidad del comportamiento una materia en sí, tenemos que pensarla ya con algunos predicados,
humano, que es al mismo tiempo sentir y comportarse sensible- con alaunas determinaciones de su quid; en caso contrano, no pen-
corporal, o sea, trabajo. La sensación, por lo demás, está pensada samos °absolutamente nada, ni sabemos nada acerca de lo <:11ª1 ver-
aquí como fundada en la actividad- en este sentido, Marx acentúa daderamente podamos hablar. Aristóteles había . car~ctenzado }a
contra Feuerbach que hablar de una naturaleza para sí, sólo tiene materia primera como. no-ente; Marx -que conocía bien. a Platon

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y Aristóteles, y que veía· ~n ellos a la verdadera consumación de dónde él no dejó que Engels le sugiriera tales formulaciones en la
la filosofía antigúa- habfa por ello, en el mismo sentido; de que creencia de que ellas no expresaban sino su propia opinión, sin
1~ naturaleza, tomada para sí, es una nada. Para él vale esto pre- · advertir que en Engels se encontraban de antemano insertadas en
c1samente en el sentido del aristotélico ":rí ~uxn 'ta_ 1ta.v"ta. 7tW> un horizonte comprensivo diferente. Efectivamente, no fue Marx
EO";~" -si bien con la diferencia de que, frente a esta tradición sino Engels, con su Anti-Dübring, el maestro filosófico de las si-
clas1ca de la metafísica, la referencia al "alma" únicamente en vista guientes generaciones de marxistas. Hasta donde éstas reflexionaron
de. la c_ual puede hablarse de la realidad del ente, no se constituye filosóficamente, no encontraron durante mucho tiempo nada más que
pnmanamente en el alma cognoscente, sino en el concreto com- el ensayo de Engels de qna fundamentación filosófica del materia-
portamiento del hombre sensible-corporat dentro del cual el cono- lismo dialéctic:;o, al que consideraron sin más como idéntico con la
cimiento perteneciente al pensamiento es tan sólo un momento. doctrina de Marx. Las posteriores reflexiones filosóficas, llegando
¿ Qué son, según esto, las relaciones de producción entendidas hasta Lenin, fueron determinadas por esa equiparación de Marx
como la "substancia" en todo devenir? No son sino "naturaleza" y Engels. Ambos fueron mencionados como una misma persona,
(y, en tal sentido, "naturalismo"), pero justamente naturaleza pasando por alto las profundas diferencias yacentes en las bases
humana, es decir, la naturaleza en su correlación con el hombre filosóficas respectivas -y todo esto de buena fe, ya que se podían
.en cuanto ser natural; la naturaleza que se le ha revelado al hom- aducir muchas manifestaciones del propio Marx relativas a dicha
bre (y, por tanto, a sí misma) en su trabajo. La esencia de la natu- identidad.
raleza que se manifiesta en el trabajo consiste en el hecho de que Ahora bien, ¿en qué radica la diferencia, que, por lo demás,
ella es producto de la autoproducción del hombre. implica una degeneración del principio de la dialéctica?
Engels concibe su tarea como «salvación de la dialéctica". Pero
precisamente con tal salvación ésta recibe un carácter muy distinto;
5. La degeneracíó1f de la dialéctica en Engels. y el sentido del materialismo se convierte otra vez en el materia-
lismo literal de una tradición que Marx creía ya haber superado.
Hay que examinar brevemente la transformación experimentada La diferencia se presenta con toda claridad en el escrito de Engels
. por el concepto de dialéctica en Engels, para comprender de qué sobre Feuerbach. Dice allí en primer término, por cierto, que "ma-
modo ella se inserta exactamente en el punto en que Marx · se terialismo no significa otra cosa que contemplar el mundo real",
había detenido, al deter:rv..inar la esencia de las relaciones de pro- o sea, comprender la relación del hombre con la realidad de un
ducción y de la "naturalefa" del hombre que se autoproduce. Tam- modo concreto y no abstractamente, como sí ella solamente tuviera
bién en· este caso, nuestra consideración deberá limitarse al sentido su asiento en el pensamiento. Pero a continuación habla de los
filosófico de dicha transformación; escapa al propósito de este dos "campos" en que se divide la' filosofía: idealismo y materia-
enfoque, examinar los motivos políticos y las consecuencias histó- lismo. Aquí reside ya la raíz de esa consolidación dogmática de la
ricas de ese desarrollo desde Marx hasta el "marxismo". posición marxista en una perspectiva filosófica que caracterizará
· El sutil contexto -totalmente fundamentable desde el punto su desarrollo posterior. Debemos pasar por alto, en el presente
de vista de una crítica del conocimiento- dentro del cual Marx trabajo, el hecho de que los motivos de ese afianzamiento fueron
elucidó la esencia de las relaciones de producción fue, ·desde el de índole extrafilosófica; 81 pero lo cierto es que ello no hubiera
comienzo, el que ofreció las mayores dificultades para su compren- sido posible de esa manera si Marx no hubiera dejado en suspenso
sión. Marx tampqco prosiguió, más tarde, aqqellos otros razona- la última determinación del sentido de la unidad de idealismo y
mientos. que más ampliamente fuer.on exaltados y que había ex- materialismo ~y, en verdad, teniendo en cuenta los medios con- ~
puesto en su parte esencial en el mruiust. . ;lo Economía nacional y ceptuales que el pensamiento de la época puso a su disposición.,
filosofía'que permaneció desconocido hasta 193·0. En el Manifiesto es obvio que no pudo hacer nada más que dejarla en suspenso.
comunista se .encuentran ya formulaciones esencialmente más bas- De modo que en último término resid,e en esos límites del pensar
tas sobre el sentido de su "materialismo" y sobre la relación de metafísico (que tampoco Marx pudo superar) el hecho de que
"superestructura" e "infraestructura". Pero, de todos modos~ hay aquellq clase a la cual le pertenece el futuro, según su doctrina., se
que atender al hecho de que se trataba de un escrito político y conformara con una interpretación del mundo nutrida con los más
polémico, y no de un estudio filosófico. Habría qué preguntar hasta superficiales derivados de la filofofía del siglo XIX, propia de -una
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concepcion burguesa del mundo. La discusión dirigida contra el dero en el sentido' de la ciencia positiva --entendido como lo ob-
"marxismo vulgar" tampoco puede darse por satisfecha en conse- jetivo, lo dado de un modo sensible e inmediato- es lo verdadero
cuencia, _c~m "refutar" simplemente sus concepciones, p~es ello no por antonomasia. La ciencia natural, pues: tiene la misión de exp<:-
ofrece dificultades; ante todo debe penetrar y descubrir esa casi ner, por así decirlo, la "cosa en sí", la naturaleza como cosa en s1.
insoluble maraña de tradiciones que se remontan hasta muy lejos, Engels comparte esta convicción con la mayoría de sus contempo-
por las que se ha llegado a este resultado; para ello es menester ráneos de esa segunda mitad del siglo XIX; la ciencia natural des-
un esfuerzo nada fácil del pensami~nto. cubre la naturaleza como cosa en sí. La ley de la dialéctica, por
Engels se sitúa, por tanto, exactamente en el punto en que resi- tanto, no arraiga en la estructura del pensamiento, de la reflexión,
den las mayores dificultades para comprender el "materialismo" sino que es abstraída de la naturaleza. ·Es posible comprobar las
de Marx; su idea consiste en que en la base de la autoproducción leyes dialécticas como leyes del efectivo desarrollo de la natura-
del hombre debe haber algo, ya sea una materia o una naturaleza leza· tal es el tema de su Dialéctica de la naturaleza.
en sí -cosa que, como se mostró, no existe para Marx en modo P~ro luego surge la pregunta, como es obvio, acerca de_ cómo
alguno. De acuerdo con esa idea, la ley del movimiento de la dia- sea posible conocer esa dialéctica del acqntecer natural existente
léctica tiene que ser la ley del movimiento de tal materia. En esta en sí. Engels responde aludiendo al hecho de que ese acontecer
forma Engels ha tomado al pie de la letra, por así decirlo, la ca- se reproduce en la cabeza, en el pensamiento. Luego, los pens~-
racterización de la posición de Marx como materialismo en el mientos son tan sólo, efectivamente, superestructura, mera copia
sentido de la más antigua tradición. Así concluye, de acuerdo con de un acontecer real. Pero con esta teoría de la abstracción y de
su ~lternativa idealismo-materialismo: lo que se mueve, la subs- la copia -por' m~cho que pertenezcan al in-:entario p~rmanente
tancia de todo el acontecer del mundo es o bien espíritu (idea- de gran parte de la filosofía de la segunda mitad del siglo XIX-
lismo) o materia. Para Engels, pues, ya no era posible volver a se ha olvidado todo lo establecido por Kant y sobre cuya base se
consumar la idea especulativa de la unidad de ambos, ni tampoco construyó el idealismo: la intelección de la capacidad de proyectar
partir de esa unidad. Ahora bien, si el idealismo es una filosofía propia de la razón, en virtud de la cual ella es capaz de poner en
invertida que se apoya en la trastrocación de sujeto y predicado, marcha una ciencia natural en el sentido de la edad moderna; se
volver a poner esa filosofía sobre los pies significa, por tanto, com-· ha olvidado la intelección de que los conceptos mediante los cua-
prender la ley del movimiento como ley material. En este sentido les se conoce la naturaleza jamás pueden ser abstraídos de la expe-
habla Engels en su Anti-Düring de la naturaleza como la prueba riencia, sino que deben ser dados a priori, pues ~oda abstracción
de la dialéctica; su tarea }:s la exacta exposición de la totalidad del a partir de la experiencia jamás podría proporc1~nar a nuestra
mundo y nadie más que Hegel habría señalado ·ese camino como conciencia aquella unidad que es el supuesto necesario para .que en
consecuencia de su propio sistema. En efecto, si su filosofía es Ía general podamos hablar de una experiencia. Al tom_ar partido. por
filosofía consumada, entonces, aquello a que esta conclusión remite el empirismo y con la mencionada teoría d~ la ~opza~ el ~m_arxzsmo
entendiéndolo como algo aún venidero, no puede ser sino el cono- deja de ser una posición fundamentab_le ,r discutible fzlosofzc~,:zente
cimiento positivo del mundo; las ciencias naturales llevan a cabo con seriedad. En este trabajo prescmdimos de su refutac10n, la
ese conocimiento. Con ello se abandona la distinción hegeliana en- cual, por lo demás, ya se inicia en muchas '?artes a fines d~l mismo
. tre conocimiento y verdad filosóficos, y científico-positivos. Aun siglo XIX. De hecho, la teoría de la copia fue mantemda hasta
cuando en Marx el principio del ser verdadero propio de todo lo Lénin y Stalin. Pero apen~s. ~i hace falta expr;s~r qu~ c?n. ella se
que es verdaderamente ya no era la idea, como en Hegel, sino el quita la base a toda pos1b1Iidad d~ una auter:t1ca d1~~ect1ea. En
proceso del trabajo humano, éste de ningún modo consistía empero efecto ella se basa, según se mostro, sobre la mteracc1on entre el
en una materia en sí existente; pues todo lo objetivo consiste sólo tomar' conciencia y el producir entendido como un obrar corporal
en la exteriorización del trabajo humano. Engels ya no comprende y activo. La dialéctica de la materia _que, de acuerdo. co1: Engels,
esta idea de la enajenación que obliga a retroceder desde lo que debe existir en sí y tan sólo ser copiada por la conc1encra, ya n?
se presenta como verdadero, desde lo positivo y objetivamente dado es por tanto una dialéctica; sino más bien una teoría y una me~a-
como objeto de la ciencia positiva, a la pregunta por la substancia, nica de la evolución fundamentable empíricamente con lo~ medios
por la esencia, la cual precisamente no es una objetividad com- de la ciencia natural al estilo de las postrimerías del siglo XIX.
pacta. Para Engels ya no existe esa distinción; para él lo verda- La naturaleza (materi~) para Engels, y también para Lenin, la cosa
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conceptual de la situación pro pi~ del fin d_e los tiempos.,~ª his~o-
en sí, es descubierta progresivamente por la ciencia natural. En ria es para él un "progreso . hacia metas s1e;npre nuevas ; su dia-
cambio para Marx, por el contrario, ella tan sólo existe como exte- léctica de la naturaleza consiste en una teona del desarrollo enten-
riorización del trabajo humano. De todas maneras, aquella teoría dida como teoría del progreso de la ·naturaleza. "Así, pues, las
evolutiva siguió siendo considerada como una dialéctica -lucus a leyes de la dialéctica deben ser abstraídas de la historia de la natu-
non lucendo. raleza tanto como de la historia de la sociedad humana. Ellas 1:º
Para criticar esa concepción solamente queremos mencionar lo son sino las leyes más generales de ambas fases del desarrollo his-
siguiente: ella se basa en la equiparación de lo que el hombre es tórico del pensamiento" .84
concretamente, como ser no sólo pensante sino también sensible-
corporal, con la naturaleza exterior a esa concreta naturaleza hu-
mana que se le revela como su objeto; se trata, por tanto, de una Consideraciones finales
equiparación de la propia naturaleza humana con la naturaleza
exterior tal como la interpretan las ciencias naturales hipostasián-
dola como una cosa en sí. Tal equiparación no es en modo alguno
La dialéctica no es, por tanto, el principio en que ?ªYª que !m~-
carse el fundamento de la interior unidad del movimient~ histo-
evidente, si bien pertenece a las convicciones generales de aquella rico del marxismo. Pero de ese movimiento, desde su ongen en
época. 82 Tampoco los físicos actuales sostienen esa equiparación, Marx hasta la actualidad, hay que retener lo siguiente: .
por cuanto saben exactamente que ya no tienen que vérselas con 1?) La convicción de que lo substancial en !?do el d;vemr de
la naturaleza como "substancia" en el sentido de Hegel, sino con la historia está dado por el proceso de producc1on del genero hu-
la naturaleza en la medida en que, dentro de la recíproca referen- mano y por sus relaciones de pr?ducción -ya se~ que s~ lo en-
cia al hombre, es determinable y calculable por parte de éste. Sin tienda dialécticamente, en el sentido de Marx; o bien al pie de la
embargo, fue necesario un largo camino para que el pensamiento letra esto es materialmente en el sentido de Engels;
retornara a estas intelecciones que, en el fondo, estaban ya en la 2?) la co~vicción de que es posible conoce:/científicamen~e las
crítica de Kant. Y precisamente ha sido decisivo para la consoli- leyes del devenir de ese proceso de produccion y, consecuen~e-
dación y fij_ación dogmáticas del materialismo marxista el hecho mente, la cognoscibilidad científica tam~ién de la meta de la ?Ís-
de que cobrara forma en una época en la que eran extrañas e toria y de los pasos condt:cente.s a la misma, a ~aber, a la :realiza- .
inaccesibles las mencionadas intelecciones. ción de la sociedad comumsta sm clases -atendiendo. al hecho de
De ese giro dado por _Engels resulta además el trasfondo filo- que el concepto de ciencia y de cientificidad ya expenmentó desde
sófico de otra diferencia 'f:on Marx, motivada en primer lugar por Marx a Engels la transformación que antes fue aclarada. . .
la situación histórica. 83 Marx estaba aún sostenido por el pathos El examen de las consecuencias surgidas de esas conv1cc10nes
de la conciencia del fin de los tiempos: la ley del devenir de la permitirá solucionar la aparente paradoja que se presenta ~n el
substancia es con9cida como ley que impulsa el devenir del mundo desarrollo fáctico del marxismo, esto es, el hecho de que, pai:iendo
hacia su consumación. Esta era en Hegel la autorrealización del de un programa de la total ~iberaci?n del hombre, el ca~mo de
espíritu absoluto en el saber absoluto en el cual se superan y re- su realización parezca conducir precisamente a su contrano.
concilian los opuestos del mundo; para Marx, esa consumación N O es posible considerar esto último como .efecto de una per:
consistía en la realización, por medio de la revolución del proleta- versión de las primitivas ideas de Marx~ co1:10 si se tra~ara, por as1
riado, de la sociedad sin clases en que se cumple la historia. Por decirlo de un descarrilamiento en la h1stot1a del marxismo. Antes
cierto, Marx rechaza una construcción del curso de la historia a bien l~ posibilidad de ese desarrollo est4 ya delineada en la exal-
partir de ideas lógicas y más bíen acentúa, con Feuerbach, que lo taci6n al grado de lo ''absoluto" del género humano que se pro-
verdaderamente real no es la idea sino la concreta existencia indi- duce a sí mismo· el hombre se reconoce como el supremo ser para
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vidual del hombre y su sociedad; y que en tal realidad hay que sí mismo como el señor absoluto de sí mismo. Tal aspe~to es com-
buscar la idea, elevándola a la conciencia en virtud del análisis
crítico. Pese a ello, esa búsqueda de la idea no era para Marx,
prendido' como realización de la filosofía y como cammo PªY
cumplimiento de la m~ta de la. historia, la cual, según He~~ , es
el

como lo era para Engels, una abstracción empírica de la realidad progreso en la· conciencia de la libertad Pero de esta concepc1on se
sensible. Marx jamás ha sido empirista en tal sentido; Engels sí sigue que el hombre no está referido a ninguna otra cosa que a
lo fue, y para él tampoco pudo haber, por ello, una anticipación
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de lo particular individual sólo puede significar su total disolución
él mis1;10 con_ su capacidad de conocer o bien de poder alumbrar en el proceso de realización de la especie; pues ese proceso :icon-
en aigun sentido el _ser con ~u trabajo; el hombre, pues, entendido tece únicamente en interés de sí mismo en cuanto substancia de
c~mo natural~za activa, sensible-corporal, ya antes de todo conod- todo devenir, y ello significa que el individuo como tal, sólo pu~~e
m~ento reflexivo~ Su autoproducción es un proceso cerrado en sí tener derecho a la existencia en la medida en que este al serv1c10
mismo . en el que no se trata sino de la autoconservación de ese de la obtención de esa meta. Unicamente en esa medida puede pre-
P~~ducirse. ~n Hegel, ~l. . conocimiento en el sentido supremo sig- tender su libertad el reconocimiento por parte del género. El de-
mficaba 1~ contemplacion de lo sagrado"; en cambio aquí se lo recho del género quebranta el derecho del hombre entendido como
reduce a mstrumento para la autoproducción y autoelevación del
~ombre. ~~n estos~ excluye el hecho de que al hombre como tota- individuo personal.
Ahora bien, debido a que Marx retuvo de Hegel la conv1cc1on
l~dad generica, e:1 virtud de su comportamiento cognoscitivo y sen- de que es posible conocer la ine~a _histórica d~ e~~ proces~ de
~ible-corporal-~ctivo, se le ab!e algo d_ado sin más, algo de lo que producción que tan sólo puede cons1st1r en la reahzac101;1 de la liber-
el no puede disponer. Pero si la capacidad cognoscitiva del hombre tad de todos, pero quitó al par la piedra angular _del s1st~ma ?ege-
no es _otr~ . .cosa qu~ el instrumento de su autoproducción, l,a au- liano, tuvo que llegar a la siguiente consecuencia: la h1stor!ª. no
t?rr~~hzacion del genero humano no puede significar la autorrea- es impulsada a esa meta en virtud del imperio de 1:n poder d1vmo,
l~zacron de una huII:anid~d i:itegrada por individuos, por individua- de la "astucia de la razón", sino -dado que no existe ese poder-
hda~es personales sm mas aisladas. En efecto, la idea de la indivi- tan sólo por la acción del hombre, por la revolución del prolet~-
dualidad personal, de su dignidad y de su exigencia de libertad sólo riado. Pero debido al hecho de que el hombre posee el conoci-
pu~d~ fundamentarse por el hecho de que el hombre, en cuanto miento de la ley de la historia, puede determinar el punto en que
11_1:1ividuo, ;1º es tan sólo miembro de un proceso de autoproduc- se producirá la revolución y fijar también su e_strategia y su tác-
cion del genero humano regulado por no importa qué ley, ni se tica. El hombre no debe entonces darse por satisfecho con el con-
a~ota absol:1tament~. en el conte~to de condiciones determinado por vencimiento intelectual de que en la historia impera un poder su-
dicha legalidad. Por el contrario, esa idea se fundamenta en el premo, sino que puede pronosticar el futuro y tiene que actuar
~echo de. que ~l hombre, como individuo, está en una referencia en el sentido de tal pronóstico. Pero de aquí resulta que a5uell_?s
personal mme~:hata,.a al~o de lo que no puede disponer a su antojo, que poseen y saben aplicar el conocimient? de. la ley de la historia,
a algo dado. . sm mas. S~n ~~bargo, para Marx no puede existir tal pueden exigir de los demás absoluta obediencia respecto de lo que
· c?sª. ~n razon d~ su prmc1p10; la realización del hombre no puede hay que hacer según ese conoci~ien_to. De este modo se fund~~
significar para ~' ~;1 effcto, más que la realización del género menta la exigencia de una obediencia absoluta del hombre hacia
humano} la realzzaczon del hombre como ser genérico. Esta es una el hombre· esto ha llegado a ser inevitable desde el momento en
c~msec;1encia lógica del modo en que Marx ha transformado la que el saber absoluto vale tan sólo como saber human_o Y ~a ~o
filosofia de Hegel. · Para éste, toda configuración individual era como reflejo de la razón divina. En este caso, ya no existe_ n:ngun
un mo~~nto en el pro~eso de autodesarrollo del espíritu absoluto; poder cuyo mandamiento el hombre pueda invocar pa~a resistirse a
la relac10n de Jo particular e individual -sea una persona, un algún otro mandato humano. Luego, ya no es posible taJ?P?co
pueblo o 1:1;ª epoca-. con lo absoluto era comprendida entonces fundamentar la exigencia de libertad para todos como requenm1en-
como relac10n conceptual de lo singular y particular con lo univer- to· del hombre qua hombre. Al quitar Marx de la filosofía de H_egel
s~l absoluto. Por cuanto el autodesarrollo de lo absoluto es dialéc- la piedra básica en que reposaba la exigencia de reconocer la lzb~r-
tico,. y por cuanto éste es un proceso de la reflexión que Hegel
concibe co~o ser-uno en el ser-separado, esa relación de lo absolu-
tad del hombre qua hombre, pero manteniendo a la par !ª c_~nvzc-
ción hegeliana de que la historia se orienta hacia la realzzaczon de
t~:,11ente umversal (que para él era el Dios revelado) es una rela- la libertad de todos} hacia la superación de todo vasallaje del hom-
c1on del ser-uno en el ser-separado: saberse a sí mismo como uno bre por el hombre, privó también de fundamentos a esa S'f! . ~on-
~on lo absolu_to, y _sin em1?ar~o. sab~rse en ello _como reconocido por vicción y, contra su propia intención, echó las bases que poszbzlztan
el en su partl~ularidad e mdiv1duahdad. Ahora bien, al presentarse
en Marx el genero humano en lugar del espíritu absoluto también el dominio totalitario.
Contra su propia intención, decimos, pues para él, como huma-
debe valer en ~ste caso la misma relación de lo particul~ indivi- nista, esa exigencia era algo evidente y no menesterosa de poste-
dual con lo umversal que regía para Hegel. Ahora, la realización
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~~r fundamentac}ón. ~Compartía con muchos liberales la concep- libertad de todos . . Así se priva de la norma con la que puede
cron de. que. podna. comprenderse la libertad del hombre como algo concebir el avasallamiento como enajenación y su superación co-
necesario, sm refenrla a una instancia trascendente. Pero con esto mo una exigencia necesaria y adecuada al hombre. Por cierto que
y sin .,c~brar conciencia de ello, dejó a un- lado el supuesto bajo eÍ con esto no se demuestra la procedencia suprahumana de esa
cual urucament~ y en general es i:osible hablar de la dignidad del exigencia -pues ello cae absolutamente fuera del ám.~ito de lo
hombre entendido como un ser libre que actúa históricamente. demostrable-; pero sí se confirma que con la negacion de ese
De tal modo, la afirmación de la cognoscibilidad científica de origen falta todo principio desde el cual aquella pueda ser fun-
la meta de la historia y del camino a ella conducente se basa en damentada.
la exigencia de un saber absoluto que no es reflejo de las ideas No es menester insistir, según lo visto, en el hecho de que la
propias de la revelación divina, sino el saber puesto a disposición discusión con el marxismo no puede significar un retr?ceso a ~
del hombre en cuanto señor absoluto de sí mismo en cuanto él base del sistema hegeliano; pues precisa~en,,te. la discrepan~a
mismo es el ser supremo. ' entre el planteamiento del problema de la dialectica y la solucion
Ahora bien, habiéndose demostrado que con tal afirmación se del mismo en su sistema, por parte de Hegel, const_ituye el már-
suprime al mismo tiempo el supuesto bajo el cual únicamente cobra gen de acción dentro del cual se desarrolló el marxismo. El pro-
sentido, resulta luego .gue hay que abandonar esa pretensión de blema planteado por la dialéctica y tan. _,sólo él, cuando se lo
cognoscibilidad científica del camino conducente a la meta de la tome en serio, posibilitará una confrontacion co~ Marx Y <;l mar-
historia. En efecto, si el sentido de la historia consiste en el esta- xismo así como con las tareas correctamente vistas por él refe-
blecimiento de un estado de la sociedad humana en que todos sean rentes' a la configuración de la ~ocie~ad m~erna. Ese proble?;a
reconocidos en la misma forma como libres como nuestros se- consiste en la ruptura de toda idenudad ÍlJable en _la r~flexion
n_iejantes, la pret~nsión de conocer científíca~ente en sus pasos del hombre sobre sí mismo y sobre su puesto en la historia,. Y en
smgulares el cammo hacia esa meta y de poder consecuente- la ruptura de toda permanencia de los conceptos qu~ la ~ter-
mente pl~nifica_r _1~ 11istoria en su totalidad, conduce precisamen- pretan. La organización humana reclama, como una. ex!g~ncia de
te a la imp<?sibihdad de alcanzar dicha meta. En su lugar se 1a razón la unidad sistemática en torno de un prmc1pio~ Pero
P:e.senta la dictadura de los que planifican y, con ello, la incon- la radie;! facticidad histórica, o sea, el hecho de que el hombre
dic10nal dependencia de todos los demás respecto de ellos. necesita de un factum histórico para su salvación y. que s?l? pue-
Contra este argumento es impotente la respuesta del marxismo de comprenderse en lo que él ?1ismo es,. en s1: _mcondic1onada
que podría rezar aproxi.giadamente como sigue: es ciertamente · libertad como estando ante Dios y no mcondic10nalmente so-
correct~ desde un punto Be vista histórico que el descubrimiento metido ia una instancia .humana y a ,un insuper~ble n~xo con-
~e !a libertad de todos los hombres ha ·sido producto del cris- dicionante de relaciones sociales, constituye al mismo tiemp~ la
t~arusmo; pero con ello no se prueba que el mismo se base pre- prueba de que la organización del hombre no es una magrutud
cisamente en la Revelación. Más bien ha sido producido por las fija, sino que tiene que ser en todo momento., nuevamente que-
re~aciones de producción existentes en aquel entonces, pero su brada "trascendida", y .que el hombre tan solo puede ganarse
origen fue proyectado desde su núcleo "terrenal" hacia el Cielo. en es~ ruptura. Los conceptos que él se forma en tal compren-
Este intento de basarse en las relaciones de producción o sea sión no pueden ser, por tanto, c':m.c~ptos que le den una segu-
en "fuerzas esenciales" del hombre, incluiría en sí la afirmació~ ridad científica respecto de las posibilidades de su obrar. Se trata,
de que ha sido una clase sometida aquella en que por vez primera más bien, de aquellos conceptos que le dan su p~ertad para. obi:ar
cobró vuelo esa idea. Considerado sociológicamente de hecho ha con responsabilidad en el instante en cada caso uruco de la historia.
sido así. Pero si ésta es la única explicación, no e; posible com-
prender en q':é se diferencia tal idea de una mera ideología, a
saber, de la ideología de una clase sojuzgada. No existiría en-
tonces ningún reparo contra la caracterización del cristianismo
como una ':moral de esclavos". Pero si el marxismo quiere man-
tener _el origen humano de aquella exigencia, no posee ningún
argumento contra esa desvalorización de la idea de la necesaria
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VI. LA FENOMENOLOGIA DE LA CORPOREIDAD Y EL


PROBLEMA DE LA MATERIA

"Si no hubiera un punto donde lo espiritual y lo


físico confluyeran totalmente, la materia sería inca-
paz -como es innegablemente el caso-- de elevarse
hacia aquél".
( Schelling: Die Weltalter, Druck I, p. 58).

E L PROBLEMA de la materia parece no pertenecer a los temas


que hoy en día ocupan preferentemente el pensamiento fi-
losófico. Ello es tanto más curioso cuanto que gran parte de
nuestro mundo actual, en su lucha por el futuro de la humanidad,
se presenta bajo el signo del materialismo, discutiéndose allí vi-
vamente la definición de la materia como "infraestructura" y su
relación con la conciencia entendida como "superestructura". Por
cierto, sería simple señalar el primitívismo filosófico de los su-
puestos sobre los que se apoya esa disputa en torno de la mate-
ria; pero con ello se pasaría por alto el hecho de que no se
trata meramente de las dudas teoréticas a que conduce una seudo-
metafísica materialista, sino de la finalidad de la praxis de la
existencia humana. Si de acuerdo con una convicción general,
el acontecer llamado "historia" es aquel que se mantiene en su
marcha gracias al obrar humano, la respuesta a la pregunta por
la fuerza motora de la historia será la presuposición para po-
der dar cuenta del sentido y los límites de la praxis humana,
o sea, para ver cuál sea el fin último al que ella sirve y en
qué medida está en su libertad el poder de contribuir a su rea-
lización. Aun cuando la convicción de la posibilidad general de
hacer la historia --casi podría decirse: desde Vico- constituye
un componente esencial de la autocomprensión del hombre mo-
derno, siempre está amenazada, sin embargo, por la pregunta de
si la naturaleza y su imperio legal material no establecen límites
insuperables a todo poder hacer; la pregunta por el poder de
ese dominio natural sigue siendo, por tanto, una cuestión básica
para orientar la praxis humana. De este modo, e inclusive en la
forma en que ha sido formulada en el mundo marxista, esa cues-
tión no puede ser despachada con la actitud del positivista que
se encoge de hombros ante tales problemas metafísicos; pero tam-
poco con la tranquila conciencia de que nosotros, con Kant o con
Hegel, ya estamos en posesión de los correctivos aplicables a

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aquella seudo-metafíska dogmática del materialismo marxista. T am-
poco la alusión al hecho de que hoy hemos comprendido ya lo leza material,,. El hecho de que al experimentar s~ teng? an!e
bastante la insuficiencia de la alternativa idealismo-materialismo ·los ojos la naturaleza ma!erial, pres_upone un de:ernuna~o mt~re~
tomada como margen de acción de la pregunta por la fuerza mo- y una actitud correspondiente al mis1??; a sab~~·- la actl~ud,,cien
tora de la historia, puede eximirnos del esfuerzo por penetrar en tífico-natural o "naturalista", en oposic1on a la personalista 9-ue
la pregunta por la materia y la pretendida cognoscibilidad cien- es la actitud propia del "vivir nat?ral" .Y, por t~nto,. ~:1- senp?o
tífica de la ley de su movimiento. La obstinación con que reite- propio, no es una "actitud" elegida smo. la dispo~ic10n bas:ca
radamente se afirma todavía la pregunta por la materia debe ser, de la vida natural. El correlato de esta actitt:d propia de la vida
más bien, interpretada como síntoma de que hasta ahora no se natural es nuestro mundo con sus valores, bienes, etc.; c?rrelato
ha logrado situar tal interrogante sobre la base en que pueda de la actitud naturalista, en cambio, son ~as cosas e?tendidas co-
ser respondido convincentemente. · mo "meras cosas". Como tales, éstas estan caract~nzad~s por el
El breve examen siguiente no pretende, en verdad, desarrollar hecho de ser las cosas tal como se nos muestran :nmedia~amente
el problema de la materia en toda su amplitud; deberá limitarse, en la- intuición sensible, como dadas por los sentidos, deJando a
por el contrario, a una sucinta indicación del modo cómo en un lado lo que en cada caso significan p~r~ nosot~?s como C<?si,~
la fenomenología husserliana de la corporeidad se abre un nuevo útiles, como obras de arte, etc. En este. sentido, ~a cosa matetl~
acceso a tal cuestión que, pensado en sus consecuencias, no sólo es el "proto-objeto". Por cierto, ~a sido o~terud? I:º.r e~: de1ar
permitirá reconocer el derecho y los límites de los tratamientos de lado todas las referencias a la impor~~ncia .y sigruft~ac~o~ q1;,~
que hasta ahora ha recibido, sino que también será capaz de avan- las cosas tienen para nosotros, todos sus predicad.os ax10logico_s ,
zar un paso más en forma adecuada hacia su objeto. Los análisis pero es proto-objeto en cuanto todas esas referencias supone~, Jus-
de Husserl deben comportar únicamente el punto de partida de tamente la presencia sensible del "portador" de aquellos pre-
este examen; no s~rán, por tanto, tratados con el fin de inter- dicados". " · l" '1
pretar su import~néia en vista de la correcta comprensión de la Qué haya que entender en este caso ,. J.::º.r cosa ma tetla ,. so o
posición propia de Husserl. El objeto del· presente estudio no puede ser descubierto mediante el- anahsis de las . efe~tuaciones
estriba, pues en la cuestión de en qué medida las consecuencias en que ella se constituye como tal para nuestra. ~onciencia. A ello
extraídas de esos análisis pueden ser legitimadas a partir de su corresponde ·el modo en que la cosa de percepc10n se nos muestra
propio planteamiento y· como interpretación del mismo, y en qué en escorzos y perspectivas variables en cada caso, las cual~s se
medida van más allá del propio Husserl. comprueban en nuestra conciencia como modos d~ ser c?nsciente
Para establecer el nexo entre la· f~nomenología de la corporei- de una ·y la misma cosa. No es necesario repetir aqui en sus
dad y el problema de lá materia, hay que recurrir a los análisis detalles estos análisis tan conocidos de Husserl. En el presente
de Husserl sobre la constitución de la naturaleza material expues- . o'lo importa destacar lo que de ellos resulta para el con-
caso sde "realidad material" y esto qmere
cepto . · para e1 concepto
d ecir, ..
tos en el segundo·· tomo de Ideas ... .8~ Hay que hacerse presente
de modo abreviado y simplificado sus ideas básicas para vincular de la naturaleza en el modo en que ésta conforma e! domiruo
con ellas la pregunta de qué resulta de allí respecto de la deter- de la ciencia natural exaéta. La cosa aparece en la serie de per-
minación esencial de la "materia", cómo se expresa ese resultado ce ciones como una y la misma, mostrándose en c~da caso en
en las propias reflexiones de Husserl -tanto en_ la época de la pe~spectivas cambiantes. El concepto de. cosa entendido ¿mo lo
redacción de las Ideas como en las investigaciones posteriores- idéntico que aparece en ella, no es smo el con~~pto" e una
y qué consecuencias de gran alcance pueden extraerse del mismo. regulación esencial del curso de nuestra representac10n: La cosa.
En Ideas II, la pregunta por la constitución de la naturaleza es una regulación de posibles fenómenos" .86 Una cosa. de percep-
ción no puede sernos dada de otra m~nera,. '): todo dis~urso c m
material se relaciona con la tarea propia de la "teoría de . las
ciencias" tendiente a obtener el concepto regional fundamental sentido acerca de una realidad material cosica tan . so1~ . es e- 1
"cosa material" que delimita el dominio de la ciencia natural gítimo en la medida en que retrocede a ese ~od?,. mtmtlvo de
darse que le es propio. El análisis de la consti tucion de _la cosa
exacta. Para ello deben mostrarse aquellas efectuaciones de la
conciencia en virtud de las cuales únicamente puede dársenas material muestra la relatividad de su aparecer a la respectiva ctp-
con incondicional generalidad esencial algo así como una "natura- tación del sujeto que percibe sensiblemente,. ? sea, al norma do
anormal funcionamiento de sus órganos sensitivos. En ese mo o
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157
propio de su forma de darse, empero, reside ya el motivo para por el concepto dé la cosa material en cuanto concepto re~on~l
su "objetivación", es decir, para su determinación científico- na- fundamental con el que debe delimitarse el dominio de la _c1e~c;a
tural en el sentido de la ciencia exacta de la naturaleza. Para natural exacta- tiene, pues, por resultado una deten;nmac10n
lograr el entendimiento con los otros sujetos respecto de lo que de la materia natural acorde con la de Kant, entendida como con-
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aparece relativamente a nuestros órganos sensitivos, es indispen- cepto de "lo que corresponde a la_,. sensación" . ?sto significa
sable un modo de determinar las cosas sensiblemente percibidas que sobre el fundamento de la afecc10n d~ los sentidos no pode-
en conceptos y juicios que puedan ser nuevamente consumados mos enunciar otra cosa que no sea precisamente esa correspon-
por todo sujeto capaz de pensar, siendo indiferente el modo como dencia. "Materia" es sólo un modo de designar el fundamento
funcionen sus órganos de los sentidos. La determinación exacta desconocido y teóricamente incognoscible de los f~?ómenos; no
propia de la ciencia natural exige una verdad objetiva, y esto una "cosa en sí" sino "cierto modo de representac10n de un ob-
89
significa intersubjetiva -o sea, una verdad que pueda ser vista jeto desconocido' por medio del sentido extern~" . Del m~smo
con evidencia por todo sujeto capaz de pensar. El físico no habla modo, también para Husserl la naturaleza matenal y el ~aracter
de cualidades sensibles, sino de longitudes de onda matemática- de cosa es "la X y nada más que la X_ que se determma por
90
mente determinables, etc. Pero todas estas determinaciones se medio de determinaciones generales" . •
retrotraen en último término a las cosas de los sentidos y a los Pero el análisis constitucional de Husserl no se da por satisfecho
procesos intuitivos en que las mismas se presentan; todos sus con este resultado crítico y negativo referente a la pregunta Pº: la
enunciados deben comprobarse en el experimento que, de algún esencia metafísica de la materia natural. El análisis de la constitu-
modo, siempre debe recurrir nuevamente a la intuición sensible. ción de la cosa material ha mostrado ya cómo la aparición de_ la
El físico no construye, por tanto, un mundo situado por detrás misma en sus perspectivas está en correla~ión con las cinestesias,
de las cosas de los sentidos; sino que desarrolla un método que con el funcionamiento cinestésico de los m1embros del cuerpo P:O-
determina esas mismas cosas y procesos en forma incondicional- pio. La cosa se muestra como tal únicamente bajo "círcunsta~cias
mente general, participable a todo sujeto capaz de pensar, y en reales"· es en cada caso lo que es en conexión con una causal1da~
vista de las leyes de su aparecer, de tal suerte que pone en fun- real. L; síntesis de las sensaciones no consiste tan sólo en la acti-
cionamiento los procesos en que las cosas aparecen de ese modo, vidad que produce la conciencia de una. y 1~ misn:i-a cosa de perc~p-
pudiendo predecir exactamente los efectos de la intervención en ción que se expone en la síntesis de las 1mpr,.es101:es }e }~s ~1fe-
el acontecer natural. En la captación sensible ya están previa- rentes campos sensibles como cosa real. La s1~tes1s estet1ca se
mente dadas las cosas par~ dicha determinación --ellas son, pues, entrelaza con la síntesis "causal". Las perspectivas en que la cosa
los "proto-objetos". Esa manera propia de su captación motiva aparece en virtud de las impresiones. ~ensib~es, por ,.tanto, no_ ~on
ya por sí misma la aprehensión teorética científico-natural con la simplemente producto de u?~ recepcio~ pasiva; aqm se ~od1fica,
finalidad de una detetminación universalmente comunicable; por pues, el concepto de recepti~:dad s~ns1ble fre1:t~ al concepto. kan-
ello Husserl la designa también, en un sentido muy determinado, tiano de la misma en cuanto capacidad de rec1b1r represen~ac10~e9~
como actitud teorética: ella no quiere nada de las cosas, no desea según la manera en que nosotros somos afectados por obJetos ·
tenerlas en cuenta según su utilidad, etc.; el interés conductor Ahora la receptividad no consiste únicamente en el hecho de pad~-
consiste exclusivamente en el "interés en el ser que aparece" .87 cer la afección sino también al mismo tiempo, en la conc1enc1a
Ahora bien, por cuanto la determinación exacta implica el de la actividad ' y de un nexo ' causal entre amb as: " porq:1e h e mo-
accionamiento de un método motivado por el modo de cons- vido la cabeza, porque he dado v~eltas alr~?edor ,?~l ob)eto, l,.º. he
titución de las cosas naturales, se pone así de relieve, al mismo contemplado desde estas perspectivas, et~. . _La s11:tes1s. estet~co-
tiempo, el sentido y los límites de semejante procedimiento -de causal", por tanto, propor~!ona la e~penenc_ia sen~!ble mmed1ata
acuerdo con el modo, por lo más, en que se comprenden a sí de un "porque ... entonces . Esto qmere decir que .ª toda percep-
mismos la mayoría de los físicos actuales. Esa determinación nó ción corresponden funciones propias de la espontane1~ad. Los cur-
puede equivaler a un ensayo de penetrar en el fundamento me- sos de las sensaciones cinestésicas son aquí cursos libres; Y esta
tafísico de la naturaleza; tampoco puede alcanzar, en tal sentido, libertad en la conciencia de esos cursos comporta u~a parte esen-
un enunciado sobre la esencia de la materia. El análisis de la cial de la constitución de la espacialidad" .92 La espac1al1dad d~ las
constitución de la naturaleza material --en el que se pregunta cosas materiales y del mundo de las cosas, por tanto, se constituye
158 159
. '

originar_ia~ente en el movimiento cinestésico, al recorrer el espacio de la naturaleza física" ;96 por otra parte, sin embargo, corresponde
en mov1In1entos de aproximación y alejamiento. Mediante mi cuerpo a la "realidad anímica". El modo de su movimiento no está única-
estoy entrelazado con la causalidad del mundo de las cosas; por mente determinado por las leyes de la causalidad física; se muestra
1!. .
ello. puede d~°: usserl que "el cu~rpo posee. para su propio yo aquí "algo notable: el hecho de que las cosas materiales están con-
la smgular distmc10n de portar en s1 el punto cero de toda orien- dicionadas exclusivamente desde fuera, y no lo están por su propio
tación. Uno de sus puntos espaciales -aunque pueda ser uno· real- pasado; son realidades sin historia". A la realidad material "corres-
mente no visto-- está siempre caracterizado en el modus del aquí ponde la posibilidad ideal de que retorne en procesos cíclicos dentro
central, a saber: en un aquí que no tiene fuera de sí ningún otro en de circunstancias exteriores idénticas a aquellas en que ya había
relación con el cual hubiera un 'allí'. De esta forma, todas las sido una vez; -aun cuando esto, dado el caso, pueda ser suma-
cosas del mundo circundante poseen su orientación en el cuerpo mente improbable. La realidad material, sin embargo, está formada
propio, así como todas las enunciaciones de la orientación están de tal modo que en tal retorno cíclico ella debería tener exacta-
provistas de esa referencia" .93 El cuerpo propio es, por ello, "el mente el mismo estado general. A la esencia de la realidad anímica,
luga-: en que se enlaza un sistema de causalidad subjetiva (y, como por el contrario, pertenece el hecho de que ell~, por principio,
tal, irreal) con el sistema de la causalidad (real)" si, de acuerdo no puede retornar al mismo estado general; pues la realidades aní-
con su definición, "realidad" significa el dominio de la realidad micas poseen precisamente una historia. Dos ciclos de circunstan-
cósica determinado espacial, temporal y causalmente. cias externas recíprocamente delimitados obrarían del mismo modo
A la receptividad de la sensación y la percepción corresponde, sobre la misma alma; pero en el alma misma no podrían ser iguales
por tanto, de modo indisoluble, la "espontaneidad" cinestésica. los cursos anímicos de los estados, puesto que el estado anterior
Los movimientos cinestésicos a menudo se llevan a cabo involunta- determina funcionalmente al posterior" .97 Tanto la realidad mate-
riamente; pero podemos cobrar conciencia de ellos, y sobre todo rial como la anímica, por tanto, se ordenan en la idea formal de la
llegamos a hacerlo en el momento en que fracasan o se frustran. realidad ent~ndida como "unidad de propiedades permanentes en
En virtud de ello es posible dirigirlos y ponerlos bajo nuestro do- relación con circunstancias pertinentes" pero "tienen que ser dife-
mlllio; corresponden al ámbito del "yo puedo", del sistema de las renciadas según la manera particular de las 'propiedades' y 'circuns-
capacidades; en tal sentido, al menos potencialmente, pertenecen tancias' ".98 La realidad anímica no se mueve desde afuera, como
al ámbito de nuestra libertad. Aquel "porque. . . entonces", esa si sólo estuviera enlazada con un cuerpo; sino también desde
causalidad cinestésica y la. capacidad de disponer de los movimien- adentro. Así, pues, "debemos contraponer a la naturaleza material,
tos motores, es lo primerS de que se apropia el niño ya en su más como segunda manera de realidades, no el 'alma', sino lá concreta
tempran.a edad, aquello por lo que su mundo circundante se revela unidad de cuerpo y alma, o sea, el sujeto humano (o bien,
de la ma~era más originaria a su poder, aun antes de todo lenguaje animal)" .99 ·

y de toda reflexiqn. Además de la determinación inicial de que la cosa material


Se muestra aquí una reciprocidad entre la constitución de la . no sería .sino "la X que se determina por medio de determinaciones
cosidad material y de la naturaleza material, y la constitución del generales", ¿ qué resulta de aquí en lo que respec~a a la esencia de
cuerpo propio que actúa dnestésicamente en ella como cuerpo. El la naturaleza material? Para responder a esta pregunta hay que
hombre "está en la naturaleza tan sólo porque primeramente el partir de la comprobación de Husserl de que "la 'naturaleza' y el
cuerpo es una cosa material en la naturaleza espacial" .94 Pero no cuerpo, y luego el alma en su enlace con éste, se constituyen uno
es ésta una relación verificable tan sólo desde fuera; antes bien, sob·re otro y., al mismo tiempo, uno con otro., en mutua interac-
"lo qrie denominamos cuerpo ya es algo más que una cosa mate- ción1'Y10 Esto significa que las sensaciones, particularmente las tac-
rial; posee ya un estrato perteneciente a lo anímico que no es refe- tiles y las cinestesias que les corresponden, constituyen no sólo la
rido ·a él por nosotros mediante una consideración alusiva sino cosa material como correlato de la percepción exterior, sino que,
que está allí de antemano -y, por tanto, intuitivamente-' como· a la par, constituyen el cuerpo propio; "actúan simultáneamente
estrato aperceptivo correspondiente a la totalidad del cuerpo mis- como constituyentes de cosa y constituyentes del cuerpo" .101 Se
mo. Tenemos, pues, que hacer .primeramente abstracción de ello trata del cuerpo del que soy consciente como lo real material entre-
para obtener el mero cuerpo material" .95 Lo corporal, según ello, lazado con la causalidad física y, a la vez, como mi cuerpo, movido
es dado por una parte "en cuanto entrelazado en el nexo causal. por· mí mismo. El "yo" se sabe al mismo tiempo como "imperan-
161
160
do" en el cuerpo, como moviéndolo de modo inmediato; y con hiantes - y no del concepto de la misma perteneciente a la actitud
ello "sabe" de manera inmediatamente intuible más de la "natu- "naturalista"-, las cuales determinan la experiencia y la praxis
raleza" que mediante la percepción exterior de procesos físicos. En del mundo de la vida. Sin embargo, lo constante, lo a priori en
su conciencia de cuerpo, el yo posee una fuente de experiencia que se basan esas representaciones históricamente variables de .la
cuya desconexión es un supuesto para la objetivación de la natura- naturaleza, consiste en la relación íntimamente expe#mentable del
leza en el conocimiento natural exacto, pero a la cual hay que sujeto corporal y cinestésicamente activo con la "naturaleza" y
retornar para ver con evidencia en qué medida la fenomenología consigo mismo en su cuerpo entendido como un miembro de la
de la corporeidad puede contribuir a aclarar el problema de la naturaleza.
materia. Para la naturaleza "que estaba al comienzo", la de la actitud
Para ello es preciso insinuar brevemente qué consecuencias ex- naturalista, ésta es la totalidad de las realidades, entre las que por
trae el propio Husserl de estas intelecciones. Se ha mostrado que cierto también se encuentran aquellas que no son meras cosas ma-
la determinación del concepto de naturaleza material, tal como teriales sino cuerpos animados y, también entre ellos, nuestro
resulta de los análisis de las efectuaciones que la constituyen, no propio cuerpo, como objeto señala.do que está en cuanto cosa-
es la única determinación competente; más aún, se ha visto que cuerpo material dentro del nexo causal real, por cuya parte· "aní-
en general dla no atañe a un concepto de la "esencia" de la natu- mica" (que debe agregársele) puede preguntarse en vista de su
raleza, sino tan sólo al producto del método de su determinación dependencia psico-física de la causalidad real.
objetiva; y que a la naturaleza corresponde algo que no se agota Ahora bien, ¿qué es, por el contrario, la naturaleza y qué es
en el mencionado concepto de la misma y que únicamente puede nuestro cuerpo en la actitud "personalista", la propia del mundo
señalarse en toda su significación al abandonar la "actitud natura- natural de la vida? En esta actitud no pensamos en percibir nues-
lista". Así dice Husserl, al mirar retrospectivamente, que ha resul- tro cuerpo como una cosa material entre otras, ni en "añadirle"
tado ahora una tensi9.n "entre la naturaleza que estaba al comienzo lo anímico. Tampoco preguntamos, como sucede en la actitud natu-
y la naturaleza que ahora nos ha surgido en el nexo comunitario"; 102 ralista; por nosotros en cuanto seres corporales condicionados psico-
esto es, entre la naturaleza entendida como el_ estrato inferior (y físicamente. Frente a esta última actitud, la concepción natural ·
fundante de todos los demás) propio de las "meras cosas", y aquello parece "contener un plus'\ 105 a saber, considerada como actitud "en
que nosotros mismos somos en comunidad con los otros, en nues- la que estamos en todo momento cuando vivimos urios junto a
tro común mundo circundante, para nosotros y para los demás en otros; cuando hablamos entre nosotros; cuando nos estrechamos
cuanto sujetos corporalesc1. y, con ello, en cuanto seres naturales. ia mano al saludarnos; cuando estamos recíprocamente relacionados
Esta tensión apunta "al h~cho de que· ni siquiera existen dos acti- en propósitos y hechos, en preguntas y respuestas" .106 En ella "nos
tudes con los mismos derechos y dentro del mismo orden, o bien es dado el hombre en el cuerpo humano, y nos es dado como per-
dos percepciones plen:amente justificadas del mismo modo y que sonalidad que vive, obra, sufre; y somos conscientes de él como
se penetren simultáneamente; sino que la actitud naturalista se personalidad real que en las circunstancias de su vida personal se
;s. subordina a la personalista y sólo cobra cierta autonomía por una comporta ora de ésta ora de aquella manera" .107 Ese plus indica que
abstracción o por una suerte de auto-olvido del yo personal, con en ambos casos se trata de una "percepción totalmente distinta",
lo que al mismo tiempo absolutiza injustamente a su mundo, o de una comprensión en cada . caso diferente de lo que nosotros
sea, a la naturaleza" .103 Como ya se ha mencionado, la actitud per- somos: "una vez el 'mundo circundante' brinda el sistema de las
sonalista no es en realidad una "actitud"; ella designa más bien circunstancias reales; otra vez, el mero cuerpo y el nexo trans-
el modo en que el hombre está inmediatamente en su mundo de la currido en la conciencia" .108 Las "circunstancias" de las que nos
vida. En el tratado sobre la CrisisJ Husserl retoma este tema y se sabemos dependientes en cuanto personas en nuestro personal
plantea la tarea de ganar un concepto de naturaleza que no sea mundo circundante no son las de la determinación causal, sino
"naturalista" ,104 sino que repose sobre la experiencia de la natu- las de la motiv~ci6n. Yo estoy motivado en mi comportamiento!
raleza resultante del "imperio" cinestésico del yo en el cuerpo quizá, por la consideración de cosas; pero la pregunta por ese
propio. Esta naturaleza propia del mundo de la vida no correspon- estar motivado es totalmente diferente a la pregunta por la rela-
de a la naturaleza en el sentido de la determinación objetiva exacta; ción psico-física de los "estímulos sensoriales", proporcionados por
se trata de representaciones de la naturaleza históricamente caro- la visión de las cosás, con una cosa material entendida como "ob-
162 163
-~- --- 1
.

j~t? _del estímulo". En la actitud natural no estamos, por tanto;


d1ng1dos al cuerpo como a un objeto entre otros objetos; dentro ) mos dejar a un lado -en cuanto cuestión que atañe ya a una
d_el personal mundo circ:undante, él no es para nosotros una cosa, interpretación de Husserl- qué puedan brindar esas aseveraciones
smo qµe me pertenece de un modo muy específico; y, en verdad, en lo que respecta al concepto de la subjetividad trascendental. 114
como un "oscuro trasfondo" de la subjetividad espiritual perso- Dentro de este contexto, Husserl duda en emplear ·aún el nom-
nar Es el trasfondo de la sensibilidad, y esto significa, de la depen- bre naturaleza para ese fundamento elemental y más bajo de todas
dencia de lo corporal y, por tanto, de la naturaleza. 109 las efectuaciones constitutivas; y ello debido a una buena razón
En la intencionalidad separamos conciencia de objeto y toma de práctica. En efecto, en la relación expuesta de corporeidad y natu-
posición del yo personal -vale decir, su "comportamiento"-· raleza material -relación en que ambos miembros se constituyen
per~ ambos tiene.,n es_e "trasfondo que yace antes de todo compor~ a la par e inseparablemente uno del otro-, se rompe la separa-
tam1ento, que mas bien esta presupuesto por todo comportamien- ción tradicional de un adentro y un afuera, o sea, de una inma-
t? ,, .11 º El yo espirltua
. . l personal no es, por tanto, un "yo abstracto", nencia entendida conio dominio de lo subjetivo .Y una trascenden-
smo que posee "un trasfondo de vivencias y un trasfondo de natu- cia de objetos que se le contrapone. En la actitud trascendental, al
raleza ('mí naturaleza') que se anuncia en la agitación de las viven- preguntar por ias condiciones básicas constitutivas de la experien-
cias" .m Ese trasfondo no es otro que el que se manifiesta en la cia de la naturaleza perteneciente al mundo de la vida, "desaparece
corporeidad en cada caso propia, la cual por una parte le es cons- la diferencia entre 'lo que viene de afuera' y 'lo dado además a
ciente al yo experimentante como aquello que condiciona su sen- partir del espíritu'. Sigue en pie la diferencia de lo extraño al yo,
sibilidad con sus impulsos y efectos en la forma de la motivación en cuanto lo último y genéticamente originario (lo cual es contin-
de su comportamiento; y, por otra parte, como mi cuerpo propio, gente), y la formación legal de reproducción, asociación, percep-
del que dispongo al imperar en él. Como tal, ese trasfondo es ción y las correspondientes efectuaciones constitutivas (siendo la
"particularmente subjetivo". Con esto se ve que en propiedad hay legalidad de estas formaciones no fortuita, sino ~sencialr' ?15
que hablar de naturaleza en un triple sentido: por una parte, de ¿Qué queda entonces para determinar la esencia de la materia,
la naturaleza de la ciencia natural exacta y objetivante, por princi- si ésta, en cuanto fundamento buscado de la afección de los· sen-
pio inintuible, y determinable tan sólo mediante determinaciones tidos, se ha resuelto en virtud del análisis constitutivo en el con-
intelectuales simbólíéo-matemáticas como un "producto del mé- cepto de algo extraño al yo, genéticamente originario, contingente,
todo", y consecuentemente como efectuación personal de la inter- en relación con el yo consciente de sí mismo (al menos según la
subjetividad que cultiva 1~ ciencia natural; por otra parte, hay que posibilidad), con sus efectuaciones cons(Ítuyentes y sus "legalida-
hablar de la naturaleza intuible propia del mundo de la vida, per- des esenciales" fenomenológicamente mostrables? ¿No permanece-
ceptible por los sentidos externos, cuya representación como acon- mos así, para hablar con Kant, en la incognoscibilidad del funda-
tecer regido por una legalidad causal cognoscible únicamente gra- mento de la afección de los sentidos? Para hallar una respuesta
cias al método del. conocimiento exacto es tan sólo un modo deter- a este interrogante, la investigación debe desprenderse de los tex-
minado de representarse esa naturaleza experimentada inmediata- tos de Husserl e intentar ir más allá, dando algunos pasos cori
mente en la percepción sensible. En tercer lugar, está aquello que cuidadosas conjeturas de carácter provisional y fragmentario.
configura la condición constitutiva de la posibilidad de la éxpe- El factum contingente de la recepción de las sensaciones -la
riencia de la naturaleza en general, a saber, el "trasfondo de la incognoscibilidad del fundamento de la afección- subsiste para el
1
naturaleza ' que se anuncia en la corporeidad, entendido como un conocimiento "teorético" al que Husserl denomina objetivante. Pero
momento estructural pasivo de la subjetividad trascendental cons- en el modo como nosotros recibimos sensaciones -según lo mos-
tituyente, como el "lado natural" de la subjetividad 112 que, como tró el análisis del cuerpo propío que funciona cinestésicamente-
observa Husserl más tarde, no merece en propiedad el nombre reside un "anuncio" de ese "trasfondo de la naturaleza"; éste· se
"naturaleza". En las reflexiones de la Filosofía primera 113 se habla anuncia en la manera en que el funcionamiento de la sensibilidad
de la subjetividad trascendental absoluta con sus referencias comu- es experimentado, o sea, no como mera recepción pasiva, sino como
nitarias, "cuyo index significa, de modo pasivo, 'naturaleza', pero algo relacionado con el "yo puedo" del "imperio" en el cuerpo;
que, activamente, es -el operar determinante que por el médium como algo relacionado con el movimiento de los órganos corporales
de la posición de la naturaleza obra de un yo al otro". Aquí debe- de la sensación. El "yo me muevo", por oposición a las "tomas
de posición" del yo, a sus actos judicativos, etc., es una "posibili-
164
165
dad práctica"116 de la que el sujeto corporal cobra conciencia ya que nos afecta, ya sea tomándolo con la mano, conociéndolo, o de
con anterioridad a toda conciencia explíci.ta del yo, como centro cualquier otra manera. P.recisamente porque la íntencionalidad aun
µe una clase de espontaneidad que no es la del pensar. Ya antes en este ínfimo grado de la espontaneidad del "yo puedo moverme"
de est~ última espontaneidad, el ser humano experimenta su exis- posee ya un hacia dónde; porqué nuestra existencia está orientada
t~ncia fundada en ese poder; aprende a comprenderse en su poder, en todo nivel, primero implícitamente y hiego de modo explícito,
siendo éste, primariamente, no un acto "espiritual", sino el com- por e! propósito de hacia dónde quiere ir; por ello, experimenta
prenderse en el "yo· puedo" propio del moverse a sí mismo. En lo daao en su "ya ahí" como algo que se desliza. Sólo en virtud
ese percatarse íntimo del poder reside la originaria e intuitiva ex- de que estamos dirigidos de modo protencional, y de que para
pe.riencia de la fuerza. El asir algo con la mano, por ejemplo, se realizar esa dirección dependemos de la captación y fijación de lo
sabe como impulso que se mueve como un "yo quiero", y al asir dado, o sea, de la conservación de aquello que "ya" hemos expe-
experimenta la resistencia de lo agarrado, la contrapresión de su rimentado con el objeto de aportarlo a la realización de nuestros
fuerza. Y experimenta la fuerza actuante como teleológica, como propósitos y fines, experimentamos la disminución retencionaÍ en
orientada a una finalidad y, en tal sentido, como intencional. En el "precisamente recién sido" como un deslizarse y a éste como
ese "porque. . . entonces~' hay que buscar el fundamento intuiti- resistencia a la que debemos superar, llegado el caso, con el recuerdo.
vamente experimentable que en último término da su sentido, La experiencia originaria de la actuación de fuerzas allí implí-
comprensible para nosotros, a todo hablar de fuerzas actuantes. cita consiste en la experiencia de una fuerza que actúa teleológica-
Pero en dicha experiencia yace también una indicación de lo que mente. Por ello, en la representación de la naturaleza de todos
motiva la cinestesia en cuanto fundamento de la. afección. Por aquellos "mundos de la vida" en los que aún no ha "confluido"
cierto, lo sentido en la sensación; lo que se presenta como algo (como dice Husserl) el moderno concepto objetivista de la natu-
contingente y "extraño al yo" -a lo que Husserl también designa raleza, la tepresentación de las fuerzas actuantes posee carácter
como materia última de toda formación mediante actividades inten- teleológico. Tan sólo gracias a la desconexión metódica que con-
cionales; o sea, la 1tpW"t'l} vAn en el sentido de Aristóteles-=-, no forma los fundamentos de aquella objetivación del acaecer natural,
es, tomado ·en. sí mismo, algo susceptible de determinación; pero se llega a la representación de fuerzas que actúan de modo causal
sí se revela como determinable dentro de la relación con el movi- -representaCÍ.Ón a la que, como correctamente· 10 vio Hume, nada
miento cinestésico propio del que siente. Es afectante tan sólo corresponde en la experiencía intuitiva. Sobre· la base de las sínte-
cuando le sale al encueiltrO ese movimiento· está allí existe como sis propias de la temporalízación de la conciencia de tiempo, por
simplemente dado para ·~el impulso del "yo 'me muev~". Pero esta tanto, lo dado se nos da como "ya ahí"; comó algo que viene
apatjencia de una inmediata simplicidad de la existencia como dada hacia nosotros y solicita nuestro "yo puedo"; pero simultánea-
y,. consecuentemente, la aparente imposibilidad de toda posterior mente con ello, como algo que se desliza en el "recién sido", pro-
determinación de ·la misma, subsiste únicamente hasta tanto no se vocando así, en vista de la realización del "hacia dónde" de nues-
consideren los supuestos constitutivos de esa existencia simple tro poder, la fijación de ello en la retención y en el recuerdo. Na-
entendida como dada. En efecto, ser dado . significa "ya estar ahí, turalmente, estas síntesis suponen el yo, si bien en un primer mo-
ya existir"''. Este "ya-siempre-existir", este ser previamente dado mento como algo "anónimo", en su identidad con el yo que ya ha
para todo impulso, para ser observado, asido con la mano etc., es sido del que aquél se acuerda en sus recuerdos. Pero él representa
lo que. denominamos el estar ahí de la naturaleza en que' siempre lo que ha sido como algo realmente sido, como algo que ha expe-
ya nos encontramos. Aquí y ahora, ella está siempre ya aht Pero rimentado, como algo que ha sido percibido; y, por tanto, como
el hecho de que haya para nosotrqs tal "ya ahí" no. es algo úitimo, referido a la pasada conciencia de su cuerpo. Pertenece al recuerdo,
sino que remite a los supuestos constitutivos de una conciencia por tanto, el rememorar ese corporal haber estado presente. Esto
semejante .de ese "ya ahí"; entendida como conciencia de una de- no significa que la unidad del yo no sea otra cosa que la unidad
terminación temporal. Ese "ya ahí", en cuanto el .del fugitivo del cuerpo propio, por ejemplo, en el sentido de la frase sartreana:
~'ahora", lo experimentamos en el "recién· sido". Pero el hecho "el cuerpo que yo soy" .117 Por el contrario, tan sólo significa que
de qu~ lo dado exista para nuestra experiencia con ese carácter la unidad del yo depende de la unidad general del ((yo puedo mo-
del -ya ahí que se desliza inmediatamente, sólo es posible porque verme", la cual se experimenta a sí misma en la. resistencia de
el impulso de nuestro ''yo puedo" quiere retener lo dado como 1o a,_quello que "solícita" -para retomar un antiguo término- su
fuerza intencional, su estar dirigido hacia una meta.
166 167
Con este ·examen debió insinuarse el hecho de que la naturaleza
en ese sentido, .o sea aquello que con Husserl designamos como la VIL EL PROBLEMA DE LA CIENCIA TRASCENDENTAL
materia última, lo contingerit<:mente dado. en la sensación, no posee DEL A PRIORI DEL "MUNDO DE LA VIDA"
por sí m~smo la fuerza para venir hacía nosotros y para provo- (LEBENSWELT)
- - 1 carnos. Dicha fuerza tan sólo existe como fuerza en relación con
el "yo puedo» del ser que funciona de modo corporal y cinestésico.
~ues. toda fue~za actuante, según lo muestra la originaria expe-
riencia de la mISma, es fuerza que actúa de modo teleológico, que
se anuncia e~ el plano más inferior en la libertad del "yo puedo",
la cual constituye la esencia que nosotros somos, cuya orientación
hacía metas y propósitos, y, por fin, a una meta última, no procede
de lo dado que se presenta como "ya ahf', sino únicamente de sí
misma. Con esto se ha mostrado que el fundamento del movi-
miento que denominamos nuestro mundo en cuanto ser-en-el-mundo
LAlas ciencias
OBRApóstuma de Husserl, consagrada al tema "La crisis de
europeas ... 118
y cuya conclusión lo ocupó hasta
nos es accesible igualmente en una experiencia; se ha mostrado pocos días antes de su mortal enfermedad, plantea como problema
que ese fundamento es comprendido en el modo como nosotros nos central el del retroceso al mundo de la vida. Con ese estudio sobre
experimentamos, a saber, como un acontecer que nos sucede y la crisis pretendía Husserl ofrecer un nuevo camino introductorio
provoca nuestra libertad. Sin embargo, eso que nos fuerza y pro- a la fenomenología y, además, fundamentar y justificar la necesidad
voca no se puede designar ni como materia ni como espíritu. Se histórica de la misma. Dicha obra no es un epílogo al trabajo de
trata de un acontecer que, en cada caso, se muestra de modo di- toda la vida de. Husserl, trabajo que señale una nueva dirección
verso en la histori~, pero siempre como algo prepotente frente a o una ruptura en el desarrollo de su pensamiento. Se trata, más
nuestro propio poder; no se muestra como algo que, obrando cau- bien, de un último paso, inconcluso por cierto, con el que habría
salmente a partir de sí mismo, dé una dirección teleológica al de extraer las consecuencias de intelecciones ya logradas con ante-
mundo, sino como lo que nos pone a nosotros mismos como quie- rioridad principalmente en sus lecciones sobre Filosofía primera.
nes actuamos teleológicamente en nuestra existencia y en nuéstra No solamente el texto sino también las reflexiones que acompaña-
libertad -de tal modo, sin embargo, que el poder que viene hacia ron a su redacción -publicadas ahora como complementos del
nosotros y nos solícita, n~s pone y exige mediante el "ya ahí" de lo mencionado tomo-- permiten conjeturar cómo puede concebirse,
dado, pero ocultándose al mismo tiempo en ese "ya ahí" de lo a partir de esa posición ganada en último término, la unidad y
dado. Aquello que llamamos materia no es el fundamento desco- correspondencia de sus anteriores análisis particulares, y dónde
nocido de la afección. Nos es conocido en esa relación como lo que hay que buscar las cuestiones que permanecieron sin respuesta.
se oculta en el aparecer del "material" dado, pero que, sin em- Dentro del. presente contexto, la expresión "mundo de la vida"
bargo, se nos revela a la par en la medida en que nos solicita. (Lebenswelt) se presenta por primera vez en una publicación de
Husserl en la _primera parte del estudio sobre la "crisis», publi-
cado ya en 1936 en la revista Philosophia, sin que en .ese frag-
mento hubiera sido posible reconocer ya en aquel entonces todo el
alcance del problema allí insinuado. Husserl empleó, pues, tardía-
mente la expresión Lebenswelt; a lo más, es posible documentar
ese uso en manuscritos redactados hacia fines de la década ·del
veinte. Pero en realidad se trata sólo de una nueva denominación
para un asunto que, al menos como problema, tenía Husserl ante
los ojos ya desde la época de Ideas ( 1913), al partir de la exi-
gencia positivista de obtener un "concepto natural de mundo".
Sin embargo, la plena significación de ese problema y la .. vía ade-
cuada para tratarlo llegó a ser visible tan sólo hacia la época de
168 169
__ ...... ,

la "Crisis" y fue desarrollada progresivamente por Husserl en los miento filosófico ·que, desde fines del siglo XIX, comprendió . en
últimos años de su vida. Así se muestra que el problema concer- primer lugar a la filosofía como teoría de la ciencia. En el sentido
niente al método de la ciencia fenomenológica del mundo de la de tal comprensión, el neokantismo -escuela dominan~e ~n la
vida no comporta un problema especial y aislado del análisis feno- Alemania de aquella época- partía del factum de las ci~n~:as y
menológico constitutivo, sino que átañe a la dimensión más pro- preguntaba por las condiciones trascendentales de su po~1b1hdad.
funda de las efectuaciones constitutivas propias de la subjetividad En ese sentido también las Ideas de Husserl están orientadas,
trascendental. Las aporías que· allí se destacan, se refieren por en gran parte, de acuerdo con el estilo de la teoría de la ciencia.
tanto, al propio concepto de subjetividad trascendental y al mé- Admiten como dada la división de las regiones del ente en los
todo de su descubrimiento. Dichas aporías superan todas las ante- dominios propios de los planteamientos _c~entíficos, y _b1;1~can en
riores exposiciones fundamentales de Husserl y permiten ver los el desarrollo del a priori regional las cond1c1ones de pos1b1hdad de
problemas que en ellas no pudieron ser explicados. De esta ma- una tal partición. En la "Crisis", por el contrario,_ ~e trata del
nera, y precisamente en la obra póstuma, el pensamiento de Hus- retroceso por detrás de las ciencias dadas en su f actzc:dad Y de la
serl aparece con su fuerza inalterada, capaz de volver a cuestionar pregunta por la facticidad de ese factum. Pues precisamente las
todo lo hasta entonces alcanzado y de abrir nuevas dimension~s ciencias están en crisis porque ya no pueden dar cuenta del sen-,
problemáticas por detrás de ello. tído de su propio quehacer. Han caído en un "~ad? de sentido,,
La primera parte de las siguientes exposiciones habrá de exa- en cuanto aquellas ciencias en virtud de cuya aphcac1ón el mundo
minar brevemente, por ello, la relación en que se presenta el pro- fue transformado en el moderno mundo técnico. De modo que
blema del mundo de la vida en la obra sobre la "Crisis". La se- la pregunta por la crisis de las ciencias europeas_ no es otra que la
~nda parte desarrollará el concepto de mundo de la vida enten- pre_flunta por la crisis del m_oderr:o mundo técnico. Y a ha llegad~
._,...-- dido como mundo histórico y como mundo de la inmediata expe.:. en cierto modo a cobrar vigencia general el hecho de que aqm
riencia de la naturaleza. En la tercera parte se tratará acerca del no se trata de una crisis teórica de los fundamentos de las cien-
método apto para obtener el a priori del mundo de la vida, las cias sino de una crisis de la vida moderna en general. Este aspecto
aporías del mismo y el camino en que éstas se disipan. lleg; a ser visible con toda claridad en los problemas morales ª?te
los que se ven enfrent~d~s los físico~ atómicos actu~l~s en vista
de las consecuencias practicas y, particularmente, pohticas de sus
l. La relación de la problemática tratada en la "Crisis,, con el descubrimientos .
problema del mundo~ de la vida . ¿Qué camino sigue la fenomenología para con!ribuir a la ~avo-
rable conversión de esa crisis? Pregunta por el ongen de la misma·
En este lugar no es posible analizar el plano oeneral de la y, en la medida en que ésta consiste en la crisis 9e l~s ciencias Y
"Crisis", obra qt:i.~, en cuanto nuevo ensayo de intr;ducción a la del mundo transformado e interpretado por las ciencias, pregunta
fenomenología, retoma todas las anteriores reflexiones de Husserl por ·el origen de las ciencias . ~~dernas: origen en el sentido .de
sobre los caminos conducentes a la misma, dedicando en particu- condiciones a priori de su pos1b1hdad. Pero la nove?~d del cam~n~
lar toda la tercera parte a la vía a través de la psicología. La emprendido en la "Crisis" estriba en que esas cond1c1ones a p~zort
segunda parte trata en especial el problema del mundo de la vida, de oosibilidad ya no son buscadas de un modo puramente ~1ste-
relacionándolo con la pregunta por el camino hacía la fenomenología mático en la aprehensión de las esencias de los conceptos. rewona-
que parte del mundo ya dado de la vida, para cuya comprensión les básicos, sino en un peculiar "enlace recíproco de inves_tigac1ones
hay que considerar además los complementos no incluidos en el históricas y sistemáticas" (pág. 364). Cuál sea el sentido de la
texto original. En este punto, el problema del mundo de la v1da pregunta fenomenológica por el origen, alcanza a~í en es~a obra
está por tanto conectado a la pregunta por la fenomenología enten- su aclaración última aunque no llevada hasta el fmal. As1, pues,
dida como aquella ciencia filosófica fundamental que debe estar al la pregunta por el ~étodo correspondiente ª. la ciencia /del mundo
·servicio de la responsabilidad última y de la justificación de la de la vida no es sino la pregunta por el sentido y el metodo de la
vida humana. Aun cuando el título hace suponer por de pronto investigación fenomenológica del_ origen en g~ne:~l. En efecto, pre-
guntar por. el origen de fa ciencia moderna. s1gmfi~a, par~ Husserl,
que ~e trata de una discusión propia· de la teoría ·de la ciencia, la
preguntar por las condiciones históricas y sistemáticas ba10 las que
exposición muestra cuán lejos está Husserl del estilo de un pensa-
171
170


pudo ,surgir tanto aq~élla como toda ciencia en un mundo que prácticamente antes de cualquier exigencia. de fundamentación cien-
todata no se comprendía a la luz de la interpretación científica tífica" (pág. 441). "Todo vivir se apoya en la previsión, podríamos
a sa er, ~n el "mu!1do de la vida". "Para la humanidad existía y~ decir también en la inducción. Si bien en forma grosera, ya la cer-
el mundo de la vida antes de la ciencia, así como continúa su· teza ontológica de una experiencia directa es una inducción. Las
modo de ser en la época de la ciencia" {pág 125) El d d cosas 'vistas' siempre son ya má~ de lo que nosotros vemos 'efec-
la vid " 1 ,. .d d . . mun o e tiva' y 'propiamente' de ellas. Ver, percibir es, en esencia, tener
a . es o mas conocr o e todas las cosas, lo ya siempre de
suy~. evidente e_n tod? humano vivir, lo que nos es ya siempre la cosa 'en Qersona' y, además, tenerla de antemano en pro-yectos,
famil;ar. en su t1polo~1a por medio de la experiencian (pág. 126). en pro-pósitos, y en una especie de mención previa. Cualquier
Esta s1em~r~ ya aht, por ·anticipado; es la base de toda praxis praxis, con todos sus propósitos, implica inducciones" (pág. 51).
ya sea teorettca o extrateorética". No nos es dado "al La verdadera justificación filosófica del empirismo, según Husserl,
de m d · . . guna vez y
. o o ocasiona1, sm~ ya siempre y necesariamente como campo reside en el hecho de que el mismo se orienta de acuerdo con ese
umversal de toda praxis real y posible, como horizonte. La vida . ·estilo inductivo propio del vivir cotidiano; de modo embozado está
es constantemente un vivir en la_ certeza del mundo" (pág. 145). dirigido por la "tendencia a descubrir científicamente el mundo
l Por tanto, la pregunta por el origen de la ciencia exige en primer de la vida, familiar y conocido en la cotidianeidad, pero descono-
tga~d que se aclare en c¡ué relación está el mundo precientífico de cido desde el punto de vista científico" (pág. 449).
bt: vi a c<!n el mundo interpretado por la ciencia. Al respecto ha- ¿En qué medida, pues, la misma ciencia ha surgido del vivir
Iamc_:>s _visto que el .mu?do de la vida está siempre ya dado con precientífico propio del "mundo de la vida" y está al servicio de
ª!1te:1ortdad a toda ciencia y que es la base para toda praxis y toda sus fü1es? La ciencia efectúa una "previsión ampliada hasta el in-
f~nah_dad que establ~zca _el vivir natural. De tal manera, la nueva finito" (pág. 51). "Toda praxis, con sus propósitos, implica induc-
c~enc;a_ natural, la ciencia de Galileo, al proceder de la vida pre- ciones, sólo que los conocimientos inductivos habituales -inclui-
cienttftca Y d,.e su .myndo circundante, sirve "a una meta que sin dos también los expresamente formulados y 'confirmados' {las
embargo debia res1~ en esa misma vida y había de estar referida previsiones)- 'carecen de las reglas de un arte' (sind 'kunstlos')
a su mundo de la vida. Los hombres que viven en ese mundo y frente a las inducciones 'metódicas' practicadas según tales reglas
entre ellos, el investigador de la naturaleza, tan ·sólo pueden for~ propias de un arte como el método de la física de Galileo, cuya
~ular_ to~as .sus ?r~guntas P;ácticas y teóricas a ese mundo; sus eficacia puede elevar al infinito las inducciones" (ibid.).
j°vesti~ac10nes te~mcas ta1:: S_?l? pueden concernir a ese mundo en ad 2. ¿En qué medida permanece inalterable el mundo de la
os honz~mtes abiertos e 1pfm1tos de lo que en él aún permanece vida, pese a la transformación del mundo operada por la ciencia?
de~conoc1do" (pág. 50): '~Aun cuando elaboremos un arte cual- La transformación estriba en el hecho de que las metas y obras
qmera o haga~os. cualquier cosa espontáneamente, ese mundo ver- de las ciencias, a su vez, "afluyen" al mundo de la vida {pág. 466;
daderamente mtmble, efectivamente experimentado v experimen- cf. también pág. 134). En virtud de tal afluencia, el mundo de Ja
t?ble en el cual se desarrolla prácticamente toda nuestra vida, sigue vida se convierte en cada caso en un mundo transformado bajo
siendo el q~e es en su propia estructura esencial, en su propío y condiciones históricas. Pero él mismo no es alterado en su propio
concreto estilo cal!sal. Tampoco varía por el hecho de que .inven- núcleo, pues "los científicos, por su parte, son hombres en el
tem.?s un determmado arte, por ejemplo, el arte geométrico de mundo de la vida -hombres entre los otros hombres. El mundo
Galileo .que llamamos física)' .{pág. 51). de la vida es un mundo para todos, y de tal modo las ciencias,
. La, pregunta por la relación entre mundo de la vida y mundo gue por de pronto conforman los mundos de los científicos, están
c1ent1_ftcamente mterpretado se descompone, por tanto ert dos ahí para todos los hombres como algo nuestro y· como resultado
cuest10nes: . ' · obtenido, . . . existen para todos -así como el mundo de la vida
1. ¿ Cuál es la meta de la ciencia que sirve a .la vida en su es para todos" (ibid.). Esto no quiere decir únicamente que los
mundo de la vida? hombres, gracias a ese nuevo medio de previsión, viven más am-
2 · ¿ En qué. medida este último permanece inalterado a pesar pliamente que al aspirar y proponerse· fines en el obrar. La trans-
del camb10 que en él opera la aplicación de la ciencia? formación del mundo por la ciencia llega a ser intuible para ellos
ad. l. El mundo de Ja vid~ ~s "el círculo de certezas ya fami- mismos en la percepción de las cosas y procesos. producidos por
liares aceptadas como mcond1cronalmente válidas y comprobadas aquélla. Estos mismos se convierten en cosas perceptibles en el
172 173

..:
__ _..~· I

mundo de la vida donde los hombres viven sintiendo y ·percibiendo Las ciencias y la filosofía de la incipiente edad moderna, sin
de modo sensible y corporal. En toda transformación histórica del embargo, no reconocieron esa hipótesis del ser en sí precisamente
mundo debida a hechos y obras de los hombres, ya sea que éstos como una tal hipótesis. Debido a dicho desconocimiento, en el
se basen en una inducción espontánea o en la inducción metódica momento de- su fundación a comienzos de la edad moderna sucum-
propia de las ciencias, sigue en pie esa _inYftriante y sigue éonser- bieron a la fascinación del concepto de verdad propio de la meta-
vándose el estilo en virtud del cual el mundo qµe está así de un física, según el cual el verdadero ser en sí sería lo constante y
modo sensible y tan inmediato ante los ojos, rige con evidencia permanente por detrás del mundo mutable e inconstante de la
como mundo para todos. doxa, de la apariencia sensible y sus prejuicios (pág. 127). Husserl
¿Cómo lleva a cabo la ciencia esa ampliación de la previsión? crítica esa convicción de que el verdadero mundo sea el mundo
Debido a que "revestimos el mundo de la vida -el mundo que científicamente interpretado en el sentido de las nuevas ciencias,
nos es constantemente dado como real en nuestro concreto vivir y la denomina el objetivismo de la edad moderna. De la superación
en ese mundo, en la abierta infinitud de una posible experiencia- de tal creencia depende que pueda superarse también la crisis del
con un adecuado vestido de ideas, a saber: d de las llamadas ver- mundo técnico. Frente a ese mundo de la ciencia, presuntamente
dades científicas objetivas. Esto significa que, mediante un método verdadero y en sí, la realidad experiencia! propia del mundo de la
efectivamente practicable en todos los casos particulares y cons- vida vale como dominio de lo meramente subjetivo-relativo, domi-
tantemente verificado, construimos (o, al menos, esperamos cons- nio del cual no habría verdadero saber ni verdadera ciencia. "El
truir) determinadas inducciones numéricas para las concreciones contraste entre el elemento subjetivo del mundo de la vida y el
sensibles_ reales y posibles de las formas intuitivas propias del mundo 'objetivo' y 'verdadero' " -el cual "de antemano es pen-
mundo de la vida. Con ello ganamos justamente la posibilidad de sado siempre como naturaleza en el sentido más amplio de la
una previsión de los sucesos concretos del mundo, de aquellos que palabra" - radica sin embargo en el hecho _de. que "el últim? es
ya no son o no son ~odavía realmente dados, esto es, de los acon- una substracción teorético-lógica, algo por pnnc1p10 no perceptible,
tecimientos intuitivos del mundo de la vida. Así obtenemos, por no experimentable en su ser propio; mientras que el elemento
tanto, la posibilidad de una previsión que eleva al infinito los ren- subjetivo del mundo. de la vida se distingue en todas y cada una
dimientos de la previsión cotidiana" (pág. 51). de las cosas por su efectiva experimentabilidad" (pág. 30). El
Esta descripción no concierne únicamente al método de mente mundo de la vida es un reino de evidencias originarias de lo
concipere de Galileo -o sea, al proyecto con su comprobación en dado como "ello rriismo" (((es selbst"), en "persona"; pues "toda
el experimento -sino que,.,significa al mismo tiempo que las ideas manera de la inducción tiene el sentido de una inducción de lo
pre-concebidas son precisamente nuestro proyecto. Este debe ·pre- íntuible, de algo perceptible como 'ello mismo', o de algo que
ceder a la experiencia y, en tal sentido, es a priori respecto de sea posible recordar como habiendo sido percibido, etc.".
la misma, y se basa en la capacidad de la razón humana para llevar La superación de la crisis del objetivismo implica, Pº! tai:to,
a cabo tales proyec-ciones. La ciencia, desde su comienzo en la edad la tarea de "hacer valer el derecho originario de esas evidencias,
+' moderna, está dirigida por el supuesto de que ella puede deter- esto es, su dignidad de evidencia superior, en cuanto a la funda-
minar cognoscitivamente el mundo tal como éste es, independien- mentaeión del conocimiento, a las evidencias lógicas y objetivas"
temente de la relatividad de la experiencia sensible y de las opi- (pág. 131). La necesidad de esta tarea resulta ya de la i~dic~ción
niones en ella fundadas (o· sea, la doxa). Pero para ello necesita del simple hecho de que aun las muy complicadas teonzac1ones
w--_ de la hipótesis del ser en sí de la naturaleza de tal modo deter- de las ciencias pueden valer como verdader::is tan sólo cuando. se
minada. Esa hipótesis, sin embargo, es tan sólo {{una hipótesis verifican en el experimento. Esa verificación, sin embargo, im-
práctica, esto es, un propósito entre los muchos que integran el plica que el proceso calculado y predicho con anterioridad 1:me~a
vivir de los hombres en su mundo de la vida". Y tales propósitos comprobarse como algo que se presenta en nuestra experiencia
son "como todos los fines o cosas semejantes, 'prácticos' en un sensible. Por ello, como señala Husserl, toda formación de teo:
sentido extracientífico, o bien prácticos pero definibles bajo el rías científicas necesita representaciones de modelo1 (pág. 13~).
título de 'teoréticos', y pertenecientes ea ipso a la unidad del Estos no son más que intuiciones propias del mundo de la vida
mundo de la vida, siempre que tomemos a éste en su total y plena "adecuadas para facilitar la concepción de los respectivos ideales
concreción" (págs. 13 3 -y ss.). objetivos". En efecto, la actual reflexión filosófica· sobre los fun-

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damentos de la ciencia natural matemática otorga una ímportan- occidental -una conclusión en la medida en que, abrazando el
cia central a la pregunta por el sentido y el origen de las re- partido del devenir, intenta negar la base de esa misma met!l·
presentaciones de modelos que la dirigen. física, el en sí del ser constante, dentro del radio de acción de
Se trata, por tanto, _de retrotraer la cuestión desde las evi- la antítesis de ser y devenir, de verdad y doxa, en el que lá mis-
dencias lógico-objetivas a ·1a evidencia originaria en la que cons- ma q:>menzó a desplegarse. Luego de ese final de la metafísica,
tantemente es dado ya el mundo de la vida. Pues la experiencia Husserl proclama el propio "fluir heraditeano" como tema de
es "una evidencia que se presenta puramente en el mundo de la la ciencia filosófica en última instancia fundamentante, preten-
vida y, en cuanto tal, es fuente de evidencia de las comproba- diendo así poder mostrar el camino de la noche prohibido por
ciones objetivas propias de las ciencias" (pág. 131). La pregunta Parménides como el camino adecuado a la verdad filosófica, co-
que retrocede al mundo de la vida implica, por tanto, nada me- mo un "retor~o a los orígenes". También se podría decir. que
nos que la justificación del ámbito de la doxa, ya que "el mundo aquí encuentra su realizáción aquella demanda de Feuerbach en
de la vida no es otra cosa que el mundo de la mera doxa, tra- el sentido de admitir en los textos de la filosofía lo que no es
dicionalmente considerada en forma tan despectiva" (pág. 465). filosofía -si bien esto se lleva a cabo en una forma que no
Husserl por cierto fundamenta la necesidad de tal retroceso al pudo concebir el propio Feuerbach.11 9 ·
discutir el pensamiento de la edad moderna, pero aquella ob- La doxa ya no debe ser aquello que la filosofía pasa por alto.
servación permite ver la significación hist!órica y sistemática del Antes bien, hay que justificarla en su necesidad y en su verdad
problema del mundo de la vida dentro de la historia de toda la siguiendo el camino de un "retroceso a la ingenuidad de la v~da,
filosofía europea, así como también la relación de la f enomenolo- pero en una reflexión sobre la misma" (pág. 60). Ahora bien,
gía con la tradición de la metafísica. esto significa que en este caso se p~antean problemas que ya n?
Consideremos algunos puntos que se entrecruzan con lo recién pueden ser dominados con los medíos conceptua.les de .la tradi-
aludido. La doxa no fue despreciada tan sólo en la filosofía más ción metafísica. Husserl está, pues, en su prop10 cammo, ante
reciente, sino que Id fue ya a partir del. momento en que Parméni- una tarea que aproximadamen!e hacia la misma época ·Hei~~gg~,r
des distinguió los dos caminos: el camino de la verdad -que no designara como "retroceso hacia el fundamento de la met~fi?1ca ,
puede ser otra que la verdad del ser uno, en sí perfecto como si bien los derroteros de ambos retrocesos son muy distintos.
una esfera, imperecedero e ínmutable- y el camino prohibido que Se trata de aquel fundamento que, por primera vez y tan sólo
conduce a la noche, contraponiendo al ser el devenir, el cambio, él, permitió que surgiera de sí mismo en la historia de la meta-
la transformación y las :~ fluctuantes opiniones de los mortales. física la diferenciación entre episteme y doxa.
Desde ese momento, la verdad del ser fue comprendida como lo
permanente y constante, ya sea que se interprete como la Idea
y el reino de las Ideas, de las eternas f armas substantiales, ya 2. El mundo de la vida como mundo histórico y como mundo
sea como la forma. permanente de la legalidad del curso del mun- de la experiencia inmediata de la naturaleza
do proyectada de antemano en el espíritu divino, y cuya com-
prensión posterior debe lograr el hombre a modo de una copia. En las consideraciones anteriores · se introdujo el mundo de la
Dicho supuest9 de una verdad propia del ser imperecedero e vida en cuanto dominio de las evidencias originarías a partir de
inmutable por detrás del mundo experimentado como móvil, cam- las cuales únicamente, puede comprenderse el sentido de todas
biante, en continuo fluir, configura la base para el desarrollo las otras 'evidencias accesibles a la vida práctica y al quehacer
de la metafísica de Occidente en todas sus variedades. Al término. teorético de las ciencias objetivas. El primer paso del retroceso
dé ese desarrollo está la exigencia de Nietzsche de suprimir toda fenomenológico hacia la dimensión de evidencia última co~porta
clase de "trasmundos'>, y ello significa no sólo la idea de un Dios la reducción fenomenológica con su desconexión de la tesis ge-
trascendente, sino todo supuesto de un permanente "en sí" por neral de la creencia ontológica, o sea, la creencia en el ser ?el
detrás del incesante cambio, y el retroceso a la "inocencia del mundo como algo subsistente en sí. Husserl había establecido
devenir" que no se mide según los cánones de la constancia y tal cuestión como programa ya en una época muy t~mpr~na de
la permanencia. Por ello, y no sin razón, Heidegger caracteriza su desarrollo. En tal sentido, el retroceso a las evzdenct~s del
a la filosofía de Nietzsche como la última palabra de la filosofía mundo de la vida -en cuanto tema de los análisis constitutlvos-
177
176

..,_·
se muestra como su último paso en la concreta realización de La obra sobre la "Crisis". introduce por de pronto tal ciencia
ese programa de reducción. En efecto, el mundo de la vida es como postulado de "aquella nueva ciencia universa~ d~ la. su~-
"ese mundo previamente dado- pre-dado a todos nosotros en jetividad pre-don·ante de mundo" (pág. 150). La ciencia filoso-
. cuanto personas dentro del horizonte de la humanidad, es decir fica fundamental del mundo de la vida no es, por ello, smo la
en toda conexión actual con los otros- como el mundo, el mun~ propia fenomenología trascendental ya _cumplida,_ con su ta!ea de
do común y general", la "constante base de validez, una fuente buscar en su "dimensión profunda" las efectuac10nes constituyen-
siempre a mano de evidencias de la cual disponemos, ya sea tes del mundo, propias de la subjetivida~ trascendental. Así, pues,
como hombres prácticos, ya sea como científicos" (pág. 124). con la pregunta por el mundo de la vida entra en la etapa _de
El "mundo de la vida" no comporta, por tanto, un tema nuevo su cumplimiento la intención que dirigió a Husserl desde ún prm-
y hasta entonces no considerado por ,Husserl. La expresión, más cipio; tan sólo en esta última etapa e? posible plant~a~ en su
bien, no designa otra cosa que el correlato (concebido ahora en extrema agudeza el problema metodológico del descubrimiento de
su plena concreción) de aquello que en las 1deas se denominaba la constitución.
"actitud natural". La certeza previa de su modo de darse es. la En efecto, no bast~ -y éste es un ~nuncia?o .ª1:1t.ocrítico re-
de la "tesis general de la actitud natural", o sea la de la creencia ferido al modo como el propio Husserl mtroduJo micialmente la
en el mundo que corresponde al vivir natural. Se muestra ahora, reducción- "que nosotros evitemos asumir como premisa el sa-
pues, que esa creencia en la existencia del mundo no consiste ber que deriva de las ciencias y que tengamos a éstas en cuenta
meramente en un problema de la "teoría del conocimiento", preo- simplemente como hechos históricos sin tomar posición resp~cto
cupada con el fundamento de la vacía certeza de un "ser fuera de su verdad" (pág. 150). Esta exigencia resultaba ya, efectiva-
de nosotros"; sino que es una certeza en sí estructurada, plena mente del hecho de poner entre paréntesis el presupuesto de un
de contenidos y bien diferenciada. El mundo, en cuanto dado rriund~ verdadero en sí subsistente. Luego, la ciencia objetiva Y sus
en esa certeza, es . el "rpundo de la vida" propio de cada caso. enunciados no son ca-ejecutados en su pretensión d~ ver:1ad,,, si?-o
La fenomenología,· al preguntar por el a priori de ese mundo que tan sólo se comprueba su· surgimiento y su existencia fact1ca
-y esto significa: por las condic;iones trascendentales y constitu- como hecho cultural que se presenta en la historia junto con otros
tivas de su modo de darse-, retrocede entonces hasta las · efec- hechos semejantes. Pero> agrega Huss~rl, "~n cierto mo~o. la oc:1-
tuaciones constitutivas de la subjetividad trascendental yacentes pación con tales cosas corresponde _mclus1ve a ~a tematica. obJe-
en lo más profundo, efectuaciones (Leistungen) que posibilitan to- tiva de los historiadores que tienen que reconstruir los cambiantes
das las demás; retroced~, pues, hasta el "residuo" que permanece mundos de la vida propios de las épocas y pueblos por el!os estu-
tras la reducción. · diados. . . Esto se repite cuando . tematizamos todas las epocas Y
Según dicha indicación, el origen de toda idea (no sólo cientí- pueblos y' finalmente, la totalidad del mund? espa<:io-temporal,
fica; sino tamoién filosófica) de un ser en sí en su· verdad per- en la unidad de una visión sistemática, atendiendo siempre a la
manente y constante, se muestra como una hipótesis necesaria relatividad del mundo · circundante de la vida propio de los ~e~-
de quien existe en el mundo de la vida; de allí resulta la pre- pectivos hombres, pueblos y épocas singulares en su mera efectlv;-
gunta acerca de en qué sentido - esa dimensión de últimas evi- dad ... Se observa miembro por miembro y luego, en un grado _mas
dencias -que, comparadas con las científicas, aparecen como evi- elevado mundo circundante por mundo circundante, temporalidad
dencias puramente subjetivas- puede conformar el dominio de por te~poralidad; cada. intuición particular es un~ _v~gencia de ser,
una ciencia filosófica fundamental. "¿Puede haber junto a la ya sea en el modus de la realidad o en el de la pos1b1hdad. Esta con-
verdad objetiva una segunda verdad, o sea, la subjetiva?" (pág. sideración presupone ya desde un comienzo otra cosa, presupone una
179). En este .caso, se trataría, pues, de una ciencia cuya exclusiva validez -objetiva, presupone ya siempre para nosotros, los espect~do-
tarea consiste en "captar justamente ese estilo, en captar en su res, la base general de la validez del mundo" ~bid.). Esto. quiere
totalidad ese 'fluir heracliteano' meramente subjetivo y, en apa- decir que tal consideración universal y comparatlv.a se mantiene en
riencia, inaprehensible" (pág. 159; cf. también pág. 181). Se trata todo ~oinento sobre la base de la·" actitud natur·al". .
de aprehender, por tanto, aquello que, entendido desde un co- Frente a tal consideración histórico-comparativa del mundo propia
mienzo en la historia de la metafísica como el ámbito de la doxa, de 1a "historia de la cultura" atendida en su cambio· históri~o .Y en
fue excluido del dominio general de lo cognoscible. sus diferenciaciones de mundos circundantes ert cada caso distmtos

178 179
..

según su punto de vi'sta histórko --consideración llevada a cabo so- en general enlazar un. sentido a su representación, ya que lo consi-
bre la base de la tesis general de la actitud natural- cobra una deramos como concordante como "componible" con el mundo que
nuev~ ,deter~ínacíón _la exigencia metódica de poner ent;e paréntesis nos .es conocido, esto es,' con nuestro mundo histórico. De tal
tamb~e-~ a dicha tesis general. En efecto, ella no posee tan sólo modo, el horizonte de nuestro mundo de _la ~da se revela Sº1!1º
la IDis1on de mostrar cómo en toda conciencia de un ente en -el horizonte de la historia del mundo, de la historia del mundo umco
mundo está ya implícita siempre la conciencia del mundo en el con todas sus transformaciones históricas de mundos cirq:mdantes:
modo de conciencia de horizonte; debe mostrar además cómo ese ''La historia del mundo -su concreto ser en la modalidad. del
ho~z?!1te es hist~rico. _Pero esto significa que 'no sólo 'excluye la tiempo fluyente y presente, en cada caso con .su respectivo pasado
p_os1c10n del ser Implícita en toda conciencia de algo dado -por y su futuro-- puede ser co11:prendid~ comp la ~stor~a del mundo
eJemplo, en una cosa dada _e~, la percepción-, sino que llega a vigente para nosotros, a partir de mi, coI?o la his_to:ia de nuestra
percatarse de que toda pos1C1on smgular del ser es una posición representación del mundo en la temporalidad su~Jetlva en la que
dl:ntr~ del horizonte del ~u??º entendido como' horizonte que se manifiestan para nosotros nuestras representac10nes del mund9
ha llegado a ser ~e. mo~o. hist?nco. En cada una de esas posiciones, según su vigencia y contenido" (pág. 501).
el mundo no esta imphcito solo como horizonte de lo simultánea- En este caso se muestra cómo el desarrollo del problema del
~ente presente, sino, además, como horizonte del pasado. "En , mundo de la vida comporta el consecuente. despliegue d~ ide~s
v!rtu? de ese carácter de inherencia a:. un horizonte (Horizonthaf- que Husserl expuso inicialmente e~ sus lecc101:es sobre Filoso/ta
ttgkezt) constan!emente fluyente, toda vigencia directamente pro- primera (1923). Había elucidado alh por vez pnmera en _su ~unda-
ducida en_ la vida mundana natural presupone ya vigencias que mental sianíficación sistemática la estructura de la conciencia del
retrospectivamente, de modo mediato o inmediato alcanzan a un mundo e~tendida como conciencia del abarcante horizonte. Tam-
nec:sarío trasfon?o de vigencias oscuras, pero oca;ionalmente dis- bién h~bía formulado en esa obra, por lo demás, la exigenc~a m:-
pombles y. reacttvables, todas las cuales, conjuntamente con los tódica de que la reducción no se limitase a poi:ier entre parent~sis
actos propios, componen una única e inseparable conexión de
vida" (pág. 152). la tesis del ser en las ejecucione~ de los actos smgl!-lares, dado. que.
debía ponerse al mismo tiempo éntr~ pa~~ntesis y en su ~~t:lldad·
. ~1 mostrar la imp~icación del mundo como horizonte de la po- el horizonte del mundo ya siempre 1mphc1to en toda pos1c1on clel
sicion de todo ente smgular, por lo demás, se expone el hecho de
ser. En aquel entonces Husserl destacó esa. intelección como su
que _el mundo no es --como lo era para Kan-~- la Ic;lea de la: más importante descubrimiento. Sin embargo, tan ~ólo en su obra
totahd~d de todos los en!es, la cual tan sólo puede ser concebida
póstuma se habría de mostrar que . tal ~ra el caJ?llllO por el cual
posteriormente, o sea luego de recorrer la multiplicidad del ente;
descubrió fenomenológicamente la h1stor1a: el horz~onte_ del. 7:1undo
no se trata, en efecto, de~ concepto racional de un objeto al que
de la vida nó es otra cosa que el horizonte de la ~zstq_rza. 14:mversal~
nada corresponde en la experiencia. Por el contrarío, se muestra
La conciencia de horizonte del mundo de la vida imphc~ e? s1
ahora que el mun~o en cuanto horizonte ya se da simultáneamente
el horizonte de la historia universal. Tan sólo con ello se le . as1gna
con el darse y cori la experiencia de los objetos singulares. Kant
a la pregunt; por las efectuaciones de la/ s\Ibjetividad tr;iscende1:-
no pudo ver esto porque le era extraña la estructura de la con-
ciencia de horizonte que constituye uno de los grandes descubri- tal constituyente del mundo, ~u ,!area ult1!11a y su ma~ ~~pha
mientos de Husserl. misión. Las efectuaciones constitutivas propias de la subJetlv!d~?
trascendental tienen que encerrar en sí las condici?nes de posibili-
Así, pu<;~ la t~rea de la aclaración fenomenológica del "mundo dad que permiten experimentar el mundo de la vida como mundo
d~ Ja vida consiste por de pronto en aprehender el estilo de ese
histórico en su historicidad.
vivir en el mundo. Su desarrollo sistemático "como vivir en el .
El mundo de la vida, por otra parte, es siempre, eviden~er_nente, -
mundo, y el de nosotros mismos como los que allí vivimos con~
el :mundo de la experiencia inmediata e1:1 la cual lo percibido s~
duce ... al estilo de s~ historicidad; el presente fáctico es ;l pre-
muestra al hombre -entendido como su Jeto que percibe. de ~odo
~ent<: de un pasa~o y tle1?-e el futuro ante sí, y así todo presente .
sensible y cinestésico -como "ell~ m_ismo" en sus estructuras
Imagmable en la hbre variación del presente fáctico". Pero "todas
Jas posibks variantes históricas son variantes del mundo que rige espacio-temporales. En _di~ha -~xpe~1en~i~, por ,ta?to,. y. antes de
-para nosotrosn (pág. 500). Tan sólo en virtud de ello podemos toda interpretación y .obJet1vac10n c1ent1ficas, ya ~e ~~ abierto para
los hombres el mundo como nat,uraleza. Esto sigmfica que siem-
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181
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rrectas que las. de Aristóteles. Con Husserl _habría que resp~~der


p_re fomia parte deJ, horizonte del mundo propio de tal experien-
que aquéllas son más verdaderas en la 11:edida en q.ue p~s1b1Iitan
c~a una represen~ac10n de ~a naturaleza en cada caso distinta y va-
nable. Esta va,riable r~presenfación de la naturaleza -y no la una mejor previsión, tal como _lo requiere la existencia en el
mundo de la vida, pero no son sm embargo verdaderas en el sen-
naturaleza. en s1 construida por las ciencias objetivas- determina
la conducta del hombre y su trato con las cosas· en ~anto tal tido de ló definitivamente válido. Pues todos los concept?s de
naturaleza son "hipótesis" de significación tan sólo pres1:1n~iva, Y
::naturaleza propia de}. m1;,ndo, circundante", ella n~ es, por tanto,
por ello pueden ser superados por pos~eriores_ descubr1m1ent~s.
nada_ extrano_ al espmtu (pag. 317), sino algo :ya siempre com-
pren.d1do en "idealizaciones", en vista de los eide- o sea en vista Jamás son conceptos de la natu~ale~~ en_ !i. En virtud de ese c,a~ac-
de un a priori que sirve para dirigir la previsión siemp;e necesa..c ter de superabil~~ad y Pº: su s1gmhcac1on ,;11er_amente pragm~tica,
r.i_a Pª!~, el ~ivir natural. En cuanto_ tal, esa naturaleza "presupone ellos están tamb1en sometidos a la ley del flmr herachteano :
En vista de tales consideraciones y objeciones, es comprensible,
histona (pag. 302). Así, pues, es mgenuo admitirla como verdad
permanente y constante frente al fluir de la realización fáctica de en verdad, "que la humanidad teo_ré~ica h~ya._e~tra~o de un salto,
!os eid_e en el ente singular, del mismo modo que comporta una por así decii;lo, en el tema conocimiento obJe!1vo del mun~<?, o
mgenmdad hacer valer el a priori de las modernas ciencias objeti- sea, de verdades que se pueden cono_cer rac10nalmente, validas
vas de la naturaleza, ya que en este caso se absolutiza algo que, para todos, y a las cuales se puede aspirar al menos .ei:i. una cons-
a su vez, se ha formado dentro de condicionamientos y tradicio- tante aproximación" (pág. 491). S~ observa esta posil:nhdad como
nes históricas. La experiencia inmediata de la naturaleza en la algo "natural" de suyo c?,mprens1ble, co_;110 algo evidente. Pero
percepción sensible y las representaciones de la naturaleza que en justamente ella comporta uno de los mas grai:ides P~~blemas ?e
cada caso y transformándose históricamente se forman sobre su la posibilidad; y reside precisamente en el sentido legitimo, rae10-
base, plantean pues la cuestión de aquellas efectuaciones constitu- nal de ese problema como tal" (ibid.). "Ese 'salto' representa la
Y~;1tes que precísaIJ?ente posibilitan ese cambio y esa transforma- ingenuidad de la filosófía histórica". Esta P':1~º' en verda1, _1;0os-
c10n, y con ello la historia del cambio de los horizontes de mundo. trar con su teoría del conocimiento las cond1c10nes ?e pos1b1hdad
Con otras palabras: el mundo de la vida no es nada más que el del conocimiento objetivo de la naturaleza y, en: virtud de ello,
concr~to mundo histórico con sus tradiciones y., entre ellas, sus comprender --como diría Kant- de qué clase es la luz que ha
cambiantes representaciones de la naturaleza. En tal sentido la surgido para los investigadores de la naturaleza; pero no pudo
pregunta por la constitución del mundo' de la vida, aprehendid~ en exponer las condiciones baj? las g.ue,. por _ot~a parte, se muestr~
todo su. alcance, no es qtra que la pregunta por la constitución ese procedimiento de la misma ciencia ob1et1va en cuar:to ~onf_i-
del mundo en cuanto mundo histórico. guración histórica, y con las que se compren1e la prop1~ cienc~a
J?or ci~rto, se <:bjetará contra lo dicho que el mundo de la vida es en su historicidad. Por ello, "hay que, :onvertlr a la_ P~?_pia t~ona
Y si~e ·siendo, sm embargo, el mundo de la inmediata experiencia del conocimiento en una pregunta h1stonca re~rospecuya , es cierto
sens1bl_e, cuyo correlato es la naturaleza espacio-corporal. Con esta que "la teoría del conocimiento jamás_ ha sido considerada como
reducc10n de la naturaleza a sus representaciones históricamente una peculiar tarea histórica. Pero precisamente esto es lo que_ re-
. cambiantes, pertenecientes en cada caso a un mundo cultural his- prochamos al pasado" (pág. 379). La ~ilos~f~a, por tanto, tiene
tórico, ¿no es negada la naturaleza en cuanto trasfondo constante que mantener ante los ojos la total historicidad de los modos
y p~~anente de ~a historia, trasfondo que permanece in~ariable correlativos de ser de la humanidad y del 1:7undo cult~ral (p .. 378) ·
a trav~~ del camb10 de los mundos históricos? Según esta com- Habría que preguntar, sin embargo, s1 ese camb10 propi~. del
probac10n de que l~s rep_resentaciones de la naturaleza - y no sólo mundo histórico no absorbe y devora en tal ~ª~C? todo lo ÍIJO Y
l~s v::ilgares, smo mclusive las configuradas por la filosofía y las permanente. ¿No se niega, en ef~cto, toda posibilidad de alcanzar
ciencias-, por cuanto pertenecen al horizonte de un respectivO una verdad debido a ese devemr ~verda_d qu~, en cuanto ta,
mund~ cultural _histó~co, son también históricamente variables y debe ser una verdad universal y obhgatona, evidente para todo
tan solo necesanas como hipótesis para la previsión de la vida no ser racional? , · 1 · ·
habría ya más criterios para su valor de verdad. Ya no h;bría Esta pregunta atañe al problema metodol~gico de . a ciencia
p_osibilidad de decir, po_r ej_emplo, que de hecho las representa- fenomenológica del a priori del mundo de la vida. Ella mcluye en
c10nes de la ·moderna ciencia natural evidentemente son más co- sí todas las aporías que se presentan en ese problema del método,
183
182·
al ~ormular ~mbién * la cuestión de las vías que conducen a su · un primer momento era .mer~ente estática; sus desc~ipcio~es
posi~l~ soluc10n. Con ello se plantea, al mismo tiempo y de modo eran análogas a las de la histona natural que va tras120 los tipo~ sin-
implícito.:, la pregunta por, la ciencia fenomenológica que funda- gulares y, a lo sumo, los sistematiza en un orden" . Esa pnm~;ª
menta en última· instancia la subjetividad trascendental, y se la fenomenología se detenía, pues, en el examen de la. c<:rrelacion
plantea en una forma que supera los anteriores exámenes de entre las formas esenciales -los eide- del ente co?stitu1dc:, Y las
Husserl. efectuaciones constituyentes que l~s es~án por ese1;1c1a coor~adas.
Pero el ente allí investigado en vista ae su esencia y sus difere?-
cias esenciales es dado previamente como ente mundano, es decir,
3. El nz,étodo para ?btener el a priori del mund_o de la vid°'.> sus como algo que se presenta dentro del. horizo?te de! ~~mdo. }~sa
aportas y el camino conducente a su solución fenomenolo$Yía no llegó a ver, en semeJante diferenciac10n es~t!~ª
del ente según sus géneros esenciales, el hor~z<?n~e de su apar:cion
Hasta ahora ha resultado que la tarea de la ciencia fenomeno- -esto es: él mundo--, así como tampo~o diviso las e!~ct~ac10nes
lógica _del a priori del mundo de la vida es la siguiente: ella debe que constituyen tal horizonte de mundo. En efe:to,. existe una
usar ciertamente el material intuitivo ofrecido por la ciencia em- fundamental diferencia entre el modo de la con~ienc1a. de mundo
pírica de la historía referente a las diversas fórmas de mundos y el de la conciencia de c?st; las cosas! los obJetos, si~mpre no~l
culturales humanos. Sin embargo, no puede limitarse a describir son conscientes por principio ~orno obJet?s en el ~or1~onte de
como lo hace el historiador, el curso y el cambio fácticos de k mundo. Este horizonte es conscrente tan solo como horiz~mte ?e
historia con su serie de configuraciones culturales siempre nuevas, objetos entitativos; por ello,. no puede llegar a se~, act?al .sm obJei
buscando en ellas lo común y lo divergente. Tal búsqueda de es- tos particulares". En tal sentido, el mundo no <:s ent~tatlvo en e
truc1;,u!as comunes, en efecto, tan sólo alcanzaría generalidades· sentido en que lo es un ente, pero sí en una smgularidad para la
empmcas, pero no aquello que hace posible la historia como tal
y el cambio de sus 1 configuraciones de modo absolutamente uni-
cual todo plural carecería de sentido. Todo plur~ Y ~?do s~ngul
de él · derivado presuponen el horizonte de .la historia uruv~;sa ,
1
Vers~I. J?icha cie~cia, por tanto, tiene que superar· el aspecto de en cuanto historia del mundo único, luego, toda _comprobaczon Y
aprehensión estáticas de co~relacíones entre los eide ~ las. corres-
la historia entendida como un fluir en el que nada es firme y per-
manente, y donde todos los mundos culturales son relativos en pondientes funciones constituyentes, presupone la hist?rzd. Y du
c~anto horizontes vitales de los respectivos hombres que ·en ellos a priori. De allí resulta, por t~nt?, !a ?r.egunta por el meto o a e-
viven. Y debe superar tal. actitud en una .re/lexión sobre las con- cuado nara descubrir ese a priori histor1co. f
4ic[o1:es de posibilidad d& esa relatividad -dispuestas en la sub- Por ello se le exige a una reflexión que deba s1;1perar _la. ~no-.
¡etzvidad trascendental- dentro de la cual aun la ciencia objetiva · menología estática, como es evidente, _que_ la propia sub1et1vi~a~
con su pretensión de verdad es tan sólo una configuración histó- reflexionante · supere el cambio de la hist~ma_ ep vista _del a priori
rica relativa. Así, pues, "toda la historiografía referida a los hechos que posibilita tal historia. Pero "toda ciencia (por diferente %:d
permanece en lo incomprensible, ya que, concluyendo directa e .pueda ser el carácter de cada una de el!as) y con ello ·¿todla ver 1
en el sentido de la ciencia aprehendido como el 1 ea que ~
1:'1genuamente de los hechos, jamás tematiza la base general de sen-
~ido e!1 la que se apoyan en su totalidad tales conclusiones; jamás orienta ¿no deriva acaso de una idealización que, por su part~, ~da
mvestiga el importante a priori histórico que le es propio a dicha dentro'del espacio histórico, y no predsupone:~orlitan~~ e;} rio;~3)e
base", o sea: "el a priori histórico concreto que abarca todo ente la historia, que, nuevamente, surge e un~ 1 _ea zacron. p. di . , .
en cuanto ~a devenido y en cuanto inmerso en el devenir, o en Con esto se comprueba que to~o a pr!orz'. en cuanto. co,n. c10n
su ser esencial en cuanto tradición y en cuanto constitutivo de una de posibilidad de la ciencia -inclutda la ciencia del ser ~1sto:ic~,
tradición" (pág. 380). re osa sobre una· idealización. El citado concepto de idealizae1?n
Ahora bien, ¿cómo es posible descubrir metódicamente ese qJe aparece en la reflexión transcripta, está empleado codi un bg-
a priori histórico? Su descubrimiento exige dar un paso más allá nificado más amplio y aún más fundamental ~ue en el e~tu o so re
de Ias correlaciones esenciales existentes entre las efectuaciones la "Crisis", en el cual sirve para caractenzar el _metodo _de l:t
constitutivas y el ser efectuado o constituido que Husserl había ciencia natural moderna. Con dicho concepto ampliaddo de id;aJ-
¡ investigado con anterioridad. "La fenomenología que se formó en zación Husserl expone, en este caso, el problema fun amenta e
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un -~ prío~i de fa histori~. Algunos años antes, Georg Misch, en certeza de horizonte, no es un saber aprendido; un saber que
su libro Filoso/ta de la vida y Fenomenología (1930), había criti- alguna vez haya sido actual, convirtiéndose lueg? en un saber
c~do a Husse!l el hecho de que de un modo absolutamente plató- sumergido en un segundo plano. La certeza de hori~o?te tuvo que
ruc?, pretendiera detener el flujo de la historia en la Idea del haber estado ya para poder s~r interpretada temat1camente. La
fluu. En efecto, "el flujo heracliteano", o sea esa correlación entre presuponemos ya por el mismo hecho de q~e queremos saber lo
el horizonte histórico del mundo y la subjetividad que lo consti- que todavía no sabemos. Todo no-saber atane al mundo descono-
t~1ye, y el concepto de la esencia de tal fluir --concepto que con- éido que, sin embargo, existe preliminarmente para nosotros com<:
siste en una "idealización"- ¿no comportan acaso oposiciones mundo como horizonte de todo preguntar en el presente, Y as1
inconciliables? 121 tambié~ de todas las cuestiones específicamente históricas. . . Se-
Los ~nunciados citados muestran que Husserl no era de ningún gún esto, no es necesario 9ue _P:ímero sometamos a un e~~men
modo ciego frente a tal objeción. Por el contrario, él mismo la crítico los hechos que el h1stonc1smo hace valer; ya es suficiente
desarrolla como aquella aporía cuya solución implica resolver el la afirmación de su carácter fáctico, pues ella debe presup_oner el
problema de un a priori histórico, a saber: el a priori del mundo a priori histórico para tener algún sentido" (págs. 382 Y sig.). /
de la vida entendido como mundo histórico. En relación con las De acuerdo con lo dicho, tenemos que preguntar ahora de que
ciencias ~I?píricas de 1~ 1:i~toria, este a priori comporta el conjunto clase es la evidencia originaria o proto-evidencia que descu~re !a
de. condiciones de posibilidad no sólo de una experiencia precien- subjetividad trascendental, o sea, ese ?1i yo ~º1:, _su expenencia
tífica de la historia, sino también de las condiciones de posibilidad del mundo y con su experiencia del ~or1~onte h1stonco del 11!-'-:ndo.
de_ una ciencia empírica de la misma. En efecto, "todo plantea- Ella no consiste en la simple expenencia de una pura factl<;-~ad.
1:mento y toda mostración históricos en el sentido habitual, presu- "Las proposiciones en que ella se expresa tendrán que ser. solidas
ponen ya la historia como horizonte universal del preguntar" y de tal suerte que siempre puedan volver ~ ?ace:-"se ev1dente_s.
(I?~g. 382). La pregunta, por tanto, se refiere a aquello que posi- ¿Con qué método podemos ob/tene~ _un a priori umver~al prop10
b1hta el hecho de que nuestro mundo de la vida tenga ese hori- del mundo histórico, y, ademas, solido, firme, y contmuamente
zonte de historia: de que sea mundo histórico. auténtico en su originariedad? En cualquier momento en q:1e m~-
. ¿ C_ómo resueJve Husserl esta aporía y qué cuestiones siguen en ditamos sobre nosotros mismos nos encontramos con la evidencia
ple sm haber sido respondidas por él? de que siempre tenemos la posibilidad de reflexio~ar, de q_:1e 1?º-
Se trata aq~í de la prewinta por las "proto-evidencias" que deben demos penetrar en el horizonte, observándolo e mterpretandolo.
obtenerse e mterpretarsé en la reducción a la subjetividad tras- Pero también poseemos (y sabemos que l! poseemos) la facult~d
cendental entendida como fundamentante en última instancia. En de transformar libremente con el pensamiento y con ·la fantasia
las reflexiones referentes a la Filosofía primera Husserl habla de nuestra humana existencia histórica y aquello que se re:7ela co~o
"·experiencias ab~9lutas". Ese a priori de la historia no consiste su mundo de la vida. Y precisamente en virtud de esa libre vana-
entonces en un reino de ideas establecidas en cierto lugar de algún ción y transformación mediante el_ pensamiento se presenta con
trasmundo; no son ideas "innatas" o conceptos propios. de la razón evidencia apodíctica un fondo esencial ~ general . . . como !ª. ese~:
pura mostrables en un kantiano proceso "regresivo". Más bien, cía constantemente implícita en el honzonte fluyente Y viviente
se trata del dominio de la autoexperiencia más profunda de la (pág. 383). . . . ..
subjetividad trascendental reflexionante. Esto quiere decir que las condiciones de posibilidad de la pose-
¿De qué clase es, pues, el a priori de la historia experimentable sión de un mundo en cuanto mundo histórico son no _solamente
en el retroceso a esas proto-evidencias? Es la estructura temporal las efectuaciones de la constitución sensible y perceptiva .de -~n
de la subjetividad en última instancia constituyente, la cual se inundo de la naturaleza, sino también las de la autoconstztucwn
constituye a sí.misma como temporal, como fluir heracliteano. Esta temporal de la subjetividad trascendental, en la que todo presente
constitu_ción tiene lugar en cada caso en el "presente viviente". viviente consiste en un presente con su "cola de co~eta" cayendo
Por ello, "nuestro presente es lo en sí primero desde el punto de hacia el pasado y con un abiert? _horizonte d~ I?~rvemr. Ellas c?m-
vista histórico. Siempre sabemos ya de nuestro mundo presente y p ortan ' en tal sentido, las cond1c10nes de posib1hdad que permiht~n
de que nosotros vivimos. en él, rodeados siempre de un· horizonte tener un mundo con sus tra d.1c10nes
· y, 1:or _tan t o, ,;1n 'mundo
/ . ,, is-l
abierto y sin fin de realidades desconocidas. Este saber, en cuanto tórico. Dichas efectuaciones pueden segmr siendo anommas · E
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186

,.;..·'
acceso al fundamento •de la posesión de _tal horizonte de mundo
anteriormente. Tal indeclinabilidad no es, manifiestamente, sino
puede estar oculto o seJ?ul~ado. Pero ese horizonte jamás puede aquello que Heidegger designa como el carácter de ser, en cada
faltar, pues d~ lo contrario nuestro niundo no sería en modo algu- caso, mío (]e-meinigkeit); significa una singularidad única situada
.no un potencial mundo general para la humanidad dotado de in- más allá de la diferencia ·entre la _generalidad lógica -en cuanto
condicionables posibilidades de comunicación. ' · ·
obtenida siempre por idealización- y la particularidad individual
La proto-evidencia de la autoexperiencia propia de la subjetivi- subsumible bajo aquélt?!. Con la aprehensión esencial de sus fun-
dad trasc~n?ental, P?r t.anto, no abarca únicamente ese percatarse ciones constituyentes, del a priori de la historia y del mundo de
de la .fact1?-dad de s1 misma como fluir heracliteano, sino también la vida en cuanto mundo histórico, caduca también, por lo mismo,
la ev14e-??-ª del no-poder-ser-de-otra-manera en cuanto condición el problema de la mediación de lo particular individual por lo
d~ ~0~1bilidad de la posesión de un mundo entendido como mundo general. En este punto vio precisamente L. Eley la ~risis del a
histonco. Por ello, toda "cºn:1P1:º?ación de un hecho histórico que priori". 122 Quizá la referencia al modo en que sea pos~ble. su.perar
pretend~ P?~eer ~ma total ob1et1v1dad, presupone del mismo modo dicha crisis deba buscarse, sin embargo, en aquellas md1cac1ones
l. ese a pr~orz mvanante o absoluto" (pág. 385). Con esta intelección de Husserl. En este caso no hay necesidad de mediación puesto
co~o dice Huss~rl, estamos ante "el profundo horizonte proble~ que la subjetividad -fundamentante en tÜtima instancia- está,
m~tlco ?e_ l~ razon, de la_ misma razón que actúa aun en el hombre debido a su indeclinabilidad, más allá. de la dialéctica de lo uno y
~~s pt1m1t1vo, et?- el ammal rationalen. Esto significa que la fac- .lo múltiple, del mismo modo que lo está su correlato, a saber, el
tlcrdad de todo tlpo "hunde sus raíces en el fondo esencial de lo mundo que en ella se constituye. En su singularidad única, Ia sub-
hum~no-en-general, donde se anuncia una razón teleológica que jetividad implica el único mundo común a todos y, con ello, a la
atra-y1esa. toda la ~s~oricidad" (pág. 386). Este a priori propio de· humanidad. De tal manera, la subjetividad se descubre, al refle-
la hi:to~1a debe distmgu1r~e ?el a priori lógico-objetivo, entendido xionar sobre sus efectuaciones en última instancia constituyentes,
este ulttmo como un p priori que ha llegado a ser históricamente . por así decirlo, como.la inmediatez que se media a s! ~~ma.
_q?~ ha sido obtenido a partir de los propósitos y previsiones del Pero., ¿de· qué modo se ha descubierto así la s~bJetlvtdad? La
v1v1r natural. Se trata, pues, del concepto de estilo invariante respuesta ofrecida por Huss~rl a esta P:eW:1flta reqmere un examen
(pág. 185) de la existencia en el mundo de la vida. Ese estilo re- crítico más preciso. El propio Husserl mdica que los conceptos ?-e
posa a su vez en la inducción. Pero el enunciado sobre ese mismo las estructuras invariantes en todos los mundos que cambian his-
a· priori no se obtiene nuevamente gradas a una inducción sino tóricamente -las cuales nos permiten en general concebirlos como
como enunciado esencial de incondicional universalidad. ' mundos pertenecientes a nuestro mundo-- en cuanto con?Ício~es
¿En. qué medida se aprehende con ello el flujo en su necesidad a priori de la posibilidad de ten~r ~.undo: se logran por idealiza-
Y precrsamente como flujo, sin detenerlo otra vez en la idea del ción, como todo a priori. Esto s1gmfica, sm embargo, que son un
fluir? El propio Husserl había afirmado· sin embargo que toda proyecto no cerrado, un proyecto que debe ser sup~rado en la
concepción d~ un ~- priori deriva de un¡ idealización .. Dicha pre- apropiación. La razón única, por tanto, no se car!~ter~a por u-?a
gunta no obttene mnguna respuesta que pudiera demostrar la nu- totalidad ya concebida del murido, por una poseston siempre dis-
lidad de la objeción recién señalada. De todas maneras, es posible ponible de los conceptos que P?sibili~~n esa to.t~lidad. Es una
extra~r de sus exposiciones una indicación acerca. del lugar en que razón intencional que, en cuanto mtencron, se ant1c1pa y se supera
tendna que basarse la respuesta a la pregunta por el sentido del ya siempre a sí misma. El a priori es un a priori invariante, aun-
métod~ adecuado para su descubrimiento. También es posible, por qne no agotado en su concepción, ya que ~e ~ste. modo se lo par:i-
ello mismo, comprender qué tareas debe ·cumplir esa "lógica úl- iizaría. Ahora bien, por cuanto ese a przorz mismo es un flu10
tima" exii?ª por Husserl frente a la "lógica del mundo", esto es, heracliteano la razón que lo concibe, que en cada caso es la razon
aquella log1ca del descubrimiento de la . propia subjetividad tras- de la subje{ividad indeclinable q~e fácticamente reflexiona, tiene
cendental. que superarse a sí mism~ en su pr?pio concebir.. . . .
Dicho a priori se obtiene mediante una reflexión sobre el e¡p. La solución de la apona que radica en el a priori de la ~stona,
constituyente en última instancia y sus proto-evidencias entendí"' según mi parecer, está ":IPlícita ya en e! concepto hu~serl!ano de
das _como ,experiencia~ orig~~arias. Ese yo es "indeclinable'>, y ~n' intencionalidad, y en la idea de un cormenzo de la histona Y de
realidad solo por eqmvocac1on puede ser llamado yo, según vímo_s su teleo)ogía con una intención originaria aún vacía (pág. 393), de
188 189
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_ _ _ ,,. 1

la cual se sigue la dirección que tantea dentro de un horizonte ría pues la base para superar la tradicional oposición entre lo
todavía indeterminadamente abierto que sólo en el devenir se a priori y lo empírico-histórico. L~ estructura absolutament~ gene-
cumple gradualmente. Este cumplimiento, sin embargo, por cuanto ral de la subjetividad que constituye el m':1°do .de 1~ vida, su
a su vez abre el nuevo horizonte del vivir tra?cendental, no con- "índole volitiva" (Husserl) sería, por tanto, 1ntenc10nalidad en el
' .~¡
siste en la realización de una posibilidad ya subsistente "en sí" y sentido de "ser ya siempre por encima de sí misma" (trascenden-
establecida a priori -pues tal establecimiento tan sólo podría ser cia en el sentido de Heidegger) y de no poder aprehen~erse en
pensado como en Heg_el con relación con el espíritu absoluto--, una reflexión objetivante. Tal es la posibilidad de soluc10nar la
sino que consiste únicamente en la posibilidad entendida como aporía planteada por un a priori de la historJa .que., res~lta como
posibilidad intµida y aprehendida. Con la reducción caduca la refe- consecuencia de las exposiciones de Husserl, si bien_ el m1,,smo, ma-
rencia metafísica del a priori a un mundo copstante de ideas, a un nifiestamente no la tuvo en cuenta porque se lo impedia su teo-
intelecto divino, a un espíritu absoluto. Del mismo modo· cesa ría de la refÍexión. Pero este punto, por cierto, ya no puede ser
123
entonces la representación idealizante de posibilidades subsisten- explicitado en el presente trabajo.
tes "en sí" que llegan a ser "para sí" en la realización y, por
tanto, el problema hegeliano de la mediación entre lo general in-
condicionado del a priori y su constitución en la fáctica subjetivi-
dad trascendental. Tan sólo se mantiene la dirección final prefi-
gurada por la proto-intención, pero ésta remite a lo abierto. La
razón fenomenológica no es una razón delimitada por un a priori
fijo y establecido al que haya que objetivar, sino que es una razón
abierta. Por ello, tal razón no se concibe a sí misma y al funda-
mento de sí misma '.~teoréticamente" (de modo lógico, idealizante
y objetivante). Su po'sibilidad llega a ser tal, únicamente al ser aco-
gida en su "índole volitiva" (Willentlichkeil'), esto es, en la apro-
piación y realización y, de tal suerte, en la consumación de su
libertad. En esto último se conoce la subjetividad trascendental
con lo que fundamenta y posibilita el estilo de su vivir. Sus posi-
bilidades de desarrollo te,Jeológico a priori no son posibilidades
en sí, sino posibilidades aprehendidas tan sólo en una "experien-
cia absoluta". Como tales son constituidas por su efectuación. Pero
la instancia que le garantiza la posibilidad· de constituir ese estilo
y la que le concede su libertad, o sea, el fundamento de su ser,
es "experimentado" tan sólo en la consumación de la libertad;
haciendo abstracción de esto no puede ser concebido "teorética-
mente,,; Así, pues, existe luego una conexión entre la incongnosci-
bilidad teórica de la libertad (Kant), la incognoscibilidad teórica
~--_
de su fundamento, y la imposibilidad de objetivar e idealizar el
a priori más profundo del mundo de la vida entendido como
estilo de la estructura del cambio propio del horizonte del mundo
en su indeterminada apertura -horizonte dentro del cuat en cada
caso, está fácticamente la subjetividad constituyente. De modo que
el cumplimiento de la proto-intención de la subjetividad racional
tiene lugar en cada caso tan sólo en su experiencia, en el "expe-
rimento" que se emprende.
En tal comprensión de la esencia de la intencionalidad arraiga-

190 191
-~

VIII. LA CONFRONTACION DE MERLEAU-PONTY CON


LA FENOMENOLOGIA DE HUSSERL

EL FILÓSOFO Maurice Merleau-Ponty, prematuramente desapa-


recído en 1961, bien puede ser considerado como uno de los
más importantes pensadores franceses de orientacíón fenomeno-
lógica de su generación. Su confrontación con Husserl posee par-
ticular importancia debido al hecho de que en sus últimos escri-
tos se refiere especialmente a la obra del filósofo alemán dedicada
a la "Crisis", cuyo tema básico consiste en la fundamentación
filosófica e histórica del derecho y la necesidad de la fenomenolo-
gía entendida como cµmplimiento de la más íntimas intenciones
del pensamiento occidental. Es comprensible por ello que la pre-
gunta por el futuro de "Europa" allí planteada por Husserl, haya
encontrado el más vivo interés en los pensadores franceses de los
tiempos confusos de la guerra y durante los años inmediatamente
posteriores a su terminación; también por ello se comprende, en
parte, que la interpretación de la fenomenología llevada a cabo
por Merleau-Ponty haya logrado una vigencia poco menos que
_"canónica" para la mayoría de los fenomenólogos no alemanes,
tanto en América como en los países latinos de Europa. Es ade-
cuado, por tanto, decir algunas palabras respecto de la situación
, · en que Merleau-Ponty desarrolló sus ideas sobre la fenomenología.
Durante la guerra, Merleau-Ponty estuvo ligado amistosamente
a J.-P. Sartre, siguiendo, luego del conflicto bélico, algún trecho
de camino junto· con él. El engagement político había llevado a
ambos a una discusión con el marxismo, deb1do a la cual, más
tarde, se disgustarían, llegando a una enemistad que se enconó con
la pregunta por la posición que debía asumir el filósofo frente ·a
los fenómenos del marxismo. Tal enfrentamiento se refirió en
primer lugar a la cuestión de la justificación del terror y de la dic-
tadura en el camino hacía la realización de una sociedad libre.
Sartre intentó finalmente la fundamentación de este punto en su
obra sobre la dialéctica. Merleau-Ponty también lo había admitido
al comienzo, en su escrito Humanisme et Terreur pero se retractó
7

luego rechazando fundamentalmente el terror como tránsito del

193
ca~i1;10 hacia la libe;tad. Desde un punto de vista filosófico, esas que del mismo modo, se comprende como la ciencia responsa-
posic10nes opuestas se basan respectivamente en las diversas ma- ble y directiva que controla críticamente el proceso de la historia.
ner~s en que los dos filósofos admitieron y siguieron elaborando El hecho de que en los pensadores franceses la confrontación con la
. las ideas de la fenomenología. Así, pues, en ambos filósofos la con- fenomenología de Husserl vaya de la mano· con la pregunta por
frontación con la fenomenología va indisolublemente ligada a la el alcance de las teorías marxistas, se funda por tanto en la natu-
confrontación con el marxismo. raleza del mismo asunto.
Para una mejor comi:rensión de nuestro tema, recordemos por Nuestro propósito es el de aclarar mediante el examen de la
de pronto qu~ el propio Husserl comprendió la fenomenología obra de Merleau-Ponty, al menos en algunos _puntos esenciales, el
como cumplimiento de la tarea fijada por Descartes, a saber, la camino de esa confrontación y el modo en que ella se basa en un
de procurar al hombre por medio del conocimiento de sí mismo problema fundamental del pensamiento occidental. Partamos para
logrado en la reflexión sobre su conciencia no sólo conocimiento ello del breve trabajo Le Philosophe et son ombre. 124 Merleau-
sino también una segura conducción para orientar su vida en eÍ Ponty escribió el mencionado trabajo dos años antes de su muerte.
~un1o. En efecto, la relación con el mundo y la comprensión· de El mismo, j_unto con la obra póstuma Le visible et ['invisible publi-
si mismo en el mundo estuvo dirigida, desde el comienzo de la cada en 1964, testimonian la madurez d~ su pensar y lo muestran
edad moderna, a asegurarse su dominio sobre la naturaleza y sobre en su ininterrumpida marcha, aproximándose cada vez más a ideas
la sociedad humana. Ya para Descartes la pregunta por el funda- centrales de Husserl.
mento absoluto de todo pensar se orienta a ganar un conocimiento La pregunta que guía el trabajo citado en primer término se
apodícticamente asegurado que esté en condiciones de hacer del refiere al sentido del análisis fenomenológico de la conciencia. ¿ Es
hombre un mai:re ~t possesseur de la nature. Le pareció a Des- éste la consumación del cartesianismo y de su pretensión de encon-
c~rtes que la cie,ncia mOde~n~ proporcionaba tal dominio - y trar en la reflexión sobre la conciencia aquel fundamento absoluto
ciertam~~te no solo1. un domimo sobre la naturaleza, sino también que está en condiciones de explicar por completo la referencia del
. el dommio de la historia, a la cual trató de aprehender como algo hombre al mundo, asegurándole con tal ilustración su dominio
tota~1;1ente elabora~le.: Hoy .en día están de acue_rdo con tal pre- sobre sí mismo y sobre el mundo? ¿O se -muestran en tal análisis
t~nsi?n tant~ la ciencia occidental positiva y positivista como la instancias que hacen recordar al hombre los límites de ese domi-
cien~1~ marxista refe:ida . a la !egalidad del proceso social de pro- nio, de modo tal que la autorresponsabilidad y la responsabilidad
ducc10n; _Pero ambas onent_ac1ones han hecho la experiencia de respecto del mundo tenga que significar precisamente un tal re-
ql:e. prec1~amente lo~ _m~dios técnicos de~arrollados para ese do- cuerdo? El estudio El filósofo y su sombra plantea el problema de
mm10 estan en cond1c10nes de volverse contra ellas mismas y de la posibilidad de una absoluta aclaración filosófico-científica. Al
ese mod~ contra los h.ombres, comportando una amen~~ para hacerlo se busca> al mismo tiempo, la base a partir de la cual pue-
el porvem~ de la humamdad en su totalidad. Las dos partes tratan dan juzgarse críticamente las pretensiones del marxismo. En efecto,
hoy de salir al encuentro de ese peligro mediante una coexistencia se mostrará cómo la pregunta por la sombra remite a aquella di-
trabajosa y jamás segura de sí misma. Comprendida dentro de mensión problemática en vista de la cual Karl Marx, en su juven-
ese contexto, por tanto, la discusión de los- filósofos guiada por tud, se separó críticamente de Hegel e hizo blanc_o de su crítica,
pregunt~s a.parentemente tan abstractas acerca del hómbre y de a la vez que al propio Hegel, a toda la filosofía efectuada hasta
su conciencia del mundo, es todo lo contrario de una ociosa es- ese entonces.
pecula~i11:- filosófica. En efecto, ella concierne ·nada menos que a El título de ese estudio de Merleau-Ponty -El filósofo y su
la pos1b1hdad de responsabilidad respecto de ese dominio que ha sombra- da la pauta del alcance con que se abre el problema de
recaído· en el hombre gracias a los medios de su ciencia moderna. una reflexión radical. El sentido de esa palabra clave, de esa pauta,
Husserl comprendió su fenomenología como filosofía de la abso- no puede ser comprendido en toda sii significación tomando en
luta y radical autorresponsabilidad de la vida y la libertád; y cuenta únicamente el mencionado trabajo, sino tan sólo conside-
~orno tal fue ella ª:eptada por los pensadores franceses, quienes rando toda la obra de Merleau-Ponty, así como la comprensión que
mdagaron hasta que punto esa fenomenología estaba desarrollada él tenía de sí mismo y de su misión en la situación histórica.
para satisfacer dicha misión. La fenomenología se encuentra de tal ¿Qué es la sombra que acompaña al filósofo? Anticipándonos,
manera confrontada con la pretensión del pensamiento marxista podernos decir escuetamente: es lo no-pensado, lo cual, como im-
194 195
..

pulso, está en la base de su pensar, pero sin haber sido sacado aún.
a la luz por t~ pensar. ~~., embai:go, lo que en el pensar llega clones-- no comporta una debilidad que pueda ser superada alguna
a la luz puede liberar la y1s~on de_ eso aún no pensado. Así, pues, vez por algún pensador posterior elevándola a plena univocidad
M:rleau-Ponty puede decir mmediatamente de comenzado su· tra- sino . que constituye la fortaleza con· que ella obró y pudo se;
baJo: "Se cree. que la interpretación estaría forzada o bien a defor- comprendida como medio explosivo contra tradiciones y alternati-
mar (el texto Interpretado),. o bien a traducirlo literalmente· pero vas entumecidas.
ello se debe al deseo de que la significación de una obra se; abso- Es verdad que esta comprensión de la fenomenología parece
lutamente unív?ca. (positiva) y permit~ indicar lo que ella es O no contradecir el propio programa de Husserl, a saber, el de obtener
es: Pe~? iillo s1grufrca engañarse. sob~e la obra y sobre. el pensa- con certeza apodíctica la seguridad de un punto de partida para
mrent~ · A modo de comentar10, cita unas palabras del escrito el preguntar filosófico y, luego, la construcción de intelecciones
de Heidegger El principio del fundamento: 126 "Cuanto más grande apodícticamente ciertas _,_intelecciones, por tanto, que posean la
es _la _obra del pensami~1,1to de un pensador, lo cual en modo alguno evidencia de su necesidad y de su carácter definitivo-, para poder ·
c?mc1de con la extens1on y el numero de sus escritos, tanto más de tal manera otorgar su auténtico sentido y cumplimiento a la
rtc~ es lo no pensa,d~ en esa obra del pensamiento, esto quiere meta que se propuso Descartes. Hay una .ambigüedad, pues, entre
d~c1r, aque~o que urucamente en virtud de esa obra de pensa- la más originaria intención de Husserl -"-el impulso cartesiano
miento adviene a la superficie como lo aún-no-pensado". De este hacia un· fundamentum absolutum et inconcussum que formó el
~odo Merleau~Ponty da expresión a una intelección que hoy en programa y el punto de partida del pensamiento_ moderno, encon-
dí,a I?ued~ co1,1s.1dera_rse c<?mo principio fundamental de una herme- trando su más consecuente elaboración en la fundamentación hege-
neuttca filosof1ca: mclus~ve la más grande acribia -imprescindi- liana de la filosofía sobre el saber absoluto- y, por otra parte,
ble, por supuesto- propia de la investir·ación histórica y filosófica la conciencia de tener que ser siempre un principiante, y de tener
de una ob~a no dé?e creer que puede exponerla en conocimientos, que superar y dejar tras de sí reiteradamente toda posesión adquiri-:-
t~ como_ si se tratara de una posesión asegurada de un~ vez para da de conocimiento. Justamente dicha ambigüedad determina el mar-
siempr~ .. Lo que t!l obra en~ierr~ respecto de posibilidades llega gen de acción dentro del cual se mantiene la recepdón de la feno-
a ser v1S1ble tan solo en la htstona de su eficacia en el modo en menología en general. Por ello, para Merleau-Ponty la aceptación
que _se la acepta críticamente o se la prosigue e~ su formación. de la fenomenología significa al mismo tiempo su crítica, pero .no
~rec1samente de tal manera debe ser ganada su verdad en forma una crítica externa, ·sino una cuya necesidad se muestra en el pro-
si.empre nueva y bajo fstintas ~01:diciones. Una obr; posee su pio Husserl, es decir, en el piodo como él trató de llevar a cabo
vid~ en cuanto entra en ese mov1m1ento de la historia de su efi- ese programa én sns análisis especiales y en la marcha de su pen-
cacia, en la c_ual adviene a la luz lo en ella aún no explícitamente sar. Particularmente en las reflexiones de· los últimos años de su
pensado_, pero de modo tal que tan sólo mediante ello la mirada vida -que han sido editadas como suplementos a la obra sobre
q_~eda libre pa~a-,.ver lo explícitamente pensado en ella. La exten- la crisis- se ve cuán consciente era Husserl de no haber alcan-
s10n Y pr_ofund1dad de lo aún no pensado por Husserl, junto con zado la meta de una fundamentación del pensar sobre un punto de
las pos1b1Irdades que ello implica de poder avanzar allí con el partida asegurado apodícticamente y de una vez para siempre. En
p~nsamiento, constituye precisamente la base de la peculiar afi- algunas de esas reflexiones parece ponerse en cuestión inclusive
rudad de Merleau-Ponty con la obra del filósofo alemán. Y de un la posibilidad, en principio, de alcanzar tal meta. De un modo cada
modo más general, la influencia universal que pudo ocasÍonar la vez más imperioso. Husserl se plantea el problema de la significa-
fenom~nología de Husserl se debió a que el propio filósofo, según ción de la historia para el pensar y, con ello, el de la_ historicidad
sl:s mismas palabras, hasta el final se consideró como un princi- de su propia posición, pero sin que finalmente llegu~ a dar una
f>lante 9;-1e no P!eten?ía tener una definitiva posesión de alguna solución al mismo. ·
mtelecc1on obtemda, smo que consideraba a cada una de éstas tan Esa ambigüedad arraigada en el propio pensamiento de Husserl
sólo como una indicación que debía cuestionarse nuevamente y así es, por tanto, para Merleau-Ponty, la indicación de la sombra que
superarse. J?e tal modo, pues, y en oposición a todo pensar que acompaña al filósofo. De este modo, su confrontación con la feno-
busca un sistema, la constante falta de acabamiento de la feno- menología no implica una crítica esgrimida d_esde afuera, sino, por
menología -que da margen para muchas y dispares interpreta- así decirlo, una crítica a Husserl con Husserl. En efecto, la -sombra
no consiste simplemente, como él dice, "en la presencia de la luz
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que aún ?? se ha verificado fácticamente"; no es, por tanto, algo reflexión el fundamento de aquella resistencia. No es, pues, casual
que prov1S1onalmente todayía no ha tenido lugar, pero que podrá que Merleau-Ponty mencione conjuntamente con dicha exigencia,
ser recuperado algu'na vez y traído a la claridad de una total ilu- pero transformándola, una proposición del Schelling tardío, el de
minación. Más bien, la sombra camina junto con el propio filó- la "filosofía positiva", en la cual éste reclama la admisión de lo
sofo. Cada uno de los pasos de su pensar lleva nuevamente con- no-filosófico en el texto de la propia filosofía.. Se trata de una
sigo su aún-no-pensado en aquello que en él es explícitamente exigencia que fue luego asumida y convertida en programa de su
pensado. Pero justamente esta relación debe ser incluida en h filosofía por el discípulo renegado de Hegel, Ludwig Feuerbach.
reflexión de la fenomenología: "Lo que en nosotros resiste a la A él se refiere Karl Marx, tomándolo como punto de partida para
fenomenologfa no debe quedar fuera de .la misma, sino que tiene su crítica a Hegel,· la cual, sin embargo, no se limita. a atacar a
que encontra~ su ~ugar en la propia fenomenología". Con esto se este filósofo, sino que implica un ataque a toda la filosofía que
expresa la exigencia de que la fenomenología reflexione sobre su tuvo lugar hasta ese entonces. Según Marx todos los filósofos,
propia historJcidad. Historicidad alude aquí al hecho de que el hasta ahora, han pensado el mundo en cada caso de un modo dife-
pensar reflexivo no permanece de modo puro en sí mismo, pues rente; pero lo que importa es cambiarlo según esos pensamientos,
:ya en cuan~o expresado en la palabra llega a ser realidad exterior. esto significa: realizar por medio de la acción lo pensado. Realizar
En tal senti~o, la· significación del lenguaje ocupa un lugar central la filosofía, empero, ·no quieré decir suprimirla en la forma en q_ue
en la temática de las investigaciones de Merleau-Ponty. Pero una hasta el momento se ha presentado. Baste esta indicación para
elucidación más exacta de este punto nos llevaría demasiado lejos. mostrar el nexo central en que la pregunta por la. sombra se une
· Te~emos que atender aquí a otro aspecto de dicha relación. con la pregunta por el destino de la filosofía occidental y con las
Constituye una de las convicciones básicas del existencialismo que cuestiones básicas del marxismo.
Merleau-Ponty comparte con Sartre el hecho de que la existencia· La referencia de Merleau-Ponty a Schelling nos brindó una in-
hu~ana es fundamentalmente praxis, praxis de la conducción de dicación acerca de lo· que hasta ahora sigue in-pensado en la filo-
la vida .ª la cual el' pensar reflexivo acompaña y dirige aclarándola. sofía, o sea, de lo que se resiste a la fenomenología. En el ensayo
Y praxis es el proceso en el cual los pensamientos alcanzan efica- referido a la sombra del filósofo, Mer1eau-Ponty agrega que se
cia en el mundo material de las cosas. Es -común al existencia- trata del "ser natural, del principio bárbaro del cual habla Schel-
lismo y al marxismo esa exigencia de no darse por satisfecho con ling". En otro contexto, este último también designa ese princi-
lo puramente pensado, sino tender a la realización de lo mismo. pio como "inmemorial", como "el oscuro fundamento en Dios".
Tal fue el punto de partima de Karl Marx a saber el de trasladar No se trata sino de aquello que en la tradición de la filosofía occi-
por primera vez la füosofía de Hegel a su' verdad ~ediante la rea- dental ha sido denominado materia. Desde Aristóteles ésta vale
lización de su idea de la libertad de todos los hombres. En tal como lo no-ente (µ11 ov), como pura posibilidad de llegar a ser
caso, _como dice ~arx, el pensamiento se convierte en un poder algo en la medida en que, dentro del nexo del devenir, adopte
material. Pero la realización de los pensamientos acontece en la una forma conforme a la concepción espiritual. También para
historia en la medida en que el obrar se orienta de acuerdo con Kant, materia es tan sólo el título para algo sobre lo cual nada
ellos. Y realización significa poner efectivas consecuencias en el puede enunciarse y conocerse en lo que atañe a su ser; constituye
mu-?~º- material y i:er~eptible por los sentidos. Así, pues, la im- úniéamente la indicáción del fundamento desconocido desde el cual
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•.
posibilidad de suprimir la sombra, o sea lo aún-no-pensado que en general hay algo para experimentar y conocer, o sea, un mundo
acompaña ¡l pensar del filósofo, reside en el hecho de que no para la conciencia que experimenta y conoce. En tal sentido, por
puede ser aclarada por el pur:o pensar, sino tan sólo en cuanto tanto la materia es lo no-filosófico que la filosofía tradicional se
actúa. De tal modo, las posibilidades y la profundidad interiores negó 'a incluir en su texto.
ocultas en ~n p~nsamiento no pueden llegar a ser conocidas más Así, pues, cuando Merleau-Ponty adopta el camino de la feno-
que en la. historia de sus efectivas consecuencias. menología, lo hace con plena conciencia de que ésta, según sus
. Precisamente aquello que resiste a la fenomenología no debe propias posibílídades inmanentes, tiene que ser más que la consuma-
quedar fuera de ella; como lo exige Merleau-Ponty, tiene que ción de la tradición cartesiana del pensar. Por el contrario, lo aún-
e:1~ontrar su lugar dentro de la propia fenomenología. Esto sig- no-pensado en la fenomenología -pero para lo cual. su propio pen-
nifica que la fenomenología misma tiene que buscar en su propia sar libera la visión- lleva a la dimensión de la reflexión pensante

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/.

del yo sobre sí mismo; sobre su relación con el mundo y con su fun- particular de la conciencia pensante de algo está siempre conjun-
dame~t?, que está t:1ás ~Ilá de_ todas las posiciones adoptadas por la tamente dado el horizonte de esa cosa dada, el horizonte temporal
metaf1~1c~ en su H~stona. Existe, además, la convicción de que el y espacial que remite espacialmente a la lejanía y .tempora~mente
procedimiento prbp10 de la fenomenología posee suficiente ampli- al pasado recordado siempre de modo oscuro. Dicho honzonte,
t~d como p~ra reconducir a ~u fundamento los problemas autén- visto en su conjunto, no es sino lo que designamos como nue~tro
ticos y le~1t1n:~s de ql:e paruó Karl Marx, con lo cual, por una · mundo. El tema abarcante del análisis fenomenológico consiste,
parte, se Justifica parcialmente su crítica a la filosofía anterior· pues, en mostrar todo eso que está contenido en la conciencia
pero al mismo tiempo, por otra parte se puede encerrar dentr~ de mí mismo como referencia, y en aclarar así de qué modo nos-
de sus justos límites la pretensión ma;xista de una amplia inter- otros en cuanto conscientes en cada caso de nosotros mismos,
pretación y dominio del_ mundo. Los problemas de Marx podrán ya siempre nos sabemos en un mundo, tenemos_ un mundo. Su
ser desarrollados y solucionados de modo adecuado tan sólo cuan- tema es, por tanto, la· exposición de las actividades presentes Y·
~º? más allá de todas las posiciones de la filosofía y de su meta-
f1S1ca, se retroceda hasta el fundamento de la misma. "Retroceso
pasadas de la conciencia qu~ posibilitan dicha posesión del mun?º·
La conciencia no es, pues, tener y saber puntuales de algo, smo
hacia eJ fundamento de la metafísica" tal era también el tema de que es concebida por la fenomenología como actividad, como efec-
la lección inaugural pronunciada por' Heidegger en Freiburg en tuación. Ella lleva a cabo -según se expresa Husserl- la cons-
1929, ~ la cual se refiere además Merleau-Ponty. ' titución del mundo.
Partien?? de una interpretación de esa expresión sobre la som- · Según esto, la pregunta crítica dirigida a. Husserl s: re.f!ere a
bra del filosofo, hemos llegado así a lograr ubicarnos dentro del la significación de lo que deba comprenderse por const1tuc1on del
marco referencial de los problemas en que Merleau-Ponty adopta mundo. ¿Quiere decir que la conciencia pone el ~undo y que
la fenomenología y se confronta con ella. De acuerdo con el pro- éste no es sino lo puesto por aquella? ¿No es evidente que en
grama de Husserl y ~on su propía interpretación, la fenomenología general puedo hablar de mi mundo -dd mundo que teng~ Y
consuma la fundamentación cartesiana de la filosofía moderna. La decir que "es" en la medida en que, debido a las efectuac10nes
pregunta por lo no-pensado en ella, pero· por ella descubierto como de mi conciencia ese mundo es para mí precisamente aquello de
algo que debe ser pensado, por tanto, es la pregunta por lo otro que soy conscien~e de que es y tan sólo . es en c~anto reco°:ocido·
~ por lo más que la filosofía moderna· implica en sí como posibi- en su ser y en tal sentido, puesto por las efectuac10nes de mi con-
lidad. De modo crítico, ese preguntar debe· desarrollarse como ciencia? Pe~o, ¿qué significa entonces posición? ¿Es creación del
c~es_tión referente a los Iípiites- y al alcance de toda filosofía que, espíritu pensante, de la conciencia, y es ésta misma por tanto lo
siguiendo a Descartes, se~ fundamente en la reflexión del sujeto absoluto, y el mundo tan sólo una configuración suya? Al mostrar
pensante, del ego cogito sobre sí mismo. · sus efectuaciones de posición (Setzungsleistun[!,en)~ o sea, la cons-
La fen?menología de Husserl configuró el intento de recorrer titución, el yo se habría confirmado entonces como ~u~ño. de ese
~asta ~l ~mal ese Gamino reflexivo. En él se mostró que la ce.rteza mundo. Algunas formulaciones de Husserl parecen msmuar efec-
msupnmible del yo acerca de sí mismo contiene más que la certeza tivamente esta interpretación, y Merleau-Ponty las comprende en
puntual del yo tomado en cada caso en la ejecución de su acto tal sentido.
de reflexión sobre sí mismo. En efecto, todo acto no es sólo con- Pero, en ese caso, la fenomenología se basaría nuevamente en
ci~nci~ de mí mis1?o entendido como el yo que ejecuta ese acto; una tesis semejante a algunas de las muchas veces sustentadas en
mas bien, es consciente como tal tan sólo porque es conciencia. de la historia de la metafísica. Descansaría sobre una tesis referente
algo. ~ este a!go tampoco es consciente como un objeto en cada a lo que es lo absol~t~, el ser mismo: éste es la ~ubjetivi~ad Y,
caso aislado, smo que en él está siempre la referencia al contorno. por cierto, la subjetividad tras~ende?t.al -denommada as.1, por-
Por ej~mplo, e~ el c~so de una cosa de mi contorno espacial, es que en ella misma, en su propia actividad, en su ~fectuact?n se
ese obJeto al mismo tiempo conciencia de dicho horizonte espacial. habría encontrado el conjunto de todas las condic10nes baJo las
Y él_ es f?ara mí :n cad~ ca~o tal como yo lo aprehendo porque en cuales, únicamente, puede haber algo como el mundo. Lo q:1e
la hist?rta de m1 conciencia ya me es conocido algo semejante. nosotros somos en cuanto yo-sujetos conscientes de nosotros mis-
Ese obJeto me recuerda acaso a quien lo fabricó o a quien lo trajo mos sería pensado de tal modo que, por así decirlo, sería capaz
aquí, y otras cuestiones semejantes. Así, pues, en cada momento de ;ecuperarse totalmente en la reflexión, que habría encontrado
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en sí mismo un funaamento último, absoluto, y en tal sentido profunda dimensión tan sólo cuando tematiza esa estructura fun-
apodícticamente cierto para la fundamentación de todas sus cer- damental -el "mundo de la vida"- que atraviesa todas las
tezas teoréticas y prácticas. diferenciaciones de mundos.
Las preguntas críticas de Merleau-Ponty por el sentido y el . La pregunta crítica de Merleau-Ponty es, por tanto, la siguien- ·
alcance del -análisis fenomenológico constitutivo, siguen por tan- te: en vista de ese retroceso al "mundo de la vida", ¿no se .P.?/ne
to un camino que lo lleva a preguntar si la comprensión de la en cuestión la interpretación de la constitución como posic1on,
fenomenología insinuada en el programa de la misma no contra- como creación éiel mundo por parte de la subjetividad absoluta?
dice lo que Husserl, al efectuar sus análisis, ha puesto de mani- Pues precisamente esos análisis de Husserl muestran que el su-
fiesto como la sombra que no puede ser recogida y recuperada jeto que está en una relación con el mundo no es un yo pensante
por su reflexión. En tal caso, sus tesis tendrían una ambiiüité puro, consciente de sí mismo, que pueda aprehende:"se _totalme:1te
que no comporta empero un defecto de sus análisis, sino que a sí mismo en la reflexión. Toda efectuación const1tut1va es ms-
precisamente íntegra el fenómeno por él investigado, a saber: tauración de sentido: concebir algo como algo, diferenciarlo de
la relación con el mundo del hombre en su verdad. De tal modo, otra cosa etc. Pero esa instauración de sentido no es de tal
y en contra de su propósito (la fundamentación de una apodíc- suerte qu~ deba todo lo que instaura a sí ·1:1-isma, a .s/u efectuac~ón
tica certeza de sí mismo), "y de acuerdo con la osadía que le (constitución). Antes bien, ella puede ser mstaurac10n de sentido
es propia, Husserl (habría) descubierto nuevamente un mundo tan sólo porque ese yo instaurante de sentido se sabe como yo
salvaje y un espíritu salvaje ( un monde sauvaie et un esprit sau- corporal y recibe de las funcion~s de su. /cuerpo (de_ las funoo-
vage)1', habría consumado ya, por tanto, el retorno hacia lo que nes sensoriales y motoras) una mstaurac1on _?e sentido ya r:r/e-
se opone a la fenomenología, pero, por cierto, sin haber incluido señalada que no puede ser recuperada m:diante una reflex1on
en su reflexión a ese mismo hecho. Ahora bien, ¿dónde aparece sobre las efectuaciones donantes de sentido. En este punto,
en los propios aná,isis de Husserl eso no recuperable por la y para extraer las consecuencias sistem~ticas . de. sus últimos
reflexión trascendental y el análisis constitutivo? escritos Merleau-Ponty se refiere a las mvest1gac10nes que ya
. En este punto Merleau-Ponty remite a la teoría husserliana de había llevado a cabo en sus obras anteriores (La structure du
la "tesis general de la actitud natural" que siempre se anticipa comportement y Phénomenologie de la perception,12~ esta última
a toda reflexión pensante. Esa tesis no consiste tan sólo en la traducida ahora al alemán). El hecho de que el s~Jeto. pensante
certeza desprovista de contenido "ese mundo mío es", "yo me tenga un mundo, no es resultado de aquellas efectuac10nes ?_?-
sé en él"; sino que es c~rteza del mundo junto con sus estruc- nantes de sentido que él puede alcanzar a ver en la re~lexion
turas concretas, con las cosas y sus diferenóas, los hombres que sobre sí mismo. Más bien, en virtud de su cuerpo el suJet? es
están conmigo, etc. Nos hemos habituado a comprender todo esto fundamentalmente un étre-au-monde, y está primariamente abierto
según el modo en que ya ha sido investigado y pensado por las al mundo por su cuerpo y no debido a su pensamiento. .
múltiples ciencias._._Pero también podríamos ponernos de acuerdo Hay que preguntar ahora en qué medida es. el . cuerpo propio
sobre las cosas con hombres que nada saben de esto, con miem- la sombra que acompaña al filósofo y que le ha ab1~rto el mu1;-do
;.,
bros de mundos culturales absolutamente difarentes y pertene- ya antes de toda reflexión y de todas las efectuac10nes constitu-
cientes a muy diversos grados de desarrollo. El hecho de que yentes descubribles · en la reflexión pero abierto de modo _tal
eso sea posible muestra que por entre todas esas diferencias tie- que el mundo si~ue siendo al mi~1;1º tiempo lo ce~rado, lo i?1-
ne que pasar una común estructura básica del mundo- un inva- penetrable a la mirada de la reflex10n y, en este se~tido, un prm-
riante sobre cuya base es posible un universal acuerdo recíproco cipio salvaje que el sujeto no puede llegar a dommar. Merleau-
con todos los seres, si bien dentro de ciertos límites. Husserl Ponty aclara esa cuestión en la siguiente forma:
denomina "mundo de la vida" al conjunto de esos invariantes, "Estamos habituados por la tradición cartesiana a desprender-
o sea al estilo general de una relación humana con el mundo. nos del objeto: la actitud reflexiva purifica simultáneamente la
Para comprender el significado de constitución de mundo va- idea común de cuerpo y de alma, definiendo el cuerpo como
cías a efectuaciones de la conciencia, tenemos que retroceder, por una suma de partes sin interior, y el alma como un se~ presente
tanto, a eso dado de modo general. La pregunta por las efec- sin distancia de sí mismo. Estas definiciones correlativas est~-
. ¡. tuaciones constitutivas de la subjetividad retrocede hasta su más blecen la claridad en nosotros y fuera de nosotros: transparenoa
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los análisis de los modos de mover~e corpora~ente (o sea, de


de un objeto sin repliegues, transparencia de un sujeto que no es mis cinestesias); esto que yo me se, es alg_o mas de lo . 9ue la
otra cosa sino lo que piensa ser. El objeto es objeto de punta reflexión pertinente me puede dar c~m? ob3eto. Ya el ~uno pe-
a cabo; y la conciencia es ·conciencia de punta a cabo. Hay dos queño aprende a dominar sus movllillento~ l'I!otores sm tener
sentidos, y sólo dos, de la palabra existir: se existe como cosa en modo alguno conciencia 1es.arrollada de si m!smo. El proye~to
o se existe como conciencia". de un movimiento, el mov1mient~ ~or~oral orientado a un fm,
"La experiencia del cuerpo propio, por el contrario, nos revela el coger algo, etc., no se basan ongmanamente en una represe1;-
un modo de existencia ambiguo. Si intento pensarlo como un tación intencional de la meta: "Así, pues, es~e cuerpo sa~~ mas
haz de procesos en tercera persona -'visión\ 'motricidad', 'se- que nosotros sobre el mundo, sobre los med10s de, que ispone
xualidad'- me doy cuenta de que estas 'funciones' no pueden para hacer su síntesis". El tema de la Feno171:enologta de _la Per-
estar ligadas entre sí y con el mundo exteriQr por relaciones. de cepción de Merleau-Ponty, por tanto, co?~1ste en explicar las
causalidad; todas están confusamente resumidas e implicadas en funciones "en virtud de las cuales p.ermlt!mos q~e sean par~
un drama único. El cuerpo no es, pues, un objeto. Por la misma nosotros y nos los apropiamos, espac10, obJetos e mstrumen~<;>s,
razón, la conciencia que tengo de él no es un pensamiento, es la descripción del cuerpo propio como lugar donde se re iza
decir, no puedo descomponerlo y recomponerlo para formar una ~sa apropiación" .1 29 A ello pertenece indis?l~?lemente la percei:-
idea clara. Su unidad es siempre implícita y confusa. Es· siempre ción, cuya posibilidad se funda en la sensibilidad y en la motn-
otra cosa de lo que es, siempre sexualidad a la vez que libertad; cidad del cuerpo. . 1 E f
arraigado en la naturaleza en el momento mismo en que se trans- Esta intelección tiene consecuencias 1e gra~ a can.ce. n e ec-
forma por la cultura; nunca encerrado sobre sí mismo y nunca to, si la corporeidad,- al actuar, sigue sie~do macces1ble a la re-
superado. Se trate del cuerpo del otro o de mi propio cuerpo, flexión, y sólo puede l~egar a ser . ~xpenmentada en su consu:
no tengo otro medio de conocer el cuerpo humano que vivirlo, mación vital, quiere decir que tamb1en .en aquello que la percel:
es decir, reasumir por mi propia cuenta el drama que lo atraviesa ción nos trasmite de las cosas "la oscundad gana el mundo perc1-
y confundirse con é.l Soy~ pues, mi cuerpo, por lo menos en la ·b.d
i o por entero "130
. . . .
medida en que tengo algo adquirido y, recíprocamente, mi cuerpo Para· comprender esto, "volvamos a la expenen~ia .~erceptiva.
es algo así como un sujeto natural, como un esquema provisional Percibo esta mesa sobre la que escribo. ~.sto . s1gmfica, entre
de mi ser total. De este modo, la experiencia del cuerpo propio otras muchas cosas, que mi acto de percepc1on. me ocuP_a Y que
se opone al movimiento reflexivo que desprende el objeto del me ocupa tanto que no puedo, mientras percibo efectivamente
sujeto, y el sujeto del obteto, y que sólo nos da el pensamiento la mesa darme cuenta de que la p~rcibo. Cuando pretend~ h~-
del cuerpo, o el cuerpo en idea, y no la experiencia del cuerpo cerlo, d~jo, por así decirlo~ de_ hundirme en. la mesa por ~b ,~~~
o el cuerpo en realidad.128 rada me vuelvo hacia m1 mismo, que soy el que perci o .
Merleau-Ponty llega así con sus análisis del cuerpo más lejos Por 'cierto, en ese giro se dan luego como resultado t?das las
de lo que Io hiciera Sartre en El Ser y la Nada. Sartre dice allí efectuaciones constitutivas: la mesa es dad~ ~n perspectivas que
que· hasta ahora el cuerpo sólo habría sido investigado como si se basan en mis sensaciones. Yo creo per~1b1r la mesa, esto es,
fuera el cuerpo del otro, el cuerpo percibido -por tanto, un aludo a una y la misma mesa de la que digo que s~ pre~enta en
objeto de observación, pero no el cuerpo en el ·que yo vivo. Y cada caso en diversas perspectivas. Y sólo e:iando smtetizo, e~~o
también el mismo Sartre distinguió ya el co1Jto réflexiv del cogito quiere decir, cuando refiero todo lo que efl: ca?ª caso perc~ ., o
préréflexiv. Ambos se basan en el análisis husserliáno de la cor- a eso común, uno y lo mismo, tengo la co1;ciencia de pe:c~J?CH¿¡°
poreidad. El cuerpo propio es el aquí absoluto que siempre está de esta mesa que está aquí. Tal es el cammo de los anahs1s e
ahí donde yo estoy, y en relación con el cual todo lo otro está la percepción llevados a cabo por,. !'lusserl. :t:1erleau-Ponty ¿°po~e
allí, es decir, en relación con el gue tan sólo y en general hay a esto que esas efectuaciones smtetlcas s?n solo resultado be mi!
lugares en el espacio y un espacio que recorro en el movimiento análisis reflexivos· ellos me muestran como se lleva a ca O bes
de mi cuerpo. Merleau-Ponty reprocha sin embargo a Husserl conciencia. Pero ~e ha pasado aquí por alt~ una ~osa, a sa /r,
el no haber sacado las consecuencias sistemáticas de esta intelec- que "mí acto -de percepción, tomado en su mgenu1d~1, no e ec-
ción. Esto que yo me sé, este yo con su interioridad que des- túa por sí mismo esta síntesis, sino que se beneficia por un
cubro como mi conciencia en la reflexión, y junto con ello en
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trabajo ya realizado: por una síntesis general constituida de una cíbimos, lo vemos por de pronto a la luz del modo com~ otros
vez por todas, y es esto lo que expreso diciendo que percibo ya lo han percibido, de tal manera que "cada vez que. expenmen~o
con mi cuerpo o con mis sentidos, siendo mi cuerpo y mis sen- una sensación experimento que compromete no m1 ser propio
tidos justamente este saber hab~tual del m1,1ndo, esa ciencia im- -aquel del q~e soy responsable y del que decido- sino ~tro yo
plícita o sedimentada". El mundo de la percepción posee, por que ya ha tomado partido por ~l mu~do, que ya se,,ha abierto a
tanto, su sombra ins1,1primible y justamente debido al hecho de ciertos aspectos suyos y se ha smcroruzado con ellos . ~or tal ra-
que la percepción "reasume algo adquirido que _no pone en en- zón, el yo que percibe es alg? general, l?ero no el yo-m1smo tras-
tredicho. Quien percibe no· se despliega ante sí mismo como lo cendental. Es algo que atraviesa la corriente de un ser. En este
haría una conciencia; tiene un espesor histórico, reasume una sentido dice Merleaú-Ponty, siguiendo a Herder, que el hoi:nbre
tradición perceptiva y se confronta con un presente". También es un s~nsórium commune, un "extracto del universo". Y en virtud
Husserl habla de un saber sedimentado y habitual, residuo de del cuerpo poseemos ya un simbolismo del mundo. El mundo n?s
experiencias anteriores, en cuya luz lo percibido aparece en cada es dado primariamente abierto por un acontecer, por 1:1!1; sentir,
caso de tal o cual manera. Pero él considera esto como posesión un moverse motor y corporal que no consiste en una 3:ct1vid:1d del
del yo. Merleau-Ponty, por el contrario, quiere indicar que no yo ni tampoco es adquisición_ a partir ?e tal activida?,. Su sentido, su
· se trata de una posesión del yo, sino de una posesión del cuerpo función instauradora de sentido, consistente _en abrirnos un_ ;11undo,
propio, el cual lo ha aprendido al moverse irreflexivamente pero no puede ser descubierta, por tanto, mediante _la ~~flex1on tras-
con una meta dentro del mundo, y que por ello lleva a cabo la cend~ntal del yo sobre sus efectuaciones. _La const1tuc10n del D;u~do
síntesis de presente y pasado que le es propia como adquisición, sigue estando acompañada de es~ ?_~cundad_; n? puede en ultima
y sobre cuya base podemos hablar de una percepción. La per- instancia ser iluminada por el anahs1s const1tuc1onal trascendental,
cepción, en este sentido, "testimonia una prehistoria". El cuerpo pero sí puede ser abierta como lo invisible en lo visible, como la
es, por· tanto, aquello por lo cual tenemos una historia; pues "el naturaleza que trasparece a través de la historia. "
acto de la mir-ada 1 es, a la vez, prospectivo, puesto que el objeto El fenómeno originario de la fenomenología es, por tanto, una .
está en el término de mi movimiento de fijación, y retrospectivo, Ve rdad sobre el trasfondo de lo absurdo, un absurdo que la
puesto que se lo va a dar como anterior a su aparición, como el · teleología de la conciencia cree poder trans f ormar en verd, ad" .134
'estímulo', el motivo, o el primer motor de todo el proceso ... Por ello la' existencia es ambigua: por una parte autonomia, por
En todo movimiento de fijación, mí cuerpo anuda en conjunto otr.a dep~ndencia. Es siempre "ser para el mundo", siempre el yo
un presente, un pasado y un porvenir; . . . se convierte en ese - en su insuprimible situación fáctica .de c~da caso -"3: es en e~la
lugar de la naturaleza én que, por vez primera, los acontecimien- de modo ambiguo: porque en la existencia humana nge 1:n prm-
tos, en vez de empujarse uno al otro en su ser, proyectan en cipio de indeterminación, debido al hecho de que ella ~msma e_s
torno del presente un doble horizonte de pasado y de porvenir, donación de sentido a partir de la libertad. 135 Al reasumir una si-
y reciben· una .orientación histórica. Desde luego, aquí hay in- tuación de hecho, la existencia transforma el azar (el absurdo) ~n
vocación, pero no experiencia de uha eterna natura naturans,,. razón, y en ello reside su trascendencia._ L!amamos trascend~ncia,
Sin embargo, esa historia -siempre según Merleau-Ponty- no por tanto, con Merleau-Ponty; ~ ese_1;1ov1m1ento en que la exist~n:
podría exponerse como historia de las adquisiciones efectuadas por cia reasume y transforma una s1tuac1on. Pero _transformarla no_ s1g
el yo. Es la pre-historia: "el cuerpo, con sus capacidades, el cuerpo nifica aquí ponerse de m?do completamenteh~re_ frente a la s1t~.1a-'
que ha conservado en sí esa historia y la actualiza en cada caso ción, poder proyectarse siempre de nue:'o a _s,,1 misma, como opma
en el presente de cada percepción sensible, no es, por así decirlo, Sartre; sino que significa pasar de una s1tuac10n a otra. ~e acuerdo
una posesión del yo, sino un médium: pues el modo como es con esto, el último paso de la fenomenología no podna ser ot~o
experimentada la sensación consiste en el hecho de que ella es la que el de exponer este insuprímible "ser para el mundo"; ~s decir,
modalidad de un ser general que me atraviesa sin que yo sea su como lo expresa Husserl, el retroceso_ al "mundo de la vida"· Y a
autor". 132 "La visión es algo pre-personal", "soy capaz, en virtud dijimos anteriormente que se alude co~ epo al mundo tal_ co:1;o
de una naturaleza que tengo en común con el ser, de encontrar un ya siempre es para nosotros, con anter10r1dad a toda_ exphcaci~n
sentido en ciertos aspectos del ser sin que yo se lo haya dado por científica· se alude a sus estructuras invariantes, las cuales es.tan
.i una operación constituyente" .133 Todo lo que vemos, sentimos, per- en la bas~ de todas las diferencias de los mundos· históricos particu-
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I,ar~ de cultura y de ;us especificaciones. Esto sería, por tanto, lo mundo, se basa también en el desconocimiento del mencionado
ultimo, y no el retroceso a un yo trascendental en última instancia nexo, en el dualismo entre un principio malo (representado por
constituyente, que podría ser descubierto en la reflexión sobre sí la materia) y la libertad. Pero justam~nte esa pretensión es la que
f. sus efectuacio!]es. Este concepto debe su origen a una abstrac- Merleau-Ponty trata de debilitar, o bien de retrotraer a sus justos
ción; al haber hecho abstracción, precisamente, de la sombra que límites, mediante su análisi~ fenomenológico del ser para el mundo.
al mi:mo tiempo ya ha abierto y cerrado su mundo al yo, antes de El mundo es más de lo que el hombre puede aprehender me-
que este haya llegado en general a la conciencia de sí mismo jus- diante una reflexión pensante. Y fue precisamente esta cuestión
tamente como yo. Esta crítica recuerda aquella otra de Heidegger, acerca del derecho de la pretensión marxista la que separó a
y seguramente no ha dejado de estar influida por ella. En efecto Merleau-Ponty de Sartre - y lo separó a base de una interpretación
tambié? Heidegger acentúa en El ser y el tiempo el hecho de qu~ de lo que significa ser para el mundo más adecuada a las exigen-
el sentido del ser en el mundo no se revela en la reflexión tras- cías propias del método fenomenológico.
c~ndental del sujeto sobre sí mismo y sus efectuaciones constitu- · Así, pues, por su existencia corporal, el ser no le está vedado
tivas, o sea, en una actitud en que el yo trascendental se establece al hombre; ni tampoco éste está colocado ante un ciego "en· sí";
como "espectador desinteresado» del juego del mundo. El sentido 1
1 más bien, el cuerpo abre un "simbolismo del mundo" que el pensar
de su propia existencia (Dasein) y el del ser de las cosas, no se reflexivo no puede traer a conceptos y que, por ello mismo, tam-
revela a semejante consideración analítica, sino a la consumación poco puede ser suprimido por el propio sujeto en una evidencia
del ser-en-el-mundo. apodíctica. Ese simbolismo se revela tan sólo en la vida vivida de
Veamos aún, a modo de somera insinuación, cómo la crítica de modo insuperable. El cuerpo hace visible al mundo, pero de modo
Merleau:Ponty a Sartre reposa sobre estas intelecciones, y cómo tal que allí trasparece lo invisible. Estas estructuras son, como
estas mismas conforman la razón última de su discrepancia con dice Merleau-Ponty al final de su ensayo sobre El filósofo y su
S.artre. Merleau-Pon11 dice alguna vez que a Sartre le falta el sen- sombra, lo "irrelativo" -o sea, aquello que justamente buscaba
tido para la. ambigüedad; que él quiere determinar la existencia Husserl en el "mundo de la vida", entendiéndolo como estructura
humana mediante antítesis unívocas, es decir, cartesianas. La exis- fundamental de toda humana existencia en el mundo, aquello que
~encja es el, ser para s"í que aspira a la consistencia del en sí que comporta lo común y continuo por encima de todas las diferencias
Jamas podra alcanzar; es, ef! tal sentido, la passion inutile. El en sí históricas de los mundos humanos de cultura. Eso irrelativo "no
le sale al encuentro reiteradamente como la tenaz resistencia de la es la naturaleza en sí, ni el sistema de los contenidos de la con-
cual .tiene_.que arr.anc:irse ~iempre de nuevo en el libre proyecto de ciencia absoluta, ni tampoco el hombre, sino la teleología de ·que
su vida, de su m1sm1dad. Para ,el otro es él, en cuanto material y habla Husserl ... , la estructura y la construcción articulada del
corporalmente visible en su mundo, un objeto, y de tal modo el ser que se realiza a través del hombre".
otro cuestiona su mur:do. La encarnación del libre yo en el cuerpo, Ahora bien habría que preguntar si con todo esto el concepto
por tanto, es lo negativo, lo malum metaphysicum, por así decirlo. de una subjetividad trascendental -que no se agota, como piensa
Por ello, el libro de Sartre sobre la dialéctica analiza el problema Merleau-Ponty, en el "ser para el mundo"- se ha mostrado como
de cómo puede suprimirse la recaída de todos los resultados de producto de· una abstracción. Habría que tener en cuenta, sobre
las acciones libres, por su realización, en la inerte tenacidad propia todo, el hecho de que el mismo Husserl, en sus últimas reflexiones,
de la ,D:ateria. Esta teoría descansa, por tanto, sobre el dualismo habla de un trasfondo pasivo de la intencionalidad constituyente
metafmco del en sí y el para sí, o sea, en una tesis no verificable y activa, remitiendo así a una dimensión más profunda de la sub-
fenomenológicamente. El análisis fenomen~lógico, _por el contrario, jetividad en la cual ésta ya no es dueña de sí misma. ¿O acaso
muestra que el cuerpo no significa la clausura del mundo sino, existirá una razón más profunda que justifique la insistencia de
más bien, su apertura, en la medida en que a través de éi --eñ Husserl en la necesidad de distinguir ser-en-el-mundo y subjetivi-
lo que .en. ~l se hace visible como mundo- trasparece el funda- dad trascendental? La reducción fenomenológica que conduce a
mento mvIS1ble de todas las cosas. El intento de Sartre de mostrar la subjetividad trascendental consiste en una reflexión asumida. en
el,existencialism? como la verdad del marxis_mo, y de fundamentar la actitud del contemplador desinteresado que se ha desprendido
as1 <¿e modo me1or que lo logrado por el propio marxismo la pre- de todo interés mundanal. Pues ser-en-el-mundo significa siempre
tensión del hombre al dominio absoluto sobre sí mismo y sobre ~l vivir en los intereses. En tal sentido habla Husserl de! hombre en
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- 1

~ m_un.d? como de, un "hijo del mundo" (W eltkind). El títufo


~ubJet:~1dad trascendental", ¿no debería remitir más bien a una IX. EL PROBLEMA FILOSOFICO DEL FINAL
~mens1on del hombre gracias a la cual su libertad en el mundo la DE LA HISTORIA
libert~d del engageme'!t~ sea libertad únicamente por el hecho' de
expenme°:tarse c?mo libertad del mundo, como libertad en relación
con una mstanc1a que , d~ ningún modo puede ser comprendida
c?1:1º mundanal, pero umcamente en vista de la cual la responsa-
bilidad d~l. hombre ante sí mismo y por el mundo llega a ser la
responsab1hdad de. u!l~ existencia libre? Husserl no ha dado nin-
gun_a respues~a def11:11t~~a a esta cuestión que, en último término,
atane" a la d1ferenc1ac1on entre el sujeto en cuanto trascendental
Y el ser para el mundo"; dejó librado a los intérpretes la tarea
?e. buscar. una respuesta. Pero precisamente éste debería ser el LApreguntas propias
PREGUNTA por el final de la historia no es una de las tantas
de esa consideración reflexiva de la historia
umco cammo por el que ella puede ser hallada.
univers~l para la cual, tan ~ólo a partir de Voltaire, se ha genera-
lizado el título de filosofía de la historia; se trata, ante todo, de
aquella pregunta que permite de modo general y por vez primera
destacar del acontecer del mundo el acontecer propio del mundo
social y humano, entendido .como objeto de una reflexión, es decir,
como un devenir cuyos principios no coinciden con los del devenir
de la. cpucns en cuanto yEvecns Ets oua-ícx..v. La antigüedad poseía
ciertamente una historiografía, pero no una teoría filosófica de la
historia, debido a que la metafísica que le era propia no daba
cabida a un concepto del devenir de la historia humana diferente
al de la naturaleza. Es conocido en sus lineamientos generales - y
por ello no será tema de la presente consideración- el hecho de
que la posibilidad de tal diferenciación tiene sus supuestos últimos
en la fe en las promesas proféticas y en su ampliación como esca-
tología cósmica, tal como aparece por vez primera en la teoría de
los reinos universales del libro de Daniel. 136 La "filosofía de la
historia", por tanto, alcanzó en general su tema propio en virtud
de la pregunta por el final de la histoáa. Pero dicha pregunta se
perdió de vista en el período posterior a Hegel, en el siglo XIX,
siendo considerada desde entonces, atendiendo a su origen en la
religión · judeo-cristiana, como una cuestión no susceptible de res-
puesta filosófica que, a lo sumo, debe ser abandonada al ámbito
de la fe. Con ello pareció decidida la separación de la pregunta
por la historia mundanal y aquella otra por la historia sagrada.
Sin embargo, con esa renuncia la filosofía de la historia se exten-
dió a sí misma, por así decirlo, sv ptüpio certificado de defunción,
hasta que finalmente en nuestros días y desde diversos ángulos se
quiere proceder a darle definitiva sepultura. Pero la filosofía no
debe resignarse a una renuncia semejante; por el contrario, tiene
que comprender que puede significar para ella una cuesti0n .de
vida o muerte el plantearse otra vez ese problema. Para ello bien
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. ---- ---- '

puede permitir que Kant le recuerde que tal problema "debe de cado por nosotros mismos, debido al hecho de que comprendemos
estar entretejido en forma ad:mi.rable con la razón general del .
eqmvoca damente e1 f'm f'm al" .140 .
hombre'\ ya que ese pensamiento acerca de un final de todas las Frente a ello importará, por de pronto, recuperar el sentido
cosas "se encuentra, revestido de una u otra fornia, entre todos auténtico de. esa pregunta y establecer qué contribución puede
· 1es y en to dos 1os tiempos
los pueblos raciona . " .137
brindar el pensamiento filosófico a su resp;1esta. El presente.. en-
Así, pues, en lo que respecta a la pérentorieda1 y al carácter sayo no debe ser comprendido, por tanto, mas que como un pnt:?er
ineludible de esa cuestión, Kant apela, por así decirlo, a un con- paso, como una colaboración a la tarea de ganar un_ con~epto filo-
sensus gentium. Ella es ineludible por cuanto comporta una de las sófico del acontecer que experimentamos como historia, y a la
tres preguntas fundamentales que se le ~resenta? _al ho1:1bre en aclaración de la pregunta de si es posible responsabilizarse tilos?-
tanto ser no sólo cognoscente dentro de ciertos limites, smo a la ficamente de aqu,ella separación .entre el problema de la historia
par como ser que obra; atañe, en efecto, a la pregunta "¿qué debo mundana y la sagrada que tuvo lugar con la renuncia, por p~rte
esperar?". Pues el hombre vive en el mundo únicamente de acuer-
do con las representaciones de aquello que puede llevar a cabo
mediante su obrar y las de los medios para ese obrar, y, según
ello de acuerdo con lo que tiene que aguardar y puede esperar
de ~u obrar eficaz. "Toda cosa natural actúa según leyes. Unica- ·
l de la filosofía, de la cuestión del "final". El carácter ineludible
de esta pregunta se revela en que, si bien desde el siglo XIX no
ha sido formulada filosóficamente, sobrevivió de todas maneras
en el marxismo, fuera de las filosofías oficiales de esa época y sin
que éstas siquiera lo advirtieran. No ha sido advertido el hecho)
mente un ser racional posee la capacidad de obrar de acuerdo con por lo demás, de que la supervivencia del marxismo -pese a la
la representación de las leyes, esto es, segú~ principios, o ~ea; (que
refutación de algunas de sus tesis económicas básicas, y esto no
posee) una voluntad)).138 Esta es "la causalidad del entendimien!o,
sólo en teoría, sino debido a la marcha misma del desarrollo eco-
que consiste en hacer efectivos los objetos de sus representacio- nómico- se debió a que prometía precisamente una respuesta a
nes" .139 El pensamiynto de un final de todas las cosas está,. por
aquella pregunta, pretendiendo así devolver a la h:umanidad lo que
tanto, "entretejido"' con la razón, puesto que es el pensamiento
la filosofía parecía adeudarle. Sin embargo, esa pregunta ha sido
de aquello hacia donde se dirige el acontecer al que nosotros,. en
planteada nuevamente por la teología protestante desde Bultmann,·
la medida en que es mantenido en su marc~a por el o~rar ~umano, así como también en las discusiones politológicas y sociológicas
denominamos historia. La pregunta por el final de la h1storrn, pues,
con la sociología y las teorías sociales propias del positivismo.
no es otra que la pregunta por el sentido, por ~a significació~ .que
posee ese acontecer respecto de las expectac10nes que din~~n Aquí no podemos referírnos a la situaci~n d~} pr~ble1;1~ dentro de
nuestro obrar y que siempre consiste en una expectación movida la teología protestante. En cuan!o eluc1dac1~n filoso/tea, la ~r~-
sente investigación puede conduqr, en el meJor de los casos, uru-
por la esperanza o el temor. El hecho de que exista. algo .ª,SÍ como
una filosofía de la historia, entendida como la cons1derac1on. refle- camente hasta el punto en que sea posible una aclaración de la
xiva de su acontecer surge por tanto, del carácter ineludible de relación entre las preguntas filosóficas y las teológicas por el fin~I
esa pregunta de la 'cual depende totalmente la filosofía de la de la historia. Así, pues, el punto. de partida del presente traba~o
debe darse en la discusión de los argumentos con que hoy en d1a
fu~.
Ahora bien, dicha pregunta no sólo ha desaparecido de !a i o-
f.l se proclama el final de la filosofía de la historia.
sofía . de la historia sino que también parece haber perdido su Tales argumentos, sí los exponemos de manera muy general y
sentido en el plano' de la conciencia general, si bien todavía se resumida, son los siguientes: la pregunta fundamental ~e la que
sigue recitando la creencia en el "juicio de los_vivos y los_ muertos" .. surgió la filosofía de la historia fue la pregunta por el final de ~a
1 Acaso esa conciencia general piensa, al considerar el final, en la historia, y ello significa, por el "hacia dónde" en que su deve_nfr
l '.•
amenaza que pende sobre la humanidad_ debido ~ la posib.ilidad de alcanza la meta, por su sentido. Pero, el desarrollo de 1a reflexion
un suicidio atómico. Pero este pensamiento esta muy le1os de. lo sobre la historia, ¿no ha mostrado que ya se han agotado to~as
que constituye su originario sentido. Un .final en este sentt1o las posiciones imaginables de tal reflexión, demostrándos~ su m-
tendría que contarse entre lo que Kant desi~na _c;>mo .tercera ~!!t terna imposibilidad, de modo ·-tal , que también ha~~ía ~1do, J?ro-
nificación del discurrir acerca de una termmacion, a saber,. el bado que esa pregunta no es· leg1t1ma como. cuestion ftlosoftca;
final contrario a la naturaleza (absurdo) de todas las cosas provo- que la filosofía no es capaz de responderla, smo que debe aban-
donarla a la fe, y, en caso de que ésta falte, dejarla en suspenso?
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S_i el pensamiento en cuestión se originó en la expectación de un la única filosofía de la historia adecuada a nuestra época sería el
final d~ntro de la escatología cristiana, el intento de incorporarlo planeamiento universal.
al pensar filosófico parece no haber llevado más que a la llamada Norbert Wiener, el fundador de la cibernética, ha pensado cier-
secularización propia de la fe en el progreso de la edad moderna, tamente de manera más crítica sobre la posibilidad de planificar
la que, como tal, ha perdido -por lo demás todo crédito. ¿y no ha y dirigir la historia con los medios de las máquinas de comunica~
fracasado el intento hegeliano de mediar entre la expectación en ción. "La máquina que puede aprender y, en base .a :tal aprendi-
una salvación en el más allá y una consumación en · este mundo zaje, decidir, no estará obligad.a de ninguna manera a tomar deci-
intento que debe considerarse como el supremo esfuerzo de 1~ siones tal como las hubiéramos tomado nosotros o de modo que
filosofía por fundamentar filosóficamente la idea de un final y fueran aceptables para nosotros. Pues el hombre que ciegamente
de una meta de la historia? Y ese fracaso de la pretensión de carga a la máquina con el problema de su responsabilidad, sea
enunciar filosóficamente algo sobre el final de la historia desde ésta capaz o no de aprendizaje, siembra su responsabilidad a los
la posición del saber absoluto, ¿no c:mstituyó acaso el punto de cuatro vientos y la verá retornar en la agitación del huracán" .142
partida de Karl Marx, con su exigencia de transformar la filosofía Así considerada, la "filosofía de la historia" propia del planea-
en praxis y de entender esa consumación como algo que debe rea- miento universal basado en la información universal proporcionada
lizar el hombre en la sociedad futura? ¿Y no fue este intento de- por las ciencias fácticas, podría a su vez ser desenmascarada como
formado _Por Friedrich Engels, quien, al desarrollar ideas de Marx, ideología -en el preciso sentido que Karl Marx dio a esta pala-
llegó al mdeterminado pensamiento de un "progreso hacia metas bra-, a saber, como una interpretación del sentido del acontecer
siempre nuevas", resultando de aquí que esta comprensión de la que debe servir para fundamentar una pretensión de dominio (en
historia como proceso de autoproducción de la humanidad dejó este caso, la de los tecnócratas y expertos en cibernética). Se trata
precisamente sin responder la pregunta que debía responder, a de una pretensión que ya no puede ser, por su parte, racional-
saber, la pregunta 1·por el sentido, por la meta y el hacia dónde mente fundamentada de acuerdo con una aclaración dentífico-
de ese proceso? racional y, en tal sentido, despojada de matices ideológicos, o sea,
Sin embargo, habría que examinar si tales indicaciones referen- de toda relación de medio a fin. Por el contrario, esa pretensión se
tes al resultado de la reflexión sobre el final entendido como basa en una decisión volitiva. Semejante confianza positivista y
sentido y meta ·de la historia demuestran ya que la pregunta como pragmática en la posibilidad de explicar totalmente el acontecer
tal carece de sentido, cqn lo cual se mostraría, al mismo tiempo, mediante la ciencia positiva --como la que encuentra su realiza-
que la empresa de un:# filosofía de la historia es ilusoria. Para ción en la filosofía analítica- ha podido desarrollar, por cierto,
responder a esto no ba;:;ta con discutir esas indicaciones generales algunos métodos para elaborar datos a base de informaciones uni-
relativas al fracaso de los esfuerzos hasta ahora realizados por la versales sobre todos los hechos en general alcanzables; pero esa
filosofía de la historia. Las objeciones deben buscarse allí donde actitud, como todo positivismo, tiene que abandonar la apreciación
se aducen de modo substancial, de manera que su examen crítico necesaria para decidir hacia dónde debe tender el planeamiento y
configure el punto de partida para una determinación del sentido la acción o bien al decisionismo (Dezisionismus), o bien a una
filosófico y del lugar que corresponde al problema del final de elección arbitraria de valores supremos condicionada por una "con-
la historia. cepción del mundo" y ya no fundamentable racionalmente. Así,
En relación cori lo primero está 12. tesis de H. Kesting 141 de pues, el dominio del mundo por la ciencia descubre sus límites
que todas las posiciones asumidas en la filosofía de la historia desde justamente allí donde lo que importa ya no es úniq_mente saber
.el siglo XVIII n~ son sino ideologías de los poderes que dominan y estar informado, sino decidirse en el obrar. J. Habermas ha
y se combaten. Con la creciente intelección de la posibilidad de un examinado esto que constituye, por así decirlo, el reverso de una
planeamiento universal del acontecer humano gracias a. las técni-. explicación científico-positiva, libre de ideología; en vista de tal
cas ,Y a !as teorí_as de la información, se podría esperar -siempre examen efectuado en su trabajo Dogmatismo, razón y decisión/43
s~gu~ d1c}ia. tesis- una progresiva des-ideologización de la con- ha extraído una conclusión opuesta a la idea de Kesting. La expe-
c1enc1a publica; con ello desaparecerían cada vez más los supues- riencia de la posibilidad de hacer la historia con los medíos cien-
tos necesarios para emprender una filosofía de la historia-; luego, tíficos que dirigen y controlan el proceso, hace que la unidad del
mundo y de su historia ya no signifique simplemente una idea

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anticipada en la filosófía o en la teología, sino que esté a punto dicha cuestión. Se trata de la obra de Karl Lowith sobre historia
de converdrse en realidad empírica. Pero con ello "no caducan mundana e historia sagrada,146 que resulta n:iuy adecuada par~ acer-
los presupuestos inmanentes de la filosofía de la historia, sino que car aún más nuestra discusión al centro del problema. La impor-
tan sólo hoy en día han llegado estos a ser realmente verdaderos"; tancia de este enfoque estriba en .el hecho de que no sólo po~e. ante
en efecto, en épocas anteriores jamás la humanidad estuvo "ta~ los ojos con gran penetración el fracaso de todas las pos1c10nes
ineludiblemente confrontada con el irónico hecho de la R_osibilídad modernas hasta ahora adoptadas dentro de la filosofía de la his-
de hacer una historia -que entonces le estaba sustraída a su do- toria, sino que también, al _mismo tiempo, está guiada por la
minio-, como es el caso desde ql!_e han sido desarrollados medios pregunta sistemática por las ~ond~ciones bajo las que. P1:ede ser
de poderosa autoafirmación cuya eficacia convierte en problemática experimentada y conocida- la historia como proceso umtano ~e l:t
su aplicación como medios para alcanzar determinados fines polí- historia universal. Con ello se plantea el problema de la contmu1-
ticos" .144 Ese hecho, no es irónico tan sólo porque implica, como dad de la historia en cuanto historia. Lowith parte, y con razón,
diría Kant, la posibilidad de un final de todas las cosas contrario del hecho de que la comprensión de la historia como historia re-
a la na~uraleza; sino también porque, como lo experimentamos .a quiere un principio teleológico: "Los ~uces~s históricos sól? ~ienen
diario, todo lo que el hombre produce en su obrar planificante sentido cuando remiten a una meta mas alla de los acontec1m1entos
para dominar las tare.as de su existencia social, todas las institu- efectivos; y, por cuanto la historia consiste en un movimiento
ciones que ha creado a tal efecto, despliegan una legalidad peculiar temporal, la meta tiene que ser un fin futuro". "La suposición de
en su posterior desarrollo. El hombre parece no poder enseño- que la historia tiene un sentido último anticipa, por tanto, una
rearse de este desarrollo que se vuelve contra sus propios propó- meta última, entendida como fin final, la cual sobrepasa los sucesos
sitos, de modo tal que todos los productos de su actividad, dentro efectivos". "El sentido último es el punto central de un futuro
de la naturalidad con que están a su disposición y forman parte de esperado. A él se lo conoce tan sólo en el modo de un ~sperar
su mundo, lo enajen_an. En la "presión sobre un botón" con la y de un creer".147 Pero justamente por ello, toda comprens10n de
que el hombre puede desa.tar como algo "natural y evidente" la historia como tal tan sólo- puede ser soportada por la fe. Tan
fuerzas de dimensiones cósmicas, "se acoplan orden y efecto, man- sólo es posible entonces desarrollar una teología de. la historia,
dato y producto, voluntad y obra. . . de un modo tan fácil como pero no una filosofía de la historia. En efecto, tan pronto como
en el secreto ideal de toda productividad pos-cristiana, en el divino el futuro en el cual se cree y espera es referido al acontecer expe-
'fíat' del comienzo de la Biblia" .145 A esta -eonciencia de un poder rimentado en el mundo, sometiéndolo de tal modo a 1:na forma de
casi divino y creador propia del planeamiento y la dirección del pensar filosófica, la idea del eschaton ~n c~.,anto final, se des-
proceso, le falta, sin embargo, saber para qué y hacia dónde; y naturaliza en la idea de un progreso en d1recc1on a la meta dentro
por ello se descubre en toda su impotencia. Hoy· en día ha llegado de este mundo. La fe escatológica se convierte así en creencia en
ya a ser evidente para los marxistas desilusionados del Este y del la historia que se autodestruye en el relativismo histórico. "La
Oeste aquello que- permaneció oculto en el positivismo y en el _ moderna y exagerada estimación de la historia,. es d~cir,. del (mun-
+ .. pragmatismo (a partir de los que se desplegaron esas posibilida- do' como (historia', es el resultado de nuestro d1stanc1am1ento de la
des); ellos saben, en efecto, que la "concepción del mundo" mar- teología natural de la antigüedad así como de la teología sobrenatu-
xista, que del mismo modo reclama la posesión de los secretos de ral del cristianismo. Ella es ajena a la sabiduría tanto como lo es a la
producdón y de las posibilidades de control del proceso mundial, fe" .148 De modo consecuente, y retrocediendo desde la actualidad
no ha respondido ni puede responder a la pregunta por el sentido hacia el pasado Lowith comienza a exponer esa historia decadente
de dicho proceso. En este punto se encuentran las dos posiciones con la renunci; filosófica de J. Burckhardt a la filosofía de la his-
actualmente dominantes en el mundo, de modo tal que el carácter toria y su escéptica resignación en vista del problerr:a de la .co~-
ineludible de la pregunta por la instancia capaz de una respuesta ·tinuidad de la historia. Concluye comprobando que s1 la contmu1-
adecuada, ha llegado a ser notoria en una forma que Kant todavía dad ya no puede fundarse en la dirección lineal hacia. el fin último
no pudo sospechar. escatológico -y la conciencia moderna ya no parece quererlo
La discusión de un segundo intento por demostrar la imposibi- ni estar en condiciones de hacerlo-, tan sólo podría encon-
lidad de una filosofía de la historia indicará en qué medida ésta trar su fundamento en un retorno a la idea antigua del curso cí-
puede ser esa instancia, o qué puede aportar para responder a clico de todo devenir. "En efecto, únicamente suponiendo un

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movimiento sin principio ni fin, es realmente demostrable la con- Lowith, en cambio, al recorrer la historia del problema, ha pasado
tinuidad. Pues, ¿de qué modo sería posible representarse la his- por alto ese punt~; su investigación retrocede de un salto desde
toria como un proceso continuo en la forma de un progreso lineal Hegel a Voltaire y a la filosofía de la historia de la Aufkléirung.
sin la interrupción mediante un termínus a qua y un termínus En virtud de ello se le escapan los puntos de vista desde los cua-
·ad quem, esto es, sin principio ni fin? El pensamiento moderno les su alternativa se habría mostrado como insostenible, ya que
referido a la historia no ofrece ninguna respuesta clara sobre esa la consideración de los mismos habría llevado la discusión a un
cuestión. Aleja de su pensamiento progresista los elementos cris- resultado positivo. En tal sentido, nuestra confrontación tendrá
tianos de Creación y consumación, mientras se apropia de la visión que referirse a ese trabajo de Kant. El próximo paso del examen
antigua del mundo tomando de ella la idea de un movimiento estará configurado por la elucidación de los límites dentro de los
continuo y sin fin, pero no aceptando su estructura circular. El cuales se desarrolla en Kant el problema del final, ofreciendo así
espíritu moderno no ha decidido si debe pensar de modo cris- el punto de partida para su posterior desenvolvimiento.
tiano o pagano" .149 Con esto se cierra el círculo de la observación Al comienzo del mencionado estudio, Kant roza brevemente y
que había comenzado con el enunciado de que "parece como si en forma simplificada la dialéctica de la idea del final, pero sin
las dos grandes concepciones de la antigüedad y del cristianismo, a aludir de modo expreso a la primera antinomia de la Crítica de
saber, movimiento cíclico y orientación escatológica, hubieran ago- la Razón Pura (la antinomia de la infinitud y sinfinitud del mundo),
tado las posibilidades básicas de la comprensión histórica. También y sin que aparezca la palabra dialéctica. De dicha antinomia se
los más recientes ensayos (el autor piensa aquí particularmente en sigue que tanto finalización como sinfinitud son representaciones
Spengler y en Toynbee) de una interpretación de la historia, no a las cuales no corresponde ningún objeto de posible experiencia.
son más que variaciones de esos dos principios o bien la mezcla Ahora bien, si el pensamiento del final tiene que "estar entrete-
de ambos" (pág. 26). jido de manera admirable con la razón general del hombre", ello
Ahora bien, aun c;:uando todo lo expuesto pueda ser muy acer- quiere decir que la comprensión del acontecer histórico necesita
tado en lo que respecta a los afanes de una filosofía de la historia un principio teleológico; pero, ¿cómo puede la historia ser pen-
t~l como éstos han sido emprendidos desde el siglo XIX, en rea- sada como acontecer teleológicamente determinado si no hay un
lidad nada se demuestra aún con ello acerca de la imposibilidad de telas en cuanto objeto de posible experiencia? Kant soluciona esta
una filosofía de la historia que, en cuanto tal, se vea necesitada a dificultad indicando que se trata de una Idea "que se crea la
plantearse el problema del final. Precisamente el punto de partida propia razón, cuyos objetos yacen por ·complew fuera de nuestr:o
de nuestras consideraciorijts fue dado por el hecho de que hasta círculo visual; pero que, si bien exceden . nuestro conocimiento
· ahora se_ ha omitido este problema. Por lo mismo, también sería especulativo, no por ello deben ser tenidas bajo todo respecto
vano el intento de restablecer una filosofía de la historia operando como vacías, pues nos son otorgadas con un propósito práctico por
una "síntesis" de los ensayos practicados hasta el momento. 150 Sin la razón legisladora, y no acaso para cavilar sobre sus objetos,
embargo, habría que preguntar críticamente a Lowith si las alter- sobre lo que sean en sí y de acuerdo con su naturaleza, sino para
nativas por él señaladas agotan en absoluto las posibilidades de pensarlas en beneficio de los principios morales orientados haci;i
un pensar orientado hacia la filosofía de la historia. De diversas el fin final de todas las cosas. (En virtud de esto, tales Ideas, que
maneras la crítica señaló que la propuesta de Lowith consiste en de lo contrarío serían absolutamente vacías, reciben una realidad
una estoica retirada de la historia hacia una especie de antigua objetiva y práctica)" (pág. 507 y s.). En este lugar no nos es posible
reli~iosidad natural, pero que ello no constituye ya una posición penetrar más profundamente en el modo cómo Kant determina el
posible para la moderna comprensión del mundo. La confrontación fin final de todas las cosas. Y a en las Críticas introdujo esa cues-
crítica con el proyecto de Lowith no debe empero darse por sa- tión bajo el concepto del Supremo Bien, en el escrito sobre la
tisfecha con semejante resultado negativo. Más importante es, en religión como el "Reino de Dios" o la "Iglesia invisible", enten-
este sentido, la indicación kantiana de que la filosofía no debe dida como Ideá de un "ser ético común bajo la legislación moral
renuncia;, al intento de responder a la pregunta "¿qué puedo divina". Esta Idea debe ser limitada, por tanto, "a las condiciones
esperar? . Por ello nos referimos al comienzo al ensayo de Kant del uso práctico" de la razón (pág. 502). Se trata, pues, de un
acerca de una determinación del sentido filosófico y del lugar sis- principio regulativo del obrar; ello significa que "no proviene de
temático de la ineludible pregunta por el final de todas las cosas. razonar sobre el curso físico, sino sobre el curso m"oral de las cosas

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en, el. mundo" (pág. ·498). En tal sentido posee realidad objeti,- designa con la terminología propia del siglo xvm. Pero el pensa-
practica; es, por tanto, un~ Idea que puede desarrollarse legítim.1 miento sobre la historia posterior a Hegel consideró la filosofía
mente en la filosofía. 151 especulativa de éste como vía de conocimiento teorético -no está
E_sta reme~oración de los pensamientos kantianos posee sing;, aquí en discusión en qué medida sea acertada tal interpretación-;
la~ i~~ortancia, .,.Y~ que con ellos se aclara el carácter de aquell<.::\ inclusive allí donde reprochó a la filosofía especulativa de Hegel
prmcipios teleologicos en que se apoya la posibilidad· de una cor:·, el haber comprendido sin el menor reparo como teóricos los prin-
prensión f~Iosófica de fa historia. Estos no pueden ser obtenido: cipios del· conocimiento filosófico de la historia. De este modo le
pues, mediante un conocimiento teórico del curso mundanal ·. llegó a ser imposible determinar adecuadamente no sólo el carácter
sea de modo empírico o a partir de principios de la razón teó~ic:. de- la filosofía de la historia, sino también el de todas las cienc'ias
Son, m~s bien, representaciones necesarias para orientar el obrzr pertenecientes al dominio de lo histórico, o sea, el de las "ciencias
Con ello se muestra, al menos a modo de planteamiento inicial del espíritu", a diferencia de las ciencias naturales. Ese pensa-
camino de una posible media<;ión entre historia profana e hist~rr:1 miento pasó por alto el hecho de que para ello hubiera necesitado
sagrada. En efecto, en la medida en que la historia es aquel acon revisar la tradicional diferenciación entre filosofía "teórica" y "prác-
tecer que se efectúa y se mantiene en marcha gracias a las accione tica". Ahora bien, por cuanto Lowith considera del mismo modo el
hu1:1anas, y e_n la. medida en que, por lo demás, el obrar y su e;::- pensamiento histórico de la edad moderna, viéndolo tan sólo a 1a
cacia en la historia del mundo está bajo el tribunal de un man¿ luz de esa su autocomprensión, discute también la alternativa de
miento, es claro que aquello que de modo inminente se espe• la posibilidad de un pensamiento de la historia en ese nivel, reca-
con temor y esperanza como consecuencia de ese obrar, tiene qu(: yendo, por así decirlo, en el suelo pre-crítico. La alternativa por
poseer ciertamente significación para el propio obrar del hombr:: él ofrecida -acontecer lineal y escatológico, o idea de un curso
y sus efectos históricos. Esto implica que una comprensión de circular- no es inaceptable para el pensamiento moderno por el
historia como historia sólo es posible cuando está en su base "L r· hecho de que éste no pueda decidirse por ninguna de las dos posi-
principio teleológico que media entre la expectación final y fo., bilidades, sino porque ambos caen del mismo modo en la dialéctica
efectos tju~ fácticamente produce el obrar. En este sentido, el prn - de la primera antinomia desarrollada por Kant. En efecto, si fina-
yecto kantiano puede ser considerado como ensayo de mediaciér' lización y sinfinitud del mundo son representaciones a las que no
e~tre la historia profana y la sagrada, entre lo que puede ser conc corresponde objeto alguno de posible experiencia, es absolutamente
cido y lo que es creído -ensayo que escapa a las dificultades a t'. - igual representar la sinfinitud en el sentido de una línea recta o en
nentes a la cimentación}hegeliana de esa mediación en el sabe:: el de un curso circular que eternamente retorna. Precisamente en
absoluto. Pues la "creencia racional" en el sentido de Kant a este sentido, la alternativa de Lowith se asienta sobre terreno pre-
que pertenece la Idea práctica y moral de un final de tod~s fo:: crítico y no es adecuada, por consiguiente, para responder a la
cosas, no consiste, en efecto, en la expectación de una -salvació,, pregunta por las condiciones de posibilidad bajo las que pueda re-
en el más allá, separada de todo obrar en el mundo. Por el contr;.1 presentarse un acontecer histórico como un curso continuado. ·
rio, dicha expectación se funda en la disposición de ese obrar (qm Los pensamientos de Kant pueden ser así aplicados críticamente,
en cuanto tal produce sus efectos en el mundo) a someterse ya que a partir de ellos se muestra en qué medida el rechazo, por
mandamiento moral absoluto, para -así poder tener la esperanz:1. parte de Lowith, de la posibilidad de una filosofía de la historia
-jamás la certeza, pues tan sólo el "Juez Supremo" conoce h. se basa en el desconocimiento del carácter de los principios nece-
pureza de las máximas- de "ser digno de la felicidad". Unica- sarios para su fundamentación. Pero esos pensamientos, por otra
mente en ese obrar se decide la "salvación" o la "condenación,. parte, son insuficientes para dar una respuesta positiva a la pre-
El pensamiento sobre la historia propio del sigló x1x pasó pe¡- gunta de Lowith por la posibilidad de una experiencia y de un
alto la aclaraci?n kantiana del sentid~ de los principios teleológico~ conocimiento de la historia entendida como un curso continuado.
en que se basa el conocimiento de la historia; por ello no pu&, En su estudio sobre las Ideas para una historia general .. . , Kant
dominar el problema del final de la historia, despojando de tal designa su examen de la historia en vista de su fin final co11:10 una
maneta de su fundamento a la filosofía de la historia. Todavía el "Idea de una historia universal que posee en cierta medida un
joven Hegel consideraba como algo evidente y. natural que los con hilo conductor a priori", pero con la cual, sin embargo, "1!-º debe
ceptos de la historia son conceptos "mqrales", según él mismo los suplantarse la elaboración de la historia compuesta propiamente .
220 221
en sentido meramenté empírico". Se trata, en el caso de tal hilo cómo "la conciencia de mi existencia en el tiempo está ligada idén-
conductor, de una máxima del obrar práctico que acaso podría ser ticamente con la conciencia de una relación con algo fuera de mí"
formulada del siguiente modo: obra como si estuviera en tu poder (p. XL). Dicha nota concluye con las ·palabras: "El cómo no se
contribuir a la realización del fin final de la historia. Pero esta puede explicar en este lugar más detenidamente, así como tam-
máxima no constituye· aún un hilo conductor que permita com- poco puede explicarse de qué modo nosotros en general pens.amos
prender cÓI!LO es posible que exista en la historia empírica aquella lo que está detenido (Stehendes) en el tiempo, y cuya simultanei-
continuidad que, en general,permite hablar de una historia en dad con lo que cambia produce el concepto de variación". Con
cuanto acontecer universal, distinto al de la naturaleza. Kant ha este discurso sóbre "la conciencia de mi existencia en el tiempo"
indicado que el único principio que nos permite comprender la se designa la conciencia de mí mismo según su forma; y esto quiere
historia tan sólo puede ser teleológico, si bien de significación me- decir, respecto del tiempo en cuanto "forma del sentido interno",
ramente práctica y regulativa. En tal sentido hay que preguntar, o sea el modo de intuición de nosotros mismos y de nuestros
por tanto, si su principio también contiene las condiciones bajo estad¿s interiores. Somos conscientes de ello como de una sucesión
las cuales puede haber para nosotros una experiencia de la histo- de nuestras representaciones. Entendido coip.o esa forma de su-
ria como historia, y esto significa, como un acontecer continuado cesión, el tiempo posee tan sólo una dimensión represen!able,, en
sometido a una legalidad que lo diferencie del de la ñaturaleza. la im.agen de una línea del contenido temporat entendido este
Con otr~s palabras, ¿basta esa Idea para explicar la posibilidad de como algo que permanece, o cambia y se transforma, así como algo
la experiencia de la historia como curso continuado? Tal es, en que tiene lugar -de modo simultáneo o sucesivo. Las demás pre-
efecto, la problemática planteada por Lowith; y con esa pregunta, guntas kantianas sobre. el tiempo se refieren únicamente a. estas
además, se ha llevado fa crítica a su propio ensayo de establecét posibilidades de determinación del contenido temporal en el tiempo
la cuestión. Se verá cómo Kant no puede brindar ninguna ense- entendido como forma a priori. El cómo se considera como algo
ñanza al respecto. Tª-mbién por ello fueron vanos los intentos (de sobre lo cual ya no puede seguir interrogándose; se asienta como
Medicus, Troeltsch .Y otros) de complementar la tabla kantiana de hecho último ese modo de darse de la forma sucesiva de. nuestras
las categorías con principios que contuvieron el u a priori de la representaciones. Con ello, sin embargo, el concepto kantiano del
historia" entendido como el conjunto de las condiciones de posi- tiempo se· ha mantenido, en lo fundamental, dentro del margen
bilidad de la experiencia de la historia como historia; pues, en jalonado ya por el análisis aristotélico del mismo La pregunta
efecto, el fundamento de esa dificultad radica más profundamente filosófica por el tiempo, según lo dicho, no ha dado básicamente
y no debe ser buscada en el ámbito de la analítica trascendental, ningún paso hacia adelante desde Aristóteles hasta ISant, r .ª:1n
sino ya en el de la estética trascendental. Efectivamente, el con- también hasta Hegel -prescindiendo de un planteamiento m1C1al
cepto kantiano del tiempo no brinda la posibilidad de concebir el en las Con/ esiones de San Agustín, el cual, sin embargo, no tuvo
tiempo propio de la historia, y la· misma historia, como unidad repercusión histórica ni tampoco fue comprendido como problema
teleológica de un -acontecer. La crítica de las facultades teóricas de filosófico.
conocimiento desarrolla el concepto de. tiempo en ~ista del sujeto Hay que preguntar, de todas maneras, si ;sa representa~ión del
en cuanto sujeto que se representa y piensa, pero no en cuanto tiempo es adecuada para comprender en que consiste el t1~mpo Y
uno que a la par es sujeto del obrar. Ahora bien, si la historia la forma tempor~l, la temporalidad de aquello que expenmen~a-
consiste en la conexión de acontecimientos que surgen del obrar mos como historia y, por tanto, la estructura temporal que permite
humano, su tarea tiene que ser la de obtener un concepto de que haya para nosotros algo así como "historia". ¿Es en general
tiempo que permita comprender el tiempo propio del obrar y, con posible concebir la historia en su propia esencia cuando se repre-
ello, el de la historia. Tan sólo entonces· se obtendrá la dimensión sentan sus datos como sucesión en el tiempo? ¿Es el tiempo, en
dentro de la cual pueda exponerse el problema del final de la cuanto forma de la sucesión, algo que debe admitirse sólo co!Il?
historia. tal forma, sin seguir pregun.tando por el fundamento de su posibi-
Para ello es menester referirse al último parágrafo de la nota lidad, de tal modo que huelgue una pregunta por otro concepto
al Prefacio de la segunda edición de la Crítica de la Razón Pura de· tiempo distinto al aristotélico-kantiano?
(B, XLI). Esa nota alude al capítulo "Refutación del idealismo" r El análisis fenomenológico de la conciencia de_ tiempo llevado
incorporado en esa segunda edición, en el cual debía mostrarse

222 223
a cabo por Husserl há mostrado> por primera vez, que ese no era intelectual· con ello se alude a una relación de la que podemos
el caso· en efecto dicho enfoque reveló, por el contrario, que el cobrar co~ciencia en cualquier momento, y no tan sólo en 1:1:ª
fundaU:ento de p;sibilidad de experimentar nuestro "estado inte- reflexión posterior, sino particularmente allí donde esa retenc1on
rior" como sucesión de representaciones, es accesible a una acla- se nos rehúsa al deslizarse en el recién sido. Lo que se sumerge en
ración más detenida.152 El análisis del tiempo expuesto por Hei- el recién sido ·nos es consciente como algo que se nos escurre de
degger en El ser y el tiempo puede ser comprendido, en un deter- entre las manos. Es posible aclarar esto recurriendo al ejemplo de
minado sentido como continuación de aquella investigación de . un discurso al que se preste atención o que uno mismo pronun-
Husserl. El ha ~onducido al punto desde el cual es posible derivar cie. Las fases singulares de lo dicho son ·retenidas todavía a lo
la temporalidad propia de la historia del mundo. Tanto la filoso- largo de algunos momentos; son aún, como dice Husse!!, "~ pre-
fía de la historia como su crítico Lowith, de manera sorprendente, sente vivo". Pero allí donde ya no se logra la retencron perde-
no han tenido en cuenta estos análisis del tiempo de Husserl y de mos el hilo" .153 Uno tiene entonces que hacer una pausa y tratar
Heidegger. Lo mismo puede decirse respecto de la únic~ investi- de· recordar explícitamente lo ya dicho. Por ello !1u~serl disLJ.?gue
gación consagrada en los últimos años al problema del tiempo de netamente la conciencia de recuerdo de la conciencia retencional
la historia· me refiero a .fa extensa obra de Rich Schaeffler sobre del recién-sido. No se puede decir, por consiguiente, qu: la _dife-
La estruclura del tiempo histórico. Es verdad que en la ·primera rencíaci9n de "presente" y "ya sido", y con ello l_a conciencia· de
parte de esta obra se examina detalladamente la analítica del 'J?asein una sucesión de nuestras representaciones que la misma supone, s~
de Heidegger, pero no las investigaciones sobre la temporalidad _Y base en el" recuerdo.· Hay que preguntar, más bien, ¿cómo es posi-
la deducción del tiempo propio de la historia del mundo a partlt ble que tengamos representaciones de la cl~~e de los recuerdos, y ·
de la estructura temporal del existente humano. esto significa, que poseamos una re~rod1:1cc10n en la cual lo cons-
Hay que- referirs.e. a esas investigaciones, por consiguiente, con ciente es sabido como ya sido -conctenc1a que falta a otros modos
el objeto de responder al menos en sus líneas fundamentales la de reproducción fantasía etc. ¿Cómo es posible, pues, que llegue-
pregunta por el tiecipo de la historia. No es pos}~l~, por .tanto, , mos en .general.' a la rep;esentación de algo como "sido" y como
examinar aquí en la totalidad de su contexto los anahsis del tiempo "pasado"? La respuesta reza: porque la con_ciencia de "pasado"
de Husserl y de Heidegger; tan sólo se destacarán aquellas ideas es justamente la, conciencia de. lo que un~ yez fue, pero ahora
que sean importantes para aclarar el problema del tiempo históri- ya no es:. Ese "ya no" es expenment~do ongmaname~te en aquel
co. ¿En qué medida se desprende de los análisis husserlianos el escurrirsé hacia el recién sido. Continuando co? .el eJe~plo adu~
hecho de que el fundamel}to d.e posibilidad de ~a conciencia d~ la cido: lo que ahora he dicho u. oído, es. ya dicho u 01~0; ~sta
sucesión ·de nuestras representaciones sea accesible a una actitud todavía ahí en el modo del contmuo deshzarse en el recten ~1do.
interrogativa? El punto de apoyo de esa posibilidad reside en l_a No puede decirse, por tanto, que ese proceso tenga l?ga~ en. el
mostración-de la conciencia retencional: en todo momento expen- tiempo en el cual, como quería Kant, la afección del sentido mter1or
mentamos el "hundimiento" de lo ahora consciente en. el "recién . pone sus representaciones, co~~ _si el. ti~mp? fuera una .f?rma de
sido" que, como tal, todavía es retenido durante un breve _mo-
mento, de modo que es posible, como es notorio, c-0ntar por eJem-
algún modo existente que posibilita distmgmr la or1enac10n 1e lo
sucesivo. Por el contrario, en el proceso del deshzarse hacia el
plo '"con posterioridad" algunas campanadas que ya han son~do. recién sido podemos _seguir la configuraci?n de esa f~rma hasta
En tal sumergirse en el recién sido -del que tenemos concien- sus propias raíces, llegando así a ser solucionable el e1;!gm~ _de 1~
cia- arraiga la diferenciación de lo "presente" y lo "ya sido". "autoafección del sentido interior" -o sea, de una actividad.
En el recién sido se nos escurre de entre las manos lo ahora cons- que no es tal, sino un ocurrir o _suceder. Una. sucesión es e:xpert-
ciente en cada caso. La conciencia no es, por tanto, la conciencia mentada como . sucesión precisamente en cuanto sus· fases smgu-
en cada caso puntual de una presencia; no es una "sucesión de re- lares más cercanas o más alejadas del presente, se retiran en el
. presentaciones" originadas en última ~nsta~cia en impresiones ~en- recié~ sido y ·en el recién sido del recién sido. Esta retirada o sus-
sibles. Ese sucederse se forma, por aS'l decirlo, ante nuestros OJOS, tracción es la que permite hablar del "tiempo que desgarra". La
en cuanto lo ahora. consciente es retenido como algo que precisa- experiencia de ·ese alejarse comportá! por tanto, el supuesto nece-
mente se desliza y ·recae en el pasado. No se trata aquí, es decir, sario para que pod.amos hablar del tiempo como. forma de una su-
en el caso de esta conciencia del recién sido, de una construcción cesión de nuestras representaciones, y para que podamos formar-
224 225
nos un concepto del tiempo precisamente como tal forma. Prima- que se escapa, para llegar, por ejemplo, al fin del discurso. Algo
riamente el tiempo es consciente y experimentado como lo que es experimentado como deslizante porque su aprehensi6n, su cap-
se nos escurre de entre las manos, o como la "forma" en que tura, es importante respecto de aquello en que tenemos puesta
cobramos cónciencia del deslizarse de lo en cada caso presente. nuestra mira -acaso oír o expresar el período hasta el final-,
La representación del tiempo como forma en la figura de la· ya. que ello no sería posible siríla mencionada retención. El tiempo
j' es experimentado, por tanto, como algo que se desliza en la me-
línea no es, por tanto, adecuada al modo como nosotros experi-
mentamos lo temporal. Pero precisamente la filosofía de la historia dida en que es el tiempo que necesitamos para un propósito; prin-
se ha orientado de acuerdo con esa- imagen lineal, más precisa- ci]?-almente se lo experimenta como el lapso del "entre tanto" y el
mente, con una imagen de un curso rectilíneo, enredándose así · "hasta entonces", o sea, como el tiempo que nos es fijado con ese
en aporías insolublés. Pues efectivamente el presente no es el ahora ·"entre-tanto". Heidegger designa esos caracteres del "entre tanto"
puntual, el punto-ahora susceptible de desprenderse sin más de otro y el "hasta entonces" como las más originarias determinaciones del
ahora; es a la par conciencia de lo presente y del recién sido todavía tiempo, mostrando así aquella estructura del tiempo que posibilita
retenido. La exposición de esa imagen exige, pues, una bidimensio- su medición. En este trabajo no podemos seguir con más detalle
nalidad, y Husserl ha proyectado su "diagrama" del tiempo se.gún esa deducción. Cuando Aristóteles dice que el tiempo "es medido
esta exigencia. en el alman menciona precisamente con tal característica el funda'"
Por cierto, Husserl anota que a la conciencia del ahora, de la mento de posibilidad de su medición y enumeración. 154 En este
presencia viva, no corresponde únicamente la conciencia del recién sentido se aclara además la conexión -no investigada por Hus-
sido, sino además la "protención", la Í,11ffiediata expectación del serl- entre el previo estar orientado de modo protencional y la
"en seguida". Lo que en cada caso se presente ahora como tal, es conservación retencional del recién sido que se desliza. Este sumer-
·consciente por el hecho de que es lo que había sido "esperado'' girse y deslizarse en el recién sido sólo es experimentable para el
como inminente. La ?intencionalidad de la conciencia consiste siem- hombre en cuanto ser que está orientado de antemano, dirigido
pre, en este respecto, en un ir en busca del "en seguida". Este . · por propósitos en su comportamiento; es dedr, en cuanto ser que
· acude tal como se lo esper.aba o de otra manera, arraigando en este piensa y obra persiguiendo fines en su vida y dirigido en su obrar
'último caso el fenómeno de la sorpresa y de la desilusión que, a por la representación de lo aún no efectivamente real, sino tan
menudo, puede trocarse en espanto. Se trata entonces de "tachar" sólo realizable precisamente en virtud de su actividad. Así, pues,
la expectativa, hecho que encuentra su formulación en la negación sólo es posible preguntar y llegar más allá del concepto kantiano
"no así, sino de otra mah.era" -y esta experiencia presupone el del tiempo entendido como forma de la sucesión de nuestras repre-
protencional estar-ya-siempre-orientado hacia más allá de lo pre- sentaciones y estados, si no se considera al tiempo solamente como
sente. La protención, pues, se comporta. respecto de la expecta- una de las condiciones de posibilidad del representar y el conocer,
tiva expresa -el} cuanto hacerse presente anticipadamente algo sino que en el mismo preguntar se incluye a la par la temporalidad
en el figurarse o en el imaginarse- de modo análogo a cómo la del obrar de la cual somos conscientes en todo momento.
retención se relaciona con el recuerdo. De todos modos, es verdad En esta estructura fundamental del hombre entendido como ser
que Husserl tan sólo ha rozado muy brevemente la estructura de la que obra y como ser activo reside, pues, el hecho de que para él
protención, sin investigar de modo más detenido la cuestión de su haya pasado, que se dé lo que, por así decirlo, se le ha escurrido·
relación con la conservación retencional. · de entre las manos. Retención y protención no están en el mismo
En vista de tal pregunta que permaneció sin respuesta, muy nivel de la ordenación, como podría parecer según los análisis de
bien_ pueden considerarse los análisis heidegge~ianos del tiempo en Husserl; más bien, la tendencia a conservar, en vista de la cual el
\'
. 1· su obra El ser y el tiempo como un paso más adelante en la acla- ahora se muestra como deslizándose y sumergiéndose, se funda en
ración de la esencia propia del tiempo. Aquí se trata de la pre- aquel estar dirigido hacia lo que hay que esperar y realizar en el
gunta acerca de dónde debe buscarse el fundamento de posibilidad futuro. El tiempo se temporaliza a partir del futuro. Esto signi-
q.e la conciencia del ahora entendida como conciencia de algo que fica, relacionado con el análisis kantiano: el tiempo no es la forma
se nos escapa de las ni_anos. El ya mencionado ejemplo del discurso de la intuición y, como tal, constitutivo de la posibilidad del cono-
puede brindarnos una indicación de la posible respuesta. El ahora cimiento teórico de objetos, sino que para que para nosotros, el
es experimentado como un deslizarse en el que importa retener lo tie~po "se dé" ("es gibt"; "haya") como esa forma, debe dedu-

226· 227
j

cirse del hecho de., q~e el ser racional y cognoscente es siempre> a de este presente en lo que respecta a nuestra vida?, tal es la
}a vez> un_ ser practic~m:n_.te activo> un ser que obra. Es práctica- cuestión según la cual se orienta todo obrar, no sólo el. del indivi-
ment_e activo; esto significa: es en su mundo comprendiéndose duo con sus decisiones particulares, sino también el que lleva a
en., vista de _s1:1 _poder, de lo que es capaz, y tal pod.~r implica al cabo decisiones históricas. Bien puede ser que esto parezca una
umso1:o posibilidad_ rea! y '~capacibilidad" ("Vermoglichkeit»)) co- verdad de Perogrullo; pero lo notable es qüe la filosofía de la
mo ~h5: Husserl; implica, pues, ouvcx:µ1s en su doble sentido de historia no haya atendido las consecuencias que de aquí resultan
posstbtlztas y pote7:t_i~> pudiendo deducirse de aquí todos los demás en lo que atañe 11 la pregunta por ef tiempo propio de la historia.
co:iceptos de posibilidad. Ese poder consiste, en el sentido más Ahora bien, ¿qué se sigue, de estas simples verdades? Todo afán ·
baJo Y ~l~mental, e_n el aprender a comprenderse en el dominio de por retener y conocer lo que ha sido, tanto el del individuo como
la motr~~idad de Io_s mie?lbros del cuerpo propio ,y, con eilo, en la el de la historiografía, se funda en la voluntad de mantener aque-
~l;perac10n de la distancia llevada a cabo por el movimiento. Tan llo que se desliza por encima del "recién sido" en el hundimiento
solo para un ser 3.,sí. constituido existe la diferencia de pasado, pre- y en el olvido siempre crecientes. Esa voluntad de retención se
sente Y futuro; umcamente para él hay, por ello tiempo como funda en la necesidad de tener que llevar a cabo sus prop6sitos
"for~a del sentido interior" y un acontecer cuyo ~urso puede ser f en el obrar y de tener que orientarse para ello. La existencia aspira
. a la estabilidad, a aferrarse a lo acreditado y ya existente, y tradi-
expen11:entado como acontecer en una serie de representaciones.
·. ¿ Que result~ de. esto en lo que respecta a la pregunta por el cionalmente vigente. Pero aun allí donde tiene que atravesar y
t~empo de la. hist~:ma y en relación con un discurrir acerca de un sobrepasar esto en la resistencia, experimenta justamente lo ya
fina~ de. la histona? ¿Y qué significa entonces la continuidad de existente como resistencia . de la que se desprende. De tal modo
la 1;ist?~i~? El coml?ortamiento del hombre, entendido como obrar, uno se pregunta acaso en una situación: ¿cómo se ha llegado a
esta d1r!gido por miras; y es obrar tan sólo en cuanto lo está· es esto, qué errores cometimos, dónde se produjo el desvío que mo-
tendencia a la realización de_ lo real aún no presente pero repre- tivó que ahora nos encontremos metidos en estas dificultades?
~ef1;tado como meta. En este sentido dice Husserl en sus reflexiones En este punto hace su entrada ·el recuerdo. Esto vale tanto para
u!timas. que ~l s~r del hombre consiste en ser teleológico. Ahora el individuo como para la· vida de las comunidades humanas y su_
bien, si la histona proc~de del _o~rar humano, ya está dispuesto> historia. Lo memorable es conservado no sólo en la intimidad del
po: t~n_to> en l~ ,:nas ba¡a condzcion de su propia posibilidad) un
prznczpzo teleologzco para la experiencia de su devenir. Por cuanto
corazón;. está allí de modo patente en las palabras y en las can-
ciones, o aun corporalmente en monumentos que acaso recuerdan
el pe1:s~r griego concibi~ la totalidad del acontecer cósmico como un poder fundante que ha instaurado así una obligación. En este
teleologicamente determmado, no conoció ciertamente diferencia sentido dice Dilthey que "la historia es recuerdo"; y la estructura
alguna entre los princil:'ios ?el devenir del acontecer natural y los· del recuerdo puede instruirnos sobre la estructura del tiempo
del. acontecer de la h1stona. Tal diferenciación únicamente fue propio de la historia. El recuerdo no hace presente todas y
P?s1ble sobre la Base c:istiana de la expectación de un final, y tan· cada una de las cosas que alguna vez fueron, sino, en primer
solo de~de :ntonces existe 1:1n J:roblema específico de la teleología lugar, aquello que rige como algo significativo e importante para
de la h1stona y de la expenencia de la historia como tal. La fun- la vida actual; esto quiere d_ecir, como sirviendo a la plenitud
damental estructura teleol?g_ica del mundo histórico en el que de sentido hacia la que se tiende. El recuerdo hace saltos, por así.
v1v1mos se puede aclarar facilmente a la luz de lo que denomina- decirlo. ¿Qué lo ayuda en tales saltos? Justamente ese palpar y
mos las situaciones en que nos encontramos en ·cada caso como rebuscar la situación en cada caso dada gue· ha llegado a ser así
s:r es _ac t uantes. 155 L a sttuacion
· . ., es en ca d a caso un momento en 1a partiendo de condiciones establecidas en el pasado. La situación
h1stot1~ que nosotros vivimos, configurada por lo que ha sido y es registrada en vista del modo cómo eso ya existente nos brinda
producida dentro del mundo _circundante con sus hechos ya exis- o nos cierra posibilidades de obrar en el presente; en vista, por
tentes Y 1ados de modo sensible. Pero no está configurada como tanto, de lo que significa para llevar nuesfra propia vida aquí y
n:iero conJunto_ de lo que ya existe para nosotros en el presente, ahora. Es eso memorable lo que se trata de retener y de hacer
s1;11.? comprendida y palpada, por así decirlo, en vista de las posi- · presente en el recuerdo. Ahora bien, si la historia se constituye
b1hd~des que of;ece _a n1;1estro obrar o de lás resistencias que opone de tal modo en el recuerdo, y si éste hace saltos, se sigue de aquí
al mismo. ¿Que es mmmente para nosotros, qué podemos esperar por tanto, en lo que respecta a nuestro tema; que el tiempo de la

228 229
historf~ no es la forma de un acontecer continuo, entendido como primero el acontecer como suces10n desprovista de sentido en el
suceszon de resultados que se · presentan en una causalidad sin cual, posteriormente, nos encontremos; sino que la representación
cort_es. J. Lohmann ha señalado que la idea de esta serie completa de ese acontecer como sucesión con una distancia temporalmente
Y sm cortes de causae efficientes es un producto tardío no des-
medible, está siempre subordinada al presente de cada caso, a
partir del cual la reflexión retrospectiva se dirige hacia· el recuerdu
arrollado hasta~ la Stoa. 156 ~os historiado!es antiguos no pregunta-
de "cómo esto ha llegado a ser de tal modo". Toda cronología se
ban por la cx..1.:ncx.. en el sentido de la causa efficiens, sino entendida
refiere a un presente y a su distancia respecto de un suceso rete-
com~ aquello que adeuda· algo. El análisis del azar en la Física aris-
nido y recordado como determinante de ese presente.
totélica pue~le- confirmar lo dicho. En efecto, para Aristóteles no
Debemos ver ahora qué resulta de todo esto en lo que atañe al
~ay una. serie coI?ple~a y sin cor!es de cx..vdcx..i. La pregunta por el sentido de un hablar sobre el final del tiempo. La antinomia sobre
~f:In,Pº de la h1sto1:a ~o consi~te, por tanto, en cuestionarse el final y la sinfinitud del tiempo y, con ello, sobre el acontecer
c_como se hace la historia a partrr del acontecer?" --como si en
en el tiempo, tiene lugar únicamente cuando el tiempo es com-
~nmer lugar hubiese para nuestra experiencia el nexo completo y
prendido erróneamente, dogmáticamente, por así decir, como for-
sm cortes de un acontecer causal, representado en la sucesión de ma de un acontecer que se desarrolla en .sí mismo. Pero aun en
°:uestras representaciones, e importara luego encontrar los crite- el caso de que se la reduzca críticamente a la forma de los fenó-
rios par~ ve~ qué se elige y es relevante como hecho histórico. Se menos, puede demostrarse por cierto la Idea de un final de todas
trata, ~as bien, de~preguntar inversamente -en una suerte de giro las cosas como Idea de la razón práctica, pero no puede ser esta-
c?permcano--: ¿co1:10 se llega, partiendo de la originaria experien- blecida la relación de dicha Idea con el obrar --en la medida en
cia de la temporalidad de nuestra existencia en el mundo a la que éste, en cuanto tal, produce sus efectos en el mundo sensi-
r~presentación de una serie. temporal completa y sin cortes ~nten- ble-,-; porque el tiempo de la historia no se agota en ser forma
dzd~ como form~ del curso de _un acontecer continuo representado de la representación de una sucesión continua según la categoría de
segun -la categorta de la causalidad? Husserl llevó a cabo esta de- la causalidad. Lo que es el tiempo no se revela de modo primario
ducción ya en -~us analisis del tiempo; y Heidegger extrajo de allí en el comportamiento propio del pensar y del representar, sino
las_ consecuencras par~ la pregun.ta · por el tiempo de la historia ~tan sólo en la medida en que el mismo pensamiento corresponde
umve:$~- La contmmdad de la historia, según el modo como la a un ser que obra. Tan sólo en virtud de ello es posible la formf1.
expe_m~entamos en cu~nto historia, no se apoya, por tanto, en la temporal y la determinación del tiempo, y no por el hecho de que
~,o~tmmdad. de u1;, acontecer causal completo y sin cortes, en un lo dado por los sentidos se ordene en una forma a priori de la
~etp-.po umversal . (?cha9ffler), en el cual se ordena el tiempo sucesión. ·
~storico. T~l c?ntmmdad se basa en su finalidad, y ésta no con- ¿Dónde acontece, pues, según esto, el final de la historia, si a
siste e~ la fmalidad de una providencia divina, sino que se decide su representación -y ello queda en pie- no corresponde nin-
e? la .. ~bertad_ del obrar. Los hechos ya existentes y dados en la guna realidad objetiva, ya que tanto finalización como sinfinitud
situacron so~ mter:rogados_ ~D: vista del "hacia dónde"· al que con- no son objetos qe una experiencia posible? Al respecto debe de-
ducen, en vista de las posibilidades que brindan o sustraen a nues- cirse lo siguiente: Del mismo modo que la historia no tiene en_ sí
tro obrar. Este sentido teleológico de tal acontecer no es, pues, algo su continuidad y su unidad -:-por cuanto sólo hay historia gracias
que se le agregue desde afuera y posteriormente, sino que reside al obrar de los hombres, y su continuidad en cada caso tiene que
en el he~ho de que el acontecer pasado, junto con sus resultados ser restablecida otra vez allí donde el obrar re/ífre lo pasado a lo
ti"'.··.
i't' ahora existentes, es aquello en medio de lo que nosotros tenemos que realizará en el porvenir-, así también, únicamente se puede
i '.
t
que obrar. decidir sobre el final ~omo sentido y meta del acontecer en el
Aho:a bi~n,_ ¿cómo debe concebirse, según esto, la continuidad de suceso que implica el obrar de cada caso. La expectación que dirige
la. h1stona\ ~orno 1~ unidad del acontecer en el modo en que la ese ímgetu hacia el futuro, allí donde se arriesga a resistir todo lo
misma_ t~n solo y reiteradamente es establecida en todo momento ya dado y vigente, y donde, bajo determinadas circunstancias,
al refl~xtonar sobre las posibilidades del obrar en la situación re- asume el riesgo de su propia vida, ya no puede ser expectación
trocediendo a l~s condi~ones b.ajo ~as _que ésta ha llegado a ser de determinadas consecuencias calculables del obrar, ni tampoco·
-por <:uya razon, adema~, la_ historia siempre tiene que volver a en el sentido de esperanza en la probabilidad del éxito, sino en el
ser escnta. Nuestra experiencia no tiene lugar de modo que se dé
231
230

..;: ,,
de una es~er~~ que, af1?M la- abs?lut~ mcertidumbre y supera siempre se restablece por vez primera la unidad ·de la .historia en
con .. !al af~acion!ª mtsma muerte: ' Mu~rte, ¿dónde está tu la reflexión rememorativa.
~Jon; Infierno, donde está tu triunfo?". Esta expectación con- ¿Cómo puede explicarse, según esto, la ironía que reside en el
siste en la esperanza en vista del eschaton enten_dído como inque- hecho de la posibilidad de hacer la historia que es propia del
brantable certeza dentro de la total incertidumbre. En este punto hombre? Consiste ·en que es tan sólo. una posibilidad de hacer en
debe buscarse el indisoluble enlace de "historia profana e historia un sentido técnico, es obra de la "razón técnica" (Kant), la cual,
sagrada,,. En el ca.so en que deba haber en general historia para sin embargo, por sí misma no puede formarse un concepto d,el
el hombre, entendida como acontecer en el que no es imposible "sentido" de lo que· debe realizar, ni un criterio para decidir sobre
lo 1;1u~vo, es pre,cisamente aquí donde debe buscarse su lugar de la bondad de lo que hará. Por ello, tampoco posee criterios para de-
naC1m1ento; aqm donde surge aquello que llamamos los sucesos limitar el poder y el ser permitido de aquello que se puede. Ese cri-
de !a. hi~toria. Todo suceso es a la par comienzo y fina_l. En él se . terio, determinado formalmente por Kant como ley moral, obliga de
decide si el obrar satisf3:ce la exigencia que le es impuesta, o si modo incondicional. No tiene en cuenta la posibilidad o la imposi-
fracasa ante ellaj---Se ·decide, pues, si el obrar "hace justicia a su bilidad en el sentido de la razón "técnica". Satisfacer ese mandato
situación" -lo cual no significa abandonarse a la conducción de es el riesgo a partir del cual, únicamente,. surge el suceso histórico.
aquello que, habiendo surgido de lo que ha sido, ya está ahí; sino, Significa someterse a una obligación y a una exigencia cuyo cum-
.por el contrario, captar lo dado, lo ya existente, en vista de sus plimiento, según sus consecuencias, encierra posibilidades no calcu-
m~a~culables posibilidades, resistiéndose contra lo. establecido y lables del poder hacer .. Esa exigencia rige también en situaciones
exigido por el mundo, pero obedeciendo a un mandamiento que desesperadas· a las cuales, "pese a ello" se le opone. Aquí radica
tan sólo puede caracterizarse filosóficamente de modo formal en el punto desde el que puede aclararse la posibilidad del novum
virtud . de lá forma de su incondicionalidad, cosa que permitió a (E. Bloch), de la novedad · en la historia -una aclaración que,
Kant, Justamente en consideración a esa incondicionalidad hablar según Sartre, tiene que .ser la ·tarea propia de una filosofía de la
de su ·"divina majestad". Esa obediencia significa llevar' a cabo. historia en· el caso de que ésta deba merecer ese nombre. De tal
algo que en la mayoría de los casos tiene en.su contra a este mundo modo, Ía historia se· origina . en ·los sucesos y tiene en ellos su
y a sus ordenaciones ya dadas y defendidas. Esa obediencia expe- comienzo y a la par su final. Un suceso. no consiste en lo que -ca-
rimenta "el poder de lo Absoluto" (Hegel) .. Pero experimentarlo sualmente se presenta en lo contingente y no planeado; sino que
y ~orresponderl~ en la obediencia no es u_n acontecer que sólo in- la posibilidad del suceso, por .el contrario_, se funda~e~ta en la
tenorf!lente decida sobre .la salvación del alma individual. Es cierto libertad moral que está sometida a un tribunal. El limite de la
que. frente a la. incondicionalidad. de ese mandamiento únicamente planeabilidad de la historia no consiste, pues, en el hecho de que
importa la "pureza de las máximas"; pero el obrar de allí resul- · reiteradamente la consecuencia del obrar sea diferente a la deseada,
tante no puede dejar, sin embargo, de producir consecuencias en de que las obras y los hechos se enajenen del hombre que los ~evó
-el 1:1un10. Por ell9 e~ imp~sible separar entre sí historia. profana a cabo. La "astucia de la "razón" no se exterioriza al corregir la
e historia· sagrada; es Imposible abandonar a la condenación la his- miopía del hombre, sino en el hecho de haberle da~o a éste . I~
toria que hacemos en virtud .de nuestro obrar, refugiándonos en libertad en el sentido de responsabilidad moral. La mcalculabili-
!a ~s~oica resignación de ~a idea del curso circular o en la pura dad no. consiste en la imposibilidad de calcular las consecuencias
mtimtdad de una fe que libra el mundo a sí mismo. La esperanza de las acciones, sino que es la incalculabilidad de las acciones mis-
en la s~v.ación y el temor de la condenación constituyen los im- mas, en cuanto éstas se realizan a partir de la libertad en la que
pulsos últ1mos del obrar humano, el cual siempre sabe de alguna estriba el fundamento de posibilidad de la obediencia y la des-
manera que debe respónsabilizarse de lo que hace, pues justamente obediencia.
en tal, hacer y sólo en él llega _a s~r la historia; y que siempre sabe;
ademas, de alguna manera, si bien a menudo --como suele de-
cirse- ':con una mala conciencia", que al hacerlo es medid0 con
una !°-edida a la que se le exige corresponder. En esta correspon-
d~ncia o no correspondencia surgen los sucesos históricos, y en
vista de éstos y de su significación para el presente de ·cada caso
232 233
_ _ ,,. j

INDICE DE NOMBRES CITADOS


Aristóteles, 84, 88, 89, 103, 126, Medicus, 222.
143, 144, 166, 183, 199, 223, 227, Meinecke, 53.
230. · Merleau-Ponty, 9, 87, 193, 195-209.
Agustín, San, 44, 68, 223. Misch, 8, 18, 34, 186.
Bloch, 233. Moser, 47.
Boeckh, 40, 49. Montesquieu, 55.
Bultmann, 213. Newton, 68.
Burckhardt, 217. Nietzsche, 70, 176.
Descartes, 194, 197, .200. Parménides, 176, 177.
Dilthey, 12, 13, 19, 20, 22-26, 32, Platón, 83, 84, 103, 104, 128, 143.
33, 36, 45, 47-51, 54, 55, 74, 229. Ranke, 40, 44, 68, 69, 71, 74.
Driesch, 59. Rousseau, 58.
Düring, i45, 146. Sartre, 193, 198, 204, 208, 209, 233.
Eloy, 189. Savigny, 40.
Engels, 94, 95, 102, 144-149, 214. Schaeffler, 224, 230.
Feuerbach, 91, 130-132, 142, 143, Schelling, 116, 155, 199.
145, 148, 177, 199. Spengler, 218.
Fic:hte, 116. Stalin, 140, 147.
Gadamer, 8. Toynbee, 218.
Galileo, 172-174. Troeltsch, 222.
Goethe-, 56, 70. Vico, 39, 155.
Grimm, Jakob, 40. Voltaire, 7, 56, 70, 211. 219.
Habermas, 95, 215. Wiener, 215.
Hegel, 9, 54, 59, 68, 75-77, 79-98,
100-102, 104-118, 121-135, 137-
139, 141, 143, 146, 148-151, 153,
155. 190, 195, 198, 199, 211, 219-
221, 223, 232.
Heidegger, 45, 51, 176, 177, 189,
191, 196, 200, 208, 224, 226, 227,
230.
Herder, 47, 53, 69, 207.
Homero, 50.
Humboldt, Wílhelm von, 42, 68.
Hume, 167.
Husserl, 7, 9, 11, 12-15, 19, 23, 24,
31, 33, 34, 36, 156-162, 165-171,
175-181, 183-189, 193, 197, 200-
203, 205, 206, 208-210, 224-228,
230.
Kant, 8, 47, 53-56, 58-74, 104, 105,
110, 116, 126, 147, 148, 155, 159,
165, 180, 183, 190, 199,212, 216,
218-223, 225, 232, 233.
Kesting, 214, 215.
Koffka,' 47.
Lenin, 147.
Litt, 53.
Lowith, 54, 217-219, 221, 222.
Lohmann, 229, 231.
Marx, 7, 9, 50, ·93-100, 102, 107,
109, 113, 123, 130-146, 148-151,
153, 1:95, 198-200, 214, 215.

235
·, INDICE TEMATICO
absoluto ( espíritu a., idea.) 82-87, 133 s., 159-165, 167, 203-209,
117 s., 134, 138- s., 148-151, 190, 228.
201, 202. dentro-fuera, 165.
acontecer, 232 s. desarrollo, 21.
actitud, 157, 158, 162 s., 178-180. devenir, 105, 176, 211. 228.
acto, 15, 200. dialéctica, 93 s., 97, 101-105, 108,
afección ( de los sentidos) 159 s., 114, 120, 126-129, 143, 145-147,
165-168. 153, 189, 219, 221.
alma, 140, 144, 161-163, 204. Dios, 64, 89, 90, 91, 97, 106, 107,
ambigüedad, 202, 201 s. 108, 109, 113, 114, 116, 117, 118,
amor, 108, 111 s., 116. 119, 120, 121, 127, 128, 129, 131,
a priori, 147, 174, 178, 182, 184-191. 136, 150, 153, 199.
a. p. de la historia, 8, 67, 70 s., 191, D. reino de, 68, 219.
1 222.
a. p. regional, 171 s.
dominio, pretensión de, 193, 200,
209.
asociación, 28. d. totalitario · ( dictadura, terror),
bien (supremo), 63, 71, 219. 152, 193.
doxa, 153, 176, 178.
cartesianismo, 195, 197 s., 204, 208. efectuaciones constitutivas ( Konsti-
·causalidad, 159 s.,_ 161 s., 212, 230- tuierende Leistungen), 33, 164 s.,
231. 170, 178 s., 181 s., 201, 205, 208.
ciencia, 146, 149 s., 170-175, 182- empirismo, 147 s., 173.
185, 194, 202. enajenación, 99, 128, 139, 153 s.;
ciencia del espíritu, 39 s., 43, 45, . 216, 233.
126, 221. escatología, 148, 211, 214, 217 s.,
cinestesia, 159-161, 162, 163, 165, 220 s., 228, 232.
166, 168, 181, 205. esencia, intuición de e. 11, 187, 205.
clase, clases (Klasse, Stande), 136 s. espacio, espacialidad, 159, 205.
cogito prereflesiv, 204 s. especulativo, 89, 127, 130.
comprender, comprensión, 20, 40-52, esperanza, 212, 217, 220, 231 s.
73. espontaneidád, 140, 142, 159, 166 s.
c. círculo de la, 49, 126. Estado, 135 s.
concebir, 129. evidencia, 175, 177 s., 187, 197,
conciencia, 16 s:, 224. 201 s.
c. análisis de la, 159, 195, 200. existencia (Dasein), 127, 166, 188,
c. corriente de la, 15, 24· s., 33. 198, 208 s.
c. inmanencia de la, 17, 26, 164. existencialismo, 198, 209.
c. protencional y retencional, 167, expectación; 226, 231.
224-227. experiencia, experimentar, 1{ 27,
conocimiento, 124, 127, 146, 150. 127, 128.
c. teoría del, 45, 183 s. experiencia pre-predicativa, 14.
contemplación (delo sagrado), 124, experimento, 157 s., 174 s., 190.
'133, 150. fáctico, facticidad, 11, 17, 3 5 s., 129,
contradicción, pr. de, 125. 153, 171, 187, 207.
cosmopolita, 59, 67. fe, 64, 108, 109 s., 211, 213, 217,
cosa en sí, 104, 105, 109, 142 s., 222.
147 s., 159. fenomenología, 11 s., 34 s., 169 s.,
cosa (materia), 156-163, 185. 176-179, 183 s., 193, 196-199, 207-
crisis, 170 s., 175. 210.
crítica de la situación social, 132, filosofía, 34, 123, 127, 131, 137,
_¡ 145, 149, 176, 182, 220.
137, 138.
cronología, 230. f. analítica, 215.
cuerpo (propio), corporeidad, 140, filósofo, sombra del, 195, 197, 200.
209. 237
..

física, 148, 158 s., 172 s. libertad, 121 s., 127, 132 s., 149- planeamiento, 124, ·152, 215-217, ser, 77, 108 s., 143, i76, 201, 206.
fuerza, 166-168. 152, 160, 168, 187, 190, 193 s., 233. ser en el mundo, 26, 33 s., 168,
futuro, porvenir, 130, 151, 180 s., 204, 207-210, 230, 233. poder (Konnen), 166-168, 228, ·233. 208 s.
187, 217, 227 s. lógica, 125, 129, 188. posibilidad, 165, 182, 190, 195, 198, ser para el mundo, 203, 207-208.
génesis, 15-17; 31-33. marxismo, 9, 93 s., 144 s., 147-149, 228. ser uno en el set separado, 85, 108,
hermenéutica, 44-45, 196. 153-155, 193-195, 198 s., 209, .214, posición, 14, 141, 180, 201 s. 111, 117, 125, 150.
hipótesis, 174, 175, 182, 183. 216. positivismo, 155, 194, 213, 215-216. síntesis, 159, 167, 205 s.
historia, historicidad, (Geschíchte, materia, 88, 142, 146, 155 s., 158, positividad del Cristianismo, 106- sistema, 75, 78-80, 85, 86, 117, 195.
geschichtlichkeit), 11-13, 16, 21, 161, 165 s., 168, 198 s., 208. 107, 114. situación, 21, 30, 51, 125, 207, 228,
41 s., 48-59, 64, 74, 120-123, materia primera, 88, 103, 143; 166, pragmatismo, 215, 216. 232.
126, 130-140, 148-155, 161, 168, 168. praxis, 155, 172 s., 198, 214. subjetividad trasc:::endental constitu-
179-187, 189, 194, 196 s., 200,' materialismo, 138, 140, 144-148, 155. prefiguración típica, 27, 29. yente, 12, 34-37, 164, 170, 178 s.,
206, 211-215, 220, 228, 232 s., mediación; 189 s. · presente, 21, 180 s., 186, 206, 224 s., 181, 184, 186-191, 201 s., 209.
historia, historiografía (Historie), meta, estar orientado hacia una m., 228-229. substancia, 103 s., 146.
19, 70 s., 179, 183 s., 185, 211. 168, 172 s., 228. previsión, 173 s., 182. s. como sujeto, 83, 101, 103, 117,
h. continuidad de la, 217 s., 221 s., metafísica, 96, 129, 141, 143-145, principio, 78-81, 87-90, 95-100, 126 s., 134.
228, 230 s. 175, 200, 201. 128 s., 143 s. superación {Aufherung), 125, 200.
h. filosofía de la, 7, 53 s., 64, 211- modelo, representación de, 175. producción, autoproducción, relacio- superestructura-infraestructura, 139
213, 217. motivación, 163. nes de p. 134-140, 144, 149 s. s., 144, 147.
h. comprensión de la, 53, 66 s., 70- moverse, 165, 168. progreso, fe en el, 214, 217 s. teleología (finalidad), 36, 52 s., 57,
74, 218-222, 228. mundo (Welt), 26 s., 30 s., 49 s., proletariado, 136 s., 148, 151. 59-65, 70 s., 130 s., 166-168, 189,
h. final de la, 211-233. 81, 157, 168, 171-175, 177-182, protoevidencias, 175, 186-188. 209, 217, 219 s., 222, 228, 230.
h. fuerzas de la, 7 s., 20-22, 156. 183-187, 200-203, 207-211, 215, protoobjeto, 157 s. temporalidad, tiempo, conciencia de
h. hilos conductores, 56, 59, 67, 70- 218, 221. proyecto, 174, 189 s. . t. 15, 24, 36 s., 186 s., 223, 227,
72, 221. m. concepto natural del, 169. · razón, 127, 128, 129, 147, 188, 189, 230 s.
h. teoría del curso circuiar de la, m. concepción del, 32 s. 219 s., 233. trabajo,. 134, 136, 141-144, 146.
161, 217, 221, 233. m. historia del, historia universal, r .. astucia de la, 57, 120, 124, 151, tradición, 187.
historicismo, 54. 16, 67, l.}4, 180 s., 185, 211 s. 233. trascendencia, 52, 153, 164, · 190,
hombre, 58, 133, 137-139, 141 s., 220, 224, 232 s. r. fe en la, 220. 207.
146, 149, 150, 151, 162, 188, 195, mundo histórico, 19 s., 22. racionalidad de lo real, 120, 133. trascendental, 164, 201.
212 s., 227 s. mundano (.mundan), 185. realidad (Realitat), 141, 160 s. variación~ 35 s., 187.
h. género humano, 148-151. naturaleza, 86, 11.?, 119, 141-144, realización ( Verwirklichung), 13 2, verdad; 8, 146, 158, 174-176, 183,
horizonte, 27 s., 31, 172 s., 180f182, 146-149, 161-167, 181 s. 148-151, 198. 185, 207.
185, 187, 190 s., 200, 206. ' nat. ciencia de la, 146 s., 15,6, 158, receptividad, 159, 165. vida, 17-21, 171 s.
humanismo real, 139. 162, 164, 172, 175, 182, 185. reconocimiento, 108, 112 s., 121, vida, mundo de la, 162-164, 167,
ideas, mundo de las, 82 s., 103, 128, neokantismo, 171. · · 127, 152. 169-182, 186-188, 190, 202, 208,
135, 140, 148, 176, 186, 190. nihilismo, 128. recuerdo, 28, 167, 225, 229. 209.
idealidades, 13 s., 18. -·, obediencia, 151, 232. reducción, 12, 34, 36, 177 ·s., 181 s., vivencia, vivenciar, 17, 23-24.
idealismo, 81, 125, 138, 141-142, objeto (Gegenstand), 15, 141, 200. 186, 190, 210. voluntad, carácter xolitívo (Wíllen-
145-146, 156 s. objetivación (objektivierung), 19, · referencia, nexos referenciales, 14., tlichkeit), 124, 190 s., 212,
idealización, 182, 185 s., 188 s. 49-50, 141, 158, 162, 182. 27-28, 32. yo (ego), 161, 164 s., 165 s., 188 s.,
identidad, 126, 153, 157, 161. objetividad, 41, 44. · reflexión, 111, 125, 185, 187, 191- 200-201, 204-207.
ideología, 140, 152, 214 s. objetivismo, 41, 175. 195, 198, 200-210, 213, 214. yo,lo genético y originariamente ex-
Ilustración, 58, 59, 66, 219. obrar, 124, 139, 153, 198, 212, 215, religión, crítica de la, 131-134, 137. traño al yo, 165 s.
individuo, individualidad, 150 s. 220-222, 227-233. resolución, 99 s., 137, 140, 148 s.
inducción, 173, 175, 188. origen, cuestión fenomenológica del, saber absoluto, 129 s., 148, 151 s.,
intencionalidad, anál_isis intenc. · 14, 171. 197, 201.
17, 23-27, 164, 166 s., 189 s., 209, paréntéSis ( poner entre), 180, 20.l s. saber habitual, 206.
226. pasado, 180 s., 187, 201, 206, 225- sensación, sentir, A7, 143, 207.
intencional, implicación intenc. 28, 228. sensualismo, 143. · .
32, 34. pensar, 84, 124-125, 128, 139 s., 196, .sentidos, sern;ibilidad, 141, 164, 165.
invariante, 163, 173, 188-189, 202. 198. sentido (significación), 14, 22, 23,
irrelativo, 209. no pensado, impensado, 195-199 . 33 s., 124, 155, 171, 207, 223 s,
. \. juicio, juzgar, 13, 84 s., 109, 117 s. percepción, 157, 159, 173, 205-207. sentido; formación (instauración),
ley moral: factum de la ley moral, perspectiva, 157, 159; 205. 14, ,?03, 207. . .
63; 66 s., 150, 220, 232.
238 239
- -- - ~---

ACERCA DE LOS TRABAJOS REUNIDOS EN EL PRESENTE LIBRO

I. El problema de la historicidad de la vida y la fenomenología de


Husserl. Manuscrito de una conferencia leída en la Kantgesellschaft
de Gotinga, en julio de 1932; impreso luego en "Phanomenologie und
Metaphysik" (Hamburgo, 1949, pp. 22 ss.). Los restantes trabajos de
ese libro, que no ha sido reeditado, se publicaron en "Der W eg der
Phanomenologie" [ versión castellana de M: Presas: "El camino de
la fenomenología", Buenos Aires, 1968].
II. Sobre la comprensión en las ciencias del espíritu. Conferencia pro-
nunciada con motivo de los Kieler Universítiitstage,. en febrero de
1951; publicada en Zeitschrift für phílosophische Forschung VI, 1952,
pp. 1 SS.
III. La historia en él pensamiento de Kant. Studíum Generale VII, 1954,
pp. 533 SS.

IV. El concepto de sistema en Hegel. Conferencia inédita leída en el


ciclo Die universalen Systeme organizado por la Academia Evangé-
lica de Hamburgo en la Universidad de la misma ciudad, en diciem-
bre de 1956.
V. El problema de ·la dialéctic{1.. Marxismus-Studien, Tomo III, Tubinga:
J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1960, pp. 1 ss.
VI. La fenomenología de la corporeidad y el problema de la materia.
En: Beispiele, escritos en homenaje a Eugen Eink en su 60 aniver-
sario (Nijhoff Verlag, 1965), pp. 291 ss.
VII. El problema de la ciencia trascendental del a priori del mundo· de
la vida. Comunicación para el simposio sobre Lebenswelt del Con- .
greso Internacional de Filosofía de México, septiembre de 1963. Im-
preso en las Actas del Congreso, México, 1963.
VIII. La confrontación de Merleau-Ponty con la fenomenología de Husserl.
+ -.
Del manuscrito inédito de una conferencia sobre "La fenomenología
en Francia", emitida por la Norddeuüche Rundfunk, en abril de 1966.
XI. El problema filosófico del final de la· historia. En: Kritik und Me-
taphysik, libro de homenaje a Heinz Heimsoeth (Berlín, W. de Gruy-
ter, ¡966), pp. 224.ss.

•~ 1
1

241
NOTAS

l. 1930; segunda ed .. 1932. Nueva edición de la Wissenschaftliche Buch-


gesellschaft, en preparación.
2. Lagos, Tomo I (1910), pp. 289;314.
3. Cf. al respecto E. Husserl: Erfahrung und Urteil, editado por Ludwig
Landgrebe ( tercera ed. 1964). ·
4. Cf. Cartesianische Meditationen, Husserliana, Tomo I, p. 111 ss. y
"Zur Phanomenologie des inneren Zeitbewusstseins", Husserliana, To-
mo II.
5. Cf. al respecto más abajo, p. 161 . s.
6. Para esto debemos remitir particularmente al estudio "Der Aufbau der
geschichtlichen Welt in den Geisteswissenschaften", Gesammelte
Schriften, Tomo VII, del cual se han tomado la mayoría de los si-
guientes pasajes,
7. Para el posterior planteamiento de este problema, cf. más abajo, p.
192 SS.
8. Ahora hay una detallada exposición. Cf. Klaus W eyand: "Kants Ges-
chichtsphilosophie", Erg.-Heft N? 8'5 de Kantstudien, 1964.
9. Se citan los trabajos breves según la edición de Cassirer de las obras
de Kant. ( WW.) Las Críticas se citan de acuerdo con la foliación de la
primera edición.
10. WW. 4, p. 152.
11. WW: 4, p. 165.
12. Mu,_tmasslicher Anfang der Menschengeschichte, WW. 4, p. 334.
13. Idee zu einer allg. Gescb., p. 157.
14. Así por ejemplo, B. Larenz, en el artículo "Staatsphilosophie", en el
Handbuch der Philosophie, p. 104.
15. Cf. Kritik der Urteilskraft, primera ed., p. 398.
16. Ibid.
17. Cf. más adelante, p. 113 ss.
18. Así, por ejemplo, el ensayo de Medicus: "Kant und Ranke", en: Kants-
tudien, Tomo 8, 1903.
19. WW., VII, p. 7 s. (citado por la primera Gesamtausgabe).
20. Ibíd. ·
· 21. Op. cit., p. 30.
22 .. Cf. ahora, al respecto, H. F. Fulda: Das Problem einer Einleitung m
Hegels Wissenschaft der Logik, 1963.
23. § 213, WW. VII, p. 385.
24. Op. cit., § 214, p. 388.
25. Cf. por ej., WW, VII, p. 37.
26. Einleitung zur Philosophie der W eltgeschichte.
27. Phanomenologie des Geistes, WW, II, p. 60.
28. Cf. E. Thier: "Etappen der Marx-lnterpretation", Marxismusstudien I,
pp. 1 ss.; también l. Fetscher: Von der Philosophie des Proletariats zur
proletarischen W eltanschauung, Tomo II, pp. 26 ss.
29. Ibid.
30. Zur philosophischen Diskussion um Marx und den Marxismus, Philoso-
phische RundschaU, Año V, N~ 3/4, 1957, pp. 165 ss.
31. Aristóteles, Metafísica V, 103 ~a.
32. No puede aclararse· aquí la cuestión de si se tiene ante los ojos al Dios
revelado y al auténtico sentido de su Revelación cuando de tal modn

243
se lo comprende co~o un princfpio. Por de pronto sólo puede indicarse 56. · Cf. al respecto La historia en el pensamiento de Kant, más arriba,
que él asumió ese puesto en la tradición del pensar metafísico y tuvo pp. 63 SS.. .
que asumirlo tan pronto como se intentó concebirlo desde un punto de 57. ·Enzyklopadie § 6, WW., VI; p. 9.
vista metafísico-teológico. En virtud de ello llega a ser aparentemente 58. Pbanomenologie d. Gescb., WW.-, II, p. 60.
comparable con otros principios que han actuado en la historia y puede 59. Hegel tuvo conciencia de esa mutaci9n en su propio pensamiento, coino
convertirse, además, en objeto de una ciencia comparada de las religiones lo muestran muchas de sus manifestaciones; para ello, d. Popitz, op. cit.~
y de una consideración propia de las ciencias del espíritu. Cf. más ~ba- especialmente pp; 44 ss.
jo, p. 112 SS. 60. Cf. también, al respecto, Metzke: Marxismusstudien, JI, p. 15.
33. Cf. Habermas, op. cit., p. 213. 61. Esta es ya una idea básica de su disertación.
34. Op. cit., pp. 181, 192. 62. Carta a Ruge de septiembre de 1843, cit. por la edición de bolsillo de
35. Cf., én contra de esto, Habermas, op. cit., pp. 231 ss. los escritos juveniles, de Kroner, p. 168. .
36. Op. cit., p. 212. .63. Einleitung zur Krítik der Hege.lscben Recbtspbilosophie, Kroner, p. 209.
37. Cf. Popitz: Der entfremdete Menscb, p. 105. 64. Habermas, op. cit., p. 212.
38. Cf. R. Kroner: Von Kant bis Hegel, exposición que puede seguir valo- 65. Cf. más arriba, p. 85 s.
rándose como clásica, si bien es unilateral y no atiende al d~arrollo 66. Nationalokonomie_ und Philosophie, edit. por Thier, p. 242.
juvenil de Hegel. Puede dejars~ a un lado el que particularmente la 67. Deutsche Ideologie, Kroner, p. 368: "Esa suma de fuerzas de producción,
interpretación de Schelling dentro de ese desarrollo .haya sido entretanto capitales y formas sociales de relación, que cada individuo y cada ge-
corregida por la más reciente investigación, ya que en nuestro caso tan neración encuentra como algo ya dado, es el fundamento real de aquello
sólo se trata de comprender a Hegel en vista de las consecuencias que que los filósofos se han reptes.entado como 'substancia' o 'esencia' del
Marx extrajo de su filosofía. hombre, que han combatido o idolatrado ... ".
39. WW., XI, p. 434. 68. Nationalokonomie und Philosopbie, pp. 147 ss.
40. Publicados por Nohl en 1908. Está en preparación una nueva edición 69. Cf. la carta a Ruge, ·Kroner, p. 168.
crítica. 70. Cf. Metzke, op. cit., p. 16. .
41. Cf. al respecto, E. Metzke: "Mensch und Geschichte", Marxismusstudien 71. Op. cit., p. 24 s.
II, p. 14. · · 72. Deutscbe · Ideologie, Kroner, p. 346.
42. Tanto por la fecha, fijada por Nohl basándose en análisis de los escritos, 73. Die Heilige Familie, op. cit., p. _338.
como también segun su contenido, estos fragmentos tienen que ser to- . 74. Deutscbe Ideologie, op; cit., 373 s. .
mados como preparación para el último gran estudio de ~ serie: El 75. Cf. para ello Thier: "Etappen der Marxinterpretation", Marx_ismusstudien,
espíritu del cristianismo y su destino (1798/99). En lo que atañe_ al pro-. I, p. 29. .
greso en el desarrollo de las ideas, están evidentemente entre los tra- 76. Nationalokonomie und Pbilosopbie, edit. por Thier, p. 193 s.
bajos anteriores y el mencionado "Espíritu del cristianismo" en. el qu~ 77. Cf. más adelante, el Cap. VI y el VIII, pp. 135 ss. y 177 ss.
se adopta y aplica la terminología conceptual allí elaborada.. Estos escri- 78. Deutsche Ideologie, Kroner, p. 351.
tos, además de ello, apui;itan a problemas que serán formulados tan sólo 79. Nationalokonomie und Pbilosophie, p. 265.
más tarde y por primeri vez. en el Fragmento de un sistema, de 1800. 80. Deutsche Ideologie, Kroner, p. 353.
43. WW, XI, p. 3 s. 81. Cf. al respecto Fetscher:, "Von der Philosophie des Proletariats zur
44. Fragmento 8, Nohl, p. 376. proletarischen Weltanschauung", Marxismusstudien, II,. pp. 26 ss.
45. Fragmento 9, p. 377. 82. Acerca del concepto de naturaleza, cf. Ludwig Landgrebe: Das Problem
46. Op. cit., p. 387.. der ursprünglichen Erfabrung im Werke von Hans Lipps; Philosop.
47. Nohl, pp. 311 ss. Rundschau, IV, 1956, especialmente pp. 170 ss.
48. Nohl, pp. 345-348. . 83. Cf. Fetscher, op. cit., pp. 26 ss.
49. Dejamos aquí a un lado la controvertida cuestión de la influencia de 84. Engels: Dialektik der Natur, Diet:zJ..Verlag, segunda ed., 1955, p. 285.
Schelling sobre las ideas expuestas en el Fragmento de un sistema; en el 85. Husserliana, IV. Para un. análisis más exacto de la estructura sistemática
presente caso es indiferente el .hecho de si la palabra clave "naturaleza", de esta obra, d. L. Landgrebe: "Seinsregionen un regionalen Ontologien
que aparece por vez primera en dicho texto, y el problema de una con-. in der Phanomenologie Husserls", en: Der Weg · der Phanomenologie.
cepción filosófica de la naturaleza, se basa o no en estímulos recibidos . Das Problem einer ursprünglicben Erfabrung (Gütersloh, 1963 ), pp. 143
de Schelling. Lo efectivo es que ese problema está como algo nµevo ss. (Trad. castellana de M. Presas: El camino de la Fenomenología, ·Bue-
en el punto central de esos proyectos elaborados por Hegel en Jena. nos Aires, 1968, pp. 218 ss.).
50. H. Marcuse: Hegels Ontologie und díe Grundlegung einer Tbeorie der 86. Husserliana, Tomo IV, p. 86. (Citaremos "Hu.a").
Gescbicbte, 1932. · 87. -Op. cit., p. 26.
51. Cf. más arriba, pp. 65 ss. 88. Kriiik der reinen V ernunft, B 34:
52. WW., XI, p. 240. 89. Op. cit., A 385. ·
53. WW., IX, .PP· 407 s. 90. Hu.a, IV, p. 302.
54. WW., VIIJ, p. 36. 91. Kritik der reinen Vernunft, B 33.
55. Cf. Popitz, op. cit., p. 36. 92. Hu.a, IV, p. 58.

244 245
93. Op. cit., p. 158. 128. Fenomenología de la percepción, versión alemana, p. 234 ( edic. caste-
94. Op. cit., p. 118. llana, p. 218-219).
95. Idem, III, Hu.a Tomo V/ p. 118. 129. Op. cit., p. 185.
96. Hu.a, IV, p. 118. 130. Op. cit.; p. 231 (edic. castell., p. 219).
97. Op. cit., p. 137. 131. Op. cit., p. 278 (edic. castell., p. 262).
98. Qp. cit., p. 136. 132. Op. cit., p. 253 (edic. castell., pp. 261 y ss.).
99. Op. cit., p. 139. 133. Op. cit.; p. 254. .
100. Hu.a, V, p. 124. 134. Op. cit., p. 344 (edic. castell., p. 328).
101. Op. cit., p. 133. 135. Op. cit., p. 202.
102. Hu.a,_ IV, p. 208. 136. Recientemente, Moltmann ha analizado detalladamente este proceso en
103. Op. cit., pp. 183 s. su Theologie der Hoffnung (Cuarta ed., München, 1965), espec. pp. 85
104. HÜ.a, VI, p. 306 y otras. SS. y 120 SS.
105. Ideem II, Hu.a, IV, p. 140. 137. Das Ende alter Dinge, p. 496, citado según la paginación de su primera
106. Op. cit., p. 183. aparición en la "Berlinische Monatsschrift", 1794.
107. Op. cit., p. 140. 138. GzMS, p. 142 (Edic. de la Academia).
108. Op. cit., p. 142. 139. Vorlesungen über die philosophísche Relígionslehre, edit. por Politz, Leip-
109. Op. cit.; p. 276. zig, 1830, p. 120.
110. Op. cit., p. 279. 140. Op. cit., p. 509.
111. Op. cit., p. 280: 141. Geschichtsphilosophie und Weltbürgerkríeg, Heidelberg, 19')9.
112. Op. cit., p. 281. 142. Mensch und Menschmaschine (ed. alemán, Athenaum-VerL1g, 1964),
113. Hu.a, VIII, p. 506. p. 194.
114. Cf. Landgrebe: Der Weg der Phanomenologie, pp. 157 y 203 ss. (Cf. 143. En: Theorie und Praxis, Edit. Luchterhand, 1963; p. 231 ss.
versión castellana de M. Presas: El camino de la Fenomenología, Buenos 144. Op. cit.; p. 213 s.
Aires, 1968, pp. 242 s., 315 ss. 145. H. Blumenberg: "Lebenswelt und Technisierung", en: Sguardi su la
115. Manuscrito B III, 10, p. 14, citado en I. Kem: Kant und Husserl, Filosofía contemporanea, LI, Edic. de "Filosofía", Turín, 1964.
"PhanomenologicaV, Tomo 16, 1964, p. 273. 146. W.eltgeschichte und Heilgeschehen, Urban-Bücherej, Stuttgart, 1953.
116. Hu.a, IV, p. 330. 147. Op. cít., p. 15.
117. Por ello, no deja. de ser peligroso el enunciado de Linschoten ("Auf 148. Op. cit., p. 176.
dem Wege zu eíner phanomenologischen Psychologie", en: Phéinom.-Psy- 149. Op. cit., p. 189.
chol. Forschungen, Tomo III, Berlín, 1961, p. 237) que dice: "El cuer~ 150. W. Brünig sostiene esta concepc10n en su Geschichtsphilosopie der Ge-
po se descubre como un yo que ya está ahí, que tiene su origen en un genwart, Stuttgart, 1961.
tiempo anterior -y se descubre yendo hacia un futuro. Habría que de- 151. En el presente trabajo no podemos pasar al estudio del modo en que
cir, con más exactitud: J10 es el cuerpo quiep. se descubre, sino que yo ese pensamiento del fin final de la historia ya había sido desarrollado
me descubro como ser 'corporal. por Kant diez años antes en sus Idee zu einer allgemeinen Ges_chichte ·in
118. Husserliana, Tomo VI. Las indicaciones de números de páginas que no weltbürgerlicher Absicht en el mismo sentido. Al respecto, véase el
lleven ·otra aclaración se refieren en lo siguiente a esta obra. capítulo III del presente libro: La historia en el pensamiento de Kant,
119. Cf. al respecto, el siguiente capítulo VIII del presente libro. p. 46 SS. _
120. "Cart. Meditatibnen", Husserliana, Tomo I, p. 110. 152. Vorlesungen zur Phiinomenologie des inneren Zeítbewusstseins; Husser-
+' 121. Cf. más arriba, p. 17. liana, Tomo X, 1966.
122. Cf. L. Eley: "Die Krise des Apriori in der transzendentalen Phanome- 153. En su oportunidad, Honígswald publicó una instructiva investigación
nologje Edmund Husserls", Phaenomenologica, Tomo 10, 1967. sobre el problema del "hilo perdido"; ésta no tiene por objeto, ·sin
123. Der Weg der Phanomenologie, p. 192 ss. (Versión castellana cit., p. 297 embargo, el problema de la temporalidad de la conciencia, sino que se
ss..). inserta dentro del contexto de una problemática propia de la filosofía
124. Cf. "Edmund Husserl. 1859-1959" (Tomo conmemorativo en ocasión de del lenguaje.
cumplirse cien años del nacimiento del filósofo), Phaenomenologica, To- 154. Acerca del nexo entre tiempo y número, Cfr. ahora Fr. Kaulbach: Der
\;
\ mo IV, 1959, p. 159 ss. philosophische Begriff der Bewegung, Koln, 1965.
. ·¡ 12.5. Op. cit., p. 196 (Landgrebe cita los textos de ·Merleau-Ponty según su 155. Para el concepto de situación, cf. también H. G. Gadamer: Wahrheit
propia traducción al alemán). und Methode (Tübingen, 1960), especialmente p. 285 ss.
126. p. 123 s.; segunda ed., 1958. ,, 156. Vom ursprünglichen . Sinn der Aristotelischen Syllogistik, Lexis II,2,
127. Traducción alemana de R. Bohm: "Phanomenologie der Wahrnehro~ng , especialm. p. 225; y Das Verhiiltnis des abendlandischen Menschen zur
Phanpsych. Forschungen, Tomo VH, Berlín, 1966. (En castellana existen Sprache, Lexis, III, 1, p. 18 ss.
versiones de ambas obras: La estructura del comportamiento, trad. de
' . E. Alonso,. Buenos Aires, 1957;- y Fenomenología dé la percepción, trad.
de E. Uranga, México - Buenos Aires, 1967. N. 'del t.).

247
246
..

* La comprensión de éste pasaje se ve dificultada por el hecho de que la


palabra alemana "juicio" está compuesta por el prefijo Ur-, que significa. INDICE
"proto-:-'", "originario", y Teil, "parte". Por ello, cuando Hegel.habla de
Urteil (juicio) alude también a Urteílung (partición Qriginaria), como se
verá más adelante. (N. del. T.). .
Pág.
* Véase nota del traductor .del anterior cá.pítu).o.
Pr6logo ... 7
Esta expresión se encuentra en carta de Marx a su padre, del 16 de
noviembre de 1837, en la. cual informa acerca de sus estudios y de sus L El Problema de la Historicidad de la Vida y la Feno-
primeras lecturas de la filosofía de Hegel.
menología de Husserl . . . . . . . . . ... . .. 11
* El autor se refiere al trabajo publicado en Pravda, en 1950, con el
título de "El marxismo y la cuestión de la lingüística" que contiene
j' II. Sobre la Comprensión en las Ciencias del Espíritu .. . 39
una crítica a !a hasta entonces dominante teoría del lenguaje de Marx.
Stalin acentúa la unidad más amplia del lenguaje nacional, no subor- ¡ .; III. La Historia en el Pensamiento de Kant . . . . . . . . . 53
dinable ni a la "superestructura" ni a. la "infraestructura". Ello posibilitó
a la lingüística rusa desarrollarse más · libremente y modernizarse, acep-
tando muchos planteamientos occidentales. Pero éste era sólo un efecto IV. El Concepto de Sistema en Hegel . . . ·75
secundario. Desde un punto de vista político, la carta dio a .entender
que el lenguaje no progresa en virtud de revoluciones, sino gracias a V. El Problema de la Dialéctica . . . . . . 93
un continuado desarrollo histórico. Aquí reside al mismo tiempo la po-
sibilidad de rechazar en adelante una revolución espontánea y permanen-
te en este campo, así como la pretensión de· Stalin o J?ien del Partido, VI. La Fenomenología de la Corporeidad y el Problema
de ser única. fuerz.1,l motriz de posteriores desarrollos (N. del T., basada
0 de la Materia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
en carta de Landgrebe aclarando este punto).
VII. El Problema de la Ciencia Trascendental del a priori
del "Mundo de la Vida" ·(Lebenswelt) . . . . . . . . . 169
VIII. La Confrontación de Merleau-Ponty ·con la Fenome-
nología de Husserl . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
IX. El Problema Filosófico del Final de la Historia . . . 211

' .

248

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