Sunteți pe pagina 1din 5

Seminario Langham

(John Stott)

Libro:
LA PREDICACIÓN Y LOS PREDICADORES

Resumen Crítico
Capítulos 9,10,15

 Adrián Pérez R.
Curso: Predicación y Predicador 
Prof: Luis Cornejo.
Capítulo 9 - La Preparación del Predicador 

El predicador siempre se está preparando, todo lo que hacer, durante todo el día,
todos los días le sirve en su preparación para su sermón.
También entiende que más importante que preparar su sermón es prepararse a sí
mismo, y para esto es necesario aprender a separar las mañanas. El autor del libro
aconseja organizarnos y luchar para que en las mañanas no tengamos interrupciones
sino que sea el espacio para dedicarnos a la comunión con Dios, aunque no
recomienda una forma específica pues considera que cada uno tiene que aprender a
conocerse a sí mismo. La vida del predicador debe estar regida por la disciplina,
producto del llamado que tenemos de servirle a Dios.

Una de las cosas que incluye la preparación es la oración, pero esta, según el autor, no
se puede hacer de manera mecánica por la misma naturaleza del acto, el ministro
debe aprender también cuando es, para sí mismo, el mejor momento para orar.
Cuando cueste orar, recomienda el autor, se debe leer algo de carácter devocional
para poder infundir calor al espíritu, esto es más provechoso que simplemente luchar 
contra nosotros mismos. También la oración no debe estar confinada a ser una
actividad matutina, la biblia nos instruye que debemos orar todo el día, esto es
mantenernos constantemente en una actitud de oración ante Dios.
Cuando el ministro sienta el impulso de orar, especialmente cuando está estudiando
un texto, debe seguir el impulso y orar, esto le ayudará en su quehacer.

Otra de las formas en que el predicador debe prepararse es en la lectura bíblica, se


recomienda que por lo menos una vez al año se lea toda la biblia, esta es una lectura
rápida y general, pero también se debe leer otro pasaje de manera específica y
detallada.
Se debe evitar leer la biblia únicamente con el ánimo de obtener textos para el sermón,
el predicador debe estudiarla porque entiende que ese es su alimento espiritual.
Cuando un versículo nos habla de manera especial, debemos detenerlo y considerarlo
con cuidado y anotar todo aquello que nos habla el versículo, porque de lo contrario,
más tarde, cuando queramos volver al versículo, posiblemente, ya no nos hablará de la
misma manera.
Si tomamos nota de los bosquejos que encontremos podremos hacer un reservorio de
predicaciones para el futuro, lo cual aliviará nuestro trabajo.
Se debe complementar todo esto con lecturas devocionales, el autor aconseja a los
puritanos y con lectura de sermones, pero esto, dice el autor, hay que saberlo escoger.
El predicador también nunca debe dejar de leer libros de teología, y no solo
conformarse con lo aprendido en su preparación.
También el ministro debe leer y conocer bien la historia de la iglesia, a sí mismo leer 
libros de apología. Todo esto ayudará al pastor a estar mejor preparado para ayudar a
la grey a entender los diferentes pensamientos del mundo y protegerse frente a ellos.
La lectura del ministro debe ser equilibrada, no parcializándose sobre un tipo en
especial de lectura sino tratar de variar lo más posible.
El propósito principal por el cual se lee es para ser estimulado a pensar y aprender y
no para obtener material para la predicación.
Finalmente el ministro también debe leer material no necesariamente religioso para
relajar la mente, pero no ha de depositar mucho tiempo en ello.
Un área final para la preparación es respecto a la música, si le hace bien al
predicador, debe escuchar música que le ayude a liberar tensiones y sentirse mejor 
para hacer su tarea.

El predicador debe por tanto hacer todo esto, pero al hacerlo debe aprender a
conocerse a sí mismo.

Capítulo 10 - La Preparación del Sermón

Primero se debe determinar qué tipo de sermón será: evangelístico, de edificación,


etc.
Luego hay que determinar el contenido del sermón, que lo mejor es no escoger un
tema en particular, sino permitir que cada texto proporcione el tema a tratar.

También hay que determinar si se predicará textos sueltos o en una serie de


predicaciones, la respuesta equilibrada sería no ser rígidos en ello, debemos buscar 
predicar en series pero siempre dando libertad al Espíritu de hacer cambios si Él lo
desea, y estar anuentes a interrumpir una serie para seguir el mandato de Dios de
predicar un texto en particular, especialmente si se trata de fechas especiales como
navidad o el día de resurrección.
Estos días se deben aprovechar para exponer el evangelio, hacer tomar conciencia a
la gente, a fin de volverse a Dios.

Las fechas especiales nos brindan oportunidades que no se obtienen fácilmente de


otra manera, por tanto el predicador debe aprovecharlas. También debemos
considerar los eventos sociológico, económicos o ecológicos de gran envergadura,
cuando ocurre una tragedia la gente tiende a sensibilizar y reflexionar, lo cual es una
oportunidad única para el predicador.

El predicador nunca debe olvidar que el sermón debe ser expositivo, no se debe tomar 
un tema y luego justificarlo por medio de textos bíblicos, si se necesita hacer una serie
sobre determinado tema deben usarse pasajes que hablen directamente de dicho
tema.

No se debe ser muy rígido en defender si una serie de sermones debe ser larga o
corta, no se debe apegar a una forma de sermón que no pueda modificar, se tiene que
estar abierto a los cambios. El predicador debe reaccionar al comprender las
necesidades de la congregación.

El predicador también debe recordar siempre que en una serie de sermones se debe
hacer un breve resumen de lo hablado anteriormente, así le ayudará a la congregación
a entender el significado del mensaje particular dentro del general.

 Ahora, continúa la labor de preparar el sermón, lo primero que debe el predicador 


hacer es entender el texto, esto debe ser hecho con honradez, permitiendo que el texto
enseñe y no sea el predicador poniendo sus palabras sobre el texto, pues esto es
tergiversar las verdades bíblicas.

Se debe tomar el texto en su contexto, descubrir el significado de las palabras y


encontrar su significado espiritual, para poder encontrar la idea clave del pasaje, para
esto el predicador se debe de valer del recurso de hacer preguntas al texto y, sin
forzarlo, dejar que él nos responda. Debemos estar seguros de captar y enseñar la
idea principal del texto y no distraernos en las cosas secundarias.

Capítulo 15 - Los peligros y el encanto

¿Se debe predicar el mismo sermón en diferentes lugares? el autor explica que hay
argumentos a favor de hacerlo, como el hecho que el sermón tiende a crecer y
desarrollarse mientras el predicador está en el púlpito, esto entre tanto que el mensaje
tenga cierta libertad en el bosquejo, como por ejemplo que no esté escrito palabra por 
palabra.

El predicar un sermón en otras ocasiones nos familiariza con el texto y aliviana las
tensiones propias de la predicación. Pero deja de repetir el mensaje que deja de
impactarte.

Se debe evitar que aquellas cosas espontáneas de un sermón repetirlas en la misma


forma en otro sermón para querer dar la misma impresión, esto es deshonesto. Se
debe evitar repetir sermones cuando ya otros en la sala lo han escuchado.

El predicador debe aprender a conocer cada sermón que ha preparado, porque no se


predican igual todos, algunos son más sencillos de explicar que otros, así se evitan
problemas a la hora de elegir cual dar.

Se tiene que evitar predicar el sermón de alguien más. Y si por alguna circunstancia
tiene que hacerlo no debe dejar de dar crédito a quien lo merece.
Por otro lado está el encanto de la predicación, el poder generar una relación con la
congregación que se pastorea y llevarles el mensaje de parte de Dios. También la
sorpresa que encierra cada culto, tanto lo bueno como lo malo. La alegría de ver 
impactada a la congregación después del sermón, o el asombro de observar como lo
que se había planificado Dios lo modifica y hace cosas que nunca pasaron por la
mente del predicador.

El predicador experimenta gran alegría cuando observa como Dios lo ha utilizado para
consolar a uno, o en la conversión de otro. El ministerio del predicador está lleno de
grandes satisfacciones.

S-ar putea să vă placă și