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Sintaxis Funcional

Preguntas primero y segundo temas

Juan R. Ubiarco Moya

1) ¿En qué consiste el estudio de la lengua desde la perspectiva de una teoría funcional?

Generalmente se opone la perspectiva funcional a la perspectiva formal en el estudio de las lenguas,


aunque la primera no cuenta con un paradigma —en sentido kuhniano— tan homogéneo como el
formalismo (sin que ello sea un problema). Foley y Van Valin (1984) parten retomando a Chomsky para
definir la perspectiva formal, desde la que se considera a las lenguas como “a set of structural
descriptions of sentences” (p. 3); con esta visión, una lengua es un instrumento para formalizar el
pensamiento, dígase un “reflejo de la mente”, además de que sus principales autores ven en la
lingüística un dominio de aplicación del método de las ciencias naturales.
Para el funcionalismo, en contraste, el análisis de una lengua no se agota en el análisis de sus
estructuras, sino que debe establecerse la relación de las estructuras lingüísticas con la comunicación
humana, puesto que las lenguas no sólo sirven para referir y predicar (guardando aquí similitudes con
la “falacia descriptivista” postulada por John L. Austin). Este énfasis en la función comunicativa no
debe llevarse al extremo de considerar que todo uso de la lengua deba reducirse a la comunicación
(Foley y Van Valey, 1984). Los análisis funcionales en general comparten el presupuesto de la hipótesis
de la dependencia, la cual postula que cualquier aspecto de la estructura lingüística puede depender,
interactuar o crear algún aspecto del contexto social (Duranti en Foley y Van Valey, 1984).
Un análisis funcional emplea el análisis estructural como herramienta, considerando la
estructura sintáctica como la formalización de un significado semántico (lógico-proposicional) y uno
pragmático-discursivo (interlocutores que interpretan intenciones con información pragmática
compartida y no compartida). Así, el análisis funcional no debe hacerse con oraciones aisladas, sino en
contexto lingüístico, situacional y social.

2) En una teoría lingüística funcional, ¿de qué manera se articula la noción de prototipo con una
definición gradual o continua de sus categorías, y con el hecho de que el significado es
dependiente del contexto?

Una noción platónica de las categorías (como discretas y definidas mediante rasgos necesarios y
suficientes) no es del todo compatible con lo que pasa al usar estructuras lingüísticas para la interacción
en un contexto, elementos definitorios de una teoría funcional. Según Givon (1984), la noción de
prototipo es una solución al extremismo de las categorías según Platón y también según Wittgenstein.
Aunque las estructuras lingüísticas son discretas, las categorías de las que tomamos sus
elementos no incluyen miembros con las mismas características, sino que hay “mejores ejemplos” de lo
que es un verbo, un nombre o una palabra —por mencionar algunas categorías—. De acuerdo con
Givon (1984), el miembro más prototípico de una categoría será el que tenga el mayor número de
características asociadas a dicha categoría (no el que tenga todas las características). “Establecido” un
prototipo, otros miembros de la categoría se jerarquizarán como más centrales o más periféricos con
base en las semejanzas que puedan tener con el prototipo. Según el mismo autor, la metáfora y la
analogía juegan un papel importante en esta extensión de la prototipicidad; sin embargo, no hay nada
necesario en el establecimiento de una extensión metafórica, éstas son contingentes y dependen de los
contextos.
La noción de prototipo aún es problemática, pues no hay herramientas metodológicas
suficientes para definir las categorías, los rasgos que las definen y la medida en que los elementos que
puedan incluirse en estas categorías serán centrales o periféricos. Todo ello no es más que evidencia de
que los significados, su formalización y la integración categorial son dependientes del contexto y del
propósito para el que se requieren.

3) Explicar cómo es que una sintaxis funcional se construye con la articulación de unidades
formales discretas, y al final, como teoría funcional, se asume que es gradual o continua.

En la interacción verbal hacemos uso de estructuras lingüísticas discretas, un enunciado breve, como en
los ejemplos abajo, está delimitado —sea por pausas, por el cambio de turnos de habla o, como aquí,
mediante recursos gráficos— y se usa en un contexto específico (los ejemplos aquí se mencionan para
ayudar a una argumentación). Por estas delimitaciones, similares a un principio lógico de identidad, en
tanto que cada enunciado sólo es idéntico a sí mismo, es que estas estructuras y los elementos en ellas
son discretos.
Sin embargo, los paradigmas categoriales de los que se toman los elementos para articular
estructuras lingüísticas no comparten la discreción de las últimas, las categorías son más bien difusas y
los miembros de éstas serán gradualmente menos nucleares. Véase el caso de la palabra animal que se
incluye en los ejemplos: en el primero de ellos la palabra funciona como un nombre (o sustantivo),
núcleo de la frase nominal con función de sujeto oracional; en el segundo ejemplo, la misma palabra
tiene características más bien adjetivas, en tanto que aporta información para caracterizar a un sujeto
tácito en la oración.
i. Un animal desconocido atacó a las vacas en la granja.
ii. Reprobé la clase de lógica, estoy bien animal.

La palabra animal, de forma aislada, podría categorizarse como un nombre (y como tal funciona en el
primer ejemplo), pero al mirar hacia la categoría, la misma palabra puede tener características que la
aproximen a otra categoría con base en extensiones metafóricas y a usos en diversos contextos.

4) ¿Es compatible el concepto de autonomía de niveles de análisis lingüístico en un marco teórico


funcional?

A pesar de que en primera instancia, la interacción entre niveles de análisis lingüístico es lo que
distingue al funcionalismo del formalismo, el análisis funcional no rechaza sin resquemor la autonomía
de niveles. El funcionalismo no niega la autonomía de niveles, aunque debe atenderse a cómo es que
tales niveles (o componentes) se definen.
Jane Grimshaw (1986) ilustra con cierta claridad dos definiciones de componente, la primera,
más compatible con una perspectiva formal, delimitará los componentes o niveles como más
comúnmente se conocen, un nivel fonológico, uno morfológico, uno sintáctico, etcétera, cada uno con
sus propios vocabularios y reglas.
Empero, el hecho de que se postule la autonomía de niveles no necesariamente contradice el
hecho de que tales niveles puedan interactuar; entra aquí la segunda definición proporcionada por
Grimshaw (1986): “a set of rules/operations that act as a block in the organization of the grammar” (p.
748); además, si se considera a dicha interacción como un nivel por sí mismo, en ningún momento se
atenta contra la autonomía de niveles.
Otro punto importante al respecto es que los niveles no son lineales, un nivel sintáctico podría
relacionarse con un nivel fonológico sin que, a priori, sea obligatorio recurrir a un nivel morfológico
intermedio. A manera de analogía imperfecta, algo similar ocurriría en una serie de luces navideñas,
donde dichas luces serían un nivel de análisis: antes de las fiestas, al sacar la serie para su instalación,
hay que encontrar qué luces están enredadas en cualquier punto de la maraña de luces y cables (un
análisis del nivel de la interacción entre niveles); luego, al tratar de instalarla antes ubicando la luz que
no funciona, habrá que avanzar linealmente entre las luces (un análisis de niveles autónomos, según la
primera definición de Grimshaw) para corregir el problema.

Referencias:
Foley, W. y Van Valin Jr., R. (1984). Functional syntax and universal grammar. Cambridge: The
Cambridge University Press.

Givon, T. (1984). Syntax. A functional-typological introduction (Vol. I). Amsterdam/Philadelphia: John


Benjamins.

Grimshaw, J. (1986). A morphosyntactic explanation for the Mirror Principle, Linguistic Inquiry, 17(4),
745-749.

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